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Antecedentes teoricos
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ANTECEDENTES TEÓRICOS
Nuestro comportamiento se ve influido por estímulos o variables contextuales que
ocurren antes del mismo y también por las consecuencias que tiene. A partir de
esto, las técnicas operantes son aquellas que implican la manipulación de los
antecedentes y consecuentes que controlan la conducta con el fin de conseguir
cambios en esta. Las técnicas operantes pueden clasificarse en tres categorías
según se empleen para: a) desarrollar, aumentar o mantener conductas, b) reducir
o eliminar conductas, y c) potenciar y/o debilitar conductas (Bados y García-Grau,
2011).
Los orígenes de la teoría conductual del aprendizaje se encuentran en los estudios
de Pavlov (1927) con animales. Durante los años 30, él y otros psicólogos
estudiaron y experimentaron la forma en que distintos estímulos se podían usar
para obtener respuestas de los animales. Estos experimentos permitieron
descubrir muchos principios del aprendizaje, principios de la relación entre
estímulos y respuestas, que más tarde fueron útiles para modificar el
comportamiento humano (Arancibia, 2008). Pavlov utilizó estímulos
medioambientales para incitar los reflejos (por ejemplo utilizó una campanilla antes
de dar la comida con el resultado que cuando había trascurrido un tiempo solo con
el sonido de la campanilla y sin necesidad de poner delante la comida los perros
segregaban jugos gástricos) (Batlle, 2008).
Es a partir de Thorndike, quien fuera el máximo responsable del desarrollo de los
principios del condicionamiento operante, en desarrollar una técnica en la que se
priorizan las condiciones de investigación. Con esta técnica llega a la Ley de
Efecto, que postula que son las consecuencias las que siguen a la conducta las
que ayudan a aprender. En este tipo de condicionamiento el énfasis recae en la
conducta y en las consecuencias de sus acciones. En general, si a una acción le
sigue una recompensa, un refuerzo positivo, la acción se repetirá cuando el sujeto
se encuentre en la misma situación. Si la recompensa cesa, aparecerán otros
tipos de comportamientos. En el condicionamiento instrumental u operante, la
atención recae en la utilización de refuerzos, negativos o positivos, para modificar
la conducta (íbid).
Sin embargo, años mas tarde Watson, Gurthrie y Skinner tomaron como base para
su trabajo la terminología y modificación conductual, la cual dio origen a la
corriente de psicología que se conoce hasta nuestros días como conductismo.
Joyce y Weil (1980) describen una serie de programas basados en los principios
del condicionamiento operante, tales como programas de manejo de contingencias
- usados tanto para reducir comportamientos indeseados, como para desarrollar
nuevas conductas. A continuación se describirá el manejo de contingencias con un
ejemplo en un proceso educativo.
DESCRIPCIÓN DE LA TÉCNICA DE MANEJO DE CONTINGENCIAS
El manejo de contingencias es una de las aplicaciones de la teoría conductual al
proceso educativo (Joyce y Weil, 1980). El manejo de contingencias se refiere al
control sistemático de los refuerzos, de manera que éstos son presentados en
determinadas situaciones y en determinados momentos, y sólo después de que se
ha dado la respuesta deseada. Es un procedimiento usado tanto para reducir
comportamientos no deseados (ejemplo: agresión), como para desarrollar nuevas
conductas (ejemplo: habilidades sociales) o mantener y fortalecer
comportamientos deseables que ya existen. Una forma de utilizarlo es a través de
una técnica llamada economía de fichas (token economy). La economía de fichas
es un proceso a través del cual se usan “fichas” como refuerzos para desarrollar
comportamientos deseados; estas fichas pueden después ser cambiadas o
intercambiadas por cosas que tengan un valor real para la persona (Clifford,
1981). Las fichas ayudan a solucionar el problema de que lo que es reforzante
para uno puede no serlo para otro; con este sistema, cada persona elige entre
varios refuerzos. El sistema de economía de fichas dentro de la sala de clases,
puede ser implementado de manera que los alumnos ganen fichas tanto por su
trabajo académico, como por su comportamiento. Como fichas se pueden usar
sistemas de puntajes, dinero de mentira, estrellitas o cualquier otra cosa.
Periódicamente, se les permite a los alumnos canjear sus fichas o puntos por un
premio deseable. Existe evidencia (por ejemplo, O’Leary y Drabman, 1971, en
Woolfolk y McCune, 1980) de la efectividad de este tipo de programas tanto para
reducir comportamientos disruptivos como para mejorar el rendimiento académico
en la sala de clases. Este manejo de contingencias se desarrolla, generalmente, a
través de cinco pasos fundamentales:
• Primer paso: Especificar el desempeño final o el comportamiento deseado. Es
importante identificar y definir cuál es el comportamiento que se desea cambiar, o
cuál es la conducta que se quiere enseñar o desarrollar, especificando los
resultados que se desea lograr. Asimismo, se deben desarrollar formas de medir y
registrar el comportamiento. Hay varias formas de medir y registrar el
comportamiento; por ejemplo, se puede registrar la cantidad de veces que el niño
actúa de determinada forma cada día, y graficarlo o anotarlo en una tabla.
Segundo paso: Evaluar o medir el comportamiento. Durante esta fase se lleva a
cabo la medición y el registro del comportamiento. Al evaluar el
comportamiento, se establece una línea base con la cual se puede más tarde
comparar el desempeño de la persona, al mismo tiempo que se recoge
información valiosa acerca de la naturaleza de la conducta y del contexto en
que se da.
• Tercer paso: Formular las contingencias. Durante esta fase se estructura la
situación o el ambiente en que se desarrollará el programa, se eligen los refuerzos
y el programa de reforzamiento que se usarán, y se completa un plan de
moldeamiento de la conducta. Esto último se refiere al proceso gradual de reforzar
conductas que se parecen cada vez más a la conducta deseada.
• Cuarto paso: Instituir el programa. Esto implica arreglar el ambiente, informar al
alumno y mantener el programa de reforzamiento y de moldeamiento de la
conducta. No siempre es necesario darle a conocer al alumno cuál es el
comportamiento deseado y cuáles son los refuerzos: esto depende del tipo de
conducta y del tipo de refuerzo. Pero sí es necesario que en esta fase el profesor
refuerce las conductas del alumno siguiendo el programa que se ha fijado.
• Quinto paso: Evaluar el programa. En esta fase se mide el comportamiento
deseado, para ver si resultó el programa. A veces, los profesores dejan de reforzar
a los alumnos por un tiempo, y evalúan si el comportamiento se sigue dando;
luego vuelven a implementar el refuerzo y a medir la conducta.
Como se ha observado, el desarrollo del modelo cognitivo-conductual favorece la
conceptualización multidimensional del fenómeno clínico. Por lo tanto, es
importante que el terapeuta analice y modifique el estilo de pensamiento del
paciente, ya que el papel de los procesos cognitivos en algunos desórdenes
emocionales proporciona importante información respecto al método de cambio
conductual usado.
Por otro lado y tomando en consideración que el medio social es altamente
complejo y cambiante, con frecuencia las personas se enfrentan con situaciones
problemáticas en donde se les requiere de una pronta y adecuada alternativa de
solución, por lo que uno de los principales repertorios con los que se debería de
contar es aquel que le permita enfrentarse exitosamente a la problemática de su
vida cotidiana.
Las técnicas cognitivo-conductuales, son una forma de psicoterapia breve y
estructurada en la que se enseña a los pacientes una variedad de técnicas que les
ayudan a afrontar problemas de ansiedad y depresión, entre otros.
PROBLEMAS CLÍNICOS
Se ha demostrado que la técnica de majeo de contingencias es útil tratando:
Ansiedad
Depresión
Pánico
Agorafobia
Fobia social
Bulimia
Trastorno obsesivo compulsivo
Trastorno de estrés postraumático
Esquizofrenia
Sobreingesta (obesidad)
Abuso de alcohol, tabaco y drogas
Problemas de pareja
Problemas de manejo de los hijos
Problemas de estudio
Problemas de pacientes psiquiátricos internados (no querer comer o tomar
la medicación, agresión, habla irracional)
Control de esfínteres
CARACTERÍSTICAS DEL USUARIO
La correspondencia existente entre estímulos precedentes, respuesta y estímulos
consecuentes (relación de contingencia). El análisis del conjunto de precedentes
(estímulos desencadenantes) y consecuentes (estímulos mantenedores) de la
conducta problema, es uno de los factores más importantes en el proceso de
evaluación conductual.
Todas las formas de estimulación del medio ambiente externo e interno que
activan y mantienen comportamientos ya sean respondientes, operantes o vicarios
que sean comprobables, deben ser tenidas en cuenta. Se tratan de averiguar en
qué condiciones, con qué personas u objetos si es posible, con qué pensamientos,
se pone en marcha, se mantiene o se frena la conducta del sujeto, con el fin de
alterar esa relación.
Registro anecdótico y entrevista a sujetos que interactúan.
Especificación de metas y objetivos finales. Es necesario plantearse hacía donde
nos dirigimos: Ampliar el repertorio de habilidades del sujeto rellenar un vacío
existente perfeccionar o incrementar la ejecución de comportamientos funcionales
ya adquiridos reducir o extinguir comportamientos manifiestamente inadecuados y
disfuncionales.
Especificación de metas y objetivos finales. El objetivo final deberá cumplir las
siguientes características: Estar definido con claridad, expresando claramente lo
que el sujeto deberá ser capaz de hacer cuando haya finalizado el proceso de
aprendizaje.
Especificación de metas y objetivos finales. Ser observable, es decir que se
manifieste de forma operativa, comprobable. Para ello en la redacción se deben
utilizar verbos de acción externa (identificar, señalar, enunciar) evitando los de
acción interna: (conocer, entender, comprender) Las respuestas motoras (incluso
el lenguaje articulado
Las respuestas fisiológicas (actividad de la musculatura lisa y glandular)
Las respuestas cognitivas cuando cursan en correlatos externos observables
como el lenguaje y/o la ejecución motora.
Razonable o posible en la ejecución.
LAS CARACTERÍSTICAS DEL TERAPEUTA.
El terapeuta responsabiliza al cliente, de manera que también participe en el
proceso, para que se realice un acuerdo sobre que conductas se van a trabajar,
además el cliente informa con sus registros sobre dichas conductas, las cuales
debe ir descritas de manera cara, así como las consecuencias de éstas.
El terapeuta debe ser observador y meticuloso a la hora de registrar, puesto que
será necesario que elabore líneas base.
Tener vasto conocimiento (tanto teórico como metodológico) de las técnicas
operantes para poder hacer un análisis funcional de la conducta e identificar los
reforzadores; y contar con capacidad de abstracción para hacer una decisión
correcta de técnicas para intervenir en las conductas objetivos, y prever conductas
no deseadas, resultado de la intervención, como los ejemplos expuestos en Ruiz,
Díaz y Villalobos (2012), con la aplicación de los castigos: que porque el niño se
enojó al apagarle la computadora ya no estudia, o regañar a un niño por tirar la
comida puede tener como consecuencia que se ponga a llorar y ya no siga
comiendo.
Debe ser diestro en administrar los reforzadores, o en cerciorarse que el cliente
cumpla en tiempo y forma con la administración de reforzadores, de acuerdo al
tipo de técnicas operantes que se están trabajando, por ejemplo, si se está
trabajando con:
-Reforzamiento Positivo
Se debe cuidar que no se añada una crítica o comentario negativo que
minimice el efecto del reforzamiento positivo.
-Reforzamiento Negativo
Utilizar estímulos (p.ej., instrucciones verbales o escritas) que señalen a la
persona que si emite la conducta deseada podrá prevenir (en el caso de la
evitación) o terminar el estímulo aversivo (en el caso del escape). Estos
estímulos no deben ser repetidos para no reforzar con atención hacia la
persona por no responder, y conforme se avanza en el programa, se
disminuye su frecuencia.
Se debe utilizar reforzamiento positivo para la conducta meta junto con los
procedimientos de escape y evitación, para fortalecer la conducta deseada
y contrarrestando los efectos secundarios negativos.
-Programa de Economía de Fichas
Se debe ir retirando gradualmente los reforzadores de manera que el valor
reforzante recaiga en realizar las conductas (autorrefuerzo) y el refuerzo
social, evitando así que la conducta se mantenga solo mientras dura el
programa.
-Instrucciones
Se debe verificar que se tiene la atención del cliente, que las instrucciones y
las consecuencias de no cumplirlas sean claras (y que se respete el
cumplimiento de éstas), y que éstas vayan de lo más fácil hasta lo más
difícil.
-Guía física
El cliente debe estar de acuerdo, y el terapeuta deberá ejercer la mínima
presión.
-Castigo
Se recomienda utilizar como último recurso, y con precaución, además de
no exaltarse emocionalmente y atacar a la persona con comentarios como
“Tú no sirves para nada”.
-Generalización
Una vez que la conducta meta esté bien establecida, deben eliminarse
gradualmente los reforzadores artificiales utilizados y mantener la conducta
con reforzamiento social y otros reforzadores naturales.
Para evitar problemas de generalización conviene trabajar en el medio
natural del cliente y con la participación de las personas allegadas, de no
ser posible inicialmente, utilizar múltiples agentes de reforzamiento y
distintos contextos terapéuticos.
Eliminar, reducir o sustituir contingencias que mantienen conductas que
compiten con la conducta meta.
OTROS ÁMBITOS DE APLICACIÓN
Ámbito Escolar
La psicología ha aportado en la generación de intervenciones destinadas a
disminuir la agresividad entre escolares y a tratar sus consecuencias, así mismo
el uso de manejo de contingencias se ha utilizado para fomentar la alta
participación en el alumnado. Diversos autores han desarrollaron programas de
intervención para la mejora del clima escolar en adolescentes mediante el
entrenamiento en estrategias de resolución de conflictos, así como programas de
modificación conductual para regular las conductas disruptivas y agresivas en
escolares, utilizando economía de fichas y el contrato de contingencias en
alumnos de primaria y secundaria, programa de contingencias llamado.
Ámbito Deportivo
La utilización de estímulos gratificantes o aversivos de manera contingente a
conductas deportivas es una estrategia muy eficaz en el ámbito del entrenamiento.
El objetivo principal es contribuir al aprendizaje de conductas deportivas. El
propósito del aprendizaje es la adquisición o el perfeccionamiento de una
conducta (por ejemplo, mejorar la técnica del tiro), cuando el jugador realice esa
conducta, con la mayor inmediatez posible, se deberá aplicar un estímulo
gratificante (reforzamiento positivo) o retirar un estímulo aversivo (reforzamiento
negativo) para reforzar la conducta y que el jugador vuelva a realizarla. Del mismo
modo, si lo que se pretende es eliminar una conducta (por ejemplo, protestar al
árbitro), cuando el jugador realice tal conducta, se deberá aplicar un estímulo
aversivo (castigo positivo) o retirar un estímulo gratificante (castigo negativo) para
que la conducta sea menos probable en el futuro.
Ámbito de la Salud
En el ámbito de la salud el manejo de contingencias se ha utilizado para ámbitos
como, la adherencia al tratamiento en enfermedades crónico degenerativas, en
problemas de conducta alimentaria, y en tratamientos para combatir las
adicciones.
El Manejo de contingencias aplicado al consumo de drogas se mantiene por el
reforzamiento positivo que la sustancia produce en la persona y por el
reforzamiento negativo, consumo para evitar las consecuencias negativas del
síndrome de abstinencia. El consumo de drogas, por tanto, está influenciado por el
aprendizaje y por el condicionamiento. También, mediante los principios del
aprendizaje y del condicionamiento podemos cambiar esta conducta desadaptada
por otra adaptada sin consumo de drogas. Esto se hace mediante los principios
básicos del manejo de contingencias, el reforzamiento positivo y negativo, el
castigo positivo y negativo y las distintas técnicas derivadas de los mismos
Técnicas como la aplicación de estímulos aversivos, reforzar conductas
alternativas incompatibles con consumir drogas, extinción o varias de las
anteriores al mismo tiempo, facilitan el cambio de la conducta de consumo. Otra
extensión de las mismas son los contratos de contingencias o las estrategias de
prevención de recaídas. La utilización de técnicas de manejo de contingencias,
muchas veces, junto a otras técnicas, nos permite tener un abordaje útil y eficaz
para muchos pacientes que acuden a tratamiento, ( Becoña, 2003).
REFERENCIAS
Arancibia, V. (2008). Manual de psicología educacional. Universidad Católica de
Chile: Chile.
Bados, A. y García-Grau, E. (2011). Técnicas operantes. Departamento de
Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológicos: Facultad de
Psicología. Universidad de Barcelona.
Battle, S. (2008). Clasificación en paidopsicquiatría. Conceptos y enfoques.
Universidad Autónoma de Barcelona: España.
Becoña, E. (2003). Psicología de la salud y adicciones, perspectiva terapéutica.
Revista de Psicología de la PUCP. 11(1). Pp.74-106.
Joyce, B. & Weil, M. (1980). Models of Teaching. New Jersey: Prentice Hall.
Rimm, D. C. y Masters, J. C. (l984). Terapia de la conducta. México: Trillas.
Ruiz, M., Díaz, M. & Villalobos, A. (2012). Manual de técnicas de Intervención
Cognitivo Conductuales. Urduliz, Descleé De Brouwer, pp. 153-187.
Walker, J. E. y Shea, T. M. (1987). Manejo conductual. México: Manual Moderno.
Woolfolk, A. & Mc cune, L. (1980). Educational Psychology for Teachers. New
Jersey: Prentice Hall
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICOFACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES IZTACALA
PSICOLOGÍA EXPERIMENTAL LABORATORIO VIII (GRUPAL)
PROFESORESJuan Antonio Vargas Bustos
Antonio Rosales Arellano
MANEJO DE CONTINGENCIAS
ALUMNOSAscencio Zurita Zurahi PaolaCastelán Maqueda CarolinaMendoza Espino Juan LuisOrozco Lara Juan Carlos
Sánchez Hernández Samantha JocelynTorres Flores Nadia Yolotli
Grupo: 2855 Semestre: 2016-2
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