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Clipping - Restos Mortales
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INFORME DE PRENSA
Restos Mortales
De Hugo Salas
Total publicaciones : 14
Gráfica: 12
Internet: 2
RESTOS MORTALES
Gráfica
16 de Junio 2010
09 de Agosto 2010
10 de Agosto 2010
La culpa es del viento, por Juan Francisco Gentile
La omnipresencia de un crimen en los bajofondos de un pequeño pueblo del
interior. La traición mutua entre víctimas y victimarios es ley, en historias
enhebradas por una prosa ajustada capaz de distribuir la creciente tensión a lo
largo del relato. Tal es el itinerario que recorre Los restos mortales, la primera
novela de Hugo Salas. En el texto, la muerte y el deseo se confunden en líneas
borrosas, mientras que la densidad del ambiente preanuncia inexorable, la
tragedia. Desde las primeras líneas la novela es efectiva. Con personajes más
o menos marginales y ambientes a mitad de camino entre la luz y la sombra, la
obra transita, crece y se afirma sobre el límite entre lo aparentemente normal y
la locura con rasgos criminales. La trama nunca explota, y en ello reside su
atractivo. Hay una violencia latente que se olfatea entre las líneas y cubre los
intersticios de la narración hasta el punto en el que lo simbólicamente violento
gana el espacio de la corriente. Más allá de ciertos guiños autobiográficos
rastreables, Los restos mortales se afirma por la consistencia de la historia.
Heredera de los thrillers de provincia de Saer (Cicatrices, El limonero real), su
estilo ágil y sostenido combina interesantes pasajes descriptivos con un
lenguaje criollo y coloquial, sin caer en un forzado folclore ni en la saturación de
color local. Salas que trabaja como periodista especializado en cine, luce
amplias cualidades estéticas en su debut en este género. Hay una escenografía
que parece determinar el comportamiento de los personajes. Así, si en las
primeras líneas se intuye que el pueblo “algo malo tiene”, hacia el final no
quedan dudas: quienes lo transitan se tornan miserables, mientras que los que
huyeron sienten no haberse librado nunca del castigo de los vientos.
24 de Agosto 2010
Ambigüedad melodramática con trazos autobiográficos, en la sórdida piel de un policial atrapante.
Por Ariel Solito
En ésta, la primera novela de Hugo Salas, su narrador recapitula una doble biografía que indaga en esas
condiciones de felicidad que finalmente te hacen huérfano, cuando las balas te pican cerca como heraldos
o cisnes negros, entre raros cabos sueltos, que si ayer no te ahorcaron, mañana te liberarán. Ya a salvo,
meticuloso, extenderá al máximo el alcance de su propia historia, aspirándose todo en el lado
rocambolesco de su fuerza para endurecer el suspenso hasta el final. De modo que Los restos mortales es
un gran policial, que con sus papeles en regla sale del heterodoxo armario de su autor y se mete en la
ortodoxa tradición del policial argentino, nacida en la celda de don Isidro Parodi. Ahora, ¿por qué lo hizo?
En parte porque los géneros lingüísticos engranan la historia de la lengua con la historia social. No habría
Estado griego sin tragedia ni Sherlock Holmes sin la Victoria imperial. En nuestro caso, que baste este
botón: el adjetivo "extorsivo" es, según el DRAE, un argentinismo. Establecemos nuestra experiencia a
partir de las catástrofes.
Y en parte porque ésta es una novela que empieza: "La mujer que amaba a mi padre estaba perdida". Y si
bien al final confirmaremos la presunción de que esa mujer morirá, lo haremos por el sinuoso camino del
artista cachorro que, a cada paso, habilita la duda (¿qué hijo se refiere así a su madre?) y alienta la
ambigüedad: "Aquella mañana (...) no hubiese sido capaz de decir dónde estaba". Porque hay diferentes
modos de perderse.
Salas debuta entonces con Los restos mortales, y desde su segundo capítulo (disponible en
rollingstone.com.ar) nos augura que, detrás de las paredes de ese sórdido cabaret, conoceremos la muerte
y el sexo de la Patagonia áspera. En Facebook, el autor (cuya madre murió asesinada) ha preferido
ironizar sobre sus restos autobiográficos: "La mujer que amaba a mi padre hubiese detestado este libro".
En Rolling Stone 150, septiembre 2010.
Septiembre 2011
Debut literario
Tal vez pase desapercibido para buena parte de sus lectores, pero en la página de legales de Los restos
mortales, primera novela de Hugo Salas, una leyenda aclara, como en las películas, que "cualquier
semejanza con la realidad es mera coincidencia". ¿Cuál es el anclaje en lo real de este relato sobre la
historia de una familia afincada en la Patagonia y de un crimen por encargo? Salas: "Cuando comencé a
escribir, sólo tenía a Pedro, el protagonista, despertándose en una habitación de hotel del pueblo en que
nací. De inmediato me pregunté, ¿qué hace ahí este tipo, un rutinario y gris asesino a sueldo? La
respuesta vino sola: está ahí para matar a mamá (que murió asesinada, efectivamente, cuando yo tenía
dieciséis años). Resignarme a trabajar una historia a la que le había escapado durante más de diez años
por cierto prurito contra lo autobiográfico suponía embarcarme en un sampler violento y tóxico de
Recuerdos de provincia". Además de Sarmiento y Puig y de buena parte de los sureños estaounidenses
del siglo XX, en la coctelera de influencias y referencias de Salas --que desde hace años se desempeña
como crítico de cine-- no podían faltar películas y directores, del Almodóvar más oscuro a Ripstein y
Garciadiego pasando por Fassbinder, los melodramas y los noir clásicos. Pero no es tanto por estos
detalles --la leyenda del comienzo o los datos de la solapa-- que puede decirse que Los restos mortales
es una novela con una fuerte impronta "cinematográfica", sino sobre todo por los elementos que
apuntalan el texto: un preciso entramado argumental sostenido por un montaje que dosifica con buen
pulso la información, así como el manejo del tiempo, del espacio y de las elipsis. Una ajustada máquina
narrativa resultado de dos años de escritura y otros tantos de correcciones, en los que Salas estuvo
yendo y viniendo por el texto "como un cangrejo". Quien hilvana el relato años más tarde es el hijo de
esa mujer asesinada que, una vez instalado en Buenos Aires, conoce a Pedro de un modo que en
principio parece casual, para terminar revelándose ineluctable, casi en clave de tragedia clásica. Salas:
"Me interesaba enfrentar esa expectativa a un desenlace frenético y a la vez anticlimático, que no
hubiese una acción demoledora de violencia y venganza, purificadora, sino más bien un atentado
abúlico, una crueldad deforme, que todo se desarme, se deshaga, se pudra".
Matías Capelli, en Los inrockuptibles de septiembre.
Septiembre 2011
22 de Octubre 2010
23 de Octubre 2010
3 de Enero 2011
3 de Marzo 2011
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