DOMINGO 1º: LA TENTACIÓN: Mc. 1, 12-15 SUPERAR LA PRUEBA POR LA FIDELIDAD DOMINGO 3º: LA...

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DOMINGO 1º: LA TENTACIÓN: Mc. 1, 12-15SUPERAR LA PRUEBA POR LA FIDELIDAD

DOMINGO 3º: LA PURIFICACION DEL TEMPLO: Mc. 2, 13-25VIVIR DIGNAMENTE COMO TEMPLOS DEL ESPÍRITRU SANTO.

DOMINGO 4º: DIÁLOGO CON NICODEMO: Jn. 3,14-21 NACER DE NUEVO

DOMINGO 5º: LA HORA QUE HA LLEGADO: Jn. 12,20-33 QUERER VER A JESUS

La liturgia de este Domingo subraya en esta Cuaresma el tema de la Pasión del Señor.

Nos acercamos a la Semana Santa, y la Pasión y muerte de Jesús emergen como tema dominante para nuestra preparación para la Pascua.

En nuestro mundo queremos llamar la atención de muchas maneras, pero no es fácil para nosotros el lograrlo y nos sumergimos en lo exterior y fácil: modos de vestir, de hablar, de cantar...

La renovación de Dios actúa dentro y la novedad consiste en vivir amando y amar en serio es dar la vida un poco cada día.

Sin Dios no podemos hacer nada; pidamos hoy su ayuda para que podamos creer de verdad en la cruz de Cristo.

En nuestro mundo queremos llamar la atención de muchas maneras, pero no es fácil para nosotros el lograrlo y nos sumergimos en lo exterior y fácil: modos de vestir, de hablar, de cantar...

La renovación de Dios actúa dentro y la novedad consiste en vivir amando y amar en serio es dar la vida un poco cada día.

Sin Dios no podemos hacer nada; pidamos hoy su ayuda para que podamos creer de verdad en la cruz de Cristo.

Pensemos también en cuál es nuestra postura ante Dios y ante los hombres.

Dios es vida y unirse a Él es creer en la novedad, en la posibilidad de cambio, en una tierra nueva, en una fuerza interior que nos transforme en novedad.

Dios es capaz de hacer vivir a los muertos.

Él es el único que puede crear novedad autentica.

LECTURA

PREPARACION

MEDITACION

ORACION

CONTEMPLACIONACCION

1

2

3

4

5

1° PREPARACIÓN

INVOCACIÓNAL ESPÍRITU SANTO

Ven a mí, Espíritu Santo, Espíritu de sabiduría: dame mirada y oído interior para que no me apegue a las cosas materiales, sino que busque siempre las realidades del Espíritu.

Ven a mí, Espíritu Santo, Espíritu de amor: haz que mi corazón siempre sea capaz de más caridad.

Ven a mí, Espíritu Santo, Espíritu de verdad: concédeme llegar al conocimiento de la verdad en toda su plenitud.

Ven a mí, Espíritu Santo, agua viva que lanza a la vida eterna: concédeme la gracia de llegar a contemplar el rostro del Padre en la vida y en la alegría sin fin. Amén.

San Agustín

2° LECTURA

¿QUÉ DICE el texto?

Jr. 31-34

«Grabaré mi Ley en su corazón»

Jeremías profetiza el nuevo pacto de Dios con su pueblo.

Es un pacto:- que será permanente y definitivo.

- edificado en la remisión y perdón de los pecados de la gente.

- que cambiará los corazones de la gente para llenarlas de amor mutuo.

La época de Cuaresma es la renovación, de nuestra

parte, de este pacto que vino con Jesús.

La experiencia de Dios es siempre algo nuevo y sorprendente.

El profeta se sirve del concepto de Alianza para

explicar al pueblo la nueva manifestación de Dios.

Esta será grabada en el corazón.

Por eso el llevarla a cabo será connatural al hombre.

Sus bases son el perdón, la conversión y un pueblo de Dios con nuevo impulso.

Esta profecía es considerada la perla más preciosa del Libro de Jeremías, y llamada también «La cumbre del Antiguo Testamento».

Prenuncia que, tras el fracaso definitivo de la Alianza del Sinaí, va ella a ser sustituida por una Alianza Nueva y Eterna.

A Jeremías debemos esta expresión: «Nueva Alianza», que se nos ha hecho tan familiar.

Como características de la Nueva Alianza, frente a la cual la Vieja Alianza es muy imperfecta, y sólo prefigurativa, y por tanto abolida, señala Jeremías:

a) Su «interioridad».

- En la Alianza Vieja, la Ley estaba escrita en tablas de piedra.

- En la Alianza Nueva, Ley está escrita en los corazones.

b) La «intimidad» y cordialidad de relaciones entre Dios y nosotros.

Recogiendo este espíritu de la Nueva Alianza, cual la promete Jeremías y luego Ezequiel, resume San Pablo: «Moraré y viviré en medio de ellos. Y seré su Dios y ellos serán mi Pueblo. Y seré para ustedes Padre; y ustedes serán para mi hijos e hijas, dice el Señor» (2Co. 6, 17; cfr. Jr. 31, 33; Ez 37, 27).

c) EI perdón total de todos los pecados.

- La iluminación interior de todas los corazones (v 35).

Recordando la Nueva Alianza, la Carta a los Hebreos argumenta: «Al decir "nueva" declara caducada la anterior» (Hbr. 8, 13).

La «Alianza» del Calvario nos da en verdad y plenitud lo que la del Sinaí sólo podía dar en sombra y figura: Perdón de los pecados; vivencia filial con el Padre; inhabitación del Espíritu Santo.

Sal. 51(50)«Dame, Señor un corazón nuevo»

Siempre se ha querido conocer al gran devoto de Dios, al que la humanidad debe este precioso poema. Hay diversidad de opiniones.

La Tradición Judía designa a David por autor, después de haber pecado con Betsabé, la mujer der Urías.

Pero el poema parece posterior, ya que el estilo conecta muy bien con los profetas, sobre todo, con Isaías y Jeremías.

«Los seres que son genios son contemporáneos del futuro más que del propio tiempo» (Pascal).

El Salmo 51(50) fue escrito por «un David típico que representa a cualquier pecador» (P. Schökel).

En este sentido, podemos decir que es el salmo de cada uno de nosotros: el tuyo y el mío.

«Oh Dios, crea en mi un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme... no me quites tu santo espíritu; devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso» (vv. 12-14).

- «Crea en mi»: es la palabra que aparece en el

Génesis en la creación de las cosas, «bará» (= «crear»).

Se habla de una nueva creación: el salmista no le pide a Dios que cambie su corazón de piedra en un corazón de carne.

Su oración es más atrevida: le pide que le cambie el corazón viejo por uno nuevo.

Ese corazón ya está cansado y hay que sustituirlo por otro.

Y, como el crear sólo es obra de Dios, por eso le pide al Espíritu Santo, una y otra vez, que le de un espíritu firme, un espíritu generoso, para hacer este prodigio de la gracia.

Se trata de una especie de «comunicación del corazón de Dios al corazón del hombre en vistas a instalar allí el amor que se había perdido» (A. Carre)..

Por eso convertirse es algo más que cambiar de ruta o cambiar de actitudes morales.

Es un cambio radical.

«Es entrar en el Océano de un amor que tiene orilla por todas partes y por ninguna tiene fondo» (M. Blondel).

Como efecto inmediato viene la alegría que ha resonado con timidez en la primera parte y ahora estalla.

Ahora entendemos las palabras del Señor: «habrá mas alegría en el cielo por un pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión» (Lc. 15, 7).

Esa alegría inmensa, indescriptible, que siente Dios por nosotros cuando nos convertimos de corazón, deberemos tenerla nosotros cuando, de corazón, nos perdonamos.

Hbr. 5,7-9:

«Aprendió sufriendo lo que es obedecer»

Cristo es el Único Sumo y Eterno Sacerdote de la Nueva Alianza:

Primeramente se nos da la definición y condiciones del sacerdote (vv. 1-4):

El sacerdote debe ser: - a) miembro de la familia humana; - b) representar a los hombres ante Dios; - c) ofrecer sacrificios expiatorios; - d) tener entrañas de compasión con sus

hermanos, los hombres; - e) ser llamado y aceptado por Dios al

sacerdocio.

Es evidente que nadie como Cristo tiene estas condiciones: Verbo-encarnado, Hombre-Dios, es

Pontífice sumo y único.

Entre las figuras del Viejo Testamento, el sacerdocio de Melquisedec prefigura el Sacerdocio de Cristo mejor aún que el de Aarón.

La Escritura presenta a Melquisedec Rey de Salem y sacerdote del Altisimo (Gn. 14, 18), «Tipo» muy logrado del Mesias: Rey-Sacerdote (Hbr. 7, 1-24).

En los versículos de la lectura litúrgica de hoy (Hbr. 5, 7-9), nos pone de relieve cómo en el sacerdocio de Cristo, Sacerdote y Victima forman una única unidad.

El Decreto de Dios que le confiere el Sacerdocio eterno (v. 6), lo llama también a ser Victima (cfr. Jn. 10, 18).

La aceptación voluntaria y amorosa con que el Hijo Encarnado cumple la voluntad del Padre, dan al «Siervo-Hijo» la experiencia dolorosa de la obediencia; pero a la vez lo constituyen Sacerdote Perfecto y Víctima perfecta:

- «Sacerdote Perfecto»:

«Porque no tenemos un Pontífice incapaz de compadecerse de nuestras flaquezas; antes bien, a excepción del pecado, ha sido en todo probado igual que nosotros» (Hbr. 4, 15).

Nos gana el amor y la confianza éste nuestro Pontífice «que en los días de su vida mortal ofreció plegarias y súplicas con vehemente clamor y lagrimas» (v. 7).

Jesús es Sacerdote elegido por Dios e

identificado totalmente con los hombres.

Ofrece como rito, su vida.

Por eso es el autor de la total liberación del hombre.

- «Victima Perfecta»:

Consumado su Sacrificio-Obediencia, es glorificado a la diestra del Padre. «Y glorificado, viene a ser para cuantos le obedecen (creen en El) autor de salvación eterna» (v 9).

En razón de éste su sacerdocio eterno podemos orar así:

«Te pedimos, Dios Todopoderoso, que nos consideres siempre como miembros de Aquél en cuyo Cuerpo y Sangre comulgamos»

(Oración después de la Comunión).

Jn. 12,20-33:

«Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre»

EVANGELIO DE JESUCRISTOSEGÚN SAN JUAN

R/. Gloria a Ti, Señor.

20 Había algunos griegos, de los que subían a adorar en la fiesta. 21 Éstos se dirigieron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le rogaron: «Señor, queremos ver a Jesús.» 22 Felipe fue a decírselo a Andrés; Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. 23 Jesús les respondió: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo de hombre. 24 En verdad, en verdad les digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto.

El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna. 26 Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará. 27 Ahora mi alma está turbada. Y ¿que voy a decir? ¡Padre, líbrame de esta hora! Pero ¡si he llegado a esta hora para esto! 28 Padre, glorifica tu Nombre». Vino entonces una voz del cielo: «Le he glorificado y de nuevo le glorificaré».

29 La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno. Otros decían: «Le ha hablado un ángel» 30 Jesús respondió: «No ha venido esta voz por mí, sino por ustedes. 31 Ahora es el juicio de este mundo; ahora el Príncipe de este mundo será derribado. 32 Y yo cuando sea elevado de la tierra, atraeré a todos hacia mí» 33 Decía esto para significar de qué muerte iba a morir. 

Palabra del Señor.R/. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Re-leamos el texto para interiorizarlo

v. 20-23

Muy cercanos ya a la conmemoración del misterio Redentor leemos esta emotiva escena: un grupo de gentiles, adheridos a la fe y esperanza de Israel (cfr. Hch. 10, 2), buscan con grande deseo a Jesús: «queremos ver a Jesús».

Jesús ve en ellos las primicias del fruto de su Pasión: «Ha llegado la hora de que el Hijo del Hombre sea glorificado».

Jesús, ante esos gentiles que acuden a Él, especifica el sentido de su misión.

Ella tiene como fruto la vida, pero para dar la vida ha de pasar por la muerte y ante ella, como hombre, siente horror.

Su muerte será un triunfo.

El discípulo deberá igualmente perder la vida para ganarla.

A la pasión la llama su «glorificación», porque, levantado en la cruz, atraerá hacia sí todos los corazones (cfr. Jn. 8, 28).

vv. 24-26: Estos versículos recogen hermosas instrucciones de Jesús sobre el valor del sufrimiento.

El dolor es valorizado.

Los seguidores de Cristo debemos ahora acompañarlo en la cruz; con esto entramos en el misterio de la Redención y adquirimos el derecho de ser participes de su Gloria (vv. 24-26).

vv. 27-32:

La escena de estos versículos evoca la de Getsemani:

La «Hora» ya tan cercana sume al alma de Jesús en suma angustia.

Jesús clama al Padre lo libere de aquella Hora (v. 26).

Como en Getsemaní, tras este grito de su voluntad natural, su voluntad racional se entrega totalmente a la del Padre.

Acepta el Sacrificio para gloria del Padre (v. 28).

También como en Getsemaní, el Padre envía consuelo y vigor a su Hijo (v. 28b).

El Hijo, por su amor y obediencia, con su Sacrificio, glorifica al Padre (v. 28), derrota a Satanás (v. 31) y salva a todos los hombres (v. 32).

3° MEDITACIÓN

¿QUÉ NOS DICE el texto?

Paradojas evangélicas

Las paradojas evangélicas suenan con fuerza en esta perícopa de Juan.

- La gloria es la derrota de la cruz.

- Morir es fructificar. - Perder la vida es ganarla.

- Aborrecerse a si mismo es amarse.

- Ser Señor es servir por amor.

Los que buscan la novedad: «Señor, quisiéramos ver a Jesús» - encuentran la gran novedad de un hombre capaz de dar la vida por amor.

Él no va a la muerte como un estoico cargado de ideas.

Él va a la muerte como un hombre que ama la vida; pero que ve en la muerte el único camino para la vida.

Él ve como única posibilidad de vivir la entrega total y confiada a la voluntad del Padre.

Dar la vida no es solo un camino hacia la gloria; es ya la gloria del Padre que se manifiesta de una manera total.

Dios es amor y los que aman dando la vida, manifiestan a Dios.

La cruz es el centro de atracción del mundo, es la gran victoria del amor, la gran manifestación de la gloria de Dios.

En este Evangelio Jesús, no sólo anuncia Su muerte violenta, sino por sobre todo, le da a su muerte su significación total.

Destaquemos puntos sobresalientes de su discurso:

a) Así como su muerte seguida por la resurrección es fuente de vida futura y renovación, también las «muertes místicas» son un camino de nueva vida: «A menos que el grano de trigo caiga a la tierra y muera, permanece sólo como un grano de trigo. Pero si muere, produce abundante fruto».

«Muerte mística» es muerte al egoísmo, orgullo, vanidad, ídolos, en una palabra, a una vida guiada sólo por horizontes mundanos:

«El hombre que ama su vida, la pierde, mientras que el hombre que odia su vida en este mundo la guarda para la Vida Eterna».

b) Como fuente de humanización y vida, la muerte de Jesús creará un movimiento de fraternidad y reconciliación entre la gente, como opuestos al movimiento pecador de odio, división y explotación.

Esta fraternidad, brotando de la muerte de Jesús, es una proyección de reconciliación y comunión hecha entre Dios y el hombre: «Yo -una vez que sea levantado de la tierra- atraeré a los hombres hacia mí».

La Nueva Alianza

Reconozcamos que no es fácil para nosotros la renovación. La novedad es vivir a contracorriente en el mundo. Es vivir para amar y no para ser amado. Es buscar más la derrota que el triunfo, es creer que la muerte es el camino para la vida.

La Nueva Alianza ha quedado inaugurada con la muerte y resurrección de Cristo.

Esto nos enseña claramente el mismo Jesús cuando al instituir el Memorial perenne de su Sacrificio Redentor dice:

«Este Cáliz es la Nueva Alianza en mi sangre, la que por ustedes es derramada» (Lc. 22, 20). «Esta es mi sangre de la Alianza que es por todos derramada en remisión de los pecados» (Mt 26. 28).

Vivir sin Dios de esta manera es imposible.

Él tiene que crear la novedad, cada día y cada hora. Enseñarnos a dar la vida en la entrega total es una difícil tarea.

Los cristianos no nos acabamos de convencer que la única originalidad posible en nuestro mundo es vivir el amor que procede de la cruz de Cristo y que en ello está el único camino Salvador.

Todo renovarse es morir un poco y esta renovación es dejar que se realice la obra de Dios en nosotros.

Pero la renovación interior es difícil. Por eso en nuestro mundo preferimos cambiar ideas más que cambiar vida. Jesús no nos pide hablar de un modo distinto, sino vivir muriendo y dando la vida.

El futuro de Dios

La experiencia puso a los profetas ante el muro de la imposibilidad.

La ley exterior al hombre no salvaba.

Solo servía para demostrarle la imposibilidad de ser él sin Dios.

A lo lejos ellos descubren la nueva realidad.

Dios crea algo nuevo y se introduce en el corazón de los hombres.

Las viejas piedras de la Alianza eran pesadas y duras.

Dios es desde dentro impulso y fuerza.

Un Pueblo nuevo nace ante la acción de Dios.

Cuando esto se realice ya no habrá imposiciones legalistas de unos sobre los hombros heridos de los otros, como hoy, sino «ofrecimientos», vidas liberadas.

¿Acaso no nos damos cuenta que vivir hoy el Evangelio seria la mayor novedad?

Pero no, es preferible seguir copiando de otros, sumergirse en un culto cómodo y apartado de la vida, pensar que todo el problema consiste en encontrar ceremonias o morales legalistas y farisaicas que nos protejan del fuego de Dios.

La obediencia de Jesús y del cristiano

El mensaje de la Carta a los Hebreos nos recuerda la angustia y sufrimiento de Jesús como mediador e instrumento del nuevo pacto.

También es un recordatorio del valor de cada persona -como socio del pacto- para cuya salvación Jesús pasó por tanto dolor y oración.

Jesús siguió el camino de la pérdida total, camino de la cruz y muerte y así llegó a la novedad total de la vida, a la Resurrección: «aprendió sufriendo, a obedecer».

Él unió en sí a todos los hombres; en Él morimos y adquirimos el don de la vida nueva y distinta, vida sin fronteras y opresiones, vida cuyo horizonte nunca termina.

Jesús fue el «sí» total y confiado al Padre.

Dios escucho su grito. que fue libertad para todos; pero no le evito el paso por el duro camino de la cruz.

No es la renovación de Dios un evitar nuestros esfuerzos y luchas, renovarse es esperar en la fuerza de Aquel que es capaz de dar la vida a los muertos y que se manifestó en Jesús.

Renovarse es morir, es aceptar la voluntad de Dios dando la vida en el tajo de nuestro vivir, como Jesús nuestro sacerdote y víctima.

Vivir es esperar muriendo cada día en la entrega total y esperar la respuesta de Dios.

La novedad de la Cruz

La cruz de Cristo se alza en todo horizonte humano; pero hoy como entonces la cruz del Señor sigue siendo una cruz solitaria.

Creer que la cruz lleva a la Resurrección es una cuestión de fe.

Entender como Juan, que la cruz es ya la glorificación, es superior a nuestras fuerzas humanas. Hemos nacido para la vida y no para la muerte.

Pero «el que ama su vida la pierde y el que la pierde por amor la gana».

Dejemos a Dios, sin miedo, que cree en nosotros la novedad y que nuestra vida sea manifestación del amor hecho realidad en nosotros.

En nuestro mundo queremos llamar la atención de muchas maneras, pero no es fácil para nosotros el lograrlo y nos sumergimos en lo exterior y fácil: modos de vestir, de hablar, de cantar...

Renovación del corazón

La renovación de Dios actúa dentro y la novedad consiste en vivir amando y amar en serio es dar la vida un poco cada día.

Sin Dios no podemos hacer nada.

Pidamos hoy su ayuda para que podamos creer de verdad en la cruz de Cristo.

Pensemos también en cuál es nuestra postura ante Dios y ante los hombres.

Hemos corrido caminos largos para huir del fuego de Dios.

Hemos hecho del culto un lugar de protección contra la vida y no fuego que nos impulse a vivir el amor.

Hemos llenado nuestra vida de palabras y no de obras.

Por todo ello y por no dejarnos renovar por el Señor, pidamos hoy perdón.

4° ORACIÓN

¿QUÉ LE DECIMOS NOSOTROS a DIOS?

Señor Jesús, sin Ti nada podemos hacer...Por eso recurrimos a Ti y esperamos queatiendas nuestra indigencia y necesidad.

Tu nos pides, Señor, renovación, cambio, conversióna nosotros que amamos la estabilidad,la tranquilidad y la buena vida.

Quémanos, Señor, con el fuego de tu Palabra,y danos la valentía de dar la vida,que es la única manera de vivir;pues quien no ama no vive.

Concede a tu Iglesia que viva con autenticidad la renovación que procede del Espíritu.

Haz que quienes gobiernan la tierra,particularmente de nuestra Patria,pongan el interés más en la entrega y la vida para los hombresque en la búsqueda de su propio beneficio,o de su partido o ideología.

Que quienes nos acercamos al gran misterio de la cruzseamos capaces de comprender la renovación pascual y la vivamos.

Concédenos, Señor, el dejarnos renovar por Tiy el vivir con alegría la vida de Hijos de Diosen nuestro mundo, siendo testigos tuyos entre,nuestros hermanos.

Amén.

¿QUÉ NOS PIDE HACER la PALABRA?

5° CONTEMPLACIÓN

- A

CCIÓN

Ser testigos del Evangelio

Jesús piensa en sí mismo; ha ido renunciando a su comodidad, a su fama, a su seguridad... y ha corrido el riesgo de perderlo todo, incluso la vida.

Y así ha ido haciendo visible el amor, y ha hecho que quienes le rodean se sientan amados, porque ha compartido su vida y sus sufrimientos, y ha comenzado la construcción de ese Reino, ese mundo nuevo, en donde la justicia y la paz son una realidad.

De ese modo nos ha dado ejemplo para que nosotros hagamos lo mismo, después de haber aprendido que sólo con el esfuerzo, el trabajo, el sacrificio, el riesgo... es posible trabajar con eficacia por el Reino, por ese mundo nuevo en el que esté presente la justicia y la paz.

A lo largo de los siglos son muchos los que lo han entendido y practicado, demostrándonos que es posible hacer lo que Él hizo y así ir haciendo que todo vaya cambiando.

Podemos pensar en Gandhi, que con su actitud de no violencia activa trabajó por la independencia y la libertad de la India.

En Luther King que no dejó de denunciar y exigir el respeto a la dignidad y los derechos de los negros con actuaciones no violentas, respondiendo a las provocaciones con el silencio, el sacrificio y la constancia en su petición de respeto y justicia.

El nuevo Beato latinoameficano (será beatificado el 23 de Mayo), Mons. Oscar Arnulfo Romero, Arzobispo de San Salvador, cuya voz era un grito profético en defensa de los más maltratados y deprimidos, y una denuncia del abuso de autoridad en beneficio de los poderosos, entregó su vida clamando por la justicia cuyo resultado es la armonía en la convivencia y la paz.

Todos ellos, como Jesús, terminaron muriendo porque fueron fieles al amor, y supieron y quisieron arriesgar. Y su muerte no fue inútil, sino que dio fruto abundante.

No es preciso que nosotros lleguemos a ese extremo, entre otros motivos porque tampoco nuestras circunstancias nos lo exigen.

Pero sí es necesario que nos preguntemos qué esfuerzo, qué trabajo, qué sacrificio estamos haciendo o estamos dispuestos a hacer para colaborar eficazmente en la tarea de construir la paz en nuestros ambientes, en nuestro mundo.

¿Qué me pide el Señor que haga? ¿Qué esperan de mí los demás? ¿Qué hago? ¿Qué puedo hacer?

Responder a las preguntas es encontrar el camino de prepararnos a la Pascua con la alegría de colaborar con el Señor en hacer visible la vida nueva que Él nos

ofrece y el Reino que Él nos invita a construir.

Necesitamos perdón

Pidamos perdón: por no comprender que Jesús es nuestra vida y por andar mendigando alegría en las creaturas...;

... por pensar que la cruz es principio de muerte y no de vida,

... por vivir para nosotros y no dar vida a los demás...;

...por creer que É, fuente de nuestra alegría, es sólo amargura

... y por proyectar sobre nuestros hermanos juicios y condenas más que comprensión y ánimo para acercarse a Dios...

«Dios es excelso y tiene 100 misericordias. De estas, 99 se las retiene dentro y sólo una la ha manifestado al mundo terreno. En virtud de esta, las criaturas se muestran reciproca compasión: la madre se enternece del hijo y el animal es afectuoso con su criatura. Y cuando llegue el día de la Resurrección, El juntará esta misericordia con las 99 y las pondrá sobre las criaturas y cada una será amplia como el cielo y la tierra».

(Al-Ghazali, maestro místico del s. XI)

Para orar y vivir la palabra:

«Crea en mi un corazón puro»

Yo no te pido simplemente que cambies mi corazón, sino que me des un corazón nuevo.

Con este corazón viejo yo he fracasado y, desde ahora, yo quiero emprender una vida nueva.

Que mi conversión sea un nuevo nacimiento.

Haz que sepa estrenar el amor, estrenar la esperanza, estrenar la alegría de vivir en tu amor.

Y, con estos ojos nuevos del amor, haz que ame a mis hermanos sin prejuicios.

Que no me fije en su pasado negativo.

Que sepa mirarlos como si hoy los conociera por primera vez.

Algunas preguntas para meditar durante la semana

 

1. Piensa en situaciones cuando has tenido que «morir» a algo; por las cuales has experimentado crecimiento y plenitud.

2. Haz oración un momento frente a un crucifijo, pensando sobre el valor de cada vida humana.

3. Cuando Dios me perdona me crea de nuevo. ¿Sé crear yo también un corazón nuevo en relación con las personas a quienes perdono? ¿Quito todos los prejuicios? ¿Las miro como si ahora acabara de conocerlas?

4. Cuando Dios me perdona pone dentro de mi una alegría que me cala hasta los huesos. ¿Siento esa alegría cuando perdono y me siento perdonado por mis hermanos?

5. Una vez que he experimentado la maravilla del perdón, ¿me hago pregonero, propagandista de este mismo perdón que yo he recibido gratuitamente?

MARIA SANTISIMA, MADRE DE

CRISTO VIDA DEL MUNDO,

RUEGA POR NOSOTROS

P. Carlos Pabón Cárdenas, CJM.

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