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Me adelante tantitoMe adelante tantitoMe adelante tantitoMe adelante tantitoMe adelante tantitoMe adelante tantitoMe adelante tantito
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ESCUELA DE ARTES PLÁSTICAS Y AUDIOVISUALES
SERGIO LOPEZ GOMEZ
ESCRITURA NARRATIVA
ME ADELANTE POQUITO
- Podrían los baños ser más asquerosos?
- Parece que los llaman baños de hombres
- Lo bueno que esos te tocan a ti
Doña Chawa platicaba con don Beto al término de clases, Hoy era martes y
contrario a lo que se pensara, los intendentes de la secundaria Francisco I.
Madero, aseaban los baños solamente dos veces por semana, martes y jueves.
Ese día era especial y por raro que pareciera, Don Beto ansiaba tanto que las
clases del día acabaran, para así ir directo a los sanitarios y aunque esta parte no
le agradaba tanto, asearlos. Al menos de esta manera podría estar a pocos metros
de Chawa.
En el día no había nada más romántico para dos intendentes de 60 años , que
platicar por cerca de una hora y 45 minutos a 10 metros de distancia, bueno,
platicar porque eso intentaban, pero más que eso, parecía una discusión por los
gritos que daban al hacerlo.
Esta tarde sería única, en dos días seria el 14 de febrero y Beto no quería llegar a
los 21 años sin estar con una mujer. La ultima había sido su esposa, a quien hace
21 años la había abandonado, bueno, eso era lo que él quería creer y hacer creer
a los demás, pero la verdad era que aquella noche en la que él descubrió la
infidelidad de su mujer con el hombre a quien entonces casi podría llamarle
amigo, Juan el jardinero de las canchas de futbol. Al haberle empezado a gritar, su
mujer solo se separó del sudoroso cuerpo de aquel hombre y le dijo – deberías
tocar antes de entrar, déjanos solos, que él aun no acaba- Beto sabía lo que eso
significaba, tenía 39 años y sabía que su matrimonio de 5 con 10 de noviazgo
había terminado.
Esta era la historia que Beto, quien en la soledad y oscura noche del 14 de febrero
de cada año recordaba con tristeza, pero este año no, este año sería diferente,
este año Chawa lo esperaba para declararle su amor, no tenía nada que perder y
por el contrario Beto, tenía mucho que ganar.
Un par de besos, unas cuantas caricias y si tenía suerte uno que otro arrimón.
Beto paso toda la noche anterior pensando en las opciones al confesarse e
inevitablemente también considero las malas, un posible y cortante NO, y el nunca
volver a hablar con ella lo amenazo.
Eran las 2:30 de la tarde, los alumnos salían a las 3:00 al igual que los profesores,
sin embargo el timbre que hacía notar el fin de la jornada educativa, sonaba a las
2:45 pm y para las 2:50 los únicos en la escuela eran Doña Chawa, Beto y Juan,
aquel jardinero cortando el césped de las canchas de futbol al otro extremo de la
escuela.
Beto dejo la escoba rustica armada de ramas secas y la escondió en un arbusto,
caminó hasta la plaza cívica, al cruzar por esta, Limber, el jefe de jardines y áreas
verdes de la escuela le recordó que debía limpiar el auditorio para la reunión del
viernes próximo, con un leve gesto de mano, continuo su camino dejando a Limber
atrás, subió las escaleras que conducían al corredor tres y giro hacia la izquierda
rumbo a su “despacho”, tomo escoba, detergente y guantes y regreso al corredor,
dio vuelta hacia la derecha, camino 10 metros más y giro nuevamente a la
izquierda, donde los baños se divisaban a escasos 15 metros. Una gota gorda de
sudor bajo por su frente, hasta llegar a sus labios, quienes la recibieron sin
desagrado, como la cerveza de cada fin de semana. Se acercaba la hora de la
verdad.
Esperó por 15 minutos, era raro que Chawa se tardase tanto, puesto que en el
resto de los días, era ella quien siempre se adelantaba a su trabajo,- que increíble
mujer- se dijo al pensar esto. Y al mismo tiempo se dio cuenta que el único sonido
que escuchaba eran sus pensamientos y después de esto, nada.
1,2 y de pronto ya eran 3 minutos más después de la última vez que había
revisado la hora. Su pensamiento fue cortado por un suave pero prolongado
gemido, provenía de aquel baño al que solo había entrado en dos ocasiones, la
primera hacia tres años, cuando la escuela paso un drástico problema económico
y por una semana fue el único intendente, claro está que los días de aseado se
habían reducido a uno por semana, (no esperaba trabajar el doble por el mismo
pago) y la segunda vez fue la semana anterior, cuando Chawa había enfermado y
le había pedido el “favorcito” de cubrirla para que no le descontaran, claro él
accedió. Era por Chawa.
La curiosidad, aunada al retraso de Chawa, lo motivaron a entrar a aquel baño, no
esperaba que fuese algo, probablemente su imaginación, sí, eso sería, pues aquel
ligero gemido, si bien pudiese ser el resultado de un primer coito por alguna pareja
de la escuela, él estaba seguro que más que satisfacer sus necesidades
fisiológicas pre-adolescentes, los alumnos ansiaban tanto alejarse de la escuela,
que lo último que querrían seria pasar tiempo en ésta por voluntad propia,
sentimiento que Beto compartía con ellos.
Dejo los guantes rojos y el detergente en los lavamanos, se dirigió hacia la entrada
de la izquierda, por un momento se desconcertó al no ver el gran mingitorio
instantáneamente al entrar, luego recordó. Doce pequeños cubículos
encadenados iniciaban su aparición a la derecha, - Nosotros solo tenemos seis- se
dijo al abrir la puerta del primero y asegurarse que no había nadie. Hizo lo mismo
con el segundo, tercero y así hasta llegar al séptimo, fue ahí donde un ligero
murmullo le hizo parar su conteo, alguien estaba en el doceavo baño, ahora podía
ver incluso sombras, caminó un poco más rápido hasta casi llegar al décimo, se
detuvo al ver a Chawa salir corriendo del ultimo cubículo, (casi) se asustó.
Chawa abrochándose los últimos botones del clásico uniforme naranja, y
notablemente cansada, con algunas gotas de sudor en el cabello pegado a su
frente, y jadeando, no como si hubiese subido una gran escalera, sino más bien,
como aquel niño asmático quien después de dar unos pocos pasos tratando de
alcanzar a un amigo quien corre de él cae rendido en el piso. Ella dijo:
- Me adelante un poquito, ya sabes que me gusta llegar puntual
Beto aún sorprendido por su extraña aparición frente a él, camino hacia ella, pero
pocos pasos después se detuvo, se dio cuenta que no fue la única que se había
adelantado.
- ¡Que hubo Beto! Cuanto tiempo sin verte
Era Juan, quien abrochándose su grueso cinturón, mostraba una ligera sonrisa, la
misma sonrisa de hace 21 años.
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