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ensayo de posmodernidad en latinoamerica
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El laberinto de la posmodernidad latinoamericana:
La posmodernidad como debate.
marcos villegas b.
‘La modernidad está herida de muerte: el sol del progreso desaparece en el horizonte y todavía no vislumbramos la nueva estrella intelectual que ha de guiar a
los hombres. No sabemos siquiera, si vivimos un crepúsculo o un alba’
Octavio Paz
El posmodernismo es una conciencia en busca de contenido. Este término nos
enmarca en un espacio de desgaste y en general un malestar de la cultura en si, que
cierra el periódo de movimiento moderno vanguardista. Esta modernidad, a su vez, nos
engendró una actitud que establece una ruptura con la tradición y el rechazo hacia el
legado del pasado.
América Latina fue antropófaga en su tiempo. Fue la sociedad primer mundista
que miró con asombro aquella propuesta devoradora que presentó Latinoamérica
cuando conoció el concepto de combinar lo moderno con rasgos locales. La ‘caída’ de
Europa con su Guerra Mundial, y de los Estados Unidos con sus depresiones fueron las
puertas abiertas a esta latinoamérica que le permitió tomar la batuta de aprender y
consumir a los grandes, para sellar con su propia firma un legado arquitectónico ya no
efímero sino circunstancial. Esta época, donde surgió el interés por indagar los recursos
internos y reconsiderar la ideosincracia del latinoamericano en favor de su progreso,
quedó en el recuerdo de una nueva generación que se ha esmerado por questionar y
criticar el estilo internacional y globalizador.
Es América Latina, que por efectos de globlaización, se encuentra desarraigada.
Es América Latina, la que se apoya en normas de un diseño homogeneizado, fuera de
contexto y prejuicio del propio valor cultural. La arquitectura internacional, o más bien
internacionalista, es el más claro ejemplo de un total desinterés por los valores locales de
la arquitectura. Es además, una circunstancia o la oportunidad para una inestabilidad o
indeterminación cultural que recae en nuestra Amércia Latina después de aquel fallido y
frustado intento de ciudad de Brasilia.
Dice Charles Jenks, en su ensayo “El lenguaje de la arquitectura posmoderna”,
cuando después de que algunas obras arquitectónicas empezaron a salirse de los
cánones impuestos por la arquitectura moderna, ya institucionalizados por la CIAM,
establece la primer descripción o más bien, el primer descifraje de nuevos modos de
hacer y entender la arquitectura que él identificó en ese momento: ‘La arquitectura
moderna tiene un doble código, la mitad de él moderno, y la otra mitad de un índole
diferente, casi siempre de edificación tradicional, y ello por su aspiración a comunicarse
tanto con el público en el reconocimiento de valores formales, espaciales, plásticos, etc.
Como con una minoría iinteresada, usualmente arquitectos’.
Es ésta, la doble cara de la moneda.
Fue aquí, en Latinoamérica, donde esta corriente posmoderna no estaba en
capacidad de ofrecer una respuesta a la necesidad de orden y preeminencia de los
valores occidentales. Gaudí expuso en su frase, “originalidad es volver al origen”, una
pequeña orientación muy referible a la posmodernidad, ya que ésta, más como época,
que como estilo, ha funcionado verdaderamente como una procedencia a recuperar el
pasado y lo que ese nos haya enseñado, así como la diversidad e identidad culturales
que ha abierto a la arquitectura, como profesión, o al arquitecto como un profesional a
una visión más amplia, complementaria y completa.
Contrariamente, ha abrazado con aceptación la desvergünza y ese descaro del
‘todo vale’, unto con una relación fuera de la moral y raiz, en donde se ha comprometido
con especulaciones y consumos, especialmente en páises, zonas, donde la
industrialización es incompleta, en donde hay falta de profesionales que supervisan la
gran mayoría de las obras, o estos mismos actúan indifernetemente; en donde aún
quedan tradiciones pero no el velo por ellas.
Ese es, más o menos, el escenario de un debate que ya lleva sus años de
caminar sin dirección, sin tener un rumbo determinado. Esa es la atmósfera del laberinto
actual en el que circundamos.
Es importante recalcar, que aquí, en Latinoamérica, si surgiera la incertidumbre o
cuestión de ¿Por qué o para qué la posmodernidad, si ya teníamos regionalsimo crítico?
Que primordialmente nuestras ciudades y sus imágenes , en comparación con las
ciudades europeas, eran modernas. Fue aquí donde se presentaron las crítacas y
reacciones a los mandatos internacionalistas acompañado de un ambiente de negación
a nuestras propias vanguardias.
Se pordría disputar sobre las acciones, comportamientos, y más
específicamente hablando de arquitectura: estilos y movimientos del exterior que han
sido, desde décadas anteriores, adoptados más no adaptados.
La arquitectura latinoamericana de hace medio siglo, no es la misma que la de
hoy día. El arquitecto latinoamreciano de hace 50 - 60 años, era aquel que se
alimentaba de la experiencia internacional pero la digería. Era ese que en su forma de
superar a al competidor consistía en modificar y multiplicar aquello de su propia
enseñanza, tal como el alimno supera a su maestro en su propia sabiduría.
Esa es la mayor encomienda que nos dejan nuestros antecesores. Una
arquitectura llena de regionalismos, llenad de mestizajes, llena de adapataciones y
morfologías. Una arquitectura que juega su rol avivando en las sociedades los
conocimientos y enseñanzas basado en aquello que es propio, en aquello histórico tan
rico y abundante. Es de ahí de donde surge la diversidad.
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