View
11
Download
0
Category
Preview:
Citation preview
UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID
FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIOLOGÍA
Departamento de Sociología V (Teoría Sociológica)
TESIS DOCTORAL
José Medina Echavarría: vida y sociología
MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR
PRESENTADA POR
Juan Jesús Morales Martín
Director
José Enrique Rodríguez Ibáñez
Madrid, 2012
© Juan Jesús Morales Martín, 2012
Universidad Complutense de Madrid
Facultad de Ciencias Políticas y Sociología
Departamento de Sociología V
(Teoría Sociológica)
Tesis doctoral
José Medina Echavarría: vida y sociología
Juan Jesús Morales Martín
Director: José Enrique Rodríguez Ibáñez
Febrero 2012
1
Índice.
AGRADECIMIENTOS
NOTA INTRODUCTORIA
INTRODUCCIÓN
1. Desconocimientos y olvidos en la sociología en España. El caso de José Medina Echavarría.
2. Antecedentes, hipótesis y objetivos. 3. El marco teórico sociológico. 4. Metodología. El método biográfico y el estilo narrativo.
PRIMERA PARTE.
Años de formación: la adquisición del enfoque sociológico.
CAPÍTULO I. LA SOCIOLOGÍA EN ESPAÑA A COMIENZOS DEL SIGLO
XX.
1. Los efectos del 98 en la sociología española. 2. La herencia krausista en el desarrollo de la sociología. 3. Manuel Sales y Ferré: precursor de la institucionalización de la sociología en
España.
4. Corrientes sociológicas en la fase fundacional de la sociología española: Adolfo Posada, José Ortega y Gasset, Severino Aznar.
CAPÍTULO II. AÑOS DE JUVENTUD, AÑOS DE FORMACIÓN: LA
ADQUISICIÓN DEL ENFOQUE SOCIOLÓGICO.
1. Nacimiento. La familia. La Universidad. 2. Max Aub y la vanguardia literaria valenciana. 3. Estancia en París. Hacia la tesis doctoral. 4. La tesis de Derecho. 5. Lector de español en Alemania. Corrientes de pensamiento filosófico y
sociológico.
CAPÍTULO III. ESTRATEGIA DE INSERCIÓN ACADÉMICA. LA OPCIÓN
POR LA SOCIOLOGÍA.
1. Regreso a España. Encuentro con el horizonte cultural de la Segunda República. 2. Asomándose en la Unión Soviética. 3. Posicionándose en el campo académico español. Paisaje de la filosofía jurídica
contemporánea.
4. La tensión entre la profesión y la formación. Espectador de su tiempo como Letrado de las Cortes. Nuevo viaje a Alemania.
5. La opción por la sociología. La situación presente de la filosofía jurídica. 6. Las oposiciones a la Cátedra de Filosofía del Derecho de la Universidad de
Murcia.
2
7. La adquisición del enfoque sociológico como aspiración de una época. Sobre el intento de constituir una ―tradición sociológica‖.
8. Una Introducción a la sociología contemporánea. 9. El significado de la sección de Sociología de la Revista de Derecho Privado. 10. El interés por la sociología anglosajona. Un primer intento por conocer de forma
sistemática la sociología en Estados Unidos.
11. Insertándose en el campo académico. Nuevo intento por estudiar sociología en Estados Unidos. La Cátedra de Madrid.
CAPÍTULO IV. LA GUERRA CIVIL.
1. La aventura interrumpida por institucionalizar una sociología científica. 2. Los sueños rotos. 3. Destino político en Varsovia. 4. El adiós a la vieja Europa
PARTE SEGUNDA
Teoría sociológica. La dimensión epistemológica.
CAPÍTULO V. EL SIGNIFICADO DE SER SOCIÓLOGO. LA SOCIOLOGÍA
EN MÉXICO.
1. Exilio y sociología. La coherencia de ser sociólogo. 2. La sociología en México. 3. Posibles interlocutores. El ensimismamiento. 4. Acceso al campo sociológico mexicano. 5. Primeras aportaciones en la Revista Mexicana de Sociología. 6. La Cátedra de Sociología en la Universidad Autónoma de México. Compilador
de corrientes sociológicas.
7. De la UNAM al Centro de Estudios Sociales de El Colegio de México. La dificultad de enseñar sociología.
8. La Sección de Sociología del Fondo de Cultura Económica. Su labor como ―pasador cultural‖.
9. Sobre libros y lecturas. La traducción de Economía y Sociedad. 10. El perfil empírico y práctico de la sociología.
CAPÍTULO VI. LA EPISTEMOLOGÍA DE LA CRISIS COMO
EPISTEMOLOGÍA DE LA SOCIOLOGÍA. LA RECONSTRUCCIÓN DE LA
CIENCIA SOCIOLÓGICA.
1. La crisis como experiencia biográfica. 2. La sensación de vivir en un mundo crítico. 3. El destape de ―lo social‖: el fracaso de las ciencias sociales. 4. La renovación de las ciencias sociales y el camino hacia la sociología. 5. Sobre la indefinición de la sociología. 6. La delimitación de los temas sociológicos. 7. Para construir la sociología: racionalización de la sociología y actitud científica. 8. El divorcio entre teoría y praxis. 9. Hacia una ―sociología reconstructiva‖.
3
CAPÍTULO VII. SENTIDO Y FUNCIÓN DE LA SOCIOLOGÍA.
1. Sentido y función de la sociología. Un esfuerzo de síntesis. 2. De la reescritura de Panorama de sociología contemporánea a Sociología:
teoría y técnica. Para pensar en clave propia.
3. El enfoque sintético: Augusto Comte y Max Weber. 4. El objeto de estudio de la sociología. Definiendo y perfilando la perspectiva
sociológica.
5. El aparato contemplativo de la sociología: la teoría. El enfoque histórico-estructural.
6. El aparato operativo de la sociología: la técnica. 7. El sujeto observador.
CAPÍTULO VIII. LA DIMENSIÓN SOCIOLÓGICA DE LA GUERRA Y EL
ALCANCE SOCIAL DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES.
1. Biografía, guerra y sociedad. 2. La preocupación por la actualidad. 3. La experiencia contemporánea de la guerra. 4. La debilidad democrática: Estado de masas y totalitarismo. La explicación
sociológica de su tiempo.
5. La ordenación del panorama internacional: Estados, federaciones y nacionalismo.
6. Hacia la integración mundial: pinceladas sobre la globalización. 7. Primeras notas sobre desarrollo y economía. El caso de América Latina.
CAPÍTULO IX. EL CENTRO DE ESTUDIOS SOCIALES. DEL ENTUSIASMO
A LAS ILUSIONES PERDIDAS.
1. La institucionalización de los estudios sociológicos. 2. Teoría, investigación y el enfoque integrado del Diplomado de Ciencias
Sociales.
3. La metodología pedagógica del foro abierto: el Seminario sobre la guerra y el Seminario colectivo sobre América Latina.
4. Las Jornadas. 5. El fracaso del Centro de Estudios Sociales. Una interpretación. 6. El adiós.
CAPÍTULO X. EN LA UNIVERSIDAD DE PUERTO RICO. EL PROFESOR DE
SOCIOLOGÍA.
1. La llegada a Río Piedras. La coherencia de definirse como sociólogo. 2. Contexto histórico e intelectual. 3. La importancia de las redes intelectuales. 4. Estado y desarrollo de las ciencias sociales en Puerto Rico. El profesor de
sociología.
5. La vida como limitación. La obsesión por el público. 6. La participación del sociólogo en los asuntos políticos. La redacción de la
Constitución de Puerto Rico.
7. La vida sustituta.
4
CAPÍTULO XI. TEORÍA SOCIAL Y CONSTRUCCIÓN DE CONCEPTOS
SOCIOLÓGICOS.
1. Continuación de la dimensión epistemológica. 2. Modernidad y discurso sociológico. 3. El carácter concreto de la sociología. 4. Renovación del lenguaje sociológico. Construcción conceptual de la sociología:
conceptos sociológicos y teoría social.
5. El papel de la teoría sociológica: entre el dinamismo y la reflexividad.
CAPÍTULO XII. TEORÍA DE LAS CATEGORÍAS SOCIOLÓCIAS.
1. Sobre las categorías sociológicas esenciales. 2. Definición de ―sociedad‖. 3. La sociedad como sistema social. 4. Sociedad tradicional y sociedad moderna. 5. La teoría de la acción social como fundamento de la teoría sociológica. 6. Tipología de la acción social. La metodología comprensiva del tipo ideal 7. De la conformidad social a la cohesión social. Apuntes sobre el control social. 8. La socialización. 9. La teoría de los grupos sociales. 10. Instituciones sociales. Para entender la estructura social. 11. La teoría de la estructuración social. De la estratificación social a la movilidad
social. Sobre mentefacturas, manufacturas y sociofacturas.
12. Estática y dinámica social. El horizonte del cambio social y de la ―estructura en movimiento‖.
13. La concepción sociológica del poder. 14. Anomia social. 15. El hacerse continúo de la sociedad.
CAPÍTULO XIII. TEORÍA DEL HOMBRE Y DE LA SOCIEDAD.
1. Bosquejo de una teoría del hombre y de la sociedad. 2. Síntesis de la teoría de la sociedad y del hombre. 3. Una teoría de la sociedad contemporánea. 4. Teoría de la sociedad liberal o de la sociedad democrática.
CAPÍTULO XIV. EL INTELECTUAL Y LA VIDA ACADÉMICA. OTRAS
PREOCUPACIONES SOCIOLÓGICAS.
1. Sobre lo que hacen los sociólogos: sociología de la sociología. Descubriendo a otros sociólogos.
2. Sobre la esencialidad social del hecho artístico. Apuntes sobre la sociología del arte.
3. Pedagogía y sociología. La Universidad. El intelectual marginal y la vida vicaria.
5
CAPÍTULO XV. DECISIONES BIOGRÁFICAS Y REDES ACADÉMICAS.
1. Tiempo de destierro: construir la sociología en lengua castellana. 2. El reclutamiento del sociólogo y su incorporación al circuito de economistas
latinoamericanos de la CEPAL.
3. Los estímulos profesionales e intelectuales. Los motivos familiares y personales.
PARTE TERCERA.
Sociología del desarrollo. Las dimensiones filosóficas y políticas.
CAPÍTULO XVI. EL MOVIMIENTO SOCIOLÓGICO FUNDACIONAL: LA
CONSTRUCCIÓN DE LA SOCIOLOGÍA CIENTÍFICA EN AMÉRICA
LATINA. DESARROLLO, MODERNIZACIÓN Y PROBLEMAS SOCIALES.
1. La llegada a Chile. El contexto político chileno. 2. Los orígenes de la sociología científica en América Latina. 3. Significado de la renovación sociológica latinoamericana. La aparición de un
―nuevo sociólogo‖ como cambio de paradigma.
4. Florestan Fernandes, Gino Germani, José Medina Echavarría o la construcción de la sociología científica.
5. Santiago de Chile, el nuevo centro sociológico de América Latina. 6. Institucionalización nacional, regional e internacional de las ciencias sociales
latinoamericanas.
7. La formación de una comunidad sociológica en América Latina. 8. Algunos elementos sobre la participación de Medina Echavarría en la
comunidad sociológica latinoamericana.
CAPÍTULO XVII. LA ESCUELA DE PENSAMIENTO DE LA CEPAL:
ENFOQUE MULTIDISCIPLINAR, TEMAS DEL DESARROLLO Y REDES DE
CONOCIMIENTO REGIONAL.
1. La creación de la CEPAL: América Latina tras la Segunda Guerra. El contexto económico y socio-histórico.
2. Ideas, conceptos y teorías centrales de la ―CEPAL clásica‖. 3. De las tareas editoriales a la incorporación de la perspectiva sociológica en los
asuntos del desarrollo.
4. Valorando los aspectos sociales de la teoría económica. 5. La interacción entre la economía y la sociología. La importancia de lo histórico.
Las líneas magistrales.
6. La Escuela de pensamiento de la CEPAL. Aporte empírico y teórico.
CAPÍTULO XVIII. LOS COMIENZOS DE LA SOCIOLOGÍA DEL
DESARROLLO. EL PROGRAMA DE INVESTIGACIÓN WEBERIANO.
1. El sociólogo dedicado a las tareas del desarrollo. 2. Entre la innovación teórica y la tradición sociológica. Los aspectos sociales del
desarrollo económico.
3. El programa de investigación weberiano.
6
4. La hipótesis de trabajo: acerca de las condiciones sociales de la economía liberal. Racionalidad y desarrollo.
5. Premisas teórico-metodológicas. 6. Marco conceptual. Planteamiento de temas y problemas sociológicos. 7. La operatividad de los modelos weberianos. Las formas de construcción
empírica.
8. La aplicación empírica del modelo weberiano: el estudio de Bolivia. Entre la modernización y el vacío estructural.
9. Significado e importancia de los primeros trabajos desarrollistas.
CAPÍTULO XIX. LA SOCIOLOGÍA EN CHILE: PROCESO DE
INSTITUCIONALIZACIÓN Y PARADIGMAS DE CONOCIMIENTO
SOCIOLÓGICO. LA ESCUELA LATINOAMERICANA DE SOCIOLOGÍA.
1. El proceso de institucionalización de la sociología en Chile. 2. Tradición positiva e investigación: Eduardo Hamuy, José Medina Echavarría y
Roger Vekemans. La fase fundacional de la sociología chilena.
3. La Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y la Escuela Latinoamericana de Sociología (ELAS).
4. La modernización de la sociología chilena 5. El Diccionario de Ciencias Sociales. La relación con la sociología española del
interior.
6. La disputa entre ―modernos‖ y ―tradicionales‖. La renuncia. 7. Valoración de la ―FLACSO clásica‖ (1957-1973) en el desarrollo de la
sociología latinoamericana.
CAPÍTULO XX. DEL REGRESO A LA CEPAL AL RECONOCIMIENTO
INSTITUCIONAL EN EL ILPES. SOBRE EL SOCIÓLOGO Y SUS
CIRCUNSTANCIAS.
1. América Latina y Chile: una época de profundos cambios. 2. El regreso a la CEPAL. Nuevamente dedicado a las tareas del desarrollo
económico.
3. En el Instituto Latinoamericano de Planificación Económica y Social. 4. El reconocimiento de la sociología. 5. El sociólogo en la resolución de los problemas sociales: ciencia y planificación. 6. La dimensión internacional y regional de José Medina Echavarría. 7. De la formación de un cuadro profesional de sociólogos a la ―escuela
sociológica‖ de la División de Planificación Social del ILPES.
CAPÍTULO XXI. UN MODELO TEÓRICO PARA AMÉRICA LATINA.
1. El contexto de enunciación: desarrollo, economía y sociología. 2. La continuación del programa de investigación weberiano. 3. Los factores estratégicos en el desarrollo económico. 4. El desarrollo económico y el proceso general de racionalización. La sociedad
moderna como sociedad capitalista, como sociedad científica y como sociedad
funcional.
7
CAPÍTULO XXII. DE LA HIPÓTESIS DE LA HACIENDA A LA HIPÓTESIS
DE LA POROSIDAD ESTRUCTURAL.
1. Un pensamiento en transición para una sociedad en transición. 2. La constelación original y las paradojas de la historia latinoamericana. 3. La quiebra histórica entre liberalismo político y liberalismo económico. 4. La hipótesis de la hacienda. 5. La persistencia de la vieja estructura. Una reflexión sobre el poder. 6. El ocaso y no extinción de la vieja estructura. 7. La hipótesis de la porosidad estructural. 8. Las formas históricas de las relaciones recíprocas entre el campo y la ciudad. El
proceso de urbanización.
9. Una visión sobre la historia política en América Latina. 10. El contexto de la reforma agraria. 11. Notas sobre la modernización en América Latina.
CAPÍTULO XXIII. LOS ACTORES SOCIALES DEL DESARROLLO
ECONÓMICO. LA PLANIFICACIÓN DEMOCRÁTICA.
1. La clase dirigente del desarrollo económico. 2. La formación de una nueva clase política: las clases medias. 3. La planificación para el desarrollo. 4. La inclinación personal por la democracia. 5. Un pensamiento vertebrado por la realidad concreta.
6. La invalidación histórica del paradigma weberiano: el capitalismo reformado.
7. La convergencia de capitalismo y democracia.
8. La planificación democrática. La decisión política.
9. Diversas opciones de desarrollo.
CAPÍTULO XXIV. LA SOCIOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN.
1. Contexto de la educación en América Latina. 2. La sociología de la educación de José Medina Echavarría. 3. Persona, rol y masa. 4. La Universidad latinoamericana ante el desarrollo económico. La Universidad
partícipe.
5. Reformismo pedagógico y escepticismo.
CAPÍTULO XXV. LA ESCUELA SOCIOLÓGICA DEL ILPES.
1. Los supuestos comunes de una escuela sociológica: entre el enfoque histórico-estructural y la teoría de la dependencia.
2. La investigación en la División de Planificación Social: aportes y contenidos. 3. La transmisión oral de conocimiento sociológico. 4. El estudio de Fernando H. Cardoso y Enzo Faletto. El ascendente de José
Medina Echavarría en el surgimiento de la teoría de la dependencia.
5. Diferencias entre la sociología del desarrollo de Medina Echavarría y la teoría de la dependencia de Cardoso y Faletto.
6. El ―final‖ de una escuela sociológica.
8
PARTE CUARTA.
La persistencia democrática.
CAPÍTULO XXVI. LOS AÑOS 70 Y LA CRISIS CHILENA. LA DEMOCRACIA
EN AMÉRICA LATINA.
1. Ciencia, historia e ideología. 2. El campo sociológico chileno: pugna de paradigmas de conocimiento y de
modelos de sociedad. Dependencia, neoliberalismo y reformismo democrático.
3. Entre el dogmatismo epistemológico y el absolutismo político.
4. Las principales interpretaciones de la acción planificadora.
5. Una renovación democrática para América Latina.
6. El fracaso de la solución democrática.
7. Medina Echavarría, Chile y las ciencias sociales después del 11 de septiembre
de 1973.
CAPÍTULO XXVII. EL RETORNO Y LA DESPEDIDA.
1. El regreso a España. 2. Sociedad y sociología españolas en el tardofranquismo. 3. El ―desconocimiento‖ mutuo entre un sociólogo sin sociedad y una sociología
sin clásicos.
4. Notas sobre su vuelta a la sociología española. 5. La despedida.
CAPÍTULO XXVIII. VOLVIENDO A CHILE. UN TESTAMENTO
INTELECTUAL.
1. El regreso a Chile. 2. Un testamento intelectual sobre el futuro de la democracia en América Latina. 3. Al borde del camino.
CONCLUSIONES.
1. Una invitación a pensar en clave propia. La sociología como ciencia social de lo concreto.
2. Un desarrollo ejemplar de la sociología de Max Weber. 3. La convergencia del conocimiento sociológico con el conocimiento económico.
La impronta del enfoque histórico-estructural.
4. La persistencia democrática. 5. La pertinencia contemporánea de un clásico de la sociología hispanoamericana.
9
BIBLIOGRAFÍA.
1. Bibliografía utilizada. 2. Bibliografía de José Medina Echavarría. 3. Bibliografía sobre José Medina Echavarría
FUENTES DOCUMENTALES Y TESTIMONIOS
1. Fuentes documentales utilizadas. 2. Testimonios.
CRONOLOGÍA DE JOSÉ MEDINA ECHAVARRÍA
ANEXOS
10
AGRADECIMIENTOS
Escribir sobre la biografía intelectual de un sociólogo que vivió los años
centrales del siglo XX resulta difícil y complicado por la abundancia de decisivos y
trágicos acontecimientos de la época, los cuales también decantaron su destino y su
obra. Esta investigación pretende navegar en ese maremágnum de historia, sociología y
vida que encierra la trayectoria de José Medina Echavarría. Para realizar este trabajo he
contado con la ayuda y el respaldo de una beca pre-doctoral de la Fundación Ramón
Areces entre octubre de 2005 y diciembre de 2009. Gracias a esta concesión he podido
investigar toda esa vorágine de documentos, libros y textos que se agolpan en la
biografía de Medina Echavarría.
He podido disfrutar de sendas estancias de investigación en México y en Chile.
La Secretaría de Relaciones Exteriores del Gobierno de México me concedió una beca
de tres meses de investigación, entre abril y junio de 2007, en el Centro de Investigación
y Estudios en Antropología Social de México D. F. Allí me acogieron entrañablemente
su director académico, Ernesto Isunza Vera, y el profesor Ricardo Pérez Montfort, quien
guió mi investigación sobre la aportación de Medina Echavarría a la sociología
mexicana. Esa estancia también me permitió conocer a Moisés González Navarro, a
Clara Lida, a Andrés Lira, a José Luis Reyna, a Fernando Salmerón y a Rafael Segovia,
que me hicieron conocer el pensamiento sociológico mexicano. Durante mi estancia
mexicana fueron muy importantes los consejos y la discusión con Laura Angélica Moya
sobre los múltiples aspectos de la obra de Medina. Asimismo pude acceder a los fondos
documentales de El Colegio de México, de la editorial Fondo de Cultura Económica y
de la Universidad Nacional Autónoma de México. Especialmente agradezco las
facilidades de Citlalitl Nares, jefa del Archivo Histórico de El Colegio de México, y de
María Antonieta Hernádez Rojas, jefa del Archivo Central del Fondo de Cultura
Económica. Muy generosa fue la contribución de Amelia Rivaud Morayta al
permitirme la revisión de la correspondencia privada entre José Medina y su cuñado.
Por este motivo, le agradezco sus facilidades para leer y citar este material, entrañable
para la historia familiar.
El Programa Mutis de la Agencia Española de Cooperación Internacional
(AECI) me concedió una beca de tres meses de investigación, entre octubre y diciembre
de 2008, para realizar una pasantía en la División de Desarrollo Social de la Comisión
Económica de las Naciones Unidas para América Latina (CEPAL) de Santiago de
Chile. Deseo dejar un testimonio de gratitud para Martin Hopenhaym y Valerie Biggs
por las comodidades que me brindaron en la División de Desarrollo Social. No me
quiero olvidar de Claudia Vilches y Fabián Barros que en todo momento me ayudaron a
recopilar las fuentes bibliográficas en la biblioteca de la CEPAL. También me acuerdo
de Martín Moreno, funcionario de capacitación del Instituto Latinoamericano de
Planificación Económica y Social (ILPES), que se molestó en buscarme los archivos y
documentos desordenados de aquella institución, tan significativa en la biografía de
Medina Echavarría.
Durante la estancia chilena fue muy importante todo el apoyo académico e
institucional de Rolando Franco, profesor de la Facultad Latinoamericana de Ciencias
Sociales (FLACSO). A él le agradezco su recomendación de profundizar en las
empresas intelectuales que Medina acometió desde los organismos internacionales
latinoamericanos como CEPAL y FLACSO, tan importantes para la institucionalización
11
de la sociología en América Latina. Al mismo tiempo, debo expresar mi reconocimiento
a Rodrigo Baño, a José Joaquín Brunner, a Eduardo Devés, a Armando Di Filippo, a
Jorge Larraín y a Pedro Morandé, por haberme incitado a reflexionar sobre los temas
contemporáneos de la obra de Medina Echavarría y en confrontación con la práctica
económica, social y política de nuestro tiempo. Me acuerdo también de Pedro Güell,
Macarena Orchard y Stefano Pallestini por haberme aportado las claves necesarias para
interpretar la historia de la sociología latinoamericana. Con ellos pude compartir ideas y
visiones de conjunto sobre la sociología en América Latina desde el grupo de trabajo
que tienen establecido en el PNUD de Santiago de Chile.
Agradezco a Fernanda Beigel y a su grupo de investigación de la Universidad
Nacional de Cuyo, formado por Paola Bayle, Eliana Gabay y Juan José Navarro, su
contribución a conocer parte del pensamiento sociológico generado en Argentina.
También ha sido enriquecedor el intercambio intelectual con Luis Alberto Escobar, de
la Universidad Nacional del Litoral, sobre las redes de conocimiento sociológico
establecidas entre México y Buenos Aires durante los años 40 del siglo XX, forjadas
por el propio Medina con Francisco Ayala. Precisamente la Fundación Francisco Ayala
me concedió una ayuda a la investigación durante el año 2011 que me permitió estudiar
los términos de la amistad intelectual entre Ayala y Medina. Agradezco aquí las
observaciones de Rafael Juárez, secretario de la Fundación, y toda la ayuda recibida por
parte de Carolina Castillo Ferrer. En estos últimos meses también fueron importantes
los estímulos de Leoncio López-Ocón, investigador del Instituto de Humanidades del
CSIC, a la hora de comprender las redes intelectuales del exilio español. Agradezco
igualmente las oportunas observaciones históricas de Mario Pedrazuela Fuentes,
también del Instituto de Humanidades del CSIC. No cabe olvidar la información
recibida por parte de Manuel Aznar Soler, Juan María Calles y Blanca Múñoz López,
muy útil para reconstruir el clima intelectual de la juventud de Medina Echavarría.
No puedo dejar de mencionar a otras personas que han incidido con sus
testimonios y sugerencias en este trabajo: Salustiano del Campo, Juan Maestre Alfonso,
Emilio Arévalo y Antonieta Cendoya. Me acuerdo además de las conversaciones
mantenidas con Álvaro Morcillo Laiz que me han hecho repensar algunos puntos
teóricos de esta investigación. Aprovecho para agradecer, muy especialmente, la
colaboración de Almudena Usero Villanueva a la hora de ilustrar el perfil humano de
José Medina Echavarría. Una parte importante de esta investigación no hubiera sido
posible sin la ayuda de aquellas personas que me han facilitado el acceso a distintas
fuentes documentales. Agradezco en particular las gestiones de Lillian Irizarry
Martínez, directora del Archivo Central de la Universidad de Puerto Rico, de Rosario
Martínez-Cañavete, del Archivo del Congreso de los Diputados, de Víctor García
Herrero, del Centro Documental de la Memoria Histórica, de Irene Manclús Cuñat, del
Arxiu Històric de la Universitat de Valéncia, de María José Calpe, archivera de la
Fundación Max Aub, de Javier Labeira, bibliotecario del Centro Cultural Generación
del 27, y de todo el personal del Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores
y Cooperación, del Archivo General de la Administración y del Archivo General de la
Universidad Complutense de Madrid. Me acuerdo también del personal de la biblioteca
de la Facultad de Ciencias Política y Sociología de la Universidad Complutense de
Madrid.
12
Para la realización de este trabajo también he podido contar con el apoyo que se
ha llevado a cabo durante varios años en el Departamento de Sociología V de la
Universidad Complutense de Madrid a la hora de montar un seminario para la discusión
de las investigaciones doctorales. Allí fueron muy estimulantes los comentarios, las
críticas y las sugerencias de profesores del departamento como Emilio Lamo de
Espinosa, Javier Noya, Carmen Romero Bachiller o Rubén Blanco. Entre los alumnos
de doctorado me acuerdo de María del Carmen Rodríguez y de Cecilia Jiménez por
compartir esta travesía. También mis agradecimientos para Manuela Moreno y Marta
Piñeiro. Ha sido en este departamento donde aprendí a investigar en fuentes
documentales y bibliográficas durante el tiempo que fui becario de colaboración. Por tal
motivo, agradezco el apoyo de Elena Casado y de Fernando J. García Selgas durante
aquella experiencia académica.
Y fue en este Departamento de Sociología V donde me encaminé hacia el
estudio de la sociología española. Me alegra especialmente poder agradecer a Alberto J.
Ribes toda la ayuda y los constantes ánimos que me ha ofrecido durante años. Por
supuesto, a José Enrique Rodríguez Ibáñez le debo muchas cosas. A él le agradezco
toda la confianza que ha depositado en mi trabajo como director. Sus valiosos
comentarios y sugerencias enriquecieron esta investigación. Ha sido un lector
impagable. También le reconozco todo los estímulos que me han permitido la
terminación de este trabajo. Su ayuda siempre ha sido generosa.
Además tengo que agradecer el empuje de mi familia y mis amigos durante este
largo camino. Y, por último, no quiero cerrar estas páginas sin agradecer toda la ayuda y
facilidades de José y Nieves Medina Rivaud, que me estimularon y comprendieron la
importancia de escribir un trabajo sobre su padre. A ellos les dedico este trabajo.
13
NOTA INTRODUCTORIA.
El objetivo principal de este estudio es analizar e interpretar desde el método
biográfico el papel histórico y la repercusión actual en la sociología en lengua castellana
de uno de sus clásicos: José Medina Echavarría. Este autor no es, para empezar, un
―buen ejemplo‖ en la historia de la sociología española. Su caso constituye una
verdadera excepción. De la generación de sociólogos exiliados fue el único que se
integró en la sociología latinoamericana, recorriendo con ella todas sus etapas. Es el
―único español, en verdad, que los sociólogos latinoamericanos reconocen como
propio‖ (Marsal, 1977: 114). Hay unanimidad en reconocerle el mérito de ―haber sido
capaz de presidir la tarea de la renovación de la sociología‖ en América Latina (Solari,
1977: 9). Su obra constituye el primer intento serio de ―poner al día‖ a la sociología
latinoamericana. Por tal motivo, es apreciado como uno de los pioneros de la sociología
moderna en aquel continente al despejar y dejar abiertas ―tantas perspectivas‖.1 Además
el reconocimiento no termina aquí, ya que fue capaz de generar una orientación
sociológica en uno de los temas más importantes de la historia reciente del continente,
como fue y sigue siendo el desarrollo económico y social (Solari, 1976: 36 y 91). Ha
sido uno de los pocos sociólogos españoles capaces de haber realizado aportaciones
originales en los debates internacionales, como en la sociología del desarrollo (Giner,
2007a: 716).
Actualmente a Medina Echavarría se le sigue recordando como lo que fue: un
autor central de la historia de la sociología latinoamericana y uno de los sociólogos que
mayor ascendente tuvo en diversas generaciones de sociólogos, de economistas y de
otros científicos sociales al haber asumido ―un papel fundamental en la evolución del
pensamiento cepalino, particularmente en la consideración del desarrollo como un
proceso social‖ (Devés, 1999: 63).2 Y también se le reconoce hoy día, sobre todo, por
incorporar al estudio de la realidad social latinoamericana muchas de las tesis e ideas de
Max Weber, el gran motivador de muchas de sus preocupaciones. Estamos delante, sin
duda, de uno de los más importantes sociólogos en lengua castellana (Maestre Alfonso,
1991: 14).
Su figura, en cambio, ha pasado prácticamente desapercibida dentro de la
sociología española. Tal desconocimiento se debe, principalmente, a su condición de
exiliado tras la Guerra Civil, primero en Varsovia, seguido de un largo periplo por
países latinoamericanos hasta el fin de sus días. Otro gran motivo que explica su olvido
fue el hecho de que la institucionalización de la sociología en España se produjese bajo
el clima cultural del franquismo. ―Tiene el siglo XX español un corte neto en la Guerra
Civil que interrumpe el desarrollo natural de la cultura‖ (Martín, 2009: 20). Aquel
acontecimiento ―significó la marginación por lustros de la cultura española de la
evolución de la cultura occidental y la amputación por muerte o el exilio de sus figuras
más destacadas, que estaban vinculadas, de una manera u otra, a los que perdieron‖
(Marsal, 1977: 113). Hay un antes y un después que, en el caso de la sociología, hace
muy difícil trazar continuidades. Esta fractura ha repercutido en el avance posterior de
esta ciencia social, al desatender las herencias y las tradiciones sociológicas anteriores,
1 ―A José Medina Echavarría, que ha abierto tantas perspectivas a la sociología latinoamericana‖. Así reza
la dedicatoria de uno de los libros más importantes sobre la sistematización de la historia de la sociología
latinoamericana. Me refiero al libro Teoría, estructura y acción social, de Aldo Solari, Rolando Franco y
Joel Jutkowitz (Solari, 1976). 2 El significado y contexto de este concepto son explicados por extenso en el capítulo XVII.
14
dado que la autonomía del campo sociológico se cimentó con la ausencia de la
generación de sociólogos del exilio republicano.
Incluso podemos afirmar que las heridas fueron profundas, ya que la sociología
era una ciencia en fase aún de crecimiento, ―en pañales‖, sin institucionalizar
formalmente y con pocos practicantes (Lamo, 1992). Lo que tenía que haber sido en
condiciones históricas y democráticas normales el proceso definitivo de
institucionalización de la sociología académica en la década de 1930 bajo los nombres
de Francisco Ayala, José Medina o Luis Recasens, se pasó a un letargo de varias
décadas que afectó a las generaciones posteriores a pesar del esfuerzo fundamental de
Enrique Gómez Arboleya por mantener latente la herencia de estos ―sociólogos sin
sociedad propia‖ (1958: 70). Medina Echavarría, al igual que sus compañeros de
generación, no influyó en absoluto en el proceso de institucionalización de la sociología
española, lo que es en parte lógico si tenemos en cuenta su actuación personal y
profesional en centros latinoamericanos (Maestre Alfonso, 1991: 14). La importancia de
la presencia en un campo sociológico nacional es vital para que un autor sea tenido en
cuenta por la tradición y la historia de ese mismo campo. Muchas veces el protagonismo
de un sociólogo no viene tan matizado por el peso de su obra y la apropiación
intelectual de ésta, sino por la cercanía y proximidad de este autor en las redes que
edifican dicho campo sociológico. La carrera sociológica, como profesión, no deja de
ser, al fin, una cuestión de distancias y de relaciones mundanas. La sociología en
España creció con la ausencia de estas figuras, institucionalizándose y modernizándose,
en consecuencia, sin tener en cuenta lo que se hizo anteriormente.
El proceso de institucionalización de nuestra disciplina quedó entonces
caracterizado por los déficits ligados a esta discontinuidad, originada por causas
políticas y que distorsionó el conocimiento de toda esta serie de autores, de sus obras y
de aquellas herencias de pensamiento que venían trabajando en la consolidación y
modernización de esta disciplina. La ausencia de Medina Echavarría en los ―espacios
académico-institucionales‖ no se debe achacar exclusivamente al hecho y resultado de
la Guerra Civil española. La atención hacia las voces del exilio sociológico fue difícil y
dolorosa por parte de las voces del interior. Gómez Arboleya, quien perteneció por
derecho propio a la generación de Ayala, Medina o Recasens, y quien compartió con
ellos un mismo ―background‖ teórico, trató de reivindicar la sociología de estos
exiliados. Sin embargo, su prematuro fallecimiento impidió dar una mayor continuidad
a una tradición sociológica compartida fuera y dentro de España. Después la sociología
del interior seguiría otros derroteros bien diferentes.
Al desconocimiento de estos autores también han contribuido otros ―factores de
diversa índole entre los cuales merecen destacarse los intereses creados, la desidia, la
rivalidad y la propia ignorancia de algunos miembros integrados ideológicamente en la
cúspide de la incipiente comunidad sociológica española‖. Además, en concreto, la
perspectiva sociológica adoptada por nuestro autor ―resultaba en buena medida
beligerante respecto al modelo sociológico de dependencia y adaptación vigente,
oficialmente, en la España de la dictadura franquista‖ (Rodríguez Caamaño, 2004: 12).
Junto a estos motivos, el franquismo impidió por completo que se desarrollase la
sociología en base a un estímulo democrático que no existía (Bouzada, 2007: 441). Al
mismo tiempo el desconocimiento de Medina Echavarría dentro de la sociología
española se explica, sin duda, a que él nunca quiso ningún reconocimiento cuando
retornó a la España franquista. Su personalidad y su postura ética no se lo permitieron.
15
Si no se consagró su figura y su obra fue porque él no estaba arraigado y no quiso entrar
en la disputa por las posiciones y los intereses que estaban emergiendo en el campo
sociológico. Su posición personal, y también teórica, fue ―marginal‖ respecto a la
―sociología oficial‖ y profesional que se encontró, sumergida como estaba en la
hegemonía del estructural-funcionalismo y la investigación cuantitativa (Moya, 1970:
246-247). Mantuvo una posición distante y reservada respecto a la Universidad
española y respecto a las estructuras académicas e institucionales del régimen
franquista.
El campo sociológico español se fue consolidando, por tanto, sin atender las
herencias culturales, pero además retardó la emergencia y autonomía del campo, retrasó
la propia auto-observación crítica y no atendió a la investigación del campo sociológico
en la búsqueda de sus fuentes históricas. Algunas de las repercusiones de la
institucionalización de la sociología bajo el franquismo todavía perviven a la hora de
trazar la historia de la sociología española: por un lado, se ha escrito desde la
desconexión entre la sociología del exilio y la sociología del interior, y, por otro lado, se
ha relatado desde las manías propias de la disciplina como la de fechar el ―nacimiento‖
de la sociología española en los años 60 y 70 del pasado siglo XX, en consonancia a un
modo aplicado y empírico de hacer sociología. El problema es de definición: ¿qué
entendemos por sociología? Las actuales condiciones políticas democráticas, junto a la
autonomía del campo sociológico español, permiten re-significar el legado de nuestra
tradición sociológica y reconocer el hacer sociológico anterior a la Guerra Civil
española y la sociología escrita por los sociólogos exiliados.
La justificación de este trabajo es ofrecer una discusión teórica de la sociología
en España a través de la biografía intelectual de José Medina Echavarría. Su
consideración de autor hispanoamericano nos obliga también a pensar más
ampliamente, dada su aportación a la historia de la sociología latinoamericana. Esto nos
exigirá reflexionar más allá de los horizontes societales nacionales en clara alusión a
una historia de la sociología en lengua castellana. La reflexión sobre la experiencia de
las prácticas sociológicas y la mirada desde un pasado-presente es la que nos permite la
comprensión de un patrimonio de conocimiento acumulado que es importante conocer y
hacer contemporáneo para incrementar la pertinencia práctica de nuestra disciplina.
Esta tarea implica una reflexión sobre las cadenas de aprendizaje en nuestras
comunidades intelectuales. Solo la definición y conocimiento de los legados
intelectuales como la identificación de las aportaciones de nuestros antecesores puede
reconducir el debate teórico contemporáneo de la sociología en lengua castellana. La
potenciación del discurso de nuestros clásicos permite, sin duda, el establecimiento de
una ciencia plenamente autónoma y adecuadamente institucionalizada.
En este trabajo nos proponemos hacer presente un legado que puede enseñarnos
mucho sobre la pertinencia contemporánea de un clásico de la sociología en lengua
castellana. Como se observa en el índice, el trabajo está dividido en seis grandes partes.
En el capítulo introductorio presentamos un trazo general de las perspectivas teórico-
metodológicas desde la que miraremos a la hora de reconstruir la trayectoria intelectual
de José Medina Echavarría. En la primera parte de la biografía argumentaremos la
adquisición del enfoque sociológico de nuestro autor a partir de su formación en los
centros de conocimiento europeos y en la España anterior a la Guerra Civil. En la
segunda parte examinaremos su labor en la institucionalización de la sociología en
México, analizaremos sus planteamientos sobre el papel de la teoría y la construcción
16
conceptual de la sociología y estudiaremos sus argumentos de la sociología como
ciencia social concreta que desarrolló durante su estancia en Puerto Rico. En la tercera
parte de la biografía se analiza la significación de Medina Echavarría para la renovación
de la sociología científica en América Latina como también se destaca su labor a la hora
de insertar la sociología en los estudios del desarrollo económico. Asimismo,
examinaremos aquí su modelo teórico fundamentado en la comprensión de la realidad
histórica y social latinoamericana junto a la necesidad de incorporar la planificación
democrática. En la cuarta parte destacaremos sus últimas aportaciones en defensa de la
democracia en años difíciles para los regímenes democráticos. Por último, cerraremos el
trabajo de investigación con unas conclusiones en las que constataremos la actualidad
de sus reflexiones teóricas.
17
INTRODUCCIÓN.
1. Desconocimientos y olvidos en la sociología en España. El caso de José Medina
Echavarría.
1.1. La crisis de la sociología española: la incorporación abierta de sus clásicos.
En este trabajo de investigación parto de que el concepto de ―sociología española‖
está en crisis porque el proceso de incorporación de clásicos a nuestra tradición
sociológica sigue abierto y no está ni mucho menos completamente cerrado (Rodríguez
Caamaño, 2004: 9). Como bien indica Bernabé Sarabia, los sociólogos en España
apenas ―han mostrado hasta ahora gran interés por el pasado de su disciplina‖ (Sarabia,
2001: 17). Siempre hemos tendido a ver la historia de la sociología de una manera
superficial y periférica, con ausencia clara de profundizar. Esto no pasa solamente con
los clásicos, sino también con los contemporáneos que en muchas ocasiones, a fuerza de
la incipiente novedad, son desechados y olvidados por parecer sus posturas teóricas
perentorias. La sociología en España ha destacado por ser una ciencia sometida a la
controversia y a las modas ajenas. ―Este atender más a la producción extranjera que a la
autóctona, incluso cuando esta es valiosa, es propio de culturas colonizadas, como sin
duda lo es aún la sociología española‖ (Lamo, 1992: 121). En la sociología española ha
habido, sin duda, un menosprecio hacia los clásicos y, en conjunto, hacia una visión
histórica de la disciplina: ―el problema de muchos sociólogos es que no conocen a los
clásicos ni se imbuyen de su espíritu. No estudiar seriamente a los clásicos empobrece
la disciplina‖ (Giner, 2007b: XV). Como aconseja Emilio Lamo de Espinosa, la
sociología en España ―no puede ni debe seguir el consejo de Whitehead de olvidar a los
clásicos. No es una ciencia acumulativa, es un saber que exige profundidad histórica y
su falta lleva al adanismo, al redescubrimiento continuo y, con frecuencia, a la
frivolidad‖ (2007: 46).
Somos una comunidad intelectual que no lee a sus clásicos. Como
acertadamente ha indicado Alberto Ribes, la sociología española es una ciencia que está
en constante ―alumbramiento‖ (2011). La norma habitual de sus practicantes ha sido la
de creer que la sociología sólo comenzaba con ellos mismos. No nos hemos tomado en
serio el pasado de nuestra disciplina (Giner, 2007b: XLII). A los sociólogos nos queda
el consuelo de que la falta de interés por la historia de las disciplinas no sólo es manía
de nuestro campo, sino de toda la ciencia española (López-Ocón, 2003: 13). No nos
debe sorprender, por tanto, la reducción historiográfica en la narración de la sociología
española porque es un mal congénito de toda nuestra ciencia. Los sociólogos del exilio
español ocupan escasas páginas en la narración de la historia de la disciplina, por no
señalar la práctica ausencia de citas a estos autores en los trabajos sociológicos que hoy
se publican en España (Moreno, 1990: 73). Incluso han sido antes conocidos y
reclamados por otras disciplinas, caso de Francisco Ayala desde la literatura o a Medina
Echavarría desde la ciencia jurídica o la filosofía.3
3 A Medina Echavarría, por ejemplo, se le considera como un miembro de los juristas españoles que se
exiliaron a América Latina, apareciendo junto con nombres como los de Luis Jiménez de Asúa, Fernando
de los Ríos, Gabriel Franco, Luis Araquistain, Alfredo Matilla o sus compañeros Francisco Ayala y Luis
Recasens Siches (Abellán, 1998: 23). Inclusive es incorporado a la tradición del pensamiento filosófico
español como un ―filósofo de la sociología‖ (Sampedro, 1982: 11). No nos ha de extrañar, por tal motivo,
que una de sus caracterizaciones habituales sea la de un ―filósofo social‖ dedicado a temas jurídicos,
sociológicos y filosóficos (Abellán, 1967: 267-268; 1996: 626-627).
18
Se necesita de un suficiente distanciamiento para valorar la supervivencia en la
tradición sociológica española de algunos autores y la ausencia de otros. También falta
una reflexión crítica sistematizada sobre la propia sociología española, a pesar de que en
los últimos años se vienen realizando diversas visiones panorámicas sobre el proceso
histórico en el que se ha configurado el campo sociológico español (Giner, 1990; Del
Campo, 2001). En estos trabajos, más allá de los méritos, se observa una llamativa
debilidad y carencia de información hacia las figuras del exilio. La lectura de esas
síntesis nos revela, en el caso de Medina Echavarría, una imagen incompleta, precaria y
reducida sobre su figura. Sobre esa imagen parcial redunda la voz que le dedica uno de
los más reconocidos diccionarios de sociología en español (Hernández, Aguilar, 1998:
469).4 Otro diccionario, en cambio, le ve con agradecimiento y tratando de solventar la
deuda contraída por parte de nuestra disciplina: ―No obstante, y a pesar de su
importancia fundamental para la sociología en lengua castellana, en España ha sido
prácticamente ignorado por su comunidad sociológica, no se le recibió en ningún
momento en la Universidad y sus obras sólo se han editado en nuestro país por el
Instituto de Cultura Hispánica‖ (Maestre Alfonso, 2004: 889).
En todo caso, Medina ya no aparece como un ―sociólogo sin sociedad‖ o como
traductor del Fondo de Cultura Económica, que es la imagen que modestamente de él
pudo proyectar Enrique Gómez Arboleya y que es la que sedimentó en la sociología
española. Es ahora cuando a Medina se le empieza a destacar en los libros de sociología
incluso como ―uno de los principales precursores de esta disciplina en España
dotándola de un carácter científico y sistematizador que marcó un punto de inflexión en
su desarrollo dentro del país‖ (Oltra, 2004: 296-297). Pero, claro está, su trayectoria
intelectual dio para mucho más. Todo este breve análisis textual es esclarecedor a la
hora de confirmar la imagen que se ha manejado de José Medina Echavarría dentro de
la sociología española, a pesar de los silencios, inconscientes o premeditados, que ha
recaído sobre su obra.
Así, pues, la historia de la sociología española que se presenta en estas páginas,
vertebrada por la figura y obra de José Medina Echavarría, está escrita en un tono crítico
que no se niega ni renuncia, pero que pretende dar a conocer la existencia de una
continuidad de la tradición sociológica en España, más allá de la Guerra Civil, del exilio
o del franquismo. No es una historia centrada en los ―fenómenos de ruptura‖, sino
interesada en descifrar las ―continuidades del pensamiento‖ (Foucault, 1979: 5). Por eso
es una ―narrativa abierta‖ sobre la historia de la sociología española que pretende
analizar, conocer y comprender ―las formas sociológicas del pasado‖ desde la
dimensión epistemológica y teórica que nos concede el presente. No ―es solamente un
fin en sí mismo, sino una indagación en las identidades de la disciplina, en las líneas de
trabajo previas que pueden abrir nuevas posibilidades‖ (Ribes, 2011a). Espero que esta
postura sea útil y provechosa para quienes se aproximen al pasado de esta disciplina no
encuentren tanteos, vaguedades o idealizaciones peligrosas. Es importante y constituye
un nuevo signo a la hora de reconstruir nuestra historia el hecho del diálogo y
conocimiento que hubo entre la sociología del interior y la sociología del exterior para
superar esa ―guadianización‖ de la sociología española, variable y oscilante en el
tiempo. Gracias a las condiciones políticas democráticas y bajo la incorporación de una
mirada auto-observadora, reflexiva y crítica sobre el propio proceso de
institucionalización de la sociología en España, se empieza a ver a exiliados, como José
4 La voz de José Medina Echavarría cuenta con algunos errores en cuanto a las fechas y los títulos de los
libros indicados.
19
Medina, como autores claves y relevantes dentro de la historia de la sociología
española. Estamos llegando directamente a estos autores ―outsiders‖ de nuestra
disciplina -en el sentido de Merton (1972)- con menos prejuicios y con menos
inclinaciones intuitivas que las generaciones anteriores. Y esta autonomía es la que nos
permite reinterpretar a estos como clásicos de nuestra disciplina poniendo especial
atención en su bagaje teórico, en la validez y/o actualidad de sus interpretaciones.5
1.2. La recuperación histórica de la sociología en lengua castellana.
En la elaboración de este trabajo de investigación subyace, efectivamente, el
deseo de dar a conocer una historia digna de ser tomada por la sociología española. Esta
tesis doctoral es deudora, por supuesto, del sentido de la permanencia que emana de la
obra sociológica de Medina Echavarría. El exiliado no ha de confundirse con el
emigrado o el inmigrante, pues el exilio significa el mirar hacia el futuro partiendo
desde un pasado ingrato. El sueño glorioso del retorno que acompaña a todo exiliado no
se correspondió con nuestro autor. Quitando algún escrito de juventud y un par de
artículos publicados en la década de 1960 en la Revista de Occidente, el primer libro
suyo editado en España no fue hasta después de su muerte.6 Medina Echavarría no se
vio recompensado en vida con ese reconocimiento por parte de la sociología de su país
natal.7 Ha llegado la hora, por tanto, de hacer justicia desde la necesidad de recuperar
una parte de nuestra memoria histórica; una parte, aunque sólo sea mínima, de la
historia de la sociología española.
Estoy convencido que la presente investigación puede aportar datos e
informaciones interesantes también para los estudios de la historia de la sociología
hispanoamericana y, en concreto, ofrece nuevas claves para la interpretación de una de
sus figuras más relevantes. Mi intención aquí es la de presentar a un Medina Echavarría
protagonista de los debates académicos e intelectuales de su tiempo: desde un primer
afán por modernizar el pensamiento sociológico hasta su última intención por
―fertilizar‖ a los que le rodearon de su vena democrática. Sería injusto y falso tratar de
reducir su trayectoria latinoamericana a sólo varios libros de sociología del desarrollo, a
su faceta de traductor o a su encasillamiento como teórico de la modernización, porque
él, en América Latina, lo fue todo en la sociología, desde el joven profesor llegado a
5 La presentación que hizo Ludolfo Paramio en la sección de textos clásicos de la REIS nos indica el
carácter de clásico de Medina en la sociología española y en la sociología hispanoamericana (Paramio,
1990: 241). Aquí me he propuesto seguir el vector de esta tradición sociológica. 6 Se trata de la antología publicada por Ediciones de Cultura Hispánica, con magnífico estudio de Adolfo
Gurrieri y los homenajes póstumos de Raúl Prebisch y Enrique Iglesias. 7 A José Medina Echavarría los honores en España le llegaron después de muerto. El 30 de junio de 1980
se celebró en el Instituto de Cooperación Iberoamericana un homenaje dedicado a su figura, patrocinado
también por la CEPAL y la UNESCO. Contó con un buen número de oradores españoles y
latinoamericanos, como Adolfo García Valdecasas, Enrique Iglesias, Manuel de Prado y Colón de
Carvajal, Raúl Prebisch, Rodolfo Stavenhagen o José Luis Sampedro. El acto homenaje dio paso a la
celebración de un simposium durante los días 1 y 2 de julio de aquel año, en el que se abordaron los
temas principales tratados en la obra de Medina Echavarría, como la democracia, el desarrollo, el papel de
los intelectuales, la Universidad, etc. y en el que participaron destacados intelectuales, sociólogos y
economistas de ambos lados del Atlántico, como Adolfo Gurrieri, Jorge Graciarena, Salustiano del
Campo, Francisco Delich, Marshall Wolfe, Víctor Urquidi, Juan Velarde, Raúl Prebisch, Fernando H.
Cardoso, Enzo Faletto, Aníbal Pinto, Enrique Fuentes Quintana o Carlos Moya. También su amigo y
Francisco Ayala le dedicó un artículo en El País, en febrero de 1981, titulado ―Pórtico a un desconocido‖
en el que presentaba al público español el retrato de un gran pensador español.
20
México hasta el viejo intelectual que asumió en Chile, en los últimos días de su vida, un
compromiso ético y una responsabilidad, dignidad y honestidad incuestionables.
La utilidad de la recuperación crítica del legado de la sociología en lengua
castellana es evidente en las páginas de este trabajo. Creo que en el contexto actual
marcado por la colonización académica e intelectual, la puesta en valor y el análisis
serio y riguroso de ―nuestros‖ clásicos merece un espacio en los debates académicos.
Ese fue también el mismo empeño de Medina Echavarría por pensar lo social,
procurando no dejarse llevar completamente por la fuerza de la, ya entonces pujante,
sociología académica anglosajona a la hora de analizar los países objeto de su interés
concreto. Estimo que este ejercicio crítico nos ayudará a la hora de reflexionar sobre los
hallazgos que los pioneros y clásicos de la sociología en lengua castellana lograron, a la
vez que constituye un testimonio de la actualidad de los mismos.
Esta tesis se enmarca dentro de un programa de investigación del Departamento de
Sociología V de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad
Complutense de Madrid y que, impulsado por José Enrique Rodríguez Ibáñez, es un
honesto intento por recuperar el pensamiento sociológico hecho por científicos sociales
españoles. Esta línea de investigación, centrada en la reconstrucción historiográfica de
la sociología española, cuenta también con el apoyo del Grupo de Investigación de la
Universidad Complutense ―Sociología en Lengua castellana: perspectiva histórica‖.
Todo este apoyo institucional y estímulo a la pesquisa histórica de nuestra disciplina es
lo que está permitiendo que Medina Echavarría tenga, como ha escrito Rolando Franco,
un ―segundo aire‖ en España (Franco, 2007: 66). En consecuencia, es un trabajo que
pretende seguir actualizando y profundizando en la historiografía sociológica española e
hispanoamericana.
2. Antecedentes, hipótesis y objetivos.
2.1. Antecedentes.
Una vez elegido el tema de estudio, debía elegir la forma de abordarlo. Al
observar los distintos antecedentes que había sobre la figura de José Medina Echavarría,
pude comprobar la existencia, principalmente, de trabajos parciales sobre distintas
facetas o etapas de su pensamiento. Ha sido un autor que ha generado mucha literatura,
sobre todo, al otro lado del Atlántico, lo que nos demuestra la tesis que defendemos aquí
de que Medina fue un importante y respetado sociólogo en América Latina que, sin
embargo, no generó igual fascinación dentro de la sociología española. De la obra de
Medina Echavarría se han rescatado los aspectos teóricos y metodológicos de la
sociología que fueron de su interés, destacando, en ese sentido, los primeros trabajos de
Gino Germani en los años 50 reconociéndole como un renovador de la sociología
científica latinoamericana; se ha escrito sobre él desde las coordenadas propias de cada
sociología nacional que transitó, principalmente, desde México y Chile, lugares que le
reconocen como uno de los institucionalizadores de los estudios sociológicos; desde la
sociología norteamericana se escribió tempranamente sobre alguno de sus trabajos; se ha
estudiado sus análisis sobre la filosofía jurídica; se ha problematizado sobre su condición
de teórico de la modernización; se ha escrito sobre temas específicos que le preocuparon,
como la democracia, el desarrollo latinoamericano, la guerra, la educación, la Universidad
o la responsabilidad del intelectual.
21
Una gran riqueza interpretativa de los trabajos sobre Medina Echavarría se
concentra en su huella dejada en la CEPAL de Santiago de Chile. En ese sentido, destacan
algunos estudios generales que le dedicaron compañeros suyos a su faceta como
sociólogo preocupado por los aspectos sociales del desarrollo (especialmente Solari, 1976
y 1977). Merece señalarse aquí la importante contribución del sociólogo argentino
Adolfo Gurrieri, quien cumplió una destacada tarea sistematizadora del aporte
sociológico de Medina Echavarría al pensamiento cepalino (1980).8 Por esta tarea
Gurrieri debe ser reconocido como uno de los sociólogos, sino el principal, que más
ayudó a la difusión del pensamiento del intelectual español en las ciencias sociales
latinoamericanas (Di Filippo, 2007: 151). Los trabajos cepalinos de Medina Echavarría
también fueron seguidos por estudiosos del exilio intelectual español y por algunos de los
sociólogos españoles más latinoamericanistas, destacando, en ese sentido, los trabajos de
Juan Francisco Marsal, Juan Maestre Alfonso y Ludolfo Paramio. Sin embargo, hoy
dentro de la sociología española hay un ―regreso‖ a Medina Echavarría. Últimamente se
le ha comenzado a reconocer en diversos trabajos de la sociología española como uno de
sus clásicos, siguiendo la huella dejada por Enrique Gómez Arboleya en su breve ensayo
La sociología en España.
Se puede decir que Medina Echavarría es, en este momento, un clásico
contemporáneo de cierta actualidad dentro de la sociología en lengua castellana. Las
lecturas sobre su obra están siendo renovadas continuamente desde distintos enfoques y
latitudes. Ello se debe a diversos motivos epistemológicos e históricos sobre la propia
disciplina sociológica y también según la evolución y autonomía de cada campo
sociológico. Las nuevas posibilidades están siendo aprovechadas por varios estudiosos
que están recuperando diferentes facetas intelectuales de su figura. Por ejemplo, destaco
los trabajos de Álvaro Morcillo Laiz, en los que se centra en distinguir su papel de
intérprete de Max Weber para el pensamiento hispanoamericano, o las aportaciones de
Laura Angélica Moya López, quien está revisando los aspectos fundacionales y
organizativos de Medina Echavarría en la institucionalización de la sociología en
México y en Chile (Morcillo, 2008, 2010; Moya, 2007). Recientemente, en junio de
2011, esta profesora de la Universidad Autónoma Metropolitana de México presentó su
tesis doctoral, titulada ―José Medina Echavarría: Pensamiento Sociológico y sociología
económica. Una interpretación desde la historia de las ideas 1939-1980‖. Se trata de un
interesante trabajo de investigación en el que analiza, en particular, la contribución del
sociólogo español a la historia de las ideas y a la historia conceptual de la sociología en
México, así como sus aportaciones en el marco de la sociología económica y del
pensamiento sociológico latinoamericano. Esa tesis, ante todo, es una historia
intelectual. Por mi parte, como se verá más adelante, tuve otras razones para plantear
como objetivo escribir una biografía intelectual, que es otro orden de discurso histórico
y sociológico.
8 Adolfo Gurrieri reconocía en una carta a Francisco Giner de los Ríos la deuda intelectual contraída con
Medina, motivo por el que se interesó en divulgar la obra del sociólogo español: ―Todos quedamos
satisfechos con el ―homenaje-seminario‖, pero con la sensación de que pudiera hacerse más para difundir
las ideas de Don José en el futuro. Personalmente, creo haber saldado en parte la deuda que con él tenía,
por haberme soportado en el ILPES pese a los vaivenes personales y a las fluctuaciones de mi
―productividad‖ intelectual‖. Carta de Adolfo Gurrieri a Francisco Giner de los Ríos, Santiago de Chile,
21 de julio de 1980. Archivo Francisco Giner de los Ríos, Biblioteca de la Generación del 27, Málaga.
22
2. 2. La consideración de José Medina Echavarría como sociólogo y como un
intelectual humanista y reformista. A modo de hipótesis principal.
En este trabajo me he propuesto comprobar que José Medina Echavarría fue un
sociólogo en estricto sentido. Obviamente algunas de sus preocupaciones humanistas y
filosóficas, más abarcadoras que las estrictamente sociológicas, me hacen pensar en un
sociólogo, que sin dejar de serlo, fue, por encima de todo, un gran intelectual.9 Medina
es un sociólogo difícil de encajar y que escapa de las connotaciones más técnicas y
empíricas que actualmente se manejan sobre la profesión sociológica. Por tal motivo,
también he tenido en cuenta la consideración de José Medina Echavarría como
intelectual. Esta es la hipótesis principal desde la que he construido todo el argumento
discursivo de mi investigación. La relevancia cuyo reconocimiento persigo en estas
páginas, acorde con el enfoque de mezclar vida, obra y contexto, radica, en dibujar a un
Medina Echavarría como un intelectual humanista y reformista, lleno de inquietudes y
de experiencias recogidas en América, España y Europa, pero, sobre todo, muy influido
por el clima cultural de la Segunda República española Lo que me interesa,
principalmente, es analizar la influencia que generó en este autor la participación de los
intelectuales en el espacio público y en el ámbito cultural. Pretendo demostrar cómo ese
aprendizaje vital repercutió en su trayectoria intelectual posterior, concretamente en su
ideario teórico sociológico, en sus posiciones prácticas y en sus actitudes éticas. Parto
de que aquella singular experiencia fue decisiva para que Medina terminase ligando la
inserción de la democracia con el tema del desarrollo económico latinoamericano.
La democracia y la imposibilidad de la misma vertebraron su vida. Fue un tema
que le tocó de cerca y por varios lados: ―por su condición de exiliado del franquismo,
por su vocación intelectual profundamente liberal y por su talante personal inmune a
cualquier desvío autoritario‖. Siendo un tema que en su obra no aparece tratado de
modo unitario y sistemático hasta 1960, puede advertirse, sin embargo, ―que nunca
estuvo fuera de sus intereses principales‖ (Graciarena, 1988: 83). Por tal motivo, como
trato de ver en este trabajo de investigación, su preocupación por la democracia no es
algo que se circunscribe a sus años americanos, si no que es una pregunta que ya está en
sus años españoles y europeos y que marcan su biografía. Medina fue un intelectual que
pensó y escribió de temas políticos: ―Todo auténtico intelectual vive los dolores de su
ciudad como una angustia personal. Mas sólo algunos por preparación o pasión pueden
sentirse capaces de hacer públicas sus meditaciones políticas…Creo pues que la
auténtica misión política del intelectual es la de ofrecer ideas políticas…pero con una
condición: la de tener talento político y la de que acepte su propia y peculiar
responsabilidad‖ (Medina, 1944: 44). El gran hilo conductor que recorre su vida, como
así estimo, fue esta ―vocación política‖ incompleta. Esta idea es la que me posibilitará
transitar su vida más allá de las periodizaciones en las que se ha estudiado su figura y
que además me ayudará, eso espero, a explicar alguna de sus actividades reformistas e
institucionalizadoras junto a su voluntad democrática.10
9 Han sido muy reveladoras las siguientes palabras de Aldo Solari a la hora de vestir en este trabajo a
Medina Echavarría como un intelectual humanista: ―Es sabido que Medina Echavarría –escribía Solari-
era un gran sociólogo. Sin embargo, su pensamiento iba mucho más allá de los cánones de una disciplina
que cultivó con un rigor insuperable y con clara conciencia de sus limitaciones. En el bueno y viejo
sentido del término, Medina era un humanista‖ (Solari, 1988: 117). 10
No encontramos unanimidad de criterios al consultar la bibliografía sobre las periodizaciones de su
obra. Adolfo Gurrieri únicamente distingue dos etapas intelectuales de Medina; una primera antes de
llegar a Chile y que está caracterizada por la búsqueda del enfoque sociológico, y una segunda definida
por la sociología del desarrollo (1980: 71). Alberto Ribes también está de acuerdo con esta periodización
23
2.3. Dimensiones y temas en la obra de Medina Echavarría. A modo de hipótesis
secundarias.
He creído conveniente situar junto a los períodos vitales de la biografía de José
Medina Echavarría tres dimensiones que clasifican, a modo de tipo ideal, su obra. Creo
que es la forma más provechosa de racionalizar algunos momentos de su vida
académica y de su trayectoria profesional en relación a sus temas de interés. El método
biográfico nos permite dar sentido y coherencia a la biografía de un autor entreverando
su producción literaria y su experiencia vital. De esta manera, he considerado, como
hipótesis secundarias, tres dimensiones que podrían estar representadas en su obra: una
primera ―dimensión epistemológica‖, correspondiente a sus años españoles, mexicanos
y puertorriqueños, en los que Medina Echavarría, desde su formación jurídica, se acercó
a la sociología hasta madurar un proyecto epistémico, teórico y metodológico alrededor
de esta ciencia social; una segunda ―dimensión filosófica‖, correspondiente a sus años
chilenos, en donde Medina trató de responder con su sociología del desarrollo a la
pregunta de cómo diseñar y vincular un proyecto político bajo la idea de individuos
autónomos e independientes; y una tercera ―dimensión política‖, también presente en
los años de Chile, correspondiente a la búsqueda de quiénes eran los actores y las
instituciones sociales llamadas a generar esa integración entre individuo y estructura
social, política y economía, bajo una solución claramente democrática. Ahí hablaremos
de su proyecto modernizador como su ―tema latinoamericano‖, momento en que la obra
sociológica de Medina Echavarría adquirió ese ―carácter eminentemente
latinoamericano‖ (Maestre Alfonso, 1991: 14).
Mi intención es la de comprobar los cambios de registro de nuestro autor y
cómo fue sustituyendo, de cara al público latinoamericano, las preocupaciones más
europeas y españolas por el problema del desarrollo económico, aunque éstas nunca
lleguen a desaparecer. La voluntad de Medina por pensar teóricamente aquella región es
lo que me ha hecho destacar en su obra lo que considero como un ―modelo teórico del
desarrollo para América Latina‖. Incluso su responsabilidad por los acontecimientos de
la realidad chilena de principios de los años 70 me hacen distinguir un ―tema chileno‖.
Aunque las etapas estén nítidamente demarcadas por su experiencia personal y
que éstas puedan oscilar según temas y públicos, su obra mantiene cuestiones siempre
visibles y constantes. Mi consideración general es que en la obra de José Medina
Echavarría estas tres dimensiones (epistemológica, filosófica y política) pueden estar
más o menos presentes a lo largo de toda su trayectoria intelectual impregnando sus
temas español, europeo, latinoamericano o chileno. Ello creo que se debe, en relación a
la hipótesis principal planteada, a la ―experiencia de lo vivido‖ durante el período de
entreguerras en España y en Europa. Lo oportuno y original, por tanto, es tender puentes
entre biografía y obra más allá de las periodizaciones que encajonan temas concretos y
que encorsetan al autor. Se trata de construir una interpretación sobre su trayectoria
intelectual más matizada y satisfactoria que las disponibles. Es la única posibilidad de
propuesta por Gurrieri, aunque si bien matiza que en Medina hay una etapa previa de estudios jurídico-
sociales en España (2003: 264). José Luis Abellán vincula el lugar de residencia con el cambio de
disciplina: España-derecho, México-sociología y Chile-economía (1998: 404). Por su parte, Juan Maestre
Alfonso también distingue tres etapas pero con otra dimensión: México como prolongación de su
experiencia española, donde Medina queda definido como un pensador teórico de la filosofía jurídica,
política o social; Puerto Rico como Medina sociólogo, dado su estatus de profesor de sociología; y por
último, Chile como la etapa cepalina, donde el interés central de Medina es América Latina en su
conjunto (1991: 21).
24
recordar en todo su alcance a este autor prolífico, capaz de combinar su sólida
formación jurídica, filosófica y sociológica con la historia, la literatura, la pedagogía o
la ciencia política.
2. 4. Presentación de los objetivos.
Toda tesis doctoral nace, en principio, con la modesta pretensión de cubrir una
pequeña parcela de conocimiento dentro de un campo científico. Mi caso obviamente no
es ajeno a este dictado. La obra de Medina Echavarría ha dado para variados y
numerosos artículos, libros, monográficos y una primera tesis doctoral en la
Universidad mexicana. Una bibliografía completa y detallada que el lector encontrará al
final de este trabajo. Todas estas reflexiones nos han permitido conocer aspectos
precisos de su pensamiento social, aunque, sin embargo, todavía quedan por resolver
algunas preguntas relacionadas con la complejidad y amplitud de su trabajo, como otras
correspondientes con la reconstrucción de su trayectoria académica e intelectual. Por tal
motivo, el proyecto de investigación que presentamos aquí pretende responder algunas
de esas preguntas y vacíos a través de un recorrido panorámico. El objetivo principal de
esta investigación es, por tanto, la realización de una biografía intelectual dedicada a la
figura de José Medina Echavarría. La ausencia de una mirada global sobre su vida y
obra es la que, finalmente, condicionó la elección y el tratamiento teórico-metodológico
que hemos seguido en este trabajo de investigación. A pesar de la dificultad que entraña,
por tiempo y esfuerzo dedicados, he optado por la realización de una biografía
intelectual. Con el presente trabajo será posible conocer más y mejor sobre él y su
producción intelectual. La sociología en lengua castellana carecía de una obra de este
tipo y con este trabajo queremos cubrir esa laguna.
Mi intención no es sólo escribir y desarrollar una simple biografía sobre un
―desconocido‖ de la sociología española, destacando únicamente hechos biográficos y
acontecimientos destacados en su vida. Si no, principalmente, mi pretensión es que su
vida me sirva como hilo conductor para problematizar y reflexionar sobre cuestiones
propias de la sociología y de la teoría sociológica. Por un lado, el dar importancia a su
trayectoria biográfica me permite recuperar la obra de un sociólogo significativo dentro
del pensamiento social hispanoamericano. Y a su vez, el rastreo de su trayectoria me
sirve para apuntar cuestiones propias de la teoría sociológica y relativas a la sociología
del conocimiento, a la sociología de la sociología, a la sociología de la cultura o a la
sociología de los intelectuales. De esta manera, este rastreo me ha llevado a profundizar
sobre cuestiones tales como las fuentes sociológicas dentro del pensamiento español (la
herencia krausista, por ejemplo); el proceso de institucionalización de la sociología
española; la quiebra en el campo sociológico español producida por la Guerra Civil; el
exilio como el gran acontecimiento que sufre biográficamente nuestro autor y que
también explica estructuras posteriores al desarrollarse la sociología española bajo el
franquismo; la aportación de José Medina en la institucionalización de la sociología
mexicana y su posterior protagonismo en la creciente internacionalización de la
sociología en América Latina entre las décadas de los 50 y los 70 del pasado siglo XX.
El ámbito de referencia específico es el papel jugado por Medina Echavarría en la
maduración de la sociología en lengua castellana, pero al enmarcarlo en su contexto
histórico y sociológico, conviene abordar también los siguientes aspectos, a modo de
objetivos específicos o secundarios:
25
1. La trayectoria intelectual de José Medina me sirve para mostrar que en España había sociología antes de la Guerra Civil. Quizás de una manera tentativa y
aproximativa, pero sí bajo una voluntad de institucionalizarla.
2. Las consecuencias biográficas de la Guerra Civil: la quiebra de las herencias y las tradiciones sociológicas.
3. Desmitificar algunas reducciones sobre la propia figura de Medina hechas desde la sociología española y la sociología latinoamericana: como, por ejemplo, no
era sociólogo, ―sociólogo sin sociedad propia‖, ―traductor de Max Weber‖, y
―sociólogo de la modernización‖.
4. La importancia de las estrategias de inserción académica en la trayectoria intelectual de José Medina. Redes, circulación de intelectuales, relaciones
mundanas, escuelas, discípulos.
5. Perseguir la huella de Max Weber en la obra de José Medina: la incorporación del pensamiento weberiano como fuente de hipótesis. Más allá de una lectura
hispana de Max Weber. ¿Por qué nuestro autor quiso adaptar la sociología
clásica de Max Weber en la realidad social latinoamericana? ¿Cómo hace esta
adaptación?
6. La pregunta por la democracia y la postura política: desde la Segunda República hasta la sociología del desarrollo hecha desde la CEPAL.
7. Los contactos de Medina con la sociología española del interior.
La apropiación de un autor y su obra suele diferir según varios factores: desde
qué posición se le reclama, desde qué campo o disciplina académica, para qué se le
reclama, qué interesa reclamar y en qué momentos. Un trabajo como el presente trata de
ir un poco más allá de las categorizaciones sobre la trayectoria intelectual de José
Medina. Toda reducción supone prescindir y desatender toda una obra. Por ejemplo, una
de las tareas que todavía no se ha acometido respecto a su biografía es la que trato
acometer respecto a su diálogo con Max Weber: ¿cuándo comenzó a interesarse
verdaderamente por el clásico alemán? ¿Cuándo incorpora José Medina a Max Weber
como fuente de hipótesis y de preocupación teórica? Al igual que otro de mis objetivos
específicos ha sido destacar la postura democrática de su sociología del desarrollo como
una sociología política de la realidad social latinoamericana que escapó de partidismos
en un momento histórico lleno de tensiones.
3. El marco teórico sociológico.
3.1. Una biografía surcada por el exilio.
José Medina Echavarría escribió lo fundamental de su obra en el exilio. Su
mirada sociológica quedó condicionada por este suceso. Al redactar una biografía
intelectual de un sociólogo marcado por el exilio, he tenido que manejar un enfoque
integral para poder ser capaz de entender cabalmente los efectos de ese suceso en el
destino de su obra. Hay dos consideraciones a tener en cuenta: la primera, que el exilio,
como hecho social y como categoría sociopolítica, encierra a un grupo de gentes; la
segunda, como diferencia, es que el exilio se rompe como categoría analítica, porque
las experiencias y respuestas vitales son siempre individuales. En este trabajo he
pretendido expresar, fundamentalmente, esto último: la respuesta personal de José
Medina Echavarría a aquella circunstancia, más allá de que sea denominado como un
―sociólogo sin sociedad‖, o que encaje dentro de la categoría ―sociología española del
exilio‖ o ―sociología española desde el exilio‖. Él fue un miembro de la ―España
26
peregrina‖ de 1939. Pero fue un miembro de esa diáspora intelectual, dentro de lo que
cabe, privilegiado. Aunque igual de cierto es que ese suceso le afectó biográfica,
familiar y profesionalmente. La Guerra Civil supuso una ruptura brutal de todo el
camino de inquietudes académicas, intelectuales y personales que había ido trazando
durante los años 30 del pasado siglo XX, condicionándole su trayectoria académica e
intelectual como toda su vida familiar y personal.
Para estudiar el exilio en su biografía, siendo el exilio una categoría difícil de
establecerse como categoría rigurosa, he seguido la línea de análisis desarrollada por
Raquel Macciuci que declina el establecimiento de categorías y conceptos definitivos,
poniendo mayor énfasis en la integración personal de aquella experiencia (2006: 316).
He preferido, por tal motivo, guiarme por la forma individual en la que Medina
Echavarría se sitúo ante el acontecimiento del exilio y cómo su actitud se trasladó a su
obra, y se reflejó también en su posición académica e intelectual como en las relaciones
familiares y sociales.11
Me ha interesado recoger la forma particular y personal en que
vivió aquella experiencia colectiva. Una manera de hacer este ejercicio ha sido a partir
del análisis de los aspectos generales de su obra que están relacionados con esta quiebra
y también desde la interpretación de este tema en la correspondencia de nuestro autor
con otros amigos y exiliados como él, caso de Max Aub o Francisco Giner de los Río,
donde se confiesa y comparte íntimamente la ―conciencia de la derrota‖, el manejo de la
idea del retorno, la idealización de la España que deja atrás o la sensación de derrumbe
cuando regresa, por fin, después de tantos años en el destierro americano. En ese
momento el mundo intelectual y cultural de la sociedad española que había conocido ya
no existe, únicamente aún quedaba vivo en su recuerdo. Más allá de eso, en las cartas de
Medina, según veremos, el ―lenguaje del exilio‖ es traumático. La idea de ―transtierro‖,
en el caso de José Medina Echavarría, no es válida. Él expresó alguna vez su
ambigüedad vivida en América Latina entre la ―peculiar calidad de extraño y próximo al
mismo tiempo frente al hispanoamericano‖:
―La experiencia del español en países tan emparentados con él –una
experiencia, en mi caso, de larga duración- es difícil de explicar y de definir.
Consiste en una experiencia singular, para la que no existe todavía la categoría
adecuada en los resultados del pensamiento científico. Porque en manera
alguna el español puede sentirse auténtico ―extranjero‖ en los países
hispanoamericanos, y no valen por eso para su situación las sutilezas
psicológicas en que penetrara Simmel y han continuado luego otros
pensadores‖ (Medina, 1963a: 334).
El ―transtierro‖ americano fue para Medina Echavarría un ―bálsamo ilusorio‖ de
sentirse en tierra de uno cuando en realidad se encontraba en tierra ajena. Fue una
respuesta compartida por tantos exiliados; quienes sintieron la necesidad de agarrarse a
ese clavo ardiendo, a ―esa quimera del posible y efectivo acomodo de una planta llevada
de una tierra a otra‖ (Caudet, 2011: 60). Los lazos y redes establecidos con instituciones
y hombres de otros países, como Puerto Rico, México, Colombia, Chile….sirvieron de
ancla para los hombres y mujeres que emprendieron una nueva vida, retomaron sus
11
Como me recordaba su hija Nieves, la vida de su padre fue la vida de un ―desarraigado‖. Un desarraigo
que también padecieron sus hijos: ―Nosotros fuimos desarraigados absolutamente. No nos sentimos de
ninguna patria ni de ningún lugar‖. El viaje que Medina Echavarría emprendió se tornó en un viaje
permanente. Entrevista mantenida por el autor con Nieves Medina Rivaud, 11 de diciembre de 2008,
Rancagua, Chile.
27
investigaciones e ―iniciaron nuevos proyectos con la mirada puesta en el lugar dejado‖
(Naranjo, 2002: 319). A Medina Echavarría, como verá el lector en este trabajo, le
inquietó el problema de su vivencia personal ante el doloroso destierro que padeció. Fue
un sociólogo ―forastero‖, venido de otro lugar, pero ese distanciamiento original le
permitió explorar la nueva realidad latinoamericana como ponerle en contacto con otros
intelectuales, tradiciones y sociedades, aprendiendo otros modos de ser y de pensar.
Aquella dramática experiencia fue, en efecto, un gran obstáculo biográfico, pero
también le supuso una oportunidad para renovar viejos temas y, sobre todo, para
demostrar y esforzarse por ingresar en una comunidad científica ajena. El exilio
significó en su biografía una verdadera experiencia de conocimiento, convirtiéndole,
con el paso del tiempo, en un privilegiado observador participante de América Latina.
Esta distancia respecto al objeto de estudio ―trasplantado‖ fue la que le facilitó hacer
una lectura sociológica de la historia y de la política de aquella región sin
apasionamientos.12
Medina, como sujeto del exilio, perdió su ―lugar de pertenencia‖ en la historia
española pero tuvo que ir construyendo de a poco su ―espacio de afiliación‖ en las
sociedades que le recibieron (Ortega, 2007: 18). (Lo más triste del exilio, tal vez no es
lo más terrible pero sí lo más triste, es que les exilia de la historia). El tópico de un
―segundo descubrimiento de América‖ expresa la ambigüedad que recorrió la vida de
muchos exiliados: el conocimiento y visión de una América ―alternativa a la de la
conquista y la dominación‖, pero en la que no fue tan fácil ―desprenderse de la mirada
objetivadora y reductora propia del descubridor‖ (Sánchez Cuervo, 2008: 226). Para
nuestro autor, como decimos, no fue fácil, tampoco, vivir en esa ambigüedad del
exiliado que acertadamente describió María Zambrano:
―Recae, pues, en pleno sobre el exiliado toda la ambigüedad de la condición
humana; la asume o se la hacen asumir los demás, todos. Y así, si hubiera de
responder a todos los que le han interrogado, tendría que ir pasando por todo
eso que le han atribuido ser; tendría que entrar en cada uno de sus personajes y
contestar, decir…la verdad que está viviendo. Lo que dejaría a esos personajes
en lo que son: máscaras. Máscaras creadas por la situación del que encuentra
en su camino al exiliado –pues el exiliado siempre él, el encontrado y alguna
vez descubierto-; o máscaras invent
Recommended