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DERECHOS HUMANOS, CULTURA Y DEMOCRACIA
ALUMNO: ELOY CORTÉS CANO
MATRICULA: 201421302
RESUMEN DERECHOS HUMANOS
29 AGOSTO 2014
Sobre el fundamente de los derechos del hombre.
El problema del fundamente de un derecho se presenta de forma diferente según se trate
de buscar: e fundamente de un derecho que se tiene o de un derecho que se debería
tener.
A diferencia de los filósofos, cuando un jurista plantea el problema del fundamento de
los derechos humanos, se enfrena a un problema de derecho racional o crítico.
La investigación sobre el fundamento se propone un fin que hace nacer la ilusión del
fundamento absoluto, el fundamento absoluto es el fundamento irresistible en el mundo
de nuestras ideas. Esta ilusión fue común durante siglos en los iusnaturalistas, que
creyeron haber colocado ciertos derechos al amparo de toda posible impugnación
derivándolos directamente de la naturaleza del hombre. Pero éste argumento resultó ser
muy frágil. Kant había reducido razonablemente los demás irresistibles (innatas) a una
solo: la libertad. Pero ¿qué es la libertad?
Esta ilusión hoy no es posible: toda búsqueda del fundamento absoluto, está a su vez,
infundada. Contra esta ilusión se plantean cuatro dificultades.
La primera deriva de que el término “derechos humanos” es muy vago. La mayoría de
las definiciones son tautológicas, o bien, dicen alguna cosa sobre su estatus deseada, y
no sobre su contenido. Finalmente cuando se añade alguna referencia al contenido, se
introducen siempre términos de valor, y los términos de valor son interpretables de un
modo diferente según la ideología asumida por el intérprete.
El fundamento de derechos, de los que se sabe solamente que son condiciones para la
realización de valores últimos, es la llamada a estos valores últimos. Pero los valores
últimos, a su vez, no se justifican, se asumen, ya que aquello que es último, no tiene
fundamento por ser último. Queda el hecho de que todos estos tipos de definiciones no
permiten elaborar una categoría de los derechos humanos de contornos netos.
En segundo lugar los derechos del hombre constituyen una clase variable, como la
historia de estos últimos siglos muestra suficientemente. Los derechos humanos se han
modificado con el cambio de las condiciones históricas, de las necesidades, de los
intereses, etc. No es difícil prever que en el futuro podrán aparecer nuevas pretensiones
que ahora no alcanzamos siquiera a imaginar. Lo que prueba que no existen derechos
fundamentales por su propia naturaleza. Ya que aquello que parece fundamental en una
época y cultura, no lo es para otro tiempo y civilización.
No es necesario tener miedo al relativismo. La constatada pluralidad de las
concepciones religiosas y morales es un dato histórico, también sujeto a cambio. El
relativismo es también relativo, y con eso este pluralismo es el argumento más fuerte en
favor de algunos derechos humanos, más exaltados como la libertad de pensamiento. Si
no estuviésemos convencidos de la irreductible pluralidad de las concepciones últimas,
y estuviésemos convencidos de que asertos religiosos o políticos son demostrables
como teoremas, los derechos de la libertad religiosa o política perderían su misma razón
de ser.
Además de mal definible y variable, la clase de los derechos humanos es también
heterogénea. Entre los derechos comprendidos en la misma declaración existen
pretensiones muy distintas e incompatibles. Por tanto, las razones que sirven para
sostener a unas no sirven para otras. En este caso se debería hablar ya de fundamentos
de los derechos del hombre.
Entre los derechos humanos, existen derechos con status muy distintos. Pero hay
algunos que sirven en todas las situaciones y para todos los hombres indistintamente:
son aquellos derechos que se exige no sean limitados ni en casos excepcionales ni
respecto a esta o aquella categoría, aunque sea restringida, de seres humanos por
ejemplo a no ser torturados. Son bien pocos los derechos considerados fundamentales
que no se encuentran en concurrencia con otros derechos considerados también como
fundamentales, y que no impongan ciertas situaciones respecto a particulares categorías
de destinatarios una elección. No se puede afirmar un nuevo derecho en favor de una
categoría de personas sin suprimir algún viejo derecho del que se beneficiaban otras
categorías de personas. En algunos casos la elección parece fácil, pero en la mayor parte
de ellos es dudosa. Esto depende del hecho de que tanto el derecho que se afirma como
aquel que se niega, tienen sus buenas razones.
Parece que se debe concluir en este punto que derechos con eficacia distinta no pueden
tener el mismo fundamento y sobre todo que los derechos del segundo tipo son
fundamentales pero sujetos a restricciones y no pueden tener por tanto un fundamento
absoluto.
Todas las declaraciones recientes de los derechos humanos comprenden, además de los
tradicionales derechos individuales que consisten en libertades, los considerados
derechos sociales que consisten en poderes. Los primeros requieren obligaciones
puramente negativas de abstenerse de determinados comportamientos, los segundos
pueden ser realizados solo si vienen impuestos a otros un cierto número de obligaciones
positivas. Son antinómicos en el sentido de que su propio desarrollo no puede realizarse
paralelamente: la realización integral de los unos impide la de los otros. Cuanto más
aumentan los poderes de los individuos, más disminuyen las libertades de los mismos..
Los dos principales argumentos para introducir algunas libertades entre los derechos
fundamentales son; a) la irreductibilidad de las creencias últimas; b)la creencia de que el
individuo podrá prosperar moralmente más y promover también el progreso material de
la sociedad cuanto más libre sea.
Dos derechos fundamentales antinómicos no pueden tener, el uno y el otro, un
fundamento absoluto.
No se puede decir que los derechos humanos hayan sido respetados más en la edad en la
que los pensadores estaban de acuerdo en la creencia de haber encontrado para
defenderlos un argumento irrefutable. No obstante la crisis de los fundamentos, por
primera vez en estos decenios, la mayor parte de los gobiernos existentes han
proclamado de común acuerdo una Declaración de los Derechos del hombre; después de
esta declaración el problema de los fundamentos ha perdido gran parte de su interés.
El problema de fondo relativo a los derechos humanos no es tanto el de justificarlos,
sino el de protegerlos. Es un problema político, no filosófico.
No se trata de encontrar el fundamento absoluto, sino, cada vez, los varios fundamentos
posibles. Tal estudio es tarea de las ciencias históricas y sociales. Esta crisis de los
fundamentos es también un aspecto de la crisis de la filosofía.
Presente y porvenir de los derechos humanos
El problema que se nos presenta, en efecto, no es filosófico, sino jurídico, y en sentido
más amplio, jurídico. No se trata de saber cuáles y cuantos son estos derechos, sino de
garantizarlos, para impedir que sean continuamente violados. Se entiende que la
existencia del respeto a los derechos humanos y las libertades fundamente las nace de
la convicción generalmente compartida de que ya están fundados: el problema del
fundamento es ineludible. El dilema cada vez más urgente es el de las garantías.
Hay tres modos de fundar los valores: deducirlos de un dato objetivo constante, por
ejemplo, la naturaleza humana: considerarlos como verdades evidentes por sí mismas, y
finalmente, descubrir que un determinado periodo histórico son generalmente
consensuados El primero sería válido si realmente existiese la naturaleza humana. El
segundo, tiene el defecto de presentarse más allá de toda prueba y rechazar cualquier
otra posible argumentación de carácter racional,.
El tercer modo de justificar los valores es mostrar que están apoyados en el consenso,
según el cual un valor estaría tanto más fundado cuanto más compartido fuese. Con esta
prueba se sustituye la prueba de objetividad por la de intersubjetividad. Se trata del
único fundamento que puede ser probado factualmente.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos es un documento que ha sido
aprobado por cuarenta y ocho Estados el 10 de diciembre de 1948 en la ONU y recibido
desde entonces como inspiración en el proceso de crecimiento de individuos libres e
iguales. Sólo después de la Declaración podemos tener la certidumbre histórica de que
la humanidad comparte algunos valores comunes y podemos creer finalmente en la
universalidad de los valores.
Este universalismo ha sido un proceso lento. En la historia de las declaraciones pueden
distinguirse por lo menos tres fases. Las declaraciones nacen como teorías filosóficas.
Su primera fase se encuentra en las obras de los filósofos.
El segundo momento de la historia de las Declaraciones consiste en el paso de la teoría
a la práctica, sin embargo pierden cierta validez pues solo valen si el Estado los
reconoce.
Con la Declaración de 1948 comienza una tercera y última fase en la que la afirmación
de los derechos es a la vez universal y positiva. Universal en el sentido de que los
destinatarios no son los ciudadanos de un estado sino todos los hombres.
Las actividades desarrolladas por los organismos internacionales para la tutela de los
derechos humanos pueden ser consideradas bajo tres aspectos: promoción, control, y
garantía. Por promoción se entiende el conjunto de acciones que se orientan hacia este
doble adjetivo: a) inducir a los Estados que no tienen una disciplina específica para la
tutela de los derechos humanos, que los introduzcan b) inducir a los que ya la tienen, a
perfeccionarla. Por actividad de controle entiende el conjunto de medidas que los
distintos organismos internacionales ponen en práctica para verificar si los tratados son
respetados. Por actividad de garantía se entiende la organización de una verdadera tutela
jurisdiccional de carácter internacional sustitutiva de la nacional-.
Una discusión sobre los derechos humanos deber tener en cuenta hoy el desarrollo
global de la civilización humana. No se puede plantear el problema de los derechos
humanos si se le abstrae de los dos grandes problemas de nuestro tiempo: la guerra y la
miseria.
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