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La polémica entre Gallardo y Cavaleri-Pazos Sobre el asonante
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1
DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE BADAJOZ
INSTITUCIÓN DE SERVICIOS CULTURALES
PUBLICACIONES
____________________________________________________________________
R
REVISTA
DE
ESTUDIOS EXTREMEÑOS
TOMO XV, NÚM. I
BADAJOZ
1959
2
3
R E V I S T A
DE
ESTUDIOS EXTREMEÑOS
XV ENERO – ABRIL 1959
_____
La polémica entre Gallardo y Cavaleri-Pazos
Sobre el asonante
(1824)
La catástrofe política y literaria del 13 de junio de 1823, que ya
hemos historiado en otros libros nuestros (1), cogió de lleno a don
Bartolomé Gallardo: viviendo en Sevilla, a salto de mata, tal vez refugiado
en casa del cónsul inglés Mr. Appleton, pasó algunos días, logrando al cabo
huir a Cádiz, sin que podamos precisar la fecha de llegada a la ciudad de
las Cortes.
No abatieron su espíritu ni domeñaron sus afanes de trabajo la
pérdida de los preciosos libros o la hostilidad que ya se barruntaba en el
aire. Siempre entregado a las tareas de erudición, le vemos firmar en Cádiz
el 24 de agosto de 1823 una nota relativa a lo corrupto del texto en los
romances antiguos editados por don Manuel José Quintana.
Asimismo data allí, la víspera de Inocentes del propio año, una
graciosa poesía titulada Los pecados de Belardo, dedicada a una Florinda,
a quien vió en la iglesia de San Francisco metida en un confesionario por
______________
(1) Antonio Rodríguez-Moñino: La de San Antonio de 1823, realidad y leyenda de lo sucedido con los
libros y papeles D. Bartolomé José Gallardo, Madrid, 1957 (4.º 108 págs.), y Catálogo de los libros y
papeles robados al insigne bibliógrafo D. Bartolomé José Gallardo el día 13 de Junio de 1823, Madrid,
1957 (4.º 140 págs.)
4
hallarse el templo de bote en bote (2).
Tranquilo, al menos en apariencia, y entregado a sus tareas literarias,
D. Bartolomé, sin embargo, no debía de tenerlas todas consigo, y sus
temores ante una posible persecución, encontráronse rápidamente
confirmados al leer en el periódico madrileño El Restaurador del 18 de
enero de 1824 la siguiente noticia: “Nos aseguran que ayer ha sido preso en
esta Corte por la policía don Bartolomé Gallardo, bibliotecario que fué de
Cortes.”
Por mucho que quisiese Gallardo aparentar serenidad ante un
tremendo ataque como éste, podríamos apostar a que hubieron de temblar
las carnes a nuestro erudito y tal vez pensase en que no hubo nada de
discreción en su postura de no emigrar por segunda vez. Tomó la pluma y
fechándolo en Cádiz a 22 de enero, dirigió un comunicado al periódico
desmintiendo la noticia (3).
Naturalmente el periódico, que había sido ligero para acoger la
delación simulada, cerró sus columnas para que no viera la luz en ellas la
respuesta: es lo que pasa siempre. En política, en política incivil, el vencido
no tiene ningún derecho, ni aun el de hacer oír su voz para defender la
honra.
Nada desagradable ocurrió de momento. Gallardo continuó en Cádiz
durante los meses de marzo y parte de abril, trasladándose a Sevilla en
mayo. Allí ya las cosas no fueron tan normales –dentro de la anormalidad-
y nuestro erudito sufrió persecuciones, procesos, cárceles y hasta atentados
personales. Pero de esto, en otra ocasión.
Vamos hoy a publicar un testimonio de cómo Gallardo, en medio de
la intranquilidad y zozobra, tenía ánimos para enzarzarse en cuestiones
literarias con otros como él apasionados de la erudición.
Ha sido mencionada una obra suya con el título de Capuz a Capazos,
sin que hasta la fecha nadie haya señalado la existencia de ejemplar ni dado
circunstanciada noticia de su contenido, sino que en general la referencia se
toma de unas líneas contenidas en el Zapatazo a Zapatilla (4).
______________
(2) Para datos biográficos y bibliográficos del escritor véanse los dos libros siguientes, que comprendían
lo sabido hasta hoy: Pedro Sáinz Rodríguez, Don Bartolomé José Gallardo y la crítica literaria de su
tiempo, New York-París, 1921 (4.º 4-388 págs.), y Antonio Rodríguez-Moñino: Don Bartolomé José
Gallardo, estudio biográfico, Madrid, 1955 (4.º 364 págs.), en lo sucesivo las referencias a estos
nombres, seguidos de Op. cit., son siempre relativas a estos libros y no a otros de los autores.
(3) Reproducido en Rodríguez-Moñino: La de San Antonio de 1823, págs. 99-102.
(4) B. J. Gallardo: Zapatazo a Zapatilla i a su falso Buscapié un puntillazo, Madrid, 1851, págs. 53-54.
5
En efecto, escribiendo D. Bartolomé contra el falso Buscapié y su
autor, dice: “Si ha tenido allí [en Cádiz] algún ayudante, debe de haber sido
un zierto Abogado gallego, a quien yo en tiempos di una gentil zurribanda
con título de Capuz a Capazos, por el Lic. Palomeque, la cual como hecha
para entre amigos no llegó a publicarse… Adolfo [de Castro] es su
discípulo i su ojito derecho.”
Desvanecida más tarde esta suposición, escribe Gallardo a un su
amigo: “Zelebro que Cavaleri tire contra él [Buscapié]; pues me temí todo
lo contrario, porque Adolfo es hechura suya; i él, aunque hombre de bien,
es inozentón i paradojal” (5).
Tenemos ya, declarados por el autor, la existencia de una obrita
satírica, la condición de inédita en 1851 y el nombre y patria del satirizado:
Cavaleri, abogado gallego. ¿Quién era este caballero? La rebusca por
diccionarios de biografía o literatura no nos ha dado fruto alguno, puesto
que ni lo mencionan los que hemos habido a las manos (6).
Intentemos rastrear algo de su vida, a través de testimonios sueltos y
dispersos. Don Joaquín Rubio, creemos que familiar de don Federico, cuyo
recuerdo está vinculado a la creación en Madrid del Instituto médico que
llevó su nombre, al regalar a la Real Academia de la Historia, en la segunda
mitad del siglo pasado, un paquete de cartas de Gallardo, dice en el oficio
de remisión que “otro modelo de gusto y concisión en el decir fué el
difunto filólogo D. Juan Bautista Cabaleri-Pazos, abogado en Cádiz, cuyos
manuscritos paran en poder de su viuda, con quien me entiendo por ver de
lograr alguna muestra de poder ofrecer a la Academia” (7).
Ignoramos si la corporación respondió al gaditano y si éste tuvo
suerte en las gestiones emprendidas, pero sus líneas testimonian, al menos,
del aprecio en que se le tenía. Lástima y grande es que a estas alturas nada
hayamos podido averiguar con respecto a sus papeles y trabajos inéditos.
____________________
Carta a D. Domingo Delmonte, el famoso bibliófilo cubano, fechada en La Alberquilla, 20 de febrero de
1848.
(5) Carta a D. Tomás Muñoz, fechada en La Alberquilla, a 7 de setiembre de 1848, en Zapatos a
Zapatillas…, pág. 59.
(6) Lo único constructivo sobre Cavaleri-Pazos se halla en el libro de Camille Pitollet titulado La
querelle caldéronienne de Johan Nikolas Böhl von Faber et José Joaquín de Mora, reconstituée d’aprés
les documents originaux, París, 1909 (4.º LVI-272 págs.), pág. 157 ss., y en el Epistolario de C. Pitollet y
Menéndez y Pelayo, Santander, 1949 (4.º págs. 227-345).
(7) Publicada en Sáinz Rodríguez: Op. cit., pág. 312.
6
La más antigua noticia impresa que de él poseemos es la relativa a
una edición de los Entremeses cervantinos que sacó a luz en Cádiz el año
de gracia 1816, haciendo preceder los textos de una larguísima
introducción –no menos de ciento veinte páginas de letra apretada- bajo el
título de Rasguño de análisis de ocho entremeses de Miguel de Cervantes
Saavedra (8).
Curioso es el origen de tal trabajo. Don Agustín García de Arrieta
tuvo la ocurrencia de publicar en Madrid la novela de Cervantes La Tía
Fingida, como apéndice a un librito en el cual y bajo el título de El Espíritu
de miguel de Cervantes intentaba clasificar y ordenar multitud de máximas,
reflexiones, moralidades, etcétera, dispersas por las obras del ingenio
alcalaíno (9).
Por el anuncia de la Gaceta de Madrid entró D. Juan Bautista en
deseos de conocer la novelita cervanteña y anduvo buscándola por librerías
“preguntando por la novela La Tía Fingida con ánimo de no dar entrada al
Espíritu, porque no quería poseerlo. Los más de los libreros no la conocen.
Uno, el último a quien llegué, me dice que la tiene i vende con el Espíritu.
¿Pues si tengo ese espíritu dentro del cuerpo de las obras del autor, para
qué ese desperdicio de gasto por un alma en pena? Respondí i opuse.
“Salí de allí amohinado. Un amigo mío (D. C. Z.), mancebo de una
templanza exemplar acompañada de más que razonable gusto literario,
oyéndome la resolución de no leer la novela póstuma i hasta aora inédita, á
trueco de no pagar conjuntamente el Espíritu, me ofreció prestar el libro, i
en efecto me lo presentó tras una breve dilación.
______________
(8) Ocho entremeses / de Miguel de Cervantes / Saavedra. / Tercera impresión, / - / Con licencia. / En
Cádiz, por D. J. A. Sánchez en su / Imprenta de Hércules, calle del Ro- / sario esquina á la del Baluarte. /
Año de 1816.
12.º 123-[3]-237-[1] págs. Conservamos en nuestra biblioteca el ejemplar que fué de D. Bartolomé J.
Gallardo, adquirido en la librería de Luis Bardón López hace unos años.
(9) El Espíritu / de Miguel de Cervantes / y Saavedra: / ó / la Filosofía de este grande / Ingenio,
presentada en máximas, reflexio- / nes, moralidades y agudezas de todas es- / pecies, y sobre todos los
asuntos más / importantes de la vida civil; sacadas de / sus obras, y / distribuidas por orden / alfabético de
materias. / Va añadida al fin de él / una Novela Cómica, intitulada La Tía / fingida; obra póstuma del
mismo Cervan- / tes, hasta ahora inédita, y la más ame- / na, festiva y correcta de todas las de es- / te
inmortal é incomparable autor. / Por D. Agustín García Arrieta, / Bibliotecario de los Estudios Reales. /
Madrid. / Imprenta de la Viuda de Valliu. / Año de 1814.
12.º XLII-228 págs. Nuestro ejemplar, adquirido a D. Cayo de Miguel, perteneció antes a D. José
Fernández Guerra. Hay varias ediciones de este librito curioso: poseemos, sobre la primera, las de París
1827 (sin La Tía Fingida) y Madrid, 1886 (tirada de 334 ejemplares numerados), asimismo sin la
novelita; todas escasean ya muchísimo en el comercio de libros.
7
“Antes de tomarlo en mis manos le rogué que me señalase desde
dónde empezaba hasta dónde acababa la dichosa Tía, para no asustarme
con el encuentro de ese pecador Espíritu, que es visible. Hecho esto i
puesto el registro o demarcación de límites en el libro, lo tomé, leí la
novela, formé del mérito de la composición mi juicio, i restituí el tomito a
su dueño”.
Curiosas, y no desprovistas de agudeza crítica, son las observaciones
que traza Cavaleri-Pazos sobre el teatro cervantino, en las que sale en
defensa de los entremeses y abomina en general de las comedias. El leguaje
es muy directo y suelto, aunque hace gala de conocer los recovecos del
idioma español utilizando giros y expresiones muy castizos y bien
aplicados.
Tan apasionado como irreflexivo estampador de juicios no vacila en
sacudir terribles palmetazos a cuantos le parece como en alabar con
exageración a quien lo cumple; así, junto a frases ferozmente despectivas
para García de la Huerta, Moratín, don Ramón de la Cruz, Juan del
Castillo, Nasarre, Estala, P. Sarmiento (10), etc., encontramos calificado a
D. José Manuel Vadillo de “Sabio joven y la persona más virtuosa de
cuantos he conocido y tratado” (11).
No es esta ocasión propia para examinar despacio la edición de
Cervantes y el Rasguño de análisis, pero sí loes para llamar la atención de
los especialistas sobre un trabajo harto e injustamente olvidado, con tener
rasgos y observaciones, si no ponderados, felices. En una época de mal
lenguaje literario, el de Cavaleri destaca por agudo y castizo.
En 1818-19 le vemos enzarzado en la polémica calderoniana
entablada entre D. Juan Nicolás Böhl de Faber, Alcalá Galiano y José
Joaquín de Mora, publicando varios opúsculos y artículos sueltos en los
cuales no brilla ciertamente la ponderación. Camile Pitollet ha tratado
largamente de esta pelamesa (12) y ello nos excusa de rehacer las líneas
_____________
(10) “El cabezudo don Vicente García de la Huerta… versificador de gusto no muy acendrado” (pág.
66); “despreciando, pues, las boberías de Celenio, indignas de mayor refutación” (pág. 118); “Inarco
Celenio, que ha llenado de rastros de su falta absoluta de raciocinio, i de redundancias de soberbia nécia,
los prólogos i dedicatorias de sus comedias” (pág. 116); “estas y otras expresiones no están vertidas en
aquella copia ni con aquella bajura, que causen la repugnancia honrosa i el asco social que infunden
muchos dramillas del pervertidor don Ramón de la Cruz” (pág. 54); “Castillo… el poeta más amado de
los vinosos, i el autor más productivo de las freideras i de los taberneros, desde las cantinas del castillo de
san Sebastián hasta el ventorrillo más cercano al puente de Suazo” (pág. 55), etc., etc.
(11) Pág. 69.
(12) Cfr. el libro citado en la nota 6.
8
generales de tan enconado debate; diremos tan sólo que por parte de
Cavaleri comienza con un folleto titulado Tres producciones plebeyas (13)
y concluye con un Discurso en razón de la Tragedia A secreto agravio,
secreta venganza de Calderón (14).
Si la maza crítica de Cavaleri era pesada y contundente, no se
quedaban atrás sus enemigos, que esparcieron multitud de sátiras virulentas
contra los antagonistas. Véase como muestra de la templanza de unos y
otros, los siguientes versos publicados el 9 de marzo de 1819:
El gallego escritor Nuño
en sus papeles de estraza,
siempre al contrario amenaza
con el vigor de su puño.
Mas su amigo Don Fidel
díxole: “vais muy torcido,
que dirán que habeis nacido
para mozo de cordel”.
El genio inflexible y violento de D. Juan Bautista, apenas salido de
esta polémica se metió en el durísimo camino de la sátira, dando a la
estampa un folleto con el título de El Alguacil alguacilado a D. Tirilla, el
cual fué denunciado. Sometido a proceso el autor, recayó la condena que
registra la Gaceta de Madrid correspondiente al 16, de esta forma:
“Por providencia del Sr. D. Joaquín Josef Aguilar, juez de primera
instancia de la ciudad de Cádiz, y en virtud de la calificación hecha por los
jurados del papel intitulado El Alguacil alguacilado a d. Tirilla, se ha
condenado a D. Juan Bautista Cavaleri responsable de dicho impreso, en la
pena de un mes de prisión y en una multa de 500 rs. de vn., expresada en el
artículo 23 del título 4.º; y no pudiendo pagar ésta, en doblado tiempo de
aquella.”
Más fortuna tuvo en la pelamesa que siguió a ésta. En el Rasguño de
análisis anotamos la calificación que hacía de D. José Manuel Vadillo
llamándole, aparte de sabio, “la persona más virtuosa” de cuantas había
conocido. Esto era en 1814 e ignoramos qué motivos pudieron lastrar de
odio tal fervor por cuanto en 1820 (o principios del 21) enjareta Cavaleri un
folleto titulado Carta suasoria que debía de ser virulentísimo, hasta el pun-
_____________
(13) Cádiz, Imprenta Gaditana, 1818. 4.º 8 págs.
(14) Cádiz, Imprenta de Carreño, 1818. 4.º 12 págs.
9
to de que Vadillo tuvo que querellarse contra él.
En la Gaceta de Madrid (16) hallamos cumplida referencia a este
suceso en los siguientes términos: “Habiéndose observado todos los
trámites prescritos por la ley, y calificado los doce jueces de hecho con la
fórmula de absuelto el papel Carta suasoria al Sr. Diputado a Cortes D.
Josef Manuel de Vadillo, denunciado el 29 de enero por parte del mismo
señor, la ley absolvió al licenciado D. Juan Bautista Cavaleri, responsable
de dicho impreso, y en consecuencia mandó al Sr. Aguilar, juez de derecho
de la ciudad de Cádiz, que se le alzase inmediatamente la canción, sin que
este procedimiento le cause perjuicio ni menoscabo en su buen nombre y
reputación. Siete de los doce jueces fallaron por la condena de dicho
escrito, declarándolo injurioso, y cinco por la absolución” (17).
Como ha podido verse, las escasas noticias que tenemos de Cavaleri
a partir de 1814 nos le muestran como agresivo satírico, cruel juzgador, si
que también apasionado por la literatura antigua española. Rasgos sueltos
escapados de su pluma acusan también su parcialidad política liberal. Con
tal enemigo se enfrentó Gallardo en el folleto que vamos a publicar hoy.
El original autógrafo de las cartas cruzadas lo conservó primero
Gallardo, regalándolo a su íntimo amigo D. José Pérez Torroba, quien lo
tuvo en su poder algunos años. Más tarde lo prestó a D. Manuel Torriglia,
abogado granadino (18), de cuyo cautiverio no consiguió sacarlo,
motivando esto una carta de queja a D. Bartolomé, quien responde (19 así:
“Agradezco las noticias qe V. me da del Lizenziado Torr.ª (20) pero
no qiero disimular qe no me ha hecho ninguna grazia qe se haya llevado los
originales o patrones del capuz qe cortamos al insigne Lizenziado Ca-
pázos; porqe estos es mi voluntad qe nadie los posea sino á qien le
corresponden de derecho, como una muestra de los desenfados de mi
pluma en esa dulze soledad i memoria de qe ahí ecsistí. Este es todo el
mérito qe tiene para mi ese papel; en el cual me propuse el fin moral de
_____________
(15) Crónica científica y literaria, número 203.
(16) Gaceta de Madrid, de 19 de febrero de 1821, pág. 235
(17) Gaceta de Madrid, Suplemento a la de 2 de mayo de 1821, pág. 630.
(18) Sobre el personaje puede verse nuestro trabajo Cartas inéditas de D. Bartolomé José Gallardo a D.
Manuel Torriglia (1824-1833), Madrid, 1955, 4.º 62 págs.
(19) Carta de Gallardo a Torroba, 6 de enero de 1828, publicada por Sáinz Rodríguez, Op. cit., págs.
321-322.
(20) Sáinz Rodríguez lee “Lizenziado Torroba”, pero es evidente error de interpretación de una
abreviatura: Torr.ª es aquí Torriglia.
10
correjir (si correjible es) la irritabilidad de fibra de nuestro furibundo
Lizenziado, dando á fuerza de capuz un estirajon qe le hiziese perder el
tono agrio lo qe basta para hazer buena armonia con los discretos y bien
entendidos, a qienes no puede menos de ofender tanto desentono”.
Torriglia debió de hacerse el sueco a las indirectas de Gallardo, por
cuanto éste todavía en junio de 1831 le pregunta por dicho original (21),
motivando una contestación en la cual dice que lo que había retenido era
tan sólo una copia (22). Tal vez, de manos suyas, fué a parar a D. José
Fernández Guerra, quien hizo de propio puño el traslado que nos sirve para
imprimirlo hoy.
Consérvalo en su selecta biblioteca el Excmo. Sr. D. Agustín G. de
Amezúa y Mayo, director que fué de la Real Academia de la Historia, muy
querido y recordado amigo, el cual lo puso a nuestra disposición, como
cuantos papeles gallardianos poseía, para que lo utilizásemos al escribir la
biografía del autor de los Cuatro palmetazos: hoy se hallan en poder de sus
herederos.
Se publica conforme a esta copia, única conocida.
La polémica estuvo muy bien llevada por D. Bartolomé, quien no
mostró sus triunfos al primer envite, sino que resbaló con fórmulas
ingeniosas sobre la cuestión de la fecha, guardando el as de bastos para
arrastrar al fin. En efecto, habilidosamente escurrió el bulto con la frase
“En el siglo XV conpuso el famoso Juan de la Encina un Arte de poesía
castellana, inpreso i reinpreso en Salamanca, Zaragoza &ª antes i
después…”
Cebado por la lectura de Luzán, que cita una edición del Cancionero
de Encina hecha en 1507, Cavaleri se ciega y arremete contra Gallardo,
quebrándose las lanzas por la misma fuerza e ímpetu de su ataque. Y la
respuesta del autor del Diccionario crítico-burlesco es de mano maestra,
fina burla de su enconado adversario
¿Cómo es posible que D. Bartolomé José, tan intransigente con otros,
fuese tan comprensivo para las iracundas del abogado gallego? Casi con
seguridad podemos afirmar que porque conocía el fondo “inocentón y
paradojal”, de “hombre de bien”, que se escondía bajo la aceda cáscara del
atrabiliario, furibundo e implacable erudito y letrado.
A. RODRÍGUEZ-MOÑINO
Madrid, 21-23 de diciembre de 1958.
11
12
D I S P U T A L I T E R A R I A
ENTRE
LOS DOS INSIGNES LIZENZIADOS
EL LIZENZIADO Ca… pázos * Y EL LIZENZIADO Gallador**
Estado de la cuestion.
En la mui-heroica ziudad de Cádiz, à 19 del mes de Marte,
cumpleaños del bendito señor san José, por la grazia de Dios padre de
Dios-hijo, año 1824 de la encarnazion del Salvador (de los que no se lleva
el Diablo), - discreteando amigablemente los dos sobredichos lizenziados
sobre flores de literatura varia, y otras inocentes materias qe el tienpo
permite (segun graves autores) para desenfado de las vijilias y ayunos; el
liz. Capázos se dejó dezir qe entre los trovadores castellanos no era
conozida todavïa en el siglo XV la gala espezial de la rímica española qe
llamamos asonante; añadiendo qe en aqel siglo ni aun siqiera fué conozido
su nonbre.
Contradíjole el infrascrito liz. Gallador; i enpeñado mas i mas su
contrincante con esta contradiczion, se constituyó mantenedor de su dicho,
qe de hecho fijó por escrito en éstas prezisas palabras, qe firmó de su
mano, segun documento qe por prenda pretoria obra en mi poder; à qe me
remito.
Proposizion
del lizenziado Ca…pázos.
En el siglo 15 los asonantes no eran conocidos ni por este nonbre.
______________
* Cavaleri-Pázos.
** Gallardo.
13
CONTESTAZION
O SEA-SE TAPA-BOCA
AL LIZ. Ca…pázos POR EL LIZ. Gallador
En el siglo XV conpuso el famoso Juan de la Encina un Arte de
poesïa castellana, inpreso i reinpreso en Salamanca, Zaragoza & entónzes i
despues, en cuyo cap. VI llama repetidamente asonante al asonante,
esplicando su naturaleza con la razon de su nonbre, i su diferenzia del
consonante; segun apareze de su título i contesto en los términos siguientes
(i copiamos letra por letra):
“Capitu. vj de los consonātes Z assonantes
Z de [a examinaciō dellos.”
…Resta conocer los cōsonātes Z assonātes: los quales siempre se
aposentā e assignan en el cabo de cada pie… E porqe el propio ac̅ento de
nuestra lēgua comunmēte es en la
“penúltima sillaba: allí deuemos
“buscar y examinar los cōsonantes”
“é asona̅tes”
“Cōsonāte se llama todas aq̅llas letras ó sillabas”
“q̅ se ponē desde dōde está es postrer acēto”
“agudo ó alto”…
“Ay tambien otros que se llaman asonantes,
“y cuéntanse por los mismos acentos de los
“cōsonantes; mas difiere el un assonante del
“otro en alguna letra de las consonantes, que
“no de las vocales; é llámase assonante porque
“es á semejança del consonante, aunque no
“con todas las mismas letras.” –
Conclusion
Ergo “en el siglo 15 eran conozidos los asonantes:”
“ergo el nonbre de asonante era conozido en el siglo 15”
“ergo el señor liz. Ca-pázos no tiene razon.”
Apretemos mas el ergo: “ergo… capuz a Capazos por
Gallador –
14
Cádiz 20 de marzo
1824
P.-S Se espera de la sinzeridad i buena fe del señor lizenziado
Ca…pázos Capuzado qe cante la palinodia estanpando la retractazion de
sus errores à continuazion de este escrito: i de-no se prozederá á lo qe haya
lugar ante el tribunal de Apolo.
15
C O N T E S T A Z I O N A L D I S P A R A T O R I O Q E A N T E Z E D E
Los profesores de la verdadera doctrina moral jamas se retractan,
porqe son los solos qe en el mundo tienen razon; i si tal vez altercan es para
descubrir i procurar desvanezer los engaños é ilusiones de los míseros
camaleones, qe se alimentan de la ponzoñosa aura popular. El liz. Gallador
no careze de abilidad para copiar las garanbainas de las bulas i de los
diplomas de los siglos bárbaros; tiene mano ejerzitada en imitar las rúbricas
de los códigos de jurisprudenzia zivil i canónica. Pero fuera de estas
niñerias, es honbre inútil i sin poder para formar galladura en partos del
entendimiento. A fuer de inpotente i eunuco, ha tomado de mi parezer la
primera proposizion, omitiendo las siguientes, qe, ilustrándola, fijaban el
sentido en qe yo tomaba los asonantes; á saber, como medias rimas, ó rimas
inperfectas qe sirven para la conposizion del jénero de poesïa qe se llama
Romance, en el cual se adptaron como gala los asonantes, escluyendo del
todo las rimas perfectas. Es zierto qe esta novedad no se introdujo hasta
fines del siglo 16, i se perfeczionó en el inmediato, privilejiando nuestra
poesïa sobre todas las del mundo.
Dejando aparte esta verdad histórica, quiero sujetarme á los estrechos
límites á qe me reduze el liz. sin cresta i espolones i cacareador senpiterno
de sus allazgos de tesoros en librotes de novelistas i trovadores bárbaros é
incultos. Metido pues en el rezinto en qe le plugo colocarme, señalándome
con lineas negras i encarnadas un cortísimo espazio para qe no me
rebullese; le digo qe me afirmo i ratifico en qe los asonantes no eran
conozidos por este nonbre en el siglo quinzeno. No basta á taparme la boca
la autoridad del poeta de los dislates, cuyas obras aunque parezen escritas
azia los años 1497, espezialmente su poética, no se acabaron de inprimir
en Salamanca por la primera vez hasta el año 1507; i no sé el tienpo qe se
tardó en publicarlas, i si fue causa de la demora el considerar qe el prínzipe
don Juan, hijo de los Reyes católicos, murió de la pesadunbre qe tuvo al
saber qe Juan de la Enzina intentaba dedicarle su poética.
El liz. Gallador zita las inpresiones i reinpresiones hechas en
Salamanca, Zaragoza, & dentro i despues del siglo quinzeno; i falta á la
verdad en suponer una edizion anterior á la qe dejo señalada. Si la hubiera,
buen cuidado hubiera tenido, en espezificarla, dibujándonos el frontispicio
con todos sus adornos. Digo más: ni aunque la poética de Enzina se hubiese
16
publicado en al año 1497, mi opinion qedaba desmentida sinó zensurándola
con mucho rigor; pues dos o tres años de aquel siglo, los últimos de él
deben considerarse como introduczion á los suzesos del siglo 16. Lo zierto
es qe no se publicó en el tienpo que el liz. dice, i no consta qe la opinion
sobre los asonantes haya sido en aqella época propia de otro qe de Juan de
la Enzina. Para qe una cosa se diga con exactitud qe es conozida, es
menester qe algunos, á lo ménos los interesados, tengan notizia de ella. No
basta el descubrimiento bueno ó malo de uno solo: su opinion debe
reputarse singular en aqel dictámen, miéntras no se pruebe qe otros lo
hubiesen adoptado.
Por consiguiente, no habiéndose publicado la poética de Juan de la
Enzina hasta prinzipios del siglo 16, i no existiendo documento qe acredite
qe su opinion sobre los asonantes tuvo secuazes, qeda sin contraste mi
sentir azerca de la época en qe ellos fueron conozidos. Enzina estuvo tan
léjos de tomarlos en la azepzion honrosa qe hoi se le da, qe los nonbra para
qe se eviten, esplicando en qe consiste el rigor del consonante para qe las
coplas del arte real i arte mayor saliesen con la mezquina perfeczion qe su
corto saber alcanzaba. Desde el capítulo 1.º manifiesta qe los asonantes no
tienen lízita cabida en la poesïa, diziendo qe trovar ó versificar no es
nuestra lengua otra cosa sinó hallar sentenzias i razones i consonante i pies
de zierta medida donde incluirlas i enzerrarlas.
Sobre esto determine Apolo lo qe le dé la gana, en la intelijenzia de
qe si me condena, lo condeno yo á qe vuelva a pastorear los ganados del
Rei Admeto.- Cadiz 23 de marzo de 1824.- J. B. C.*
_____________
* Juan Bautista Cavaleri
17
N U E V O C A P U Z
A L L I Z. c A – P A Z O S R E C A P U Z A D O
Entre-paréntesis
sobre este nuevo nonbre de nuestro ilustre lizenziado.
Como los qe no tenemos el lauro de estar graduados, como el liz. Ca-
pazos, de “profesores de la verdadera doctrina moral” (ó sea estoica, segun
el mismo), tanpoco tenemos el privilejio de “ser los solos qe en el mundo
tienen razon; - ” ziertos como nos reconozemos de la presunzion de llevar
sienpre la razon en todo, es fuerza qe busqemos razones qe justifiqen en
todo i por todo nuestros dichos ú hechos.
El haber crismado al insigne liz. C. con el renonbre de Recapuzado
tiene por razon la de qe, si al qe le dan un capuz se le da título de
Capuzado; al qe se le dan dos, ó sea 2.º, ú nuevo capuz, pareze qe en buen
romanze se le debe llamar Recapuzado. No hai duda: el estado del qe ha
llevado un capuz es otro estado distinto del qe ha llevado dos; i estados
mandan dictados. Mil ejemplos qe pudiera zitar, podrian aquí servirme de
otras tantas razones conprobantes de mi dicho i de mi hecho; pero entre los
mil me limitaré á solo uno qe sé qe á nuestro liz. cuando no le haga fuerza,
le ha de hazer grazia siqiera por ser del gran Calderon de la Barca, en “El
ingrato”, comedia famosa, Jornada 1.ª – Dize así:
“Yo conozí un tal-por-cual
que á zierto conde servia,
i Sotillo se dezia.
Crezió un poco su caudal;
salió de mísero i roto;
hizo una ausenzia de un mes:
conozí-le yo despues;
i ya se llamaba Soto.
Vino á fortuna mayor,
(eran sus nonbres de gonzes);
llegó á ser rico, i entónzes
se llamó Soto-mayor.”
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Soto-mayor; qe para el caso viene á ser lo propio qe tátaracapuzado;
tátara, título de qe está mui en vísperas el señor de Ca-pazos, si da lugar á
qe esta representazion llegue á la 3.º Jornada.
C a p u z 2. ª
“Escriben, los silvan, i vuelven á escribir: vuenven á silvarlos, i vuelven á
escribir.” Moratín.-
Mui estirado de filósofo estoico, i eructando roncas jacareras en son
de sentenzias catonianas, haze el famoso Ca-pazos su entrada triunfal á
contestar á su conpetidor: verdadera entrada de pavana, para lo cual en vez
de tomar el nonbre de la pobre Filosofía en-vano, hubiera sido mejor qe
hubiese pedido á Epicteto prestado su candil para qe le alunbrase en la
cuestion presente, en qe el pobre señor camina á oscuras. (El inozente no
conoze la tierra qe pisa) Agasaja de paso al liz. Gallador con desmedidos
elojios, á qe el agasajado no se da por el mas agradendo, porqe no se cree el
mas digno de tanto favor; ni se detiene tanpoco á darle aqí las debidas
grazias, porqe le está llamando á gritos la cuestion.- A la cuestion, i
dejemo-nos de garanbainas i tiqismiqis.
La cuestion es bien senzilla i terminante, segun qe ya la dejamos
establezida: El liz. C. dize qe no; el liz. G. dize qe si: he aquí la disputa. Es
verdad qe el C. cuando vio su pleito malparado, hubo de añadir á la
cuestion ziertos cabos i filetes como al desgaire: pero el Gallador qe
notando en su parte-contraria este tejemaneje vio qe no buscaba en ellos
sinó asideros, cuando no lazos con qe amarrarle enmarañando la cuestion,
los cortó todos, dejando-la reduzida á sus prezisos términos mediante una
protesta qe entendió i firmó en el acto: - (Carta canta.) A eso aluden aqellas
sentidas cláusulas de la contestazion de Ca-pazos, cuando qejándose de qe
su adversario le ata tan corto i no le deja cuerda larga, bramando al ver-se
enzerrado en el toro de Perilo, dize así: “Metido, pues en el rezinto en qe le
plugo” (a G.) “colocar-me, señalando-me… un cortísimo espazio para qe
no me rebullese, le digo qe me afirmo i ratifico” (eso es: tijeretas!) “en qe
los asonantes no eran conozidos por este nonbre en el siglo quinzeno.” –
Sobre cuyo supuesto metimiento su antagonista, retrucando-le, podría dar-
le en caperuza con aqella sabida cantinela (pues nadie le metió) de
“tú te metiste…” &
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Establezida puês la cuestion, i dictada por el liz. Capazos en estas
prezisas palabras qe firmó i rubricó de su mano: “En el siglo 15” los
asonantes no eran conozidos ni por este nonbre; el otro liz. á quien
incunbia probar lo contrario, contrapuso al suyo una autoridad esplízita i
terminante de un escritor del siglo XV; donde no-acaso ni una sola vez,
sinó repetidas hasta 6, i á zienzia zierta llama asonante al asonante, en los
términos qe se ha visto en el primer escrito, ú lláme-se Capuz 1.º
I no se crea qe el autor alegado por Gallador pueda ser recusado
como juez inconpetente en la materia, ó qe sea por ahí un escritorzuelo
desconozido ú vergonzante: no es sinó un mäestro del arte, cuyos escritos
andaban de mano en mano: “fué (como le llama Luzan) el injenio de aquel
tienpo, el poëta de la corte”, zélebre dentro i fuera de España, en vida i en
muerte, por sus obras líricas, bucólicas i dramáticas, inpresas i reinpresas
varias vezes no ménos qe en Salamanca, i aun representadas (escriben
graves autores) delante de los Reyes católicos: es el famoso Juan de la
Ezina, autor del Arte de trovar.
Una autoridad tan respetable á cualquiera le sellara los labios; pero
no será sinó á cualquiera qe no sea el inpertérrito Capazos. La “autoridad
de” Juan de la Enzina, ó sea-se “el poeta de los dislates”, con cuya galana
perífrasis ha qerido nombrar-le nuestro insigne Capuzado, dize este qe “no
basta á tapar-le la boca”.- Lo qe me haze temer qe una tal boca no se tape
con ménos qe piedra y lodo, visto qe no bastan á zerrar-se-la autoridades ni
razones. La qe él alega para desechar la autoridad de J. de la Enzina es qe
sus “obras, aunqe parezen escritas azia los años 1497, espezialmente su
poética, no se acabaron de inprimir en Salamanca por la primera vez hasta
el año de 1507”.- Premisas i consecuenzia qe, segun mi pobre sindéresis,
dizen entre sí tanta correlazion como aqellas
“Aunqe es mui zierto qe Dido
visitó á don Pedro el Cruel,
i qe la hermosa Raquel
jura haber visto á Cupido
á los pies de san Miguel;
No por eso dejará
de ser igual-mente zierto
qe un gran padre del desierto
por purgarse con maná,
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hubo de quedarse tuerto”,
de los versos qe imitó Iriarte de J. de la Enzina.- Sinó, vamos por partes.
Dos conprende esta respuesta de nuestro causídico Ca-pazos. 1.ª el
tienpo en qe se hubieron de escribir las obras de J. de la Enzina
(espezialmente su poética): 2.ª el en que se hubieron de inprimir.
En cuanto á la primera dize C., en aqel cobarde encojimiento ménos
propio de su arrojo qe de su reconozida insufizienzia en la materia, qe
“parezen escritas azia los años 1497”.- Analizemos esta proposizion. “Azia
los años 1497” quiere dezir en buen romanze el M-CCCC-XC-VII, año
mas ó ménos, año [antes] ó año despues. “Escritas” está ó puede estar aqí á
dos visos: conviene á saber, qe lo fueron ó qe lo estaban; qe son sentidos
mui diversos.- Aclarada así esta cláusula torpe ó bellacamente preñada i
enigmática, respondo i digo: qe año i aun años ántes del 97 soga larga tiene
nuestro Capuzado para estender-se á dezir á boca llena, no ya solo qe
parecen sinó qe aparecen escritas las obras de Enzina.- I si el año de 97
estaban ya escritas, dezir qe despues del 97 lo parezen, ¿no le parecerá á
cualquiera una perogrullada? I dezir qe lo fueron ¿no será un disparate?
Disparate i mui disparate; disparate qe vamos a demostrar, en el seguro de
qe nuestro liz. no ha podido incurrir en tal disparate sinó en cuanto honbre,
porqe en cuanto estoico es visto qe ni puede engañar-se ni engañar-nos.
Si el señor liz. hubiera leído las obras de Enzina, á fe qe no andaria
tan indeterminado i perplejo en esta su contestazion. En efecto el Arte de
trovar “espezialmente” costa qe estaba ya escrito el año de 1497; i por la
fecha vaga qe el liz. le da costa además qe él no las ha leido, porque con
solo leer el proëmio ú prólogo-dedicª al malogrado prínzipe don Juan,
hubiera visto qe hablando el dedicante con S. A. no podia ser despues del
año de 97, porqe ántes de espirar este año ya habia el prínzipe espirado: i
cuando le dedicaba Enzina su Arte estaba su Mecenas vivo i sano, segun qe
lo declaran, entre otras, éstas palabras de la dedicatoria: “Acordé de hazer
un arte de poesia castellana… para enseñar á trovar en nuestra lengua...;
porqe es mui jentil ejercizio en el tienpo de oziosidad; Z confiando en la
virtud de V. R. M. atreví-me á dedicar esta obra á su eszelente injenio,
donde ya florezen los ramos de la sabiduría; para si fuere servido, estando
desocupado de sus arduos negozios, ejerzitar-se en cosas poëticas… qe lo
qe ya su vivo juizio por natural razon conoze, lo pueda ver puesto en arte
segun lo qe mi flaco saber alcanza.” – Ahora bien: “en 4 de octubre…
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(1497) fallezió en Salamanca el prínzipe don Juan” (V. Colmenares, Múros
de Anglerïa, &)… luego el año de 1497 estaba ya escrito “espezialmente”
el arte de trovar.
¿Pero se escribió el mismo año de 97? – Costa incontestablemente qe
ya algunos años ántes estaba escrito, i qe lo estaban tanbien las demas
obras, por dos pasajes bien ovios de ellas, qe (si el señor lic. C. hubiera
alcanzado á ver cualqiera de las ediziones del Canzionero de Enzina) se le
hubieran luego venido a los ojos. Efectivamente en la dedicazion de dicho
Canzionero ú copilazion de sus obras á los Reyes católicos, dize el autor:
“Bien creo en esta mi copilazion habrá tanto de malo qe lo bueno no se
parezca; mas esfuerzo con esto qe tôdas son obras hechas desde los 14
años hasta los 25: adonde para lo qe en mi favor no hiziere, me podré bien
llamar á menor de edad”. – Item mas: al volver de la hoja del fróntis dize
así: “Tabla de las obras qe en este Canzionero se contienen, hechas por
Juan de la Enzina desqe hobo 14 años hasta los 25” - ¶ “Primera-mente un
proëmio a los Reyes católicos, nuestros señores, á fo. II. Otro proëmio al
prínzipe, nuestro señor, fo III El arte de trovar fo IIII.” & - (Note-se qe
éstas tres piezas inpresas en la 1.ª edizion, de Salamanca, se reprodujeron
en tôdas hasta la última, ó la qe yo creo tal, de Zaragoza, hecha por Jorje
Coci año de 1516). Ahora para saber en qe año al ménos estaba ya escrito
el arte de trovar zitado por Gallador, resta despejar una incógnita.
¿Cuândo cumplió Enzina los 25? Enzina mismo nos da los datos para la
resoluzion del problema. El año de 1519 al partir-se de Roma á su viaje á
Jerusalem con el marques de Tarifa, dize él mismo en su “Trivajia” inpresa
en Roma de vuelta de Tierra-Santa en 1521, i reinpresa la última vez en
Madrid el siglo pasado, qe tenia cunplidos 50 años: luego cunplió los 25 el
de 1494: luego es indudable qe el arte de trovar estaba ya escrito el año de
94.
Con esta firmeza de pulso escriben los qe tienen zienzia positiva de
lo qe se escriben; i con esa mano vazilante y trémula y con esas espresiones
vagas de parezer i azia & los qe se arrojan á poner pluma en papel sobre
materias qe no poseen.
Sin gran posesion de la presente, casi con solo leer los títulos y
dedicatorias de las obras de Enzina pudiera el lector ménos atento venir en
conozimiento de qe ya muchos años ántes debieron estas de ser conozidas,
pues qe andaban de mano en mano tan mal traidas cual digan dueñas; causa
porqe se vio su propio autor prezisado a juntar-las en un cuerpo.- Estas son
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sus propias palabras, qe son de ver en la dedicatoria á don Fabriqe de
Toledo i doña Isabel Pimentel, duqes de Alva (“Canzº fº VI, á la vuelta del
Arte de trovar”). “Porque andaban ya” (dize Enzina qe hizo la copilazion
de sus obras) “tan corronpidas e usurpadas… qe ya no mias mas ajenas se
podrían llamar: qe de otra manera no me pusiera tan presto á sumar la
cuenta de mi labor Z trabajo. Mas no me pude sufrir viéndo-las tan mal
tratadas, levantándo-les falso-testimonio, poniendo en ellas lo qe yo nunca
dije ni me pasó por pensamiento.”
Pero sigamos la vareta á nuestro liz. por el hilo de su enmarañado
discurso.- El señor liz. C. desestima la autoridad de J. de la Enzina porqe
sus obras aunqe escritas en el siglo XV, no se inprimieron segun él hasta el
siglo XVI. Es dezir en sustanzia qe el señor liz., para qe le hizieran fe las
obras de Enzina, las querria de letra de molde (como la bula de la Cruzada):
i como no estaban de letra de molde… ya se ve: porqe al fin la letra de
molde… De consiguiente no estando el libro en el siglo XV de letra de
molde, concluye nuestro C. insigne, i dize: ergo las doctrinas qe el libro
contiene no pudieron ser conocidas en el siglo XV: ergo en el siglo XV no
fueron conozidos los asonantes qe se esplican en el libro.
Aquí, si mi liz. no se me abroncara, quisiera yo hazer un par de
mementos filosóficos, no prezisamente á la estoica (pues no soi digno de
pronunziar tan santo nonbre), sinó á lo ideático u sea ideologal; i despues
diria: “Venid acá, buen varon: ¿qé májica virtud es la qe enzierra el molde,
qe le privilejia tânto sobre todos los modos conozidos de escribir, qe el sea
esclusivamente qe dé ser i vida á los pensamiento? Al cabo un libro de
molde ¿se diferenzia de un libro de mano, sinó en estar escrito con otros
arreqives? ¿Dize mas ni ménos el uno qe el otro? ¿Los diferenzia otra cosa
qe el vestido? ¿I es posible qe una tan vana esterioridad ha de induzir tanta
diferenzia del uno al ôtro, como hai del ser á la nada?... ¡O filosofía estoica,
qe golpe tan fiero i contundente acabas de rezibir de tu mas senpiterno
predicante…! ¡O Epicteto, qe hazes qe no vienes corriendo á la cos-cojita á
alunbrar á este tu desalunbrado diszípulo con tu candil legañoso?
Verdaderamente qe si el raziozinio de nuestro liz. folósofo fuera
verdadero, tarde amanezió al mundo la aurora de las zienzias: hasta la
invenzion de la inprenta todo estuvo en las tinieblas del cáös, i nada hasta
esta época se podrá dezir qe fue conozido. Cualqiera pues qe discurriese
segun la lójica estoiqi-cavalerística, tratándo-se v. g. de si la doctrina del
Enqiridion fue conozida en el siglo I, fallaria gravemente qe aunque el
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Enqiridion pareze escrito (ú dictado) azia el año tântos mas cuântos del
siglo tal, como no se acabó de inprimir hasta 14 ó 15 siglos despues, no fue
conozido hasta el siglo cual.- Otrosí, señor liz. si solo hiziera fe lo inpreso
¿qe serïa de la fe pública depositada en los protocolos? ¿qé caudal se podria
hazer de tanto como han escrito en derecho el mismo liz. i sus dignísimos
colegas? Si tratándose de si fueron conozidas en el siglo XIII las leyes
Siete-Partidas, le respondiesen á V. en tono de sentezia de Mil-i-quinientas
qe no, porqe aunqe parecen escritas azia los años de 63 de dicho siglo, no
se acabaron de inprimir en Sevilla hasta el siglo XV, año de 91, ¿podría V.
contener la risa? I si en vez de darle por 1.ª la inpresion de Montalvo del
siglo XV, qisiese enbocarle por tal la de los tres zincos (555) del siglo XVI
por Gregorio Lopez, ¿no redoblaria V. la risotada? – Pues ria V. si sabe,
señor liz.: ria á todo su saber, qe de lo suyo rie.- “Agora lo veredes” dijo
Agrajes.
Pues toda la dificultad en declarar asonantes por conozidos en el
siglo XV está en qe el libro qe los esplica esté inpreso; por cuanto a nuestro
liz. no le haze fuerza su testo como no esté en letra de molde. Por eso no se
me ha de ir descontento el señor liz.: yo se le daré inpreso en el siglo XV.
Parezerá temeraria esta promesa, despues de la dezision tôtal qe tan
rotundamente deja arriba estanpada el anapeable Ca-pazos: á saber, qe
“aunqe parezen escritas” (las obras de J. de la Enzina) azia los años de
1497, espezialmente su poética, no se acabaron de inprimir en Salamanca
por la primera vez hasta el año de 1507”. I aun parecerá mas qe temeraria
temerosa, al ver en segida (sic) al mismo señor liz. levantar-se á mayores
remachando el clavo en esta forma: “El liz. Gallador zita las inpresiones i
reinpresiones hechas en Salamanca, Zaragoza, &, dentro i fuera del siglo
quinzeno: i falta a la verdad en suponer una edizion [anterior] á la qe dejo
señalada”. – Hablara yo mas bien criado, respondió al caballero: - pero
dejemos-nos de caballerïas, i vamos al caso.- Yo puedo aqí perdonar al
caballero del capuz lo descortés, pero ni puedo ni qiero perdonarle lo falso.
Vamos pues á razones, qe las burlas se van tornando veras…; - pero
vuélvo-me á lo joco de lo serio, al leer el porqe qe nuestro gran liz. alega
en apoyo de una proposizion tan atrevida bajo todos los respectos. No hai
tal edizion del siglo XV, dize Ca-pazos, porque si la hubiera, buen cuidado
hubiera tenido (Gallador) “en espezificar-la dibujando-nos el frontispizio
con todos sus adornos”.-
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¡Calle, calle! ¿con qe esas grazias me tiene el tal G.? Espezificar las
inpresiones de los libros, i hasta dibujar sus portadas! ¿Sabe V. lo qe V. se
deja dezir, señor C.? ¿Sabe V. el juego qe V. da contra sí? – Sí, porqe
estando todo el tope en la fecha de un libro, i soliéndo-se poner esta en el
fróntis, i siendo G. tan minuzioso i atildado en este punto, qe es todo el
busílis, reconoze V. en su contrario las prinzipales zircunstanzias qe se
requieren para ser reconozido por perito en la materia. Mas permíta-me V.
qe le diga qe aprehende con demasiada intension: sí, porqe siendo G.
curioso en esos primores de bibliografia, deduzir por consecuenzia forzosa
de qe G. no espezificó tal edizion, qe tal edizion no existe, es consecuenzia
tan forzada como la anterior de: tal libro no se imprimió hasta tal siglo;
luego hasta tal siglo no se reconozió su contenido.
Mas para qe V. vea con cuânta desconfianza debemos caminar,
cuando no tenemos mas guia ni salvaguardia qe los prinzipios de criterio qe
nosotros nos forjamos; voi á demostrar qe para haber una inpresion de las
obras de J. de la Enzina hecha en el siglo XV no obsta qe Gallador no la
haya espezificado ântes, la espezificará ahora, ya qe no copiando su
prinzipio, copiando su fin, qe es el qe aqí nos haze al caso para desenpeño
de esta 2.ª parte de nuestro discurso.
Todo esto puede hazer-lo G. con tanta mas puntualidad, cuanto qe ha
manejado mui detenidamente la edizion prínzipe del Canzionero de J. de la
Enzina, hecha en Salamanca (mal qe le pese al liz. Capuces) el año de
1496, de qe ha visto tres ejemplares: uno de ellos ecsiste en la biblioteca
del Escorial, donde le vio la última vez el año de 1822 en un viaje literario
qe hizo á aqel monasterio en romerïa con otros amigos, de los cuales
algûnos ecsisten actualmente en Cádiz.- La zita es fázil de evacuar.
Mas como esta contestazion no está de letra de molde, temeroso de
qe su adversario se la desaire, produzirá en su apoyo (i de molde) otros
testimonios de personas qe han visto el mismo libro i merezen entero
crédito.
No creo deje de merezer-se-le á nuestro insigne liz. su gran maëstro
Mayans. Pues Mayans en la vida de P. Virjilio Maron, §197, dize así “Es
zierto qe Johan del Enzina en el año 1496 publicó en su patria Salamanca
sus poesïas en folio”. – Otro-tanto dize el P. Sarmiento en sus Memorias
para la poesïa española (Galláicus únus magíster álter).
Pero no son estas las autoridades con qe yo mas qiero escudar-me,
sinó las de escrïtores qe personalmente he tratado, i de quienes me consta
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qe han visto la zitada edizion del siglo XV.- Sea la 1.ª la de un sujeto qe
vive i bebe: el actual secretario de la Academia de la historia don Diego
Clemezin, el cual en las preziosas “Ilustraziones al reinado de doña Isabel
la católica”, inpresas el año de 1821, dize así al f.º 567: “Juan del Enzina,
zélebre músico i poeta del tienpo de los Reyes católicos, insertó en su
Canzionero, libro rarísimo inpreso en Salamanca el año de 1496, una
conposizion con el título de “Triunfo de Fama”.
Zerremos enfin la plana con llave de oro, i tapemos á nuestro liz. la
boca con un tomo en 4.º inpreso en Madrid año de 1796 en la ofizina de
Ibarra, su título “Tipografía española, ó histórica de la introduczión,
propagazion i progresos del arte de la inprenta en España” por el P.
Franzisco Mendez. Como el objeto de este dilijentísimo bibliógrafo era
tratar de los libros en cuanto libros i hazia las descripziones de los libros
con los libros delante, marcando como punto capital las fechas de las
inpresiones; su autoridad en este punto es la mas respetable. Este puês
historiando los anales de la inprenta de Salamanca, año de 1496, al f.º 247
describe el “Canzionero de todas las obras de Juan del Enzina”, el cual
dize es un “tomo en folio, letra de tórtis”. Dize mas: qe el ejenplar que tuvo
presente se le franqueó don Joaquín Pastor, ofizial 1.º de la Secretaria de
tenporalidades, bien conozido entre los literatos, mui curioso é intelijente”
&, i finalmente copia el menbrete de la inpresion puesto segun estilo de
aqel siglo, al fin del libro, qe dize así:
¶ “Fue impreso en Salamanca à veynte
dias del mes de Junio de M-CCCCZ XCVI.”
(A 20 de Junio; sin duda para el 30, dia de cumple-años del prínzipe, tener
ya ejenplares qe poder presentar á S. A.)
Con tan sólidos fundamentos puês, como son la evidenzia de los
sentidos, i las autoridades fundadas en evidenzia zita el liz. Gallador una
inpresion de Juan de la Enzina hecha en el siglo XV. Vea-se ahora, visto lo
visto, qîen es qien falta á la verdad: bien entendido qe el qe en el caso
presente falta á ella, no ha faltado solo á la verdad, sinó á todos los buenos
respetos qe se usan en el trato razional de las jentes.
A una baterïa tal de hechos i razones, alegadas en aqel pleno
conozimiento qe da la zienzia intuïtiva i la zircustazia nada comun de haber
visto i cotejado zerca de una dozena de ejenplares del Canzionero de
Enzina (qe puede qe no hayan qedado muchos mas en el mundo), - deseará
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el curioso lector saber con qé fuegos responde el intrépido Ca-pazos.- ¿Con
qé ha de responder el cuitado si tiene la mecha apagada? ¿Qé ha de
contestar, si en su vida ha alcanzado á leer ni un solo ejenplar de ninguna
de las ediziones?
En efecto, lector benévolo, todo esto me costa, i como tal lo aseguro
bajo la fe de honbre de bien. (“Osténdam géntibus nuditátem túäm”):
Descorramos de una vez el velo qe cubre á nuestro estoico de Mostazilla.
El sabio C. no sabe en esta materia mas ni tiene apénas mas mérito ni culpa
qe haber copiado, verdad con error, lo qe dize Luzan en la edizion póstuma
de su “Poética” (lib. 1.º, cap. IV). Estas son sus palabras: “J. de la Enzina…
florezió en tienpo de los Reyes católicos; i sus obras, qe se han hecho
rarísimas, se acabaron de inprimir” (no dize “por la primera vez”, ni dize
“no”, ni “hasta” ni cuerno) “en Salamanca año de 1507. Al prinzipio de
ella pone el Arte de trovar ó Arte de poesïa castellana dirijido al prínzipe
don Juan qe murió año 1497.-
El liz. G. se podria qejar aqí del desaire qe á la justizia qe le asiste ha
hecho su amigo C., engreido con su Luzan tan ziegamente qe prefiere
copiar (i con notables aumentos de grazia) los errores estanpados de êste á
creer las verdades escritas de mano de aqel. Pero conoziendo lo qe son
flaqezas humanas, se haze cargo de la predileczion i entusiástico respeto de
C. á todo lo qe está en letra de molde, i así no estraña qe se deje persuadir
más de los errores de estanpa qe de las verdades de pluma. Eso va en
encarnaduras.- Volvamos á nuestro pleito.
Pues el gran obize para negar-se el liz. C. á confesar qe los asonantes
fueron conozidos en el siglo XV, estaba en qe las obras de Enzina qe se le
zitaban en contra, no estaban inpresas en el siglo XV.- Ergo… pille-te:
“Pille-te, Martin; pesqé-te.”-
Eso quisiera para reirse; pero no se verá en ese espejo. Ahora sale su
contrario por otro rejistro. No, señor (dize): “Ni aunqe (fatal es nuestro liz.
en sus aunqes, como otros conpañeros lo suelen ser en sus i-porqes) “ni
aunqe la poética de Enzina se hubiese publicado en el año de 1497”, “mi
opinion qedaba destruida sinó zensurándo-la con todo rigor; pues”
(“¡Atenzion, noble auditorio!)
2, ó 3 años de aqel siglo, los últimos de él, deben considerarse como
introduczion á los suzesos del siglo XVI.”
Esta sí qe es bala roja! – Qitarse los años de la edad ya es treta
antigua de la coqeterïa elevada à proverbio en aqel adajio galante de qe en
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las damas los años en llegando á 2 con 0, son de zera. Así se remozan las
Qintañonas echando jareta á su edad. Pero remozar los siglos, la invenzion
de los siglos elásticos
(“¡Oh invenzione prelibata!)
êsta estaba predestinada para solo el caletre del inmortal liz. Capazos
Capuzado i otras yerbas.”
La gran osadïa es propia de los grandes injenios. Si hasta aqí se han
tenido al par de dogmáticas las verdades matemáticas, como emanazion
pura de la Eterna sabidurïa, êsa fue cobardïa de espíritus pusilánimes: pero
ya en el día tenemos qien juegue al qita i pon con la tabla de contar
haziendo pasa-pasa á los años de los siglos, i á los siglos de los siglos.
El inventor debe pedir una patente; i los años i los siglos qe rebaje se
deben llamar de patente: i por mia la cuenta si no se haze de oro con solas
las damas Saras i los millonarios Matusalenes. El mundo todo, hasta el
mundo mismo, va á ganar en manos de nuestro gran C.; porqe tal cual está
de viejo i cascado este pícaro mundo, en tomándo-le qe le tome nuestro
honbre por su cuenta, á dos menëos qe le dé, corte de aqí, zerzene de allí,
nos le va á dejar como nuevo.- ¡O mundo, mundo, i como te tundo! Ahora
sí qe tendrémos mundo nuevo i nuevo mundo i todo, ¡mal año para Colon,
Américo Vespuchi, Fontenelle i toda la demas jentezuela de toti-li-mundi!!
Pero mi gozo en el pozo. Mucho me temo qe al llegar á la prueba de
estos siglos de patente de nuestro español Casca-siglos demos con los
huevos en la ceniza, como suzedió con los huevos del silojismo del escolar
de Salamanca. I va de cuento. – Era-se un estudiante sumulista qe, despues
de un año de lójica, en aqellos siglos dichosos en qe la lójica se llamaba
súmulas, acabado el curso, volvia a pasar la veranada en casa de sus padres.
Su padre, buen labrador, liso, llano i abonado, qeriendo saber si Salamanca
habia entrado en su hijo, como su hijo en Salamanca, le preguntó qé habia
estudiado? Lójica, padre.- I ¿para qé sirve eso, hijo?- Padre, para hazer
silojismos.- I esto para qe es bueno? Diré a V. padre (respondió el hijo): los
silojismos sirven, como v. g. (estaban sentados á la mesa donde acababan
de servir un par de huevos) ve V. estos dos huevos? Pues con un silojismo
vôi yo á hazer con estos 2 huevos 3.- Eso no es malo para la casa. Mira
mujer, lo qe sabe tu hijo! – continuó el hijo, i silojizó sobre los huevos en
esta forma: Aqí hai dos huevos.- Es verdad.- Donde hai 2 hai 1. Zierto.- 1 i
2 son 3: ergo aqí hai 3 huevos.- Enhorabuena, (dijo el padre con
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socarronerïa, echando mano á sus huevos) pues mira, hijo, este huevo es
para tu madre; estôtro para mí; i tú te comes el huevo del silojismo.
Nosotros así deseamos á nuestro liz. por su invenzion muchos i
largos años de zelebridad de las zerzenaduras de los siglos qe tome por su
cuenta: i dejando-nos de cuentos, vamos á dar fin á la cuestion.
No olvidemos qe êsta versa sobre si fueron ó no conozidos los
asonantes en el siglo XV: hemos demostrado con documentos
irrefragables, qe sí lo fueron, porqe en el siglo XV se escribió e inprimió el
Arte de trovar de J. de la Enzina, de qe copiamos varios pasajes donde se
esplica qé es asonante. Hemos puesto de bulto ademas los nuevos i torpes
errores qe el liz. C. comete en su contestazion. ¶ Ergo… nuevo capuz, ó
capuz 2.º al liz. Capazos: ergo tenemos ya al liz. C. de capuz i sobre-capuz,
qe vale tanto como con bonete i borla de Capuzado ¡Recapuzado –Qe le
sea mil vezes enhorabuena; i lo deseche con una de terziopelo!
¿Qé le resta ya á nuestro liz. Recapuzado, sinó retractarse
sinzeramente de sus errores? Retrácte-se pues, i no se nos venga con
recancarillas de poner i qitar años á los siglos: un siglo son zien años, ni
mas ni ménos, cuenta redonda. No qiera acá ahora enbaucarnos con el
tranpantojo de qe los 2 ú 3 años últimos del siglo XV se deben considerar
como prinzipios de XVI: con eso allá á los páparos qe comulgan con ruedas
de molino: qe el liz. Gallador es mui estrecho de tragaderas, i al fin-fin
retorziendo el argumento le podrá contestar qe si los últimos años del siglo
XV se deben contar como prinzipios del XVI, tanbien los primeros del XVI
se deberán contar como fines del XV: hé-te-me entónzes á nuestro liz. con
los huevos de su silojismo hechos tortilla sobre su huera chola.
Retrácte-se repito, retrácte-se nuestro buen liz., i no sea terco; mire
qe se lo aconseja qien bien le qiere, i contenple qe no puede pasar por otro
término qe le esté bien a su honra. Porqe, una de dos: o retractar-se, ó no
tener razón: de aqí no hai escape; pues lo qe es tener razon i no retractar-se
en la cuestion presente son dos cosas qe no pueden ser, i tan no pueden ser
como símul-et-una soplar i sorver. De sabio es mudar consejo: yo bien
creo qe los sabios de la escuela de qe nuestro estoico se ha borlado, segun
él dize en su sabio introito, no se retractan jamas: pero ¿hai mas qe dejar la
borla de estoico? Yo á trueqe de tener razon aseguro á fe mia qe renunzio á
todas las borlas i muzetas de este mundo. Al cabo el señor liz. C.
Recapuzado, renunziando á esa borla, no se qeda ningun pelon: porqe en
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todo caso liz. me llamo, cuyo grado sienpre le ha de dar mas honra i
provecho qe el título mondo i lirondo de filósofo de piedra.
Sobre-todo tanbien ¿retractar-se qé es? La retractazion de un error es
el codizilo de la razon, es la última i única valedera voluntad (digamos-lo
así) del entendimiento: i, bien por mal, sienpre vale más tener razon, qe no
haberla tenido. ¿De qé se trata en suma? De una cuestion de chirinola.
¿Qién qita qe uno sea un gran abogado, i aun (mas diré, i no puedo dezir
mas) qe un honbre sea un gran “profesor de la verdadera doctrina moral”, i
no sepa qe los asonantes fueron conozidos por su nonbre en el siglo XV?
Ahí está, sinó, en los Eliseos Epicteto con su candil i su pata galana, allí
está M. Aurelio mismo con su corona i zetro; i lo qe es mas i mejor, ahí
están mascando gloria en el Enpireo mil i mil santos qe se fueron al zielo
vestidos i calzados sin entender una palabra de asonantes. Esto es lo qe
inporta, señor liz.; i crea V. qe todo lo demas es viento, humo i vanidad de
vanidades; porqe según dize no sé si el “Espejo de cristal fino i Antorcha
qe aviva el alma”:
“Porqe al fin de la jornada
aqel qe se salva sabe;
qe el que nó, no sabe nada.” –
Cadiz 1.º de abril de 1824.- Gallador.
P.S. El liz. G. se limita por ahora á la via de la persuasion amistosa,
remitiendo á mejor tienpo el entablar su demanda ante el tribunal de Apolo;
hecho cargo de qe en este juzgado no se admitirá ninguna instanzia de Ca-
pázos sin qe lleve ântes el V. B. de Esculapio, qe no se podrá espedir hasta
qe llegue una remesa qe se está esperando de eléboro de los Antíziras.
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