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INTRODUCCIÓN
El Antiguo Testamento fue escrito para gente de otra época y no nos rige como la ley de
Dios vigente ahora. Vivimos en la edad cristiana y para ser salvos tenemos que obedecer las
palabras de Cristo, enseñadas en el Nuevo Testamento. Entonces, ¿por qué debo preocuparme
del estudio del Antiguo Testamento? ¿Cuál es el verdadero valor del Antiguo Testamento
para nosotros hoy en día? Estas son preguntas muy importantes que debemos contestar. En
esta lección queremos intentar a dar una respuesta bíblica y también dar unas pautas de cómo
interpretar el Antiguo Testamento.
I. ¿POR QUÉ SE DEBE ESTUDIAR EL ANTIGUO TESTAMENTO?
A. Es parte de nuestra Biblia y abarca el 75% de la Biblia completa
Ignorarlo sería ignorar tres cuartas partes de ella. Toda la Biblia es Lámpara a nuestros
pies y lumbrera en nuestro camino y toda es preciosa para nosotros.
B. Dios no ha cambiado desde los días del Antiguo Testamento
Algunos lo ven en el AT como un Dios de Enojo y Juicio, y en el NT como un Dios de
Amor. Pero el AT lo describe como “el Dios de Justicia y Amor” (Deuteronomio 4-6 ;
Jeremías 9:23-24). Pablo conocía el AT y se refirió a El como “Padre de Misericordias” 2
Corintios 1:3).
C. Es la semilla y la planta de la cual creció el fruto del NT
Nos muestra el trasfondo que necesitamos para comprenderlo. Juan el Bautista llamó a
Jesús “El Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). Podemos
comprender la frase completa cuando leemos el AT.
D. Para entender mejor el Nuevo Testamento
1. Conviene recordar que Jesús y los apóstoles eran judíos y conocían bien el Antiguo
Testamento, y la gente con quien hablaba Jesús tenían también estos trasfondos para entender
sus palabras.
2. Conviene recordar que el Nuevo Testamento fue escrito principalmente por medio de
judíos a otras personas que tuvieron mucho conocimiento del Antiguo Testamento.
3. Conviene recordar que el Nuevo Testamento usa muchos ejemplos del Antiguo Testamento
y hace muchas referencias a ello.
E. Porque fue escrito y preservado para ayudarnos
1. Así enseñó Pablo a los cristianos en Roma en Romanos 15:4.
2. Así enseñó Pablo a los cristianos en Corinto en 1 Corintios 10:1-14.
F. Para entender mejor el carácter de Dios
1. El carácter de Dios nunca cambia. Dios sigue siendo un Dios de misericordia, amor,
justicia y paciencia y nunca cambiará. Este concepto nos llena de alegría porque no tenemos
que temer los caprichos de un Dios que hoy está alegre y mañana estará de mal humor, como
los dioses que los griegos y romanos adoraron.
2. Entonces todas las cualidades que Dios mostró en el Antiguo Testamento, como su amor,
paciencia, ira con los israelitas, siguen siendo sus cualidades.
3. Así podemos apreciar que Dios también tiene paciencia para con nosotros, pero hay límites
a su paciencia y misericordia. ¿Quién puede leer el libro de Oseas y no sentir la profunda
herida que dejó el pueblo judío en el corazón de Dios y el gran amor que tuvo para con ellos?
¿Cuántas veces perdonó Dios los israelitas y los salvó de sus opresores en el libro de Jueces?
4. A pesar de lo anterior mucha gente ha mal interpretado pasajes como Malaquías 3:6 y
Hebreos 13:8 para enseñar que Dios no ha cambiado sus leyes y debemos guardar el Antiguo
Testamento hoy en día. Sin embargo, un estudio cauteloso demuestra claramente que esto no
es lo que el autor quería decir.
G. Para entender mejor el carácter del hombre
1. A través de la interacción entre Dios y el hombre en las historias del Antiguo Testamento
el hombre de hoy puede alcanzar un mejor entendimiento de cómo es el carácter del ser
humano, para evitar errarse.
2. El Nuevo Testamento usa ese hecho muchas veces:
a. 1 Corintios 10:1-14
b. Hebreos 3:7 - 4:3
c. Hebreos 11:1-40
H. Para entender mejor todo el plan de Dios para salvar al hombre
1. Es cierto que en muchos aspectos el hombre ha cambiado bastante durante los últimos tres
mil años, pero también es cierto que en otros aspectos seguimos siendo iguales a nuestros
antepasados.
2. Muchas veces es fácil para nosotros juzgar a ellos por sus pecados e incredulidad, pero
cuando nos miramos bien a nosotros mismos encontramos que no somos tan diferentes a ellos
como nos gustaría pensar.
a. Romanos 3:9-26
b. Gálatas 3:15-29
3. A través de un estudio cuidadoso del Antiguo Testamento podemos entender mejor todo lo
que Dios estaba haciendo durante los siglos para poder llevar a cabo su plan eterno para la
salvación del hombre, por medio del sacrificio de Cristo.
II. ALGUNAS PAUTAS PARA LA INTERPRETACIÓN DEL ANTIGUO
TESTAMENTO
A. Hay que fijarse en la época en la cual el libro fue escrito para poder interpretarlo.
1. Especialmente en el Antiguo Testamento es de suma importancia saber el contexto
histórico para entender el libro o pasaje.
2. Para entender libros como Esdras o Amós debemos saber en qué época fueron escritos y a
qué grupo de personas fueron dirigidos.
B. Debemos reconocer que los libros no siempre siguen un orden cronológico.
1. A veces los libros del Antiguo Testamento están agrupados por temas en vez de por orden
cronológico.
2. En algunos libros ni los capítulos corresponden al orden cronológico en que sucedieron los
hechos narrados.
C. Hay que examinar bien el contexto del pasaje.
1. Leer los versículos antes y después del pasaje bajo consideración. Esto puede ayudar
mucho en entenderlo.
2. También hay que estar seguro de interpretar una unidad completa y no sólo una porción de
un texto más completo. El texto bajo consideración debe tener principio y fin y representar
una unidad completa en sí.
D. No debemos aplicar la moralidad cristiana a la gente del Antiguo Testamento.
1. Génesis 9:18-29
2. Génesis 19:5-8
Entonces podemos concluir que el estudio y el entendimiento correcto del texto del
Antiguo Testamento puede servirnos para que mejor conozcamos tanto a Dios como a
nosotros mismos como hombres. También permite que entendamos con más claridad el amor
de Dios para con nosotros y su gran esfuerzo para salvarnos. Sin embargo, para lograr el
entendimiento correcto tendremos que aplicar con cuidado las pautas que hemos ido
estudiando anteriormente, reconociendo algunos aspectos de la naturaleza de la literatura que
estamos leyendo como también las épocas en las cuales fueron escritas esas palabras.
También tendremos que mantener en mente la diferente moralidad del tiempo del Antiguo
Testamento, algunas características de la poesía y la profecía hebrea, y las pautas que el
Nuevo Testamento nos puede dar para entender con más claridad el texto del Antiguo
Testamento. En fin, no debemos llegar a conclusiones o entendimientos que son diferentes a
los de los apóstoles, siendo ellos inspirados por el Espíritu Santo.
EL CANON DEL ANTIGUO TESTAMENTO
La palabra canon viene del griego, a través del latín, y significa literalmente una vara
recta, de donde viene el sentido de norma, o regla en sentido figurado. Es el sentido en que la
usa Pablo en 2 Corintios 10:13. Llegó a tener otras acepciones. Por ejemplo, en el siglo 2
A.D. significaba la verdad revelada, la “regla de fe”. En su sentido específico de “lista”,
“índice” o “catálogo” de libros sagrados, oficialmente reconocidos por las autoridades
religiosas como normativos para los creyentes, con exclusión de los demás, canon es un
término de origen cristiano. Aparece primeramente en la literatura patrística del siglo 4 A.D.
El concilio de Laodicea (363) habla ya de “libros canónicos”. Atanasio (367) se refiere a
ellos como “canonizados”. Es al parecer Prisciliano (380) quien por primera vez usa “canon”
como sinónimo de Biblia, la cual consiste, para los judíos, de lo que los cristianos llamamos
Antiguo Testamento, y para nosotros, de éste y del Nuevo Testamento.
Algunos conceptos previos:
Revelación: La palabra «revelación» puede tener significado activo o pasivo, según se refiera
a la acción de revelar o dejar al descubierto, o bien a aquello que se revela o se deja al
descubierto. Antiguamente, se acentuaba el sentido activo; las revelaciones se hallaban en las
comunicaciones de Dios con las personas: por medio de vis iones que daba, palabras que
pronunciaba u obras que realizaba. Según el énfasis más reciente, la revelación se halla en
determinados acontecimientos históricos que han sido reconocidos como obras de Dios. La
perspectiva bíblica abarca ambos elementos. En palabras de un estudioso, uno «ve en el
acontecimiento histórico y comprende por la palabra de Jehová».
Inspiración: Es la obra del Espíritu Santo en las formas, en las etapas, por los medios y en la
medida en que fuera necesario para garantizar que el propósito redentor de su revelación
fuera efectivamente accesible.
Relación entre Inspiración y Revelación. Desde la perspectiva bíblica, inspiración es la
acción del Espíritu de Dios sobre hombres santos de tiempos antiguos para que manifiesten
con exactitud la revelación en sus formas oral y escrita. Revelación es la acción de Dios de
dar a conocer su persona y su voluntad. La inspiración es la obra de Dios para garantizar que
la revelación se transmita a los demás y finalmente se escriba con precisión.
Significado de Canon:
• Norma o medida de la verdad religiosa.
• Canónico significa todo el contenido de las Escrituras; la lista o catálogo de los
libros que componen la Biblia. La norma escrita reconocida por la Iglesia de los
libros inspirados y, por tanto, normativos para ella.
Reconocimiento de la Canonicidad:
a) Inspiración divina.
b) Apostolicidad en el caso del N.T. y Profetismo en el A.T. que son la garantía de la
inspiración divina requerida.
c) Unidad de la doctrina, que se deduce de los puntos anteriores y en su consecuencia.
d) Autenticidad, es decir, genuinidad del escrito en cuanto a paternidad que se atribuye,
fecha, etc., a prueba de la crítica honesta.
¿Cuántos libros componen el Antiguo Testamento?
En la Biblia Hebrea hay 39 libros. Todas las Biblias cristianas incluyen estos 39 libros
como parte del Antiguo Testamento, pero algunas ediciones contienen materiales adicionales,
que reciben nombres diversos tales como los libros “Apócrifos” o libros “Deuterocanónicos”.
La mayoría de éstos fue escrita en griego durante los siglos que precedieron de modo
inmediato a la era cristiana, y jamás llegaron a formar parte de la Biblia Hebrea. Las distintas
ediciones del Antiguo Testamento pueden contener un número distinto de tales libros, si bien
la mayoría incluye los siguientes: Tobías, Judit, Sabiduría de Salomón, Sabiduría de Ben Sira
o Eclesiástico, Baruc, 1·2 Esdras, Epístola de Jeremías, 1-2 Macabeos, Oración de Manasés,
Salmo 151, y adiciones diversas a los libros de Ester y Daniel.
También se considera como libro deuterocanónico o apócrifo al libro de Enoc, en donde
aparece toda la historia de la humanidad resumida, al igual que el evangelio de Judas, la
Epístola de Bernabé y el Libro de Jaser.
Lenguas originales del Antiguo Testamento:
Fueron las Lenguas semíticas Hebreo y Arameo.
Lenguaje Semítico del Antiguo Testamento
Semítico del Este
Semítico del Norte
Semítico del Oeste
Semítico del Sur
Babilónico
Asirio
Arameo
Amorreo
Cananeo
Moabita
Fenicio
Ugarítico
Hebreo
Arabe
Etíope
Arabe antiguo del sur
Nuestra Biblia está conformada en el Antiguo Testamento de la siguiente forma:
17 Libros de Historia
5
Libros de
Sabiduría
17 Libros de Profecía
La Ley
(Pentateuco)
Antes del
Cautiverio
Después
del
Cautiverio
Profetas
Mayores
(Básicos)
Antes del
Cautiverio
Después
Cautiverio
Génesis
Exodo
Levítico
Números
Deuteronomio
Josué
Jueces
Ruth
1 Samuel
2 Samuel
1 Reyes
2 Reyes
1 Crónicas
2 Crónicas
Esdras
Nehemías
Ester
Job
Salmos
Proverbios
Eclesiastés
Cantar de
los
Cantares
Isaías
Jeremías
Lamentaciones
Ezequiel
Daniel
Oseas
Joel
Amós
Abdías
Jonás
Miqueas
Nahúm
Habacuc
Sofonías
Hageo
Zacarías
Malaquías
EL ANTIGUO TESTAMENTO El Antiguo Testamento se formó en el devenir de la historia del pueblo de Israel. Su
mensaje hace referencia a acontecimientos concretos y a relatos históricos. Sin embargo, su
objetivo es presentar el testimonio de la fe de un pueblo. La finalidad de los escritos bíblicos
no es hacer un recuento detallado de los sucesos de Israel sino preservar, afirmar y celebrar la
fe de este pueblo, que progresivamente se comprenderá así mismo como “Pueblo elegido”.
Aunque la escritura de Israel se desarrolló formalmente durante la constitución de la
monarquía (en torno al 1030) los recuerdos de épocas anteriores se mantenían y transmitían
de forma oral, de generación en generación. Esos relatos orales los redactaron posteriormente
diferentes personas y grupos del pueblo, para preservar las narraciones que le daban razón de
ser, y para contribuir a la identidad nacional y su auto comprensión como nación.
El Antiguo Testamento fue la Biblia que tuvo Jesús y con frecuencia hizo referencia a
este. Entre las verdades que Jesús mencionó están:
Profetas Menores
El Pentateuco
Los primeros cinco libros del Antiguo Testamento -Génesis, Exodo, Levítico, Números y
Deuteronomio- se denominan «Pentateuco». La palabra proviene del griego pentáteuchos,
«(libro) de cinco volúmenes», que refleja el nombre judío, «las cinco quintas partes de la
ley». Los judíos lo llaman Torá («enseñanza»), que a menudo se traduce «Ley», tal como se
lo llama en el Nuevo Testamento (gr. námos; p.ej., Mateo 5.17; Le. 16.17; Hechos 7.53; 1
Corintios 9.8). Esta era la parte más importante del canon judío, a la que se le atribuía mucho
más autoridad y santidad que a los Profetas y los Escritos.
Los Libros Históricos
1. Complementan la historia contenida en el Pentateuco.
2. Período histórico de ~ 1,000 años, desde la conquista de Canaán (1,400 AC.) hasta la
reedificación de las murallas y el templo de Jerusalén después del cautiverio (~ 400
AC).
3. Hacen comprensibles algunos Salmos y libros Proféticos. Salmos 51 cp. 2 Samuel 12;
o Isaías 1.
4. Iluminan las verdades del NT. (Lucas 4:24)
5. Enseñan grandes lecciones morales y espirituales. (Hebreos 11; Santiago 5:17)
6. Se manifiesta el carácter personal de Dios en su trato con su pueblo escogido.
a. A través de encuentros personales y sucesos que muestran su Justicia, su juicio,
su gracia, su amor, su misericordia, etc.
7. Denotan el protagonismo del Dios de la Historia. (2 Reyes 19:35)
Jesús confirmó que Escritura
Dios creó a Adán y a Eva. Mateo 19:4
Caín mató a Abel. Mateo 23:35
Un diluvio destruyó el mundo en los días de Noé. Lucas 17:27
Dios juzgó a la esposa de Lot y a Sodoma. Lucas 17:28-32
Dios habló a Moisés por medio de una Zarza
ardiente. Lucas 20:37
Dios dio a los israelitas pan del cielo. Juan 6:32, 48
Elías hizo milagros Lucas 4:26
Jonás estuvo en un pez grande por tres días. Mateo 12:40
Daniel profetizó la verdad Mateo 24:15
Los Libros Proféticos
Los Libros proféticos del Antiguo Testamento forman un grupo de escritos bíblicos
atribuidos a los profetas, es decir, a hombres inspirados por Dios para hablar en Su nombre y
transmitir al pueblo sus enseñanzas.
En el Cristianismo, se consideran proféticos a los libros comprendidos entre Isaías y
Malaquías (último del Antiguo Testamento).
Los Libros Poéticos
Cinco unidades literarias conocidas como los libros poéticos son: Job, Salmos, Proverbios,
Eclesiastés y el Cantar de los Cantares. Ninguno de ellos puede ser clasificado debidamente
como libros de carácter histórico o profético. Como parte del canon del Antiguo Testamento,
proporcionan una adicional perspectiva de la vida de los israelitas.
El Período de Los Principios Los interrogantes acerca del origen de la vida y de las cosas han tenido siempre un lugar
en el pensamiento humano. Los descubrimientos del pasado, tales como el de los Rollos del
mar Muerto, no solo son un reto para el estudioso, sino que también fascina al laico.
El Antiguo Testamento provee una respuesta a la interrogación del hombre por lo que
respecta al pasado. Los primeros once capítulos del Génesis exponen los hechos esenciales
respecto a la Creación de este Universo y del hombre. En el registro escrito del proceder de
Dios con el hombre, estos capítulos penetran en el pasado más allá de lo que ha sido
establecido o corroborado definitivamente por la investigación histórica. Con razonable
seguridad, sin embargo, el evangélico acepta inequívocadamente esta parte de la Biblia como
el "primero" (y el único auténtico) relato de la Creación del Universo por Dios.
Los capítulos iniciales del canon son fundamentales para toda la revelación expuesta en el
Antiguo y Nuevo Testamento. En toda la Biblia hay referencias a la creación y temprana
historia de la humanidad tal como se expone en estos capítulos introductorios.
¿Cómo deberemos interpretar esta narración del principio del hombre y su mundo? ¿Es
mitología, alegoría, una combinación contradictoria de documentos, o la idea de un solo
hombre acerca del origen de las cosas? Otros escritores bíblicos la reconocen como una
narración progresiva de la actividad de Dios al crear la tierra, los cielos y el hombre. Pero el
lector moderno debe guardarse de leer más allá de la narración, interpretándola en términos
científicos, o asumiendo que es un almacén de información sobre ciencias recientemente
desarrolladas. Al interpretar esta sección de la Biblia —o cualquier otro texto a tal objeto—
es importante aceptarla en sus propios términos. Sin duda alguna, el autor hizo uso normal de
símbolos, alegorías, figuras del lenguaje, poesía y otros recursos literarios. Para él, al
parecer, constituyó un registro sensible y unificado del principio de todas las cosas, tal como
le habían sido dadas a conocer por Dios mediante medios humanos y divinos.
El tiempo comprendido por este período de los principios no se indica en ningún lugar de
las Escrituras. En tanto el punto terminal —el tiempo de Abraham— se relaciona con la
primera mitad del segundo milenio, los demás acontecimientos de esta era no pueden ser
fechados con exactitud. Intentos de interpretar las referencias genealógicas como una
cronología completa y exacta, no parecen razonables a la luz de la historia secular. Aunque la
narrativa sigue, en general, un orden cronológico, el autor del Génesis no sugiere en forma
alguna una fecha para la creación.
Tampoco nos son conocidos los detalles geográficos de este período. Es improbable que
lleguen a ser identificadas las situaciones del Edén y algunos de los ríos y naciones
mencionados.
No se señalan los cambios geográficos habidos con la expulsión del hombre del Edén y
con el diablo. Al parecer, están más allá de los límites de la investigación humana.
El relato de la Creación (Génesis 1:1-2:25)
"En el principio" introduce el desarrollo en la preparación ¿el Universo o la creación del
hombre?. Si este tiempo sin fecha se refiere a la creación original o al acto inicial de Dios en
la preparación del mundo para el hombre, es cuestión de interpretación. En cualquier caso, el
narrador empieza con Dios como creador, en este breve párrafo introductorio (Génesis 1:1-2)
en relación con la existencia del hombre y el Universo.
Orden y progreso marcan la era de la creación y organización (Génesis 1:3-2:3). En el
período designado como de seis días prevaleció el orden en el Universo relativo a la tierra.
En el primer día fueron ordenadas la luz y las tinieblas para proporcionar períodos de día y de
noche. En el segundo día fue separado el firmamento para ser la expansión de la atmósfera
terrestre. Sigue en el orden, la separación de la tierra y el agua, así la vegetación apareció a su
debido tiempo. El cuarto día empezaron a funcionar las luminarias en el cielo en sus
respectivos lugares, para determinar las estaciones, años y días para la tierra. El quinto día
trajo a la existencia criaturas vivas para poblar las aguas de abajo y el cielo arriba.
Culminante en esta serie de acontecimientos creativos fue el día sexto. Fueron ordenados los
animales terrestres y el hombre para la ocupación de la tierra. El último día fue distinguido de
los primeros confiándosele la responsabilidad de tener dominio sobre toda la vida animal. La
vegetación fue la provisión de Dios para su mantenimiento. En el séptimo día terminó Dios
sus actos creativos y lo santificó como período de descanso.
El hombre es inmediatamente distinguido como lo más importante de toda la creación de
Dios (Génesis 2:4b-25). Creado a imagen de Dios, el hombre se convierte en el punto central
de su interés al continuar el relato. Aquí se dan más detalles de su creación: Dios lo formó del
polvo de la tierra y sopló en él el aliento de vida, haciéndolo un ser viviente. Al hombre, no
solo se le confió la responsabilidad de cuidar de los animales, sino que también se le encargó
que les pusieran nombre. La distinción entre el hombre y los animales se hace más evidente
por el hecho de que no encontró compañía satisfactoria, hasta que Dios creó a Eva como su
ayuda idónea.
Como habitación del hombre, Dios preparó un jardín en el Edén. Encargado del cuidado
de este jardín, al hombre le fue confiado el disfrute completo de todas las cosas que Dios
había previsto abundantemente. Había únicamente una restricción: el hombre no debía comer
del árbol del conocimiento del bien y del mal.
LA CREACIÓN
La Biblia se inicia con el relato de la creación del universo, de cómo Dios creó la luz, el
firmamento, la tierra, el mar, el Sol, la Luna, las estrellas... y los seres vivientes del aire, del
mar y de la tierra.
SINOPSIS DE LA CREACIÓN
Primer día
Creación de la luz, separación de la luz y las tinieblas. La luz fue llamada “día” y las tinieblas
fueron llamadas “noche” (Génesis 1:2-5).
Segundo día
Separación de las aguas que estaban sobre la tierra y de las aguas que estaban en la atmósfera,
mediante una expansión. La expansión fue llamada cielos (Génesis 1:6-8).
Tercer día
Creación de la vida vegetal, cuya semilla estaría dentro de sí misma para proveer de
vegetación a la tierra que emergía al reunirse las aguas en lagos, corrientes y mares (Génesis
1:9-13).
Cuarto día
Creación del Sol, la Luna, y las estrellas para separar al día de la noche y para que sirvieran
de fuente de luz a ambos (Génesis 1:14-19).
Quinto día
Creación de la vida animal, los peces y las aves, para habitar las aguas y el cielo (Génesis
1:20-23).
Sexto día
Creación de los animales de la tierra, y creación del hombre, quien fue creado a imagen y
semejanza de Dios, y a quien se le confirió el poder de dominar sobre la creación (Génesis
1:24-31).
Séptimo día
Dios establece el día de descanso. La creación fue terminada, y Dios descansó de toda su obra
(Génesis 2:1-3).
La caída del hombre y sus consecuencias (Génesis 3:1-6:10)
El punto más crucial en la relación del hombre con Dios, es el cambio drástico que se
precipitó por desobediencia del primero (Génesis 3:1-24). Como el más trágico desarrollo en
la historia de la raza humana, constituye un tema recurrente en la Biblia.
Enfrentada con una serpiente que hablaba, Eva comenzó
a dudar de la prohibición de Dios y deliberadamente
desobedeció. A su vez, Adán cedió a la persuasión de Eva.
Inmediatamente se hallaron conscientes de su decepción
y del engaño producido por la serpiente y de su
desobediencia a Dios. Con hojas de higuera, intentaron
recubrir sus vergüenzas. Cara a cara con el Señor Creador,
todas las partes implicadas en esta trasgresión fueron
juzgadas solemnemente. La serpiente fue maldita por
encima de todos los animales (Génesis 3:14). La enemistad
sería puesta como relación perpetua entre la semilla de la
serpiente, que representaba más que el reptil presente y la
semilla de la mujer. Respecto a Adán y a Eva el juicio de Dios, tiene un carácter de
misericordia, al asegurar la definitiva victoria para el hombre a través de la semilla de la
mujer (Génesis 3:15). Pero la mujer fue condenada al sufrimiento de criar sus hijos y el
hombre sujeto a una tierra maldita. Dios proveyó pieles para su vestido, que implicaba el
matar animales como consecuencia de ser hombre pecador. Conscientes del conocimiento del
bien y del mal, Adán y Eva fueron inmediatamente expulsados del huerto del Edén, por
miedo a que compartieran el árbol de la vida y así vivir para siempre. Perdido el habitat de la
eterna felicidad, el hombre se encaró con las consecuencias de la maldición, con la sola
promesa de un eventual consuelo a través de la simiente de la mujer, que mitigaría su destino.
De los hijos nacidos a Adán y a Eva, solo tres se mencionan por su nombre. Las
experiencias de Caín y Abel revelan la condición del hombre en su nuevo estado cambiado.
Ambos adoraban a Dios llevándole ofrendas. Mientras que el sacrificio de un animal de
Abel era admitido, la ofrenda de vegetales de Caín era rechazada. Irritado por aquello, Caín
mató a su hermano.
Puesto que había sido advertido por Dios, Caín adoptó una actitud de deliberada
desobediencia, convirtiéndose así en el primer asesino de la humanidad. No es irrazonable
obtener la conclusión de que esta misma actitud prevaleció cuando llevó su ofrenda, que Dios
había rechazado.
La civilización de Caín y sus descendientes está
reflejada en una genealogía que sin duda alguna
representa un muy largo período de tiempo (Génesis
4:17-24). El propio Caín fundó una ciudad.
Una sociedad urbana en la antigüedad, por
supuesto, implicaba el crecimiento de rebaños y
manadas de animales. Las artes se desarrollaron con la
invención y producción de instrumentos musicales.
Con el uso del hierro y el bronce llegó la ciencia de la
metalurgia. Esta avanzada cultura dio aparentemente al
pueblo un falso sentido de seguridad. Esto se refleja en
una actitud de despreocupación y fanfarronería
ostentada por Lamec, el primer polígamo. Tuvo el
orgullo de utilizar armas superiores para destruir la
vida. Característicamente ausente, por contraste, estuvo
cualquier reconocimiento de Dios por la progenie de Caín.
Después de la muerte de Abel y su pérdida y de la decepción respecto a Caín como
asesino, los primeros padres tuvieron una nueva esperanza con el nacimiento de Set (Génesis
4:25).
Fue en los días del hijo de Set, Enóc, que los hombres comenzaron a volverse hacia Dios.
Con el paso de numerosas generaciones y muchos siglos, otro signo de acercamiento a Dios
fue ejemplificado en Enoc. Esta notable figura no experimentó la muerte; su vida de
piedad filial con Dios terminó con su asunción. Con el nacimiento de Noé, la esperanza
revivió una vez más.
Lamec, un descendiente de Set, anticipó que a través de su hijo, el género humano sería
consolado de la maldición y relevado de ella por la cual había sufrido desde la expulsión del
hombre del Jardín del Edén.
En los días de Noé, el creciente ateísmo de la civilización alcanzó una verdadera crisis.
Dios, que había creado al hombre y su habitat, estaba decepcionado con su prevaleciente
cultura.
Los matrimonios entre los hijos de Dios y las hijas de los hombres le habían disgustado.
La corrupción, los vicios y la violencia se incrementaron hasta el extremo de que todos los
planes y acciones de los hombres estaban caracterizados por el mal. La actitud de
lamentación de Dios en haber creado el género humano resultaba aparente en el plan de
retirar su espíritu del hombre. Un período de ciento veinte años de aviso precedió el juicio
que pendía sobre la raza humana. Solo Noé encontró favor a los ojos de Dios. Justiciero y sin
tacha, se mantuvo en una aceptable relación con el Dios Creador.
El Diluvio: El juicio de Dios sobre el Hombre (Génesis 6:11-8:19)
Noé era un hombre obediente. Cuando se le
ordenó que construyese el arca, él siguió las
instrucciones (Génesis 6:11-22). Las medidas del arca
todavía representan las proporciones básicas
utilizadas en la construcción de embarcaciones. No
estando diseñada para navegar a velocidad, el arca fue
construida para albergar y acomodar en ella todas las
formas de vida que tuvieran que ser conservadas
durante la crisis del juicio del mundo. Se proveyó
amplio lugar para albergar a Noé, su esposa y sus tres
hijos y sus esposas, una representación de cada animal básico y ave y alimento para todos
ellos.
Durante aproximadamente un año, Noé quedó confinado en el arca, mientras que el
mundo estaba sujeto al juicio divino. El propósito de Dios de destruir la pecadora raza
humana se cumplió. Tanto si el diluvio fue local o a escala mundial resulta de importancia
secundaria, por el hecho de que el diluvio se extendió lo bastante para incluir a toda la raza
humana. Lluvias incesantes y aguas procedentes de fuentes subterráneas elevaron, el nivel de
las aguas por encima de los picos de las más altas montañas. A su debido tiempo, el agua fue
cediendo. El arca acabó descansando sobre el monte Ararat. Una vez que el hombre
abandonase el arca se enfrentó con una nueva oportunidad en un mundo renovado.
E1 nuevo principio del hombre (Génesis 8:20-11:32)
La civilización tras el diluvio comenzó con ofrecimientos sacrifícales. En respuesta, Dios
hizo un convenio con Noé y sus descendientes. Jamás el mundo volvería a ser destruido con
un nuevo diluvio. El arco iris en el cielo se convirtió en el signo perpetuo de la alianza eterna
de Dios con el hombre. Bendiciendo a Noé, Dios le comisionó para poblar y adueñarse de
toda la tierra. Los animales, debidamente sacrificados, al igual que la vegetación, quedaron
como fuentes de alimento viviente. El hombre, sin embargo, quedaba estrictamente a
disposición de Dios, a cuya imagen había sido creado, para evitar el derramamiento de su
sangre.
Volviendo hacia un propósito agrario, Noé plantó una viña. Su indulgencia con la
ingestión del vino resultante, dio como resultado que Cam y probablemente su hijo Canaán le
faltasen al respeto que le debían. Este incidente dio ocasión a los pronunciamientos paternales
de maldición y bendiciones hechos por Noé (Génesis 9:20-28). El veredicto de Noé fue
profético en su alcance. Anticipó la pecaminosa actitud de Cam reflejada en la línea de
Canaán, uno de los cuatro hijos de Cam. Siglos más tarde, los impíos cananeos fueron objeto
de severo juicio con la ocupación de sus tierras por los israelitas. Sem y Jafet, los otros hijos
de Noé, recibieron las bendiciones de su padre.
Siendo una racial y lingüísticamente, la raza humana permaneció en un lugar por un
período indefinido (Génesis 11:1-9). Sobre la llanura de Sinar, emprendió el proyecto de
construir un tremendo edificio. La construcción de la Torre de Babel representaba el orgullo
en los logros humanos al igual que un desafío del mandato de Dios para poblar toda la tierra.
Dios, que continuamente había tomado interés en el hombre constantemente, desde su
creación, no podía ignorarlo entonces. Aparentemente la torre no fue destruida, pero Dios
terminó con el intento por la confusión de las lenguas. Esto dio como resultado de la
dispersión de la raza humana.
La distribución geográfica de los descendientes de Noé, se da en un breve sumario
(Génesis 10:1-32). Esta genealogía, que representa una larga era, sugiere áreas hacia las
cuales emigraron las diversas familias. Jafet y sus hijos se situaron en las proximidades de los
mares Negro y Caspio, extendiéndose hacia el oeste en dirección a España (Génesis 10:2-5).
Muy verosímilmente los griegos, los pueblos indo-germánicos y otros grupos emparentados
entre sí, descienden de Jafet.
Los tres hijos de Cam descendieron hacia África (Génesis 10:6-14). Subsiguientemente, se
expandieron hacia el norte y hacia las tierras de Sinar y Asiría, construyendo ciudades tales
como Nínive, Calah, Babel, Acad y otras. Canaán, el cuarto hijo de Cam, se estableció a lo
largo del Mediterráneo, extendiéndose desde Sidón a Gaza y hacia el este. Aunque camitas de
origen racial, los cananeos utilizaban una lengua muy emparentada de cerca con la de los
semitas.
Cam y sus descendientes ocuparon el área norte del Golfo Pérsico (Génesis 10: 21-31).
Elam, Asur, Aram, y otros nombres de ciudades estaban asociados con los semitas. Después
de 2000 años AC. tales ciudades como Mari y Nahor se hicieron centros sobresalientes de
cultura de los semitas.
Para concluir el período de los principios, el fin de los desarrollos se reduce hacia los
semitas (Génesis 11:10-32). Por medio de una estructura genealógica que utiliza diez
generaciones, el registro finalmente se enfoca sobre Taré, que emigró desde Ur a Harán. El
climax es la presentación de Abram, más tarde conocido por Abraham (Génesis 17:5) que
encarna el comienzo de una nación elegida, la nación de Israel, que ocupa el centro de interés
en todo el resto del Antiguo Testamento.
La confederación de Nimrod contra Dios (Génesis 11.1-9)
A. El dictador (Génesis 10.6-14).
Nimrod fue el nieto de Cam por medio de Cus y su nombre significa «rebelde». Fue un
tirano poderoso a los ojos de Dios, el primer dictador. La palabra «cazador» no se refiere a la
cacería de animales, sino más bien a la de hombres. Fundó el imperio babilónico y organizó
la empresa que condujo a la construcción de la torre de Babel. La historia nos informa que
Nimrod y su esposa crearon una nueva religión alrededor de «la madre y el hijo». Léanse los
detalles en el libro The Two Babylons [Las dos Babilonias] de Alexander Hislop (S.W.
Patridge, Londres, 1956). «Babilonia» en la Biblia simboliza la rebelión contra Dios y
confusión religiosa. A través de toda la Biblia vemos a Babilonia oponiéndose al pueblo de
Dios, culminando en la «Babilonia la grande» de Apocalipsis 17-18.
B. La rebelión.
Dios había ordenado que el hombre llenara la tierra (Génesis 9:1, 7, 9), pero decidieron
establecerse en la llanura de Sinar donde estaba ubicada Babilonia (Génesis 10:8–10). Esto
fue una rebelión deliberada contra la Palabra de Dios. Viajaron «de oriente», lo que sugiere
que le daban la espalda a la luz. Decidieron unirse y edificar una ciudad y una torre. Sus
propósitos fueron: (1) mantener unidad en oposición a
Dios, y (2) hacerse un nombre. Esta operación entera
es un vislumbre de la oposición final del hombre (y
Satanás) contra Cristo, centrada en la Babilonia de
Apocalipsis 17-18. Los hombres se unirán en una
iglesia y una organización política mundiales; el
último dictador mundial, el anticristo, los dirigirá; y
sus planes se frustrarán. Es interesante notar que hoy
el mundo avanza con rapidez al concepto de «un
mundo», gracias a las Naciones Unidas y otras alianzas internacionales.
C. El juicio.
Dios conoce los designios de los rebeldes y los juzga. La Deidad celebró otra conferencia
(véanse Génesis 1:26 y 3:22) y decidió confundir la lengua de los trabajadores, haciendo así
imposible que trabajaran juntos. Esto en realidad fue tanto un acto de misericordia como de
juicio, porque si hubieran persistido en sus planes, hubiera venido un juicio más terrible. El
nombre «Babel» procede de una palabra hebrea que significa «puerta de Dios». Suena como
la palabra balal que significa «confusión». La descripción de la acción de Dios aquí explica
el origen de los idiomas de la humanidad. A menudo se ha señalado que Pentecostés fue lo
inverso de Babel; había verdadera unidad espiritual en el pueblo de Dios; hablaron en otros
idiomas que se entendieron; y su trabajo glorificó a Dios, no a los hombres.
LA TORRE DE BABEL
Noé y sus hijos repoblaron la tierra. Uno de los hijos de Cam fue Cus; Cus tuvo un hijo de
nombre Nimrod. Nimrod condujo a su pueblo a la llanura de Sinar, donde construyeron una
torre para alcanzar el cielo. Esto desagradó a Dios, pues Nimrod apartó a su pueblo de la
verdad revelada y organizó la primera religión falsa. Dios confundió las lenguas de los que
estaban construyendo la torre, los cuales interrumpieron su obra, se separaron, se dispersaron
en distintos grupos y poblaron el mundo. Los descendientes de Cam son las tribus africanas
de piel morena.
Por ese tiempo los descendientes de Jafet poblaron gran parte del Asia Menor y de Europa.
Pero la promesa siguió el camino de su cumplimiento a través de Sem y de su descendencia:
los semitas.
Elam, Asur, Aram, y otros nombres de ciudades estaban asociados con los semitas.
Después de 2000 años a. C. tales ciudades como Mari y Nahor se hicieron centros
sobresalientes de cultura de los semitas.
A esta descendencia pertenecía Abram, cuyo nombre cambiaría a Abraham y llegaría a ser padre del pueblo escogido, la nación de Israel.
Para concluir el período de los principios, el fin de los desarrollos se reduce hacia los
semitas (11:10-32). Por medio de una estructura genealógica que utiliza diez generaciones, el
registro finalmente se enfoca sobre Taré, que emigró desde Ur hacia Harán.
El climax es la presentación de Abram, más tarde conocido por Abraham (Gen. 17:5) que
encarna el comienzo de una nación elegida, la nación de Israel, que ocupa el centro de interés
en todo el resto del Antiguo Testamento.
El Período Patriarcal (2200-1700 AC.) El mundo de los patriarcas ha sido el punto focal del intensivo estudio de las recientes
décadas. Nuevos descubrimientos han iluminado las narraciones bíblicas, al suministrar un
extenso conocimiento de las culturas contemporáneas del Próximo Oriente.
Geográficamente, el mundo de los patriarcas está identificado como el del Creciente Fértil.
Extendiéndose hacia el norte desde el Golfo Pérsico, a lo largo de las corrientes del Tigris y
el Eufrates y sus cuencas y después hacia el sudoeste a través de Canaán hacia el fértil Nilo y
su valle, esta zona fue la cuna de las civilizaciones prehistóricas. Cuando los patriarcas
surgen en escena en el segundo milenio AC., las culturas de Mesopotamia y Egipto, ya
ostentaban de un pasado milenario. Con Canaán como el centro geográfico de los comienzos
de una nación, el relato del Génesis está interrelacionado con el ambiente de dos tempranas
civilizaciones que comienzan con Abraham en Mesopotamia y terminando con José en
Egipto (Génesis 12-50).
El mundo de los patriarcas
Los comienzos de la historia coinciden con el desarrollo de la escritura en, Egipto y en
Mesopotamia (3500-3000 AC.). Los descubrimientos arqueológicos nos han proporcionado
una perspectiva que atañe a las culturas que prevalecieron durante el tercer milenio AC. El
período 4000-3000 AC., o la llamada Edad Calco lítica, está usualmente considerado como
civilización precinta que descansa poco en materiales escritos. Las ciudades estratificadas de
tales tiempos indican la existencia de una sociedad organizada. Consecuentemente, el cuarto
milenio AC., que revela la primera creación de grandes edificios, establece los límites de la
historia en términos aceptables para el historiador. Lo que se conoce de las civilizaciones
precedentes, es denominado, con frecuencia, como prehistórico.
Mesopotamia
Los súmenos, un pueblo no semita, controlaba la zona más baja del Eufrates, o Sumer,
durante el período de la Primitiva Dinastía, 2800-2400 AC. Estos sumerios nos
proporcionarían la primera literatura de Asia, ya que el mundo cuneiforme sumerio se
convirtió en la lengua clásica y floreció en la escritura de las culturas de la totalidad de
Babilonia y Asiría, hasta aproximadamente el primer siglo AC. si bien fue hablada de forma
discontinuada hasta aproximadamente 1800 AC. El origen de la escritura sumeria permanece
todavía sumido en la oscuridad. Pudo muy bien haber sido tomada en préstamo de un pueblo
anterior, más primitivo, aunque letrado, con respecto al cual, desafortunadamente, no se
dispone de textos inteligibles.
La avanzada cultura sumeria de la Primera Dinastía de Ur, la última fase del período de la
Primitiva Dinastía, ha sido desenterrada en un cementerio excavado por C. Leonard Foley.
Los ataúdes de madera de las gentes comunes, en donde se encontraron alimentos,
bebidas, armas, utensilios, collares, objetos de adorno en cajitas y brazaletes, sugiere la idea
de que aquellas gentes, ya anticipaban una vida después de la muerte. Las tumbas reales
contenían una amplia provisión de objetos para la ultratumba, incluyendo instrumentos
musicales, joyas, ropas, vehículos e incluso sirvientes, que aparentemente bebieron sin
violencia de la droga que se les suministró al efecto, quedando sumidos en el último sueño.
En la tumba del Rey Cabarga se encontraron sesenta y cinco víctimas. Evidentemente, era
considerado esencialmente religioso el sacrificar seres humanos en el enterramiento de las
personas sagradas, tales como reyes y reinas, esperando, en consecuencia, el asegurarse la
servidumbre en el más allá.
En el campo de la metalurgia, al igual que en las obras artesanas de los joyeros y
cortadores de piedras preciosas, los sumerios no tuvieron rival en la antigüedad. Informes
comerciales preservadas en las tablas de arcilla, revelan un detallado análisis de su vida
económica. Un panel de madera (56x26 cts.) en una de las tumbas, representan escenas tanto
de la guerra como de la paz. Los carros guerreros ya estaban en uso para los lanzadores de la
jabalina durante el combate. La falange, que tan efectivamente fue utilizada por Alejandro
Magno, muchas centurias más tarde, ya era conocida por los sumerios. Los principios básicos
para la construcción, utilizados por los arquitectos modernos, también les resultaban
familiares.
Con éxito en los cultivos agrícolas y prósperos en el comercio general, la civilización
sumeria alcanzó un avanzado estado de cultura (2400 AC.) e indudablemente fue desarrollado
a lo largo de un período de varios siglos. Su último gran rey, Lugalzaggisi, extendió el poder
sumerio lejos hacia el oeste y alcanzó el Mediterráneo.
Mientras tanto, un pueblo semítico, conocido como el acadio, fundó la ciudad de Acad al
norte de Ur sobre el Eufrates. Comenzando con Sargon, esta dinastía semítica, sobrepasó a la
sumeria y de esta forma mantuvieron la supremacía por casi dos siglos. Tras haber derrocado
a Lugal-zaggisi, Sargon nombró a su propia hija como gran sacerdotisa de Ur en
reconocimiento de la diosa-luna Nannar. Así extendió su dominio por toda Babilonia, de tal
forma que Finegan habla de él como el "más poderoso monarca" que jamás hubiese
gobernado la Mesopotamia. Su dominio se extendió hasta el Asia Menor.
Sobre el 1700 (AC.) Hamurabi, que había hecho desarrollar la pequeña ciudad de
Babilonia en un gran centro comercial, estuvo en condiciones de conquistar Mari con sus
extensos dominios. No solo dominó el alto Eufrates, sino que también subyugó el reino de
Sami-Adad I, cuya capital estaba en Asur, sobre el río Tigris. Marduc, el rey dios de
Babilonia, ganó una prominente posición en el reino. Lo más significativo de los logros de
Hamurabi, fue su Código de la Ley descubierto en 1901 en Susa, que había sido tomado por
los elamitas cuando cayó el reinado de Hamurabi. Puesto que las antiguas costumbres
sumerias estaban incorporadas en esas leyes, es muy verosímil que ellas representen la
cultura que prevaleció en Mesopotamia en los tiempos patriarcales. Muchas de las cartas de
Hamurabi que han sido descubiertas, indican que fue un eficiente gobernante, emitiendo sus
órdenes con claridad y con atención al detalle. La Primera Dinastía de Babilonia (1800-1500
AC.) se hallaba en su cima, bajo el mando de Hamurabi. Sus sucesores fueron perdiendo
gradualmente prestigio hasta la invasión de los casitas, que conquistaron Babilonia en 1500
AC.
Egipto
Cuando Abraham llegó a Egipto, esta tierra podía presumir de una cultura de más de un
milenio de antigüedad. El comienzo de la historia en Egipto, se inicia usualmente por el rey
Menes (3000 AC.) quien unió dos reinos, uno en el Delta del Nilo y otro en el Valle. Los
gobernantes del primero y segundo período dinástico, tuvieron su capital en el Alto Egipto
cerca de Tebas.24 Las tumbas reales excavadas en Abydos, han mostrado vasos de piedra,
joyas, vasijas de cobre y otros objetos enterrados con los reyes, reflejando así una alta
civilización durante aquel primitivo período. Fue la primera era de comercio internacional en
tiempos históricos.
La edad clásica de la civilización egipcia, conocida como el período del Antiguo Reino
(2700-2200 AC.), y que comprende las dinastías III-VI, testifica un número de notables
logros.
Gigantescas pirámides, las maravillas de los siglos que seguirían, proveen un amplio
testimonio de la avanzada cultura de esos primitivos gobernantes. La Pirámide escalonada de
Saqqara, la más primitiva gran estructura hecha de piedra, fue construida como un mausoleo
real por Inhotep, un arquitecto que también ganó renombre como sacerdote, autor de
proverbios y mago.
La Gran Pirámide en Gizeh alcanza un techo de 147
metros por una base de casi cuatro hectáreas de base.
La gigantesca esfinge que representa al Rey Kefrén de
la Cuarta Dinastía, es otra obra que no ha tenido
parigual. Los "Textos de las Pirámides" inscritos
durante la Quinta y la Sexta Dinastía sobre los muros
de las cámaras y salones, indican que los egipcios en
su adoración al sol se anticiparon a la posteridad. Los
proverbios de Pathotep, que sirvió como Gran Visir
bajo un Faraón de la Quinta Dinastía, son realmente notables por sus consejos prácticos.
Canaán
El nombre de "Canaán" se aplica a la tierra que existe entre Gaza en el sur y Hamat en el
norte, a lo largo de la costa oriental del Mediterráneo (Génesis 10:15-19). Los griegos, en su
comercio con Canaán, durante el primer milenio a. C. se refieren a sus habitantes como
fenicios, un nombre que probablemente tiene en origen en la palabra griega para designar la
"púrpura" designando el color rojizo de un tinte textil desarrollado en Canaán. Ya en el siglo
XV AC. el nombre "Canaán" se aplicaba en general la provincia egipcia en Siria o al menos a
la costa fenicia, un centro de la industria de la púrpura. Consecuentemente, las palabras
"cananeo" y "fenicio" tienen el mismo origen
cultural geográfico e histórico. Más tarde,
esta zona se conoció como Siria y Palestina.
La designación "Palestina" tiene su origen en
el nombre "Filisteo".
Con la emigración, de Abraham hacia
Canaán, esta tierra llegó a ser el punto focal
de interés en el desarrollo histórico y
geográfico de los tiempos de la Biblia. Estando estratégicamente localizado entre los dos
grandes centros que acunaban las primitivas civilizaciones, Canaán sirvió como un puente
natural que eslabonaba Egipto a la Mesopotamia.
Consecuentemente, no es sorprendente encontrar una población mezclada en aquella
tierra. Ciudades de Canaán, tales como Jericó, Dotan y otras, fueron ocupadas siglos antes de
los tiempos patriarcales.29 Con el primer gran movimiento semítico (amoreo) en
Mesopotamia, parece probable que los amoreos extendieron sus establecimientos hacia la
Palestina. Durante el Reino Medio los egipcios avanzaron sus intereses políticos y
comerciales hasta llegar a Siria por el norte.30 Mucho antes de 1500 a. C. el pueblo de Caftor
quedó establecido sobre la Llanura Marítima.
No menos entre los invasores, fueron los hititas, que penetraron en Canaán procedentes
del norte y aparecieron como ciudadanos bien establecidos cuando Abraham compró la cueva
de Macpela (Génesis 23). Los refaítas, un pueblo algo obscuro más allá de las referencias
escritúrales, han sido recientemente identificados en la literatura Urgarítica. Se conoce muy
poco respecto a otros habitantes que se anotan en el relato del Génesis. La designación
"cananea", muy verosímilmente abraza la mixtura compuesta de gentes que ocupaban la tierra
en la época patriarcal.
Geografía
Extendiéndose en una longitud de 241 kilómetros desde Beerseba por el norte hacia Dan,
Palestina tiene un área de 9.656 kilómetros cuadrados entre el mar Mediterráneo y el río
Jordán.
La anchura media es de 64 kilómetros con un máximo de 87 desde Gaza hasta el mar
Muerto, estrechándose hasta los 45 kms. en el mar de Galilea. Con la adición de 6.437 kms.
Cuadrados al este del Jordán cuya zona es llamada con frecuencia Transjordania, esta tierra
comprende aproximadamente 16.093 kms., cuadrados.
Además de tener una situación central y estratégica relativa a los centros de civilización y
grandes naciones de los tiempos del Antiguo Testamento, Palestina tiene también una variada
topográfica que tuvo un efecto significativo sobre el desarrollo histórico de los
acontecimientos.
Por causa de esa situación Palestina estuvo sujeta a los invasores y su neutralidad en
manos del poder más fuerte. Los acontecimientos locales con frecuencia surgen de factores
de topografía.
Para un análisis de estas características físicas, Palestina puede ser dividida en cuatro áreas
principales: La llanura Marítima, el País de las Colmas, el Valle del Jordán y la Meseta
Oriental.
La llanura Marítima costera consiste en la zona costera del mar Mediterráneo. La línea de
la costa es poco aprovechable para facilidades portuarias; consecuentemente el comercio, en
su totalidad, era dirigido hacia Sidón y Tiro, en el Norte. Incluso Gaza, que fue uno de los
más grandes centros de comercio de la antigua Palestina y situada solo a cinco kms. del
Mediterráneo, no tuvo tampoco facilidades portuarias. Esta rica tierra a lo largo de la costa,
puede fácilmente ser dividida en tres áreas: La llanura de Acó, o Acre, que se extiende al
norte desde el pie de las colinas de monte Carmelo por casi 32 kms. con una anchura que
varía de 3 a 16 kms.
Al sur del monte Carmelo, está la llanura de Sarán, de aproximadamente 80 kms. de
longitud, alcanzando un máximo de anchura de 19 kms. La llanura Filistea, comienza a 8
kms. al norte de Joppa, se alarga 113 kms., hacia el sur y se expande hacia unos 40 kms. de
anchura en dirección a Beerseba.
El País de las Colinas, o la Comarca Montañosa, situada entre el Jordán y su valle y la
llanura Marítima, es la más importante sección de Palestina. Las tres zonas más importantes,
Galilea, Samaria y Judea, tienen una elevación aproximada que varía desde 610 a 1.220
metros sobre el nivel del mar. Galilea se extiende al sur desde el río Orantes, inmediatamente
al este de Fenicia y a la llanura de Acre. Está dotada de un suelo fértil, donde se cultivan las
uvas, los olivos, las nueces y otras cosechas, al igual que algunas áreas de pastoreo. Uno de
os valles más pintorescos y productivos para el cultivo de las tierras en Palestina separa las
colinas de Galilea y Samaria. Conocido como el valle de Jezreel, o Esdraelón, esta zona es
vitalmente importante en su localización estratégica a través de los tiempos de la Biblia, igual
que sucede hoy en nuestros días. Al sudeste del monte Carmelo, esta fértil llanura se extiende
aproximadamente por 64 kms., en longitud hacia monte More, desde donde se divide en dos
valles y continúa hasta el Jordán.
El Relato Bíblico (Génesis 12-50)
El actual consenso de los eruditos conceda a los patriarcas un lugar en la historia del
Creciente Fértil, en la primera mitad del segundo milenio AC. La aserción de que el relato
bíblico consiste en nada más que una leyenda fabricada, ha sido reemplazada por un respeto
general para la calidad histórica del Génesis 12-50. En gran parte responsables para este
revolucionario cambio, fue el descubrimiento y publicación de las tablillas Nuzu, lo mismo
que otras informaciones arqueológicas que se han dado a la luz pública desde 1.925. Aunque
no hay una evidencia concreta para identificar cualquier nombre específico o sucesos
procedentes de fuentes externas a lo mencionado en los relatos del Génesis, es fácil reconocer
que el medio cultural es el mismo para ambos. La sola evidencia para la existencia de
Abraham procede de la narrativa hebrea, pero muchos eruditos del Antiguo Testamento
reconocen ahora su persona por el lugar que ocupa en los principios de la historia hebrea.
Sobre la base de ciertas notaciones cronológicas dadas en las Escrituras, la entrada de
Abraham en Canaán, se calcula que tuvo lugar en el año 2.091 AC. Esto permite 215 años
para la vida patriarcal en Canaán, 430 años para el cautiverio de Egipto y una temprana fecha
para el éxodo de Egipto (1.447 AC.). La correlación entre los acontecimientos seculares y
bíblicos basados sobre esta cronología ha sido sujeta a nuevo ajuste en el cálculo. La teoría,
identificando a Amrafel (Génesis 14) con Hamurabi, exige una reinterpretación de los datos
bíblicos con la aceptación de una cronología babilónica más baja.
Sobre la base de los personajes importantes de la narrativa de la edad patriarcal, puede
convenientemente ser dividida como sigue:
Abraham (Génesis 12:1-25:18).
Isaac y Jacob (Génesis 25:19-36:43).
José (Génesis 37:1-50:26).
Abraham
Abraham fue uno de los descendientes de Sem, y aquel a través del cual la promesa
continuaría adelante.
Transcurrieron miles de años desde que Dios dio la promesa a Adán y Eva. Ahora Dios
decide dar el siguiente paso hacia la redención del hombre mediante una promesa a Abraham.
Factores importantes concernientes a la promesa a Abraham:
• Esta promesa es una extensión de la promesa dada a Adán en Génesis 3:15. Tiene que ver
con la Simiente que restauraría al hombre a la comunión con Dios.
• Esta promesa trata del futuro de Israel, el pueblo que Dios levantaría por intermedio de
Abraham. Es indispensable entender correctamente el alcance y las implicaciones de esta
promesa para tener un adecuado entendimiento de la escatología bíblica. (Estudio de los
eventos que tendrán lugar al fin de los tiempos.
• El resto del Antiguo Testamento, así como el Nuevo Testamento muestran la forma en que
Dios cumplió su promesa.
La Promesa a Abraham
Existen elementos en esta promesa que es necesario ponderar si deseamos que todas sus
partes coincidan, ya que todas estas partes serán ampliadas en ulteriores promesas. Los tres
elementos principales, que es indispensable tomar muy en cuenta, son: la tierra, la semilla y
la bendición.
1. La tierra Deuteronomio 30:1-8
2. La semilla 2 Samuel 7:12-16
3. La bendición Jeremías 31:31-34
Es fundamental aceptar que esta promesa es literal, eterna, incondicional, y que le fue
hecha a la nación de Israel.
La vida de Abraham conduce por sí misma a una variedad de tratamientos.
Geográficamente se pueden trazar sus movimientos comenzando con la ciudad altamente
civilizada de Harán. Dejando a sus parientes, aunque acompañado por Lot, su sobrino, viajó
cosa de 647 kms., hacia la tierra de Canaán, donde se detuvo en Siquem aproximadamente a
48 kms. al norte de Jerusalén. Además de una excursión a Egipto obligado por el hambre,
Abraham se detuvo en lugares tan bien conocidos como Betel, Hebrón, Gerar y Beerseba.
Sodoma y Gomorra, las ciudades de la llanura hacia las cuales emigró Lot, estaban
directamente esparcidas al este del País del Sur o Neguev, donde se estableció Abraham.
Frecuentes referencias indican que Abraham fue un
hombre de considerable riqueza y prestigio. Lejos de
ser un nómada errabundo en el sentido beduino,
Abraham disponía de intereses mercantiles. Aunque la
valoración de sus posesiones está modestamente
resumida y expresada en una sencilla declaración
"todas las cosas que habían reunido y las almas que
habían conseguido en Harán" (Génesis 12:5) es muy
verosímil que esta riqueza suya estuviese representada
por una gran caravana cuando emigró a Palestina. Una fuerza de 318 sirvientes utilizada para
libertar a Lot (Génesis 14:14) y una caravana de diez camellos (Génesis 24:10) no significa
sino una indicación de los recursos con que contaba Abraham. Los sirvientes estaban
acumulados por compra, donación y nacimiento (Génesis 16:1; 17:23; 20:14). Sus rebaños y
manadas de ganado en, constante crecimiento, la plata y el oro, y los sirvientes para cuidar
tan extensas posesiones, indican que Abraham fue un hombre de grandes medios. Los
caudillos palestinos reconocieron a Abraham como a un príncipe con quien podían hacer
alianzas y concluir tratados (Génesis 14:13; 21:22; 23:6).
Desde el punto de vista de las instituciones sociales, el relato del Génesis de Abraham
resulta un estudio fascinante. Los planes de Abraham para hacer de Eliezer heredero de sus
posesiones, puesto que no tuvo un hijo (Génesis 15:2) reflejan las leyes de Nuzu, que
determinaban que una pareja sin hijos podía adoptar como hijo a un sirviente fiel, que pudiera
ostentar derechos legales y quien podía ser recompensado con la herencia, como pago por sus
cuidados constantes y el entierro en caso de fallecimiento. Las costumbres maritales de Nuzu,
lo mismo que el código de Hamurabi, proveían que, si la esposa de un hombre casado no
tenía hijos, el hijo de una criada podía ser reconocido como legítimo heredero. La relación de
Agar con Abraham y Sara es algo típico de las costumbres que prevalecían en Mesopotamia.
La preocupación de Abraham por el bienestar de Agar puede también ser explicada por el
hecho de que legalmente una criada que pariese un hijo no podía ser vendida para la
esclavitud.
El carácter de Isaac, según se describe en el Génesis, está en, cierta forma obscurecido por
los acontecimientos de la vida tanto del padre como del hijo. Con el anuncio de la muerte de
Abraham, el lector queda inmediatamente presentado a Jacob, quien emerge como el eslabón
de la sucesión patriarcal. Puede ser que muchas de las experiencias de Isaac fuesen similares
a las de Abraham, por lo que haya poco que narrar al respecto.
Aunque Isaac heredó la riqueza de su padre y continuó la misma pauta de vida, es
interesante notar que se comprometió en cuestiones de agricultura cerca de Gerar (Génesis
26:12).
Abraham en cierta ocasión se había detenido en Gerar, en territorio filisteo, pero pasó
mucho tiempo en los alrededores de Hebrón. Cuando Isaac comenzó a cultivar la tierra,
obtuvo cosechas que le proporcionaron el ciento por uno. Aquel éxito tan poco corriente en
las labores del campo, excitó la envidia de los filisteos de Gerar de forma que Isaac tuvo que
desplazarse, por considerarlo necesario, hacia Beerseba con objeto de mantener relaciones
pacíficas.
Polémico en conducta, Jacob surgió como el heredero de la alianza. De acuerdo con las
costumbres de Nuzu, negoció con Esaú para asegurarse la herencia y sus derechos. Su
capacidad de negociador se hace pronto aparente en su adquisición de los derechos de
primogenitura por el escaso precio de un plato de lentejas. El irreal sentido de Esaú del valor
de las cosas, pudo haber sido a la fatiga temporal y al agotamiento de una expedición de caza
que no tuvo ninguna recompensa. Por añadidura, Jacob ganó la bendición en el lecho de
muerte valiéndose de algún truco y la decepción, instigado por Rebeca, su madre. El
significado de esta adquisición se comprende mejor por comparación con las leyes
contemporáneas que hacían tales bendiciones orales legalmente valederas. Es de notar, sin
embargo, el hecho de que el relato bíblico recargue el énfasis del lugar que ocupa la jefatura
familiar por encima de las bendiciones materiales.
Temiendo el probable matrimonio de Jacob con mujeres hititas lo mismo que la venganza
de Esaú, Rebeca concibió e instrumentó un plan para enviar a su hijo favorito a Padan-aram.
De camino, Jacob responde a un sueño en, Betel con una promesa condicional para servir a
Dios y una tentativa de dar el diezmo de sus rentas. Habiendo recibido una cordial acogida en
su hogar ancestral, Jacob entra en un acuerdo con Labán, hermano de Rebeca. De acuerdo
con las costumbres de Nuzu, esto podía haber sido más que una simple labor de contrato para
el matrimonio. Aparentemente, Labán no tenía un hijo en aquella época, por lo que Jacob fue
constituido como heredero legal. Típico de los tiempos, fue el regalo de Labán de una criada
a cada una de sus hijas, Raquel y Lea. La esposa de Labán dio a luz más tarde otros hijos, por
lo que Jacob dejó de ser el heredero principal. Aquel giro de los asuntos no fue del agrado de
Jacob; deseó marcharse, pero fue disuadido por un nuevo contrato que le abría la posibilidad
de obtener riqueza mediante los rebaños de Labán. En el transcurso del tiempo, Jacob llegó a
ser tan próspero, a pesar del reajuste del contrato de Labán, que la relación existente entre el
padre y el yerno se alteró.
Continuando hacia Canaán, Jacob anticipó el terrible encuentro con Esaú. El temor le
venció aunque en toda crisis del pasado había terminado con ventaja para él. A punto de no
volver Jacob se encaró en una crucial experiencia (Génesis 32:1-32). Dividiendo todas sus
posesiones en el río Jacob, en preparación para el encuentro con Esaú, se volvió hacia Dios
en oración.
Reconoció humildemente que era inmerecedor de todas las bendiciones que Dios le había
otorgado. Pero de cara al peligro, suplicó por su liberación. Durante la soledad de la noche,
luchó a brazo partido con un hombre. En esta extraña experiencia, en la cual reconoció un
encuentro divino, su nombre fue cambiado por el de "Israel" en lugar de seguir llamándose
Jacob. Después de eso, Jacob no fue el impostor; en su lugar estuvo sujeto a la decepción y a
los sufrimientos por sus propios hijos.
En una de las más dramáticas narraciones de la literatura mundial, las experiencias de José
entreteja la vida patriarcal en Egipto. Mientras que los contactos anteriores habían sido
primariamente con el ambiente de Mesopotamia, la transición a Egipto resultó en una mezcla
de costumbres consecuencia de aquellas dos formas tan adelantadas de civilización. En esta
narrativa, notamos la continuidad de la antigua influencia, la adaptación al ambiente egipcio y
por encima de todo, toda la guía protectora y de control de Dios en las fascinantes fortunas de
José y su pueblo.
José, el hijo de Raquel, fue el orgullo y la alegría de Jacob. Para mostrar su favoritismo,
Jacob le engalanó con una túnica, aparentemente la marca exterior de un jefe de tribu. Sus
hermanos, que ya estaban resentidos contra José por los malos informes que les concernían,
fueron incitados por este hecho a un odio extremo. La cuestión llegó a su punto álgido cuando
José les relató haber tenido dos sueños pronosticando su exaltación.50 Los hermanos mayores
dieron suelta a su rencor jurando quitarse de encima a José a la primera ocasión.
Enviado por su padre a Siquem, José no pudo encontrar a sus hermanos hasta que llegó a
Dotan, aproximadamente a 130 kms. al norte del Hebrón. Tras someterle al ridículo y al
abuso, los hermanos le vendieron a los mercaderes madianitas e ismaelitas, quienes en
consecuencia, dispusieron de él como de un esclavo para Potifar en Egipto. Al mostrársele
ensangrentado la capa que vestía José, Jacob lloró y se enlutó por la pérdida de su hijo
favorito en la creencia de que había sido muerto por las bestias salvajes (Génesis 37:1-36).
El lector queda en suspenso por el bienestar de José con el episodio de Judá y Tamar
(Génesis 38:1-30). Este relato tiene significación histórica, por lo que suministra en pasado
genealógico de la línea davídica (Génesis 38:29; Rut 4:18-22; Mateo 1:1). Además de esto, a
despecho de la conducta poco ejemplar de Judá, la práctica del levirato es mantenida en el
matrimonio. La demanda de Judá de que Tamar fuese quemada por el delito de prostitución,
puede reflejar una costumbre llevada a Canaán por los indo-europeos, tales como los hititas y
los filisteos. Las fuentes ugaríticas y mesopotámicas atestiguan el uso de tres artículos para
significar la identificación personal. Tamar estableció la culpabilidad de Judá por su
impregnación al utilizar su sello, su cinturón y el báculo como prueba. Puesto que la ley hitiía
permitía a un padre hacer cumplir las obligaciones del levirato al casar a una nuera viuda,
Tamar no fue sometida al castigo bajo la ley local por su estratagema en embrollar el plan de
Judas al ignorar sus derechos de matrimonio.
En la legislación mosaica, la estipulación fue hecha para el matrimonio del levirato
(Deuteronomio 25).
Las bendiciones de Jacob forman una conclusión que encaja en la edad patriarcal del
relato del Génesis. En su lecho de muerte, pronunció su última voluntad y su testamento.
Aunque se hallaba en Egipto, sus bendiciones reflejan la costumbre de la Mesopotamia, el
hogar original, donde los pronunciamientos orales eran reconocidos como fiel testimonio de
fe ante un tribunal. Manteniendo las promesas divinas hechas a los patriarcas, las bendiciones
de Jacob, dadas en, forma poética, tuvieron una significación profética.
Génesis empieza con un jardín y termina con un ataúd. ¡Qué comentario de los resultados
del pecado en el mundo! Pero la Biblia termina con la descripción de una hermosa «ciudad
jardín» (Apocalipsis 21-22), el hogar de todos los que depositan su confianza en Jesucristo.
El Período del Exodo (1500-1200 AC.)
Tres tradiciones fundamentales, que le dieron razón de ser al futuro pueblo de Israel y
que contribuyeron al desarrollo de la conciencia nacional, se formaron entre los siglos XV-
XIII: La promesa a los patriarcas; la liberación de la esclavitud de Egipto; y la manifestación
en el Sinaí. En la Escritura estos relatos están ligados en una línea histórica continua, desde
los patriarcas hasta Moisés. Este último es la figura que enlaza la fe de Abraham, Isaac y
Jacob, la liberación de Egipto, el peregrinar por el desierto y la entrada a Canaán.
Tradicionalmente, la fecha del éxodo de los israelitas se ubicaba en el 1450, sin
embargo, un número considerable de estudiosos modernos la ubican en el siglo XIII. El
faraón del éxodo es posiblemente Ramsés II, conocido por sus proyectos monumentales de
construcción. El paso del pueblo a través del mar Rojo (Exodo 14,21–22) se celebra en la
historia del pueblo como una intervención milagrosa de Dios (Exodo 14–15). Al grupo de
hebreos que salió de Egipto se añadieron grupos afines y su peregrinar por el desierto se
describe en la Biblia en un período de cuarenta años (una generación), bajo el liderazgo de
Moisés.
La experiencia fundamental del pueblo en su viaje a Canaán fue la alianza o pacto en el
Sinaí. Esa alianza revela la relación singular entre el Señor y su pueblo (Exodo 19,5–6); se
describe en el Decálogo, o Diez mandamientos (Exodo 20,1–17), y en el llamado Código de
la alianza (Exodo 20,22–23,19).
Luego de la muerte de Moisés,
Josué se convirtió en el líder del grupo de
hebreos que habían salido de Egipto (año
1220). Según el relato de la Escritura, la
conquista de Canaán se llevó a cabo
desde el este, a través del río Jordán,
comenzando con la ciudad de Jericó
(Josué 6). Durante el período de
conquista y toma de posesión de la tierra,
los grandes imperios de Egipto y
Mesopotamia estaban en decadencia. La
religión cananea se distinguía por los ritos de la fertilidad, que incluían la prostitución
sagrada. Entre sus divinidades se encontraban Baal, Asera (1 Reyes 15,13) y Astarté (Jueces
2,13) y la economía de la región se basaba en la agricultura.
En Génesis, vimos a Dios tratando con la familia de Abraham y este libro termina con la
muerte de José en Egipto. Él deseaba que llegara el tiempo cuando Dios cumpliría su
promesa a Abraham. Por la fe, José murió mirando hacia la tierra prometida. En los
siguientes centenares de años, los israelitas aumentaron en gran número. Entonces es cuando
da inicio el libro de Éxodo. Un nuevo faraón que no conoció a José empezó a reinar en
Egipto. Éste tenía temor de los israelitas porque pensaba que ellos asumirían la dirección de
la tierra completa por causa de la multitud que conformaban. Así que los afligió con la
esclavitud. Los israelitas estuvieron en Egipto por 400 años.
Exodo cuenta acerca del nacimiento de Moisés y cómo Dios lo protegió (Éxodo 2:1-4).
Moisés se crió en la casa de Faraón (Éxodo 2:5-10), pero más tarde Dios lo llamó para a
liberar a los israelitas de la esclavitud. Cuando salieron de Egipto fueron libres. Dios usó a
Moisés para preparar a los israelitas para entrar y conquistar a Canaán, la tierra que Dios les
había prometido y que fue la base para cumplir su misión en el mundo.
El rescate de los israelitas de Egipto nos enseña grandes verdades espirituales y Exodo
describe este rescate. El resto del Pentateuco cuenta del tiempo que los israelitas estuvieron
en el desierto. Dios los fue cambiando de ser esclavos a convertirse en una nación.
Las plagas de Egipto
Las Plagas de Egipto
Plaga
Nº Plaga Referencia Rasgos especiales
Objetos de Adoración
Egipcia
1
El Nilo de
sangre Exodo 7:14-25
Peces Muertos, hediondez,
agua que no se podía
beber. Magos egipcios
imitan la plaga en menor
escala. Duró siete días
El Nilo mismo, Khnum
guardián de la fuente del río.
Osiris, el río era su corriente
sanguínea. Varios peces
deidades. Hapi, el cocodrilo
2 Las Ranas Éxodo 8:1-15. Los Magos lo imitan
Hapi y Heqt, diosas ranas de
la fertilidad
3 Polvo y Piojos Éxodo 8:16-19.
Sin advertencia. Los
Magos no pueden imitar.
Atribuyen al dedo de Dios Seb, Dios de la Tierra
4 Las Moscas Éxodo 8:20-32
No afectó al Gosen.
Faraón Ofreció dos
compromisos Uatchit, diosa mosca
5
Muerte
animales
domésticos Éxodo 9:1-7
Sin advertencia. Primera
plaga que afecta a los
bienes personales. Israel
exento
Ptat, Hathor, Mnevis,
Amón, dioses asociados con
toros y vacas
6 Úlceras Éxodo 9:8-12.
Sin advertencia. Primera
plaga que afecta a la salud
humana. Los magos
afectados Israel exento
Sekhmet, diosa de las
epidemias; Serapis e
Imhotep, dioses de la
sanidad
7
Granizo y
fuego Éxodo 9:13-35
Gosén no es tocada. La
primera de las confesiones
de Faraón
Nut, diosa del cielo; Isis y
Seth, dioses de la
agricultura; Shu, atmosfera
8 Langostas Éxodo 10:1-20
Cosecha perdida 100%.
Tercer compromiso y
segunda confesión de
Faraón
Serapla, protector contra las
langostas
9 Tinieblas Éxodo 10:21-29
Israel tenía luz, duró tres
días
Ra, Amón-ra, Aten, Atum,
Horus,Harahkate, dioses del
sol; Thot, diosa de la Luna
10
Muerte de los
primogénitos Éxodo 11-12
Plaga final. Muerto el
primogénito de cada
familia. Israel es
expulsada de Egipto
incondicionalmente
Todos los dioses de Egipto,
incluido Faraón
El reino restablecido de Egipto tenía aproximadamente 200 años en el tiempo del Exodo.
Egipto expulsó a los Hicksos en el decimosexto siglo AC. Ellos habían vivido en Egipto por
200 años aproximadamente.
Desde cerca de los años 1550 a 1100 AC., Egipto tuvo un reino renovado y fuerte. Uno de
sus líderes militares era Tutmosis III (1500-1450 AC.), quien frecuentemente marchó con sus
ejércitos a través de Palestina. También navegó sobre el Mar Mediterráneo. Su reino se
extendió hasta el río Éufrates. La gente a menudo compara a Tutmosis III con Alejandro el
Grande o con Napoleón. Quizás Tutmosis III era el faraón en el tiempo de la esclavitud de
Israel en Egipto, y quien los forzaba a trabajar en sus proyectos de construcción.
Las leyes (Éxodo 20:18-23:33)
Además de los Diez Mandamientos, Dios les dio a los israelitas numerosas leyes para la
vida diaria. Estas leyes les enseñaban a vivir como la nación de Dios y los protegían de la
autodestrucción (Éxodo 21-24; Levítico 11-20). Obedeciendo las leyes de Dios mostraban
que ellos eran su pueblo santo y que respetaban los valores de Dios.
Dios mandó a Israel que evitara ciertas costumbres perversas, muchas de las cuales eran
comunes entre la gente que vivía a su alrededor. Los egipcios, por ejemplo, se casaban entre
hermanos y sacrificaban animales a los ídolos. Los cananeos mataban a sus hijos y los
ofrecían como sacrificio a sus dioses. Tenían, también, relaciones sexuales con rameras como
parte de su religión. Las leyes que Dios dio a Israel hacían un gran contraste con estas
religiones paganas.
Dios sacó de la esclavitud a los israelitas y quería que ellos mostraran bondad con los
pobres y oprimidos. Podemos ver esto en las leyes que les dio sobre la cosecha. Los
segadores debían dejar caer algunas espigas mientras cosechaban y de esta manera los pobres
podían recogerlas. Asimismo, los israelitas debían ayudar a los débiles. Dios ordenó, también,
honrar a los ancianos y hacer siempre lo correcto con otros. Debían respetar toda vida
humana y ser honestos.
El tabernáculo (Éxodo 25-40)
Los egipcios tenían muchos templos, pero Israel tenía sólo un lugar de adoración. Bezaleel
y Aholiab estaban encargados de construir el
tabernáculo. Estos hombres estaban llenos del
Espíritu de Dios y de conocimiento (Éxodo 35:30-
34). Muchos otros laicos les ayudaban con el
trabajo. La gente daba numerosas ofrendas y
materiales para el edificio.
El tabernáculo en sí era de 13,7 metros (45 pies) de largo y 4,6 metros (15 pies) de ancho.
Se componía de dos partes: el Lugar Santo y el Lugar Santísimo. La entrada al Lugar Santo
daba al este, por lo cual, el sacerdote entraba por la mañana con el sol saliente. El Lugar
Santo era de 9 metros (30 pies) por 4,6 metros (15 pies). Un velo o cortina gruesa separaba
éste desde el Lugar Santísimo, que era un cuadrado de 4,’5 metros (15 pies) en cada lado.
Alrededor del tabernáculo había un patio o área abierta con una cerca. La cerca medía 137
metros (450 pies) de largo, y una entrada de 9 metros (30 pies) de ancho. Dentro de esta cerca
estaba el altar donde la gente traía sus sacrificios. Entre el altar y el tabernáculo había una
fuente grande de bronce. Allí, los sacerdotes se lavaban cuando se preparaban para ofrecer los
sacrificios (Exodo 30:17-21).
Al lado derecho del Lugar Santo estaba la mesa del pan para los
sacerdotes. Al lado izquierdo el candelero de oro, y en frente al velo
del Lugar Santísimo estaba el altar del incienso. El arca del pacto
estaba en el Lugar Santísimo. Era el objeto más sagrado e Israel. Dos
figuras de querubines de oro (Exodo 25:17-22) fueron hechos sobre la
tapa de arca, extendiendo sus alas sobre el propiciatorio, lo cual
recordaba a los israelitas la presencia de Dios. A diferencia de las
naciones pecadoras, los israelitas no tenían imagen de Dios, pero su
gloria estaba en el Tabernáculo.
Los Principios del Éxodo para hoy
1. Los que Dios llama deben depender de Él, no de sí mismos.
2. Dios liberta a su pueblo y juzga a sus enemigos en su tiempo.
3. Dios tiene el poder para controlar la naturaleza.
4. “Y veré la sangre y pasaré de vosotros” (Exodo 12:13).
5. Dios quería que Israel llegara a ser un reino de sacerdotes y una nación santa (Exodo 9:6).
6. Dios ama, es paciente y perdona; pero Él no dejará al culpable sin Juicio (Éxodo 34:6-7).
7. Es importante obedecer a Dios en la obra que nos llama a hacer para Él (Exodo 350).
Período de La Conquista (1451-1200 AC.)
I. EL PASO DEL JORDÁN
1. El nuevo líder
Moisés dejó a Israel acampando al este del Jordán. Las victorias sobre Sihón y Og les
habían conseguido la tierra plana al este del río. Canaán en sí, se extendía hacia el oeste del
Jordán; era un terreno montañoso abarrotado de un pueblo guerrero que vivía en ciudades
amuralladas. No era una tarea fácil, la que se les presentaba delante de ellos. Las grandes
épocas requieren de grandes hombres. Israel jamás tuvo un segundo Moisés. Pero las nuevas
ocasiones requieren de nuevos hombres. El Dios que dio a Moisés para la obra de la
liberación y la organización, ahora da a Josué para la obra de la conquista y el asentamiento.
2. El Jordán Dividido
Israel había venido al Mar Rojo con un poderoso enemigo persiguiéndolos por detrás.
Llegaron al Jordán, habiendo poderosos enemigos que los enfrentaban. Aquí, así como en el
mar, una señal milagrosa sirvió para inspirarlos con fe, tanto en Dios, como en el líder de
ellos. Era el tiempo de la cosecha. Las nieves derretidas del Monte Líbano inundaban las
tierras bajas del Jordán. No había barcas ni puentes. Pero, cuando los sacerdotes que cargaban
el arca sagrada, pusieron su pie a la orilla del río, las aguas se dividieron e Israel marchó a
través del lecho seco. Se erigieron dos memoriales de piedra, uno en el lecho del río, el otro
en Gilgal, donde acamparon aquella noche.
3. El acampamiento en Gilgal
Aquí el rito de la circuncisión, el cual se omitió durante el tiempo que vagaron por el
desierto, fue renovado, y el reclamo por su incredulidad y el castigo por ésta fueron
eliminados; de aquí el nombre Gilgal. Aquí también, la pascua fue celebrada una vez más, tal
como lo había sido la noche del éxodo. En aquel tiempo los egipcios fueron asombrados por
la presencia del ángel de la muerte cuando éste pasó a través de la tierra; ahora eran los
Canaanitas los que temblaban de temor detrás de las paredes de Jericó. Aquí también cesó el
maná; y aquí o en otro Gilgal cerca de Betel, fue donde Israel se quedó acampando hasta que
Canaán estuvo tan conquistada como para poder ser repartida entre las tribus.
II. LA CAPTURA DE JERICÓ
Antes de cruzar el Jordán Josué había enviado espías a reconocer las fortalezas del
enemigo. Una mujer de Jericó llamada Rahab, la cual tenía una firme fe en el futuro del
pueblo de Dios, había escondido a los espías y se le había garantizado la seguridad de su
hogar durante la captura de la ciudad. Durante el acampamiento en Gilgal Josué recibió su
comisión, tal como Moisés recibió la de él. Dios se le apareció, no obstante, no en la zarza
ardiente, sino en una espada desenvainada, lo cual daba a entender la obra de la conquista.
Pero que la obra había de ser de Dios y no del hombre, fue algo que quedó claro desde el
comienzo en los medios escogidos para la captura de Jericó. Jericó se encontraba cerca del
punto por el cual cruzaron el Jordán. Era la ruta de entrada a Canaán. No debía ser dejada
atrás. Israel no tenía máquinas con las cuales demoler las murallas. Siguiendo el
mandamiento de Dios marcharon alrededor, una vez al día, durante seis días seguidos,
cargando el arca sagrada, y el sétimo día lo hicieron siete veces, cuando, con un sonido de sus
trompetas y un poderoso grito, las murallas cayeron y Jericó era de ellos. Fue Jehová el que
rompió el yugo de Egipto, abrió el camino a través del Mar Rojo, los alimentó y los dirigió en
el desierto, les dio su ley y dividió para ellos el río Jordán. Y fue Jehová el que desposeyó a
los corruptos canaanitas y cumplió su pacto con su pueblo al darles la tierra prometida.
III. LA CONQUISTA DE CANAÁN CENTRAL
1. La captura de Hai
Hai era la clave para la entrada a Canaán Central. Israel fue derrotada al primer ataque. La
causa se encontró en el pecado de Acán, quien se había apropiado de un lingote de oro, algún
dinero de plata y un manto babilónico de los despojos de Jericó. No era el momento para la
codicia egoísta; y Acán hizo expiación por su pecado con su vida. Un segundo ataque le dio
Hai y todo Canaán Central a Israel.
2. La Asamblea en Siquem
Israel se encuentra ahora en el corazón de la tierra. Las huellas de los patriarcas están por
todo lado alrededor de ellos. En Siquem fue donde Abraham, al comienzo, estableció su
tienda y levantó su altar. En Betel, no muy lejos, el fugitivo Jacob había tenido su visión y
erigido su memorial. En Siquem, él había permanecido después de su regreso del exilio, y
había sepultado las reliquias de idolatría que su familia había traído de Mesopotamia. Y
ahora, por ese divino poder, el pacto divino se había cumplido, tiene sentido que haya una
solemne renovación y memorial del pacto. De allí que, según las directrices dadas por Moisés
anteriormente (Deuteronomio 27), se llevara a cabo una solemne asamblea en Siquem.
Siquem está situada en un estrecho valle con el Monte Ebal por el norte y el Monte Gerizim
por el sur. En el valle que había en medio de estos dos montes se situaron los levitas.
Cuando éstos pronunciaban las bendiciones por la obediencia, seis de las tribus situadas sobre
Gerizim respondieron con un “Amén”, cuando los levitas pronunciaron las maldiciones por la
desobediencia, las otras seis tribus gritaron su “Amén” desde Ebal. Luego se erigió un
memorial con la ley inscrita en él, y una fiesta de sacrificios se celebró.
IV. CONFEDERACIÓN Y CONQUISTA DEL SUR
1. Su alianza con los gabaonitas
Durante los años de la conquista el principal campamento de Israel parece haber estado en
Gilgal, la cual se situaba en Canaán Central. Poco después de la caída de Hai, unos
mensajeros de Gabaón, una ciudad que se encontraba justo al sur de Hai, vinieron a Josué
alegando que eran de una tierra lejana, y le propusieron una alianza en la cual se les
aseguraba su propia preservación a aquéllos. Josué estuvo de acuerdo. Cuando se dio cuenta
del engaño, tomó la sagrada decisión de cumplir el pacto de no destruirlos, pero los convirtió
en “leñadores y aguadores” para los israelitas.
2. La batalla de Bet-horón
La alianza con Gabaón hizo que las ciudades de Jerusalén, Hebrón, Jarmut, Laquis y
Eglón, las cuales se encontraban al sur, formaran una alianza defensiva y ofensiva. Atacaron
Gabaón, la cual apeló a la ayuda de Josué. Éste marchó durante la noche, y los derrotó en la
gran batalla de Bet-Horón. Ese día fue el famoso “día largo” en el cual, según un antiguo
poema (Josué 10.12–13), el sol y la luna se detuvieron a la palabra de Josué.
V. CONFEDERACIÓN Y CONQUISTA DEL
NORTE
Otro esfuerzo más, combinado, fue hecho por los
canaanitas. Jabín, un poderoso jefe de Hazor, la cual
se encontraba al norte, encabezó una confederación,
la cual Josué derrotó junto a las aguas de Merom.
Esto acabó con la resistencia combinada. La lucha se
redujo a insignificantes pulsos en los que las
diferentes tribus completaron la conquista en detalle.
Esta obra no se hizo con la minuciosidad que Dios
ordenó, y que era tan esencial para el propósito de su vida como nación. El peligro de ellos
estuvo en las alianzas de amistad y los matrimonios mixtos. La única seguridad de ellos, y de
la religión pura, estaba en el completo aislamiento. El no expeler a los Canaanitas es la clave
para las condiciones del siguiente período.
VI. REPARTICIÓN DE LA TIERRA Y MUERTE DE JOSUÉ
1. Repartición de la tierra
Cuando hubo reducido la resistencia a la incapacidad, Josué procedió a repartir la tierra
por suerte entre las doce tribus. En la repartición de la tierra, los levitas no fueron contados
como una tribu, pero recibieron cuarenta y ocho ciudades que estaban distribuidas por todo
Canaán. Entre éstas estuvieron las seis ciudades de refugio: Golán, Ramot de Galaad y Beser
al este del Jordán, y Cedes, Siquem y Hebrón al oeste del mismo río. Jacob había adoptado a
los dos hijos de José, Efraín y Manasés, como propios, conformando así doce tribus sin
incluir a Leví. Éstas son: Rubén, Simón, Judá, Isacar, Zabulón, Dan, Neftalí, Gad, Aser,
Efraín, Manasés y Benjamín.
2. Despedida y muerte de Josué
Josué sobrevivió a la generación que presenció las maravillas hechas en Egipto y junto al
Mar Rojo. Con la excepción de Caleb y de Josué, todos ellos cayeron en el desierto, mientras
que éste vivió hasta los ciento diez años. Leal a
Jehová y al pacto, hasta el último momento, una
vez más convoca a una solemne asamblea de las
tribus en la histórica Siquem. Allí revisa la
historia de ellos, y les advierte de los peligros de la
apostasía. “Escogeos hoy a quién sirváis,… pero
yo y mi casa serviremos a Jehová”, tales fueron las
nobles palabras con las cuales busca que se
consagren ellos y su casa, nuevamente, al servicio
a Dios. Después de erigir un memorial de piedra
para recordar esta renovación del pacto nacional,
despide a la asamblea y es pronto reunido con sus
padres.
Período de los Jueces (1200–1050 AC.) El período de los jueces puede estimarse con bastante precisión entre los años 1200-
1050 AC. A la conquista y toma de Canaán le siguió una época de organización progresiva
del territorio. Ese período fue testigo de una serie de conflictos entre los grupos hebreos -que
estaban organizados en una confederación de tribus- y las ciudades estado cananeas.
Finalmente, los antepasados de Israel se impusieron a sus adversarios y los redujeron a
servidumbre (Jueces 1:28; Josué 9).
El libro de los Jueces relata una serie de episodios importantes de ese período. Los
jueces eran caudillos, es decir, líderes militares carismáticos que hacían justicia al pueblo. No
eran gobernantes sino libertadores que se levantaban a luchar en momentos de crisis (Jueces
2:16; 3:9). El cántico de Débora (Jueces 5), por ejemplo, celebra la victoria de una coalición
de grupos hebreos contra los cananeos, en la llanura de Jezreel.
Dios pudo haber eliminado a los cananeos por medio de catástrofes naturales, plagas,
enfermedades u otros medios; en vez de ellos usó a los mismos israelitas como instrumento
de su ira, para enseñarles una lección objetiva de lo que les acontece a quienes se degeneran.
Sin embargo, los hijos de Israel no aprendieron bien la lección.
Desde el inicio de la conquista, en 1200 AC., tras la derrota de Jericó y Hai (Josué 9:3-27),
los de Gabaón habían engañado a los israelitas, haciéndoles creer que venían de tierras
lejanas para unirse con ellos al oír de las grandes maravillas que Jehová había realizado para
Israel. Los israelitas pactaron con los gabaonitas y les juraron que no los matarían. Por ello, al
descubrirlos no pudieron hacerles nada más que reducirlos a servidumbre, asignándoles las
tareas de “leñadores y aguadores para la congregación, y para el altar de Jehová”.
Breve repaso de la Conquista de Canaán (Jueces 1:1-26)
En Jueces 1:1-21 se complementa el relato de la conquista de Canaán narrado ya en detalle
en el Libro de Josué.
V. 4. Los cananeos eran todos los habitantes de Canaán antes de la Conquista. A veces se
hace diferencia entre cananeos (habitantes de los valles y las planicies costeras), y los
amorreos (habitantes de las montañas). Se menciona también a los heteos (descendientes
dispersos del disuelto imperio hitita), a los ferezeos, los heveos y los jebuseos.
Vs. 6 y 7. El castigo de cortarle los pulgares al enemigo vencido no era frecuente entre los
israelitas. El rey Adoni-bezec lo aceptó como aplicación de la ley del talión: “ojo por ojo”,
por lo que él había hecho a otros. Fue llevado a Jerusalén y allí murió.
Jerusalén, que se haría famosa más adelante al tomarla David y convertirla en la capital de
su reino, existía ya posiblemente desde unos 3000 AC. En tiempos de Abraham, 2000 AC.,
era gobernada por Melquisedec, rey y sacerdote del Dios Altísimo, a quien el patriarca
Génesis 14:18, 20 le dio “los diezmos de todo”.
V. 8. Durante la conquista, Jerusalén parece haber sido ocupada sólo temporalmente por
los hijos de Judá, porque más adelante los jebuseos siguieron allí hasta que David los derrotó
definitivamente y les quitó el dominio de la ciudad.
V. 10. La tribu de Judá tomó la ciudad de Hebrón donde estaban (y están hasta hoy) la
tumba de los patriarcas de Israel y sus esposas: Abraham y Sara, Isaac y Rebeca, Jacob y Lea,
Génesis 49:31-33; 50:13-14. Hebrón está actualmente en poder de los árabes palestinos, es un
foco constante de conflictos y objeto de las noticias.
Recordemos que los espías que Moisés había enviado a reconocer la tierra de Canaán
creyeron que era imposible tomarla, “excepto “Caleb hijo de Jefone cenezeo, y Josué hijo de
Nun, que fueron perfectos en pos de Jehová”, Núm. 32:12. Caleb era descendiente de Cenaz,
y éste de Esaú (o Edom). Los cenezeos, que eran nómadas, estaban asociados con la tribu de
Judá.
Vs. 11-15. Caleb ofreció a su hija Acsa al que tomara la ciudad de Quiriat-sefer. El que lo
logró fue Otoniel, su sobrino, quien más tarde sería el primer juez.
Vs. 16-18. Los hijos de Jetro, suegro de Moisés (llamado en otras partes Hobab y Reuel),
eran nómadas asociados con los madianitas y con los amalecitas, y habitaban entre los de
Judá. Las tribus de Judá y Simeón conquistaron a los cananeos al desierto de Neguev en el
sur.
V. 19. Los de Judá derrotaron a los que vivían en las montañas, pero no a los que vivían en
las llanuras, quienes poseían carros con ruedas herradas.
V. 20. Josué le concedió a Caleb la ciudad de Hebrón, en cumplimiento de la promesa de
Moisés por ser uno de los dos espías valientes, Josué 14:6-14.
V. 21. Aunque Jerusalén había sido ocupada temporalmente por Judá (v. 8), los de
Benjamín no pudieron desalojar de allí a los jebuseos definitivamente.
Vs. 22-26. Un heteo (o hitita) habitante de Betel, fue descubierto por los que espiaban la
ciudad para tomarla. Le ofrecieron dejarlo ir a él y a su familia a cambio de mostrarles la
entrada a la ciudad. El hombre lo hizo y pudo escapar, mientras los de la casa de José (Efraín
y Manasés) tomaron la ciudad. Los heteos eran restos del desaparecido imperio hitita, que en
su tiempo de esplendor había abarcado Asia Menor (hoy Turquía) y Siria, entre 1800 y 1200
AC.
El Territorio No Ocupado (Jueces 1:27-36)
Vs. 27-36. Se describe el fracaso de las tribus de Manasés, Efraín, Zabulón, Aser, Neftalí y
Dan al no poder ocupar todo el territorio que les había sido asignado.
V. 27-30. Manasés y Efraín dejaron algunas ciudades de los cananeos en medio de ellos y
luego las hicieron tributarias.
V. 31-33. Aser y Neftalí se quedaron a vivir en medio de los cananeos a los que no
pudieron conquistar.
V. 34. Los de Dan no tenían posesión, pues los amorreos (talvez acosados también por los
filisteos) no los dejaban descender a los llanos. Más adelante fueron también expulsados de
las colinas y tuvieron que buscar tierras más al norte.
Dios le Recuerda a Israel Su Pacto (Jueces 2:1-5)
Vs. 1-2. El ángel de Jehová, (un mensajero angelical, o una “teofanía” o revelación del
Dios invisible en forma angelical), se apareció a los hijos de Israel para recordarles el pacto
que hecho con ellos, que tenía como condiciones básicas: no hacer alianzas con los
moradores cananeos y derribar sus altares.
V. 3. Como resultado de su infidelidad les dijo: “No los echaré delante de vosotros, sino
que serán azotes para vuestros costados, y sus dioses os serán tropezadero”. Aunque los
cananeos desaparecieron en gran medida como pueblo y fueron absorbidos por los israelitas,
su mala levadura contaminó a Israel.
Vs. 4-5. Los israelitas lloraron de tristeza y ofrecieron sacrificios a Dios.
El Liderazgo de Josué (Jueces 2:6-10)
Vs. 7-8. El liderazgo ejemplar de Josué se ve en el hecho de que Israel sirvió a Dios
mientras él vivió, y mientras vivieron los ancianos que lo sobrevivieron y que habían visto los
milagros de Dios en el Éxodo.
V. 10. Se levantó “otra generación que no conocía a Jehová, ni la obra que él había hecho
por Israel”. Hubo tal fracaso en la enseñanza a los hijos, que la nueva generación ni tenía
conocimiento de Dios, ni sabía la historia de lo que él había hecho por su pueblo. Las
instituciones religiosas y el hogar habían olvidado su labor de instruir a los niños y a los
jóvenes.
Sirvieron a los Baales (Jueces 2:11-23)
Vs. 11-13. Para quienes desconocen la naturaleza de las prácticas religiosas de los
cananeos, el mandato de eliminar a toda la población parece cruel. Pero, al conocer sus
costumbres depravadas, la orden parece justa. La religión de Canaán se centraba
principalmente en el culto a Baal y su consorte Astarot. Este incluía sacrificios de niños como
ofrenda a Baal, el dios de la tormenta, la lluvia y la vegetación; y la prostitución ritual con las
sacerdotisas de Astarot, la diosa de la fertilidad. La orden no era sólo derrotar y matar a los
guerreros varones, sino eliminar a la totalidad de la población. Dejar a los niños, ancianos y
mujeres, equivalía a preservar a gentes que habían crecido y vivido en la degradación de la
inmoralidad, acostumbrados a todo tipo de degeneraciones y prácticas aberrantes.
V. 14. El castigo de Dios para los israelitas fue:
Entregarlos en manos de robadores que los despojaron.
Ya no poder hacer frente a sus enemigos.
Estar la mano de Jehová contra ellos para mal.
Tener gran aflicción.
Vs. 16-19. Con todo, Dios era movido a misericordia y les levantaba libertadores. Pero los
israelitas no escuchaban su dirección espiritual y, después de ser liberados de sus opresores,
volvían a servir a los baales. Un rasgo terrible de esta desobediencia era que cada vez era
peor: “se corrompían más que sus padres”.
En medio de la necedad, obstinación y depravación de Su pueblo, Dios siempre tuvo
misericordia de él, 2 Timoteo 2:13.
Vs. 20-23. Los israelitas no pudieron dominar a los cananeos pues Dios los castigó por
haber pactado con ellos, haberse mezclado en matrimonio y haber contaminado su fe. Dios
dispuso ya no expulsarlos, sino dejarlos para seguir probando la fidelidad de Israel en el
futuro.
Las Naciones Dejadas para Probar a Israel (Jueces 3:1-6)
Vs. 1-2. Además de castigar a Israel y probar su fidelidad por medio de la presencia de
aquellos pueblos paganos, Dios dispuso utilizarlos también para que se entrenaran en las
técnicas de la guerra. Israel habría de vivir toda su historia, hasta el presente, entre naciones
enemigas, en medio de poderosos imperios que se disputaban esa franja de terreno en el paso
obligado de tres continentes. Por allí habrían de pasar en su proceso expansión: babilonios,
asirios, egipcios, persas, griegos, romanos, bizantinos, árabes, cruzados europeos, turcos,
ingleses...
Vs. 3-5. Las naciones dejadas sin conquistar fueron: los filisteos, los cananeos, los
sidonios, los heveos, los heteos, los amorreos, los ferezeos y los jebuseos.
V. 6. La consecuencia de los matrimonios con aquellos pueblos fue que los hijos de Israel
cayeron en la idolatría. La nación abandonó al Señor Jehová, mostró deslealtad a sus
antepasados, e ignoró voluntariamente las poderosas obras del Señor, especialmente su
portentosa liberación de la esclavitud en Egipto.
El Nuevo Testamento reitera el mandamiento de evitar la unión con los incrédulos. 2
Corintios 6:14-18 dice: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué
compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?”
Un tiempo de confusión (Jueces 17-21)
Lea Jueces 17-21. Estos cinco capítulos y el libro de Rut, cuentan sobre un tiempo
confuso en la historia de Israel. Estos capítulos obscuros dan pocos detalles. Israel tuvo rey
durante esos años (Jueces 21:25; Rut 1:1). Nosotros podemos resumir este período de la
historia de Israel con las palabras de Jueces 21:25: “Cada uno hacía lo que bien le parecía “.
Note cuatro cosas sobre este tiempo:
1. Micaía corrompió la religión (Jueces 17).
2. La tribu de Dan dejó su territorio (Jueces 18).
3. Los hombres perversos de Gabaa cometieron pecados sexuales (Jueces 19).
4. La tribu de Benjamín fue, en su mayoría, destruida (Jueces 20-21).
EL SIGNIFICADO DE LAS FIESTAS SOLEMNES
1. El día de descanso. Cap. 23:3: El día de reposo era la primera fiesta en el calendario
sagrado. A los israelitas les hacía recordar a su Creador y del hecho de que El descansó de su
obra creadora el séptimo día. También les hacía tener presente que Jehová les había liberado
de la esclavitud de Egipto y que ahora podrían dedicar un día de la semana a El (Deut. 5:12-
15). Toda la nación debía observarlo estrictamente o sufrir la maldición de Dios (Ex. 31:14).
Es la única fiesta del antiguo pacto que se observa en el cristianismo, pero el día de su
observancia fue cambiado al primer día de la semana (ver. Hech. 20:7; 1 Cor. 16:2; Apoc.
1:10).
2. La pascua y los panes sin Levadura. Cap. 23:5-8: Era una de las tres convocaciones
anuales (pascua, pentecostés y tabernáculos) en que todos los hombres hebreos tenían que ir a
Jerusalén para participar en su observación. Se celebraba la salida de Egipto y la redención
efectuada con el cordero pascual (Ex. 12:1-13:10) y por lo tanto se consideraba una de las
fiestas más importantes del calendario hebreo. Durante los siete días de la fiesta no se
permitía que los israelitas tuvieran en casa pan con levadura indicando así que la nación
redimida no debía vivir en pecado. Se mataba el cordero y se lo comía en la noche del primer
día de la fiesta. Muchos estudiosos piensan que Jesús reemplazó esta fiesta por la santa cena
(ver Lucas 22:7-20), siendo El mismo "la pascua sacrificada por nosotros" (1 Cor. 5:7).
La fiesta de la pascua señalaba el comienzo de la siega de la cebada. La cebada maduraba
unas tres semanas antes que el trigo. Una vez que los israelitas entraran en Canaán, tendrían
que llevar una gavilla al sacerdote como ofrenda de las primicias y después de eso podrían
segar y comer la cosecha (23:9-14; Ex. 23:19; Núm. 28:26; Deut. 26:1-3). Así los judíos
reconocían que recibían las bendiciones materiales de Jehová. El primer día de la semana
después de la pascua,* el sacerdote presentaba la gavilla meciéndola ante Jehová, el
Sustentador de su pueblo. La ofrenda de las primicias es una hermosa figura profética de
Cristo "primicias de los que durmieron" (1 Cor. 15:20). El resucitó de los muertos el primer
día de la semana. Por esto se cambió el día de reposo del séptimo día al primero de la semana
(Hech. 20:7; 1 Cor. 16:2). En Apoc. 1:10 se lo llama "el día del Señor". Lo interesante es que
Cristo fue crucificado durante la semana de la celebración de la pascua y resucitó el primer
día de la semana siguiente.
3. La fiesta de pentecostés. Cap. 23:15-21: En la época de Jesús se denominaba
"pentecostés", palabra griega que significa "quincuagésimo", pues caía siete semanas o
cincuenta días después de la pascua. Esta fiesta marcaba el fin de la cosecha de trigo (Ex.
23:16), y se ofrecían a Dios las primicias del sustento básico de los israelitas. Así como la
pascua le recordaba a Israel que Dios era su Redentor, de igual manera la fiesta de las
semanas le recordaba que Jehová era también su Sustentador, el Dador de toda buena dádiva.
El Espíritu Santo fue derramado sobre los ciento veinte discípulos en la fiesta de
pentecostés. Resultó que tres mil personas se convirtieron bajo la ungida predicación de
Pedro. Eran las primicias de una gran cosecha de almas.
4. La nueva luna y la fiesta de las trompetas. Lev. 23:23-25; Núm. 28:11-15; 29:1-6: El
son de las trompetas proclamaba el comienzo de cada mes, el cual, se llamaba la nueva luna
(Núm. 10:10). Se observaba la nueva luna ofreciendo sacrificios por pecado y holocaustos
acompañados de oblaciones de presente (Núm. 28:11-15).
El primer día del séptimo mes* del año religioso estaba designado como la fiesta de las
trompetas. Marcaba el fin de la estación de cosecha y el primer día del año nuevo del
calendario civil. Se celebraba entre los hebreos con gran festividad y gozo, y era introducida
con son de trompetas. Se ofrecían sacrificios y no se permitía en él trabajo servil alguno. El
motivo de la fiesta era anunciar el comienzo del año nuevo y preparar al pueblo para el
climax de las observancias religiosas, la celebración del día de la expiación y la de la fiesta
de los tabernáculos.
Para nosotros, las trompetas anuncian la segunda venida de Cristo y el comienzo de la
fiesta perpetua de los redimidos (1 Tes. 4:16, 17; 1 Cor. 15:52). Al fin de la cosecha de almas,
cuando "haya entrado la plenitud de los gentiles, vendrá de Sion el Libertador" (Rom. 11:25,
26). ¡Aleluya!
5. El día de la expiación. Cap. 16 y 23:26-32: Era el día más importante del calendario judío.
Se llamaba yoma, "el día". Era la corona y punto culminante de todo el sistema de
sacrificios. "Isaías 53 es a la profecía mesiánica,... lo que es Levítico 16 al entero sistema
mosaico de tipos, la flor más perfecta del simbolismo mesiánico". En el día de la expiación,
el sumo sacerdote reunía todos los pecados de Israel acumulados durante el año y los
confesaba a Dios pidiendo perdón. Sólo él podía entrar en el lugar santísimo y hacer
expiación sobre el propiciatorio del arca. Lo hacía solamente una vez por año, el día de la
expiación.
a) Los preparativos. El pueblo no debía trabajar. Debían afligir sus almas ayunando,
demostrando así humildad y tristeza por su pecado. El sumo sacerdote se bañaba
completamente, simbolizando su purificación espiritual. No debía vestirse con las magníficas
vestiduras de colores como en otras ocasiones, sino llevar la túnica de lino blanco que
representaba la pureza absoluta, el requisito para entrar en la presencia del Dios santo. El
vestido blanco y limpio simbolizaba la justicia perfecta de Jesucristo, nuestro gran sumo
sacerdote.
b) Aarón hacía una expiación por sus propios pecados y por los de los otros sacerdotes:
sacrificaba un becerro y llevaba la sangre en un tazón. Con un incensario lleno de brasas
encendidas del altar del incienso y con sus puños llenos de incienso, entraba en el lugar
santísimo. Inmediatamente ponía el incienso sobre las brasas para que el humo perfumado
cubriera el propiciatorio. Así sus pecados eran cubiertos y no moría. El incienso
simbolizaba la oración que subía a Dios por el perdón de pecados. Luego rociaba la sangre
siete veces sobre el propiciatorio, en el lugar santo y sobre el altar de bronce, expiando los
pecados del sacerdocio y sus faltas al ministrar en el lugar santo.
c) Aarón hacía expiación por el pueblo: Los dos machos cabríos elegidos para el sacrificio
ya habían sido traídos al tabernáculo. Aarón echaba suertes sobre los animales; una suerte
para Jehová, y otra para Azazel. Sacrificaba Aarón el macho cabrío sobre el cual caía la
suerte por Jehová. Ya había entrado en el lugar santísimo para expiar sus pecados y ahora
de la misma manera hacía expiación por su pueblo. Luego ponía sus manos sobre la cabeza
del animal vivo y confesaba todas las iniquidades de Israel. El macho cabrío era enviado al
desierto para no volver nunca. Entonces Aarón lavaba sus vestidos, se bañaba y se vestía.
Ofrecía carneros como sacrificios del holocausto.
¿Qué significa Azazel? Dice una nota en La Biblia de Jerusalén: "Azazel, como parece
haberlo entendido la versión siria, es el nombre de un demonio que los antiguos hebreos y
cananeos creían habitaba en el desierto, tierra estéril donde Dios no ejerce su acción
fecundante". Otros lo interpretan como Satanás o posiblemente el lugar remoto al cual era
enviado el macho cabrío. Sin embargo estas interpretaciones son erróneas porque en ninguna
otra parte de la Biblia se encuentra una ofrenda a demonios o a Satanás y Dios expresamente
prohibió sacrificar a demonios (17:7). El maligno es un usurpador e indigno de ser
reconciliado. Por otro lado, si fuera un lugar en el desierto de Sinaí, sería difícil enviar al
animal allí cuando Israel entrara en Palestina.
La interpretación mejor se encuentra en la traducción misma de la palabra "azazel".
Muchos eruditos la interpretan como "remisión, quitar y enviar a otra parte". La versión
griega traduce la palabra en 16:10, como "enviar a otra parte". Así que los dos machos
cabríos forman un solo sacrificio por el pecado. El uno era sacrificado para expiar el pecado
y el otro, aquel sobre el cual el sumo sacerdote ponía las manos y confesaba los pecados de
Israel, representaba el alejamiento de la culpa no solamente de la presencia de Dios sino
también de la presencia del pueblo. El macho cabrío era llevado a un lugar solitario y puesto
en libertad para no volver jamás al campamento. Así es con nuestro Dios. Por medio de
Cristo, nuestros pecados y la culpa resultante están alejados para siempre. "Cuanto está lejos
el oriente del occidente, hizo alejar nuestras rebeliones" (Sal. 103:12).
Jesucristo, nuestro sumo sacerdote, no necesitaba ofrecer sacrificio por sí mismo. Entró
una vez para siempre en el lugar santísimo (el cielo), no llevando la sangre de machos cabríos
sino su propia sangre, y nos redimió eternamente (Heb. 9:11-12).
El tiene un sacerdocio inmutable y puede "salvar perpetua mente a los que por él se
acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos" (Heb. 7:24, 25).
6. La fiesta de los tabernáculos. Cap. 23:33-43: Era la última fiesta del año y duraba ocho
días. Se celebraba al fin de la época de la cosecha y se conmemoraba el peregrinaje en el
desierto. Cuando los israelitas entraran en la tierra prometida, la fiesta les haría recordar que
habían sido extranjeros y peregrinos en la tierra y que Jehová los había sustentado y guiado
milagrosamente. Los israelitas construían enramadas y vivían en ellas para acordarse de los
años en que habían morado en tiendas. Era una fiesta gozosa. "Os regocijaréis delante de
Jehová vuestro Dios por siete días" (23:40). El primer día, los israelitas llevaban ramas de
palmeras y de otros arboles frondosos en la mano regocijándose en el Señor. El motivo era
recordar que Dios les había ayudado, les había dado gracia para soportar los sinsabores y
pruebas del peregrinaje y les había traído a la tierra que fluía leche y miel. En el último día de
la fiesta, se celebraba la provisión sobrenatural de agua en el desierto (Juan 7:37-39).
La fiesta de las tiendas o tabernáculos nos enseña que es un deber cristiano regocijarse en el
Señor acordándonos siempre de la bondad de Dios que nos ayuda en nuestro peregrinaje.
Algún día los peregrinos estarán en el cielo, "vestidos de ropas blancas, y con palmas en
las manos", regocijándose en la salvación de su Dios y del Cordero (Apoc. 7:9-10). Los
sinsabores del peregrinaje ya serán una cosa pasada y las victorias serán motivo de gozo
inefable.
7. El año sabático. Cap. 25:1-7: Al entrar en la tierra prometida, los israelitas deberían pasar
un año de cada siete sin sembrar ni cosechar. La tierra debía descansar. Lo que produjera la
tierra espontáneamente aquel año sería para todos, tanto para las bestias como para los
hombres. Dios daría cosechas abundantes el sexto año para que no fuera necesario trabajar
al año siguiente (25:18-22). Los hebreos debían perdonar a sus deudores pobres y poner en
libertad a los esclavos (Deut. 15:1- 11; Ex. 21:2-6). Así recordaban los israelitas que Dios les
había liberado de la servidumbre de Egipto.
Sin embargo, no sería un año de ociosidad. Según la instrucción mosaica, los sacerdotes y
levitas les debían enseñar la palabra de Jehová y la ley (Deut. 31:10-13). No hay indicio
de que la nación haya observado esa ley, y ese desacato fue uno de los motivos del cautiverio
babilónico (2 Crón. 36:21).
8. El año de Jubileo. Cap. 25:8-22: Además de observar los años sabáticos, los israelitas
debían celebrar el año de jubileo, es decir, dos años seguidos de descanso cada cincuenta
años. Debían pregonar libertad a los esclavos hebreos, devolver al dueño originario la tierra
que habían adquirido de él y perdonar las deudas de otros. Así se ponía freno al deseo
desmedido de acumular bienes materiales y se impedía que hubiera extremos de pobreza y
riqueza.
Al citar Isaías 61:1-2 en la sinagoga de Nazaret, Jesús anunció que había venido para
proclamar "el año de la buena voluntad de Jehová" (el año de jubileo). Se cumple en la
redención y libertad de los cautivos; esto será consumado en la segunda venida de Cristo con
la resurrección de los suyos y la liberación de la creación misma de la esclavitud de la
corrupción (Rom. 8:19-23).
El principio de que la tierra pertenecía a Jehová, motivó las leyes referentes a su
ocupación (25:23). Se permitía al hebreo ocupar el territorio de Canaán, pero no debía
venderlo a perpetuidad pues no era el verdadero dueño sino forastero y extranjero en este
mundo, por causa de su vocación celestial.
En circunstancias de necesidad, el hebreo podía vender su terreno temporalmente pero era
suyo el derecho de redimirlo en cualquier oportunidad pagando una compensación adecuada
al nuevo poseedor. También estaba contemplada la posibilidad de que un pariente cercano del
necesitado rescatara la propiedad vendida. Si el terreno no era rescatado por el dueño
originario ni por el pariente cercano se lo devolvía gratis al dueño originario al llegar el año
de jubileo.
Son evidentes ciertos paralelos entre la relación del israelita con su terreno y las
posesiones materiales del creyente.
Como el hebreo no era el verdadero dueño de su terreno sino que sólo lo utilizaba
provisionalmente, así el creyente debe considerar sus posesiones como algo temporal,
prestado por Dios.
El creyente es meramente un mayordomo de los bienes de su Dios (Luc. 19:11-27). Por
ser extranjero y peregrino, acompañado por Dios en su viaje por la tierra, ya que su verdadera
patria se encuentra en el cielo, no debe apegarse a las cosas de este mundo.
Dios suplió leyes que aliviaran los males de los hebreos pobres y desheredados (25:35-55).
Aunque los israelitas debían amar a los extranjeros (19:34; Deut. 10:18), habían de tratar a
sus "hermanos" israelitas de una manera especial. Cuando un israelita empobrecía, el vecino
más rico debía darle alimento, alojamiento y prestarle dinero sin cobrarle intereses. Si un
hebreo se veía obligado a venderse a si mismo a otro para salir de deudas, no había de ser
tratado con rigor como esclavo, sino como siervo a sueldo con contrato temporal. Quedaba en
esa condición solamente hasta el año sabático o el año de jubileo, entonces era puesto en
libertad. También podía ser rescatado en cualquier momento por un pariente cercano pagando
una suma de dinero equivalente al trabajo del hombre vendido durante el tiempo que aún
restaba hasta el año de liberación. ¿Por qué mandó Jehová que los israelitas se trataran entre
sí con tanta preferencia? Porque habían sido redimidos y liberados por Dios de la esclavitud
de Egipto; "no serán vendidos a manera de esclavos" (25:42; ver también 25:38 y 55). Sólo a
Dios les correspondía servir, y los siervos de Dios deben ser tratados humanamente.
En Levítico 25:25 se encuentra por primera vez referencia al pariente cercano (en hebreo
goel) como quien podía rescatar a su hermano o a la propiedad de su hermano. El goel tenía
que ser el pariente consanguíneo más cercano (Rut 2:20; 3:9,12; 4:1, 3, 6, 8). En el período
bíblico, también era vengador de la sangre de su hermano dando muerte al homicida en caso
de asesinato (Núm. 35:12-29). Otro deber del pariente cercano era casarse con la viuda de su
difunto hermano si éste moría sin dejar hijo varón. El primer varoncito de esta unión levirata
se llevaba el nombre del difunto y recibía la herencia del difunto para que ese nombre no se
extinguiera en Israel (Deut. 25:5-10).
La idea fundamental del sistema del goel es la protección del pobre o del desgraciado. Se
alude muchas veces a Jehová como goel o redentor de su pueblo (Job 19:25; Sal. 19:14;
49:15; Isa. 41:14; Jer. 50:34). Jesucristo sobre todo es nuestro goel o pariente cercano; no se
avergonzó de "llamarnos hermanos", se hizo carne y nos redimió de todo mal, de la
esclavitud del pecado, de la pérdida de nuestra herencia y del aguijón de la muerte.
LA MONARQUÍA EN ISRAEL
Período del Reino Unido (1050–931 AC.) Al entrar en el período del Reino Unido terminó el período en el cual los jueces
conducían al Primer Israel. Los profetas, bajo el mandato directo de Dios, los sumos
sacerdotes sirviendo al tabernáculo y al templo y el rey que gobernaba al pueblo estaban en
una posición triangular, teniendo que cumplir cada uno con su misión directiva, centrados en
el propósito de la providencia de la restauración.
A fines del siglo XI, los filisteos ya se habían expandido por la mayor parte de
Palestina. Habían capturado el arca de la alianza, y habían tomado la ciudad de Silo (1
Samuel 4). Esta situación obligó a los israelitas a organizar una acción conjunta bajo un
liderato estable. Ante esa realidad se formó, por imperativo de la política exterior, la
monarquía de Israel (1 Samuel 8–12).
Samuel es el último de los jueces (1 Samuel 7,2–17) y, además, se le reconoce como
profeta y sacerdote. Poseía un liderato carismático que le dio al pueblo inspiración y unidad
(1 Samuel 1–7). Los primeros dos reyes de Israel - Saúl (1 Samuel 10) y David (1 Samuel
16)- fueron ungidos por él.
El Rey Saúl
Saúl, era un hombre de gran valor y gigantesca estatura, tuvo cuatro hijos y era hijo de un
terrateniente llamado Quish, de la tribu de Benjamín. Fue una Figura de la Biblia, fue el
primer monarca del Reino de Israel del sur (c.1030-1010 AC.). Su reinado se narra en el
primer libro de Samuel del Antiguo Testamento (1Samuel 8-15).
Se convirtió rey por las súplicas del pueblo al ya anciano juez Samuel, el pueblo quería un
rey que los librara de los invasores filisteos, el juez Samuel para tomar esta decisión consulto
a Jehová, después de esto ungieron a Saúl, Saúl se mostró como un rey firme, por las hazañas
que hizo como derrotar a los amonitas, moabitas y filisteos, y por haber estableció su capital
en la ciudad liberada de Yabesh-Galaad.
Con el paso del tiempo, Saúl se envaneció y pretendió usurpar las funciones del
sacerdocio, Sus transgresiones religiosas motivaron la cólera de Dios, que ordenó a Samuel
que consagrara secretamente a David. Éste marchó a la corte de Saúl como arpista, pero los
continuos triunfos militares que sucedieron a su victoria frente a Goliat la cual andaba a cargo
de David, provocaron los celos al rey, que intentó matarlo, sólo gracias a la ayuda de su
esposa Mical (hija de Saúl), pudo huir. Desesperado por sus continuas derrotas en el campo
de batalla y por no haber matado a David, evocó el espectro de Samuel, que profetizó su
muerte y la de su estirpe, al día siguiente los filisteos destrozaron el ejército israelita y Saúl,
para evitar su captura, se dio muerte junto a tres de sus hijos.
El Rey David
David, era el hijo más joven de Isaí, un pastor de Belén, región en la que pasó su juventud
cuidando los rebaños de su padre. Fue el segundo rey del reino de Israel del sur. Fue el
fundador de la dinastía de Judá.
De acuerdo con el relato bíblico, fue el sucesor del rey Saúl, quien fuera el primer rey
oficial del unido Reino de Israel. Su reinado de cuarenta años que fue el más largo de todos,
habría durado aproximadamente desde el 1005 AC. hasta el 965 AC. El recuento de su vida y
normas están registradas en los libros del Antiguo Testamento de Samuel y el primero de los
dos Libros de Crónicas.
Ganó fama por sus aptitudes musicales y por su valentía, que alcanzó visos legendarios
después de derrotar al gigante filisteo Goliat. Su prestigió creció e incluso fue llamado por
Saúl, primer rey de Israel, el cual lo tomó bajo su servicio. Tras adquirir gloria en las guerras
contra los filisteos, desposó a Mical, hija de Saúl, y entabló una gran amistad con su cuñado
Jonatán. Sin embargo, su popularidad despertó la envidia de Saúl, quien lo expulsó de la
corte. Así, David pasó el siguiente periodo de su vida en el exilio, liderando un grupo armado
que cobraba tributo a los terratenientes de Judá. Después de una estancia en la ciudad de
Adul.lam, cercana a Jerusalén, y en los desiertos de Judá, entró al servicio de Akis, rey
filisteo de Gat. Como recompensa, éste le nombró gobernador de Siquelag.
David regresó a su tierra natal tras la muerte de Saúl, Jonatán y otros dos de los cuatro
hijos del rey en una batalla contra los filisteos. Coronado rey de Judá en Hebrón, gobernó allí
durante siete años hasta ser también ungido rey de Israel.
A partir de entonces derrotó en rápidas y sucesivas campañas a filisteos, moabitas,
arameos, idumeos y amonitas, consolidando la independencia de Israel y ampliando en gran
medida sus dominios. Una de sus principales conquistas fue la de la fortaleza jebusea de Sión,
a la que convirtió en núcleo de su capital, Jerusalén, a menudo llamada Ciudad de David. Allí
construyó su palacio e instaló, bajo un tabernáculo, el Arca de la Alianza, con lo que
Jerusalén pasó a ser el centro religioso y político de los territorios unidos bajo su persona.
Los últimos años del reinado de David estuvieron marcados por los problemas familiares,
murió con aproximadamente 70 años después de haber reinado 40 años. Sobre todo por la
disputa con el mayor de sus hijos sobrevivientes, Adonías, surgida tras haber designado a
Salomón (nacido de su unión con Betsabé) heredero del trono.
El Rey Salomón
Salomón, Segundo hijo de David, (llamado también Jedidías, Antiguo Testamento), fue el
tercer y último rey de todo Israel del sur. Construyó el Templo de Jerusalén y fue célebre por
su sabiduría, riqueza y poder, según La Biblia se le considera el hombre más sabio que ha
existido en la Tierra y que también que es un personaje capaz de dirigir los espíritus del
mundo invisible. Se le atribuye la autoría del Cantar de los Cantares y también del libro de
los Proverbios. Es el protagonista de muchas leyendas posteriores.
Salomón sucedió a su padre en el 970 AC., a pesar de las pretensiones de Adonías, su
hermano mayor. Estructuró Israel en 12 regiones administrativas y amplió sus dominios
desde el río Nilo hasta el país de los filisteos, y hasta la frontera de Egipto. También sometió
y esclavizó a los cananeos que permanecieron en el país y formalizó una alianza con Hiram,
rey de Tiro. A cambio de alimentos, éste le proporcionó madera y las naves de ambos
emprendieron, unidas, diversas expediciones comerciales. El Templo, concluido en unos siete
años, fue construido con gran esplendor gracias a la ayuda de Hiram y consagrado con gran
magnificencia. Sin embargo, estas alianzas provocaron descontento, ya que implicaron el
establecimiento de otros cultos religiosos en Jerusalén.
La principal cualidad que caracterizó a Salomón fue la de ser un notable administrador.
Mantuvo unido e intacto su reino, mejoró sus fortificaciones y estableció alianzas no sólo con
Tiro, sino también con otras naciones vecinas.
Promovió el comercio, por medio de caravanas y por mar, así como un rentable
aprovechamiento del cobre.
El trato frecuente con otros pueblos permitió una marcada evolución intelectual, y puede
suponerse que se desarrolló una auténtica actividad literaria. La tradición considera al propio
Salomón como un autor de grandes aptitudes. Salomón reino durante 40 años y murió de
muerte natural, cuando murió lo enterraron en la Ciudad de David, le cedió el reino a su hijo
Roboam.
Saúl, al comienzo de su reinado, obtuvo victorias militares importantes; sin embargo,
nunca pudo triunfar plenamente contra los filisteos. Su caída quedó marcada con la matanza
de los sacerdotes de Nob (1 Samuel 22,6-23), y su figura desprestigiada en el episodio de la
adivina de Endor (1 Samuel 28, 3–25). Saúl y su hijo Jonatán murieron en la batalla de
Guilboa, por los filisteos (1 Samuel 31). David fue ungido como rey en Hebrón, luego de la
muerte de Saúl. Primero fue consagrado rey para las tribus del sur (2 Samuel 2,1-4) y
posteriormente para las tribus del norte (2 Samuel 5,1-5). En ese momento había dos reinos y
un solo monarca.
El reino de Israel alcanzó su máximo esplendor bajo la dirección de David (1010-970).
Con su ejército, incorporó a las ciudades cananeas independientes; sometió a los pueblos
vecinos -amonitas, moabitas y edomitas, al este; arameos al norte y, particularmente, filisteos
al oeste- y conquistó la ciudad de Jerusalén, convirtiéndola en el centro político y religioso
del imperio.
La consolidación del poder se debió no sólo a la astucia política y la capacidad militar
del monarca, sino a la decadencia de los grandes imperios en Egipto y Mesopotamia. Con
David comenzó la dinastía real en Israel (2 Samuel 7).
Paralelo a la institución de la monarquía surgió en Israel el movimiento profético. El
profetismo nació con la monarquía, pues en esencia es un movimiento de oposición a los
reyes. Posteriormente, cuando la monarquía dejó de existir (durante el exilio en Babilonia), la
institución profética se transformó para responder a la nueva condición social, política y
religiosa.
Salomón sucedió a David en el reino, luego de un período de intrigas e incertidumbre
(1 Re 1). Su reinado (970–931) se caracterizó por el apogeo comercial (1 Reyes 9,26-10,29) y
las grandes construcciones. Las relaciones comerciales a nivel internacional le procuraron
riquezas. Construyó el templo de Jerusalén (1 Reyes 6-8), que adquirió dignidad de santuario
nacional y, en el mismo, los sacerdotes actuaban como funcionarios del reino (1 Reyes 4,2).
Período del Reino Dividido (931-586 AC.) El imperio creado por David comenzó a fragmentarse durante el reinado de Salomón.
En las zonas más extremas del reino, se sintió la inconformidad con las políticas reales. Las
antiguas rivalidades entre el norte y el sur comenzaron a surgir nuevamente. Luego de la
muerte de Salomón, el reino se dividió: Jeroboam llegó a ser el rey de Israel, y Roboam el de
Judá, con su capital en Jerusalén (1 Reyes 12). El antiguo reino unido se separó, y los reinos
del norte (Israel) y del sur (Judá) subsistieron durante varios siglos como estados
independientes y soberanos. La ruptura fue inevitable en el 931.
En el año 1.010 AC. David consiguió unificar efectivamente a Israel - luego del
traumático reinado de Saúl - e hizo de Jerusalen, la ex-fortaleza de los jebuseos, la capital del
reino unificado. Su reinado definió el Israel arquetípico - llamado luego en la profecía el
"Tabernáculo de David" - galardonado de victorias en el campo de batalla y gran renombre
internacional. Luego de varias intrigas palaciegas, a la muerte de su legendario fundador el
reino pasa a manos de Salomón, hijo de David con Betsabé. El joven rey, pidiendo sabiduría
al cielo, lo lleva a un mayor esplendor y reconocimiento internacional. Pero luego de la
muerte de Salomón el reino davídico se divide en dos. Esto aconteció en el año el año 930
AC..
Las dos partes en que fue dividido el reino davídico fueron: el Reino de Judá al sur y el
Reino de Israel al norte. Y cuando Roboam, hijo de Salomón - que habría sido heredero del
reino unificado de su padre si este no hubiera sido escindido - quiso marchar sobre el reino
separatista del norte para someterlo a la autoridad de la "casa de David", fue detenido por
Jehová diciéndole:
"No vayáis, ni peleéis contra vuestros
hermanos los hijos de Israel;
volveos cada uno a su casa,
porque esto lo he hecho yo.
Y ellos oyeron la palabra de Dios,
y volvieron y se fueron,
conforme a la palabra de Jehová."
(1 Reyes 12:24; 2 Crónicas 11:2-4)
De modo que el norteño Reino de Israel siguió su curso en la historia, no ya bajo un rey de
la "casa de David", sino bajo el efrateo Jeroboam (1 Reyes 11:26). La división entonces en
dos reinos – o "dos casas" reinantes - del reino unificado por David fue decidida por Jehová,
algo determinado por Él en los cielos para sus propios designios. Y así el reino davídico
arquetípico - el "Tabernáculo de David" - quedo dividido en dos partes:
El "Reino de Israel" al norte, formado por diez tribus lideradas por Efraín, y cuya
descendencia fue llamada en la profecía: "hijos de Israel".
El "Reino de Judá" en el sur, formado por las tribus de Judá y Benjamín, y cuya
descendencia fue llamada en la profecía :"judíos".
El profeta Isaías (Isaías 7,17) interpretó ese acontecimiento como una manifestación del
juicio de Dios.
El reino de Judá subsistió durante más de tres siglos (hasta el 587). Jerusalén continuó
como su capital, y siempre hubo un heredero de la dinastía de David que se mantuvo como
monarca. El reino del norte no gozó de tanta estabilidad. La capital cambió de sede en varias
ocasiones: Siquem, Peniel, Tirsa (1 Reyes 14,17; 15,21), para finalmente quedar ubicada de
forma permanente en Samaria (1 Reyes 16,24). Los profetas, implacables críticos de la
monarquía, contribuyeron, sin duda, a la desestabilización de las dinastías.
Entre los monarcas del reino del norte pueden mencionarse algunos que se destacaron
por razones políticas o religiosas. Jeroboam I (931-910) independizó a Israel de Judá en la
esfera cúltica, instaurando en Betel y Dan santuarios nacionales para la adoración de ídolos (1
Reyes 12, 25-33). Omrí (885-874 AC.) y su hijo Ajab (874-853) fomentaron el sincretismo
religioso en el pueblo, para integrar al reino la población cananea. La tolerancia y el apoyo al
baalismo provocaron la resistencia y la crítica de los profetas. Jehú (841–814), quien fundó la
dinastía de mayor duración en Israel, llegó al poder ayudado por los adoradores de Jehová.
Inicialmente se opuso a las prácticas sincretistas del reino; sin embargo, fue rechazado
después por el profeta Oseas debido a sus actitudes crueles. Jeroboam II (783–743) reinó en
un período de prosperidad (2 Reyes 14,23-29). La decadencia final del reino de Israel surgió
en el reinado de Oseas (732-724), cuando los asirios invadieron y conquistaron Samaria en el
721 (2 Reyes 17).
La destrucción del reino de Israel a manos de los asirios se efectuó de forma paulatina y
cruel, finalmente, se integró todo el reino al sistema de provincias asirias, se abolió toda
independencia política, se deportaron ciudadanos y se instaló una clase gobernante extranjera
(2 Reyes 17). Con la destrucción del reino del norte, Judá asumió el nombre de Israel.
El imperio asirio continuó ejerciendo su poder en Palestina hasta que fueron vencidos por
los medos y los caldeos (babilonios). En la batalla de Meguido murió el rey Josías (2
Crónicas 35,20-27; Jeremías 22,10-12) -famoso por introducir una serie importante de
reformas en el pueblo (2 Reyes 23,4-20)- su sucesor, Joacaz, fue posteriormente desterrado a
Egipto. Nabucodonosor, al mando de los ejércitos babilónicos, finalmente triunfó sobre el
ejército egipcio en la batalla de Carquemis (605), y conquistó a Jerusalén (597). En el 587
los ejércitos babilónicos sitiaron y tomaron a Jerusalén, y comenzó el período conocido como
el exilio en Babilonia. Esa derrota de los judíos ante Nabucodonosor significó: la pérdida de
la independencia política; el colapso de la dinastía davídica; la destrucción del templo y de la
ciudad (Salmos 46; 48), y la expulsión de la Tierra prometida.
Los dos reinos que surgieron tras la muerte de Salomón, son comúnmente conocidos y
diferenciados por los apelativos de "Norte" y "Sur". Este último designa el estado más
pequeño gobernado por la dinastía de David desde su capital en Jerusalén hasta el 586 AC.
Consistía en las tribus de Judá y Benjamín, quienes apoyaron a Roboam con un ejército
cuando el resto de las tribus se levantaron en rebelión contra las opresivas medidas de
Salomón y su hijo (1 Reyes 12:21). El Reino del Norte designa las tribus disidentes, que
hicieron a Jeroboam su rey. Este reino duró hasta 722 AC, con su capital sucesivamente en
Siquem, Tirsa y Samaria.
Las designaciones bíblicas comunes para estos dos reinos, son "Israel" y "Judá". La
primera está restringida usualmente en su uso al Reino del Norte, mientras que la segunda se
refiere al Reino del Sur. Originalmente el nombre de "Israel" fue dado a Jacob (Génesis
32:22-32). Durante toda su vida fue ya aplicado a sus hijos (Génesis 44:7), y siempre desde
entonces cualquier descendiente de Jacob ha sido referido como un "israelita". Desde los
tiempos patriarcales a la ocupación de Canaán, "Israel" ha especificado la totalidad de la
nación hebrea. Esta designación prevaleció durante la monarquía de David y Salomón,
incluso aunque estaba dividida a principios del reinado de David.
La tribu de Judá, que se hallaba estratégicamente situada y excepcional-mente fuerte,
llegó a su prominencia durante el tiempo de Saúl (ver 1 Samuel 11:8). Después de la división
en 931 AC. el nombre de Judá identificaba el Reino del Sur, que continuó su alianza con la
dinastía davídica. A menos que no se indique otra cosa, los nombres de "Israel" y "Judá" en
este volumen representan respectivamente a los reinos del Norte y del Sur.
Otro apelativo para el Reino del Norte es "Efraín". Aunque este nombre es
originalmente dado a uno de los hijos de José (Génesis 41:52), designa específicamente a la
tribu que condujo la secesión. Estando situada al norte de Benjamín y Judá, "Efraín"
representaba la oposición a Judá y con frecuencia incluía la totalidad del Reino del Norte (ver
Isaías y Oseas).
Cronología
Este es el primer período en la historia del Antiguo Testamento en que algunas fechas
pueden ser fijadas con virtual certeza. La historia secular, descubierta mediante la
investigación arqueológica, proporciona una lista epónima que cuenta para cada año en la
historia de Asiria desde 891 a 648 a. C. Tolomeo, un brillante erudito que vivió
aproximadamente en 70-161 AC, compuso un canon, relacionando a los gobernantes
babilonios y persas, desde el tiempo de Nabonassar, 747 AC. hasta Darío III, 332 AC.
Además de esto, también da una lista los gobernantes griegos, Alejandro y Filipo de
Macedonia, los gobernantes tolomeicos de Egipto y los gobernantes romanos que llegan hasta
el año de nuestra era, 161. Como astrónomo, geógrafo, historiador y cronologista, Tolomeo
proporciona una vital información. Lo más valioso para los historiadores modernos es el
material astronómico que ha hecho posible comprobar la precisión de sus datos en numerosos
puntos, de tal forma, que "el canon de Tolomeo puede ser utilizado como guía histórica con la
mayor confianza".
Dos hechos significativos suministran el eslabón entre la historia asiría y el relato
bíblico de los reyes hebreos durante el período del reino dividido. Las inscripciones asirías
indican que Acab, rey de Israel, participó en la batalla de Karkar (853 AC.), contra
Salmanasar III, y que Jehú, otro rey de Israel, pagó tributo al mismo rey asirio en 841 AC. Al
equiparar los datos bíblicos concernientes a los reyes hebreos Ocozías y Joram a este período
de doce años de la historia asiría, Thiele ha sugerido una pista para la adecuada interpretación
de la cronología. Con estas dos fechas definitivamente establecidas en el sincronismo entre la
historia hebrea y asiría, propone un esquema de absoluta cronología para el período que va
desde la disgregación a la caída de Jerusalén. Esto sirve como una clave práctica para las
interpretaciones de las numerosas referencias cronológicas en los relatos de Reyes y
Crónicas.
Permitiendo un año como factor variable, las fechas terminales para Israel (la caída de
Samaria) y para Judá (la caída de Jerusalén) están fijadas respectivamente como 722 y 586
AC. Lo mismo puede decirse para la batalla de Karkar en 853 AC. La fecha para el comienzo
de los dos reinos está sujeta a mayor variación.
Una simple adición de todos los años admitidos para los reyes hebreos totalizan casi
cuatro siglos. Sobre la base de esta tabulación, muchos eruditos, tales como Hales, Oppert,
Graetz y Mahler, han fechado la disgregación del reino salomónico dentro del período de
990-953 AC. La fecha más popularizada es la dada por Ussher, adoptada por Edersheim, e in-
corporada al margen de muchas Biblias durante el pasado siglo. Los recientes
descubrimientos arqueológicos relacionados a la historia contemporánea del Próximo
Oriente, han iluminado muchos pasajes bíblicos que necesitaban una reinterpretación de los
datos bíblicos.
El período del reino dividido está adecuado a un período aproximado de tres siglos y
medio. Sobre la base de la cronología asiría y la historia contemporánea del Cercano Oriente,
Olmstead, Kittel, Albright y otros fechan el comienzo de este período dentro de los años 937-
922 AC. La fecha más popularizada en la literatura corriente del Antiguo Testamento es el
año 922 AC.
El más amplio estudio de la cronología para el período del Reino Dividido está
publicado en el libro de E. R. Thiele, The Mysterious Numbers of the Hebrew Kings.
Mediante un detallado análisis de ambos datos estadísticos, en el relato bíblico y en la historia
contemporánea, concluye que el 931 a. C. es la más razonable fecha para el comienzo de este
período. Mientras que muchas cronologías se han construido bajo la presunción de que
existen numerosos errores en el presente texto de Reyes y Crónicas, Thiele comienza con el
supuesto de que el texto presente es fiable. Con ello en mente, el número de referencias
cronológicas que permanecen problemáticas a la luz de nuestro entendimiento de tal período,
es mucho menor que los problemas textuales que implica el resultado a priori de la
presunción de que el texto hebreo está en el error. Aunque permanecen aún sin resolver
problemas en la cronología de Thiele, parece ser la más razonable y completa interpretación
de las fechas escriturísticas y los hechos históricos contemporáneos que nos son conocidos
hasta el presente. De ser la fecha del año 959 AC. para el comienzo del templo de Salomón,
confirmada como correcta, podría apelar a una reinterpretación de parte de esta cronología.
En el presente, esta fecha está aceptada con un alto grado de probabilidad A través de todo
este análisis del reino dividido, la cronología del período del reino dividido de Thiele está
adoptada como patrón. Cualquier desviación de la misma se indica oportunamente.
Algunos de los factores básicos que tengan una relación sobre el análisis de las fechas
cronológicas de este período, merecen una breve consideración. En Judá, el sistema del año
de accesión y su cuenta, fue utilizado desde el principio de los tiempos de Joram (850 a. C.),
quien adoptó el sistema de la no accesión que ha utilizado en Israel desde los días de
Jeroboam I. Durante los reinados de Joás y Amasias (800 AC.), ambos reinados cambiaron al
sistema del año de accesión.
La cuestión de la corregencia tiene que ser considerada estableciendo una cronología
para este período. A veces, los años durante los cuales un padre y un hijo gobernaron juntos
fueron acreditados a ambos reyes, calculando la duración de su reinado.
Fechas importantes
Un cierto número de fechas son de importancia para una adecuada comprensión de
cualquier período histórico. Los tres acontecimientos más importantes de esta era del reino
dividido, son como sigue:
931—La división del reino
722—La caída de Samaria
586—La caída de Jerusalén
Sin tener que acudir a listas tabulares para estos reinos, con fechas para cada rey,
resulta apropiado sugerir un índice cronológico para esos siglos. El desarrollo ocurrido en el
Reino del Norte conduce por sí mismo a un esquema simple en el orden cronológico, como
sigue:
931—Dinastía de Jeroboam I
909—Dinastía de Baasa
885—Dinastía de Omri
841—Dinastía de Jehú
752—Últimos reyes
722—Caída de Samaria
Todos los reyes, los profetas e importantes acontecimientos pueden ser
aproximadamente fechados utilizando esta estructura cronológica.
Los acontecimientos contemporáneos en el Reino del Sur, pueden ser
convenientemente relacionados a esta estructura de referencia. Colocando los cuatro
importantes reyes de Judá en su propia secuencia, y añadiendo una fecha, se convierte en una
cuestión sencilla para desarrollar una cronología que sirva en forma simplificada.
Utilizando estas fechas sugeridas como un esquema útil, la cuestión de las fechas
cronológicas en el relato bíblico puede ser reducida a un mínimo. Aunque las fechas
individuales para cada rey se dan subsiguientemente, no son necesarias para una comprensión
del desarrollo general. Para propósitos de examen las fechas arriba citadas son suficientes,
mientras que las individuales se hacen de mayor importancia para un estudio detallado.
El Relato Bíblico
La primera fuente literaria de la era del reino dividido es 1 Reyes 11:1 hasta 2 Reyes
25:30 y 2 Crónicas. 10:1-36:23. Puede encontrarse material suplementario en Isaías, Jeremías
y otros profetas que reflejan la cultura contemporánea.
La única fuente que presenta un relato histórico continuo del Reino del Norte es 1
Reyes 12:1 - 2 Reyes 17:41. Integrado en este registro se hallan los acontecimientos
contemporáneos del Reino del Sur. Con la terminación del Reino del Norte en el año 722
AC., el autor del libro de los Reyes continúa el relato del Reino del Sur en 2 Reyes 18:1-
25:30, hasta la caída de Jerusalén en el 586 AC. Un registro paralelo para el Reino del Sur,
desde 931 a 586 AC. se da en 2 Crónicas 10:1-36:23, donde el autor concluye con una
referencia final al cese del cautiverio bajo Ciro (538 AC.). El relato en Crónicas suplementa
la historia registrada en el Reino del Norte, y en los libros de los Reyes, donde tiene una
relación directa sobre los acontecimientos del Reino del Sur.
Puesto que cada reino tuvo aproximadamente una lista de veinte gobernantes, es
esencial un simple análisis para evitar la confusión. La memorización de dos listas de reyes
con frecuencia impide un cuidadoso análisis de este período como fondo esencial en el
estudio de los mensajes profetices del Antiguo Testamento. Puesto que todo un número de
familias gobernaron el Reino del Norte, en contraste con una sola dinastía en Judá, sugiere un
simple bosquejo basado en las dinastías remantes en Israel. Esto puede ser utilizado como una
conveniente estructura para la asociación de otros nombres y sucesos.
Puesto que Israel cesó de existir como gobierno independiente, la última parte de Reyes
se dedica al relato del Reino del Sur. Israel quedó reducida a una provincia asiria.
Acontecimientos Concurrentes
Las relaciones internacionales son vitalmente significativas durante esos siglos, cuando
el imperio salomónico se dividió en dos reinos, y que finalmente sucumbió a fuerzas y
poderes extranjeros. Estando estratégicamente situado en el Creciente Fértil, entre Egipto y
Mesopotamia, no podían escapar a la presión de varias naciones que surgían con gran poder
durante ese período. Consecuentemente, para una adecuada comprensión de la historia
bíblica, esas naciones merecen consideración.
El reino de Siria
El reino de Aramea, con Damasco como capital, es mejor conocido como Siria.
Durante dos siglos gozó de poder y prosperidad a expensas de Israel. Cuando expandió su
reino, derrotó a Hadad-ezer, gobernante de Soba, y estableció amistad con Toi, rey de Hamat.
Salomón extendió la frontera de su reino a 160 kms. más allá de Damasco y Soba, conquis-
tando Hamat sobre el Orontes y estableciendo ciudades de aprovisionamiento en aquella
zona. Durante la última parte de su reinado, Rezón, que había sido un joven oficial militar
bajo las órdenes de Hadad-ezer en Soba con anterioridad a su derrota por David, se apoderó
de Damasco y puso los cimientos para el resurgir del reino arameo de Siria. La rebelión
surgida bajo Roboam sirvió de pretexto a esta oportunidad. Durante dos siglos, Siria llegó a
ser un serio contendiente por el poder en la zona Sirio-Palestina.
La guerra entre Judá y el Reino del Norte, con Asa y Baasa como respectivos
gobernantes, permitió a Siria, bajo Ben-Adad, la oportunidad de emerger como la nación más
fuerte en Canaán, cerca del final del siglo IX a. C. Cuando Baasa comenzó a fortificar la
ciudad fronteriza de Rama, a solo ocho kms. al norte de Jerusalén, Asa envió los tesoros del
templo a Ben-Adad como un soborno, haciendo una alianza con él y contra el Reino del
Norte. Aunque esto hizo que se cumpliese el inmediato propósito de Asa y fuese relevado de
la presión militar procedente de Baasa, en realidad dio a Siria la superioridad, de tal forma
que los dos reinos israelitas fueron con el tiempo amenazados de invasión desde el norte.
Tomando posesión de una parte del reino de Israel en el norte, Ben-Adad estuvo en
condiciones de controlar las rutas de las caravanas a Fenicia, que proporcionó una inmensa
riqueza a Damasco, reforzando así el reino de Siria.
La supremacía de Siria como poder militar y comercial fue atemperada por el Reino del
Norte, cuando la dinastía de Omri comenzó a gobernar en el 885 AC. Omri quebrantó el
monopolio comercial con Fenicia, al establecer relaciones amistosas con Etbaal, rey de Sidón.
Esto resultó en el matrimonio de Jezabel y Acab. El creciente poder de Asiría en el este sirvió
como otra prueba para Siria en los días de Acab. Durante los años que Assurnasirpal, rey de
Asiría, estuvo contento de no pasar por Siria hacia el norte, extendiendo sus contactos en el
Mediterráneo, Acab y Ben-Adad frecuentemente se opusieron el uno al otro. En el curso del
tiempo Acab ganó el equilibrio del poder. En el 853 AC., sin embargo, Acab y Ben-Adad
unieron sus fuerzas en la famosa batalla de Qarqar en el valle de Orontes, al norte de Hamat.
Aunque Salmanasar III afirmó haber obtenido una gran victoria es dudoso de que esto fuese
efectivo, puesto que no avanzó a Hamat ni a Damasco hasta varios años más tarde.
Inmediatamente tras esto, la hostilidad sirio-efraimítica continuó, siendo muerto Acab en una
batalla. Como Asiría renovó sus ataques contra Siria, Ben-Adad no pudo tener el apoyo de
Joram. Cuando murió Ben-Adad, aproximadamente por el 843 AC., Siria fue fuertemente
presionada por los invasores asirios, al igual que sufrió la falta de apoyo del Reino del Norte.
Hazael, el siguiente gobernante, usurpó el trono y se convirtió en uno de los reyes más
poderosos, extendiendo el dominio de Siria hasta Palestina. Aunque Jehú, el nuevo rey en
Israel, se sometió a Salmanasar III pagando impuestos (841 AC.), Hazael resistió la invasión
de este rey asirio con sus solas fuerzas. En pocos años, Hazael estuvo en condiciones de
agrandar su reino cuando los asirios retrocedieron. Se anexionó un extenso territorio del
Reino del Norte a expensas de Jehú. Tras el año 841 AC. Joacaz, rey de Israel, se hallaba tan
debilitado que los ejércitos de Hazael pasaron a través de su territorio y tomaron posesión de
la llanura filistea, destruyendo a Gat, exigiendo tributo del rey de Judá en Jerusalén.
Ben-Adad ( 801 AC.) fracasó en mantener el reino establecido por su padre Hazael.
Durante los últimos años de su reinado, Adad-Nirari III de Asiría sometió a Damasco lo
bastante como para exigirle un fuerte tributo. Además de todo esto, Ben-Adad tuvo que
enfrentarse con una hostil oposición procedente de los estados sirios del norte. Esto dejó a
Damasco en una condición tan débil que cuando la presión asiría continuó, Joás reclamó para
Israel mucho del territorio tomado por Hazael. En los días de Jeroboam II (793-753), Siria
incluso perdió Damasco y "los accesos a Hamat", restaurando la frontera norte sostenida por
David y Salomón (2 Samuel 8:5-11).
Damasco tuvo una vez más una oportunidad para afirmarse cuando el poderoso
Jeroboam murió en 753 AC. Rezín (750-732 AC.), el último de los reyes arameos en
Damasco, volvió a ganar la independencia siria. Con la accesión al trono asirio de Tiglat-
pileser III (745 AC.) tanto Siria como Israel estuvieron sujetas a la invasión y a un pesado
tributo. Mientras Tiglat-pileser (Pul) estaba luchando en Armenia (737-735 AC.), Rezín y
Peka organizaron una alianza para evitar el pago del tributo. Aunque Edom y los filisteos se
unieron a Siria y a Israel en una especie de pacto anti-asirio, Acaz, rey de Judá, envió tributo
a Pul, rogándole una alianza. En respuesta a esta invitación, Pul llevó a cabo una campaña
contra los filisteos estableciendo contacto con Acaz, y por el 732 había conquistado
Damasco. Samaria fue salvada en esta época cuando Peka fue reemplazado por Oseas, quien
voluntariamente pagó tributo como un rey marioneta. Con, la muerte de Rezín y la" caída de
Damasco, el reino de Siria llegó a su fin, para no levantarse de nuevo jamás.
El gran imperio Asirio
En el rincón nordeste del Creciente Fértil, extendiéndose en unos 563 kms. a lo largo
del río Tigris y con una anchura aproximada de 322 kms. se encontraba el país de Asiria. El
nombre probablemente se debe al dios nacional, Asur, una de cuyas ciudades fue llamada así.
La importancia de Asiria durante el período del reino dividido se hace aparente
inmediatamente por el hecho de que en la cima de su poder absorbió los reinos de Siria, Israel
y Judá, e incluso Egipto hasta Tebas. Por aproximadamente dos siglos y medio ejerció una
tremenda influencia sobre los acontecimientos de la tierra de Canaán y de aquí que con tanta
frecuencia aparezca en los registros bíblicos.
Aunque algunos eruditos trazan los comienzos de Asiria al principio del tercer milenio,
se conoce poco anterior al siglo XIX, cuando los agresivos establecimientos comerciales de
esta zona extendieron sus intereses comerciales en el Asia Menor. En los días de Samsi-Adad
I (1748-1716 AC.), Asiria gozó de un período de prosperidad con Asur como ciudad más im-
portante. Por varios siglos a partir de entonces, Asiria fue obscurecida por el reino heteo en
Asia Menor y el reino mitanni que dominaba la zona superior del Tigris-Eufrates.
La verdadera historia de Asiria tiene sus comienzos aproximadamente en el 1100 AC.
con el reinado de Tiglat-pileser I (1114-1076 AC.). De acuerdo con los anales propios,
extendió el poder de su nación hacia el oeste en el mar Mediterráneo, dominando las naciones
más pequeñas y débiles existentes en aquella zona. Sin embargo, durante los siguientes dos
siglos el poder asirlo retrocede mientras que Israel, bajo David y Salomón, surge como un
poder dominante en el Creciente Fértil.
Comenzando con el siglo IX, Asiria emerge como un poder creciente. Las listas
epónimas asirías desde aproximadamente el 892 AC. al 648 AC. hacen posible correlacionar
e integrar la historia de Asiria con el desarrollo de Israel, como se registra en el relato bíblico.
Asur-Nasir-pal II (883-859 AC.) estableció Cala como su capital. Tras haber desarrollado un
fuerte poder militar, comenzó a presionar hacia el oeste, aterrorizando las naciones que se le
oponían con dureza y crueldad cruzando el Eufrates y estableciendo contactos comerciales
sobre el Mediterráneo. Frecuentes contactos con los sirios hacia el sur, tuvieron como
resultado la batalla de Qar-qar sobre el río Orantes en el 853 AC. en los días de su hijo
Salmanasar III (858-824 AC.). En la coalición encabezada por Ben-Adad de Damasco, y
Acab, rey de Israel, se unieron 2.000 carros de batalla y 10.000 soldados constituyendo la
mayor unidad en este grupo. Aunque el rey asirio afirmó su victoria, resulta dudoso que así
fuera, ya que Salmanasar III evitó el contacto con los sirios por varios años después de la
batalla. En 848 y de nuevo en 845 AC., Ben-Adad resistió dos invasiones asirías más, pero no
se hace mención de cualquier fuerza israelita que ayudara a los sirios en. aquel tiempo, Jehú,
que usurpó el trono en Samaria (841 AC), hizo proposiciones de subordinación a Salmanasar
III enviándole tributo. Esto dejó a Hazael, el nuevo rey de Damasco, con el problema de
resistir la agresión asiría. Aunque Salmanasar acosó a Siria durante unos pocos años en los
días de Hazael, volvió su atención hacia las conquistas de zonas en el norte tras el año 837 a.
C., proporcionando a Canaán un respiro de la presión asiría durante varias décadas.
Por casi un siglo, el poder asirio se pierde en las neblinas del fondo histórico. Samsi-
Adad V (823-811 AC.) se mantuvo muy ocupado suprimiendo revueltas en varias partes de
su reino. Adad-Nirari III (810-783 AC.) atacó Damasco antes de terminarse el siglo,
capacitando a los israelitas para obtener un respiro de la presión siria. Salmanasar IV (782-
773 AC.), Asurdán III (772-755), y Asur-Nirari (754-745) mantuvieron con éxito la
importancia de Asiria como nación poderosa pero no eran lo suficientemente fuertes como
para ensanchar sus dominios como había hecho el precedente gobernante.
Tilgat-Pileser III (745-727 AC.) fue un guerrero sobresaliente que condujo a su nación
a ulteriores conquistas. En Babilonia, donde era reconocido como rey, era conocido como
Pulu. 1 Reyes 15:19 se refiere a él como Pul. En la conquista de territorios adicionales hacia
el oeste, adoptó la política de dividir la zona en provincias sometidas para un más seguro con-
trol. Aunque esta práctica ya había sido utilizada anteriormente, él fue efectivo en aterrorizar
a las naciones al cambiar grandes grupos de personas en una ciudad conquistada con cautivos
de una zona distante. Esto definitivamente comprobó la posibilidad de una rebelión. También
sirvió como un proceso de nivelación lingüística, de tal manera, que el idioma arameo
desplazó a otros en el gran, territorio del reino. Al principio de su reinado, Pul exigió tributo
de Manahem, rey de Israel, y Rezín, rey de Damasco. Puesto que Judá era la nación más
fuerte en Canaán en aquella época, es posible que Azarías pudiese haber organizado una
coalición de fuerzas para oponerse a los asirios. Parece que sus sucesores, Jotam y Acaz,
resistieron la presión procedente de Israel y Siria uniéndose a ellas al igual que los filisteos y
Edom al oponerse a Pul. En su lugar, Acaz inició amistosas relaciones hacia Pul, en respuesta
a lo cual las fuerzas asirías avanzaron hasta el país de los filisteos en el 733 AC., poseyendo
territorios a expensas de esas naciones opuestas. Tras un terrible asedio, cayó la gran ciudad
de Damasco, Rezín fue muerto y el reino sirio capituló. Samaria conjuró la conquista
reemplazando a Peka con Oseas.
Salmanasar V (727-722 AC.) siguió con los procedimientos y la política de su padre.
En los días de Oseas los israelitas estaban ansiosos de terminar con su servidumbre a Asiria.
Salmanasar respondió con una invasión del país y por tres años sitió a Samaria. En el 722
AC. Sargón II» que servía como general en el ejército, usurpó el trono y fundó una nueva
dinastía en Asiria. En los registros se afirma que capturó a Samaria, aunque algunos creen
que Salmanasar V fue quien realmente tomó la ciudad y Sargón se adjudicó el éxito.
Gobernando desde 721-705 AC. utilizó a Asur, Cala, y Nínive como capitales, pero
finalmente construyó la gran ciudad de Korsabad, por la cual se le recuerda mejor. Su
campaña contra As-dod en el 711 puede ser la que se menciona en Isaías 20:1. El reino de
Sargón terminó abruptamente por su muerte en una batalla.
Senaquerib (704-681AC.) hizo famosa la ciudad de Nínive como su gran capital,
construyendo una muralla de 12 a 15 mts. en su entorno y de cuatro kms. de longitud, a lo
largo del río Tigris. En sus anales, él anota la conquista de Sidón, Jope, cuarenta y seis
ciudades amuralladas en Judá, y su asalto a Jerusalén en los días de Ezequías. En 681 fue
muerto por dos de sus hijos.
Aunque Senaquerib se había detenido en las fronteras de Egipto, su hijo Esar-hadón
(681-668 AC.) avanzó hacia Egipto y derrotó a Tirhaca. Su interés en Babilonia está
evidenciado por la reconstrucción de la ciudad de Babilonia, posiblemente porque su esposa
pertenecía a la nobleza de Babilonia. Senequerib nombró a Samasumukin como gobernante
de Babilonia; pero este último se rebeló, tras un período de gobierno de diez y seis años,
contra su hermano Asurbanipal y pereció en la quema de Babilonia (648 a. C.). Durante el
reinado de Esar-hadón, Manases, rey de Judá, fue tomado cautivo en Babilonia (II Crónicas
33:10-13). La muerte le llegó a Esar-hadón cuando dirigía sus ejércitos contra Egipto.
Durante el reinado de Asurbanipal (668-630 AC.), el Imperio Asirio alcanzó su cénit
en riqueza y prestigio. En Egipto llevó sus ejércitos hasta algo así como 800 kms. por el río
Nilo capturando Tebas en el 663 AC. La guerra civil (652 AC.) con su hermano, que estaba a
cargo de Babilonia, resultó con la captura de dicha ciudad en el 648. Aunque era cruel y rudo
como general y militar, Asurbanipal es mejor recordado por su profundo interés en la
religión, en lo científico y en obras literarias. Enviando escribas por toda Asiría y Babilonia
para copiar registros de creación, diluvios y la antigua historia del país, obtuvo una gran
cantidad de material en la gran biblioteca real de Nínive.
En menos de tres décadas tras la muerte de Asurbanipal, el reino asirio, que había ejercido
tan tremenda influencia por todo el Creciente Fértil, se desvaneció, para no volver a
levantarse jamás. Los tres gobernantes que le sucedieron, fueron incapaces de enfrentarse con
los reinos que surgían en Media y Babilonia. Nínive cayó en 612 AC. Con las batallas de
Harán (609) y Carquemis (605) desapareció el último vestigio de la oposición asiría.
Expandiéndose hacia el oeste, el reino babilonio" absorbió al Reino del Sur y destruyó a
Jerusalén en el año 586 (AC.).
Todos esos acontecimientos entre Judá e Israel nos muestran que Dios nunca deseó aislar a
su pueblo. Los dos reinos estaban rodeados de diversos pueblos con costumbres diferentes
para que el pueblo de Dios lanzara la luz sobre ellos, o sea, testificar de las grandezas de
Dios. Pero, sus duros corazones no permitieron que muchos de sus reyes que sirvieron a Dios
tomaran una actitud más contundente en cuanto a eso. El único que tuvo ese coraje fue el rey
Josías. Y fue con él que Dios renovó su alianza.
A veces hacemos muchas cosas que agradan a Dios, pero alguna área de nuestra vida está
apegada al pecado. Dios no se agrada de eso. Él nos quiere por completo, ¡piensa en eso!
Período del Cautiverio Asirio de las 10 Tribus del Norte
(727-722 AC.)
Asiria fue la 1ª nación de la antigüedad en practicar la deportación en masa de los pueblos
conquistados -o por lo menos a sus hombres más destacados-, a regiones remotas como
medio para evitar revueltas en las tierras avasalladas. Después de un siglo de pagos
intermitentes de tributos a Asiria, el reino del norte, Israel, se derrumbó y finalmente cayó
bajo los golpes sucesivos y crecientes de los reyes Tiglat-Pileser III (745-727 AC.),
Salmanasar V (727-722 AC.) y Sargón II (722-705 AC.). Tiglat-Pileser, probablemente en su
campaña del 733/32, ocupó la mayor parte de Galilea y Galaad y deportó a los habitantes de
esas regiones al este (2 Reyes 16:5-9; 15:27-29). Al mismo tiempo, posiblemente habiendo
hecho arreglos para asesinar al rey Peka de Israel, puso a Oseas sobre el trono como rey
vasallo de Asiria, exigiéndole un tributo muy pesado por ese privilegio (732-722 AC.). En su
desesperación, Oseas selló una alianza con Egipto contra Asiria; como resultado, Salmanasar,
que había sucedido a Tiglat-Pileser, invadió Israel, sitió Samaria y tomó la ciudad después de
3 años, probablemente el último año de su reinado (18:10;723/22 AC.), pues queda cierta
inseguridad con respecto a cuándo cayó Samaria, capital del reino del norte, si antes o
después de la muerte de Salmanasar. La mayoría de los habitantes que quedaron fueron
deportados a Mesopotamia y a Media, y se trajeron colonos de otras tierras conquistadas para
reemplazarlos (17:5, 6, 18). La mezcla de los israelitas que quedaron con esos extranjeros
dio por resultado la raza samaritano (vs 19-41).
No se sabe con certeza hasta qué punto y por cuánto tiempo mantuvieron su identidad los
exiliados del reino del norte, aunque escritores bíblicos posteriores mencionan
ocasionalmente las 12 tribus (véase Esdras 6:17; 8:35; Hechos 26:7).
En el 853 AC. Salmanasar III de Asiria y posteriormente Sargón II en el 722 AC.
conquistaron Israel destruyendo su capital, Samaria, y enviando a la población al exilio y
cautiverio. La mayoría de los habitantes, incluyendo la clase dirigente, fue deportada a otras
tierras ocupadas por el imperio asirio y se trajeron gentes de esos lugares a Samaria. Así,
dispersados entre otras naciones, asimilados en nuevas culturas, llegaron a perder su
identidad original. Nunca volvieron, como pueblo, a l-a tierra de Israel, se les llamó las diez
tribus perdidas.
Período de Exilio de Judá en Babilonia (586-538 AC.) Al conquistar Judá, los babilonios no impusieron gobernantes extranjeros, como
ocurrió con el triunfo asirio sobre Israel, el reino del norte. Judá, quedó incorporada a la
provincia babilónica de Samaria. El país estaba en ruinas, pues a la devastación causada por
el ejército invasor se unió el saqueo de los países de Edom (Abdías 11) y Amón (Ezequiel
25,1-4). Aunque la mayoría de la población permaneció en Palestina, un núcleo considerable
del pueblo fue llevado al destierro.
Los babilonios permitieron a los exiliados tener familia, construir casas, cultivar
huertos (Jeremías 29,5-7) y consultar a sus propios líderes y ancianos (Ezequiel 20,1-44).
Paulatinamente, los judíos de la diáspora se acostumbraron a la nueva situación política y
social, y las prácticas religiosas se convirtieron en el mayor vínculo de unidad en el pueblo.
El período Exílico (587-538 AC.), que se caracterizó por el dolor y el desarraigo,
produjo una intensa actividad religiosa y literaria. Durante esos años se reunieron y se
pusieron por escrito muchas tradiciones religiosas del pueblo. Ciro, el rey Persa, se convirtió
en una esperanza de liberación para los judíos deportados en Babilonia (Isaías 44,21-28; 45,1-
7). Su llegada al poder en Babilonia puso de manifiesto la política oficial persa de tolerancia
religiosa, al promulgar, en el 538 AC., el edicto que puso fin al exilio.
Período Persa: La Restauración (538-333 AC.) El edicto de Ciro -del cual la Biblia conserva dos versiones (Esdras 1,2; 6,5)- permitió
a los deportados regresar a Palestina y reconstruir el templo de Jerusalén (con la ayuda del
imperio persa). Además, permitió la devolución de los utensilios sagrados que habían sido
llevados a Babilonia por Nabucodonosor. En todo caso fueron muchos los judíos que
prefirieron quedarse en la diáspora, particularmente en Persia, donde prosperaron
económicamente y, con el tiempo, desempeñaron funciones de importancia en el imperio.
El primer grupo de repatriados llegó a Judá, dirigido por Sesbasar (Esdras 1,5-11),
quien era funcionario de las autoridades persas. Posteriormente se reedificó el templo (520-
515 a.C.) bajo el liderazgo de Zorobabel y el sumo sacerdote Josué (Esdras 3-6), con la ayuda
de los profetas Ageo y Zacarías.
Con el paso del tiempo se deterioró la situación política, social y religiosa de Judá.
Algunos factores que contribuyeron en el proceso fueron los siguientes: dificultades
económicas en la región; divisiones en la comunidad; y, particularmente, la hostilidad de los
samaritanos. Nehemías, copero del rey Artajerjes I, recibió noticias acerca de la situación de
Jerusalén en el 445, y solicitó ser nombrado gobernador de Judá para ayudar a su pueblo. La
obra de este reformador judío no se confinó a la reconstrucción de las murallas de la ciudad,
sino que contribuyó significativamente a la reestructuración de la comunidad judía postexílica
(Nehemías 10). Esdras fue esencialmente un líder religioso. Además de ser sacerdote, recibió
el título de maestro instruido en la ley del Dios del cielo, que le permitía, a nombre del
imperio persa, enseñar y hacer cumplir las leyes judías. Su actividad pública se realizó en
Judá, posiblemente a partir del 458. Esdras contribuyó a que la comunidad judía postexílica
diera importancia a la ley. A partir de la reforma religiosa y moral que promulgó, los judíos
se convirtieron en el pueblo del Libro. La figura de Esdras, en las leyendas y tradiciones
judías, se compara con la de Moisés.
Reconstrucción del Templo
Ciro permitió que Sesbasar, príncipe de la tribu de Judá, y Zorobabel llevaran a los judíos
de Babilonia a Jerusalén. Se les permitió volver con los objetos del Templo que los
babilónicos habían tomado, y comenzaron la construcción del segundo templo (Esdras 1;
Isaías 44 y 45), que se concluirá en 525 AC. bajo la dirección espiritual de los profetas Ageo
y Zacarías. En este tiempo Tierra Santa era una satrapía persa conocida como Yehud.
Los papiros de Elefantina (circa 450 - 419 AC.) de la colonia militar judía en Egipto
demuestran que en este tiempo algunos judíos seguían siendo politeístas, y consideraban que
Jehová tenía como esposa a la diosa Anat.
En 445 AC. Artajerjes nombró virrey de Judá a Nehemías, que fortificó Jerusalén para
defenderse del gobernador de Samaria. La reforma de Israel fue conducida por los escribas
judíos Nehemías (Nehemías 1-6) y Esdras; este último instituyó la sinagoga y sus servicios de
rezos, y coronó la Toráh leyéndola en público ante la gran asamblea que instaló en Jerusalén.
Los samaritanos construyeron su propio Templo en el monte Garizim en 428 AC.
Territorios anexados por Alejandro Magno
Período Helenístico (333-63 AC.) La época del dominio persa en Palestina (539-333) finalizó con las victorias de Alejandro
Magno (334–330), quien inauguró la era helenista, la época griega (333–63).
La herencia de
Alejandro Magno
Los persas fueron
derrotados por
Alejandro Magno, en el
331 AC., en cuyo
imperio queda incluido
Israel. Se dice que no
atacó Jerusalén después
que una delegación de
judíos lo satisficiera y le
aseguraran su lealtad,
mostrándole ciertas
profecías contenidas en las escrituras.
Después de la muerte de Alejandro (323), sus sucesores no pudieron mantener unido el
imperio y Palestina quedó dominada primeramente por el imperio egipcio de los Ptolomeos
(301-197) y Posteriormente, por el imperio de los seléucidas. Durante la época helenística, el
gran número de judíos en la diáspora hizo necesaria la traducción del Antiguo Testamento en
griego, versión conocida como Los Setenta (LXX). Esta traducción respondía a las
necesidades religiosas de la comunidad judía de habla griega (Alejandría). En la comunidad
judía de Palestina el proceso de helenización dividió al pueblo. Por un lado, muchos judíos
adoptaban públicamente prácticas helenistas; otros, en cambio, adoptaron una actitud fanática
de devoción a la ley. Las tensiones entre ambos sectores estallaron dramáticamente en la
rebelión de los macabeos.
En la lucha por el poder Israel cambió de manos por lo menos cinco veces en apenas
veinte años. Babilonia y Siria fueron gobernadas por los seléucidas, y Egipto por los
ptolomeos. Durante el reinado de Ptolomeo II (281-246 AC.) se tradujo la Septuaginta en
Alejandría. En esta época comenzaron a tomar importancia algunas sectas, como los fariseos,
saduceos y esenios.
Al comienzo de la hegemonía seléucida en Palestina, los judíos vivieron una relativa paz
religiosa y social. Sin embargo, esa situación no duró mucho tiempo. Antíoco Epífanes IV
(175-163), un fanático helenista, al llegar al poder se distinguió -entre otras cosas- por
profanar el templo de Jerusalén. En el año 167 edificó una imagen de Zeus en el templo,
además, sacrificó cerdos en el altar. Esos actos incitaron una insurrección en la comunidad
judía.
Al noroeste de Jerusalén, un anciano sacerdote de nombre Matatías y sus cinco hijos -
Judas, Jonatán, Simón, Juan y Eleazar-, organizaron la resistencia judía y comenzaron la
guerra contra el ejército sirio (seléucida). Judas, que se conocía con el nombre de “el
macabeo”, se convirtió en un héroe militar. En el año 164 el grupo de Judas Macabeo tomó el
templo de Jerusalén y lo rededicó al Señor. La fiesta de la Dedicación (Juan 10:22), recuerda
esa gesta heroica. Con el triunfo de la revolución de los macabeos comenzó el período de
independencia judía.
Luego de la muerte de Simón -último hijo de Matatías-, su hijo Juan Hircano I (134–104)
fundó la dinastía asmonea. Durante este período, Judea expandió sus límites territoriales. Por
último, el famoso general romano Pompeyo conquistó a Jerusalén en el 63, y reorganizó
Palestina y Siria como una provincia romana. La época del Nuevo Testamento coincidió con
la ocupación romana de Palestina. Esa situación perduró hasta que comenzaron las guerras
judías de los años 66-70 DC. que llevaron a la destrucción de Jerusalén.
El rey seléucida Antíoco IV Epífanes atacó y venció a los ptolomeos y conquistó su
imperio, saqueando Jerusalén para usar los fondos del Templo. Entre 174-163 a. C. promulgó
varias ordenanzas para conseguir la helenización de los judíos: trató de suprimir el culto a
Jehová, prohibió el judaísmo suspendiendo toda clase de manifestación religiosa y trató de
establecer el culto a los dioses griegos. Pero el sacerdote judío Matatías y sus dos hijos (los
Macabeos) consiguieron levantar a los "judíos piadosos" (jasidim) en su contra y lo
expulsaron. La fiesta judía de Jánuca conmemora este hecho.
LOS LIBROS POÉTICOS Hemos estudiado los cinco libros de la Ley y los doce libros históricos. Estos libros desde
Génesis hasta Nehemías abarcan la historia completa del Antiguo Testamento. Eso quiere
decir que los libros desde Isaías hasta Malaquías tienen relación con algún tiempo entre
Génesis y Nehemías.
En este capítulo comenzamos nuestro estudio de los cinco libros de poesía. Estos libros
son Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés y Cantar de los Cantares. Nos referimos a estos
como libros poéticos porque sus autores los escribieron más que todo en forma de poemas.
También nos referimos a estos cinco libros como Libros de Sabiduría porque ellos se
relacionan la sabiduría de Dios en los grandes asuntos de la vida. Podemos encontrar poesía y
sabiduría en otros libros de la Biblia, pero desde Job hasta Cantares se enfatiza la poesía y la
sabiduría.
Los cinco libros poéticos y de sabiduría nos muestran el punto de vista de Dios sobre
asuntos como el sufrimiento, la crianza de niños y el temor al Señor. Ellos muestran cómo las
personas piadosas respondieron a Dios en la fe y la adoración. Hoy, enfrentamos aún estas
mismas cosas. Así que el estudio de estos libros trae nuevas fuerzas para viejos problemas.
Las escrituras poéticas dan muchos conocimientos. Enseñan cómo quiere Dios que
vivamos y también dan a conocer el pensamiento de una sociedad. Estas escrituras acentúan
la importancia de tener una relación correcta con Dios. Enfatizan que Él es la fuente de la
sabiduría verdadera.
Las escrituras poéticas y de sabiduría eran populares en muchos lugares. La Biblia nos da
unos pocos ejemplos:
• Egipto (Éxodo 7:11; 1 Reyes 4:30; Isaías 19:11-12).
• Babilonia (Daniel 1:20;4:6-7).
• Edom (Abdías 8; Job 2:11).
Israel valoraba las escrituras poéticas y de sabiduría, como podemos verlo desde Job hasta
Cantares.
La Poesía en el Antiguo Testamento
A diferencia de algunos tipos de poesía, la poesía hebrea comúnmente no rima las palabras
al final de cada línea. Pero hay varias características en esta poesía, entre las cuales están:
ritmo o métrica, acróstico y paralelismo, pero por ahora, nos enfocaremos en el paralelismo
que es la característica más importante de la poesía hebrea.
La palabra paralela se refiere a dos líneas que van una al lado de la otra. Por ejemplo, los
rieles de un tren son *paralelos Son semejantes, y van por la misma dirección. Asimismo, los
poetas judíos escribieron pensamientos paralelos. La primera frase de una poesía es paralela
con la segunda y se relacionan una con la otra, como los rieles de un tren.
Cuatro tipos de pensamientos paralelos se destacan en la poesía hebrea.
• Sinónimos en las frases paralelas: Los sinónimos son palabras distintas que tienen el
mismo significado. Las palabras maestro y profesor son sinónimas. Confiar y
creer son sinónimos. Hay muchos sinónimos poéticos en Job.
En Job 38:7, note que cantaron juntos significa casi lo mismo que alabaron con
gozo. Estos son sinónimos paralelos, o maneras similares de decir la misma cosa.
• Antitéticos en las frases paralelas: Una antítesis es lo opuesto a algo. La palabra anti
significa “contra”. El anticristo está contra Cristo. Son opuestos en todo sentido. El odio es la
antítesis del amor. A los poetas judíos les gustaba escribir pensamientos paralelos que eran
opuestos. Este método de contraste aparece frecuentemente en los Libros de Sabiduría.
• Complementarios en las frases paralelas: En este tercer tipo de poesía, una frase se
construye sobre otra previa. Este tipo de poesía también se llama el paralelismo sintético.
Sintetizar significa “mezclar varios elementos para componer una sola unidad”. En la
poesía sintética, todas las líneas juntas dan el pensamiento completo del cuadro entero.
Un ejemplo de la poesía sintética es el Salmo 1:3.
• Ejemplo en una frase paralela: En este cuarto tipo de paralelismo en la poesía, una línea
da un ejemplo de la verdad que la otra línea declara.
Principios encontrados en el libro de Job para aplicarlos en la actualidad
1. Dios permite a la gente pasar por pruebas para probar y fortalecer su fe.
2. Algunas veces, es necesario no ser intransigentes en nuestro punto de vista respecto a
ambos o a uno o el otro. Ambos, tanto Dios como Job eran justos. Pero sus amigos pensaban
que o uno o el otro, lo eran, pero no ambos. Job buscaba justificarse, acusando a Dios (Job
40:8), pero ambos, tanto Dios como Job eran justos. Muchas veces la gente yerra por rechazar
una cosa y aceptar otra, cuando ambas son buenas. Por ejemplo, ¿los creyentes deben seguir a
Moisés o a Jesús? Para los creyentes judíos era correcto seguir algunas costumbres de
Moisés, pero a la vez para los gentiles era correcto no seguir a Moisés ni las costumbres
judaicas (Hechos 15).
3. No deberíamos llegar a la conclusión de que toda enfermedad y todo problema llegan a
causa del pecado (Juan 9:1-3).
4. Como humanos debemos ser humildes y no cuestionar la justicia de Dios. No podemos ver
el cuadro completo. Tenemos una comprensión limitada de los planes de Dios y sus sabios
propósitos.
5. A diferencia de los amigos de Job, no debemos acusar a los que sufren. Más bien, debemos
mostrar compasión y orar por la misericordia de Dios.
6. Como Job, debemos tener paciencia cuando sufrimos (Santiago 5:7-11).
Principios de los Salmos para la Actualidad
1. Cuando tenemos problemas, podemos presentárselos a Dios. Él oye y ayuda a los que se lo
piden.
2. Nuestras oraciones pidiendo ayuda no deben centrarse en nuestros problemas. Más bien,
debemos enfocamos en la fuerza de Dios y nuestra confianza en Él.
3. La casa de Dios es un lugar de oración y acción de gracias. Debemos entrar en su presencia
con alabanza.
4. Debemos alabar a Dios porque Él es Dios. Somos su pueblo y Él ha hecho provisión para
nosotros.
5. Dios dirige la vida de cada creyente.
6. Dios perdona a los que se arrepienten.
7. Dios odia el pecado y juzga al pecador.
8. Los justos evitan el pecado y caminan por la senda que la Biblia aprueba y revela.
9. Dios es el Rey de este mundo. Reina con poder y justicia perfecta. Al final, derrotará todo
poder sobre la tierra. Las naciones se inclinarán delante de Él y le alabarán.
10. Dios enviará al Mesías, quien está sentado a su diestra, para derrotar la maldad y juzgar
la tierra.
Principios en el Libro de Proverbios para la Actualidad
1. El Temor de Dios es el primer paso hacia la sabiduría.
2. Dios creó el mundo, y lo sostiene de acuerdo a sus sabios principios.
3. Los necios rechazan a Dios y sus caminos. Pero los sabios confían en Dios y disfrutan de
sus bendiciones.
4. Dios nos ha dado parámetros para relacionarnos unos con otros. Una persona sabia los
tendrá muy en cuenta.
Principios en el Libro de Eclesiastés para la Actualidad
1. La Satisfacción no viene de la sabiduría ni de los placeres o riquezas de este mundo.
2. Disfruta de lo que Dios te ha dado, incluyendo los alimentos, la familia y el trabajo.
3. Sobre todas las cosas teme a Dios y obedece sus mandamientos, pues Él nos juzgará luego
de que haya pasado la vida debajo del sol.
Principios en el Libro de Cantares para la Actualidad
1. El amor sexual entre un esposo y su esposa es parte del maravilloso plan de Dios.
2. El amor alaba la belleza del que ama. Esto incluye aspectos del cuerpo, alma, mente y
espíritu.
3. El amor matrimonial hace posible que los esposos se satisfagan sus necesidades el uno
al otro.
4. El amor es algo que se da, no puede exigirse ni comprarse.
LOS PROFETAS MAYORES Y MENORES
Los Profetas
El profeta es un hombre llamado por Dios para que transmita Su palabra a los demás. Por
definición, el profeta no obtendrá ningún beneficio de su misión excepto servir a Jehová
Dios: de hecho, muchas veces iba a dar con sus huesos a la cárcel.
Se conjugan en el profeta tres elementos muy claros: la elección de Dios, la vocación del
profeta mismo y una orden que amalgama ambas cosas. Es raro encontrar uno de ellos
separado de los otros dos. La elección se describe en Jeremías 1:5; la vocación en Amós 7:15
y en Isaías 6:8. La elección y la vocación dan como resultado una misión (Ezequías 2:3 o
Jeremías 12:1), y a menudo se presentan como una llamada a la que el profeta es incapaz de
resistir (Isaías 6).
El mensaje que el profeta ha recibido rara vez es para una sola persona: casi siempre debe
ser transmitido a la comunidad en su conjunto, y se trata de una comunicación que tendrá
efecto aquí y ahora pero también lejos y en el futuro. Dicho de otro modo, se trata de una
verdad intemporal y universal. El profeta es enviado a hablar con sus contemporáneos, pero
desde el momento en que lo que dice está inspirado por Dios, el mensaje se vuelve eterno e
imperecedero.
Una de las características salientes del profeta es que tiene clara conciencia de su misión.
Este saber de dónde viene su enseñanza le autoriza a utilizar la consabida fórmula "Así habla
el Señor Jehová", que a los ojos del lego puede parecer soberbia, pero que implica en realidad
que la verdad de su experiencia profética demuestra que el que habla es en verdad Dios a
través de la boca del profeta.
El Mensaje de Los Profetas
El mensaje divino llega al profeta de muy distintos modos: puede ser en una visión, como
en Ezequiel; a través de voces (Jeremías 1:11) o en sueños (Daniel 7:1).
El concepto de "visión" debe ser entendido como "percepción sensible", y no implica
necesariamente una "imagen visual". Lo que determina el método de recepción del mensaje
parece depender del profeta y no de Dios: tal vez sus cualidades naturales o su temperamento
personal.
Así como el modo de recibir el mensaje es variado, también son muy distintas las formas
en que el profeta lo expresa a los demás. Suele acompañarse de gestos y posturas especiales
(acaso de significados místicos), y puede transmitirse verbalmente o por escrito. Aunque la
mayoría de los profetas fueron predicadores callejeros antes que escritores, muchos pusieron
por escrito sus textos luego de gritarlos al pueblo durante años, seguramente pensando en
preservarlos en caso de que nadie los recogiera luego de sus muertes.
LIBROS POETICOS: Pertenecen a la época de oro de la nación Israelita.
LIBROS PROFETICOS: Pertenecen a las épocas oscuras del pueblo elegido de Dios.
PERIODO DE LOS PROFETAS:
1. Abarcó 500 años, Luego un silencio de 400 años hasta Juan el Bautista.
2. Hablaron al pueblo y a sus reyes por igual, acerca de sus pecados y fracasos.
PROFETAS PREEXILICOS (Antes de la Cautividad)
1. Abdías
2. Joel
3. Jonás
4. Oseas
5. Isaías
6. Miqueas
7. Nahúm
8. Habacuc
9. Sofonías
10. La primera parte del libro de Jeremías.
PROFETAS EXILICOS (Del cautiverio Babilónico)
1. Segunda parte del libro de Jeremías
2. Lamentaciones
3. Ezequiel
4. La primera parte del libro de Daniel.
PROFETAS POSTEXILICOS (De la Restauración)
1. Segunda parte del libro de Daniel
2. Hageo
3. Zacarías
4. Malaquías
Los profetas en el Antiguo Testamento:
1. Eran hombres intrépidos.
2. Denunciaban los pecados que veían a su alrededor.
3. Instaban a los hombres a volverse de los ídolos a Dios, ya que a ellos les concernía lo
relativo a la corrupción moral y política de la Nación.
Los profetas tenían tres elementos en sus mensajes:
1. Un mensaje para su propia época directamente de Dios.
2. Un mensaje relativo a acontecimientos futuros predichos.
3. Un mensaje viviente para nuestra época y principios eternos relativos al bien y al mal.
En el Antiguo testamento hay 17 Libros proféticos que fueron escritos a través de 16
profetas que Dios comisionó en períodos diferentes para transmitir su mensaje.
PROFETAS MENORES PROFETAS MAYORES
1. Oseas
2. Joel
3. Amós
4. Abdías
5. Jonás
6. Miqueas
7. Nahúm
8. Habacuc
9. Sofonías
10. Hageo
11. Zacarías
12. Malaquías
1. Isaías
2. Jeremías
3. Lamentaciones
4. Ezequiel
5. Daniel
LA PROFECÍA DE MALAQUÍAS
El Antiguo Testamento termina con la profecía de Malaquías acerca de un predecesor que
prepararía el camino para la venida del Mesías.
He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí.
Malaquías 3:1ª
Con el libro de Malaquías se cierra el canon del Antiguo Testamento. Ningún otro libro
canónico fue escrito desde el reinado de Artajerjes, esto es desde los días de Malaquías.
El final del canon del Antiguo Testamento dejó al pueblo de Israel dividido en dos grupos.
En su mayoría los israelitas se hallaban esparcidos por todo el imperio persa, más como
colonos que como esclavos. Un grupo, “el remanente fiel,” principalmente de la tribu de Judá
y los sobrevivientes de los sacerdotes y levitas, habían regresado a Palestina y establecido de
nuevo el culto del templo. Es en este remanente que se interesa nuestro estudio.
Después de este regreso, siguieron 400 años de “silencio profético”, durante los cuales no
hubo ninguna revelación divina. El dominio persa continuó cerca de cien años. Palestina
sufrió mucho a causa de las continuas guerras entre Persia y Egipto, pues se encontraba
“entre el yunque y el martillo”.
En el año 333 a.C. Siria cayó bajo el poder de Alejandro el Grande. Al dividirse el imperio
de éste, Judea sufrió nuevamente. Llegó a estar dominada primero por los sirios y luego por
Egipto, bajo los tolomeos.
Durante este período gran número de judíos se establecieron en Egipto y la traducción
griega del Antiguo Testamento, conocida como la Septuaginta (LXX) se llevó a cabo en 285
a.C.
En 198 a.C. Judea fue conquistada por Antíoco el Grande. Cerca de 110 a.C., después de
una sangrienta batalla, Antíoco Epífanes tomó Palestina para sí. En 170 a.C. Antíoco saqueó
Jerusalén, profanó el templo y esclavizó a muchos de los habitantes. En 168 a.C. sacrificó una
puerca en el altar y erigió el templo de Júpiter; prohibió el culto del templo y obligó a la
población judía a comer carne de cerdo.
Estos abusos provocaron la revuelta de los macabeos, que es una de las páginas más
heroicas de la historia judía. En 165 a.C. Judas Macabeo (“martillo” en hebreo), logró
apoderarse de Jerusalén y purificó y rededicó el templo. Más adelante vino una guerra civil a
la cual puso término la conquista romana de Judea y de Jerusalén por Pompeyo (63 a.C.).
Herodes fue nombrado rey de los judíos en el año 40 a.C. Herodes era rey de Judea cuando
nació Jesucristo.
BIBLIOGRAFIA
Samuel J. Schultz. Habla el Antiguo Testamento.
William S. Lasor. Panorama del Antiguo Testamento.
Serie Fe y Acción. Panorama del Antiguo Testamento.
Estudios Bíblicos ELA. La Ruina de un Reino (1 y 2 Reyes).
Pablo Hoff. Los Libros Históricos.
David L. Dawson. Panorama de La Biblia.
Packer, Tenney, White. El Mundo del Antiguo Testamento.
Wikippedia La Enciclopedia Libre. Monografías por Internet.
Panorama del
Antiguo Testamento
Compilado por: José Angel Vásquez
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