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15SuS a loS
berberiScoS
16
Aquella noche, durante una terrible tormenta, dos jinetes llegan hasta una posada siniestra y aislada escondida en el fondo de una cala a una legua de Nueva Orleans, Luisiana.
Así nadie sabrá que he estado aquí. Mi encuentro con Barbarroja ha de permanecer
en secreto. ¿Estás seguro de que se esconde aquí?
¡Ahí está «La marrana que corre», señor! ¡Punto de encuentro de malhechores y filibusteros! ¡Hemos tenido muchísima suerte de llegar con vida! ¡A quién se le ocurre emprender camino de noche y con semejante tiempo!
¡Pardiez! ¡Se ha granjeado muchísimos
enemigos durante sus años de piratería! él también prefiere ser discreto. Aquí por lo menos está
a salvo.
¡Oiga!… ¡Espere!
¡Lo siento, señor, pero si el capitán se entera
de que le he dicho dónde se esconde, me pega un
tiro sin miramientos! ¡Adiós!
¡La posada está cerrada, amigo! ¡Siga su
camino!
¡¿Barbarroja?! ¡No sé de quién me habla! ¡Váyase al
infierno!
¿Contento? ¡Y ahora llévame ante
Barbarroja! ¡Te prometo que no se enfadará contigo!
¡Por aquí! ¡Ayúdeme a
mover aquella alacena!
¿Una puerta secreta? Diavolo! ¡El capitán es un hombre prudente!
Tiene sus motivos. Que no le vea, tiene el gatillo fácil. Si está de mal humor podría
dejarle seco sin darle tiempo a articular palabra.
¡Eh!… ¡Capitán!… ¡Abra!… ¡Soy yo,
Cascarrón!
¡Rápido! ¡Tengo prisa!
Esto tal vez le ayude a recordar.
Le juro que no quiero perjudicar al capitán,
al contrario.
He venido a proponerle un negocio fantástico.
Hum… Si es así, tal vez podamos hablar. Pero antes deberá
desprenderse de sus armas ¡Adelante!
Deje su espada y sus pistolas encima de la mesa, y nada de
trucos…
¡Un momento, compañero! ¡Tengo que ver como sea al capitán Barbarroja!
¡Sé que está aquí!
17
Al principio no se oye nada, y de repente la puerta se abre de golpe para dar paso a una fantástica silueta.
Barbarroja duda durante un momento y finalmente deja pasar al extraño visitante…
No me gusta que se me impongan
en mi propia casa. ¡Hable!… ¡Le doy cinco minutos!
¡Es cierto, capitán! ¡Lo he desarmado y registrado!
¡No dispare, capitán! ¡Vengo en son de paz!
¡Estoy desarmado! ¡Solo quiero hablar a solas con usted un minuto!
¡Cuernos pelados!… Qué
pa… ¡Eh! ¡Traidor! ¡No estás solo!
Con eso me basta, capitán. Vengo a proponerle ganar
trescientas mil libras, eso sin contar con el posible botín que sería todo para usted.
¡Por las tripas del diablo! ¡Menudo fortunón!
¡El riesgo ha de ser tremendo!
¡Al contrario! Se trata de dar caza y hundir un buque mercante muy mal armado llamado «Havrais» que zarpó
antes de ayer de Nueva Orleans.
El «Havrais» navega rumbo a Génova. Un barco lo suficientemente rápido
podría interceptarlo antes de llegar a las
costas de Europa.
¿Y no hay nada más que deba
saber?
Sí. A bordo viaja una joven llamada Carolina de Muratore. La acompañan una vieja chaperona y un guardaespaldas negro. Los tres han de desaparecer…
¡Definitivamente!…
Vamos, que me está ofreciendo trescientas mil libras por un triple
asesinato. ¿Por qué no se encargó usted mismo de ello antes de que zarpara el
buque? ¡Habría sido más sencillo!
¡Y sin embargo tendrás que responder, canalla! ¡A estas y a otras! ¡Mira que
tomarme por un vulgar asesino a sueldo!… ¡Cuernos quemados!
?!
No le pago para que haga
preguntas, capitán.
Y me gustaría saber por qué la
muerte de esa chica vale una fortuna.
Me gusta saber para quién
trabajo.
A eso venía desde Europa. Pero llegué
demasiado tarde, justo cuando el «Havrais» acababa de levar anclas… ¿Qué me
dice, capitán?
18
Fingiendo resignarse a ello, el misterioso jinete se apoya en la mesa y…
El candelabro cae al suelo y se apaga, sumiendo la habitación en la oscuridad más absoluta… Inmovilizado por la mesa, Barbarroja dispara a bulto…
Más rápido que el rayo, el misterioso jinete se lleva la mano a la nuca…
De repente, rápido como el rayo, el desconocido sujeta la pesada mesa, la vuelca sobre el pirata y…
Pero ágil como un gato, su contrincante ya está en la puerta. La abre y sale rápidamente…
… Y del cuello de su capa saca un puñal que llevaba hábilmente escondido entre los omoplatos.
¡No tan rápido, amigo! ¡Quédate dónde estás!
¡CASCARRÓN!… ¡ALERTA!…
¡AAAH!
¡Maldición!
¡Venga! ¡Desembucha!
No, hablemos de ello. ¡Has hablado demasiado
o muy poco, escoria! ¡Ahora quiero que me
lo cuentes todo!
Da igual. No se hable
más.
¡Viene a que jamás he matado a una mujer, canalla, y a que no voy a empezar ahora! ¡Por muchas 300 000 libras
que me ofrezcas!
Per Bacco!… ¿A qué viene
esto?
¡Aún no me has echado el guante,
rufián!
?!
?!
18 19
Barbarroja le explica rápidamente a Eric lo acontecido durante la noche…
Un minuto más tarde…
Una hora más tarde, en los muelles del puerto viejo de Nueva Orleáns…
¡Cuernos pelados! ¿Qué pasa, que no
me reconoces, imbécil?
¡Alto! ¿Quién
vive? ¡No se puede pasar!
¡En pie, holgazán! ¿Qué haces todavía en la cama a estas
horas? ¡Infierno y condenación!… ¡Están pasando cosas muy raras!
¿Eh? ¡Pero si no son ni
las dos de la madrugada!
Dudo que logremos echarle el guante a tu misterioso visitante. No sabemos nada de él y se andará
con cuidado. ¿Qué podemos hacer?
Glú… Ahora sí, capitán…
¡Rayos! ¡Ya verás cómo sí!
¡Uf! La herida de Cascarrón no es mortal. ¡Eh! ¡Vosotros! ¡Ocupaos de él! ¡Salgo para Nueva Orleans inmediatamente! ¡Os mandaré un médico!
¡Demasiado tarde!¡Volveremos
a vernos, Barbarroja!
¡HA DESARBOLADO A CASCARRÓN!…
¡CUERNOS PELADOS!
¡OU!
?
20
Al día siguiente, los repentinos preparativos de partida del «Gavilán» son la comidilla de todas las tabernas del puerto.
Nadie le dice que no a Barbarroja. Diez minutos después, y a golpe de silbato y puntapiés, toda la tripulación está en pie, de proa a popa. Una hora más tarde, los abastecedores, aterrorizados por las terribles amenazas del viejo pirata, se desperezan y llevan hasta el «Gavilán» los víveres, el vino, la pólvora y las balas que la tripulación, medio dormida, pero galvanizada a golpe de cajeta, empieza a subir febrilmente a bordo…
¡Venga!… ¡Más rápido!… ¡Daos prisa!… ¡Sangre de Cristo, Babá! ¡A ver si me
los espabilas un poco!
¡Pero bueno! ¿Qué mosca le ha picado al capitán Lerouge?
¡No debía zarpar hasta dentro de seis días!
Ese viejo demonio de Barbarroja tiene que estar detrás de
todo. ¡Solo el diablo sabe lo que andará
tramando ese maldito rufián!
Dicen que ha mandado construir en Holanda, y en
base a sus propios planos, un barco absolutamente extraordinario.
¡Esta salida tan repentina oculta algo! ¿Pero el qué?
¡A saber! ¡La tripulación no está al tanto
de nada!
Vaya, vaya…
Pues en vez de estar mirando las
musarañas, tendrías que estar ultimando los preparativos, maldita sea. ¡Y rapidito! ¡En marcha, muchacho!
¡¿En plena noche?!
Sí, pero dentro de una semana. El
«Gavilán» no está listo. No hemos cargado ni un cuarto de los víveres y de las municiones. ¡Y mi tripulación no
está completa!
¿Por qué? Teníamos que zarpar de todos modos rumbo a Europa. Tú para dirigirte a París y yo para recoger el
nuevo «Halcón Negro» en Ámsterdam.
¿Que qué podemos hacer? ¿Pero no entiendes, cabeza de percebe, que mi misterioso visitante contactará con otro asesino a sueldo con menos
escrúpulos que yo para llevar a cabo su sucio trabajo?
¡Pardiez! El Caribe está lleno de crápulas que matarían a su propia madre por la décima parte de lo que te han ofrecido; menudo fortunón,
dicho sea de paso… ¡El riesgo ha de ser enorme!
¡Eric! ¡Tenemos que zarpar cuanto antes!
¡Dar con el «Havrais» y avisar a esa doncella del peligro que se cierne sobre ella y protegerla hasta
que llegue a Génova!
¡¿Qué dices?! ¡Eso es imposible!
20 21
En efecto, en ese momento, en una taberna del puerto…
Así, una hora más tarde…
Mientras…De repente…
¡A sus órdenes, capitán!
Vale, Frescachón. Os enrolo a Lecoeur y a ti. Embarcamos esta
noche.¡Ahora te escucho!… ¡Así se habla!… ¡Venga
esa mano, amigo!
El doble de la prima os espera en destino en un lugar que os indicaré
más tarde.
¡Eh, espera un momento! ¡Barbarroja no es ningún angelito!
Cuando estéis en alta mar deberéis retrasar
al máximo la marcha del barco… Discretamente,
claro…
¿Eso es todo?
Aquí tienes la prima de enrolamiento, zagal. No
te la bebas toda y trata de ser puntual mañana en el
barco.
No muy bien… Es demasiado precipitado. No conseguiremos más que lo peor del puerto. ¿Alguna
noticia por tu lado?
¿Qué tal, hijo? ¿Cómo va el
reclutamiento?
¿No será que Barbarroja intenta ade-lantárseme?
No puede ser… Ese hombre está endemoniado…
Hace cosa de un mes, la hija recibió la visita de un mensajero de Europa.
Después de lo cual vendió lo poco que tenía y se
embarcó.
Créeme, hijo, no hay rufián en el
Caribe que se atreva a exponerse a mi
ira.
Dudo que encuentre a nadie. He informado a todos los capitanes susceptibles de dejarse tentar de
que me tomaré su aceptación como una afrenta personal.
¿Cien escudos? ¿Cada uno? ¿Y qué tenemos que hacer?
Enrolaros en el «Gavilán», nada más.
¿Qué hay de tu visitante?
De ese ni rastro. Nadie sabe nada. Estará escondido en algún tugurio.
Lo que estará haciendo es formar una tripulación de
asesinos a sueldo.
¡Eh, muchachos! ¡Por si os interesa, el capitán Lerouge está reclutando ahora mismo!
¡Salida al amanecer con la marea!
He intentado averiguar algo más acerca de esa Carolina de Muratore… Es huérfana… Su padre, el menor de una familia italiana,
vino a la Luisiana a hacer fortuna pero murió en la miseria.
22
Mientras…
1 Buque pequeño, ligero y manejable.
Aquella noche, a bordo del «Gavilán».
¡Dicen por ahí que su balandra1 es la más rápida de las Antillas, capitán! ¿Cuánto por el flete?
Esos dos me dan mala espina, zagal. Tienen demasiadas ganas
de subir a bordo.
¡Bah! Los demás tampoco valen mucho más,
y no tenemos dónde escoger. No te preocupes. Barbarroja
y yo nos bastamos para mantener a raya a toda
esta escoria
Se lo compro el doble de caro de lo que lo iba a vender y le alquilo el barco
por el precio que usted fije, pero zarpamos rumbo a Europa con la primera marea.
¡Por todos los diablos del infierno! La mayoría de los bribones
que he reclutado no se han presentado. Por su culpa
vamos a perder la marea…
¡Bah! Es un clásico, muchacho. Es su última juerga hasta dentro de mucho tiempo.
El segundo contramaestre Keradec, está haciendo la ronda de tabernas. No creo que tarde en traer a todo el mundo a bordo.
¡Ah, ratas asquerosas! Ninguno ha
querido embarcarse, capitán. Alguien los ha contratado a precio de oro. Y cuando he querido arrastrarlos por la fuerza con mis hombres,
nos han dado una paliza.
¡Sangre y asaduras! ¡Apostaría a que ha
sido cosa del jinete misterioso! ¡Corro
a alertar a la guardia!
¡No merece la pena, hijo! Déjanos a Babá y a mí. ¡Como en los viejos tiempos! ¡Entre los dos te los traemos a todos
en cinco minutos!
¡Mirad! ¡Ahí!
¡Keradec!
¡Cuernos quemados!
¿Listo, marinero?
¡Listo, capitán! ¡Al abordaje!
Los amotinados están en la «Manzana de oro». Les llevaré
hasta ahí.
¡Maldición, no trae a nadie!
¡Cuernos pelados! ¿Qué le ha pasado? ¡Está medio muerto!
¿Y qué hará con el carga-
mento?
Se lo dejo a usted para que lo revenda. Le
doy hasta esta noche. Eso aligerará la balandra
y marcharemos aún más rápido.
Lo siento, señor. Mañana mismo salgo para Trinidad con un remesa de
productos perecederos.
Me parece bien, señor. ¿Cuál será
nuestro rumbo exacto?
Se lo indicaré de camino. Y por supuesto, ni una palabra de esto
a nadie.
¡¿QUÉ?!
22 23
Un cuarto de hora más tarde…
En ese mismo momento, en la borda de una balandra que acaba de zarpar…
Media hora más tarde…
¡Descuidar, capitán! ¡Estar
todos demasiado borrachos!
¡Atrás, haraganes! ¡Os voy a enseñar a levantarle la mano
a vuestro capitán! ¡Que no escape ninguno, Babá!
¡Por todos los cuernos de todos los demonios del infierno! ¡A callar! ¡Les doy treinta segundos a todos los sinvergüenzas que se alistaron
en la tripulación del capitán Lerouge para salir de aquí y poner rumbo
al «Gavilán»! ¡¿Entendido?!
?! Pero bueno… ¡Capitán!
¡CUIDADO!
Venga, Babá, manos a la
obra.
S… Sí, señor…
¡Perfecto! ¡Keradec! ¡Encuentra un carro y un caballo! ¡Ya te han
dejado bastante guapo! ¡Babá y yo nos bastamos y nos sobramos!
¡Ahí está la «Manzana de oro», capitán!
Qué más dar, capitán. ¡Así por lo menos la
tripulación estar completa!
¡Pero si yo no recluté a tantos
hombres!
¡Eh, muchacho! ¡Que salgan a ayudarnos, te traemos a tu tripulación!
Mi estratagema ha dado resultado. El
«Gavilán» se perderá la marea.
¡CUERNOS QUEMADOS!
24
Efectivamente, en ese momento la balandra «Golondrina», en la que viaja el misterioso enemigo de Carolina de Muratore con rumbo a Europa, sale del estuario del Misisipi a todo trapo…
Han pasado nueve horas. El «Gavilán» sale de la rada de Nueva Orleans y baja el río con destino al Golfo de México…
Pasan los días… Y una mañana, en el «Gavilán»
Muy lejos, la «Golondrina» vuela sobre las olas del Caribe…
Ya… Y mientras tanto el jinete negro no habrá
perdido el tiempo.
Vamos a tener que esperar a la próxima.
¡Ocho horas de retraso! ¡Sí que empezamos
bien!
¡O ahogados! De todas formas no podremos zarpar hasta que se les haya
pasado la mona. Sería demasiado peligroso. ¡Y hemos perdido la marea!
¡Ja, ja, ja!… ¡Ya verás, hijo!… ¡El despertar clásico de Barbarroja! ¡Cuernos de chivo, en menos de tres minutos todos estos sacos de vino
estarán en pie y frescos como recién pescados!
Si logramos mantener la marcha, no tardaremos en dar alcance y superar al
«Havrais», señor.
Sobre todo si tenemos en cuenta que
tendrá que hacer una escala de dos o tres días en las Azores y otros tantos en Madeira para cargar. Me
he informado.
Todavía no me ha dado el rumbo,
señor.
¡Espera!… Antes quiero alejarme del «Gavilán»…
¡Catástrofe! ¡Os necesito a los dos ahora mismo! ¡Tenéis
que ver esto!
Frescachón, a falta de alguien
mejor.
¡Cuernos pelados! ¡Menuda tripulación de
incompetentes!… ¡Cualquiera diría que estos inútiles no han
arriado velas en su vida!… ¡Más rápido, gandules, o subo a azuzaros a golpe
de cajeta!
¿Quién dirige la maniobra ahí
arriba?
Eso me da tiempo para ultimar mi plan. Esa
rata de Barbarroja ha creído poder neutralizarme al intentar
impedir que sus aspirantes a imitadores me ayudaran. ¡Ja, ja, ja! ¡No conoce a Orfano
Ruggieri!
24 25
Y mientras que el «Gavilán» hace escala en San Salvador para reabastecerse…
Días después, a 80 millas náuticas al este de las Azores.
En efecto… Una hora más tarde, la «Golondrina» prolonga a poca distancia el costado del «Havrais» que navega pesadamente rumbo a Madeira…
Poco después…
Al rato, en la sentina de víveres…
¡Eso lo dices tú! ¡La madera estaría demasiado seca y no ha aguantado
el agua!
¡No lo entiendo capitán! ¡Todos los barriles estaban en perfecto estado cuando
los revisé!
Se ha dilatado la madera. Las duelas están desencajadas y se ha filtrado el agua. Solo quedan unos pocos intactos.
¡Maldición! ¡Los toneles
de agua dulce están vacíos!
¡Cuernos quemados!… ¡Nos vamos a morir de sed!… El carpintero que ha revisado
los barriles antes de llenarlos es un criminal… ¡Tráemelo
ahora mismo!
Sabotaje o no, ahora estamos obligados a parar en las Bahamas para repostar. Y hasta entonces habrá que racionar
rigurosamente el agua.
¡Le aseguro que no, capitán! Juraría que una mano criminal ha
desencajado las duelas para provocar las fugas.
¿Un sabotaje? ¡Eso no te lo crees ni tú, sanguijuela!
¡Espero por ti que esta vez los toneles aguanten, carpintero! ¡De lo contrario haré que te
despellejen vivo!
¡Babá! Quiero a un centinela apostado
delante de la bodega las veinticuatro horas
del día.
Esto reduce drásticamente nuestras posibilidades de dar alcance al «Havrais». Como mucho los alcanzaremos a la altura
de Cádiz o de Ceuta.
¡Ah, de la toldilla! ¡Velamen por el pescante
de babor! ¡Es un navío mercante!
¡Es el buque al que quería adelantar, señor! A saber
por qué, pero bueno… Voy a saludar al capitán… Cosas de la cortesía náutica, seguro
que lo entiende…
¿Está loco? ¡Ni se le
ocurra! Como diga una sola palabra le… ¡Eh! ¡Ahí, en
el puente!
¡No se amargue! ¡Puede que esta vez
sea él!
¡Es el octavo que doblamos desde Santa María! Per
Bacco!… ¡Hemos perdido al «Havrais» por veinticuatro
horas! Y sin embargo, no puede ser…
26
Momentos después…Mientras tanto, el «Gavilán» se ha vuelto a hacer a la mar…
¡En la toldilla! ¡Entre los pasajeros de categoría! ¡Es ella! ¡Es Carolina de
Muratore!
¡Esta vez no se me escapa!… El «Havrais» todavía tiene que hacer
escala en Madeira… Podemos sacarle una semana de ventaja…
Lo hemos superado con mucho, señor… ¿Puedo reducir ya la marcha? Estamos agotados y…
Lo que usted diga, pero me niego
a poner en peligro mi barco en ese cubil de sabandijas…
¿Quién te ha dicho que pongas en peligro tu barco? Bastará con que me dejes de noche en
la costa…
O mejor aún, en una barca de pescadores moros… A partir de ahí me las apañaré yo solo. Y con lo rápida
que es tu balandra nadie se atreverá a perseguirte.
¡¿QUÉ?!
¡Es un suicidio! ¡Se arriesga a que le maten, o por lo menos a que
le capturen como esclavo!
No temas, amigo. Tengo muy buenos amigos en Argel. ¡Ellos me
ayudarán!
¡Cuernos pelados! ¡La carlinga del mastelero mayor está perforada por
todas partes! ¡Maldición! ¡TERMITAS!
Descubrirlo esta mañana.
Muchacho, estar en peligro. Venir conmigo al fondo
del barco…
¡La suerte nos acompaña por fin! Si el viento aguanta, nos reuniremos con el «Havrais» antes de que cruce el estrecho
de Gibraltar. ¿Qué pasa, Babá? ¿A qué viene esa cara tan larga?
Al contrario, acelere todo lo que pueda… ¡Y ponga rumbo a Argel!
¡¿Argel?! ¡¿Pero qué dice?!… ¡Es guarida de piratas berberiscos que asolan las costas del Mediterráneo!
¡No se preocupe, amigo! ¡Soy maltés y hablo árabe
perfectamente!
26 27
Momentos más tarde…
Una hora más tarde…
Una hora más tarde…
¡Demasiado arriesgado! ¡Prefiere que creamos que son
accidentes!
¡Hay un traidor a bordo y tenemos
que desenmascararlo cuanto antes! ¡Es un milagro que
todavía no nos haya envenenado!
¡Sin duda! ¡Solo carlinga estar afectada! Como si el
propietario del saco colocar ahí su contenido. Los rastros de serrín ponerme la mosca
detrás de la oreja.
¡¿Sabo-taje?!
¡Estar seguro! Ese saco servir para introducir cientos de termitas de tapadillo a bordo. Por fuera, el saco parecer lleno de ropa, pero estar lleno
de parásitos.
¡¿QUÉ?! ¿Tú crees
que…?
Tienes razón. Ahora lo suyo es bajar la carga
del palo mayor. No sabemos hasta qué punto han minado la base. ¡Vamos a perder
velocidad!
¿Y cómo vamos a desenmascararlo? A
menos que interroguemos a todos esos holgazanes,
no se me ocurre cómo podríamos…
¡Espere, capitán! Creo que tengo una
idea…
Los marineros son supersticiosos por tradición, pero los nuestros se llevan la palma… Obliguemos a los
culpables a que se delaten ellos mismos…
Por fin voy a poder poner en práctica mis habilidades de boticario y cirujano del «Gavilán». Pero para ello voy a necesitar
la ayuda de Eric y de Babá… ¡Atentos al plan!…
¡Reunión!… ¡Más rápido, maldita sea!
¡Estate al tanto! ¡El capitán ha
rebajado el paño del palo mayor! ¡Habrán
descubierto el truco de las termitas!
¡Ya te dije que era una
locura!
¿Y ahora qué pasa?
¡Da la orden, chico!
¡Zafarrancho! ¡Todas las manos en cubierta!… ¡Babá!…
¡Reúne a la tripulación al pie de la toldilla!
¡Por las tripas del diablo! ¡Tienes razón! ¿Cómo si no habrían llegado hasta aquí, y solo hasta aquí, esos bichos? Esto me
recuerda al asunto de los toneles de agua potable…
Tres días después de zarpar de Nueva Orleans descubrir saco de marino hasta la mitad de serrín de madera. Parecerme
raro en su momento, pero ahora entender.
?
28
Poco después…
El silencio se adueña de la cubierta durante unos momentos en los que todos miran a su vecino con suspicacia o aprensión…
En efecto, los marineros vuelven al trabajo sin dejar de vigilar de reojo la misteriosa preparación de Babá y Trespatas…
Poco después…
¿Un sabotaje?
¡Mal fario diría yo!
Amigos… Están pasando cosas muy graves a
bordo… Se ha colado un criminal entre vosotros. Tenemos la absoluta certeza
de que los barriles no perdían agua por accidente… ¡Y hoy mismo hemos
descubierto otro sabotaje!… ¡Hemos de dar con el o con los culpables!
Afortunadamente dispongo de un método rápido para desenmascarar a aquel o a
aquellos que buscan acabar con nosotros. Vamos a someteros a todos a una prueba…
¡De ello depende la seguridad del barco!
¿Alguno ha notado algo sospechoso o fuera de lo normal? ¡Que no tenga miedo
de hablar! ¡De lo contrario me veré obligado a recurrir a otros métodos
para indagar!
El primer contramaestre Babá heredó de uno de sus antepasados, un hechicero
africano, la fórmula de un filtro a base de hierbas capaz de hacer hablar a las bocas
más reticentes.
Los inocentes no tienen nada que temer. Trespatas va a preparar el filtro según
las indicaciones de Babá con hierbas farmacéuticas.
Y para demostrá-roslo, los oficiales serán los primeros en prestarse a este
experimento.
¡Nos quieren envenenar!
Es una especie de brebaje de la verdad que anula la voluntad del que bebe de él y le impide mentir
cuando se le pregunta algo. Pero tranquilos, es un líquido
absolutamente inofensivo.
Funciona. Los hombres están cada vez más impresionados. Creen de verdad en el poder
del filtro.
¡A saber qué asqueroso mejunje nos
estará preparando el negro! ¡Yo no me fío un pelo!
¡Deberíamos negarnos en
bloque!
¡Ningún reglamento nos obliga a someternos
a esto!
¡Bah!… Pero si el capitán y el viejo
Barbarroja también beben…
Los que se nieguen serán
sospechosos. Y si es la única manera de desenmascarar
a los canallas que sabotean el barco, yo no me
opongo.
¿Nada?… ¡Muy bien!
?!
?!
¡¿QUÉ?!
28 29
Y así empieza el desfile…
Le toca el turno a Frescachón y se repite el numerito…
Sin apartar un segundo la vista de Eric, Frescachón vuelve a colocar con un golpe el botijo sobre la mesa sin ni siquiera llevárselo a los labios.
Un poco más tarde…
Momentos más tarde…
1 Culto africano de las Antillas.
Este botijo tiene tres cuartas partes de ron. Eso le quitará el mal sabor y animará a los
hombres a beber.
Listo, capitán. Poder empezar.
¡Maldita sea! ¿Tú crees en los efectos de esa pócima?
¡Y tanto! ¡He visto a brujos vudú1 hacer milagros!… Hay
que dar con la manera de no beber.
Tal y como os prometí, los oficiales beberán primero. Después, iréis pasando
de uno en uno al cuarto de mapas.
Y ahora, Babá, mándame a los
hombres de uno en uno. Trespatas los hará
pasar.
Muy bien. Que vaya bebiendo un trago del botijo que está sobre la mesa mientras que termino de
interrogar a su compañero.
¡Aquí está el siguiente, muchacho!
¡Bien, capitán!
¡Ya está, ya he bebido, capitán!
Perfecto. Ven, que te haga
unas pre-guntas.
¡Haz como yo! ¡Ja, ja, ja! ¡No ha habido
ningún problema! Solo necesitas un poco
de suerte.
¡Qué suerte la mía! ¡No está
mirando!
Da un buen trago, amigo. Deja que apunte un par de cosas, y estoy
contigo.
Zagal, sobre todo recuerda hacerte el distraído cada vez que beban.
30
Eric interroga rápidamente a Lecoeur…
En efecto, toda la tripulación está reunida en el más absoluto silencio…
Un poco más tarde…
Lecoeur entra en el cuarto de mapas… Muy bien. Me vale
con eso. Sal por esa puerta y mándame al
siguiente. ¡Y no hables con nadie!
¡Por todos los diablos…! ¡Qué corriente! ¡Date prisa, muchacho, todavía tengo
que interrogar a otros diez marineros!
Adelante, marinero. Bebe un trago y… ¡Oh, vaya!
¡Las notas!
Ya está, viejo zorro, he visto a todos. Ahora comprobaremos
si tu argucia funciona.
Babá ha reunido a toda la tripulación. Ha impedido que los hombres hablaran
entre ellos.
¡Compañeros!… ¡Ninguno se ha delatado, y con razón, pues el
filtro de Babá no sirve para nada!… ¡Y sin embargo, los traidores serán
desenmascarados en cuestión de minutos!… ¡Abrid la boca!…
¡Bien grande!…
¿A qué viene esto?
¡Ya está, capitán!
¡¿Está loco?!
¿Qué pasa Lecoeur? ¿El miedo te atenaza
las mandíbulas?
¡Únicamente aquellos que
tienen algo que ocultar tendrán la boca limpia!
Y, aunque no contenía hierbas mágicas, la poción sí
que llevaba una buena dosis de colorante azul. Todos los que hayan bebido, ahora tendrán la
boca y el gaznate azul.
Por miedo a no poder callar, los
culpables seguramente se las habrán apañado
para no beber del brebaje.
¿Y tú, Frescachón? ¡Cuernos pelados! ¿Voy a tener que
abriros la boca a la fuerza, muchachos?
Eh… Yo…
¡Piedad capitán!… ¡Lo confieso!… No… ¡No he bebido!… ¡Se lo contaré todo!
¡Imbécil! ¡Nos estás perdiendo
a los dos!
¡Miserables!
¡Obedecía órdenes de Frescachón, capitán! ¡Se
lo juro!
¡Sucia rata! ¡Te vas comer tus mentiras!
¡Eh, vosotros! ¡Apresad a estos
canallas!
?!
30 31
Barbarroja y Babá han de arrancar a los dos saboteadores de manos de la tripulación ciega de ira y dispuesta a lincharlos.
Eric da las órdenes pertinentes. El «Gavilán» modifica su ruta para evitar las Canarias y Madeira y pone rumbo directamente hacia la entrada del Mediterráneo.
Pero en ese momento, muy lejos de allí…
Tratar por todos los medios de dar alcance al «Havrais» y esperar
que el palo mayor aguante.
¡Corremos el riesgo de pasar
de largo!
Está seguro de conseguirlo. ¿Qué podemos
hacer para evitarlo?
He tomado las medidas necesarias para evitar que las termitas se
dispersen por todo el buque y para destruir a las que carcomen la
base del mastelero mayor.
Todavía tenemos una oportunidad. ¡Navegar directos hacia Gibraltar! Para llegar hasta
Génova, el «Havrais» tiene que cruzar la bocana, pero si llegamos antes, podremos
interceptarlos costeando en través del estrecho.
¡Ahí está la costa de África, mister Ruggieri! Estamos a menos de un día de mar de
Argel. No cuente conmigo para ir más lejos. Seguramente ya
nos han localizado.
En ese caso no deberíamos tardar en cruzarnos con alguna barca berberisca que venga a identificarnos discretamente,
capitán. Me iré con ella.
¡Y que doblen la carlinga con cantoneras de hierro! ¡Y qué doblen los
estayes!
¡Dese prisa! ¡No quiero estar
mucho más tiempo en estas aguas!
Quería sacarnos ventaja.
Nos pagó para retrasar al máximo la marcha del
«Gavilán» mientras él viajaba a bordo de la balandra
«Golondrina» del capitán Griffin.
Un extranjero… Un tal Ruggieri… Vestía de negro…
¡No hay duda! ¡Es el jinete misterioso!
¡Ah, sabandija!
¡Vuestra única posibilidad de evitar la horca es confesarlo todo!
¿Quién os ha pagado para hacer vuestro
sucio trabajo a bordo?
He encontrado esta fortuna en los enseres de estos canallas. ¡Prueba irrefuta-
ble de su traición!
Sin duda pretendía
alcanzar al «Havrais» antes que nosotros.
Lo cual, seguramente, ya haya logrado hace tiempo … Conozco a la «Golondrina»…
Aunque dudo mucho que Ruggieri haya atacado al
«Havrais»…
Esa balandra está demasiado mal armada como para abordar a otro barco. Y
Griffin jamás se atrevería a desobedecerme. Ruggieri habrá preferido adelantar
al «Havrais» para esperarlo a su llegada.
32
¿Corresponsal?… ¡Ya!… ¡Apostaría a
que este canalla ha trabajado de espía
a sueldo de los berberiscos!
Rápidamente, el misterioso enemigo de Carolina de Muratore baja a por su equipaje, y menos de media hora más tarde…
Han pasado varios días. Gracias a su prodigiosa habilidad y a los conocimientos de ciencia náutica de Eric y Barbarroja, el «Gavilán» llega al cabo de Gibraltar sin perder un ápice de velocidad a pesar de las averías del palo mayor y empieza a costear a través del estrecho…
Con triples vigías en las cofias y los pescantes, el «Gavilán» prosigue con su incesante ir y venir a través del famoso estrecho controlando la identidad de todos los navíos que lo cruzan procedentes del oeste. Por la noche, el buque de Eric corre hacia cada foco que reluce sobre el mar.
En la mañana del tercer día…
1 Unos 15 km.
¡Buena suerte, mister
Ruggieri!
¡Adiós, capitán! ¡Y recuerde que en boca cerrada no entran moscas!
Estas buenas gentes me aceptan a bordo. Antaño trabajé como corresponsal entre ricos mercaderes de Argel. Tengo amigos ahí.
Por la cuenta que le trae…
¿Y ahora, sir? ¿Cuáles son
las órdenes?
¡Largarnos de aquí cuanto antes! Nuestro
pasajero es capaz de lanzar a sus amigos moros tras
nosotros para asegurarse de que no revelamos sus
tejemanejes.
¡Cuernos pelados! ¡Deja de hacerte mala
sangre, muchacho! ¡El «Havrais» no puede pasar sin que lo veamos!… ¡El estrecho no
mide más de 8 millas náuticas1!
Y vale con que vigilemos la mitad de
esa distancia. Por culpa de los piratas moros, los barcos bordean
la costa española para asegurarse la protección de los cañones ingleses
de Gibraltar.
¡Rumbo a Cartagena! La «Golondrina» está resentida por el viaje y andamos escasos de
víveres. Después volveremos a las Antillas, my boy.
Sus tiburones son menos peligrosos.
¡Otra falsa alarma! ¡Eso es un galeón
español!¡Ah de la
toldilla! ¡Buque pequeño a estribor
por detrás!… ¡A diez millas!
¡Viene del este! ¡No nos interesa!
¡EEEH!
32 33
Al rato… Media hora más tarde…
Amparado por el viento, el «Gavilán» se pone en través de la ruta de la balandra y le obliga a obedecer sus órdenes…
1 Luis XIV.
Eric está en lo cierto… Cinco días antes, en las alturas de Argel, que desde hace tres siglos vive de las terribles razias que llevan a cabo sus flotas piratas por todo el Mediterráneo…
¡¿QUÉ?!¡Maniobra
para cortarle el paso!
¡Ya estamos a tiro de cañón! ¡Eh, muchacho!… ¡Da orden a ese buque
de poner en facha!
¡Ah de la «Golondrina»! ¿Dónde te metes, Griffin?…
¡Soy yo, Barbarroja! ¡Quiero hablar contigo!
¡Como quieras, pero si no has recuperado la memoria en cuestión de un minuto, te mando al fondo! ¡Y no intentes escapar! ¡Te encontraré
vayas donde vayas!
¡El tal Ruggeri ya no está a bordo! ¡Lo juro! ¡Ha subido a bordo de una tartana mora con la que nos cruzamos a un día
de mar de Argel, que es adonde iba!
¡¿QUÉ?!
¡Decía tener amigos ahí! ¡Esto fue hace nueve
días!
¡Argel! ¡Ese nido de piratas con el que no pudieron acabar ni Carlos V ni el rey Luis1! Creo que sé lo
que pretende.
Se hará como tú desees, poderoso Khair-El-Djair.
Dame tiempo para que llegue a Europa y deposite
el dinero en manos del corresponsal que tú
me indiques.
He meditado tus propuestas, perro…
¡Y acepto! Pero quiero que se me pague por
adelantado por pasar a cuchillo a todos los que me has nombrado.
Al no poder contar con la ayuda de ningún pirata del Caribe como él
habría querido por muchas razones, esa rata de Ruggieri se ha visto obligado
a recurrir a piratas moros.
¡Eh, Griffin! ¿Qué ha pasado con tu pasajero? ¡El rufián de Ruggeri! ¿Lo has llevado
hasta Génova?
N… ¡No sé de qué me hablas, Barbarroja!
¡Y acompaña las señales
con un tiro de advertencia!
¡Barbarroja! ¡¿Aquí?!
No estés tan seguro, hijo. ¡Cuernos quemados! ¿Sabes
qué barco es ese?… Es una balandra, y por todos
los… ¡Juraría que es la «Golondrina»!
¡Sí!… ¡Es el cascarón del bueno de Griffin! ¡Ja, ja, ja!… ¡Seguro que tiene
un montón de cosas que contarnos!
34
Han pasado cinco días desde esta escena y otros tres desde que Eric inspeccionara la balandra del capitán Griffin al que dejó marchar después de interrogarlo a conciencia. El «Gavilán» ha retomado su incansable vigilancia frente a la costa de Gibraltar…
Eric está en lo cierto. Se trata, efectivamente, del «Havrais», cuya esperada silueta surge por fin del horizonte navegando sobre la marejada atlántica…
Pero a bordo del mercante…
En el «Gavilán» reina la sorpresa…
1 En aquella época, dicha táctica era considerada como una simple felonía. Hasta los barcos más honorables la utilizaban.
Los berberiscos lo esperarán en la ruta de Génova, nada más cruzar
el estrecho.
¡Cuernos pelados! ¿Dónde diablos se ha metido el «Havrais»? ¡La vida de sus ocupantes depende de que lo
interceptemos a tiempo!
Saldrás esta noche con un emisario de confianza al que le entregarás el oro
prometido… En cuanto me lo traiga, zarparé con mis naves.
Estoy preocupado, muchacho. A pesar de todas las medidas que hemos tomado, el palo mayor se resiente por el esfuerzo. Hay que
cambiarlo cuanto antes…
¡No vamos a abandonar la
vigilancia!
Pero… ¡Ah de la toldilla! ¡Aparejo a unas ocho millas
a babor en través! ¡Es un buque mercante!
¡Sangre y asaduras! ¡Es él! ¡Por fin!… ¡Es
el «Havrais»!
Orza 80 grados al oeste, muchacho. ¡Rumbo al buque!
Tiene aparejo de guerra, lo cual me inquieta. Menos mal que tenemos el viento a nuestro favor. Lo mejor será mantenerse a distancia. ¡Señor
Keroual, vire al sur!
¡Parece que nos estaba esperando! ¡Llevo un buen rato observando
sus idas y venidas!
¡Dios!… ¿Qué barco es ese que viene directo hacia
nosotros?
Pero… ¿El capitán del «Havrais» se ha vuelto loco?
¡Se está acercando a la costa mora! ¡Quiere evitarnos!
¡Pero ha tenido que ver nuestra bandera!
Probablemente crea que es falsa. Es una táctica de guerra muy común1.
Se habrá dado cuenta de que lo estábamos esperando y se
ha asustado.
?!
34 35
En efecto, surgidos del amparo de la costa marroquí, en la que se ocultaban sin duda en alguna cala, alerta y listos para zarpar, los cinco jabeques, poco adaptados a las largas travesías pero ligeros, rápidos y bien armados, vuelan hacia el «Havrais» para cortarle el paso…
En el «Havrais» cunde el pánico. Consciente de su error, el capitán, como loco, manda modificar precipitadamente la ruta. Pero es demasiado tarde…
¡Llegará demasiado tarde! ¡Pero ese perro de Ruggieri pagará por esta sorpresita! ¡Se cuidó mucho de avisarme
de que un buque de escolta estaría esperando al «Havrais»!
¡Todo a estribor!… ¡Zafarrancho de combate!… ¡Evacúen el puente!… ¡Que todos los pasajeros se encierren en sus camarotes!… ¡Calma, por todos
los diablos! ¡Calma!
¡Ten cuidado, Djair! ¡El otro barco francés redobla esfuerzos para
alcanzar al «Havrais»!
¡Ja, ja, ja! ¡Si ese barco gordo y agotado hubiera querido facilitarnos
la tarea no podría haberlo hecho mejor! ¡Por Alá! ¡Pero si parece que
se nos echa encima!
¡Es una suerte que nuestros vigías hayan localizado a ese adversario
inesperado nada más llegar! Hemos podido escondernos de noche en la costa sin que
nos viera hasta el momento de intervenir.
¡Imbécil!… Con el viento a su favor y este palo mayor que se estremece con cada
ráfaga de viento no tendrá problemas en mantenerse fuera del alcance de la voz… ¡Babá!… ¡Las señales!… ¡Rápido, hay que
tranquilizarlo!
¡ALERTA!… ¡ALERTA!…
¡MUCHAS VELAS AL SUR!… ¡VELAS TRIANGULARES!…
¡BARCOS BERBERISCOS!…
¡PIRATAS!
¡¿QUÉ?!
?!!!
36
A bordo del «Gavilán», Eric trata desesperadamente de ganar en velocidad a los piratas berberiscos que van tras el «Havrais»…
Pero en el jabeque almirante… Enseguida, uno de los jabeques abandona la formación de combate berberisca y orza para cortarle el paso al «Gavilán»
1 Capitán musulmán.
Pero el adversario de Eric ha adivinado sus intenciones…
1 Balas atadas para tumbar masteleros.
En ese mismo momento, los otros cuatro jabeques se lanzan, dos por cada borda, al asalto del «Havrais» y sueltan una andanada doble al ras de su flotación…
¡No tenemos ninguna posibilidad! ¡Somos más pesados, tenemos menos maniobrabilidad
y estamos demasiado lejos! ¡Eso por no mencionar el maldito palo mayor siempre
a punto de caer! ¡Si es que hasta tenemos el viento en contra!
¡Cuernos pelados! ¡Nada está perdido si esa bañera mercante consigue aguantar media hora!… ¡Zafarrancho de combate! ¡Cerrad las escotillas!… ¡Babá, haz que repartan
las armas!
¡Rayos! ¡Uno de los barcos moros viene directo hacia nosotros! ¡Y es demasiado rápido y demasiado
manejable para evitarlo!
¡Señalizad al reis1 Harún que vaya en contra del segundo barco francés!
¡Que lo ensarte! ¡Que deje que le pase por encima si
hace falta! ¡Pero que lo retrase!
¡Por la barba del profeta!… ¡Ese barco rumí podría echársenos encima
antes de que hayamos despachado al otro.
¡Y también es demasiado bajo como para que nuestros cañones le causen demasiado
destrozo! Nuestra única posibilidad es desarbolarlo a golpe de balas enramadas1
antes de que nos aborde.
¡Dad la señal de abordaje!… ¡Y recordad las órdenes!… ¡SIN
CUARTEL!
Los franceses querrán evitar el
choque y el abordaje a toda costa. En cuanto
estés a tiro bordea para desajustarlo
y que no puedan apuntar.
¡Capitán!… ¡Piratas a estribor!
¡Capitán!… ¡Piratas a babor!
¡Hay docenas de ellos!
¡Que dios se apiade de
nosotros!… ¡FUEGO A DISCRECIÓN!
36 37
Demasiado lejos, Eric, lleno de rabia y angustia, asiste, impotente, al asalto.
Al mismo tiempo, otro grupo de asaltantes ametralla a bocajarro a los artilleros del «Havrais» por entre las portas de los cañones y se cuela por las mismas en el entrepuente inutilizando las piezas y matando a sus espantados servidores.
Una masa frenética, sedienta de sangre, se lanza al abordaje por los dos flancos del barco, desborda las balaustradas y sumerge a los defensores franceses del puente atrapados entre dos fuegos y que tratan desesperadamente de refugiarse y retirarse a los castillos. Pero los moros los toman y evitan que destruyan las escaleras de acceso.
Pero en ese mismo momento…
En la cubierta del «Havrais» cunde el pánico…
Pero sin tiempo para apuntar, las piezas del «Havrais» disparan demasiado alto y agujerean a lo sumo un par de velas. Alertados por una estridente llamada de cuerno, los cuatro jabeques se repliegan de golpe y a la vez sobre los flancos del barco francés. Vuelan los rezones que lo enganchan y lo inmovilizan mientras un fuego del infierno surgido de las embarcaciones moras derriba a los defensores apostados en las bordas y obliga a los supervivientes a retroceder hacia el interior del puente.
¡Demasiado tarde! ¡Llegaremos demasiado
tarde!
¡ADELANTE!… ¡AL ABORDAJE!… ¡SIN CUARTEL!…
¡A MUERTE!…
¡CUIDADO!… ¡EL OTRO JABEQUE!
¡Cerrad las escotillas!… ¡Armad a los pasajeros!…
¡Todos los hombres de puente a la arboladura
y los castillos!
38
Bordeando como una anguila para evitar el tiro del «Gavilán», el jabeque de Harún-Reis se acerca peligrosamente. De repente, endereza su marcha, y con ayuda de sus remos vuela a toda velocidad hacia el flanco del buque de Eric para ensartarlo.
Al unísono, los cañones del «Gavilán» escupen su mortal carga de balas enramadas.
La tormenta de fuego cae sobre el jabeque, tumba el bauprés y el mastelero de mesana, se lleva la vela mayor y decapita el palo mayor. Pero el moro no ceja en su empeño. Los remos redoblan la cadencia y, surgidos de todas partes, marineros berberiscos cortan los cabos, se deshacen de los restos que lastran su nave y despejan el puente. Su presa está ahora a bocajarro.
De un vistazo, Barbarroja mide el alcance del peligro.
De pronto, con el terrible crujir de su palo mayor, el «Gavilán» cae a babor, vira casi sobre sí mismo, y planta cara con su poderoso estrave donde antes estaba su flanco demasiado vulnerable…
En efecto, la loca y desesperada maniobra de Barbarroja coloca de pronto a los dos contrincantes cara a cara a pocos cables de distancia. El jabeque trata en vano de zafarse para evitar el golpe directo… Demasiado tarde… El «Gavilán» mantiene el rumbo… ¡La colisión es inevitable!
¡Está a tiro de los
cañones!… ¡BATERÍA DE BABOR!… ¡APUNTAD A
LAS CARLINGAS DE LOS PALOS!… ¡ATENTOS!…
¡FUEGO!
¡Si nos ensarta nos manda al fondo!
No hay tiempo de recargar… ¡TODO A ESTRIBOR!… ¡A ESTRIBOR!…
¡Ja, ja, ja! ¡Los moros no han tenido
tiempo ni de maniobrar para apartarse! ¡Estamos
demasiado cerca!
¡Agarraos!… ¡El golpe será tremendo! ¡Quiero
a todo el mundo en proa inmediatamente después! ¡CAÑONES DE CAZA!…
¡FUEGO!
¡A estribor!…
¡TODO A ESTRIBOR!
38 39
Pero al estruendo de madera quebrada que sube del jabeque dislocado y triturado por la pesada masa de su adversario, se le une un siniestro crujido… Partido en seco por el tremendo golpe, el mastelero mayor del «Gavilán», devorado por las termitas, oscila como un árbol abatido y cae de pronto, frenado, afortunadamente, por los cabos de su arboladura.
Las dos piezas de caza del «Gavilán» disparan a la vez a bocajarro y dan al traste con lo que quedaba de la arboladura del jabeque y lo dejan clavado sin posibilidad de maniobra ni de plantar cara con su peligroso espolón. El terrible empellón hace que el barco moro pivote y se ponga de flanco. Como un arado que abre la tierra, el poderoso estrave del buque de Eric revienta, aplasta y pulveriza la frágil borda del berberisco. Lo parte en dos y le pasa por encima en un clamor de terror.
Brutalmente desequilibrado, frenado y atrapado por la enorme pirámide de tela y jarcias que cae al mar, destruyendo el pasamanos y la borda, el buque de Eric detiene su marcha y vira en redondo sobre sí mismo en medio de los restos del jabeque que termina de hundirse.
En efecto, a bordo del desdichado buque mercante desbordado por la masa de berberiscos, la tragedia llega a su fin… Una tragedia que no ha durado más de unos minutos… Un puñado de hombres opone todavía férrea resistencia en la toldilla…
Es el asalto definitivo… Djair se lanza sobre el capitán del «Havrais»… El duelo dura unos segundos, hasta que…
¡Se acabó!… ¡Ya no podremos intervenir
para salvar al «Havrais»!
¡Poned en facha!… ¡Despejad el
puente!… ¡Cortad todo lo que une la gavia al barco!… ¡Con brío, maldita
sea!
¡AAAAH!
¡Adelante!… ¡Ya no tienen municiones!…
¡MUERTE!… ¡MUERTE!
¡¡MALDICIÓN!!
40
En ese momento…
Presa de la ira y la desesperación, Eric sigue de lejos la agonía del «Havrais»…
Mientras, Khair-El-Djair abandona el puente del «Havrais» donde prosigue la despiadada matanza de heridos y prisioneros, y baja al entrepuente barrido por sus hombres y donde se organiza ya la caza de los supervivientes que huyen hacia el fondo del barco.
Desmoralizados por la muerte de su capitán, los últimos defensores del «Havrais» tratan de escapar a la terrible masacre que tiñe de sangre el puente de la toldilla, y saltan al mar con la esperanza de llegar a nado hasta el «Gavilán», que sigue inmóvil a una milla náutica del campo de batalla…
La bandera del barco cae, con la driza cortada, para ser remplazada instantáneamente por el gallardete de la media luna verde del profeta.
Aquí estoy. !?
¡Si eres Carolina de Muratore, reza a tu dios, pues has de morir, perra!
¡Lo he jurado!
Está bien. Viviréis, sucia escoria. Pero con la condición de que nos entreguéis
a la tal Carolina de Muratore.
¡ADELANTE!… ¡SIN CUARTEL!
¡Alto, por piedad! ¡Aquí solo hay mujeres y niños indefensos! ¡Por amor de dios, quedaos con nuestras joyas! ¡Vendednos como
esclavas! ¡Pero perdonadnos la vida!… ¡Piedad!
Estaba dispuesta a matar a cuanto más de tus rufianes pudiera y a no dejar que me cogieras con vida, miserable asesino. Pero si mi rendición puede salvar la vida a estas
desdichadas, entonces me rindo.
Las mujeres se han encerrado debajo del
castillo. Estamos tirando abajo la puerta que da
a los camarotes.
¿Habéis encontrado
a la pasajera que busca-
mos?
¡Se acabó! ¡Los moros son dueños del barco!… ¡Su bandera ondea en el cangrejo de
artimón!
?!
40 41
Subyugado por la deslumbrante belleza de la joven y aplastado por su desprecio y su extraordinario coraje, el pirata se queda petrificado, incapaz de disparar.
Los moros ejecutan inmediatamente la orden de su jefe y se llevan a empujones a las prisioneras aterrorizadas hacia el puente y a sus jabeques y dejan al reis1 cara a cara con Carolina de Muratore a cuyos pies se tira su chaperona presa del pánico…
1 Capitán árabe.
1 Separarse de un barco abordado.
¡Lleváosla!
¡Señorita!… ¡La matarán!… ¡No la abandonaré!… ¡Quiero
morir con usted!
¡Miserables! ¡Maltratar a una
anciana! ¡Dejadla!
¡Ja, ja, ja!… ¡Es cierto que es
vieja! ¡Demasiado para venderla como esclava!
¡No tenemos por qué cargar con ella!…
¡Tiradla al mar!
¡Teresa, dios mío! ¡Se ha desmayado
de terror!
¡Tú quieta! Alá le ha concedido
misericordia. Morirá sin darse cuenta.
Piedad… ¡Piedad!… Esa mujer me ha criado y me ha cuidado desde que era una niña. Si te queda algo de humanidad, te lo suplico,
¡perdónala! ¡Toma mi vida a cambio! ¡Moriré encantada!
Me gusta tu coraje. Pocos hombres mirarían a la muerte a la cara con semejante sangre fría. ¡Por Alá que eres demasiado bonita para morir! ¡He jurado
hacerte desaparecer, aunque no he dicho cómo lo haría!
¡Ja, ja, ja! ¡Lo que cuenta es que crean que has muerto y que nunca
más te vuelvan a ver!
¡¡OOOH!!¡Gracias!
¡Gracias! Y ahora, ¡haz lo
que tengas que hacer!
Muy bien. ¡Eh, vosotros! ¡Dejad a esa vieja! ¡Que todo el mundo vuelva a los jabeques! ¡Listos
para desaforar1!
¡Dispara, asesino!
No sabía que los moros le hacían la guerra a las mujeres… ¡Adelante, mátame, cobarde!… Demuestra a todos tu coraje al realizar tamaña proeza.
¡Matar a una joven indefensa!
¿Qué más da pues has de
morir?
¡Oooh!
¡¿HAS DE MATARME?! ¿Cómo conoces mi
nombre?… ¿Cómo sabías que viajaba en este
barco?
¡Basta!… ¡Que me dejen a solas con esta mujer! ¡Llevaos a las prisioneras
y encadenadlas!
42
Mientras los jabeques piratas se apartan rápidamente del pecio del «Havrais» sembrado de muertos y prisioneros asesinados, este empieza arder en diez puntos de proa a popa y las llamas lamen ya el aparejo…
Mientras, el «Gavilán» ha logrado por fin deshacerse de los restos del jabeque destrozado y del zarzal de gavias y jarcias de su mastelero caído…
Momentos más tarde…
Antes de que Carolina de Muratore pueda reaccionar, el reis la levanta del suelo, la inmoviliza con su poderoso brazo y se la lleva como un vulgar fardo de ropa sucia.
¡Todos a sus puestos de combate! ¡Directos al «Havrais»! ¡Sus a los berberiscos!
¡Embarque inmediato! ¡Y prendedle fuego a este pecio flotante!… ¡Ahora!…
¡Deja de moverte, perra, o te dejo
seca!
¡AAAH!… ¡Suéltame, sucio
infiel!… ¡Te prohíbo que…!
¡Cuernos pelados, hijo! ¡¿Estás loco?!… ¿Cómo quieres que luchemos
uno contra cuatro en un barco que ni siquiera puede
maniobrar por falta de aparejo?
¡Eric! ¡Es un suicidio!
¡Encerrad a la prisionera en mi cabina!
¡Todos a los remos! ¡Hay que largarse de aquí! El entrepuente está lleno
de barriles de pólvora… ¡En cuanto el fuego los alcance, todo volará
por los aires!
¡SANGRE Y ASADURAS!… ¡ESTE BARCO ES MÍO Y AQUÍ
MANDO YO!… ¡A CALLAR Y A VUESTROS PUESTOS DE
COMBATE!
¡Pero bueno!…
Demasiado tarde… ¡Mira!
¡Khair-reis!… ¡El otro barco francés ha reemprendido la marcha! ¡Viene hacia
nosotros! ¡Es una presa fácil, ya está medio
desmantelado y avanza como una tortuga!
42 43
Mientras el «Gavilán se acerca al pecio en llamas, Eric, devorado por la rabia, ha de asistir, impotente, a la rápida retirada de los jabeques berberiscos que se escapan dejándole con un palmo de narices.
A bordo del «Gavilán»…Pero en ese mismo momento, en la nave en llamas
A bordo del «Gavilán»…
No tenemos ninguna posibilidad de alcanzarlos. Ni siquiera de perse-guirlos. Aún con
nuestro aparejo en buen estado seríamos
mucho más lentos que ellos.
¡Rayos!… ¡El «Havrais» está en llamas y los moros
se escapan!
Nuestro botín es enorme, sin contar con las esclavas y la prima por la muerte de la joven cristiana. ¡Contentémonos con eso! ¡Alá dice que hemos de ser
sensatos!… ¡Rumbo a Argel!
¡Por las barbas del profeta!… ¡El enemigo es tenaz y parece decidido! Está poderosamente armado. El combate se
alargaría demasiado y eso daría tiempo a los guardacostas españoles a intervenir.
No sirve de nada emperrarse, zagal. Hemos perdido. Tenemos que
dar media vuelta, nuestro buque está en muy mal estado.
¡Mil cuernos, hijo! ¡Es una locura! El pañol de municiones
del «Havrais» estallará de un momento a otro…
¿Y Carolina de Muratore? ¿La abandonamos?… ¡Cuernos
pelados!… Tenemos que saber qué ha sido de
ella.
¡SEÑORA!… ¡Por lo que más quiera, salte al agua! ¡Le mando un bote! ¡Rápido!
¡El barco va a saltar por los aires!
¡Ay, no me atrevo! ¡No sé nadar! ¡Me ahogaría!… ¡Por piedad, no me dejen!…
¡No me abandonen!… ¡Socorro!
¡SOCORRO!… ¡SOCORRO!…
¡AYUDA!… ¡NO QUIERO
MORIR!… ¡NO QUIERO…!
¡Escuchad!… ¡Alguien está gritando en el
«Havrais»!… ¡Pardiez, parece una mujer!
¡Desdichada!… ¡Babá!… ¡Un bote al agua,
rápido!…¡El incendio está desatado! ¡No podemos acercarnos!
?!
El bote estar listo.
¡En marcha! ¡Vamos a buscarla!
¡No! ¡No tienes derecho a perder varias vidas para tratar en vano
de salvar una!… ¡Además, no
tienes ninguna posibilidad!
44
En ese mismo momento…
Una tremenda onda expansiva levanta el mar y una lluvia de restos en llamas cae como metralla sobre su superficie…
¡Por todos los demonios del infierno! ¡Que la peste se lleve a ese condenado
cabezota!
¡Discúlpame, padre!Pero sí que puedo jugarme la mía.
¡Apartad u os las veréis conmigo!
¡Ningún capitán arriesgaría la vida de sus hombres sin tener la más mínima
oportunidad de éxito!
¿A qué estáis esperando?… ¡Ya estáis desaforando,
maldita sea!
¡Salte, rápido! ¡No tenga miedo!… ¡Estoy aquí para recogerla!…
¡Ánimo!
¡Socorro… ¡Ay, dios mío!…
¡QUE ME QUEMO!…
¡Su ropa está en llamas!
¡ERIC!… ¡CUIDADO!…
¡REMOLINOS!…
¡Eric, maldita sea!… ¡Ha desaparecido!…
¡Le ha dado!
¡La chalupa!… ¡Maldición!
¡Nuestro aparejo está en llamas!
¡Todo el mundo a las bombas de achique!…
¡Rápido!
¡OU!
¡AAAH!
¡AAH!
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