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INFORME MENSUAL DE ASESORÍA EXTERNA
Realizado por FUNDACION DECIDE
AL DIPUTADO GABRIEL BORIC FONT. CONTRATO (AE N° 018/002/2018)
junio 2018.
UNA CÁMARA DE DIPUTADAS Y DIPUTADOS CON
PERSPECTIVA DE GÉNERO
Fundación Decide
Abril 2018
Incorporar la perspectiva de género a la función legislativa es condición sine qua
non de la democratización del Congreso y, por consiguiente, de su legitimación.
Tener perspectiva de género supone que la Institución no reproduzca el orden social
que estructura la sociedad en dos géneros diferenciados, deviniendo lo masculino
como el género dominante frente a lo femenino. Supone, por ende, el diseño de la
función legislativa de tal manera que todas y todos sus miembros sean libres e
iguales, que nadie sea objeto de exclusión ni de discriminación.
El Congreso tiene una cultura y una infraestructura institucional decimonónica y
altamente masculinizada, que resulta hostil a la presencia femenina, de tal manera
que se las hace sentir como invasoras de un mundo que no les es propio.
Urge una transformación institucional que permita la modificación de prácticas e
instituciones, en otras palabras, de la cultura que se enquista desde tan antiguo en
el legislativo. Debemos diseñar un Congreso inclusivo, igualitario, y que permita el
libre desenvolvimiento de la discusión política y de la técnica legislativa.
Para determinar las medidas a tomar, resulta útil atender a los tipos de legitimidad
a los que está sujeto el Congreso, a saber: legitimidad orgánica-funcional,
legitimidad institucional-funcional, y legitimidad material o de contenido.
Legitimidad material o de contenido: este tipo de legitimidad dice relación que
sobre el contenido de la producción legislativa es posible predicar que representa
un ejercicio del poder del Estado que responde a la voluntad general y, por tanto, al
pueblo de Chile. Es decir, esta legitimidad busca juzgar el contenido de las leyes
promulgadas, de manera que al incorporarle la perspectiva de género debemos
evaluar el impacto que la legislación tiene en generar una sociedad más libre e
igualitaria.
Legitimidad institucional-funcional: este tipo de legitimidad está dada por la
configuración de la institución de tal manera que pueda cumplir con los propósitos
de la función legislativa. En lo fundamental, adoptar decisiones políticas que logren
representar el interés general y desempeñar ciertas labores de fiscalización. Al
incorporar la perspectiva de género en este tipo de legitimidad, debemos
preocuparnos en que la infraestructura institucional haga probable que la discusión
legislativa se acerque al bien común, y ello exige: utilización de lenguaje inclusivo,
prácticas parlamentarias que no adolezcan de sexismo, erradicación de conductas
que discriminen, humillen, excluyan y denigren, la promoción de la
corresponsabilidad social en la conciliación de las labores de cuidado, y que las
instancias de participación ciudadana sean paritarias.
Legitimidad orgánico-personal: es la legitimidad que dice relación con la
circunstancia de desempeñar una función pública. En el caso de las y los
parlamentarios, de tener un mandato de representación para legislar en pos del
interés general.
Si a este tipo de legitimidad se le mira desde la perspectiva de género, la
preocupación debe estar enfocada en cuanta representación tienen las y los
parlamentarios. Hoy las mujeres representan un 22,7 % de la Cámara, muy por
debajo de lo aceptable en un régimen que se pretende democrático. Ahora bien, la
preocupación no sólo debe radicarse en la composición del Congreso, sino también
debe extenderse al despliegue de las y los liderazgos en el funcionamiento de las
comisiones parlamentarias y en la mesa de la Cámara; es decir, en la distribución
de poder al interior del Congreso.
En lo que sigue, desarrollaremos algunas propuestas en orden a democratizar el
Congreso.
I. LEGITIMIDAD DE CONTENIDO. Legislación con perspectiva de
género
1. Concepto
En 1997, el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC, por
sus siglas en inglés) estableció el concepto de Incorporación de perspectivas de
género (gender mainstreaming) de acuerdo a la siguiente definición:
“Incorporar una perspectiva de género es el proceso de evaluar las implicancias
para las mujeres y hombres de toda acción planificada, incluyendo legislación,
políticas o programas, en todas las áreas y en todos los niveles. Es una estrategia
para hacer que las preocupaciones y experiencias tanto de hombres como de
mujeres sean una dimensión integral del diseño, implementación, monitoreo y
evaluación de políticas y programas en todas las esferas políticas, económicas y
sociales, de manera que hombres y mujeres obtengan iguales beneficios y la
desigualdad no se perpetúe. El objetivo final es obtener igualdad de género”.
Desde entonces diversos instrumentos han propulsado la igualdad de género a un
nivel central en la política internacional, con distintas herramientas y mecanismos
para su consecución. ¿Cómo afectan estos mecanismos a las legislaciones
nacionales? Si bien Chile prohíbe la discriminación por cualquier razón, no existen
mecanismos institucionales para medir, desde una perspectiva de género, los
efectos que una determinada legislación pueda tener. Además de ello, la prohibición
de discriminación no importa un mandato de promulgación de leyes y políticas que
fomenten la igualdad de género. Una legislación sensible a la perspectiva de género
debe incorporar ambos elementos.
Según la OSCE Office for Democratic Institutions and Human Rights, en su trabajo
Making Laws Work for Women and Men: A Practical Guide to Gender-Sensitive
Legislation, la perspectiva de género en la legislación:
1) No es sólo relativa a las mujeres, sino que busca la eliminación de los roles
de género predeterminados socialmente, los cuales afectan a hombres,
mujeres, LGBTQ, etc.
2) No busca solo la paridad de género, es decir, que haya la misma cantidad de
hombres que de mujeres, pues eso no ataca el centro del problema: la
insensibilidad a la problemática de género. Buscar paridad es un primer paso,
pero si se toma como la vara de medir la equidad de género, parece
insinuarse que las mujeres, sólo por el hecho de serlo, tienen incorporada la
perspectiva de género (y los hombres no). 1
3) Contribuye a la generación de políticas públicas basadas en la evidencia. Un
análisis de género examina la distribución de recursos entre hombres y
mujeres como impacto de las políticas públicas o leyes promulgadas, por lo
que proporciona una metodología de evaluación de las mismas.2
4) Aumenta la transparencia legislativa y las políticas de responsabilidad
(accountability).
5) Combate la discriminación.
6) Fomenta el crecimiento económico.3
2. Medidas
2.1. Criterios de evaluación de leyes
El que un proyecto de ley cumpla con criterios de igualdad de género depende de
una variedad de aspectos; evaluar su impacto implica:
a) Identificar beneficiarios directos e indirectos.
b) Establecer parámetros de medición.
c) Integrar actividades centradas en el género en el proyecto de ley.
d) Desarrollo de indicadores.
En Bélgica, por ejemplo, una ley del año 2007 señala que cada ley promulgada debe
haber pasado una “prueba de género” (gender test), según la cual para cada ley
que involucre una política pública se deben fijar estrategias y objetivos a largo plazo
de equidad de género, junto a un seguimiento y monitoreo posterior.4 Incorporar tal
“prueba de género” requeriría modificar los artículos 65 y subsiguientes de la
Constitución (“Formación de la ley”) y los artículos de las Leyes Orgánicas
Constitucionales de cada una de las Cámaras que reflejan los de la Constitución.
2.2. Institucionalidad
Para poder generar legislación con perspectiva de género, existen diversas
opciones en la literatura:
1 OSCE Office for Democratic Institutions and Human Rights, Making Laws Work for Women and Men: A Practical Guide to Gender-Sensitive Legislation, pp. 14ss. 2 Ibíd., p. 17ss. 3 Ibíd, pp. 18ss. 4 OSCE Office for Democratic Institutions and Human Rights, Making Laws Work for Women and Men: A Practical Guide to Gender-Sensitive Legislation, p. 39.
a) Establecer una Comisión parlamentaria permanente de género.
b) Establecer, dentro de la Comisión Biblioteca, una unidad especializada en
género, que provea servicios de investigación y de evaluación de impacto en
términos de género de proyectos de ley.
Cualquiera de estas dos instituciones (o ambas en conjunto) tendría la labor de
evaluar los proyectos de ley conforme a los criterios fijados anteriormente, a fin de
proponer indicaciones a las propuestas de normativa que no se acomoden a una
perspectiva de igualdad de género.
Sus facultades serían:
i) Conducir análisis de la legislación a partir de un enfoque de género,
monitorear el impacto de género de las leyes existentes.
ii) Realizar audiencias públicas para determinar el impacto de las leyes,
políticas y programas en mujeres y hombres, niñas y niños. A tales
audiencias pueden ser convocados los ministros u otros funcionarios del
Estado.
iii) Preparar reportes, incluyendo recomendaciones al gobierno u a otros
cuerpos del Estado.
iv) Examinar presupuestos y gastos públicos desde una perspectiva de
género.
II. LEGITIMIDAD INSTITUCIONAL-FUNCIONAL. Corresponsabilidad
1. Concepto
El Congreso es, en ciertos sentidos, un lugar de trabajo como cualquier otro, en el
que hombres y mujeres ponen a disposición su energía intelectual para conseguir
los fines propuestos por la institución. En otro sentido muy relevante, no es como
otros lugares de trabajo, pues “lo que se produce” son las leyes del país, por tanto,
las políticas públicas y de Estado que definen la vida en común. Así y todo, en el
Congreso trabajan hombres y mujeres, quienes deben dedicar parte de su día a
labores productivas en el lugar de trabajo, y otra parte del día a labores
reproductivas, es decir, cuidado del hogar o de la familia. Una concepción feminista
del Congreso debe representar los avances realizados en el ámbito general del
trabajo, incorporando nociones de corresponsabilidad y sistemas institucionales de
cuidado.
Actualmente se habla del concepto de “Corresponsabilidad” para referirse a “un
reparto justo de las tareas reproductivas, entendida como la percepción de los
miembros de la familia acerca de la asignación de tareas de manera justa que
favorezcan el desarrollo de las personas dentro de la familia y de la familia en sí
misma, considerando las capacidades, dificultades de la tarea y el tiempo de cada
cual”5. Las tareas reproductivas involucran el cuidado del hogar y, junto a ello, el
cuidado de la familia. Una corresponsabilidad efectiva busca reducir las horas de
trabajo que las mujeres dedican en promedio a las labores reproductivas,
aumentando consecuencialmente las de los hombres. Ello con el objetivo de lograr
que las mujeres puedan enfocarse en un mayor grado en las labores propiamente
políticas.
En lugares como el Congreso, donde históricamente ha habido un número más
reducido de mujeres (actualmente asciende a un 20%), existen desigualdades
institucionalizadas en la distribución del trabajo parlamentario, al establecerse
barreras de entrada a las mujeres que no existen para los hombres, por ejemplo, en
los horarios de trabajo, en los espacios de recreo, en las instalaciones dedicadas a
la familia.
2. Medidas
Siguiendo las recomendaciones del Parlamento Europeo para equidad de género6,
se propone:
a) Los horarios de trabajo del parlamento son extenuantes, lo que los hace
incompatibles con la vida familiar y el cuidado de hijos. Una primera medida
sería limitar esos horarios, buscando que empiecen temprano y evitando
votaciones a altas horas de la noche, o alineando los calendarios de sesiones
parlamentarias con el calendario escolar.7
5 Verónica Gómez Urrutia y Andrés Jiménez Figueroa, «Corresponsabilidad familiar y el
equilibrio trabajo-familia: medios para mejorar la equidad de género», Polis [En línea], 40 | 2015,
Publicado el 17 mayo 2015, consultado el 29 junio 2018. URL :
http://journals.openedition.org/polis/10784, p. 40. 6 European Interparliamentary Union. Plan of Action for Gender-sensitive Parliaments. Véase también Biblioteca del Congreso Nacional, “Parlamentos sensibles al género: un estudio de la Unión Interparlamentaria”, Minuta N° 35-12 y Biblioteca del Congreso Nacional, “La integración de la perspectiva de género en el Congreso Nacional”, Minuta N° 34-12. 7 Los períodos de sesiones están definidos en el artículo 5 de la LOC del Parlamento, y el artículo 66 del Reglamento de la Cámara de Diputados, y abarca el lapso comprendido entre el 11 de marzo de cada año y el 10 de marzo del año siguiente. Una vez instalada, la Cámara puede fijar su calendario de sesiones ordinarias. Los días y horas de cada semana también son materia de decisión interna de la Cámara. De acuerdo
b) Crear espacios dentro del edificio del Congreso para cuidado de niños, junto
con una sala familiar, de manera que los/as parlamentarios/as puedan estar
junto a sus familias durante el día, en los horarios en que no estén trabajando,
con el fin de hacer compatible la labor parlamentaria con la maternidad y
paternidad.8
c) Asegurar que los y las parlamentarias tengan períodos de pre y post natal.
En caso de no poder implementarse, permitir justificar cierta cantidad de
ausencias de las sesiones del parlamento durante los períodos normalmente
dedicados al pre y post natal.9
d) Dar la oportunidad a parlamentarias que estén amamantando de votar a
distancia. Actualmente existe la opción de parear los votos, permitiendo a las
parlamentarias ausentes tener algún grado de influencia en las votaciones,
pero en los casos en que eso no sea posible, se debería poder contar con
alguna de las medidas antes señaladas. El artículo 163 del reglamento de la
Cámara señala que las votaciones secretas se harán por medios
electrónicos. Nada impide que dichos medios se utilicen fuera del espacio
físico del hemiciclo pero dentro del Congreso, por ejemplo, en una sala
especialmente habilitada para mujeres amamantando, las cuales podrán
emitir sus votos a través de un terminal idéntico al que se use en el hemiciclo.
e) Hacer un análisis con perspectiva de género sobre la infraestructura del
Congreso, asegurando que las instalaciones sean adecuadas para hombres
y mujeres, y que los recursos estén equitativamente distribuidos. Tal tarea
deberá ser llevada a cabo por la Comisión de Régimen de la Cámara,
debiendo añadirse tal obligación al artículo 2° de la LOC del Congreso.10
al artículo 67, en la primera sesión de cada período (la sesión de instalación) se definen los días y horas de cada semana dedicados al trabajo parlamentario. 8 Biblioteca del Congreso Nacional, “Parlamentos sensibles al género: un estudio de la Unión Interparlamentaria”, Minuta N° 35-12, p. 4. 9 Para lo cual se debe añadir la causal al artículo 42, que hasta ahora sólo contempla las siguientes justificaciones: licencia médica, con impedimento grave, encontrarse realizando alguna gestión encomendada por la Corporación o alguna de las actividades propias de la función parlamentaria. 10 Actualmente señala que “Cada Cámara deberá tener una Comisión de Régimen encargada de la supervigilancia del orden administrativo e interno de los servicios de la respectiva Corporación”.
III. LEGITIMIDAD ORGÁNICA-PERSONAL. Representación de mujeres.
I. Paridad en el Congreso: Antecedentes y contexto del problema
Si bien es cierto que la Ley 20.840 de Reforma al Sistema electoral en nuestro país
facilitó un avance relativo en cuanto a la composición de género de nuestro
Congreso, Chile sigue estando lejos de la obtención de un estándar alto de igualdad
de género en cuanto a la representación y participación política de las mujeres en
las instituciones políticas de nuestro Estado. Esta ley, complementada en esta
materia por la Ley 20.900 para el Fortalecimiento y Transparencia de la Democracia
promulgada en el año 2016, que estableció que un 10% del financiamiento público
a los partidos debe estar destinado a fomentar la participación política de mujeres,
estableció el requisito de composición de las listas de candidaturas parlamentarias
en un 60%-40%, lo que, junto a los cambios socio-culturales que vienen
impulsándose en la sociedad chilena, permitió un aumento en la integración
femenina en el Congreso.
De este modo, se corroboró que efectivamente las cuotas funcionan como
mecanismo acelerador de la igualdad de género en las instituciones
representativas: de un 15,8% de representantes femeninas se aumentó a 22,6% en
la nueva Cámara de Diputados (de 19 a 35 diputadas, en un total de 155 escaños)
y a 23,3% en el Senado (de 6 a 10 senadoras, en un total de 43 escaños). Además,
se comprobó la competitividad real de las candidaturas de mujeres, tal como se
detalla en el Informe de Comunidad y Mujer, Mujer y política: Resultados y hallazgos
de las cuotas de género en las Elecciones Parlamentarias 2017.
En un sentido comparativo, hay que señalar que en el ranking mundial elaborado
por la Unión Interparlamentaria (UIP) que sistematiza información de la participación
de las mujeres en los poderes legislativos de 193 países, Chile se posicionaba en
el lugar 129, subiendo al puesto 8111. En la comparación a nivel continental
americano, el promedio de mujeres en los parlamentos es de 27.8% (Unión
11 Ver también la recopilación del Banco Mundial sobre participación de mujeres en parlamentos, en https://datos.bancomundial.org/indicador/SG.GEN.PARL.ZS?view=chart
Interparlamentaria, datos de diciembre 2016), lo que la transforma en la región del
mundo que tiene el porcentaje más alto de mujeres en los parlamentos. Los países
de la región que cuentan con una mayor proporción de mujeres parlamentarias son
en la actualidad Bolivia (53.1% de mujeres en la cámara baja; 47.2% en la cámara
alta), seguido por Cuba (48.9%, unicameral) y Nicaragua (45.7%, unicameral), todos
estos, con leyes de cuotas para la integración de sus parlamentos.
A mayor abundancia, y para visualizar la profundidad de la disparidad de género,
es pertinente señalar que, a nivel mundial, la participación de las mujeres en los
órganos legislativos alcanzó el 23,4% en 2017, solo un 10% más que en 2000. Esta
lentitud en el avance hacia una igualdad de género real muestra la necesidad de un
mayor compromiso político en esta materia, y por tanto, del análisis e
implementación de medidas que aumenten la participación política y el
empoderamiento de las mujeres en las sociedades actuales12.
II. Las distintas políticas de cuotas y paridad de género
Uno de los mecanismos institucionales de mayor utilización para propender a la
composición de género en las instituciones representativas y el poder político han
sido las cuotas de género. En general, puede señalarse que este mecanismo es
una herramienta con la que se busca obtener una igualdad efectiva entre diferentes
grupos sociales en el acceso a cargos de decisión o elección popular,
representando medidas de acción positiva fundamentadas en el supuesto,
comprobable de diversas maneras en la realidad efectiva de nuestras sociedades,
de que existen desequilibrios que impiden una igualdad de oportunidades y de
resultados efectiva entre los distintos grupos e individuos que componen las
sociedades13.
En lo referido especialmente a las cuotas de género, éstas pueden ser clasificadas
de distinta forma, en función de su regulación (cuotas establecidas por ley o
establecidas voluntariamente por los partidos políticos), y del ámbito en el cual se
pretende cambiar la proporción entre géneros (entre los precandidatos, entre los
12 Datos extraídos de web de los “Objetivos de Desarrollo del Milenio”, https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/gender-equality/ 13 Ríos Tobar, Marcela (ed.). 2008. Mujer y Política. El impacto de las cuotas de género en América Latina, p.15.
candidatos o entre las personas electas). Con fin de sistematizar el tipo de políticas
que tienden a la integración igualitaria de órganos representativos, se puede
agrupar a éstas en tres tipos de medidas:
1. Cuotas de partidos políticos: los partidos se auto-imponen obligaciones sobre
la composición de género de sus directivas y/o de sus listas de candidatos. Están
establecidas en la normatividad interna de un partido, aun cuando no existe una
obligación legal para ello. Han sido practicadas, en general, en países de la Europa
Occidental. Ejemplos: Alemania, Noruega y Suecia.
2. Leyes electorales de cuota: se norma la composición de género de las listas de
candidatos, estableciendo un porcentaje mínimo de lugares en las listas de
candidatos para el género subrepresentado. Algunos países las incluyen a nivel
constitucional (México, Nepal, Filipinas y Uganda) o en la legislación electoral
(Bélgica, Eslovenia y Francia). Es, en general, el mecanismo utilizado en América
Latina, África y Europa.
3. Escaños reservados: se establece un número de escaños que deben ser
ocupados por mujeres, lo cual implica excluir de la competencia general un
determinado número de escaños, reservándolos para una competencia exclusiva
entre las candidatas mujeres. Bajo este formato, se establecen listas electorales
separadas para las mujeres, designando distritos separados para las candidatas
femeninas, o con la asignación de escaños femeninos a los partidos de acuerdo a
su proporción en el voto popular14. En general, han sido establecidas en países de
Asía, África y del Medio Oriente, es decir, en países con una baja participación
política de las mujeres, y la mayor parte de las veces, estableciendo una proporción
baja para la reserva de escaños (con excepciones, por ejemplo, como la de
Tanzania o Ruanda, con un 30%, éste último país, actualmente el con mayor
presencia de mujeres en su parlamento en el mundo). Otros ejemplos son las
regulaciones en Jordania, Ruanda y Uganda, en todo caso, con umbrales de
proporción obligatoria generalmente bajos, pero con casos de países que se ubican
entre los con mayor presencia de mujeres15.
14 Ríos Tobar, Marcela (ed.). 2008. Mujer y Política. El impacto de las cuotas de género en América Latina, p.29-30. 15 Para algunas referencias del caso ruandés y otros casos referenciales, ver nota ¿Cuántas mujeres hay en los parlamentos del mundo?, https://www.dw.com/es/cu%C3%A1ntas-mujeres-hay-en-los-parlamentos-del-mundo/a-37847702
En Chile se ha establecido una “ley electoral de cuotas” o criterio de paridad de
género en la conformación de las listas parlamentarias, estableciéndose que en las
listas de candidaturas al Congreso, el porcentaje total de un género no puede ser
menor al 40% y superior al 60%. Con esto se obliga a los partidos políticos a reforzar
la presencia de mujeres como candidatas. Además, se establece un incentivo
económico extra para los votos obtenidos por representantes femeninas.
Es menester señalar que la incorporación de cuotas de género en el nuevo Sistema
Electoral Proporcional e Inclusivo, hace parte de una tendencia creciente en la
mayor parte de los países del mundo y la región, a la que Chile se une con una
relativa tardanza. El primer país del mundo en incorporar cuotas por ley fue
Argentina, en 1991. Posteriormente, en los años '90s se suman ocho países más
de América Latina y actualmente son cerca de 15 naciones de la región las que las
han incorporado. En todos los casos, la representación de mujeres en los
respectivos congresos ha aumentado de manera significativa, con proporciones
superiores al 25%, por lo que puede señalarse que nuestro país viene a la zaga de
una tendencia que en buena parte de los países de nuestra región han tenido
avances muy mayores.
III. Algunas conclusiones preliminares
Conforme a la evidencia comparada y la revisión del debate en torno a esta materia,
puede señalarse que las políticas de cuotas son, de modo general, medidas
efectivas de avace en una igualdad sustantiva de género en las instituciones de
representación política, y en particular, en los parlamentos. También, puede
concluirse que, de modo general, es la acción combinada de aplicación de cuotas
de género, en conjunto con otras medidas y prácticas, las que aseguran una
efectividad mayor en tal avance, por ejemplo, al complementar medidas que
atienden a la regulación y práctica intra partidaria o dentro de las coaliciones
políticas, con mecanismo de cuotas en la conformación de las listas de candidaturas
parlamentarias.
Es significativo también señalar que en algunos contextos se ha dado un debate en
torno a la idoneidad de las políticas de cuotas, donde sectores conservadores las
han atacado por estar eventualmente en contravención con los principios de
igualdad, participación democrática igualitaria, o en general por venir a distorsionar
la regla de mayoría16. En todo caso, tales objeciones han sido por lo general
contestadas de manera eficaz por las fuerzas y actores promotores de la
profundización de estas medidas17.
Por otra parte, mirando los países de mayor presencia femenina en la composición
de sus respectivos parlamentos, puede concluirse que en estos hay una
combinación de factores en los que si bien incide la regulación constitucional o legal
de algún tipo de cuotas de género, y sobretodo, una combinación entre los distintos
tipos de éstas, existen también factores sociales, culturales, históricos y políticos
que tienden a aquello, como lo es, por ejemplo, la obtención de un consenso general
en torno a la importancia de la igualdad de género a causa de una crisis general
(caso de Ruanda y otros países africanos azotados por guerras y caotización de sus
sociedades), países de alta participación política democrática en general (Islandia,
Bolivia), o donde se tiene regímenes particulares donde la alta representación
femenina ha sido impulsada por la fuerza en el Gobierno (Cuba), o esto último en
conjunto con sectores de la sociedad civil (Nicaragua).
Conforme a lo señalado, se hace necesario evaluar la norma de composición de
listas parlamentarias conforme a la proporción mínima de 60/40, avanzando hacia
una paridad de 50/50, siguiendo a las regulaciones de países que han tenido
avances de mayor alcance en esta materia (Ver cuadro adjuntado al final de este
documento).
IV. Propuestas de organización interna conforme a criterios de paridad de
género
16 Un ejemplo de esto, en Báez, Carlos, Gilas, Karolina (2017), Paridad de género: entre acceso a las listas y acceso a los cargos, p. 7. En este artículo se sintetiza el argumento recurrente en contra de los escaños reservados a mujeres (p.8): “[E]l género es una categoría transversal, presente en todo el espectro de la escena política, por lo que las cuotas son una medida apropiada para fomentar la representación política de las mujeres; los escaños reservados son un mecanismo adecuado para la representación de los grupos étnicos. Al contrario, el uso de escaños reservados para las mujeres y cuotas para los grupos étnicos no conduce a resultados positivos, como lo demuestran los casos de India y Perú, respectivamente. Finalmente, es importante señalar que los países democráticos no suelen recurrir a los escaños reservados para las mujeres, debido a su dudosa compatibilidad con los principios de elección democrática y representación popular”. 17 Un buen resumen de la estructura argumentativa de ambas posiciones, en Ibarra C., Jesús, Cuota de genero vs. Regla de mayoría: el debate constitucional, 2013.
En cuanto a la organización interna del Congreso, y en particular de la Cámara de
Diputados, debieran evaluarse las siguientes materias:
1. En el Reglamento de la Cámara de Diputados:
a. En el Libro Primero, Título I, § 4°, relativo a la integración de la Mesa de la Cámara
(artículo 45°). Habiendo un Presidente y dos Vicepresidentes, debiera exigirse al
menos una mujer en la Mesa, o la adición de un integrante más sumado a la
exigencia de integración 50% y 50%.
b. En el Libro Primero, Título I, § 6°, relativo a los Comités Parlamentarios, en la
elección de sus respectivos jefes (artículo 56, inciso 5°), podría proponerse la
elección de dos jefes por cada comité, de manera paritaria.
c. En las distintas comisiones reguladas en el Libro Segundo, Título II: Comisiones
Permanentes, Unidas y Mixtas, la Comisión de Régimen Interno y Administración, y
la Comisión de Hacienda, con respecto a sus respectivas presidencias, tratadas en
el § 8°, y en particular en cuanto a su integración establecida en el artículo 216,
puede evaluarse la consagración de criterio de paridad para su elección,
estableciendo de antemano una integración paritaria conforme al criterio 50/50,
tanto para sus titulares, como también, eventualmente, estableciendo un cargo de
suplente bajo el mismo criterio de paridad, terminando así con la particular
regulación actual de su suplencia (“Por ausencia o renuncia del presidente, ejercerá
sus funciones el último que haya desempeñado tal cargo. A falta de tal, el diputado
que lo hubiere sido durante el mayor número de períodos legislativos consecutivos;
y, en igualdad de condiciones, el que tenga precedencia en el orden alfabético,
precedencia que regirá también si ninguno de los miembros de la comisión ha
formado parte de ella o de la Cámara”, artículo 239 del Reglamento).
d. En la regulación de las Comisiones Especiales Investigadoras del Libro Tercero,
Título III, en particular en cuanto a su integración, establecida en el artículo 313,
estableciéndose un criterio de paridad, que por la especialidad de estas comisiones,
podría ser estableciendo un mínimo de 40% para el género de menor
representación.
e. En cuanto a la Comisión de Ética y Transparencia regulada en el Libro Cuarto del
Título III, que hace referencia al citado artículo 216.
f. En la incorporación del criterio de género en las normas del Reglamendo que
regulan el concurso público de los funcionarios del Congreso señalados en el Libro
Quinto del Título Cuarto (funcionarios/as de planta, artículo 375); y del Secretario/a,
Prosecretario/a y Secretario/a Jefe de Comisiones, en cuyos cargos podría
determinarse de antemano su integración al menos con una mujer en algunos de
los cargos, y la elección de sus cargos de suplencia, bajo norma de paridad 50/50,
terminando con la designación en casos de ausencia, imposibilidad o permiso, hoy
entregados a criterio de la Mesa (artículo 380).
2. En la Ley Orgánica Constitucional del Congreso Nacional:
a. En el Título VII, relativo al Consejo resolutivo de asignaciones parlamentarias
(artículo 66), la incorporación de un criterio de paridad mínimo, que atendida la
composición prefigurada que éste órgano tiene en la actualidad, debiera tener al
menos una integración de un 30% o 40% de mujeres, o bien proponer modificarse
su integración establecida en la norma mencionada.
b. En el mismo Título VII, relativo al Comité de auditoría parlamentaria, su
integración bajo norma de paridad 50/50, modificándose para este efecto el artículo
66A de la LOC.
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