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¡CON AMOR! ANUNCIO A JESUCRISTO Inducción de catequesis
28 DE ENERO DE 2019 COMISIÓN DE CATEQUESIS
Diócesis de Cúcuta
DIÓCESIS DE CÚCUTA COMISIÓN DE CATEQUESIS
"No me habéis elegido vosotros a mí; más bien os he elegido yo a vosotros,
y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto sea duradero"
Jn 15, 16ª
Estamos en un año muy especial en el cual nuestro Obispo monseñor Victor Manuel Ochoa
Cadavid, nos ha invitado a seguir siendo unos evangelizadores llenos de amor anunciando
aquel que es el Amor. Es por ello que todos debemos sentirnos convocados e invitados a
poner nuestro granito de arena en esta gran tarea de una nueva evangelización de la sociedad
en la que, por gracia de Dios, nos ha tocado vivir. Hemos de sentir la responsabilidad de vivir
en primera persona esta gran oportunidad que el Espíritu Santo suscita hoy en la Iglesia. Es
el Espíritu de Jesús quien nos hace sentir esta necesitad y esta urgencia de evangelizar, como
si fuera la primera vez. “Creemos que la Palabra de Dios es eficaz por sí misma. Por eso la
anunciamos con optimismo y alegría. Es una Palabra de comprensión, de esperanza y de
misericordia. Cuanto más manifestamos la alegría de la fe, más dispuestos están los hombres
a creer en el gran amor que Dios les tiene...
Pero la evangelización es siempre nueva y los medios no son nunca ni suficientes ni
adecuados a la magnitud de la misión. “Nuestro Señor no vaciló en confiar a un puñado de
hombres, que cualquiera hubiera juzgado insuficientes por número y calidad, la misión
formidable de la evangelización del mundo entonces conocido; y a este pequeño rebaño le
advirtió que no se desalentase (Lc 12,23). Hoy nos viene a decir que no tengamos miedo de
seguir anunciándolo pues él nos acompaña siempre y estará con nosotros para que sigamos
siendo fieles anunciadores.
El Papa Francisco nos dice que la catequesis no es un «trabajo» o una tarea externa a la
persona del catequista, sino que se «es» catequista y toda la vida gira entorno a esta misión.
De hecho, «ser» catequista es una vocación de servicio en la Iglesia, lo que se ha recibido
como don de parte del Señor debe a su vez transmitirse. De aquí que el catequista deba volver
constantemente a aquel primer anuncio o «kerygma» que es el don que le cambió la vida. Es
el anuncio fundamental que debe resonar una y otra vez en la vida del cristiano, y más aún
en aquel que está llamado a anunciar y enseñar la fe. «Nada hay más sólido, más profundo,
más seguro, más denso y más sabio que ese anuncio» (Evangelii Gaudium, 165). Este anuncio
debe acompañar la fe que está ya presente en la religiosidad de nuestro pueblo. Y nosotros
más que nunca debemos seguir acompañando a tantos niños y jóvenes de nuestra Diócesis,
para que ellos tengan un encuentro con la persona de Jesús. Debemos mostrar que Jesús hace
parte de nuestra vida, y es la persona de Jesús quien le da sentido a nuestra existencia.
Que en este año se pueda anunciar a Cristo crucificado y resucitado, que se hace presente en
el altar Eucarístico, para que nosotros hagamos parte de ese gran misterio. La virgen María
Madre de todos los catequistas nos acompañe siempre, ella que fue la primera discípula del
Señor, nos ayude a seguir esta tarea de evangelización en nuestra Diócesis y en el mundo
entero. La bendición de Dios Padre Todopoderoso este con todos ustedes y los acompañe
siempre.
DIÓCESIS DE CÚCUTA COMISIÓN DE CATEQUESIS
Primer Encuentro
¡CRISTO VIVE-CONVERSION!
Disposición del lugar: ubicar las sillas en modo mesa redonda, prever las fichas para la
primera actividad, papel periódico, y revistas religiosas o similares y papel bond. En el
centro del lugar una imagen de Jesús resucitado (Signo).
Como signo pedagógico tener varias imágenes de Jesús con los pecadores.
Canto de ambientación…
Si en tu caminar por la vida vas
tropezando y anhelando
encontrar La verdad, la paz y el
amor de aquel que hace dos mil
años su vida entregó.
Golpes recibió fue un castigo
cruel con espinas su cabeza
coronó Todo por amor, al calvario
fue ni una queja de sus labios se
escuchó.
No ésta muerto cristo vive aleluya
gloria a Dios Vive en cada ser
humano que predica de su amor.
No ésta muerto cristo vive con su
sangre ya pagó Tus errores tus
pecados y hoy te ofrece salvación.
Objetivo: Tener un encuentro personal con la persona de
Jesús que murió y resucito, y está conmigo, y me hace el
llamado a la conversión a que este siempre con él.
DIÓCESIS DE CÚCUTA COMISIÓN DE CATEQUESIS
Invocación trinitaria:
“Padre de bondad dame la gracia de poder vivir este pequeño momento de espiritualidad para que así pueda glorificarte a Ti, junto con el Hijo en unidad con el Espíritu Santo. Amén.
Actividad: ¿Qué hizo Jesús con los pecadores? Jesús distingue
perfectamente pecado y pecador. Con el pecado, Jesús es exigente e
intransigente. Con el pecador, tierno y misericordioso. En todo pecador
ve a un hijo de Dios que se ha descarriado. Sus palabras se ablandan; su tono
de voz se suaviza; corre él a perdonar al pecador. A él no le importa si son ricos
(publicanos) o pobres. Se dedica a ellos con gestos muy significativos: come con
ellos, los sana y acompaña. Ahora bien el gesto de comer con alguien era signo
de comunión mutua. Él come con ellos para acercarlos al banquete de Dios.
Jesús ama primero al pecador y después le invita a la conversión. Nos
centraremos en este momento en el texto Lucas 19,10.
Se entregan a los participantes un trozo de papel, y se pide que elaboren las siguientes preguntas:
Oración para antes de la Palabra. (Se puede elaborar una oración espontánea o si llegado el caso
no se lograse puede utilizar la siguiente oración)
Dios de amor y misericordia
Que miras con amor a los que acuden a ti.
Concede a los que nos encontramos unidos por tu
Palabra. Que cada día logremos con generosidad
Ser artífices de un mundo mejor. Que también nosotros como catequistas podamos
amarte y seguirte; Tu que nos has mirado con misericordia y nos has llamado de modo
prodigioso Concédenos responderte con generosidad; sabiendo que a quien mucho se le
perdona mucho ama. Encomendamos en este primer encuentro a todos los sacerdotes,
Que ellos en este año en donde se nos piden ser maestros puedan ser testigos
De tu alegría en sus lugares de apostolado; y que nosotros tocados por tu Palabra
podamos Descubrir con nuevo dinamismo
La misericordia que nos sale al encuentro
En tu Hijo Jesucristo.
Amén.
¿Cómo he sentido el amor de Dios, para conmigo?
¿Qué signos de misericordia Dios ha manifestado en mi vida?
DIÓCESIS DE CÚCUTA COMISIÓN DE CATEQUESIS
(Ahora bien empezaremos a ver la temática del momento y la vamos a dividir en dos partes: Cristo
Vive y llamados a la conversión)
CRISTO VIVE
Texto bíblico: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha
resucitado" (Lc 24, 5-6). (Terminada la lectura del texto bíblico, el animador invocando la presencia
del Espíritu Santo invitara a los catequistas a reflexionar el texto bíblico; si es posible insistir en la
Lectura Orante, posteriormente se comparten en voz alta las acciones concretas de la actitud alegre
que se escribieron al respaldo del papel y se pide que Dios bendiga la vida y nos ayude a comprender
la palabra).
Signo: (para el signo el animador tendrá aun la imagen del
resucitado como en el primer momento. Se hará la invitación a los
presentes que imaginen el momento de la resurrección, y la hagan
suya; como si fueran los discípulos en ese momento).
Dios vive en medio de nosotros
Oremos con la palabra y compartamos
Pide el Espíritu
Santo…
Ven Espíritu Santo…
¿Oh Jesús amado ayúdame poder
contemplar que estas en mi
vida!
DIÓCESIS DE CÚCUTA COMISIÓN DE CATEQUESIS
Posteriormente el animador dividirá la cantidad de asistentes en tres grupos o los que el
considere necesarios; se les entregara para la profundización por grupos uno de los
textos que aparece a continuación. En un espacio de compartir ellos se escucharán y se
harán preguntas profundizando acerca de lo que se trabajara más adelante”.
No busquéis entre los muertos al que vive: Cristo ha resucitado Cristo ha resucitado, Cristo
es el Señor. Ante tal acontecimiento nos vendrían los sentimientos de asombro, sorpresa, duda, incredulidad (Lc 24, 11.12.16.21.37.41; Hch 2, 13.15). Pero por encima de todos estos
sentimientos se impone una convicción más fuerte: "¿Por qué buscáis entre los muertos al
que vive? No está aquí. Ha resucitado" (Lc 24, 5-6).
Jesús es el Señor San Pablo dice: "Os recuerdo ahora, hermanos, el Evangelio que os
proclamé y que vosotros aceptasteis, y en el que estáis fundados... Porque lo primero que yo
os transmití, tal como lo había recibido, fue esto: que Cristo murió por nuestros pecados,
según las Escrituras.... que se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce" (1Co 15, 1-5; Rm
10, 9; Lc 24, 34). Esta predicación es hecha por los Apóstoles no sólo como notificación de
un hecho histórico, sino sobre todo como proclamación del acontecimiento salvador de Dios
en favor de los hombres. Este Jesús, que por nosotros murió y que ha resucitado, es
reconocido como Señor. El día de Pentecostés decía San Pedro: "Dios resucitó a este Jesús y
todos nosotros somos testigos... Por lo tanto, todo Israel esté cierto de que al mismo Jesús, a
quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías" (Hch 2, 32. 36). Según
el testimonio de los Apóstoles, los acontecimientos posteriores a la Pascua manifiestan
a Jesús como Señor de la historia, esto es, como Dios. Los Apóstoles proclaman acerca de
Jesús de Nazaret lo que los judíos proclamaban de Dios: es el Señor (Jn 21, 7).
"Habiendo sido muerto, he aquí que vivo para siempre" El Apocalipsis de San Juan pone en
labios de Jesús resucitado estas palabras: «Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Ultimo,
el Principio y el Fin)) (Ap 22, 13; 1, 8; 21, 6). «Al verla -dice el autor-, caí a sus pies
como muerto. Él puso la mano derecha sobre mí y dijo: No temas: Yo soy el Primero y el
Último, yo soy el que vive. Estaba muerto, Y ya ves, vivo por los siglos de los siglos)) (Ap
1, 17-18). Cristo es el Señor de los que viven y de los que mueren: «Para esto murió y resucitó
Cristo: para ser Señor de vivos y muertos» (Rm 14, 9). Nosotros somos,
pues, contemporáneos de Cristo. En adelante, vivir para Dios es vivir para Cristo: "ninguno
de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo. Si vivimos, vivimos para el
Señor; si morimos, morimos para el Señor" (Rm 14, 7-8). Unidos por la fe a Cristo resucitado,
los primeros discípulos dieron testimonio de que Jesús vive.
¿No reconocéis que Cristo está en vosotros? Cristo ha resucitado, Cristo es el Señor. Nosotros
podemos reconocer, por la fe, en nuestra propia vida el "señorío", el dominio, el poder de
Jesús Resucitado, como los primitivos creyentes, como los creyentes de nuestro tiempo. Es
el Señor y lo manifiesta. Puedes ser testigo tú mismo. A cualquiera de nosotros puede ir
dirigida esta pregunta de Pablo:"Poneos a la prueba, a ver si os mantenéis en la fe, someteos
a examen; ¿no sois capaces de reconocer que Cristo Jesús está entre vosotros?" (2 Co 13, 5).
Los cristianos podemos ser "testigos" enraizándonos en la fe que nos han transmitido los
primeros testigos y participando en los misterios sacramentales de salvación que ellos nos
han legado: los creyentes alcanzan su seguridad acudiendo a la doctrina de los Apóstoles y a
la fracción del pan que acontecen en el seno de la comunidad fraterna que es comunidad de
oración (Hch 2, 42).
DIÓCESIS DE CÚCUTA COMISIÓN DE CATEQUESIS
(Ahora el animador indicara como vivir el segundo momento del día,
sin perder la espiritualidad vivida hasta este momento).
LLAMADO A LA CONVERSION!!
Texto bíblico: Mateo 3, 2 (Terminada la lectura del texto bíblico, el animador invocando la presencia del Espíritu Santo invitara a los catequistas a reflexionar el texto bíblico; si es posible insistir en la Lectura Orante, posteriormente se comparten en voz alta las acciones concretas de la actitud alegre que se escribieron al respaldo del papel y se pide que Dios bendiga la vida y nos ayude a comprender la palabra.) Signo: (para el signo el animador tendrá aun la imagen de Jesús junto a los pecadores como en el
primer momento. El animador debe hacer adentrar a los presentes en el momento en qu se vive.
Que los presentes puedan sentir que Dios los está llamando)
El Señorío de Cristo y conversión del hombre: aspectos inseparables del acontecimiento
cristiano. El gran acontecimiento cristiano reúne dos elementos inseparables. No siempre
caemos en la cuenta de la profunda relación de ambos. Esos dos elementos son: 1) Cristo
vive a pesar de la muerte y ha sido constituido Señor de todo, Señor de la Historia, y en esta
Historia interviene eficazmente. 2) La aceptación por la fe de este acontecimiento
lleva consigo la propia conversión.
Juan Bautista, Jesús, Pedro, Pablo... destacan ambos aspectos. De hecho, no obstante la
diversidad de los tiempos, de los lugares y de los auditorios, las predicaciones de Juan
Bautista, de Jesús, de Pedro o de Pablo ofrecen todas un mismo esquema y una misma
orientación: Anunciar el acontecimiento y llamar a la conversión (Mt 3, 2; 4, 17; Hch 2,
36.38; 3, 15.19; 5, 31; 10, 40-43; 13, 30.38-39).
Sin conversión no llega a nosotros el Reino de Dios. El hombre pecador está alejado de la
presencia de Dios. Dios no puede acercarse al hombre para reinar en él, si el hombre no se
vuelve a El, se convierte a Él. En esta conversión está en juego toda su vida.
Una conversión gratuita, signo de la presencia del Reino de Dios La conversión del hombre
es una obra de iniciativa gratuita y amorosa de Dios. Por esto su anuncio es buena e inaudita
noticia. El hombre, en efecto, está sometido a señores demasiado poderosos como para que
pueda cambiar por sí mismo. Cuando el hombre se convierte y cambia, entonces es que el
Reino de Dios ha aparecido en medio de nosotros. La fuerza de Dios se manifiesta en
contraste con la debilidad del hombre.
Señorío del hombre y experiencia bíblica: la experiencia bíblica conduce al encuentro de
Cristo. Hay que evitar el examinar de modo abstracto tanto la conversión propia como la
presencia de Cristo en la historia. Es necesario descubrir estas realidades de manera muy
concreta. A través de la significación de las grandes experiencias bíblicas, que son realidades
concretas, el discípulo de Jesucristo entiende vitalmente los caminos de su conversión y de
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su encuentro con Dios en Cristo. Cuando los acontecimientos y las palabras de la Sagrada
Escritura son proclamados y ahondados en el seno de la comunidad, el creyente avanza en su
camino de descubrimiento del Señor. La Escritura vivida conduce a Cristo, da testimonio de
El (Jn 5, 39).
La vida de fe, encuentro con Cristo en la trama de la vida cotidiana. El hombre que se
convierte, se vuelve a Dios con la totalidad de su vivir humano. Orienta hacia Dios sus
deseos, sus proyectos, su experiencia humana. El cristiano que permanece fiel a Jesucristo,
vive su vida de relación con Dios en Jesucristo en la trama misma de la vida cotidiana (1 Co
10, 31; 1 P 4, 10-11; Col 3, 17; Flp 2, 3-4). El cristiano ha de seguir a Cristo en el modo como
Él vivió la existencia ordinaria de los hombres (Pablo Vl, EN 29, 31, 35, 47).
Se les pedirá a los diferentes grupos que, tomando las revistas, elaboren un cartel
significativo en el que expresen una invitación a tener un encuentro con el Dios vivo
que nos hace el llamado a la conversión.
Al final expondrán cada uno de los grupos y se procede a acomodarse como al inicio.
Oremos junto a Dios.
Finalmente como gesto significativo se le entregara a cada persona presente una imagen de Cristo, par que al respaldo de ella haga una oración, y así la guarde durante todo el año. Se terminara el momento con la oración al catequista.
La conversión
¿Que es?
¿Dios ha manifestado su amor para conmigo,yo
le he correspondido ese amor?
¿Cómo puedo experimentar la
conversion en mi vida?
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DIÓCESIS DE CÚCUTA COMISIÓN DE CATEQUESIS
SEGUNDO ENCUENTRO
JESUS, LUZ DEL CATEQUISTA
Objetivos: fortalecer y acrecentar la experiencia personal de encuentro con Jesucristo, la cual se vive en
comunión en comunidad y especialmente en el servicio que prestamos como maestros de la fe. De igual
manera ayudar en la formación intelectual, humana y espiritual de los catequistas, para que puedan ser luz y
sal del mundo.
Disposición del lugar: ubicar las sillas en modo mesa redonda, lugar donde debe haber un crucifico y una sagrada
escritura. Se pide organizar un altar sencillo pero digno. Los cuales deben estar en prever los elementos necesarios para la
primera actividad simbólica. La cual se llevara a cabo en un lugar diferente al lugar donde se realizara la formación. Es
necesario realizar una pequeña fogata y conseguir velas para una pequeña procesión.
Actividad: se dirigen todos al lugar de la fogata, con los cirios pequeños y un cirio grande
que se asemeje al cirio pascual.
Canto de ambientación: “si la sal se vuelve sosa quien podrá salar el mundo….”
Invocación trinitaria: “En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.”
Comentario inicial: queridos catequistas, los invito a recordar el mandato de Cristo de ser luz
y sal de la tierra, somos cada uno de nosotros los hombres y mujeres que le damos sabor al
mundo; sabor a Cristo y su amor. Es necesario tener encendidas la lámpara de la verdad, de
lo bueno y de la caridad; somos recipientes de esa luz que el Señor nos obsequia y la cual
debe brillar sin opacar la de nadie, somos lámparas para nuestros hermanos en un mundo sin
Dios, un mundo sumergido en la oscuridad del pecado, de lo terreno y de lo material. Es tu
misión amigo catequista ser luz y sal del mundo, siguiendo el ejemplo del Maestro.
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TEXTO BIBLICO
La palabra hecha carne, le habla a tu corazón
Primer encuentro: Ceremonia del fuego
1. Se enciende la pequeña fogata y todos nos hacemos alrededor con nuestros cirios en
actitud de oración y recogimiento. Mientras leemos el siguiente texto bíblico: Mateo
5,13-16. Y se hace un breve compartir comunitario sobre el texto.
2. Todos los catequistas juntos a una voz dicen la siguiente oración:
Dios nuestro, que por medio de tu Hijo nos has comunicado el fuego de tu vida
divina, bendice este fuego nuevo y bendícenos a cada uno de nosotros, para que
seamos testigos de tu luz admirable y se encienda en nosotros el deseo del cielo, y
gocemos de un espíritu renovado y santificado. Amén.
Gloria al padre y al Hijo y al Espíritu Santo…
3. Se inicia la procesión con el cirio grande de primero y los demás cirios encendidos
detrás, hasta el lugar del encuentro y se canta: “Esta es la luz de Cristo yo la are
brillar"
4. Llegados al lugar se colocan los cirios en medio del crucífero y la sagrada Escritura.
Luego se recita el padre nuestro y una Dios te salve María y se hace la siguiente
oración:
ORACIÓN DEL CATEQUISTA
JUAN 8, 12-20
DIÓCESIS DE CÚCUTA COMISIÓN DE CATEQUESIS
Señor, haz que yo sea tu testigo, para comunicar tu enseñanza y tu amor. Concédeme
poder cumplir la misión de catequista, con humilde y profunda confianza. Que mi
catequesis sea un servicio a los demás, una entrega generosa y viva de tu Evangelio.
Hazme verdadero educador de la fe, atento a la voz de tu Palabra, amigo sincero y leal de
los demás, especialmente de mis compañeros catequistas. Que sea el Espíritu Santo quien
conduzca mi vida para que no deje de buscarte y quererte. Señor, te sirvo a Ti y a la Iglesia
unido a tu Madre María; que como ella yo sepa guardar tu Palabra y ponerla al servicio
del mundo. Amén.
Segundo momento del encuentro: los catequistas en sus correspondientes lugares, comparten el siguiente
tema:
Nos encontramos con Dios en Cristo
1- ¿Qué dice la gente?
Llegado Jesús a la región de Cesárea de Filipo, hizo esta pregunta
a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?»
Ellos contestaron: Unos dicen que Juan Bautista; otros, que Elías;
otros, que Jeremías o uno de los profetas (Mt 16, 13-14). El pueblo
reconoce en Jesús a un profeta. Pedro ha llegado más lejos: le ha
sido dado a comprender que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios
vivo. Jesús les recomienda silencio. El pueblo espera un mesías
político, pero Jesús no va a responder a semejante expectativa (Jn 18, 36). Sus caminos
son diferentes. (Mt 16, 21 ss.). Los interrogantes de hoy y de siempre También hoy, como
hace veinte siglos, la figura de Jesús suscita profundos interrogantes:
¿Quién es realmente Jesús?
¿Un gran hombre del pasado?
¿Un revolucionario?
¿Un profeta?
¿Un mito?
¿Un guerrillero?
¿Un hermano para cada hombre?
¿Alguien que actúa en nuestra vida?
¿Aquél sin el cual nada tendría sentido
2- Los primeros cristianos proclaman que Jesús es el Señor
Los primeros cristianos proclaman que Jesús es el Señor. Los primeros cristianos son
constituidos como tales en virtud de una experiencia semejante, referida a Jesús de Nazaret.
Jesús de Nazaret, un hombre ejecutado por la turbia justicia del mundo, ha sido establecido
Señor de la Historia. Jesús ejerce el señorío en ella lo mismo que Yahvé. Algo ciertamente
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inconcebible para un judío: en el propio corazón del monoteísmo hebraico aparece un hombre
a quien los acontecimientos posteriores a la Pascua manifiestan como Señor, esto es, como
Dios.
Jesús de Nazaret es el «Dios-con-nosotros (Emmanuel) El Dios de los antiguos Patriarcas y
de Moisés y de los Profetas ha manifestado su Nombre de un modo máximo por medio de
Jesús: «He manifestado tu Nombre a los hombres, que me diste de en medio del mundo» (Jn
17, 6). Para los hebreos, el nombre de una persona se identifica con lo que la persona misma
es. Jesús es "Yo soy": «...si no creéis que Yo Soy, moriréis por vuestros pescados»
(/Jn/08/24). La aplicación de este nombre a Jesús es la profesión de que él es el
único Salvador, hacia el cual tendían toda la fe y la esperanza del Antiguo Israel.
A. Dios actúa eficazmente en medio de los acontecimientos y es reconocido como Señor
de la historia. La historia tiene su Señor: fe de Israel. Jesús de Nazaret, un hombre
ejecutado por la turbia justicia del mundo, ha sido establecido Señor de la historia.
Jesús ejerce el señorío en ella lo mismo que Jahvé: fe de la Iglesia.
¿Dónde nos situamos nosotros hoy?
En la increencia.
En la búsqueda.
En la fe de Israel.
En la fe de la Iglesia.
B. La resurrección de Jesús y su constitución como Señor de la historia forman parte de
un acontecimiento trascendente, que, sin embargo, tuvo (y tiene) sus signos
históricos.
C. Como con los de Emaús, Jesús sigue caminando hoy con nosotros, come y bebe con
nosotros. Comentar en grupo Lc 24, 13-35. Experiencias actuales.
D. Jesús es Señor de la historia. Pero ¿es Señor también de mi vida?
Tercer momento del encuentro: los catequistas se disponen para realizar la dinámica de la cebolla. U otra
dinámica conocida por quien dirija el encuentro.
Dinámica de la cebolla
Procedimiento:
1. Se elegirá a una persona voluntaria de entre el grupo que sea el/la granjero/a, mientras
que el resto del grupo será la cebolla.
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2. Los participantes que forman la cebolla deben disponerse todos juntos de forma
concéntrica, como formando las capas de una cebolla y el/la granjero/a debe intentar
separarlos para “ir pelando la cebolla”.
3. Cada vez que un integrante de la cebolla sea separado del grupo se convierte en
granjero/a y debe ayudar a pelar la cebolla.
4. Cuando se termine la dinámica debe darse un tiempo para que el grupo exprese qué
le ha parecido la actividad y qué ha sentido mientras la realizaba.
Si el grupo es muy grande pueden formarse varias cebollas.
Cuarto momento del encuentro: los catequistas en una cartulina, papel bon o cartón paja o el material
que se dispongan realizaran la siguiente actividad. Es necesario que el grupo se divida en tres partes y cada
parte tendrá un objetivo específico.
1. Primer grupo: tomará el crucifico y teniéndolo en cuenta realizaran una exposición
de 5 minutos sobre porque “el crucifijo es nuestra luz”
2. Segundo grupo: tomaran la sagrada escritura y teniéndola en cuenta aran una
exposición sobre porque “la sagrada escritura es nuestra luz”
3. Tercer grupo: tomaran el cirio encendido y teniéndolo en cuenta realizaran una
Exposición sobre porque “Cristo es representado en el cirio Pascual”
Nota: esto se realizara en equipo. Cada grupo debe trabajar como una sola unidad con un
mismo fin. Y se realizara durante 15 o 20 minutos.
Quinto momento del encuentro: los catequistas recibirán el anuncio kerigmatico.
El rostro de Dios Padre
Jesús, el mejor intérprete del Padre. El misterio religioso del hombre Jesús ha mostrado que
el gran misterio religioso del hombre consiste en reconocer a Dios como Padre en el corazón
de la propia vida. ¿Qué significa esto? Dios es el gran misterio del hombre, "a Dios nadie le
ha visto jamás" -dice San Juan (1, 18)-. Y dice también: "EI Hijo único que está en el seno
del Padre, es quien lo ha dado a conocer". En efecto, Jesús es el gran revelador, el mejor
intérprete del Padre. Cada acontecimiento de su vida deja al descubierto el rostro de Dios.
Sólo Jesús pudo revelarnos definitivamente quién es realmente Dios y sólo Él
lo continúa haciendo: "Nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera
revelar" (Mt 11, 27). Se trata de un conocimiento vital y salvador.
Jesús, revelador definitivo del plan de Dios. Una historia de amor Jesús, el revelador de Dios,
funda su misión en las decisiones del Padre, que se le van manifestando en el interior de los
mismos acontecimientos: Mi alimento es hacer la voluntad del Padre (Jn, 4, 34; Lc 22, 42;
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Jn 14, 10-31). Jesús invita a todos a abrirse como niños al plan de Dios (Mc 10, 15), un plan
preparado desde toda la eternidad y manifestado progresivamente en la historia humana, un
plan que le devuelve al hombre la confianza de que en todas las cosas interviene Dios para
bien de los que le aman (Rm 8, 28).
El comienzo del plan de Dios: "El espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas.
El plan de Dios es una historia de amor. Ya desde sus comienzos: la creación es un gesto de
amor por parte de Dios. Acoger el mensaje cristiano de la creación es creer en el amor. Es
poner el amor en el principio mismo del ser, es explicar el origen del mundo a partir de una
generosidad misteriosa. Es concebir el mundo como un don, considerar toda la realidad como
dependiente de una benevolencia vigilante. Utilizando una imagen expresiva, la del ave que
aletea sobre el nido donde nacerán sus polluelos, el relato bíblico de la creación (Gn 1, 1 ss.)
presenta la acción de Dios amorosa y vigilante sobre la realidad llamada por El a la
existencia.
El corazón de Dios Padre: entre el respeto a la libertad del hijo y la misericordia. El corazón
de Dios Padre lo manifiesta Jesús de forma incomparable en la parábola del hijo pródigo
(/Lc15,11-32), parábola que podría llamarse del padre misericordioso. En realidad, la figura
principal es elpadre. En el contexto del Evangelio, Dios no aparece como el padre que atranca
la puerta para que los hijos no salgan de noche, sino como luz que alumbra, como brújula
que orienta al hombre en sus opciones, que no lo abandona en el ejercicio arriesgado de la
libertad, y que crea nuevas perspectivas de liberación, rehaciendo los epílogos que parecían
desastrosos.
Confiar en Dios Padre y vivir fraternalmente con los demás hombres. Vivir con confianza en
Dios Padre no es posible sin vivir fraternalmente con los demás hombres. También desde
esta perspectiva, el segundo mandamiento de la Ley es semejante al primero (Mt 22, 39):
«Entonces clamarás al Señor y te responderá, gritarás y te dirá: Aquí estoy. Cuando destierres
de ti la opresión, el gesto amenazador y la maledicencia, cuando partas tu pan con el
hambriento y sacies el estómago del indigente, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad
se volverá medio dia» (Is 58, 9-10).
Un minuto con Dios.
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Finalmente como gesto significativo se pedirá a algunos de los participantes que en voz alta dirijan
una oración a Dios, en la cual le demos gracias por el llamado que Él nos ha hecho, para que nos
de la fuerza necesaria de seguir generosos con el anuncio del mensaje Kerigmático que Él nos ha
encomendado.
Yo soy la Luz del mundo.
Padrenuestro... Dios te salve María… Ntra. Sra. de Chiquinquirá: RUEGA POR NOSOTROS.
Actitud y compromiso del catequista: Realizar
una oración diaria de intercesión donde ores
por todos aquellos hombres y mujeres que no
creen, para que hayan misioneros que anuncien a Cristo
Luz del mundo.
TERCER ENCUENTRO:
CAMINAR CON CRISTO. Experiencias de personajes Bíblicos.
Disposición del lugar… se pide que se ubiquen las sillas en modo mesa redonda, se prevean
como signo una imagen de: Abraham y San Pablo.
Canto de ambientación… “cuando un Cristiano baila, baila, baila, baila//…mueve los pies, pies, pies, pies…. / mueve las rodillas-cadera-hombros-cabeza-vuelta etc…
Invocación trinitaria: “En el nombre del padre… abre mi corazón, Señor, a tu presencia en la palabra y en la comunidad.”
Actividad: crear un slogan publicitario en el que de modo creativo se invite a vivir
“Caminar en Cristo”.
Objetivo: los catequistas han de descubrir que su misión empieza
con un llamado personal, para ir a anunciar a Cristo a todos
aquellos que lo conocen, y no lo conocen. Hacer un anuncio
reflejando el amor de Dios para con el hombre.
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“Amados catequista nuestro caminar diario debe estar guiado por Jesús, principio y culmen
de nuestra existencia. El orienta nuestra vida y le da sentido, para así seguir dando lo mejor
de nosotros, llegando en comunidad a la santidad.
Oración para antes de la Palabra. (Posiblemente esta u otra con la misma intención, para ser
repetida por todos)
Señor Jesús, que en los momentos de
Oscuridad tú seas mi única luz,
Que cuando me sienta triste tú alegres mi corazón,
Para que cuando sea débil tú seas mi única
Fortaleza. Dios de amor mira con misericordia a
Nuestra Diócesis, a su labor de evangelización;
Y envía cada día mensajeros decididos a anunciarte
Con nuestra vida. Reconforta los corazones de los caídos y
Anima las esperanzas de tantos hombres y mujeres
Que confían su vida a tú presencia llena de amor.
Dándonos la gracia de ser
Instrumentos de tu misericordia.
Amen.
Texto bíblico:
Signo: (para el signo el animador pedirá que fijen su mirada en la imagen
de Jesús y María, donde estará puesta nuestra confianza).
¡NO TENGAN MIEDO A VIVIR UNA VIDA EN CRISTO!
Posibilidad de presentar el video ANEXO CD:
https://www.youtube.com/watch?v=4I42zWegOFQ
Dios habla a nuestro corazón:
MATEO 16, 24-28
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(Terminada la lectura del texto bíblico, el animador invocando la presencia del Espíritu Santo invitara a los
catequistas a reflexionar el texto bíblico; si es posible insistir en la lectura orante, y hacer una confrontación
entre lo planteado por Cristo.)
Podemos terminar con esta oración:
Que tu amor Señor venga a nuestro encuentro, ilumina siempre nuestro corazón
para estar disponibles a poner por obra tu palabra y que así tu gracia nos asista en
todas nuestras actividades. Danos señor a nosotros catequistas un corazón lleno
de confianza en Ti, para acompañar la experiencia de fe de tantos niños y jóvenes.
Con la Iglesia profundicemos:
En este espacio de profundización se leen o comparten los siguientes párrafos y se busca resaltar
el papel del catequista como discípulo que confía en su Señor. El catequista como cristiano está llamado a vivir de modo especial a caminar en
Cristo, pues su vida ha estado marcada por el amor que Dios nos ha tenido; es por
ello que estamos llamados a vivir a la altura del don recibido.
Manos a la Obra: “MI CONFIANZA PUESTA EN DIOS”
Posteriormente el animador dividirá la cantidad de asistentes en tres grupos o los
que el considere necesarios; se les entregara para la profundización por grupos uno
de los textos que aparece a continuación.
En un espacio de compartir ellos se escucharan y se harán preguntas profundizando los personajes
que se nos han dado para compartir.
Para finalizar este espacio de integración, reflexión y conocimiento. Es conveniente que los grupos
preparen de modo creativo una exposición de los puntos más importantes que reflexionaron en su
grupo de trabajo. LA ESENCIA DE ESTE EJERCICIO ES DESPERTAR EN LOS CATEQUISTAS
DISPONIBILIDAD PARA LA ESCUCHA, LA CERCANIA, DEJAR LOS TEMORES, Y DESCUBRIR
LA URGENCIA DEL COMPROMISO. ADEMAS DE CUALES SON UESTROS MIEDOS HOY DIA
PARA SEGUIR CON UN SÍ GENEROSO A DIOS.
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CAMINAR CON CRISTO. Experiencias de personajes Bíblicos.
Para muchos de nosotros entre el pueblo de Dios es un misterio la idea de un
llamado personal al servicio. Pensamos que es la presentación de una necesidad
de por sí constituye un llamamiento a atender esa necesidad y que más nada hace
falta. Otros dirían que el llamado general de la Gran Comisión de ir por todo el
mundo y predicar el evangelio, Mateo 28 y Marcos 16, es todo lo necesario para
que uno emprenda una obra misionera de por vida en el gran campo de la mies. Tal
vez todo esto parezca sensato, pero esta especie de razonamiento ha causado
muchas tragedias. Algunos corren sin haber sido enviados, caen al lado del camino
y como consecuencia se amargan.
La Biblia habla de por lo menos tres llamamientos:
A la salvación, Mateo 11,28-29. Al ser obedecido, es un llamado eficaz.
Al sacrificio, Romanos 12,1-2. Es a la consagración y al discipulado.
Al servicio, Marcos 1,17: “Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores
de hombres”.
En la esfera del servicio, a cada uno de nosotros le corresponde averiguar cuál es
la obra para la cual el Señor nos ha capacitado. Esto implica mucho tiempo con Dios
en oración en el lugar secreto. El Señor es quien llama, capacita y despacha al
servidor suyo, y le señala la tarea que debe realizar.
En la Biblia existen muchos ejemplos de hombres para ellos el ejemplo supremo del
servicio, único en todo sentido de la palabra, es nuestro Señor mismo. “Yo Yahveh
te he llamado en justicia, y te sostendré por la mano; te guardaré y te pondré por
pacto al pueblo, por luz a las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, para
que saques de la cárcel a los presos, y de casas de prisión a los que moran en
tinieblas”, Isaías 42,6-7.
Desde luego, Él es el perfecto Siervo de Yahveh cuya obra se describe tan
hermosamente en Isaías capítulos 40 al 66.
Abraham; el principio de la fe
El llamamiento de Abraham fue una divisoria en la historia. Según la cronología de Usher, él vivió en exactamente el punto intermedio entre Adán y Cristo. Los primeros once capítulos del Génesis cubren aproximadamente dos mil años, y desde Génesis 12 hasta la encarnación hay igual lapso de tiempo. Las dispensaciones de la conciencia y el gobierno humano estaban llegando a su fin y Dios estaba por hacer algo nuevo.
“El Dios de la gloria apareció a nuestro padre Abraham, estando en Mesopotamia, antes que morasen en Harán, y le dijo: Sal de tu tierra y de tu parentela, y ven a la tierra que yo te mostraré”, Hechos 7,2-3. Ur de Caldea era en ese entonces una civilización altamente desarrollada, como descubrió en 1926 el arqueólogo Leonard
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Wooley. Se nos informa que Abraham era muy rico en ganado, en plata y en oro, Génesis 13,2.
Las pruebas de la fe
Sus problemas vendrían de la familia, el hambre, el temor y la contienda.
Su primer problema tenía que ver con el círculo familiar. Dios había llamado a Abraham pero aparentemente su padre Taré asumió el control del grupo emigrante. “Tomó a Abram su hijo, y a Lot hijo de Harán, hijo de su hijo, y salió con ellos de Ur de los caldeos, para ir a la tierra de Canaán; y vinieron hasta Harán, y se quedaron allí”, Génesis 11,31- 32.
Harán quedaba en el lindero entre Mesopotamia y Canaán. El gran río Éufrates separaba los dos países. Uno comprende cómo se sentiría Taré. Cruzar el río sería dejar atrás de un todo la vida y tierra conocida, y prefirió quedarse a medio camino. ¡Pero murió! Ahora Abram tenía libertad para actuar; el impedimento a una obediencia entera había sido quitado.
El hambre dio lugar a la segunda prueba de fe para Abram. Cruzó el Éufrates y llegó a la tierra prometida. Desde esa ocasión en adelante sería conocido como el hebreo: el hombre del otro lado del río. El río le separaba para siempre de Babilonia; él nunca tomó licencia para regresar. Hasta el fin, era un extranjero y peregrino con un altar y una tienda.
Pero había hambre en la tierra, cosa que puede ser una prueba severa en cualquier época. Más del 50% de la población del mundo se acuesta cada noche hambriento. Aun el pueblo de Dios puede morir por falta de sustento, como los acontecimientos recientes en Angola nos mostraron. Puede haber hambre en Belén, la casa de pan, y tanto Moab como Egipto pueden lucir atractivos como lugares de refugio. Pero son terreno peligroso, como descubrieron Elimelec y Abram.
Abram decidió bajar a Egipto, donde encontró su próxima prueba, la del temor. Temía por su vida a causa de su esposa hermosa, Saray. Le pidió decir que era su hermana. Conforme a la costumbre oriental, era cierto; ella era hija de su padre pero no de su madre, y él se había casado con ella.
Pero el propósito era engañar y, como temía, Saray fue conducida al harén de Faraón. Dios intervino en misericordia. Saray recobró su libertad sin haber sido abusada; la compañía se marchó de Egipto, tal vez más triste y más sabía a raíz de la experiencia.
Al salir de Egipto de regreso a la tierra prometida, Abram enfrentó una cuarta prueba de su fe. Fue la de una contienda. Hubo choque entre los pastores del ganado de Abram y los pastores del ganado de Lot.
El cananeo y el ferezeo habitaban entonces en la tierra, y esa población pagana estaba observando. La afluencia presenta peligros. Los dos tuvieron que separarse; con benignidad Abram le dio a Lot la oportunidad de escoger su rumbo. Tristemente, éste escogió mal, y con resultados desastrosos. Lo que había visto en Egipto le influenció; las bien regadas llanuras del Jordán eran como la tierra egipcia, y él fue
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poniendo su tienda hacia Sodoma. Aquella estadía en Egipto tuvo repercusiones de largo alcance.
El ocaso de la fe
Dios le había prometido a Abram que en él y su simiente serían bendecidas todas las familias de la tierra. Dijo que su descendencia sería como el polvo de la tierra, Génesis 13,16, y las estrellas del cielo. El patriarca creyó a Dios y le fue contado por justicia, 15,5-6. Un pacto solemne lo confirmó; habría una descendencia terrenal y una celestial. Ahora su nombre sería Abraham, que quiere decir, “padre de muchas naciones”.
Pero no tenía prole. Dios le había dado la promesa y el pacto, pero muchos años habían corrido sin evidencia de su cumplimiento. ¿Dios se había olvidado? Abra-ham tenía 85 años, y por sugerencia de su esposa Sarai se casó con una esclava egipcia. Nació Ismael.
El triunfo de la fe
En el cumplimiento del tiempo nació Isaac, el hijo de la promesa. Dios no se había olvidado. Pero se presentó la prueba definitiva de la fe y obediencia de Abraham: “Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré”.
Abraham no titubeó. La fe había alcanzado su apogeo. El escritor a los hebreos nos cuenta que el patriarca pensó que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también volvió a recibir a Isaac.
Tres veces Abraham figura en las Escrituras como El Kalil, el amigo de Dios: 2 Crónicas 20,7, Isaías 41,8, Santiago 2,23. Cuatro veces en el Nuevo Testamento encontramos las palabras, “Abraham creyó a Dios;” Romanos 4,3-17, Gálatas 3,6 Santiago 2,23. Así era su vida.
Cuando Dios llama a uno y le manda a su obra, Él espera una obediencia implícita y una fe sencilla en su promesa de proveer lo necesario para cada día. Abraham es el ejemplo sobresaliente. En tiempos modernos George Müller en Inglaterra y Hudson Taylor en la China nos enseñaron la lección de que no ha cambiado el Dios de Abraham. Dijo Hudson Taylor: “La obra de Dios, realizada a la manera de Dios, siempre contará con el apoyo de Dios”. El siervo que Él ha enviado —encomendado por sus hermanos y gozando de la confianza de la iglesia local— que se dedica honestamente a la labor que le corresponde cada día, normalmente recibirá el sostén que requiere. Podrá ser probado como Abraham, pero Dios es fiel y cumple lo que promete; Hebreos 11,11.
Pablo; un pionero y plantador de iglesias
El apóstol Pablo era uno de los hombres más grandes de todos los tiempos, pero él no pensaba así. Se llama menos que el más pequeño de todos los santos. De que Dios le escogió en una coyuntura crítica de la historia del mundo, no hay duda. Poco antes de su nacimiento, hubo tres grandes sucesos:
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La carrera de Alejandro Magno había difundido el conocimiento del idioma griego en el mundo conocido.
La expansión del Imperio Romano había facilitado la comunicación y el gobierno por leyes.
La dispersión de los judíos, llamada la diáspora, con su uso del Antiguo Testamento y la creencia en un solo Dios, había penetrado la mayoría de los centros estratégicos.
En la Iglesia primitiva existía la necesidad de un hombre que contara con todo eso en su formación. Aquel era Saulo de Tarso, conocido luego como Pablo. Era a la vez hebreo y ciudadano romano por nacimiento. Además del griego, hablaba el hebreo, arameo y posiblemente otros idiomas también.
A.T. Robertson estima que éste nació en el año 1, aproximadamente, y falleció en el 66. ¡Cuánto logró en aquellos sesenta y seis años! Su intelecto, coraje, perseverancia, simpatía, integridad y tacto manifiestan que era de personalidad rica.
Su vida se puede dividir en cuatro períodos: fariseo, convertido, pionero y preso.
Saulo el fariseo
Este período ocupó unos treinta y cinco años, casi la mitad de su vida. Nació en Tarso, la capital griega del sureste de Asia Menor. Dijo que “era una ciudad no insignificante de Silicia”. Junto con Atenas y Alejandría, Tarso era centro uni-versitario, y sus estudiantes juntaban Oeste y Este. Era benjamita con el mismo nombre que el primer rey de Israel. Aprendió el oficio de fabricar tiendas de pelo de cabra.
Se formó en un ambiente liberal y griego, pero recibió su educación teológica a los pies de Gamaliel en Jerusalén. Llegó a ser fariseo estricto, caracterizado por intolerancia y fanatismo. No se sabe a ciencia cierta si era o no un miembro del Sanedrín, el parlamento de los judíos. Dijo que había votado a favor de la muerte de Esteban. Saulo llegó a ser amargado perseguidor y antagonista de los evan-gélicos; en sus años de madurez él haría mención de este hecho en dos de sus discursos y cuatro de sus cartas. En lenguaje de Génesis 49,27, era el benjamita lobo arrebatador.
Conversión y servicio
En la cúspide de su carrera como fanático, Pablo fue alcanzado en el camino a Damasco. Su conversión fue instantánea y dramática; vio el Cristo resucitado y escuchó su voz. Nos dice que era “ejemplo a los que habían de creer”, 1 Timoteo 1,16, y emplea tres términos para describir su experiencia:
Fue asido por Cristo Jesús, Filipenses 3,12 Fue iluminado por el resplandor, Hechos 26,13 Recibió una revelación, Gálatas 1,16
Su llamado al servicio tuvo cinco características:
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Dios le escogió antes de nacer, como hizo con Sansón y Juan el Bautista. “Agradó a Dios, que me apartó del vientre de mi madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí”, Gálatas 1,15.
Dios le dio su comisión en la ocasión de su conversión. Se la describe a Agripa en Hechos 26,15 al 18: “El Señor dijo: Yo soy Jesús, a quien tú per-sigues. Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti, librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío, para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados”.
El Señor le dijo a Ananías de Damasco en Hechos 9,15: “Instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel”.
En medio de una turba que le quería linchar, en un éxtasis en Jerusalén, recibió la orden: “Date prisa, y sal prontamente de Jerusalén; porque no recibirán tu testimonio acerca de mí. Vé, porque yo te enviaré lejos a los gentiles”, Hechos 22,17 al 21.
Y, en Antioquía, Hechos 13, 2, el Espíritu Santo decretó: “Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado”.
La Santa Trinidad se involucró en su llamamiento. Dios le llamó antes que naciese, Gálatas 1,15; el Señor lo llamó en el camino a Damasco; el Espíritu Santo hizo saber su voluntad en Antioquía.
Su preparación para el servicio ocupó diez años, más o menos. Primeramente en Damasco, Hechos 9,20-21; en Arabia, Gálatas 1,17; en Damasco de nuevo, Hechos 9,22 al 25; una visita a Jerusalén, 9,26 al 30, Gálatas 1,18; en su ciudad natal, Tarso, Hechos 9,30, 11,25; y, en Antioquía con Bernabé y la iglesia local, 11, 25-26. Esta etapa preparatoria fue importante, dándole tiempo para estudio y ajuste de su modo de pensar. Su amigo Bernabé fue una gran ayuda y estímulo.
Pionero y plantador
Esta etapa fue de unos quince años, desde el 44 hasta el 60. En tres grandes viajes misioneros, Pablo y otros vieron establecidas iglesias locales —“asambleas”— en centros estratégicos en todas cuatro provincias del Imperio Romano.
Un escritor estima que Pablo viajó más de 19.000 kilómetros con el Evangelio: 9000 por tierra, mayormente a pie, y casi 11.000 por mar. Nada de cruceros, ferrocarriles ni hoteles; para un hombre enfermo, fue una hazaña asombrosa.
Es llamativo también que el relato histórico en Hechos de los Apóstoles no dice nada sobre finanzas. Pablo trabajó a menudo con sus manos para proveer las necesidades de la vida. Sabemos que recibió donativos de Filipos, ¡pero no sabe-mos que haya apelado una sola vez por ayuda económica!
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El preso
En los seis años finales, Pablo estuvo encarcelado tres veces. Primeramente en Cesarea, luego dos años de arresto domiciliario en Roma, y —después de un breve lapso de libertad— su reclusión final y ejecución.
El Evangelio penetró la casa de Nerón mismo. La pluma del apóstol nos dejó una herencia rica, ya que “las epístolas carcelarias” —Efesios, Filipenses, Colosenses y la joya que es la carta a Filemón— son tesoros sin precio. Hay también “las epístolas pastorales” —1 y 2 Timoteo y Tito— que contienen las instrucciones finales de Pablo sobre la vida personal y en la asamblea.
El llamamiento, comisión y carrera de Pablo ofrecen un enorme estímulo y ejemplo para nosotros en estos tiempos. Por todos lados hay una gran necesidad del evangelista y el plantador de iglesias, y también de los que dedican su talento literario a la gloria de Dios y la edificación de los santos.
Para concluir estos ejemplos de personajes bíblicos podríamos decir que Dios, llama y capacita a toda persona y todos somos producto de un amor grande de Dios para con nosotros; somos necesarios y necesitamos ayudar en la evangelización para que toda persona conozca a Dios “Id y predicad el evangelio”.
Al final del tema se pide a los catequistas que elaboren mensajes o frases de motivación
para ser un buen catequista sin miedo a anunciar a Cristo
De la reflexión que surge en torno al tema anterior se propone que como grupo de
catequesis han de asumir dos tareas concretas y ellos mismos fijar las fechas: la primera de ellas es
ir a visitar un orfanato o lugar donde hayan niños en los cuales se les pueda enseñar los principios
fundamentales de nuestra Fe.
La segunda es recolectar un mercado y compartirlo con una familia necesitada, aprovechando el
momento para elevar con esa familia una oración.
Al final expondrán cada uno de los grupos y se procede a acomodarse como al inicio.
Un minuto con Dios.
Finalmente como gesto significativo se pedirá a algunos de los participantes que en voz
alta dirijan una oración a Dios, en la cual le demos gracias por el llamado que Él nos ha hecho, para
que nos de la fuerza necesaria de seguir generosos con el anuncio del mensaje Kerigmático que Él
nos ha encomendado.
Oh, Señor, hazme un instrumento de Tu Paz.
Donde hay odio, que lleve yo el Amor.
Donde haya ofensa, que lleve yo el Perdón. Donde haya discordia, que lleve yo la Unión.
Donde haya duda, que lleve yo la Fe.
Donde haya error, que lleve yo la Verdad.
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Donde haya desesperación, que lleve yo la Alegría.
Donde haya tinieblas, que lleve yo la Luz.
Oh, Maestro, haced que yo no busque tanto ser consolado, sino consolar;
ser comprendido, sino comprender;
ser amado, como amar.
Porque es:
Dando, que se recibe;
Perdonando, que se es perdonado;
Muriendo, que se resucita a la
Vida Eterna.
Padrenuestro... Dios te salve María… Ntra. Sra. de Chiquinquirá: RUEGA POR NOSOTROS.
Actitud y compromiso del catequista: Realizar una oración diaria de
intercesión donde ore por todos los misioneros del mundo, especialmente por
aquellos que están en los lugares más difíciles de evangelización.
.
Medita con alegría:
El Señor te ha llamado a ti, para que seas un vivo
ejemplo de santidad y así puedas llevar a otros niños,
jóvenes y adultos al Reino de los Cielos
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Cuarto Encuentro.
¡EXPERIENCIA KERIGMATICA- UN NUEVO PENTECOSTÉS!
Disposición del lugar… ubicar las sillas en modo mesa redonda, prever las fichas para la
primera actividad, papel periódico, y revistas religiosas o similares y papel bond. En el centro del
lugar una imagen de Pentecotés).
.
Se deja de fondo una canción instrumental.
En este cuarto encuentro tendremos como personaje para reflexionar y meditar a la Virgen María
mujer orante en la espera del Espíritu Santo.
Canto de ambientación… Si el Espíritu de Dios se mueve en mí. / Si el Espíritu de Dios se mueve en mí, Yo canto como David. / (2) / Yo canto, yo canto, Yo canto como David. / (2) / Si el Espíritu de Dios se mueve en mí, Yo bailo como David. / (2) / Yo bailo, yo bailo, Yo bailo como David. / (2)
Objetivo: Reconocer la importante tarea que tenemos
nosotros los Bautizados, en anunciar el Reino de los Cielos, a
todas las gentes, especialmente a aquellos lugares que más
sufren.
Invocación trinitaria: “En el nombre del Padre… te Pido Señor la presencia del Espíritu santo para que pueda entender lo que quieres para mi vida, que sea Tu misma palabra quien me
guie en este caminar junto a Ti.
Actividad: se entregan a los participantes un trozo de papel, y se pide coloquen en
“Queridos amigos... el Espíritu Santo dador de vida nos ayude a
construir un mundo mejor, donde nosotros mostremos el rostro de Dios con los
hermanos”
Oración para antes de la Palabra. (Posiblemente esta u otra con la misma intención, para ser
repetida por todos)
Dios de amor y misericordia
Que miras con amor a los que acuden a ti.
Concede a los que nos encontramos unidos por tu Palabra
Que cada día logremos con generosidad
Ser artífices de un mundo mejor.
Que también nosotros como catequistas podamos amarte y seguirte;
Tu que nos has mirado con misericordia y nos has llamado de modo prodigioso
Concédenos responderte con generosidad; Sabiendo que a quien mucho se le perdona
mucho ama. Encomendamos en este primer encuentro a todos los sacerdotes,
Que ellos en este año de gracia puedan ser testigos De tu misericordia en sus lugares de
apostolado; Y que nosotros tocados por tu Palabra podamos descubrir con nuevo
dinamismo La misericordia que nos sale al encuentro
En tu Hijo Jesucristo. Amen.
Texto bíblico
Signo: (para el signo el animador pedirá que fijen su mirada en la frase:
Estaré con ustedes hasta el fin del mundo).
¡Mediante la oración, el discípulo se asemeja a su maestro, para
llegar así ha agradar al Padre que está en los cielos!
Haz un dibujo donde representes
el Espíritu Santo
¿He dejado que el Espíritu Santo habite en mi vida?
Hch 2, 1-13
La palabra hecha carne, le habla a tu corazón
(Terminada la lectura del texto bíblico, el animador invocando la presencia del Espíritu Santo invitara a los
catequistas a reflexionar el texto bíblico; si es posible insistir en la Lectura Orante, posteriormente se comparten
en voz alta las acciones concretas de misericordia que se escribieron al respaldo del papel y se pide que Dios
bendiga la vida y nos ayude a comprender la palabra.) Dios de amor, ayuda a nuestros catequistas de la Diócesis de Cúcuta a ser testigos de tu
amor; que tu Palabra se encarne en nosotros y que nuestra respuesta sea un SI generoso.
Con la Iglesia profundicemos:
En este espacio de profundización se leen o comparten los siguientes párrafos y se busca resaltar el papel del catequista como discípulo orante.
El anuncio tiene por objeto a cristo crucificado, muerto y resucitado: en él se realiza la plena y auténtica liberación del mal, del pecado y de la muerte; por él, Dios da la “nueva vida”, divina y eterna. Esta es la “Buena Nueva” que cambia al ser humano y la historia de la humanidad, y que todos los pueblos tienen el derecho a
conocer. Este anuncio se hace en el contexto de la vida humana y de los pueblos que lo reciben.
Manos a la Obra: “”
Posteriormente el animador dividirá la cantidad de asistentes en tres grupos o los
que el considere necesarios; se les entregara para la profundización por grupos uno
Oremos con la palabra y compartamos.
Pide a Dios la presencia del Espíritu
Santo en tu corazón.
Ven Espíritu Santo…
¿Mediante la oración te
haces un mejor maestro de la
Fe?
de los textos que aparece a continuación. Se recomienda que cada grupo profundice en un tema
presentado.
El Espíritu Santo dado en Pentecostés por el Cristo crucificado y resucitado y la Iglesia como «comunión del Espíritu Santo» en el NT. El testimonio del NT sobre el Espíritu es amplio y articulado, asumiendo y conjugando entre sí las diversas perspectivas presentes en el AT e imprimiendo sobre ellas la unidad y la novedad del acontecimiento cristológico, a partir de la clave de lectura que nos ofrece su culminación pascual. Las dimensiones de este testimonio que pueden tomarse en consideración son las siguientes: 1) el testimonio sinóptico de la presencia del Espíritu en la misión del Cristo histórico; 2) el acontecimiento pentecostal como lugar de la efusión escatológica del Espíritu (en el testimonio de Lucas y en el de Juan); 3) la experiencia del Espíritu dentro de la vida y de la misión de la comunidad de la nueva alianza (Pablo y los Hechos de los apóstoles); 4) y, finalmente, el testimonio sobre la identidad del Espíritu Santo, a la luz del acontecimiento pascual y eclesial, sobre todo en el cuarto evangelio. No nos detendremos, sin embargo, en el papel del Espíritu en la realización del acontecimiento pascual, ya que se trató de él en la voz «Pascua». EL TESTIMONIO SINÓPTICO DE LA PRESENCIA DEL ESPÍRITU EN LA MISIÓN DEL CRISTO HISTÓRICO. En el estrato pre-pascual de los sinópticos, Jesús de Nazaret se presenta como el Mesías, el Ungido de YHWH sobre el que reposa la plenitud del Espíritu. Ya la escena del bautismo se describe como una consagración mesiánica de Jesús de Nazaret (cf. Mc 10, 38; Lc 1, 9-11) Y probablemente, precisamente a partir de esta escena de unción mesiánica, toda la existencia de Jesús y su ministerio se comprenden como un único bautismo (cf. Mc 10, 38; Lc 12, 49-50). También la inauguración del ministerio mesiánico en la sinagoga de Nazaret, tal como se describe en Lc 4, 16-20, se interpreta como una unción del Espíritu con referencia al texto mesiánico de Is 61, lss; y toda la existencia y el ministerio de Jesús se leen como un acontecimiento en el Espíritu: el kerigma y la praxis, los exorcismos y los milagros, todo ocurre en virtud y bajo el impulso del Espíritu. EL ACONTECIMIENTO PENTECOSTAL COMO LUGAR DE LA EFUSIÓN ESCATOLÓGICA DEL ESPÍRITU. La tradición neo-testamentaria nos atestigua la experiencia y la comprensión apostólica del don del Espíritu Santo recibido por la comunidad de la nueva alianza en estrecha vinculación con el acontecimiento pascual de Jesús, aunque solamente dos textos, el uno al comienzo de los Hechos de los apóstoles (2, 1-13) y el otro al final del cuarto evangelio (20, 19-23), ofrecen un contexto histórico preciso y describen las condiciones de la primera comunicación escatológica del Espíritu por parte del Cristo resucitado. Los dos relatos están de acuerdo en lo esencial: la efusión del Espíritu tiene lugar inicialmente y de modo fontal sobre los apóstoles, por parte de Cristo resucitado, y en Jerusalén.
La experiencia del Espíritu dentro de la vida y de la misión de la comunidad de la nueva alianza (Pablo y Hechos de los Apóstoles). Son sobre todo los Hechos de los apóstoles y el epistolario paulino los que describen con gran riqueza la vida de la Iglesia apostólica como vida de la comunidad de la nueva alianza en la fuerza del Espíritu de Pentecostés. San Lucas subraya, en particular, el papel del Espíritu como Espíritu de profecía y de testimonio y como principio de irradiación universal de la salvación: en cuanto que es el Espíritu Santo el que mueve a los apóstoles y a toda la comunidad cristiana a llevar a todos los hombres la buena nueva de Cristo para recogerlos en una sola familia. San Pablo, sin olvidar este aspecto (pensemos solamente, por ejemplo, en la presencia en las comunidades paulinas de los carismas de la profecía y del don de lenguas), subraya sobre todo la acción del Espíritu como principio del amor y de la comunión que liga a los hombres, en Cristo, con el Padre y entre sí. Todo esto tiene su raíz en el hecho de que el don del espíritu hace al creyente «hijo» del Padre en Cristo, según la enérgica y precisa afirmación de la carta a los Romanos: «y vosotros (...) habéis recibido un espíritu de hijos adoptivos por medio del cual gritamos: "Abba, Padre". El mismo Espíritu atestigua a nuestro espíritu que somos hijos de Dios» (8,15-16). Al hacerlos «hijos», los hace también «un solo cuerpo» (2Cor 12,13), una «comunión del Espíritu Santo» (2 Cor 13,13). Así, pues, el Espíritu es aquel principio de la libertad (2 Cor 13,17) y del amor (Rom 5,5; 2 Cor 13,13), de donde nace y se edifica la unidad eclesial; y los dones que cada uno recibe del Padre por medio del Espíritu Santo (los carismas) se reciben y hay que ejercitarlos para edificar la unidad de la comunidad (1 Cor 12-14). En este sentido, la Iglesia es para Pablo el comienzo de la nueva creación, que abarca también al cosmos (Rom 8), ya que el Espíritu Santo ha sido interiorizado en el corazón de la humanidad y de la historia, y desde aquí (como principio y como «arras» de la manifestación plena de la gloria del Padre en sus hijos y en la creación) derrama sin cesar la fuerza renovadora y recapituladora de la resurrección. MARÍA Y PENTECOSTÉS. Una última e importante dimensión del acontecimiento pentecostal, que es preciso tener en cuenta, aunque sólo sea de pasada, se refiere a la presencia y al papel de María, la Madre de Jesús, en este momento constitutivo de consumación del acontecimiento cristológico y de su culminación pascual. En los Hechos de los Apóstoles se menciona la presencia de María al lado de los apóstoles, de algunas mujeres y de los hermanos de Jesús, en el cenáculo, en actitud de concordia y de oración (1, 12-14), en espera del don del Espíritu prometido por Jesús (1, 7-8).Esta presencia de María al comienzo de la Iglesia es copia de su presencia al comienzo de la vida histórica de Jesús (Lc 1, 26-38); en ambos casos, el que obra el nacimiento de Jesús y el nacimiento de la Iglesia es el Espíritu Santo (Lc 1, 35; He 2, 4). De forma delicada y alusiva, la obra lucana quiere por tanto subrayar que la efusión del Espíritu a través del Mesías sobre todo el pueblo nuevo se realiza a través del «fíat» y de la presencia maternal orante de María. En otro contexto teológico, esta misma presencia se subraya en el evangelio de San Juan. También aquí, el primer signo a través del cual Jesús muestra su gloria a los discípulos en las bodas de Caná (Jn 2, 1-12), tiene lugar en presencia y por la mediación de la Madre de Jesús.
Lo mismo ocurre bajo la cruz, donde la «entrega del Espíritu» (19, 30) por parte de Jesús y el manar de «sangre y agua» de su costado traspasado por la lanza (19, 34) se encuadran en una escena de profundo significado eclesiológico. Al comienzo de la escena aparecen María y las mujeres al pie de la cruz y se menciona la entrega de la madre al discípulo que amaba Jesús, indicándose en María, la «nueva Sión», la comunidad 'de la nueva alianza que recibe el don del Espíritu, engendrando como hijos de Dios a los hombres (confiados en Juan a María) (19, 25-27). Al final, la cita del pasaje de Zacarías: «Mirarán al que traspasaron» (Zac 12, 14, en Jn 19, 37), indica a Cristo crucificado como el punto de convergencia y de atracción de los hombres, que en este converger hacia él —por el Espíritu— se convierten en Iglesia, en «lo uno», según la expresión misma de Jesús: «Cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí» (Jn 12, 32), y la del evangelista: «Jesús tenía que morir para reducir a uno solo a los hijos de Dios que estaban dispersos» (Jn 11, 52). Así, pues, también en la perspectiva de Juan el acontecimiento pentecostal tiene una dimensión mariológica intrínseca, como primicia y mediación al mismo tiempo de su fruto eclesiológico. PARA RECORDAR: El reto principal de la pastoral de hoy es • Que el kerigma deje de ser el gran desconocido • Que no sea visto como un tema intelectual o charla • Que se comprenda con actitud humilde la necesidad personal del encuentro con Jesucristo vivo. Anunciar a Cristo es actualizar en quienes escuchan la proclamación de la Revelación del Padre, en el Hijo, por el Espíritu Santo. El apóstol san Pablo enuncia el núcleo kerigmático:
Profesión de fe cristiana
“Creemos que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras;
que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras;
que se apareció a Cefas y luego a los doce”. (1 Co 15,3-5)
Demos gracias a Dios.
Finalmente como gesto significativo se le pide a cada participante que haga una oración pidiendo el
Espíritu Santo para su vida, y que así como los primeros discípulos oraban en comunidad, ese mismo
Espíritu nos ayude a vivir como hermanos.
Gracias Señor por este encuentro Fortalece la vida de nuestros catequistas
Y ayúdanos a cimentar nuestra existencia en el amor. Que también nosotros podamos ser testigos de tu misericordia
Y experimentemos a la luz Del crucificado la fuerza renovadora que nos
Lanza a la misión. Pidamos a Cristo Jesús que nos ayude a ser
Misericordiosos como el padre.
Padre Nuestro……….Dios te salve María…. Ntra. Sra. De Fátima: RUEGA POR NOSOTROS.
Catequista Maestro en la oración: Recuperar el valor del silencio.
Medita con alegría:
Jesús también oraba al Padre, nos
recuerda y nos enseña cómo debemos
orar. Que esta semana que empieza
podamos enseñarle a nuestros
hermanos a orar
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