RECORDANDO A SóCRATES (r) Sócrates - editoriallucina.es · la baja burguesía: su padre, artesano...

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Sus act iv idades tenían semejanza con lasde los sof is tas que enseñaban a las c ien-cias y preparaban a los jóvenes para laorator ia y la pol í t ica; una t radic ión lo hacediscípulo del físico Arquelao y las tuubesde Ar is tófanes lo r id icu l izan como dedicán-dose en su pensaduría a investigaciones.Pero, como él proclama según la Apologíade Platón, e l d ía de su ju ic io, n i s iquiérasus acusadores tuvieron la desvergüenzade af i rmar que jamás hubiera sacado n ipedido paga a lguna: <<y de que así esverdad -añade- tengo un testigo, creo yoque f idedigno: la pobreza'>.Sócrates es una voz perpetuamente dis-cordante en e l seno de la Sociedad, comoel tábano con que é l mismo se comoaracon respecto a Atenas en la Apología. Esavoz no podemos oír la , y no nos quedasino dejarla acaso revivir de los escritosde algunos de sus oyentes. pero la escri-tura, por el solo hecho de fi jar la voz, lahace ya ser lo que no era. y además, nopuede menos de confundirse con las vocesde los escritores, los cuales movidos por laveneración de su memor ia V la mala con-clencia de su muerte, acaban por conver-tir a su personaje Sócrates en modelo de

sabiduría o de viftud, y le atribuyen lasverdades o los valores en que ellos iban,con la edad, creyendo. Si a lgo se sabe deSócrates con certeza es que no sabía grancosa n¡ con certeza: o como él dice en laApología, <<qLle, no sabiendo de las cosasdel Hades, así mismo pienso que no lo sé>>.Tal vez lo esencial del método o dialécticade Sócrates puede describirse así: tomaralguno de los nombres o nociones abstrac-tas importantes en la estructura ideoló_gica del mundo; aprovechar que un ¡nter-locutor se hace cargo de esa noción, comosabiendo su s igni f icado; dejar que en e ld iá logo la noción misma desarro l le suspropias contradicciones con el sistemade. flo se trata, pues, del esquema fes/s/antítesis// síntesis, sino del análisis deuna síntesis establecida en el Orden de lascosas. No fue Sócrates el único en dedi-carse a discurrir por disputa o arte erís_tica, sin embargo, de Sócrates puede des-cr ib i rse así : tomar a lguno de los nombreso noc¡ones abstractas importantes en laestructura ideológica del mundo; aprove_cnar que un interlocutor se hace carqode esa noción, como sabiendo su s ianiñ-cado; dejar que en e l d iá logo la nóciónmisma desarrolle sus propias contradiccio-nes con el sistema de nociones al que per_tenece. No se trata, pues, del esquematesis /antítesis// síntesis, sino del análisisde una síntesis establecida en el Orden delas cosas. No fue Sócrates el únlco en dedi-carse a discurrir por disputa o arte erís-tica, sin embargo, lo más socrático debeestar en haber confundido el método dia_léctico con el diálogo actual entre perso-nas: la dialéctica del objeto manifestán-dose como dialéctica entre suietos.Los objetos de esa dialéctica son, en gene-ra l , los esencia les de la Ideología óomi-nante. En primer lugar, la polít ica: la pre_tensión de dirigir hombres V estados sedenuncia como absurda: entender en lo demuchos no entendiendo en lo de uno (unomismo); y tener un saber y dominio gene_ral s in dominar las técnicas par t icu lares.Se diría, pues, que la polít ica se crit ica envirtud de la Moral personal, del <<cuidadodel alma>>. Pero a su vez florecen en eldiálogo las aporías en que la pretensiónmoral incurre. Y e l mismo amor o amistadsale en el l lsrs malparado de una disputaen que esta noción se escurre una V otravez de las mal las del razonamiento.La m¡sma parece ser la actitud socráticaante la re l ig ios idad y la idea de Ley Div ina:la in terrogación por las nociones que lasost ienen.En cuanto a la Pedagogía, en los más delos d iá logos asoma la duda y broma conque trata la naciente enseñanza superiorde los sofistas. La pedagogía la ha desarro_

SUPLEMENTO COORDINADO POR EMILIO J. GARCÍA-WIEDEMANN

En la Histor ia e l hombre condenado amuerte por e l Jurado de los ateniensesen 399 a.C. , a los 70 años, acusado decorromper a los jóvenes y de introducirotros dioses que los del Estado. Salía dela baja burguesía: su padre, artesano dela escul tura, su madre, comadrona: so l íadeci r é l que había heredado e l of ic lo de sumadre, porque lo que hacía a l d ia loqar consus conciudadanos era ayudar a sal i r a luzlo que ya estaba impl íc i to en sus ideas.A diferencia de los i lustres profesoresambulantes de su t iempo, no parece habersalido de Atenas en su vida, salvo su ser-v ic io mi l i tar durante la Guerra del pelo-poneso. No parece haber s ido agraciadosegún los cánones de la hermosura: yalos comediógrafos aprovechaban aquel losrasgos grotescos de su cara y figura quepueden leerse en los Simposios; cargadode espaldas y t r ipudo, gruesa cabeza demáscara de sátiro, labios gordos, chato,ojos saltones.

SócratesAgustín García Calvo

RECORDANDO A SóCRATES (r)

l lado e l mundo justamente como defensaante e l posib le pel igro de la examinaciónsocrát ica para e l Orden: as imi lac ión de ladia léct ica a l mundo, en forma de ideas as i_mi lables por los indiv iduos.Es hábito de la Historia de la Filosofía divi_dirse toda en pre-socrática y post-socrá_tica. Esto tiene el sentido de que Sócratesse coloca como f inal de una l ínea de act i_vidad crít ica en que el pensamiento sevuelve sobre sus propias creaciones, lasideas dominantes. y es después de Sócra_tes, por reacción a esta revelación de lament i ra y as imi lándose la Ciencio, queparale lamente se había venido desarro_l lando como surge la F i losof ía.Sólo una creencia positiva aparece enSócrates: el daimon o demonio, aquellavoz que se hacía oír para avisarle a veces.Pero justamente el daimon es un demonioesencia lmente negat ivo; <<cuando sobre_v¡ene, me hace s iempre señal de apar_tarme de lo que vaya a hacer, pero a hacerno me ¡ncita nunca>>. Si Sócrates creveraen é l como algo exter ior , habr ía que leercon i ronía sus palabras; s i fuera para é l lal roz !e s í mismo (su conciencia) , ta l vezhabría que entenderlo en serio. pero desus a lus iones no puede deduci rse que e ldaimon esté en Sócrates ni fuera. y es asíel daimon la figura visible de la anulaciónde Ia antítesis "en broma / en serio,', queSócrates y su ironía ejemplarmente reore-sentan para nosotros.Ese duende desanimó a Sócrates de escri_bi r . Y en cambio, su v ida y muerte provo_caron e l nac¡m¡ento de un género l i terar ionuevo at que pertenecen, entre otros Der_didos, los d iá logos de p latón y Jenofonte.Según sus indicaciones, hemos intentadotrazar algunos rasgos de la figura de Sócra_tes y algunos ecos de la voz socrática. peroeste intento denuncia su fracaso va en elhecho de que hayamos tenido que hablarpor separado de la v ida y de las palabras.Pues seguramente lo esencia l de la act i_tud socrática está en la repetida negación:<<No se hace el mal a sabiendas>. y en ella se ,implica, al constatar la separación, que no seacepta la separación entre acción y teoría. ¡

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Sobre la Ley enffirc &wre*Xgua &r€reXmTres puntos de inflexiónJosé Luis García Rúa

1.- Herácl i to de Efeso, abundando en sufundamental exégesis de la razón común(lógos koinós) frente a la razón privada(ídios lógos) y para poner de relieve la for-taleza derivada de ese carácter común,hace intervenir en su discurso la metáforade la ley, a la que, también en otro frag-mento, compara con las mural las de unaciudad: "Razonando con sent ido común,deben (los hombres) hacerse fuertes con locomún de todos, lo mismo que con la leyuna c iudad, y aun más esforzadamente,pues todas las leyes humanas se a l imen-tan de una sola ley, la d iv ina, que puedetanto como quiere y es bastante para todasy aun le sobra" (Die ls-Kranz, tL4; GarcíaCalvo, 3) .Con todo y conceder tamaña importanc¡ay tan alto origen a las leyes, al parecer,cuando sus conciudadanos le p id ieron queles ayudara en la confección de leyes parala c iudad, Herácl i to decl inó la inv i tac ión, yaf i rmaba prefer i r a e l lo jugar con los n iñosen las escalinatas del templo de Artemisa.2. - Cuando e l amigo Cr i tón, que había yasobornado al carcelero y preparado la eva-sión, trata de convencer a Sócrates de laconveniencia de escapar a la muerte por lafuga, nuestro hombre de Alopeké le invitaa reflexionar con él sobre el tema, paraterminar lanzándole un largo d iscurso conla conclus ión de que hui r equivaldr ía acometer un acto de injusticia. Hace inter-venir para ello la prosopopeya de las leyesque enaltecen y magnifican su propio valorf rente a l ind iv iduo, en un d iscurso que e lpropio "Sócrates" construye para racionali-zar su mismo asent imiento. Y así presen-tado, no deja de causar ciefta perplejidadla defensa a ultranza que de la leyes hacenuestro hombre, y de a l imentar la sospe-cha de que deba entenderse el texto dentrode algún sentido indirecto o tácito, o deque se trate, en la forma, de un discursojudic ia l , propio de un abogado, para hacerrazonable la negat iva a la huida que es laque, en realidad, Sócrates quiere moral-mente justif icar. Sostendrían este pareceralgunos hechos como el de que é l mismose considera injustamente juzgado, y elhecho de que, habida cuenta de la estruc-tura legal de Atenas, é1, como se reconoceen la Apología, no pafticipaba ni gustaba departicipar en la polít ica (asuntos públicos),cosa que representaba una de las causasde atimía, que era contemplada como delitopor las leyes vigentes en la ciudad, o que,

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como se manifiesta en el Critón, se le atri-buyeran simpatías polít icas por los regíme-nes de Esparta y Creta, que, en aspectosfundamentales, eran antitéticos con el deAtenas, y que hiciera gala de una actitudpráctica, reticente y crítica respecto de lasformas de vivir de la mayoría (hoi polloD delos atenienses.

Es claro que Sócrates se mueve aquí en unorden de ideas recurrentes en la tradicióngriega, en la que la exaltación del .presti-gio de la ley, que más arriba hemos vistoexpuesta por Heráclito, se remonta a lost¡empos en los que la ley, como árbitro dequerellas ciudadanas, sust¡tuye al estadiot r iba l del "prec io de la sangrei y , aunque laestructura legal de Atenas, como democra-cia terriblemente conservadora, resistenteo reticente ante todo cambio, no ofrecieraorecisamente un modelo idealmente atrac-tivo para despertar la alabanza de Sócra-tes, hay a lgo, s in embargo, que, por encimade las contradicciones, le interesa más quenada: Atenas, la c iudad y los atenienses.En la voluntad i r renunciable de salvar a lapolis, la pregunta por la identidad entre laley y la justicia se vuelve formal. Lo quehacen las leyes no es tanto la defensa delo díkaion,lo justo, como la defensa de lanecesidad de la aceptación de las díkai,lassentencias, en cuanto resultado del diká-zein, el juzgar. El plano moral resulta aquío no contemDlado o minusvalorado.

(vr) REG;oRDANDO A SÓCRATES

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Se hace una constante apelac ión a la impl i -cación leyes/ciudad: hemeis kai he polis,nosotras y la ciudad, hemeis kai he patrís,nosotras y la patr ia . Y e l argumento quemás hondo l lega a l corazón de Sócrates:"nosotras y la c iudad te hemos agradadosiempre, siempre has vivido a gusto entrenosotros". Atenas y Sócrates son la mismacosa. Si renunciar a las leves es renunciara la c iudad, la suef te está echada. La cues-tión del "sí" o el "no" no se plantea paraSócrates en términos polít icos, jurídicos osocio lógicos, n i s iquiera en términos f i losó-ficos, sino en términos de anánke, de nece-s idad, en términos de t ragedia: <Si así lesagrada a los dioses, así sea. Déjalo, Critón,y obremos así , puesto que por ahí nos guíael d ios>>.3.- La ruptura de Platón con la cosa públicaen Atenas no va a ser ya puramente prác-tica sino explícita y teórica. Su viaje aSiracusa, cpodía haber supuesto una rup-tura definit iva? Teórica, intencionalmentesí, pero en la práctica sencil lamente nofue, y es inút i l especular sobre e l lo . Sinembargo, ahí está La República como expli-citación de su conocimiento real de las situa-c iones: no puede haber Estado bueno conciudadanos malos, n i c iudadanos buenoscon Estado malo (valoración real de la inci-dencia efect iva de la ideología) . . .En todoEstado hay siempre dos estados mortal-mente opuestos entre sí (detección de lalucha de c lases) . Y cqué es lo que p intanlas leyes en todas estas valoraciones? Veá-moslo: " S iendo e l poder objeto de lucha,los que han vencido (hoi nikésantes) hanusuroado todas las cuestiones de interésde la ciudad (tá prágmata katá tén pólin)tan fuetemente que no dejan ni una miajade poder a los vencidos (tois hettetheisin),n i a e l los mismos n i a sus h i jos, v iv iendoen constante vigilancia de unos para conotros.... y afirmamos ahora, sin lugar a duda,que no son constituciones políticas ni leyesjustas Qnliteías, oúte ofthoüs nómous) cuan-tas han establecido no Dor el bien común detoda la ciudad; y los que las establecieron enfavor de algunos, a ellos los llamamos faccio-sos (sfas6fas), pero no ciudadanos (polítas),y aquello de ellos que dicen ser justo lo dicenengañosamente (máten).Estas son las palabras que Platón pone en bocadel "Ateniense" en Las Leyes (7I5 a-d), y setrata ya del Platón viejo, el Platón que ya hacorregido algunos de los idealismos vertidosen La República. I

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470 - 399 a. C.

Gran ada, año I del III milenlo

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