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Una aproxiinación holística al cáncer
T ras cuarenta años de tratar a enfermos me he dado cuel'lta de que la visión actual y las técnicas de la Medicina ortodoxa tan sólo dan respuestas parciales
a los problemas de salud. Según se desprende de la lista de problemas que expone el Servicio Nacional de Salud de Inglaterra, parece necesario que el individuo debe acercarse más a los primitivos esquemas de salud, en el sentido de que la salud verdadera tan sólo se puede conseguir a través de una integración del cuerpo, de la mente y del espíritu; pues como decía Platón en La República: «Para curar el cuerpo debemos comenzar curando el alma».
Considero que muchos, sino todos los padecimientos físicos, están en parte autocreados, por un lado por no seguir las leyes naturales de la vida, y por otro lado a través de formas de conducta erróneas, tanto en el pensamiento como en la emoción, y que interfieren con las funciones
E1 tratamiento siempre se debe dirigir hacia la causa primera, y no hacia la manifestación física actual.
normales del cuerpo. Solo cuando estos patrones se corrigen y se suprime este proceso de interferencia se puede producir la verdadera curación en su sentido más global.
Con el término global quiero indicar el restablecimiento de la armonía y la integración del individuo en todos sus diferentes niveles de ser: ya que es de vital importancia comprender que el ser humano tiene simultáneamente unos niveles físico, emocional, mental e incluso espiritual, y que, al igual que los instrumentos de una orquesta, cada uno de ellos es capaz de alterar el sonido final así como el funcionamiento correcto de todos los demás. Ejemplos de este principio de acción se pueden ver fácilmente en los casos de alteraciones cutáneas de origen neurogénico, en las disfunciones hormonales, y en los factores psicogénicos que afectan a las enfermedades cardiovasculares.
Según mi experiencia, aproximadamente el 75% de las enfermedades son de origen psicosomático; esto es, que la enfermedad física final que se nos presenta en la consulta diaria es solo el final de la concatenación de diferentes reacciones que se han iniciado a un nivel profundo. Lo que observamos es, de hecho, el síntoma de una patología subyacente de tipo emocional, mental o espiritual. Por ello es axiomático que el «tratamiento» siempre lo habremos de dirigir hacia la causa primaria, y no hacia la manifestación física actual. Para dar un ejemplo sobre
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Ian B. Pearce, B.M.C.Ch.
ello, se podría decir que tratar la condición física superficial es como tomar codeína para un dolor de muelas y no ir al dentista o hacerse una revisión. Estos tratamientos, al igual que la codeína,· suelen provocar mejoría en el nivel físico, pero invariablemente van seguidos de una renovación de los síntomas o de la presentación de síntomas nuevos provocados por la condición primaria profunda.
E n ninguna enfermedad este aspecto es tan claro como en el tratamiento del cáncer. La palabra en sí mis
ma es emotiva, y provoca miedo en los corazones más fuertes. Se ha dicho numerosas veces que la palabra cáncer mata más gente que la enfermedad misma. La existencia de un factor emocional en el desarrollo del cáncer ha sido intuido desde los tiempos de Galeno, y la investigación moderna parece apuntar también en este sentido. Ya en 1870, Sir james Paget escribió: «He observado muchos casos en los que existe una ansiedad profunda, una desesperanza y una falta de motivación general, y en estos casos muchas veces se desarrolla con suma rapidez el cáncer, tanto en tamaño como en dispersión, por lo cual para mí es indudable que la depresión mental es un factor de peso que se debe añadir al resto de influencias que favorecen el desarrollo de la constitución cancerosa»1. En 1926, Elida Evans estudió a lOO pacientes por el método psicológico dejung. Informó que el típico paciente canceroso era una persona que había perdido una gran parte de sus relaciones emocionales antes del desarrollo del tumor, y que era incapaz de mantener correctamente el equilibrio de su energía psíquica, se había vuelto introvertido y de esta manera alimentada energéticamente al cancer2 Le Shan y Worthington observaron además que el paciente canceroso con mucha frecuencia presenta una tensión importante debida especialmente a la pérdida reciente de una relación vital sin que ésta relación haya sido sustituida por otra; también hallaron que este tipo de pacientes habían perdido la capacidad (total o parcialmente) para expresar sentimientos de hostilidad3. Parker et al., también trataron de estudiar la relación entre las épocas de aflicción o duelo y su correspondiente alta tasa de mortalidad, y encontraron que el cáncer era una de las causas que provocaba mayor mortalidad en los primeros seis meses de duelo por la pérdida de una relación querida4.
La hipótesis de que determinados tipos de estrés pueden desempeñar un importante papel en el desarrollo del cáncer también está apoyada por el estudio posterior sobre animales. La Barba observó, experimentando con ani-
males, que la respuesta al cáncer ( tumorgénesis y tasas de mortalidad) podía ser modificada por variaciones experimentales y medioambientales sobre el animal5. Diferentes investigadores han comprobado que el estrés nervioso común en los ratones y ratas, que la supresión de las luchas rituales en el ratón macho, y que la estimulación precoz negativa sobre el cachorro de ratón, realizada mediante separaciones temporales y repetidas de la madri- ·
L alteración primaria en el paciente canceroso ¡;adica en los
procesos inmunitarios, especialmente en los de
autoinmunidad.
guera, todas ellas incidían favoreciendo el curso y el desarrollo de la leucemia5. Katevsky et al. hallaron que la neurosis experimentalmente provocada facilitaba la aparición espontánea de tumores en los ratones. También informaron estos autores que se podía inhibir el crecimiento tumoral en el ratón produciendo lesiones en el hipotálamo, concluyendo con ello que el sistema nervioso desempeña un importantísimo papel de coordinación en la posibilidad de producción de tumores malignos, sugiriendo además que los neoplasmas malignos se desarrollan de una forma similar a la de otros padecimientos como la úlcera
péptica y la hipotensión, que también son la consecuencia de una actividad nerviosa elevada6.
L a influencia de la personalidad en el determinismo del desarrollo y en la evolución de una enfermedad
maligna parece ser de vital importancia. La respuesta de cada individuo hacia cualquier situación de la vida no sólo depende de la situación en sí y del conjunto de eventos físicos y psicológicos que rodean a la situación en un momento determinado; sino que también depende de ciertos aspectos de la personalidad del individuo. Estos factores pueden aparecer e incluyen la dificultad para la descarga emocional y la frustración (definido como aplicación, desesperanza, depresión). Mucho se ha hablado y se ha escrito acerca de la influencia del tabaco y del hábito de fumar en la producción del cáncer pulmonar. Kissen, investigando la relación entre el cáncer pulmonar, el hábito tabáquico y la personalidad, llegó a la conclusión de que el factor crucial era la incapacidad de realizar una descarga emocional, sugiriendo que cuanto más incapacitado estuviera un fumador para realizar esta descarga emocional, se necesitaría un menor tiempo de exposición al humo de cigarrillo como para inducir un cáncer pulmonar7•8•9.
Posteriores estudios del mismo autor vinieron a apoyar esta hipótesis, entre ellos uno en el que observó a un grupo de pacientes de edad adulta (55-64 años) y sin una historia personal adversa. Halló que estos pacientes presen-
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taban unas tasas de enfermedad neurótica bastante bajas, en comparación con un grupo de pacientes cancerosos que presentaban con más frecuencia unos acontecimientos personales de tipo adverso y unos índices de neuroticismo mayores. En otras palabras, la capacidad de producir cáncer pulmonar de una vida con episodios adversos está en relación directa con la pobreza de vida emocionaP0. Otros autores, como But!er, llegaron a las mismas conclusiones11. Butler describe al típico paciente canceroso como « ... un individuo inhibido, con angustia, odios y celos reprimidos». Bacon et al. también dijeron que las mujeres cancerosas « ... no presentan técnicas para descargar la angustia directamente, o de un modo sublimado ... »12.
L salud solo se puede conseguir mediante una integración del
cuerpo, la mente y el espíritu. · Platón decía en La República: «Para
curar el cuerpo debemos comenzar curandr el alma.»
Le Shan investigó los patrones comunes de la historia emocional de 450 pacientes cancerosos. Halló que estos pacientes presentaban unal tendencia a tener un modo particular de vida. Este patrórh de vida tenía tres puntos clave fundamentales, que descriBimos seguidamente: «El primero es una infancia y adolescf1ncia marcada por sentimientos de soledad y aislamiento; n sentimiento de que las relaciones profundas son peli!grosas y traen dolor y rechazo, un sentimiento de hond9 abatimiento y desesperanza.
»El segundo es el período en que se ha establecido una 1 relación más profunda, y e1 individuo adopta un sentimien-to de aceptación hacia lo� demás (al menos, asume este 1 papel) y desarrolla una vida interna correcta.
»El tercer periodo se inifia con la pérdida de esta relación personal central, y con el sentimiento renovado de aflicción, con la conviccid1n de que esta vida ya no reserva ningún aliciente para uno».
La desesperanza se defi+e como sigue: «Falta de motivación que cursa con incapacidad de producir sentimiento real de felicidad o de dncontrar sentido a la vida. La persona se siente condena�a a realizar tremendos esfuerzos para encontrar relaciones estimulantes, es incapaz de vehiculizar sus energías en el entusiasmo, en la creencia de participar en un grupo, etc., y cree en última instancia que al final todos sus esfuerzos van a fracasar13.l4.
T odo esto nos apoya el hecho de que el entorno psicológico combinado con las influencias angustiantes
del medio ambiente de la vida normal son un factor de gran relevancia, o quizás el principal factor productor de la enfermedad cancerosa. Después de todo, hemos de recordar que las células corporales están siendo constante-
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mente destruidas y reemplazadas, y las numerosas moléculas que las forman están siendo constantemente integradas y desintegradas. Este recambio indica la existencia de un mecanismo regulador, a pesar de que aún dispongamos de pocos conocimientos en relación al estudio de su naturaleza reaL Parece ser que en la enfermedad cancerosa este mecanismo de reemplazo de células puede «descarrilarse», produciéndose un fallo de los procesos inmunes corporales, que permiten el desarrollo de estas células anormales, desarrollo que debería ser impedido, al igual que se impide el de las bacterias, virus, o incluso el de los tejidos no homólogos de los trasplantes. En otras palabras, la alteración primaria en el paciente canceroso radica en los procesos inmunitarios, especialmente en los de autoinmunidad. En estos casos, la respuesta corporal frente a las células cancerosas es parecida a la respuesta que se realiza a los agentes infecciosos.
Esta hipótesis surge de numerosas y conocidas observaciones clínicas de que en el tratamiento de los pacientes cancerosos se puede llegar a alcanzar un estado más o menos confortable de «simbiosis» con la enfermedad hasta que sucede algún acontecimiento que viene a desestabilizar el frágil equilibrio inmunitario obtenido. El acontecimiento puede ser un trauma psicológico severo, o como en un reciente caso que observé, una infección intercurrente. En estos casos, el balance inmunitario se altera, la resistencia individual se viene abajo, y el proceso canceroso sobrecarga rápidamente el sistema inmunitario, con
lo que el proceso se extiende como el fuego por una pradera con hierba seca. (Teniendo esto en mente se debería poner en cuestión la práctica común de utilizar en el tratamiento del cáncer los esteroides conjuntamente con drogas citotóxicas, drogas que, al inhibir los procesos inmunes corporales, podrían poner al paciente en mayor peligro y extender las infecciones intercurrentes.)
También es un hecho, conocido por los que tratan este tipo de pacientes, que el hundimiento de la resistencia a las infecciones viene dado muchas veces por una alteración emocional. Esto se observa con mucha mayor facilidad en los niños y personas jóvenes, en los cuales el hecho de que se acerquen fechas especiales como Navidades, cumpleaños, exámenes, u otros acontecimientos que implican un estrés emocional puede disminuir su resistencia a numerosos padecimientos comunes que de otra manera no se habrían desarrollado (¿cuántas veces se puede ver a niños afectados de anginas o de otitis media justt' antes de las Navidades?).
E 1 término estrés está ampliamente usado hoy en día. .. .. . -y {:Omúnmente se-piensa- que radica en -el medio am-
biente del individuo. De este modo, mucha gente piensa que un cambio del estilo de vida hacia otro más simple y menos complicado -una especie de «pasar de todo»es necesario para conseguir erradicar el estrés. Esto es una simplificación excesiva. Es importante recordar que cada uno tiene ciertas áreas de su vida generadoras de estrés, a través de las cuales todos hemos de pasar. Son inseparables del proceso de la vida. Son parte y parcelas de la elección vital; las lecciones (si se quiere expresar de esta manera) que hemos tenido que aprender. Entre ellas citaremos el nacimiento, el destete, las primeras clases escolares, el nacimiento de otros hermanos, el cambio de escuelas, adolescencia, pubertad, universidad, primer trabajo,
Muchos médicos saben que el hundimiento de la resistencia a las
infecciones viene dado muchas veces por una alteración emocional.
cambios de trabajo, noviazgo, matrimonio, parentela, paternidad, cambios del medio ambiente, jubilación, y muchas otras. Son parcelas angustiantes de la vida y son comunes a todos. Lo que determina el desarrollo del estrés no es el área de la vida atravesada, sino la reacción por parte del individuo hacia la circunstancia que le ocurre. La relación entre una y otra podría resumirse simplemente por la siguiente ecuación simple: estrés = reacción X medio ambiente (por «medio ambiente» debemos entender no solo el ambiente externo y presente, sino la situación general de la vida del individuo, que incluye, además del presente, todas sus memorias y experiencias del pasado, sus alegrías, sus miedos, sus éxitos y sus fracasos,
conjuntamente con sus esperanzas, ambiciones, dudas y miedos para el futuro). Si en la ecuación expuesta más arriba se desea alterar el cociente, el estrés, es necesario alterar uno de los dos factores, medio ambiente o reacción. En la mayoría de los casos, el medio ambiente está fuera de nuestro alcance y es inalterable, por ello es necesario, si queremos modificar el estrés que soporta el individuo, tratar de enseñarle a modificar. su reacción frente al medio ambiente. De esta manera, la curación real empieza con la curación de la psique, y la curación corporal se produce de una manera natural.
E 1 autor se ha interesado en demostrar esto sobre pacientes con cáncer. En esencia, el proceso es bastante
simple. En primer lugar se realiza una historia de su vida, con especial énfasis hacia los patrones emocionales, e investigando posibles áreas de pensamiento negativo. También se le refuerza el convencimiento de que la curación de �u enfermedad sí es posible, pero que esta curación solo puede lograrse si él mismo ejerce un papel importante. Se le explica que así como su enfermedad ha sido autocreada, también puede hacerse algo por autodeshacerla. Se le enseña a relajarse correctamente por medio de la meditación. En este proceso de meditación se le enseña primero a visualizar, con todo el poder de su imaginación, alguna situación en la cual el individuo se sienta en estado de paz, de belleza y de tranquilidad. Esta meditación se ha de hacer lo suficientemente vivida como para el individuo tome parte en la escena que ha recreado su mente. Después de permanecer un corto período de tiempo en este estado, se le indica que mire hacia sí mismo y trate de ver su enfermedad; de visualizar su tumor, su dolor, y su función alterada, y que mientras observa su enfermedad, vea a las células de su cuerpo combatiéndolo, neutralizándolo, rodeando y confinando la enfermedad, y fi-
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nalmente destruyendo y eliminando el dolor. Se le ha de indicar que el cuerpo se carga de energía mientras se realiza este proceso, y que se benefician de ello las fuerzas defensivas. «Tal como lo imagines, sucederá», ha de ser el mensaje a exponer al paciente. Finalmente, se pide al paciente que vuelva al estado inicial de tranquilidad, y que permanezca en ese estad1o sintiendo su respiración y sus energías curativas circulando por su organismo, y que están presentes en todos y cada uno de los momentos de la vida.
También indicamos al lpaciente que este tipo de meditación se ha de realizar como mínimo media hora diaria. Cada dos semanas, se hace un encuentro de un grupo de pacientes. En estas reuniones, aparte de depurar el sistema de meditación de cada paciente y sus procesos de visualización, existen además sesiones de imposición_ de manos por parte de una persona con fama de curador carismático. Durante estas sesiones el grado de relajación está monitorizado por medio de un medidor de la resistencia eléctrica cutánea, y nos ha parecido observar que un aumento de un 30% en la resistencia de la piel indica una condición receptiva para la curación carismática por imposición de manos. (Además de ello, se observa que la imposición de manos provoca una disminución de la resistencia cutánea. Tan pronto como se ha acabado la imposición de manos, las lecturas de resistencia cutánea aumentan rápidamente hasta los niveles del estado de relajación y meditación.)
Es importante comprender claramente que este tipo de terapias para el cáncer son complementarias a las técnicas ortodoxas de la Medicina, como la cirugía, radioterapia y agentes citotóxicos, y solemos indicar vivamente que no se ha de dejar de tomar la medicación habitual. He podi_do observar que con las experiencias en grupo que he realizado se han producido importantes cambios en la forma de pensar de los pacientes, y que este cambio mental se correspondía con una mejor respuesta hacia los agentes terapéuticos ortodoxos, y en especial la radiot�rapia. Los agentes citotóxicos son menos seguros de controlar puesto que presentan numerosos efectos adversos yatrogénicos, y en esos casos se pueden utilizar dosis menores con el mismo resultado; asimismo hemos renunciado al uso de esteroides como es bastante frecuente. El tratamiento debe ir acompañado de un régimen dietético adecuado. En este régimen se les recomienda abstinencia absoluta de carnes -materia muerta-, y la inclusión de miel, leche, yogur, frutas frescas y verduras, junto con dosis importantes de vitaminas de origen natural, en especial las vitaminas hidrosolubles, así como las del grupo B y C. Siempre que sea posible, los alimentos serán de cultivo biológico.
A unque aún es pronto para llegar a conclusiones seguras, me ha parecido que el tratamiento del cáncer
debería beneficiarse de estos tratamientos en grupo, y se deberían realizar algunos estudios piloto.
Hacer funcionar este tipo de grupos requiere entrena-
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miento y experiencia, especialmente en la inducción del estado de meditación. Idealmente, el líder que induce la meditación ha de ser experimentado en el tema y practicar en sí mismo la meditación cada día. Si no es así, ello puede influir en la actitud de los mismos pacientes, a los cuales se les enseña, pero no se les convence, y su éxito frente a su enfermedad depende principalmente de su actitud personal. El sanador también es importante, y quien realice la imposición de manos no ha de ser necesariamente líder del grupo terapéutico, pero sí habrá de ser experimentado en ello. La habilidad en usar las manos como instrumento de curación forma parte del carácter de cada persona, pero esta capacidad varia de persona a persona, y puede ser mejorada mediante la :rp.editación, el entrenamiento y la práctica. Su calidad fundamental es un deseo intenso y superpoderoso de brindar ayuda, sin pensamientos de egocentrismo personal. Es necesario además que el médico pueda trabajar en grupo con colegas de la medicina ortodoxa de cara a poder evaluar objetivamente los resultados obtenidos. Los grupos están formados por varias personas, y el número ideal es siete. Los grupos de más de doce personas suelen traer a la larga problemas de armonía entre los diferentes sujetos que los componen.
El médico ortodoxo experimentado quizás alzará sus brazos escandalizado al tratar de abordar la enfermedad, y en este caso una enfermedad tan grave como el cáncer, de este modo tan poco ortodoxo. Replicará probablemente que el fenómeno de recuperación espontánea en el cáncer es un hecho reconocido hace tiempo por la profesión médica, y que incluso con tratamientos ortodoxos este hecho también sucede. Muchas veces, las recuperaciones espontáneas han sido catalogadas como diagnósticos mal establecidos, ya que nada hay tan peligroso como lo que no entra en las reglas de juego convencionales. También fue Galileo excomulgado por la Iglesia en el Renacimiento por afirmar que dábamos vueltas alrededor del Sol. Para comprender mejor los factores de curación espontánea, deberíamos preguntarnos antes por qué unos pacientes responden tan bien al tratamiento y otros no, y especialmente observar qué factores influyen en un sentido o en el otro. El médico debe de ahondar en el terreno de la personalidad del paciente para poder resolver este problema.
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• Entraído de «A Holistic Approach to Caneen>. Health Natural, The Foundation, Vol.!, n? 5, pp. 1-6, Dec. 1985. (133, Gatley Road, Gatley, Cheadle, Cheshire, SK8 4PD Inglaterra). • Selección y traducción: Avelina Esteves y josep Lluís Berdonces.
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