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Ellery QueenEllery QueenEllery QueenEllery Queen
EELL SSEELLLLOO NNEEGGRROO
DDEE UUNN PPEENNIIQQUUEE
Ach! gimi el anciano Uneker . Es algo
terrible, Mr. Quveen... terrible! Adonde famos a
parar? Todo cay sobre mi negocio: polizei und
derramamiento de sangre, und cachiporrazos en la
capeza... ste es uno de mis ms antiguos clientes,
Mr. Queen. l tambin ha sufrido los asaltos... Mr.
Hazlitt, Mr. Quveen... S, Mr. Quveen es ese
famoso detectife del que tanto hablan los diarios,
Mr. Hazlitt. Hijo del inspector Quveen.
Ellery Queen, riendo, se estir y estrech la
diestra de Hazlitt.
Otra vctima de esa oleada de crmenes,
Mr. Hazlitt? Uneker me estuvo regalando el odo
con historias de sangrientas fechoras.
De modo que es usted Ellery Queen?
dijo el endeble hombrecillo, que usaba anteojos de
vidrios gruesos y cuya persona trasuntaba algo
indefiniblemente suburbano . Vaya una suerte la
ma! S, he sido robado.
Ellery examin, incrdulo, la librera del
anciano Uneker:
Pero no aqu, verdad? El comercio de
Uneker estaba en un callejn de Manhattan,
apretado entre la Zapatera Britnica y Mme.
2
Carolyne, y sera el ltimo lugar del mundo que
escogera un delincuente para perpetrar sus
desmanes.
No respondi Hazlitt . Si as hubiera
sido, me habra ahorrado el precio de un libro. No;
fue anoche, a las diez. Sala de mi oficina de la
calle 45, en donde trabaj hasta tarde, y cruzaba
la ciudad, cuando me detuvo un individuo so
pretexto de pedirme fuego. La calle estaba obscura
y desierta y no me gustaron las maneras del
hombre; pero, no cre perjudicarme prestndole la
caja de fsforos. Mientras buscaba los fsforos,
advert que miraba el libro que yo llevaba. Creo
que intentaba leer el ttulo.
De qu libro se trataba? pregunt,
vidamente, Ellery, pues los libros eran su pasin.
Nada de importancia respondi . Era
Europa en Caos, el ltimo xito de librera, en
cuestin de ensayos; trabajo en exportaciones y me
agrada mantenerme al da en cuanto a la situacin
internacional. Sea como fuere, ese individuo
encendi su cigarrillo, me devolvi los fsforos y,
dndome las gracias, se apart de mi lado.
Enseguida, algo me golpe la cabeza y se me nubl
3
la vista... Cuando recobr el sentido, me encontr
en el arroyo, el sombrero y los anteojos sobre los
adoquines y la cabeza hecha una olla de grillos.
Naturalmente, sospech que haba sido robado;
llevaba encima bastante dinero y unos gemelos de
diamantes; pero...
Pero slo lo despojaron de Europa en
Caos interrumpi Ellery, risueo . Un
problema fascinante! Podra describir al
asaltante? Usaba bigotes frondosos y anteojos
ahumados y... Eso es todo. Yo...
l no sabe describir nada! terci Uneker
. Es como todos los norteamericanos... ciego, un
dummkopf! Pero, ese libro, Mr. Quveen? Por qu
quisieron robar ese libro? Eso no es todo dijo
Hazlitt . Cuando llegu anoche a casa (vivo en
East Orange, New Jersey) comprob que mi casa
haba sido tambin asaltada. Y qu cree que me
robaron, Mr. Queen?
El delgado rostro de Ellery se ilumin.
No soy adivino contest , pero dira
que le substrajeron otro libro.
Exactamente! Y se trataba de un segundo
ejemplar de Europa en Caos!
4
Ya comienza a interesarme! articul
Ellery . Por qu tena usted dos ejemplares?
Adquir aqu otro volumen para regalrselo
a un amigo. Lo dej encima de mi biblioteca... y
desapareci de all! La ventana estaba abierta,
forzada; descubr rastros de dedos sobre el
alfizar. Aunque hay muchos objetos de valor en la
casa (alhajas de oro y plata), los asaltantes no se
llevaron nada. Inform del hecho a la polica de
East Orange; pero se limitaron a recorrer la casa,
mirndome con expresin curiosa, y terminaron
por marcharse. Imagino que me creyeron loco.
No faltaban otros libros?
No; slo Europa en Caos.
En realidad, no veo cmo... Ellery se
sac el pince-nez, comenzando a limpiar los vidrios
con aire absorto . Pudo ser el mismo hombre,
Mr. Hazlitt? Tuvo tiempo como para llegarse a su
finca de East Orange y perpetrar su fechora antes
de que usted arribara a ella?
S, Mr. Queen. Despus de levantarme de la
cuneta en que haba cado, decid denunciar el
atraco a un polica, quien me condujo hasta la
comisara, acribillndome a preguntas. S; tuvo
5
tiempo de sobra... No llegu a casa hasta la una de
la madrugada.
Amigo Uneker manifest Ellery ,
barrunto que su historia comienza a tener inters.
Con su permiso, Mr. Hazlitt, seguir mi camino.
Auf wiedersehen!
Abandonando la librera, Ellery descendi por
Center Street. Subi los peldaos del Departamento
de Polica y, saludando al teniente de guardia,
encaminse al despacho paterno.
El inspector no estaba. Ellery empez a
juguetear con una estatuilla de Bertillon, y despus
de mucho cavilar, sali con premura, lanzndose a
la caza del sargento Velie, jefe de operaciones del
inspector Richard Queen. Descubri al mastodonte
sermoneando a un periodista en la oficina de
prensa.
Velie dijo Ellery . Basta de hacerse el
malo y vaya a buscarme algunas informaciones.
Hace dos das persiguieron, infructuosamente, a un
individuo en la calle 49, entre la Quinta y la Sexta
Avenida. La cacera concluy en la librera de mi
amigo Uneker; l me cont toda la historia, pero
deseo menos detalles coloridos. Consgame el
6
informe de la comisara local.
El sargento Velie fulmin con la mirada al
cronista y sali. Diez minutos despus regresaba
con un papel, cuyo contenido devor Ellery al
instante.
Los hechos parecan bastante escasos. Dos
das antes, al medioda, un hombre sin saco y sin
sombrero, con la faz ensangrentada, se haba
precipitado fuera de un edificio de oficinas situado
tres puertas ms all de la librera del alemn,
vociferando:
Socorro! Auxilio!
Acudi el patrullero McCallum, y el
desconocido manifest haber sido despojado de una
valiossima estampilla:
Mi sello negro de un penique! Mi sello negro
de un penique!, repeta sin cesar, aclarando luego
que el ladrn, un sujeto de bigotes negros y
anteojos ahumados, haba escapado con su presa.
McCallum haba advertido la presencia de un
hombre que responda a esa descripcin
penetrando minutos antes en un comercio contiguo.
Seguido por el vocinglero filatelista, el patrullero
entr en la librera de Uneker, revlver en mano.
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Cuando se le pregunt si haba visto a un individuo
con bigotes negros y anteojos ahumados en su
comercio, el alemn asinti, informando que esa
persona se encontraba en la trastienda,
examinando unos libros. Precipitronse McCallum
y el filatelista en la trastienda de la librera y la
hallaron desierta. Una puerta que conduce al
callejn estaba abierta de par en par; el sujeto
haba escapado por ella, atemorizado por la
irrupcin del polica y de su vctima en la librera.
McCallum revis las vecindades; el ladrn haba
desaparecido.
El polica tom declaracin al filatelista. Se
llamaba Friederich Ulm, comerciante en
estampillas raras y antiguas. Su oficina estaba en
el dcimo piso del edificio situado tres puertas ms
all de la librera, oficina que comparta con su
hermano Albert. Estaban exhibiendo unos sellos
valiosos a tres coleccionistas, y dos de stos se
marcharon; Ulm tuvo entonces la malsima
ocurrencia de volverse de espalda; y el tercer
cliente, el de los bigotes negros y anteojos
ahumados, que se presentara como Avery
Beninson, aprovech la oportunidad para golpearle
8
en la cabeza con una barra de hierro en el
momento en que Ulm se volva de nuevo; el golpe
le produjo una herida en la mejilla, abatindolo,
casi desvanecido; acto seguido, con estupenda
sangre fra, el ladrn emple la misma barra de
hierro para fracturar la parte superior de un
gabinete con una tapa de vidrio, en el que
guardaban escogidos ejemplares de estampillas. El
bribn substrajo de una cajita de cuero un sello
particularmente costoso y raro: El Reina Victoria
negro, de un penique, lanzndose fuera del
despacho y echando la llave; necesit la vctima
algunos minutos para incorporarse, abrir la puerta
y perseguir al ladrn. McCallum fue con el
filatelista hasta su oficina, examinaron el gabinete
violentado, y el polica anot los nombres y
domicilios de los tres coleccionistas presentes esa
maana (con especial mencin del sospechoso
Avery Beninson) y luego de garabatear su
informe, se march.
Los nombres de los otros dos coleccionistas
eran John Hinchman y J. S. Peters. Un detective
de la comisara local les visit por turno,
marchando luego al domicilio de Beninson; ste, de
9
quien se sospechaba que era el asaltante de bigote
negro y anteojos ahumados, ignoraba por completo
el suceso; y su aspecto fsico difera de la
descripcin de Ulm. No haba recibido invitacin
alguna de los hermanos Ulm, declar, en cuanto a
la venta privada de sellos de valor.
S, haba tenido un empleado de bigotes negros
y anteojos ahumados, que trabaj con l unas dos
semanas; este individuo haba contestado un aviso
de Beninson solicitando ayudante-cuidador de su
coleccin particular de sellos de correo; a pesar de
rendir servicios satisfactorios, desapareci, sin dar
explicacin alguna, tras dos semanas de labor. El
detective advirti que su desaparicin ocurri la
misma maana de la venta privada de Ulm.
Todas las tentativas de rastrear la pista del
misterioso asaltante, que haba dado su nombre
como William Planck, fracasaron. El hombre se
haba desvanecido en la multitudinaria Nueva
York.
La historia no conclua ah. Al da siguiente
del hecho, el anciano Uneker haba formulado
extraas declaraciones al pesquisante de la
comisara local. La noche anterior, segn explic
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Uneker, haba abandonado su comercio para cenar;
su vendedor nocturno qued a cargo de la librera;
un hombre entr en ella y pidi ver Europa en
Caos; ante el asombro del dependiente, el
desconocido adquiri los siete ejemplares en venta.
El hombre de la extraordinaria compra llevaba
anteojos ahumados y bigotes negros!
Un loco, verdad? gru el sargento.
No, seor! respondi, risueo, Ellery ;
creo que la explicacin es sencillsima.
Algo ms. Uno de los muchachos acaba de
informarme que otros dos hurtos fueron
denunciados anoche en las comisaras
jurisdiccionales; uno de ellos acaeci en el Bronx;
un hombre llamado Hornell declar que su
departamento haba sido violentado durante la
noche y a que no adivina usted? El ladrn se
llev un ejemplar de Europa en Caos adquirido
en la librera de Uneker hace dos das! Por otra
parte, una mujer llamada Janet Meakins, de
Greenwich Village, sufri un atropello similar en el
curso de la misma noche. El ladrn rob su
ejemplar de Europa en Caos, adquirido la tarde
anterior en la misma librera de Uneker. Cosas de
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locos, eh?
No, Velie, no! Aguce el ingenio! Ellery
encasquetse el sombrero . Venga, Coloso!
Vamos a charlar un poco con el viejo Uneker.
Salieron del Departamento Central de Polica,
encaminndose calle arriba.
Uneker dijo Ellery, palmeando,
amistosamente la reluciente calva del germano .
Cuntos ejemplares de Europa en Caos
guardaba en depsito cuando el ladrn escap por
la trastienda?
Once.
En ese caso, si slo haba siete ejemplares
cuando el ladrn retorn para comprarlos
murmur el muchacho los otros cuatro
volmenes haban sido adquiridos entre el
medioda y la hora de la cena de anteayer. Oiga,
Unky! Tiene usted un registro de sus clientes?
Ach! S! De mis poqusimos parroquianos
respondi el librero, tristemente . Quiere fer
la lista?
No hay nada que anse ms en este
momento.
Uneker les condujo a la trastienda, junto a la
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cual haba un cuartillo atestado de papeles y libros
viejos. El anciano abri un gran libraco y
humedeciendo su ndice, comenz a pasar las
hojas:
Quiere saber los nombres de los cuatro
clientes que compraron Europa en Caos el otro
da?
Ja respondi Ellery.
Uneker, calndose un par de verdosos
anteojos, comenz a leer.
Mr. Hazlitt, el cliente que conoci ayer, Mr.
Quveen. Compr su segundo ejemplar, el mismo
que le robaron en su residencia. Luego figura Mr.
Hornell, un fiejo parroquiano. Sigue una cierta
Miss Janet Meakins. Ach! Estos nombres
anglosajones! Schrecklich! Und el cuarto fue Mr.
Chester Singermann, que fife por la calle 65 Este.
Eso es todo!
El cielo bendiga su alma teutnicamente
ordenada! exclam Ellery . Velie, vuelva sus
ciclpeos miradores hacia este lado.
El cuartucho tena una puerta que conduca al
callejn posterior. Ellery se inclin sobre la
cerradura y comprob que haba sido violentada;
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abri la hoja; el pestillo estaba mellado y mutilado.
Velie asinti.
Forzada mascull . El hombre es un
nuevo Houdini.
Forzada! balbuce el alemn . Pero,
esta puerta nunca se usa! No adfertimos nada, ni
menos el detectife que...
Lindo trabajito el del polica local...!
murmur Ellery . Uneker, hurtaron algo de
aqu?
El viejo librero precipitse hacia un antiguo
anaquel atiborrado de volmenes; abri la caja con
dedos trmulos; luego exhal un prolongado
suspiro:
Nein jade . Los folmenes raros... No
robaron ninguno...
Felicitaciones! Otra cosa ms, Uneker
puntualiz Ellery, speramente . Esa lista de
clientes contiene tambin los domicilios de sus
parroquianos?
El librero asinti. Mejor que mejor! Por
lo visto, Unky, podr relatar una interesante
historia a sus clientes cuando acabemos el caso.
Velie, vamos a hacerle una visita a Mr. Chester
14
Singermann.
Abandonando la librera, echaron a andar por
la Quinta Avenida y doblaron hacia el norte, ciudad
arriba.
Es evidente como su nariz, Velie!
bisbiseaba Ellery, alargando sus trancos para
acomodarlos a los de Velie . Y creo que su nariz
es bastante notoria.
Pues a m el asunto me parece cosa de
locos.
Al contrario! Nos vemos ante una lgica
serie de hechos. Nuestro ratero hurt un sello
valioso. Entr al negocio de Uneker, logrando
introducirse en la trastienda. Cuando oy entrar al
polica y a Ulm, comenz a exprimir el meollo. Si le
atrapaban con el sello... La nica explicacin para
esta cadena de hurtos de un mismo libro (de
escaso valor intrnseco) es que el ladrn, Planck,
desliz la estampilla entre las pginas de uno de
los libros de los anaqueles mientras estaba en la
trastienda del comercio (por casualidad, se trataba
de un ejemplar de Europa en Caos), y enseguida
escap. Enfrentaba, empero, el problema de
rescatar el sello (cmo lo llamaba Ulm? El negro
15
de un penique, verdad?). Esa misma noche
regres, y luego de comprobar que Uneker no
estaba, penetr en el comercio y compr todos los
ejemplares de Europa en Caos. Compr siete! La
estampilla no deba estar en ninguno de ellos; en
caso contrario, por qu hurt luego otros
ejemplares adquiridos esa tarde al alemn? Hasta
el momento, todo marcha bien. Como no descubri
el sello en los siete volmenes comprados, el
ladrn retorn a la librera, y forzando la entrada,
examin los nombres y domicilios de las personas
que adquirieron ejemplares del libro durante la
tarde. A la noche siguiente, Planck rob el de
Hazlitt; evidentemente, lo sigui desde su oficina;
sin embargo, no tard en comprobar su error; el
estado de aquel volumen debi indicarle que ste
no era el ejemplar recientemente adquirido; as
pues, volvi a prisa a East Orange, pues conoca
tanto la direccin comercial de Hazlitt como su
domicilio particular, y hurt el ejemplar que
acababa de adquirir la vctima; la suerte no le
sonri tampoco y por ello debi realizar sendas
visitas a Hornell y a Janet Meakins,
substrayndoles sus respectivos ejemplares. Ahora
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bien, falta an un cliente por investigar y con tal
motivo, vamos a visitar a Singermann. Como
Planck fracas en sus intentonas anteriores, es
lgico suponer que visitar a Mr. Singermann, por
lo cual nosotros debemos adelantarnos, si es
posible.
Chester Singermann era un estudiante que
resida con sus padres en un viejo edificio de
departamentos; s, aun conservaba su ejemplar de
Europa en Caos (indispensable, afirm, para sus
estudios de economa poltica) y lo entreg en el
acto al detective. Ellery lo examin con cuidado,
pgina por pgina, sin encontrar la estampilla.
Mr. Singermann, hall usted un viejo sello
de correo entre las hojas del libro? interrog
Ellery.
El estudiante sacudi la cabeza:
Todava no lo haba abierto, seor. Una
estampilla? Qu estampilla? Sabr usted que
tengo una pequea coleccin de sellos de correo y...
Oh! Poco importa! exclam con premura
Ellery, que conoca el fantico entusiasmo de los
filatelistas y, seguido por Velie, se bati en
retirada . Es evidente, Velie explic luego al
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sargento , que nuestro Planck descubri el sello
en el libro de Hornell, o en el de Miss Meakins.
Cul robo ocurri el primero?
Creo recordar que la Meakins fue asaltada
despus de Hornell.
Entonces el sello se hallaba en su
ejemplar... Ah! Aqu est el edificio de oficinas
que buscbamos. Vamos a hacerle una visita a Mr.
Friederich Ulm.
El nmero 1026 del dcimo piso de la finca
llevaba un cartelillo en la puerta, de vidrios
opacos, que rezaba as:
ULM SELLOS ANTIGUOS Y RAROS
Ellery y el sargento entraron en una vasta
oficina. Los muros estaban atestados de vitrinas,
dentro de las cuales, montados por separado,
veanse centenares de sellos, obliterados o no.
Varios gabinetes especiales, dispuestos sobre
mesillas, contenan, evidentemente, ejemplares de
mayor jerarqua. La salita estaba llena de trastos,
y toda ella exhalaba un tufillo rancio que
recordaba el de la vieja librera de Uneker.
Tres hombres levantaron la vista. Uno de ellos
deba ser el propio Friederich Ulm, a juzgar por el
18
emplasto cruzado sobre la mejilla; alto y anciano,
su teutnico continente trasuntaba esa expresin
fantica del filatelista. El segundo era tan alto y
anciano como el anterior; llevaba visera verde y se
pareca mucho a Ulm, si bien deba ser mucho ms
viejo, a juzgar por sus movimientos nerviosos y el
senil temblor de sus manos. El tercero era un
hombrecillo rechoncho, de rostro impasible.
Ellery se present y el tercer hombre aguz
los odos:
No ser usted Ellery Queen? inquiri,
arrastrndose hacia ellos . Soy Heffley,
investigador que trabaja por cuenta de la compaa
de seguros. Encantado de conocerle! Zamarre
la diestra del joven . Estos caballeros son los
hermanos Ulm, Friederich y Albert, propietarios
del establecimiento. Mr. Albert estaba ausente de
la oficina cuando ocurri el robo. Es una lstima!
Talvez hubiera podido apresar al ratero.
Friederich Ulm rompi a hablar en
exaltadsimo alemn; Ellery, escuchando con una
sonrisa a flor de labios, asenta cada cuatro
trminos:
Comprendo, Mr. Ulm! La situacin, pues,
19
se plantea as: usted remiti invitaciones por
correo a tres conocidos filatelistas para que
asistieran a una exhibicin especial de estampillas
raras. Tres personas se le presentaron anteayer,
pretendiendo ser los seores Hinchman, Peters y
Beninson; a los dos primeros los conoca de vista,
mas no as al ltimo. Muy bien! Algunos
ejemplares fueron adquiridos por los primeros
coleccionistas. El hombre que aparentaba ser Mr.
Beninson, asaltndole por la espalda, le asest
un... Bien! Ya lo sabemos! Ensenme el gabinete
violentado, caballeros.
Los dos hermanos le guiaron hasta una mesa
en el centro del saln, sobre la cual haba un
cajoncito plano, con tapa de vidrio ordinario,
enmarcado en un estrecho rectngulo de madera.
Bajo el vidrio reposaban varias estampillas, cuyo
colorido y forma destacbanse sobre un fondo de
negro terciopelo. En el centro de la tela haba un
estuche de cuero, abierto y vaco. En el lugar en
que el cajoncito haba sido forzado, vio Ellery
seales inconfundibles de una palanca, cuatro en
total. El gancho de cierre haba sido dislocado y
fracturado.
20
Demontres! respondi el sargento .
Esa tapa podra haber sido forzada empleando slo
los dedos.
Los ojos del joven parecan saturarse de
cuanto haba ante ellos.
Mr. Ulm dijo . Esa estampilla que
ustedes llaman la negra de un penique, se
encontraba en ese estuche abierto?
S, Mr. Queen; pero estaba cerrado cuando
el ladrn forz el gabinete.
Entonces, cmo saba tan bien lo que deba
hurtar? Friederich acaricise la mejilla:
Las estampillas de ese gabinete no estn en
venta; son la crema de nuestra coleccin; cada una
de ellas vale cientos de dlares. Sin embargo,
cuando los tres hombres estaban aqu conversamos
sobre ejemplares raros, y abrimos esa vitrina para
mostrarles nuestras estampillas ms valiosas; de
ese modo, Mr. Queen, el ladrn consigui ver
nuestro sello negro de un penique. Deba ser
coleccionista, para haber escogido ese sello. Su
historia es curiosa y...
Qu? prorrumpi Ellery . Acaso esas
cosas tienen historia?
21
Heffley, el pesquisante de la compaa
aseguradora, rompi a rer:
Desde luego, Mr. Queen! Estos caballeros
son bien conocidos en el ambiente por poseer dos
de las estampillas ms raras que existen en el
mundo. El negro de un penique, como lo llaman
los filatelistas, es un sello britnico impreso en
1840; existen muchsimos en manos de
coleccionistas y aun los no cancelados valen diez y
siete dlares. Pero los dos sellos en poder de estos
caballeros valen 30.000 dlares cada uno, de modo
que este asunto es serio. Mi compaa est
sumamente interesada, puesto que las estampillas
fueron aseguradas por su valor total.
Treinta mil dlares! balbuce el joven .
Parece demasiado dinero por un papelito sucio
Por qu cuestan tanto?
Albert Ulm baj sobre sus ojos la visera verde:
Pues, porque ambos sellos fueron
autografiados por la reina Victoria. Sir Rowland
Hill, creador y fundador del sistema britnico de
estampillas, tuvo a su cargo la impresin del
negro de un penique. Su Majestad experiment
tanta satisfaccin (Gran Bretaa, como los dems
22
pases, haba tropezado con numerosos
contratiempos para establecer un sistema de
estampillas de correo prctico y conveniente) que
autografi las primeras dos estampillas impresas,
regalndoselas al autor del diseo. Su autgrafo las
volva inmensamente valiosas. Nosotros tuvimos la
suerte de conseguir los dos nicos ejemplares
existentes.
Dnde est la gemela? Deseara admirar
un sello que vale el rescate de una reina.
Los hermanos se precipitaron hacia la caja de
hierro que haba en un rincn. Regresaron,
trayendo Albert un estuche de cuero como si se
tratara de oro en barras, en tanto que su hermano
Friederich le sostena el codo, como si fuera un
escuadrn de guardias armados, destacado para
custodiar el oro. Ellery revolva el papelito entre
sus dedos y al tacto not su grosor y su rigidez
poco comunes. Era una estampilla de tamao
normal, rectangular, no perforada, bordeada de un
diseo negruzco; contena un grabado del perfil de
la reina Victoria, realizado con tonos negros; en la
parte clara del rostro aparecan dos iniciales,
trazadas con desvada tinta negra:
23
V. R.
Son exactamente iguales! seal
Friederich Ulm . Ni en las iniciales existen
diferencias...
Interesante! afirm el joven,
devolviendo el estuche
Ambos hermanos lo guardaron en la caja
fuerte y echaron la llave con infinitas
precauciones.
Desde luego, ustedes cerraron la vitrina
despus que sus tres visitantes examinaron las
estampillas, verdad?
Oh, s! replic Friederich . Cerr yo
mismo el estuche del negro de un penique y
luego ech la llave a la vitrina.
Remiti usted mismo esas tres
invitaciones? Veo que aqu no tienen mquina de
escribir.
Utilizamos los servicios de una estengrafa,
en la oficina 1102, para despachar nuestra
correspondencia, Mr. Queen.
Agradeci Queen la gentileza de los filatelistas
y saludando al colega de la compaa aseguradora,
sali con Velie de la oficina. En el cuarto 1102
24
encontraron a una mujer joven, de facciones duras.
El sargento Velie exhibi su credencial y Ellery se
puso a leer las copias carbnicas de las tres
invitaciones Ulm. Una vez que tomaron nota de
nombres y domicilios, partieron.
Visitaron primero a John Hinchman, anciano
rechoncho, con cabellos blancos y ojuelos vivos.
Era brusco y poco comunicativo. S, haba estado
en la oficina de Ulm das atrs; s, conoca a
Peters; no, nunca haba visto antes a Beninson. El
sello negro de un penique? Claro que s! Todo
coleccionista conoce el valioso par perteneciente a
los Ulm: esos trozos de papel con las iniciales de la
reina Victoria, eran famossimos entre los
filatelistas. El ladrn? Puaff! l, Hinchman, nada
saba de Beninson o del individuo que lo
personificara. l, Hinchman, haba partido antes
que el ladrn. l, Hinchman, senta escassimos
deseos de romperse la cabeza pensando quin
haba substrado ese tesoro filatlico; todo cuanto
quera era que le dejaran absolutamente solo.
El sargento Velie exterioriz ciertas seales de
hostilidad; pero Ellery se limit a sonrer y
hundiendo sus fuertes dedos en los msculos del
25
sargento, lo arrastr hacia la entrada del
subterrneo.
J. S. Peters, segn comprobaron un rato
despus, era un hombre de edad madura, alto,
delgado y amarillento como lacre chino; se mostr
ansioso por ayudarlos; s, Hinchman y l haban
abandonado juntos la oficina de los Ulm,
precediendo al tercer interesado; nunca le haba
visto previamente, aunque su nombre no le era
desconocido, como filatelista; s, conoca la historia
de los sellos de un penique y aun haba intentado
adquirir uno a los Ulm, pero stos se negaron a
realizar la transaccin.
La filatelia dijo Ellery al sargento, ya en
la calle , es una chifladura curiossima. S, la
Diosa Filatelia llega a castigar a sus vctimas con
una especie de mana. No dudo que esos filatelistas
se asesinaran unos a otros por conseguir un
ejemplar raro.
El sargento Velie frunca sus narizotas:
Es hermosa esa diosa... ejem!... filatelia?
pregunt.
Velie respondi el joven , es hermosa
y diferente a todas!
26
Descubrieron a Avery Beninson en una vieja
finca de ladrillos parduscos, cercana al ro; de
suaves maneras y mirada gentil, encarnaba al
anfitrin perfecto.
No, nunca vi esa invitacin respondi a
una pregunta . Tom a mi servicio a William
Planck, quien deba encargarse del cuidado de mi
coleccin y del despacho de la abultada
correspondencia que recibimos todos los filatelistas
serios. El hombre conoca tanto de estampillas
como yo. Durante dos semanas me prest servicios
inestimables. Sospecho que debi interceptar la
invitacin de los hermanos Ulm, y vio la
oportunidad de entrar en la oficina y hacerse
pasar por m... El coleccionista se encogi de
hombros . Un ardid sencillsimo, a mi entender,
para un hombre inescrupuloso.
Desde luego, usted no supo nada de l
despus del robo, verdad?
Naturalmente que no! Li sus petates y se
fue.
Qu trabajos efectuaba para usted, Mr.
Beninson?
Pues los ordinarios de un ayudante de
27
filatelista, Mr. Queen: clasificar, catalogar, montar,
contestar correspondencia. Residi conmigo las dos
semanas que estuvo en el empleo Beninson
sonri, desdeosamente . Soy soltero, caballeros,
vivo solo en esta casona. Su compaa me alegraba
un tanto, aun cuando el hombre no poda ser ms
raro.
Raro?
S respondi Beninson . Era muy
retrado. Posea algunos escasos efectos
personales, cuya desaparicin verifiqu hace dos
das. Siempre se refugiaba en su cuarto cuando me
visitaban amigos mos o coleccionistas notables,
como si no quisiera codearse con ellos...
De modo, pues, que no conoce a nadie en
condiciones de complementar su descripcin, Mr.
Beninson?
Por desgracia, no. Planck era muy alto, de
edad casi avanzada; sin embargo, con sus anteojos
ahumados y sus espesos bigotes negros, se
destacara en cualquier parte.
Ellery extendi su largo cuerpo sobre la silla.
Los hbitos del hombre me interesan en
grado sumo, Mr. Beninson. La idiosincrasia de
28
cada cual es, con frecuencia, el inocente expediente
con que se apresan los peores criminales, como
podra decirle el sargento Velie. Recapacite a
fondo, caballero! No not en ese hombre alguna
particularidad?
Beninson frunci los labios, ensimismado; su
faz se aclar:
Por Dios, s, Mr. Queen! Sola tomar rap.
Ellery y el sargento cambiaron miradas:
Interesante opin el joven, sonriente .
Igual que mi padre, el inspector Queen; he tenido el
dudossimo placer de asistir a las evoluciones
raperianas de mi progenitor desde mi lejana
infancia... Plank inhalaba rap regularmente?
No puedo afirmarlo con certeza
respondi Beninson, saudo ; en las dos semanas
que trabaj conmigo le vi tomar rap una sola vez,
a pesar de que estbamos juntos aqu todo el da.
S, ocurri la semana pasada; sal unos minutos y
al regresar, le vi reteniendo entre los dedos una
cajita tallada, aspirando una pulgarada de algo
pardusco... Planck escondi rpidamente la cajita,
como si no quisiera que se la viera, cosa que poco
se me hubiese importado, mientras no fumara
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aqu... En una ocasin, uno de mis secretarios
provoc un incendio por fumar con descuido y, en
verdad, no querra que se repitiera el desastre.
El rostro de Ellery se encendi de satisfaccin;
irguindose en la silla, comenz a acariciar,
lentamente, el puente de su pince-nez:
Usted conoce el domicilio de Planck?
El otro mene la cabeza:
No, Mr. Queen; deploro decirle que lo tom
a mi servicio sin adoptar las precauciones de rigor
. El coleccionista suspir . Creo que puedo
considerarme afortunado de que no me haya
robado. Mi coleccin vale mucho.
No lo dudo respondi Ellery,
incorporndose . Podra usar su telfono?
Desde luego, Mr. Queen! Consult el joven
la gua telefnica, y sostuvo varias conversaciones
en voz tan baja que ni Beninson ni Velie lograron
or lo que deca. Cuando colg el auricular,
manifest:
Si puede usted disponer de media hora, Mr.
Beninson, le invito a acompaarnos.
El coleccionista pareca perplejo; luego sonri,
diciendo:
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Encantado! y extendi la mano hacia su
sobretodo.
Ellery llam un taxmetro y se dirigieron a la
calle 49.
Excusndose cuando llegaron a la librera,
precipitse Ellery dentro de la misma, saliendo al
rato con Uneker, quien cerr la puerta del
establecimiento con dedos trmulos.
En la oficina de los hermanos Ulm
encontraron a Heffley, el pesquisa de la compaa
aseguradora, y a Mr. Hazlitt, uno de los clientes de
Uneker, quienes les estaban aguardando:
Gracias por haber venido, seores
expres alegremente Ellery . Buenas tardes, Mr.
Ulm! Una pequea conferencia... y creo que
resolver el asuntillo a gusto de los Queen. Ja, ja!
Friederich rascse la cabeza; Albert, sentado en un
rincn, mene la suya.
Aguardemos un poco, caballeros agreg
el joven . Tambin he invitado a Mr. Peters y a
Mr. Hinchman. Insino la conveniencia de que nos
sentemos todos.
Guardaron silencio los concurrentes a la
singular reunin, todos ellos visiblemente
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inquietos; ninguno dirigi la palabra a Queen
mientras ste paseaba por la oficina, examinando
los sellos con curiosidad y silbando entre dientes;
el sargento le miraba con aire de duda.
La puerta se abri y aparecieron Hinchman y
Peters; se detuvieron en el umbral y tras cambiar
miradas intrigadas, se encogieron de hombros y
entraron. Hinchman frunci el ceo:
Qu es esto, Mr. Queen? mascull .
Recuerde que soy un hombre atareadsimo!
Una condicin que no le es privativa
sonri el joven . Ah! Salud, Mr. Peters! Buenos
das! Creo intiles las presentaciones, caballeros...
Sintense! agreg, en tono ms rspido, y ambos
se sentaron, automticamente.
La puerta volvi a abrirse y desde el vano les
observ un hombrecillo grisceo, en algo semejante
a un pjaro. El sargento abri tamaos ojos y
Ellery asinti, jubilosamente:
Adelante, pap! Llegas a tiempo para el
primer acto. El inspector alarg su cabecita curiosa
y estudiando a los circunstantes con aire artero,
cerr la puerta.
Qu diablos significa esta llamada, hijo?
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pregunt.
No se trata de nada excitante, pap. Ni es
un homicidio ni nada que entre en tu esfera; pero,
el caso te interesar. Caballeros, el inspector
Richard Queen.
El polica gru, tom asiento y extrayendo su
vieja tabaquera inhal profundamente una
pulgarada de rap, exhalando el voluptuoso suspiro
de una larga prctica.
Ellery se plant, serenamente, en el centro del
crculo de sillas, contemplando los rostros vueltos a
l:
El hurto del sello negro de un penique,
como lo denominan ustedes, viejos cazadores del
sello raro comenz diciendo el joven ,
presentaba un problema de inters. Y digo
presentaba con toda intencin, pues el caso ya ha
sido solucionado.
Se trata del asunto de la estampilla
hurtada de que se conversaba en el Departamento?
pregunt el inspector.
S, pap.
Solucionado? inquiri Beninson . No
entiendo, Mr. Queen. Descubri ya el paradero de
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Planck?
Ellery agit su mano, desdeosamente:
Confieso que nunca fue muy grande mi
saa para atrapar a Planck. Recordarn que
llevaba anteojos ahumados y bigotes negros. Ahora
bien, cualquier persona familiarizada con la
investigacin de delitos podra decirles que el
individuo comn identifica los rostros por detalles
superficiales. Un bigote negro, entra por los ojos.
Unos anteojos ahumados impresionan vivamente la
memoria. Mr. Hazlitt, hombre poco observador,
segn afirma Mr. Uneker, recuerda haber visto
que su asaltante llevaba anteojos ahumados y
bigotes negros, a pesar de que la callejuela estaba
obscura... Pero esos rasgos son fundamentales,
generales. Nada ms razonable que presumir que
Planck deseaba que se recordaran esas
caractersticas faciales. Yo tena la conviccin de
que Planck estaba disfrazado, de que sus bigotes
eran falsos y de que ordinariamente no usaba
anteojos ahumados.
Todos asintieron.
ste fue el ms sencillo y el ms inmediato
de los tres mojones psicolgicos del pillastre
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Ellery sonri, volvindose, de sbito, al inspector
. Pap, t eres un inveterado adicto al rap.
Cuntas veces por da inhalas ese detestable
polvillo castao? El polica parpade:
Oh! Cada media hora, poco ms o menos. A
veces, con la misma frecuencia con que t fumas
cigarrillos.
Precisamente! Bien, Mr. Beninson declar
que, durante las dos semanas que Planck haba
estado viviendo en su casa, y a pesar de que
trabajaban juntos todo el da, no le haba visto
tomar rap ms que una sola vez. Srvanse
observar que esto nos seala algo altamente
sugestivo y esclarecedor.
A juzgar por la expresin de los semblantes,
era evidente que no entendan nada. Slo haba
una excepcin: el inspector Richard Queen;
asintiendo, se removi en su asiento y, framente,
estudi los rostros de los circunstantes.
Ellery encendi un cigarrillo:
Muy bien! continu, expeliendo
pequeas bocanadas de humo . Ah tienen
ustedes el segundo factor psicolgico. ste es el
tercero: Planck, en un lugar sobradamente pblico,
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aporre el rostro de Mr. Ulm con la intencin de
hurtarle un valioso sello. Cualquier ladrn, en esas
circunstancias, apresurara en lo posible las cosas.
Mr. Ulm slo estaba aturdido a medias; en
cualquier momento podra recobrar los sentidos y
dar voces en demanda de socorro; o bien podra
llegar un cliente; o acaso Mr. Albert Ulm
regresara inesperadamente...
Un momento, hijo! dijo el inspector .
Entiendo que hay dos estampillas de sas en
danza. Deseara ver la que no fue robada.
Ellery asinti:
Caballeros, alguno de ustedes me hara el
obsequio de traer ese sello? Friederich se incorpor
y arrastrndose hasta la caja fuerte, accion los
resortes, abri la puerta de acero, hurg el interior
y regres con el estuche de cuero que contena el
segundo negro de un penique. El inspector
examin el papel con curiosidad. Casi lo dej caer
al suelo cuando oy a Ellery decir al sargento:
Velie, quiere prestarme su revlver? El
polica, tras rebuscar en el bolsillo posterior,
extrajo un revlver de largo can. Ellery lo tom,
pensativamente. Luego sus dedos apretaron la
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culata y avanz hacia la vitrina fracturada
colocada en mitad del saln:
Srvanse observar, caballeros, con respecto
al tercer factor, que Planck, para abrir esta
vitrina, emple una barra de hierro; y que, para
violentar la tapa, crey necesario insertar la
barra, entre sta y la tabla frontal, nada menos
que cuatro veces, como indican las marcas
existentes.
Ahora bien, como pueden ver, la vitrina est
cubierta con un vidrio simple. Adems, se
encontraba cerrada, y el sello negro de un
penique estaba acondicionado en ese estuche de
cuero; Planck se coloc frente a la vitrina, segn
presumo, con la barra en la mano y... Qu
suponen que efectuara un ladrn, trabajando
contra el tiempo, en tales circunstancias? Todos le
miraron. La boca del inspector se afirm y una
sonrisa comenz a extenderse por el rostro del
sargento.
Clarsimo! exclam Ellery . Yo soy
Planck; el revlver en mi mano es una palanca de
hierro; de pie ante la vitrina... sus ojos
chispearon tras el pince-nez al levantar el revlver
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por sobre su cabeza; y en seguida,
deliberadamente, empez a bajar la mano armada
contra la delgada hoja de vidrio; un alarido agudo
sali de los labios de los hermanos Ulm; Friederich
Ulm se incorpor a medias; la mano de Ellery se
detuvo a media pulgada del vidrio.
No lo rompa, imbcil! bram el
filatelista de la visera verde . Slo hara un...
Dando un salto, se irgui ante la vitrina,
abriendo los brazos trmulos cual si protegiera
vitrina y contenido. Ellery sonri y clavando la
punta del revlver en el palpitante vientre del
hombre, exclam:
Celebro que usted me haya contenido, Mr.
Ulm. Arriba las manos! Pronto!
Cmo? Pero, qu es esto? chill Albert,
alzando los brazos con frentica rapidez.
Esto significa que usted es William Planck y
que su hermano Friederich es su cmplice
respondi suavemente Ellery.
Los hermanos Ulm se desplomaron en sus
sillas; el sargento Velie se plant ante ellos,
sonriendo aviesamente. Albert Ulm era hombre
acabado; temblaba como una hoja al azote del
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huracn.
Una simplsima, casi elemental, serie de
circunstancias estaba diciendo ahora Ellery
sealaban con claridad el tercer punto del caso.
Por qu el ladrn, en lugar de seguir el lgico
procedimiento de quebrar el vidrio con la barra de
hierro, escogi el de perder tiempo usando una
palanca cuatro veces para forzar la tapa? Para
proteger las otras estampillas guardadas en la
vitrina, cosa que Mr. Albert Ulm acaba de
demostrarnos grficamente. Y quin se
preocupaba mayormente en proteger las dems
estampillas? Acaso Hinchman, Peters, Beninson,
o el mtico Planck? No! Slo los hermanos Ulm,
propietarios de los sellos.
El viejo Uneker comenz a rer por lo bajo;
code al inspector, dicindole:
No le dije que el muchacho es fifo como el
demonio? Confieso que nunca pens en eso. Oh!
Ja, Herr Inspektor!
Y por qu Planck no hurt esas otras
estampillas del gabinete? Un ladrn comn habra
arrasado con todo. Pero Planck, no! En cambio, si
los Herren Ulm eran los ladrones, el robo de los
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dems sellos careca de objetivo.
Cmo explica lo del rap, Mr. Queen?
pregunt Peters.
S! La conclusin surge del hecho de que
Planck, al parecer, slo tom rap una vez durante
los das que trabaj con Mr. Beninson. Dado que
los adictos al rap lo toman con mucha frecuencia,
Planck no poda ser uno de ellos. Qu otro
producto poda inhalar de ese modo? Herona, una
droga pulverulenta! Cules son las caractersticas
del heroinmano? Semblante desencajado por la
tensin nerviosa; delgadez, casi escualidez; y lo
que es ms importante de todo, ojos traicioneros,
pupilas que se contraen bajo la atroz influencia de
la droga. Luego, sta era otra explicacin de los
anteojos ahumados usados por Planck. Servan un
propsito doble: como disfraz fcilmente
identificable y asimismo, como velo para ocultar
sus ojos, que revelaran su aficin al vicio. Pero
cuando observ que Mr. Albert Ulm Ellery se
dirigi hacia el abatido filatelista, y quitndole la
visera verde, revel dos ojillos, con pupilas
estrechsimas llevaba siempre visera, comprend
que eso era una confirmacin psicolgica de su
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identificacin como Planck.
S, pero, esos extraos robos de libros...?
pregunt Hazlitt.
Oh! Todo eso formaba parte de un
hermoso, pero descabellado plan! contest Ellery
. Siendo Albert Ulm el supuesto ladrn del sello,
Friederich tena que ser su cmplice. De acuerdo,
con esto, result fcil inferir que el robo de los
libros era una vulgar treta para despistarnos. El
ataque contra Friederich, la triquiuela de la huida
de la trastienda de Uneker, la pista de los hurtos
de Europa en Caos, todo esto constitua una serie
de incidentes, diestramente planeados, destinados a
autenticar la supuesta existencia de un ladrn de
afuera, a fin de convencer a la polica y a la
compaa de seguros de que la estampilla haba
sido realmente hurtada. Su objeto estribaba, por
cierto, en cobrar la indemnizacin del seguro, sin
separarse de la estampilla. Estos individuos son
filatelistas fanticos! Heffley removi su corpacho
con evidente incomodidad:
Todo eso est muy bien, Mr. Queen; pero,
dnde diablos se encuentra el sello que se robaron
a s mismos? En dnde lo escondieron esos...?
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Reflexion largo y tendido sobre ese punto,
Heffley, dado que, si bien mi tro de deducciones
constitua tres indicaciones psicolgicas de la
culpabilidad de los hermanos Ulm, el
descubrimiento del sello robado en poder de ambos
sera una prueba contundente y material el
inspector volva, mecnicamente, la segunda
estampilla entre los dedos . Pues bien, yo me dije
esto a m mismo agreg el joven al
reconsiderar el problema: cul sera el lugar ideal
para esconder el sello? Y entonces record que las
dos estampillas eran idnticas, aun en las iniciales
trazadas por la bondadosa reina Victoria. Y me
dije: si yo fuera los seores Ulm, ocultara la
estampilla (como el personaje del famoso cuento de
Poe) en el lugar ms visible. Y cul es el lugar
ms visible? Suspirando, volvise Ellery hacia el
sargento Velie, al cual devolvi el revlver:
Pap dijo al inspector, quien se
sobresalt con aire culpable creo que si permites
que uno de los filatelistas de la polica examine el
segundo negro de un penique, que ahora
revuelves entre tus dedos, descubriremos que el
primero ha sido encolado, con cemento que no
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perjudica el sello, sobre el segundo. El uno
exactamente sobre el otro!
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