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La memoria en el aula.
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La memoria en el aula: una propuesta de seminario
Michael J. Lazzara
Universidad de California, Davis
Abordar la problemática de la memoria y su intersección con la ciudadanía desde el aula
no es una tarea fácil. Cada vez más crecen las bibliografías sobre estos temas y cada vez más se
consolida el campo interdisciplinario emergente que llamamos los “estudios de la memoria”.
Dado que nos hemos reunido aquí para pensar una maestría en formación, me parece un ejercicio
intelectual útil imaginar en voz alta (y colectivamente) un curso posible sobre estos temas.
Espero que este ejercicio pueda ayudarnos a poner sobre el tapete algunos tópicos, textos y
preguntas que nos sirvan, ya sea como curso o lista de lecturas para nuestra maestría.
Partamos de la idea de que enseñar la memoria es un reto, sobre todo porque la memoria,
como nos han dicho muchos críticos, es un terreno conflictivo, un campo de batalla altamente
politizado en el que se ensayan voces que quieren afirmar sus derechos, promover agendas,
imponerse sobre otros contrarios y, en el mejor de los casos, democratizar los espacios en un
espíritu de verdad, inclusión y justicia social. Pero también quiero partir de la idea que la
memoria no es algo que se “enseña” propiamente dicho; en cierto sentido, parece más productivo
pensar la memoria como una problemática multifacética que, más que enseñarse, se discute, se
debate y se polemiza. Es justamente en esta problematización crítica que la memoria cruza con la
ética y el ejercicio responsable de la ciudadanía, ya que si bien existen muchos discursos de la
memoria que circulan en las comunidades, el norte no debe perderse en el relativismo de las
voces. Al contrario, siempre he creído que existen verdades más verdaderas que deberían pesar
en la formación de docentes y ciudadanos. Y justamente por eso nuestros cursos deben transmitir
la idea, tan central, que la memoria no es solo conflicto sino una forma de ejercer
Ver sílabo al final para una información bibliográfica más completa.
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responsablemente la ciudadanía. En ese sentido, la memoria es un derecho humano, un derecho
de los pueblos, y tiene urgencia siempre y cuando este derecho ha sido negado, tergiversado o
deslegitimado por los poderes de diversa índole que rigen en las sociedades.
El universo de cursos posibles para una maestría como la nuestra va desde lo
general/conceptual (cursos teórico-metodológicos, cursos comparativos) a lo particular (cursos
sobre subtemas especializados o sobre “estudios de casos”). Al sentarme a imaginar el curso que
les quiero presentar hoy, me quedé con el vacío y las ganas de todos los cursos que no voy a
plantear, cursos que también serían extremadamente importantes para configurar un currículum y
para los cuales, sin duda, carezco de la formación necesaria para impartirlos: cursos, por
ejemplo, que exploran en profundidad temas como memoria y género, la justicia transicional o
transnacional, la teoría y el praxis del testimonio, el sentido mismo de los derechos humanos, los
procesos complejos de reparación en situaciones post-conflictivas en el mundo, o la reflexión
teórica clásica y contemporánea que existe sobre memoria y ciudadanía, entre muchos otros. Un
curso sobre la memoria del autoritarismo a través de la imagen y la cultura visual o mediática
sería un ejemplo de un seminario especializado, al igual que un seminario sobre los derechos y
las luchas de ciertos grupos subalternos y su relación con la memoria. En todos estos casos, estoy
convencido que una mirada interdisciplinaria es siempre la más adecuada, ya que la construcción
de los sentidos del pasado y su actualización en el presente se beneficia de y se informa en
campos tan diversos como la historia, la sociología, la literatura, los estudios de los medios
masivos, la ciencia política, la museología y la arquitectura. Aunque casi todos los académicos
que estudiamos la memoria intentamos leer ampliamente y abrir nuestra mirada lo más posible,
al mismo tiempo siempre me da la sensación que la interdisciplinariedad del campo podría
profundizarse aún más, con más lectura y diálogo entre casos, contextos nacionales o grupales y
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momentos históricos. Por eso encuentro positiva esta reunión que nos permite aprender de las
experiencias y formaciones de gente diversa.
El seminario cuyos detalles voy a elaborar ahora se titula “Memorias en curso:
aproximaciones a los 70 y 80 en el Cono Sur” y toma como eje central la construcción de los
sentidos del pasado en los casos de Chile y Argentina durante las transiciones a la democracia o
el llamado período postdictatorial. Estoy consciente que el curso no aborda el Cono Sur en su
totalidad y que es muy acotado en cuanto a su temario y su bibliografía. Considerando las
limitaciones de tiempo que cualquier curso presenta, hay muchísimo que naturalmente va a
quedar fuera. Pero los temas que no están representados siempre pueden ser abordados en los
proyectos y presentaciones de los alumnos, según sus intereses e inquietudes particulares. Por
otra parte, creo que la selección de Chile y Argentina como “casos” se defiende porque durante
los últimos 20 años estos países han ido generando una reflexión rica, sostenida y cada vez más
madura sobre la memoria que ha puesto en relieve una serie de preocupaciones cuyos alcances y
conceptos trascienden los contextos nacionales específicos en los que se dan. Por lo tanto, como
académico que se ha formado principalmente en los estudios literarios y culturales y cuyo
contacto con estos temas ha sido fundamentalmente en los países que el curso aborda, la gran
riqueza de dirigir este seminario para alumnos nicaragüenses sería el diálogo que podríamos
generar sobre las cercanías y distancias entre nuestros respectivos contextos. Yo, sin duda, tengo
mucho para aprender.
A partir de la década del 60 se intensifica en Chile y Argentina la violencia política, que
tiene como consecuencia, a mediados de los 70, la instauración de las dictaduras militares.
Partiendo del estudio de los acontecimientos políticos y sociales más importantes desde los 60
hasta la actualidad, el curso propuesto examinará las formas en que estos hechos traumáticos se
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han representado en distintos medios (la ficción, el cine, el testimonio, los museos y
monumentos), sin dejar de indagar en el papel que cumplen la justicia y las [des]memorias en las
postdictaduras de corte neoliberal. ¿Cómo se narra hoy el “pasado reciente” y sus tragedias
humanas? ¿De qué forma se recupera un pasado como algo cargado de sentido para el presente?
¿Cómo se piensa hoy en día el proyecto revolucionario de los 60 y 70? ¿Qué posibilidades
políticas existen para el futuro? ¿Qué críticas y nostalgias imperan? ¿Qué papel juega la memoria
en la formación y el activismo ciudadanos? ¿Cómo se construye una memoria social? ¿Qué
relación existe entre la memoria individual y la memoria social? ¿Cuáles deben ser nuestras
metas al abordar estas temáticas en el aula con nuevas generaciones de alumnos que no vivieron
directamente las épocas en cuestión? ¿Qué desafíos existen? Éstas son algunas de las preguntas
que el seminario quisiera tener en el centro de su reflexión.
El seminario se inicia con dos clases de corte conceptual que esperan presentar el
problema de la memoria en términos generales y luego situarlo específicamente en el Cono Sur
de América Latina. Como prerrequisito del curso será necesario que los alumnos se familiaricen
con la historia básica de Chile y Argentina, en términos de “hechos”, nombre e hitos, y para ese
fin se ofrecerían algunos materiales de lectura previa bien sintéticos. En la sesión inicial, los
primeros capítulos del libro Los trabajos de la memoria, de la socióloga argentina Elizabeth Jelin
quien también dirige el Núcelo de Estudios sobre Memoria en el IDES de Buenos Aires, serán
centrales. El libro de Jelin es bien pedagógico porque es breve y directo, entrega una serie de
conceptos básicos y valiosos y resume elocuentemente los debates en torno a cierta bibliografía
clásica sobre la memoria. En Jelin, por ejemplo, encontramos referencias a Halbwachs, Ricoeur,
Renan, Norá y Todorov, y hay una discusión con y en contra de ellos. A través de Jelin, los
alumnos se pueden preguntar por la relación entre la memoria individual y la memoria social (o
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colectiva), por los efectos que las temporalidades tienen sobre los recuerdos, por el rol de los
olvidos y los silencios, por la manera en que el trauma impacta a la memoria, por la transmisión
intergeneracional de la memoria y por la importancia de los marcos sociales para la comprensión
y propagación de las memorias. En Jelin, memoria e identidad (nacional, grupal, individual) se
conectan íntimamente. Los procesos de la memoria, escribe, “no ocurren en individuos aislados
sino insertos en redes de relaciones sociales, en grupos, instituciones y culturas”. Sin embargo,
Jelin cuestiona la naturaleza y la validez del concepto mismo de la “memoria colectiva”,
matizándolo a su manera. Lo más importante de Jelin, según mi modo de ver, es el énfasis que
ella pone en el carácter construido de los recuerdos. El recuerdo no es “dato” o materia
cosificada, sino una construcción discursiva, psíquica, social y dinámica del presente. Tanto la
lectura de Jelin como la de Norá permitirán interrogarnos respecto del papel que juega la
memoria en la época contemporánea, sobre las formas en que experimentamos e interactuamos
con el pasado como seres humanos y ciudadanos y sobre las tensiones y coincidencias entre
Memoria e Historia. Las otras lecturas de la primera clase son una buenísima definición
conceptual de “Memoria” escrita por Marcela Valdata, escrita para el nuevo Diccionario de
estudios culturales latinoamericanos (de Irwin y Szurmuk), una definición que rastrea el
concepto desde la filosofía clásica hasta su despliegue actual en el contexto latinoamericano, y
un texto del historiador Steve Stern, cuyo atractivo es la forma en que actualiza la discusión
sobre la relación entre memoria individual y memoria colectiva, teorizándola y actualizándola
para el caso específico de Chile. Como Uds. saben, Stern ha publicado una valiosísima trilogía,
en inglés, en Duke University Press, una obra formidable sobre la memoria de Chile en
diferentes coyunturas históricas. El artículo que aparece en el sílabo, previo a su libro, plantea
todos los conceptos esenciales de su proyecto, en particular su reflexión sobre la “memoria
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suelta” y la “memoria emblemática” y describe una serie de guiones de la memoria que han
circulado en el espacio chileno de la transición.
Planteado el concepto básico de la memoria, la segunda clase busca abordar las
especificidades del debate sobre la memoria en el Cono Sur postdictatorial. Nuevamente la
bibliografía sobre el tema es vasta, pero creo que los ejes de la discusión deben ser los textos de
Nelly Richard y Beatriz Sarlo, ambas protagonistas en los debates sobre memoria y fundadoras
de revistas importantes que han tratado el tema en Chile y Argentina respectivamente. Los
textos de Richard ofrecen un análisis audaz de la ritualización del consenso político y los pactos
explícitos y tácitos entre neoliberalismo y redemocratización después de 1990 en Chile. Ella
interroga de mil maneras los discursos “oficialistas” de la memoria, expresando su preferencia
por los recuerdos “residuales” que estallan (muchas veces no anticipadamente) desde los
espacios marginales y periféricos. Pone el énfasis en las “técnicas del olvido” que el oficialismo
usó para tranquilizar las pasiones y apaciguar las almas durante la transición. Los indultos, las
amnistías oficiales, las reconciliaciones políticamente impuestas desde arriba constituyen solo
algunas de estas técnicas de olvido. Su obra además pone en relieve una tremenda crisis del
lenguaje y de la política que acompaña el trauma histórico y el quiebre de la democracia. “¿A
qué lenguajes recurrir” para inscribir socialmente el dolor?, se pregunta, sobre todo considerando
las limitaciones que surgen cuando se entiende que las transiciones en el Cono Sur se dieron en
clave freudiana: trauma, melancolía, duelo. La crítica de la memoria que Richard ofrece dialoga
directamente con el documental La memoria obstinada (1997), de Patricio Guzmán, que será
también material de reflexión y análisis en esta segunda clase.
Beatriz Sarlo, desde el otro lado de la cordillera, publicó en 2005 un libro estimulante y
controversial titulado Tiempo pasado: cultura de la memoria y giro subjetivo, una discusión, un
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libro que no deja a sus lectores indiferentes y que tiene el potencial de estimular debates
animados y productivos con los alumnos. El libro de Sarlo registra un tremendo escepticismo
frente al “boom” de las memorializaciones íntimas que vinieron en la estela de las dictaduras
latinoamericanas. El problema para Sarlo no es el derecho que todo sujeto tiene a narrar su
experiencia—sobre todo en casos extremos como la tortura y el padecimiento radical. Este
derecho, ella dice, es totalmente legítimo y jamás está en duda. El problema, más bien, tiene que
ver con la manera en que el testimonio íntimo, en algún sentido, usurpa el lugar de la Historia y
del análisis crítico justamente porque carece de un componente analítico adecuado. En vez de
simplemente recordar el pasado (que quizás fue de primera urgencia en los años inmediatos
después de las dictaduras), Sarlo piensa que ahora, en una nueva coyuntura más tardía, lo que
debería primar es la necesidad de entender el pasado, de analizarlo a fondo usando herramientas
intelectuales sofisticadas y serias. En esa línea, el capítulo titulado “Experiencia y
argumentación” plantea algunos de sus argumentos más controversiales cuando nos insta a ir
más allá de la inmediatez de la voz de la víctima y preferir aquellas textualidades que logren
tomar distancia con los hechos y con las emociones. En un momento dado, refiriéndose al libro
Poder y desaparición, de Pilar Calveiro, Sarlo dice que el análisis de Calveiro es valioso
justamente porque intelectualiza y abstrae con la experiencia de la tortura, dejando la textura de
lo vivido en primera persona donde “debe estar”, en las “notas a pie de página”. Según Sarlo, es
justamente el énfasis excesivo que se le otorga a la voz sacralizada de la “víctima” lo que nos
impide a entender los fenómenos históricos y sociales (e.g. revolución, contrarrevolución,
represión) de una manera más compleja y matizada.
Refiriéndose al momento de la militancia, la lucha armada y las revoluciones, Sarlo se
pregunta: “¿Cuánto de las ideas que movilizaron los años sesenta y setenta queda en los relatos
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testimoniales?” (84) Ella teme que las producciones culturales actuales que rememoran esa época
histórica corren el riesgo de vaciarlo de su “espíritu” de lucha política e ideológica al transmitir
la experiencia del pasado a través de un tenor romántico, utópico o melancólico. Partiendo de
esta pregunta provocadora, las semanas 3 y 4 del seminario abordarán justamente este desfase
entre el pasado y el presente al tomar como material de estudio el momento revolucionario y la
forma en que éste se recuerda en el presente. Se trabajará con una constelación de materiales de
la época misma y de la actualidad que buscan representar aquel momento de la historia. Algunos
de estos materiales ofrecen visiones más utópicas o nostálgicas (en el sentido de la “nostalgia
restaurativa” como la define Svetlana Boym); otros trabajan en otra dirección, desde la
“nostalgia reflexiva”. Cuando se piensa en la nostalgia restaurativa, podríamos hablar de la
película Cazadores de utopías (1995), de David Blaustein, que construye para el público
argentino la figura heroica del militante-mártir, o sobre el documental Salvador Allende (2004),
de Patricio Guzmán, que por más que intenta tomar distancia con Allende suele supeditar la
“nostalgia crítica” al ensalzamiento de la figura heroica de su padre político muerto. Estas
producciones culturales más nostálgicas, por decirlo de alguna manera, se contrastan muy bien
con otros esfuerzos como Montoneros, una historia (1995), de Andrés Di Tella, el libro Política
y/o violencia (2005), de Pilar Calveiro, o la película experimental Los rubios (2003), de
Albertina Carri, producciones en las cuales la problematización del pasado no se evade y en las
que, más reflexivamente, se exploran las culpas, las vergüenzas, los errores y las dificultades de
narrar el pasado revolucionario. Estas autocríticas de la izquierda en el presente también son
reflejadas en el texto de Jorge Arrate, donde se pregunta por el futuro del socialismo y por la
trayectoria histórica de la izquierda y por sus futuros posibles. En Arrate no hay romantización
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de la figura de Allende, sino una pregunta por su potencial político el presente—un “uso”
político de su figura.
Al mismo tiempo que se ofrece una visión de los debates “presentistas” sobre el momento
revolucionario, también creo que el impulso (inspirado por Sarlo) de “volver a la época” también
sería un ejercicio valioso para esta parte del seminario. Leer la “Declaración de principios del
MIR”, mirar unas secuencias de La batalla de Chile (1978), La hora de los hornos (1970) o
Descomedidos y chascones (1973, de Carlos Flores) permitiría una vuelta al didactismo y la
carga ideológica de las producciones setentistas y del “tercer cine”. En contraste con la visión
chilena actual de la UP en la que la que la figura de Allende casi siempre se centraliza, la tercera
parte de La batalla o la película de Flores, curiosamente, no lo muestran. Allende flota en el aire
como referencia y tema de debate mientras el acento cinemático se coloca más bien en la
experiencia de los trabajadores y su protagonismo político. Se logra apreciar el carácter
intelectual del momento, la cotidianeidad de la época.
Todas estas producciones variadas se pueden enmarcar desde la lectura de un artículo
excelente de John Beverley, “Rethinking the Armed Struggle in Latin America”, que apareció en
Boundary 2 en 2009. En su artículo, Beverley reconoce un estigma que existe hoy en día en
torno a la idea de la “lucha armada”. Según su perspectiva, nadie quiere hablar de esa época o
explorar sus profundos significados históricos porque aquella lucha es muchas veces percibida
como una aventura juvenil equivocada. Beverley argumenta que hay un sentido de “culpabilidad
residual” que persiste en muchos ex militantes (e.g. Sarlo), quienes sostienen que la lucha
armada fue, en algún sentido, un “error”. Su postura es que la “desilusión” de los militantes no
ha sido trabajada suficientemente ni remotamente superada y, por tanto, no ha sido posible
Si hubiera interés por parte de los alumnos, la última sección de las recién publicadas Conversaciones con
Carlos Altamirano: memorias críticas (2011), en las que el connotado historiador chileno Gabriel Salazar se sienta a
conversar con el ex secretario general del PS chileno, sería una lectura complementaria excelente.
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elaborar un discurso que reconozca la riqueza, el valor y la nobleza de ese momento. En su
artículo, Beverley propone tomar distancia de la típica visión melancólica que rodea al momento
revolucionario (e.g. “Nosotros fuimos derrotados”/“Todo fue un fracaso”) y considerar que la
derrota no fue “inevitable”, como muchas veces se dice. Si bien los socialismos europeos y
asiáticos trabajaban en contra del florecimiento del socialismo en América Latina, al mismo
tiempo es innegable que América Latina tenía su propia energía, su propia reflexión teórica y sus
propios deseos locales. Dice Beverley que tenemos que recordar que el socialismo ganó o casi
ganó en algunos países. Más que “exterminado”, Beverley argumenta que el proceso de cambio
radical de los 60 y 70 fue “bloqueado” por el poder militar e imperialista. Por eso, ahora que las
condiciones en el mundo son diferentes, él cree que los procesos tienen que volver a emerger en
formas nuevas. Su pregunta, valiosa para el seminario, yo creo, es ¿Cómo aprovechar hoy la
energía y el legado de la lucha armada para efectuar transformaciones del Estado en el presente
globalizado y neoliberal?
En la quinta semana, el seminario da un giro hacia la memoria militar y su evolución en
el tiempo. El poco conocido documental I Love Pinochet (2001), de Marcela Said, permite una
mirada al pinochetismo y su penetración ideológica entre clases sociales, generaciones y
espacios. La “Carta a los chilenos” que Pinochet mandó desde su detención en Londres (1998)
permite deconstruir los argumentos “salvacionistas” clásicos del pinochetismo. Los textos del ex
Comandante en Jefe del ejército chileno, Juan Emilio Cheyre, y Pablo Longueira Montes, ex
senador de la UDI y actual Ministro de Economía, ofrecen un acercamiento a la
instrumentalización del discurso de los derechos humanos por parte de la derecha política y el
ejército en momentos de crisis política e institucional. Por otra parte, el libro Chile: revolución
silenciosa, del prominente político Joaquín Lavín, tergiversa el concepto mismo de la
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“revolución”, abogando por la “revolución desde arriba” del neoliberalismo que ahora redefine a
la nación y el ejercicio mismo de la ciudadanía.
Las clases 6 a 8 centralizan el análisis del género testimonio y sus problemas de
producción, recepción y “uso” público, tanto en el caso de las víctimas de violaciones a los
derechos humanos como en el de los perpetradores de esas violaciones. Si Jelin nuevamente
sirve de resumen de algunos de los ejes del debate sobre el testimonio, Agamben y Trezise
ofrecen un acercamiento a las aporías esenciales del testimonio, indagando en su estructura y sus
dimensiones éticas. En este momento del curso, se examinará de cerca algunos capítulos del libro
Ese infierno: conversaciones de cinco mujeres sobrevivientes de la ESMA (2001), de Munú Actis
et al., en particular un capítulo fascinante titulado “El Holocausto judío” que pone en escena la
forma en que una de las mujeres, al leer a Primo Levi y visitar a un ex campo de concentración
europeo, logra, después de 20 años de silencio, encontrar un “lenguaje”, un marco narrativo para
narrar el trauma personal. De ahí, el ensayo de Primo Levi sobre “La franja gris” y el testimonio
directo de Luz Arce (quien fue colaboradora con la policía secreta de Pinochet) añadirán otra
capa de sentido al abrir el debate a una consideración de aquellas voces que hablan no del lugar
de enunciación tradicional de la “víctima” sino de un terreno ético inestable, el de la
colaboración. En esa línea, el libro El infierno (1993), de Luz Arce, es quizás uno de los
testimonios post-traumáticos más complejos que conozco. El libro escenifica alguna preguntas
claves: ¿Cómo puede un colaborador integrar el antes, el durante y el después en un relato
autobiográfico que “haga sentido” y que permita narrar los traumas y dramas sufridos? ¿Cómo
proyectarse en distintos tiempos y espacios cuando asedian las secuelas de la tortura y la
colaboración y pesan vergüenzas de toda índole? ¿Cómo enfrentarnos como lectores a aquellas
biografías mutiladas que no se dicen ni condicen con los maniqueísmos imperantes en los léxicos
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oficiales de la postdictadura (traición y heroicidad, derechas e izquierdas)? Aún más extremos
son los casos del torturador Osvaldo Romo Mena, quien en una larga entrevista con la periodista
Nancy Guzmán (2000) se jacta de su participación en la maquinaria del horror, y el de Adolfo
Scilingo, quien en una famosa entrevista con Horacio Verbitsky (2000) se arrepienta de su
participación en los vuelos de la muerte. Son textos, al igual que el de Luz Arce, que nos
confrontan con las complejidades del discurso confesional.
La ficción literaria también ha sido un terreno privilegiado para hablar de la memoria y
para pensar la postdictadura. Del sinfín de novelas que han tomado a las dictaduras como
problema, si tuviera que seleccionar de las “mejores”, elegiría El entenado (1983), de Juan José
Saer. La obra de Saer, según mi modo de ver, es atractiva por varias razones. Primero, mantiene
una reflexión sostenida sobre la memoria y su relación con la subjetividad y la historia. Memoria
e historia se ven en una relación tensionada constante en Saer (no solo en esta novela). El poder,
el mercado, las formas, las transmisión de los saberes, las relaciones coloniales: todo está en
juego; todo está en entredicho. Segundo, Saer problematiza a cada paso la capacidad humana de
representar la experiencia vivida. Saer, en ese sentido, no solo cuenta relatos sobre la memoria
sino que brillantemente hace de la memoria un problema epistemológico. Tercero, cuestiona el
estatuto de la “verdad” y postula que la ficción, a pesar de todo, porta verdades también que son
importantes. Por último, ofrece una visión muy moderna de la ficción como un modo discursivo
que trabaja (al igual que la memoria) con los restos y los fragmentos de la experiencia. Para los
que no conocen la novela, el protagonista es un viejo que rememora en primera persona una
experiencia que tuvo como un abandonado entre una tribu indígena de la zona del Río de la Plata
durante la Conquista. La acción de la novela ficcionaliza un caso histórico documentado del
siglo XVI, colocando a su protagonista en el lugar de testigo, partícipe e historiador de una tribu
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cuyo destino es ser exterminada de la faz de la tierra. Después del genocidio, el narrador asume
el papel del cronista responsable por la perduración en la memoria de la tribu; a cada rato, lidia
con las implicaciones de ese papel y sus complejidades éticas. El entenado es una novela
riquísima que da para mucha discusión y que también permite introducir en el seminario otras
temáticas hasta ahora no tratadas, especialmente el problema del exilio y la importancia de la
alegoría como un modo de hablar de la contingencia bajo regímenes de censura.
Las últimas semanas del seminario buscan introducir otros temas: la Operación Cóndor,
la participación de EEUU en la instalación y la propagación de las dictaduras, las colaboraciones
entre las fuerzas armadas de distintos países del mundo, la instalación de la ideología neoliberal,
el papel de los medios conservadores y su influencia en la imaginación pública, y la inscripción
pública de la memoria en forma de monumentos y memoriales. Respecto de este último punto,
los “espacios de la memoria” han sido un gran tema de reflexión en contextos postconflicto y en
años recientes hemos visto una maduración en los debates y una proliferación de los esfuerzos
por la conmemoración pública tanto oficiales (por parte de los Estados) y no oficiales (por parte
de los organismos de DDHH). Para este seminario, las lecturas escogidas permiten la
consideración de varios espacios claves e interesantes—El Museo de la Memoria y los DDHH
(Chile), El Parque por la Paz Villa Grimaldi (Chile), Londres 38 (Chile) y la Escuela de
Mecánica de la Armada (Argentina)—los cuales permiten una apreciación de las diferencias
entre los esfuerzos oficiales, no-oficiales y, diría yo, “semi”-oficiales (o mixtos) en materia de
conmemoración pública. Se introducirán conceptos claves como el del “contramonumento”,
acuñado por James Young, y se usará un texto mío que estoy preparando para la publicación que
saldrá de estas reuniones en el IHNCA. En este momento del curso, también visionaremos el
documental El predio (2009), la primera obra del joven cineasta argentina Jonathan Perel, que
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ofrece un acercamiento diferente a los espacios de la memoria. En vez de construir un discurso,
como se suele hacer, respecto de “qué hacer” con el espacio, Perel se plantea el reto de filmar el
predio sin palabras. La película es pura imagen. Los únicos sonidos que el espectador escucha
son el cantar de los pájaros y los autos que pasan por la Avenida Libertador.
La penúltima clase toma de frente el tema de la “justicia”. La gran pregunta de esta
semana es: ¿en qué consiste la justicia en tiempos de postdictadura? Sería muy limitante solo
pensar la justicia en términos jurídicos. Cuando la justicia ha fallado o no ha hecho
suficientemente su trabajo, ¿existen otras formas extra institucionales o, fomentadas desde
“abajo”, de hacer justicia? La lecturas de esta semana vienen de un libro de Cath Collins, quien
habla globalmente de las dimensiones que la búsqueda de la justicia ha adquirido en la
postdictadura y se pregunta por las relaciones entre justicia y democracia, sobre todo en casos
como Chile donde ha habido amnistías importantes. El texto de Collins ofrecerá los datos
“empíricos” que orientarán a los alumnos en lo fundamental del caso chileno. Un gran contraste
es el texto Puño y letra: justicia oral (2005), de la escritora Diamela Eltit, quien hace un texto
creativo en base a su observación (en el espíritu de la observación que Hannah Arendt del juicio
a Adolfo Eichmann) del juicio contra Jorge Arancibia Clavel en Argentina, uno de los
responsables del asesinato del General Carlos Prats. Este libro fascinante es una gran indagación
en los límites de la justicia y de la teatralidad de la política. Permite vislumbrar aquellas zonas de
experiencia que la Ley no permite resolver. Finalmente, en esta sesión también se considerará el
modelo alternativo de justicia popular llamado el “escrache”. Para el caso argentino, Diana
Taylor habla de este fenómeno de señalación pública de los verdugos y cómplices que siguen
viviendo impunes. En Chile, existe un fenómeno paralelo llamado la “funa” cuyo lema es “donde
no hay justicia, hay funa”—un movimiento que en la actualidad empieza a “funar” a otra gente
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que no sea los verdugos de la época de la dictadura. Hoy en día, se habla de funar a empresarios
o a gente que atenta contra el medioambiente o, más recientemente, se ha considerado la
posibilidad de funar a los que lucran de la educación. Esta apertura del concepto de la funa
refleja la apertura a nuevas expresiones de los derechos ciudadanos frente a las injusticias
duraderas de la dictadura que siguen persiguiendo a la democracia.
La última clase del seminario se interesa explícitamente por el concepto de la ciudadanía
en tiempos de postdictadura, una preocupación que ha sido implícita y constantemente presente
en las clases anteriores. Para Nicolás Casullo, en su libro Pensar entre épocas (2004), las crisis
actuales son muchas: “la crisis de los partidos políticos, de las representaciones, de las
legitimidades, de lo jurídico democrático, la cada vez más notoria irrelevancia de los gobiernos
frente a la violencia ilimitada de las variables económicas” (184). Todo esto, combinado con el
naufragio de los grandes proyectos ideológicos que no sean el neoliberalismo, conduce a un
distanciamiento entre el individuo (el ciudadano) y la política, entre “política y participación real
de la sociedad”. Es verdad que hemos visto en la postdictadura un cierto disciplinamiento,
pasividad o desinvolucramiento del sujeto político con respecto a la vida colectiva. Tomás
Moulián (1997), para el caso de Chile, habla del “transformismo” de la sociedad, el largo
proceso iniciado durante la dictadura de preparación para que la infraestructura de la dictadura
permaneciera intacta indefinidamente y para que el modelo neoliberal se pudiera administrar sin
mayores molestias de fuerzas contrarias. Juan Carlos Gómez Leyton (2010), en textos más
recientes, habla de una fragmentación de la ciudadanía en su dimensiones políticas y sociales. El
ciudadano se redefine mayormente como consumidor, propietario, individuo o desencantado con
la política. A raíz de estos análisis (Casullo, Moulián, Gómez Leyton), cabe preguntar en esta
sesión por las formas creativas en las que las ciudadanías se expresan y se rebelan. La sesión se
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organizará en torno a una serie de presentaciones breves de los seminaristas sobre variadas
expresiones de ciudadanías insurrectas. Los casos pueden ir de los piqueteros argentinos hasta el
movimiento gay, las marchas estudiantiles, la causa medioambiental o la discriminación y la
violencia contra los mapuche. Estas presentaciones serán también una forma de abordar algunas
problemáticas que, por razones de tiempo, no han sido abordadas largamente en el seminario. Si
el tiempo lo permitiera, esta sesión podría comprender dos semanas para que los temas se
elaboraran más.
A modo de conclusión, quiero plantear una pregunta que de alguna manera puede servir
como una defensa de la necesidad y urgencia de este seminario y otros parecidos. La pregunta es:
¿Cómo convertir a la memoria en un tema transversal para la ciudadanía? Hay gente en Chile y
Argentina, por ejemplo, que piensa que el tema de la memoria es dominio de las “víctimas” o de
la izquierda política. Tenemos que defender la idea de que la memoria es un tema para todos—es
decir, un tema ciudadano—y que nuestra visión de la memoria tiene que ser lo más compleja
posible. Este seminario, por tanto, aboga por pensar estrategias específicas para que se haga
memoria en las sociedades a través de la educación, la crítica y el análisis profundo.
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Memorias en curso: aproximaciones a los 70 y 80 en el Cono Sur Seminario para la maestría en “Memoria, Cultura y Ciudadanía”
IHNCA, Universidad Centroamericana, Managua, Nicaragua Prof. Michael Lazzara, Universidad de California, Davis
Descripción básica del curso A partir de la década del 60 se intensifica en Chile y Argentina la violencia política, que tiene como consecuencia, a mediados de los 70, la instauración de las dictaduras militares. Partiendo del estudio de los acontecimientos políticos y sociales más importantes desde los 60 hasta la actualidad, el curso propuesto examinará la forma en que estos hechos traumáticos se representan en distintos medios (la ficción, el cine, el género testimonial, los museos y monumentos), sin dejar de indagar en el papel que cumplen la justicia y las [des]memorias en las postdictaduras de corte neoliberal. ¿Cómo se narra hoy el “pasado reciente” y sus tragedias humanas? ¿De qué forma se recupera un pasado como algo cargado de sentido para el presente? ¿Cómo se piensa hoy en día el proyecto revolucionario de los 60 y 70? ¿Qué posibilidades políticas existen para el futuro? ¿Qué críticas y nostalgias imperan? ¿Qué papel juega la memoria en la formación y el activismo ciudadanos? ¿Cómo se construye una memoria social? ¿Qué relación existe entre la memoria individual y la memoria social? ¿Cuáles deben ser nuestras metas al abordar estas temáticas en el aula con nuevas generaciones de alumnos que no vivieron directamente las épocas en cuestión? ¿Qué desafíos existen? Éstas son algunas de las preguntas que el seminario quisiera tener en el centro de su reflexión. Evalucación Presentación oral (15 minutos) 15% Trabajo de investigación (15-20 páginas) 50% Tres reflexiones escritas breves (2-3 páginas) 20% Participación activa 15%
Cronograma Clase #1 Los estudios de la memoria: conceptos claves y reflexiones
teóricas
Marcela Valdata, “Memoria,” en Robert McKee Irwin y Mónica Szurmuk eds., Diccionario de estudios culturales latinoamericanos (2009)
Elizabeth Jelin, “La memoria en el mundo contemporáneo”, “¿De qué hablamos cuando hablamos de memorias?”, Los trabajos de la memoria (2002)
*Pierre Norá, “Entre memoria e historia: la problemática de los lugares”, Lieux de Mémoire I: La République (1989)
Steve J. Stern, “ De la memoria suelta a la memoria emblemática: hacia el recordar y el olvidar como proceso histórico (Chile, 1973-1998)” en M. Garcés et al., Memoria para un Nuevo siglo: Chile: miradas a la segunda mitad del siglo XX (2000)
Los textos con asterisco (*) indican posibles presentaciones orales de los seminaristas.
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Clase #2 Pensar en/la postdictadura
Beatriz Sarlo, Tiempo pasado: cultura de la memoria y giro subjetivo (una discusión) (2005). Capítulos: “Tiempo pasado”, “Crítica del testimonio: sujeto y experiencia”, “La retórica testimonial”, “Experiencia y argumentación”
Nelly Richard, “Introducción” y “Políticas de la memoria y técnicas del olvido”, Residuos y metáforas (Ensayos de crítica cultural sobre el Chile de la Transición) (1998)
*Nelly Richard, “Las marcas del destrozo y su reconjugación en plural” en Fracturas de la memoria: arte y pensamiento crítico (2007)
*Alberto Moreiras, “Postdictadura y reforma del pensamiento”, Revista de crítica cultural 7 (1993)
Patricio Guzmán, Chile: la memoria obstinada (1997) Clase #3 El momento revolucionario: su recuerdo, su legado (I)
John Beverley, “Rethinking the Armed Struggle in Latin America,” Boundary 2 36 (2009)
*Pilar Calveiro, Política y/o violencia: una aproximación a la guerrilla de los años 70 (2005) pp. 11-24, 123-142, 177-190
Andrés Di Tella, Montoneros: una historia (1995) David Blaustein, Cazadores de utopias (1995)—secuencias Albertina Carri, Los rubios (2003)
Clase #4 El momento revolucionario: su recuerdo, su legado (II)
Patricio Guzmán, Salvador Allende (2003) *Svetlana Boym, The Future of Nostalgia (2001) Selecciones de la primera parte:
“Hypochondria of the Heart: Nostalgia, History and Memory” Jorge Arrate, “Epílogo: Certidumbres e Interrogantes”, en Jorge Arrate ed. La
(re)vuelta de la izquierda: diagnósticos, desafíos y visiones para la construcción de una nueva izquierda en Chile (2011)
“Declaración de principios. Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR” (1965) Carlos Flores Delpino, Descomedidos y chascones (1973) – secuencias *Patricio Guzmán, La batalla de Chile, 3era parte “El poder popular” (1978) –
secuencias Fernando E. Solanas y Octavio Gettino, La hora de los hornos (1970), 1era parte
“Neocolonialismo y violencia” –secuencias Clase #5 La derecha política y la memoria militar
Marcela Said, I Love Pinochet (2001) Augusto Pinochet Ugarte, “Carta a los chilenos” (desde Londres 1998)
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Juan Emilio Cheyre, “Ejército de Chile: fin de una vision” Pablo Longueira Montes, “Derechos humanos” en Mi testimonio de fe: el servicio
público, el sentido del dolor (2003) pp. 125-129 *Joaquín Lavín, Chile: revolución silenciosa (1987) – selección Aldo Marchesi, “Vencedores vencidos: las respuestas militares frente a los informes
‘Nunca Más’ en el Cono Sur” en Eric Hershberg y Felipe Agüero eds., Memorias militares sobre la repression en el Cono Sur: visiones en disputa en dictadura y democracia (2005)
Clase #6 Narración y experiencia traumática
*Giorgio Agamben, “Prefacio”, “El testigo”, “El musulmán” en Lo que queda de Auschwitz: el archivo y el testigo (1999)
Elizabeth Jelin, “Trauma, testimonio y ‘verdad’” en Los trabajos de la memoria (2002)
*Thomas Trezise, “Unspeakable” en The Yale Journal of Criticism 14 (primavera 2001)
Munú Actis, Cristina Aldini, Liliana Gardella, Miriam Lewin y Elisa Tokar, “Prefacio” y “El Holocausto judío” en Ese infierno: conversaciones con cinco mujeres sobrevivientes de la ESMA (2001)
Clase #7 Complicidades
Luz Arce Sandoval, El infierno (1993) –selecciones Primo Levi, “La franja gris”, Los hundidos y los salvados (1986) *Michael J. Lazzara, “Part III: Forum: Collaboration, Dictatorship, Democracy” en Luz
Arce and Pinochet’s Chile: Testimony in the Aftermath of State Violence (2001) *Ana Longoni, “Introducción” y “Las traidoras como putas” en Traiciones: la figura
del traidor en los relatos acerca de los sobrevivientes de la represión (2007) *Jacques Derrida, “On Forgiveness,” On Cosmopolitanism and Forgiveness (2001)
Clase #8 Testimonio, ética y la voz del torturador
Nancy Guzmán, Romo: confesiones del torturador pp. 13-18, 191-232 Horacio Verbitzky, El vuelo (1995), Primera parte: “La confesión” (2000) *Leigh A. Payne, “Confessional Performance”, Unsettling Accounts: Neither Truth Nor
Reconciliation in Confessions of State Violence (2008) Clase #9 Literatura, memoria, exilio
Juan José Saer, El entenado (1983) *Florencia Garramuño, “La narración de la experiencia” en La experiencia opaca:
literatura y desencanto (2009)
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Clase #10 Las dictaduras del Cono Sur y su dimensión internacional
Marie Monique-Robin, Escuadrones de la muerte: la escuela francesa (2003) *Peter Kornbluh, “Finding the Pinochet File: Pursuing Truth, Justice, and Historical
Memory through Declassified US Documents” en Fernando Leiva y Silvia Nagy-Zekmi, Democracy in Chile: The Legacy of September 11, 1973 (2005)
Margaret Thatcher, Statecraft: Strategies for a Changing World (2002) pp. 267-274 *Naomi Klein, “Estados de shock: el sagriento nacimiento de la contrarrevolución”,
La doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre (2008) Clase #11 Los medios de comunicación y la transición a la democracia
*Andreas Huyssen, “Pretéritos presentes: medios, política y amnesia” en… *Diamela Eltit, “La memoria pantalla (acerca de las imágenes públicas como
políticas de desmemoria)” en Revista de crítica cultural 32 (noviembre de 2005) Claudia Feld, “Aquellos ojos que contemplaron el límite”: la puesta en escena
televisiva de testimonios sobre la desaparición”, en Claudia Feld y Jessica Stites Mor eds., El pasado que miramos: memoria e imagen ante la historia reciente (2009)
Pedro Lemebel, “Karin Eitel (o la cosmética de la tortura, por canal 7 y para todo espectador)” en De perlas y cicatrices: crónicas radiales (1998)
Clase #12 La inscripción pública de la memoria
Michael J. Lazzara, “Dos propuestas de conmemoración pública: El Museo de la Memoria y los Derechos Humanos y Londres 38 (Santiago de Chile)” en A contracorriente: una revista de historia social y literatura de América Latina 8.3 (primavera 2011). http://www.ncsu.edu/acontracorriente/spring_11/articles/Lazzara.pdf
Michael J. Lazzara, “Tres recorridos de Villa Grimaldi” en Prismas de la memoria: narración y trauma en la transición chilena (2008)
*Marcelo Brodsky ed., Memoria en construcción: el debate sobre la ESMA (2005)—selección
*James E. Young, “Memorials and Meaning”, Sculpture Review 4.4 (2006) Jonathan Perel, El predio (2009)
Clase #13 Formas de la justicia en la postdictadura
Cath Collins, “Post-transitional Justice” y “No One Writes to the General: Post-transitional Justice in Chile” en Post Transitional Justice: Human Rights Trials in Chile and El Salvador (2010)
Diamela Eltit, Puño y letra: juicio oral (2005) *Diana Taylor, “You Are Here: H.I.J.O.S. and the DNA of Performance”, The Archive
and the Repertoire: Performing Cultural Memory in the Americas (2003)
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Clase #14 Ciudadanías de la transición y posttransición
Tomás Moulián, “Páramo del ciudadano”, Chile actual: anatomía de un mito (1997) Nicolás Casullo, “Recuerdo y fuga de la historia nacional”, Pensar entre épocas:
memoria, sujetos y crítica intelectual (2004) Juan Carlos Gómez Leyton, “Política y ciudadanía en una sociedad neoliberal
avanzada: Chile en los tiempos de la Concertación, 1990-2010)”, Política, democracia y ciudadanía en una sociedad neoliberal (Chile: 1990-2010) (2010)
Presentaciones de “casos”
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