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DE LA ERRANCIA HISTÔRICA A LA ERRANCIA EXISTENCIAL EN LA GESTA DEL MARRANO
DE MARCOS AGUINIS1
AMADEO LOPEZ
Université Paris X- Nanterre
Esta novela se mueve en el espacio hist6rico de la errancia de los
"marranos", de origen portugués, en el Nuevo Munda, perseguidos por la
Inquisici6n. Empieza en 1580 - fecha en que Diego Nufiez da Silva,
padre del protagonista, fuga hacia Brasil - y se termina en 1639 con el
tristemente célebre Auto de Fe de Lima. Segun Bernard Lavallé, entre el
gran numero de condenados en este Auto de Fe, figuran 62 judaizantes de
origen portugués2.
Utilizando una amplia y s6lida documentaci6n, Marcos Aguinis hace
magistralmente resaltar los estragos que causa en el individuo y en la
sociedad la intolerancia. Corno en La Cruz invertida del mismo autor, los
referentes hist6ricos y bîblicos nutren de manera fecunda la ficci6n. La
novela se di vide en cinco libros que llevan el tftulo de los del Pentateuco.
La errancia hist6rica se conjuga con la errancia bîblica y hace resaltar, de
manera punzante, la crisis de identidad que afecta a los personajes,
condenandolos a la errancia existencial.
I Marcos AGUINIS, La gesta del marrano (1991), Planeta, Barcelona, 1992. 551 p. 2 Cf Bernard LAVALLÉ, L'Amérique espagnole, de Colomb à Bolivar, Belin, Paris, 1993, p.171-
173. Para una idea sobre la importancia numérica de las condenas del Tribunal de Lima, la naturaleza
del "delito" y el origen de los reos entre 1570 y 1635, véase la pagina 173. El autor indica coma
fuente: Castaîieda y P. Hernandez, La inquisici6n de Lima (1570-1635). De los 1045 procesos en
el perfodo considerado, los judaizantes representan un 10,63%. En cuanto al origen de los
procesados, 23,03 % son extranjeros y entre éstos mas de la mitad portugueses.
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Amadeo LÔPEZ
Por "errancia existencial" se entiende aquf la oscilacion del profugo -condenado a ocultar constantemente su verdadera identidad - entre multiples sistemas axiologicos, sin poder afincar su personalidad en ninguno. De ahf el riesgo de naufragio en la absoluta otredad que corre el yo. Otredad para los otros, otredad para sf, el profugo es desdoblez meta
estable y amplificada en un espacio de ausencia, su unica morada.
Al expulsar al individuo de su morada y vedarle sus valores y creencias, la Inquisicion lo deja a la intemperie, sin estatus de persona, dando zarpazos de ciego en la imagen de sf borroneada. Esta idea se impone con fuerza en la novela.
El padre de Francisco Maldonado, como la mayorfa de los judaizantes, vive a horcajadas entre las dos religiones, la catolica y la judfa, sin lograr ser coherente con ninguna. Se excede en la practica de los ritos catolicos - sin creer en ellos -, se convierte en delator y abjura de su religion enla que continua creyendo. De ahf el desmembramiento de la conciencia y elsentimiento de degradacion que lo anega, como anega a varios personajesmas.
Corno los demas marranos, antes de caer en las garras de la Inquisicion, Diego Nufiez da Silva nutre la esperanza que los multiples cambios de residencia - de Portugal huye a Brasil y de Brasil a la América Espafiola (primero a lbatfn I y Iuego a Cordoba) - le permitiran encontrar por fin un paradero definitivo. Esperanza vana. La Inquisicion le da alcance, lo aprisiona, le confisca todos sus bienes, dejando a su familia en la desnudez material y espiritual, hundida en un profundo sentimiento de culpabilidad y de derreliccion, escindida entre la religion de la madre -cristiana vieja - y la del padre. En cierto modo, la escision entre la religion judfa y la catolica se concretiza ya simbolicamente para los hijos en el matrimonio mixto de Diego Nufiez da Silva primero y en el de su hijo Francisco luego - su mujer es también cristiana vieja. Ninguna de las dos esposas, sin embargo, rechaza a su marido, incluso después de haberlo condenado la Inquisicion.
1 Nombre indio de Tucuman.
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1 - LA MANCHA INDELEBLE
A partir del momento en que al hombre se le decreta culpable, su
descendencia carga con el peso de una mancha indeleble. No hay salvaci6n.
Es lo que, por ejemplo, le hace comprender a Francisco, en Potosf, Fray
Antonio Luque, familiar de la Inquisici6n, que le reprocha el ir en busca de
su padre y le niega la absoluci6n por tener la "sangre abyecta". Poco
importa lo que hace o pueda hacer Francisco. El fraile lo condena desde ya
como judaizante virtual
- No puedes confesarte. [ ... ] Estas impuro : i Tu sangre es
impura !
El joven sinti6 otro golpe en la boca del est6mago.
l Entiendes lo que te digo ? [ ... ] Eres hijo de cristiano nuevo.
Estas sucio de judafsmo.
- i Mi madre era cristiana vieja ! - protest6.
- Era ... Esta muerta - continuo en tono bajo, monocorde,
humiliante. No te quedaste cerca de su tumba : viajas hacia tu padre,
el reo de la Inquisici6n.
- Soy cristiano. Estoy bautizado. Recibf la confirmaci6n. [ ... ]
No me cierre el camino de la salvaci6n. Soy cristiano y quiero
seguir cristiano - dijo atropelladamente.
- Los que tienen sangre impura como tu, tu padre y tu
hermano, deben hacer mas penitencia y actos de virtud que los de
sangre pura. 1
Privado de las rafces paternas, exiliado de las maternas en donde se
habfa refugiado, Francisco se queda sin apoyo alguno, exclufdo también de
Dios. La actitud del fraile hunde a Francisco en espesas tinieblas. Lo
absuelve del pecado de fornicaci6n que confiesa, pero deja abierta en su
alma una profunda llaga de desamparo
Qued6 en su alma fray Antonio Lugue. En sus ojos de acero
habfa relampagueado un desdén inconmensurable por su padre, su
hermano y seguramente su descendencia. Francisco se preguntaba
gué podrfa hacer para que Dios y sus ministros lo quisieran.2
I La gesta., p. 216.
2 Ibid., p. 217.
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No hay remisi6n ni e-scapatoria posible. Francisco se va psicol6gica y ontol6gicamente a la deriva, sin morada en donde arraigarse, ni en la fe patema, ni en la materna. Condenado a la errancia existencial, sin asidero alguno, Francisco, al borde de la desesperanza, oscila constantemente entre ser y no ser. Esta oscilaci6n caracteriza a todos los personajes de la novela que, a ejemplo de los referentes hist6ricos, se ven obligados a ocultar su identidad secreta y, en muchas casas, interiorizando la mirada acusadora del otro, a sentirse viles y culpables.
2 - INTERIORIZACIÔN DE LA MIRADA ENVILECEDORA DEL
OTRO
La interiorizaci6n de la mirada del otro es un fen6meno clasico que Marcos Aguinis, con su doble formaci6n de médico y psicoanalista, utiliza de manera magistral en La gesta del marrano, evidenciando mas aun la grieta identitaria que el propio marrano profundiza a pesar suyo. Aunque en grado diferente, ninguno de los personajes que en la novela se ven confinados en la identidad impuesta esta a salvo del proceso envilecedor que induce esa mirada. Pero en los que mas se evidencia es en los miembros de la familia Maldonado da Silva.
Asf, en la noche anterior a la confirmaci6n en C6rdoba, cuando su padre ya habfa sido llevado por la Inquisici6n, Francisco, para morder recio su came con la disciplina - movido por un ardiente y desgarrador deseo de purificaci6n -, se insulta utilizando los términos de vejaci6n y desprecio que le proyecta constantemente la mirada de los demas
Acudi6 a su mente el rostro de su padre, la llave de hierro y la
biblioteca perdida. Ahf estaba Satanas con sus tentadores disfraces
[ ... ] "Indigno, hijo de hereje, eso, hijo de hereje, marrano
inmundo, eso, marrano inmundo". " i Judfo de mierda !". Y se aplic6
otro [golpe]. Y otro mas. Consigui6 desatar la locura y la întima
ferocidad. 1
Para castigarse con mas ahfnco, Francisco se desdobla pues en vfctima y victimario. En cuanto vfctima, se identifica con las rafces patemas. En
1 La gesta, p. 169.
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cuanto victirnario, se cubre con el disfraz del referente rnaterno. No hay ni
puede haber reconciliacion entre esos dos polos.
De rnanera analoga, en el convento de Lima, el herrnano Martin 1,
mulato y bastardo, se desdobla para espiar su condicion de ser escindido.
Pero en este caso, el victirnario es el referente paterno y la vfctirna el
materno. Se identifica con el padre blanco, altivo y feroz, para azotarse, y
con la rnadre negra y surnisa, para cargar con los golpes. Pese a la
inversion de los referentes en la desdoblez, estarnos ante el rnisrno proceso
de desgarrarniento identitario y de interiorizacion de la rnirada envilecedora
del otro.
Por eso a Francisco le angustia "llegar al Callao, aunque su extenso
viaje tenfa ese puerto corno rneta [porque] allf estaba su padre"2, corno le
angustia el encuentro con fray Manuel Montes que asurnira en Lima su
"severa paternidad postiza"3, amplificandole la irnagen de proscrito que la
rnirada de los otros siernpre le refleja. El deseo de encontrar al padre esta
constanternente subordinado a la mirada de los familiares de la Inquisicion
que le anuncian cuando y en donde ha de encontrarlo. Lo que significa que
el sentido de la busqueda esta viciado en la base. Los rnisrnos que habfan
arrancado a su padre de su farnilia, convertido en delator y prohibido sus
creencias convirtiéndolo en un ser deleznable para sf corno lo es para los
otros, privan a Francisco de iniciativa en lo mas fntirno. La razon de sus
actos y de su ser pertenece a los otros. La frialdad con la que los diferentes
familiares de la Inquisicion decretan su trayectoria hacia el padre convierte
de anternano el encuentro en pecaminoso
Dormirâs aquf - dijo sin emoci6n [Fray Manuel Montes] ; su
voz era fünebre como su rostro. Dentro de tres dfas, irâs al Callao
- hizo una pausa y lo miro de frente por primera vez.4
En el refectorio, Francisco se siente acorralado por la mirada
escrutadora de los frailes. Las ratas que se disputan, en su celda, las
tinieblas con él acentuan su impresion de exclusion. Por eso al llegar a
Callao, Francisco dernora su busqueda del padre
I Aguinis precisa en nota que se trata del "barbera, enfermera, sirviente, mulato y bastardo Martîn de
Porres [ ... ], el primer santo negro de América", canonizado por el papa Juan XXIII. (Cf p. 325). 2
Ibid., p. 239. 3
Ibid., p. 316. 4
Ibid., p. 241.
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Amadeo LOPEZ
Era un reconciliado. Y los reconciliados, aunque se acogiesen al
perd6n, cargaban el estigma de un crimen que nada ni nadie podîa
borrar. 1
El escamio al que quedan reducidos el reconciliado y su descendencia los expulsa definitivamente de toda posibilidad de echar el ancora en el ser. Se trata de un proceso caracterfstico del sadismo que pretende contener a la vfctima en la pura exterioridad del ser-ahî, en pasividad obscena, en desnudez total del ser, definitivamente sometida a l escarnecimiento publico. La obligaci6n para el reconciliado de cargar con el infamante sambenito es irreductible al pape) aleccionador que se le atribuye con frecuencia al castigo. Su raz6n remite mas bien a la dina.mica de esa "voracidad de un perro feroz" - "voracité d'un chien féroce"2 - de que habla Georges Bataille refiriéndose a la violencia sadica. El reconciliado y su descendencia son desposefdos de toda posibilidad de pensar y de desear por cuenta propia, teniendo la intemperie por unica morada. La ausencia de llave y de tranca de la choza de Diego Nufiez da Silva en Callao, permeable a todas las miradas, simboliza de manera elocuente esta desposesi6n del ser propio.
En Isabel y Felipa, las hermanas de Francisco, la interiorizaci6n de la mirada envilecedora las lleva a renegar del padre - causante, por sus "inmundos pecados", del desmembramiento de la familia, arresto de Diego, el hermano mayor, y muerte de la madre - y luego, anegadas en un profundo sentimiento de culpabilidad, a delatar a Francisco.
Cuando Francisco, antes de marcharse para Lima, va a ver a sus hermanas encerradas en el convento y les anuncia su proyecto - estudiar en San Marcos - , son visibles ya los estragos causados en los hijos por la condena del padre
Los tres evitaban acercarse a los temas penosos : su soledad, su
resentimiento, su humillaci6n. [ ... ] Cuando se agot6 el tiempo de
la visita se pusieron de pie [ ... ] Felipa [ ... ] manifest6 un irritante
pensamiento.
- Harâs lo mismo que papâ - reproch6.3
I Ibid., p. 245. 2 G. BATAILLE, L'Érotisme, "Arguments", Les Éditions de Minuit, 1957, p. 186. 3 La gesta., p. 175.
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Este juicio de Felipa pone a descubierto sin duda el deseo inconsciente
de Francisco de encontrar al padre. Pero ante todo evidencia el rechazo de la
imagen paterna en donde las hermanas localizan la fuente de su desdicha.
Este rechazo se concretizara mas tarde suprimiendo el apellido paterno en
la firrna de las cartas que por fin se atreven a escribirle a Francisco
No se me escap6 [dice Francisco] el detalle de que ambas firmaban con el exclusivo apellido "Maldonado", que suena a cristiano viejo. "Silva" quedaba exclufdo : se asociaba a mi padre, a su linaje judfo [ ... ] era evidente que las pobres no se podfan recuperar del estigma ; nuestras desgracias familiares las quebraron para siempre. 1
l C6mo evadirse pues del destierro en la otredad al que se ven
condenados los marranos, y allende los marranos todo hombre a quien se
le veda el derecho a ser diferente ? La respuesta de Marcos Aguinis,
constante en todas sus novelas y ensayos, milita en favor de la coherencia
del hombre con su identidad profunda. En La gesta del marrano, el autor
nos muestra que ninguna de las otras soluciones es satisfactoria. Ni el
olvido de las rafces que algunos personajes vislumbran, ni la mascara de
una devoci6n cat6lica que todos tienen que llevar sin creer en ella, ni la
abjuraci6n le permiten al proscrito superar su desdicha.
3 - LA TENTACIÔN DEL OLVIDO
Diego L6pez de Lisboa, viejo amigo del padre de Francisco, se aferra
inutilmente a la idea de borrar sus rafces decretando que "debe olvidar". Por
eso estudia teologfa. Pero, como se lo hace notar el cronista José Ignacio
de Sevilla, prefiere "olvidar pero no [olvida] porque entonces [dejarfa] de
ser el mismo"2. Por eso afirma el cronista que "todo lo que nos ocurre
merece perdurar"3.
La adhesi6n inicial y aparentemente sincera de Francisco a la religion cat6lica puede analizarse también como una voluntad de olvido de las
I Ibid, p. 393. 2
Ibid., p. 187.3
Ildem.
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rafces patemas. Esta voluntad reaparece cuando Francisco, al descubrir a su padre en Callao aplastado por el ignominioso sambenito, desea que haya renunciado a la fe judfa
l Era mi padre otra vez sincero cristiano ? l Habîa abandonado
definitivamente sus practicas judaizantes ? lAceptaba vestir el
sambenito como una merecida sanciôn? En mis plegarias rogaba
que asf fuera. Sufriô demasiado. Necesitaba paz. 1
Aunque lo que parece que motiva aquf el deseo de Francisco son los grandes sufrimientos del padre que él no quiere ver prolongar, hay en este deseo una voluntad manifiesta de distanciamiento con la fe judfa. La coincidencia con las apariencias de cat6lico sumiso y piadoso le hubiera dado al padre la paz que el hijo desea sin duda para los dos. Y cuando el padre le cuenta c6mo tuvieron que huir de Portugal hacia Brasil y subraya la contradicci6n de las autoridades que los odiaban pero que no les dejaban marcharse, Francisco comenta
- i Para exterminarlos ! - interpretô Francisco (dijo
"exterminarlos, en tercera persona, marcando que no se incluîa
entre los judfos).2
Esto significa que a pesar de la compasi6n y aprecio que siente por su padre, Francisco marca una distancia entre él y su padre, entre las rafces de su padre y las suyas. Posici6n ésta que no podrâ mantener mucho tiempo porque, aunque no lo quiera, la mirada de los otros lo incluye también a él entre los abyectos.
4 - LA CONMOCIÔN DE LAS RAÎCES MATERNAS
Francisco habfa intentado silenciar esta mirada acatando sumiso el dictamen de los sucesivos directores espirituales que lo fueron encauzando por el camino del catolicismo, aunque nunca lo logr6 plenamente. Asf, cuando Fray Bartolomé, el comisario de la Inquisici6n, le dice, al enviarlo
I Ibid., p. 275. 2
Ibid., p. 307.
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a Lima, que allf encontrara lo que busca - su padre -, Francisco recibe
ese anuncio como una bofetada
- Encontrarâs lo que buscas.
- No entiendo.
- Encontrarâs a tu padre.
Fue coma una mana abierta pegândole en el rostro [ ... ] Elpecho de Francisco, en cambio, era un tambor.
-Yo ...
- Estâ confinado en el puerto del Callao. Allf lo encontrarâs. 1
La palabra del comisario tiene doble sentido para Francisco. Si la
recibe como una "bofetada" es sin duda porque la mirada del frai le penetro
en su interioridad poniendo a descubierto lo que ni siquiera él se habfa
confesado. Pero al mismo tiempo se puede interpretar como una
autorizacion para ir en pos de su padre sin el peso de lo prohibido. Por eso
cuando el negro Luis penetra a escondidas en su celda con los
instrumentos quirurgicos para su padre, asegurandole que lo encontrara,
Francisco se atreve a expresar su esperanza : " i Ojala 1"2 lo encuentre. Es
el comienzo de una larga trayectoria que paulatinamente lo ira acercando a
la fe del padre.
Uno de los momentos claves de ese acercamiento en la novela es
cuando Miguel descubre y lee con gran voracidad el célebre libro
Scrutinium Scripturarum, escrito por el ex-rabino Salomon Halevi,
convertido al catolicismo y luego obispo de Burgos. El autor hace
polemizar a Saulo y Pablo, representantes respectivamente de la Sinagoga
y de la Iglesia. Los dos argumentan con gran erudicion. Pero siempre
triunfa Pablo. Francisco se hunde con pasion en la lectura y toma
conciencia de que "algo se acomodaba en [su] interior"3. Pero al mismo
tiempo empieza a sospechar que el triunfo de Pablo es falaz y por ende a
poner en tela de juicio la validez de la religion catolica.
La agitacion y mezcla de imagenes que lo invaden en su duermevela,
después de su primera lectura, son sfntomas de la profunda
desestabilizacion que se esta operando en sus referencias identitarias. En su
I Ibid., p. 177. 2
Ibid., p. 179.
3 Ibid., p. 317.
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celda llena de ratas, todo se mezcla, destacandose en su pesadilla, no obstante, los dos personajes que "teatralizaban una polémica" 1 tan artificial como ellos. La pesadilla se prolonga con el sonido de los azotes que se da el hermano Martfn en la celda contigua que inundan el espacio de la conciencia de Francisco, como un manto pegajoso
Francisco, acorralado de nuevo, se tapa las orejas para huir.
Pero rebota contra las manos carbonizadas de Fray Manuel2 y la
engafiosa polémica de Saulo y Pablo.3
5 - LA VALORIZACION DE LAS RAÏCES PATERNAS
Cuando Francisco le cuenta a su padre que encontr6 el Scrutinio
Scripturarum y que le parece falso es ya manifiesto que vacilan sus bases cat6licas y empiezan a emerger las judfas. Impelido por el padre a precisar sus razones, Francisco subraya la contradicci6n entre el anuncio del Mesfas que debfa poner un término a la persecuci6n de los judfos y la practica cat6lica que los persigue. Por eso le pide a su padre que se sincere y lo instruya en su fe judfa
- Quiero que me instruyas, papa. Quiero convertir mi espfritu
en una fortaleza. Quiero ser lo que soy, a imagen y semejanza del
Todopoderoso.4
El padre se sincera finalmente explicandole que no cree en la Ley de Moisés - invenciôn de los cristianos - sino en la Ley de Dios. Moisés solo la transmiti6.
La relaci6n entre el padre y el hijo, afincada ahora en la sinceridad, les permite asumir juntos, con orgullo, su pertenencia a la familia judfa. Al ser reconocido, el padre se transfigura. Al ver que el padre reencruentra su coherencia, el hijo cimienta la suya en la fe del padre y afirma que su sangre "abyecta" es la misma que la que corri6 por las venas de los judfos Jesus, los Ap6stoles y San Pablo.
l Ibid., p. 32 1. 2 El fraile se habfa carbonizado voluntariamente las manas en un brasero para expiar sus pecados. 3
Ibid., p. 322. 4
Ibid., p. 328.
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Al igualar su sangre con la de los judfos sacralizados por los
cristianos, Francisco echa el ancora identitaria en los cimientos firmes de
la positividad por él reivindicada como positividad indisociable de la que,
en principio, fonda la validez de la de sus perseguidores. Con ello se
prepara a romper los "muros de la prision" 1 en donde los mantiene
encerrados el miedo y a poner un término a su errancia existencial. Pero
no es tarea facil, como lo precisa el padre en una desgarradora confesion
ante el hijo
- Por miedo abjuré, lloré, mentf, confesé - murmur6 el padre.
- Se desintegr6 mi persona ... Decfa lo que me ordenaban.
- Papa, por favor, dime : l en algun momento volviste a la fecat6lica ? [ ... ]
- Preguntas si volvf. .. Pero alguna vez estuve en ella ?
- [ ... ] Muchas veces he deseado tener fe en los dogmas de laIglesia para dejar de ser perseguido. Me has visto en los servicios y las procesiones : no siempre concurro para simular. Me concentro, escucho, rezo, trato de sentir. Pero s6lo veo una ceremonia ajena.2
Esta confesion del otrora eminente doctor Diego Nufiez da Silva que,
bajo el infamante sambenito, arrastra en Callao su condicion de
reconciliado, da una idea del drama del hombre expulsado de sus
referencias. Sin raices, el individuo intenta en vano cruzar los muros de la
otredad : otro para los otros, otro para sf, prisionero de la
insubstancialidad, sin nada solido de qué asirse.
El significado profundo del proceso de exclusion que nos muestra La
gesta del marrano no se limita al perfodo historico que sirve de referente a
la novela, ni a los judfos. La escena en que estalla una disputa entre los
defensores de Callao contra la flota holandesa sobre la presunta
complicidad de judfos y portugueses con los invasores apunta hacia la idea
que, en ultima instancia, nadie esta a salvo de la exclusion, por el mero
hecho de ser diferente. La historia reciente muestra que la exclusion se va
ampliando. Ser judfo, portugués, extranjero ... diferente, constituye para
todo discurso unidimensional una mancha original contagiosa.
l Ibid., p. 330. 2
Ibid., p. 329-330
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6 - EL DRAMA DE LA MASCARA
El marrano esta condenado a mentir para seguir viviendo. Pero mentir es ofender al pr6jimo y negar a Dios. De ahf el sentimiento de culpabilidad y el desgarramiento de la conciencia que conlleva. El proscrito vive siempre sobre ascuas. No puede confiar en nadie. Incluso con los seres mas queridos tiene que mentir, como Francisco que esconde ante su esposa su "identidad secreta" y debe mostrarse siempre bajo el disfraz de la identidad impuesta. Pero la ocultaci6n de su identidad equivale a estar desposefdo de ella. En esto reside fundamentalmente la desdicha del judaizante condenado a la clandestinidad para no cortarse definitivamente de sus rafces. Por eso el rabf Gonzalo de Riveras dice, en la celebraci6n secreta del Séder de Pésaj en casa de Marcos, que la condici6n de los judfos es peor bajo la Inquisici6n que bajo el fara6n, porque por lo menos bajo el fara6n "podfan mostrarse ta! como eran" y ahora deben " ocultar hasta [sus] sentimientos. 1
La necesidad constante de mantener vigente la farsa para seguir viviendo "corroe el alma como un acido"2, dice Francisco refiriéndose a su obligaci6n de asistir a los oficios de Semana Santa en compaf\fa de su esposa. Por eso decide asumir sus rafces con todas las consecuencias previsibles.
7 - EL FIN DE LA ERRANCIA EXISTENCIAL
Francisco habfa admirado el valor del indio Yaru que por fidelidad a sus creencias no se habfa arredrado. Le habfa impresionado la transfiguraci6n de Yaru en el espacio de sus antepasados.
De manera analoga, Francisco siente una transformaci6n de su ser cuando empieza a judaizar con su padre. Y a su vez el padre, con la complicidad y adhesi6n del hijo a su fe, supera un tanto el sentimiento de derrumbe y culpabilidad en que vivfa y muere aferrado a su fe profunda, aunque las circunstancias le impongan fingir lo contrario.
I Ibid., p. 413. 2
Ibid., p. 418. En nota Aguinis recuerda que "el cargo de deicidio y la sistematica menci6n de los judfos como pérfidos recién fue revocada por la lglesia Cat61ica en el Concilio Vaticano Il, que inaugur6 en 1962 el papa Juan XXIII".
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De la errancia hist6rica a la errancia existencial
El padre insiste en que no repita su trayectoria, pero al mismo tiempo
le confia la llave espafiola, heredada de la familia, sfmbolo de la
continuidad. Ello podrfa significar que la trayectoria a evitar es la de
abjurar. Asf sin duda lo entendeni Francisco como lo muestra su
evoluci6n. Antes de morir, el padre le confia también el Scrutinio
Scripturarum precisando :
Lo compré para que te des el gusto de refutarlo. Pero hazlo mentalmente ; no lo escribas. Eso podrfa llevarte a la hoguera. 1
Este mandato no lo tendra en cuenta Francisco ya que en las carceles de
la Inquisici6n escribira sus argumentos para cuestionar y refutar a los de
los te6logos.
Tampoco tendra en cuenta la consigna de prudencia. En multiples
ocasiones Francisco adolecera de temeridad dejando vislumbrar, o incluso
desvelando, su identidad encubierta. Por ejemplo, cuando se enfrenta con el
obispo ciego de Santiago y ex inquisidor de Cartagena, moribundo, y le
responde a sus insultos contra los judfos : "Ustedes envenenan la fe [ ... ]
Los judfos solo queremos que nos dejen vivir en paz"2.
La temeridad de Francisco aquf se explica por su evoluci6n
psicol6gica. Progresivamente va tomando conciencia de que para salir de
su identidad escurridiza y salvarse del naufragio ontol6gico que lo amenaza
no le queda mas remedio que asumir con todas sus consecuencias de
manera irreversible su identidad judfa. Meditando sobre la conversaci6n
con el obispo y luchando contra la tortura que le causan sus propias
contradicciones, concluye
Mi condici6n de marrano era devastadora : l C6mo podfa sostenerme si de continuo me negaba ? l cuanto tiempo los marranos seguiremos siendo marranos ? Mis dudas eran la manifestaci6n de mi fragilidad y mi fragilidad un merecido castigo por no atreverme a ser un soldado de mis convicciones. Sin embargo, habfa un sitio fntimo, con el que podfa embestir hacia mi judaismo cabal : mi cuerpo.3
I Ibid .. p. 350.
2 Ibid., p. 426.
3 Ibid., p. 427-428.
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El obispo quiso insultarlo llamândolo "circunciso". Pero lo que en otras fases de su trayectoria hubiera puesto al rojo vivo el sentimiento de inferioridad y de autodesprecio de Francisco, despierta ahora en él un sentimiento inversa, el sentimiento de "un reconocimiento del antiguo pacto con Dios" 1• Por eso decide asentar definitivamente su identidad en la circuncision, cortândose toda posibilidad de retroceder y de continuar bogando de un lugar a otro en pos de referencias mutables :
Si me circuncido - proseguf cavilando - pondré en mi cuerpo una marca indeleble. Las hesitaciones futuras tendrân un punto de referencia que no podré obviar. No habrâ dudas sobre mi identidad. [ ... ] Me integraré de forma definitiva a la gran familia de mis antepasados. Seré uno de ellos, no uno que dice solamente serlo.2
Para ser uno, necesita circuncidarse. Por eso no acompaiia a la mujer y a la hija a la playa con sus suegros y se queda solo en casa, solo ante su destina que decide asumir: "Me dividiré [ ... ] : mi mano sera del cirujano y mi genital del paciente"3. Notese que para esta autocircuncision Francisco opera una nueva division en su persona. Pero a la inversa de la division anterior, division impuesta y por ende negativa, destructuradora, ésta es el resultado de una decision libre en base a la positividad y anuncia la reconciliacion de la conciencia consigo misma : "una plena articulacion con [sus] rafces"4. Francisco insiste sobre la conciencia que tiene de la necesidad de esta nueva y provisional desdoblez asumida para ser definitivamente "un miembro inescindible de Israel"5.
Ahora bien, si este acto constituye para Francisco una condicion necesaria para superar su desgarramiento identitario, no es suficiente. Para que su decision surta ante sf mismo plenamente efectos tiene que ser reconocida y compartida en primer lugar por los suyos. Por eso intenta desesperadamente comunicarle a su hermana Isabel, aterrorizada ante la noticia, su adhesion a la religion judfa e insiste con tanta desmesura para que ella asuma también sus rafces. Francisco fracasarâ rotundamente en este intenta y provocarâ en su hermana un resultado inversa al esperado. Las palabras del hermano suscitan en ella el pânico y la repulsa que le
J Ibid., p. 428. 2 Ibid., p. 428. 3 Ibid., p. 431. 4 Ibid., p. 432. S Ibid., p. 434.
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De la errancia hist6rica a la errancia existencial
hacen ver en él, como en su padre, un agente del demonio. La ruptura
definitiva de Isabel y de Felipa con sus rafces judfas se concretiza cuando
delatan a Francisco ante el confesor, entregandolo asf a la Inquisici6n.
Pero al mismo tiempo, esta delaci6n le brindara en cierto modo a
Francisco la ocasi6n de poner a prueba la solidez del compromiso consigo
mismo y de estabilizar su identidad. Para ello se ha precipitado él mismo
en las garras de la Inquisici6n. Asf lo dice explfcitamente Francisco a
Maria - la negra que le lleva un vaso de leche en la carcel de Lima :
- Soy judfo. [ ... ]
- i, Sabe, Maria ? He llegado hasta aquî, precisamente, para
decirlo. Necesito decirlo. 1
Recordando en su celda el precepto paterno de que no repitiese su
trayectoria y reprochandose el haberlo infringido, por lo que debe "rendir
cuentas ante el Tribunal"2, Francisco precisa que su trayectoria difiere de la
del padre porque "él mismo habfa decidido cancelar su doble identidad"3
poniéndose en manos de la Inquisici6n.
Queda pues claro que para estructurar su ser escindido entre dos
referencias contradictorias, Francisco produce su propia cafda en manos de
la Inquisici6n confiando a la despavorida Isabel su creencia. Por eso no
huy6 durante la travesfa entre Santiago y Lima. Si hubiera hufdo hubiera
continuado la errancia hist6rica y con ella la del ser. Ahora, ante el
Tribunal, cesa la errancia hist6rica y empieza para Francisco la
estructuraci6n del ser sobre una base de autenticidad, sin mascara :
Ha soportado demasiado la falsedad y ansfa mostrarse sin la
mascara de la vergüenza, la cobardfa y la traici6n. Traici6n a Dios,
a los demâs, a sf mismo.4
Durante los trece afios que pasa encerrado y torturado en los calabozos
del Santo Tribunal, Francisco no cesara de afirmar y reivindicar su
identidad judfa. En la insistencia ante los inquisidores que es judfo y que
su verdad es tan valida como la de los cristianos - o mas -, hay sin
1 Ibid., p. 447.
2 Ibid., p. 453.
3 Ibid., p. 453. 4
Ibid., p. 454-455.
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Amadeo LOPEZ
duda, como lo dice el narrador, "un morboso placer" 1. Pero hay también una voluntad manifiesta de rescate de sf, liberandose de la falsedad en que habfa vivido. No se trata de una decisi6n tomada a la ligera, sino en pleno conocimiento y consciente de que con ello arriesga su vida, como lo dice repetidas veces a los inquisidores. Asf también rescata simb6licamente a su padre que, bajo la tortura, habfa abjurado "repetidas veces de [su] inmundo pecado"2, delatado a su hijo Diego y "quebrado" su propia persona, hundiéndose en un profundo sentimiento de culpabilidad, de vileza y derrumbe.
Si la errancia geografica mantiene al marrano en constante oscilaci6n entre la practica cat6lica y la adhesi6n clandestina a la fe judfa sin disturbios psicol6gicos visibles - aunque sf escondidos -, cuando abjura de su fe y delata a los suyos se corta toda posibilidad de sosiego. El ap6stata es un desertor de la identidad, un ser que se autoexcluye de sf y se condena a no tener nunca paradera.
La dolorosa experiencia del padre, su ensefianza y el recuerdo de las descripciones que habfa hecho de los métodos del Santo Oficio le ayudan a mantenerse constantemente en vilo, afincado en su fe hasta el final. La firmeza de su temple, su vasta cultura, el vigor y sutileza de su espfritu desconciertan a los Inquisidores y a los eminentes te6logos que no logran convencerlo de error. Por eso, a medida que va contando su vida y ratificando su identidad judfa - "por dentro y por fuera"3
- ante los inquisidores, va pasando de la posici6n de hombre acurrucado y espalda doblada - como su padre bajo el peso del sambenito - a la de hombre erguido, que mira de frente a los victimarios, mostrandoles, a ellos y a los mejores te6logos que a su pedido acuden para "disipar sus dudas", las contradicciones de su conducta. De reo se convierte en fiscal. Su resistencia inaudita obliga a los inquisidores a demorar su condena : no pueden aceptar la idea de que un hombre de "sangre abyecta" se atreva a resistirles. En ello va la raz6n de ser del Santo Tribunal.
Entre Francisco y el Tribunal se establece un enfrentamiento ana.logo al de David y Goliat, la sutileza contra la fuerza bruta. Por supuesto aquf triunfa, en apariencia, la fuerza bruta en la medida en que Francisco sera quemado. Pero s6lo en apariencia porque la justificaci6n del fuego es la "purificaci6n del pecador", y Francisco no puede ser "purificado" porque no
l Ibid., p. 455. 2
Ibid., p. 286. 3
Ibid., p.465.
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De la errancia hist6rica a la errancia existencial
abjur6. Ademas, en la carcel, burlando la vigilancia de los guardias, habfa
logrado confortar a varios hermanos en la fe y convencerlos de que no
abjuraran, o se retractaran si ya habfan abjurado. Es lo que algunos
hicieron.
CONCLUSION
A través de la saga de la familia Maldonado da Silva se evidencian los
estragos que causa en el individuo y en la sociedad la intolerancia. El
proscrito carece de morada en el ser como en el espacio. La identidad se le
escurre como el rumor en el rfo. Corno Diego Nufiez da Silva, el marrano
vive en constante nomadismo identitario, pasando de la practica cat6lica
- en la que no cree - a la judfa que oculta, desterrado de las dos,
culpable por haber nacido con una mancha indeleble. De ahf la desdicha de
la conciencia y el sentimiento de degradaci6n que lo anega. Francisco
Maldonado, tras un perfodo de adhesi6n a la fe cat6lica, toma conciencia de
su exilio axiol6gico y por fin logra salir de la espesa niebla de la identidad
cuando se atreve a afirmar publicamente su derecho a la diferencia, su fe
judfa, arriesgando en ello su vida. La Inquisici6n quema su cuerpo, pero
no logra doblegar su voluntad y hacerlo abjurar. Porque se atreve a romper
el caparaz6n de las apariencias y a erguirse ante los victimarios como
conciencia consciente del valor de sus rafces, Francisco se reconcilia
consigo mismo y abre una brecha de esperanza en el mundo de la
intolerancia y obscurantismo. En ello reside sin duda una de las
principales facetas de la positividad de la novela y su actualidad.
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