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La circuncisión y la cruz de Cristo - Roland Meynet, SJ.
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La circuncisin y la cruz de
Cristo Roland Meynet, SJ
Con su sacrificio, Jess cumple toda la Ley: la de
la circuncisin, el sbado, la kasherut y tambin la
del templo. Lleva a su punto clmine la dinmica
de desprendimiento al entregar la propia vida.
En su Carta a los Glatas, san Pablo se desahoga
contra los llamados judaizantes, es decir,
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contra quienes queran someter a la Ley de
Moiss a los discpulos de Jess provenientes del
mundo pagano. Con su conocido vigor, el Apstol
de los gentiles muestra cmo, obedeciendo a la
misma lgica profunda, la cruz de Cristo con su
sacrificio cumple la Primera Alianza,
caracterizada por instituciones y ritos, como la
circuncisin, el sbado, la kasherut y el templo.
LA CIRCUNCISIN
Se trata de un tema fuertemente debatido en
muchos pases. En los anglosajones, en particular
en Estados Unidos, exista hasta hace poco tiempo
la costumbre de circuncidar, inmediatamente al
nacer, a todos los nios hombres. Se aluda a
razones higinicas, considerndose esta prctica
un modo de facilitar la limpieza y evitar la
proliferacin de microbios. Por eso algunos
sostienen que su motivacin fundamental, tambin
en las culturas tradicionales, es simplemente
profilctica. En tiempos recientes, algunos padres
de familia han sido acusados por sus hijos, ya
adultos, de haberlos mutilado de modo
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irreversible sin preguntarles su parecer. Esto se
conecta con las crticas y burlas de las que fueron
vctimas los judos en la antigedad por parte de
los griegos.
Aunque en la vida ordinaria no era posible
distinguir entre circuncisos e incircuncisos, s lo
era en el gimnasio cuyo nombre deriva del
adjetivo gymnos, desnudo, pues los deportes
eran practicados sin ropa, donde los griegos
ridiculizaban a los judos helenistas que
adoptaban las costumbres griegas.
Pero no es raro sentir, incluso en nuestros
tiempos, bromas al respecto: si el hombre fue
creado con un prepucio, su ablacin es una
mutilacin de la naturaleza, una falta de respeto
al Creador: es como si el hombre lo criticase,
permitindose retocar y reparar su error. Estas
burlas son cada vez menos frecuentes, pues hoy
en Europa no solo los judos son circuncisos, sino
tambin los musulmanes, mucho ms numerosos
que los hijos de Israel. En el mundo musulmn, la
circuncisin no es una vergenza, al contrario.
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En rabe, circuncisin se dice tahrah y quiere
decir pureza; el hombre circunciso es, por
tanto, mutahhar, purificado. Lo mismo vale
para numerosas culturas entre ellas, las
africanas en las que es practicada la
circuncisin: el adulto incircunciso no es un
hombre, no puede tomar la palabra en una
asamblea masculina, porque su palabra no tiene
ningn valor.
El hecho es que esta prctica pertenece a los ritos
de iniciacin, que hacen pasar al joven de la
infancia a la madurez. Los jvenes entonces son
separados no solo de sus madres, sino tambin de
todo el resto de la aldea y son conducidos al
bosque, donde son iniciados en los mitos y ritos de
la tribu, y en la sexualidad. Cada iniciacin
comporta tambin una regresin al estado fetal, el
paso a travs de una muerte simblica para
renacer a una vida nueva. La circuncisin se sita
en ese contexto y es parte integrante.
El paso a travs de la muerte significa renunciar a
un estado anterior, una castracin simblica. En
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ciertos pueblos, la renuncia a la totalidad no se da
por la ablacin del prepucio, sino por la
extraccin de un diente. Sin embargo, el principio
siempre es el mismo: se trata de aceptar el lmite,
de renunciar a la totalidad, a la omnipotencia
imaginaria, para acceder a la alteridad, para
abrirse al otro.
En su aspecto estrictamente sexual, la
circuncisin consiste en la renuncia al
autoerotismo, para acceder a la relacin con el
otro sexo. Y por eso, en las culturas donde son
practicados los ritos de iniciacin, la circuncisin
se hace en el momento de la maduracin sexual,
hacia los doce o trece aos. Una huella de esta
prctica aparece en la Biblia, cuando relata que
Ismael, hijo de Abraham y su esclava Agar, es
circuncidado a la edad de trece aos:
Dios aadi a Abraham: T guarda el pacto que
hago contigo y tus descendientes futuros. Este es
el pacto que hago con vosotros y con tus
descendientes futuros y que habis de guardar:
Circuncidad a todos vuestros varones;
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circuncidaris el prepucio y ser una seal de mi
pacto con vosotros. A los ocho das de nacer,
todos vuestros varones de cada generacin sern
circuncidados; tambin los esclavos nacidos en
casa o comprados a extranjeros que no sean de
vuestra raza. Circuncidad a los esclavos nacidos
en casa o comprados. As llevaris en la carne mi
pacto como pacto perpetuo. Todo varn
incircunciso que no ha circuncidado su prepucio
ser apartado de su pueblo por haber
quebrantado mi pacto. Tambin Dios dijo a
Abraham: Saray, tu mujer, ya no se llamar
Saray, sino Sara. () Entonces Abraham tom a
su hijo Ismael, a los esclavos nacidos en casa o
comprados, a todos los varones de la casa de
Abraham, y los circuncid aquel mismo da, como
se lo haba mandado Dios. Abraham tena noventa
y nueve aos cuando se circuncid; Ismael tena
trece cuando se circuncid (Gen 17, 9-15.23-25).
Ntese, de paso, cmo tambin el nombre de la
esposa de Abraham es, por as decirlo,
circuncidado: se llamaba Saray, y ser Sara.
Saray, que significa mi princesa, es liberada del
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posesivo y se convierte en princesa, y esto la
liberar de su esterilidad. Se podra decir que
esta es una historia de otros tiempos, pero no es
cierto, pues el hombre no puede acceder a la
paternidad si no es circuncidado, es decir,
liberado del posesivo. Ismael, el hijo de la
esclava egipcia, del que los rabes afirman ser
descendientes, es circuncidado a la edad de su
madurez sexual. No sucede lo mismo con Isaac,
hijo de Sara y Abraham, que ser el padre de
Jacob-Israel: l ser circuncidado al octavo da,
como todos sus descendientes.
En el judasmo la circuncisin se separa de la
esfera sexual: significa entrar en la alianza de
Abraham. En hebreo, se llama bert mill, la
alianza de la circuncisin. Cada circuncisin es,
fundamentalmente, la renuncia a la totalidad y la
apertura al otro, al totalmente Otro, al Seor
Dios. Signo visible, la circuncisin es el primero
de todos los sacramentos. Se dice que Lucas, el
autor del tercer Evangelio, habra sido griego no
judo y, por tanto, incircunciso. Es el nico de los
cuatro evangelistas que relata la circuncisin:
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primero, de Juan y, luego, de Jess. La de Jess
la presenta de forma muy sucinta: Al octavo da,
al tiempo de circuncidarlo, le pusieron por
nombre Jess, como lo haba llamado el ngel
antes de que fuera concebido (Lc 2, 21).
Lucas presenta la circuncisin en el contexto de
la imposicin del nombre de Jess, que es la
proposicin principal de la frase. El hecho de que
el nio reciba su nombre solo al octavo da,
despus de recibir el signo de la alianza, no es
irrelevante: su identidad est ligada a su relacin
con Dios; de ella depende y deriva.
Narrativamente, la mencin de la circuncisin de
Jess no est ligada a su nacimiento, sino a su
consagracin en el templo como primognito.
Inaugura en realidad una doble consagracin: la
de Jess consagrado a Dios por sus padres, y la
purificacin de su madre segn el ritual (cfr. Lc 2,
21-40); y la posterior cuando, a la edad de doce
aos, Jess se consagra a su Padre (cfr. Lc 2, 41-
52).
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El relato de la circuncisin de Juan amerita una
profundizacin, pues permite comprender una
dimensin esencial de la circuncisin y de su
significado simblico.
El recin nacido, al octavo da de su nacimiento,
es circuncidado y recibe el nombre de Juan, pero
lo sorprendente es que tambin su padre Zacaras
es metafricamente circuncidado en la misma
ocasin. El texto de Lucas pone en paralelo las
dos circuncisiones (cf. Lc 1, 59 y Lc 1, 64).
Versculo 59: Al octavo da fueron a circuncidar
al nio. Versculo 64: Al instante, se le solt la
lengua y hablaba bendiciendo a Dios. La
circuncisin del hijo contempla la ablacin del
prepucio; la del padre su lengua, que se
suelta. La boca de Zacaras se cerr despus de
la anunciacin porque no crey las palabras de
Gabriel, que le predice el nacimiento de un hijo,
aunque su mujer era estril y ambos de avanzada
edad: [El ngel le dijo:] quedars mudo y sin
poder hablar hasta que eso se cumpla, por no
haber credo mis palabras que se cumplirn a su
debido tiempo (Lc 1, 20). Y el narrador
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prosigue: Cuando sali, no poda hablar y ellos
adivinaron que haba tenido una visin en el
santuario. l les haca seas y segua mudo (Lc 1,
22).
El odo de Zacaras se haba revelado
incircunciso, cerrado a la palabra de Dios,
segn la metfora de Jeremas: Tienen odos
incircuncisos, incapaces de prestar atencin
(Jer 6, 10). Si el odo es incircunciso, la palabra
no puede entrar y penetrar el corazn, donde
puede ser meditada y comprendida. Adems es
necesario que, luego del odo, tambin el corazn
sea circuncidado: Circuncidaos para el Seor;
extirpad el prepucio de vuestros corazones (Jer
4, 4). Comentando este texto, Osty escribe en
nota: Circuncidaos..., metfora violenta para
nuestro gusto, pero de un alto porte espiritual.
La circuncisin del corazn, que significa la fe y la
obediencia, es un tema recurrente en el Antiguo
Testamento (cfr. Dt 10, 16; 30, 6; Lv 26, 41; Jer 9,
24-25), y tambin en el Nuevo Testamento (cfr.
Rm 2, 25-29). La circuncisin del corazn est
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ligada a la de la carne: Ningn incircunciso de
corazn e incircunciso de carne entrar en mi
santuario (Ez 44,9). La circuncisin de los odos
est ligada a la del corazn: Duros de cabeza,
incircuncisos de corazn y de odos!, resists
siempre al Espritu Santo; sois igual que vuestros
padres (Hch 7, 51).
As, la metfora acompaa el circuito natural de la
palabra: entra por el odo, desciende al corazn,
y a partir de all, luego de ser comprendida,
aceptada, asimilada, puede salir de nuevo por la
boca y los labios, a condicin de que estn
tambin circuncidados. Moiss, queriendo evitar
la misin que el Seor quera confiarle de ir a
hablar con el faran, se justifica diciendo: Tengo
los labios incircuncisos (Ex 6, 12.30). La Biblia
de Jerusaln traduce: Si los israelitas no me
escuchan, cmo me escuchar el faran a m, que
soy tan torpe de palabra?. Esta traduccin da el
sentido (segn Ex 4, 10), pero vaca la imagen.
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EL SBADO
La circuncisin marca el cuerpo del individuo; el
sbado marca el cuerpo social: es la
circuncisin del tiempo. La circuncisin
estructura al hombre, haciendo de l un ser en
relacin, abierto al otro; el sbado estructura la
semana, poniendo ritmo a la sucesin de los das,
interrumpiendo la lnea continua del tiempo,
abrindolo a la alteridad. El sbado obedece a la
misma lgica de la circuncisin: la renuncia a la
totalidad para dejar el puesto al otro.
En la presentacin que la Biblia hace, el don del
sbado es anterior a la circuncisin. Cierra la
primera pgina de la Escritura o, ms
exactamente, la abre, porque Dios, concluida su
labor de creacin, se retira dejando espacio al
otro, dejndole el tiempo. Es verdad que habr
que esperar que los hijos de Israel salgan de
Egipto, de la esclavitud, entren a la libertad del
desierto y lleguen al Horeb, para que se les
entregue la ley del sbado. Sin embargo, el
sbado es puesto desde el sptimo da de la
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semana original. Y el Declogo pone como motivo
del mandamiento el reposo de Dios porque en
seis das hizo el Seor el cielo, la tierra y el mar y
lo que hay en ellos, y el sptimo descans; por eso
el Seor bendijo el sbado y lo santific (Ex 20,
11).
Manda fjate en el sbado para santificarlo (Ex
20, 8); durante seis das trabaja y haz tus tareas,
pero el da sptimo es un da de descanso,
dedicado al Seor, tu Dios (Ex 20, 9-10).
Acordarse de ese da, no solo conmemorarlo, sino
revivir y recordar lo que el Seor hizo en el
sptimo da cuando dej su puesto al otro, a quien
apenas haba creado a su imagen; a imagen de
Dios (Gen 1, 27). Esto significa comportarse
como l, como sus verdaderos hijos.
La consecuencia lgica de tal imitacin de Dios es
que el padre de familia, al que se dirige el
mandamiento, se comportar como el Seor con
todos los miembros de su casa, comenzando por s
mismo: No hars trabajo alguno, ni t, ni tu hijo,
ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu ganado,
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ni el inmigrante que viva en tus ciudades (Ex 20,
10). En vez de tratar a su hijo y su hija como
esclavos, hacindolos trabajar siete das sobre
siete, el padre de familia tratar a su siervo y a su
sierva como a sus propios hijos, renunciando a
ocupar la totalidad del tiempo para el trabajo y
reconociendo a cada uno su espacio de reposo y
respiro, que los har hombres libres, como l. En
ese da ninguno ni siquiera los animales, ni los
no judos residentes en la tierra de Israel sern
sometidos a cualquier forma de esclavitud.
Porque el Seor, Dios de Israel, es un Dios
celoso, un Dios celoso de la libertad del hombre,
contra la que ninguno podr atentar.
LA KASHERUT
Siempre con la misma lgica, tambin el alimento
debe ser circuncidado. Como en el jardn del
Edn: el hombre puede comer los frutos de todos
los rboles, menos el del rbol del conocimiento
del bien y del mal, bajo pena de muerte. Del
mismo modo, se les da todos los alimentos a los
hijos de Abraham, salvo algunos declarados
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impuros, as como el prepucio vuelve impuro
a los que no lo han cortado. As, adems del
cerdo, tampoco pueden ser consumidos el conejo
ni los mariscos. Algunos interpretan estas
prohibiciones como normas de higiene: la carne
del cerdo, por ejemplo, podra transmitir al
hombre enfermedades como la brucelosis y la
tenia. Como hemos visto a propsito de la
circuncisin, este tipo de explicacin es
superficial, pues no da cuenta de lo esencial. La
misma lgica que precede los tabes alimentarios
est en la circuncisin y el sbado: se trata de
renunciar a la totalidad.
EL TEMPLO
Lo mismo se debe decir para otra institucin de
Israel: el templo. Toda la superficie del pas es
entregada en heredad a los hijos de Israel, para
que la cultiven y aprovechen los frutos de las
vias, higueras y olivos que planten. Se trata de
toda la tierra de Israel, excepto una pequesima
parte que ser consagrada al totalmente Otro, al
Seor. Ese espacio restringido ser donde se
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construya el templo. Si el sbado es la
circuncisin del tiempo, el templo es la
circuncisin del espacio.
EL RECUERDO DE LOS POBRES
Cuando, despus de la resurreccin de Jess, la
Buena Noticia tambin es anunciada a los
paganos, la cuestin vital fueron las relaciones
entre los discpulos judos y los de origen pagano.
Los Hechos de los Apstoles muestran la
resistencia de Pedro a aceptar la invitacin del
centurin romano Cornelio (cf. Hch 10): fue
necesaria una visin para convencerlo. Cuando
Pedro subi a Jerusaln, los fieles circuncisos lo
fustigaron, diciendo: Has entrado en casa de
hombres incircuncisos y has comido con ellos!
(Hch 11, 23). Solo luego del largo relato de
Pedro, se calmaron y comenzaron a glorificar a
Dios diciendo: Entonces, tambin Dios les ha
concedido a los paganos que se conviertan para
que tengan vida! (Hch 11,18).
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A pesar de esto, no cesaron las resistencias. Fue
necesario un Concilio el primero de la
historia para discutir la cuestin y establecer
la conducta a seguir. Pablo, Bernab y algunos
otros fueron a Jerusaln, donde se alzaron
algunos de la secta de los fariseos, que se haban
convertido en creyentes, afirmando: Es necesario
circuncidarlos [a los discpulos paganos] y
ordenarles observar la Ley de Moiss (Hch 15,
5). La decisin final, comunicada a viva voz y por
escrito a los discpulos venidos de las naciones,
fue formulada as: El Espritu Santo y nosotros
hemos decidido no imponerles ninguna otra
obligacin fuera de estas cosas necesarias:
abstnganse de la carne ofrecida a los dolos, de
la sangre, de los animales sofocados y de las
uniones ilegtimas. Harn bien en alejarse de estas
cosas. Estn bien! (Hch 15, 28-29).
En la Carta a los Glatas, Pablo debe enfrentar a
los judaizantes que quieren imponer a los paganos
de Galacia las leyes del judasmo, partiendo por la
circuncisin, y acarreando con ella a todo el
resto: Das, meses, estaciones y aos (Gal 4,
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10), es decir, sbados, lunas nuevas, las tres
fiestas de peregrinacin, aos sabticos y
jubilares. Pablo reacciona enrgicamente, pues
para l lo que est en juego es absolutamente
decisivo: Cmo puede el hombre obtener la
salvacin? Con la prctica de la Ley o con la
obediencia de la fe? La salvacin viene de las
obras del hombre o es un don gratuito de Dios?
Es comprensible el apego de los judos a la Ley,
que Dios mismo les haba dado por medio de
Moiss. La Ley es lo ms precioso que tienen los
hijos de Israel, lo que los distingue de todos los
dems pueblos, lo que constituye su identidad y
los ha preservado de ser asimilados por otras
naciones, por sus costumbres y sus cultos paganos.
Los discpulos judos solo tienen como objetivo la
comunin entre todos los discpulos de Jess,
vengan de donde vengan: del judasmo o del
paganismo.
En esto, su deseo no es distinto al de Pablo.
Cmo abatir el muro de separacin entre judos
y griegos? Cmo botar este muro que impide a
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los judos compartir sus comidas con las
naciones por las reglas del kasherut, que
impide tambin entrar a las casas de los griegos,
porque los incircuncisos son impuros y vuelven
impuros a los judos? Para los judos la nica
solucin del problema simple y eficaz es que
los paganos se hagan judos, como, por lo dems,
lo era Jess, que fue circuncidado al octavo da, y
estuvo sujeto a la Ley como todos los miembros de
su pueblo y como los discpulos que Jess eligi
para que fueran sus apstoles.
Para Pablo, la Ley es buena y santa. Lo dir
claramente en la Carta a los Romanos: La Ley es
santa, y el precepto santo, justo y bueno (Rm 7,
12). No podremos exaltar la Ley de la nueva
alianza disminuyendo las leyes del Antiguo
Testamento. Al contrario, reconociendo el valor y
la belleza de las instituciones de Israel: la
circuncisin, el sbado, la kasherut y el templo,
sern exaltados el valor y la belleza del Nuevo
Testamento. Pablo comprendi que, con Cristo, la
Ley de Moiss no es abolida, sino que es retomada
y llevada a cumplimiento, de la misma manera que
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el fruto no destruye la flor, ni la sustituye, sino
que la lleva a cumplimiento.
En el segundo captulo de su Carta a los Glatas,
Pablo se refiere al Concilio de Jerusaln, que
Lucas relata en el captulo 15 de los Hechos de los
Apstoles. Sube a Jerusaln, luego de una
revelacin, llevando consigo a dos discpulos: un
judo, Bernab; y un griego, Tito. A pesar de las
maniobras de los falsos hermanos, Tito no es
obligado a ser circuncidado. Pablo califica a los
judaizantes de falsos hermanos, porque la
fraternidad que ellos promueven entre judos y
paganos cristianos no es verdadera fraternidad.
Es una fraternidad por asimilacin, que no respeta
la identidad de los griegos, su alteridad. Todo
esto se debi a los falsos hermanos, intrusos, que
se infiltraron para espiar la libertad que tenemos
en Cristo Jess, y que pretendan reducirnos a la
esclavitud. Yo no ced un momento ni me somet,
pues tena que mantener por vosotros la verdad
de la Buena Noticia (Gal 2,4-5).
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La lnea de Pablo y de sus compaeros prevalece:
los notables, es decir los apstoles Santiago
(obispo de Jerusaln), Cefas (Pedro) y Juan,
no imponen a los discpulos provenientes del
paganismo, como Tito, algunas de las observancias
de la Ley. Ellos compartirn la fatiga de la
predicacin: los de Jerusaln la predicacin a los
judos (la circuncisin); Pablo y sus
compaeros, la predicacin a los paganos (el
prepucio). Ntese que la terminologa usada por
el Apstol muestra claramente la importancia
fundamental de la circuncisin. El relato, sin
embargo, no se detiene ah. Una ltima frase hace
de pendant a la que deca: Esas personas con
autoridad no me impondrn nada a m (Gal 2, 6).
Pablo afirma: Solo pidieron que nos acordramos
de los pobres, cosa que yo mismo me haba
propuesto (Gal 2,10).
Algunos ven en esta afirmacin una alusin a la
ayuda a las comunidades de Palestina que se
encontraban en necesidad. De hecho, Pablo se
ocupar por muchos aos de recolectar fondos
para ellas (cfr. Rm 15, 25-28; 1 Cor 16, 1-4; 2 Cor
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89). No se contenta solo con palabras. Sin
embargo, es posible ir ms all de este primer
nivel circunstancial para comprender a fondo la
lgica de esa recomendacin. Es exactamente la
misma de la circuncisin, del sbado, de la
kasherut y del templo. Acordarse de los pobres
significa concretamente cortar una parte de lo
que se posee, para beneficio de los necesitados.
Significa renunciar a la totalidad, para abrirse al
otro.
Es una renuncia que no se hace de una vez para
siempre, como la circuncisin, sino que es un
sacrificio que se debe hacer cada vez que es
necesario, segn las circunstancias y los
requerimientos. Es la realizacin de la
comunin entre judos y paganos. Veamos, en
particular, la famosa colecta organizada por
Pablo, calificada por l como intercambio de
dones: En este momento me dirijo a Jerusaln
para el servicio a los miembros de esa comunidad,
pues los de Macedonia y Acaya han decidido
solidarizarse con los cristianos pobres de
Jerusaln. Lo han decidido como era su
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obligacin: pues si los paganos se beneficiaron de
sus bienes espirituales, es justo que ellos los
socorran en los materiales (Rm 15, 25-27).
Escribiendo a los Corintios, Pablo alaba la
generosidad de los macedonios; luego agrega y
vale la pena citar el texto in extenso:
Y como sois ricos en todo, en la fe, en la palabra,
en el conocimiento, en todo celo y en la caridad
que os hemos enseado, as sois esplndidos
tambin en esta obra generosa. No digo esto para
daros un mandamiento, sino solo para poner a
prueba la sinceridad de vuestro amor con la
premura hacia los otros. Conocis la gracia de
nuestro Seor Jesucristo: siendo rico, se hizo
pobre por vosotros, para que vosotros llegaseis a
ser ricos por medio de su pobreza. Y al respecto
os doy un consejo: es algo ventajoso para
vosotros, que desde el ao pasado habis sido los
primeros, no solo en emprenderla, sino tambin
en quererla. Ahora realizadla porque, como
tuvisteis prontitud de quererla, as tambin la
cumplis, de acuerdo a vuestros medios. Si hay
buena voluntad, ella es agradada de acuerdo a lo
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que uno posee y no segn lo que no posee. No se
trata de poneros en dificultad para aliviar a los
otros, sino de que haya igualdad. Por el momento,
vuestra abundancia supla su indigencia, porque
tambin su abundancia supla vuestra indigencia y
haya igualdad, como est escrito: El que recogi
mucho no abund, y el que recogi poco no tuvo
menos (2 Cor 8, 7-15).
Como en el Concilio de Jerusaln, el no olvidar a
los pobres no es un mandamiento, no es una
orden (v. 8), es un consejo (v. 10). No
estamos bajo el rgimen de la Ley. En el versculo
14 se reencuentra la idea, querida por Pablo, del
intercambio de dones, espirituales y temporales.
Vuelve tambin dos veces la palabra igualdad
(vv. 13.14), condicin de la comunin fraterna. El
modelo, o la fuente de la generosidad a la que
invita Pablo, es el del mismo Cristo: Conocis la
gracia de nuestro Seor Jesucristo: siendo rico,
se hizo pobre por vosotros, para que vosotros
llegaseis a ser ricos por medio de su pobreza (2
Cor 8, 9).
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LA CRUZ DE CRISTO
Con su sacrificio, Jess cumple toda la Ley: la de
la circuncisin, el sbado, la kasherut y tambin la
del templo. Aceptando dar la propia vida, entra
en la misma dinmica de renuncia a la totalidad,
llevndola claramente a su culmen, pues renuncia
no solo a una parte, sino a la totalidad de la
propia vida. El cumplimiento no ocurre sin este
exceso que lo conduce a los lmites de lo posible.
Al inicio de la segunda parte de la Carta a los
Glatas, que constituye el centro del escrito,
Pablo, por as decirlo, planta de inmediato la cruz
de Cristo: Glatas insensatos! Quin os ha
hechizado, a vosotros, a cuya vista fue
presentado Jesucristo crucificado? (Gal 3, 1). Al
inicio de la tercera y ltima parte de la Carta, el
Apstol relaciona la circuncisin y la cruz:
Mirad, yo, Pablo, os digo que si os circuncidis, el
Mesas no os valdr. Os aseguro de nuevo que
quienquiera se circuncide est obligado a cumplir
ntegra la ley. Los que buscis la justicia por la
ley, habis roto con el Mesas y habis cado en
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desgracia. En cuanto a nosotros, por el Espritu y
la fe esperamos la justicia anhelada. Siendo del
Mesas Jess, no importa estar o no
circuncidados; lo que cuenta es una fe activa por
el amor. Corrais muy bien: quin se interpuso
para que no siguierais la verdad? El que os
persuadi no procede del que os llam. Una pizca
de levadura hace fermentar toda la masa. Yo
confo en el Seor que no cambiaris de actitud.
Pero el que os inquieta, sea quien sea, cargar
con su sentencia. En cuanto a m, hermanos, si
todava predico la circuncisin, por qu me
persiguen? Se acab el escndalo de la cruz!
Pero esos que soliviantan, que se mutilen del
todo. (Gal 5,2-12).
El escndalo de la cruz es, justamente, el hecho
inaudito que hace que la renuncia a la totalidad y
a la omnipotencia haya podido llegar hasta ese
punto: Porque los judos piden seales, los
griegos buscan sabidura, mientras que nosotros
anunciamos un Mesas crucificado, escndalo para
los judos, locura para los paganos; pero para los
llamados, judos y griegos, un Mesas que es
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fuerza y sabidura de Dios (1 Cor 1,22-24). Es
justamente esto lo que llamamos, con una palabra
mutada del griego, knosis, que significa
vaciarse de s mismo. Es lo que expresa, en un
lenguaje potico, el himno a los Filipenses:
el cual, a pesar de su condicin divina, no hizo
alarde de ser igual a Dios; sino que se vaci de s y
tom la condicin de esclavo, hacindose
semejante a los hombres. Y mostrndose en figura
humana se humill, se hizo obediente hasta la
muerte, una muerte en cruz. Por eso Dios lo
exalt y le concedi un nombre superior a todo
nombre, para que, ante el nombre de Jess, toda
rodilla se doble, en el cielo, la tierra y el abismo;
y toda lengua confiese para gloria de Dios Padre:
Jesucristo es Seor! (Fil 2,6-11).
La palabra cruz ser usada de modo insistente
en la conclusin de la tercera parte de la Carta a
los Glatas, que es, al mismo tiempo, conclusin de
toda la carta, refiriendo a la introduccin arriba
citada. Es bueno traerla aqu por eso:
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Mirad qu letras tan grandes, escritas con mi
propia mano. Los que quieren hacer buena figura
en lo exterior son los que os obligan a
circuncidaros; lo hacen solo para no ser
perseguidos a causa de la cruz del Mesas. Pues ni
los mismos circuncidados observan la ley; pero
quieren circuncidaros para gloriarse de
someteros al rito corporal. Lo que es a m, Dios
me libre de gloriarme, si no es de la cruz de
nuestro Seor Jesucristo, por el cual el mundo
est crucificado para m y yo para el mundo. Nada
importa estar o no estar circuncidado; lo que
cuenta es una nueva criatura. Paz y misericordia
para cuantos siguen esta norma, el Israel de Dios.
En adelante, que nadie me aada fatigas, pues
llevo en mi cuerpo las marcas de Jess. Hermanos,
la gracia de nuestro Seor Jesucristo permanezca
con vosotros. Amn (Gal 6, 11-18).
Mientras los judaizantes entienden gloriarse de
haber hecho circuncidar a los paganos, Pablo se
glora solo de la cruz de nuestro Seor
Jesucristo (v. 14). La oposicin entre la
circuncisin y la cruz no podra ser ms neta. No
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es que Pablo devale la primera, pues ella ha
cumplido un rol de pedagoga para llevarla a su
cumplimiento, a su perfeccin: De modo que la
ley era nuestro pedagogo hasta que viniera el
Mesas y recibiramos la justicia por la fe; pero al
llegar la fe, ya no dependemos del pedagogo
(Gal 3, 24-25).
CRUCIFICADO CON CRISTO
Si somos justificados por el sacrificio de Cristo en
la cruz y no por las obras de la Ley, es claro que
el discpulo debe entrar en la misma lgica de la
knosis. Y es por esto que, en la conclusin de la
Carta, Pablo dice estar crucificado para el
mundo (Gal 6, 14), llegando a ser as una nueva
creatura (v. 15). Lo haba ya dicho al final de la
primera parte: Por medio de la ley, he muerto a
la ley para vivir para Dios. He quedado
crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que es
Cristo quien vive en m. Y mientras vivo en carne
mortal, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me
am y se entreg por m (Gal 2,19-20).
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Efectivamente, Pablo sufri muchas
persecuciones, tantas que lleva en su cuerpo los
estigmas de Jess (Gal 6, 17).
El breve pasaje que constituye el centro y la clave
de lectura de toda la Carta, contiene lo que
podra llamarse su principal afirmacin, enuncia
la unidad de todos los discpulos, cualquiera sea
su origen, su condicin, su sexo: Por la fe en
Cristo Jess, todos sois hijos de Dios. Los que os
habis bautizado consagrndoos a Cristo, os
habis revestido de Cristo. Ya no se distinguen
judo y griego, esclavo y libre, hombre y mujer,
pues con Cristo Jess todos sois uno. Y si vosotros
pertenecis a Cristo sois descendencia de
Abraham, herederos de la promesa (Gal 3, 26-
29).
La identidad profunda de los cristianos en cuanto
hijos de Dios es debida a Cristo Jess, en quien
fueron bautizados. Si en la Carta de Pablo se
evoca la circuncisin muchas veces, una sola vez
habla del bautismo, y lo hace en el corazn de la
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Carta. Como la circuncisin permite entrar en la alianza de Abraham, as el bautismo, para quien se ha
sumergido con Cristo en la muerte y ha resurgido para
recibir la vestidura blanca, hace de l una nueva
creatura. El ltimo versculo (v. 29), sin embargo,
muestra bien que el bautismo no sustituye la
circuncisin: la cumple haciendo de los bautizados la
descendencia de Abraham, herederos segn la
promesa. MSJ
http://www.mensaje.cl/iglesia/la-circuncisin-y-la-cruz-de-cristo
[11/04/2015]
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