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Poesía Rosarina
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En movimiento
En pugna
Inquieta la desolacin de esta pgina
que una mano navega
con impaciencia verbal
y lentitudes de fuego.
Empeo impredecible
-probablemente
hacia la nada-.
La mano sufre,
navega, suda. Inquieta
la desolacin
de esta pgina.
Sufre, navega, suda...
La mano destapa aquel universo
que daban por perdido.
En consecuencia
Los rotos bolsillos poblndose
de poemas a punto de ser
y desatarse tu nombre.
Andan otras memorias.
Otro tiempo sentido.
Una trama de intemperies.
Otro ir desapercibido
de eternidad en eternidad...
En movimiento
Otras blancuras estremecindose
sobre esta pgina.
La puerta que entreabre su ceguera.
Este vaso orillando una mesa insomne
puede terminar en arma
tranquilamente
sin suspiro de por medio.
Tambin la voz devuelta
ansiando rendijas donde aparecer.
Redobla su apuesta
la impredecible birome.
Cuerpo sudando por ser,
se resuelve, se desata...
Ya no me conozco.
Sin pedir permiso
Luminosa anomala
un poema cuando escucha. Transido de voces
respiraciones annimas
caras que deambulan olvidadas
da cuenta de un fulgor donde poblar el instante.
Lo extraa
vivifica
poema hasta lo inesperado.
A paso de hombre
En cada ir
respira cierto color
inhallable
que derraman los encuentros.
Una luz
como si luchara
adentro y afuera...
Esperndonos ah.
Leonardo Favio
Confiar un silbido con la mirada.
Lucir el fuego ms insumiso.
Gozar en contradiccin con el mundo.
Apenas despedirse por las dudas.
Veinticuatro horas para comenzar.
Cada deseo
encubre a un lobo rondando los campos.
Que an es cancin
Debe haber
(tiene que haber)
el paso que suspende
cada punto
Violento brillo gritando
al filo de tu mirada
por fulminarme
Esos dolores dulces
Diste el portazo final echndome en cara
que nunca dije te quiero.
A los ponchazos
espero tu vuelta
con paciencia de preso.
Una cosa es decir
y otra cosa querer.
Mas nao tem nada
Abre los ojos
en secreto
una voz
recin vuelta
de maana
En secreto
meloda
Entre reflujos y flujos
Calles hasta que estallan de pasos.
Grito donde una cruz enmudece.
Por lo pronto lo que vemos
arrimarse sin retorno
como si estuviese a punto.
Metfora insumisa
que no se deja.
Sobre inquietantes lentitudes
Cuerpos en pleno filo pierden la paciencia.
El aire se desvanece sin sosiego.
Lo inesperado sucede
apenas visible. Deshace mi nombre
esta calle que anochece al caminarme
y empieza nuevamente una vez y otra
cuando la luz de un fsforo.
Entreluz
Un poema pone el cuerpo.
Se adentra y afuera.
Poema hasta encontrarte
quin sabe dnde
en el momento justo.
Siempre est por ser
por venir.
Sobre cielos y dems precipicios
Hay algo en estos movimientos invisibles
que el tiempo no alcanza a trabajar.
Alguien reaparece y se nombra
donde fulgen los cuerpos abrazados al fin
al minuto que se rompe en silencio.
Trueno con la menor cantidad
de adjetivos posibles...
Cuando lo intraducible
Puede llegar a derrumbarte
un solo sonido
al dejarse ver.
Tramaste slabas mrgenes
para abrir la boca del papel.
Imagen llagalenguas
palpndote el corazn.
La pgina inadvertida
Alguien se pregunta
siglos de batalla
viajando por su sangre.
Hay un espejo donde fuimos
otra mirada.
Rota luz que titila
implacablemente...
El nudo
Llegar se hace lejos.
Tenete presente.
Vientos contrarios
donde la calma
parece pero no.
Nombrarte abisma
en voz baja.
Sin ir ms lejos
Esta ventana ya no alcanza.
Ganar la calle, perderse.
Caminarse a paso insumiso.
Ningn alma cay
acribillada a palabras
por ahora.
En cualquier momento amanece.
A plena luz
Pasos annimos atraviesan el umbral
y desanudan otra caminata
entre soledades parecidas
donde habita la ciudad
que es bella y duele.
Cada calle es una cicatriz
en su rostro desposedo.
Cicatriz en el espejo
Tapndose los ojos con una mano
la inocencia grita frente a lo cometido.
Una trama de fulgores que invitan a pasar.
El goce de unos rboles
mudndose de imagen.
Dios no conoce
quizs
La imagen detenindose
Parecieran lmparas
titilando
en disonante movimiento
sinfn de tanta intemperie
caminndonos
El atrevimiento
Ni bien la pualada de un poema
abra aquel misterio impostergable
manos heridas bullirn al revolver
el cajn de voces levantndose
como un viento que arremolina
palabras recin afiladas.
Hay mucho horizonte por palpar.
Por ah
Cunta belleza conspirando
donde no se la esperaba.
Cunto cuco irresoluto
anduvo mi soledad esta palabra.
Piel de gallina.
Donde la sed
Que se arrime el milagro
por fin y entreabra
las piernas de esos ojos
que lloraron demasiado.
Que titile con furia
sondose cuerpos...
Ah te quiero ver.
Tardecita
Los pasos destejindose la rutina de continuar
que cant desde las venas Javier Martnez.
Se preguntan si estn vivos (si estn realmente vivos).
Luchan por sentirse vivos
(realmente vivos)
aunque quiz no lo sepan. Yo s apenas el disparo
de una mirada donde fui.
Arrullo
Sol que apunta con su luz recin afilada.
El da ni siquiera peg el estirn
y como todo nene
comete sus primeras crueldades.
Este poema me abandona.
Un extrao ro contina
ocurrindome en las venas.
Siendo
Camino por camino
el cuerpo orilla
horizontes que le hacen seas.
Es una ruina
en movimiento
de otros horizontes derrumbados;
extraa unidad
de todos ellos
caminando hasta volverse tierra.
Una secuencia
La frase no tiene tiempo y se esconde
en otra boca. Lleva un pasado
para terminar. Alla su retorno
desde el barro de la nada
(materia sin fin). Lento rayo
la frase pugnando de boca en boca
nombre a nombre
un pasado por delante.
Una aproximacin
Al solitario lo toman por sorpresa
esas llaves en su mano
para abrir la puerta sin umbral de aquel decir
que se le empieza a impacientar
despus de tantos escondites.
Canta y se amalgama a la historia de otra voz
poblando su insomnio de extraas ausencias
que ni siquiera ante el brillo
del silencio ms filoso
atrevi a nombrarse.
Todo lo que le brota son retazos de infinito...
La noche es lenta manta para el solitario
reinventndose en los brazos de otra voz.
As se suea Dios, de vez en cuando.
Una cancin
Las manos de mi voz
urden y traman hilo por hilo
como quien aprende una pena.
No todo est dicho.
Que el viento hable por m.
Un registro
Entre eclcticos ambulares
ruidos de una obra en construccin
cayendo como un obrero ms
miradas tejiendo cruces
y distancias insalvables
carcajadas de universitarias ardientes
que vuelven cada vez menos a sus pueblos
guiadas de charcos
a nubes detenindose
con dolorosa ternura
nenes al pie del semforo
batallndose el plato malabar tras malabar
y tarjetita por tarjetita
En esa trama de voces
nombrndose el da a da
escribiendo en el viento
preguntas no perecederas
el poema desata su secreto chiflido
que me trae hasta este puado de palabras
calles con ventanas tan abiertas
como los ojos del extraviado.
Un destello
A vos tambin te detuvo
una frase. Demasiado vivir
adentro de una alegora.
Nadie se dice porque s. Nadie.
De repente, a pique, en pie, por fin...
Cuerpo de nombres inagotables
donde respira mi cancin.
Un escozor
De repente tras de repente
las habilidades del da
parecen un redondo desorden
inescrupulosamente premeditado.
Una sombra camina y su silbido
es el hilo de una luz que alguna vez escribir
hasta ver su propia cara.
De repente
como canto de ambulante trashumando la plaza
o tarascn de cuzquito longevo
en plena hazaa al soarse lobo
o bullir de colectivo cuando frena
hecho ballena que no duerme
o diminuta mano sucia
esperando con cara de hambre
la cada de esa moneda
que pesa igual al sol en su palma
De repente como pualada sutil
de una mirada de mujer que trae
todos los aires de terrible belleza
habidos y por haber
o cada ademn del corazn
o cada beso donde fui...
Todo sucede como un gran de repente
que ni bien aparece va yndose
y nunca termina del todo.
Arrinconada, una sombra
ve refucilos en su voz
por alumbrarle la cara.
El da se le muere en los brazos
dicindole al odo
su ltimo viento.
Las veinticuatro
El zumbido de una luz
y abrs mis ojos
hasta hacerme humo...
Los dos
Abrir el juego
desvelarlo.
Cada una
de tus bocas danza.
Los cuerpos viajndose
cielo abajo.
Tu amor desquicia.
Trama y urdido
Agona por agona
me recobro, apenas estoy siendo
tu ausencia no perecedera
Animal de hbito
En la arena del da a da de este da
las horas de cada hora me suceden
a un centmetro del alma
Fuera de tiempo
Escribo con tu voz en mi mano.
Intil pretender decirnos nada.
Con tu voz en mi mano te desnudo.
Tejemaneje
Umbral sin puerta aquel agujero
el agujero
ms agujero de todos.
El despierto ya sin borde
por tiempo indefinido.
Flor de labios
todo lo que tiene para parir.
Brbaro
Ninguna novedad. Apenas el ritmo incierto
de unos cuerpos bucendose la soledad,
hiperquinticos pjaros
toman por asalto un paraso,
esa lgrima secreta puteando a Dios
por el gol merecido y sin hacer
despus de tanto soarlo y soarlo...
Cada domingo
es un atardecer sin piedad
las veinticuatro horas.
Llueve y es un beso
para nada inocente
del cielo que todava
no sabe hablar.
Mil
La soante atraviesa
mil patios anochecidos.
Alguna vez fue
cierto nombre de su madre
para defenderse del mundo.
Despus vinieron
el da a da de vaco en vaco,
desamparos en seguidilla,
un cabalgar inexpugnables abismos...
Recobr
aquella luz que no se conoca
donde parir su propio nombre.
Mientras la noche contina
trazndole mil noches en una sola,
la soante arremolina
mil patios de su cuerpo
y estos pasos huyen
sin retorno tras ella
para deshacerse
en un puado infinito de besos
donde nos vemos por fin otra vez.
Dicho sea de paso
Haber sido consecuencia finita
de una pulsin de amor.
Saberse breve sombra
camino por camino,
contradiccin tras contradiccin.
Poema siempre a mano
(afilado por las dudas).
Ruidos molestos
Mudanza de cicatriz a cicatriz.
Abismarse duele en voz baja.
Fluyen quietudes inagotables
apenas termina lo que se daba.
Volver con otra cicatriz, otro viento.
Cancin sin dormir, penando
ausencias de una mujer.
Da a da
Manos paridas en el barro.
Cada callo de sus voces
dice mucho ms que ciertas bocas.
Sus das no transcurren: se amasan.
En las pginas del viento
un horizonte inadvertido
abriendo los ojos.
Por levantarse viento
Esta fe insumisa que adentro hoy
se debe a nada donde me nombro-
Este poema
trazndose
apenas es la sombra
de estos pasos
Ya no son mos
Humilde entender
Cuando la ms inesperada
se derrita sobre un reloj
y esta lluvia ascienda por las dudas
vivir va ser
Nada de otro mundo.
Guios y maas
No tens ms alas que tus brazos
poetita que vuela en secreto
donde el barro se subleva.
La fiebre
El da tornndote
necesidad
calles
donde el pie
se hunde.
Te quiero
porque no me pertenecs.
El tonito
Decimocuarto da
que alla desde el almanaque.
Habr que salir
a buscarse una sombra.
Los cuerpos juegan
a no jugarse.
El viento se nos parece.
Pgina traspgina
Las puertas
heridas
entreabiertas
te llaman a los gritos
desde el pasado
que nunca
nunca pega un ojo.
Bordes y suspensiones
Miro tu voz
entrando por las ventanas de este poema
que escribe una sombra.
La espiral
Qu fueron esos fulgores
extraos contra un rincn?
Tantas veces
uno se cruza a s mismo
en sitios inesperados.
Me par
cuando la tormenta.
El aire enrarecido
Florecen peligros.
El sol en la nuca.
Nunca faltan cicatrices
que se dejen farfullar.
Por hilos el instante
baja como un libro
donde estrellarse.
Lista de omisiones
Silencio recin cado desde una boca
encantando cada desierto de esta mesa.
Despliegue de escaleras en pleno patio.
Se asoman, bajan y suben mil almas que fui
buscando parte por parte para reunirme.
Fantasmas apenas
contenindose la carcajada.
Fragor de los hechos
Pero rengueando y todo
la Ilusin camin sus Tres Esquinas.
Mejor callate y escrib.
No te diste cuenta, amiguito,
que ahora sos ms otro que cualquiera?
Pero rengueando y todo
la Ilusin camin sus Tres Esquinas.
Hora libre
Reapariciones. Inquietantes lentitudes
entre tanta batallita mental.
Birome en cuyo trazo
un mar de afueras abre los ojos
mientras al ser lo tengo inverosmil
disparndome slabas
en las entraas del eterno olvido.
La ida
Manojo de luces
al entreabrirse.
Ojos de nadie
sin tiempo que moler.
Florecen intactos
laberintos
que invitan a perderse.
El hilo menos pensado
La impureza hace bella
aquella cancin...
Mutilado charco
devorndose al cielo.
Nunca se vio un viento as.
Somos impuros
y eso nos hace buenos.
Las insolencias
Baile de heridas
que le enjaulan el cuerpo.
Animal
en el fragor de un contraataque
descomunal y relmpago.
Nada inocente hay en su vctima.
Huele a maana por fin.
Los malentendidos
Pura ruina rejuntada
lleva la nube de tu sien.
El cielo ms brusco
le alfombra rengueras.
Siempre detrs de luces
citas
vos.
Sana costumbre
Tambin el cielo
es otro precipicio
insomne
Dara los ojos
Sin sombra, nombre ni pureza
fui palabra cayendo
hasta que tu boca
Quin te dice
Y as de a poco fue subiendo
a los suelos esa quimera
con la sensatez de un peligro
Lares
Cuerpos en su vrtigo de ser cuerpo
sabindose nada, ceniza por dar, camino...
Poblndose de nombres propios y extraos
que tiempo adentro se murmuran de todo.
Desanudndose cada punto suspensivo.
Aprendindose sombra, sus ritmos, desnudeces.
Pasos a punto de ser.
Bolacero
Es intil. Tu soledad pasa
por un momento histrico.
Y vos ah: escribiendo
(como si no lloviera).
Me hacs acordar al gallo
que afil su madrugada
y comenz una tristeza.
Duelo
Creo verte en cada espalda lejana.
Te chiflo, das vuelta.
Sos otra cara.
La fija
Un tumulto de silencios
aparece a los codazos.
Lento cascote por los aires
el suspiro interrumpido.
Mil perros en la lluvia
tarasconendole a Nada
lo que no fue devuelto.
El asunto
Mucha teora absoluta.
Mucho repetir saberes.
Ningn estruendo.
Creo creer que as
no vamos a ningn lado.
La verdad es un dios
cortado en mil pedacitos.
48
-Baj y juzgame, Dios
a ver si te la bancs-
ramos pocos a su alrededor
y agarrndose a pias con el aire
el muerto murmuraba
107
Cruzs al fin
ballena amarilla?
Nuevamente cuerpos
heridos de amanecer.
Lluvia de codazos
innegociables apuros
y pasos que desafinan.
Ser cuestin
de un parpadeo
y todo se viste
de chan chan.
Te vas yendo, ballena amarilla
a poblarte de cuerpos y distancias
ni ms ni menos...
56
El da cae
por su propio peso.
Un silencio desconocido
te abri la boca
y queds movimiento.
Nada cae
por su propio peso.
Las vueltas
Habrn sido mil noches en una noche
bebiendo de manos invisibles
que en voz baja o a las trompadas
abren puertas y puertas perdidas
de un poema. Adentro las voces
quedaron y miran
fuera de tiempo.
Los deseantes
Furias al hombro
deshojndose horas
esquinas ocultas.
Alegre
de alegoras
por impacientarse.
Sin cuerpo no hay discurso.
Estampas
Otro desarreglo solar
te refriega los ojos
visitante
de tibias honduras
que lo que menos hacen
es detenerte.
Un destello de peligros
atiza tu respiracin.
Te pesan cicatrices
horas desafinndose
afuera y adentro.
El corazn suele putear
con los dientes apretados
toda cosa que olvidaste;
para decirlo de una vez: todo
lo que pudiste haber sido.
Te olvidan amores
fiebres a punto
la sombra de tu sombra.
Una casa siempre en fuga
todo lo que pudiste haber sido.
Bien de golpe
Cierto juego de espritu.
Las voces bajas del retorno.
El gesto recin pulido.
Migas de anhelo
lloviendo con furia.
Restos vivos
invaden estas pginas.
Dios aparte
Un parpadear me fui luna abajo.
Entonces arenas entre dedos,
cruces, velocidades, apenas...
Vi titilar cada instante
que mejor estarse extrao.
Yo vi cada horizonte
que mejor no abrir la boca.
Las criaturas
Y esos ojos entregados al asombro
pasendose el espritu
con furia de paciente
que no pide permiso.
Misterios de annimo, luz anmala
bajo un cielo que tambalea
enrojecindose, borracho de perdn...
Los actos
Murmuran por qu respiro
secretas esperanzas
caminndome el cuerpo.
Nombres donde viaja mi voz
cuando comienzo de nuevo.
Palabras que me apualo
para seguir viviendo.
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