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Septiembre 11 y 12 de 2008
PLAZA MAYOR MEDELLÍN, CONVENCIONES Y EXPOSICIONES
La escuela como escenario cultural para la educación humanista y la formación en la dignidad humana
Primer Congreso Nacional
PEDAGOGÍA POR LA DIGNIDAD
“Construyendo caminos hacia lo fundamental”
LA ESCUELA COMO ESCENARIO CULTURAL PARA LA EDUCACIÓN HUMANISTA Y LA FORMACIÓN EN LA DIGNIDAD HUMANA
GABRIEL JAIME ARANGO VELÁSQUEZ Subdirector Educación, Cultura y Bibliotecas
COMFENALCO Antioquia
Medellín, Septiembre 11 y 12 de 2008
Colegios San José de Las Vegas - Gimnasio Los Pinares - Campestre La Colina
TABLA DE CONTENIDO
INTRODUCCIÓN ..................................................................................................... 2
1. PEDAGOGÍA Y HUMANIZACIÓN .................................................................... 5
2. DIGNIDAD HUMANA ........................................................................................ 7
3. EDUCACIÓN Y DIGNIDAD HUMANA ............................................................ 13
3.1. Concepción Judío-cristiana ..................................................................... 13
3.2. Concepción del “Homo sapiens” .............................................................. 15
3.3. Concepción del “Homo faber” ................................................................. 16
3.4. Concepción de la Decadencia del hombre .............................................. 18
3.5. Concepción de las ideas de nuestros días .............................................. 19
4. EDUCACIÓN, PEDAGOGÍA Y DERECHOS HUMANOS .............................. 22
5. DESARROLLO INTEGRAL DE LA PERSONALIDAD .................................... 27
BIBLIOGRAFÍA ...................................................................................................... 42
La escuela como escenario cultural para la educación humanista y la formación en la dignidad humana 2
LA ESCUELA COMO ESCENARIO CULTURAL PARA LA EDUCACIÓN HUMANISTA Y LA FORMACIÓN EN LA DIGNIDAD HUMANA
“Entre todas las ciencias humanas la del hombre es la más digna
de él. Y, sin embargo, no es tal ciencia, entre todas las que
poseemos, ni la más cultivada ni la más desarrollada. La mayoría
de los hombres la descuidan por completo y aún entre aquellos
que se dan a las ciencias muy pocos hay que se dediquen a ella,
y menos todavía quienes la cultiven con éxito”.
Malebranche1
INTRODUCCIÓN
Al diseñar sistemas educativos y escoger objetivos para ellos, toda sociedad, en
cada momento de su devenir, hace un juicio de valores que le permite definir entre
cierto número de fines y medios posibles, cuáles debe adoptar, sustituir, modificar
o introducir y esta decisión generalmente se toma a la luz de los datos y conceptos
aportados, en forma concreta, por el marco de la filosofía que personal y
socialmente tenga comprometida la mente de quien o quienes lo deciden. Por tal
motivo todo sistema educativo es heredado de la filosofía y en consecuencia de
los aciertos, desaciertos y logros de una u otra de sus escuelas y tendencias.
Por aquello que la Educación es y por lo que se busca con ella, toda práctica
educativa ordena sus elementos, señala sus fines, orienta su acción y dinamiza
procesos específicos de formación e instrucción, a partir del aporte que a ella hace
la filosofía. El que-hacer educativo se plantea con respaldo en una serie de
principios y temáticas de naturaleza filosófica.
1 MALEBRANCHE, Nicolás. (1638-1715). Filósofo y Teólogo francés. Continuador de Descartes y creador
de la Escuela Ocasionalismo, que pretendió la síntesis del pensamiento de Descartes y San Agustín
La escuela como escenario cultural para la educación humanista y la formación en la dignidad humana 3
En el ámbito de un país, su Sistema Educativo en general y cada institución
formadora en particular, han de concebirse y entenderse como un escenario
cultural a cuyos componentes y recursos apelan siempre, en forma continua, la
sociedad en su conjunto, los grupos humanos en sus diversas configuraciones y
los individuos en sus infinitas y variadas singularidades, buscando el pleno
desarrollo y el perfeccionamiento de su ser.
La educación es un proceso de formación -axiológico- referido a valores-
teleológico- dirigido a unos fines determinados-, social, cultural e histórico, a través
del cual, en forma dialéctica, el hombre y la sociedad mutuamente se influyen y
determinan. La educación es una propuesta y una respuesta cultural que formula
o reformula la sociedad en cada uno de sus momentos históricos, con el fin de
intervenir en la formación y orientación de los individuos que le son necesarios
para la conservación de sus mejores legados y la construcción del futuro que
desea.
Bajo estas premisas, la Ley General de Educación de Colombia conceptuó: “La
educación es un proceso de formación permanente, personal, cultural y social, que
se fundamenta en una concepción integral de la persona humana, de su dignidad,
de sus derechos y de sus deberes”,2 encomendándole, entre diversos fines “La
formación de los alumnos en el respeto a la vida y a los demás derechos
humanos, a la paz, a los principios democráticos, de convivencia, pluralismo,
justicia, solidaridad y equidad, así como para el ejercicio de la tolerancia y la
libertad”.
Desde entonces, para los educadores del país quedó establecido un triple
compromiso de orden intelectual, pedagógico y moral: el esclarecimiento filosófico
y el manejo didáctico de los conceptos fundamentales de dignidad humana,
formación integral de la persona, y marco ético-legal de los derechos y
2 Ley General de Educación, 115 de 1994, Artículo 1°.
La escuela como escenario cultural para la educación humanista y la formación en la dignidad humana 4
deberes, en especial de los derechos humanos. “Quienes enseñan y quienes
intervienen la sociedad tienen la responsabilidad de formar y formase en la
comprensión de la condición humana y en las implicaciones de sus saberes para
la vida y la sociedad”.3 La condición humana es la materia prima de la
antropología filosófica y ésta la inspiración de la pedagogía.
No es entonces gratuita la convocatoria a este primer Congreso Nacional de
Pedagogía por la Dignidad, formulada por los colegios San José de las Vegas,
Gimnasio Pinares y Campestre La Colina, ni la presencia de todos los asistentes
en el recinto. Obedece ella a la necesidad de estimular la reflexión y socializar los
resultados corporativos de las mismas, en torno a los principios, valores y fines
que deben guiar la acción educativa.
3 MUÑOZ GRISALES, Rodrigo. Aportes a una nueva fundamentación filosófica de la administración. Tesis
de grado. Universidad Pontificia Bolivariana. 2007. Pág. 251
La escuela como escenario cultural para la educación humanista y la formación en la dignidad humana 5
1. PEDAGOGÍA Y HUMANIZACIÓN
Así como existe la filosofía, que intenta comprender la realidad en su conjunto,
explicándola del modo más general y sistemático, también surge en el panorama
cultural la “Filosofía de la Educación” o disciplina especulativa que busca
comprender la educación en su totalidad, interpretándola mediante conceptos
generales que orientan la selección de sus fines y sistemas.
En términos de George F. Kneller, la Filosofía de la Educación es una disciplina
especulativa, prescriptiva, analítica y crítica: especulativa, porque basada en la
filosofía general busca esclarecer y establecer para la educación teorías de la
naturaleza del hombre, de la sociedad y del mundo, con las que puede ordenar e
interpretar datos contradictorios de la investigación educativa misma y de las
ciencias humanas; prescriptiva porque en forma consecuencial especifica los
fines que la educación debe perseguir y los medios generales que ha de emplear
para alcanzarlos; analítica y crítica, en cuanto descompone y relaciona sus
propias teorías especulativas y prescriptivas para examinar permanentemente la
racionalidad de sus ideales y saber si los mantiene, cambia o supera.
La pedagogía, también definida por algunos tratadistas como doctrina o filosofía
de la educación, es la disciplina socio-humanística que estudia y propone
estrategias para lograr que el ser humano realice la transición del estado originario
de naturaleza, en el cual llega a la vida, al de ser cultural integralmente
desarrollado. Históricamente, a la pedagogía se le ha encomendado la
conducción del hombre y la mujer hacia la realización del ideal humano que en un
momento dado y en el marco de una cultura específica, predeterminan la familia,
la sociedad y el Estado, y en su momento, el individuo mismo.
La escuela como escenario cultural para la educación humanista y la formación en la dignidad humana 6
Por su naturaleza e identidad, corresponde a la pedagogía apropiarse, adaptar y
reconstituir, en función del sujeto que se educa, del proceso educativo y de la
institución educadora, las elaboraciones y los aportes formulados por otras áreas
o disciplinas del conocimiento filosofía, epistemología, psicología,
neuropsicología, sociología, política, antropología, lingüística, economía y arte
en relación con la cultura, la sociedad, la familia, la socialización, las convicciones,
los comportamientos o modos de conducta social, el aprendizaje, el conocimiento
y la formación del carácter y la personalidad en desarrollo.
De ese modo, la pedagogía se hace responsable de asegurar el fundamento
teórico del proceso educativo y por ello formula y categoriza sus principios, fines,
objetivos, criterios, contenidos, metodologías, prácticas evaluativas, formas de
organización, condiciones administrativas y estrategias generales o particulares,
con el fin de integrar, mediante la comunicación educativa, el pensamiento y la
acción, la teoría y la práctica.
La escogencia o elaboración de la concepción pedagógica con la cual se ilumina
el proceso de formación y humanización de un niño, joven o adulto, es pues la
primera y más trascendente de las estrategias educativas de cualquier educador o
institución. Las estrategias pedagógicas son a su vez el resultado de la reflexión,
el estudio y la experiencia de una persona o entidad para lograr materializar su
vocación de servicio en función de los estudiantes que acogen sus programas,
teniendo como punto de partida esa pedagogía que el educador francés J.
Beillerot denominó: “...forma dulce y sabia de persuadir y de inculcar”4.
4 BEILLEROT, J. La Sociéte Pédagogiqué: Actión Pédagogiqué et Controle Social. Paris: PUF 1982
La escuela como escenario cultural para la educación humanista y la formación en la dignidad humana 7
2. DIGNIDAD HUMANA
El Hombre es el sujeto de la educación y sólo en él adquiere y se realiza el
máximo sentido de tal proceso. Más que un supuesto teórico, es ésta una
certidumbre socio-cultural. En la estructuración o el análisis de cualquier sistema
educativo es indispensable tener muy clara la idea de hombre con la cual se
trabaja, ya que tal concepto es factor determinante en el principio y el fin de toda
acción educativa.
Saber qué es aquel “sí mismo” que todos sentimos, quién o qué es el hombre, ha
sido una de las preocupaciones centrales de la humanidad en todas las épocas.
Al respecto Diltey dice: “Lo que el hombre sea y lo que él quiera sólo lo sabe en el
desarrollo de su ser a través de los siglos y nunca hasta la última palabra, nunca
en conceptos de validez general, sino siempre sólo en las experiencias vivas que
surgen de lo profundo de todo su ser... El fin de la vida del hombre nunca puede
ser expresado en conceptos y nunca con validez general”. En igual sentido el
filósofo Paul Ricoeur se refiere a la identidad personal en términos de identidad
narrativa. “Desde esta perspectiva, la identidad humana no es algo estático y fijo
en el tiempo, sino que se va desarrollando a lo largo del periplo biográfico y
adquiere distintas formas. Esto no significa que no subsiste un ídem a lo largo de
todas estas transformaciones que permita referirse a un YO constante”.5
Como concepto, la dignidad humana es una elaboración ética, como realidad, está
encarnada en cada persona. La dignidad es un principio y por consiguiente un
elemento fundante del ser personal y de la acción humana. Acción, que en último
término, es la que hace y define al hombre en sí mismo, cuando en ella implica
todas las dimensiones de su ser.
5 TORRALBA ROSELLÓ, Francesc. ¿Qué es la dignidad humana?, Herder Editorial S.L. Barcelona, 2005,
p. 109
La escuela como escenario cultural para la educación humanista y la formación en la dignidad humana 8
El concepto de dignidad, así como el de persona, es complejo, intangible y
antropológico. En Occidente tiene una larga tradición filosófica y se encuentra
temáticamente unido en un mismo horizonte de sentido, que puede llegar a ser,
por ejemplo, teológico, filosófico, antropológico, biológico, político, personalista o
ético.
A la pedagogía por la dignidad humana le subyacen los valores que se profesan y
la jerarquización que se les otorga, en relación con la concepción del cosmos, del
mundo, del hombre, de su puesto en la naturaleza y su lugar en la historia, del
sentido de la vida, de su origen, realización y muerte, de la postura ante la
trascendencia o la inmanencia, lo mismo que de la sociedad y sus fines.
Las múltiples e históricas preguntas del género humano por su naturaleza y
génesis suelen ser, con algunos relativismos conceptuales y variaciones espacio-
temporales, las mismas que en su cotidianidad se formulan los individuos. En el
trasegar de sus incesantes búsquedas de definición e identidad no existen las
ideas de progreso, ni de punto final. Sólo se registran, como en un yacimiento de
hallazgos arqueológicos, los encuentros parciales y sobrepuestos que conforman
el devenir de las preguntas y respuestas que en torno a sí está siempre
formulándose el ser humano.
¿En qué consiste la diferencia específica, la característica o el atributo propio del
ser humano que lo hace ser lo que es? ¿Hay, o no, un atributo cualitativo y
exclusivo que le otorgue superioridad ontológica a su ser y su existencia? ¿Tiene
él un valor superior, una virtud, un elemento constitutivo que lo haga merecedor
del reconocimiento, del aprecio y del respeto a los que aspira? ¿Si hay un
elemento que sirva de causa para otorgar el respecto que se le debe al ser
humano, en sentido, claro, distinto y evidente, cuál es?.
La escuela como escenario cultural para la educación humanista y la formación en la dignidad humana 9
Todas estas preguntas y muchas otras son las que estructuran o “vertebran”
nuestro pensar existencial. El ser humano es un ser que piensa y pensar es
preguntar. “Preguntar es también, entre otras, una de las tareas inevitables del
quehacer filosófico”.6 Por ello -como dice Peter Singer- “Pensar en hondura, crítica
y cuidadosamente, lo que la mayoría de nosotros da por sentado, constituye la
tarea principal de esta disciplina y lo que la convierte en una actividad valiosa.
Lamentablemente, la filosofía no siempre está a la altura de su papel histórico”.7
No obstante los extravíos filosóficos o las desatenciones temáticas, la indagación
por del principio de la dignidad humana ha sido una búsqueda antropocéntrica
constante. De ella dan cuenta más de 2500 años de historia recogidos en los
grandes sistemas del pensamiento filosófico, hecho que autoriza la afirmación del
filósofo francés Paul Ricoeur: “el sujeto no se conoce así mismo directamente,
sino sólo a través de los signos depositados en su memoria y en su imaginario
por las grandes culturas”. 8
Cuando el hombre habla de sí, lo que habitualmente expresa es la conciencia que
tiene acerca de sí mismo, pero no siempre es así. En el Capital, Carlos Marx
advierte: “Tenemos que conocer ante todo la naturaleza humana históricamente
condicionada por cada época, ya que no es la conciencia del hombre la que
determina su ser, sino que, por el contrario, el ser social es el que determina su
conciencia”.
6 TORRALBA ROSELLÓ, Francesc. ¿Qué es la dignidad humana?, Herder Editorial S.L. Barcelona, 2005,
p. 20.
7 P.SINGER, Liberación animal, Trotta, Madrid, 1999, p. 287.
8 RICOEUR, Paul, Autobiografía Intelectual, Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires, 1997, p. 32.
La escuela como escenario cultural para la educación humanista y la formación en la dignidad humana 10
La autodeterminación del hombre para definirse, tiene una bella metáfora en un
texto del renacentista Pico Della Mirándola.9 Imaginariamente recoge él la voz de
Dios hablándole al hombre en los siguientes términos:
“No te he dado ni rostro ni lugar que te sea propio, ni ningún don
que te sea particular, oh Adán, con el fin de que tu rostro, tu lugar y
tus dones los desees, los conquistes y los poseas por ti mismo.
Natura encierra otras especies dentro de leyes por mí establecidas,
pero tú, a quien no limita ningún obstáculo, por tu propio arbitrio,
entre las manos del cual te he puesto, te defines a ti mismo. Te he
puesto en medio del mundo con el fin de que puedas contemplar
mejor lo que contiene el mundo. No te he hecho ni celeste ni
terrestre, mortal o inmortal, con el fin de que tú mismo, libremente, a
la manera de un buen pintor o de un escultor hábil, termines tu
propia forma”.
En términos de Johann Gottlieb Fichte (1762-1814), uno de los más grandes
pensadores del Idealismo alemán, la dignidad humana está íntimamente
relacionada con su filosofía del YO. En su alocución para inaugurar el curso
filosófico de 1794, titulado “Sobre la dignidad del hombre”, sostiene que el YO es
el auténtico principio de todo. El YO no es simplemente un observador de la
realidad, esto es de la naturaleza (el no-YO), sino un actor. Lo que dignifica al ser
humano es el actuar en el mundo… el YO es el fundamento de la dignidad
humana, lo que convierte al ser humano en un ser radicalmente distinto de la
naturaleza. “Sólo a través del YO se produce orden y armonía en la masa muerta
y sin forma. Sólo a partir del hombre se expande regularidad en torno a él hasta el
límite de su observación”
9 PICO DELLA MIRONDOLA, Giovanni. (1463-1494). Filósofo Italiano. Maestro de la Academia
Florentina. Creyó que la filosofía griega, el judaísmo y el cristianismo debían reunirse en una síntesis cuyo
resultado sería una religión universal fundamentalmente humanista
La escuela como escenario cultural para la educación humanista y la formación en la dignidad humana 11
En la concepción de la filosofía existencial, Soren Kierkegaard (1813-1855),
filósofo y teólogo danés, la dignidad humana reside en que cada persona es un
individuo frente-a-Dios, una singularidad en la historia, un proyecto único e
irrepetible que se realiza en el tiempo, que elije y por lo tanto debe asumir la
responsabilidad de sus decisiones. Creía él que los individuos crean su propia
naturaleza a través de su elección, que ha de hacerse sin el peso de normas
universales y objetivas. La validez de la elección se puede determinar tan sólo de
una forma subjetiva. Para este autor dos son las esferas o ámbitos de existencia
entre las que el individuo puede escoger: la estética y la ética. La vía estética de
la vida es un hedonismo refinado, que consiste en una búsqueda del placer y el
cultivo de la apariencia y las formalidades. El individuo que sigue la vía estética
busca la variedad y la novedad en un esfuerzo por evitar el aburrimiento pero al fin
tiene que enfrentarse a éste y a la desesperación. El camino de la vida ética
implica un intenso y apasionado compromiso con el deber y con obligaciones
sociales y religiosas incondicionales.10 El YO autoconsciente, es desde su punto
de vista, el rasgo diferencial entre el animal y el hombre.
En el transcurso de los años, en especial de los siglos IX y XX, se identificaron y
sometieron a consideración múltiples propuestas para lo que pudiera considerarse
el elemento sustantivo del ser humano. Hubo quienes destacaran el lenguaje y la
comunicación intencional; la capacidad relacional; el sentir y expresar afectos; la
conciencia de sí; la dimensión espiritual; el saberse un ser histórico, esto es un-
ser-en-el-tiempo; un ser para la muerte, es decir para la nada; la capacidad de
poder; y el sentimiento de compasión y entrega solidaria, entre muchos otros.
Sin embargo en la contemporaneidad vuelve a hacerse el énfasis en el sujeto
como YO, tal como lo indicara Kierkegaard en su obra “La enfermedad mortal”,
publicada a mediados del siglo XIX, para quien lo sustantivo en el ser humano es
el espíritu, que es lo que lo constituye como un YO y lo que lo separa
10
Ver la obra de Kierkegaard “O lo uno o lo otro”, dos volúmenes, 1843
La escuela como escenario cultural para la educación humanista y la formación en la dignidad humana 12
cualitativamente del universo natural, idea ésta que también abordarán y
desarrollarán en el siglo XX Max Scheler, Gabriel Marcel y Karl Jasper. Para
Ludwig Wittgenestein (1859 – 1951) filósofo y matemático austríaco, “Ese centro
del mundo que llamamos el YO [...] es el portador de la ética... El sujeto, es,
pues, la exclusiva sede del valor, y habría que completar: tanto ético como
estético”… “El sujeto no es parte alguna del mundo, sino un presupuesto inefable
de su existencia. Es ahí, en ese punto inextenso al que queda coordinada la
realidad, donde reside la ética”. En términos del psicólogo israelí Carl Frankestein
la identidad “es la permanencia esencial del yo. Y el yo el centro de coordinación y
de síntesis de la conciencia”.
La escuela como escenario cultural para la educación humanista y la formación en la dignidad humana 13
3. EDUCACIÓN Y DIGNIDAD HUMANA
Como un aporte para la reflexión educativa que promueve la formación
humanística y el desarrollo de una pedagogía comprometida con la dignidad
humana, a continuación se expresan algunas de las concepciones del hombre que
han logrado formar escuela y determinar las características de algunos sistemas
educativos. Como se sabe, la concepción que se tenga del hombre, es uno de los
fundamentos de todo sistema educativo y por consiguiente de toda concepción
pedagógica. Hacer descripciones y correlaciones entre los conceptos de ser
humano y educación no implica que pueda llegarse a concluir científicamente la
mayor validez de una concepción sobre otra, es sólo en la experiencia personal de
cada quien y en la definición de su ser auténtico, donde se presenta la más
constante, inacabada y profunda búsqueda del hombre.
En el desarrollo de estos conceptos se tomará material en préstamo de varios
autores, pero básicamente se seguirán los planteamientos de Max Scheler en su
obra “La idea del hombre y la historia”.
3.1. Concepción Judío-cristiana
De naturaleza teológico-religiosa. La dignidad del hombre surge de su
autoconcepción como hijo de Dios, como criatura hecha a su imagen y semejanza,
supeditada y articulada a Él como alfa y omega, Α Ω, es decir como principio y fin
de todas las cosas. Es esa la tradición bíblica, pero también la de muchas otras
culturas diferentes a la hebrea, que comparten con ella el nacimiento de sus
sistemas de pensamiento en concepciones mítico-religiosas.
La escuela como escenario cultural para la educación humanista y la formación en la dignidad humana 14
Se fundamenta en una antropología teológica. El hombre es un ser creado con
cuerpo y alma, cuyo destino, gracias a la redención que lo libró de su “caída”, es
buscar la reconciliación con Dios, llevando a la práctica muchas veces valores
ajenos a su propia situación natural y social, ya que estos le han sido propuestos
“desde arriba y desde afuera”.
En su desarrollo, a esta concepción también se le reconoce como idealista por
afirmar que el hombre es un ser espiritual, e inmortal, con libre albedrío y por
consiguiente responsable de sus actos. El hombre es una fusión de lo material y
lo espiritual, cuerpo y alma forman una sola naturaleza.
Para San Agustín (354-430), la esencia del hombre y por consiguiente la razón de
su dignidad reside en su dimensión espiritual, en el derecho a la felicidad y en su
capacidad de ser feliz cuando ejerce la libertad atendiendo a las leyes divinas
inmersas en su naturaleza. Dice él: “No vayas fuera, en el interior del hombre
habita la verdad, y si te encuentras mudable, trasciende”.
Según Kant, el hombre es a un tiempo libre, en cuanto es espíritu, y determinado,
en cuanto es un ser físico. En su concepción idealista, Hegel cree que el hombre
es un fragmento de lo absoluto, una chispa del espíritu eterno.
El idealismo ejerce su influencia en la teoría y en la práctica educativa, plasmando
un sistema a su vez IDEALISTA, que considera la educación como “algo
existente en sí y para sí”, encargada de formar “el hombre ideal”, en un ámbito
ajeno a su realidad, al proceso de cambio social y a la función social de la misma
educación, sin conexión con el desarrollo integral de la sociedad ni con la
formación del “hombre real” en su cuádruple dimensión: biológica, psicológica,
espiritual y social.
La escuela como escenario cultural para la educación humanista y la formación en la dignidad humana 15
3.2. Concepción del “Homo sapiens”
Se afianza en la antropología filosófica de formulación griega, siglos VI y V a. de
c.. En ella se diferencia al hombre del animal y de todo, dándole un agente
específico que sólo a él conviene: la razón. Es un agente capaz de conocer, tiene
poder y fuerza para realizar sus contenidos ideales. La razón domina al mundo y
se apodera de la realidad mediante el pensamiento.
A esta concepción suele denominársele igualmente con el término de Racionalista.
Los Racionalistas clásicos, Aristóteles y Santo Tomás, sostienen que la
racionalidad es el más elevado atributo del hombre, ponen su énfasis en la
dimensión social y racional del hombre, y en el ejercicio del logos como la esencia
misma del ser humano. Su filosofía tendrá continuadores en pensadores como
Descartes y Kant, quienes respectivamente enfatizarán la concepción del hombre
como ser de razón y de voluntad. El primero con su “pienso luego existo” y el
segundo con “el imperativo categórico”, que como sentido del deber, supedita la
voluntad al dictamen de la razón pura práctica. Para Kant la personalidad moral
no es otra cosa que la libertad de un ser razonable bajo leyes morales y la
personalidad sicológica es la facultad de ser conciente de la propia existencia
como idéntica a través de diferentes estados, lo que se expresa en el “YO”.11
En estos autores se escucha el eco de Sócrates cuando proclamó: “El mejor
hombre es el que obedece a los dictados de la razón”, y el de Epicteto el Estoico,
que en el Siglo I d. de c. se pregunta: “De qué depende el bien del hombre?” y se
responde: “De la rectitud de su voluntad y la comprensión de las cosas que son
externas a nosotros.”
11
KANT, Metafísica de las costumbres, Primera Parte, Volumen IV.
La escuela como escenario cultural para la educación humanista y la formación en la dignidad humana 16
Fruto de este pensamiento y de la interpretación renacentista que ubica al hombre
como “centro y rey de la creación”, del espíritu de confianza absoluta en el
hombre, engendrado por el nacimiento de la ciencia y el desarrollo del
racionalismo, se forma una concepción VOLUNTARISTA de la educación,
“consistente en afirmar que la Educación, en cuanto ayuda al desarrollo de la
razón, puede y debe transformar al mundo, independientemente de todos los
cambios que se produzcan en la estructura de la sociedad”.12 Y en consecuencia,
se dedica a nutrir la inteligencia de conocimientos, sin atender al desarrollo de
otras dimensiones humanas como la sensitiva, la creativa, la práctica, etc.
3.3. Concepción del “Homo faber”
Se basa en la psicología vital y la sociología. Representa a los Naturalistas,
Positivistas y Pragmáticos. Niega en absoluto la existencia de un agente nuevo y
esencialmente espiritual. “No hay diferencia entre animal y hombre, en esencia
sólo hay diferencia de grado”. El hombre es considerado como un animal más, en
mayor grado de perfección, quizá animal racional, pero sin dejar por eso de ser
animal.
Para el Naturalismo, el hombre no es más que el producto de la materia. Así
como los seres orgánicos no significan más que un estado de la evolución de la
materia orgánica, así también el hombre no es más que un producto de esa misma
evolución. El hombre es por esencia un ser natural. Todas las fuentes de las
cuales surge, en las cuales se ampara y mantiene, se encuentran en la naturaleza.
El hombre antes que un “Homo Sapiens” es un ser instintivo. Para esta
concepción, todas las manifestaciones del hombre: pensamiento, voluntad, actos
emocionales, sus obras culturales, fines y valores, son simplemente epifenómenos
12
FOURE. Edgar y otros. “Aprender a Ser. Publicación de la Unesco. Ed. Universitaria, Santiago.
1973. P. 105
La escuela como escenario cultural para la educación humanista y la formación en la dignidad humana 17
tardíos, inactivos reflejos conscientes de ciertos agentes que actúan también en el
mundo animal infrahumano, lo que en el hombre se llama espíritu o razón, no tiene
origen metafísico propio y separado, sino que representa una evolución
prolongada de las mismas facultades psíquicas superiores que ya se encuentran
en algunos animales como inteligencia técnica.
El hombre es un organismo biológico con un sistema nervioso muy desarrollado y
una disposición social. Por ser social no es un ser aislado. Múltiples vínculos lo
unen a la comunidad en la que vive. En el transcurso de su vida se impregna del
espíritu objetivo. El hombre individual es producto social.
A la luz de la teoría sociológica, se concluye que para comprender a un hombre
hay que reparar primero en las condiciones sociales concretas en las que vive. El
hombre es un ser determinado por el medio ambiente físico y social.
Con el surgimiento del Empirismo a partir del siglo XVII y con la iniciación de las
investigaciones científicas en el campo de la psicología en el siglo XVIII, con base
en las cuales se concibió al hombre como un ser limitado en su capacidad
cognoscitiva, (es imposible un conocimiento más profundo del que nos dan la
experiencia y los sentidos dice el empirismo), y determinado en su ser y conducta
por las condiciones psico-físicas en las cuales se encuentra, logra materializarse
la concepción DETERMINISTA O MECANICISTA de la educación, “para la cual
la forma y los destinos de la educación vienen regidos de manera directa, y más o
menos sincrónicos con el juego de los factores ambientales”.13
13
FOURE, Edgar y Otros. “Aprender a ser”. Publicación de la Unesco. Ed. Universitaria. Santiago
1973. P. 68.
La escuela como escenario cultural para la educación humanista y la formación en la dignidad humana 18
3.4. Concepción de la Decadencia del hombre
Se funda esta posición en el pesimismo que se enraizó en la vida del hombre
como consecuencia de una práctica social egoísta y destructora, llena de
acontecimientos tristes y episodios desgarradores Representa a filósofos como
Teodoro Lessing.14 Heidelberg, Schopenhauer - Nietzsche, etc.
La decadencia está en la vida misma del hombre y en su origen. Dice que el
hombre es un desertor de la vida que habiendo exaltado morbosamente el
sentimiento de su propio ser, se vale para vivir, de meros sucedáneos (idiomas -
herramientas), sustitutivos de las auténticas actividades vitales capaces de
desarrollo. El hombre es un ser viviente que ha desertado de la vida, de sus
valores fundamentales, de sus leyes, de su sentido cósmico. El hombre es la
enfermedad de la vida, su negación, su mal paso, su muerte.
Esta concepción del hombre opone el espíritu, entendido como “inteligencia
técnica”, a vida, y dice que “el espíritu” es un parásito que destruye la vida. “La
humanidad acabará ahogándose en su propia civilización, que crece paso a paso
más allá de las fuerzas y de los límites de su voluntad y del espíritu humano.
Esta visión crítica del hombre, es en parte la consecuencia lógica de una
concepción TECNICISTA del ser humano y de la educación, que
desafortunadamente aún se mantiene vigente en muchas partes.
Con el desarrollo de la ciencia y la aplicación de sus principios, se configuraron
una concepción antropológica y una filosofía educativa que autorizaron
equivocadamente el servicio del ser humano como objeto e instrumento de uso
14
Escritor, Dramaturgo y Filósofo Alemán. 1920-1981. Su importancia en la crítica que anuncia el
romanticismo es extraordinaria
La escuela como escenario cultural para la educación humanista y la formación en la dignidad humana 19
para un fin considerado superior tal como el crecimiento industrial y económico.
Olvidan quienes así piensan el imperativo moral formulado por Kant “no
instrumentalices al otro”
En esta concepción el proceso educativo se define como un sistema de
capacitación e instrucción de conocimientos mecánicos, que aisladamente del
crecimiento cultural y de su fundamentación humanística y moral, le permite al
hombre desempeñarse como “mano de obra calificada” en el proceso de
producción. No advierten quienes impulsan la sociedad del consumo que “La
producción de demasiadas cosas útiles da como resultado demasiados hombres
inútiles” como lo previó Marx.
3.5. Concepción de las ideas de nuestros días
La filosofía de hoy encumbra la conciencia que el hombre tiene de sí mismo.
Recoge la idea del super-hombre dándole una nueva fundamentación racional. Ve
en el hombre al único ser que da sentido a la tierra, un ser gozoso y responsable.
Más aún, lo ve como el “ápice mismo y suprema cumbre que remata el ser”.
Exalta la responsabilidad y la soberanía del hombre pero como resultado de una
vida armónica con la naturaleza. El hombre es la persona que posee el máximo
de voluntad responsable, de plenitud, pureza, comprensión y fuerza. Las
muchedumbres de honras, amores, adoraciones que antaño tributaron los
hombres a Dios y a sus dioses, corresponde a esa especie de personas. En
postulados modernos, el hombre no es considerado ya un ser puramente racional,
sino un complejo integrado por todas sus facultades... un ser inacabado que está
llamado a hacerse continuamente y a transformar el mundo en un destino común
con sus semejantes.
La escuela como escenario cultural para la educación humanista y la formación en la dignidad humana 20
Jean Paul Sartre (1905-1980), filósofo, dramaturgo, novelista y periodista francés,
expresa esta idea de la siguiente manera: ¿“Qué significa decir que la existencia
precede a la esencia? Significa que en primer lugar, el hombre existe, surge
aparece en escena y sólo después se define así mismo. Si el hombre, tal como lo
ve el existencialista, es indefinible, es porque al principio no es nada. Sólo
después será algo y el mismo forjará lo que ha de ser...No sólo el hombre es lo
que él mismo concibe, sino que también es lo que anhela ser después de este
abrirse paso en la existencia. El hombre no es más que lo que el mismo se hace”.
Este pensador, representativo de la llamada filosofía existencialista del Siglo XX,
pone el énfasis de la dignidad humana en la responsabilidad que tienen todos los
individuos de adoptar sus propias decisiones. Para él la condición necesaria de la
auténtica existencia humana y por consiguiente la nota determinante de su
dignidad es la absoluta libertad de elección. El ser humano, sostendrá, “es un ser
condenado a la libertad”. Determinar el sentido de la vida implica asumir la
responsabilidad de elegir y decidir libremente.
Para el filosofo y educador Fernando Savater “Nacemos humanos pero eso no
basta: tenemos también que llegar a serlo. ¡Y se da por supuesto que podemos
fracasar en el intento o rechazar la ocasión misma de intentarlo! Recordemos que
Píndaro el gran poeta griego, recomendó enigmáticamente: “Llega a ser el que
eres”...Sigue siendo cierto que la humanidad plena no es simplemente algo
biológico, una determinación genéticamente programada como la que hace
alcachofas a las alcachofas y pulpos a los pulpos. Los demás seres vivos nacen
ya siendo lo que definitivamente son, lo que irremediablemente van a ser pase lo
que pase, mientras que los humanos lo más que parece prudente decir es que
nacemos para la humanidad. Nuestra humanidad biológica necesita una
confirmación posterior, algo así como un segundo nacimiento en el que por medio
de nuestro propio esfuerzo y de la relación con otros humanos se confirma
definitivamente el primero. Hay que nacer para humano, pero sólo llegamos
La escuela como escenario cultural para la educación humanista y la formación en la dignidad humana 21
plenamente a serlo cuando los demás nos contagian su humanidad a propósito y
con nuestra complicidad. La condición humana es en parte espontaneidad natural
pero también deliberación artificial: llegar a ser humano del todo - sea humano
bueno o humano malo- es siempre un arte. 15
Partiendo de esta concepción, se desarrolla una educación LIBERADORA que
quiere formar, ante todo, hombres que sepan aprender y que sean capaces de
conservar su independencia y su libertad, una educación social de la juventud y la
niñez “a partir de esta inviolable divisa: Solidaridad, camaradería, ayuda mutua y
devoción a la vida individual y colectiva”.16
15
SAVATER, Fernando. El Valor de Educar. . Ed. Ariel. Barcelona. Cuarta Edición. Mayo 1997
16
KOLLANTAI, Alexandra. Autobiografía de una Mujer Emancipada. El Comunismo y la familia.
La escuela como escenario cultural para la educación humanista y la formación en la dignidad humana 22
4. EDUCACIÓN, PEDAGOGÍA Y DERECHOS HUMANOS
La sucesión y el escalonamiento de los acontecimientos de desorden público
vividos en el país a lo largo de su historia, y en particular en los últimos sesenta
años, que se caracterizan por la apelación recurrente a la violencia como forma de
solución de los problemas, expresada ésta en términos de muerte, exterminio y
genocidio, torturas y desapariciones, desplazamiento forzado, actos de terrorismo,
vendettas entre grupos al margen de la ley, exclusión, marginalidad, suplantación
del Estado de derecho, hambre, impunidad e injusticia, terminó por despertar la
conciencia moral y política de amplios sectores de la sociedad, que irritados y
sobrecogidos, propusieron inteligentemente, a partir de la Constitución Política de
1991, la consagración en nuestro sistema jurídico, de los Derechos Humanos,
como marco de referencia para repensar la finalidad de la sociedad- y por
consiguiente de la Educación- y lograr la reformulación del pacto social, de
manera tal que pudieran introducírsele mecanismos legales, civiles, políticos y
culturales para la superación de los conflictos padecidos.
En tal propósito han ofrendado tantos y tan valiosos hombres su propia vida, que
hoy sentimos algo así como una orfandad generacional y la certidumbre de haber
perdido quizás las mejores y más valientes conciencias morales que teníamos. En
esta lista no se excluyen los educadores. Abanderando las más nobles
convicciones acerca de la necesidad que se tiene del ejercicio de los Derechos
Humanos en la sociedad colombiana y en sus prácticas culturales cotidianas, han
muerto maestros de las dimensiones intelectuales y espirituales del médico Héctor
Abad Gómez; el Catedrático Leonardo Betancur; el filósofo, abogado y teólogo
Luis Fernando Vélez; los abogados Jesús María Valle y Carlos Gónima López, el
líder sindical Luis Felipe Vélez; los profesores Jaime Nevado, Vladimir Cano y la
madre Teresita Ramírez, religiosa de la Compañía de María, quien cayó abatida
La escuela como escenario cultural para la educación humanista y la formación en la dignidad humana 23
en su propia aula de clase, y tantos otros que desafortunadamente a diario
incrementan una lista nefasta.
La adscripción individual y comunitaria, solidaria y positiva en Colombia, a los
principios formulados desde 1789 en la Declaración de los Derechos del
Hombre, por los franceses, traducidos en Colombia por don Antonio Nariño,
Precursor de la Independencia, en el año de 1794, y proclamados con sus
respectivos ajustes, por las Naciones Unidades, el 10 de diciembre de 1948, en la
Declaración Universal de los Derechos Humanos, quedó ordenada, como
imperativo categórico de orden ético y legal, en la Constitución Nacional de 1991,
Título II, Artículos 11 al 41.
Los 30 artículos que en dicha Constitución recogen los principios de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos, empezando por “el derecho a la vida como
un valor inviolable”, y a la “paz como un derecho y un deber de obligatorio
cumplimiento”, se complementan con el Artículo 67, que consagra la educación
como un derecho de la persona y un servicio público que tiene una función social,
a la vez que le ordena a la educación formar al colombiano en el respeto a los
derechos humanos, a la paz y a la democracia.
Por los motivos anteriormente expuestos es urgente que todos los ciudadanos,
pero en especial los maestros y padres de familia, asuman el deber humanitario y
patriótico de desarrollar una pedagogía con la cual se fomenten, en el hogar y en
las instituciones educativas, valores y actitudes que permitan, desde la más
temprana edad, incorporar en la vida cotidiana de los ciudadanos el conocimiento,
la valoración y la práctica de los derechos fundamentales.
En el preámbulo de la Declaración Universal se expresa “que la libertad, la justicia
y la paz en el mundo tienen como base el reconocimiento de la dignidad intrínseca
y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia
La escuela como escenario cultural para la educación humanista y la formación en la dignidad humana 24
humana”. Igualmente se reconoce “que el desconocimiento y el menosprecio de
los derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la
conciencia de la humanidad, y que se han proclamado, como la aspiración más
elevada del hombre, el advenimiento de un mundo en el que los seres humanos
liberados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad de palabra y de la
libertad de creencias”. También se proclama que “los pueblos de las Naciones
Unidas han reafirmado en La Carta su fe en los derechos fundamentales del
hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana y en la igualdad de
derechos de hombres y mujeres…”, pidiéndole a los pueblos y naciones que se
esfuercen para que tanto los individuos como las instituciones, promuevan,
mediante la enseñanza y la educación, el respeto a estos derechos y libertades,
asegurando su efectividad.
Regocijante es constatar que en la Declaración de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano, de 1789, se tiene como el primero de ellos que “Los hombres nacen y
permanecen libres, e iguales en derechos. Las distinciones sociales no pueden
fundarse sino sobre la utilidad común”. Derecho, que ampliado en su concepción,
es también el primero en la Declaración Universal de las Naciones Unidas: “Los
seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como
están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los
otros”. No en balde, el emperador y filósofo romano Marco Aurelio había dicho:
“La naturaleza universal, puesto que constituyó los seres razonables los unos para
los otros, quiso que ellos se ayudaran mutuamente cada uno según su valor
propio.”17
Los 30 artículos que constituyen el enunciado de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos y que toda persona debería incorporar en su repertorio
mental, son un compendio moral ampliamente admitido y a su vez un marco de
referencia indispensable para el entrenamiento de las habilidades implicadas en el
17
MARCO AURELIO. Meditaciones. IX, I
La escuela como escenario cultural para la educación humanista y la formación en la dignidad humana 25
juicio moral. La línea de humanización que en su contenido trazan, parte y se
dirige a la consideración de todas las personas de la tierra como sujetos de
derechos por el sólo hecho de ser seres humanos. De este modo, el significado
pedagógico de los Derechos Humanos es que son derechos, libertades y deberes
que toda persona necesita para realizarse como tal, esto es como ser humano, y
por consiguiente deberes éticos de realización personal y de autoafirmación
humana.
Respecto a la relación entre educación y derechos humanos el profesor español
Fernando Gil Cantero dice: “Si los derechos humanos parten del reconocimiento
de la dignidad de la condición humana, estableciendo una serie de derechos para
el hombre por el mero hecho de ser hombre y no sólo ciudadano, la educación
como derecho humano ha de reconocer en sus presupuestos fundamentales y
como base para su desarrollo científico tal consideración sobre el hombre”18. Por
ello los derechos humanos no deben adscribirse unilateralmente a ninguna
posición ideológico-política, a una determinada corriente filosófica, o a una visión
religiosa.
En la Enciclopedia Internacional de la Educación aparece un artículo del profesor
J. Torney-Punta, en el que propone cuatro objetivos principales en la enseñanza
de los derechos humanos. Son ellos: “hacer que los estudiantes sean concientes
de la demanda universal por los derechos humanos; tener un conocimiento básico
sobre instrumentos que protegen a los derechos humanos; pensar críticamente
sobre este asunto y aplicarlo en aquellos casos donde los derechos humanos han
sido negados, y estimular la preocupación o avivarla por quienes han
experimentado las violaciones de sus derechos”.
18
GIL CANTERO, Fernando. Educación y Derechos Humanos: consecuencias para el conocimiento de la
teoría y de la práctica educativa y líneas de investigación, en Revista Española de Pedagogía, Volumen
XLVIII, No. 182, p. 119
La escuela como escenario cultural para la educación humanista y la formación en la dignidad humana 26
Responsabilidad indelegable de todo educador que en verdad lo sea y de toda
institución educativa que así se llame, ha de ser pues la del fomento y
sustentación entre sus alumnos de los derechos humanos y de los argumentos
filosófico-políticos que los sustentan.
La escuela como escenario cultural para la educación humanista y la formación en la dignidad humana 27
5. DESARROLLO INTEGRAL DE LA PERSONALIDAD
En desarrollo de la Constitución Política, la Ley General de Educación fijó como el
primero de los fines del proceso educativo en Colombia, “el pleno desarrollo de la
personalidad sin más limitaciones que las que le imponen los derechos de los
demás y el orden jurídico, dentro de un proceso de formación integral, física,
psíquica, intelectual, moral, espiritual, social, afectiva, ética, cívica y demás
valores humanos”.
Asumir la tarea social de facilitar y orientar la formación humana en momentos tan
decisivos y trascendentes de la vida como lo son la niñez y la juventud, implica
asegurar en todos los agentes que en el proceso participan, la comprensión de los
términos educativos, tanto en su contenido como en su alcance.
El término desarrollo no tiene en educación la misma significación que en
economía u otras áreas de las ciencias sociales. En educación la palabra
desarrollo hace alusión específica a identificación, desenvolvimiento, despliegue,
crecimiento, progreso, extensión, expansión, proyección, auge y plenitud de todas
las dimensiones estructurales del ser humano como persona y por consiguiente de
su identidad.
La palabra inicialmente utilizada en las ciencias biológicas se ha empleado en el
lenguaje socio-económico para designar ante todo, en los decenios de 1950 y
1960, la expansión y el crecimiento económico y más adelante, en los decenios
siguientes, un mejoramiento del nivel y de la calidad de vida de todos los pueblos
y de cada persona en particular. Desarrollo no debe reducirse en absoluto a
crecimiento cuantitativo. Las consideraciones meramente económicas que
predominan en los procesos de desarrollo deberían ceder el paso a un equilibrio
entre éstas y las consideraciones humanas, sociales, culturales, y de otro tipo que
La escuela como escenario cultural para la educación humanista y la formación en la dignidad humana 28
convengan al país, con el fin de coadyuvar al mejoramiento del nivel y de la
calidad de vida de los colombianos.
El desarrollo humano es el principal objetivo de todo proceso de desarrollo. Éste
deberá tender siempre a acrecentar y a aprovechar inteligente y éticamente las
capacidades del ser humano y a darle acceso, no sólo a ciertos bienes materiales
como los ingresos, el empleo, la salud pública y un medio ambiente sano, sino a
bienes de orden inmaterial como el saber, el derecho a participar plenamente en la
vida de la comunidad, en los procesos de toma de decisiones y a gozar, al mismo
tiempo, de las libertades humanas, económicas y políticas.
Un auténtico desarrollo humano parte de sus raíces endógenas, esto es de la
historia y la genética familiar, de las culturas local, regional y nacional, de los
recursos de la sociedad y el respeto hacia ellos, y de las necesidades y
aspiraciones de un pueblo. Todo proceso de desarrollo debe comprometerse a
someter a sana crítica y respetar a las generaciones pasadas, perpetuando,
enriqueciendo al mismo tiempo, el patrimonio cultural que han legado a la
posteridad.
“El desarrollo humano es un proceso conducente a la ampliación de las opciones
de que disponen las personas. En principio, esas opciones pueden ser infinitas y
pueden cambiar a lo largo del tiempo. Pero a todos los niveles de desarrollo, las
tres opciones esenciales para las personas son: poder tener una vida larga y
saludable, poder adquirir conocimientos y poder tener acceso a los recursos
necesarios para disfrutar de un nivel de vida decoroso. Si no se dispone de esas
opciones esenciales, muchas otras oportunidades permanecen inaccesibles…
Pero el desarrollo humano no termina allí. Otras opciones, sumamente preciadas
por muchos, van desde la libertad política, económica y social hasta las
La escuela como escenario cultural para la educación humanista y la formación en la dignidad humana 29
oportunidades de ser creativos y productivos y de disfrutar de auto-respeto
personal y de derechos humanos garantizados19.
En consecuencia, la acción de los educadores, lo mismo que de las instituciones
educativas, está compelida, legal, ética, social y humanísticamente, a centrarse en
las necesidades y aspiraciones de los niños, jóvenes y adultos, para promover,
sustentar y facilitar en ellos, como sujetos de su propio desarrollo, el
desenvolvimiento, con el mayor equilibrio posible, en todas las dimensiones
estructurantes de la personalidad:
Corporal. El ser humano es un ser encarnado. Nadie puede pensarse,
comprenderse, ni concebirse en lo que ha de ser o quiere llegar a ser, sin una
visión de su propio cuerpo. El cuerpo es el elemento que permite la ubicación
espacio-temporal indispensable para la inserción del hombre en la sociedad y en
la historia. Con él empieza la construcción de la identidad. El “cuidado de sí”,
como principio de la ética, al que apela Michel Foucault, presupone el cuidado en
la nutrición, el crecimiento, el respeto y la protección del cuerpo, expresión física
de la vida y mediador de la acción humana. “Yo soy mi propio cuerpo” es una de
las expresiones concluyentes del filósofo fenomenológico- existencialista Maurice
Merleau-Ponty.
En los currículos educacionales las ciencias naturales y la educación física tienen
particulares responsabilidades en el desarrollo de esta dimensión.
Cognitiva. El ser humano es un ser capaz de elaborar conocimiento racional. Él
es en gran medida sus propias ideas y aquellas de las que se apropia. Gracias a
facultades intelectivas como pensar, abstraer, asociar, inducir, deducir,
correlacionar, colegir, inferir, concluir, sintetizar, etc., concibe y formula ideas
19
Ver Informe Sobre el Desarrollo Humano, del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD,
presentado en 1995.
La escuela como escenario cultural para la educación humanista y la formación en la dignidad humana 30
sobre todo aquello que le es posible y factible conocer: el universo, el mundo, el
“sí mismo”, el otro, la sociedad y tantas otras expresiones de la realidad física y
psíquica . Mediante el ejercicio de la razón, la argumentación, la observación y la
experimentación, crea el conocimiento científico, del que su propio ser y su propia
existencia llegan a depender.
En los currículos educacionales las matemáticas y la filosofía tienen especiales,
aunque no exclusivas, responsabilidades en el desarrollo de esta dimensión.
Emocional o afectiva. También un ser capaz de elaborar y expresar
sentimientos y afectos. En múltiples ocasiones son ellos, más que los argumentos
de razón, los factores decisivos al definir los rasgos de la personalidad y al
esgrimir las motivaciones para la acción. Ante la infinita gama de sentimientos
humanos y el peso que los mismos tienen en las decisiones cotidianas y
trascendentales de la vida, se hace imperioso abordar la formación de los
estudiantes con clara intencionalidad de ayudarles a procesarlos y expresarlos de
manera oportuna y apropiada. Así como la persona se educa para el desarrollo y
uso de sus ideas debe también hacerlo para el desarrollo y uso de sus
sentimientos, en el ámbito de la cultural a la que pertenece.
Al español, como área del conocimiento, lo mismo que a la psicología y otras
disciplinas humanísticas como la estética o la formación artística, corresponde en
el currículo su formación.
Comunicacional. El ser humano es un ser que habla, esto es, que crea lenguaje
para expresar intencionalmente y con sentido definido a otros el fruto de su
pensamiento, que son las ideas, y el de sus sentimientos, que son los afectos y
emociones. El hombre es su lenguaje, las palabras que usa, las combinaciones
que de ellas hace, el sentido que les otorga, los símbolos y signos de los que hace
uso para significar y resignificar la realidad física, psíquica y cultural. Las palabras
La escuela como escenario cultural para la educación humanista y la formación en la dignidad humana 31
son para él el sustrato o soporte material del pensamiento y de las emociones. El
lenguaje revela al ser que cada uno es. Con el lenguaje se elaboran los
conceptos, que son representaciones de la realidad y por consiguiente las
herramientas intelectuales con las cuales los humanos la aprehenden, explican,
intervienen y transforman.
A todas las áreas del conocimiento incluidas en el currículo, les atañe y obliga el
desarrollo del lenguaje general y específico, así como la interpretación de los
signos y los símbolos. Muchas de las llamadas dificultades del aprendizaje y del
rendimiento académico, o hasta del desarrollo intelectual no son más que
carencias del lenguaje o desconocimiento de la representación y el sentido de los
signos y los símbolos.
Relacional. El ser humano es un ser social. La construcción del sí mismo que
cada uno es, lo es gracias al otro, que es un diferente, un distinto en el que puede
verse a sí mismo. Cada uno se descubre en el otro y el otro no es posible sin mí.
Es necesario, por lo menos ser dos para ser humanos. En el acercamiento, el
reconocimiento y la interacción con los demás, es como se da el proceso de
construcción de la identidad de cada ser humano.
Por la necesidad de estimular y formar en cada individuo su capacidad relacional,
como condición para la configuración de su identidad y de su participación en la
sociedad, se le hacen dos encomiendas prioritarias a todo sistema educativo:
culturizar y socializar a los individuos.
Para el cumplimiento de la primera se le manda contribuir a la humanización de
cada individuo a través del proceso de trasmisión y estimulación cultural. Todo ser
humano necesita ser incorporado en la cultura a la que pertenece. La Cultura,
como ámbito propio de la existencia humana, condensa conocimiento,
sentimientos, experiencias, valores, creencias, formas de reaccionar y prácticas
La escuela como escenario cultural para la educación humanista y la formación en la dignidad humana 32
acumuladas en el transcurso de la historia, a la vez que estímulos para la razón, la
imaginación y la creación. Crecer y perfeccionarse es culturizarse.
Para lograr lo segundo, asume el deber de integrar a los niños y a los jóvenes al
seno de la sociedad en la que viven, proporcionándoles las condiciones
institucionales, materiales y académicas necesarias para favorecer su desarrollo
integral como personas, potenciar sus capacidades de aprendizaje y habilitarlos
como ciudadanos y trabajadores para el establecimiento de relaciones e
interacciones positivas de convivencia social y productividad.
Volitiva. El hombre es un ser de deseos, intenciones, predisposiciones y
determinaciones. Ante la realización de sus actos cuenta con la facultad de la
voluntad, tanto para decir “si”, como para decir “no”. El ejercicio responsable de la
voluntad está ligado ineludiblemente al de la libertad y viceversa. Es por la
voluntad que el hombre dirime el conflicto interior, que frecuentemente se le
presenta, entre el “deber” y el “querer”. Obrar implica asumir la responsabilidad
sobre los resultados o las consecuencias de la acción desatada.
Tan educable como la razón y los sentimientos es también la voluntad. A su
formación contribuyen la disciplina, la exigencia, la capacidad de superación y la
depuración de las convicciones. La acción, como revelación de la voluntad,
debería supeditarse siempre a la escala de principios y valores que se profesan,
pues de no ser así, se incurrirá en el riesgo mayor del hombre: traicionarse a sí
mismo, por la incoherencia entre el pensar, el sentir y el hacer. La consistencia
entre lo que se piensa, se siente y se hace es la fuente suprema de la honestidad
y la honorabilidad.
La disciplina auténtica, es aquella que nace del interior del ser humano, de sus
convicciones más profundas y de la conciencia de ser sujeto responsable de sus
propios actos. A la formación en este tipo de disciplina y no simplemente a la de
La escuela como escenario cultural para la educación humanista y la formación en la dignidad humana 33
la atención a las convenciones externas, es a la que apunta un verdadero sistema
educativo.
Estética. El hombre es un ser que crea y aprecia la belleza. La conciencia del
ser humano es también estética, pues tiene necesidad vital de la belleza. Ella lo
motiva, lo impulsa, le mueve el deseo, lo seduce y realiza. Connatural a la
esencia humana es la capacidad de admiración y de sorpresa, de éxtasis y
rendición a lo sublime que descubre en la naturaleza, en otros seres humanos o
en sus creaciones culturales. Por eso es entendible León de Greiff cuando
exclama: “Cambio mi vida por una fábrica de crepúsculos con arreboles”20.
Sinónimo de la conciencia estética es la conciencia poética, creadora constante de
metáforas, que no son otra cosa más que una forma de comprender, sentir y
describir la vida propia o la percepción del mundo. La imagen que una persona
tiene de sí o la que se forma de otra, la mayor de las veces se genera en la visión
sensible que le revela su fuero interno, el que generalmente escapa a la
racionalidad y a la lógica convencional.
Es en el arte y en las manifestaciones artísticas donde mejor suele expresarse la
dimensión estética del hombre. En términos del filósofo Vico, el arte es una forma
de iluminar los actos humanos. Se comprende así fácilmente la presencia y el
valor de la educación estética y de la formación artística en los procesos
educativos que tienen la inteligencia de soportarse en las más depuradas formas
de la cultura.
Lúdica. El hombre es un ser que juega. Comienza a hacerlo desde la más
temprana edad y lo hará durante toda su vida. A través de los objetos
transaccionales que el niño va teniendo a su disposición llegará a diferenciar y a
discernir el “yo” del “no yo”, esto es, el mundo personal y subjetivo, del mundo
20
DE GREIFF, León. Relato de Sergio Stepanski
La escuela como escenario cultural para la educación humanista y la formación en la dignidad humana 34
externo, material y objetivo. En el desarrollo de la personalidad el juego es un
factor estructurante en la medida que le permite al sujeto descubrir cómo es él
mismo, su mundo y cómo comunicarse.
“A través del juego, el niño accede a las identificaciones, prueba qué es lo que los
otros sienten y son. Cuando comienza a diferenciar a otra gente como existencia
separada de sí mismo, comprende, a través del juego, el estilo, las actitudes y las
actividades de otros por medio de ponerse a sí mismo en el lugar de los demás”21.
El juego de roles y simulaciones ayuda a la adquisición temprana de pautas
culturales, a la formación del pensamiento y de la fantasía, de la ilusión y de la
capacidad de ilusionarse, al otorgamiento de significaciones y a la aparición del
simbolismo. Igualmente es factor determinante en la estructuración del
inconsciente y en la aparición de la palabra.
La capacidad de una persona para aceptar diferencias y semejanzas, desarrollar
tolerancia, asimilar y superar con equilibrio la frustración o el éxito, desarrollar la
creatividad, adoptar y cumplir normas, satisfacer necesidades y gobernar el deseo,
debe mucho al juego y a las transformaciones del mismo en el transcurso de la
vida. Todos los juegos, incluyendo el de roles en la infancia, el de seducción
amorosa o el de representación social, entre muchos otros, son satisfactores del
sentido lúdico y de la necesidad de esparcimiento, entretenimiento, recreación y
comunicación, que toda persona tiene y siente a lo largo de la vida.
Vocacional. El ser humano es un ser que trabaja, que transforma la realidad.
Trabajar es actuar intencionalmente sobre la naturaleza o la sociedad para
conocer, usar y modificar sus recursos, leyes, procedimientos y estructuras, en
21
STILMAN DE MEN, Mónica. “Espacios abiertos para la infancia”. Ministerio de Asuntos Sociales.
Madrid, 1991
La escuela como escenario cultural para la educación humanista y la formación en la dignidad humana 35
función de las necesidades y expectativas humanas, tanto individuales como
grupales.
La formación en un arte, profesión u oficio obedece a predisposiciones, gustos,
intereses y aptitudes vocacionales que comprometen la integridad del ser. Más
que capacitarse para adquirir recursos económicos y atender necesidades
materiales, de lo que se trata es de escoger una manera de ser y de vivir que
permita la realización personal, tanto material como espiritual, por su capacidad de
proyectarse y servir a la familia y a la sociedad, a través de su desempeño laboral.
Todo tipo de trabajo necesario a la sociedad, responsablemente asumido y
ejercido, tiende a ser generador de nuevos conocimientos, riqueza, goce,
autonomía, bienestar y libertad para quien lo hace. Como mediador de la creación
y la sublimación de la acción humana es fuente de dignidad. El trabajo dignifica al
hombre y el hombre dignifica el trabajo.
El progreso en la ciencia y la tecnología, la diversidad en el arte, la formulación de
nuevas tesis filosóficas y el mejoramiento de las prácticas sociales, estarán
siempre supeditadas a la libertad de los individuos para la elaboración de sus
preguntas y la selección de sus campos de acción. Sin convicciones no hay
pasión y sin pasión no hay creación.
Descubrir, cultivar y orientar la vocación de un niño o de un joven, para que en el
marco de las posibilidades culturales, encuentre la forma que mejor convenga al
despliegue de sus capacidades individuales y a la realización de su ser personal,
es otra de las importantes tareas que corresponde al proceso educativo y al
ejercicio profesional de la docencia. Para el éxito en la labor es necesario el
reconocimiento a la diversidad y el respeto a la pluralidad de los intereses y de los
actos humanos.
La escuela como escenario cultural para la educación humanista y la formación en la dignidad humana 36
Ético-moral. El ser humano es un sujeto moral. El núcleo esencial de la cultura
es la gama de principios y valores socialmente adoptados, el de la persona es su
conciencia moral. En ella reposan los criterios para diferenciar, categorizar y
regular los comportamientos y las acciones, lo que hará siempre alrededor de las
convenciones de bien o mal, justo o injusto, admisible o inadmisible, permitido o
prohibido, válido o no válido, lícito o ilícito, de interés individual o colectivo. El
fundamento primero de las normas, leyes, derechos y deberes de la persona es el
moral.
Respecto de la moral la filósofa Beatriz Restrepo Gallego, dice: “ninguna
sociedad, ninguna comunidad, ningún grupo humano, ha podido sobrevivir sin
moral, entendiendo por ésta el conjunto de normas socialmente producidas y
aceptadas mediante las cuales se busca regular el comportamiento de los
miembros de una sociedad dada con base en criterios de equidad, desinterés,
imparcialidad y justicia… Así caracterizada la moral, que para efectos de la
diferenciación de la moral religiosa comúnmente conocida y practicada puede
llamarse moral civil o laica, entra a formar parte del ámbito de la cultura, donde, al
igual que otras manifestaciones como la educación, el arte, la ciencia, la religión,
responde a necesidades sociales de vital importancia para los grupos humanos.
Dos son estas necesidades sociales a las que responde la moral. La primera, la
de resolver de manera armoniosa y justa los conflictos surgidos de la orientación
contradictoria de acciones individuales y colectivas; la segunda, la necesidad de
asumir formas colectivas que busquen la realización de objetivos de beneficio
común. Para atender a la primera situación se ha construido el discurso moral en
torno a la justicia y para atender a la segunda el discurso moral o social sobre el
que debe volverse la atención en este momento”.22
22
RESTREPO GALLEGO, Beatriz. “Religiosidad y Moralidad en Antioquia” en Realidad Social, Volumen
I, Gobernación de Antioquia, Medellín, 1990. Pág. 180-181
La escuela como escenario cultural para la educación humanista y la formación en la dignidad humana 37
La ética es la reflexión sobre las razones que se tienen para considerar válidos los
principios y valores definidos. La coherencia y contundencia de la argumentación
humanística y racional son su fortaleza.
Éticamente hay que diferenciar la moral de origen religioso, inspirada en
consideraciones teológicas, de la moral laica, surgida de los acuerdos y pactos
sociales. Para el ciudadano la segunda es de acatamiento obligatorio, en tanto
que la primera es de libre adopción.
Se comprende así el por qué la formación ética y moral se encontrará siempre
incluida en los proyectos educativos de carácter nacional o institucional. Uno de
los objetivos generales de la educación básica en Colombia es “propiciar la
formación social, ética, moral y en los demás valores del desarrollo humano”, pero
téngase en cuenta que para hacerlo “No basta con transmitir normas y reglas y
con enseñar lo permitido y lo prohibido. Más conveniente resulta asentar
sólidamente unas bases sobre las cuales puedan apoyarse sistemas de moralidad
determinados: mostrar el carácter ineluctablemente moral del hombre, presentar
las normas y la ley como requisito de convivencia social, ejercitarse en la
argumentación como manera racional de dirimir desacuerdos, presentar como
posibles condiciones de equidad y solidaridad, proponer la renuncia a
satisfacciones individuales e inmediatas en aras de objetivos colectivos y
mediatos, etc. En fin, apuntar más bien a la formación de una estructura moral
que a la recepción de unos contenidos morales” 23.
Cívico-política. El hombre es un ser social. Toda persona nace y crece en el
seno de una sociedad, sociedad que buscará adaptarla mientras, a su vez, ella
buscará transformarla. “La necesidad primera de la sociedad, luego de ser una,
es conseguir individuos que la prolonguen y continúen integrándola para mantener
23
Idem. Pág. 187
La escuela como escenario cultural para la educación humanista y la formación en la dignidad humana 38
la comunidad, para lograr que el grupo se mantenga idéntico así mismo aunque
sus miembros cambien o desaparezcan”24.
Las relaciones del individuo con los demás integrantes de la sociedad y con el
Estado creado por ella, así como con el gobierno que lo dirige, concretan la
dimensión cívico-política de la personalidad. La sociedad confiere el status de
persona cívica y buen ciudadano a quien incorpora en su identidad el sentido de
pertenencia a su nación y su cultura, los sentimientos de afecto y lealtad a su país,
el compromiso con el bien común, las mejores prácticas en la interacción humana
y el respeto a la autoridad legítima y a la ley.
La educación cívico-política no es equivalente, ni puede ser confundida con la
formación ideológica o partidista. Estas son discrecionales y pueden o no tenerse,
pero la primera se hace indispensable para la construcción de la identidad
personal, pues de ella depende el desarrollo de lo público como aquello que a
todos obliga y pertenece. Las nociones de Patria y Estado son incluyentes y
expresan a todos. Para ser dignos de una patria y estar al amparo de un Estado
han de cumplirse estrictamente los deberes ciudadanos. Sin el cumplimiento de
los deberes no hay autorización moral para reclamar los derechos.
Trascendente. El hombre es un ser inmanente y trascendente. La trascendencia
como capacidad para salir de sí e ir al encuentro con el “otro” tiene dos sentidos
ampliamente tratados por el filósofo Karl Jasper. Uno horizontal, que le permite la
comunicación y la compenetración con un “otro” igual, al que puede llegar a
conocer y del que se deja conocer, a cuya interioridad y con la debida autorización
puede entrar, a la vez que invita y permite que el otro lo haga en él. En este
sentido es que se construye el diálogo interpersonal. El otro, vertical, que le
permite salir de sí para ir en búsqueda de lo Absoluto, de lo venerable, de lo
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CIRIGLIANO, Gustavo
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sagrado, de lo sublime, es decir de Dios y establecer con él la relación íntima que
entre el Creador y su criatura puede darse.
El sentido de trascendencia humana es el que origina en la cultura el nacimiento
de la religiosidad, que tan variadas y múltiples manifestaciones tiene a lo largo de
la historia. En el pensamiento mitológico y en las más refinadas elaboraciones
teológicas lo que se encuentra como común denominador es el afán insaciable del
hombre por configurar su sentido trascendente y encontrar una razón y un fin
supremo para su existencia. Compañera de la religiosidad es la espiritualidad,
pero no viceversa, puede haber espiritualidad sin religiosidad.
Por la estrecha relación existente en Colombia entre religiosidad y moral,
religiosidad y cultura, es por lo que el Sistema Educativo Nacional tuvo y aún
autoriza la educación religiosa en las instituciones educativas. No obstante, a
partir de la Constitución de 1991, no se tiene en Colombia un Estado que profese
o consagre una religión oficial y por lo tanto se admite la libertad religiosa y de
culto, a la vez que se autoriza la discrecionalidad o la objeción de conciencia para
no recibir esta enseñanza sino se desea. Educación religiosa e historia de las
religiones, como fenómeno cultural, son asignaturas diferentes y por consiguiente
alternativas para la formación integral de la persona.
Sexual. El ser humano es un ser sexuado. El género condiciona y determina el
concepto de sí mismo, la estructura personal, el reconocimiento y la valoración
que los demás le profesan y el desempeño socio-cultural. La sexualidad
acompaña al ser humano desde el nacimiento hasta la muerte.
Para el desarrollo de la personalidad y el ejercicio pleno, ético, satisfactorio y
seguro de la sexualidad es recomendable y conveniente una apropiada educación.
El conocimiento y la comprensión de ese hecho complejo que es la feminidad y la
masculinidad, amerita la formación de actitudes tolerantes y de sumo respeto para
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las diversas expresiones y opciones que lo caracterizan. De la condición sexual
no hay que hacer un motivo de sufrimiento humano ni de exclusión social.
La sexualidad es una transversal que cruza todas las dimensiones de la
personalidad, reposa en el cuerpo y en la mente, acata la racionalidad, hace uso
de los sentimientos y los afectos, sirve a los afanes de la comunicación y el
relacionamiento, compromete la voluntad, apela al sentido lúdico, hace selección
estética, tiene vocacionalidad, se ejerce en los ámbitos de la moral y la ética,
adquiere compromisos cívico-políticos como los derivados de la paternidad y la
maternidad y se despliega en sentido trascendente en cuanto encadena las
sustitución generacional de la vida.
Conclusión:
Todas las dimensiones de la personalidad son educables y condición de éxito para
hacerlo es que el educador y la institución educativa procedan con el conocimiento
de los contextos históricos y socio-culturales de la persona o del sujeto que se
educa, lo mismo que de sus condiciones genéticas. Como decía Ortega y Gasset
un ser humano es su YO y sus circunstancias. Por lo tanto un Proyecto Educativo
Institucional es también cultural y principalmente antropológico y humanístico.
No está por demás recordar en orden lógico las principales finalidades del
proceder pedagógico: formar hombres y mujeres integralmente desarrollados,
hacer buenos ciudadanos y preparar trabajadores eficientes. La sociedad y el país
serán exitosos, no sólo por disponer de trabajadores altamente productivos o
ciudadanos más contribuyentes, sino por contar con mejores seres humanos.
Configurar en cada estudiante del país la conciencia sobre el valor supremo de la
dignidad humana y el respeto a los derechos humanos, es y será el principal reto
que tiene que asumir de la educación.
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BIBLIOGRAFÍA
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