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El Personalismo Ontológicamente FundadoAcercamiento ético a la situación del embrión
humano en la fase de pre-implantación
Alumnos: Fernando ARRIERO PERANTÓNAsignatura: Valor de la vida y Principios de Bioética
MAYO DE 2012
TABLA DE CONTENIDOS
1. Introducción: objetivo, método y articulación del trabajo........................................................3
2. Bases del Personalismo Ontológicamente Fundado...................................................................4
2.1. Seis “goteras” en los Principios de la Bioética clásica.............................................................4
2.2. Definición de personalismo ontológicamente fundado............................................................7
2.3. Fundamento del personalismo ontológicamente fundado: la persona humana y el deber de respeto a su vida física.....................................................................................................................9
2.4. Desde la persona a la Bioética personalista............................................................................10
2.4.1. Nociones de Moral Fundamental: cimientos de la bióetica personalista.......................10
2.4.2. Principios de la Bioética personalista............................................................................11
A) Principio del respeto a la vida y de la defensa de la vida física de todo individuo humano...........12
B) Principio de Libertad y Responsabilidad........................................................................................13
C) Principio de Totalidad o Principio Terapéutico..............................................................................14
D) Principio de Sociabilidad y Subsidiariedad....................................................................................15
3. El embrión humano en la fase de preimplantación..................................................................16
3.1. Aspectos científicos................................................................................................................16
3.1.1. El proceso de fecundación...............................................................................................16
3.1.2. La constitución de los ejes del desarrollo del embrión...................................................18
3.1.3. El desarrollo del embrión antes de la implantación en el útero materno.......................19
3.1.4. El diálogo materno-embrionario y la preparación de la implantación..........................19
3.2. Aspectos éticos.......................................................................................................................21
3.2.1. ¿Cuándo hay un ser humano?.........................................................................................21
A) Los criterios extrínsecos (factores externos al embrión)................................................................22
B) Los criterios intrínsecos..................................................................................................................22
3.2.2. El diagnóstico prenatal y el diagnóstico preimplantatorio.............................................25
A) Procedimientos de diagnóstico prenatal invasivos..........................................................................26
B) Procedimientos de diagnóstico prenatal no invasivos.....................................................................26
3.3. Aspectos jurídicos..................................................................................................................28
4. Conclusiones.................................................................................................................................30
5. Bibliografía...................................................................................................................................31
2
1. INTRODUCCIÓN: OBJETIVO, MÉTODO Y ARTICULACIÓN DEL TRABAJO
El único objetivo del presente trabajo es lanzarme a investigar algún aspecto del vasto
campo de la Bióetica, a partir de lo adquirido en las sesiones de la asignatura “Valor de la
vida y Principios de Bioética”.
Era todo una aventura, y para más INRI, me sumergí en internet. La única brújula que
llevaba conmigo, además de los conocimientos adquiridos en clase, se llamaba E. Sgreccia.
Quería moverme en los arrecifes del personalismo. Tras un buen trecho navegando, hallé
una serie de artículos que consideré de una notable fiabilidad. Iba tomando cabos de un
lado y de otro, y poco a poco veía que, con ellos, entrelazándolos podían construirse las
bases necesarias para meterme de lleno en alguno de los debates actuales.
Finalmente, el descubrimiento del resumen del Congresso Internazionale “L’embrione
umano nella fase del preimpianto. Aspetti scientifici e considerazioni bioetiche”, celebrado
en Ciudad del Vaticano los días 27 y 28 febrero de 2006, me hicieron decidirme por acudir
a las fuentes de la vida. Este tema me parecía de un especial interés pues en la discusión
actual en muchos ámbitos está la pregunta por el origen del ser humano.
Por tanto, ante mí tenía un triple reto:
- Profundizar en los fundamentos y principios del personalismo ontológicamente
fundado. Para conseguir este fin se hacía necesario distinguir el personalismo no
sólo de otras posturas (“principialismo” de Beauchamp y Childress; T. Engelhardt;
H. Jonas,…), sino también aclarar que no todo personalismo tiene detrás la misma
concepción de persona. A este trabajo de iluminación y exposición de las bases del
personalismo ontológico se dedicará el capítulo 2.
- Introducirme en el campo del embrión humano, de una manera especial, en su
fase preimplantatoria. Este asomarse a los orígenes del ser humano es sumamente
interesante, aunque requiera unos conocimientos biológicos suficientes. Esto
supone un esfuerzo, pero es del todo necesario para poder, posteriormente, emitir
un juicio mínimamente fundado. La primera parte del capítulo 3 de estas páginas
trata sobre estos aspectos biológicos.
- Conocer el debate actual en Bioética de los asuntos relacionados con el embrión en
fase preimplantatoria, de manera especial lo que hace referencia al diagnóstico
prenatal. La segunda parte del capítulo 3 ocupa mi primer acercamiento bioético a
este campo.
En definitiva, ante mí se abría un mundo bastante desconocido. En estas páginas se recoge
parte del fruto de esta investigación. Sólo parte porque mucho de lo leído y aprendido se ha
tenido que dejar de lado; y sobre todo, porque lo más importante, el crecimiento en
sensibilidad por la defensa de la vida en todas sus fases, no es fácil dejarlo por escrito.
3
2. BASES DEL PERSONALISMO ONTOLÓGICAMENTE FUNDADO
En el debate actual sobre asuntos que tienen que ver con la Bioética se suele contraponer la
“moral personalista” con la “moral naturalista” o la “moral principista”. Pero, como señala
Lukac1, todas estas expresiones son ambiguas porque, al fin y al cabo, dependen de lo que
uno entienda por “persona”, por “naturaleza” y por “principios”.
En este punto el humanismo cristiano puede aportar mucho a la instauración de una
verdadera “cultura de la vida” que desplace la muy difundida y coetánea “cultura de la
muerte”2. Pero esta aportación pasa por una fundamentación ontológica de la persona, que
en algunas corrientes filosóficas está ausente o es rechazada. Incluso por algunas de ellas
que dicen ser “personalistas”3.
“En la perspectiva contemporánea la persona no es considerada más que en su poder relacional
y autocreador4 que conduce a una subjetivación de la moral. La naturaleza, a su vez, es
considerada como el dato impuesto, como lo que está ciegamente determinado y, por tanto,
sería contrario a la dignidad de la persona el sometimiento al despotismo de las leyes
biológicas. Finalmente, los principios en la Bioética contemporánea (principio de
beneficencia, principio de autonomía, principio de justicia y principio de no maleficencia)
usualmente se proclaman de manera dogmática, como si fuesen verdades incontrovertibles o se
supone que son el resultado de una convención”5.
2.1. Seis “goteras” en los Principios de la Bioética clásica
Lukac habla de “seudo-principios” pues en ellos encuentra más de una gotera, a saber6:
A) Existe una desconexión entre estos principios y el bien objetivo. Precisamente, el
problema central de la Bioética contemporánea no es tanto la discusión del bien o del mal
moral de una determinada praxis, sino el cómo obtener normas de acción consensuadas
para resolver una situación controvertida. Pero buscar el consenso, ocultando la existencia
1 M.L. Lukac, “Fundamentos filosóficos de la Bioética contemporánea” (disertación en el ateneo interno del Instituto de Bioética de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, 4 de mayo de 2007), 33.
2 Juan Pablo II, Evangelium Vitae, 1995, n.19.3 “La mayor parte de los personalismos contemporáneos como el personalismo cristiano de Maritain y de Mounier, el personalismo ateo de Mctaggart, el personalismo idealista de Royce, el personalismo relativista de Renouvier, el personalismo liberacionista de Freire, el personalismo cristocéntrico de Theilard de Chardin, el personalismo místico de Berdiaev, el personalismo existencial de Marcel y de Buber, etc., afirman el primado de la persona humana sobre las necesidades materiales y los mecanismos colectivos, sin embargo, en todos ellos hay un predominio de la perspectiva ética que asumen como metafísica, pero que adolece de una clara fundamentación ontológica de la persona” (M.L. Lukac, “Fundamentos…”, 43).4 E. Mounier, Oeuvres III, Paris 1962, 442: “El hombre trasciende la naturaleza. El hombre no está hecho, sino haciéndose”; Oeuvres I, Paris 1961, 523: “La persona unifica toda su actividad en la libertad y genera, a través de sus actos creadores, la singularidad de su vocación”.5 M.L. Lukac, “Fundamentos…”, 35.6 M.L. Lukac, “Fundamentos…”, 37.
4
de un criterio objetivo de lo bueno y lo malo, lleva tarde o temprano a la subjetividad como
fuente primera de legitimación moral.
B) Si se toma la definición de Aristóteles y Tomás de Aquino7, los principios son
verdades primeras a partir de las cuales se estructura el razonamiento; son puntos de
partida evidentes, por tanto son enunciados y no consensuados. Son el punto “desde” el
cual se develan o iluminan nuevas conclusiones y el punto “hacia” el cual se busca
fundamentar y justificar las mismas. En el lado opuesto a esta definición, aparece H.
Tristram Engelhardt Jr., uno de los principales representantes de la Bioética anglosajona,
en su obra The Foundation of Bioethics, sostiene que la ética no consiste en un conjunto de
verdades que la sociedad haya de asumir, sino que es “un modo de resolución de
controversias”8. Este autor estadounidense asume una postura escéptica en lo moral: “ya
que la argumentación racional fracasa en principio al intentar establecer una noción
moral dotada de contenido, sólo nos queda el acuerdo”9. El consenso es, por lo tanto, la
única fuente de autoridad para solucionar las controversias morales. Éstas, en definitiva,
“son disputas de política pública que se deben resolver pacíficamente por medio del
acuerdo acerca del procedimiento que se debe utilizar para crear reglas morales”10. Pero
a este autor Lukac le pregunta: “Si no es posible que el intelecto humano alcance
respuestas éticas aceptables para todos ¿cómo puede lograrse un acuerdo que satisfaga a
todos?”11
C) El “principio de beneficencia” expresado en la proposición “Haz el bien a los demás”
puede, a primera vista, ser un hermoso ideal. Pero si en estos principios no hay contenidos
objetivos, ¿en qué consiste hacer el bien? En hacer a los otros lo que ellos piensan que es
su bien. No se trata del bien moral u honesto en sí mismo, sino de aquello que le parece un
bien al paciente o a miembros de su familia. Pero…¿ cómo es posible hablar de
“beneficencia” si se niega escépticamente la capacidad de llegar al concepto de “bien”?
Por otro lado, es llamativo cómo este principio no expresa la prohibición de causar daño.
Por esto, tal principio se utiliza, con frecuencia para concluir a favor de una acción que
conduce a un resultado útil, dejando de lado la índole intrínseca de la acción, que puede
7 Cf. Aristóteles, Analíticos Posteriores i, 2, 71b 20 ss; Tomás de Aquino, Scriptum super libros Sententiarum, L ii, D.39, q.3, a.1; S.Th.i-ii, q.94, a.2.8 T. Engelhardt, The Foundations of Bioethics, New York, 1986, 28.9 T. Engelhardt, The Foundations…, 91.10 T. Engelhardt, The Foundations…, 98.11 M.L. Lukac, “Fundamentos…”, 37.
5
importar un daño al prójimo o alguna malicia moral. Estamos, así, inmersos en la ética
utilitarista12, donde el fin justifica los medios.
D) El “principio de autonomía” manda respetar la decisión del paciente. La cuestión,
aquí, es si es lícito que el paciente disponga de sí mismo. El papa Pío XII considera que “el
paciente, por su parte, el individuo mismo, no tiene derecho a disponer de su existencia, de
la integridad de su organismo, de los órganos particulares y de su capacidad de
funcionamiento, más que en la medida en que el bien total del organismo lo exija”13.
Engelhardt denomina a este principio como “principio de permiso” y lo considera como el
principio central de toda Bioética pues, para él, provee de justificación, en última instancia,
a la actuación conforme al principio de beneficencia y al resto de los principios bioéticos.
En definitiva, se está sosteniendo que el valor ético básico radica en la posibilidad de cada
sujeto de escoger, sin coacciones o condicionamientos externos, el modo de vida que
quiere vivir, rechazando como inadmisible cualquier tipo de precepto o valor heterónomo.
La primera crítica que se debe hacer a este planteamiento es que la autonomía es un
supuesto antropológico indispensable para la actividad moral, pero que en sí misma carece
de valor moral. De hecho, la autonomía, por sí sola, no provee de ninguna razón para
obrar, pues mientras que todos buscamos realizar algún bien con nuestras acciones, nadie
actúa sólo para actualizar su autonomía.
Además, si se acepta el “principio de autonomía” como un principio general de la Bioética,
¿qué ocurre en el caso de personas incapaces de tomar decisiones con respecto a su salud o
a su vida, tales como los embriones, fetos, niños, deficientes mentales, etc.?14
E) El “principio de justicia” obliga a la igualdad en los tratamientos y, respecto del
Estado, a la distribución equitativa de los servicios de salud en la comunidad. Es el
principio rector para decidir a qué individuos adjudicar determinadas terapias o tecnología
médica escasa o costosa. La dificultad aquí se halla en que el planteamiento suele quedarse
en la ecuación costos-beneficio, donde el término costo es, en general, de naturaleza
económica. Por tanto, la justicia que se tiene en cuenta es sólo la justicia distributiva o
justicia social. Pero ésta es sólo una parte de la justicia. De hecho, la justicia suele tener en
cuenta el siguiente principio: el de no maleficencia.
12 La corriente filosófica supuesta en el “mayor beneficio posible para el paciente” es el utilitarismo. Esta corriente de pensamiento tiene su origen en Inglaterra, en la persona de Jeremy Bentham (1748-1832), continuada por su discípulo James Mill y el hijo de éste John Stuart Mill (1806-1873).13 Pío XII, Alocución en el Primer Congreso Internacional de Histopatología del sistema nervioso, 13.9.1952, n.4.14 E. Sgreccia, Manuale…, 234.
6
F) El “principio de no maleficencia” es incluido por algunos autores como
complementación y modificación del principio de beneficencia, para que no se siga de éste
último que, si se obtiene algún beneficio, no importa si se causa algún daño. Otros, lo
presentan como un cuarto principio y, finalmente, algunos como Engelhardt, ni siquiera lo
toman en consideración.
La aplicación de este principio conlleva el cálculo riesgo-beneficio como criterio para la
decisión. El beneficio que vaya a recibir la persona debe ser mayor que el perjuicio que
reciba y, cuando no haya certidumbre, el riesgo del daño debe ser superado por la
probabilidad y valía del beneficio intentado. Es indudable que la adición de este cuarto
principio mejora la teoría Bioética actualmente dominante, pero, siempre que no se lo
reduzca a la mera exigencia de una proporción entre daños y beneficios, sino que se lo
interprete como una exigencia que, además de tal relación, reclama la abstención de
conductas que entrañan una malicia intrínseca. Es decir, para que sea verdaderamente un
principio bioético, debe entenderse como la prohibición de causar directamente cualquier
daño a un ser humano (“primum non nocere”). El principio de no-maleficencia es el que
está comprometido más frecuentemente en los temas bioéticos, especialmente en los casos
en que se busca algún fin bueno, pero mediante la realización de acciones intrínsecamente
malas. Esto no es lícito pues el fin no justifica los medios, ni siquiera argumentando la
búsqueda del bien común15. Nunca un mismo acto puede ser simultáneamente bueno y
malo.
Lukac concluye afirmando que los diversos “principios” de la Bioética contemporánea no
son más que “una renovación del relativismo clásico, encerrado en la expresión ’el
$hombre es la medida de todas las cosas’, actitud que vacía al hombre de la sustancia y
contenido real de sus actos así como de la objetividad del ser y del bien”16.
2.2. Definición de personalismo ontológicamente fundado
El “personalismo”, más que un sistema filosófico es una actitud vital, que considera a la
persona como valor supremo y principio fundamental para la explicación de la realidad.
Sin embargo, como ya hemos visto más arriba, existen ciertas ambigüedades dentro del
personalismo, que son causadas por el hecho de ser una síntesis dialéctica de otros
movimientos filosóficos (idealismo, fenomenología, psicoanálisis, anarquismo, marxismo
y existencialismo). Y es que desde diversas antropologías “personalistas” ciertos temas de
la Bioética como el aborto, la eutanasia, la manipulación genética, etc., tienen una
15 Cf. Tomás de Aquino, S.Th. ii-ii, 68, 3 c: “nullus autem debet alicui nocere iniuste ut bonum commune promoveat”.16 M.L. Lukac, “Fundamentos…”, 42.
7
respuesta distinta a la que propone una noción de la persona fundada ontológicamente en la
subsistencia, en el ser subsistente en sí17.
Desde el personalismo ontológico Vittorio Possenti sostiene que su superioridad queda
salvaguardada respecto de sus actos, que son, en todo caso, signa personae y no la persona
misma18. De esta manera rompe con la identificación equívoca entre ser y obrar, por lo que
“en virtud del desnivel no colmable entre el ser y el obrar, debería permanecer abierta la
posibilidad de que la persona esté presente aun cuando falten sus operaciones”19.
También Elio Sgreccia se inclina por el personalismo ontológico frente al personalismo
relacional, que subraya el valor de la subjetividad y de la relación intersubjetiva, o al
personalismo hermenéutico que enfatiza el papel de la conciencia subjetiva al interpretar la
realidad. “En el significado ontológico –afirma Sgreccia– sin negar la importancia de la
subjetividad relacional y de la conciencia, se quiere subrayar que el fundamento de la
misma subjetividad estriba en una existencia y una esencia constituida en la unidad
cuerpo-espíritu”20. El personalismo que propone Sgreccia no se debe confundir con “el
individualismo subjetivista, concepción en la que se subraya, casi como constitutivo único
de la persona, la capacidad de autodecisión y de elección…El personalismo clásico de
tipo realista y tomista –sin negar este componente existencial o capacidad de elección, que
constituye el destino y el drama de la persona– pretende afirmar también, y
prioritariamente, un estatuto objetivo y existencial (ontológico) de la persona”21.
Los clásicos hacían derivar la dignidad de la persona humana no solamente de la
intelectualidad o racionalidad de la naturaleza del hombre (o conciencia de sí) sino
previamente de su dimensión de subsistencia. Esta es la ventaja de la fórmula de Boecio
(“sustancia individual de naturaleza racional”): sumergir las raíces de la persona en el ser.
El ente personal es “dueño de sí”, motivo por el que los singulares de naturaleza racional
tienen entre las demás sustancias un nombre especial: persona. Esta es la última y más alta
perfección en el género de sustancia22 Por lo tanto, sólo el individuo subsistente poseedor
de la naturaleza racional puede ser denominado persona23.
17 M.L. Lukac, “Fundamentos…”, 44.18 V. Possenti, “L’embrione è persona? Sullo statuto ontologico dell’embrione umano”, Approssimazioni all’essere, Padova 1995, 110-129.19 V. Possenti, “L’embrione è persona?...”, 119.20 E. Sgreccia, Manuale di Bioetica I, Milano 2007, 70.21 E. Sgreccia, Manuale…, 71.22 Sto. Tomás de Aquino, Suma Contra Gentiles, 4, 38.23 “Con esta insistencia en la sustantividad no se niega la importancia de la racionalidad, de la autoconciencia o de la libertad en la estructura del ser personal, precisamente, porque la persona supone la naturaleza racional que incluye todas esas propiedades. Pero, ante todo, es necesario reconocer la profunda raíz ontológica de la persona para otorgarle a esas propiedades una sólida base de sustentación, que no es mero sustrato o soporte, sino que es principio de todo el dinamismo humano” (M.L. Lukac, “Fundamentos…”, 45).
8
Cuando se abandona este realismo ontológico se llega a una endeble concepción de la
persona, fundada en criterios puramente accidentales. Tal noción de persona no puede
responder a los graves desafíos a los que la exponen los grandes interrogantes bioéticos
contemporáneos.
2.3. Fundamento del personalismo ontológicamente fundado: la persona humana y el deber de respeto a su vida física
El motivo por el que la vida humana debe ser respetada se basa sobre todo en el hecho de
que ésta pertenece, en su integridad y globalidad, a la persona con la que constituye una
unidad orgánica existencial; una unidad ontológica constituida por un alma espiritual que
anima e informa toda la corporeidad en su organicidad. La corporeidad define la vida
biológica del hombre. El cuerpo tiene esta característica de no poder existir sin el acto
existencial que es único para cada persona concreta, y es el acto del espíritu creado por
Dios24. De hecho, “en virtud de su unión sustancial con un alma espiritual, el cuerpo
humano no puede ser considerado solamente como un conjunto de tejidos, órganos y
funciones, ni puede ser evaluado de la misma manera que el cuerpo de los animales, sino
que es parte constitutiva de la persona que a través de él se manifiesta y se expresa”25.
Además, si nos referimos al fundamento racional de este respeto a la vida humana, y en
consecuencia, al fundamento del derecho a la vida, los documentos de la Iglesia insisten
sobre dos elementos de distinto grado y peso, pero que se fortalecen recíprocamente. En la
Declaración sobre el aborto procurado del año 1974, tal fundamento racional se expresa en
los siguientes términos: “La vida física, con la cual se inicia la aventura humana en el
mundo, no agota en sí misma todo el valor de la persona, ni representa el bien supremo
del hombre que ha sido llamado a la eternidad. De todas maneras constituye, en cierto
modo, el valor "fundamental", justo porque sobre la vida física se fundamentan y se
desarrollan todos los demás valores de la persona”26.
Otro documento de la misma Congregación, más reciente, la Instrucción Donum Vitae
comenta: “La inviolabilidad del derecho a la vida del ser humano inocente desde el
momento de su concepción hasta su muerte, es un signo y una exigencia de la
inviolabilidad misma de la persona, a la cual el Creador ha concedido el don de la
vida”27.
24 E. Sgreccia, “La persona y el respeto de la vida humana” (17 Simposio Internacional de Teología de la Universidad de Navarra, 1996), 409.
25 Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción Donum vitae sobre el respeto de la vida humana naciente y la dignidad de la procreación (22-II-1987), I 3.
26 Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, Dichiarazione su L 'aborto procurato, 18.11.1974, en Enchiridion Vaticanum, 5, Bologna: Dehoniane, 1979, pp. 419-443, n. 9.
27 Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción Donum vitae…, I 4.
9
En la encíclica Evangelium Vitae, se desarrolla el hecho sobrenatural del don de la vida
divina y de la inmortalidad ofrecida al hombre. En consecuencia, el respeto de la vida
humana llega a tocar el respeto hacia Dios mismo presente en el hombre28. Es necesario
anotar lo siguiente: la amplia y rica doctrina sobre la defensa de la vida humana no puede
ser acusada de biologismo, justo porque el respeto no va dirigido hacia la célula o hacia los
tejidos, sino al cuerpo, a la vida del organismo animado por el espíritu e inundado de la
dignidad de la persona misma. Por lo tanto es distinto el respeto que se debe al cuerpo
viviente en su unidad con la persona, del respeto debido al cadáver o a un órgano que se
trasplanta: es la conexión con el alma espiritual la que establece la plena dignidad de la
vida física del hombre.
2.4. Desde la persona a la Bioética personalista
2.4.1. Nociones de Moral Fundamental: cimientos de la bióetica personalista
La primacía de la persona y su verdad ontológica representa el valor de referencia en los
problemas éticos y bioéticos; pero, ¿puede representar también el criterio de juicio para el
comportamiento moral? ¿El criterio para establecer aquello que es bueno o malo se puede
encontrar dentro de la persona o hay que recurrir a un criterio externo? La conciencia
subjetiva de la persona, tribunal que pronuncia el juicio ético y asume la responsabilidad,
¿dónde apoya su juicio, dónde fundamenta los criterios? ¿Es completamente autónoma o
debe referirse a criterios externos y en este caso a cuáles?
Sin tener claras las nociones de naturaleza, ley natural y conciencia personal es difícil
seguir adelante porque se tratan del puente entre la ontología personalista y la ética
personalista:
- La naturaleza humana es la misma esencia o verdad propia de cada hombre
considerada como principio y origen de su actividad. La esencia del hombre,
aquello que le distingue de todo ser vivo, consiste en ser un espíritu encarnado. Por
lo tanto, la naturaleza humana es la misma esencia considerada, no abstractamente,
sino como principio activo de todas las actividades propias del hombre. La persona
humana posee la naturaleza humana por definición: es un ser subsistente dotado de
racionalidad, espíritu encarnado en un cuerpo que actúa y no podría actuar si no
fuera por su naturaleza. Cada individuo humano posee la naturaleza humana, es
persona humana y actúa como persona humana29.
28 Cf. Juan Pablo II, Evangelium Vitae ... , 29.29 Son muy interesantes a este respecto las páginas 78-81 de L. Ciccone, Bioética. Historia, principios,
cuestiones, Madrid 2006.
10
- La ley moral natural30 es la instancia que llama a cada hombre concreto, a cada
persona, a realizar el bien de la persona a través de su autodeterminación. Así, la
ley moral natural exige a la persona a actuar gracias a la propia naturaleza
ontológica con el fin de ir llevando a plenitud las potencialidades de su misma
naturaleza. Por tanto, la naturaleza también es una tarea a realizar por cada persona
en la medida que se va autodeterminando. La ley moral natural presupone, por lo
tanto, la libertad, la facultad de autodeterminarse al bien y de elegir los medios
idóneos para realizarlo. Para la filosofía personalista fundamentada
ontológicamente, el bien consiste en el respeto y en la realización de la plena
dignidad de la persona.
- El juicio moral tiene dos componentes: el componente objetivo (la correspondencia
entre el acto y el bien verdadero de la persona en la construcción de su dignidad y
de su plenitud, o la no correspondencia de hecho, yen consecuencia el
empobrecimiento de la persona) y el componente subjetivo, que viene representado
por la conciencia que percibe tal correspondencia o no correspondencia. Es cierto
que la conciencia puede percibir tal verdad del acto con claridad y entonces se llega
al juicio verdadero y cierto; pero puede también suceder que la conciencia perciba
imperfectamente esta verdad y se engañe, entonces se llega a la conciencia cierta
pero errónea. La conciencia recta se esfuerza por hacer corresponder el juicio
subjetivo con la realidad objetiva: por esto siente la necesidad de ser iluminada
sobre la verdad. Para ello no requiere solamente una serie de principios y de
normas, sino también el desarrollo de unas cualidades y el actuar unas energías.
Actuando de una manera recta llegamos a buenos hábitos y tendencia, que son las
virtudes.
2.4.2. Principios de la Bioética personalista
En la persona humana, considerada bajo la óptica creacionista, encontramos la
fundamentación de la ética; en la persona encontramos la fuente de la ética, el criterio
verdadero de la actividad moral y el valor por realizar. Desde este enfoque se pueden traer
algunos principios que definen el ámbito propio de la Bioética y que superan el
“principialismo” de Beauchamp y Childress, fundamentado en los principios de autonomía,
de beneficencia, de no maleficencia y de justicia, interpretados a la luz de dos teorías
diferentes: el utilitarismo y la simple deontología. Esta superación radica en su concepción
antropológica que, como hemos visto, cimenta la subjetividad en una existencia y una
esencia constituida por la unidad cuerpo-espíritu.
30 E. Sgreccia, Manuale…, 211-214.
11
Siguiendo a E. Sgreccia31, estos principios bioéticos son:
A) Principio del respeto a la vida y de la defensa de la vida física de todo individuo humano 32 .
La vida física se expresa en la corporeidad. La corporeidad forma parte integrante de la
persona, es la encarnación, la Epifanía, el elemento consustancial de la persona en su
totalidad. Por tanto la supresión de la vida física representa la ofensa más grave a la
persona, a su mismo ser. Y esto vale desde el primer instante del constituirse de su
corporeidad, desde el momento de la fecundación, en que se constituye el individuo en su
unidad orgánica y única33.
El cuerpo es coesencial respecto de la persona, es el fundamento único en el cual y por
medio del cual la persona se realiza y entra en el tiempo y en el espacio, se expresa y se
manifiesta, construye y expresa valores como la libertad, la sociabilidad y su propio
proyecto futuro. Por encima de este valor fundamental sólo existe el bien total y espiritual
de la persona.
El querer justificar la pérdida de embriones supernumerarios utilizados para la
experimentación sobre embriones y para el aborto farmacológico ha influido y ha
producido la teoría del pre-embrión. Pero estos casos los consideraremos en el siguiente
capítulo.
El respeto y la consideración personalista de la vida física manda en positivo todo un
conjunto de actitudes y comportamientos en el ámbito médico y sanitario que se pueden
resumir en el principio del respeto hacia la vida y hacia la dignidad de la persona; a
menudo viene también denominado principio de beneficencia/no maleficencia. El principio
del respeto y defensa de la vida física se completa con el segundo principio. Y es que la
vida física del hombre representa el valor fundamental de la persona misma34.
Es importante destacar que el respeto de la vida, así como su defensa activa y promoción,
representan el primer imperativo ético del hombre para consigo mismo y para con los
demás. En el ámbito de la promoción de la vida humana se inscribe el tema de la defensa
31 E. Sgreccia, “La persona y el respeto de la vida humana” (17 Simposio Internacional de Teología de la Universidad de Navarra, 1996).
32 E. Sgreccia, Manuale…, 221-223.33 Santo Tomás afirma la imposibilidad de separar la realidad de la persona de aquella del individuo, afirmando “Omne individuum rationalis naturae dicitur persona” (Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae ... , o.c., l, q.29; a3 ad 2). Las razones aludidas por el Warnock Rapport, miran a separar y retrasar este momento del momento de la fecundación por los siguientes motivos: la posibilidad de la gemelación, la formación de la estría primitiva (además ahora se sabe que aparece antes del día 15°, hasta en los días 5°-6°), la fase del anidarse del óvulo fecundado en el útero. Todas han sido eficazmente negadas por científicos y biólogos de gran autoridad (E. Sgreccia, “La persona y …”, 418). 34 Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU en su artículo 3º afirma: “todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona”.
12
de la salud del hombre, teniendo en cuenta que el derecho a la vida precede al llamado
derecho a la salud (se trata del derecho a los medios y a los cuidados indispensables para la
defensa y la promoción de la salud), puesto que sólo se puede hablar de salud de una
persona viva. La salud es una cualidad de la persona que vive.
B) Principio de Libertad y Responsabilidad
Este principio constituye la fuente y el origen del acto ético. No hay acto libre que no
comporte una responsabilidad moral. El término responsabilidad implica a su vez el
concepto de “valoración” (rem ponderare, sopesar una cosa) de los bienes en cuestión ante
la elección libre, e implica igualmente la exigencia de “tener que responder” (respondere)
ante la conciencia.
Sgreccia reconoce el estímulo y la lección de H. Jonas cuando éste llama la atención sobre
la responsabilidad de nuestras acciones sobre el horizonte futuro de la humanidad. Sin
embargo, Sgreccia va más allá (o más acá) de dicho horizonte pues es necesario no
olvidarse de la verdad de todo hombre en cada hombre.
El ejercicio de este principio implica el problema del consenso informado e implica
también la responsabilidad hacia quien no puede consentir, por lo tanto, una relación de
comunicación médico-paciente, de equipo médico; y también la corresponsabilidad de los
demás componentes de la sociedad civil, jurídica y económica. Naturalmente esta relación
intersubjetiva se mide con un criterio objetivo que está por encima de todo paternalismo y
del individualismo, y que viene constituido por el bien objetivo de la persona, contra el
cual no puede obrar ni consentir siquiera el paciente ante sí mismo. Entran aquí todos los
problemas que se refieren a la petición de la eutanasia o del suicidio, al rechazo de terapia,
al consenso en la experimentación y a las terapias y diagnóstico arriesgados35.
En base a este principio existe la obligación moral para el paciente de colaborar en los
cuidados ordinarios y necesarios para salvaguardar su vida y su salud, o sea que el
principio de libertad-responsabilidad del paciente está delimitado por el principio del
sostenimiento de la vida, que es un valor precedente y superior a la libertad, pero a su vez
limita la libertad y responsabilidad del médico, el que no puede transformar el cuidado en
obligación en todos aquellos casos en los que no está en juego la vida. En estos casos se
debe tener en cuenta el consentimiento del paciente, el que puede considerarse implícito
desde el momento que el enfermo se pone en manos del médico para que éste haga lo
necesario para la curación y recuperación de su salud. Pero este consentimiento no
dispensa al médico del deber de informar al paciente sobre la marcha de la terapia y de
solicitarle un consentimiento explícito toda vez que se presenten circunstancias imprevistas
35 E. Sgreccia, Manuale…, 223.
13
que impliquen un riesgo o una pérdida funcional orgánica, o la aplicación de una
terapéutica extrema cuando otras posibilidades han resultado ineficaces.
Pero si el médico considera éticamente inaceptables las pretensiones del paciente, puede
deslindar su responsabilidad, sugiriéndole al paciente reflexionar y acudir a otro
profesional. Ni la conciencia del paciente puede ser violentada por el médico, ni la del
médico puede ser forzada por el paciente.
C) Principio de Totalidad o Principio Terapéutico
Este principio se basa en el hecho de que “la vida física en la persona humana constituye
un organismo unitario en el que las distintas partes (funciones, órganos, tejidos y células)
no tienen significado si no se las considera en la unidad del todo y por su conexión con la
totalidad unificada desde el único principio unificador”36. Por eso, este principio se debe
intervenir e incluso mutilar una parte del organismo si, con esto, se salva al todo y la vida
misma del paciente.
Por otro lado, este principio justifica y fundamenta toda intervención médico-sanitaria a
partir del cuidado de la salud como prevención o rehabilitación, hasta los cuidados
paliativos y se puede aplicar también al juicio sobre la geneterapia. De hecho, el caso que
ilustra mejor este principio es la extirpación ante la presencia de un tumor uterino que
conlleva como consecuencia la esterilización terapéutica. En estos casos el daño que se
deriva de la intervención directa con la finalidad lícita u obligada de salvar la vida, es
considerado éticamente aceptable, según el criterio del voluntario indirecto, en el contexto
de la llamada “acción de doble efecto” (uno positivo y otro negativo desde el punto de
vista ético).
Para aplicar este principio la intervención se debe realizar sobre la parte enferma o la que
es causa directa del mal, para salvar al organismo sano; no deben existir otras formas y
medios para encarar la enfermedad, debe haber una posibilidad proporcionalmente alta de
éxito terapéutico y el paciente debe otorgar su consentimiento37. El trasplante de órganos
de un hombre vivo basado prevalentemente en el principio de la socialidad más que en el
principio terapéutico, es lícito solamente si se mantiene la integridad sustancial del cuerpo.
También el principio terapéutico entra en la óptica de la beneficialidad.
36 E. Sgreccia, “La persona y …”, 419.37 E. Sgreccia, Manuale…, 225-226.
14
D) Principio de Sociabilidad y Subsidiariedad
La persona, por naturaleza, necesita la sociedad y está llamada a realizarse en la sociedad.
Todo profesional, preparado y aprobado por la sociedad, deberá saber ejercitar su profesión
en servicio de la persona y, en nombre de la sociedad, está llamado a promover el bien de
la sociedad a través de la realización del bien de las personas concretas. La sociedad, a su
vez, deberá proveer y emplear los recursos para el bien social primario, que es la defensa y
promoción de la vida y de la salud de los ciudadanos38.
Este emplear los recursos, para ser justo y equitativo tendrá que tener también en cuenta el
llamado principio de subsidiariedad, que completa el principio de socialidad. Esto
significa que la sociedad deberá respetar las iniciativas privadas y la capacidad de
iniciativa del ciudadano, pero tendrá también que intervenir cuanto más fuerte sea la
necesidad de quien no es capaz por sí solo. En este punto nuestra concepción se aleja
evidentemente de las concepciones liberales e igualitaristas que hoy día insidian el
verdadero concepto de justicia social en el campo sanitario39.
Por el principio de sociabilidad se justifican la donación de órganos y tejidos, aunque ello
implique alguna mutilación en el donador y en términos de justicia social obliga a la
comunidad a garantizar a todos y cada uno los medios para acceder a los cuidados
necesarios. Por el principio de subsidiariedad la comunidad debe ayudar más donde mayor
es la necesidad.
38 E. Sgreccia, “La persona y …”, 421.39 E. Sgreccia, Manuale…, 227.
15
3. EL EMBRIÓN HUMANO EN LA FASE DE PREIMPLANTACIÓN
La cuestión de la vida humana prenatal ha sido, y es todavía, uno de los temas más
discutidos en el ámbito científico y en el debate ético, político y jurídico. Este interés no
siempre proviene de un deseo defender y mejorar la calidad de vida del no nacido, sino que
otros intereses más o menos confesados acompañan la constatación de que es posible
utilizar al embrión humano antes de implantarse como un valioso instrumento tecnológico.
Otros debates, como la comercialización de las píldoras abortivas, pivotan sobre la
sospecha de ser un aborto farmacológico que, como forma “escondida” y “privatizada” de
aborto, pone de manifiesto profundos problemas sociales y culturales.
3.1. Aspectos científicos40
El término “embrión preimplantado” se refiere al embrión en desarrollo desde el estado de
cigoto hasta el que precede la implantación en el útero materno (el embrión en este estado
se le llama blastocisto). Durante este periodo el embrión establece con el ambiente materno
un intenso “diálogo molecular”.
3.1.1. El proceso de fecundación
La fecundación es el evento que da inicio al desarrollo de un nuevo organismo e implica
una serie coordinada de interacciones celulares que permiten el encuentro entre el
espermatozoide y el ovocito para formar una nueva célula activada, el cigoto o embrión
unicelular (one-cell embryo). Este fenómeno, que daría lugar a un nuevo organismo de la
especie humana, consta de tres momentos:
1) La reacción acrosomial, que permite al espermatozoide atravesar los estratos que rodean
el ovocito y que se una a la zona pelúcida. El espermatozoide más rápido atraviesa la zona
pelúcida, se funde y se une con la membrana plasmática del ovocito: el segmento
ecuatorial de la cabeza del espermatozoide se adhiere a la superficie del ovocito y libera en
él el núcleo y el centriolo.
40 Para este aparado sigo a N. Blázquez, Bioética Fundamental, Madrid 1996, 27-31; E. Sgreccia (pres.), El
embrión humano…, 4-24 y el excelente trabajo de I. Núñez de Castro, De la dignidad del embrión:
reflexiones en torno a la vida naciente, Madrid 2008, 51-94.
16
2) La fusión de los gametos, que pone en marcha el metabolismo del ovocito, el desarrollo
embrionario, y la reacción cortical, que regula la entrada del espermatozoide
en el ovocito. Estamos ante un proceso irreversible que marca el comienzo de un nuevo
organismo: el cigoto o embrión unicelular. La primera consecuencia de la fusión de los
gametos es la variación de la composición iónica del ovocito fecundado, y en particular, el
aumento repentino y transitorio de la concentración intracelular de Ca2+ que determina una
onda iónica llamada onda calcio (calcium wave)41: ésta señala el comienzo de la activación
del cigoto y del desarrollo embrionario, aboliendo los fenómenos inhibidores que habían
determina do una reducida actividad metabólica del ovocito después de la expulsión del
ovario. Así da comienzo el desarrollo de un nuevo individuo que tiene el patrimonio
genético y molecular de la especie humana.
El aumento de la concentración de Ca2+ citoplasmático provoca también la acción cortical
que, a través del endurecimiento de la zona pelúcida y la desactivación de las moléculas
receptoras de espermatozoides, impide la unión y la entrada de otros espermatozoides.
3) La formación de los pronúcleos masculino y femenino y el comienzo del primer proceso
mitótico de segmentación. Pasadas pocas horas después de la penetración del
espermatozoide, el núcleo de origen femenino completa su maduración (pronúcleo
femenino). Mientras tanto, el núcleo masculino, que en el momento de su introducción en
el ovocito estaba en silencio, es decir, inerte respecto a los mecanismos de transcripción
que permiten leer y traducir la información genética del núcleo, se activa (pronúcleo
masculino). Durante esta fase “pronuclear”, los dos nuevos pronúcleos se acercan al centro
de la célula, y mientras se mueven el uno hacia el otro, su información genética es leída
para guiar el desarrollo. Por consiguiente, la información del nuevo genoma guía desde el
estadio unicelular el desarrollo embrionario.
41 I. Núñez de Castro, De la dignidad del embrión…, 56.
17
3.1.2. La constitución de los ejes del desarrollo del embrión
Los ejes del desarrollo embrionario comienzan a definirse ya en los minutos y en las horas
siguientes a la fusión de los gametos. Hasta hace pocos años se creía que los embriones
humanos precoces eran un “cúmulo indistinto de células” hasta el momento de la
formación del disco embrionario, estructura mediante la que se define el diseño general del
cuerpo y se empiezan a modelar los diferentes órganos y tejidos.
Recientes experimentos han demostrado que la posición del segundo glóbulo polar, punto
de entrada del espermatozoide en el ovocito, y sobre todo, la forma del ovocito fecundado,
son elementos clave en la orientación del eje a lo largo del cual se produce la primera
división celular. Esto, a su vez, permite prever la estructuración y polarización del
blastocisto. Además, ha sido demostrado que la orientación de la segunda división celular
puede influenciar el destino de cada una de las dos células: de una de ellas derivarán los
precursores del embrión, mientras que de la otra derivará la formación de la placenta.
Para concluir, estudios de quimeras de
ratón han demostrado que los
blastómeros pueden diferenciarse entre
ellos en el estadio embrionario de cuatro
células. A la luz de estos resultados se
puede afirmar que si los ejes de
desarrollo embrionario y el destino
celular comienzan a ser definitivos de
manera tan precoz, nos es posible dejar
espacio a la idea de que los embriones
precoces sean considerados como
“cúmulo indiferenciado de células”42.
Estas evidencias podrían parecer
contrapuestas a la totipotencialidad
celular (capacidad de una célula de dirigir
el desarrollo total de un organismo ) y a
la plasticidad del desarrollo embrionario.
Pero, en realidad, estas propiedades no
implican una indeterminación en el crecimiento sino más bien manifiestan la posibilidad de
compensar daños eventuales o errores en el programa de evolución embrionaria. El
42 “What is clear is that developmental biologists will no longer dismiss early mammalian embryos as featureless bundles of cells”, H. Pearson, Developmental Biology: Your destiny from day one, Nature 2002, 418: 14-15.
18
embrión humano precoz es un sistema armónico en el que todas las partes potencialmente
independientes funcionan juntas para formar un organismo individual.
Por todo esto, es fácil concluir el peligro y el daño que pueden causar las intervenciones
sobre el embrión precoz para su posterior desarrollo. Por ejemplo, se plantea una
interrogación acerca de la utilización de técnicas de reproducción asistida en cuanto que
estas podrían destruir los delicados procesos que permiten establecer los ejes corpóreos; o
los test genéticos realizados al embrión antes de la implantación, en el que se extraen dos
células del embrión en estadio de ocho células.
3.1.3. El desarrollo del embrión antes de la implantación en el útero materno
A partir de la constitución del cigoto, se
producen una serie de divisiones celulares.
Durante este período de segmentación, el
embrión es transportado a lo largo de la tuba y
entra en el útero empujado por los cilios
tubáricos. Estas divisiones cristalizan en un
gran crecimiento celular, aunque no cambia de
dimensiones y queda encerrado en la zona
pelúcida que le protege y le impide adherir a paredes tubáricas. El resultado de estas
divisiones es la llamada mórula. En el estado de 8-16 células la mórula padece el proceso
de “compactación”: las células se estrechan entre ellas y forman una esfera compacta,
produciéndose profundos cambios metabólicos y estructurales.
Las células que constituyen el estrato más externo están destinadas a formar el trofoblasto,
que constituirá los tejidos del corión, la parte embrionaria de la placenta; mientras que las
internas están destinadas a for mar la masa celular interna, que dará origen a los tejidos
embrionarios y a los tejidos extraembrionarios asociados con él (saco vitelino, amnios y
alantoide). El cuarto día de desarrollo la mórula se transforma en blastocisto, y tres días
después de esto (séptimo de la fecundación) el blastocisto se implanta en la mucosa
uterina.
3.1.4. El diálogo materno-embrionario y la preparación de la implantación43
La trompa de Falopio juega un papel activo en todas las fases del desarrollo de embrión, y
también en la preparación inmediata a la implantación: en la parte cercana al útero produce
una serie de moléculas para constituir el ambiente más adecuado al desarrollo embrionario.
43 I. Núñez de Castro, De la dignidad del embrión…, 77.
19
El embrión, a su vez, produce hormonas y otras moléculas importantes en la interacción
con el ambiente materno. Esta “comunicación molecular” entre madre y embrión
preimplantado viene denominada “diálogo cruzado” (cross talk).
Como el embrión está revestido por la zona pelúcida hasta poco antes de la implantación,
todas las señales materno-embrionarias tienen que pasar a través de esta espesa membrana.
La zona pelúcida es una especie de “buzón postal” que recibe y selecciona estos mensajes.
Según las propiedades bioquímicas de las proteínas que capta, éstas se incorporarán a la
zona pelúcida, la atravesarán o serán rechazadas por ella. Este intenso coloquio bioquímico
que se establece con la madre prepara al embrión para la implantación.
El blastocisto alcanza el útero entre el tercer y cuarto día de desarrollo, el quinto día sale de
la zona pelúcida que había protegido al embrión en desarrollo y le había impedido
adherirse a las paredes tubáricas. De esta manera, el blastocisto puede adherirse libremente
a la mucosa uterina durante un tiempo limitado llamado “ventana de implantación”, fuera
de este periodo el endometrio no es capaz de acoger al embrión e incluso podría serle
hostil.
La implantación comienza con la aposición de las microvellosidades del epitelio uterino
con las del trofoblasto, que necesita una reorganización celular mediada por una familia de
receptores trasnmembrana llamados integrinas. Esta compleja e intensa interacción
materno-embrionaria es extremadamente importante para un correcto desarrollo del
embrión preimplantado: la relacionalidad madre-hijo, que comienza desde el momento de
20
la fecundación continuará a lo largo de todo el embarazo, gracias a la comunicación
bioquímica, hormonal e inmunológica. Esta relación inseparable marcará el desarrollo
posterior del individuo, y quedará una “memoria” del contacto biológico y de los canales
de comunicación que hubo durante el embarazo.
3.2. Aspectos éticos
Los aspectos éticos referidos al embrión humano preimplantado (tanto las cuestiones
generales como aquellas más concretas relativas, por ejemplo, a la posibilidad de utilizarlo
para la experimentación o como donante de células y tejidos) están íntimamente
relacionadas con la cuestión ontológica. Y es que el respeto debido a una entidad depende
de su valor y de su consideración como algo precioso.
El término “dignidad” fue acuñado para indicar el valor específico y el carácter valioso del
hombre; “persona significat id quod est perfectissimum in tota natura, scilicet subsistens in
rationali natura”44. Desde esta perspectiva la dignidad del hombre asume un valor
incondicionado y ontológicamente fundamentado.
No obstante, hay que subrayar que la cuestión moral no depende exclusivamente de la
ontología, como ha sido expresado significativamente en la Instrucción Donum Vitae. En
este documento se afirma que todo ser humano debe ser respetado como persona desde la
concepción, basando esta afirmación en tres argumentaciones:
1) la argumentación biológica: los datos que nos ofrecen hoy la embriología y la genética
nos permiten afirmar que desde los primeros estadios del desarrollo embrionario estamos
en presencia de una individualidad biológica humana.
2) la argumentación biográfica: es evidente que destruir a un embrión humano significa
impedir el nacimiento de un ser humano.
3) la argumentación ética: un principio general de la moral afirma que nunca es lícito
obrar con conciencia dudosa. Ante la duda de encontrarse en presencia de una persona
humana, es necesario respetar al embrión humano como si lo fuera; de otra manera
correríamos el riesgo de cometer un homicidio.
3.2.1. ¿Cuándo hay un ser humano?
A partir de la última fundamentación, los estudiosos han deseado dar luz a esta conciencia
dudosa. Una de las discusiones actuales se halla en la cuestión sobre el valor y la dignidad
que hay que atribuir al ser humano en sus inicios. De esta cuestión derivarán los modos y
44 Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae, I, q. 29, a.3.
21
grados del respeto que le son debidos. Las teorías tan variadas reflejan el panorama
cultural contemporáneo en el que coexisten concepciones antropológicas diferentes.
Básicamente se distinguen dos tipos de criterios que guían estas teorías:
A) Los criterios extrínsecos (factores externos al embrión)
Según estos criterios, el ser persona es un “estatus social” conferido por los demás, pues la
persona existe solo en relación a otras personas. Además, hay quien subordina el atributo
de persona del embrión a la “intención procreadora” de los padres en el momento en el que
se han dado las premisas para la concepción; por lo tanto, un embrión no deseado o
concebido por violencia sexual no sería considerado persona humana. ¿Y si el padre sí lo
considera persona y la madre no, o viceversa? Según otras posiciones el embrión llega a
ser un individuo “plenamente humano” solo si es reconocido en cuanto tal por la ley
positiva.
Estos y otros criterios extrínsecos no parecen adecuados para atribuir al embrión humano
un status ontológico y moral ya que todo posible juicio se basa sobre elementos puramente
convencionales y arbitrarios.
B) Los criterios intrínsecos
Éstos se refieren a determinadas etapas del desarrollo y a determinadas características
adquiridas por el embrión mismo, consideradas significativas para la atribución de la
dignidad de persona.
Una de estas tesis, publicada en la revistas Etudes (1973), sostiene que el criterio relacional
es lo que distingue entre “vida humana” y “vida humanizada”:
“Creemos que es posible distinguir entre vida humana y vida humanizada, pues creemos que si
realmente el individuo no es humanizado, sino mediante una relación con los demás, por y para
los demás – si se recibe su propio ser de los otros-, la relación de reconocimiento es reveladora,
si no instauradora, del carácter plenamente humano del ser en gestación. En otras palabras, igual
que el ser humano no existe sin cuerpo, tampoco es humanizado sin esa relación con los otros”45.
La pregunta en este caso es si existe o no relación entre embrión humano y la madre
(aunque sea una relación química y ambiental). Si esto es así, ¿quién puede determinar
cuándo comienza dicha relación? La ciencia ha comprobado que este intercambio y
comunicación química se da desde la fecundación; y que cualquier daño al ambiente
biológico influye en el desarrollo del nuevo ser. Por otro lado, numerosos psicólogos
avisan de la influencia de la salud física y mental de la madre, en la vida que están
gestando.
45 VV.AA., “Pour une réforme de la législation française relative à l´avortement”, Etudes 13 (1973) 71.
22
Otra tesis se centra en el concepto de individualidad. Es decir, en ausencia de una
existencia individual reconocida no sería posible una existencia persona, y por lo tanto, la
plena dignidad humana y la plena titularidad de derechos humanos. Pero, ¿cuándo adquiere
el embrión esta “individualidad biológica estable”?46
B.1. Algunos autores la trasladan a la concepción clásica según la cual el individuo es el
“subsistens distinctum” o “indivisum in se, divisum a quolibet alio”, indicando la doble
característica de la “unidad interna” y “distinción” de los demás individuos47.
B.2. Otros reducen el concepto de individualidad a “indivisibilidad” y “separación”. Un
ejemplo de ellos es la teoría de la totipotencialidad celular: hasta el estadio de 8 células
estas se llaman “totipotentes”, es decir, tienen capacidad de desarrollarse como cualquier
elemento embrionario o extraembrionario porque la información contenida en su código
genético es completamente accesible, o dicho de otra manera, está todavía indiferenciada.
O de otro modo, si las células totipotentes se separan del embrión en desarrollo con una
finalidad experimental, estas son capaces de dar origen a un nuevo individuo completo.
B.3. Hay un grupo de teólogos, como Curran, McCormick, Chiavacci, Böckle o Fuchs que
reservan la condición de status plenamente humano a la vida después de la implantación en
el útero48. M. Vidal, que defiende la vida desde el momento de la fecundación, parece que
cae en una especie de contradicción cuando distingue, al pensar en la posibilidad de abortar
en caso de violación, entre métodos “anticonceptivos”, métodos “intercepctivos” (después
de la fecundación y antes de la anidación) y métodos “abortivos”. Este autor une la fase de
anidación con la de individualización49.
B.4. Una teoría parecida es la de la gemelación monocigótica: durante la embriogénesis
precoz puede suceder, aunque raramente, que algunas células del individuo se separen y se
produzca el desarrollo independiente de un nuevo organismo. Este fenómeno puede darse a
partir del estadio de dos células hasta el 14º día de desarrollo, y en casos muy raros incluso
después de este periodo (gemelos siameses); por tanto, dice esta teoría, no es posible
afirmar la presencia de un individuo humano hasta que tal individuo humano deje de tener
la capacidad de llegar a ser dos o más individuos50.
46 Casi todos los manuales de biótica presentan las diferentes posiciones. En este trabajo hemos consultado, entre otros, F.J. Elizari Basterra, E. López Azpitarte, R. Rincón Orduña, Praxis Cristiana. 2. Opción por el amor y la libertad, Madrid 1981, 86-93.47 Cf. L. Ciccone, Bioética…, 78.48 M. Vidal, Bioética. Estudios de bioética racional, Madrid 1989, 47.49 M. Vidal, Bioética…, 49; F.J. Elizari Basterra, E. López Azpitarte, R. Rincón Orduña, Praxis
Cristiana…, 88-89.50 Sin embargo, desde la fecundación el destino del organismo está determinado: la plasticidad celular y la
maleabilidad del desarrollo embrionario precoz no borra la individualidad establecida por la fusión de los gametos; este caso pone de manifiesto el rol esencial de estas propiedades en la regulación del desarrollo del nuevo organismo –para conferir, por ejemplo, la capacidad de compensación por eventuales daños o errores en el programa de evolución embrionaria-.
23
B.5. Otras argumentaciones hablan de la necesidad de un desarrollo adecuado de los
órganos necesarios para el ejercicio de la razón51: ya que aquello que distingue el ser
humano de los otros animales es la razón. Si partimos de la constatación de la realidad
biológica, es necesario subrayar que el desarrollo cerebral, así como el nacimiento del
mundo sensorial, comienza a constituirse a partir de una ininterrumpida progresión de
eventos desde el momento de la fusión de los gametos: desde la constitución del cigoto, a
la fusión de los gametos, se trata siempre del mismo individuo biológico humano que se
desarrolla en el tiempo hasta la conclusión de su ciclo vital.
B.6. Algunos autores, basando su argumentación sobre la teoría tomista de la “animación
retardada”, se preguntan acerca del momento en el que el cuerpo está suficientemente
organizado para poder recibir “el alma racional”. Según esta tesis, este momento coincide
con la presencia de la corteza cerebral. Por consiguiente, el organismo biológico que se
forma en la fecundación (capaz de acciones biológicas no racionales) no está preparado
para acoger un alma racional. Esta posición ha sido criticada incluso por corrientes
tomistas.
B.7. Según la visión sustancialista, defendida por el personalismo ontológicamente
fundado, la persona se manifiesta por medio de sus capacidades y se expresa en sus
comportamientos, pero no se agota ni se reduce a ellos. Por lo tanto, el no ser en acto de
determinados caracteres o comportamientos (como por otro lado es inevitable en el caso de
la vida humana prenatal), no equivale a la ausencia de la persona.
Esta visión es congruente con la teoría hilemórfica clásica: la presencia del alma intelectual
determina, organiza y diferencia el cuerpo. Esta es la condición ontológica para el ejercicio
de las actividades humanas inferiores y superiores, aunque no es reductible a ellas.
Y es la presencia de este fundamento ontológico lo que garantiza la unidad interna y la
continuidad en el tiempo del ser humano personal. Por tanto, no existe una vida humana
“anónima”, privada de sujeto, y no puede existir una transición continua y gradual de
“algo” a “alguien”. No podemos pensar en una vida humana sin pensar en la vida de un
específico ser humano52. Por consiguiente, "la vida ya concebida ha de ser salvaguardada
con extremos cuidados desde el momento de la concepción”53.
En definitiva, es posible identificar ser humano y persona. Desde que está el ser humano
como organismo biológico vivo, ya está la persona. La formación de un nuevo organismo
humano determina el salto cualitativo a nivel biológico y ontológico, que permanece hasta
el final de su ciclo vital. En todos los estadios de su desarrollo es siempre la misma
individualidad humana, con una unidad interna desde el primer momento de su
51 F.J. Elizari Basterra, E. López Azpitarte, R. Rincón Orduña, Praxis Cristiana…, 90.52 E. Sgreccia (pres.), El embrión humano en la fase de la preimplantación…, 37.53 Santa Sede, Carta de los derechos de la familia, art. 4: L'Osservatore Romano, 25 de noviembre de 1983.
24
constitución, en grado de dirigir de manera autosuficiente su propio desarrollo (aunque este
dependa, en las primeras fases de su crecimiento, de la relación con la madre y con el
ambiente externo)54.
3.2.2. El diagnóstico prenatal y el diagnóstico preimplantatorio
El diagnóstico prenatal55 en sentido amplio comprende todos aquellos métodos de
diagnóstico anteriores al nacimiento cuya finalidad es la valoración del bienestar fetal y la
identificación de eventuales patologías. Bajo esta acepción se consideran también dentro
del diagnóstico prenatal todas aquellas técnicas que permiten individuar enfermedades
debidas a anomalías cromosómicas, a mutaciones de un gen particular o de más genes
(síndromes poligénicos) u otros casos de enfermedades o malformaciones congénitas de
tipo infeccioso o determinados agentes teratogénicos.
Paralelamente al desarrollo del diagnóstico prenatal, los progresos de la medicina fetal han
abierto un nuevo ámbito de investigación extremadamente prometedor, el de la terapia
fetal, que ha hecho posible la resolución de un cierto número de enfermedades, tratando al
embrión de la misma manera que a un paciente ya nacido o adulto.
La legitimidad y los criterios para tales intervenciones fue expresada de este modo por
Juan Pablo II: "Una acción estrictamente terapéutica que se proponga como objetivo la
curación de diversas enfermedades, como las originadas por defectos cromosómicos, será
en principio considerada deseable, supuesto que tienda a promover verdaderamente el
bienestar personal del individuo, sin causar daño a su integridad y sin deteriorar sus
condiciones de vida. Una acción de este tipo se sitúa de hecho en la lógica de la tradición
moral cristiana”56.
Desafortunadamente, gran parte de las enfermedades que pueden ser diagnosticadas
todavía no tienen tratamiento terapéutico creando un desequilibrio entre poder diagnóstico
y posibilidades terapéuticas eficaces. Este límite ha hecho surgir interrogantes sobre las
finalidades del recurso al diagnóstico prenatal, teniendo en cuenta los riesgos que implica
para la incipiente vida humana.
54 E. Sgreccia (pres.), El embrión humano en la fase de la preimplantación…, 38; Cf. L. Ciccone, Bioética…, 82-84. Esto también es confirmado por la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, Declaración sobre el aborto procurado, 12 - 13: AAS 66 (1974), 738."Desde el momento en que el óvulo es fecundado, se inaugura una nueva vida que no es la del padre ni la de la madre, sino la de un nuevo ser humano que se desarrolla por sí mismo. Jamás llegará a ser humano si no lo ha sido desde entonces. A esta evidencia de siempre... la genética moderna otorga una preciosa confirmación. Muestra que desde el primer instante se encuentra fijado el programa de lo que será ese viviente: un hombre, este hombre individual con sus características ya bien determinadas. Con la fecundación inicia la aventura de una vida humana, cuyas principales capacidades requieren un tiempo para desarrollarse y poder actuar".55 E. Sgreccia, Manuale…, 433.56 Juan Pablo II, Discurso a los participantes en la 35ª Asamblea General de la Asociación Médica Mundial, 29 de octubre de 1983: AAS 76 (1984), 392.
25
A) Procedimientos de diagnóstico prenatal invasivos 57
Las técnicas invasivas conllevan la extracción de células fetales a través de la cavidad
amniótica para analizarlas. El carácter invasivo de las técnicas en las que se extrae una
prueba, es el responsable de un aumento en el riesgo de pérdida fetal (del 1-3% en la
biopsia corial es del 0.5-1% en la amniocentesis) además de un buen porcentaje de partos
prematuros.
Los diagnósticos más precoces están asociados a un mayor riesgo de abortos espontáneos,
mientras que los más tardíos tienen la desventaja de dar los resultados 10 o 14 días después
de la extracción de la prueba, en un estado avanzado de desarrollo prenatal58.
Ha sido demostrado recientemente que la invasividad de estos test diagnósticos determina
un stress importante y sufrimiento para el feto; la obtención del líquido amniótico o de
sangre fetal cambia la composición del mismo líquido y los ultrasonidos revelan que el feto
“se retrae” y su ritmo cardiaco se acelera en el momento de la extracción.
B) Procedimientos de diagnóstico prenatal no invasivos 59
Para eliminar el riesgo derivado de la invasividad, se han desarrollado procedimientos no
invasivos mediante la obtención de sangre materna. El factor más limitante de estas
técnicas es lo difícil que resulta encontrar células embrionarias/fetales en la sangre materna
extraída y la posibilidad de contaminación con las células maternas que puede inducir a
falsos resultados.
Entre los métodos no invasivos se incluyen también las técnicas ultraecográficas y las
ultrasonográficas que, si son realizadas por operadores expertos, permiten individuar las
malformaciones más leves. El introducir técnicas diagnósticas no invasivas, que pueden
realizarse incluso en tiempos precoces (8ª-10ª semana de gestación), por un lado elimina el
riesgo para la salud y la vida del feto, pero por otra, justo por la mayor simplicidad del test,
podría aumentar el número de peticiones de diagnóstico, con menor control sobre la
presencia de una real indicación médica, conduciendo a una posible amplificación
injustificada de la percepción del riesgo para el concebido por parte de los padres, y de este
modo inducir al aborto como única forma de eliminación del riesgo.
57 E. Sgreccia, Manuale…, 440.58 En EEUU se realizan aproximadamente 190.000 amniocentesis al año, en Francia alrededor de 80.000 al año, mientras que en Italia se realizaron alrededor de 100.000 solo en el año 2003. Considerando el riesgo de aborto debido al carácter invasivo de las técnicas, se puede calcular que en Italia, en un año, alrededor de 500-1000 embarazos de niños sanos han acabado en aborto debido a las mismas técnicas. Estos datos no pueden descuidarse considerando además que el recurso al diagnóstico prenatal se hace cada vez antes (y por tanto con más riesgo para el niño) y es ya una prueba normal de control del embarazo, incluso sin indicación médica.59 E. Sgreccia, Manuale…, 442.
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El diagnóstico preimplantacional
El aumento de la reproducción artificial extracorpórea ha conducido a un desarrollo del
diagnóstico preimplantacional, realizado con la finalidad de aumentar la eficiencia de las
técnicas de fecundación in vitro, y permitiendo la selección de los embriones humanos más
adecuados a la transferencia al útero además de eliminar aquellos portadores de anomalías
genéticas o cromosómicas, o de aquellos embriones que no tienen un alto “potencial de
implantación”.
Esta técnica permite individuar más de 40 enfermedades hereditarias ligadas a genes
individuales, entre ellas el Síndrome de Down (trisomía 21). Sin embargo, el diagnóstico
genético preimplantacional realizado en blastómeros del embrión tiene un riesgo muy
elevado de destruir procesos delicados que permiten establecer el correcto patrón corpóreo
del embrión y que, por consiguiente, podrían dañar su desarrollo posterior60; la entidad de
estos riesgos todavía es poco conocida por la falta de estudios de seguimiento posterior.
Además, hay que considerar una tasa elevada de error diagnóstico que según algunos
centros está entre el 5 y el 10%.
Más allá del riesgo que corre el desarrollo del embrión61, la finalidad con la que se realizan
normalmente estas técnicas hace que emerjan una serie de cuestiones éticas ya que el
diagnóstico preimplantacional hoy en día es utilizado para la selección de los embriones
enfermos (por tanto, se ve como una forma “alternativa” al aborto voluntario), o también a
la selección social del sexo e incluso al seleccionar embriones adecuados
inmunológicamente a ser donantes de tejidos u órganos para sus hermanos, afectados por
una determinada enfermedad62.
Estas finalidades eugenésicas y selectivas representan un abuso evidente del embrión
humano, seleccionado, dejado morir o suprimido porque responde a ciertos parámetros
cualitativos o “pseudos-terapéuticos”.
Aunque la Donum vitae acepta sin reservas el diagnóstico prenatal siempre y cuando
“respeta la vida e integridad del embrión y del feto humano y si se orienta hacia su
60 A pesar de los riesgos y del coste (en EEUU está entre el 1500 y 3.500 dólares según el test realizado, excluyendo el coste de la fecundación in vitro), el recurso al diagnóstico preimplantacional está en constante expansión.61 Juan Pablo II insiste en la obligación de evitar riesgos desproporcionados. Por ello se debe exigir que el médico "antes de todo deberá valorar atentamente las posibles consecuencias negativas que el uso necesario de una determinada técnica de exploración puede tener sobre el ser concebido, y evitará el recurso a procedimientos diagnósticos de cuya honesta finalidad y sustancial inocuidad no se poseen suficientes garantías. Y si. como sucede frecuentemente en las decisiones humanas, se debe afrontar un coeficiente de riesgo, el médico se preocupará de verificar que quede compensado por la verdadera urgencia del diagnóstico y por la importancia de los resultados que a través suyo pueden alcanzarse en favor del concebido mismo" (Juan Pablo II, Discurso a los participantes al Convenio del "Movimiento en favor de la vida", 3 de diciembre de 1982: Insegnamenti di Giovanni Paolo II, V, 3 [1982], 1512).62 Cf. E. Sgreccia, Manuale…, 449-455.
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custodia o hacia su curación”63, se ha de calcular con sinceridad los riesgos y, sobre todo,
evitar con todo los medios posibles un nuevo “riesgo psicológico”: la búsqueda del “hijo
perfecto”. Esta búsqueda, confesada o no, llena de expectativas a los padres de una manera
a veces obsesiva y, sin ingenuidad o dramatismo, puede decirse que es “una sentencia de
muerte contra el feto”64. De hecho, según algunos estudios recientes, durante el tiempo de
espera del resultado del test se produce una “interrupción” real de la relación afectiva entre
la madre y el niño, e incluso la noticia de la más leve anormalidad del hijo crea un fuerte
sentido de angustia y rechazo desproporcionado respecto a la real gravedad de la situación.
Ha sido demostrado que las emociones maternas (alegría, sufrimiento, etc.) tienen cierta
influencia en el desarrollo embrionario, tanto cuanto el suporte nutricional y la calidad del
intercambio entre el feto y la placenta. Estos mecanismos psicológicos podrían dejar trazos
indelebles incluso en el caso de un hijo sano.
Las razones que empujan hoy en día hacia una mayor petición de diagnóstico genético
prenatal a menudo son de carácter no solo médico sino cultural. Es la búsqueda de un hijo
en el mejor estado de bienestar, consecuencia de un cambio en la percepción del embarazo,
visto ya no solo como un evento sino como un “acontecimiento elegido”, una forma de
“autorrealización de la pareja”.
3.3. Aspectos jurídicos65
Si reconocemos el ser y la dignidad del embrión humano como valores absolutos, se ha de
exigir el respeto pleno de su inviolabilidad y la tutela de su libre expresión. Además, se
debe constatar su extrema vulnerabilidad de la que debe surgir el compromiso ante quien
es débil. Esta atención debe estar garantizada especialmente por una conducta ética de los
científicos y los médicos, y por una oportuna legislación nacional e internacional. El
respaldo jurídico es, por tanto, “evidente e inderogable”66, y se hace mucho más urgente
porque estamos ante un ser humano que no puede clamar en defensa propia.
La situación mundial, a nivel jurídico, es heterogénea. No obstante, se constata que se
puede hacer mucho más en este ámbito para que la tutela del embrión humano sea un
hecho. Y es que67:
63 Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción Donum vitae…, I 2. También Juan Pablo II, Evangelium Vitae, (25 de marzo de 1995) 14 II.
64 N. Blázquez, Bioética Fundamental…, 469.65 E. Sgreccia (pres.), El embrión humano en la fase de la preimplantación…, 40.66 L. Ciccone, Bioética…, 86.67 La siguiente información la he tomado de L. Ciccone, Bioética…, 88-89.
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- Los 40 países del Consejo de Europa, con la aprobación de la Convención Europea
relativa a los derechos humanos y a la biomedicina, no definió el estatuto jurídico
del embrión, dejando, así, las puertas abiertas a la experimentación producidos in
vitro. Aunque dicha experimentación se prohíbe, sí es posible producir embriones
excedentes para la reproducción. Este excedente, normalmente, es donado para
fines experimentales, aunque hipócritamente se diga que se asegura a los embriones
“una protección adecuada”.
- En Irlanda y algunos países de Latinoamérica, su Constitución reconoce el derecho
a la vida de todo ser desde su concepción.
- En los países islámicos hay un reconocimiento pleno de la vida prenatal, pero como
la infusión del alma se produce a los 120 días, el aborto es legítimo hasta el cuarto
mes.
- En China el aborto está permitido e incluso es obligado para las parejas que ya
tenga un hijo.
- En India, que dentro de poco igualará la población de China, se está imponiendo la
cultura abortista, a pesar del legado de religiones tan respetuosas con la vida como
el hinduismo, budismo o jansenismo.
- En países en vías de desarrollo con una cultura no abortista sino de respeto por la
vida, están abriéndose a la posibilidad de aborto por presiones de países ricos que
hacen depender su ayuda de una reducción drástica de nacimientos.
“Las tentativas de renegar la subjetividad del embrión a las que asistimos hoy en ámbito
médico y científico repercuten a su vez sobre la sociedad entera, determinando una
infravaloración del individuo humano sobre todo en los momentos en los que este es más
frágil e indefenso: si no se le garantiza al hombre una protección real, en particular en las
situaciones de mayor debilidad, ¿cómo podrá ser tutelado todo ser humano siempre y en
toda circunstancia?68”.
4. CONCLUSIONES
No deseo recoger en este momento las ideas principales de cada apartado. Cierto que he aprendido y disfrutado mucho, pero el fruto mayor de estas páginas no se ve a simple vista. Se trata de 3 sensaciones que me han acompañado durante la tarea y que no sólo continúan sino que, ahora, en el momento de dar cierra a estas páginas, aumenta:
68 E. Sgreccia (pres.), El embrión humano en la fase de la preimplantación…, 41.
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1. La sensación de ignorancia y, por lo tanto, la necesidad de formación. Aunque Wittgenstein lo aplicaba en otro sentido y en otro ámbito, se podría decir con él “De lo que no se puede hablar, es mejor callar”. Al sumergirme en los diferentes manuales, descubro con gusto la inmensísima formación de aquello que hablan. No sólo de fundamentos morales (esto ya lo imaginaba), sino sobre biología, psicología, medicina,…etc Esto me trae una primera sensación de estupidez y de creer que cualquier juicio que emito es tan débil, que mejor callarlo. Pero tampoco me permite la ética callar sino que me anima a formar la conciencia. Este deseo es uno de los frutos de este trabajo.
2. Cambiar de “chip” con respecto al discurso del Magisterio y de los especialistas en moral. Aunque es cierto que todavía a veces el discurso moral del Magisterio puede sonar prepotente, en la lectura de los documentos que me han servido para la elaboración de este trabajo he descubierto:
o Grandísima humanidad y preocupación por la vida del débil.
o Un deseo de diálogo valiente y humilde con otras ramas del saber.
o Un no conformarse con la “conciencia dudosa”. Siempre se quiere ir a más, casi
adelantarse a los tiempo, y para ello querer avanzar en la formación.o Una actitud enérgica, clara y contundente cuando hay en juego una certeza de la
que dependen vidas humanas.
De hecho, al comprobar estas claves, he pensado en mis alumnos y en amigos ¡Cuánto cambiaría su mentalidad si en vez de hacer caso a los medios de comunicación sobre “lo que dice la Iglesia”, recurrieran a los mismos documentos! ¡Qué belleza desconocida!
3. Mayor sensibilidad para valorar la vida, especialmente de los más débiles. Esto se ha ido produciendo al hacerse mayor mi adhesión (gracias al conocimiento filosófico, técnico y biológico) a las normas del Magisterio que, previamente, ya tenías asumidas. Al comprender mejor las bases antropológicas y científicas de las mismas (no sólo quedarme ya en las teológicas) no sólo es mayor mi convencimiento sino la sensibilidad para valorar la vida de los no nacidos en sus primeros días de existencia. No se trata de un conjunto de células que pudieran ser o no ser. Se trata de un ser humano, como yo, que está llamado a seguir viviendo y una vida en plenitud. Una dignidad que va más allá de sus acciones futuras, de su aparente pasividad o de las cualidades o enfermedades que tuviera. Especialmente significativo me ha resultado el “diálogo químico” entre la madre y el cigoto.
5. BIBLIOGRAFÍA
Documentos del Magisterio
CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Instrucción Donum vitae sobre el respeto de la vida humana naciente y la dignidad de la procreación (22-II-1987).
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JUAN PABLO II, Discurso a los participantes al Convenio del "Movimiento en favor de la vida", (3-XII-1982).
JUAN PABLO II, Discurso a los participantes en la 35ª Asamblea General de la Asociación Médica Mundial, (29-X-1983).
JUAN PABLO II, Evangelium Vitae sobre el valor y el carácter inviolablede la vida humana (25-III-1995).
PABLO VI, Carta Encíclica Humanae Vitae sobre la regulación de la natalidad (25-VII-1968).
PÍO XII, Alocución en el Primer Congreso Internacional de Histopatología del sistema nervioso, (13-IX-1952).
PONTIFICIO CONSEJO PARA LA FAMILIA, Carta de los derechos de la familia, (22-X-1983).
SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Dichiarazione su L 'aborto procurato, (18-XI-1974).
Manuales y otros textos
BLÁZQUEZ, N., Bioética Fundamental, Madrid 1996.
CANONACO, E., “La Bioética desde la perspectiva filosófica del “personalismo ontológicamente fundado”, Cuadernos de Medicina Forense, 1 (2004) 61-78.
CICCONE, L., Bioética. Historia, principios, cuestiones, Madrid 2006.
ELIZARI BASTERRA, F.J., LÓPEZ AZPITARTE, E., RINCÓN ORDUÑA, R., Praxis Cristiana. 2. Opción por el amor y la libertad, Madrid 1981.
ENGELHARDT, T., The Foundations of Bioethics, New York 1986.
LUKAC, M.L., “Fundamentos filosóficos de la Bioética contemporánea” (disertación en el ateneo interno del Instituto de Bioética de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, 4 de mayo de 2007)
NÚÑEZ DE CASTRO, I, De la dignidad del embrión: reflexiones en torno a la vida naciente, Madrid 2008.
POSSENTI, V., “L’embrione è persona? Sullo statuto ontologico dell’embrione umano”, Approssimazioni all’essere, Padova 1995.
SGRECCIA, E., (pres.), El embrión humano en la fase de la preimplantación. Aspectos científicos y consideraciones Bioéticas. Resumen del Congresso Internazionale “L’embrione umano nella fase del preimpianto. Aspetti scientifici e considerazioni bioetiche” (Ciudad del Vaticano, 27-28 febrero 2006).
SGRECCIA, E., “La persona y el respeto de la vida humana” (17 Simposio Internacional de Teología de la Universidad de Navarra, 1996)
SGRECCIA, E., Manuale di Bioetica I, Milano 2007.
VIDAL, M., Bioética. Estudios de bioética racional, Madrid 1989.
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