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• Miguel Ángel Granados Chapa, periodismo y cultura En este número: • Extranjeros al grito de guerra • El clan de la serpiente Vol. X, número 96, 1º de noviembre de 2011 Centro de Estudios sobre la Diversidad Cultural Director Editor Leonel Durán Solís art.1º de la Declaración Universal de Derechos Humanos 2 ≈ Homenaje por Elvira García* Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C. 3 4
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Mural de la iglesia de San Juan Bautista en el río Jordán que muestra el nacimiento de Jesucrist
d e l a s C u l t u r a s d e l M u n d o
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Vol. X, número 96, 1º de noviembre de 2011 Centro de Estudios sobre la Diversidad Cultural
En este número:
• Miguel Ángel Granados Chapa, periodismo y cultura
• El clan de la serpiente
• Extranjeros al grito de guerra
2
Correo de las Culturas del Mundo
DirectorLeonel Durán Solís
EditorMariano Flores Castro
correodelasculturas@gmail.com
≈
“Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos
y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse
fraternalmente los unos con los otros”.
art.1º de la Declaración Universal de Derechos Humanos
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Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.
Homenaje
Miguel Ángel Granados Chapa: palabra en libertadpor Elvira García*
Decía Guillermo Prieto que el periodismo mexicano no puede juzgarse
por dos o tres bribones, sino por dos o tres que han sabido cumplir su
compromiso por escrito.
Miguel Ángel Granados Chapa formó parte de ese puñado de periodistas que ha
sabido cumplir con la responsabilidad social de nuestro oficio. Con Manuel Buendía,
Julio Scherer y unos cuantos más, Granados Chapa nos ayudó a entender los
momentos dolorosos, siniestros y bellos de México. Provisto de fechas y datos, supo
ir al fondo de los porqués de los problemas del país, y desmenuzárnoslos con pulcra
y elegante prosa.
Durante cuarenta y siete años de quehacer periodístico, dio muestras de
fraternidad y honestidad sin titubeos. Es por eso que Vicente Leñero afirma que
Miguel Ángel es amigo, maestro, guía y un auténtico vigilante de la verdad.
Granados Chapa sostenía que el respeto a sí mismo debe ser la primera cualidad
de un periodista. Así vivió él: respetándose a sí mismo. Fue por ese rasgo que muchos
mexicanos confiaban en lo que decía y escribía a diario.
Su trabajo era una ínsula en medio de un mar revuelto. Porque en México hay
muchos periodistas, pero escaso buen periodismo; decenas de columnistas, pero
contados los que desnudan las conductas corruptas de los poderosos. Despertarnos
a esta realidad fue la tarea de Granados Chapa.
Por su integridad, este columnista recibió en tres ocasiones el Premio Nacional de
Periodismo, así como la Medalla Belisario Domínguez, el Galardón Nuevo Periodismo
por Trayectoria (de manos de Gabriel García Márquez) y el Doctorado Honoris Causa,
por la Universidad Autónoma Metropolitana, entre muchos otros reconocimientos.
En 2009, ingresó como miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.
La pluma de Miguel Ángel marcó con su impronta los más importantes diarios y
revistas del México contemporáneo. Los medios públicos fueron no sólo su casa de
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trabajo, también una preocupación. Atento a sus avatares en un México neoliberal
que pretende marginarlos, Granados Chapa los defendió con firmeza.
Miguel Ángel venía de una cuna humilde y, lejos de negarla o maquillarla, se
enorgulleció de ella. Desde los doce años que comenzó a trabajar, nunca más se
detuvo sino hasta el 14 de octubre del 2011, dos días antes de su muerte, cuando
escribió su última columna.
Como todos los seres inteligentes y sabios, Miguel Ángel era sencillo y amable
con el que se le acercaba a conversar con él. Concedió muchas entrevistas, una
de ellas a mí, en 2009, para el Canal 22.
Con ella y otros testimonios, construí –
después de ocho meses de trabajo– un
producto que homenajeaba, en vida, su
trayectoria. En esa charla, Granados Chapa
me habló de sus orígenes, de su llegada
al periodismo y, por primera vez, de sus
avatares, rompimientos y acercamientos
con el gremio y el poder político; asimismo,
permitió que me asomara a su lado íntimo,
el del individuo que acepta que se equivoca,
que llora y se quiebra, sin demérito de su
congruencia ética y su hombría.
Sin duda, estas cualidades le venían
de lejos; empezaron a labrarse el 10 de
marzo de 1941, en Mineral Real del Monte,
Hidalgo, donde nació. Fue en su casa de la
Avenida del Trabajo, en la colonia Morelos,
donde Miguel Ángel –el tercer hijo de
Florinda Chapa y Dionisio Granados–
aprendió a leer y a escribir antes de los
cuatro años de edad.
Miguel Ángel Granados
Chapa, antes de que fundara
extrañamente en Cine Mundial
hace cuatro décadas Plaza
pública, su columna más leída,
ya era un personaje lo mismo
en el Excélsior de Julio Scherer
que en la Facultad de Ciencias
Políticas y Sociales, de la que
fue egresado. Y ello porque
tenía una capacidad fuera
de serie y una precisión en lo
que abordaba, lo cual impedía
las reclamaciones o las cartas
desmedidas, con la excepción de
Javier Lozano, quien mostró la
desfachatez de un régimen que
se hunde irremediablemente.
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Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.
Tempranamente conoció el valor de la letra escrita. Lejos estaba de vislumbrar
que, a la vuelta del tiempo, su futuro se vería ligado, indisolublemente, a la letra y la
palabra. Fueron las palabras su herramienta de trabajo hasta el final de sus días. Con
ellas se despidió de la vida y de sus lectores, así: “Esta es la última vez en que nos
encontramos, con esa convicción digo adiós”.
Gracias por lo que nos diste, querido Miguel Ángel.
*La periodista Elvira García diseñó y dirigió el programa especial: “Miguel Ángel
Granados Chapa: Palabra en Libertad”, que produjo el Canal 22, en 2009.
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El clan de la serpiente. Sobre Sincronicidad y arte mesoamericano, de Iliana Godoy
por Víctor Toledo
A Godoy la conocí y publiqué por una mera Sincronicidad, un encuentro
sin explicación lógica simple. Un día se me ocurrió, de pronto, ver, qué
había de nuevo en la red sobre Sincronicidad y me encontré entusiasmado con
los textos de la poeta. Inmediatamente intuí algo más, y así fue: consultando
ávido este medio virtual, me di cuenta que en unos días nos conoceríamos
en el Festival Internacional de Poesía Carlos Pellicer, en Villahermosa (me
invitaban por primera vez). Ni nos conocíamos ni nos habíamos leído. Yo había
publicado años antes un libro sobre poesía y Sincronicidad . La Sincronicidad
nos presentó y unió significativamente.
Las posibilidades de que estas dos circunstancias coincidieran en un mismo
punto, tiempo y espacio, no son muchas. Este es el primer libro sobre la
teoría de la Sincronicidad aplicada al análisis de la escultura. El estilo preciso,
conceptual y agudo de Iliana, sustenta su recorrido filosófico moderno, su
actualísima cosmovisión .
La teoría de la Sincronicidad surgió –por una Sincronicidad– con el
psicólogo Carl Jung y, paralelamente, con Wolfgang Pauli, uno de los padres
de la física cuántica. En los años noventa tuvo un resurgimiento con los
estudios de David Peat y David Bohm, físicos que intentaron una nueva
comprensión del arte y la ciencia como una unidad a través de la Sincronicidad
que describieron como el puente entre mente y materia.
El Nobel de química, y físico ruso, Ilya Prigogine con Las leyes del caos,
El Fin de las certidumbres, y La nueva alianza, ya había aportado a esta
Libros
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Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.
visión, tridimensional, gestáltica, holística, fractálica, trialéctica, unitaria, de
unión de los contrarios en movimiento estático, de anulación del tiempo y su
demostración de que éste no existe.
Los poetas, desde su origen, han experimentado y vivido poéticamente
la Sincronicidad. Desde el mundo mítico-cósmico creado por ellos, hasta su
relación íntima poética con el oráculo, los dioses, las musas y la profecía . Para
mí, la visión de lo sagrado de los griegos a través de su cotidiana teofanía,
de su permanente diálogo con los celestes se debe a una especial sensibilidad
y compresión de la Sincronicidad. La epifanía es una Sincronicidad, una
revelación, que requiere de una interpretación, como el texto sagrado y la
poesía. De ahí su confianza en la inmortalidad de sus actos y sus creaciones,
de ahí su gran creatividad, la fe en su civilización: claridad y profundidad que
nos sigue deslumbrando.
Una Sincronicidad es una coincidencia significativa que trae un mensaje de
renacimiento: se rompe la línea del tiempo o la mente empieza a proyectar y
a hacer realidad la realidad. Quizá esto sea urgente de aprender y aprehender
ahora que casi ha desaparecido la realidad.
Para mí, todo lo que es real, significativo, y por lo tanto transcendente es
una Sincronicidad. De ahí que pienso que no hay coincidencias absolutas y que
hay distintos grados de importancia simbólica y significativa de Sincronicidad.
No coincido con Jung y Pauli en que necesariamente la Sincronicidad se da en
momentos de crisis (mas crisis viene de cruz, de cruce de caminos, de la toma
de decisión de un rumbo, donde se da un quincunce o una quinta dimensión
y las personas o sociedades en conflicto son socorridas e iluminadas por una
Sincronicidad). Estar conectado con el mundo, estar en diálogo con él es vivir
en Sincronicidad, vivir “poéticamente”, que sólo así se vive según la lengua
griega-germana de Heidegger y Holderlin. Es ver las relaciones íntimas entre
nuestra alma y el espíritu, entre nosotros y el mundo, entre el ente y el ser,
entre el vacío y el sentido superando la angustia existencial. A esta visión de
lo maravilloso cotidiano Baudelaire le llamó Correspondencias, el bosque de
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símbolos hablante, y Nerval escuchó sus uniones, orillas y nervaduras en los
muros y sus enredaderas.
Como el mito se desplaza en la eternidad, superando, saltando, a la
historia, quebrando la línea limitada y sin sentido aparente de ésta , es
natural que la sucesión y despliegue de éste sea sincrónica y “maravillosa”,
de coincidencias afortunadas que se explican entre sí para formar una unidad
universal y trascendente. En los cuentos de hadas rusos “Iván el tonto” resulta
ser al final el héroe triunfante que se queda con el reino y la princesa: una
serie de coincidencias afortunadas (serendipity), personajes maravillosos que
van apareciendo aparentemente de la nada en su camino, lo van conduciendo
a su luminoso y significativo destino (porque el cuento de hadas deja la lección
de la sabiduría más profunda sobre la vida, la moral, la decisión espontánea
transcendente y el destino).
Como explica Iliana, lo que emerge en holístico movimiento, en espectro
y espíritu tridimensional en las esculturas prehispánicas –superando a las
egipcias y griegas– es el mito en movimiento y su compleja cosmovisión. Los
poetas crean el mundo divino al verlo y escucharlo, dialogan con los dioses al
crearlos, a su vez son, como el ser, una creación de lo divino. Y el ser no puede
ser sin este diálogo sincrónico. El ente enajenado por la técnica y la tecnología
es un ente separado, sin lenguaje, cerrado, sin la apertura del ángel de Rilke
(que nos salva de la caída). Se da la paradoja de que entre más estemos
dispuestos y preparados hacia lo abierto (la Sincronicidad) menos corremos el
peligro de morir y del vacío (ontológica y existencialmente). A mayor riesgo,
mayor sincronía, más nos llenamos de ser y plenitud.
Iliana Godoy avanza desde la interpretación “plana” inicial, descriptiva,
de Justino Fernández, pasando por la cosmovisión poética y visionaria de
Rubén Bonifaz Nuño sobre el quincunce, ese número 5 abstracto y real que
le da su Unidad a toda la cultura mesoamericana, número de la pirámide, de
las torres de las iglesias, número japonés de la armonía para el diseño de los
jardines y sus haikús , sus templos, sus bonsáis: número del centro cósmico. En
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Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.
Bonifaz, la doble serpiente forma los labios del habla del dios, sus dos cabezas
encontradas los belfos del jaguar (es un quincunce, una visión dialéctica).
Si me pidieran darle un número a un animal sagrado como la serpiente le
daría el número cinco por su volumen triangular-piramidal. Iliana observa con
detalle que en realidad esta pirámide es un prisma triángulo rectángulo. De
facto así son nuestras pirámides.
La pirámide es una serpiente enroscada, como Quetzalcóatl, el guerrero
serpiente, guerrero cósmico, desde luego: lo que reflejan las esculturas –dice
Iliana– es la batalla cósmica. Añadiré que es la batalla de la fundación del
cosmos contra el caos, en tanto el caos es un orden sagrado absoluto pero
que no es humano, sólo divino, y el orden cósmico es justamente el puente
que une el mundo humano al universo divino, la comunicación-comunión
entre los dioses y los pueblos: a través de sus poetas, artistas y sacerdotes.
La serpiente entre los griegos y los mexicanos es el ser fundacional, el
anillo dorado del Origen, representante del caos sagrado incomprensible e
inalcanzable para el humano. Sólo accesible a través de su humanización,
de su cosmización, de su compresión y diálogo demiúrgico. Así Apolo (dios
solar, redentor y mediador entre los Olímpicos y los humanos), que podemos
identificar con Quetzalcóatl, logra que la ninfa Telfusa, la pitón pitonisa, la que
conversa, la que reinaba solitaria en la Tierra, le entregue sus secretos y su don
profético. Su monstruosa revelación como la Coatlicue.
La serpiente del ser, la madre Tierra, el caos que domina al mundo antes
del ser humano, es al mismo tiempo el rayo (la pluma que escribe en la
página celeste), el ser divino que vive –ubicuo– en el cielo y el inframundo:
visión holística, sincrónica, efectivamente. Visión mítica poética. Cara unísona,
sinestésica, de la muerte y la fertilidad, la vida y el renacimiento . Puente
entre los dioses y los hombres, mensajera del cielo y del hades, de Xibalbá.
Hermes hermético, tridimensional. Quetzalcóatl asume ésta, por decirlo así,
“multiple”, holográmica Sincronicidad como una serpiente (símbolo de la
tierra) emplumada (símbolo de lo que se eleva, del cielo, del águila, del poeta).
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Como un dragón, el cielo es la tierra, lo de abajo, arriba. La vida, la muerte
y viceversa. Los espejos, las esculturas, los templos, reflejan su Sincronicidad,
su simultaneidad. Lo que va más allá de una simple causalidad, de una llana
casualidad. Lo que refleja la complejidad de lo acausal, que finalmente tiene
una causalidad sagrada, un tejido trascendente que como la mano suave y
bondadosa rilkeana, que a nada ni a nadie deja caer definitivamente (por
cierto, este gran poeta asistió a las conferencias de Carl Jung, “casualmente”
inducido por su “perversa” amiga rusa Lou Andreas Salomé, y Aby Warburg
el gran antropólogo, “genial inventor de una nueva ciencia de las imágenes”,
autor de El ritual de la serpiente –de los indios Hopi– buscó curar sus males
síquicos con esta conferencia legendaria, con los gurús de esta terapia del
renacimiento, en el hospital siquiátrico de un gran discípulo de Jung, Ludwid
Binswanger que estaba influido también por Heidegger y éste –con Rilke– por
Nietzsche, Hölderlin y los griegos).
La serpiente es el sexo femenino anillada, la madre tierra devorándonos, y
el sexo masculino: el falo de la resurrección, el rayo de la lluvia dorada de Zeus,
cópula, matrimonio, del cielo y de la tierra. En la escultura mesoamericana
danza la serpiente, creando una escritura parlante, un coro dionisíaco que
trasciende las lenguas.
La religión que Quetzalcóatl predicó fue la del más alto Arte, la de la Creación
de la creación. Alcanzar la iluminación, la trasformación de la serpiente en dragón,
de la muerte en inmortalidad, de humano en dios, del vacío en ser: a través de la
maestría del ser tolteca, el gran artista. Así –como el mundo griego imantado por
lo sagrado creativo– nuestro territorio se inundó de cantos, pinturas, escultura,
danza, arquitectura.
La visión-misión universal mesoamericana, altamente simbólica del
quincunce, formada por la revelación y la sincronía visual del poeta Bonifaz
Nuño, se transforma y revela en otra poeta como Iliana Godoy en la percepción
de la quinta dimensión transcendiendo la cuarta dimensión del tiempo. A
esta dimensión superior que salta como la mordedura vertiginosa de una
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Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.
serpiente, como develamiento, como una teofanía de lo inmortal, hacía sus
ojos que logran detener por un instante el tiempo, le llama Sincronicidad.
La Sincronicidad es el vértigo de la revelación, vértigo fijo: en la
escultura prehispánica detiene y contiene el tiempo que deja de trascurrir
transcurriendo y se trasmuta en pura eternidad. La serpiente enrollada es la
espiral cósmica, quincunce piramidal y quinta dimensión girando sobre sí
misma y desdoblándose. Visión dinámica, no estática. El quinto sol azteca
reflejado en el quincunce y en la quinta dimensión de la Sincronicidad, el mito
y la profecía, no es fin de mundo: es su despliegue mítico-cósmico para su
renacimiento.
En realidad lo que el escultor prehispánico esculpe es el libro del Universo,
el verso único, el uni-verso de la Unidad conteniendo y danzando el infinito
del múltiple Uno, así talla a la serpiente Mixcóatl , nuestra Vía Láctea, padre de
Quetzalcóatl. Esculpe el libro cósmico, el movimiento de las galaxias, la espiral
del cosmos desplegándose en una síntesis que quizá ninguna fórmula podrá
alcanzar en su altísima, monstruosa y maravillosa abstracción. Monstruosa
como la Coatlicue, la de la falda de serpientes, porque la palabra monstruo
viene del latín monstrare: lo que muestra, lo que revela.
No es una coincidencia, no una casualidad, que dos poetas hayan logrado
dar tan esencial aporte a la conciencia y conocimiento de nuestro arte
prehispánico. Su cerebro mítico y heidegerianamente shamánico los ha
preparado para esto desde un tiempo inmemorial, sincrónico (sin cronos).
Es decir son sembradores de las semillas, de la semiótica del renacimiento,
cumplen una misión trascendental, llegan con ella desde muy lejos. Para
poder lograr al fin la Forma del gran país que se ha formando y deformado
necesitamos de la interpretación sagrada. ¿Para qué poetas en tiempos de
penuria? Para esto, para preparar, construir, reconstruir la casa del ser, de los
dioses o del dios, su parusía, su llegada, con la palabra: la palabra mítica,
poética.
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Extranjeros al grito de guerrapor Abida Ventura
El liberal español Francisco Javier Mina, los irlandeses del batallón de San
Patricio, los soldados afroestadounidenses que apoyaron a Benito Juárez,
los belgas que acompañaron a Maximiliano. La presencia de extranjeros en las
distintas batallas desarrolladas en México fue común.
Pero, a decir de los historiadores, la Revolución Mexicana fue una especie
de “época de oro” para mercenarios, militares y “ciudadanos del mundo”,
que, atraídos por la recompensa o por ser simpatizantes, llegaron para sumer-
girse en la vorágine revolucionaria.
Ex militares, mercenarios, pilotos, periodistas, diplomáticos, la historia de
cada uno de estos personajes deja ver que el movimiento armado se desarrolló
gracias a la participación de un sinnúmero de protagonistas.
Por sus tácticas y experiencias en batallas extranjeras, destaca la partici-
pación de ex militares. Figura entre éstos José Peppino Garibaldi, nieto del
famoso héroe italiano Giuseppe Garibaldi, quien a su llegada a México, en
1911, se incorporó a las fuerzas maderistas. El militar, cuya participación en
varios combates en el estado de Chihuahua –entre ellos la primera Toma de
Ciudad Juárez–, le valió el grado de General, fue un fiel seguidor del “Apóstol
de la Democracia”.
“Garibaldi acompaña a Madero después de la renuncia de Porfirio Díaz y a
mediados de junio se va a Nueva York para hacer propaganda maderista entre
la comunidad italiana de esa ciudad, después vuelve al país, pero siempre
está a favor de los revolucionarios”, comenta Georgette José Valenzuela,
historiadora de la UNAM.
Pese a su audacia, la participación de Garibaldi en el movimiento era vista
con desdén, pues consideraban que era algo injusto y hasta pernicioso.
Historia
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Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.
“No lo quería Pascual Orozco ni Pancho Villa porque consideraban que era
innecesaria la participación extranjera, ni en el movimiento que derrocó a Díaz
ni en los que después se dan para luchar contra Orozco”, dice la historiadora.
De Siria a México
Entre las filas maderistas participó también Jacobo Harootian, un ex militar
armenio afincado en EU. Nacido en Alepo, comunidad armenia en el norte
de Siria, Harootian llega a EU para “hacer la América” y se enlista en el
ejército, relata el historiador Carlos Antaramián, quien actualmente realiza
una biografía y un documental sobre este personaje.
Tras su participación en las fuerzas armadas estadounidenses, Harootian
llega a México y se enlista en el Ejército Mexicano como Oficial de Sanidad.
Este armenio, que vivió en Zumpango del Río, en el estado de Guerrero,
cuya casa hoy ocupa el Ayuntamiento de ese municipio guerrerense, participó
en la Batalla de Zacatecas junto al general de división Luis Medina Barrón
como jefe principal y tenía a su mando casi dos mil hombres.
El historiador de El Colegio de Michoacán (Colmich) comenta que gracias
a la experiencia militar de Jacobo Harootian se logró la toma de la Plaza de
Iguala en mayo de 1911, un episodio clave para el triunfo de las fuerzas
maderistas en esa región.
“Sabemos que era militar, educado en Estados Unidos y aquí muchos de
los generales no tenían idea de lo que era el ejército, su experiencia militar fue
su carta de presentación”, destaca Antaramián, quien ha seguido los pasos
de este armenio-mexicano hasta la República Dominicana, donde Harootian
murió tras huir de México, al ser considerado traidor a la patria por sumarse
a las tropas de Victoriano Huerta.
Un poco más aventurera fue la experiencia de Ivar Thord-Gray, un sueco
que participó entre las filas de Pancho Villa. Mercenario al servicio de Estados
Unidos, Thord-Gray llegó incluso a escribir un diccionario inglés-tarahumara
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en el que manifiesta su simpatía por la cultura de ese pueblo indígena. La
historia de Thord-Gray, quien combatió al lado del Centauro del Norte durante
los primeros años de la convulsión social, es recogida por el historiador Adolfo
Arrioja Vizcaíno en el libro El sueco que se fue con Pancho Villa. De acuerdo
con Arrioja Vizcaíno, este “soldado de fortuna” se enroló en las guerras de su
tiempo por el simple gusto de participar en la actividad militar, ya que él no
tenía una ideología y sólo le interesaba “el arte de la guerra”.
Sobre el arte de la guerra, especialmente sobre los explosivos, entendía
muy bien el estadounidense Lester P. Barlow, un piloto militar e inventor de
explosivos que adaptó y equipó un tren para el transporte y mantenimiento
de los aeroplanos de la Flotilla Aérea de la División del Norte.
Tras la ruptura entre las facciones revolucionarias que se opusieron a
Victoriano Huerta, Barlow fue nombrado Jefe de Operaciones del segundo
Cuerpo Aéreo Villista, creado en 1915 para combatir a Venustiano Carranza
y compuesto por pilotos extranjeros.
Ciudadanos del mundo
Destacable fue también la participación de aquellos periodistas e intelectuales
que con sus escritos dejaron testimonio de la gesta revolucionaria.
Estos personajes, comenta la historiadora Georgette José Valenzuela, eran
como una especie de “ciudadanos del mundo” porque se dejaban llevar por
todo lo que estaba pasando en ese momento. Así como lo hizo David Alfaro
Siqueiros, al participar en la Guerra Civil Española, tomando las armas en
contra del franquismo.
“Son como ciudadanos del mundo en ese entonces, se interesan por la
lucha antiimperialista, por la lucha en beneficio de las mayorías, recordemos
que hay todo un caldo de cultivo que es toda la elaboración de libros y
cimientos, previos al movimiento armado”, comenta la historiadora.
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Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.
Considerado un denunciante de la miseria y explotación laboral que se
vivía en el país, el periodista estadounidense John Kenneth Turner fue un
combatiente en la Revolución Mexicana, no sólo con sus textos, sino también
con dinero y armas. El joven reportero, colaborador del periódico Los Angeles
Express y autor del libro México Bárbaro, apoyó el movimiento revolucionario
a través de la fracción magonista, otorgando dinero para comprar armas.
Destacable es también la participación de James Creelman, periodista
estadounidense que entrevistó en 1908 a Porfirio Díaz, y cuyos testimonios
recogidos para la Pearson’s Magazine son considerados un relevante
acontecimiento para el inicio del movimiento.
De la misma profesión, John Reed llegó a México como corresponsal de
guerra del Metropólitan Magazine, donde sus entrevistas y reportajes sobre la
Revolución tuvieron un gran éxito.
Reed acompañó a al jefe guerrillero Pancho Villa en sus ataques por el
norte del país, convivió con los soldados, conoció al presidente Venustiano
Carranza, y todas sus impresiones sobre la Revolución Mexicana las recogió
en el libro México insurgente.
Otro de los personajes destacables, no tanto por su participación
directa, sino por los datos y la visión que ofrece a través de sus diarios,
es Edith O’Shaughnessy, esposa del diplomático estadounidense Nelson
O’Shaughnessy, quien escribió el libro La esposa de un diplomático en México.
Importantes o no, las acciones de cada uno de estos personajes forman
parte del gran mosaico de actores que dieron vida a este acontecimiento
histórico del que festejamos 101 años.
Fuente: El Universal
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Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.
Directorio
INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA
DIRECTOR GENERALALFONSO DE MARIA Y CAMPOS CASTELLÓ
SECRETARIO TÉCNICOMIGUEL ÁNGEL ECHEGARAY
SECRETARIO ADMINISTRATIVOEUGENIO REZA SOSA
COORDINADOR NACIONAL DE MUSEOS Y EXPOSICIONESARTURO CORTÉS
DIRECTOR DEL MUSEO NACIONAL DE LAS CULTURASY DEL CORREO DE LAS CULTURAS DEL MUNDO
LEONEL DURÁN SOLÍS
EDITORMARIANO FLORES CASTRO
correodelasculturas@gmail.com
ÉSTA ES UNA PUBLICACIÓN DELCENTRO DE ESTUDIOS SOBRE LA DIVERSIDAD CULTURAL (CEDICULT)
DEL MUSEO NACIONAL DE LAS CULTURAS
©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS POR LOS RESPECTIVOS AUTORES DE LOS ARTÍCULOS, NOTAS Y FOTOGRAFÍAS.
MÉXICO, D.F., 1º DE NOVIEMBRE DE 2011
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