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Capitulo II – Moral y derecho
Las normas morales son unilaterales, pues frente al sujeto obligado no hay una
persona autorizada para exigirle el cumplimiento. Las normas jurídicas son
bilaterales porque imponen deberes correlativos de facultades o conceden
derechos correlativos de obligaciones; obligado y facultado son personas distintas.
Con razón afirma RADBRUCH que las obligaciones jurídicas no son solo deberes,
sino deuda, porque su observancia puede ser exigida en ejercicio de un derecho
por un sujeto distinto.
Las normas jurídicas son impero-atributivas y las de la moral imperativas.
Sujeto activo (facultado, derechohabiente, pretensor) es la persona autorizada
para exigir la observancia de la norma al sujeto pasivo u obligado a cumplir con
la norma.
El derecho subjetivo es la pasibilidad de hacer u omitir lícitamente algo. Difiere
de una posibilidad fáctica en cuanto la realización u omisión está calificada de
licita.
La regulación jurídica es una conexión de dos juicios recíprocamente fundados
uno imperativo y otro atributivo. Los imperativos éticos son deberes de un
individuo para consigo mismo, aun cuando impliquen a la sociedad.
KANT sostiene que a diferencia de la moral, la cual reclama la rectitud de los
propósitos, el derecho se limita a prescribir al ejecución externa. El criterio no es
absoluto puesto que ni la moral ni el derecho consideran únicamente la
interioridad y exterioridad de las conductas.
Lo que sí es cierto es que la moral
se preocupa más por la vida interior de las personas y después por la exterioridad,
mientras que el derecho procede de forma inversa. Incoercibilidad significa que
el cumplimiento ha de efectuarse de manera espontanea. El derecho es coercible
pues existe la posibilidad de que la norma sea cumplida en forma no espontanea,
e incluso en contra de la voluntad del obligado. Esta posibilidad es independiente
de la existencia de la sanción. El derecho tolera y en ocasiones prescribe el
empleo de la fuerza (coactividad) como medio para conseguir la observancia de
sus preceptos.
Cuando la persona obra de acuerdo con un precepto que no deriva de su albedrio
sino de una voluntad extraña su proceder es heterónomo, carece de merito moral.
La legislación autónoma es aquella donde el autor de la regla es el mismo sujeto
que el obligado. Autonomía quiere decir reconocimiento espontaneo de un
imperativo creado por la propia conciencia, autolegislación. Heteronomía es
sujeción a un querer ajeno. Se dice que los preceptos morales son autónomos
porque su fuente es la voluntad del obligado. Los del derecho son heterónomos
pues su fuente proviene de una persona distinta del obligado.
Pero para KANT, quien distinguió3 este aspecto, la autonomía no se trata de un
principio creado por el obligado, sino de una máxima que vale incondicionalmente
para el. Por lo que se contradice, pues si la legislación moral fuese autónoma el
obligado podría derogar o modificar las normas, lo que para KANT resulta
imposible, pues el sujeto es incapaz de apartarse de lo que el deber moral
prescribe. Que el sujeto reconozca espontáneamente un regla no significa que
haya autolegislación o autonomía; pero esto es lo que habría que entender cuando
se dice que la moral es autónoma.
Fuentes de consulta
Electrónicas
https://innovalibre.files.wordpress.com/2009/08/garciamaynezcap1a72.pdfSábado 29 de agosto del 2015 11:35 pm.
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