View
288
Download
1
Category
Preview:
DESCRIPTION
presentación que nos hace reflexionar sobre el valor de la oración basado en un texto de Patxi Loidi.
Citation preview
Basado en un texto de Patxi Loidi. Realizado por José Manuel Pérez
¿PARA QUÉ VALE LA ORACIÓN?
Lo central de la oración es escuchar,
estar con Dios y dejarse querer y querer.
Esto es lo importante.
Nos surge la pregunta
¿para qué sirve la oración?
. Parecería que la oración es,
fundamentalmente, un dirigirse a Dios para
obtener algo de El.
Sería lo mismo que preguntar: ¿”para qué
sirve el amor, la amistad”? No para obtener
cosas, sino para muchísimo más, para
sentirse bien, ser feliz, ser yo mismo.
Una oración madura, adulta, sabe que la
oración es encuentro, comunicación amorosa
con Dios.
Sin amor no somos personas; sin contacto cercano, amistoso, amoroso, con Dios, no sabemos quién es Dios; como no sabemos quién es alguien si solo tenemos una relación comercial con él.
La oración para pedir bienes materiales es una oración idólatra: trata comercialmente a Dios y reduce a Dios a ser un dios supermercado solucionador de nuestras limitaciones y necesidades.
Además, suele ser un Dios que manipula las cosas a su placer. A unos, les da enfermedades y accidentes y, a otros, bienes y trabajo.
A la oración se va no a pedir cosas, sino a recibir a Dios mismo ya presente en nosotros.
En el fondo, no se acepta que Dios es el Creador del mundo y que ha dejado este mundo en nuestras manos, bajo nuestra responsabilidad.
El mundo funciona según las leyes que Dios mismo le ha dado: tiene un dinamismo divino, pero sigue sus propias leyes.
Todo esto nos lleva a comprender que Dios no
hace nada sin nosotros. Siempre actúa en, con,
y a través nuestro, pero nunca sin nosotros.
Sucede a menudo que la gente cuando dice que “pide a Dios,” hace otras muchas cosas:
expresa a Dios su situación,
se confía a él,
dice lo que desea respecto
al mundo, a una necesidad o
catástrofe…
aunque no obtenga
nada de Dios. Aunque sólo saque
el consuelo y la fuerza para seguir
siendo fiel, luchar por mejorar este
mundo, atender al ser querido
en necesidad, etc.
Y es esto último lo que debiéramos pedir desde
el principio:
no que Dios cambie nada, como con una varita
mágica, sino que me cambie a mí, mi corazón,
mis sentimientos y mi disponibilidad.
Entender que la oración no sólo es pedir; se puede
dar gracias, desear, alabar, hacer actos de amor,
de ofrecimiento de sí mismo, de adoración.
Se puede y debe, sobre todo, escuchar, estar
con El y dejarnos querer y querer, porque Dios ya sabe lo que necesitamos antes
que se lo pidamos (Mt 6,7-8).
Y Dios nos quiere hijos adultos y libres que cooperemos a hacer de este mundo, un mundo verdaderamente humano. Por tanto, cambiemos el chip mental: no digamos tanto lo que Dios tiene que hacer por mí; no pidamos tanto, digamos más bien: “te presento Señor, tal necesidad, preocupación”, etc. Sabiendo que El desea estar intensamente conmigo para cambiarme a mí y así que yo le ayude a cambiar la realidad de este mundo.
Oremos diciendo: ¿”qué puedo hacer hoy Señor, por ti”?
Hay muchos libros para hacer oración, pero el mejor
libro es El Evangelio. Conviene dar mucho juego al corazón y a la voluntad.
Quedarse ratos en silencio: mirando, estando, gozando de que Jesús sea así, nos diga que Dios es de esta manera, ame tanto al ser humano,
a mí, deseando parecerme a El,
Que El me enseñe, me conduzca,
me guíe.
Dejándome amar por El.
Textos de Patxi Loidi y otros autores de “Fe
Adulta” http://www.feadulta.com/orar-5-
laoracionadulta.htm
PARA PRACTICAR LA ORACIÓN
Visita la web: http://www.rezandovoy.org/
Elaborado por José Manuel Pérez Estébanez
Recommended