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Viaje a Togo (África Occidental julio de 2014) África es mucho más que la cuenta corriente de nuestra mala conciencia. Es un continente rico, con una juventud que estalla por todos los rincones y con un futuro prometedor. Pero la imagen que permanentemente se nos ofrece por los medios de comunicación es de hambre, niños-esqueletos, tierra tan seca que se resquebraja, chabolas llenando las ciudades, matanzas, el sida, muchedumbres de refugiados sin techo, sin ropa, sin medicamentos, sin pan ni agua. De modo que el mundo se forja una idea de que África solo es eso, un cúmulo de males, definiendo una imagen victimaria, a la que obviamente hay que apresurase a socorrer. Sin embargo, más de allá de todo esto, África existe por sí misma y dentro de sí misma, como un continente aparte, terco y cerrado, calidoscopio de juventud y música, tierra de bosques de plátanos, de campos de mandioca, pequeños e irregulares, de selva, del inmenso Sáhara, y también de ríos que van secándose lentamente,
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DE SUR A SUR
ANDALUCÍA www.aspa-andalucia.org Nº 43 agosto 2014
Viaje a Togo (África Occidental), julio de 2014
África es mucho más que la cuenta corriente de nuestra mala conciencia. Es un
continente rico, con una juventud que estalla por todos los rincones y con un futuro
prometedor.
Pero la imagen que permanentemente se nos ofrece por los medios de
comunicación es de hambre, niños-esqueletos, tierra tan seca que se resquebraja,
chabolas llenando las ciudades, matanzas, el sida, muchedumbres de refugiados sin
techo, sin ropa, sin medicamentos, sin pan ni agua. De modo que el mundo se forja una
idea de que África solo es eso, un cúmulo de
males, definiendo una imagen victimaria, a la
que obviamente hay que apresurase a
socorrer.
Sin embargo, más de allá de todo esto,
África existe por sí misma y dentro de sí
misma, como un continente aparte, terco y
cerrado, calidoscopio de juventud y música,
tierra de bosques de plátanos, de campos de
mandioca, pequeños e irregulares, de selva,
del inmenso Sáhara, y también de ríos que
van secándose lentamente, de florestas cada
vez más ralas, de ciudades monstruosas y
cada vez más enfermas; “como una parte del
mundo cargada de una especie de electricidad
inquieta y violenta” como dice Ryszad
Kapuscinski.
Conocer África es una asignatura
pendiente para muchos de nosotros y nosotras. “África tan cerca, y, sin embargo, tan
lejos” pusimos como eslogan en ASPA hace años, que sigue siendo tan válido como
entonces. Este fue el primer motivo del pequeño grupo, compuesto de seis personas,
Ana, Olga, Mª Carmen, Gloria, José Manuel y Luis, que durante el mes de julio
visitaron Togo, un pequeño país del gran continente africano, en el golfo de Guinea,
cuya capital es Lomé. El idioma oficial es el francés, pero se habla el ewe, moba, kabye,
etc. La escolarización de tercer grado es de un 3,6% y los índices de analfabetismo son
31,3% para hombres y 61,5% para mujeres. Los principales proveedores son empresas
asiáticas y europeas. El PIB total es de 5.208 millones de dólares USA y el PIB por
habitantes es 806 dólares USA.
Llegamos en dos grupos. Un primer grupo formado por José Manuel, Mª
Carmen y Olga vía París (Air France) a primeros de julio y un segundo grupo,
compuesto por Ana, Gloria y Luis, por Casablanca (Royal Air Maroc) a mediados de
mes. En ambos casos Albertina y otra hermana de San Francisco de Asís nos esperaban
en el pequeño aeropuerto de Lomé, cuyas luces eran apenas perceptibles. El aire
caliente y húmedo que venía del Golfo de Guinea nos introdujo desde el principio en
todo un mundo de nuevas sensaciones. Hechos los protocolos del visado, las religiosas
nos condujeron en su coche a la pouponnière o casa cuna, donde íbamos a alojarnos.
La calle es un inmenso tráfico de vehículos, donde las motos y las bicicletas
surgían por centenares. Impresionaba salvar los cruces. Pero sor Albertina pronto enfiló
la rue de L´Ármèe para después
de un kilómetro girar a la derecha,
a una calle sin asfaltar donde se
ubicaba nuestra residencia, con un
rótulo a la entrada que decía
Pouponniére Sainte Claire de
Lomé, B.P. 8051, Lomé -Tokoin.
Aquella primera noche en
Lomé nos acogía con la calidez
que los hacen las gente de color y
la hospitalidad de las hermanas. Nos aconsejaron utilizar el mosquitero, pues a pesar de
haber fumigado recientemente la estancia no faltaba el incordio de los mosquitos. La
casa donde residíamos era una construcción de una sola planta, modesta y con un
cuidado jardín a la entrada. A la derecha estaba la pouponière o casa cuna donde
residían 40 niños menores de edad.
A las 6 de la mañana hay tal bullicio generalizado que es imposible dormir, pues
es la hora en la que se inicia la vida en la ciudad y la gente se desplaza a su trabajo. Los
amaneceres en África parecen tener prisa, pues el ajetreo y el ruido se adueñan
rápidamente de la calle, sacudida por un intenso tráfico. Pero el despertar, a su vez, se
suaviza con el olor del aire africano que parece recoger del jardín las cadencias de los
mangos, de la nuez de coco, del cacao, de los platanales, del karité y de la enorme
variedad de palmeras.
África es una sensación
permanente de olores y
sabores. Es el culto a los
sentidos. Como lo que
percibimos en el paseo
que por la noche hicimos
por la rue de l´Armèe,
donde el olor a queroseno
y leña quemada se
mezclaba con la música
incesante y que todo lo
inundaba.
En nuestro primer día de estancia en Lomé el grupo de Córdoba, que vino
primero, visitó la pouponnière Sainte Claire de Lomé. Es una casa cuna iniciada hace
cincuenta años, donde las hermanas acogen a menores huérfanos (42%), con problema
sociales (30%) y abandonados (24%). Los niños son tutelados por la institución
religiosa y el estado togolés, que tiene una trabajadora social. Niños, que en su mayoría,
son adoptados por familias francesas o del propio Togo. El centro reúne todas las
condiciones de higiene, alimentación, personal e instalaciones, abiertas y alegres. El
sostenimiento del centro corre a cargo de las hermanas, que buscan la ayuda de la
cooperación internacional, los apadrinamientos y las donaciones. También hay una
pequeña aportación del gobierno togolés. Los niños disfrutan al cogerlos y parecen
decirte, alegres y sonrientes, “te necesito”.
El grupo de Córdoba visitó también, en los primeros días, el Hospital General de
Lomé Tokoin, acercándose un poco a lo que es la sanidad en este país. Conocieron la
maternidad, especialmente la planta de prematuros. El oxígeno llegaba a los bebés no de
un circuito integrado, sino de una bombona y en la mayoría de los casos las incubadoras
eran las ropas de las mamás, allí presentes. En toda la planta las madres están con sus
hijos, a veces acompañadas de las abuelas y otros familiares que colaboran para pagar
los 3 euros que más o menos significa la estancia del niño cada día. Hablaron con
algunos trabajadores de la salud, cuyo sueldo mensual gira en torno a los 40 euros.
Vieron también “la farmacia de los pobres”, donde sor Emilia, una religiosa española,
extrema todo lo que pueda los escasos recursos farmacéuticos de que dispone para
atender a las personas que no tienen medios para comprase la medicinas.
El grupo también pudo visitar una casa de descanso y un dispensario a las
afueras de Lomé. El dispensario lleva el nombre de “Raquel Jones”, en memoria de una
cooperante inglesa muerta en accidente y cuyo dinero ahorrado fue donado por sus
padres para esta fundación.
Viajaron, a su vez, a Anyronkopé, un lugar cercano a la frontera de Benin y
donde las hermanas tienen otro dispensario. Antes de salir pasaron por el mercado de
artesanías donde es imposible no comprar alguno de sus bellos estampados en telas o
bâtys o algunas de su originales figuras de madera. En el camino pararon en Togoville,
enclavada en su lago y que da nombre al país. Togo en ewé está formado por to, que
significa agua y go, que significa orilla. Toda esta zona es un lugar emblemático del
vudú y de las rutas esclavistas.
En estos primeros quince días visitaron otros lugares y pudieron conocer de
cerca Lomé, la capital con sus playas, su catedral, la calle del Grand Marche y la
infinidad de tiendas que pululan por toda la ciudad. Las calles asfaltadas están
transitadas por innumerables motos y bicicletas de marcas chinas. Y todo sugería hablar
un poco de la historia de este país. Togo tiene también su pequeña historia, una parte
desconocida, aquella que corresponde a la época anterior a la llegada de los colonos; y
otra parte conocida que se inicia en torno a 1884, cuando el aventurero alemán Gustav
Nachtigal firmó un tratado en Togoville con Mpala III, líder de un pequeño reino
costero, por el se crea un protectorado alemán, que duró hasta 1914 cuando las fuerzas
francesas y británicas invaden Togolandia.
Togo es uno de esos países que
no cuentan en el mapa de los poderosos
y las decisiones importantes: su objetivo
más importante es sobrevivir. En este
sobrevivir están los rostros que
esconden las cifras: el 88´6 por 1000 de
la mortalidad infantil o los 58´4 años de
esperanza de vida. Togo con 6.585
millones de personas en un territorio de
56.000 km2. es un país en busca de si
mismo intentando sobrellevar lo mejor
posible el duro peaje de la vida.
Albertina, en realidad Soeur Albertine
Patience Koudo, superiora regional, nos ofreció sus sandalias y su bastón, que de hecho
eran su coche y su chofer, para visitar el país, todo el país, y acercarnos a las diversas
áreas donde trabajan las hermanas, cuyo denominador común es la atención a sectores
pobres, y así tener opción para evaluar y ubicar algún proyecto de cooperación de
ASPA, que era uno de los objetivos de nuestros viaje.
El 16 llegamos el grupo de Málaga y celebramos ver alegres a los compañeros y
compañeras de Córdoba, que nos habían precedido. Pronto iniciamos los trabajos que
tenía pendientes nuestra
asociación ASPA y tuvimos la
primera reunión con Albetina
para la evaluación de nuestro
proyecto del Hogar de Niñas de
Niamtougou: documento del
constructor, convenio de las
niñas, fuentes de verificación,
informe intermedio, etc. También
tuvimos otra reunión con Tania,
que supervisa los proyectos de
África Occidental. Como nuestro
punto de referencia es la
educación de la mujer africana,
por la noche en paseo por la
avenida de la Armada, pudimos comprobar el duro peaje del pequeño comercio de las
mujeres para vender, hasta altas horas de la noche, cuatro naranjas, un racimos de
plátanos o un puñado de cacahuetes.
Al día siguiente fuimos a hacer gestiones a una oficina del puerto para hacer
menos costoso el retirar el contendor que se envía cada año desde Antequera; el tema no
era fácil, pues el abrirlo y sustraer algo de la carga es un hecho. De allí sor Albertina nos
llevó a conocer al puerto de Lomé con un trasiego incesante de contenedores y
camiones que vienen de Níger, Mali y Burkina Faso. La fábrica de cemento pone una
nota industrial en los aledaños del abigarrado puerto. Cuando se accede al mar del golfo
de Guinea el espectáculo es bello con sus playas, sus cayucos y palmerales, pero
también con sus resonancias esclavistas pues por estos lugares salieron miles de
esclavos al Nuevo Mundo. El paseo por la orilla del mar parece cortarse cuando nos
dicen que ya no se puede seguir pues eso que tenemos delante es ya Ghana.
La mañana del día 19, sábado, la
pudimos dedicar ampliamente a conocer
el tema de los refugiados ya que Leontina,
una religiosa que venía de la República
Centroafricana, en concreto de Bangui,
nos habló de la tragedia que vive ese país
con miles de refugiados a merced de
bandas musulmanas o cristianas, que
turnan en sus atropellos y donde no puede
negarse la larga mano de Occidente que
les ha armado y enfrentado para intereses
inconfesables.
Mientras atendimos otros temas
como completar en un banco la aportación
económica de ASPA y grabar con Gloria
recursos para posibles videos, no pudimos
dejar pasar el domingo día 20, para
comprobar el arraigado sentido religioso
del pueblo africano. Prueba de ello fue la
asistencia a la celebración dominical de la
parroquia Mártires de Uganda, a la que
pertenece la pouponière. Una explosión de
colores, de expresión corporal y de cánticos continuos. Recuerdo especialmente una
petición por la paz en este pequeño país del golfo de Guinea. Y es que los conflictos
bélicos son el pan nuestro en países vecinos. Por eso Albertina nos decía “que Togo es
hasta ahora un país en paz y que el actual presidente Eyadema era mejor que su padre”.
Su padre Gnassingbé Eyademá gobernó desde 1969 a 2005 con un golpe de estado
inicial y con métodos discutibles para ganar sucesivamente los años siguientes las
elecciones hasta que la muerte le sorprendió con un ictus cerebral en 2005.
El día 21, lunes, nos levantamos pronto para dirigirnos al norte del país, a
Niamtougou. Otro mundo, otro paisaje aparecía a nuestra vista por una carretera
atestada de camiones, que bajaban o subían a Malí, Burkina Faso y Níger, desde puerto
de Lomé, cargados de mercaderías y especialmente algodón. El paisaje va pasando de
selva guineana a sabana, aunque en estas fechas, debido a las lluvias monzónicas, el
verde prevalece, con fuerza, en todo el recorrido. A los lados de la carretera sacos de
carbón y mandioca para secarse, y muchos viandantes cuando nos aproximamos a
alguna población. La presencia de cada vez más numerosas mezquitas nos habla de una
población musulmana importante en esta zona central de Togo. Pasado el cruce de
caminos que es la ciudad de Atapamé giramos a la derecha para acercarnos a la pequeña
población de Annié, donde reside otra pequeña comunidad de hermanas, con una
pequeña escuela de formación
profesional, una biblioteca, un
programa para enseñar a las jóvenes a
pintar telas, un programa de atención
a niños desnutridos y un programa de
atención a mujeres con HIV.
Normalmente se trata de mujeres
pobres a quien se le hace otra prueba
de HIV, que se valida en Atapamé con
el costo de 15.000 FCF. En este
centro de Annié se les ayuda con los
retrovirales y económicamente a
través de pequeños créditos. La idea
de futuro es ampliar esta actuación
creando una granja agroavícola, donde las mujeres puedan trabajar y disponer de unos
mínimos recursos.
Hacia el medio día reemprendimos la marcha dejando este punto próximo a
Atapemé, cruce de caminos hacia Nigeria y Burkina, zona de gran incidencia del HIV y
de un importante tráfico de niños, para dirigirnos a Socoré, un pueblo eminentemente
musulmán. Seguidamente nos acercamos a los montes de Iamparo, pequeñas
formaciones montañosas que separan el norte del país y donde numerosos camiones “au
revoir la France” jalonaban la ruta, averiados.
Pasadas estos montes nos acercamos a nuestro destino, no antes sin pasar por
Kara, capital de los kabye, etnia a la que pertenece el presidente de la república. Sobre
las cuatro, hora local,
llegamos al final del viaje,
Niamtougou, donde las
religiosas, todas de color,
nos recibieron con claras
manifestaciones de cariño.
Para Ana llegar a este lugar
era algo que le hacía sentir
gozosa, pues muchos años
antes había estado
trabajando aquí.
El miércoles, día
23, nos dividimos en dos
grupos, uno para estudiar
el proyecto del hogar de
niñas con Angèle (facturas,
entrevista con el constructor, informes del proyecto, etc.), mientras otro grupo fuimos a
grabar secuencias para las videos que necesitamos.
El viernes acudimos a conocer el Dispensario que regentan las hermanas,
ubicado a unos 5 kilómetros. Se trata de un edifico abierto, muy cuidado y donde
destacaba sobremanera su limpieza. La hermana nos fue enseñando estancia por
estancia donde saludamos a los empleados y a algunas mujeres, enfermas de malaria. Al
regreso Jena Pierre, nuestro chofer, nos ha llevado a visitar una institución para
discapacitados, llamada CODHANI. En realidad se trata de una cooperativa de bâtys y
artesanía que garantiza trabajo a las 45 personas discapacitadas allí empleadas. Les
hemos comprado algunas cosas pues están necesitados de liquidez, ya que el apoyo
alemán, que era su soporte, pasa por momentos difíciles.
Durante nuestra estancia en Niamtougou además de seguir de cerca con Angèle
los asuntos del Hogar en relación al proyecto que financia ASPA, hemos paseado por
los alrededores de nuestra residencia, entrando en alguna de las casas, como la de
Mathieu, donde, una vez que nos damos a conocer, se abren de par en par. En África
primero te dan de beber y luego te preguntan a qué vienes. Este paseo por el entorno
rural hace ver que este continente es eminentemente rural, a pesar del éxodo a las
grandes ciudades, donde la economía doméstica se basa en pequeñas explotaciones de
maíz, ñame, mijo, algodón, judías, etc. y su pequeña comercialización.
También, una mañana, Jean Pierre nos ha llevado al país de los Tamberma, no
sin antes visitar el aeropuerto, utilizado únicamente por el presidente, el de los cortes de
carretera y las 16 mujeres. La zona de los Tamberma es un lugar similar al de los Tata-
somba al norte de Benin y su peculiaridad es la construcción de sus casas, a modo de
castillos fabricados con tierra, heces de animales y palos. Es todo un prodigio de
arquitectura donde nos falta el lugar para los animales, la cocina, el lugar del nacimiento
de los niños o la sala de maternidad. La zona está situada cerca de Koutammakou,
siguiendo la carretera hacia el norte y es considerado patrimonio de la humanidad por la
UNESCO. Y conviene reiterar que los Tamberma son de la misma etnia que los Tata-
somba de Benin hasta que “la frontera” de los colonizadores les separó, como ha
sucedido con tantos otros pueblos de África Occidental. “Las fronteras de África están
hechas a machetazos” dice un autor al referirse a aquella Conferencia de Berlín, en
1885, cuando el continente africano se repartió según los intereses de los colonizadores.
Con detenimiento, el viernes, día 25,
hemos podido conocer de cerca el proyecto
que financia ASPA, le Foyer “Saint Francois
d´Assise”, situado aquí en Niamtougou
(Koko), lugar de mayoría nawuda, que habla
el nawadu, inaugurado el 19 de febrero de
2006, donde residen 40 jóvenes entre 11 y 20
años, de procedencia humilde o huérfanas. El
objetivo de su estancia es la dignificación de
la mujer a través de su escolarización,
formación humana y social que les permita “à
devenir meilleur d´una nation”. De la mano
de sor Angéle hemos visitado las diversas
instancias del hogar. La pensión completa es
de 43.503 F CFA que equivalen a 66,32 al
año por cada niña. Los gastos estimados para
las 40 “jeunes filles”, durante todo el año,
son de 3.316 euros. La idea del Hogar, nos
insiste sor Angèle, es la escolarización de
estas jóvenes con un complemento de formación humana y social. En el mismo
recorrido pudimos comprobar que el proyecto último de ASPA, la construcción de un
comedor para las niñas del Hogar, estaba terminado y en perfectas condiciones para
comenzar a utilizarse.
El último día en
Niamtotugou fuimos
invitados a comer con la
comunidad y las jóvenes
postulantes en un acto
emotivo, donde se
agradeció a ASPA su labor
y donde nos obsequiaron
con un pequeño regalo
ejecutado con bailes al
ritmo de un tambor o un
assogoé y un ambiente de
franca hospitalidad. De
aquella manera alegre y
festiva de comunicarnos,
comprendimos con más
claridad la importancia de
la educación de la mujer africana.
Antes de dejar Niamtougou es imprescindible hablar del contendor de Ana, pues
es a este lugar donde llega desde el puerto de Lomé y después de cinco meses de haber
salido de Cádiz. La primera sensación es que este contendor que anualmente envía Ana,
recogiendo donaciones en la zona de Antequera, es como una inagotable arca de Noé,
pues en cualquiera de los lugares que hemos visto encontramos frigoríficos,
cocinas, pizarras, máquinas de coser, colchones, aceitunas, mantecados, leche para los
bebés, medicinas, etc. traídos de España. Era el milagro del pan y los peces, que nos
hacía preguntarnos cómo de este contenedor podían salir tantas cosas y atender a tantas
personas.
El lunes, día 28,
hicimos el viaje de regreso a
Lomé, donde ultimamos las
gestiones de los proyectos de
Becas de estudios para niñas
de 11 a 18 años en los Foyer
de jeunes filles de
Niamtougou, y el Comedor
financiado por el
Ayuntamiento de Málaga y
ASPA.
La última noche en Lomé, fue también de despedida. Después de la cena,
Albertina organizó un baile informal lleno de alegría y complicidad con nuestra tarea de
solidaridad. La noche del miércoles, día 30, salía el grupo de Málaga, vía Casablanca,
unas horas más tarde lo hacía el de Córdoba, vía París. Cansados y agotados de tantas
experiencias vividas, entre las nubes, como mirando el mundo desde arriba,
entendíamos mejor eso de la “llamada de África” y mucho mejor aquello de que “la
solidaridad es la ternura de los pueblos”.
Igual que en el pasado, África es hoy contemplada como un objeto, como reflejo
de una estrella diferente, terreno de actuación de colonizadores, misioneros, mercaderes,
etnógrafos, y toda clase de organizaciones filantrópicas. Pero para nosotros es ya mucho
más. África no solo es la madre nutricia, de la que procedemos, sino ese camino de
tierra roja, rodeado del verdor de mil especies, donde el mundo ha de encontrar espacios
de hospitalidad, de juventud, de música, de naturaleza y de futuro. Más convencidos de
que África tiene nombre de mujer, decir Togo no significa hablar de desiertos o
deforestación, sino poner en valor la cooperación para que el país se desarrolle y sus
jóvenes no tengan que emigrar y, a su vez, poner en valor la educación de la mujer
africana, como mejor garantía de futuro. Y, cómo no, aprender otra manera de vivir,
más sencilla, más humana y ecológica, “une grande joie de vivre”, menos consumista,
más humana y ecológica.
Luis Pernía Ibáñez (ASPA)
Pincha en este enlace para conocer más del proyecto "Promoción de las
niñas de Togo a través de la escolarización y formación"
Pincha en este enlace para ver la galería fotográfica del Centro de San
Francisco de Asís de Niamtougou y de la construcción del comedor que
hemos financiando gracias a las donaciones de muchas personas
amigas y a una subvención del Ayuntamiento de Malaga
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