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Técnica: ViniloSerie Formato OníricoAna MA Gómez Vélez
Colegio Hispanoamericano
125
¿La institución escolar está enel ahora o viste su viejo traje?Is the school updated or is it obsolete?
A instituição escolar mora no presente ou fica no passado?
AmpAro LArA C.
ResumenEn este escrito se presenta una reflexión sobre la educación, institución escolar y los
cambios que en ella se dan a través del tiempo. Más que un estudio histórico se plantea
cómo la labor del docente se adecua a las nuevas exigencias, en un medio en el que el
estudiante es eje del proceso, la familia se ha convertido en un estamento activo que
irrumpe en el espacio escolar antes “privado”, la evaluación es vista desde una perspec-
tiva diferente y los procesos responden a las necesidades y exigencias de una sociedad
también cambiante.
Palabras claveEscuela, educación, sociedad, maestro, individuo, cambio, reto.
AbstractThis article is a reflection on the education in the school and their changes over
time. More than a historical study it considers how the work of teachers is adapted to the
new requirements where the student is the focus of the process, the family has become
an active agent that breaks into the school space which was “private”, the evaluation is
seen from a different perspective and the processes respond to the needs and demands
of a changing society.
KeywordsSchool, education, society, teacher, individual, change and challenge.
ResumoEste artigo é uma reflexão sobre a educação na escola e suas mudanças ao longo
do tempo. Mais do que um estudo histórico pergunta como o trabalho do professor é
adaptado às novas exigências num meio em que o aluno é o eixo do processo, a família
tornou-se num agente mais ativo presente no espaço da escola antes “privado”, a ava-
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Muchas han sido las transfor-
maciones de la sociedad en los
órdenes social, político y econó-
mico, incluso en la educación, y
es el poder cambiante de los seres
humanos lo que ha permitido su
evolución.
Desde la antigüedad la educa-
ción ha existido y sufrido cambios
enmarcados en situaciones históri-
cas propias de cada contexto, como
las tendencias de la modernidad, el
liberalismo con la transnacionaliza-
ción y los procesos de globalización.
Pero qué se puede decir de la ins-
titución escolar hoy, ¿es acaso una
escuela nueva?, ¿o es la vieja escuela
con un traje nuevo?
Inicialmente no existía un siste-
ma educativo estructurado, ni insti-
tuciones dedicadas a la formación
de profesionales para desempeñarse
en el campo educativo. Con el paso
del tiempo, el sistema educativo se
fue estructurando y la escuela se es-
tableció como institución con una
función especializada: “educar”,
transmitir conocimientos específi-
cos de la cultura, los conocimien-
tos considerados “ideales” para
el desarrollo de la sociedad, pero
preparaba a sus alumnos al margen
de ella, bajo sus propias formas de
funcionamiento y disciplina, orien-
tada a sujetos que debían entrar en
relación con el saber y desarrollar la
capacidad de razón en condiciones
de homogeneidad, de tal forma que
se desconocían sus particularidades
y no se tenían en cuenta las caracte-
rísticas propias de la edad. El surgi-
miento de la institución escolar lo
ubica Foucault contemporáneo al
surgimiento de otras instituciones
como el hospital y la cárcel, con-
sideraba que su estructura estaba
adecuada para hacer explícita la
función y la concentración del
poder en el maestro.
Esta institución, inicialmente,
dependía de la iglesia, actuaba
bajo unos objetivos que eran la
prolongación de las instituciones
religiosas, procuraba la formación
en las virtudes y los valores morales,
y en el conocimiento hasta donde
fuera permitido acceder. A media-
dos del siglo XX, años cincuenta, el
papel de la escuela responde a los
cambios de la sociedad generados
por el desarrollo industrial, crece la
demanda, se diversifica la oferta, y
aunque la labor educativa se pro-
clama independiente de la iglesia,
los paradigmas de la autoridad del
maestro otorgada por la iglesia y
respaldados en la religión decaen.1
Sin embargo, no es totalmente
libre en su acción, ahora es la re-
presentante del Estado, este define
sus metas y acciones; la escuela se
convierte entonces en un reflejo de
sus intereses.
En el proceso de transforma-
ción, se dan amplios debates acadé-
micos en torno a la educación y a la
forma de concebir al estudiante da-
dos los avances de la epistemología
genética y de la sicología evolutiva
que inciden en la nueva concepción
del niño. De igual forma se promue-
ven nuevas teorías de los procesos
de aprendizaje, como la teoría del
constructivismo. De este modo, el
individuo se convierte en el centro
de la acción escolar y se empieza a
proponer su formación en función
del futuro de la nación.
Pero, en medio de los cambios,
¿cuál es el interés real del Estado en
el proceso educativo?, continuar
con la masificación para alcanzar
la cobertura, es prioridad, ya sea
liação é vista de uma perspectiva diferente e os processos de atender às necessidades e
demandas da sociedade também estão mudando.
Palavras-chave Escola, educação, sociedade, professor, individual, mudança e desafio.
1 Cajiao, Francisco. Poder y justicia en la escuela colombiana. FES. Santafé de Bogotá, 1994.pp. 46- 55
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por un interés real de ampliar el
horizonte o porque debe responder
a exigencias externas para mantener
ciertos beneficios. Cómo alegraría,
si se uniera el propósito de la uni-
versalización de la educación a una
verdadera cualificación, se haría un
favor a la labor del maestro, pues
ante una sociedad cada vez más
exigente no se puede pretender
que la escuela mediocre solo por
haberse extendido goce de credibi-
lidad. La expansión de la educación
responde hoy más a un factor de
carácter económico, por considerarse
asociado con el crecimiento de la
riqueza de los países y que implica
beneficios económicos, se estable-
ce entonces una relación directa
entre cualificación del individuo
y productividad. De esta manera,
los debates que se dan referentes a
la funcionalidad de la escuela y la
relación entre igualdad educativa-
igualdad social, generan una nueva
visión de la educación y de su papel;
se establecen así programas de for-
mación dentro de nuevos paradig-
mas que le permitan al individuo
desempeñarse en una sociedad cada
vez más industrializada.
Las políticas de expansión de la
educación, sumadas al desarrollo de
tecnologías debilitan el monopolio
de la cultura favoreciendo su alcan-
ce, si bien ésta no necesariamente
coincide con la cultura escolar, se
convierten en una alternativa para
la adquisición de conocimientos
que le permiten a los individuos
tener un panorama del mundo
más amplio. Como parte de su
labor la escuela forma individuos
para actuar en una sociedad com-
petitiva, en la que la participación
en el mercado laboral se hace más
estrecha, dada la masificación de
la educación. Esta competencia
puede generar desencanto en cier-
tos sectores de la población, pues a
pesar de obtener sus diplomas no
encuentran cabida en el mercado
(valga recordar que no existe una
relación directa cobertura-calidad),
por lo que se convierte en un sueño
quijotesco esperanzar a la población
con la posibilidad de mejorar su
estatus a través de la educación que
provee los recursos simbólicos con-
siderados un capital no económico
y propio de sociedades privilegia-
das, como las llamaría Bourdieu.2
Por otra parte, las transforma-
ciones en la estructura familiar,
implicaron cambios en la funcio-
nalidad dentro del hogar, como el
traslado de funciones de los padres
a personas ajenas a la familia, en
este caso a la escuela. Entonces,
la institución escolar entra a com-
plementar la demanda de socia-
lización y continúa con su papel
de brindar formación académica
a los estudiantes. La demanda de
socialización, que inicialmente co-
rrespondía a la familia, se desplaza
En el proceso de transformación, se dan amplios debates académicos en torno a la educación y a la forma de concebir al estudiante dados los avances de la epistemología genética y de la sicología evolutiva que inciden en la nueva concepción del niño.
2 Bourdieu, Pierre. Passeron, Jean Claude. La reproducción. Elementos para una teoría del sistema de enseñanza. Editorial Laia, España, 1977
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poco a poco al espacio escolar y,
podría incluso decirse que en algu-
na medida, se genera cierta pérdida
del control de los hijos y en algunos
casos flexibilidad en el respeto de
los hijos a los padres ausentes en el
proceso formativo, lo que evidencia
la decadencia de los símbolos de
poder en el hogar, situación que
luego se traslada a la escuela.
En este mismo sentido Savater
plantea cómo la llamada “socia-
lización primaria”3 que estaba a
cargo de la familia, se ha desdibu-
jado por los cambios de la propia
transformación de la sociedad. Esta
socialización que promovía los pri-
meros aprendizajes, como aprender
a relacionarse, ha pasado a ser un
aprendizaje que se debe dar en la
escuela dentro de un marco de lega-
lidad “propio” del contexto escolar,
construyendo normas y formas de
relacionarse que ya deberían estar
fundamentadas desde el hogar y
que favorecerían la labor educati-
va. Ahora al maestro no sólo se le
responsabiliza de esta socialización,
sino que se le reclama cuando no
logra éxito en un proceso que los
padres no asumieron o en el que
fracasaron.
La transformación de la estruc-
tura familiar se une al derrumbe de
los muros escolares que mantenían
alejada a la familia de la escuela.
Con su irrupción en la escuela, se
tiene una nueva mirada de la Insti-
tución, ya no basada en la confianza
ciega del pasado cuando era sacrali-
zada y el padre de familia entregaba
su hijo para que fuera formado,
después de haber dado las bases
para continuar dicha formación.
Con una mayor participación de
los padres de familia en el proceso
educativo, el carácter autónomo del
que gozaba la institución escolar en
la sociedad y en la familia pierde
terreno y se establece una relación
pactada, que tiene que ver con la
visión económica del capitalismo
moderno, que permea las institu-
ciones, incluyendo la escolar. Así,
una institución que era autónoma
e incuestionable pasa a ser punto
de miradas y juzgamiento de la
familia que exige el cumplimiento
de sus funciones, de tal forma que
lo que se hacía por convicción,
actualmente se hace, además, para
dar respuesta a situaciones con-
tractuales que se establecen entre
la familia y la institución misma.
En un sistema escolar con
criterios empresariales, en los que
se habla de insumos, productos,
clientes, podría pensarse en el
lugar que ocupan los ideales de
humanización de la escuela, ahora
con una visión empresarial. Hoy los
criterios para medir la eficacia de
los procesos son cuantitativos, los
mismos criterios que tan duramen-
te fueron criticados en el proceso de
evaluación para los estudiantes. Se
busca fortalecer la calidad del “pro-
ducto”, pero evitando al máximo el
desacuerdo con los “clientes”, antes
padres de familia, a quienes se les
hacían exigencias. Ahora el maestro
debe trabajar en función de la satis-
facción de los diferentes estamen-
tos, los directivos, los estudiantes,
los padres de familia…, pero vale la
pena preguntarse qué tanto espacio
hay en medio de este trajinar para
la discusión pedagógica.
Si bien antes la institución
escolar exigía a los padres cumplir
su responsabilidad como tal, ésta
parece haberse convertido en una
tímida institución que debe respon-
der a la familia, y cuando los padres
no cumplen su parte del contrato
se invita al maestro a actuar sin su
presencia, tal vez en su afán de lle-
var a cabo su objetivo. Sin embargo,
¿cómo se pretende que el maestro
cumpla a cabalidad con su labor de
formación en una escuela invadida
por la sociedad, por las familias que
exigen sus derechos, pero tomando
al estudiante como si fuera una isla
para sacarlo avante en su proceso?,
¿no es contradictorio saber que el
derrumbe de los muros escolares
permite la entrada de la familia
para que exija sus derechos y los
beneficios prometidos, lo que está
bien, pero no para que asuma sus
propias funciones, sino para ser en
algunos casos más delegataria? ¿Es
al maestro al que debe cuestionar-
3 Savater, Fernando. El valor de Educar. Ed. Ariel. España. 2008. pág.53.
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se y exigírsele para que actúe en
solitario?
Como producto de esta mu-
tación la legitimidad del maestro
también se cuestiona ¿Cuál es su
papel si lo que hacía era impartir
conocimiento y esto ahora se pue-
de suplir, a través de los múltiples
medios de comunicación? Este es
el gran reto.
En un principio, el maestro fue
tan sagrado como la institución que
representaba, su voz era escuchada
y su saber era incuestionable, era
respetado por ser quien lo poseía.
Gozaba de un poder inherente al
saber que le fue consagrado desde
sus inicios, pero cada vez más es-
quivo. Para el maestro no es fácil
abandonar las viejas prácticas en las
que la figura de autoridad es insti-
tucionalizada por su saber y por la
posibilidad de imponer disciplina,
respaldándose en las normas que
regulan el comportamiento en la
institución, y pretende reafirmar
su imagen de fuerza frente al es-
tudiante, manteniendo relaciones
de autoridad en sentido vertical:
maestro-alumno. En ocasiones, en
el afán de conservar el poder en
sus manos, se soslaya en el discurso
confuso e innecesario que no llega a
los estudiantes, logrando un efecto
contrario al que pretende la educa-
ción, que es acercarse gustoso al sa-
ber, y como afirma Locke4 haciendo
uso de ciertos discursos que no se
adaptan a la edad o necesidad de los
estudiantes, sino que generan con-
fusión y, por qué no decirlo, a veces
aversión. No se plantea aquí una
oposición a la necesidad de razonar,
de discutir frente al conocimiento,
sino un llamado a la necesidad de
hacer cercano el conocimiento para
apropiárselo, así el maestro deja de
impartir un saber y se convierte en
un mediador entre el estudiante y
el conocimiento, conservando la
vigencia de su rol, pues si solo se
tratara de encontrar el conocimien-
to su presencia no sería necesaria.
A lo anterior se suman las polí-
ticas de participación y convivencia
respaldadas por las teorías del
desarrollo de la personalidad y la
defensa de los derechos humanos.
Algunas de las medidas adoptadas
en nuestro medio, como la Ley
General de la Educación, proponen
la participación de la comunidad
en la construcción del Proyecto
Educativo Institucional (PEI). De
igual forma hace referencia a los
gobiernos escolares, transformando
la jerarquía escolar, convirtiendo la
escuela de un poder centralizado en
un espacio en el que se conjugan
micropoderes5 presentes en las
relaciones, lo que se observa en la
capacidad del individuo para ser re-
Como producto de esta mutación la legitimidad del maestro también se cuestiona: ¿Cuál es su papel si lo que hacía era impartir conocimiento y esto ahora se puede suplir, a través de los múltiples medios de comunicación? Este es el gran reto.
4 Estareflexiónlahaceelautorrefiriéndosealosdiscursosyrazonamientosfilosóficosenlosniños,peroconsideropertinentesituarlaparareferireldiscursodealgunosmaestrosenlaescueladehoyquebuscandespertarlaadmiraciónhaciendousodeundiscursocomplejoydesenfocado.EnelapéndicedeEl valor de Educar.Pág.199.JhonLocke.Algunospensamientossobreeducación,sec.VIII
5 Foucault,Michel.Microfísica del poder.3ªEd.Lapiqueta.España.1992.
Revista de Educación & Pensamiento
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ceptivo a la influencia de los otros,
pero a su vez para influir sobre ellos.
Estas normativas generan formas
de participación en el control y a
su vez permiten la formulación de
propuestas, ajustándose a perspec-
tivas más amplias con las que se
enriquece la escuela.
La nueva situación de la institu-
ción educativa lleva a que las formas
de funcionamiento planteadas
estén orientadas por políticas que
promuevan, gestionen y apoyen con
recursos, se propongan formas de
evaluación en las que los alumnos
educados bajo un “mismo siste-
ma”,6 en medio de la diversidad,
compitan en una supuesta igualdad
de condiciones, dentro de una
regulación estatal que establece
pruebas universales para poblacio-
nes diversas.
Como respuesta a las necesi-
dades que plantea la modernidad,
el Estado pretende desarrollar
diferentes propuestas educativas,
enmarcando el funcionamiento
en fundamentos legales, pero ¿qué
tan coherentes y eficaces resultan
las propuestas del Estado frente a
la realidad de la sociedad? Se pro-
ponen reformas que van y vienen, y
con la misma prisa que se imponen,
pretenden resultados afanosos, sin
detenerse a analizar si los proyectos
llevados a cabo se adaptan o qué
tanto se ajustan a la sociedad nues-
tra, o si es necesario reformularlos
o mejorarlos.
Así también, la evaluación, una
de las dimensiones de la educación,
ha tenido diversas formas al propo-
ner desde los métodos más rígidos
hasta los más flexibles. Si se toma
como punto referencial para dar
una mirada a la escuela de hoy, se
entenderá ésta como un mecanis-
mo que utiliza el maestro para ve-
rificar los avances del proceso y en
los que hace uso del poder que en
ese momento detenta, sin que ello
implique considerar el poder como
algo negativo. No podría verse con
temor la evaluación y pretender que
se aplique de tal forma que nunca
cause frustración, pues los seres
humanos estamos constantemente
enfrentados a situaciones que pue-
den darnos placer o frustración,
pero el transformar una situación
de frustración en oportunidad hará
que realmente la evaluación cumpla
su función que es identificar las
debilidades para convertirlas en
fortalezas. De ahí la importancia de
optar por una mirada crítica frente
a los planteamientos que se hacen
en la fundamentación conceptual
de la evaluación, la cual amerita
ser vista como una forma de cons-
trucción del saber que enriquece a
los sujetos, y al ser aplicada no debe
atemorizarse frente a los resultados
que se puedan obtener, así se lo-
grará una mejora continua más en
función de los procesos y no sólo
para responder a la necesidad de
los “clientes” lo que, en ocasiones,
pone en aprietos la calidad misma
que la evaluación podría imprimirle
a los procesos.
Ante este panorama, la labor
docente se torna cada vez más
compleja y desgastante, no solo
por la pérdida de la concentración
del poder dado por el dominio de
la cultura y el conocimiento, sino
porque hoy los niños y jóvenes
han cambiado su actitud frente al
saber, han perdido la motivación
para aprender, pues lo que otrora
encontraban solo en la escuela, se
ha vuelto accesible a todos por la
invasión de los medios de comuni-
cación masiva, y la posibilidad de
conocer el mundo a través de los
ojos de la institución escolar pierde
su encanto, basta con cliquear una
tecla y el mundo se abre ante los
ojos expectantes de quien busca
algo. El maestro en su quehacer
interactúa con un estudiante que
no espera callado para escuchar
las historias que allí se cuentan,
cuestiona el saber y más que el saber
en sí, cuestiona su funcionalidad,
lo que pone en aprietos la labor
docente, por esto no se debe perder
de vista que las metas de la institu-
ción escolar sobrepasan la posesión
del saber, puesto que la educación
prepara para asumir los retos de
la vida cotidiana, de la existencia
misma, del mundo que existe y que
supera los límites del tiempo.
Entonces el papel del maestro
es formar para ser capaz de vivir en
6 AunqueelsistemaeducativoestáreguladoporelEstado,lacalidaddelaeducaciónnoesigualparatodalapoblación.
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relación con otro, reconociendo
que cada generación construye a
partir de los saberes legados de las
generaciones pasadas y enfrenta
hoy el reto de trabajar en pro de
la convicción que despierte en sus
estudiantes por “conocer”, es casi
una conquista del día a día para que
sostengan su interés, pues hay una
desigualdad entre lo que la escuela
puede ofrecer y la demanda de la
sociedad, lo que genera desencanto
y cierta actitud de incredulidad
frente al valor del conocimiento.
Así, ante los cambios de la
institución escolar, el maestro debe
contar con las herramientas peda-
gógicas necesarias para lograr un
desempeño que le permita asumir
la transformación del sistema edu-
cativo, de tal manera que quienes
entran a él se articulen sin sentir
que están en un sistema que pare-
ciera ir a destiempo con ellos, pues
hay que tener presente que los estu-
diantes hacen parte de una cultura
del aquí y el ahora, preocupados
por el respeto de su individualidad,
pero desconociendo en ocasiones
el sentido del bien colectivo, con
una necesidad de la satisfacción
inmediata y del logro de sus metas
con el menor esfuerzo; por eso, las
propuestas académicas se llegan a
considerar agotadoras y desmoti-
vantes, ya que implican el reto de
asumir responsabilidades, cumplir
exigencias y lograr constancia. Lo
anterior se convierte en un factor
que incide, en muchas ocasiones,
para el abandono de las metas es-
colares y afecta la vinculación de los
jóvenes en el competido mercado
laboral.
Por tanto, en función de la cua-
lificación de la educación, la labor
del docente más que evaluada, se
debe orientar buscando crear con-
ciencia y lograr congruencia entre
el discurso y la práctica pedagógica,
pues no es fácil contar con una
actitud abierta ante la evaluación
cuando ha sido un sistema que
hasta hace poco era incuestiona-
ble, pues el docente tenía libertad
de actuar sin que se evaluara su
acción. Y aunque el discurso pe-
dagógico ha sido apropiado más
rápido que la práctica, la herencia
legada por la legitimación del Es-
tado persiste bajo ciertas formas,
que si bien ya no condicionan a
los estudiantes desde el respeto y
la obediencia, aún persisten como
formas de control que regulan la
acción interna de la escuela, desde
una nueva mirada que pretende la
autonomía y el desarrollo armónico
de la personalidad, sin olvidar que
la permanencia de la institución
garantiza el sostenimiento de los
valores y fines de la nación.
Este pareciera ser el modelo
de escuela en la que se promueve
el desarrollo de los individuos que
han crecido en un mundo en el que
el respeto a la individualidad, la
autonomía y el desarrollo personal
son fundamentales, pero la inquie-
tud surge cuando hay que vincular
este individuo a un ambiente en el
que los ideales de libertad se ven
Así, ante los cambios de la institución escolar, el maestro debe contar con las herramientas pedagógicas necesarias para lograr un desempeño que le permita asumir la transformación del sistema educativo, de tal manera que quienes entran a él se articulen sin sentir que están en un sistema que pareciera ir a destiempo con ellos.
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limitados aún por los programas
institucionales que por un lado
promueven dichos valores, pero por
otro mantienen ciertas formas de
funcionamiento que pertenecen a
la “vieja escuela”. Ahora bien, no se
trata de plantear tampoco un ideal
de establecimiento educativo, es el
maestro quien está en él y puede
identificar las necesidades y formas
de funcionamiento que podrían ser
más eficaces, siendo obviamente
observadas objetivamente y no con
la nostalgia de la escuela que se ha
ido y, pese a sus fallas, se puede
seguir viendo como la ideal. Volva-
mos a considerar la escuela como
el espacio de reconstrucción de
conocimiento, del descubrimiento
del saber tanto para los estudian-
tes como para los maestros y no
definido por las políticas de la mo-
dernidad y sus normas meramente
empresariales, la globalización y el
liberalismo económico.
BibliografíaCajiao, Francisco. “Poder y justicia
en la escuela colombiana”
FES. Santafé de Bogotá,
1994.
Bourdieu, Pierre. Passeron, Jean
Claude. La reproducción.
Elementos para una teoría
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Savater, Fernando. El valor de Edu-
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Dubet, François. “¿Mutaciones ins-
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Sociología.. N°25 Colombia.
2005.
CieloTécnica: Óleo
Copia:VladimirKushMarthaD.LosRios
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