View
1
Download
0
Category
Preview:
Citation preview
LAS AVENTURAS DE CORONTE
Maria del Valle Majón Fernández
Maria José Martín Mayén
Flora Romero López
LAS AVENTURAS DE CORONTE
Ni aquí ni en ningún lugar vivía un saltamontes llamado Coronte que no sabía saltar
¡Pobrecito el saltamontes Coronte! Nadie en su pueblo de saltamontes quería jugar con
él, siempre se quedaba el último en todo, sus amigos jugaban a ver quien saltaba más y él
lo intentaba pero nunca podía ganar. Creció, creció, creció y se hizo mayor, pero no
consiguió poder saltar. En su pueblo ya nadie lo quería, se pasaba solo todo el día y comía y comía hasta que más no le cabía. Harto de estar solo
el saltamontes Coronte lleno su atillo y cargado de pena se comió una magdalena. Sin mirar atrás, lo abandono todo y comenzó a caminar.
Caminó, caminó hasta que anocheció y en un árbol grande, grande se refugió. El saltamontes Coronte lloraba porque solo estaba, hasta que se
acercó un hada con unas verdes alas y le dijo:
- ¡Ssh ssh tú! Saltamontes Coronte. Si si tú.
- ¿Quién yo?
- Si tú. Estoy aquí, ¿No me ves?
- Aah si ya te veo, es que te confundí con las hojas. Nunca vi un hada con verdes alas.
- Pues ya ves que sí. Tú ¿Por qué lloras?
- Porque estoy solo y tengo miedo
- ¿pues sabes qué hago yo cuando estoy sola y tengo miedo? Digo estas palabras mágicas:
“No, no tengas miedo
No sufras, no hay nada que temer
No, no tengas miedo
el miedo va a desaparecer”
Tras esto el miedo se fue, la noche pasó y pronto amaneció y el saltamontes Coronte molesto por los rayos del sol se despertó. Contento,
comenzó a caminar, con muchas ganas de viajar y cantando la canción que su padre le enseñó, que decía así:
“Andando voy
Andando vengo
Por el camino yo voy comiendo,
Andando voy
Andando vengo
Por el camino yo voy contento”
Caminado, caminando a un pueblo llegó, de repente algo llamó su atención, no lo podía creer veía águilas con el pico dorado, alas azules y
patas del revés. Entre tantas iguales una le sorprendió porque estaba sola escondida en un rincón, a ella se acercó y le pregunto:
- Hola soy el saltamontes Coronte.
- Yo soy el águila Titila.
- ¿Por qué estás sola aquí?
- Porque no quiero que nadie se fije en mi y se vuelvan a reír.
- ¿ y porque se iban a reír de ti?
- Porque mi pico no es dorado, mis alas no son azules y mis patas no están del revés, y para colmo un parche en el ojo que me impide ver.
- ¿Y qué importa? Yo soy un saltamontes y no puedo saltar.
- Pues yo sin mi ojo no puedo cazar y del pueblo me quieren echar.
- Pues no estés tristes y no tengas pena, vente conmigo que te doy una magdalena.
Los dos abandonaron el pueblo buscando un nuevo destino, sin miedo y cantando por el
camino:“Andando voy
Andando vengo
Por el camino vamos comiendo,
Andando voy
Andando vengo
Ya no voy solo, yo voy contento”
al dia siguiente al despertar el águila Titila se sorprendió porque su parche desapareció. Y preocupados Coronte y Titila rápido caminaron en
busca del pueblo más cercano. Encontraron un supermercado y un parche nuevo compraron. En una plaza descansaron y una cebra se acerco y
su ayuda les pidió:
- Hola amigos soy blanca cebra, tengo un problemilla, ha llovido y mis rayas
negras han desaparecido.
- Pero ¿cómo que las rayas desaparecen?
- Porque blanca nací y para que no se burlen de mi, rayas me pinto para blanca
no seguir. Pero ya estoy harta.
- Pues a nosotros nos gustas mas así, ven con nosotros y serás más feliz.
- ¿ y mi familia qué pensará de mi? Me da pena dejarlos aquí.
- Comete esta magdalena que quita las penas y vámonos de aquí.
Blanca cebra más animada el pueblo abandonaba, junto con estos amigos una nueva vida comenzaba. El saltamontes Coronte y el águila Titila le
enseñaron a Blanca cebra su canción preferida:
“Andando voy
Andando vengo
Por el camino vamos comiendo,
Andando voy
Andando vengo
Ya no voy solo, yo voy contento”
El saltamontes Coronte, el águila Titila y Blanca cebra tras varios días de viaje se toparon con dos verdes elefantes, uno era gordo y muy grande, y
el otro era pequeño y muy risueño, pero al pequeño algo le faltaba, en su rostro ninguna trompa asomaba. Ellos asombrados observaban como el
grande con su trompa al pequeño alimentaba. Se acercaron y a estos elefantes les preguntaron:
- ¿Cómo es posible que no tengas trompa y tengas amigos?
- ¿Porque no iba a tener amigos?
- Porque somos diferentes y de nosotros se burla la gente. Nunca hemos tenido amigos hasta que nos conocimos.
- Eso es una barbaridad. Nosotros somos todos amigos de verdad, venid a mi pueblo y lo podréis comprobar.
El saltamontes Coronte, el águila Titila y Blanca
cebra acompañaron a los elefantes para conocer
eso que decían tan interesante. Cuando llegaron
boquiabiertos se quedaron, todos los que allí
vivían rebozaban de alegría; grandes, pequeños,
altos, bajitos, con patas sin patas, rayados, sin
rayas, con trompa y sin trompa, cada uno en aquel lugar era excepcional.
Los tres aventureros cuando lo vieron pronto lo decidieron, aquel pueblo era espectacular, ya no caminarían más. Y para celebrar que aquel seria
su nuevo hogar, magdalenas repartieron por el lugar.
Recommended