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EUROPA-FORTALEZA
VACIA
Quien firma es el autor. El poema está bajo un registro de propiedad intelectual. Queda autorizada su libre difusión, siempre y cuando no sea con fines comerciales, y se cite al autor. La imagen de la portada ha sido extraida del google images.
Raúl Muñoz González.
volodia1976@hotmail.com
Apelo a la razón, es cierto
podemos ver el paisaje.
Todo sigue aquí.
Continúan amando.
No hallo otro lugar
donde llegar a ser.
He venido quedándome.
La tierra dice -fuego.
Nadie está a salvo
la boca seca del sol
habla con voz queda
y se fija en la retina.
Entonces, no hablan
porque no escuchan.
He venido hablándote.
Creían en la soledad
y qué otro remedio
si no había tiempo
de detener el paso;
pegarse a los oídos
y estrechar la mano
esperando al sol.
He venido amando.
El niño despertó
abrazado a la ola;
tumbado, su cuerpo,
como una barcaza,
roto arañaba
los cuidados paliativos.
Nadie la vio venir
porque el hambre
no avisa, ella huye
por el vacío del mar.
Suenan las huchas
pero de nada sirve
tanta vergüenza.
Ahora ¿ quién canta
y su voz no suena
más que a un pesar
mal disimulado
mal hundido ?
He venido ahogándome.
Rocas como epigramas
así hacen una fortaleza
ponen alambradas
y piden pasaportes.
Han malogrado su vida
haciendo del tiempo
una billetera.
Pero sigue el sueño
escarba sin propósito
y encuentra al hombre.
No importa la espera
la plusvalía sedimenta
tarde o temprano
el trabajo despierta
y tiene manos y brazos
y siente la explotación
el cuerpo de sus días
vendido a bajo coste.
Este odio es cíclico
por las circunferencias,
y tus ojos son azules
como el cielo y el mar,
y tus besos son fuertes
más que las montañas.
-¿ Tanto me amas ?
-Más que a la muerte.
Es cierto que despertamos.
He venido cantando.
Y metieron la mentira
a oscuras, por la paliza
se hacían los silencios
obligaban a la guerra
ponían velas al hambre
y metían la culata del fusil
en la boca de Europa.
Las manos levantadas
cedieron a los golpes.
Y no cabe pronunciar
la ira del Minotauro.
Nadie quiso mirar de cerca
la mano turbia de la muerte
que apagaba todas las luces,
y se pegaba a la Ilustración
rodando por los siglos de
la misma historia.
He venido replicándome.
Si ahora tiembla tu voz,
siente todo a cuestas,
aullando porque te amo
aun más que a mi vida,
porque de nadie es
ni será ninguna vida.
He venido entregándome
Los bártulos no son ligeros
las mañanas pesan demasiado,
si no descansamos contentos
mirando de frente a la vigilia
durmiendo en su regazo
sin que la luz nos abrase;
despertando con el sudor
cuando la muerte nos besa
y damos los buenos días
temiendo la misma culpa.
He venido perdonándome.
La única oración es oscura
la única mano no te sujeta
pero tampoco es necesario
estar siempre desesperados
siempre con el mismo miedo.
Tan sólo si te miro a los ojos
me siento rejuvenecer,
como si me perdonaras
una mentira, o tal vez
este cansancio de morir
y nacer asombrado.
No es cierto que todo acabó
que ya lo hemos dicho todo.
He venido mirándote.
Nos han crecido tantos hijos
que olvidamos dónde viven
a qué se dedican, cómo lo hacen
para comer cada día el poco pan
que les robamos a oscuras
cuando la luna se viste avergonzada
y vemos la misma circunferencia,
y no sabemos de la envergadura
y no desplegamos la esperanza
ni volamos alto, ni tan siquiera
caemos en picado al abismo.
Tan sólo encogemos los hombros
porque olvidamos quiénes son;
quiénes somos si ellos nos aman
y vienen por la noche más oscura
huyendo de nuestro propio odio.
He venido debiéndome a todos.
Si un cuervo es azul no es la noche
ni el cielo ni el vestido de la estrella:
es la misma desidia
que se camufla oliéndote,
entre las sábanas te devora
pacientemente, se hace noche
y no te deja soñar a oscuras
ni amamantar a tu prole.
Ya no tienes hambre de vivir
ni desgarras las articulaciones
aullando con tus hermanos.
Te crees que eres una pluma
escribiendo obedecer obedecer
y obedecer obedecer, así hasta
la saciedad de un odio iletrado.
Pero ¿ quién escribe tanto odio ?
He venido odiando la escritura.
Otras tantas mentiras reíras
otro tanto monta los días
que te resultan inservibles,
por eso doblas las monedas
y te cagas en tantas fuentes
y manchas las conciencias
para que nunca más beban
el veneno de la indiferencia,
que banaliza tantos pesares.
He venido manchándome.
Habla un fantasma espeso
sus ojos se pegan a tu culo
hace una bola tiritando,
pero la nieve no es blanca
ni son frías las adormideras
ni se congelan las lágrimas.
El dolor existe también en el agua:
mira la singladura del río
sus ojos deshechos por la mar
sus hijos flotando como zurullos,
y sus padres tan lejos de la vida
queriendo morir en tus ojos.
Míralos porque te va la vida
por ellos vas a ser esta tierra
manchándote las manos .
He venido ensuciando mentiras.
No quiero el relámpago ni tu silencio
ni aunque me vistas de princesa
o me recites los evangélios azules
no quiero comprenderte si callas
y no coges del cuello a la tormenta
y me haces tronar por los cielos.
He venido a caer en tus manos.
Nunca sabré decir lo escrito
ni sabrás quién te quiere
con la misma locura
que te hace reír o llorar
como un pájaro de mimbre
enamorado, tan huidizo
que no bastaría un sólo continente
para desplegar sus alas inmensas.
Nunca sabremos comenzar de nuevo
pero podemos escribir algún principio
algun manifiesto o fantasma
que nos recorra las articulaciones
y nos apriete bien los huesos
hasta morder el polvo amando.
He venido siendo un principio.
Hay un calambre por la línea
del metro, y vuelan los ojos:
por los andenes blanquean
la oscuridad de tantos días.
Y no viajan en vagones
vuelan libres de ataduras
aunque no digan eso sus pies
ni las manos que se rinden.
No viajan con billete ni piden permiso,
los ojos de los enamorados
que se buscan impacientes.
He venido buscando tus ojos.
Si trazo la línea del dinero
descarrilan los trenes
y saltamos al vacío.
Está bien saltar a tiempo
y volar los escaparates.
He vendio por la voladura.
La lírica ya pasó de la moda.
Aunque la sigues pisoteando
ella te ama y te hace un traje,
y así te presentas, desnudo
sin la orilla del mar en tu boca
ni la rosa enferma en tu mano.
Te ausentas de la melancolía
tiras sus cenizas al mar
y sientes el dolor de sus tripas
y aún sonríes por el futuro
con tus lágrimas en un puño.
Aprendes a sentir de nuevo.
Siénteme contigo de nuevo.
He venido siendo la ceniza.
La muerte me ha prometido un viaje en globo
y ha escrito un compendio, un bello tratado
que habla de la historia, también de insectos.
Su música incendiada es muy entrañable
pero no me fio de palabras endulcoradas
cuando me promete cosas al oído;
no me fio cuando prometes amarme siempre
y sonríes haciendo un guiño al diablo
o amañas el juicio para no odiarme.
Prefiero que escupas y pises mi cabeza
si no soy capaz de encontrar la razón
para sostener tanto odio,
que sorbe la mixtura del hueso
hecho a medida de la muerte.
Definitivamente, no comulgo
con la rendición, sin recordar
que nada me debes ni nada te debo:
que no estamos a salvo de amar.
He venido perdiendo el juicio.
El ojo afilado por la pupila
brilla más de madrugada
cuando la tortura hace estragos
y en las cárceles encierran ideas,
y las obligan a arrepentirse
en nombre de la misma ley
hecha de cara al sol.
Brilla la contenida razón
que muere y vuele a nacer
cada día de espaldas al sol,
como la primera luna
que se cuela por las rejas
segura de ser este mar
que no se contiene
y todo lo inunda;
segura de ser la pasión
que rueda los corazones
abriendo las cerraduras.
He venido rodándome.
Si una cárcel no encuentra medida
si un hombre no sabe cómo odiar
si una mujer no sabe cómo odiar,
¿ qué palabra habremos de inventar
que nueva acción será para el verbo
una posible entrada por las costas
un vitalicio pasaporte sin fronteras
la necesidad de reparar el corazón
quemar el vacío de esta fortaleza
y encender de nuevo las luces ?
He venido desmintiendo la historia
que se repite a sí misma
hasta la misma saciedad.
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