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EditaDirección General de Comunicación ExteriorMinisterio de Asuntos Exteriores y de CooperaciónDiseño y creatividadJavier Hernández Martín. Dirección General de Comunicación ExteriorFotografíaJavier Hernández Martín y Ángel Zorita
Septiembre 2008
Presentación sobre la rehabilitación del Palacio de Viana
El palacio de Viana se ha recuperado para la política y la diplomacia española y su
magnífica rehabilitación lo convierte en uno de los edificios más significados del
patrimonio del Estado. Viana ha rejuvenecido y su fisonomía nos presenta los mejores
perfiles de un inmueble ligado estrechamente a la historia de Madrid y de la diplomacia,
cuyo proyecto de restauración inició la Ministra Ana Palacio y se ha culminado este
año. Ha merecido la pena esperar todo este tiempo y asumir la complejidad de las obras
para admirar el esplendor y la luminosidad de Viana, así como para apreciar las nuevas
instalaciones que recorren y atraviesan sus remozados muros y forjados.
El proyecto inicial recogió la supresión de todos los elementos, tanto estructurales
como decorativos, que alteraban las trazas originales del palacio. En la medida de lo
posible se ha recuperado la inspiración del edificio renacentista, del palacio-fortaleza
que describe Mesonero Romanos. Su tipología estructural responde a la época, con
cimentación de sillares de granito y zanjas rellenas de materiales más pobres sobre
las que se apoyan muros y cerramientos perimetrales. Los forjados y el resto de la
estructura eran de madera, al igual que las cubiertas y las cerchas que soportan los
entablados de las tejas.
La puesta en valor del inmueble ha sido un proceso lento y minucioso por las numero-
sas y variadas patologías de las cimentaciones y las estructuras de madera. Ha sido
necesario efectuar chequeos exhaustivos para determinar el alcance de los daños,
estudiar los tipos de intervención y ejecución para reparar la vetustez del edificio. La
necesidad de mantener los elementos de valor histórico, como pavimentos de madera o
artesonados, ha obligado al empleo de técnicas muy complicadas y especiales, aunque
ahora se aprecian elementos ornamentales ocultos y se han recuperado estancias y
espacios hasta hoy poco conocidos y apreciados, que ponen de relieve la factura de
este noble e histórico inmueble de perfiles neoclásicos.
En los casos de demolición de molduras y cornisas de su exterior e interior que oculta-
ban elementos estructurales dañados, se ha procedido a la elaboración de moldes para
reproducir con fidelidad los originales. En el proceso de demolición aparecieron dos
paramentos opuestos en la galería de la planta primera de uno de los patios, ocultos
tras un muro. Se corresponden con las trazas de un antiguo claustro decorado con
columnas talladas en piedra caliza con motivos decorativos de cabezas de guerreros
que se han recuperado con fidelidad.
Viana se encontró más afectado de lo previsible. El inmueble estaba fatigado por su
larga vida y la ausencia de un mantenimiento preventivo. Esta situación derivó en
intervenciones urgentes que han requerido garantizar la seguridad de los edificios
colindantes, así como la de la propia obra antes y durante el proceso de ejecución del
proyecto. Las soluciones que se han adoptado han sido muy variadas e incluyen parte
de su entorno más inmediato.
Viana se remoza y actualiza en la primera década del siglo XXI como lo hacen también la
política y la acción exterior de España. La casa señorial de Beatriz Galindo, “La Latina”,
o el palacio madrileño del Duque de Rivas son hoy patrimonio de todos los ciudadanos
y del Estado, y un espacio para el diálogo político y diplomático, testigo de la apertura e
influencia de España en un mundo globalizado.
Miguel Ángel Moratinos
Ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación
Historia del Palacio de Viana
Doña Beatriz Galindo, «La Latina», Dama de la Reina Isabel al enviudar en 1501 del
madrileño, Don Francisco Ramírez de Madrid, apodado «el Artillero» por su especialidad
en las armas, y Secretario del Rey Católico, tras instituir un mayorazgo en su hijo Nuflo,
dedicó el resto de su vida a las obras religiosas y de caridad.
En la primera década del siglo XVI funda el Monasterio de la Concepción Jerónima,
próximo a la calle hoy de este nombre, y edifica, junto al citado monasterio, una casa
señorial que, con el tiempo y sus transformaciones, es conocida por el nombre de
Palacio de Viana. Esta casa, de una planta, constaba de dos edificaciones escalonadas
con sendos patios intermedios. Su fachada daba sobre el espacio urbano encuadrado
por el monasterio,, espacio que por esta razón se llamó Plazuela de las Monjas, y que
actualmente lleva el nombre de calle del Duque de Rivas.
La fachada, en su derecha, poseía una torre fuerte situada en el ángulo limitado hoy por las
calles de Concepción Jerónima y Duque de Rivas. El resto de la misma, sobre la Plazuela de
las Monjas, era de estilo plateresco, con un gran portón rematado en amplio escudo con las
armas de los Ramírez y de los Galindo. El aspecto, según relata Don Ramón Mesonero Roma-
nos en su obra El antiguo Madrid era el de un palacio-fortaleza del Renacimiento español
«La Latina» vistió el hábito de la orden de la Concepción Jerónima, en el monasterio que
había fundado, donde vivió hasta su muerte en el año 1534. Recibió sepultura en el coro
alto de la iglesia, en uno de los dos cenotafios renacentistas con estatuas yacentes, desti-
nados a los fundadores.
Como los restos de su esposo, «el Artillero», fallecido en 1501, en la campaña contra la
primera insurrección de los moriscos granadinos, nunca fueron hallados, con posteriori-
dad al fallecimiento de «La Latina», las monjas retiraron el vacío mausoleo destinado a
Don Francisco.
Tras el derribo y venta, por la orden, del viejo monasterio que amenazaba ruina, a media-
dos del siglo XIX, y de su sucesor construido en el barrio de Salamanca, en la confluen-
cia de las calles de Lista y Velázquez, un siglo después, el mausoleo «viajero» con los
restos de Doña Beatriz Galindo, constructora original del Palacio de Viana, se encuentra
en la actualidad en la iglesia del convento que la orden de la Concepción Jerónima ha
construido recientemente en El Goloso, cerca de Madrid.
A mediados del siglo XVII la Casa-Palacio de los Ramírez de Madrid, que con el tiempo y
los entronques de familia pasaron a denominarse Ramírez de Saavedra, pertenecía por
sucesión a la Condesa del Castellar, que le añadió una edificación mas, cerrando el cua-
drilátero como muestra el célebre plano de Madrid trazado por el cosmógrafo portugués
Don Pedro Texeira Albernas, en el año de 1656.
A finales del siglo XVIII la Casa-Palacio sufre nuevas transformaciones, pues, entre
otras, la fachada renacentista asume un aire neoclásico; pero es en el siglo XIX cuando
la casona de los Ramírez de Saavedra pasara a tener su actual aspecto.
También por sucesión llega a manos del célebre poeta romántico Don Ángel María
de Saavedra y Ramírez de Baquedano, Duque de Rivas. Este fino aristócrata político,
humanista y diplomático, pues fue Embajador en Nápoles y, en especial, gran poeta
del movimiento romántico español, se enamora de este viejo caserón, del que hace su
morada en la capital del Reino.
En 1843, el Duque de Rivas encargó al Arquitecto Don Francisco Javier Mariátegui, autor
de la vieja Universidad de San Bernardo, la reforma del edificio.
Del gran proyecto de Mariátegui, cuyos planos se conservan en el Archivo de la Villa de
Madrid, sólo se ejecutó una parte. La actual fachada corresponde a la realizada entonces.
Se añadió una segunda planta, elevando el cuerpo principal a la altura de la primitiva
torre del palacio, que fue demolida, pero no se llegó a reformar toda la fachada, pues
Mariátegui conservó muchos elementos de la anterior del siglo XVIII.
Terminadas las obras, que coincidieron con el derribo del colindante Monasterio de la
Concepción Jerónima y posterior venta del solar, el Duque de Rivas amplió el primitivo
jardín, adquiriendo la limítrofe huerta del convento que convirtió en amplio parque
arbolado, de corte romántico.
El Duque de Rivas habitó el palacio hasta su muerte, acaecida en 1865. Heredado por su
hijo mayor, en 1880 el nuevo Duque transmite la propiedad del inmueble a su hermano
menor, Don Teobaldo de Saavedra y Cueto, primer Marqués de Viana.
Su hijo y heredero, Don Fausto de Saavedra y Collado, Marques de Viana, realiza en 1920
una nueva reforma a cargo de Arquitecto Don Valentín Roca, consistente en la amplia-
ción de las dependencias de la parte posterior del palacio y en la remodelación del
jardín interior, conservando su bello estilo romántico.
De este modo, el palacio, que fue uno de los centros aristocrático-políticos del Madrid
de Alfonso XII, la Reina Regente y Alfonso XIII, pasa a denominarse «de Viana», por ser
la residencia de los marqueses de ese nombre, mientras que la vieja «Plazuela de las
Monjas» a su vez, y para perpetuar la memoria del Duque de Rivas, que vivió y murió en
este palacio, por sabia decisión del Ayuntamiento de Madrid, adoptó su actual nombre
de calle del Duque de Rivas.
En el año de 1939 el Ministerio de Asuntos Exteriores arrienda el palacio, que pasa a
constituir la vivienda oficial del Ministro del Departamento.
Desempeñando esta Cartera Don Alberto Martín Artajo y siendo Introductor de Embaja-
dores Don Luis Álvarez de Estrada, Barón de las Torres, el 25 de abril de 1955, el palacio
fue adquirido por el Estado a sus propietarios los Marqueses de Viana.
Por ultimo, en los años sesenta realiza su restauración y actual decoración el siguiente
Ministro de Asuntos Exteriores, Don Fernando María Castiella, asesorado por su buen
amigo y distinguido experto en arte Don Carlos de Beistegui, siendo el Arquitecto remo-
delador Don Luis Martínez Feduchy.
De este modo, la Casa-Palacio erigida en los inicios del siglo XVI por Doña Beatriz
Galindo, «La Latina», como solar del mayorazgo de los Ramírez de Madrid, pasó a ser,
cuatro siglos mas tarde, uno de los mas bellos palacios existentes en la capital y lugar
de residencia y representación de los Ministros de Asuntos Exteriores de España.
José Antonio de Urbina
Embajador de España
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