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El cuchillo de Pachita
Lorenzo Len Diez
El testimonio ms exhaustivo sobre Pachita, la santa (como la
llama Jacobo Grinberg, aunque sta replica: Yo no soy una santa,
mrame ms jodida que t y yo juntos) lo aporta l mismo en el libro
que escribi sobre ella (Pachita. Heptada, 1990). A partir de que la
conoci, la chamana es una presencia constante en su obra, una
referencia fundamental para la teora de la sinterga.Fotografa
Onsimo Gallardo
Pero es importante resear brevemente los testimonios de otros
dos hombres que estuvieron a su lado. El primero es Alejandro
Jodorowsky, quien asisti a sus intervenciones durante tres aos, los
das viernes, y que escribe su experiencia, primero como ayudante, y
luego como operado (La Danza de la realidad. Mondadori 2001). El
otro testimonio, de gran profundidad, es de Maurice Cocagnac
(Conversaciones con Pachita y Carlos Castaneda. Indigo, 1993)
fraile dominico y lexicgrafo bblico que lleg a Mxico a final de la
dcada de los setenta acompaando a un amigo gravemente enfermo de
cncer. Su nivel espiritual es reconocido de inmediato por Pachita
y, como lo haca con quienes lo merecan, lo integr a su equipo de
operaciones. La obra tiene un mrito especial, pues est escrita
desde la conciencia acrecentada, que se manifiesta por su lenguaje
exacto y potico a la vez: El cuerpo vendado (de los operados),
envuelto en su sbana blanca, se convierte en una imagen
fosforescente. No es en absoluto una momia a la sombra de la tumba,
sino un capullo de seda o una crislida, lugar de fecundas
latencias, cuna de las metamorfosis.
Es interesante notar que Pachita siempre actuaba acompaada; tal
parece que los cuerpos de los ayudantes eran necesarios para la
accin del Espritu. Sus manos colocadas en las heridas o sus brazos
entrelazados y Pachita misma, tenan la funcin de servir de canal a
otras manos invisibles que, no obstante, Jacobo Grinberg dijo nunca
haber visto. Otros testigos las describen, como es el caso de Memo,
hijo de Pachita y quien sera heredero del don de la madre (aunque,
segn Jodorowsky, el que sigui operando fue otro de sus hijos,
Enrique) y doa Candelaria, una anciana que haca las veces de
afanadora en el quirfano.
Es sorprendente el texto que le fue dictado a Maurice Cocagnac por
Pachita a los pocos das que ella muri (el mdico que la atendi
cuenta Jodorowsky- no pudo firmar de inmediato el certificado de
defuncin porque el pecho del cadver estaba caliente. Ese calor dur
tres das. Slo entonces se la pudo declarar muerta) en un estado de
trance que l llama
el sueo del despierto (Henri Michaux haba hablado de este estado en
su libro Modos del dormido, modos del que despierta)y donde se ve
en accin el concepto de la lattice o el hipercampo, creado por
Grinberg. El mundo dice el fraile- no es un espectculo sino un
misterio, marcado por el sello de la Palabra
creadora.Fotografa
Brbara Guerrero, Pachita
Carlos Castaneda asisti tambin a una sesin de operaciones de
Pachita y se la refiere, incrdulo, a Don Juan (El conocimiento
silencioso, Emece, 1987) quien le explica: El arte y el poder de
esa mujer consistan en borrar las dudas de los presentes. Al hacer
eso, ella poda permitir que el espritu moviera sus puntos de
encaje. Una vez que esos puntos estaban en una nueva posicin, todo
era posible. A fin de crear un ambiente adecuado para la
intervencin del espritu, no tena compasin.
El arte de curar y el de escribir se muestran en las obras de
Grinberg, Jodorowsky, Cocagnac y Castaneda como saberes simultneos.
Estos autores cruzan la frontera de lo artstico y lo cientfico para
incursionar en el poder materializador del lenguaje. El centro es
lo literario, pero los desarrollos palabrales tocan la totalidad
que nos permite la conciencia de unidad.
El amor y el terror
Se confirma en la versin de Jodorowsky la relacin de Pachita con
Los Pinos (que le costara a Grinberg salir del grupo de Pachita al
trmino de su libro, pues Margarita Lpez Portillo le solicit que no
dijera que all haba conocido a la chamana): Habiendo odo hablar
tanto de ella, la esposa del Presidente de la Repblica (Jos Lpez
Portillo) la invit a una recepcin nocturna en el patio del Palacio
de Gobierno. All haba numerosas jaulas con diversas variedades de
pjaros. Cuando lleg Pachita, aquellos cientos de avecillas
despertaron y se pusieron a trinar como si saludaran al alba. Esta
situacin entre la curandera y los pjaros tambin es registrada por
Grinberg.
Al narrar su encuentro con Pachita, Jodorowsky describe cmo es
introducido a una habitacin en penumbra. Yacen en el suelo varios
cuerpos envueltos en sbanas ensangrentadas. Cmodamente sentada en
un silln estaba la vieja bruja, limpindose la sangre de las manos.
Era pequea, gorda, con una larga frente abombada y un ojo ms bajo
que el otro, como cado, velado por una membrana blanca. Ella acepta
al visitante cariosamente, l le pide ver sus manos. Se sorprende.
La palma de aquella mano tena la suavidad y la pureza de una virgen
de quince aos. Y luego sigue un evento de materializacin. Entre la
base de sus dedos medio y anular brill un objeto metlico, muy
pequeo. Era un tringulo dentro del cual haba un ojo (el smbolo que
Jodorowsky utilizara en la pelcula El Topo). l le pide lo deje
observar sus operaciones y ella lo cita para una sesin posterior.
Cuando llega, unos das despus, Pachita le hace leer un poema. De
pronto, la que pareca una anciana cansada, lanza un grito
estentreo, alza el brazo derecho y se pone a hablar con voz de
hombre: Hermanos queridos, doy gracias al Padre por permitirme
estar de nuevo con ustedes! Traedme al primer enfermo! Jodorowsky
es testigo de cosas increbles. Ver a esa mujer, poseda, esgrimir su
gran cuchillo y hundirlo en la carne de los pacientes, haciendo
surgir chorros de sangre, era alucinante. En el quirfano haba slo
un catre estrecho provisto deun colchn forrado con plstico. El
paciente deba traer una sbana, un litro de alcohol, un paquete de
algodn y seis rollos de vendas. Cubriendo el lecho con su sbana el
enfermo se acostaba. Un ayudante, de manera ceremoniosa, le pasaba
un largo cuchillo de monte a la curandera. La empuadura estaba
recubierta y forrada con una cinta negra de aislar y la hoja sin
filo tena grabado un indio con penacho. Jodorowsky narra una
operacin de vejiga: la vieja auscult el interior del vientre,
levant la mano, hizo un gesto y aparecieron unas tijeras. Cort algo
que produjo una insoportable hediondez. Luego sac una nauseabunda
masa carnal que Enrique (su hijo) envolvi en papel negro. Despus
extrajo de un frasco la nueva vejiga. La coloc junto a la herida y
fue absorbida, sin que nadie la empujara, hacia el interior del
cuerpo. Coloc los algodones embebidos en alcohol sobre el tajo. Los
presion un momento, limpi la sangre y la herida, sin dejar
cicatriz, desapareci.Fotografa
Jodorowsky emulando a Pachita
Jodorowsky la oy decir: Yo s quin de aqu morir y cundo. S
cuantos das tiene todo aquel que me viene a visitar o No se
preocupen por la sequa. Maana har llover. Nada ms doy un empujn y
salgo de mi cuerpo. A veces voy a visitar lugares: Siberia, el
Monte Blanco, Marte, la Luna, Jpiter. Cuando caigo en trance, vivo
en el astral. Si alguien despedaza mi cuerpo, el Hermano lo
reconstruye (el Hermano era la entidad espiritual que ocupaba el
cuerpo de Pachita cuando esta entraba en trance).
Lo mismo que a Grinberg, que duda de lo que est viendo, Pachita
obliga a Jodorowsky a meter la mano en la herida de un operado. Si
se trataba de hacer una transfusin, porque el paciente se estaba
desangrando, el Hermano meta el extremo de un tubo de plstico en su
propia boca y el otro extremo en un agujero del brazo y comenzaba a
escupir litros de lquido rojizo. Y como a Grinberg le haba pasado,
el director de cine regresa a su casa a las doce de la noche,
alucinado, cubierto de sangre. Pero a diferencia de ste, Jodorowsky
no slo es testigo y ayudante en estas extraordinarias prcticas,
sino tambin sujeto de una intervencin.
En una ocasin Jodorowsky iba acompaado de una bella mujer en un
restaurant de la avenida Insurgentes, cuando se le acerc un hombre
que dijo llamarse Carlos Castaneda, ser su admirador y desear
gustoso hablar con l. Este encuentro lo refiere Jodorowsky en el
mismo libro en el que escribe sobre Pachita (La danza de la
realidad) y en algunas entrevistas. Es un relato delicioso por
tratarse de quienes se trata. El hecho es que se citan en el hotel
de Castaneda y se encuentran conversando sobre la posibilidad de
una colaboracin para filmar una pelcula con brujos reales, cuando
repentinamente Castaneda es atacado por un dolor de estmago y una
diarrea fulminante. Se despiden apresuradamente. A partir de ese
da, Jodorowsky sufre un intenso dolor en el hgado. Como ya operaba
con Pachita, le declara su dolencia. Al frotarle el vientre con un
huevo, como lo haca con sus pacientes, la santa le informa: Nio
querido del alma, aqu tienes un tumor. Te voy a operar para
arrancrtelo de cuajo. Lo ve palidecer y riendo, le dice lo mismo
que dijera alguna vez a Grinberg: Llevo ms de setenta aos operando,
miles de personas han sido abiertas por el cuchillo del Hermano. Si
hubiera ocurrido un percance a alguno de los pacientes, hace tiempo
que estara en la crcel.
Con una irresistible curiosidad, Jodorowsky decide entregarse a la
experiencia para saber qu se siente operarse en tan raras
circunstancias. Se quita la camisa. Un par de tijeras aparece en la
mano de la curandera Hizo un rollo con mi piel y dio un corte. O el
ruido de las dos hojas de acero. Comenz el horror. Aquello no era
teatro. Sent el dolor que siente una persona a la que le cortan la
carne con unas tijeras! Corra la sangre y pens que me mora. Despus,
me dio una cuchillada en el vientre y tuve la sensacin de que lo
abra dejando mis tripas al aire. Espantoso! Nunca me haba sentido
tan mal. Durante unos minutos que me parecieron eternos, sufr
atrozmente y me qued blanco. Pachita me hizo una transfusin. A
medida que escupa su extrao lquido rojo por el tubo de plstico que
me haba embutido en la mueca, sent poco a poco que me invada un
agradable calor. Despus levant mi hgado sangrante y comenz a tirar
de una excrescencia que tena. Vamos a arrancarlo de raz, afirm el
Hermano. Y yo padec, aparte del olor a sangre y de la horrorosa
visin de la vscera granate, el dolor ms grande que haba sentido en
mi vida. Chill sin pudor. Dio el ltimo tirn. Me mostr un pedazo de
materia que pareca moverse como un sapo, la hizo envolver en papel
negro, me coloc el hgado en su sitio, me pas las manos por el
vientre cerrando la herida y al momento desapareci el dolor. Me
vendaron, me envolvieron en la sbana, me llevaron al saln y me
acostaron entre los otros operados. All me qued inmvil media hora,
feliz de estar vivo. Pachita, limpindose la sangre, se arrodill
junto a m, me tom las manos y me pregunt cmo me llamaba. Luego, me
estrech entre sus brazos y me entregu a ellos con sed de madre.
Cuanto ms ped, ms me dio. Quise un infinito cario, obtuve un
infinito cario. S, Pachita conoca el alma humana y saba utilizar
muy bien una terapia que mezclaba el amor y el terror.Maurice
Cocagnac
Al morir Pachita el don pas a su hijo Enrique, que viaj a
Francia a operar y all lo encontr otra vez Jodorowsky, llevando a
su hija como paciente. Entonces, constata que las operaciones han
disminuido en crueldad. Se lo hace notar a un ayudante y ste le
responde que de encarnacin en encarnacin el Hermano iba progresando
y que ltimamente haba aprendido a no hacer sufrir a los
pacientes.
Las fibras del alma
El testimonio del padre Maurice Cocagnac como ayudante de Pachita
ilumina desde una perspectiva distinta lo que suceda en ese
exclusivo, y en buena medida annimo, crculo que convocaba la santa.
A diferencia de Jacobo Grinberg, que combina en su libro sobre
Pachita la descripcin vvida de las operaciones, su propia
introspeccin pues l, por su parte, comienza un dilogo interno con
el Hermano- y su teora sintrgica; y de Alejadro Jodorowsky, que se
ocupa sobre todo de la tcnica que ms tarde aplicara en su propia
prctica (a la psicomagia, el psicochamanismo y la psicogenealoga-
el masaje inictico lo creara influido por otra chamana: Doa
Magdalena), Cocagnac acenta la naturaleza espiritual que comporta
la enfermedad ante Pachita. Escrito verdaderamente en un estado de
conciencia acrecentada, su libro incluye un fragmento revelador que
nos hace pensar en las teoras de la lattice y las supercuerdas,
esta ltima comentada por Miguel Paz
(http://homepage.mac.com/penagoscoscorzo/ensayos5.html) en su
artculo comparativo entre esta teora de la fsica moderna (creada
por Michio Kaku) y la Sinterga de Grinberg. Si leemos el fragmento
de Cocagnac a la luz de estas ideas, podemos imaginar que se
refieren a la misma cosa. Hay que recordar que para Grinberg
nosotros (o sea nuestro cerebro, y aqu podemos escribir tambin el
alma) interactuamos con una matriz informacional o campo
informacional que todo lo abarca y envuelve y que contiene a cada
una de sus porciones toda la informacin. Es una matriz de tipo
hologrfico. En este nivel de cualidad de la experiencia no hay
objetos separados unos de otros, sino que se trata de un
extraordinario campo informacional de enorme complejidad.
En la teora de las supercuerdas dice Paz- la estructura material
del espacio-tiempo es un entramado o urdimbre de infinitas cuerdas
inconcebiblemente delgadas y unidimensionales, las cuales,
dependiendo de su fase, pueden percibirse como partculas. Por qu
hay tantas de ellas? se pregunta Michio Kaku. En la teora de las
supercuerdas, una cuerda tiene un tamao de 10 a 20 (10 elevado a la
20) veces ms pequeo que el de un protn (absolutamente invisible
para el ojo humano). Resea Paz que para esta teora una partcula
subatmica es tan slo un modo de la vibracin de la cuerda. Cada
partcula correspondera, as, a una resonancia diferente. Ninguna
partcula es por s misma fundamental. Un electrn no es ms
fundamental que un neutrinolo es cuando poseemos medios para ver su
estructura ltima. Segn esta teora, si pudisemos supermagnificar
cualquier partcula, veramos finalmente una pequea cuerda vibrante
(vibracin que de paso- slo podra tener lugar en universos de 10
dimensiones). De hecho, segn esta teora, la materia no viene a ser
otra cosa que las armonas creadas por estas cuerdas vibrantes.
Jacobo Grinberg / Operacin de pncreas
Grinberg cita a Pachita: Un conjunto de vibraciones espirituales
se renen alrededor mo para diagnosticar. Y reflexiona: Cuando
Pachita opera, ella, el Hermano y el enfermo, forman una unidad. En
realidad Pachita se opera a s misma cuando injerta un rin, se
atraviesa a s misma cuando utiliza su cuchillo de monte. Y Doa
Candelaria, quiz la ms antigua ayudante de Pachita, le hace esta
observacin a Grinberg cuando ste se mueve de cierta manera dentro
del cuarto de operaciones de la chamana: Ests alterando la energa.
Estiras los cordones` y no debes hacerlo.
Ahora resumiremos lo que, ya muerta, le dijo (en sueos) Pachita al
fraile Cocagnac: El alma necesita un ligamento. Es un conjunto de
fibras independientes. Demasiado independientes. Las fibras del
alma pueden desfibrarse, como las de la madera, como las una
gavilla cuando se corta la cuerda. Cada fibra estira por su lado. Y
cada fibra la estiran fuerzas que nos superan. (..) El alma es una
construccin entrelazada (..). A veces hay que desligar el alma
cuando las fibras se superponen, se lesionan, estiran cada una por
su lado. Hay que extender esas fibras, redistribuirlas y ordenarlas
para entrelazarlas otra vez. El ligamento del alma no merma su
libertad. El ligamento es la libertad del alma. No se puede hablar
del alma si no hay ligamento. Las fibras del alma y del cuerpo son
de la misma naturaleza (..). En el hombre hay fibras que lo
sostienen todo. Al principio son muy frgiles. Con el tiempo se
vuelven ms resistentes que el sisal. El trabajo del verdadero mdico
consiste en fortalecer las fibras del ligamento. Hay plantas que
tienen el espritu del ligamento. (..) No hay que estirar demasiado
del ligamento. O se rompe, y el alma de desfibra, o el ligamento
estrangula el alma. El ligamento debe sostener, mantener, con
flexibilidad. No es fcil y puede ser peligroso. Las fibras del alma
son las fibras del cuerpo que se han vuelto luminosas. Juntas son
luminosas. Separadas o demasiado apretadas, se ennegrecen y se
pudren. A veces hay que aflojar y a veces hay que apretar, eso es
la salud. Es morir guardando bien apretadas las fibras luminosas.
(..) El verdadero mdico ayuda al hombre a desenvolverse.
Una cosa ms: la carne desgarrada, las heridas que abre el cuchillo
de Pachita, son fras, no calientes. Esto lo comprueba Jodorowsky
cuando la santa lo obliga a tocar. Un miembro del grupo de
operaciones (Guillermo Leuder, quien condujo a Jodorowsky hacia
Pachita, lo mismo que a Maurice Cocagnac) le dice: se debe a que el
Hermano realiza esos trabajos en una dimensin astral, distinta a la
nuestra. Y Pachita explica, a su vez: Cuando caigo en trance vivo
en el astral, si alguien despedaza mi cuerpo, el Hermano lo
reconstruye.
Matar a la muerte
A diferencia de Grinberg y Jodorowsky, que relatan escenas muy
sangrientas, Cocagnac no describe la naturaleza de su visin aunque
reconoce que todos los asistentes ven lo mismo. Es interesante
notar cmo la experiencia con Pachita suscita (aunque todos vean lo
mismo) distintas reacciones y reflexiones. Grinberg es el cientfico
que puede especular de acuerdo a sus conceptos en el acto mismo de
la curacin: Puse mucha atencin en el corte y me percat (..) que
pareca no ejercer presin alguna o realizar esfuerzo considerable y
que bastaba con el contacto sutil del metal de la hoja del cuchillo
sobre la piel, para que sta se abriese (..) Realmente ese cuchillo
no es lo que aparenta, inclusive ni siquiera sera necesario
utilizarlo. En el proceso de estas experiencias Grinberg piensa:
Somos uno y nuestro cuerpo no tiene lmites. En la fsica
contempornea una partcula aparentemente separada de otras es en
realidad la intensificacin de un rango de frecuencia del mismo y
nico Campo Cuntico. Lo mismo acontece con la conciencia. Cada
conciencia proviene de una conciencia global y unificadora del
todo. Cada ser est en camino hacia la unidad con el todo y sufre
diferentes experiencias para llegar. La frecuencia del Campo
Neuronal se incrementa con la evolucin. En cierta etapa, el campo
se confunde y se vuelve indistinguible de la estructura del
espacio. Se convierte uno con este ltimo y as la conciencia
individual se establece en un contacto ntimo con lo absoluto e
indiferenciado. Con Pachita, Grinberg descubre que el espacio est
organizado y que una de las bases del contacto es reproducir tal
organizacin en el sistema nervioso.Jacobo Grinberg y un
colega en su laboratorio
Jodorowsky es el artista que reconoce la accin de Pachita como
arte o terapia sagrada (no pone el acento en su vnculo con el
Hermano y tampoco atribuye su capacidad curativa a una entidad
externa). La vi abrir una cabeza, sacar sesos cancerosos y meter
all nuevo tejido enceflico. Esa ilusin tctil y ptica, si ilusin
era, iba acompaada de efectos olfativos, el olor de la sangre, la
hediondez de los cnceres y daosy de efectos auditivos: el ruido
acuoso de las vsceras, o el resonar de los huesos cortados por una
sierra de carpintero. (..) Si eran trampas, eran trampas
sagradas.
Cocagnac es el mstico: Veo llagas abiertas que me remiten a mis
heridas secretas, toco tejidos deteriorados que me recuerdan que el
alma tambin puede tener equimosis. El cuchillo de Pachita, planea
no para cortar la piel, sino para cortar el pednculo que transmite
la angustia al corazn. Cocagnac penetra en las races simblicas del
acto: Miro en la temblorosa claridad de la habitacin el cuchillo de
Pachita que se convierte en una espada ritual, no una caricatura de
bistur. Su simblico filo penetra las junturas del alma y separa el
yo henchido por el miedo del que se mantiene fuera del alcance del
terror.
Esa sera la funcin del acto vivido en carne propia por Jodorowsky,
separar. El cuchillo rotura el punto de unin del que habla
Cocagnac, o el punto de encaje, al que se refiere Don Juan, o
unifica el campo neuronal con la lattice o hipercampo, que menciona
Grinberg.
Todos los asistentes ven lo mismo, afirma Cocagnac, pero l no va a
relatar qu es lo que ven, pues cabe preguntarse si se trata de una
alucinacin colectiva. Podra serlo si se entiende por esa expresin
algo ms que una divagacin o una extravagancia. De hecho, se trata
ms bien de otra manera de percibir la enfermedad y la muerte, de
otra forma de recibir la propia fragilidad y los signos precursores
de su propia desaparicin. El sacerdote francs, dentro del grupo que
rodea a Pachita, se siente atrapado en un campo de fuerza que me
desborda y no me extraa la coincidencia de la visin. El cuchillo de
Pachita es el arma que puede matar a la muerte Cmo? Por qu? Cmo
opera para lograrlo? Cocagnac explica que Pachita provoca una
regresin psicolgica del paciente a la infancia (Qu quieres
muchachito? Nio querido del alma Cmo ests mi carioso? Hijito mo,
etc.), y aunque su voz es masculina en la voz del Hermano, no deja
de ser en todo tiempo la madre, que con la sola direccionalidad de
su voz hacia el sujeto, desprende de s su ego, su creencia de que
es insustituible, su obtusa preocupacin por s mismo. Ya nada ms
entrando a esa habitacin en penumbra, el paciente se echa a
temblar, el terror es un principio de esta curacin. Cuando el
hombre no deja de compadecerse con su suerte, se vuelve obtuso y a
veces peligrosamente idiota, sea cual sea su coeficiente
intelectual. La flecha del espritu pierde el filo y las plumas, ya
no puede volar ms all de la preocupacin por s mismo, entonces el
cuchillo cambia el punto de unin obtuso por su suplemento agudo,
separa el yo henchido por el miedo del que se mantiene fuera del
alcance del terror.
Cocagnac afirma que el cuerpo tiene conciencia interna. Pachita
crea que el cuerpo humano tiene una conciencia propia, sabe cosas
que la conciencia que se expresa con el lenguaje tiene dificultades
para comprender. El fraile dominico se sumerge al lado de la santa,
siempre en un estado de oracin: Al margen de la oleada de miedo me
siento sumergido, con Robert (el paciente que acompaa), en un bao
de pura amistad (..)una plegaria que no pide nada. He abierto los
ojos a otra cosa, no a otro mundo ni a un ms all fantasmagrico,
sino a este mundo de aqu, liberado del miedo, de la angustia que lo
abotaga, lo paraliza y lo entrega sin defensa a los caprichos del
destino. Comprendo mejor la expresin miedo servil: el seor miedo
sostiene el extremo de la cadena, donde estn atrapados los
condenados a vivir bajo su imperio. En algunos casos la enfermedad
es una escapatoria, una tentativa de evadirse de la galera del
miedo. O, como dice Jodorowsky: Las enfermedades desde cierto punto
de vista son sueos, mensajes que denuncian problemas no
resueltos.Pachita conversando con Leo, un ayudante
La medicina chamnica nos dice Cocagnac- acta sobre los indicios
del cuerpo, que son los sntomas, la manifestacin de un desarreglo
orgnico pero tambin factor de desorden. Plantea el francs que el
ritual de borrar mgicamente los signos de la enfermedad puede
despojar al sntoma de su poder de angustia, que constituye un
factor negativo. La cura chamnica no es un juego de manos,
establece una especie de transferencia sobre el curandero y reduce
as las resistencias, empezando por las que se expresan con el
lenguaje. De hecho, el enfermo apenas pregunta y se sume en un
silencio que se convierte en abandono, confianza, disponibilidad.
En ese silencio, el curandero puede ver a su enfermo y ver su
enfermedad, es decir, percibir a su paciente como una totalidad, y
la enfermedad como los puntos frgiles o de ruptura de su ligamento
orgnico. (....) Pachita, mediante la sugestin, captaba a sus
pacientes para llevarlos a su primera infancia, cuando el cuerpo
del in-fans se expresaba sin ser preso de un discurso
aprendido.
Jacobo Grinberg, sin embargo, a diferencia de Jodorowsky y
Cocagnac, puede diferenciar ntidamente a Pachita de la entidad que
la posee: Me di cuenta que yo ya no confunda a Pachita con el
Hermano y que ya los vea como dos personalidades separadas una de
otra. La integracin de Jacobo en el equipo de operaciones le
permite entrevistar a otros protagonistas de los eventos.
Candelaria le dice: Yo veo que alrededor de sus manos (de Pachita y
de los ayudantes) hay otras manos. La verdad es que slo veo el
cuerpo del enfermo sin ropas y esas manos. Casi no veo las manos
suyas, ni las de Pachita. Esas otras manos brillan ms y siempre me
asustan. Por eso ya ve que no me acerco. S, usan instrumentos.
Cortan y saturan y paran la sangre y son muy rpidas. La verdad es
que las manos de usted las ocupan esas manos brillantes y yo s que
cuando usted mueve un dedo, ellas son las que lo hacen pero usted
no se da cuenta. Y Armando, ayudante, le refiere: El trabajo
operatorio no termina con la operacin. Los seres siguen trabajando
los injertos, ligando conductos, dando energa y restableciendo y
fortificando las clulas. Y una enferma que es entrevistada por
Grinberg: Vea muchsimas manos. Las sent muy claramente dentro de mi
cuerpo. Eran 10 o 20 o 40 manos que rpidamente me tocaban los
riones y la vejiga. Algunas tenan uas y me rasguaban, pero todas
operaban y no se estorbaban.
Con Pachita, Jodorowsky comprende que en el mundo mgico no slo la
fe jugaba un papel esencial sino tambin la obediencia. Cocagnac
apunta algo sobre este tema perturbador, pues los indicios o
sntomas no son simples elementos significativos, sino que tambin
pueden constituir uno de los factores del mal (.) La persona que
teme padecer cncer puede interpretar algunos trastornos benignos
como signos de la existencia de ese mal. Ese error puede influir en
su organismo, alterar su sistema defensivo y convertirse a su vez
en un factor mrbido. Dice Pachita (citada por Grinberg) a una
paciente que regresa no obstante ya fue operada: Mi cariosa
mujercita, su cncer est curado y usted no lo ha entendido. Cuando
uno piensa que est mal, el cuerpo se enferma. Y Grinberg completa:
El dolor es la transformacin de la experiencia consciente de lo que
previamente es un manejo de la lgica neuronal a travs de circuitos
hipercomplejos.
Cocagnac acompa desde Francia a dos enfermos, refiere Jodorowsky
(no coincidi con l en su estancia, pero supo del caso y luego de su
libro). A ambos pacientes, antes de que regresaran a su pas, les
dijo Pachita: Nios queridos, ya estn curados. Dejen de tomar
medicinas y por nada del mundo consulten a un mdico antes de seis
meses. Uno, apenas regres a Pars reuni a una junta mdica. Los
resultados fueron lapidarios: el cncer an estaba all. El hombre
muri un mes ms tarde. Por el contrario, el otro operado dej de
ingerir pldoras y no vio a doctores durante seis meses. Cuando
estos lo examinaron, se quedaron con la boca abierta: el corazn
estaba sano, funcionando como el de un muchacho joven. Jodorowsky
escribe que, aunque no se creyera en el poder de la bruja, era
conveniente darle todas las posibilidades de actuar siguiendo al
pie de la letra sus instrucciones. Ms tarde apliqu esto a la
Psicomagia. Un acto psicomgico debe ser realizado al pie de la
letra, como un contrato. El consultante se compromete a obedecer.
Si no lo hace o si transforma las indicaciones, por prejuicios,
miedo o comodidad, el inconsciente se da cuenta de que puede
desobedecer y la curacin no se realiza.
La concepcin azteca de la energa
Varias veces El Hermano, por boca de Pachita, le insiste a
Grinberg: Mira, nunca hicimos sacrificios, hacamos lo que has visto
(.) Eso era para aprender. No es cierto que lo hacamos por
crueldad, investigbamos. Pocos historiadores y arquelogos de la
sociedad azteca han penetrado en el sentido del sacrificio. Uno de
ellos es Christian Duverger (La flor letal, economa del sacrificio
azteca, FCE, 1993). Los aztecas saban dice- como lo ha demostrado
Jaques Soustelle, que el espacio penetra en el tiempo (.) En el
mundo azteca, la religin, la moral y la poltica se confunden en la
esfera de las ciencias fsicas (.) El sacrificio no es el fruto de
alguna barbarie inhumana y gratuita, es esencialmente, tecnologa.
(.) No practicamos la desintegracin del tomo que tiende
precisamente a destruir la estabilidad de ciertos elementos para
provocar una liberacin de energa nuclear? Al descubrir que la
ruptura de su ncleo atmico libera una parte de las energas que se
concentraban en mantener la unin no ha revelado la fsica moderna el
espritu secreto del sacrificio? No desempea el sacrificio en la
sociedad azteca la misma funcin que el reactor atmico o el
acelerador de partculas de nuestras sociedades contemporneas?.La
existencia de Pachita es un fenmeno mdico, mstico, cultural, pero
esencialmente es un manifiesto energtico. La masa de personas que
pasaron por sus manos tuvo un impacto todava insospechado en la
psique popular (es ms, historietas como Hermelinda Linda quiz no
son ajenas a su actividad). El legado de terapias como las que
propaga Jodorowsky tienen a Pachita en su base. Teoras fsicas como
la que cre Jacobo Grinberg estn sustentadas en las acciones
probadas de la chamana; la subcultura de la mexicanidad que permea
una vasta gama de expresiones, encuentra en el nombre de Pachita un
argumento de su trascendencia e, incluso, el pensamiento teolgico
ms fino, como el del dominico Cocagnac, aceptan la pureza de su
espiritualidad. Las ediciones en puerta de la obra de Jacobo
Grinberg, sern un acontecimiento que renueve su enigmtico mensaje,
situado en la raz y la superficie de la cultura mexicana.
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