Los tres osos

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Los tres osos

Cada uno de ellos tenía una silla para sentarse: una silla grande para el papá Oso, una silla mediana para mamá Osa y una silla pequeñita para el Oso chiquitín.

Tenían también tres camas de su tamaño.

Y tres platitos para su sopa.

Aquella mañana, mamá Osa acababa de hacer la comida y de colocar los tres platos echando humo encima de la mesa.

- Parece que está muy caliente la comida - Dijo mamá Osa - . ¿Queréis que, mientras se enfría, vayamos a dar un paseo por el bosque?

Se sentó, por fin, en la silla pequeña y... ¡era justamente de su tamaño! Estaba tan a gusto que empezó a balancearse hasta que... ¡zas!, ¡la silla se rompió...! Un poco asustada

Margarita entró en el comedor y vio tres platos de sopa. Probó la sopa del plato grande, pero estaba demasiado caliente. Probó luego del plato mediano, pero también quemaba un poco. Probó, por fin, la del plato pequeño y estaba... ¡riquísima!; así que se la comió toda.

Y, viendo en un rincón una cunita pequeña, se acostó en ella. Era tan cómoda, tan cómoda, que se quedó profundamente dormida. Tan profundamente dormida que no oyó llegar a los tres osos, que volvían de su paseo por el bosque.

Nada más llegar, vieron sus sillas y dijo el Oso grande: - Alguien se ha sentado en mi silla... Y el Oso mediano: - Y en la mía. - Y en la mía también... ¡y la han roto! - Dijo el Osito, llorando.

Pasaron al comedor y dijo el Oso grande: - Alguien ha probado mi comida. Dijo el oso mediano: - También han probado la mía... Y dijo el Osito pequeño: - Alguien ha probado mi comida... y se la ha comido toda, toda, toda...

Subieron por la escalera al dormitorio, buscando al responsable de aquellos destrozos. La cama del Oso grande tenía toda la colcha arrugada. - Alguien se ha acostado en mi cama... La del Oso mediano tenía la almohada un poco torcida. - Alguien se ha acostado en mi cama... Y cuando el Osito pequeñín se acercó a la suya, vio a Margarita durmiendo tranquilamente y gritó: -¡Alguien se ha acostado en mi cama... y todavía está en ella!

Margarita había oído entre sueños el vozarrón del Oso grande, pero pensó que había tormenta con truenos y rayos. Luego oyó la voz tranquila del Oso mediano y... eso la espabiló un poco; pero cuando oyó la voz chillona del Osito pequeñín, se despertó de golpe y se sentó en la cama. ¡Qué susto se llevó, al ver a los tres osos mirándola fijamente! Se tiró al suelo y echó a correr. Llegó a la ventana y por ella saltó al jardín.

Corrió y corrió como una loca hasta llegar a su casa y pensó: "Ya no me alejaré nunca, nunca más". Mientras tanto, los tres osos en la ventana la veían correr y se reían de lo miedosa que era. Cuando la perdieron de vista, dijo el Oso mediano: - ¡Bueno, vamos a comer de una vez!... y a ti, Osito pequeñín, te voy a hacer una yema con azúcar. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado...

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