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SECRETARÍA DE EDUCACIÓN PÚBLICA
UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL
UNIDAD 25B
LA IMPORTANCIA DE LOS VALORES
EN EL JARDÍN PREESCOLAR
TESINA PRESENTADA PARA OBTENER EL GRADO DE:
LICENCIATURA EN EDUCACIÓN
ASESOR:
ERNESTO MARTIN PERAZA RUBIO
Mazatlán, Sinaloa, diciembre de 2002.
ÍNDICE
INTRODUCCION
CAPITULO I: REFLEXIONES SOBRE EL PROBLEMA DE LOS VALORES EN EL
JARDIN DE NIÑOS.
Que son los valores
Acerca del respeto
Acerca de la solidaridad
Acerca del civismo
Acerca de la responsabilidad
Acerca de la honestidad
Acerca de la madurez
Acerca de la autoestima y el amor
CAPITULO II: ORIENTACIONES PARA EL FOMENTO DE LOS VALORES EN EL
JARDÍN DE NIÑOS
2.1. Una propuesta para las relaciones interpersonales
2.2. Acerca del mejoramiento del trabajo con los niños y las niñas
2.3. Acerca del trabajo con la familia de los niños y con la comunidad
CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA
ANEXOS
INTRODUCCIÓN
Casi todos los que trabajamos en la educación escolarizada hemos escuchado en
más de alguna ocasión sobre “la pérdida de los valores” como una característica de nuestro
tiempo.
Por tal razón, pudiéramos afirmar que dicho problema no siempre se ha vivido de
manera tan fuerte y tan sentida como en la actualidad.
Por ejemplo, aún se puede escuchar a personas mayores que dicen: “en mi tiempos
no había eso”, o “en mis tiempos todo era diferente”.
Sin embargo, no se pretende en el presente documento hacer comparaciones entre la
vida de nuestros abuelos y la vida de los niños y los jóvenes con quienes interactuamos en
la actualidad.
La inquietud de investigar sobre los valores surge precisamente porque es un tema
que nos debe preocupar a todos los que trabajamos en las escuelas independientemente del
nivel en que cada quien tenga su adscripción.
La investigación pretendida para la presente tesina no se determinó con el fin de
explicar con amplitud un problema tan complejo y difícil de resolver. El ejercicio propuesto
simplemente obedece aun interés de revelar la manera en que dicho problema se presenta
en uno de tantos espacios escolares que es donde supuestamente se debe trabajar en la
defensa y el fomento de los valores.
Esa inquietud e interés surge a partir de una experiencia docente de más de quince
años en distintos jardines de niños, la cual ha permitido documentar diversas situaciones de
la práctica cotidiana en las que de una u otra forma se ha puesto en evidencia el tipo de
mentalidad de numerosas educadoras y por lo tanto su nivel de formación docente.
Sin duda alguna el tema de los valores es de gran importancia y relevancia ya que la
mente de los niños es bastante susceptible de ser influenciada por los adultos así como por
el medio ambiente cultural, y en consecuencia es un deber de toda verdadera educadora
reflexionar sobre un asunto tan delicado ya que los niños de nivel preescolar sufren un
alejamiento del seno materno y de su familia y por lo tanto recae en la educadora la gran
responsabilidad de atender las necesidades no solamente cognoscitivas de los niños sino
también sus necesidades de comprensión, de cariño y de calor humano.
Indiscutiblemente, uno de los niveles más delicados y determinantes para la
formación de la mente es el jardín preescolar ya que, como todos sabemos, se trata de una
etapa en que la mente se encuentra en un constante proceso de ubicación, de adquisición de
conocimientos, de actitudes y de desarrollo en tomo aun mundo que el niño apenas acaba
de encontrar.
En esa etapa, por lo tanto, resulta de vital importancia el tipo de influencia
sociocultural que reciben los infantes pues de ello dependerán los esquemas mentales y por
lo tanto el tipo de mentalidad que vayan adoptando los niños en su proceso de
socialización. Se debe hacer la advertencia, mientras tanto, que el tipo de influencia no sólo
depende del trato que se les brinde a los pequeños en el jardín escolar sino que también son
determinantes la influencia de la familia, del medio ambiente social y cultural de
desenvolvimiento y de otros aspectos tales como la televisión y otras instituciones que
transmiten mensajes relacionados con determinadas concepciones acerca de los valores y
del mundo.
Es obvio entonces que lo que son los valores para unas personas no lo son para
otras. Es decir que a los valores cada quien les dará un significado según sea su marco
referencial producido por las experiencias de su vida.
De lo dicho hasta aquí se deriva la razón de la presente tesina, con la cual se
pretende contribuir aunque sea de una manera modesta pero crítica y propositiva al
desarrollo de la práctica docente del jardín de niños y también al mejoramiento de las
relaciones al interior del centro escolar ya que un ambiente de sana convivencia y de crítica
constructiva es una garantía para que los niños reciban una mayor y mejor atención en todo
lo que requieren para su formación integral.
Se puede considerar el presente trabajo entonces como la expresión de un
compromiso pedagógico ya que se debe reconocer la delicada responsabilidad que la
sociedad deposita en las educadoras del jardín preescolar, reconociendo a la vez que el
problema de los valores influye en diversos aspectos de la vida cotidiana no sólo al interior
de los centros educativos sino también en la vida familiar y social de cada una de ellas.
A pesar de ello, sin embargo, resulta que dicha problemática es poco reflexionada y
es por tal razón que el presente proyecto se justifica como tal ya que representa un esfuerzo
de reflexión, análisis y crítica propositiva para que haya más conciencia sobre la necesidad
de poner a discusión el asunto de los valores, con lo cual no solamente se beneficia la
comunidad de educadoras sino también los niños y los demás involucrados en la práctica
educativa.
Por lo tanto, el presente documento recepcional está pensado para señalar vacíos en
cuanto a los valores que hacen falta en el nivel preescolar aunque también contiene
propuestas sobre la manera de promover y rescatar valores para que haya una convivencia
más sana y más armónica entre el personal docente y con los niños y las familias de los
mismos.
Existen muchos otros problemas en el jardín de niños, pero éste es uno de los que
deben ser atendidos con toda la honestidad y disposición que se requiere.
Es por lo antes expuesto que como objetivo central del presente producto de
investigación para tesina se determinó señalar la manera en que se hacen presentes o
ausentes el respeto, la solidaridad, el civismo, la responsabilidad, la honestidad, la madurez,
la autoestima y el amor en el comportamiento y las actitudes del personal docente y
directivo del jardín preescolar, evidenciando la manera en que dichos valores o su ausencia
repercuten en las relaciones al interior del centro de trabajo entre el personal así como en el
trato hacia los niños y hacia las familias de los niños, lo cual se pone en evidencia como
condición para presentar propuestas sobre los valores que más habría que cuidar y sobre la
manera de fomentarlos al interior de la práctica cotidiana.
En cuanto a la metodología para el estudio de los valores en el jardín de niños, cabe
advertir que dicho ejercicio reflexivo, crítico y autocrítico debe ser considerado como una
práctica cotidiana tal como lo exige todo verdadero compromiso profesional pedagógico en
todos los centros de trabajo de este nivel educativo.
Sin embargo, resulta muy fácil observar la falta de disposición en gran parte del
personal para reflexionar de manera honesta sobre un problema como el elegido ya que
dicho asunto conduce obligadamente a una autocrítica y no todos estamos dispuestos a
reconocer nuestros errores con la mayor honestidad posible.
Fue por lo anterior que se tomó la disposición de realizar el presente ejercicio crítico
ya que durante la práctica cotidiana se ha encontrado que la falta de valores ha sido y sigue
siendo la causa de numerosos problemas que se dan en las relaciones entre el personal que
labora en el centro escolar.
También esa falta de valores se refleja en la relación que se da entre el personal y
los niños así como también entre el cuerpo directivo con el personal y entre la escuela con
el entorno que le rodea.
El estudio de los valores ya mencionados ha requerido por lo tanto un recuento y
registro de numerosas experiencias que forman parte de la vida cotidiana escolar. Casi dos
décadas de trabajo en distintos jardines de niños son bastantes para señalar situaciones que
se pueden explicar a partir de la problemática de la ausencia de los valores como
condicionante de los comportamientos de quienes integran el jardín escolar y su relación
con los demás. Esa ausencia de valores se muestra como una crisis que no sólo está
presente en la mente de numerosas educadoras sino también en la conducta y en el
comportamiento directo frente a los niños, frente a los papás y las mamás así como frente al
resto del personal y frente a la sociedad.
Se puede afirmar, entonces, que la investigación para esta tesina parte de un terreno
concreto que es mi campo de desenvolvimiento, donde ha surgido la preocupación por la
carencia de valores y sus consecuencias en la práctica cotidiana escolar; pero sobre todo,
por su impacto en el nivel de las relaciones interpersonales que prevalecen como parte de la
cultura escolar que se establece a partir de lo que la gente dice y hace.
Cabe agregar que para la presente tesina se ha buscado partir de una problemática
específica para abordarla de manera participativa y crítica y así poder plantear algunas
explicaciones y propuestas sobre la manera de mejorar la práctica cotidiana a través del
rescate y fortalecimiento de los valores.
Es así como la investigación, se puede asegurar, es el resultado en gran parte de una
observación participante de muchos años de laborar en este nivel educativo.
Esa observación participante ha sido posible porque se han dado situaciones
numerosas en las que se han puesto en evidencia el tipo de actitudes que todo el personal
tiene y lo cual nos hace diferentes a unos de otros. Se trata de situaciones que no son ajenas
y ante las cuales quien investiga no se queda como simple espectadora sino que toma una
posición al respecto puesto que se trata de situaciones que a todos nos afectan de una u otra
manera.
La ventaja ha consistido en que las experiencias observadas y registradas se han
venido dando de la manera más espontánea y natural, lo cual es una importante
recomendación de la metodología cualitativa y del método etnográfico en particular.
Fue así como los valores elegidos para su análisis crítico no son otra cosa que las
carencias observadas en la práctica cotidiana de personas que en muchas ocasiones se
comportan como la autoridad máxima o superior en la escuela o en el salón de clases.
Esa carencia de valores reflejada en las conductas cotidianas, por lo tanto, es la
materia que ha servido para el análisis hecho en esta tesina. Se trata de lo que algunos
autores reconocen como antivalores tales como el egoísmo, la apatía, la insensibilidad, el
irrespeto, el individualismo, la falta de solidaridad, la irresponsabilidad, la deshonestidad,
etc.
Habría que aclarar que no sólo se trata de señalar conductas de ese tipo sino que
también se ha procurado retomar algunas definiciones respecto a los valores ya
mencionados, lo cual permite un cierto marco teórico elegido que ayuda a una mejor
comprensión de los comportamientos.
A esas definiciones, a manera de marco teórico, está dedicado precisamente el
primer capítulo de la tesina.
Es en ese mismo capítulo donde se realiza, previa definición de cada valor, una
explicación sobre la manera en que cada uno de ellos se relaciona con las numerosas
experiencias registradas.
Son ocho valores los rescatados para su explicación y reflexión crítica. Pudieran ser
más o pudieran ser menos; sin embargo, se consideró que son de los más importantes que
se pueden retomar para un trabajo crítico y propositivo como el que se pretende en la
presente tesina de acuerdo con las exigencias de la ética que debe prevalecer en todo
espacio educativo.
Y es así como después de ese capítulo de conceptualización, explicación y crítica se
arriba al segundo capítulo, en el cual se plantean algunas orientaciones que, aunque no son
una gran propuesta pedagógica bien pudieran ayudar a mejorar el ambiente sociocultural en
el jardín escolar tanto en beneficio de los niños y las niñas como del personal que labora en
dicho espacio educativo.
Cuenta la presente tesina además con un apartado dedicado a la socialización de
algunas conclusiones derivadas de la experiencia de investigación, esperando en
consecuencia haber contribuido a señalar situaciones que prevalecen, a analizar dichas
situaciones, a reflexionar en torno a ellas ya proponer aunque sea de manera modesta
algunas alternativas encaminadas al mejoramiento de los valores en el jardín preescolar.
CAPÍTULO I
REFLEXIONES SOBRE EL PROBLEMA DE LOS VALORES
EN EL JARDÍN DE NINOS
Qué son los valores
Sin duda alguna, definir esa palabra resulta una tarea muy compleja y difícil ya que
una personas los pueden entender según su marco referencial mientras que otras los pueden
definir de manera completamente diferente. Eso depende del tipo de experiencias que cada
quien tenga en su vida y del tipo de profesión en que cada quien se haya formado. Se trata
de un tema en el que han intervenido distintas disciplinas del saber tales como la filosofía,
la psicología, la antropología, la sociología, la economía, etc.
Una de las más interesantes aportaciones es la que nos da Sánchez Vázquez1, quien
ubica el problema de los valores en el terreno de la moral y la ética, considerando a esta
última como una ramificación de la filosofía que ha venido conformándose como un campo
científico encargado de la teoría de la moral y los valores en una sociedad y una historia
determinadas, y por lo tanto como una ciencia normativa de lo que socialmente puede o
suele ser visto como un comportamiento válido o aceptable en función del interés de la
colectividad.
El mismo autor reconoce el valor más allá de la esfera humana y lo ubica también
en el campo de los objetos materiales, y es así como señala la inexistencia de los valores
como entes ideales o irreales ya que lo que existe, dice, son objetos o bienes reales que
poseen valor en función de ciertos convencionalismos sociales o de creencias que se van
arraigando en una cultura y una sociedad determinada.
1 Sánchez Vázquez, 1977. 107-118.
Es así como señala que para que los objetos o experiencias concretas adquieran sus
propiedades de valor es indispensable que se encuentren en relación directa con los
intereses y necesidades del hombre como sujeto social, advirtiendo que el valor no lo
poseen los objetos de por sí, sino que éstos lo adquieren gracias a su relación con el hombre
como ser social.
Por su parte Pieper2 sostiene que la ética se encuentra bastante cercana a la
pedagogía debido a que el hombre ha de ser educado para la moralidad ya que no es un ser
moral por naturaleza, señalando de acuerdo con Piaget que la conducta es originalmente
egocéntrica y orientada a la satisfacción de los intereses propios y que es sólo a través de la
educación y la socialización como el ser humano va comprendiendo la necesidad de
respetar los intereses de los otros como intereses que también son legítimos tanto como los
suyos.
Es así como advierte que el buen maestro se tiene que ver a sí mismo como portador
de un elevado concepto de la libertad asociada a la ética para que pueda hacer del alumno
un ciudadano esclarecido, adulto, autónomo, capaz de decidir acerca de sí mismo y
responsable de sus actos.
Para el presente trabajo, por lo tanto, y según lo exige el problema de estudio
elegido, la definición que se ha considerado más conveniente ha sido tomada de la ciencia
de la educación.
Es así como Larroyo3 afirma que el estudio de los tremas acerca del valor es objeto
de una disciplina filosófica conocida axiología o teoría de los valores, y que éstos orientan
el comportamiento puesto que “se vive auténticamente cuando se tiene la conciencia de
actuar”.
2 Pieper, 1991: 98-110. 3 Larroyo, 1976: 184-193.
Bajo la anterior consideración, el mismo autor sostiene que existe una conciencia
axiológica iluminada por el intelecto, y que es asimismo “una conciencia sentimental
impulsada por un querer”, y que, en suma, “la conciencia de los valores es acto
estructurar en el que colaboran funciones intelectivas, del sentimiento y de la voluntad”.4
En el campo que nos interesa, sostiene Larroyo que el valor pedagógico
fundamental es la formación humana, la cual se va realizando mediante la obtención de
bienes culturales de todo orden tales como la ciencia, el arte, la economía, la religión, etc,
Por lo tanto, el mismo autor afirma.
“El valor es un concepto de relación, es decir, una manera de enlazar los objetos
de medio a fin. Todo valor, además supone una polaridad (es positivo o negativo; bello o
feo; bueno o malo; útil o inútil etc.) Además, supone un a gradación (más o menos malo;
más o menos injusto) También tiene una materia (ético o artístico, útil o agradable). Al
mismo tiempo, confirma una jerarquía, es decir, una relación de ¿categoría o rango
respecto a los demás especies5 de valor (vafe más la belleza que la verdad?, ¿la justicia
que el placer?).
No cabe duda que por la complejidad de factores que inciden en los valores, se ha
dado una clasificación enorme con respecto a ellos. Por ejemplo Larroyo habla de valores
vitales (salud, vigor, capacidad orgánica, euforia); de valores hedónicos o eudemónicos
(placer, alegría, solaz, deleite); valores económicos (utilidad, valor de uso, valor de
cambio); valores del conocimiento científico (verdad, exactitud, aproximación,
probabilidad); valores morales y jurídicos (bondad, veracidad, valentía, templanza, justicia,
seguridad social, etc.) valores estéticos (belleza, gracia, elegancia, ironía); valores eróticos
(dicha, ternura, cariño); y valores religiosos como la santidad, la piedad, la gracia, la
beatitud, la bienaventuranza.
4 Op. Cit., pp. 185-186. 5 Op Cit.: 184-190.
Sin embargo, por la naturaleza del presente trabajo, sólo se tratarán los valores que
conciernen a la pedagogía axiológica ya que es lo que realmente se requiere de una crítica y
una autocrítica para mejorar la práctica cotidiana en beneficio de las educadoras y de los
educandos pues no hay que olvidar que a través de los valores lo que se busca a fin de
cuentas es la formación humana, y en ella están de por medio los valores que prevalezcan
así como también los contravalores o antivalores que obstaculizan el desarrollo del
potencial humano.
Dentro de los valores motivo de reflexión y crítica a partir de la propia experiencia
en el trabajo pedagógico destacan los siguientes: respeto, solidaridad, civismo,
responsabilidad, honestidad, madurez, autoestima y amor.
En ese orden se irán exponiendo cada uno de esos valores y la manera en que se da
o se niega su correspondencia con los objetivos pedagógicos de la institución formadora de
los niños. Se requiere, por lo tanto, rescatar la fundamentación pedagógica del jardín de
niños.
Es en ese curriculum formal precisamente donde encontramos la supuesta
intencionalidad de formar a los niños como sujetos críticos, reflexivos, analíticos,
autónomos, solidarios y participativos.
En la práctica cotidiana, sin embargo, habría que ver qué tanto es esto una realidad
en la formación que adquieren los niños y en el comportamiento que demuestran al interior
y hacia el exterior del jardín escolar.
En cuanto a la fundamentación pedagógica del jardín escolar, conviene que citemos
textualmente el documento oficial:
El nivel preescolar tiene mucho que decir en virtud de que su preocupación
fundamental a lo largo de la historia ha sido que el jardín de niños sea un espacio en el
que el niño aprenda a desenvolverse como sujeto individual y social; atendiendo a las
características propias de su edad; mediante metodologías de enseñanza que propicien la
interacción del alumno con su entorno inmediato haciendo uso de la información
humanística, científica y tecnológica pertinente6
Acerca del respeto
Abagnano define al respeto como “el reconocimiento de la propia dignidad o de la
dignidad de otros y el comportamiento fundado en ese reconocimiento”.7 Más adelante
afirma como una concepción bastante difundida la del respeto como “… el empeño en
reconocer en los otros, o en sí mismo, una dignidad que se tiene la obligación de
salvaguardar”8. Asimismo, el respeto suele ser asociado a los siguientes conceptos:
Consideración, deferencia miramiento, atención, solicitud; aprecio, afecto,
urbanidad; cortesía, estima, adhesión, comedimiento, homenaje, admiración, veneración,
reverencia, obediencia, acatamiento, sometimiento, tolerancia, honra, adoración amor,
culto, sumisión, devoción y recato.9
Dada la gran cantidad de conceptos que se relacionan con el respeto, resulta
obligado reflexionar sobre la manera en que ellos se relacionan con la práctica cotidiana, o
sea la manera como se encuentran presentes o ausentes en el comportamiento y en las
actitudes de la vida en el jardín de niños.
6 SEPyC, 1991: 7. 7 Abagnano, 1996: 1017. 8 Abagnano, 1996: 1017. 9 Edimusa. 1998: 949.
Debe advertirse en el presente apartado la más sana intención para no caer en una
crítica negativa ni mucho menos de generalizar los juicios, pero sí debe advertirse que con
mucha frecuencia se desconoce la dignidad entre el gremio de educadoras, sobre todo desde
los niveles jerárquicos superiores hacia los inferiores. Es así, por ejemplo, que educadoras
con una aceptable categoría contractual se han opuesto al mejoramiento de la relación y
condición laboral de las auxiliares de educadora adscritas al mismo centro de trabajo, yeso
equivale a negarle a ese sector del personal una condición digna como trabajadoras.
Por lo tanto, se puede afirn1ar que no se han dado verdaderas muestras de
consideración, de deferencia, de miramiento, de atención, de solicitud, de aprecio, de
afecto, etc.
Es así también como a las auxiliares se les ha catalogado de una manera despectiva
como simples “niñeras” o como personal de intendencia, a pesar de que cotidianamente su
trabajo es también de tipo psicopedagógico de manera directa en su atención personalizada
a los niños, con los que en algunas ocasiones establecen vínculos mucho más afectivos que
las mismas educadoras, algunas de las cuales llegan a referirse como dueñas del grupo y del
salón mediante expresiones como “mi grupo” o “mi salón”.
Se cuenta con muchas otras vivencias cotidianas que revelan vacíos muy
preocupantes en cuanto al respeto ya la falta de disposición para mejorar y dignificar las
relaciones a través de ese tan importante valor.
La carencia del sentido sobre lo que significa y lo que implica el respeto no sólo
suele dañar las relaciones entre el personal sino también a las relaciones entre el personal y
los niños, quienes también están expuestos a que se les falte al respeto por parte de quienes
están para inculcarles importantes valores para sus vidas.
Se han dado situaciones por ejemplo de discriminación hacia niños por su condición
marginal de clase o por su piel morena, lo que evidencia una baja condición moral de parte
de quien practica dicha conducta hacia los menores, conductas que pueden considerarse
como carentes de ética y por lo tanto reprobables desde el punto de vista pedagógico.
Existen muchos casos que corroboran la falta de respeto que prevalece de manera
contradictoria en un espacio en donde debería ser abundante la relación afectiva en
térn1inos positivos en las relaciones cotidianas. El siguiente valor está asociado a éste.
Acerca de la solidaridad
Este importante valor se asocia a la adhesión, al apego, a la fidelidad, a la unión, a
la devoción, a la adherencia, a la concordia, al apoyo, al respaldo, ala confirmación, a la
protección, al aval, a la ayuda, a la fraternidad, ala hermandad, a la defensa, al favor.
Obviamente, no se puede hablar de la existencia de la solidaridad cuando a nivel de
las relaciones internas en el jardín de niños prevalecen comportamientos individualistas
marcados por el egoísmo y faltos de sensibilidad hacia las necesidades de los otros o las
otras, y esto también implica una forma de negar la dignidad de los otros o las otras, por lo
que si no hay solidaridad no puede haber respeto.
Sucede, por lo tanto, que en la práctica cotidiana de la vida escolar se niega
frecuentemente y se desprecia lo que en relación a la solidaridad plantea el Artículo 3° de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y que a la letra dice:
La educación que imparta el Estado tenderá a desarrollar armónicamente todas las
facultades del ser humano y fomentará en él; a la vez, el amor a la patria y la conciencia
de la solidaridad internacional; en la independencia y en la justicia.
También es importante citar el apartado “C” del mencionado Artículo
constitucional, el cual viene a reforzar el carácter solidario de la educación, y que dice
textualmente de la siguiente manera:
“... contribuirá a la mejor convivencia humana, a fin de robustecer, en el educando,
junto con el aprecio para la dignidad de la persona y la integridad de la familia, la
convicción del interés general de la sociedad, cuanto por el cuidado que ponga en
sustentar los ideales de derechos de todos los hombres, evitando los privilegios de razas,
de religión, de grupos, d e sexo o de individuos...”
Retomando el significado del artículo constitucional citado, resulta que en cuanto a
la solidaridad internacional se vive una gran ignorancia así como una gran falta de
sensibilidad sobre lo que sucede en otros países. Es así como se escucha con frecuencia, por
ejemplo, que entre el personal docente se repitan de una manera acrítica y poco reflexiva
las mismas ideas difundidas por los poderosos a través de los medios masivos importantes
tales como la televisión comercial.
Ejemplo de ese vacío de la mentalidad en un amplio sector del personal docente es
la insensibilidad y la falta de conocimiento, de actitud consecuente así como la falta de
pronunciamiento sobre las amenazas cumplidas de Estados Unidos en contra de los países
más débiles a pesar de que con sus bombardeos ha ocasionado la muerte de miles de
ciudadanos en muchas partes del mundo.
Entonces, si no existe la solidaridad ante las preocupaciones de las personas de otros
países tal como lo exige la Constitución, ¿qué se puede esperar en cuanto aun compromiso
ante la conciencia de los niños ya esa supuesta solidaridad internacional?
Aclarando la existencia de verdaderas muestras de solidaridad en términos de las
relaciones cercanas interpersonales y de que no todo está perdido en términos de este
importante valor, es necesario reconocer y cuestionar numerosos comportamientos
paralelos que son el reflejo de una verdadera falta de sensibilidad, de condescendencia y de
consideración desde los niveles jerárquicos superiores hacia los inferiores, presentándose
situaciones en las que se ha llegado al extremo de atentar intencionalmente en contra de la
condición moral de las mismas compañeras, prevaleciendo verdaderas muestras de un
individualismo que afecta la integración que se requiere en todo verdadero espacio
educativo.
Se trata de una ideología individualista contraria a las formas culturales
tradicionales de comprensión y ayuda mutua, o sea una ideología que orilla al personal a
caer en relaciones muchas veces más de competencia que de cooperación, lo cual es
fomentado por el mismo sistema educativo a través de programas gubernamentales tales
como el de la carrera magisterial, lo cual no implica que quienes logran ingresar a dicha
carrera sean las o los mejores. Se trata de una situación en que, según Apple, “… las formas
culturales tradicionales no son progresistas para el capital y deben ser reemplazas por
ideologías individualistas”
Acerca del civismo
Mucho se habla acerca del civismo. Este concepto parece muy difundido en los
mismos términos en casi todos los centros educativos incluyendo los jardines de niños. O
sea que en casi todas las instituciones se le entiende de la misma manera y se le define de la
misma manera.
Ese concepto de civismo se realiza en la práctica cotidiana a través del homenaje a
la bandera ya la patria mediante el himno nacional.
De igual manera se inculca el civismo mediante la enseñanza memorística de la lista
de instituciones oficiales y de los poderes de la unión que son el legislativo, el ejecutivo y
el judicial.
Normalmente hay una educadora nombrada por la directora del plantel para que se
haga cargo del entrenamiento de los niños que realizan el encabezamiento de los honores a
la bandera. Sin embargo se ha dado el caso de que la supuesta educadora entrenad ora
carece de un vínculo afectivo verdadero con los niños, limitándose dicho civismo
simplemente a conmemorar las efemérides ya realizar mecánicamente todos los años las
mismas ceremonias todos los lunes y todos los años, dándose ocasiones como el desfile del
20 de noviembre en que se saca a los niños con disfraces de guerrilleros a desfilar bajo el
sol por diversas calles alrededor del jardín.
Con respecto al significado del civismo, sin embargo, existen otras concepciones
tales como la que presenta Papenheim10 al afirmar que el civismo debe contemplar una
congruencia entre el individuo como individuo y como ciudadano plenamente conciente de
su responsabilidad ante la comunidad que le rodea. Se trata, por tanto, sostiene el autor, de
una conciencia cívica como fuerza real a favor de la sociedad.
De acuerdo con el concepto antes citado, debe cuestionarse la falta de educación
cívica en cuanto ala concientización de los niños y las niñas sobre su responsabilidad
ciudadana ante los graves problemas que a todos nos aquejan tales como la amenaza del
terrorismo gubernamental de Estados Unidos contra el planeta, la destrucción de los
ecosistemas y los recursos naturales, la pobreza y la miseria crecientes, la pérdida de
soberanía de las naciones débiles, etc.
10 10 Papenheim, 1976: 60- 70.
Es posible señalar, entonces, como consecuencia de esa falta de educación cívica
verdadera, la restricción de la inteligencia de los niños y las niñas en cuanto a las
principales preocupaciones y necesidades de la sociedad en general y de la comunidad de
pertenencia en particular .
Acerca de la responsabilidad
Este importante valor es definido por Abagnano como “la posibilidad de prever los
efectos del propio comportamiento y corregir el comportamiento mismo a parir de tal
previsión”.11
Por lo anterior, podemos asegurar que quien se comporta verdaderamente
responsable es por que se siente completamente convencido de un compromiso, de una
obligación, de un deber, de un cometido que en el caso de una tarea como la educación le
ha sido delegada como un asunto de gran delicadeza que tiene que atenderse con gran
responsabilidad. Ese compromiso exige por lo tanto una garantía de cumplimiento y de
empeño.
Mientras tanto debemos reconocer que en la vida cotidiana no todo el gremio de
docentes está en completa disposición de comprometerse, de responsabilizarse, de
obligarse, de responder.
Esa falta de disposición consecuente hacia la responsabilidad se comprueba con
ciertos comportamientos de indiferencia que suelen darse hacia las necesidades de
conocimiento y afecto que con regularidad muestran los niños.
11 Op. Cit., p. 1018.
Por ejemplo, de manera concreta, se han dado casos en que a los niños se les han
ignorado sus preguntas por parte de las educadoras encargadas del grupo o se les ha
desatendido sin causa justificable, talvez por que la que los debe atender se encuentra en
frecuentes reuniones informales que no son con fines pedagógicos ni institucionales sino
con otros fines muchas veces contrarios al respeto que debe prevalecer en todo verdadero
espacio educativo. Es el caso de educadoras que abandonan el salón de clases para irse a
perder el tiempo en cuchicheos perversos con otras personas del gremio.
Este comportamiento es entonces en cierta manera un reflejo del nulo conocimiento
que se tiene acerca del civismo ya que la educación de los niños es un a obligación de la
sociedad y por lo tanto un derecho cívico, así como lo es a su vez el acceso ala educación y
no puede tener conciencia cívica quien desatiende de manera irresponsable una tarea para la
cual cobra puntualmente un salario.
Acerca de la honestidad
Otro concepto asociado a los anteriormente expuestos es el de la honestidad, el cual
se refiere a la rectitud, a la decencia, a la integridad, a la lealtad ya la honradez, entre
muchos otros.
Se dice, por lo tanto, que una persona honesta es una persona pura, decorosa,
decente, recatada, prudente, honrada, virtuosa, honorable, leal, digna, justa, íntegra, austera,
conciente, recta, desprendida, desinteresada, y que todo esto la convierte en una persona
verdaderamente educada y cortés.
Se trata como consecuencia de todo eso de una persona que por su honra y su
reputación merece ser respetada, ensalzada, enaltecida, estimada, apreciada y hasta
admirada por quienes saben reconocer los valores.
En cuanto a la honestidad habría que reconocer que no es una cualidad que pueda
presumir todo trabajador de la educación ya que no todo mundo está dispuesto a
concientizarse sobre la honestidad y los cambios que puede generar en el comportamiento
cotidiano social al interior de los centros educativos.
Lo contradictorio, los antivalores en cambio, son algunos manejos arbitrarios y poco
transparentes y en ocasiones hasta deshonestos de los procesos internos así como de las
relaciones internas del personal.
Valdría la pena que todo el personal se hiciera un verdadero examen de conciencia
sobre el grado de honestidad que ha mantenido en sus prácticas cotidianas ya que dicho
valor es fundamental en la realización profesional de todo educador o educadora que se
precie de tener compromiso pedagógico.
Acerca de la madurez
Uno de los conceptos más importantes en el campo de la psicología para detectar el
grado de desarrollo mental de las personas es la madurez, concepto que además refleja
condiciones de la personalidad de los niños, de los adolescentes, de los jóvenes y de los
adultos.
Entre las concepciones más usuales de la madurez se encuentra la que explica su
realización en función del grado de desarrollo mental que ha logrado el individuo en cuanto
a su capacidad de reflexión, de resolución y de decisión.
Es por ello que se habla de una persona madura cuando tiene la capacidad de
meditar, considerar, valorar, estudiar, antes de resolver o decidir.
Se puede decir entonces que una persona carece de madurez cuando ejecuta una
acción de manera impulsiva y poco razonada, con lo que refleja una dificultad para actuar
con cordura y oportunidad en relación con su vida y la de los demás.
Es así como la madurez se relaciona también con la prudencia, la sensatez y por lo
tanto con la sabiduría. Sería mucha presunción afirmar que la madurez abunda en los
jardines de niños, pues como antivalor es posible encontrar comportamientos que son la
expresión de mentes inmaduras carentes de iniciativa y de voluntad propia, es decir una
clara conciencia sobre los propios actos según la necesidad y la pertinencia de los mismos.
Hay que decir también que no puede haber madurez si no hay un comportamiento
caracterizado por la responsabilidad, concepto que ya fue tratado líneas arriba.
Acerca de la autoestima y el amor
Uno de los conceptos fundamentales para caracterizar la vida mental de los docentes
es la autoestima, que no es otra cosa que el grado de amor y consideración que cada quien
se tiene hacia sí mismo.
Al respecto, Klausmeier y Goodwin sostienen:
Las personas que tienen un concepto de sí mismo estable y positivo se caracterizan
por una tendencia constante a conocerse a sí mismas, a responder en forma emocionar a sí
mismas ya los demás y a pensar en sí mismas y en sus sucesos que les ocurren.12
12 Klausmeier y Goodwin, 1966: 364-365.
Como ejemplo señalan a los profesores maduros que tienen un autoconcepto estable
y positivo, quienes se consideran:
... que son atractivos como personas, que tienen actitudes y metas sociales
aceptables y que son simpáticos, pero tienen la suficiente independencia para mantener la
estimación que se tienen y la individualidad en los pensamientos y las acciones. Ellos se
ven como personas saluáa6fes, como seres humanos deseables cuyo autoconcepto no se
aparta dé un yo ideal (idem).
Y ya que se habla de la autoestima, del autoconcepto y del amor propio, es oportuno
citar a Freire y su concepto del amor, sobre lo cual dice que se debe amar al mundo, a la
vida, a los seres humanos para que sea posible el diálogo. Afirma además que el amor es un
acto de valentía, es compromiso con la causa de los oprimidos y que no puede haber amor
mientras subsistan relaciones de opresión.13
Sin embargo, es muy fácil darse cuenta de la manera en que esas relaciones de
opresión son las que caracterizan a las relaciones en numerosos espacios escolares no sólo
en los jardines de niños sino también en otros niveles de escolaridad en donde se dan
situaciones marcadas por el autoritarismo y las medidas unilaterales desde los niveles
jerárquicos superiores hacia los que son considerados como inferiores y quienes
supuestamente sólo están para obedecer.
Esas relaciones de opresión por ejemplo suelen darse en la vida cotidiana en el
jardín de niños de manera concreta en las relaciones entre el personal.
13 Freire, 1982.102-103.
Es así como se han dado casos en que la educadora responsable formal del grupo en
muchas ocasiones imparte órdenes de manera autoritaria a la auxiliar asignada al grupo sin
siquiera procurar un trato de igualdad o de cortesía y amabilidad. Así también se dan
cuando la Directora amenaza a determinada subalterna con llamarla a la Dirección, como
consecuencia de alguna intriga o chisme de los que caracterizan a esa vida cotidiana en el
centro escolar.
Se sabe también de jardines en donde se acostumbra a sobre explotar al personal de
intendencia en horarios que van más allá del horario obligatorio de las trabajadoras,
teniendo que soportar calladamente comportamientos prepotentes de personal directivo que
se comporta como si fuera una verdadera patronal ante la cual no hay nada que discutir ya
que se comporta Como dueña absoluta de dicho centro de trabajo.
Esas situaciones reflejan el tipo de autoconcepto y la falta de un buen y positivo
concepto acerca del amor en la mente de quienes practican la opresión. O sea que nadie que
no se quiera a sí mismo puede sentir amor fraterno hacia los demás. Es decir que no se
puede dar lo que no se tiene.
CAPÍTULO II
ORIENTACIONES PARA EL FOMENTO DE LOS VALORES
EN EL JARDÍN DE NIÑOS
El presente capítulo contiene reflexiones e inquietudes sobre lo que pudiera 0
debiera ser el asunto de los valores en el jardín de niños.
Hay que reconocer que no todo es negativo en la práctica cotidiana al interior del
jardín escolar pues si así fuera las relaciones estarían completamente desbaratadas y no
hubiera oportunidad para la amistad ni el trabajo responsable.
Debe reconocerse el hecho de que en cuanto a los valores mencionados se pueden
encontrar situaciones completamente opuestas en las relaciones y en el comportamiento del
la práctica cotidiana escolar. Es así como son negados y atacados mediante algunas formas
pervertidas de comportamiento pero también suelen ser tomados en cuenta en ciertos
momentos en las relaciones cotidianas entre el personal, entre el personal con los niños y
entre el personal con la familia de los niños.
En cuanto al respeto entendido como la consideración de dignidad que requieren los
demás así como la deferencia, la atención, el afecto, el aprecio, etc., suelen presentarse
conductas contrarias a dicho valor, lo cual se ha podido ver en las actitudes discriminatorias
de numerosas educadoras hacia las educadoras con nombramiento de auxiliares, sin
importar que éstas en muchos casos tienen mas preparación académica y mayor formación
pedagógica que las primeras, y sin importar además que su participación constituye un
factor de gran importancia ya que su trabajo es eminentemente de tipo psicopedagógico de
manera directa con los niños y las niñas.
Se ha dado el caso por ejemplo de que ha habido quienes se oponen a que asistan a
los cursos de actualización a pesar de que su trabajo es también de tipo psicopedagógico y
directo en la atención personalizada y grupal hacia los niños y las niñas. No ha faltado
además quien se oponga también al mejoramiento laboral de ellas, todo lo cual constituye
una conducta que refleja la negación del respeto como un importante valor para el
mejoramiento de las relaciones al interior del centro escolar, lo que demuestra a su vez una
verdadera falta de sensibilidad hacia la vida humana y hacia la cultura pues la cultura no
puede prosperar mientras haya actitudes soberbias e inhumanas como las referidas.
También ha podido evidenciarse en distintos jardines de niños el trato déspota y
autoritario del personal directivo hacia el resto del personal, lo cual constituye también una
negación del respeto como valor fundamental para que se pueda experimentar y disfrutar
una sana convivencia humana.
Sin embargo, como ya se dijo que no todo está perdido, también suelen darse
verdaderas muestras de aprecio, de afecto, de consideración, de cortesía, de estima, de
solidaridad, etc., lo cual se demuestra con amistades que se han dado entre integrantes del
personal especialmente entre aquellas que pertenecen al mismo nivel jerárquico, o sea por
ejemplo auxiliares con auxiliares que comparten sus intereses y sus inconformidades.
Mediante esas relaciones constructivas se pueden encontrar verdaderas muestras de
solidaridad ante problemas de tipo moral, económico y laboral, y esas relaciones son las
que contribuyen a mantener un ambiente de cierto respeto al interior del centro escolar, por
lo que se puede decir que no todo está perdido.
Los demás valores mencionados también tienen sus momentos favorables así como
sus situaciones desfavorables en la práctica cotidiana.
Es así como se dan verdaderas muestras de respeto, de solidaridad, de civismo, de
responsabilidad, de honestidad, de madurez, de autoestima y de amor, pero también hay
muestras de actitudes contrarias a tales valores, por lo cual se puede decir que en términos
pedagógicos falta mucho por hacer para mejorar el trabajo que se realiza en atención a los
niños ya los problemas de la comunidad.
Las críticas hechas hasta aquí son con el fin de revelar lo que merece ser cambiado
si es que se quiere transformar positivamente la práctica pedagógica escolar en el jardín de
niños.
Sin embargo, no se vale solamente criticar sino que también sé debe proponer
algunas posibles soluciones a favor del fomento de los valores en este espacio escolar tan
delicado e importante.
2.1. Una propuesta para las relaciones interpersonales
Un buen punto de partida para el mejoramiento de las relaciones interpersonales
debe ser la crítica y la autocrítica de manera honesta como un ejercicio sano y constructivo
de reflexión entre el personal que integra el centro de trabajo, procurando no hacer
señalamientos muy directos que pudieran volver más tensas las relaciones ya que no todo
mundo está dispuesto a que le digan sus verdades pues hay personas que pueden sentirse
heridas o lastimadas ante una crítica fuerte aunque dicha crítica sea verdaderamente
honesta, yeso es un problema de falta de humildad al no reconocer los propios errores.
Esa crítica y autocrítica pudiera contemplar los valores mencionados o bien algunos
otros valores que entre el personal se pudieran considerar también como importantes.
Se tendría que reconocer la importancia de los valores como parte de la formación
pedagógica para garantizar un mejor trabajo con los niños en la consideración de que ellos
son los principales destinatarios de nuestro trabajo.
A partir de esa crítica y autocrítica sería necesario que todo el personal quede
convencido sobre la conveniencia y la necesidad de aceptación de los valores como una
exigencia para poder comenzar una relación más constructiva y para mejorar el ambiente de
trabajo a través del mejoramiento de las relaciones interpersonales con una comunicación
más sana y una mayor armonía en el trabajo, pues no hay que olvidar que siempre
necesitamos de la demás gente.
Esas relaciones directas o interpersonales entre quienes conforman el cuerpo
docente, directivo y de intendencia pueden verse mejoradas si mínimamente se promueve
una mayor cultura de los valores fundamentales a través de diferentes mecanismos
generados con el ingenio y la creatividad que se requiere para una labor que en mucho va a
beneficiar a la práctica cotidiana escolar al hacer de ella un ambiente más agradable en
donde los participantes acudan y actúen con la seguridad de ser bien correspondidos,
reconocidos y apoyados. Sólo así puede construirse un ambiente de sólida armonía propia
de un verdadero espacio educativo.
2.2 Acerca del mejoramiento del trabajo con los niños y las niñas
Una recomendación que está fuera de toda duda es la de asegurar una teoría que
ayude a comprender lo que se hace y lo que se pudiera hacer con los niños y las niñas a
favor de su formación, y esa formación teórica debe ser considerada como parte de la
formación pedagógica que toda verdadera educadora debe procurar.
A pesar de la fuerte influencia de las teorías de Piaget en la educación preescolar,
sería bueno reconocer que también la teoría propuesta por Vygotsky puede servir para
mejorar la práctica docente ya que brinda numerosos conceptos que bien pueden ayudar a
ampliar las posibilidades de las estrategias didácticas dé los docentes.
Uno de los conceptos rescatables por su importancia es el de intersubjetividad; que
consiste en que haya transparencia entre la vida mental de las educadoras y la vida mental
de los niños y las niñas, de tal manera que la educadora comprenda las motivaciones y los
intereses de los niños al mismo tiempo que los niños y las niñas sientan y comprendan el
entusiasmo y las motivaciones de la educadora. Se trata de que la educadora haga
transparente su marco referencial para que los alumnos puedan identificarse con ella en
función de los propósitos de formación cognoscitiva y afectiva a la hora de una
determinada actividad.
Esa intersubjetividad es contraria al autoritarismo ya la imposición y por ello facilita
la generación de un ambiente agradable que les dé confianza a los niños y para que se
genere un conocimiento recíproco a manera de una identificación mutua como condición
para que se pueda vivir un mejor ambiente cultural en el salón y fuera del salón en las
actividades que se realicen.
Por el hecho de que generalmente el trabajo pedagógico en el jardín de niños recae
en docentes de género femenino que cumplen también una función de tipo maternal, se
hace necesario que esa intersubjetividad se incline también a la comprensión de la vida
afectiva de las niñas ante los discursos discriminantes que por influencias familiares o del
medio ambiente cultural algunos niños varones les dicen. Es decir que no se debe olvidar
que el machismo es un antivalor que abunda en las frases que cotidianamente se escuchan
no solamente en numerosas familias que señalan a las niñas una posición de mayor
subordinación en comparación con los varones, sino también en la televisión, en la radio,
en la música popular que trata sobre las hazañas de los hombres con respecto al papel
sumiso y marginal de las mujeres.
Ante eso las educadoras no pueden portarse insensibles ya que si se muestran
indiferentes estarían mostrando una falta de respeto hacia la dignidad de las niñas y además
de ellas mismas ya que no se estaría actuando a favor de la dignidad que como ser humano
deben reclamar.
Esa intersubjetividad así entendida es contraria al autoritarismo ya la imposición
unilateral y por ello facilita la generación de un ambiente agradable que les da confianza a
los niños ya las niñas gracias al conocimiento recíproco que implica.
También son importantes en esta teoría los conceptos de actividad tarea y suceso, lo
cual en la pedagogía tradicionalista resulta una imposición como producto muchas veces de
simples ocurrencias caprichosas de los maestros, mientras que en la pedagogía sociocultural
vygotskiana se da como producto de una negociación, de una motivación contagiada o de
una voluntad compartida, como un ánimo que se transmite ya sea de los niños a la
educadora o bien de ésta hacia los niños y las niñas14, y en este aspecto los jardines de
niños son terrenos fértiles para echar a andar infinidad de ideas creativas que muchas veces
provienen de la misma imaginación individual o colectiva de loS niños y las niñas, ocasión
que debe ser aprovechada y canalizada por toda verdadera educadora ya que de esa manera
les estaría reconociendo y estimulando a ellos su potencialidad comunicativo y creativo,
con lo cual a su vez se contribuye ala formación de una personalidad sana mediante el
fortalecimiento del amor propio y del aumento de la confianza y la interacción intragrupal.
No se debe olvidar tampoco por ningún motivo la relación entre los conocimientos
que adquieren los niños y sus afectos, es decir lo que les gusta y lo que no les gusta además
de la actitud que tienen ante lo que aprenden, si les entusiasma o si les es indiferente. Al
respecto afirma Vygotsky:
14 Cole, 1988.
Consideramos la relación entre la inteligencia y el afecto, cuya separación como
objetos de estudio es el punto más débil de la psicología tradicional; puesto que hacen
aparecer el proceso de pensamiento como una corriente autónoma de pensamientos que se
piensan a sí mismos: segregada de la plenitud vital, de los intereses y necesidades
personales, de las inclinaciones e impulsos del sujeto que se piensa.15
Con ese reconocimiento de la relación entre lo cognitivo y lo afectivo, o sea entre lo
que se aprende y los sentimientos que se viven por parte de los niños, toda verdadera
educadora debe tratar de entablar amistad con ellos para comprender lo que hay más allá de
las apariencia y de las caritas sonrientes e inocentes.
Se trata de una exigencia pedagógica que obliga a la educadora a descubrir,
interpretar y atender todos aquellos aspectos del mundo afectivo o subjetivo de sus
educandos. O sea lo que les gusta, lo que les motiva, aquello por lo que sienten amor o
rechazo, sus preferencias, sus gustos, sus ideas que van perfilando desde la infancia, todo lo
cual ayuda considerablemente a reconocer el tipo de influencias que traen desde su hogar o
de su medio ambiente cultural de donde provienen. En cuanto a la gran importancia
pedagógica de conocer a fondo la conciencia de los infantes, merece ser citado el siguiente
fragmento de Elise Freinet:
…. Lo que se contará será la forma de abordar al pequeño Rene, trabar amistad con él;
hacerle hablar, escucharlo, llegar más de sus palabras todavía torpes, para buscar las
resonancias que existen en torno a las primeras sensaciones, porque ellas son el despertar
a la cultura. En adelante todo comienza con la práctica escolar de la que René constituye,
en su caso el centro.16
15 Vygotsky, 1996: 24. 16 Freinet, 1985: 125.
Por lo que se ha dicho, debemos aceptar que ninguna verdadera educadora debe
olvidar tampoco que la mejor manera de educar a los niños y las niñas es mediante
experiencias, tareas, actividades o sucesos que resulten agradables a ellos, de tal manera
que aprendan y al mismo tiempo sientan placer y felicidad.
Para ello existen orientaciones oficiales tales como el método por proyectos, el cual
supuestamente sirve para rescatar intereses y motivaciones de los niños, aunque en realidad
los contenidos ya vienen predetenninados.
Aparte de eso conviene consultar libros en que se recomiendan juegos diversos
según la finalidad pedagógica que se tenga en un momento determinado.
Respecto a esa característica esencial de todos los niños y las niñas de ver el mundo
en forma de juego, o sea sus necesidades lúdicas que tienen por naturaleza, Batllori afirma:
… Nuestros hijos quieren y necesitan jugar, por eso tienen un juego interior que nadie sabe
de donde sale, que les pide a gritos movimiento, acción, observar, hacer, imitar, crear, etc.,
y cual lava de un volcán en plena erupción, sale de su interior una actividad casi
incontrolada a la que los mayores le hemos dado el nombre de travesuras y en lugar de
aprovechar esta dinámica para enseñarle y educarlo, procuramos frenarlo y negarle cosas
y campos de acción.17
Pudiera citarse a numerosos autores con valiosas recomendaciones sobre la manera
de mejorar y darle vida ala acción pedagógica con los niños y las niñas.
17 Batllori, 1998: 15-16.
Muchas de esas recomendaciones de ese tipo serán de gran ayuda para aplicarlas en
el fomento de los valores pues no hay que olvidar que los niños y las niñas pueden aprender
esos valores solamente si son verdaderos actores y destinatarios de los mismos, y para ello
el juego puede ser un recurso importante no solamente para que aprendan cosas del mundo
natural sino también de la vida social aprendan cosas del mundo natural sino también de la
vida social en compañía constructiva y sana con otras personas.
2.3 Acerca del trabajo con la familia de los niños y con la comunidad
Una educación que se procure solan1ente en las aulas escolares es una educación
que pone limitaciones al desarrollo mental de los niños.
Por el contrario, una educación que se realice en contacto con situaciones de la
naturaleza y del medio an1biente social y cultural siempre será una educación que an1pliará
el horizonte, la imaginación y la inteligencia a los niños y las niñas.
En esa dinámica fuera de los espacios escolarizados la fan1ilia ocupa un lugar de
primera importancia ya que es la primera institución de la sociedad con la cual interactúan
los niños y donde adquieren los primeros valores así como las primeras simbologías.
Es en la familia precisan1ente donde los niños permanecen la mayor parte de su
tiempo, y es allí también donde aprenden contravalores o antivalores tales como el
machismo que los varoncitos muestran en el jardín al discriminar a las niñas por el hecho
de ser “viejas”, como lo escuchan de sus mayores o de los numerosos programas
enajenantes de la televisión.
Es allí también donde aprenden a compartir o a no compartir, como expresión de un
egoísmo o individualismo que no solamente se enseña en la familia sino también en la
televisión, en la radio, en los programas de entretenimiento y en la gran cantidad de
propaganda comercial.
Sin embargo, muy poco o casi nada se hace desde los jardines de niños a favor de
un mejoramiento de la comunicación con las familias, con lo cual se deja de aprovechar una
gran oportunidad de conjuntar esfuerzos psicopedagógicos que bien pudieran redundar en
un desarrollo más armónico y completo de los niños.
Es frecuente, por ejemplo, que a los padres de familia sólo se les tome en cuenta
para pedirles cooperación económica o material pero nunca para discutir o explicar los
fundamentos de la posición pedagógica con que se atiende a los niños, lo cual es
desconocido completamente por casi todos los padres y madres de familia.
Esa situación puede generar una contradicción entre la manera de atención
psicopedagógica que brinda la familia y la que brinda el jardín de niños, lo que les puede
ocasionar a los pequeños algunos sentimientos de frustración o de incertidumbre en el
proceso de su desarrollo mental.
Ante eso resultaría conveniente un mayor intercambio comunicativo entre el
personal del jardín escolar y las familias para que se pueda dar una identificación afectiva
en la mente de los niños pues no hay que olvidar el papel maternal sustituto de las
educadoras y las auxiliares ya que es con ellas con quien tienen sus primeros acercamientos
extrafamiliares al salir y desprenderse del seno familiar, en especial los que nuca pasaron
por alguna guardería.
Ese acercamiento del jardín con la familia debería ser aprovechado para comentar y
cuestionar de manera propositiva sobre las necesidades de cobertura psicopedagógica de los
niños y las niñas. Los siguientes son algunos de los numerosos aspectos que pudieran
considerarse en el intercambio propuesto en relación con los valores, todo lo cual puede
promoverse pero con definición previa sobre el tipo de valor o valores que se pretenda
fortalecer mediante los eventos que se realicen:
2.3.1. Aspectos lúdicos (relativos al juego) que más debieran fomentarse en los
niños en función de su desarrollo afectivo, cognoscitivo, psicomotriz y cívico, en todo lo
cual la familia también puede contribuir en función de la influencia determinante que ejerce
sobre los niños y del conocimiento que tiene de ellos.
2.3.2. Aspectos relativos al fundamento psicopedagógico con que se atiende a los
niños, de tal modo que los padres de familia comprendan la importancia de algunos
conceptos fundamentales y de esa manera puedan estar en mayores condiciones de aportar
su esfuerzo en la educación de los hijos como una tarea compartida que no sólo recae en los
centros escolares.
2.3.3. Determinación conjunta sobre algunas actividades formativas y de integración
que pudieran contribuir en la realización de aprendizajes complementarios de los niños y
las niñas en función de los valores fundamentales.
Para ello se pudiera valorar conjuntamente acerca de las posibilidades que brinda el
medio ambiente social y cultural que rodea al jardín escolar así como las oportunidades que
suelen brindar algunas otras instituciones a favor del aprendizaje de los niños. También se
puede trabajar en este punto mediante una definición previa sobre la importancia del
civismo como una manera de compromiso social más que como una simple participación
en el festejo de las efemérides.
2.3.4. Promoción de experiencias de intercambio, animación e integración con las
familias para que los niños puedan percibir una identificación afectiva y una mayor
familiaridad hacia el personal del jardín de niños ya que dicha convivencia contribuiría a
una legitimación de las educadoras en la mente de los niños y las niñas.
Aparte de considerar a la familia como un sector fundamental de intercambio
comunicativo, resulta de gran importancia también la procuración de un vínculo con la
comunidad, entendiendo como tal al entorno inmediato de desenvolvimiento de los niños y
sus familias así como del jardín de niños, el cual se encuentra inmerso en ese entorno y por
lo tanto no puede mantener se ajeno a él. Esto se debe a que hay una interdependencia
mutua ya que el jardín escolar tiene su movimiento gracias a la población infantil que
proviene de ese entorno inmediato con sus condiciones materiales y sociales (si es zona
rural, zona urbana, zona marginal, etc.).
En cuanto al necesario vínculo con la comunidad o el medio ambiente social es
conveniente destacar su importancia como una gran oportunidad para rescatar valores tales
como el civismo, la solidaridad, el respeto, la responsabilidad, etc., pero siempre y cuando
se asuma concientemente el compromiso de ganar una mayor presencia del jardín ante la
comunidad a la cual se debe.
Se trata de procurar una presencia que no sólo se limite a festejar las efemérides
tradicionales como la del 20 de noviembre sino que mantenga el interés institucional de
vincular el trabajo psicopedagógico de las aulas con una permanente concientización de los
niños y las niñas así como de sus familias acerca del contexto que rodea a dicho espacio
formativo.
Entre los muchos problemas que se pueden atender de manera conjunta destacan por
ejemplo la educación ambiental para el mejoramiento de las condiciones de vida en la
comunidad, los problemas de violencia familiar y sus consecuencias, el daño que causa la
televisión en la mente de las personas y de los niños en especial, los hábitos de consumo,
los derechos de los niños, el mejoramiento de las áreas de recreación de los niños, etc.
Con esa visión del trabajo pedagógico para el fomento de los valores se debe
contextualizar los contenidos de aprendizaje mediante acciones, tareas o actividades
determinadas de común acuerdo y motivación en las que también pudieran participar otras
instituciones de la sociedad en coordinación con la institución escolar junto con las familias
y los niños, sin olvidar que en las comunidades siempre se puede contar con personas que
tienen voluntad de participación y cooperación y que muchas veces lo que les falta es que
se les invite a colaborar.
Esos aspectos de la realidad, entre muchos problemas de la sociedad, pueden ser
seleccionados a partir de lo que la comunidad considera como sus preocupaciones y
necesidades más importantes que demandan atención. Entre otras alternativas, aparte de las
que ya se mencionaron, pudieran abordarse también aspectos relacionados con la necesidad
de una mayor seguridad para los niños, los jóvenes y las familias; problemas de actitudes
tales como el machismo, el egoísmo, además de campañas de concientización sobre la
responsabilidad y la obligación que tienen las instituciones públicas y privadas ante
diversas necesidades de la comunidad en los aspectos cultural, económico y político.
Pudieran surgir otras alternativas para afirmar el compromiso cívico del jardín de
niños, pero eso depende a su vez del compromiso pedagógico y de la conciencia social que
tenga el personal del jardín de niños así como de su disposición y capacidad para mejorar el
vínculo comunicativo con el entorno.
CONCLUSIONES
Con mucha satisfacción se puede afirmar que en buena parte se han cubierto los
objetivos originales de la presente tesina ya que se pudo corroborar y poner en evidencia
una diversidad de situaciones que son contrarias a los valores fundamentales que deben
prevalecer en los espacios educativos y de manera especial en los jardines de niños dada la
delicadeza de los educandos de dicho nivel ya que por su edad se encuentran en una etapa
completamente frágil en cuanto a su inserción en el mundo y en cuanto a su mente
susceptible de aprender frecuentemente por imitación.
Sin duda alguna, se requiere de un esfuerzo considerable no sólo al interior de esos
espacios escolares sino también por parte de otras instancias tales como los sindicatos y las
autoridades estatales y federales en materia educativa para realizar campañas permanentes
de fomento de los valores ya que dicha tarea tan difícil no la puede realizar una sola
educadora por su propia voluntad pues existen numerosos obstáculos no sólo en la actitud
del personal docente sino también en otros niveles del sistema educativo lo cual se
demuestra con la tolerancia de las autoridades ante numerosos programas televisivos que en
nada ayudan ala inteligencia ni a los valores que requieren los niños, los jóvenes y la
sociedad en general.
Debe reconocerse el hecho de que en la presente tesina no se tocaron todos los
valores pues ello sería una labor gigantesca como para otro nivel de exigencia. Sin
embargo, sí se pudo contribuir de manera aunque sea modesta a un mayor conocimiento
sobre la problemática que guardan los jardines de niños específicamente en relación con los
valores que fueron tratados, sin olvidar que dichos valores están asociados a otros valores
que deben ser objeto de discusión no sólo en los jardines de niños sino también en todos los
demás niveles educativos así como también en todas aquellas instancia e instituciones que
están relacionadas con el fenómeno de la educación.
Es necesario aclarar también en la presente fase de conclusiones que a pesar de
todos los cuestionamientos o críticas que se hicieron a lo largo de la tesina también hubo
reconocimiento a la existencia de valores que se niegan a morir ya que en la conciencia de
numerosos educadores y educadoras aún es posible encontrar un buen grado de disposición
para entablar relaciones de respeto, de cordialidad y de muy buena disposición para
contribuir a mantener cierto grado de dignidad en los espacios educativos. De lo contrario,
todo estaría perdido, y dichos espacios fueran verdaderos infiernos en donde no se podría
ya ni trabajar.
Queda la presente tesina no sólo como un documento recepcional para fines de
titulación de la Licenciatura en Educación, sino también como una modesta aportación de
revelación, reflexión crítica y propuesta ante un problema que no debe dejarse en el olvido
si es que realmente se desea transformar el sistema educativo hacia un mayor nivel de
calidad en todos sus aspectos encaminados al desarrollo.
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