2010.05.27 mujer, preparate de joven para los placeres de la edat

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JUEVES, 27 MAYO 2010

LA CONTRA

Y o no soy una mujer guapa.No es verdad.

No lo soy, pero antes los hom-bres me miraban. Y de jovenmehabíanmolestadomuchí-simo esas miradas de los tíos

cuando me levantaba o me sentaba siempretratando de fisgar bajo mi falda...

Es que hay tipos muy desagradables...... Y de repente, un día, dejaron demirarme.Primero en Francia, en las grandes ciuda-des; luego, tampocomemiraban en los pue-blos y luego ni en Italia... Y al final ni siquie-ra en Nápoles se fijaban en mí.

¿Y eso le molestó?De repente, me miré a mí misma con losojos de un hombre que te mira. Y me dicuenta de que tenía cuarenta años.

¿Por qué le molesta que no la miren?No me molesta a mí. Sólo le molesta a esaparte de mujer en mí que vive de las mira-das de los hombres.

A las feministas no les gustará eso.Me preocupa más estar de acuerdo conmi-go misma que con las feministas. Lo que re-comiendo a las mujeres es que lleguen a loscuarenta embarazadas o con un bebé.

¿Por qué?Porque al cuidar al niño, te reencuentrascon tu propia infancia, cuando lo importan-

te era lo pequeño y cotidiano, lo inmediato yobvio, y así te olvidas de esa aceleración detu propio tiempo que te obliga a recordar lafalta de miradas de los hombres.

¿Y qué nos recomienda a los hombres?Los hombres –es una injusticia– no empeo-ran necesariamente con la edad. Hay mu-chos que mejoran con los años en conjunto.Su descenso hormonal no se manifiesta encarencias y saltos... Es un suave descenso.

¡¡¡Arderá usted en la pira feminista!!!Soymujer. En lamujer, fertilidad e infertili-dad son tan evidentes y proclamadas quecualquier perro macho podría evaluar enqué punto del ciclo está una mujer fecunda.

¿Y cómo las percibe la propia mujer?El tiempo modifica, sobre todo, la percep-ción del tiempo. Para las niñas, el tiempo es,como el espacio, inacabable, inmenso y len-to, hasta hacernos sentir tan pequeñitas...

¿Y después?Vas creciendo entre tu tiempo interior y eldel universo. Creces, y de adolescente nosientes tu tiempo inacabable como el de ni-ña. A los 20, el tiempo te arrastra: te llevadonde quiere; hasta que a los 30 coincidende repente tu tiempo interior y el exterior.

¿Una coincidencia biológica?Tu tiempo se va acelerando y a los 40 se des-boca, pero puedes frenarlo si tienes un hijo,

por eso, las embarazadas que te parecíanmujeres empiezan a parecerte niñas. Por-que, hasta los 40, la vida te lleva como unagran fuerza dentro de ti. Después eres tú laque trata de meterse en esa fuerza.

¿En qué tiempo está usted ahora?...Más allá de los 45 descubres, como yo aho-ra, que tu cuerpo ya va por libre: avanza porsu cuenta hacia territorios desconocidos...

¿Y después...?Está la menopausia: debemos repensarla,porque no hace tanto casi coincidía con lamuerte, pero hoy nos llega justo en la mitadde la vida. Y una parte de ti cree entoncesque ha sido abandonada por la vida.

¿En qué sentido?El hombre concibe la vida como el deseo:un recorrido en línea recta con principio yfin; hasta le ponen nota. La mujer es cíclica.Y su deseo lo es. Para nosotras, el deseo y lavida es una espiral sin fin que va ampliándo-se. Por eso, cuando en la menopausia pier-des ese ciclo de mujer, te desorientas y tie-nes que encontrarte de nuevo.

¿Cómo se encuentra de nuevo?Al gozar de la inversión que hayas hecho enlos placeres sin edad: amistad, familia,músi-ca, deporte, profesión, la seducción del inte-lecto en conversación... Y el sexo, claro, vivi-do en ciclos de mujer. No en línea recta.

Defina “placeres sin edad”.Son los que requieren esfuerzo previo, co-mo la música: no puedes disfrutar de tocarel piano si no lo has aprendido con esfuer-zo. Son la amistad y la inversión afectiva.Son placeres que requieren esfuerzo duran-te años, pero después devuelven duranteaños hondas y gratificantes satisfacciones.

Defina “inversión afectiva”.Siento sobre todo no haber sido madre por-que no puedo ser abuela. Tengo, en cambio,el mismo compañero desde hace 26 años.

¿El amor funciona como inversión?Para el hombre, sí, porque también es lle-gar: principio y final. Y hacer balance y que-dar bien. Lamujer es cíclica y su gran triun-fo es que su ciclo siga... aun sin ella.

Hoy, contra los años hay cirugías.Tengo una foto de Liza Minnelli y sus ami-gos de Hollywood: hombres y mujeres conlamisma cara estirada, brillante, igualmue-ca sin gesto ni sexo: idénticos. La cirugíaplástica te roba la identidad a cambio de...La verdad es que no te da nada a cambio.

No te da, pero te quita arrugas.Te quita tu identidad. Compare a Minnellicon una abuela de cualquier país del tercermundo en la que cada arruga cuenta una his-toria vivida... Una vida. ¿No son esas carasviejas sin bisturí muchísimo más guapas?

Dígaselo a Berlusconi.Berlusconi se opera por la misma razón porla que simula fornicar con jovencitas: en elfondo, no le interesa ni el sexo ni la belleza;sólo el poder, pero para tenerlo debe apa-rentar juventud y sexo. Así pierde su identi-dad, que es la construcción de toda una vi-da. Así vende su alma.

LLUÍS AMIGUET

MAITE CRUZ

“Mujer:prepáratede jovenpara losplaceressinedad”

VÍCTOR-M. AMELA IMA SANCHÍS LLUÍS AMIGUET

Tengo 55 años: a una parte de mí le molesta que ya no la miren los hombres. Nací en Nápo-les: allí miran siempre. Hubiera sido gran abuela, pero temí no ser buena madre y no lo soy.Llevo 26 años con mi compañero: ellos piensan de principio a fin; nosotras somos cíclicas

“No soy una escritora,sino una mujer que escri-be y escribe por necesi-dad: tuve ataques psicóti-cos. Duraban tres días ydespués olvidaba todo.Me mediqué y ademásde los neurolépticos –endosis bajas porque mipsicosis era leve–me psi-coanalicé y así descubríque necesitaba escribir.Nadie publicó mis librosen Italia, pero tuvieroncierto éxito en Francia.Creo que se leyeron por-que planteaban proble-mas que las mujeres nohabían tenido antes, co-mo el de ser madres: an-tes nuestras abuelas –sinanticonceptivos ni abor-to– no decidían de ver-dad si querían ser ma-dres, se despertaban undía ya madres... Somos laprimera generación quedecide por entero y porsí sola algo tan inmensocomo dar la vida”.

Dar la vida

AntonellaMoscati, filósofa de las edades de lamujer; autora de ‘Una casi eternidad’