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Tesis que para obtener el grado de
MAESTRO EN CIENCIA DEL COMPORTAMIENTO (ORIENTACIÓN NEUROCIENCIA)
Presenta Paola Almitra Vázquez Moreno
Comité tutorial
Dra. Julieta Ramos Loyo (Directora)
Dr. Andrés González Garrido
Dr. Félix Héctor Martínez Sánchez
Guadalajara, Jalisco Octubre de 2014
UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA
Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias División de Ciencias Biológicas
Departamento de Ciencias Ambientales
INSTITUTO DE NEUROCIENCIAS
"Efecto de la demora en la respuesta sobre la inhibición ante un contexto emocional en adolescentes con alta y baja impulsividad"
Para Casiel y Aura
No espero que entiendan este trabajo
pero espero que algún día comprendan por qué lo hice.
Agradecimientos
Este trabajo tiene una lista enorme de personas a quien agradecer, espero no olvidar a
ninguna:
A la Universidad de Guadalajara por brindarme la oportunidad de desarrollarme y
aprender cada día un poco más,
Al Instituto de Neurociencias y sus profesores por darme la oportunidad de seguir
creciendo académicamente,
A mi tutora, la Dra. Julieta Ramos Loyo por abrirme la puerta de su laboratorio y
dedicarme su tiempo,
A los miembros de mi comité tutorial: Dra. Julieta, Dr. Andrés y Dr. Héctor, por los
valiosos comentarios que enriquecieron este trabajo,
Al Dr. Luis Miguel Sánchez Loyo, por mostrarme este camino y apoyarme cuando lo
requerí,
A mis compañeros de generación por las risas que hicieron estos años tan agradables,
especialmente a Diana y Jorge por las amenas reuniones de estudio del sanborns, a
Priss por los consejos y a Yosh por las noches que cantamos juntas,
A mi pequeña familia que sacrificó sus horas-madre/esposa y a los niñeros oficiales
José Luis, Rosa del Carmen y Martha,
A mi esposo por su incansable apoyo,
A mis compañeros de laboratorio: Elizabeth, Alfonso, Eduardo, León, Cristina Padilla,
Eddie, Cristina Juárez, Luis y Armando por la paciencia, las críticas y el
compañerismo,
A los profesores que abrieron las puertas de sus aulas para permitirme realizar este
trabajo: Christian, Miguel y en especial al Mtro. Efraín Amador por estar siempre ahí,
A los participantes de este estudio por su colaboración y paciencia,
Al CONACyT por el apoyo recibido bajo el registro 444778 y como parte del proyecto
155520,
A todos les digo: Gracias!
Resumen.
El propósito de este trabajo fue identificar el efecto de la demora en la respuesta sobre
la inhibición ante un contexto emocional en adolescentes con alta y baja impulsividad a nivel
conductual y electrofisiológico. Participaron 28 adolescentes (16 a 17 años y 11 meses),
divididos en alta y baja impulsividad con base a la escala de impulsividad de Barratt, quienes
realizaron 4 tareas de tipo Go/No-Go: con contextos neutro y placentero, con y sin demora en la
respuesta. Se registró la actividad electroencefalográfica para obtener los potenciales
relacionados a eventos. Se midió la amplitud y latencia del N2 y P3. No se encontraron
diferencias conductuales entre los grupos. La demora generó un incremento en el número de
inhibiciones correctas (NoGo) y una disminución en el número de respuestas correctas (Go) en
ambos grupos. Ante el contexto placentero hubo mayor número de respuestas correctas que ante
el neutro. Respecto a los PREs, los adolescentes con mayor índice de impulsividad presentaron
mayor latencia en los componentes N2 y P3 ante el contexto placentero sin demora. Además, se
presentó una disminución en la amplitud de N2 y P3 en la inhibición por efecto de la demora de
la respuesta. Ante el contexto placentero se presentó una mayor amplitud de N2 tanto en la
respuesta como en la inhibición. Aunque no se observaron diferencias conductuales entre los
grupos, los adolescentes con mayor índice de impulsividad parecen requerir de mayor tiempo de
procesamiento cerebral para llevar a cabo el control de la interferencia ante un contexto
emocional placentero. La demora de la respuesta parece beneficiar el control inhibitorio de los
adolescentes, independientemente de la impulsividad referida.
Palabras clave: Impulsividad, inhibición, emoción, adolescencia.
Abstract
The purpose of this study was to identify the effect of the delay on response
inhibition with a background emotional context in adolescents with high and low impulsivity.
Twenty eight adolescents (16-17 years and 11 months) divided into high and low impulsivity
based on the Barratt Impulsiveness Scale (BIS-11C) participated in the study. They performed 4
Go /No-Go tasks: with neutral and pleasant background context, with and without delay
response. EEG activity was recorded during the tasks and ERPs were obtained. Amplitude and
latency of the N2 and P3 were measured. No behavioral differences were found between groups.
The delay caused a significant increase in the number of correct inhibitions and decreased the
number of correct answers in both groups. Given the pleasant context there were more correct
responses than to the neutral context. Regarding ERPs, adolescents with higher rates of
impulsivity showed higher latency in N2 and P3 components during the pleasant context without
delay. Furthermore, there was a decrease in the amplitude of N2 and P3 in No-Go by effect of the
delayed response. In the pleasant context, there was higher N2 amplitude in inhibition and correct
response. Although no behavioral differences between groups were observed, adolescents with
higher rates of impulsivity seem to require more neural resources and more processing time to
control the interference in pleasant emotional context. The delay on response inhibition seems to
benefit inhibitory control of adolescents, regardless the impulsivity level referred.
Key words: Impulsivity, inhibition, emotion, adolescence.
Contenido
Introducción .................................................................................................................................................. 1
I. Adolescencia ......................................................................................................................................... 3
1.1. Aspectos generales ........................................................................................................................ 3
1.2. Desarrollo durante la adolescencia ................................................................................................ 3
1.2.1. Cambios hormonales ............................................................................................................. 3
1.2.2. Cambios neuroanatómicos..................................................................................................... 4
1.2.3. Cambios psicosociales ........................................................................................................... 6
1.3. Diferencias individuales ................................................................................................................ 7
II. Impulsividad .......................................................................................................................................... 9
2.1. Aspectos generales de la impulsividad .......................................................................................... 9
2.2. Aspectos neuroanatómicos de la impulsividad ............................................................................ 10
2.3. Aspectos genéticos implicados en la impulsividad ..................................................................... 12
2.4. Impulsividad y adolescencia ....................................................................................................... 13
III. Control inhibitorio ........................................................................................................................... 14
3.1. La inhibición como función ejecutiva ......................................................................................... 14
3.2. Los lóbulos frontales ................................................................................................................... 15
3.2.1. Tareas experimentales que evalúan el control inhibitorio. .................................................. 16
3.3. Desarrollo del control inhibitorio ................................................................................................ 18
3.4. Mecanismos cerebrales involucrados en la respuesta y en su inhibición .................................... 22
3.5. La impulsividad como un déficit en el proceso inhibitorio ......................................................... 24
3.6. Demora de la respuesta ................................................................................................................ 25
IV. Emociones ....................................................................................................................................... 26
4.1. Aspectos generales ...................................................................................................................... 26
4.2. Inhibición y contexto emocional ................................................................................................. 28
4.3. Impulsividad y contexto emocional............................................................................................. 30
V. Potenciales relacionados a eventos ...................................................................................................... 33
5.1. El componente N2 ....................................................................................................................... 34
5.2. El componente P3 ........................................................................................................................ 35
5.3. Potenciales relacionados a eventos, emoción e inhibición .......................................................... 36
VI. Planteamiento del problema ............................................................................................................ 39
6.1. Objetivo general .............................................................................................................................. 40
6.1.1. Objetivos específicos ............................................................................................................... 40
6.2. Hipótesis general ............................................................................................................................. 40
6.2.1. Hipótesis específicas ............................................................................................................... 41
VII. Método ............................................................................................................................................ 41
7.1. Estudio piloto .............................................................................................................................. 41
7.2. Participantes ................................................................................................................................ 42
1.1. Selección de la muestra ............................................................................................................... 42
7.2.1. Criterios de inclusión ........................................................................................................... 43
7.2.2. Criterios de no inclusión ...................................................................................................... 43
7.2.3. Criterios de exclusión .......................................................................................................... 43
7.3. Instrumentos ................................................................................................................................ 43
7.4. Estímulos y aparatos .................................................................................................................... 44
7.5. Procedimiento .............................................................................................................................. 46
7.6. Análisis estadístico ...................................................................................................................... 49
VIII. Resultados ....................................................................................................................................... 50
8.1. Caracterización de la muestra ...................................................................................................... 50
9.1. Conductual .................................................................................................................................. 50
8.1.1. Grupos ................................................................................................................................. 50
8.1.2. Contextos ............................................................................................................................. 51
8.1.3. Demora ................................................................................................................................ 51
8.3. Electrofisiológicos ....................................................................................................................... 52
8.3.1. Diferencias entre grupos. ......................................................................................................... 61
8.3.2. Diferencias Go/No-Go ........................................................................................................ 61
8.3.3. Diferencias por efecto de la demora de la respuesta ........................................................... 62
8.3.4. Diferencias por efecto del contexto ..................................................................................... 63
8.3.5. Entre regiones ...................................................................................................................... 65
8.4. Resumen de resultados .................................................................................................................... 67
IX. Discusión ......................................................................................................................................... 68
X. Anexos ................................................................................................................................................. 78
XI. Referencias ...................................................................................................................................... 88
1
Introducción
Durante la adolescencia aparecen distintas conductas de riesgo como el consumo de
sustancias, embarazos no planificados, accidentes de tránsito y enfermedades de transmisión
sexual (Forbes y Dahl, 2010; Steinberg, 2008; Kelley, Schochet y Landry, 2004.). Estas
conductas tienen un efecto deletéreo sobre la calidad de vida del adolescente y disminuyen la
probabilidad de alcanzar un desarrollo pleno. Las conductas de riesgo pueden ser atribuidas a
diversos factores como la influencia del contexto social, la presencia de psicopatologías, una
inadecuada regulación emocional y fallas en el control inhibitorio (Braquehais, Oquendo, Baca-
García, & Sher, 2010; Burnett, Sebastian, Cohen y Blakemore, 2011).
El control inhibitorio es un proceso crucial que permite el adecuado funcionamiento
cognitivo y conductual. El control inhibitorio permite el procesamiento de la información y lo
protege de estímulos irrelevantes, para ejecutar la o las metas establecidas (Bunge, Dudukovic,
Thomason y Vaidya, 2002; Nigg, 2000).
A pesar de que estudios sobre la inhibición de la respuesta muestran que ésta presenta un
desarrollo progresivo de la infancia a la edad adulta, durante la adolescencia se reportan fallas,
especialmente ante contextos emocionales (Lewis, Lamm, Segalowitz, Stieben, Zelazo, 2006).
Estas fallas podrían exponer a los adolescentes a situaciones de riesgo, especialmente a aquellos
con rasgos de personalidad más impulsiva.
Estudios previos muestran una asociación positiva entre la capacidad de inhibición y la
regulación emocional, así como una tendencia entre el aumento de la impulsividad y la
disminución de la inhibición motora (Hernández-Villalobos, 2013). Por lo que parte este estudio
investiga el proceso de la inhibición de la respuesta, tomando como punto de referencia el control
de la interferencia de estímulos con contexto emocional en adolescentes con distintos niveles de
impulsividad.
Se parte de cuestionar si, una pausa en la ejecución de la respuesta del adolescente impulsivo,
podría mejorar su capacidad de inhibición.. Con este objetivo se analiza la actividad eléctrica
cerebral a partir de la técnica de potenciales relacionados a eventos, con especial interés en los
componentes N2 y P3, ya que en diversos trabajos se les vincula a la inhibición de respuesta.
2
El análisis de los potenciales relacionados a eventos es una técnica electrofisiológica que
permite conocer con precisión temporal los cambios asociados a la actividad eléctrica cerebral
ante diferentes procesos cognitivos (Luck, 2005), por lo que se utilizan ampliamente en la
investigación en neurociencias.
El presente trabajo aborda en el primer capítulo las características psicosociales del
adolescente y el desarrollo de los mecanismos neuronales relacionados al control cognitivo. El
segundo capítulo explora a la impulsividad, considerando los aspectos neuroanatómicos y
genéticos relacionados con su incremento. El tercero, describe los mecanismos que participan en
la respuesta motora voluntaria y en su inhibición, su desarrollo como parte de las funciones
ejecutivas y su relación con la corteza prefrontal.
El capítulo quinto desarrolla la relación entre la emoción y el control cognitivo, así como su
relación con la impulsividad; el sexto, describe la técnica de los potenciales relacionados a
eventos cognitivos y sus supuestos básicos, también se abordan los antecedentes de los
componentes N2 y P3 relacionados al proceso de inhibición de respuesta.
La segunda parte de este trabajo incluye los capítulos 7 y 8, en los que se describen los
aspectos metodológicos de este trabajo. En la última parte se presentan los resultados obtenidos y
estos son analizados para llegar a las conclusiones del estudio.
3
I. Adolescencia
1.1. Aspectos generales
La adolescencia es una etapa que se presenta tras la niñez y que transcurre desde la pubertad
hasta el completo desarrollo del organismo. Forbes y Dahl (2010) la definen como un momento
de cambios biológicos, conductuales y sociales, los cuales incluyen el crecimiento físico, la
maduración sexual y cambios emocionales que dan pauta al interés romántico. Esta definición
nos ayuda a integrar diferentes aspectos que convergen en la adolescencia, en la cual aparecen
una serie de conductas diferentes a aquellas de la niñez.
Los adolescentes presentan una gran variabilidad conductual, por lo que es complicado
establecer patrones de conducta “normales” ya que la conducta es influenciada por múltiples
factores como: las diferencias individuales, la personalidad, el estilo de crianza y aspectos
socioculturales que establecen esquemas de respuestas ante situaciones específicas. Aunado a
esto, se presentan procesos madurativos, que involucran cambios en el sistema nervioso central
que se asocian con un incremento de la impulsividad (Casey, Jones y Somerville, 2011). La
conducta del adolescente se ve afectada por factores biológicos y sociales que revisaremos a
continuación.
1.2.Desarrollo durante la adolescencia
1.2.1. Cambios hormonales
La pubertad marca el inicio del desarrollo sexual en el niño, por lo que se presentan cambios
en los niveles hormonales.
El desarrollo puberal inicia con la activación del eje hipotalámico-pituitario-gonadal (HPG).
La pubertad se dispara por el incremento en la frecuencia y amplitud de los pulsos nocturnos de
la hormona liberadora de la gonadotropina (GnRH) por el hipotálamo. Una frecuencia crítica de
pulsos de GnRH impulsa a la glándula pituitaria para la liberación de la hormona luteinizante
(LH) y de la hormona estimulante del folículo (FSH) que activan a las gónadas y provoca en las
niñas la secreción de estradiol, progesterona y andrógenos ováricos y eventualmente, el ciclo
menstrual. En los varones la LH impulsa la secreción testicular de andrógenos. En adición al
4
desarrollo gonadal, la pubertad involucra también el incremento en andrógenos adrenales, un
crecimiento rápido del tamaño corporal, cambios en la distribución de la grasa y el desarrollo de
los caracteres sexuales secundarios (Forbes y Dahl 2010).
Varias investigaciones sugieren, que los cambios en la sustancia gris y blanca del cerebro
durante la adolescencia están asociados a los niveles hormonales (Op de Macks y cols. 2011;
Forbes y Dahl 2010; Peper, van der Heuvel, Mand, Hulshoff y van Honk, 2011). Los efectos de
las hormonas en la organización cerebral incluyen cambios a nivel celular en los circuitos
cerebrales como el incremento en el volumen de la sustancia blanca por influencia de la
testosterona. Las hormonas influyen en la activación de circuitos neuronales y afectan el proceso
de mielinización. Se ha asociado el aumento de la progesterona, el estradiol y la testosterona con
la proliferación celular, el número de oligodendrocitos y la mielinización.
1.2.2. Cambios neuroanatómicos
Los avances en las técnicas de neuroimagen, demuestran los diversos cambios que se
presentan en el cerebro humano a través de su desarrollo como parte de un proceso continuo, que
se presenta desde la concepción y continúa hasta la muerte.
Trabajos que analizan los cambios estructurales del cerebro describen que la trayectoria en el
desarrollo del volumen cortical es variable y alcanza de manera general un pico entre los 12 y 14
años, seguido de un decremento en el volumen y un adelgazamiento durante la adolescencia
(Bava y Tapert, 2010; Lenroot y Giedd, 2006).
Los cambios observados en el estudio longitudinal de Lenroot y Gied (2006) se presentan en
la Tabla 1 y muestran el desarrollo diferenciado del volumen cortical, seguido de una poda
neuronal y el incremento en la sustancia blanca, cuyo propósito es mejorar la eficiencia de la
conexión neuronal.
El cerebro tiene patrones en su desarrollo, las vías sensoriales maduran antes que las motoras,
las vías de proyección primero que las vías asociativas y adyacentes. Las áreas centrales antes
que áreas periféricas y por último las regiones posteriores antes que regiones anteriores (Day,
Chiu y Hendren, 2005).
5
Tabla 1. Diferencias en los picos de volumen cortical durante el desarrollo (Resumido de
Lenroot y Gied, 2006).
Pico máximo de volumen
Estructura Niños Niñas
Lóbulo frontal 12.1 años 11 años
Lóbulo temporal 12.2 años 16.7 años
Lóbulo parietal 11.8 años 10.2 años
Ganglios Basales 10 años 7.5 años
De igual forma, el desarrollo de la materia blanca tiene un orden, en el que se mielinizan
primero las vías proximales antes que las distales, ejemplo de ello son las vías de conexión entre
áreas frontales y subcorticales, que presentan un desarrollo prolongado, que finaliza en la edad
adulta. El desarrollo de estas conexiones se asocia al desarrollo de las funciones ejecutivas y el
control cognitivo (Fuster, 2002).
Las vías de conexión involucradas en el procesamiento emocional y cognitivo (incluyendo la
conexión entre áreas como la corteza prefrontal, con estructuras subcorticales límbicas y
estructuras posteriores como el cerebelo) continúan su desarrollo durante la adolescencia y se
observa que, la estructura que alcanza de forma más tardía la maduración es el área dorsolateral
de la corteza prefrontal (DLPFC), la cual está vinculada al control de impulsos y la toma de
decisiones (Lenroot y Giedd, 2006; Day y cols. 2005).
Estos estudios nos muestran que el adolescente se encuentra en un periodo crítico en el
desarrollo de sus capacidades superiores, por lo que suponemos que la presencia de conductas
impulsivas es producto de la inmadurez de la corteza prefrontal para contener a un sobre excitado
sistema motivacional. Esto tiene como consecuencia una disminución en el control de impulsos y
6
por lo tanto una toma de decisiones deficiente, en la que no se contemplan las posibles
consecuencias a las acciones inmediatas.
1.2.3. Cambios psicosociales
Si bien los cambios físicos se describen con relativa facilidad gracias a los avances
tecnológicos, no podemos decir lo mismo de los cambios psicosociales. Dentro de los estudios en
psicología y neurociencias cognitivas, distintos conceptos han intentado caracterizar las
conductas de riesgo en el adolescente. Los conceptos denominados “búsqueda de sensaciones” e
“hipersensibilidad a la recompensa” hacen referencia a características propias del individuo,
mientras que los conceptos “influencia de los semejantes” y la “evaluación social” hacen
referencia a su vivencia social.
El concepto de “búsqueda de sensaciones” se define como la tendencia motivacional a querer
experimentar experiencias excitantes de alta intensidad (Forbes y Dahl, 2010). Steinberg (2008)
menciona que los adolescentes suelen involucrarse en actividades riesgosas con mayor frecuencia
que los adultos y los niños. Por su parte, Kelley y cols. (2006) señalan el papel de la “búsqueda
de sensaciones” como indicador del abuso de sustancias y su adicción en la edad adulta.
La “hipersensibilidad a la recompensa” se estudia desde la neuroanatomía del sistema
motivacional. Varios autores proponen la presencia de un desbalance neuroquímico como el
responsable de llevar a los adolescentes a buscar recompensas adicionales (Bava y Tapert, 2010;
Cohen, y cols. 2009). Esto se asocia a un decremento de la sensibilidad ante los posibles errores,
mientras que se sobrevalora la probable retroalimentación positiva.
La “influencia de los semejantes” se define como el impacto de la opinión de los pares sobre
la conducta del adolescente, por lo que aparecen cambios en la gesticulación, el humor, la
vestimenta, las actitudes y sus actividades. Aunque la influencia de los pares puede ser positiva
cuando promueve conductas adecuadas al ámbito social, también puede en forma contraria,
promover conductas dañinas (Burnett y cols. 2011).
Otra característica del adolescente es la labilidad emocional, la cual se vincula a la
maduración de estructuras cerebrales relacionadas al procesamiento socio-emocional como la
amígdala, la corteza órbitofrontal y la corteza anterior cingulada. En estudios de resonancia
7
magnética funcional, se muestra una sobreactivación de estas estructuras en los adolescentes, en
comparación con los adultos durante el procesamiento de rostros emocionales (Burnett y cols.
2011). Los adolescentes como grupo, muestran una elevada actividad bottom-up en los centros de
procesamiento emocional, lo que sugiere que son más influenciados por el contexto emocional
que los adultos.
En la vida cotidiana estas diferencias en el procesamiento emocional podrían dificultar el
control cognitivo, lo que lleva al adolescente a conductas de riesgo y déficits en la toma de
decisiones.
1.3. Diferencias individuales
A pesar de que existe un patrón de desarrollo relativamente estable entre los individuos,
existen diferencias individuales que pueden atribuirse a diferentes causas como el estilo de
crianza y los rasgos de personalidad del individuo.
Estudios de personalidad analizan el origen de estas diferencias, Eysenck define a la
personalidad como una organización más o menos estable y duradera del carácter, temperamento,
intelecto y físico de una persona, estas características determinan una adaptación única al
ambiente (Eysenck y Eysenck, 1985; en Schmidt y cols. 2010). Los rasgos de la personalidad,
están presentes desde la infancia y se mantienen estables a lo largo de la vida.
Las diferencias individuales pueden ser producto de factores ambientales. Tanto el abuso
infantil como la negligencia se asocian a conductas conflictivas durante la adolescencia. La
presencia de estresores en etapas tempranas y por periodos prolongados, se relacionan con un
incremento de la impulsividad, que disminuye la capacidad de inhibir acciones negativas así
como controlar y modular las emociones (Braquehais y cols. 2010).
La presencia de estresores durante el desarrollo del individuo provoca cambios en los
diversos sistemas: nervioso, endocrino, cardiovascular e inmune. Braquehais y cols. (2010)
describen como el estrés crónico provoca hiperactivación del eje HPA, lo que libera cantidades
mayores de adrenocorticotropina, lo que involucra cambios estructurales, atrofia celular y muerte
neuronal. En condiciones de estrés moderado, la serotonina es liberada en la corteza prefrontal
con el propósito de disminuir la ansiedad y la disforia, sin embargo en presencia de estrés severo
8
se presenta una sobreactivación en varias regiones del cerebro. La elevación de los niveles de
serotonina lleva a un eventual agotamiento ante la persistencia del estresor. La disminución en la
función de la serotonina ha sido relacionada con impulsividad y conducta agresiva tanto en niños,
como adolescentes y adultos con diferentes diagnósticos psiquiátricos.
Las anormalidades en la corteza orbitofrontal y amígdala pueden impedir la toma de
decisiones y predisponer a conductas impulsivas. El hipocampo participa también en procesos
cognitivos y parece ser vulnerable al estrés especialmente al miedo aprendido. Daño o atrofia del
hipocampo impide el cierre y permite una respuesta prolongada del eje HPA como respuesta al
estrés psicológico (Braquehais y cols. 2010).
Conductas como la toma de riesgo, la búsqueda de sensaciones y la impulsividad en la
adolescencia no son fenómenos uniformes, ya que las diferencias individuales establecen las
reacciones ante estímulos del ambiente.
9
II. Impulsividad
2.1.Aspectos generales de la impulsividad
La impulsividad se compone por dimensiones independientes, por lo que Fallgatter y
Herrmann (2001) y Evenden (1999) la describen con componentes biológicos, sociales y
psicológicos, además Evenden sugiere la existencia de variedades de impulsividad.
La impulsividad es estudiada por disciplinas como la psiquiatría y la psicología (Cloninger,
1993; Aichert y cols. 2012; Fallgatter y Herrmann, 2001; Berlin, Rolls y Kischka, 2004; Soubrié,
1986) y puede ser un rasgo de la personalidad en individuos sanos o manifestarse de forma
extrema como síntoma de patologías.
La impulsividad se presenta como síntoma nuclear en desórdenes como: el abuso de
sustancias, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, el trastorno bipolar, el trastorno
obsesivo-compulsivo, la agresión, el suicido y el juego patológico entre otros (Basar, Sesia,
Groenewegen, Steinbusch, Visser-Vandewalle & Temel, 2010). Sin embargo, su presencia no es
exclusiva de patologías, por lo que también se estudian sus efectos en la población normal.
Dickman (1990) distingue entre la impulsividad funcional y la disfuncional. Relaciona a la
primera con la reacción rápida en situaciones de cambio ambiental brusco por lo que representa
una ventaja vital y a la segunda con un patrón de conducta nociva. Propone que la impulsividad
funcional, es un rasgo ligado a la inteligencia de la persona, y atribuye las diferencias
individuales al grado de impulsividad entre las personas, lo que refleja diferencias en los
mecanismos atencionales. Describe que los sujetos con mayor impulsividad se desempeñan
mejor en tareas que requieren un cambio rápido en el foco de atención (switching), mientras que
los sujetos con baja impulsividad se desempeñan mejor en tareas que requieren de atención
sostenida. Dickman señala que, aunque los sujetos impulsivos describen su actuación como
menos reflexiva, en la tarea experimental sus tiempos de reacción eran ligeramente mayores que
en los sujetos menos impulsivos. Él concluye que no toda conducta impulsiva es desventajosa.
Los estudios de Eysenck (1993; en Evenden, 1999) sobre la personalidad describieron al
inicio, 3 dimensiones, las cuales fueron divididas en extroversión, psicoticismo y neuroticismo,
10
para posteriormente distinguir entre impulsividad y atrevimiento1. En esta distinción, establece
que los sujetos con tendencia a actuar de forma impulsiva no toman conciencia del riesgo al que
se están exponiendo y muestran desconcierto cuando las consecuencias de sus acciones traen
consigo malos resultados. Los sujetos con rasgos de atrevimiento, tienen como característica el
estar conscientes del riesgo y a pesar de ello tomarlo, a diferencia de aquellos con rasgos más
impulsivos, quienes no reflexionan acerca del riesgo que conlleva la conducta.
Por su parte, Barratt y colaboradores (2001) definen la impulsividad como una predisposición
a reacciones rápidas y no planificadas a estímulos internos o externos sin contemplar las
consecuencias negativas para el individuo y para otros (Moeller, Barratt, Dougherty, Schmitz y
Swann, 2001). Sus estudios describen el papel que juega la impulsividad en la conducta de
personas sanas y con psicopatologías. La Escala de Impulsividad de Barratt (BIS), subdivide la
impulsividad en 3 dimensiones: impulsividad motora, impulsividad cognitiva e impulsividad no
planificada. La impulsividad motora es definida por Barratt como fallos en la inhibición de
respuesta predominante que da como resultado respuestas rápidas e imprecisas. La impulsividad
cognitiva la define como la incapacidad de retrasar la gratificación, por lo que prefieren
recompensas inmediatas aunque más pequeñas, sobre las mayores, que se acompañan de una
demora en su adquisición. La impulsividad no planificada, se caracteriza por la inhabilidad para
recoger y evaluar la información pertinente antes de tomar decisiones (Basar y cols. 2010).
2.2. Aspectos neuroanatómicos de la impulsividad
García-Ribas (2005) relaciona las conductas impulsivas con cambios neuroquímicos en los
sistemas dopaminérgicos, serotoninérgicos y estructurales en distintas estructuras subcorticales y
corticales.
García-Ribas (2005) identifica al núcleo accumbens (NAcc) centro modulador de las
conductas afectivas inmediatas, las cuales son relevantes para la conducta impulsiva. Basar y
cols. (2010) establecen que este núcleo es componente clave de los procesos neurales que regulan
la impulsividad, al asignar internamente la valencia y notoriedad del estímulo. Esto sugiere que
1 Venturesomeness. El sustantivo no tiene traducción, se tomó un sinónimo del diccionario Merriam-Webster.
11
en presencia de situaciones altamente excitantes, se presenten con mayor probabilidad conductas
impulsivas.
Otras áreas relevantes para la impulsividad, son la región basolateral del núcleo amigdalino,
la cual es considerada el centro modulador de conductas afectivas inmediatas y la región
órbitofrontal de la corteza prefrontal (COF), la cual tiene un papel integrador de la capacidad de
inhibición de los impulsos y el cálculo del riesgo (García-Ribas, 2005). El área tegmental ventral
junto con el NAcc son la base funcional de la inhibición de conductas emocionales y respuestas
agresivas, también participa el núcleo de rafé, que implica a la serotonina en la impulsividad
(Basar y cols. 2010; Galván y cols. 2006).
En una revisión, Casey (2008) menciona que durante la adolescencia la inmadurez de la
corteza prefrontal ventral no provee el suficiente control top-down sobre el sistema de
procesamiento de la recompensa y el afecto, de forma consecuente hay menor influencia del
sistema prefrontal sobre el NAcc y la amígdala al evaluar recompensas o reactividad afectiva.
Este desbalance podría ser el responsable de la preferencia de ganancias inmediatas sobre
aquellas a largo plazo, dando lugar a la toma de decisiones riesgosas.
Los estudios de Soubrié (1986) con animales y humanos, revelaron la presencia de cambios
conductuales por efecto de drogas que incrementaban o disminuían los niveles de serotonina.
Encontró que en los animales con lesiones en los núcleos del rafé se incrementan las conductas
motoras, en especial en campo libre. De igual forma reportó la importancia de la serotonina en la
inhibición de la conducta, así como ante la presencia del conflicto entre realizar o no una acción.
Diversos sistemas de neurotransmisores se relacionan con la conducta impulsiva. Ramos-
Atance (2005) describe la relevancia de la serotonina en el comportamiento agresivo-impulsivo.
Este se atribuye a una alteración del circuito cerebral encargado de las emociones, formado por
regiones de la CPF, amígdala, hipocampo, área preóptica-medial, hipotálamo, estriado ventral y
CAC (Corteza anterior del cíngulo); la disminución de la serotonina podría deberse a fallos en la
síntesis del neurotransmisor, esta alteración se encuentra en personas con distintas
psicopatologías, que presentan una disminución de 5-HIAA, precursor metabólico de la
serotonina. Esta disminución se asocia a conducta suicida, violencia, alcoholismo y conductas
compulsivas (Soubrié, 1986).
12
En los adolescentes el incremento en la impulsividad se manifiesta con conductas como
búsqueda de sensaciones, atracción hacia estímulos excitantes y novedosos, tendencia a actuar sin
pensar, susceptibilidad a la recompensa y la imposibilidad de demorar la gratificación.
2.3. Aspectos genéticos implicados en la impulsividad
Desde la genética, el estudio de los factores que contribuyen a la presencia de impulsividad se
trabaja tanto en modelos animales como en humanos. Los estudios en modelos animales ofrecen
una visión de los genes involucrados en la manifestación de conductas impulsivas.
Brunner y Hen (1997) eliminaron los receptores 5-HT1B en ratones knock-out y observaron
diversos cambios conductuales vinculados con la impulsividad motora. El receptor 5-HT1B está
presente en los roedores, su homólogo en humanos es el receptor 5-HT1D, el cual es un receptor
importante del sistema serotoninérgico y regula la liberación del ácido gamma-amino-butírico
(GABA) en los ganglios basales (Sari, 2004). Los ratones knock-out en comparación con los
controles presentaron conductas tales como: agresión impulsiva, una adquisición más rápida a la
autoadministración de cocaína y un mayor consumo de alcohol, estas conductas se relacionan con
fallas en la inhibición motora, vinculadas al sistema serotoninérgico y una subregulación del
receptor en la liberación de GABA en los ganglios basales.
Las monoaminooxidasas (MAO) son un conjunto de enzimas que catalizan la oxidación de
las monoaminas y la degradación de neurotransmisores como la dopamina y la noradrenalina y se
vinculan a las conductas impulsivas. El ser humano cuenta con dos tipos: MAO-A y MAO-B.
Meyer-Linderberg y colaboradores (2006) estudiaron dos genotipos vinculados a la MAO-A,
enzima relacionada con el catabolismo de la serotonina, noradrenalina y dopamina. Ellos
encuentran una relación entre la impulsividad y las variaciones genéticas de la MAO-A. Estos
genotipos se agrupaban entre aquellos con una mayor expresión de la enzima (MAOA-H) y una
menor expresión de la enzima (MAOA-L) en relación con la repetición de los alelos. El estudio
se llevó a cabo en una muestra no patológica, en la que mediante RMf y MRI se estudiaron las
diferencias funcionales y estructurales entre ambos grupos en distintas tareas, evaluaron el
alertamiento emocional, la memoria emocional y el control inhibitorio. En todas las tareas se
encontraron diferencias estructurales y funcionales en los circuitos cortico-límbicos ligadas al
genotipo. En la tarea de control inhibitorio (Flanker task), se observó una activación deficiente en
13
la corteza del cíngulo dorsal anterior, únicamente en los hombres del grupo MAOA-L. Entre las
diferencias encontradas se presentaba una mayor activación de estructuras como la amígdala al
tiempo que se presentaba una disminución en la activación de estructuras como COF y la corteza
cingulada (ventral y dorsal).
Esto se interpreta como una subrregulación del sistema límbico, una conectividad débil de la
COF sobre estructuras límbicas, podría provocar reacciones impulsivas como la agresión en los
sujetos con el genotipo MAOA-L.
De forma similar, Passamonti y cols. (2006) revisaron las estructuras relacionadas con el
control inhibitorio bajo una tarea tipo Go/NoGo mediante RMf, dividieron la muestra en dos
grupos MAOA-L y MAOA-H. El estudio buscó diferencias en la respuesta BOLD de la corteza
prefrontal ventrolateral. Reportan una hiperactividad de esta estructura en el grupo MAOA-H en
comparación con el grupo MAOA-L. Estos autores concluyen que las variaciones en el
catabolismo de la serotonina modulan la respuesta BOLD, por lo que las conductas impulsivas
podrían tener un origen genético.
2.4. Impulsividad y adolescencia
En la adolescencia se presenta un aumento en las conductas de riesgo, las cuales se definen
como conductas impulsivas (Irwin, 1990). En México, la encuesta nacional de adicciones reporta
un incremento en el consumo de drogas entre los usuarios adolescentes (12 a 17 años),
especialmente en el norte del país y en las grandes ciudades. Este incremento es mayor entre los
varones que en las mujeres (Instituto Nacional de Salud Pública, 2008). En otros países, los
estudios sobre adicciones reportan que, de forma similar a México, los adolescentes son más
propensos a experimentar con drogas que los adultos (Chambers, Tylor y Potenza, 2003; Wit,
2009) e involucrarse en juegos de apuesta y consumo de alcohol (Espada, Méndez, Griffin y
Botvin, 2003).
Algunos autores proponen que el origen de estas conductas está en el desarrollo de diversas
estructuras vinculadas a la toma de decisiones y el control inhibitorio (Spear, 2000; Dahl, 2004,
Chambers, y cols. 2003). Chambers y colaboradores (2003) describen la relevancia del sistema
motivacional durante la adolescencia, distinguiendo dos circuitos, el primero compuesto por la
14
corteza prefrontal y el estriado ventral, que intervienen en la respuesta motora. El segundo
circuito se conforma de una red más amplia, que provee información de los sistemas sensoriales
y emocionales. Ambos circuitos integran la información para llevar a cabo conductas motivadas.
En la adolescencia, las conductas impulsivas podrían estar vinculadas a fallas en uno de los dos
circuitos.
III. Control inhibitorio
3.1.La inhibición como función ejecutiva
De forma histórica, el estudio de las funciones ejecutivas parte de pacientes que presentan
lesiones en el lóbulo frontal y manifiestan déficits en habilidades como la planificación y la
autorregulación, con funciones cognitivas intactas (Miyake, Friedman, Emerson, Witzki,
Howerter y Wager, 2000).
Diversos autores proponen no menos modelos para definir y agrupar al funcionamiento
ejecutivo. Los partidarios de un enfoque unitario (Goldman-Rakic, Baddeley y Hitch o Posner)
proponen que el funcionamiento ejecutivo tiene como base un proceso (memoria o atención) que
se ve apoyado por distintos subprocesos emergentes. Otros autores como Zelazo, Miller y Cohen,
Miyake y colaboradores proponen al funcionamiento ejecutivo como el producto de múltiples
procesos (Tirapu-Ustarroz y cols. 2008).
Los diferentes procesos que integran las funciones ejecutivas actúan de forma conjunta
durante una actividad: mientras la memoria de trabajo retiene cierta información relevante para la
conducta objetivo al mismo tiempo que el control inhibitorio suprime estímulos tanto internos
como externos que pueden interferir con la conducta objetivo.
Entre las funciones ejecutivas se incluye al control inhibitorio (Miyake y cols. 2000). El
funcionamiento ejecutivo se relaciona con el desarrollo de la corteza prefrontal, por lo que la
maduración de sus interconexiones con el resto del cerebro, se refleja a nivel conductual con
cambios en la precisión de la respuesta o tiempo de reacción y a nivel funcional con cambios en
las medidas fisiológicas.
15
El control inhibitorio es una función ejecutiva que marca de forma distintiva el desarrollo
psicosocial en el niño, ya que le permite focalizar su atención y planificar sus acciones (Fuster,
2002). El control inhibitorio suprime respuestas predominantes, no requeridas o inapropiadas, así
como inhibe estímulos externos e internos que interfieren con la realización de una tarea (Bunge,
Dudukovic, Thomason y Vaidya, 2002; Nigg, 2000).
Estas facultades son parte fundamental de la toma de decisiones y la organización de la
conducta. En la adolescencia el procesamiento de la información, la atención y la memoria de
trabajo ya están desarrolladas, pero el control inhibitorio tiene inconsistencias que son atribuidas
a factores como la historia de vida, el contexto en el que se inhibe una respuesta o un estímulo no
relevante a la tarea y los rasgos de personalidad del individuo (Lewis, 2004; Hernández-
Villalobos 2013).
3.2.Los lóbulos frontales
La corteza prefrontal es la base anatómica del procesamiento cognitivo y emocional. Presenta
múltiples conexiones con otras áreas del cerebro y recibe aferencias de toda la corteza y
estructuras subcorticales. Esta comunicación posibilita el desempeño de la corteza prefrontal
como control ejecutivo de la conducta.
La corteza prefrontal (CPF) se subdivide en 3 regiones principales como lo señala la Figura 1,
estas son: la CPF lateral (CPFl), la CPF Medial (CPFm) y la corteza órbitofrontal (COF). Los
patrones de conexión de la CPF conforman una citoarquitectura particular posibilita la
interacción entre los distintos sistemas cerebrales que darán lugar a la estructuración de la
conducta (Barbas, 2006). Así, las regiones anatómicas de la CPF antes señaladas se especializan
en función de sus conexiones por ejemplo, la corteza órbitofrontal presenta amplias conexiones
con la corteza lateral, medial y el sistema límbico en especial con la amígdala, por lo que modula
las respuestas afectivas ante el procesamiento de estímulos emocionales y, en conjunción con la
corteza ventrolateral, participa en el procesamiento e integración de información cognitiva y
emocional (Gray, Braver y Raichle, 2002; Albert, Carretié y López-Martín 2010).
16
Figura 1. Vista lateral, medial y basal de la corteza prefrontal. CPF. Corteza prefrontal, dm:
dorsomedial, vm: ventromedial.
El control inhibitorio se estudia a nivel funcional, mediante resonancia magnética (RMf).
Varios estudios vinculan a la CPF (ventrolateral y dorsolateral) con tareas cognitivas que
requieren la selección, recuperación, mantenimiento de la información y el control inhibitorio
(Miyake y Cols. 2000; Dosenbach, Fair, Cohen, Schalaggar y Petersen, 2008; Jurado y Rosselli,
2007, Fuster, 2001).
Barba (2006) establece que las funciones de la corteza prefrontal están ligadas con un
importante balance en sus sistemas de neurotransmisión, por lo que presenta múltiples
proyecciones gabaérgicas, relacionadas con el proceso inhibitorio. Por ello, la maduración y
desarrollo de las funciones ejecutivas no son soportadas en sí por los cuerpos neurales que la
conforman, sino por la fortaleza de sus conexiones con otras áreas de la corteza y estructuras
subcorticales.
3.2.1. Tareas experimentales que evalúan el control inhibitorio.
Nigg (2000) establece la necesidad de incluir características individuales, como los rasgos de
la personalidad en el estudio de la inhibición. En su revisión introduce una taxonomía del control
inhibitorio, con la que describe los tipos de inhibición. Para su evaluación, se han desarrollado
diversas tareas experimentales (Tabla 2), en las que se requiere inhibir una respuesta, proceso o
estímulo competitivo. Entre ellas encontramos las siguientes tareas:
CPF medial Cx. Órbitofrontal CPF lateral
Dorsolateral
dm
vm
17
Stop Signal Task (SST). Evalúa la inhibición motora de una respuesta ya iniciada. Durante
la tarea, el participante es instruido a presionar un botón lo más rápido posible ante el estímulo
go. De forma aleatoria, aparece una señal de stop después de la señal go. Esto indica al
participante que debe inhibir la respuesta motora que había puesto en marcha. Esta tarea nos
permite medir la velocidad con la que se establece el proceso inhibitorio mediante el cálculo del
stop signal reaction time (SSRT). Este se obtiene mediante la sustracción del stop signal delay
(SSD) al tiempo de reacción promedio (Logan & Cowan, 1984).
Go/No-Go De forma similar al SST, evalúa la habilidad de inhibir una respuesta dominante.
Durante la tarea se instruye al participante a responder ante ciertos estímulos (estímulos Go) e
inhibir su respuesta ante otros (estímulos No-Go). Se crea una tendencia a responder
manteniendo un porcentaje mayor de estímulos Go, con lo que se presenta conflicto ante los
estímulos No-Go. La tarea presenta variaciones, con estímulos visuales o auditivos y con
componentes motivacionales y afectivos.
Stroop. Evalúa el control de la interferencia, la tarea clásica consiste en una serie de tarjetas
sobre un fondo blanco en las que se puede leer el nombre de distintos colores. Para crear el efecto
de interferencia, se escribe el nombre con un color de tinta diferente y se le solicita al participante
decir el color con el que está escrito el nombre. El objetivo es que el participante inhiba la lectura
de la palabra y mencione el color de a tinta, lo que crea interferencia cuando estos no coinciden.
Estas tres tareas evalúan el proceso inhibitorio desde distintas facetas y en diferentes
modalidades sensoriales.
Tabla 2. Taxonomía del control inhibitorio (modificada de Nigg, 2000).
Tipo de Inhibición Tareas
1. Control de interferencia Stroop, Flanker task
2. Inhibición cognitiva priming Negativo
3. Inhibición conductual Stop signal, Go/No-Go
4. Inhibición oculomotora Tarea antisácadas
Respuesta a estímulos recompensa o
castigo
Stroop emocional
Go/No-Go modificado
18
3.3.Desarrollo del control inhibitorio
Durante la adolescencia, el desarrollo físico incluye la maduración de estructuras cerebrales,
con cambios en la cantidad de neuronas y un aumento en la mielinización de sus fibras (Lenroot y
Giedd, 2006). Estos cambios se reflejan a nivel cognitivo, con el desarrollo de habilidades tales
como: la autorregulación, la inhibición, la memoria y las habilidades cognitivas.
De forma general se establece que las funciones ejecutivas emergen a los 6 años, ya que a
esta edad los niños dan muestras de planificar su conducta. Esto se ha observado mediante
pruebas neuropsicológicas tales como el test Wisconsin (WCST) que presenta un incremento en
la puntuación de los 6 a los 10 años (Capilla y cols.2004). Sin embargo, resulta complicado
separar los procesos que conforman el funcionamiento ejecutivo, ya que para llevar a cabo una
tarea de inhibición se requiere de la participación de otros procesos ejecutivos como la memoria
de trabajo y atención.
Los procesos ejecutivos tienen un desarrollo progresivo durante la infancia hasta la edad
adulta y su maduración se refleja en un aumento en la precisión al suprimir una conducta. Best y
Miller (2010) reportan que la inhibición aparece desde los años preescolares. A la edad de 4 años
los niños muestran señales de éxito en el desempeño en tareas de inhibición.
La inhibición continúa mejorando, con picos entre los 5 y 8 años en que se adquiere la
habilidad de combinarla con otros procesos tales como la memoria de trabajo. A los 8 años, se
observa en tareas computarizadas, mejor desempeño en tareas que involucran ambos procesos
(Best y Miller, 2010).
La relación entre el desempeño en tareas que involucran al control inhibitorio y el desarrollo
anatómico y funcional del cerebro se estudian mediante diversas técnicas y tareas experimentales.
Tamm, Menon y Reiss (2002), analizaron las características de la inhibición de respuesta en
participantes de 8 a 20 años de edad mediante una tarea Go/No-Go. En sus resultados no
encontraron diferencias significativas en los errores de comisión y omisión entre los participantes
más jóvenes y los mayores pero, se observa una reducción en los tiempos de reacción que
correlaciona negativamente con la edad. Esto sugiere que, aunque los niños y adultos tienen una
19
capacidad similar para inhibir su conducta, el desarrollo de la corteza prefrontal en los adultos
contribuye a un mejor dominio del proceso.
Estos resultados son apoyados con evidencia de RMf. Los adultos suelen mostrar un patrón
de activación focalizada en estructuras de la corteza prefrontal como el giro frontal inferior y la
corteza del cíngulo anterior en comparación con los adolescentes y niños que muestran patrones
de activación más extensos, bilaterales y con mayor activación en estructuras posteriores que
prefrontales (Braet y cols. 2009; Bunge y cols. 2002). Por lo que se concluye que existe una
relación entre el desarrollo y la capacidad de inhibición.
Chambers (2009) analizó diferentes trabajos y concluyó que existen patrones diferenciados de
activación cortical a través de la edad en tareas relacionadas con el control inhibitorio, él observa
una diferenciación cortical progresiva de la infancia a la edad adulta, en el que hay una mayor
focalización en regiones de la corteza prefrontal derecha, en específico en el giro frontal inferior,
mientras que al envejecer, disminuye la diferenciación y el control inhibitorio retoma una
dependencia de estructuras bilaterales de la corteza prefrontal. Aunque como lo muestra la Tabla
3, los trabajos a los que hace referencia, evalúan la inhibición con diferentes tareas y diferentes
estímulos, por lo que las estructuras que participan en el procesamiento de la información y la
inhibición difieren de estudio a estudio, además los grupos experimentales no son homogéneos.
La variabilidad en la activación en función de diversos factores, tal como la tarea, el tipo de
estímulos utilizados y la relación con las áreas que se ven activadas en la corteza cerebral, nos
lleva a concluir que existen diferencias dentro del proceso inhibitorio y que estas diferencias,
están vinculadas a la modalidad del estímulo, el tipo de paradigma y la cantidad de procesos
cognitivos adicionales que participan para lograr una inhibición adecuada. Estas diferencias en
las estructuras que participan en el proceso inhibitorio se muestran en la Figura 2.
20
Figura 2. Estructuras relacionadas al proceso inhibitorio en función de las tareas Go/No-Go y Antisacadas.
21
Tabla 3. Patrones diferenciados de actividad BOLD ante distintas pruebas de inhibición.
Resumido de Chambers (2009).
Autor Tarea Población Resultados
Rubia y cols.
2000
Stop Task N=17
9 (12-19 a)
8 (22-40 a)
Se observa una activación mayor en
GFI izq y en mGF izq. en adultos.
Adolescentes mayor activación en GFI
der y núcleo caudado.
Sin diferencias conductuales
Nielson y
cols. 2002
Go/No-Go N=34 (18-78 a):
18-31 a (n=10, 4 M)
33-55 a (n=7, 4 M)
62-72 a (n=9, 8 M)
73-78 a (n=8, 4 M)
Go: Los adultos jóvenes presentaron
mayor activación en GB, tálamo y
cíngulo anterior que los adultos
mayores. Mayor precisión y menor TR
se asoció a mayor activación en GB.
No-Go: Los adultos jóvenes presentan
mayor activación en mGF der, los
adultos mayores presentan activación
bilateral de la CPF.
Bunge y cols.
2000
Flanker task/
Go/No-Go
N= 16, 8-12 a (9 H)
16,19-33 a (9 H)
Adultos: mayor activación en GFI
derecho y menor variabilidad.
Niños. Mayor variabilidad. Se asocia
una mejor inhibición con la activación
de precuneus, giro angular izq, GTM
der, mGF der.
Garavan y
cols. 2006
Go/No-Go N=71, 18-46 a (media
29), 45 M.
Adultos muestran una red prefrontal-
parietal- subcortical derecha. Se
presenta variabilidad relacionada con
diferencias individuales y condiciones
de la tarea.
GFI: Giro frontal inferior, mGF: Giro frontal medio, GB: Ganglios basales, CPF: Corteza prefrontal, GTM: Giro
temporal medial.
22
3.4.Mecanismos cerebrales involucrados en la respuesta y en su inhibición
El sistema motor se compone por los tractos de la médula espinal, los núcleos del tallo
cerebral y las áreas específicas de la corteza. Está organizado de forma jerárquica y genera
distintas clases de movimiento como lo son: el movimiento reflejo, rítmico y voluntario, el último
es de interés para este estudio. Se define como movimiento voluntario aquel que es iniciado para
lograr una meta u objetivo y que mejora con la práctica, conforme aprendemos a anticipar y
corregir las perturbaciones del ambiente (Ghez y Krakauer, 2000).
Para llevar a cabo un plan motor, el cerebro construye representaciones internas del mundo,
integrando la información de distintos sistemas sensoriales. Con este marco de referencia, el
sistema motor puede generar, coordinar y ajustar distintas clases de movimientos. Además de las
estructuras mencionadas antes, el sistema motor recibe apoyo de los ganglios basales y el
cerebelo (Brunia, 2004; Ghez y Krakauer, 2000).
El bucle motor está integrado por las conexiones entre la corteza frontal, ganglios basales y
tálamo, estructuras que participan en el ajuste y regulación de los movimientos voluntarios. Entre
sus conexiones encontramos 3 vías: la vía directa, la vía indirecta y la vía hiperdirecta. La
primera se esquematiza en la Figura 3, esta vía está relacionada con la ejecución del movimiento,
tiene su origen en la corteza prefrontal, donde mediante la inhibición del globo pálido se
desinhibe el núcleo ventrolateral del tálamo, lo que lleva a la facilitación del movimiento por
acción de las vías excitatorias a las cortezas suplementaria motora y premotora (Brunia, 2004;
Bear, Connors, y Paradiso, 2001).
Respecto a las dos vías restantes, se cree que están involucradas en la inhibición de la
respuesta. La vía indirecta es esquematiza en la Figura 4, en esta vía las neuronas del putamen
inhiben la acción del globo pálido externo, lo que permite la acción del núcleo subtalámico sobre
el globo pálido interno, que inhibe al tálamo. La vía hiperdirecta, se activa por la influencia de la
corteza prefrontal sobre el núcleo subtalámico, lo que provoca una rápida inhibición de las
conexiones tálamo-corticales.
23
Figura 3. Vía directa que permite la realización del movimiento voluntario (CPF=Corteza
prefrontal, dlCPF= Corteza prefrontal dorsolateral, SMA= Área motora suplementaria, PMC=
Corteza premotora).
Figura 4. Vía indirecta, el resultado es la inhibición del bucle tálamo-cortical. (CPF=Corteza
prefrontal, dlCPF= Corteza prefrontal dorsolateral, SMA= Área motora suplementaria, PMC=
Corteza pre motora).
24
Además de la intervención del sistema motor, tanto la respuesta como la inhibición requieren
de la participación de un gran número de estructuras corticales que llevan a cabo distintos
procesos cognitivos como la percepción, la atención, la memoria y la toma de decisiones. Así, la
respuesta inhibitoria eficiente puede requerir la activación de dos circuitos. El primero es una red
fronto-parietal, que involucra áreas parietales para la asignación de la atención al estímulo así
como su evaluación. La segunda es la red cíngulo-opercular que incluye al cíngulo anterior, la
ínsula, la corteza anterior prefrontal y el tálamo (Garavan, Hester, Murphy, Fassbender & Kelly,
2006).
La reorganización y especialización de cada circuito incrementa en una estrecha conectividad
entre ellos durante la adolescencia. Estos cambios subyacen a la mejora en el control cognitivo
durante la adolescencia, por lo que la respuesta en la ejecución de la tarea Go/No-Go se vuelve
más rápida y menos variable con la edad.
3.5.La impulsividad como un déficit en el proceso inhibitorio
Como se mencionó con anterioridad, el control inhibitorio permite suprimir o cancelar una
respuesta motora, así como suprimir estímulos interferentes, los fallos en estas habilidades se
asocian con la presencia de impulsividad. Basar y cols. (2010) establecen que la impulsividad
puede expresarse en forma de la ejecución de una respuesta inapropiada, como fallos en la
retención de una respuesta conductual o como una respuesta prematura.
El estudio de la relación entre la impulsividad y el control inhibitorio no ha reportado
correlaciones importantes a nivel conductual, aunque a nivel funcional y electrofisiológico se
reportan diferencias interpretadas como un procesamiento diferente en el que los sujetos más
impulsivos, utilizan diferentes estructuras y recursos neurales en comparación con aquellos
menos impulsivos.
En estudios funcionales, Horn y cols. (2003) evalúan la inhibición y su correlación con la
impulsividad y reportan un aumento significativo en la actividad de la corteza orbitofrontal
anterior lateral durante el proceso inhibitorio. Observaron la activación de estructuras
prefrontales en los sujetos menos impulsivos, mientras que las estructuras paralímbicas presentan
mayor activación en los participantes categorizados como más impulsivos. Estos cambios en la
25
activación se atribuyen a aspectos emocionales ligados a la tarea y su relación con el
procesamiento cognitivo.
Los resultados de Asahi y cols. (2004) reportan una correlación negativa entre la
impulsividad motora evaluada mediante el BIS-11 y la activación en la corteza prefrontal
dorsolateral durante el ensayo No-Go, sugiriendo que la actividad de esta área en particular,
podría ser un indicador de la capacidad individual para la inhibición de la respuesta.
3.6.Demora de la respuesta
Las tareas de respuesta demorada (delayed response task) son útiles para evaluar distintos
aspectos del funcionamiento cognitivo (Gisiger, 2004). De forma usual se utiliza en la evaluación
de memoria operativa (working memory) y se asocia con la actividad de la corteza prefrontal
dorsolateral.
En modelos animales, los estudios de respuesta demorada plantean diversos hallazgos: en
monos se encontró mayor activación de la corteza prefrontal durante el periodo de demora y esta
actividad esta diferenciada en relación con la etapa de la tarea, presentándose distintos patrones
de disparo en los registros de neurona única antes, durante y después de la demora (Kojima y
Goldman-Rakic, 1982; Fuster (1973).
La actividad de la corteza prefrontal se vincula no únicamente con la memoria operativa, sino
también a otras funciones ejecutivas, aunque no se conocen al momento estudios que analicen el
efecto de la demora sobre otros procesos cognitivos.
La demora en la respuesta ofrece la oportunidad de hacer un uso eficiente de los recursos
neuronales para realizar la tarea, ya que ofrece más tiempo para preparar la respuesta.
La relación entre el nivel de preparación y la respuesta inhibitoria fue estudiada por Kelly y
cols. (2004) quienes reportaron una disociación en la activación de las redes relacionadas con el
control inhibitorio en relación con el tiempo proporcionado para emitir una respuesta. Kelly y
colaboradores describen dos redes relacionadas con el control inhibitorio, una de ellas con mayor
activación en áreas anteriores de la corteza prefrontal, relacionada con inhibiciones más
controladas y con mayor tiempo de preparación; mientras que la otra red, con activación de la
26
corteza prefrontal dorsolateral, putamen, caudado, ínsula, giro prefrontal inferior y corteza
cingulada anterior, más relacionada con inhibiciones de carácter urgente y por lo tanto, menor
tiempo de preparación. Mayor tiempo de preparación de la respuesta se asocia con la influencia
del control top-down en el procesamiento de la información.
IV. Emociones
4.1.Aspectos generales
La emoción es definida por Damasio (2000) como el conjunto de respuestas fisiológicas y
conductuales de corta duración que se presenta ante ciertos eventos internos o externos y que
dependen de la activación de sistemas cerebrales. Las emociones son por lo tanto, fenómenos
internos con una respuesta conductual, la cual está moldeada por el desarrollo individual y el
ambiente.
Las emociones son relevantes para la supervivencia del individuo, así como para su
comunicación e interacción con otras personas, al ser vivencias individuales, son fenómenos
complejos. Las emociones se dividen para su estudio en cuatro dimensiones: el reconocimiento,
la expresión, la experiencia y la regulación emocional.
El concepto de la regulación emocional ha sido estudiado por diversos autores, al respecto
Ramos-Loyo (2012) integra diferentes características y menciona que “Abarca los procesos de
iniciar, mantener y modular la ocurrencia, forma, intensidad o duración de los estados
emocionales, los procesos fisiológicos relacionados, las metas y asociadas a la emoción, por lo
común para lograr una meta”. (p79)
La regulación emocional, nos permite el control y la dirección de la conducta y se desarrolla
de forma progresiva a partir de la interacción del niño con sus padres.
Como se mencionó con anterioridad, las emociones respuestas fisiológicas, cognitivos y
conductuales, su regulación implica la aparición de otros procesos, cuya finalidad es la
modulación de su expresión y vivencia. Al respecto Gross (2011) analiza las bases conceptuales
de la regulación emocional, refiere que las emociones pueden ser reguladas de forma diferente.
Gross incluye el control de las situaciones externas que desencadenan emociones, los procesos de
27
valoración (appraisal), atención, revaloración (reappraisal) y supresión de la conducta
emocional. Estas estrategias de regulación, pueden presentarse aun antes de la generación de la
emoción, además de que se pueden presentar varias estrategias al mismo tiempo, formando un
bucle de retroalimentación entre las experiencias pasadas y la generación de nuevas experiencias
emocionales. El estudio de las estrategias de regulación en su relación con procesos
neurobiológicos da lugar a distintos modelos de la regulación conductual.
Phillips y cols. (2008) presentan un modelo en el que incluyen dos sistemas, uno para la
identificación y valoración del estímulo (sistema ventral) y otro más implicado en el sistema
regulatorio per se (sistema dorsal). El primero se conforma por diversas estructuras tales como la
amígdala, la ínsula y el estriado ventral, regiones ventrales del giro anterior cingulado y la corteza
órbitofrontal, relacionadas con la identificación de la relevancia emocional de un estímulo y la
mediación de las respuestas autonómicas ante estímulos relevantes y asociados con la generación
de un estado emocional. Mientras que el sistema dorsal está conformado por el hipocampo y
regiones dorsales de la CPF.
Por su parte Ochsner y Gross (2008) describen los sistemas top-down y botton-up, su
interacción da lugar a la generación y regulación emocional. Su modelo incluye dos tipos de
sistema de valoración, el primero involucra los sistemas dorsomedial y dorsolateral de la corteza
prefrontal. El segundo involucra los sistemas ventrales de la corteza prefrontal. Estos sistemas
permiten la generación de representaciones mentales de estados afectivos, así como una
revaloración para regular la emoción.
Varios procesos cognitivos se asocian a la regulación emocional entre ellos, la atención,
mediante estrategias de concentración y distracción, la memoria de trabajo, la inhibición y el
monitoreo de la conducta. Estos procesos se ponen en marcha para dirigir tanto la reacción como
la toma de decisiones ante situaciones y estímulos emocionales.
La interacción de estos sistemas en la edad adulta parecen dirigir de forma adecuada la
conducta, pero en la adolescencia se presentan dos fenómenos, el primero es la sobreactivación
del sistema bottom-up; el segundo es la inmadurez de la corteza prefrontal, en especial aquellas
secciones relacionadas con el sistema de control top-down. Estos fenómenos provocan déficits
en la regulación emocional y en la toma de decisiones (Chambers y cols. 2003).
28
4.2.Inhibición y contexto emocional
De forma cotidiana se presentan en el ambiente estímulos emocionales, la toma de decisiones,
los recuerdos e incluso los objetos, presentan un componente emocional que los hace relevantes.
Por ello es indispensable la inclusión en las tareas de laboratorio de estímulos emocionales, para
conocer de qué manera los procesos cognitivos interactúan con el procesamiento emocional. Este
procesamiento es relevante, ya que las emociones y los estados afectivos tienen un peso
importante en la conducta y afectan la toma de decisiones (Bechara y Damasio, 2005). A pesar de
ser conscientes de ello, pocos estudios toman en consideración los factores emocionales que
podrían estar regulando o siendo regulados por procesos cognitivos.
Al respecto, Gray, Braver y Raichle (2002) reportaron una interacción entre la inhibición y el
procesamiento de información emocional. Ambos procesos comparten funcionalmente varias
regiones de la corteza prefrontal, incluyendo la corteza órbitofrontal (COF) y la corteza cingulada
anterior. Esta integración funcional permite el control de la conducta cuando está dirigida a un
objetivo bajo un contexto emocional.
Con el propósito de conocer si el procesamiento emocional afecta al control
inhibitorio, se ha modificado varias tareas experimentales, entre ellas el paradigma Go/No-Go
(Schulz y cols. 2007; Albert y cols. 2010; Garavan y cols. 2002; Goldstein y cols. 2007).
Goldstein y cols. (2007) mediante una tarea Go/No-Go lingüístico-emocional reportan que la
inhibición ante contextos emocionales, requiere un mayor número de sustratos neuronales que los
requeridos en una tarea de inhibición con contexto neutro. Estos cambios se presentan en la
activación de áreas fronto-límbicas, las que se ven influidas por la valencia del contexto
emocional.
Albert y cols. (2010), en estudios con EEG, reportaron cambios electrofisiológicos en la
amplitud de los componentes asociados a la inhibición de los potenciales relacionados a eventos
(PREs). Con una tarea Go/No-Go con contexto emocional, encontraron que la inhibición de la
respuesta dominante ante contextos con valencia positiva, provocó una mayor amplitud del
componente P3 y una activación mayor del cíngulo anterior en comparación con el contexto con
valencia negativa. Ellos interpretan que la valencia positiva dificulta el proceso inhibitorio,
29
porque resulta relevante y atrayente por lo que se requiere de mayores recursos neurales que los
contextos con valencia negativa.
Otros estudios analizan mediante resonancia magnética funcional (RMf) las estructuras
involucradas en la inhibición de respuesta. Shafritz, Collins y Blumberg (2006) analizan la
activación de diversas estructuras cerebrales ante la inhibición con y sin estímulos emocionales.
Los resultados indican que la inhibición de la respuesta ante rostros emocionales involucra la
activación de áreas frontales inferiores, corteza prefrontal ventromedial y corteza insular.
Además, distintas regiones de la parte ventral de la corteza cingulada anterior se activaron de
forma preferencial ante los rostros tristes en ambas condiciones (Go yNo-Go). Otro hallazgo
importante que se encontró en este estudio es la correlación positiva entre la activación de la
corteza prefrontal ventrolateral y la edad.
El desarrollo funcional puede estudiarse al analizar la inhibición de respuesta en distintos
grupos de edad. Hare y cols. (2008) realizaron un estudio con RMf con niños, adolescentes y
adultos. Los adolescentes muestran una sobreactivación en la amígdala, la cual está relacionada
con los niveles de ansiedad, presentando una disminución en la habituación tras varios ensayos
únicamente en aquellos adolescentes con menor ansiedad.
Estos resultados exploran la importancia de las diferencias individuales en la inhibición.
Tomando en cuenta la labilidad emocional que se presenta durante la adolescencia, esta podría
incrementarse en los sujetos con menor capacidad regulatoria, llevándolos a respuestas
desadaptativas.
Hernández-Villalobos (2013), comparó la influencia del contexto emocional entre
adolescentes con alta y baja regulación conductual y encontró diferencias en el desempeño en una
tarea de inhibición entre los grupos. A mayor número de errores en la inhibición de respuesta se
encontró un mayor déficit en la regulación conductual. El grupo de baja regulación conductual
presentó mayor puntaje de impulsividad en la escala BIS-11, menor tiempo de reacción y menor
porcentaje de inhibiciones correctas y por consiguiente una mayor cantidad de errores; a su vez
encontró diferencias en la amplitud PREs relacionados al contexto emocional (neutro, placentero
y displacentero). Estos resultados señalan la importancia del contexto afectivo para el control
cognitivo. La mayor amplitud del componente nos indica el uso de más recursos cognitivos para
30
ejecutar la tarea. Estos resultados sugieren que la impulsividad juega un papel importante en la
inhibición de la respuesta, especialmente ante contextos emocionales.
4.3.Impulsividad y contexto emocional
Al momento no se conocen estudios que analicen el papel del contexto emocional en
adolescentes impulsivos sanos y algunos otros relacionan la impulsividad con aspectos de
regulación emocional, especialmente con la agresión (Best, Williams y Coccaro, 2002;
Hinsahaw, 2003, Davidson, 2000).
Davidson (2000) enfatiza los aspectos genéticos en la regulación de las emociones y propone
la existencia de un mecanismo que subyace a la supresión de emociones negativas mediante la
vía inhibitoria que comunica a la corteza orbitofrontal con la amígdala. Relaciona un
polimorfismo del HTP (triptófano) con rasgos de enojo y agresión. Por lo que la agresividad
impulsiva podría estar relacionada con un bajo umbral de activación del afecto negativo.
Otros autores se enfocan en el reconocimiento de estímulos emocionales. Sterzer, Stadler,
Kleinschmidt y Poustka (2002) revisan la relación entre la agresión impulsiva en adolescentes
diagnosticados con desórdenes de conducta y la activación cerebral producida por imágenes con
contenido emocional displacentero mediante RMf. Sterzer y colaboradores encontraron una
desactivación en la corteza anterior cingulada dorsal derecha y reducción en la respuesta de la
amígdala izquierda en el grupo de adolescentes diagnosticados con desórdenes de conducta. Estos
hallazgos sugieren un impedimento en el reconocimiento de la valencia emocional y en el
control de la conducta emocional, lo que hace a estos sujetos más propensos a conductas
agresivas.
Por su parte Best, Williams y Coccaro (2002) analizaron la relación entre agresividad
impulsiva y disfunciones en la corteza órbitofrontal en sujetos con diagnóstico de trastorno de ira
intermitente (TII). Para su diagnóstico el DSM-IV, presenta como característica principal la
dificultad para controlar los impulsos agresivos. En este estudio, se aplicó una prueba de
reconocimiento facial emocional; Best y colaboradores reportaron dificultades para reconocer el
enojo, el asco, y la sorpresa, los participantes categorizaron erróneamente los rostros neutrales
31
como de asco y miedo. El desempeño de los pacientes con TII asemeja el desempeño de
pacientes con lesiones en la corteza orbitofrontal medial de estudios previos.
Brown, Manuck, Flory y Hariri (2006) describen los correlatos neurales de la activación
durante el control inhibitorio, en relación con las diferencias individuales en el rasgo de
impulsividad; señalan que los mecanismos neurales que subyacen a los procesos de activación e
inhibición son afectados por la impulsividad conductual. La impulsividad correlaciona
positivamente con la actividad bilateral ventral de la amígdala, el giro parahipocampal y el giro
anterior dorsal del cíngulo y el caudado bilateral. De forma inversa, la impulsividad correlaciona
negativamente con la actividad de la amígdala dorsal y la parte ventral de la corteza prefrontal.
En conjunto, estos hallazgos sugieren una disposición a la influencia de la impulsividad en la
interacción funcional de la activación cortico-límbica y los circuitos de control.
Tomando en cuenta el control y la activación como claves de la impulsividad, se encontró que
los individuos con alto grado de impulsividad actúan en base a motivaciones que otros
experimentan con menor intensidad o pueden contener con mayor facilidad. Brown y cols. (2012)
realizaron un estudio con RMf en adultos jóvenes sanos, mientras ejecutan una tarea tipo Go/No-
Go emocional. En sus resultados reportaron que se presentó una mayor activación del giro frontal
inferior (GFI)/opérculo bilateral durante las inhibiciones que en los ensayos Go. Esta región
corresponde a la corteza prefrontal ventrolateral, el GFI derecho e izquierdo exhiben
significativamente una mayor activación para los estímulos aversivos en comparación con los
neutrales durante la inhibición en comparación con los ensayos que requerían una respuesta.
Proponen tres hipótesis respecto a la interacción del GFI (giro frontal inferior), la inhibición y el
procesamiento emocional: la hipótesis de la interferencia: la inhibición y el procesamiento
emocional compiten entre sí; la hipótesis de la adición: la inhibición y el procesamiento
emocional operan de forma paralela, sin afectarse el uno al otro, o se modulan el uno al otro a
nivel neuronal sin alterar la magnitud en la señal BOLD y la hipótesis del aumento: la inhibición
y el procesamiento emocional interactúan mutuamente y se refuerzan el uno al otro, de tal forma
que se presente un aumento en la actividad BOLD.
Los resultados de su trabajo apoyan la hipótesis aditiva, concluyen que el contexto emocional
afecta al proceso del control del impulso, pero lo modula sin interferir con él. Al respecto el
32
procesamiento y regulación de los estímulos emocionales producen un efecto tanto al proceso
atencional como al inhibitorio.
De forma contraria, Cyders y Smith (2008) establecen la presencia de un componente que
denominan “urgencia” como el disparador del comportamiento impulsivo. Establecen que el
papel de las emociones es crucial en las acciones que se toman frente a estados afectivos. La
teoría de Cyders, establece que la forma en que se experimentan las emociones influye en la
conducta, estableciendo que frente a estados afectivos elevados, ya sean estos negativos o
positivos, se toman decisiones precipitadas, con el propósito ya sea de atenuar la emocionalidad
negativa o aumentar la emocionalidad positiva. La Figura 5 describe esta relación entre la
impulsividad y el estado afectivo.
La relación entre el afecto y la conducta explicada en la Figura 5, establece la presencia de
déficits en la regulación emocional. Cyders y Smith (2008) proponen que el desarrollo de esta
urgencia a actuar se presenta ante polimorfismos entre la relación de neurotransmisores como la
dopamina y la serotonina en áreas específicas de la corteza prefrontal y sus interconexiones con
la amígdala.
Figura 5. Relación entre el estado afectivo y la tendencia a la acción.
Emoción Negativa
Emoción
Positiva
Aliviar el afecto
negativo
Aumentar el
afecto positivo
Conducta
Impulsiva
33
V. Potenciales relacionados a eventos
Los potenciales relacionados a eventos (PREs) son una técnica de análisis de la señal EEG
que refleja la actividad de una red neuronal coordinada, proporcionando una ventana a la
actividad neuronal en relación con diferentes procesos cognitivos (Bressler, 2002).
La actividad eléctrica espontánea del cerebro es medida a través del cráneo, mediante
electrodos dispuestos en el cuero cabelludo, el EEG refleja la suma de la actividad postsináptica
de neuronas piramidales corticales que varían en orientación y voltaje en función del número de
neuronas que disparan de forma coordinada.
Los PREs nos proveen una medida continua del procesamiento de estímulos y su respuesta
haciendo posible determinar qué etapa o etapas del procesamiento se ven afectadas por la
manipulación experimental (Luck, 2005). Esta información resulta de gran utilidad en la
investigación en neurociencias. Los potenciales relacionados a eventos (PREs) presentan ventajas
en el estudio del procesamiento cerebral, primero es una técnica no-invasiva que presenta una
excelente resolución temporal y con un costo menor en comparación con otras técnicas utilizadas
en el campo de la investigación en neurociencias, tales como la Resonancia Magnética Funcional,
Tomografía por emisión de fotón único y la magnetoencefalografía.
Los PREs involucran el estudio de segmentos del EEG con el propósito de estudiar la
actividad cerebral durante procesamiento perceptual, motor o cognitivo. Los componentes son
descritos generalmente en términos de amplitud, frecuencia y estado funcional.
Los componentes se clasifican en tres grupos: de latencia temprana, media y tardía, de
acuerdo al tiempo que transcurre entre la presentación del estímulo y la aparición del
componente. Los componentes de latencia temprana se observan 10 milisegundos tras la
presentación del estímulo y se asocian a las características físicas del estímulo, no se ven afectado
por variaciones en el estado del sujeto. Los componentes de latencia media también están
relacionados con las características de los estímulos, pero a partir de los 20 milisegundos son
modulados por la atención. A partir de los 80 milisegundos los componentes son clasificados
como de latencia tardía y se asocia a distintos procesos perceptuales y cognitivos (Luck, 2005;
Coles y Rugg, 1995).
34
Entre los componentes de latencia tardía existen diferencias relacionadas con la modalidad
sensorial en la que es presentado el estímulo. Entre los componentes visuales podemos describir a
los siguientes:
P1. Se presenta en área occipital entre los 110 y 130 ms., está asociado a características del
estímulo, como el contraste. Es sensible a la dirección de la atención espacial.
N1. Se presenta en el área occipital entre los 100 y 150 ms., tras el componente P1, es
modulado por la atención espacial. Se ha observado que presenta mayor amplitud en tareas de
discriminación que en tareas de detección, por lo que se cree está asociado al proceso de
discriminación visual.
P2. Presenta una topografía anterior y central. Se asocia también a las características del
estímulo, es mayor ante estímulos blanco infrecuentes, así como ante estímulos que comparten
características con el estímulo blanco.
Otros componentes son el N170, MMN, N2 y P3 se han asociado a distintos procesos
cognitivos. A continuación revisaremos con mayor detalle los dos últimos.
5.1.El componente N2
El componente N2 es observado comúnmente en combinación con el componente P3, por lo
que ha sido denominado por varios autores “complejo N2-P3” (Ramautar, Kok y Ridderinkhof,
2004; Azizian, Freitas, Parvaz y Squires, 2006). El componente N2 recibe el nombre por el ser el
segundo pico negativo de los promedios en los PREs. Se puede presentar con una topografía
variada, en relación con la modalidad del estímulo, aproximadamente entre los 200-350 ms post
estímulo.
Al momento existe controversia en cuanto a los procesos a los que hace referencia. Mientras
algunos autores lo vinculan al monitoreo y control de la respuesta (Donkers y van Boxtel, 2004)
otros autores lo vinculan al proceso inhibitorio (Falkenstein, Hoormann y Hohnsbein, 1999).
Debido a estas controversias Folstein y van Petten (2008) proponen dividir el componente N2
visual en 3 subcomponentes, un primer componente anterior, de topografía frontocentral, el cual
es relacionado con la detección del estímulo, un segundo componente también frontocentral, el
35
cual lo vincula al control cognitivo. Y por último el tercer componente posterior, relacionado a la
atención visual. Refieren diversos estudios en los que se presenta un componente No-Go N2,
originado por la inhibición de una respuesta planificada. El componente N2 (Falkenstein,
Hoormann y Hohnsbein, 1999) muestra amplitud mayor ante los estímulos No-Go que los
estímulos Go, aumenta su amplitud ante la presión a responder rápido y en los sujetos que con
mejor desempeño. También se hay evidencia que señala la relación entre el grado de dificultad
con la amplitud y latencia del componente (Folstein y van Petten, 2008; Garavan, Ross, Murphy,
Roche y Stein 2002).
5.2. El componente P3
El componente P3 se presenta entre los 250-500 ms post estímulo, ante diferentes procesos,
como la memoria de trabajo, procesos atencionales y el reconocimiento. Su latencia es variable y
obedece a la modalidad del estímulo, las condiciones de la tarea, la edad del sujeto, entre otras
variables (Polich, 2007).
Tiene una distribución topográfica sobre la línea media (Fz, Cz, Pz) e incrementa su magnitud
de áreas frontales a parietales. Existen varias explicaciones teóricas referentes al componente P3,
una explicación de ellas es la actualización del contexto (Polich, 2010).
La actualización del contexto hace referencia a la revisión de la representación mental que se
realiza tras la presentación de un estímulo; éste es evaluado y comparado con información previa
de la memoria de trabajo, si no se presentan cambios en los atributos del estímulo, el esquema se
mantiene y al detectarse nuevos estímulos los procesos atencionales actualizan el esquema, lo que
es concomitante de P3 (Polich, 2007).
La amplitud del componente está relacionada a la cantidad de recursos neuronales utilizados
durante la realización de la tarea y su latencia a la velocidad de clasificación.
Se distinguen dos componentes P3, uno más frontal P3a, asociado con la probabilidad del
estímulo y la relevancia de la tarea y otro temporo-parietal (P3b) de mayor amplitud y menor
latencia, asociado con la actualización del contexto (Polich, 2007).
36
Los PREs representan una técnica adecuada cuando se desea conocer que procesos cognitivos
se encuentran influenciados por la manipulación experimental, aunque es importante mencionar
que por sí solos no presentan tanta claridad como las medidas conductuales, ya que no es claro
que eventos biofísicos específicos subyacen a un componente, por lo que presenta una carga de
inferencias al interpretar estas medidas fisiológicas (Luck, 2005). Es por ello importante tener en
cuenta sus limitaciones y la importancia del análisis conductual para su interpretación.
5.3.Potenciales relacionados a eventos, emoción e inhibición
La mayoría de los estudios de los PRE’s ante la inhibición de respuesta se han realizado en
adultos y pocos trabajos revisan la interacción entre el control cognitivo y las emociones.
Los componentes N2 y P3 fueron estudiados por Falkestein, Hormann y Hohnsbein (1999)
en la inhibición de respuesta mediante un paradigma Go/No-Go en adultos. Dividieron la muestra
por su desempeño ante la tarea y reportan mayor amplitud del componente N2 en el grupo con
mejor desempeño en la inhibición. El grupo que se catalogó como deficiente, muestra un inicio
del componente N2 más tardío. No reportan cambios en el componente P3. Estos resultados
indican una asociación entre la amplitud del componente N2 y la capacidad de inhibición.
El estudio de Albert y cols. (2010) no reportó cambios en la amplitud del componente N2,
pero describe la influencia del contexto emocional sobre la inhibición en adultos sanos. El estudio
maneja contextos emocionales con valencia positiva y negativa. Reportan un aumento en la
amplitud del componente P3 en la inhibición con valencia positiva. El aumento en la amplitud
del componente es atribuido a factores motivacionales relacionados al contexto, al considerar a
los estímulos con valencia positiva más atrayentes, concluyen que resulta más difícil inhibir la
respuesta ante estímulos placenteros.
Entre niños y adultos Jonkman, Lansbergen y Stauder (2003) describen diferencias
conductuales y electrofisiológicas. Los niños tuvieron mayor cantidad de errores de inhibición,
mayor impulsividad y una ausencia del componente P3 en comparación con los adultos.
Atribuyen estas características al desfase en el desarrollo del control inhibitorio entre niños y
adultos.
37
Ruchsow (2008) analizó los componentes P3 y N2 entre dos grupos, divididos por su
desempeño en la tarea como con alta impulsividad y baja impulsividad con una tarea híbrida del
Flanker task y Go/No-Go. Los resultados conductuales no arrojaron diferencias conductuales
entre los grupos, a nivel electrofisiológico se encontró una correlación negativa entre los puntajes
de la BIS-11 y el componente P3, con una menor amplitud en los individuos catalogados con alta
impulsividad.
En relación con la impulsividad como síntoma, Wild-Wall y cols. (2009) mediante una tarea
de inhibición de interferencia (Flanker test) evaluaron en adolescentes con TDAH, sus hermanos
y un grupo control la capacidad de inhibición. Encontraron diferencias conductuales y en el
componente N2. Los adolescentes con TDAH no disminuyeron el tiempo de reacción tras el
error, un mecanismo común para evitar los errores, presentaron mayor amplitud del componente
N2 y no el aumento en P3 en la inhibición como lo hace el grupo control. Esto sugiere que el
grupo de TDAH presentó un deficiente procesamiento del error.
Pocos estudios analizan procesamiento emocional y el control inhibitorio en adolescentes,
Lewis y cols. (2006) inducen un estado de ánimo negativo mediante la pérdida de puntos en una
tarea Go/No-Go en niños de 5 a 16 años. Reportan que a mayor edad se incrementa la eficacia
cortical y esta se refleja en una disminución progresiva de la amplitud y latencia tanto del
componente N2 y P3. Durante el bloque de inducción de la emoción negativa, los adolescentes
mostraron un aumento en la amplitud del N2, el cual es compatible con los hallazgos de otros
estudios.
El estudio de Hernández-Villalobos (2013) comparó los componentes N2 y P3 en
adolescentes con alta y baja regulación conductual. Tras evaluar la inhibición sin contexto
interferente y bajo el efecto de los contextos neutro, placentero y displacentero, reportó
diferencias a nivel conductual y electrofisiológico entre los grupos. Los adolescentes que
refirieron una mayor regulación conductual presentaron una mejor ejecución en la tarea, con
mayor porcentaje de respuestas correctas y un menor número de errores de comisión que el grupo
de baja regulación conductual. A nivel electrofisiológico se presentó una mayor amplitud del
componente N2 ante los contextos emocionales en comparación con la tarea sin contexto, esta
amplitud fue mayor ante el contexto displacentero. De forma similar la latencia fue mayor en la
38
tarea con contextos interferentes en comparación con la tarea sin contexto. El componente P3
presentó mayor amplitud en la condición No-Go como efecto del contexto. La caracterización de
la muestra reportó un incremento en los puntajes de impulsividad en el grupo de baja regulación
conductual. En general los adolescentes presentaron mejor ejecución en los contextos no-
emocionales, con menor número de errores y menor tiempo de reacción.
En conjunto los resultados sugieren que en los adolescentes interfiere el contexto emocional
durante la ejecución de una tarea de inhibición, por lo requieren de mayor esfuerzo al ejercer el
control inhibitorio y el monitoreo de la respuesta, por ello necesitan más recursos cognitivos para
inhibir su respuesta.
39
VI. Planteamiento del problema
La adolescencia es una etapa en la que aumentan las conductas de riesgo, las cuales se
atribuyen a un aumento en la impulsividad y un déficit en la regulación emocional.
La impulsividad se relaciona con deficiencias en el control inhibitorio, el cual se ve afectado
por las características del estímulo, el tiempo de preparación para la respuesta, procesos
atencionales, la percepción temporal y el contexto emocional.
A pesar de que en la adolescencia el proceso del control inhibitorio se encuentra
desarrollado, ante contextos afectivos se presentan déficits, que son atribuidos a la
sobreactivación del sistema límbico y la inmadurez de la corteza prefrontal, afectando con ello al
control inhibitorio.
Otro factor importante para la inhibición es el tiempo de preparación para la respuesta. Un
aumento en el tiempo de procesamiento de la información permite disminuir el número de errores
y emitir una respuesta apropiada.
El control inhibitorio puede analizarse mediante la técnica de potenciales relacionados a
eventos (PREs), ésta técnica muestra qué procesos cognitivos son influenciados por la
manipulación experimental. Se relaciona la amplitud y latencia de los componentes N2 y P3 con
los recursos neurales y el tiempo de procesamiento de la información necesaria para la inhibición.
Algunos estudios que evalúan el efecto del contexto emocional sobre la inhibición en
adolescentes, reportan que los varones con menor capacidad de regulación conductual, presentan
un índice de impulsividad mayor, una mayor cantidad de errores de inhibición, así como menores
tiempos de reacción en comparación con adolescentes con mayor capacidad de regulación. Estas
diferencias persisten en la amplitud y latencia de los PREs, el componente P3 presentó mayor
amplitud ante los estímulos con contexto emocional en los participantes con menor capacidad de
regulación conductual en comparación con los de mayor regulación conductual. Esto sugiere que
los adolescentes con baja regulación conductual presentan una hiperactivación ante estímulos con
contexto emocional.
40
Con base en lo anterior se plantea:
Si el solicitar una demora en la respuesta en una tarea de inhibición con contexto emocional
mejorará la ejecución de los adolescentes con alta impulsividad en comparación a los que
presentan baja impulsividad y si este efecto será evidente en el registro de la actividad eléctrica
cerebral (PREs), indicando un cambio en su funcionamiento.
6.1. Objetivo general
Identificar el efecto de la demora de la respuesta sobre la inhibición ante un contexto
emocional en adolescentes con alta y baja impulsividad, tanto a nivel conductual como
electrofisiológico.
6.1.1. Objetivos específicos
1. Identificar las diferencias en la inhibición motora entre adolescentes con alta y baja
impulsividad en el desempeño conductual y en los PREs.
2. Identificar el efecto del contexto emocional sobre la inhibición motora en adolescentes
con alta y baja impulsividad.
3. Establecer si la demora en la respuesta mejora la precisión en la inhibición motora y en la
actividad electrofisiológica en los adolescentes con alta y baja impulsividad.
6.2. Hipótesis general
La demora en la respuesta tendrá un efecto en ambos grupos, a nivel conductual se presentará
un menor número de errores de inhibición y a nivel electrofisiológico se presentará una mayor
amplitud en los componentes N2 y P3; este efecto será aún mayor en el grupo de alta
impulsividad en comparación con el grupo de baja impulsividad. El grupo de alta impulsividad
presentará una mayor interferencia por el contexto emocional así como una mayor amplitud en
los componentes N2 y P3 que el grupo de baja impulsividad ante el contexto placentero.
41
6.2.1. Hipótesis específicas
1. Los adolescentes con alta impulsividad mostrarán un mayor número de errores de
inhibición y menor tiempo de reacción en comparación con los adolescentes con baja
impulsividad, el grupo de alta impulsividad presentará menor amplitud y latencia en los
componentes N2 y P3 en comparación del grupo de baja impulsividad.
2. Ante los estímulos con contexto emocional se presentarán más errores de inhibición y
mayor la amplitud y la latencia de los componentes N2 y P3 en ambos grupos, este efecto
será mayor en el grupo de alta impulsividad.
3. En ambos grupos disminuirán los errores de inhibición en los ensayos con demora de la
respuesta en comparación con los ensayos sin demora. Los adolescentes con alta
impulsividad tendrán mayor dificultad para retener su respuesta, por lo que presentarán un
mayor número de respuestas impulsivas. A nivel electrofisiológico los componentes N2 y
P3 se verán aumentados en su amplitud por efecto de la demora.
VII. Método
7.1. Estudio piloto
Se realizó un estudio piloto con la finalidad de conocer las puntuaciones que presentan los
adolescentes de la localidad en la Escala de Barratt (BIS-11 C) ésta se aplicó a 210 alumnos de
nivel medio superior de la Universidad de Guadalajara.
Tras el análisis de los puntajes obtenidos se tomaron las puntuaciones de los quintiles 2 y 4
como baja y alta impulsividad respectivamente. Se descartaron las puntuaciones de los extremos
y el tercer quintil para evitar que los sujetos de ambos grupos tuvieran puntuaciones muy
semejantes. Se obtuvo la distribución mostrada en la Figura 6.
42
Figura 6. Distribución de los puntajes en la aplicación de la Escala de Barratt BIS-11C
Se tomó como punto de corte de 33 a 47 en la puntuación total de la escala de Barratt para
baja impulsividad y de 56 a 69 en la puntuación total para alta impulsividad.
7.2.Participantes
30 adolescentes varones, con una edad entre 16 y 17 años 11 meses.
1.1. Selección de la muestra
Se seleccionaron para el registro electroencefalográfico 30 adolescentes de los cuáles 15
presentaron puntuaciones dentro del segundo quintil (baja impulsividad) y los 15 restantes
correspondientes al cuarto quintil (alta impulsividad). Los sujetos recibieron una compensación
económica por su participación en el estudio.
43
7.2.1. Criterios de inclusión
Participación voluntaria
Sexo masculino
Entre 16 y 17 años 11 meses de edad
Cursando entre 2° y 5° semestre del bachillerato
Que no hayan reprobado ningún grado escolar
Sanos
Diestros
Carta de consentimiento firmada por los padres de familia
7.2.2. Criterios de no inclusión
Antecedentes de alteraciones neurológicas o psicopatológicas
Diagnóstico de TDAH
Consumo de sustancias que afecten el SNC
7.2.3. Criterios de exclusión
Abandono voluntario de la evaluación
Que presente problemas en el registro del EEG.
7.3. Instrumentos
Se utilizaron los siguientes instrumentos para la selección y caracterización de la muestra:
La historia clínica es una entrevista semiestructurada que tiene como finalidad explorar la
historia del desarrollo del sujeto, así como descartar la presencia de psicopatologías.
La escala de impulsividad de Barratt BIS 11-C (Anexo A) es un instrumento auto aplicado
diseñado para evaluar la impulsividad, está compuesto por 30 ítems, cada ítem se puntúa según
una escala de frecuencia de 4 grados, que se encuentran agrupados en 3 sub-escalas: impulsividad
cognitiva, impulsividad motora e impulsividad no planeada. La escala es una adaptación para
adolescentes de la escala de BIS-11. Esta adaptación fue realizada por Chahin (2010) y ha
44
demostrado poseer fiabilidad y estabilidad en población latinoamericana. Se tomó como punto de
corte de 33 a 47 en la puntuación total de la escala de Barratt para baja impulsividad y de 56 a 69
en la puntuación total para alta impulsividad.
La escala Add Brown para adolescentes evalúa las alteraciones en 5 aspectos que se han
relacionado con síntomas del TDAH. Esta escala está compuesta por 40 reactivos que pueden ser
respondidos según una escala de frecuencia de 4 grados. Dentro de los contenidos se considera: la
organización del trabajo, el mantenimiento de la atención, la velocidad de procesamiento, el
manejo de la frustración y la utilización de la memoria de trabajo, entre otros. Esta escala se ha
estandarizado, validado y empleado clínicamente en forma de auto-informe. Maneja un punto de
corte de 60 puntos como indicador de TDAH.
La estimación del CI se realizó mediante la aplicación de dos sub pruebas del WAIS-III,
Vocabulario y Diseño con cubos. Estas pruebas evalúan razonamiento verbal, organización visual
y ejecución visomotora y son ampliamente utilizadas para obtener una estimación del CI, ya que
ambas pruebas presentan una elevada correlación con el CI total.
7.4. Estímulos y aparatos
Existen diversas tareas diseñadas con el propósito de evaluar la inhibición, una de las más
utilizadas es la tarea Go/No-Go.
La tarea Go/No-Go busca evaluar la capacidad de inhibición motora, en ella se presentan
estímulos de forma continua y los participantes deben decidir en función de la instrucción entre
emitir una respuesta (condición Go) o retenerla (condición No-Go). De forma típica la condición
Go se presenta en mayor proporción con la finalidad de crear una tendencia a la respuesta motora.
Los estímulos se presentaron en un monitor SONY SVGA de 17” mediante el software e-
prime 1.2. Para la tarea se les solicitó que respondieran presionando el botón izquierdo del mouse
con el dedo índice durante la condición Go.
El estímulo consistió en una flecha en color rojo o verde (2 cm, ángulo de visión de 1.90°)
situada al centro y apuntando a la derecha o izquierda de la pantalla; una barra de color rojo o
45
verde situada a la derecha o izquierda de la pantalla y una imagen de fondo (18 cm, ángulo de
visión de 16.70°) con contexto placentero o neutro según el bloque.
Para los estímulos placenteros se utilizaron 47 imágenes tomadas del International Affective
Picture System, (IAPS) el cuál fue desarrollado por el centro para el estudio de la emoción y la
atención, en la Universidad de Florida (Anexo B). El IAPS es una selección de fotografías a
color, en un amplio rango de categorías semánticas que son emocionalmente evocativas e
internacionalmente accesibles (Lang, Bradley & Cuthbert, 2008). La selección de las imágenes se
realizó con base en un estudio piloto realizado entre estudiantes de bachillerato, seleccionando
para su uso imágenes cuyo contenido se presentara dentro de las categorías semánticas de
“aventura” y “eróticas”. En el caso de los estímulos eróticos se evitaron aquellas que mostraban
un desnudo explícito.
El estímulo consistió en una flecha situada al centro de la pantalla, apuntando hacia la
derecha o la izquierda, mientras que a uno de los lados se encuentra una barra de color. Se
combinan los colores verde y rojo, la condición Go instruye a oprimir el botón del mouse cuando
coincidan la flecha y la barra tanto en dirección como en color. Mientras que la condición No-Go
instruyó a abstenerse a oprimir el botón cuando alguna de las condiciones no se cumplan.
La proporción de los estímulos fue de 75% para estímulos Go y 25% para estímulos No-Go.
Permitiendo de esta forma la formación de una respuesta dominante, que genere un conflicto el
inhibir la respuesta por la habituación.
Tomando en consideración que nuestro estudio buscó evaluar la inhibición dentro de
contextos emocionalmente relevantes, se optó por utilizar imágenes con escenas afectivas como
fondo del estímulo, de esta forma las imágenes conformaron un distractor del estímulo target, lo
que nos permitió evaluar la inhibición de información emocionalmente atractiva, pero no
relevante para la tarea. La selección se realizó cuidando aspectos de color, de tal forma que el
estímulo (la flecha y la barra) fueran totalmente visibles aún con la imagen de fondo, así como
que la imagen con contenido afectivo fuera distractora, pero no interfiriera con la percepción del
estímulo.
46
Para el diseño del contexto neutro, se utilizaron las mismas imágenes seleccionadas
previamente para la tarea experimental y mediante herramientas del programa Adobe Photoshop
CS5 se recortaron y reorganizaron aleatoriamente, todas de la misma forma, mediante la
automatización en el orden y tamaño de los cortes. Se cuidó no alterar el brillo ni el contraste, de
tal forma que los estímulos mantuvieron estas características.
Al igual que en las imágenes con contexto placentero, se buscó que no se dificultara la
percepción del estímulo target. Los estímulos se esquematizan en la Figura 7.
Figura 7. Ejemplo de los estímulos placentero y neutro.
7.5. Procedimiento
A lo largo de la tarea se presentaron 4 bloques contrabalanceados de 240 ensayos, de los
cuales 60 fueron estímulos No-Go (Figura 8):
1) Ensayos con contextos neutro y placentero sin demora en la respuesta. El intervalo inter-
estímulo fue variable de 1400 a 1700 ms., la duración del estímulo fue de 300 ms., tras
éste se presentó una pantalla negra para la emisión de la respuesta.
2) Ensayos con contexto neutro y placentero con demora en la respuesta. Se presentó el
estímulo durante 300 ms. tras el cual se presentó una pantalla negra, su duración fue
variable de 1400 a 1700 ms. La demora de la respuesta tuvo una variación de 700 a 1000
ms y una señal auditiva de 200 ms. indicaba el momento en que se podía responder.
47
Figura 8. Ensayos Go y No-Go en condición sin demora y con demora en la respuesta.
Previo a cada bloque, se presentaron por escrito las instrucciones (Anexo C) y se realizó un
ensayo previo a los bloques experimentales.
Se registró la actividad electroencefalográfica de forma continua, durante las tareas
experimentales en un equipo Neuronic Medicid 5, tomando las derivaciones Fp1, Fpz, Fp2, AF7,
300 msEstímulo
300 msEstímulo
300 msEstímulo
IntervaloVariable1400-1700 ms
IntervaloVariable1400-1700 ms
SIN DEMORA
Demora700-1000 ms
Demora700-1000 ms
R
R
300 msEstímulo
300 msEstímulo
300 msEstímulo
IntervaloVariable1400-1700 ms
IntervaloVariable1400-1700 ms
CON DEMORADemora700-1000 ms
Demora700-1000 ms
R
R
48
AF8, AF3, AF4,F3, F4,Fz, FC5,FC1,FCz, FC6, T7,C3,Cz, C4, T8, P7, P3, Pz, P4, P8, O1, O2 y
Oz de acuerdo con el Sistema 10-10. Se mantuvo la impedancia por debajo de los 5 KOhms. Para
el registro se utilizó un gorro Electro-Cap de 128 canales.
Se utilizó como referencia a los lóbulos de las orejas de forma cortocircuitada y se
monitorearon los movimientos oculares mediante electrodos colocados debajo del ojo derecho y
en la parte superior del extremo exterior del ojo izquierdo. Las señales del EEG y EOG fueron
capturadas en un convertidor analógico/digital de 32 bits incluido en el equipo, usando un
periodo de muestreo de 2 ms (500 Hz) y un filtraje analógico entre .05 y 30 Hz. El registro
capturado se almacenó en medios magnéticos para su análisis fuera de línea.
Para el análisis de la actividad eléctrica cerebral se determinó la línea base por el promedio
de 100 ms previos al estímulo, se promedió la señal de 20 segmentos del EEG libres de artefactos
para obtener los potenciales relacionados a eventos en las derivaciones mencionadas con
anterioridad con el programa de Análisis de Psicofisiología de Neuronic. La señal se filtró de 0.5
a 16 Hz mediante el programa FILDIG (Guevara, Ramos, Hernández-González y Corsi-Cabrera,
2005). Se promedió cada uno de los sujetos en cada una de las condiciones y con estos datos se
obtuvieron los grandes promedios en cada una de las derivaciones.
Se obtuvieron los valores de amplitud y latencia de las derivaciones FPZ, FZ, CZ y PZ
mediante el programa LATEVOLT, tomando el valor del pico máximo entre los 180 y 300 ms
para el componente N2 y entre los 300 y 600 ms para el P3.
Para su análisis conductual se obtuvieron aciertos Go, aciertos No-Go, respuestas impulsivas
y tiempo de reacción.
49
7.6. Análisis estadístico
Se realizó el análisis estadístico de los datos conductuales, mediante un diseño de medidas
repetidas de 2 x 2 x 2, con un factor inter grupos definido por el grado de impulsividad (alta o
baja) y dos factores intra grupos: contexto emocional (placentero y neutro) y demora de la
respuesta (con y sin). Se obtuvieron los estadígrafos conductuales mediante un análisis de
varianza, además se realizó una correlación de Pearson bivariada entre las variables de interés y
la amplitud de los componentes con el programa SPSS.
Para el análisis de los valores de amplitud y latencia de los PREs se utilizó un análisis de
varianza de medidas repetidas con el factor inter grupo Impulsividad (baja y alta) y los factores
intra grupo fueron el tipo de ensayo (Go y No-Go), el contexto emocional (neutro y placentero),
demora de la respuesta (con y sin) y región (FPZ, FZ, CZ y PZ). Se realizó la ANOVA tanto en
la condición Go como No-Go para la amplitud y latencia de los componentes N2 y P3. Se aplicó
la corrección Greenhouse-Geisser para los datos que no cumplieron con el principio de
esfericidad. Para las comparaciones múltiples se utilizó la corrección Bonferroni.
50
VIII. Resultados
8.1. Caracterización de la muestra
Se encentraron diferencias significativas entre grupos en la impulsividad total y en las sub-
escalas de la escala BIS-11C y en la escala Add Brown. En relación al indicador de CI no hubo
diferencias entre los grupos (Tabla 4).
Tabla 4. Caracterización de la muestra
Grupo Media DE t p
Impulsividad total BI 42.28 4.02
13.53 .0001 AI 61.42 3.43
Impulsividad motora BI 12.64 3.17
2.82 .009 AI 16.57 4.12
Impulsividad Cognitiva BI 15.71 3.09
3.81 .001 AI 21.50 4.75
Impulsividad
no planificada
BI 13.21 2.35 8.24 .0001
AI 24.14 4.36
Add Brown BI 32.35 13.73
2.09 .046 AI 44.28 16.32
CI BI 104.85 7.96
.19 .845 AI 104.14 10.93
BI= Baja impulsividad, AI= Alta impulsividad, DE= Desviación estándar CI= Cociente intelectual estimado.
9.1. Conductual
8.1.1. Grupos
No se observaron diferencias en el porcentaje de inhibiciones correctas (Figura 9), ni en el
número de respuestas correctas (Figura 10) ni en el tiempo de reacción (Figura 11) tampoco entre
grupos o por efecto del contexto.
51
8.1.2. Contextos
Los resultados muestran un mayor porcentaje de respuestas correctas en el contexto
placentero que en el contexto neutro (F(1, 26)=7.55, p<.05, η2=.22).
8.1.3. Demora
El porcentaje de inhibiciones correctas se incrementó significativamente por efecto de la
demora (F(1, 26)=43.98, p<.0001, η2=.62).
Figura 11. Tiempo de reacción en contexto neutro y placentero, con y sin demora de la respuesta
± 2 EE.
Figura 9. Inhibiciones correctas ± 2 EE,
en los contextos neutro y placentero con
y sin demora de la respuesta.
Figura 10. Respuestas correctas ± 2 Errores
estándar (EE) en contexto neutro y placentero,
con demora de la respuesta y sin demora de la
respuesta.
52
La demora disminuyó el número de respuestas correctas (F(1, 26)=66.85, p<.0001, η2=.72).
Se observó una correlación entre la cantidad de errores de omisión y la duración de la demora
(r=.48 p=.01 en contexto neutro y r= .38 p=.01 en contexto placentero). La media de omisiones
por duración de la demora se presenta en la Tabla 5.
Tabla 5. Media de errores de omisión en cada tipo de demora
Duración de la demora
(ms)
Media DE
700 neutro 3.82 3.20
800 neutro 6.28 4.79
900 neutro 7.32 4.45
1000 neutro 10.67 4.98
700 placentero 3.35 2.84
800 placentero 4.53 4.96
900 placentero 5.92 4.74
1000 placentero 9.00 6.54
8.2. Correlaciones
AI mostró una correlación entre el puntaje total de la Escala de Barratt con el número de
errores de omisión en contexto placentero con demora (r=.70, p=.005). La sub-escala de
impulsividad motora mostró una asociación negativa con el número de inhibiciones correctas en
AI (r=-.58, p=.02). La sub-escala cognitiva presentó una asociación con el número de
respuestas impulsivas en contexto neutro en el grupo de alta impulsividad (r=.64, p=01).
8.3.Electrofisiológicos
Se obtuvo el gran promedio de los potenciales relacionados a eventos por tarea y condición
los grandes promedios, las Figuras 17 al 24 muestran los grandes promedios en las 27
derivaciones, en ellos se puede apreciar los componentes visuales en áreas occipitales como el P1
y N1, en anteriores de línea media encontramos el componente P2. Los componentes
considerados para el análisis estadístico fueron el N2 y P3 en las derivaciones FPZ, FZ, CZ y
PZ. En el anexo D se presentan las gráficas de amplitud y latencia de los componentes N2 y P3
en las derivaciones FPZ, FZ, CZ y PZ.
53
Condición No-Go sin demora de la respuesta
Figura 17. Gran promedio de los potenciales relacionados a eventos en inhibiciones correctas, sin demora de la
respuesta. BI= Baja impulsividad, AI= Alta impulsividad. Mapa topográfico: componentes N2 y P3.
0
0
µV ms
-10
10
1000 ms. 400
N2 P3 N2 P3 N2 P3 N2 P3
BI Neutro BI Placentero AI Neutro AI Placentero
54
Condición Go sin demora de la respuesta
Figura 18. Gran promedio de los potenciales relacionados a eventos en respuestas correctas, sin demora de la
respuesta. BI= Baja impulsividad, AI= Alta impulsividad. Mapa topográfico: componentes N2 y P3.
µV 0
-10
10
1000 ms. 400
N2 P3 N2 P3 N2 P3 N2 P3
BI Neutro BI Placentero AI Neutro AI Placentero
0
55
Condición No-Go con demora de la respuesta
Figura 19. Gran promedio de los potenciales relacionados a eventos en inhibiciones correctas con demora de la
respuesta. BI= Baja impulsividad, AI= Alta impulsividad. Mapa topográfico: componentes N2 y P3
µV 0
-10
10
1000 ms. 400
N2 P3 N2 P3 N2 P3 N2 P3
BI Neutro BI Placentero AI Neutro AI Placentero
0
56
Condición Go con demora de la respuesta
Figura 20. Gran promedio de los potenciales relacionados a eventos en respuestas correctas, con demora de la
respuesta. BI= Baja impulsividad, AI= Alta impulsividad. Mapa topográfico: componentes N2 y P3.
µV 0
-10
10
1000 ms. 400
N2 P3 N2 P3 N2 P3 N2 P3
BI Neutro BI Placentero AI Neutro AI Placentero
0
57
Condición No-Go en contexto neutro
Figura 21. Gran promedio de los potenciales relacionados a eventos en inhibiciones correctas, en contexto neutro.
BI= Baja impulsividad, AI= Alta impulsividad. Mapa topográfico: componentes N2 y P3.
µV 0
-10
10
1000 ms. 400
N2 P3 N2 P3 N2 P3 N2 P3
BI sin demora BI con demora AI sin demora AI con demora
0
58
Condición Go en contextos neutros
Figura 22. Gran promedio de los potenciales relacionados a eventos en respuestas correctas, en contexto neutro. BI=
Baja impulsividad, AI= Alta impulsividad. Mapa topográfico: componentes N2 y P3.
µV 0
-10
10
1000 ms. 400
N2 P3 N2 P3 N2 P3 N2 P3
BI sin demora BI con demora AI sin demora AI con demora
0
59
Condición No-Go en contexto placentero
Figura 23. Gran promedio de los potenciales relacionados a eventos en inhibiciones correctas en contexto placentero
BI= Baja impulsividad, AI= Alta impulsividad. Mapa topográfico: componentes N2 y P3
µV 0
-10
10
1000 ms. 400
N2 P3 N2 P3 N2 P3 N2 P3
BI sin demora BI con demora AI sin demora AI con demora
0
60
Condición Go en contexto placentero
Figura 24. Gran promedio de los potenciales relacionados a eventos en respuestas correctas en contexto placentero
BI= Baja impulsividad, AI= Alta impulsividad. Mapa topográfico: componentes N2 y P3.
µV 0
-10
10
1000 ms. 400
N2 P3 N2 P3 N2 P3 N2 P3
BI sin demora BI con demora AI sin demora AI con demora
0
61
8.3.1. Diferencias entre grupos.
No se observaron diferencias entre grupos en los componentes N2 y P3 en los valores
de amplitud y latencia como efecto principal, pero sí en su interacción con los factores
demora de la respuesta y contexto.
N2
La demora en la respuesta disminuyó la amplitud del componente N2, este efecto fue
mayor para BI que para AI (p=.01), especialmente en la condición Go (Grupo x Ensayo x
Demora F(1,26)=5.72 p<.05, η2=.18) (Figura 26).
BI en comparación con AI, mostró mayor latencia en N2 en CZ (p=.03) en ausencia de
la demora (Grupo x Demora x Región, F(2.37, 61.73)=3.14, p<.05, η²=.10), mientras que
ante la demora de la respuesta AI presenta mayor latencia en PZ (p=.04) que BI.
P3
La amplitud de P3 (Grupo x Demora x Contexto F(1,26)=4.63, p<.005, η²=.15], fue
mayor en AI ante el contexto neutro sin demora (p<.005) y ante el contexto placentero con
demora de la respuesta (p<.005) en comparación con BI.
Respecto a la latencia del componente P3 (Contexto x Grupo, F(1,26)= 7.92, p<.01,
η²=.23) AI presentó mayor latencia ante el contexto placentero en comparación con BI.
8.3.2. Diferencias Go/No-Go
N2
En el tipo de ensayo (Go vs No-Go) como factor principal no se encontraron
diferencias. En su interacción con región (F(2.15, 56.07)=8.61, p<.0001, η2=.24) se observó
mayor amplitud en la inhibición en la derivación FPZ (p<.03) en comparación con las otras
derivaciones.
P3
El componente P3 presentó mayor amplitud y latencia ante la inhibición que ante la
respuesta (F(1,26)=4.72, p<.05, η2=.15, F(1,26)=64.24, p<.0001, η
2=.72 respectivamente).
62
8.3.3. Diferencias por efecto de la demora de la respuesta
N2
La amplitud de N2 disminuyó por efecto de la demora (F(1, 26)= 4.88, p<.05, η2=.16),
sin observarse efecto en su latencia (Figura 25). Además, la amplitud de N2 ante la
inhibición disminuyó especialmente en el contexto placentero (Ensayo x Demora x
Contexto, F(1,26)=5.46, p<.05, η²=.17) en comparación con el mismo contexto sin demora
de la respuesta (p=.002) o en contexto neutro (p=.0001).
P3
En No-Go se observó una disminución en la amplitud (F (1,26)=4.92, p<.05, η²=.16) y
latencia (F(1,26)=5.57, p<.05, η²=.17) de P3 ante la demora, en comparación con la
condición sin demora (Figura 26).
Sin demora Con demora
Figura 25. Gran promedio de los potenciales relacionados a eventos en línea media, (FZ,
CZ, PZ) en la condición No-Go, n=28. BI= Baja impulsividad, AI= Alta impulsividad.
N2
P3
200 600
0
1000
µv
10
0
-10
63
Sin demora Con demora
Figura 26. Gran promedio de los potenciales relacionados a eventos en línea media, (FZ,
CZ, PZ) en la condición Go, n=28. BI= Baja impulsividad, AI= Alta impulsividad.
8.3.4. Diferencias por efecto del contexto
N2
Los resultados mostraron mayor amplitud (F(1, 26)=30.72, p<.0001, η2=.54) y latencia
(F(1, 26)=4.70, p<.05, η2=.15) de N2 en el contexto placentero en comparación con el
contexto neutro (Figuras 27 y 28).
En la condición Go (Ensayo x Contexto x Región F(2.71, 70.48)=8.83, p<.02, η²=.11)
en el contexto placentero aumentó la amplitud de CZ (p<.01) en comparación con el
contexto neutro (Figura 28). La latencia del componente también presentó diferencias en la
N2
P3
200 600
0
1000
µv
10
0
-10
64
interacción Ensayo x Contexto (F(1,26)=10.98, p<.005, η2=.29). En el contexto placentero
se observó mayor latencia que en el contexto neutro ante la respuesta.
P3
No se presentaron diferencias en la amplitud por efecto del contexto en ambas
condiciones. La latencia de P3 en el contexto placentero es mayor que en el neutro tanto en
Go como en No-Go (F(1, 26)=40.44, p<.0001, η2=.60).
Contexto neutro Contexto placentero
Figura 27. Gran promedio de los potenciales relacionados a eventos en línea media, (FZ,
CZ, PZ) en la condición No Go, n=28. BI= Baja impulsividad, AI= Alta impulsividad.
N2
P3
200 600
0
1000
µv
10
0
-10
65
Figura 28. Gran promedio de los potenciales relacionados a eventos en línea media, (FZ,
CZ, PZ) en la condición Go, n=28. BI= Baja impulsividad, AI= Alta impulsividad.
Contexto neutro Contexto placentero
8.3.5. Entre regiones
N2
Los resultados mostraron diferencias entre regiones en la amplitud de N2 (F(3,
78)=21.58, p<.0001, η2=.45), CZ presentó mayor amplitud que FZ (p<.001) y PZ (p<.05).
En Go se observó mayor amplitud (F (3, 78)=20.96, p<.0001, η2=.45) en CZ que en PZ
(p<005).
N2
P3
200 600
0
1000
µv
10
0
-10
66
Respecto a la latencia, tanto en la condición No-Go (F(3,78)=14.03, p<001, η2=.35]
como en la Go (F(3,78)=9.76 p<0001 η2=.27), CZ presentó mayor latencia que PZ (p<.005
y p<001, respectivamente).
P3
No se presentaron diferencias en la amplitud de P3 entre las regiones. La
latencia de P3 presentó diferencias entre regiones (F(3,78)=5.07, p<.05, η2=.16) con mayor
latencia en CZ que en PZ (p<.0001).
67
8.4.Resumen de resultados
Conductuales
Grupos: no hay diferencias.
Contextos: mayor porcentaje de respuestas correctas en el contexto placentero que el
neutro.
Demora: mayor porcentaje de inhibiciones correctas por efecto de la demora de la
respuesta, así como un aumento en los errores de omisión.
La escala total y las sub-escalas motora y cognitiva de la escala BIS-11C en el grupo de alta
impulsividad, muestran correlación con los errores de omisión, los errores de inhibición y
las respuestas impulsivas, respectivamente.
Electrofisiológicos
Grupos: BI mostró menor amplitud ante la demora de la respuesta en N2 que AI. AI mostró
mayor latencia en PZ que BI. AI presenta mayor amplitud en P3 ante el contexto neutro sin
demora que BI y ante la demora AI presenta mayor amplitud solo en el contexto placentero
que BI. AI presentó mayor latencia ante el contexto placentero que BI.
Go/No-Go: Mayor amplitud del N2 en FPZ en No-Go que en otras derivaciones. El P3
presenta mayor amplitud y latencia en No-Go que en Go.
Demora: Disminuye la amplitud del N2, mientras que en P3, disminuye la amplitud y
latencia.
Contextos: En el contexto placentero se observó mayor amplitud y latencia del N2 que en el
contexto neutro. Mayor amplitud en CZ en el contexto placentero que en el neutro. En P3
se observa mayor latencia en el contexto placentero que en el neutro.
Regiones: Se observa mayor amplitud y latencia en N2 en CZ tanto en Go como en No-Go.
En P3 se observa una mayor latencia en CZ.
68
IX. Discusión
El objetivo de este trabajo fue conocer el efecto de la demora de la respuesta sobre la
inhibición ante contextos emocionales en adolescentes con alta y baja impulsividad. Se
buscó establecer si al solicitar a los adolescentes demorar su respuesta, mejoraba el proceso
inhibitorio. Los resultados indican que la demora de la respuesta tiene un efecto
favorecedor sobre la inhibición.
Una de las hipótesis suponía la existencia de diferencias conductuales y
electrofisiológicas entre los grupos, se esperaba un peor desempeño del grupo con alta
impulsividad especialmente ante el contexto placentero, bajo el supuesto de que las
conductas impulsivas se presentan debido a fallos inhibitorios y estos fallos se incrementan
ante contextos afectivos. No se encontraron estas diferencias entre los grupos, sin embargo
se observaron diversas correlaciones entre los puntajes de impulsividad y la ejecución
conductual únicamente, en el grupo de alta impulsividad.
Hernández-Villalobos (2013) con un paradigma similar, reportó que los adolescentes
con baja regulación conductual tuvieron un peor desempeño en la inhibición de respuesta
ante contextos afectivos. En su estudio la muestra de adolescentes se divide por su puntaje
en la sub-escala de regulación conductual del inventario de evaluación de la función
ejecutiva (BRIEF-A), además el grupo de baja regulación obtuvo mayor puntaje en la
escala de impulsividad de Barratt por lo que concluyó que eran más impulsivos. Sin
embargo, no encontramos esta diferencia al comparar adolescentes cuya característica es
una alta impulsividad con sus pares menos impulsivos. Esto se puede atribuir a distintos
factores, uno de ellos es que la impulsividad es un constructo multidimensional (Evenden,
1999), por lo que un mayor índice de impulsividad en las escalas no obedece
necesariamente a déficits en el control inhibitorio.
Es probable que la regulación conductual sea un factor más decisivo para lograr inhibir
la interferencia del contexto que la impulsividad y al no ser la nuestra una muestra clínica,
la impulsividad no representó una desventaja. Se reporta que una mayor impulsividad
funcional (no patológica) facilita las tareas que requieren un cambio rápido en el foco de
atención (Dickman, 1990). En ambos grupos aumentó el número de respuestas correctas
69
ante el contexto placentero, por lo que podemos suponer que el contexto facilitó la
respuesta motora.
Sin embargo, se encontró una correlación negativa entre el número de respuestas
correctas y la sub-escala de impulsividad motora. Esto podría indicar un mayor efecto del
contexto emocional en los participantes con mayor impulsividad referida. El hecho de que
tal efecto no se vea reflejado en diferencias entre los grupos en el análisis de varianza,
puede deberse a que los sujetos no presentan puntuaciones extremas en los puntajes de
impulsividad o por la alta variabilidad en la respuesta de los participantes.
Estos datos concuerdan con lo reportado por Rodríguez-Fornells y cols. (2001), quienes
evalúan la relación entre el control inhibitorio y el grado de impulsividad medido por la
sub-escala de impulsividad del Inventario de personalidad de Eysenck. Rodríguez-Fornells
y cols. no encontraron déficits en la inhibición motora en los sujetos que reportaron mayor
impulsividad; de forma similar, Lijffijt y cols. (2004) tampoco encontraron diferencias en
los tiempos de reacción ni en la inhibición motora entre los grupos de alta y baja
impulsividad. Es probable que en la población general, la impulsividad no sea extrema, por
lo que no se observan diferencias en el control inhibitorio.
A pesar de esto, encontramos en la literatura reportes de correlación entre medidas
conductuales y diversas escalas de impulsividad consistentes con los encontrados en este
estudio. Reynolds (2005) reporta una asociación entre la sub-escala del BIS-11, de
impulsividad cognitiva y los errores de inhibición en la tarea Go/No-Go. Entre las
asociaciones se encuentra una correlación negativa entre la sub-escala de impulsividad
motora y el número de respuestas correctas únicamente en el contexto placentero sin
demora, lo que sugiere que el contexto afectivo con valencia positiva podría afectar la
precisión de la inhibición motora. También se reporta una asociación entre la sub-escala
cognitiva y el número de respuestas impulsivas; esta misma sub-escala, presentó una
correlación negativa con las inhibiciones en contexto placentero con demora. Es posible
que a pesar de las correlaciones nuestros resultados no muestren diferencias significativas
debido a la alta variabilidad que se presentó entre los participantes; una muestra más grande
podría disminuir la variabilidad y revelar diferencias relacionadas con el índice de
impulsividad.
70
Además, las correlaciones podrían reflejar un mayor efecto de las dimensiones
cognitivas de la impulsividad en el desempeño de tareas de inhibición de respuesta que de
su componente motor. Como evidencia de ello, encontramos otros estudios que de forma
similar, no reportan diferencias en los tiempos de reacción entre los grupos, por lo que se
concluye que los sujetos impulsivos no necesariamente contestan con mayor velocidad que
los menos impulsivos (Baijot, Deconinck, Slama y cols. 2013; Lijffijt, Bekker, Quik y cols.
2004).
De forma independiente al grado de impulsividad, encontramos que la demora de la
respuesta benefició al proceso inhibitorio, lo que se reflejó en un aumento en el número de
inhibiciones correctas. De forma inesperada, la demora de la respuesta presentó un efecto
negativo sobre la ejecución de la respuesta motora, aumentando significativamente el
número de omisiones, lo que sugiere que al facilitarse la instalación del proceso inhibitorio,
se dificulta la iniciación de la respuesta motora. Tras analizar los resultados se encontró una
correlación entre la duración de la demora y el número de omisiones.
Uno de los tipos de error analizado fue las respuestas impulsivas. Aunque no se
presentan diferencias significativas entre los grupos, encontramos la tendencia a un mayor
número de respuestas impulsivas en el contexto placentero solo para el grupo de alta
impulsividad. Esto podría deberse a un mayor impacto del contexto en los adolescentes con
alta impulsividad.
Los trabajos de Logan (1984) estudian el proceso inhibitorio a partir del “modelo de
carrera” (race model). Este modelo establece que el proceso de inhibición y el de respuesta
son independientes por lo que, durante el desempeño de una tarea, al presentarse una señal
de paro o ante el posible error se inicia un proceso inhibitorio al mismo tiempo que
continúa el proceso de la respuesta. De esta forma hay una carrera entre ambos procesos,
existiendo un punto en el que ya no es posible inhibir la respuesta motora. Solo si el
proceso inhibitorio gana la carrera, se inhibirá adecuadamente la respuesta.
Los resultados parecen indicar que, de forma complementaria, existe también un punto
tras el cual se dificulta la ejecución motora. Al instruir al participante a inhibir su respuesta
motora hasta la señal, el proceso inhibitorio se establece de forma previa a la presentación
71
del estímulo y al extender la demora, se dificulta la respuesta motora. Esto se manifestó con
un aumento en el número de errores de omisión a medida que aumentó la duración de la
demora. Aunque para probar esta hipótesis, es necesario investigar a profundidad diversos
niveles de demora que podrían ir de los 100 a los 700 ms. Esto permitiría encontrar una
demora óptima, en la que se presente un balance entre el aumento del número de
inhibiciones correctas y el número mínimo de omisiones.
Como la mayoría de los estudios revisados, se clasificó la muestra a partir de una
escala. A pesar de la amplia aceptación del uso de escalas y su confiabilidad y consistencia,
las escalas son contestadas de forma subjetiva, por lo que los adolescentes pudieron
responder a partir de una percepción errónea sobre ellos mismos y por lo tanto, la
clasificación de los participantes en los grupos no es del todo confiable.
El uso del tiempo de reacción como indicador tampoco parece efectivo, ya que no se
reportan diferencias en este aspecto (Dimoska, 2007; Dickman, 1990). Es necesaria la
implementación de medidas conductuales más precisas, por lo que el número de respuestas
impulsivas podría brindarnos más información que la escala por sí sola.
Otro de los objetivos fue conocer el efecto de contextos emocionales sobre la
inhibición, se esperaba que el grupo de mayor impulsividad referida presentara mayor
interferencia por efecto del contexto placentero. Esta interferencia provocaría un aumento
en el tiempo de reacción y mayor número de errores a nivel conductual, mientras que en las
medidas electrofisiológicas, se esperaba un aumento en la amplitud y la latencia de los
componentes de interés. Los resultados muestran que a nivel conductual no se presentó tal
efecto de interferencia. De forma contraria a lo reportado en la literatura, el contexto no
aumentó el número de errores de inhibición de los adolescentes.
El contexto emocional placentero aumentó el número de respuestas correctas. Esto
puede ser porque los estímulos placenteros podrían tener una relevancia biológica, por lo
que la activación de más estructuras cerebrales podría facilitar el proceso de la respuesta
(Kanske, 2012). Los estímulos con contenido emocional pueden mejorar o dificultar la
respuesta motora, en el caso de nuestro estudio, el contexto afectivo parece mejorar la
capacidad de respuesta de los adolescentes, sin afectar el proceso inhibitorio.
72
A nivel electrofisiológico, el grupo de alta impulsividad presentó menor amplitud de N2
que el grupo de baja impulsividad en la condición Go ante la demora y su latencia fue
mayor en PZ. El componente N2 se asocia con la preparación adicional ante aquellos
eventos que se aproximan (Kamarajan y Porjesz, 2012), por lo que los adolescentes de baja
impulsividad podrían estar a la expectativa de los estímulos para la emisión de su respuesta
en comparación con los adolescentes más impulsivos. Respecto a la latencia, podría reflejar
que los adolescentes con alta impulsividad no solo ponen en marcha menor cantidad de
recursos para prever los acontecimientos y planificar sus acciones, sino que les toma más
tiempo preparar su respuesta en comparación con los adolescentes de baja impulsividad.
La amplitud de P3 fue mayor en el grupo de alta impulsividad ante el contexto neutro
sin demora y en el contexto placentero con demora que en el grupo de baja impulsividad.
Este resultado es contradictorio con la literatura revisada.
Los participantes de nuestro estudio realizaron una tarea de inhibición, la cual involucra
diferentes tipos de inhibición. La tarea consistió no sólo en la retención de una respuesta
predominante (condición No-Go), sino en el controlar la interferencia del contexto con
carga emocional en el que se encontraba el estímulo blanco, lo que significó la puesta en
acción de mayores recursos neuronales. Esto se manifestó en un aumento en la amplitud de
P3. Es posible que el grupo de mayor impulsividad, requiera de un mayor esfuerzo para
controlar la interferencia que el grupo de baja impulsividad para tener un desempeño
conductual similar.
En población subclínica, otros estudios reportan una disminución en P3 en participantes
impulsivos en comparación con los menos impulsivos (Russo, Pascalis, Varriale y Barratt,
2008; Ruchsow y cols. 2008). Esta disminución se relacionó con una menor capacidad
inhibitoria. Aunque de forma similar al presente estudio Dimoska y Johnstone (2007)
observan mayor amplitud del componente P3 ante la inhibición en los participantes más
impulsivos en comparación con los de menor impulsividad. Atribuyen este aumento en P3
al uso de mayores recursos neurales en los sujetos impulsivos para obtener un desempeño
conductual similar al grupo menos impulsivo.
73
La latencia de P3 también fue diferente ante el contexto placentero. Los adolescentes
con mayor impulsividad mostraron mayor latencia que los adolescentes de baja
impulsividad, particularmente en PZ. Estas diferencias podrían indicar que a los
adolescentes más impulsivos no solo les requiere mayor esfuerzo el control inhibitorio, sino
también les toma más tiempo el desengancharse de los estímulos, especialmente cuando
estos presentan características placenteras.
Por otra parte, se observaron diferencias en la amplitud y latencia de los componentes
N2 y P3 entre la condición Go y la No-Go. Ante la inhibición de respuesta observamos una
mayor amplitud en FPZ del componente N2, mientras que ante el control de la interferencia
observamos un aumento de N2 en CZ. El componente N2 se asocia a distintos subprocesos
del control cognitivo como: el control de la acción y la cancelación de una respuesta, el
monitoreo del desempeño y la regulación de la estrategia. Folstein (2008) propone dividir el
componente en 3 subcomponentes N2 frontocentral anterior, relacionado a la detección de
estímulos novedosos o mismatch, un N2 frontocentral relacionado a la cancelación de la
respuesta y monitoreo del error y un N2 posterior relacionado a la atención. El componente
N2 presentó con mayor amplitud en CZ ante el contexto placentero, de forma congruente
con otros estudios en lo que se involucran el procesamiento emocional (Hernández-
Villalobos, 2013, Lewis y cols. 2006). Esto se atribuye a un mayor esfuerzo al ejercer el
control cognitivo en presencia de emociones.
Estos resultados señalan que el aumento en la amplitud de N2 ante el control cognitivo,
presenta una distinción topográfica relacionada al tipo de inhibición que la origina. Ante la
inhibición motora, el componente N2 presenta mayor amplitud en FPZ, mientras que la
inhibición del contexto interferente genera un aumento en la amplitud del componente N2
en áreas centrales (CZ). Otros trabajos reportan un aumento en el componente N2 anterior
ante la inhibición motora, sin reportar esta diferencia, ya que no presentaban FPZ como
parte del montaje, ni la inhibición de contextos interferentes (Dong, Ynag, Hu y Jiang,
2009; Lewis y cols. 2006; Roche y cols. 2005).
Esta distinción topográfica en la amplitud del componente, nos permite conciliar los
resultados de distintas investigaciones. Donkers y cols. (2004) partidarios de la hipótesis
del monitoreo de conflicto, señalan el aumento en la amplitud del componente ante la
74
presencia de conflicto. Por su parte van Boxtel y cols. (2001) señalan que el componente
N2 está asociado a la inhibición motora. La distinción topográfica, podría indicarnos la
participación de diferentes estructuras corticales en los subprocesos involucrados en
alcanzar el objetivo de la tarea. El cíngulo podría estar más involucrado en el monitoreo de
la tarea y el control de la interferencia, mientras que estructuras más anteriores de la corteza
prefrontal podrían participar en la inhibición del plan motor, mediante sus conexiones con
los ganglios basales.
En relación al P3, éste presentó mayor amplitud y latencia ante la inhibición que ante la
respuesta, estos resultados son congruentes con lo reportado en la literatura (Hernández-
Villalobos, 2013; Salisbury, Griggs, Shenton y McCarley, 2004). Estos cambios en la
morfología del componente están asociados a un aumento en la cantidad de recursos
neuronales y a un mayor tiempo de procesamiento del estímulo. La inhibición de respuesta
se presentó ante estímulos que se presentaron en menor proporción que los estímulos Go,
por lo que resulta difícil su inhibición.
El principal objetivo de esta investigación, fue identificar el efecto de la demora de la
respuesta sobre la inhibición. Como se mencionó anteriormente, el número de inhibiciones
correctas mostró un aumento significativo en la condición con demora en ambos grupos, sin
presentarse distinción por efecto del grado de impulsividad referida. A nivel
electrofisiológico, la demora de la respuesta disminuyó la amplitud de N2 y P3 durante la
condición No-Go y de P3 en Go. Al momento no se encontraron otros estudios que
analicen el efecto de la demora de la respuesta sobre el proceso inhibitorio, por lo que este
estudio es único en su tipo.
Se especuló que la demora incrementaría la amplitud de los componentes N2 y P3. Los
resultados muestran un efecto opuesto. La amplitud del componente N2 se ha relacionado
en áreas frontocentrales a procesos diferentes, como la detección de estímulos novedosos y
el control cognitivo, en el que se involucra la cancelación de la respuesta, el monitoreo y el
ajuste de la estrategia (Folstein, 2008).
Ante la demora de la respuesta, se observó una disminución en la amplitud de ambos
componentes, esta disminución se presentó únicamente ante la inhibición y no en la
75
respuesta, por lo que interpretamos que su efecto fue en el control inhibitorio y no en la
orientación de la atención. En conjunto con los resultados conductuales, encontramos que la
reducción de la amplitud es resultado de la disminución de los recursos neurales requeridos
para la realización de la tarea, lo que nos lleva a concluir que el proceso inhibitorio fue más
eficiente.
Diversos trabajos que analizan la relación entre el control cognitivo y la maduración del
sistema nervioso (Casey, 1997; Casey, 2008) reportan una relación entre el control
inhibitorio y el volumen de activación de estructuras frontolímbicas. Los niños en
comparación de los adultos parecen reclutar mayor número de recursos para inhibir su
respuesta, por lo que concluye que un mejor control cognitivo está acompañado de una
focalización de las estructuras relacionadas al control inhibitorio. Esta focalización lleva a
un menor uso de recursos neuronales para llevar con éxito la tarea. El demorar la respuesta
podría dar como resultado una activación más organizada y focalizada de estructuras como
la corteza prefrontal dorsolateral, el giro inferior y el cíngulo anterior, todas estas
relacionadas con el control cognitivo.
En adición a la inhibición motora, la tarea presentaba interferencia de contextos
emocionales no relacionados con el estímulo blanco. Observamos que el componente N2
presentó un aumento de la amplitud ante el contexto placentero en comparación con el
neutro, así como mayor latencia ante la respuesta. Este aumento fue en específico en la
derivación CZ, tanto ante la inhibición como ante la respuesta. El componente N2 se asocia
a distintos procesos, entre ellos se encuentran el control de interferencia y la inhibición de
una respuesta dominante. De forma similar Brydges, Clunies-Ross, Clohessy y cols. (2012)
reportaron una disociación en el componente N2 en relación al proceso que lo origina.
Mediante una tarea híbrido Go/No-Go y Flanker task reportan un aumento en N2 en áreas
anteriores para la inhibición motora y en áreas centrales para el control de interferencia en
los ensayos incongruentes.
Ante el contexto placentero, el componente P3 no presentó cambios en la amplitud,
pero sí en su latencia, esto nos indica la presencia de interferencia por parte del contexto
placentero, por lo que se requiere de mayor tiempo de procesamiento del estímulo.
76
En un estudio similar Albert y cols. (2010) encuentran un aumento en la amplitud del
P3 No-Go ante contextos placenteros y atribuyen este aumento a que la valencia del
estímulo genera conductas de aproximación. Los adolescentes con mayor impulsividad
mostraron también mayor amplitud del componente P3 en la derivación PZ sólo ante el
contexto placentero. Esto nos indica que a los adolescentes con mayor impulsividad les
cuesta más trabajo inhibir la influencia del contexto placentero, como lo interpretan Albert
y cols. (2010).
El estudio presenta varias limitaciones, aunque los participantes obtuvieron
puntuaciones altas en la escala de impulsividad, estos se seleccionaron a partir de criterios
de inclusión, por lo que son adolescentes bien adaptados a las exigencias del ambiente.
Además, el uso de escalas para su clasificación presenta varios inconvenientes: los
cuestionarios se han adaptado a la población, pero no están estandarizados y son
contestados de forma subjetiva, por lo que no reflejan la característica conductual sino la
percepción del sujeto sobre sí mismo, esto indica la necesidad de crear instrumento que
posibiliten la evaluación de la impulsividad de una forma más objetiva.
Conclusiones
A pesar de no encontrar diferencias entre grupos a nivel conductual, el estudio permite
establecer que existen diferencias en el procesamiento cognitivo de los adolescentes por su
nivel de impulsividad.
Los resultados nos llevan a concluir que los adolescentes con mayor índice de
impulsividad parecen necesitar de mayor tiempo y recursos para controlar la interferencia
de estímulos competitivos no relevantes para la ejecución de la tarea. Lo que podría llevar
a los adolescentes a tomar decisiones riesgosas en situaciones en las que se ven inmersos en
contextos emocionales. Al contrario de lo esperado estas diferencias no son claras en
relación al proceso inhibitorio, por lo que habría que indagar en otros procesos cognitivos.
Además, la demora de la respuesta beneficia al proceso inhibitorio, al favorecer la
eficiencia de los recursos neurales. Estos resultados son de utilidad para la planeación de
programas de intervención o entrenamiento en toma de decisiones en los adolescentes. El
77
comprender que es necesario tomarse un momento de detención antes de actuar, puede
facilitar la toma de decisiones y disminuir las conductas de riesgo entre los adolescentes.
78
X. Anexos
Anexo A. Escala de impulsividad de Barratt BIS 11C
79
Anexo B.
Imágenes del IAPS utilizadas como contexto emocional en la tarea.
2389 5480 5621 5623 8021 8030 8040 8041
8161 8179 8180 8186 8200 8208 8250 8260
8370 8461 2018 2019 2030 2034 4002 4003
4006 4007 4008 4071 4085 4090 4130 4150
4220 4225 4250 4275 4325 4599 4611 4619
4641 4653 4668 4669 4680 4687 4698
Anexo C.
Instrucciones condición sin demora
“En la pantalla aparecerá una imagen con una flecha al centro y una barra a uno
de los lados. Si la flecha señala la barra y son del mismo color debes presionar el botón, sí
son de diferente color y/o la flecha no apunta a la barra no debes responder. Trata de
responder lo más rápido y correctamente posible”
Instrucciones condición con demora
“En la pantalla aparecerá una imagen con una flecha al centro y una barra a uno
de los lados. Si la flecha señala la barra y son del mismo color debes presionar el botón, es
importante presionar el botón después de escuchar la señal.
Sí son de diferente color y/o la flecha no apunta a la barra no debes responder”
80
Anexo D. Amplitud y latencia de los componentes N2 y P3 en las derivaciones FPZ, FZ, CZ yCZ
Amplitud del componente N2 en la condición No-Go.
a) Media de la amplitud en µV del componente N2 en condición No-Go (±2 errores estándar) en FPZ, FZ, CZ, PZ. BI=
Baja impulsividad, AI= Alta impulsividad.
81
Amplitud del componente N2 en la condición Go
b) Media de la amplitud en µV del componente N2 en condición Go (±2 errores estándar) en FPZ FZ, CZ, PZ. BI= Baja
impulsividad, AI= Alta impulsividad.
82
Latencia del componente N2 en la condición No-Go
c) Media de la latencia en ms. del componente N2 en condición No-Go (±2 errores estándar) en FPZ FZ, CZ, PZ. BI=
Baja impulsividad, AI= Alta impulsividad.
83
Latencia del componente N2 condición Go
d) Media de la latencia en ms. del componente N2 en condición Go (±2 errores estándar) en FPZ FZ, CZ, PZ. BI= Baja
impulsividad, AI= Alta impulsividad.
84
Amplitud del componente P3 en condicion No-Go
e) Media de la amplitud en µV. del componente P3 en condición No-Go (±2 errores estándar) en FPZ FZ, CZ, PZ. BI=
Baja impulsividad, AI= Alta impulsividad.
85
Amplitud del componente P3 condición Go
f) . Media de la amplitud en µV. del componente P3 en condición Go (±2 errores estándar) en FPZ FZ, CZ, PZ. BI= Baja
impulsividad, AI= Alta impulsividad.
86
Latencia del componente P3, condición No-Go
g) Media de la latencia en ms. del componente P3 en condición No-Go (±2 errores estándar) en FPZ FZ, CZ, PZ. BI=
Baja impulsividad, AI= Alta impulsividad.
87
Latencia del componente P3, condición Go
h) Media de la latencia en ms. del componente P3 en condición Go (±2 errores estándar) en FPZ FZ, CZ, PZ. BI= Baja
impulsividad, AI= Alta impulsividad.
88
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