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7/21/2019 Coverdale John - La Fundacion Del Opus Dei
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LA FUNDACIN DEL OPUS DEI. John F. Coverdale
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LA FUNDACIN DEL OPUS DEI
Por John F. Coverdale
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Sumario
Introduccin
Captulo 1 La fundacin del Opus Dei (2 de octubre de 1928)
Captulo 2. Los primeros aos (19021925)
Juventud
Vocacin
El seminario de Logroo
ZaragozaInspector del Seminario
Estudios de Derecho
Ordenacin sacerdotal
Captulo 3. Aos de preparacin (1925-1928)
Sin sitio en Zaragoza
Madrid
Entre los pobres y enfermos
La Academia Cicundez
Captulo 4. Los primeros pasos (1928-1930)
La situacin socio econmica
Contexto poltico
El contenido de la visin fundacional
Primeros obstculosEdificar sobre la oracin y el sacrificio
Los primeros pasos
Mujeres en el Opus Dei
Zorzano
El nombre Opus Dei
En busca de un nuevo puesto
Captulo 5. El ambiente se torna hostil (1931)
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La Segunda Repblica
El anticlericalismo espaol
La quema de conventos
Las medidas anticlericales del Gobierno Provisional
Las Cortes Constituyentes
La reaccin de Escriv ante el creciente anticlericalismo
Responder con Avemaras
Captulo 6. Nuevas luces (1931)
Levantar la Cruz
Para todos los tiempos y lugares
Hijos de DiosInfancia espiritual
Obras son amores
Captulo 7. Intentos de abrir camino (1931-32)
Del Patronato de Enfermos a Santa Isabel
De nuevo entre los enfermos
A travs de los montes las aguas pasarn
Somoano y las conferencias de los lunes
Las primeras mujeres del Opus Dei
Nuevos ataques del gobierno a la Iglesia
Muertes en la familia
En la crcel de Madrid
Los frutos de un retiro
La Obra de los santos Rafael, Miguel y Gabriel
Hombres y mujeres de oracinLa situacin personal de Escriv
Captulo 8. Poner los cimientos (1933)
Los primeros crculos de San Rafael
Nuevos miembros
En el hogar de Escriv y en los hospitales y chabolas de Madrid
Plan de vida
Nuevas pruebas
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Captulo 9. El primer centro (1933-1934)
Tensin y violencia como teln de fondo
La Academia DYA
El tono de la academia
Una isla de paz y trabajo en un mar turbulento
Actividades de formacin en DYA
Meditaciones
Dificultades econmicas
Captulo 10. Obstculos y crecimiento (1934-1935)
La Academia-Residencia DYALa revolucin de 1934
La crisis financiera de DYA
El primer oratorio del Opus Dei
Crticas y relaciones con la Jerarqua
Formalizar el compromiso de los miembros
Nuevos fieles del Opus Dei
Captulo 11. Planes de expansin (1935-36)
La situacin poltica y social empeora
Planes de expansin
Descenso al caos
Nuevos miembros y traslado de Zorzano a Madrid
Dificultades en el apostolado con sacerdotes y mujeres
La primera romera
ltimas semanas antes de la Guerra Civil
Captulo 12. Los comienzos de la Guerra Civil (julio de 1936 marzo de 1937)
El levantamiento militar
Dimensin internacional de la Guerra Civil
Revolucin y violencia anticlerical en la Espaa republicana
El gobierno Giral y la revolucin
La lucha por Madrid (julio de 1936 marzo de 1937)
De la insurreccin militar al Movimiento Nacional
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Franco toma el poder en la Espaa Nacional
Largo Caballero sustituye a Giral
Captulo 13. Huida en el Madrid revolucionario (julio 1936 - marzo 1937)
Las primeras semanas de la Guerra Civil
En movimiento
En el sanatorio psiquitrico del Doctor Suils
Del Portillo, Hernndez de Garnica, Jimnez Vargas y Casciaro.
Captulo14. Las ltimas etapas de la Guerra Civil (marzo 1937abril 1939)
La Guerra en el norte (marzo noviembre 1937)
Fusin de Falange con los CarlistasCrece la influencia comunista en la Espaa republicana
El Gobierno de Negrn
Contina la guerra (noviembre de 1937noviembre de 1938)
Franco forma gobierno
El final de la Guerra Civil
Captulo 15. En la Legacin de Honduras (marzo - octubre 1937)
La Legacin de Honduras
Crecer para adentro
Zorzano
Escriv y Jimnez Vargas dejan la legacin.
Captulo16. El paso de los Pirineos (octubre-diciembre 1937)
Madrid-Valencia-Barcelona
Espera sin fin en BarcelonaEscondidos en el bosque de Rialp
A travs de los montes
En Andorra y Lourdes
Captulo 17. La poca de Burgos (diciembre 1937 octubre 1938)
Navidades en Pamplona
Traslado a Burgos
El Hotel Sabadell
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Pobreza y penitencia
De un Padre a sus hijos
El auxilio divino
Grabado en piedra
Por tren y por carta
Captulo 18. En Madrid y en Burgos (octubre 1937marzo 1939)
El paso al otro lado del frente
Reunin temporal en Burgos
lvaro del Portillo
ltimos meses en Burgos
Preparativos para el regreso a Madrid
Captulo 19. Espaa en una Europa en Guerra (1939 1945)
Espaa y la Segunda Guerra Mundial
El clima poltico
El ambiente religioso
La economa
Captulo 20. Reconstruccin y expansin en Madrid (1939 - 1940)
En el rectorado de Santa Isabel
Una nueva residencia en Madrid
Los miembros de la Obra en la residencia
Discrecin
El espritu de la residencia Jenner
Mayores responsabilidades para los primeros
Nuevos centros y actividades de formacinCamino
Zorzano
Captulo 21. Expansin fuera de Madrid (1939-1942)
Un retiro en Valencia
Gracias tumbativas
Jos Orlandis
El Cubil
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Una residencia universitaria en Valencia
Valladolid
Zaragoza
Barcelona
La actitud de los primeros
Captulo 22. Vuelve a empezar la labor con las mujeres (1939-1943)
El trabajo apostlico con mujeres en Madrid
Valencia
Len
Muerte de la madre de Escriv
El primer centro de mujeres
Captulo 23. Oposicin y nuevo desarrollo (1940-1943)
Crticas y oposicin
La oposicin de la Falange
Oposicin en la Universidad
Oposicin de otros catlicos
Reaccin a la persecucin
Primera aprobacin del Opus Dei
La Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz
Captulo 24. Eplogo
Cronologa del Opus Dei y su Fundador.
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Introduccin
El Opus Dei es una parte de la Iglesia Catlica. Tcnicamente, una prelatura personal,cuyo fin es promover entre catlicos de todas las clases sociales una vida totalmenteacorde con su fe. Ayuda a sus miembros y a otras personas a convertir su trabajo y elresto de actividades que forman el da a da de sus vidas en ocasiones de amar a Dios yde servir a sus semejantes, hombres y mujeres, recordndoles que todos los bautizadosestn llamados a buscar la santidad y a extender el Evangelio. Hoy da cuenta con msde 80.000 fieles de 90 nacionalidades: 47.000 en Europa, 28.000 en Amrica, 5.000 enAsia, el Pacfico y Australia, y 2.000 en frica. Segn Vittorio Messori, el periodistaitaliano que colabor con Juan Pablo II en el best seller Cruzando el Umbral de laesperanza, la importancia eclesial del Opus Dei y su proyeccin social estnempezando a notarse ahora. Slo el tiempo la dar a conocer en toda su amplitud1.
Este libro cuenta la historia temprana del Opus Dei, cuando slo era una pequea
semilla que empezaba a florecer. Eleg 1943 como el punto final del comienzo de suhistoria. En aquel tiempo el Opus Dei slo contaba con unos doscientos fieles, todosellos solteros, estudiantes universitarios o recin licenciados y que vivan en Espaa.Sin embargo, ya en 1943 el fundador del Opus Dei, el beato Josemara Escriv, tena enmente todas sus caractersticas esenciales y cmo se pondran en prctica. Todo lo quevino despus, y lo que est por venir, fue, pues, un desarrollo de lo que ya existaentonces.
Echando la vista atrs despus de ms de medio siglo, sera fcil suavizarinconscientemente la dureza de la historia de los comienzos a la luz del crecimientoposterior. El principal obstculo para el desarrollo del Opus Dei en un principio fue la
novedad de su mensaje: la bsqueda de la santidad en la vida ordinaria. Todava hoy, apesar de las enseanzas del Vaticano II sobre la llamada universal a la santidad y eldesarrollo de una rica teologa sobre los laicos, a muchos catlicos por tener una visinclerical de la Iglesia les resulta difcil de comprender. Treinta aos antes del ConcilioVaticano II, la afirmacin de que enfermeras, abogados, empleados de fbrica ytrabajadores del campo estaban llamados por Dios a buscar la santidad en medio de susocupaciones se le antojaba a mucha gente, tambin a muchos eclesisticos, como algohertico. De los pocos que admitan esa posibilidad terica de buscar activamente lasantidad en la vida ordinaria, muchos consideraban quijotesco dedicarse realmente aello: Si fuera a tomarme mi religin tan en serio, pensaban, lo mejor sera que mehiciera sacerdote.
Adems de esta dificultad intrnseca, el Opus Dei encaraba otra multitud de obstculos.Su fundador era un joven sacerdote sin dinero ni contactos. Si pasaba grandes apurospara ganar el dinero necesario con que mantenerse, viviendo muy modestamente, l, sumadre, su hermana y su hermano pequeo, cunto ms para sacar adelante lasactividades del Opus Dei. Por otro lado, no perteneca a la dicesis de Madrid, dondenaci el Opus Dei, y por tanto se encontraba con la constante amenaza de ser expulsadode ella.
Poco despus de la fundacin del Opus Dei, Espaa empez a ser testigo de una serie deataques legales a la Iglesia, a la vez que de brotes de violencia anticlerical. En este
1Vittorio Messori. OPUS DEI. UNA INVESTIGACIN. Eiunsa. Barcelona, 1994, p. 16.
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clima, muchos jvenes que se tomaban en serio su fe se dedicaron con tanto ahnco aactividades polticas, incluso a la resistencia armada frente a la violencia anticlerical,que encontraban difcil o imposible entender la importancia que el fundador del OpusDei daba a la vida interior de oracin y sacrificio.
Unos aos ms tarde, cuando el Opus Dei tena un pequeo ncleo de miembros y habaadquirido un inmueble en el que llevar a cabo sus actividades, comenz la Guerra Civilespaola y, con ella, lo que muchos han juzgado como la ms sangrienta persecucinque la Iglesia ha padecido en Europa occidental. Miles de personas sacerdotes,religiosos y laicos fueron asesinadas por sus convicciones religiosas. Se quemaronnumerosas iglesias y se prohibieron las ceremonias religiosas. El fundador y losprimeros miembros de la Obra se vieron obligados a esconderse. Durante tres aos, lasactividades de formacin del Opus Dei se vieron obstaculizadas por la guerra, durante lacual qued destruido el nico centro. Dos miembros murieron en el frente y algunosotros no perseveraron a causa de las difciles condiciones a las que se vieron sometidosdurante la guerra.
No bien hubo acabado la Guerra Civil y el Opus Dei reanudado sus actividades, estallla Segunda Guerra Mundial. Espaa no estuvo envuelta directamente en ella, pero elclima de tensin y de incertidumbre que cre, unido al periodo de dureza y escasezeconmica de la posguerra, fue un nuevo obstculo para el crecimiento del Opus Dei.Adems, el Opus Dei empez a sufrir una serie de crueles ataques. Algunos venan delos enemigos de la Iglesia que queran impedir a los catlicos tomar en serio su fe; otrosprocedan de algunos polticos, contrarios a la defensa que haca el Opus Dei de lalibertad poltica de los catlicos y a su negativa a suscribir la doctrina polticadominante. Los ataques ms importantes vinieron, sin embargo, de algunos sacerdotes yreligiosos que vean el mensaje del Opus Dei acerca de la vocacin de los laicos comohertico y como una amenaza para los seminarios y la vida religiosa.
A pesar de todas estas dificultades, el Opus Dei no slo sobrevivi, sino que seconsolid. Su supervivencia y crecimiento no son, sin embargo, conclusiones que sedaban por supuestas. Se deben, principalmente, a la gracia de Dios y, tambin debenmucho al valor extraordinario, fortaleza y fe del fundador y de sus primeros seguidores,que este libro documenta.
* * *
Este estudio est basado en libros y artculos ya publicados. Las fuentes en las quedescansa son fragmentarias e irregulares. Hay material abundante sobre muchosacontecimientos; sobre otros, muy poco; y casi nada, acerca de algunos. Por diversasrazones, tambin la caridad hacia quienes no perseveraron en el Opus Dei, las fuentesaccesibles se refieren exclusivamente a la gente que continu en el camino emprendidoy contribuyeron al crecimiento y desarrollo del Opus Dei.
El texto incluye muchas citas del Beato Jos Mara Escriv. Algunas estn tomadas desus obras escritas, publicadas y no publicadas. Otras, de notas sobre lo que dijo endiversas ocasiones. Me remito, con frecuencia, al Archivo General de la Prelatura delOpus Dei, que el lector ver en las notas con las siglas AGP.
Aunque no puedo citar a todos individualmente, no quiero dejar de expresar un especialagradecimiento a Stanley G. Payne, que fue mi maestro en la Universidad deWisconsin.
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* * *
O hablar por primera vez del Opus Dei en Milwaukee, Wisconsin, en 1958. Pocodespus me incorpor a l. Desde 1960 a 1968 estudi en el Colegio Romano de la
Santa Cruz, perteneciente al Opus Dei, donde tuve la oportunidad de conocer y trabajarcon su fundador, Josemara Escriv de Balaguer, que fue beatificado por el Papa JuanPablo II en 1992 y ser canonizado el 6 de octubre de 2002. Aparte de un breve eplogo,todos los acontecimientos narrados en este libro ocurrieron mucho tiempo antes de queoyera hablar del Opus Dei por primera vez. No estn por eso basados en mi observacindirecta. El relato est, sin embargo, como es lgico, impregnado de mi experienciapersonal.
Nueva York, mayo de 2002
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Captulo 1
La fundacin del Opus Dei (2 de octubre de 1928)
El martes 2 de octubre de 1928, fiesta de los Santos ngeles Custodios, era el segundoda de unos ejercicios espirituales organizados para sacerdotes diocesanos en una casaque los Padres Pales tenan en lo que entonces eran las afueras de Madrid. Los seissacerdotes que participaban en aquella tanda ya haban celebrado Misa, desayunado ytambin haban rezado juntos parte del breviario correspondiente a aquella jornada yledo algunos pasajes del Nuevo Testamento. Hacia las 10 de la maana, el jovensacerdote Josemara Escriv, de 26 aos, se dirigi a su habitacin.
All, solo, se puso a revisar y ordenar algunas notas personales de los ltimos aos quehaba llevado consigo. En ellas, haba escrito una serie de gracias e inspiraciones
divinas que Dios le fue concediendo como respuesta a diez aos de intensa oracin enlos que haba hecho suyas las palabras que el ciego del Evangelio dirigi a Jess cuandole pregunt qu quera: "Seor, que vea!". Escriv tena la seguridad de que Diosquera de l algo concreto, pero las mociones que tuvo hasta la fecha eran tanincompletas y parciales, que a duras penas poda intuir lo que el Seor verdaderamentedeseaba. Con el paso de los aos, era frecuente que describiera esas gracias recibidasantes del 2 de octubre de 1928 como "barruntos" de lo que Dios le peda.
En el preciso instante en que las campanas de la cercana iglesia de Nuestra Seora delos ngeles repicaban alegremente para celebrar la fiesta del da, aparecieron de prontolas piezas que faltaban para completar una imagen que ahora vea con nitidez. Escriv
vio cmo Dios quera que hubiera una porcin de la Iglesia, compuesta por gente detoda condicin, que se dedicara a incorporar a su vida -y lo comunicara a su vez aamigos, vecinos y colegas- el fascinante mensaje evanglico de que Dios llama a todo elmundo a la santidad, sea cual sea su edad, condicin social, profesin o estado.
En una anotacin recogida por Escriv en 1930, en lenguaje casi telegrfico, se resumeel contenido de la visin que tuvo el 2 de octubre de 1928: "Simples cristianos. Masa enfermento. Lo nuestro es lo ordinario, con naturalidad. Medio: el trabajo profesional.Todos santos!"2. El escritor francs Francois Gondrand nos ha legado una versin mspotica de la misma idea: "miles, millones de almas que elevan sus oraciones a Dios entoda la superficie de la tierra; generaciones y generaciones de cristianos, inmersos entoda clase de actividades humanas, ofreciendo al Seor sus tareas profesionales y las mil
preocupaciones de una vida ordinaria; horas y horas de trabajo intenso, constante, quesube hasta el cielo como un incienso de agradable aroma desde los cuatro puntoscardinales... Una multitud formada por ricos y pobres, jvenes y ancianos, de todos lospases y de todas las razas. Millones y millones de almas, a travs de los tiempos y a lolargo del mundo... Un latir invisible que recorre y riega la superficie de la tierra"3.
No sabemos si la visin que tuvo Escriv se parece ms a la austera nota escrita en 1930o a la lrica versin recogida por Gondrand muchos aos despus, pero siempre quehablaba o escriba sobre los sucesos acaecidos aquel 2 de octubre de 1928, sus palabras
2
Jos Miguel Cejas. JOS MARA SOMOANO. EN LOS COMIENZOS DEL OPUS DEI. Ediciones Rialp. Madrid1996. p. 85-86
3Franois Gondrand. AL PASO DE DIOS. Ediciones Rialp. Madrid 1982. p. 14
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eran invariablemente breves y esquemticas. Con frecuencia, el suceso quedaba zanjadocon la lacnica expresin: "Vi el Opus Dei".
En un documento del 2 de octubre de 1931, el ms antiguo que se conserva con unareferencia a la fecha fundacional, Escriv comenta: "Recib la iluminacin sobre toda laObra"4. Esa iluminacin comprenda una idea clara general5 de la misinencomendada, aunque sin incluir todos los detalles. En otra ocasin Escriv nos dice:"Dios nuestro Seor me trat como a un nio; no me present de una vez todo el peso, yme fue llevando adelante poco a poco. A un nio pequeo no se le dan cuatro encargosde una vez. Se le da uno, y despus otro, y otro ms cuando ha hecho el anterior.Habeis visto cmo juega un chiquillo con su padre? El nio tiene unos tarugos demadera, de formas y colores diversos... Y su padre le va diciendo: pon este aqu, y eseotro ah, y aquel rojo ms all... Y al final un castillo!"6
* * *
Este libro narra la historia de la construccin de ese castillo. Pero antes de adentrarnosen esa historia, es preciso que veamos cmo lleg Escriv hasta esa visin fundacionaldel 2 de octubre de 1928.
4Andrs Vzquez de Prada. EL FUNDADOR DEL OPUS DEI (I): SEOR, QUE VEA! Ediciones Rialp. Madrid 1997.p. 293
5
ibid. p. 98 nota 1186Jos Luis Illanes. DOS DE OCTUBRE DE 1928. ALCANCE Y SIGNIFICADO DE UNA FECHA. Scripta theologica,
XIII/ 2-3 (1981) 59. p. 70. Pamplona, 1981
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Captulo 2
Los primeros aos (19021925)
Juventud
El fundador del Opus Dei naci el 9 de enero de 1902. Era hijo de Jos Escriv, unjoven comerciante de 33 aos y Dolores Albs, de 23. Los Escriv se casaron en 1898 yun ao despus naci la primognita, Mara del Carmen. Al segundo hijo le pusieroncuatro nombres: Jos por su padre, Mara, por devocin a la Virgen Mara, Julin, porser el santo del da en que fue bautizado, y Mariano, en honor a su padrino. Alrededorde 1935 y en consonancia con esa devocin a la Virgen que le inculcaron de pequeo,Escriv uni los dos primeros nombres en uno solo Josemara, pero de joven ydurante sus primeros aos de sacerdocio firmaba como Jos Mara Escriv7.
La familia Escriv provena de Barbastro (Huesca), poblacin de unos 7.500 habitantessituada en las estribaciones de los Pirineos, a unos 70 kilmetros de la frontera francesa.Era el centro comercial de una zona eminentemente agrcola. Barbastro no tena grandesindustrias y los distintos negocios familiares prosperaban o caan, dependiendo de loque ocurriera con las explotaciones agrcolas de la comarca. La ciudad no contaba, portanto, con una clase alta y los miembros ms destacados de la sociedad erancomerciantes y pequeos industriales de clase media.
Don Jos era socio de un comercio de tejidos y de una pequea fbrica de chocolates.La familia viva en un piso cuyos balcones daban a la calle principal del pueblo. Comoera habitual en las familias acomodadas de esa poca, los Escriv contaban con
cocinera, doncella, niera y un mozo que iba algunas horas a ayudar en las tareasdomsticas.
El nico suceso de cierta importancia en la infancia de Escriv fue la grave enfermedadpadecida cuando tena dos aos. Por aquel entonces no haba antibiticos y lasinfecciones eran con frecuencia fatales, de suerte que una tarde el mdico de familia queatenda al pequeo predijo que no sobrevivira a esa noche. Su madre encomend sucuracin a la Virgen, prometiendo que si sanaba ira con l en peregrinacin a la cercanaermita de Torreciudad. A la maana siguiente, cuando el mdico se acerc a la casa delos Escriv a preguntar la hora del fallecimiento, se encontr a la criatura totalmenterecuperada dando brincos en la cuna.
Tal y como se desprende de la reaccin de su madre ante la enfermedad del pequeo,los Escriv eran fervientes catlicos, y la devocin a la Virgen Mara tuvo siempre unpapel importante en sus vidas. Aparte de asistir a Misa los domingos, la familia rezabacon frecuencia el Rosario en casa y los sbados por la tarde se acercaban a una iglesiaprxima a recitar la Salve en honor de la Madre de Dios. Sus vidas estabanprofundamente marcadas por la fe cristiana, plasmada con naturalidad en los quehacerescotidianos. Por ejemplo, cuando el joven Escriv mostraba alguna vez su timidez, lamadre le deca: Josmara, vergenza slo para pecar8. De todas formas, no sera ni
7
En 1940 la familia Escriv cambi el apellido por Escriv de Balaguer para indicar la rama de la familia a la quepertenecan. De ah que su nombre completo fuera Josemara Escriv de Balaguer y Albs.
8Andrs Vzquez de Prada. ob. cit. p. 33
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mucho menos acertado concluir que los Escriv pertenecieran a ese tipo de gente quemataba intilmente las horas comentando los ltimos chismorreos eclesisticos como sifueran beatos. Se trataba ms bien de una familia que, pasados los aos, el propioEscriv describira como gente que practicaba y viva su fe9.
En el hogar de sus padres, el joven Josemara aprendi las primeras oraciones que luegorepetira y enseara a otros a lo largo de su vida, como por ejemplo: Tuyo soy, para Tinac. Jess qu quieres de m? o ngel de la Guarda, dulce compaa, no medesampares ni de noche ni de da. Si me desamparas, que ser de m? ngel de laGuarda, ruega a Dios por m.
Cuando cumpli seis aos, su madre le llev a su confesor para que recibiera elsacramento de la penitencia por primera vez. Escriv siempre mostr un gran amor yveneracin a este sacramento y le gustaba recordar su primera confesin. Al terminar, elsacerdote le impuso como penitencia pedir a sus padres que le hicieran un huevo frito.Al volver a casa, doa Dolores supuso que el sacerdote le habra mandado recitar unoscuantos padrenuestros y avemaras y le pregunt si necesitaba ayuda para cumplir la
penitencia. El pequeo le cont a su madre cul haba sido la penitencia impuesta y leasegur que era capaz de cumplirla l solo... A partir de esa fecha, Escriv se confes deforma regular durante toda su vida y siempre afirm que el sacramento de la penitencia,lejos de ser una experiencia traumtica, como algunos sostienen, fue para l una fuentede paz y serenidad.
La infancia de Escriv fue la de un nio feliz. La familia iba creciendo poco a poco:Mara Asuncin naci en 1905 y Mara Dolores en 1907; dos aos ms tarde vino almundo su hermana Mara del Rosario. Los negocios de don Jos prosperaban y lafamilia disfrutaba de una vida tranquila. El joven Escriv senta una gran admiracinpor su padre y disfrutaba yendo a pasear por los alrededores de Barbastro. Su padre se
interesaba vivamente por todo lo relacionado con su hijo, los xitos y fracasos de unnio, sus alegras y tristezas. Sus padres siempre le dieron mucha libertad al tiempo que,lgicamente, estaban pendientes de lo que haca, pues nunca descuidaron la educacinde la prole. En el colegio, Escriv destac en dibujo y literatura, y pronto comenz adisfrutar de los clsicos de la literatura espaola, un gusto que conserv toda su vida.Siendo apenas un muchacho, ley el Quijote por primera vez en unos tomos llenos deilustraciones que su padre guardaba en la biblioteca familiar.
Pero la alegra de los primeros aos durara bien poco. Su hermana ms pequea,Rosario, muri en 1910 con apenas nueve meses. Dos aos despus le seguira a latumba Mara de los Dolores a la edad de cinco aos. Esas muertes entristecieronenormemente a Josemara que no poda entender cmo un Dios bondadoso permita quesus hermanas murieran tan nias. Un buen da, cuando sus dos hermanas y unos amigosestaban construyendo un castillo de naipes, Escriv entr en la habitacin y de unmanotazo ech abajo las cartas. Al preguntarle enfadadas el porqu de su actuacincontest que eso mismo era lo que haca Dios con las personas: se construye un castilloy, cuando est casi terminado, Dios lo tira.
El dolor de Escriv aument an ms si cabe en 1913 al ponerse gravemente enfermasu hermana Asuncin. Una tarde al regresar a casa pregunt a su madre cmo estabaevolucionando la enfermedad de su hermana; doa Dolores le contest: Ya est bien,
9ibid. p. 13
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ya est en el cielo10. Pese a la fe y confianza en Dios con que sus padres aceptaron estenuevo y terrible golpe, la serie de muertes, una tras otra, dej una huella tan profunda enla mente del pequeo Josemara que lleg a comentar a su madre que el prximo ao letocara a l. Dej de decirlo al darse cuenta de que ella se entristeca mucho al orlo.No te preocupes le deca doa Dolores que t ests ofrecido a la Virgen y ella te
cuidar.Por si esto no fuera poco, al ao siguiente, los Escriv sufrieron un nuevo y seriocontratiempo: la quiebra del negocio familiar. Los aos previos a la Primera GuerraMundial fueron especialmente difciles para Aragn y en concreto para Barbastro. Elcomercio de la ciudad dependa en gran medida de la agricultura, y, cuando las cosechasno eran buenas, surgan dificultades y problemas de todo tipo, pues en la zona no hababancos importantes que concedieran a las pequeas empresas los crditos necesariospara salir de apuros durante los aos de depresin. Entre 1907 y 1914, el nmero detiendas de tejidos en Barbastro pas de once a cinco. Aparte de los problemas causadospor la recesin generalizada, el negocio de don Jos tuvo algunas dificultadas aadidas
por los pagos que deba abonar a sus antiguos socios. La situacin se vio agravadatodava ms porque el antiguo socio no quiso saldar las deudas pendientes y porquehubo de pagar las minutas del juicio celebrado para que se cumpliera el acuerdo.Durante casi todo el ao 1914, don Jos trat de mantener a flote el negocio recortandolos gastos del hogar, pero a finales del otoo no aguant ms y entr en bancarrota.
Adems del negocio antes mencionado, la familia Escriv era propietaria de la casasolariega y otros bienes sobre los cuales los acreedores no tenan derecho legal alguno.La venta de esos bienes habra permitido a la familia seguir disfrutando de una relativacomodidad a pesar de la quiebra, pero tras considerar el asunto detenidamente, don Josdecidi que lo ms honroso sera liquidar todos los bienes y pagar a los acreedores, pesea que mucha gente le aseguraba que no tena ninguna obligacin de hacerlo. Estamedida hizo que la familia se encontrara de buenas a primeras en una situacinextremadamente difcil.
En una localidad como Barbastro donde las familias acomodadas no eran muynumerosas, la noticia de la ruina econmica de los Escriv corri como la plvora, sobretodo entre los amigos y compaeros de clase del joven Josemara. Se extendi el rumorde que su estado de pobreza era tal que, literalmente, se moran de hambre. Un amigo,con la lgica ingenuidad de un nio, recuerda haberse sorprendido en una ocasin al vera Josemara merendar un bocadillo de jamn, y le pregunt a su madre por qu la gentedeca que los Escriv no tenan dinero para comer cuando l le haba visto tomar tansuculento manjar. No resulta difcil imaginar las pullas y mofas que el pequeo
Josemara habra de sufrir de boca de sus compaeros. Con los aos lleg a decir queesos comentarios le ensearon que los nios, en ocasiones, no tienen corazn, o cabeza,o las dos cosas.
A los escarnios de los compaeros de colegio, haba que sumar los que venan dealgunos parientes de doa Dolores, quienes no aplaudan la decisin de don Jos depagar a los acreedores, cuando la ley no se lo exiga. Los que estaban en buena posicineconmica se negaron a ayudar y un to suyo sacerdote, Carlos Albs, fue muy duro ensus crticas a su cuado y le acus de haber hundido a su familia en la miseria, pudiendohaber mantenido una buena posicin econmica.
10ibid. p. 56
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La palabra miseria era, sin duda, una exageracin, pero es cierto que la familia estabaatravesando momentos muy delicados y Barbastro era un sitio demasiado pequeocomo para ofrecer perspectivas de recuperacin. Don Jos, por tanto, comenz a buscartrabajo en otros lugares y al final encontr un puesto de dependiente en una tienda depaos en Logroo. Y ah se fue a primeros de 1915, dejando atrs a la familia hasta que
acabara el curso acadmico. Despus de pasar el verano en el pueblo de Fonz dondetenan parientes, los Escriv se mudaron a Logroo en otoo de ese mismo ao, cuandoel joven Josemara contaba 13 aos.
Logroo era por aquel entonces una pequea capital de provincia de unos 25.000habitantes. Pese a que la ciudad y su comercio estaban en auge, los Escriv pasaronaos muy duros, sobre todo los primeros. Consiguieron un piso que careca de ascensory calefaccin. Debido a que estaba en la ltima planta del edificio, era muy caluroso enverano y helador en invierno. La situacin se haca ms dolorosa al no tener apenasparientes ni conocidos en la ciudad.
En un ambiente en el que las clases sociales estaban por aquel entonces claramente
definidas, la posicin que tuvieron en Logroo era muy distinta de la que gozaron enBarbastro. All los Escriv pertenecan a la prspera clase media, y en su nueva ciudadde adopcin don Jos dej de ser propietario de un negocio, para convertirse en unempleado a las rdenes de un superior. La familia ya no pudo disfrutar de los habitualesentretenimientos propios de la clase media, ni recibir visitas al estilo acostumbrado, nitampoco tomar parte en los acontecimientos sociales de la ciudad. En una poca en laque todas las familias de su clase tenan servicio, doa Dolores y su hija Carmen seencargaron de las tareas del hogar sin ayuda de nadie. Como tantas familias de entonces,atravesaron tiempos difciles, pero, en la medida de lo posible, procuraron llevar unavida digna aunque no les fue fcil. Trataron de mantener el inters que siempre habantenido por la literatura y la cultura en general, pero no podan compartir sus gustos conlos nuevos amigos y conocidos de procedencia menos cultivada. Don Jos y doaDolores no se quejaban y se esforzaron para que el ambiente en el hogar fuera digno,agradable y tranquilo. No obstante, al echar la vista atrs y recordar los aos deLogroo, Escriv los defini como tiempos muy duros11.
Con el tiempo, supo ver las dificultades familiares como algo inherente al plan que Diosle tena reservado como fundador del Opus Dei. En Logroo aprendi a vivir la pobrezacristiana con buen humor y dignidad. Siempre se acord del consejo que su padre daba atoda la familia: Tenemos que actuar con responsabilidad en todo, porque no podemospermitirnos el lujo de gastar lo que no tenemos, pero hemos de sobrellevar la pobrezacon dignidad, aunque sea humillante para nosotros, sin que lo noten los que no son de la
familia y sin darla a conocer. En los ltimos aos de su vida Escriv recordaba: A mipadre no le fue nada bien en los negocios. Y doy gracias a Dios porque as s yo lo quees la pobreza; si no, no lo hubiera sabido12.
De la paciencia y buen humor de su padre en la adversidad, Escriv aprendi a vivirmuchas virtudes como la fortaleza y la alegra que tanto le ayudaran en su vida. No lerecuerdo jams con un gesto severo: le recuerdo siempre sereno, con el rostro alegre. Ymuri agotado: con slo cincuenta y siete aos. Le debo mi vocacin13. Vi a mi padrecomo la personificacin de Job. Le vi sufrir con alegra, sin manifestar el sufrimiento. Y
11ibid. p. 72
12Manuel Garrido. EL BEATO JOSEMARA ESCRIV Y BARBASTRO. Ayuntamiento de Barbastro 1995. p. 56
13ibid. p. 57
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vi una valenta que era una escuela para m, porque despues he sentido tantas veces queme faltaba la tierra y que se me vena el cielo encima, como si fuera a quedar aplastadoentre dos planchas de hierro14.
El joven Escriv ingres en el instituto de Logroo donde se impartan las clases desdeprimeras horas de la maana hasta el medioda. A principios del siglo XX no eranmuchos los que cursaban todo el bachillerato, dado que el nivel acadmico era alto. Losexmenes resultaban duros y, por ese motivo, muchos alumnos iban tambin a escuelasprivadas donde reciban clases complementarias para poder as dominar las asignaturasque se impartan en el instituto. Por las tardes, Josemara Escriv asista a clases en elcolegio de San Antonio. Era un alumno aplicado y sacaba buenas notas, sobre todo enliteratura. Lea mucho; libros que le mandaban en la escuela y otros por inters propio,como los clsicos espaoles del Siglo de Oro. Segua tambin muy de cerca losacontecimientos internacionales, como la evolucin de la Primera Guerra Mundial o lalucha irlandesa por alcanzar la tan ansiada libertad religiosa.
Cuando tuvo que decidir la rama del bachillerato que seguira, Escriv que haba
mostrado durante aos gran habilidad en dibujo y matemticas resolvi estudiarArquitectura. Aunque huelga decir que se tomaba en serio lo referente a la religin yrezaba con sincera piedad las oraciones aprendidas de nio, no mostr nunca unapredisposicin especial hacia el sacerdocio o la vida religiosa y eran frecuentes susprotestas por tener que estudiar latn, idioma que consideraba como algo exclusivo decuras y frailes.
Vocacin
Hubo sin embargo una fecha clave en la vida del joven Josemara. Debi de ser a finales
de diciembre de 1917 o en los primeros das de enero de 1918. El invierno estaba siendoespecialmente duro y en esa fecha cay una intensa nevada en la ciudad. Un da que ibapor la calle a primera hora de la maana vio en el suelo las huellas heladas de los piesde un carmelita descalzo. El hecho en s no tena mayor importancia, pero a Escriv leprodujo una impresin muy profunda. Si otros hacen tantos sacrificios por amor deDios pensaba yo no voy a ser capaz de ofrecerle nada?. Dios se vali de ese evento:Arroj el Seor en mi corazn una semilla encendida en amor15, como escribi aosdespus en una carta.
Con el ardor y pasin de un joven adolescente, decidi responder plenamente y decorazn a la llamada divina, y desde el mismo momento en que vio aquellas pisadas enla nieve sac no slo el deseo de amar ms a Dios, sino el convencimiento de que elSeor le estaba pidiendo a l algo concreto y especial. En otra ocasin, pocos mesesantes de morir, refirindose a ese incidente comentaba: Comenc a barruntar el Amor,a darme cuenta de que el corazn me peda algo grande y que fuese amor [...]. Yo nosaba lo que Dios quera de m, pero era, evidentemente, una eleccin. Ya vendra lo quefuera... De paso me daba cuenta de que no serva, y haca esa letana, que no es de falsahumildad, sino de conocimiento propio: no valgo nada, no tengo nada, no puedo nada,no soy nada, no s nada...16.
14Jos Luis Illanes. ob. cit. p. 62-63
15Andrs Vzquez de Prada. ob. cit. p. 97
16ibid. p. 97
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Josemara comenz a asistir a Misa y comulgar a diario, a rezar con ms fervor, y abuscar la purificacin interior con penitencia y confesin frecuente. Tambin comenz atener direccin espiritual con el padre Jos Miguel, aquel carmelita cuyas huellas habavisto en la nieve. En muchas otras ocasiones, Escriv haba recibido consejos para suvida interior cuando iba a confesar, pero esta vez era la primera que tena una direccin
espiritual formal y sistemtica aparte del sacramento.Desde aquel momento y hasta los ltimos das de su vida, Escriv trat siempre debuscar en la direccin espiritual el buen consejo que le ayudara en su vida interior.Estaba convencido, como escribi en 1939 en Camino, de que: Conviene queconozcas esta doctrina segura: el espritu propio es mal consejero, mal piloto, paradirigir el alma en las borrascas y tempestades, entre los escollos de la vida interior17.En consonancia con una arraigada tradicin de la Iglesia, le gustaba ver a sus directoresespirituales no slo como consejeros prudentes para su alma, cuyas recomendacioneshaba que tener en cuenta, sino como verdaderos representantes de Dios a los que debaobedecer sin reservas. Director. -Lo necesitas. -Para entregarte, para darte...,
obedeciendo. -Y Director que conozca tu apostolado, que sepa lo que Dios quiere: assecundar, con eficacia, la labor del Espritu Santo en tu alma, sin sacarte de tu sitio...,llenndote de paz, y ensendote el modo de que tu trabajo sea fecundo18.
Esta actitud de entrega en ningn momento supuso una renuncia a su libertad personal ya la responsabilidad. En ltima instancia, cada alma es la nica responsable ante Dios, yalgunas decisiones, como la de seguir una determinada vocacin o elegir cnyuge,deben hacerse en conciencia, tras sopesar los consejos recibidos. Por eso, cuando elpadre Jos Miguel le sugiri en la primavera de 1918 la posibilidad de hacersecarmelita, lo consider en la presencia de Dios y lleg a la conclusin de que no era esolo que Dios le peda. Aunque no saba a ciencia cierta lo que Dios quera de l, intuaque las limitaciones propias de la vida religiosa iban a resultar a la larga unimpedimento para llevar a cabo lo que Dios tena en mente para l.
Por otra parte, el asunto de la vocacin lo llevaba a diario a su meditacin personal y enabril o mayo de ese ao 1918 decidi hacerse sacerdote. Esta resolucin no suponaun cambio con respecto a lo que antes pensaba sobre el estado clerical; aunqueapreciaba y respetaba el valor del sacerdocio, segua sin sentirse especialmente atradopor la idea de ser cura. Como decamos antes, su decisin de entrar en el seminarioresponda ms bien a la intuicin de que hacindose sacerdote estara mejor preparadopara llevar a cabo aquello que, sin saber exactamente qu, Dios le estaba pidiendo.
Aunque la mayora de los sacerdotes diocesanos trabajaba en parroquias, Escriv sabaque haba tambin una gran variedad de modos de ejercer el ministerio, pues sin ir mslejos, algunos parientes suyos eran cannigos. Es bastante probable, por tanto, que notuviera una idea claramente definida de cmo iba a ser su vida sacerdotal. Estabaconvencido, sin embargo, de que fuese cual fuese el futuro su pretensin de ordenarsesacerdote no era un capricho para prosperar en la vida siguiendo una carrera eclesisticaen el sentido tradicional, sino que le iba a preparar adecuadamente para realizar lavoluntad de Dios.
17Josemara Escriv de Balaguer. CAMINO. Ediciones Rialp. Madrid 2001. n. 59
18ibid. n. 62
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El seminario de Logroo
Siguiendo esos barruntos de los que ya hemos hablado, Escriv decidi entrar en elseminario de Logroo en la primavera de 1918. Esta decisin cogi a la familiacompletamente por sorpresa. Su padre tena la lgica ilusin de ver a su nico hijovarn perpetuar el apellido y, quizs, recomponer la fortuna familiar; as las cosas, donJos no pudo reprimir las nicas lgrimas que Josemara viera en ojos de su padre y leaconsej que meditara el asunto con detenimiento. Los sacerdotes le dijo- tienen queser santos. Es muy duro no tener casa, no tener hogar, no tener un amor en la tierra.Pinsalo un poco ms, pero yo no me opondr19. Al joven Escriv le conmovieron laslgrimas de su padre, pero no se ech atrs en su decisin de entrar en el seminario; y,lleno de confianza en el Seor, tuvo incluso la audacia de pedir a Dios que enviara otrohijo a sus padres. Humanamente hablando, esas oraciones no parecan tener muchofuturo ya que el ltimo vstago haba nacido nueve aos antes, y su madre tena a lasazn 39 aos y su padre 49. No obstante, a los nueve o diez meses, en febrero de 1919,naci su hermano Santiago.
Escriv termin sus estudios en el instituto en 1918 y pas gran parte del veranoestudiando Latn, Lgica, Metafsica y tica para preparar el examen de ingreso en elseminario. En otoo entr como alumno externo.
La vida en el seminario le produjo una impresin muy fuerte. Aunque su familia estabaatravesando momentos harto difciles, siempre estuvo acostumbrado a un ambienteamable y de alto nivel cultural, en el que el orden, el aseo, la buena educacin, el tacto yel inters por los temas de actualidad, as como una arraigada vida de piedad,impregnaban la buena y grata convivencia. Por el contrario, el ambiente del seminarioera algo muy distinto.
El edificio del Seminario de Logroo era un casern construido en 1559 que en pocas
pasadas haba conocido tiempos mejores. Tambin haba servido de cuartel, hospitalmilitar e incluso de prisin. En 1918, el piso de abajo lo segua ocupando una brigadade artillera y uno de los pabellones serva de establo a las mulas y caballos empleadosen tirar de las piezas de artillera. Los pisos superiores, donde el seminario tena lasdependencias, se encontraban en un estado deplorable.
Muy pocos compaeros de Josemara provenan de familias en que se valoraran lasbuenas maneras, la educacin y la cultura. No eran muchos los jvenes pertenecientes alo que en la Espaa de entonces se llamaban familias bien, por su posicin econmicao social, los que llegaban a hacerse sacerdotes diocesanos. Los pocos muchachos declase alta o media que decidan ordenarse lo hacan tras ingresar en alguna orden
religiosa. Aproximadamente un tercio de los seminaristas diocesanos eran hijos deagricultores u obreros, los cuales, en la Espaa de principios del siglo XX, apenas tenanacceso a la educacin y la cultura. Raro era el seminarista cuya familia estuvierahabituada a comprar libros o mantuviera suscripciones a peridicos o revistas. Tan soloel 10% de los alumnos de los seminarios espaoles surga de familias con profesionesliberales, y en Logroo puede que el porcentaje fuera incluso menor. Esto explica quelos compaeros de instituto de Escriv le miraran por encima del hombro en cuanto seenteraron de su intencin de ingresar en el seminario.
No existen documentos fidedignos que indiquen con certeza el grado de instruccin ypiedad que haba en el Seminario de Logroo cuando Escriv ingres en 1918; o en el
19Jos Luis Illanes. ob. cit. p. 70
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de Zaragoza, a donde el joven seminarista se traslad en 1920. No obstante, el Nunciode Su Santidad no pintaba por aquel entonces un panorama muy alentador cuando en1930 describa los seminarios espaoles como cuarteles o reformatorios. Seguadiciendo: Y el clero, fruto de ese rbol, ha olvidado el espritu sobrenatural y se hapreocupado del pan y de la carrera. Los seminaristas, procedentes en su mayora de las
clases ms humildes y hasta miserables, no han recibido educacin, ni formacin, hafaltado estmulo y orientacin acertada20.
Pero las dificultades externas eran para Josemara lo de menos; la batalla principal selibraba en el interior. Escriv se encontr medio ciego, siempre esperando el porqu.Por qu me hago sacerdote? El Seor quiere algo; que es?21. Dios quera algo de l,pero no saba qu. Ante este dilema, Josemara intensific sus oraciones. En una nota desus apuntes ntimos, redactados algunos aos despus, escribe: Durante aos, a partirdel primero de mi vocacin, tuve por jaculatoria siempre en mis labios: Domine, utvideam! Sin saber para qu, yo estaba persuadido de que Dios me quera para algo. Asestoy seguro de haberlo manifestado alguna o algunas veces a ta Cruz Sor M de Jess
Crucificado, en cartas que le envi a su convento de Huesca. La primera vez que meditel pasaje de san Marcos del ciego a quien dio vista Jess, cuando aquel contest, al ququieres que te haga de Cristo, Rabboni, ut videam, se me qued esta frase muygrabada. Y, a pesar de que muchos como al ciego me decan que callara [...], deca yescriba, sin saber por qu: ut videam!, Domine, ut videam! Y otras veces: ut sit! Quevea Seor, que vea. Que sea22.
Durante toda su vida, Escriv mostr una actitud de absoluta disponibilidad paracumplir la voluntad de Dios. Lo vemos reflejado en uno de sus apuntes personales de1930: Y de tu borrico, Nio-Dios, haz cuanto quieras: como los nios traviesos de latierra, trame de las orejas, zurra fuerte a este borricote, hazle correr para tu gusto...23.El telogo espaol Jos Luis Illanes explica que Escriv aprendi a vivir esta plenadisponibilidad para con Dios en los once aos que transcurrieron entre los primerosbarruntos de su vocacin y la fundacin del Opus Dei en 1928, pasados en expectativa,a la espera de una luz divina que desvelara el sentido de la inquietud sembrada en sucorazn. Caminar as, ser fiel a una llamada que se entrev, pero de la que no seconocen el porqu ni el para qu, perseverar jornada a jornada dispuesto para cualquiercosa, aun la ms inesperada, vivir al da sin poder hacer planes ni proyectos, es una forjaque purifica el alma hasta terminar situndola en una plena desnudez ante Dios. Laincertidumbre en que el Seor mantuvo a Mons. Escriv de Balaguer durante largosaos le condujo a una actitud de disponibilidad tan honda que acab siendoconsubstancial con la propria persona24. Tras la muerte de Josemara Escriv, el
arzobispo de Toledo, cardenal Marcelo Gonzlez, explic que el secreto de la inmensariqueza espiritual de su vida resida en el dejarse llevar, en la posesin de un coraznpobre, no instalado, desprendido, abierto a todo, saturado de confianza en Dios enmedio de las mayores pruebas25.
20Vicente Crcel Ort. LA PERSECUCION RELIGIOSA EN ESPANA DURANTE LA SEGUNDA REPUBLICA(1931-1939). Ediciones Rialp. Madrid 1990. p. 48
21Jos Luis Illanes. ob. cit. p. 70
22Andrs Vzquez de Prada. ob. cit. p. 100
23ibid. p. 347
24Jos Luis Illanes. ob. cit. p. 70
25ibd. p. 70
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Durante sus estudios en el Seminario de Logroo, Josemara sigui viviendo en casa desus padres. Como alumno externo disfrutaba de mayor libertad que el resto de losestudiantes que vivan en el seminario, pues no estaba obligado a participar en todas lasactividades. Los domingos, por ejemplo, los alumnos que vivan en el seminarioenseaban catecismo a los nios, mientras que los alumnos externos podan estar todo el
da con sus familias. Escriv, sin embargo, echaba una mano en las clases de catecismo,actividad que continuara ejerciendo con el paso de los aos.
Zaragoza
Su padre le anim a compaginar los estudios sacerdotales con una licenciatura enDerecho, aunque no sabemos exactamente el porqu de ese consejo. Quizs previ laposibilidad de que su hijo mayor tuviera que contribuir en el futuro al sostenimiento dela economa familiar. Sea como fuere, Josemara convino en que la idea era buena, perono era posible estudiar esa carrera ni en Logroo ni en Calahorra, donde los
seminaristas completaban el ltimo ciclo de estudios eclesisticos. La Facultad deDerecho ms prxima se encontraba en Zaragoza. Tena tambin la ventaja de que allpodra obtener el doctorado en Teologa, algo prcticamente imposible si permaneca enLogroo. Escriv, por tanto, solicit y obtuvo el permiso oportuno para trasladarse aZaragoza y recibir las rdenes sagradas en aquella dicesis.
Zaragoza era una de las ms importantes y populosas ciudades del pas. Tena unauniversidad estatal con Facultad de Derecho, otra Universidad Pontificia y dosseminarios. Tras la Primera Guerra Mundial, la ciudad atravesaba un perodo difcil yturbulento. Se haban producido recientemente hechos sangrientos: asesinatos einsurrecciones anarquistas y diversos brotes de pistolerismo que provocaron ladeclaracin del estado de guerra y la supresin de las libertades cvicas. Entre 1917 y
1923 la violencia poltica se cobr veintitrs vidas en aquella ciudad.En el otoo de 1920, Escriv ingres en el Seminario de San Carlos, donde los alumnosvivan y reciban su formacin espiritual; para las clases de teologa tenan quetrasladarse a la cercana Universidad Pontificia. sta es por tanto la primera vez queEscriv vive de hecho en un seminario. Como el resto de sus compaeros, dispone deuna pequea habitacin parcamente amueblada, sin cuarto de bao ni luz elctrica. Entodo el edificio no haba ni una sola ducha o baera; cada seminarista tena una jofainaque poda llenar de agua fra en una pila ubicada al final del pasillo. La mayora secontentaba con lavarse la manos y la cara puesto que el seminario no tena calefaccin,ni siquiera en los ms crudos das del invierno. Los estudiantes se sorprendan de que
Escriv hiciera tantos viajes a la pila para conseguir el agua necesaria para lavarse delos pies a la cabeza. Algunos incluso llegaron a tildarle de melindroso y comentabanque tanta atencin a la higiene personal no era lo ms adecuado para un sacerdote. Enuna ocasin, un seminarista especialmente ordinario y que ola muy mal lleg a frotarlela cara con la manga empapada de sudor diciendo: Hay que oler a hombre!26. El
joven Escriv, que de naturaleza era bastante impulsivo, a duras penas pudo controlarsey se limit a contestar: No se es ms hombre por ser ms sucio27
26Andrs Vzquez de Prada. ob. cit. p. 133
27ibid. p. 133
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Pero no era slo la pulcritud lo que motivaba que sus propios compaeros le tacharan deseorito28. Uno de los seminaristas que comparti sus aos de alumno en el SanCarlos recordaba ms tarde: Era Josemara un seor de pies a cabeza, en todo sucomportamiento: en la manera de saludar, en la forma de tratar a las personas, en cmovesta, en la educacin con que coma; sin proponrselo, representaba un fuerte
contraste con lo que pareca costumbre entonces29.La piedad de Escriv tambin llamaba la atencin. El rgimen de vida del seminarioinclua Misa, meditacin, Rosario, lectura de un libro espiritual, visita al SantsimoSacramento y examen de conciencia por la noche. Lo normal era que hasta los mspiadosos se contentaran con cumplir estas observancias y dems actos de piedadestablecidos; sin embargo, Josemara haca frecuentes visitas a la capilla del seminariodurante el tiempo libre. Ah, delante del Santsimo Sacramento, abra su corazn alSeor, a veces durante horas enteras y en ocasiones toda la noche, llenando el tiempocon actos de adoracin a Cristo en la Eucarista e implorando luces para ver la voluntadde Dios y obtener la gracia para llevarla a cabo. Tambin adquiri la costumbre de
acudir todos los das a la Baslica de Nuestra Seora del Pilar. En cierta ocasin, Escrivconsigui el permiso necesario para permanecer en el interior del templo una vezcerrado al pblico y besar la imagen de la Virgen que ah se venera, privilegio reservadoslo a los nios que se acercan a honrar a la Madre de Dios durante el tiempo en que labaslica mantiene sus puertas abiertas. En su habitacin del seminario guardaba unapequea reproduccin en yeso de la Virgen del Pilar y en la base escribi con un clavola jaculatoria, que tantas veces haba formado parte de su oracin habitual, Domina, utsit! (Seora, que sea!).
En esa ciudad aragonesa, la devocin a la Virgen que Escriv aprendi de sus padrescreci an ms en profundidad y fervor. Una y otra vez acuda a Ella suplicando suayuda maternal y pidindole estar siempre cerca de su Hijo. A Jess siempre se va y se"vuelve" por Mara30, escribi en 1934 como fruto de su propia experiencia.
Trat de ser discreto en lo referente a su piedad personal pero en vano. Era de esperarque Escriv encontrara piedad en el lugar ms lgico para eso: el seminario. Pero suscompaeros no tardaron mucho en hacer mofa de su devocin adjudicndole los motesde Rosa Mstica y Soador.
Motivado en parte por la postura recelosa de sus compaeros, el rector del seminario nomiraba con buenos ojos a Escriv. En la hoja de evaluacin al final del primer curso lepuso un bien en el apartado de piedad, pero slo aceptable en diligencia ydisciplina, a pesar de que Josemara haba alcanzado unas notas excelentes y result seruno de los pocos alumnos que no fue castigado en todo el ao. Describa el carcter deEscriv como inconstante y altivo, pero educado y atento31. Y lo ms curioso es quedebajo del apartado vocacin escribi como de mala gana parece tenerla 32. Dealgunos comentarios de Escriv se desprende que, muy al principio de su estancia en elseminario, el rector trat incluso de disuadirle de su deseo de ser sacerdote. En elsegundo ao, el rector solicit a su homlogo del Seminario de Logroo un informe
28ibid. p. 133
29ibid. p. 132
30Josemara Escriv de Balaguer. ob. cit. n. 495
31Andrs Vzquez de Prada. ob. cit. p. 137
32ibid. p. 137
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sobre las cualidades personales de Escriv y su posible vocacin. El informe favorableque recibi y un trato ms personal y asiduo con el joven seminarista le hicieroncambiar de opinin y lleg a ser uno de los ms fieles defensores de Escriv.
En algn momento en el transcurso de su estancia en Zaragoza, parece que Escrivsufri una dura prueba o crisis. En sus apuntes de principios de los aos 30 ydirigindose a Cristo dice: Si no hubieras estorbado mi salida del Seminario deZaragoza, cuando cre haberme equivocado de camino estara alborotando en lasCortes espaolas, como otros compaeros mos de Universidad lo estn..., y no a tulado, precisamente, porque [...] hubo momento en que me sent profundamenteanticlerical, yo que amo tanto a mis hermanos en el sacerdocio!33
Aunque la crisis puede haberse exacerbado por la dificultad de Escriv en adaptarse alseminario y al trato un tanto difcil con alguno de los seminaristas, la nota nos sugiereque la raz del asunto no est en eso, sino en lo que l describe como suanticlericalismo. Aqu hay que aclarar que en la Espaa de los aos 20, los polticosanticlericales pretendan eliminar la influencia de la Iglesia en la vida civil. Queran
reducir la prctica de la religin al mbito de lo privado como algo meramente personal,y borrar de la vida pblica cualquier vestigio de religiosidad. El anticlericalismo deEscriv era algo diametralmente distinto; se asentaba en el convencimiento de que elsacerdote est llamado a amar apasionadamente a Dios y a vivir una vida de serviciodesinteresado como si fuera otro Cristo, el mismo Cristo. En este contexto, no hay,por consiguiente, hueco para que el sacerdote se involucre en el mundo de la poltica, otrate de manipular o controlar a los fieles con vistas a alcanzar sus propios objetivos.Con el paso del tiempo, Escriv no tuvo sino palabras de elogio para los compaeros deseminario, la inmensa mayora de los cuales trabajaron como buenos ministros de Cristoen sus parroquias y no pocos murieron mrtires durante la Guerra Civil espaola. En losprimeros aos del seminario, sin embargo, le dola la postura de algunos que pensabanque ser sacerdote era una forma de ganarse el sustento y prosperar en la vida. La idea deforjarse una carrera eclesistica y la postura de sus compaeros que defendan el hechode ordenarse sacerdotes porque no tenan otra forma mejor de ganarse la vida hicieronque llegara a preguntarse si no se habra equivocado, al pensar que el sacerdocio iba asatisfacer el deseo de amor que haba llenado su corazn el mismo da en que vioaquellas pisadas sobre la nieve.
Las anotaciones de Escriv no arrojan mucha luz ni sobre la duracin de esa crisis ni elmodo en que la super. Lo ms probable es que la respuesta a sus dudas y anhelos laencontrara en la oracin, meditando en la presencia de Dios distintos pasajes delAntiguo y Nuevo Testamento y dialogando con Jess, Mara y Jos sobre la vida y
acontecimientos de la Trinidad de la Tierra y su propia vida. Un punto de Caminodescribe el estilo personal de su oracin: Me has escrito: "orar es hablar con Dios.Pero, de qu?" -De qu? De l, de ti: alegras, tristezas, xitos y fracasos, ambicionesnobles, preocupaciones diarias..., flaquezas!: y hacimientos de gracias y peticiones: yAmor y desagravio. En dos palabras: conocerle y conocerte: "tratarse!34.
Su oracin era una conversacin ntima, personal, incluso apasionada. Le deca a Jess:Me hubiese gustado ser tuyo desde el primer momento: desde el primer latido de micorazn, desde el primer instante en el que la razn ma comenz a ejercitarse. No soy
33ibid. p. 136
34Josemara Escriv de Balaguer. ob. cit. n. 91
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digno de ser y sin tu ayuda no llegar a serlo nunca- tu hermano, tu hijo y tu amor. Ts que eres mi hermano y mi amor, y tambin soy tu hijo 35.
En ocasiones la oracin no flua tan fcilmente y entonces se aplicaba a s mismo elconsejo que luego dara a otros en Camino: -Y, en mi meditacin, se enciende elfuego. -A eso vas a la oracin: a hacerte una hoguera, lumbre viva, que d calor y luz.Por eso cuando no sepas ir adelante, cuando sientas que te apagas, si no puedes echar enel fuego troncos olorosos, echa las ramas y la hojarasca de pequeas oraciones vocales,de jaculatorias, que sigan alimentando la hoguera36.
En otros momentos era Dios quien tomaba la iniciativa y le llenaba de instantes deautntica oracin mstica. Apenas sabemos nada de esas experiencias porque Escrivquem la libreta en que apuntaba todos esos detalles que el Seor haba tenido con l,por temor, sobre todo, a que cualquiera que leyese la historia de las graciasextraordinarias recibidas en la oracin pensara que era un santo cuando l seconsideraba a s mismo un pecador que ama con locura a Jesucristo37. lvaro delPortillo, uno de los primeros miembros del Opus Dei que siempre estuvo a su lado y
llegara a ser su primer sucesor al frente de la Obra, comentaba al referirse a los aos deEscriv en Zaragoza: Dios le ayudaba con muchas mociones, con muchas locuciones(...); el Seor habla, sin ruido de palabras, y sus frases quedan grabadas en el alma comosi fuese a fuego38. El propio Josemara habl en alguna ocasin de las graciasespeciales recibidas durante su estancia en la ciudad del Ebro: Yo, no sabiendo cmollamarlas, las llamaba gracias operativas, porque me ayudaban a trabajar, aunque fuese acontrapelo, sin que me costase esfuerzo alguno39. Tras estudiar todas las pruebasexistentes, el religioso dominico encargado por la Santa Sede para dirigir la causa debeatificacin de Escriv, resume sus conclusiones con las siguientes palabras: El Seorle condujo a travs de experiencias msticas que le llevaron a alcanzar las cumbres de launin transformante: locuciones interiores, purificaciones y consolaciones que le hacansentir, en toda su humildad, la accin impetuosa de la gracia, y que, como todos losverdaderos msticos, acompaaba con un rigurossimo esfuerzo asctico40.
Inspector del Seminario
En el San Carlos, dos inspectores elegidos de entre los alumnos se encargaban de velarpor el cumplimiento de las normas del seminario. Normalmente uno era dicono y elotro un seminarista con, al menos, alguna de las rdenes menores. Mantener ladisciplina entre sus propios colegas, por muy facultado que se estuviera por la autoridadeclesistica, no era tarea fcil. As las cosas, el arzobispo de Zaragoza, cardenal
Soldevilla, decidi hacer a Escriv inspector del seminario en el verano de 1922.El nombramiento puso a Escriv en una tesitura un tanto curiosa ya que tan slo tenaveinte aos, vesta de laico, pues no haba recibido ninguna de las rdenes menores, ytampoco llevaba tonsura, seal externa de pertenecer al estado clerical. El cardenal
35AGP, P09 p. 117
36Josemara Escriv de Balaguer. ob. cit. n. 92
37Jos Orlandis. AOS DE JUVENTUD EN EL OPUS DEI. Ediciones Rialp. Madrid 1994. p. 178
38AGP, P01 1978 p. 1064
39ibid. p. 1064
40Jos Miguel Cejas. VIDA DEL BEATO JOSEMARA. Ediciones Rialp. Madrid 1993. p. 37-38
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quienes contigo conviven fueran dulzones y tiernos como merengues, no tesantificaras43.
Las responsabilidades que Escriv hubo de asumir como inspector le ayudaron en nopoca medida a madurar y mejorar personalmente. Las necesidades de los otrosseminaristas le animaron a rezar an ms por ellos y aprendi lecciones muy valiosas enel campo de la direccin espiritual, el ejercicio de la autoridad y el arte del gobierno.Pero, sobre todo, el empeo por vivir personalmente las virtudes que trataba de inculcara los dems le ayud mucho a crecer en caridad y comprensin.
Estudios de Derecho
En junio de 1923, Escriv termin su cuarto ao de Teologa cumpliendo as losrequisitos para lograr el grado de licenciado en Teologa por la Universidad Pontificiade Zaragoza. Se propuso tambin hacer el doctorado ya que el quinto ao tena menosclases y era ms fcil obtener permiso del cardenal Soldevilla para comenzar los
estudios de Derecho al tiempo que continuaba con los eclesisticos.Los seminaristas y sacerdotes que estudiaban en universidades civiles eran muy pocos,pues las autoridades eclesisticas no se fiaban del todo de aquellas universidades que nopodan controlar. En 1918 el Vaticano alert de que una dilatada y triste experienciavena demostrando que dichas universidades representaban un serio peligro para lossacerdotes. El cardenal Soldevilla, sin embargo, concedi a Escriv el permisosolicitado para asistir a la Facultad de Derecho.
En aquellos aos, las universidades espaolas ofrecan a los estudiantes dos formas deseguir sus estudios. Por una parte, estaban los alumnos oficiales que deban acudir atodas las clases y, por otra, exista la figura del llamado alumno no oficial, cuya
asistencia no era obligatoria y poda, por tanto, hacer el examen sin haber tenido queacudir a un nmero determinado de clases. Escriv se apunt como alumno no oficial.Los cursos no se dividan en semestres, sino que las asignaturas comenzaban en octubrey acababan en junio, con los consabidos perodos de vacaciones en Navidad y SemanaSanta. Haba exmenes finales orales antes del verano y en otoo, justo antes de quecomenzara el curso acadmico. Los alumnos podan elegir cundo hacer los exmenes yno era infrecuente que muchos repartieran los exmenes entre el verano y septiembre.
En el verano de 1923, Escriv hizo por libre dos cursos introductorios de Derecho,examinndose en otoo de ese ao. El curso acadmico siguiente se apunt a sieteasignaturas en la Facultad de Derecho de la Universidad de Zaragoza, adems de las tres
asignaturas del quinto curso de Teologa. Aprob algunos exmenes en junio y otros enseptiembre.
Derecho Cannico era una materia que se estudiaba tanto en la Universidad Pontificiacomo en la Facultad de Derecho. Escriv tuvo la suerte de haber contado conprestigiosos canonistas en sus aos de universidad que le formaron muy bien, como elya mencionado Elas Ger, de la Universidad Pontificia, y Juan Moneva, de la Facultadde Derecho. Escriv se hizo gran amigo de ste ltimo, brillante catedrtico a la sazn,si bien un tanto excntrico, con quien mantuvo una afectuosa relacin hasta su muerte.Tambin forj una slida amistad con el profesor de Derecho Romano, Jos Pou deFox, a quien acudira en sus primeros aos de estancia en Madrid para pedir consejo.
43Josemara Escriv de Balaguer. ob. cit. n. 20
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Captulo 3
Aos de preparacin (1925-1928)
Sin sitio en Zaragoza
En 1920 Zaragoza era una gran dicesis sin escasez de clero. A los sacerdotes recinordenados se les asignaba, ordinariamente, a parroquias grandes de la ciudad, dondepodran aprender de sacerdotes con experiencia. Tal encargo habra permitido a Escrivpermanecer con su familia y sacarla adelante dando clases particulares a estudiantes.
El da de su Primera Misa, sin embargo, Escriv recibi el encargo de trasladarse aPerdiguera, un pueblo agrcola con menos de mil habitantes, situado en una de las zonasms atrasadas del norte de Espaa. Perdiguera estaba a 20 kilmetros de Zaragoza, peroslo se poda llegar all en coche de lnea tirado por mulas, as que Escriv quedapartado de su familia. El pueblo era tan pequeo que no tuvo oportunidad de obtenerningn ingreso fuera de los estipendios que recibira por la celebracin de sacramentos.
El prroco titular haba cado enfermo y haba dejado el pueblo, as que Escriv seencontr solo en ese lugar donde no conoca a nadie. A pesar de que la parroquia tenauna rectora, todava estaba llena de los muebles del prroco titular y de suspertenencias. Escriv se aloj con una familia del pueblo. Su primera tarea fue limpiarla iglesia, que estaba muy sucia. Despus, con ayuda del sacristn y de su hijo,emprendi la tarea de conocer a sus nuevos parroquianos. En el transcurso de lassiguientes semanas visit a casi todas las doscientas familias que formaban la parroquia,especialmente aqullas donde haba alguien enfermo y guardando cama.
A pesar de que haba pocos asistentes, Escriv cantaba Misa todos los das y oficiaba laBendicin con el Santsimo Sacramento cada tarde. Los jueves diriga la Hora Santa.Cada tarde permaneca horas en el confesionario, leyendo su breviario y esperando a lospenitentes. Sus horas de oracin delante del Santsimo Sacramento y su negativa a pasarlas tardes jugando a las cartas con las fuerzas vivas del pueblo pronto hicieron quealgunos le llamaran el mstico o la rosa mstica, como alguno de sus compaeros deseminario haba hecho.
Escriv organiz las catequesis de primera comunin. Uno de los nios de la familiacon la que se alojaba no poda asistir a las clases porque pasaba todo el da pastoreandolas cabras de la familia. Escriv le daba clases particulares por la tarde. Un da Escriv
le pregunt qu hara si fuera rico. Qu es ser rico?, dijo el chico. Cuando Escriv leexplic que ser rico significaba tener mucho dinero, montones de ropa, vacas gordas ycabras de piel reluciente, los ojos del chico se encendieron y respondi: Me comeracada plato de sopas con vino (...) Al or la respuesta, concluy pensando para susadentros: Josemara, est hablando el Espritu Santo. Porque todas las ambiciones deeste mundo, por grandes que sean, no pasan de ser un prosaico plato de sopas, nada quevalga realmente la pena46.
Escriv permaneci algo menos de dos meses en Perdiguera, y volvi a Zaragoza el 18de mayo de 1925. A su regreso, sin embargo, encontr que no tena nuevo destino. Apesar de sus repetidas peticiones de un nuevo encargo pastoral, los funcionarios de la
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dicesis no le hicieron caso. Si el cardenal Soldevilla, que le haba nombrado prefectodel seminario, estuviera vivo, Escriv no habra tenido problemas. Sin embargo, elcardenal haba sido asesinado por un pistolero anarquista, en medio del clima deviolencia poltica reinante en Zaragoza. Escriv no pudo acercarse al sucesor deSoldevila, el obispo Domnech, y sus tos usaron de su influencia en las oficinas
diocesanas para impedir que le asignaran un nuevo encargo pastoral.Para mantener a su familia, Escriv comenz a dar clases particulares a estudiantes. Siesto apenas era suficiente para mantenerse l mismo, cunto menos para mantener a lossuyos. Finalmente, en mayo de 1925, encontr un puesto a tiempo parcial comocapelln de la iglesia de San Pedro Nolasco, que atenda la Compaa de Jess y eraconocida popularmente como iglesia del Sagrado Corazn. Esto le dio muchasoportunidades de ejercer su ministerio sacerdotal, pero no resolvi su problemaeconmico. Las cinco pesetas que ganaba cada da en la iglesia no le alcanzaban aEscriv para mantener a su familia. Adems, su madre tema que le enviaran de vuelta aun pueblo distante. Armndose de valor, decidi pedir ayuda a su hermano, Carlos
Albs. ste no slo se neg a ayudarla, sino que la ech de su casa. Evidentemente nohaba futuro para los Escriv en Zaragoza.
Durante su primer ao de sacerdocio, Escriv se dedic con todas sus fuerzas a laoracin personal y a las tareas sacerdotales de la iglesia del Sagrado Corazn: orconfesiones, celebrar la Misa y ensear el catecismo. Para conseguir llegar a fin de mes,daba clases particulares a tantos estudiantes que una vez se describi a s mismo comoun profesor condenado a galeras. Adems, se dedic seriamente a la carrera deDerecho. Durante el ao acadmico 1924-1925, la muerte de su padre y su propiaordenacin no le dejaron apenas tiempo para seguir esos estudios, y slo logrmatricularse en una asignatura. En el ao 1925-26, sin embargo, se matricul de ochoasignaturas, de forma que a finales de los exmenes de otoo slo le quedaba una paracompletar su licenciatura.
Aunque Escriv continuaba siendo un estudiante no oficial, que no estaba obligado aasistir a clases, pasaba tiempo en la universidad. All, los intereses culturales ycualidades personales que aos atrs haban molestado a algunos seminaristas lehicieron un estudiante popular e incluso un lder. El hecho de que fuera sacerdote yacudiera con sotana a clase le podra haber separado de los dems estudiantes, pero sutalante seguro, su carcter abiero y comunicativo, su sentido del humor y su optimismole permitieron hacer buenos amigos entre sus compaeros de curso, algunos de loscules no eran creyentes. Sola quedar con otros alumnos para estudiar, prepararresmenes o simplemente para charlar. Tambin anim a algunos a acompaarle los
domingos por la maana a dar catequesis a los nios de los arrabales. Aos ms tarde,un universitario relat que Escriv era un romntico de Cristo: alguien enamorado del, un hombre con una fe completa en el Evangelio. Estas cualidades le permitanestablecer amistades estrechas no slo con otros compaeros estudiantes, sino tambincon profesores mucho mayores que l.
En el otoo de 1925 slo le quedaba una asignatura para terminar la carrera. En octubreempez a ensear Derecho Romano y Cannico en una academia privada, el InstitutoAmado, que preparaba para oposiciones a recin licenciados y ofreca clases de repaso aestudiantes de la Facultad. En enero de 1927 se present al ltimo examen y recibi suttulo.
Escriv todava no tena un puesto estable en la dicesis y haba sido rechazado paravarios. Fue entonces cuando su antiguo profesor de Derecho Romano, don Jos Pou de
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Fox, que estaba bien relacionado en la dicesis de Zaragoza y comprenda los enredosde la poltica clerical, le advirti de que no haba sitio para l en la ciudad y que debatrasladarse a Madrid.
MadridEscriv hizo un viaje a Madrid en el otoo de 1926 para informarse sobre la posibilidadde realizar un doctorado en Derecho en la Universidad de Madrid, la nica en la que seotorgaba el ttulo en esa poca. Con una licenciatura, se poda ejercer la abogaca, peropara aspirar a un puesto estable en la universidad, con el que mantener a los suyos,deba alcanzar el grado de doctor.
Dos obstculos se interponan en el camino del doctorado de Escriv. Primero, apenaspoda proveer a su familia de techo y comida. De dnde iba a sacar el dinero parapagar sus estudios? Segundo: cmo obtendra permiso para trasladarse a Madrid?
El problema no resida tanto en que las autoridades de su dicesis de Zaragoza pusieranpegas para que dejara la ciudad, sino en que el Madrid de esa dcada era un imn paratodos los sacerdotes de Espaa. La dicesis tena muchos sacerdotes incardinados, y lasautoridades eclesisticas estaban decididas a reducir el nmero de sacerdotesextradiocesanos de la capital. La Santa Sede haba prohibido a los obispos espaolesdejar establecerse en Madrid a sus sacerdotes a no ser que hubiera una razn de peso yque hubieran recibido la aprobacin del obispo de Madrid, permiso que que ste raravez conceda.
Despus de varios intentos infructuosos, en marzo de 1927 Escriv se enter por mediode un amigo claretiano de que la iglesia de San Miguel en Madrid estaba buscando unsacerdote para decir la Misa de 5:50 cada maana. En una sociedad en la que la gente
cenaba y se acostaba tarde, la iglesia, atendida por los redentoristas, no estaba inundadade peticiones. La ventaja del puesto, desde el punto de vista de Escriv, era que laiglesia estaba bajo la jurisdiccin papal del nuncio, y un sacerdote no necesitaba elpermiso del obispo de Madrid para ejercer all su ministerio. Las nicas aprobacionesnecesarias eran las del nuncio y, en el caso de un sacerdote de fuera de Madrid, la delobispo de la dicesis de procedencia. El permiso del nuncio no era problema. Escrivexplic al arzobispo de Zaragoza que deseaba realizar el doctorado en Derecho, peroque pretenda emplear la mayor parte del tiempo en actividades pastorales, ya que esaera la razn de su sacerdocio. El arzobispo concedi su permiso el 17 de marzo de 1927.Escriv empez los preparativos finales para el traslado a Madrid. El rector de SanMiguel le urgi a que se trasladara lo antes posible, porque la iglesia necesitaba susservicios para la semana siguiente.
Justo cuando se estaba preparando para irse a Madrid, Escriv fue asignado por suobispo a una parroquia rural para la Semana Santa. Estuvo tentado de pedir que se leexcusara del encargo, por miedo a que retrasar un mes su llegada a Madrid inclinara a laiglesia de San Miguel a buscar a otro. No obstante, siguiendo el consejo de su madre,acept el encargo y notific al rector de San Miguel que llegara en cuanto terminara laPascua. Hacia el final de su vida, Escriv recordara con gozo su breve estancia enFombuena.
Escriv vio la mano de Dios no slo en este inconveniente destino en Fombuena, sinoen todas las aparentemente adversas circunstancias de su vida en Zaragoza. Todava nosaba lo que Dios quera de l, pero continuaba pidiendo luces: Seor, que vea. Diosrespondi a su oracin con muchas gracias, incluso con locuciones que Escriv anot y
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claridad, concluy que su fuerza deba proceder de su indigencia. l tena nada ymenos que nada47, deca, pero, con la oracin, todo saldra como Dios quera. La vidade infancia espiritual, dijo en una ocasin, se me meti en el corazn tratando a losnios. Aprend de ellos, de su sencillez, de su inocencia, de su candor, de contemplarque pedan la luna y haba que drsela. Y yo tena que pedirle a Dios la luna: Dios mo,
la luna!48La parte ms exigente y agotadora del trabajo de Escriv para el Patronato eran lasvisitas a los enfermos en sus casas, para or confesiones, llevarles la comunin yadministrarles el sacramento de la extremauncin. Las Damas Apostlicas estaban encontacto con miles de personas de condicin humilde y reciban numerosas peticiones a veces de la propia persona, y a veces de un pariente para que un sacerdote llevara lossacramentos al enfermo. En aquellos tiempos slo se llevaba la comunin a losmoribundos. Las Damas Apostlicas obtuvieron permiso del obispo para llevarla acualquier enfermo que lo pidiera, si el prroco del lugar estaba de acuerdo.
Gran parte de esta carga recay en Escriv. Viajaba de un extremo a otro de la ciudad,
normalmente a pie o en tranva, para ejercer su ministerio entre los enfermos de losbarrios ms pobres. Gracias a sus modales educados, pero sobre todo a su intensaoracin y sacrificio, el joven sacerdote tena un don especial para hacer que gente largotiempo separada de la Iglesia se reconciliara con Dios en el lecho de muerte. En susnotas personales, por ejemplo, describa el siguiente caso: Llegu a casa del enfermo.Con mi santa y apostlica desvergenza, envi fuera a la mujer y me qued a solas conel pobre hombre. Padre, esas seoras del Patronato son unas latosas, impertinentes.Sobre todo una de ellas... (lo deca por Pilar, que es canonizable!). Tiene Vd. razn, ledije. Y call, para que siguiera hablando el enfermo. Me ha dicho que me confiese...,porque me muero: me morir, pero no me confieso!. Entonces yo: hasta ahora no le hehablado de confesin, pero, dgame: por qu no quiere confesarse? A los diecisieteaos hice juramento de no confesarme y lo he cumplido. As dijo. Y me dijo tambinque ni al casarse tena unos cincuenta aos el hombre se haba confesado... Alcuarto de hora escaso de hablar todo esto, lloraba confesndose.49
Una de las religiosas que trabajaban en el Patronato en aquel tiempo recordaba mstarde: Cuando tenamos un enfermo difcil, que se resista a recibir los sacramentos,que se nos iba a morir lejos de la Gracia, se lo confibamos a don Josemara en laseguridad de que estara atendido y que, en la mayora de los casos, se ganara suvoluntad y le abrira las puertas del Cielo. No recuerdo un solo caso en el quefracasramos en nuestro intento50.
Algunos aos antes de su muerte, Escriv rezaba en voz alta, trayendo a la memoria estaetapa de su vida: Horas y horas por todos los lados, todos los das, a pie de una parte aotra, entre pobres vergonzantes y pobres miserables, que no tenan nada de nada; entrenios con los mocos en la boca, sucios, pero nios, que quiere decir almas agradables aDios... Fueron muchas horas en aquella labor, pero siento que no hayan sido ms51
47Jos Luis Illanes. ob. cit. p. 75
48Ana Sastre. TIEMPO DE CAMINAR. Ediciones Rialp. Madrid 1989. p. 84
49Andrs Vzquez de Prada. ob. cit. p. 283
50
Testimonio de Asuncin Muoz Gonzlez. UN HOMBRE DE DIOS. TESTIMONIOS SOBRE EL FUNDADOR DELOPUS DEI. Ediciones Palabra. Madrid 1994. p. 373
51Andrs Vzquez de Prada. ob. cit. p. 280
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El celo apostlico de Escriv no se limitaba a los pobres y enfermos. Estaba ansioso deextender el fuego de Cristo a todo el mundo, incluyendo los miembros de algunasfamilias aristocrticas que conoci. Las palabras de Cristo Fuego he venido a traer a latierra, y qu quiero sino que arda (Lc 12:49) se desbordaban a menudo de su coraznen forma de cancin.
Extender el fuego del amor de Cristo en el mundo. Ciertamente, esto era una parte de loque Dios le estaba pidiendo desde su adolescencia, y Escriv continuaba respondiendo aesa llamada divina con las palabras del profeta Samuel, Aqu estoy, porque me hasllamado (1Sm 3:5). Uno de sus apuntes resume mucha de su oracin mientras estuvoen Madrid en 1927 y 1928: Fac, ut sit (Hazlo, haz que sea)52. En respuesta a estasardientes peticiones, reciba de Dios inspiraciones en forma de palabras odas en suoracin. Escriv procur meditar sobre ellas, y ponerlas en prctica. No obstante,seguan siendo oscuras y fragmentarias, acercamientos a ese algo todava indefinidoque Dios quera de l.
La Academia Cicundez
Las actividades del Patronato de Enfermos permitan a Escriv ejercer su ministeriosacerdotal y llevar a las almas a Cristo. Sin embargo, lo que ganaba no bastaba paramantener materialmente a su familia. Para llegar a fin de mes, Escriv di clasesparticulares a un buen nmero de estudiantes. Tambin encontr un puesto de profesoren la Academia Cicundez, una institucin privada como el Instituto Amado dondehaba enseado en Zaragoza. All acudan bastantes estudiantes de Derecho que nopodan asistir regularmente a clases en la universidad y que se haban matriculado comono oficiales. Escriv se encarg del Derecho Cannico y el Romano.
Un da, otro profesor cont a algunos estudiantes que Escriv trabajaba en el Patronatode Enfermos. El rumor se extendi rpidamente entre los alumnos, que apenas podancreer que su culto y refinado profesor, cuya sotana siempre estaba impoluta y bienplanchada, pasaba horas y horas en los charcos, el barro y las calles sin asfaltar de laszonas ms pobres de Madrid. Los estudiantes hicieron apuestas sobre la veracidad delasunto, y varias veces, despus de clase, siguieron a su profesor hasta barrios de laciudad que nunca hubieran soado pisar.
No contento con ensearles Derecho, Escriv procuraba hacerse amigo de sus alumnos.Su clido y extravertido carcter y el inters por cada uno hicieron que se ganara suafecto. A menudo algunos estudiantes le acompaaban en su camino de vuelta a casa.La conversacin pasaba de las materias tratadas en clase a sucesos de actualidad,asuntos de familia y preocupaciones personales. Como lo hara durante toda su vida,Escriv introduca en la conversacin referencias a Cristo, a la Santsima Virgen y a lasvirtudes cristianas. Lo haca naturalmente, sin sermonear o adoptar un tono po. Podapasar fcilmente de la conversacin sobre sucesos de actualidad a los temas religiosos,porque su dilogo con Cristo, con su Madre, los ngeles era profundo, personal, real,cotidiano. Como consecuencia del trato con los estudiantes y de su oracin por ellos,algunos pidieron a Escriv que fuera su confesor o director espiritual.
En noviembre de 1927, gracias a sus ingresos provenientes del Patronato de Enfermos,la Academia Cicundez y las clases particulares, Escriv pud alquilar un pequeo piso
52ibid. p. 286
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para l y su familia en la calle Fernando el Catlico. Esta sera la tercera vez en quinceaos que los Escriv hicieron las maletas para empezar una nueva vida en una ciudadextraa. Aunque se trataba de una experiencia dolorosa para los suyos, Escriv no tenaotra alternativa: no poda permanecer en Zaragoza ni alquilar dos casas, incluso si l osu familia hubieran querido vivir separados.
Escriv vea las desgracias de su familia como parte del plan de Dios para purificarle,fortalecerle y prepararle para una misin an desconocida. Seor, rogaba, yo no soyun instrumento apto, pero, para que lo sea, siempre haces sufrir a las personas que msquiero: das un golpe en el clavo y cien en la herradura!53.
Ms tarde, echando la vista atrs a los aos que precedieron a la fundacin del OpusDei, Escriv los describi con diferentes metforas, pero siempre como un periodo depreparacin. En una ocasin, dijo: Dios Nuestro Seor, de aquella pobre criatura queno se dejaba trabajar, quera hacer la primera piedra de esta nueva arca de la alianza, ala que vendran gentes de muchas naciones, de muchas razas, de todas las lenguas (...).Era preciso triturarme, como se machaca el trigo para preparar la harina y poder
elaborar el pan; por eso el Seor me daba en lo que ms quera... Gracias, Seor! (...).Eran hachazos que Dios Nuestro Seor daba, para preparar de ese rbol- la viga queiba a servir, a pesar de ella misma, para hacer su Obra. Yo, casi sin darme cuenta,repeta: Domine, ut videam! Domine, ut sit! No saba lo que era, pero segua adelante,adelante, sin corresponder a la bondad de Dios, pero esperando lo que ms tarde habrade recibir: una coleccin de gracias, una detrs de otra, que no saba cmo calificar yque llamaba operativas, porque de tal manera dominaban mi voluntad que casi no tenaque hacer esfuerzo. Adelante, sin cosas raras, trabajando slo con medianaintensidad54.
***El perodo de preparacin termin con la fundacin del Opus Dei el 2 de octubre de1928. Desde entonces Escriv supo lo que Dios le peda y dedic su vida a realizarlo. Elresto de este libro cuenta la historia de esos esfuerzos.
53lvaro del Portillo. UNA VIDA PARA DIOS. Ediciones Rialp. Madrid 1992. p. 30
54ibid. p. 30-31
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lderes convenan que haba llegado el momento de cambiar de gobierno y apaaban laselecciones para que se produjera el resultado deseado. El desastre de 1898 puso demanifiesto la necesidad de una reforma profunda del pas, regeneracin llamada en sumomento. El sistema poltico se revel incapaz de responder a dicha demanda y entren una profunda crisis durante las dos primeras dcadas del siglo XX.
Espaa no particip en la Primera Guerra Mundial. Aunque el pas se beneficieconmicamente de la demanda de sus productos que exiga la guerra, la tensin delmomento colaps la constitucin monrquica de 1876. En 1923 el general Primo deRivera dio un golpe de estado y exigi al rey Alfonso XIII que destituyera al gobierno yle otorgara plenos poderes. El general no tena experiencia ni proyecto poltico alguno,salvo el deseo de resolver la crisis del momento. La dictadura que estableci eraanormalmente blanda y en principio tuvo un considerable apoyo popular, incluso desdeel partido socialista. El dictador estableci relaciones amistosas con la jerarquaeclesistica y subvencion a las escuelas catlicas. La Asociacin Catlica NacionalPropagandista (ACNP) -un influyente grupo catlico- fue el ncleo del partido poltico
que se form durante los ltimos aos de su mandato. Aunque con Primo de RiveraEspaa progres considerablemente, debido en parte al boom econmico europeo, noresolvi sus problemas sociales. La situacin poltica se complic todava ms ya que elapoyo del rey a la dictadura min la credibilidad poltica de la monarqua. Cuando elpas empez a sentir los efectos de la gran depresin de 1929, el dictador haba perdidocasi todo el apoyo popular. Permaneci algn tiempo ms en el poder, pero con unaoposicin cada vez mayor entre la poblacin civil y el ejrcito. Finalmente, en enero de1930, cuando el rey le pidi la dimisin para evitar un golpe de estado militar, se exilien Francia sin causar problemas. Le sustituy el general Berenguer, que adems decarecer de experiencia y habilidad poltica, estaba mal dotado para dirigir un pas quetena el reto de lograr un nuevo consenso poltico. El Opus Dei dio sus primeros pasos
en este ambiente de calma externa, pero de serios problemas econmicos, sociales ypolticos soterrados.
El contenido de la visin fundacional
La clave para entender la historia del Opus Dei, y particularmente sus primeros pasos,se encuentra en la visin fundacional. Antes del 2 de
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