La ratita presumida

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La ratita presumida

Érase una vez un pueblo muy bonito.

Y en el pueblo había una casa de

color rosado donde vivía una ratita

muy coqueta.

Cada día limpiaba toda su casita y

luego salía a barrer el portal, mientras

cantaba.

Una mañana, cuando estaba barriendo y

cantando, vio algo que brillaba en el suelo.

Llena de alegría,

recogió una

moneda!, y dijo:

-¡Que suerte! Con esta moneda

redonda y dorada, ¿qué podría

comprar? ¿Tal vez caramelos de

menta o de fresa? Pero mejor no,

porque mis dientes se estropearían.

Y siguió pensando: ¿Acaso un traje de fina

seda?...pero luego

tendría mucho que

planchar, mejor otra

cosa.

Por fin se decidió y se fue corriendo a la

tienda y para comprar un hermoso lazo de

terciopelo rojo, que se puso en la colita.

Por la tarde, la ratita salió y se

sentó ante el portal de su casa,

para lucir su nuevo lazo y

presumir ante todo el que

pasara.

El primero que pasó fue un burro que,

al verla tan elegante, exclamó: Ay, ratoncita mira que paso por aquí cada día, pero nunca me había dado cuenta de ¡lo bonita que eres!

El burro impresionado por la

ratita le pidió matrimonio pero

esta no estaba segura y le dijo

que no.

Muchas gracias

señor burro, pero

todavía no se si

casarme con usted.

Poco después pasó un gallo que, al

verla tan guapa, se entusiasmó:

Ay, ratoncita, tanto tiempo hace que te veo en el portal, pero hasta ahora no había caído en lo bonita que eres.

El gallo pensó que las tenía

todas consigo y aleteó:

-¿Te casarías conmigo?

Pero la ratita se volvió a

negar.

Oh, qué amable eres,

amigo gallo, muchísimas

gracias., pero no sé si

quiero casarme contigo.

Al día siguiente

pasó un gato que

se detuvo y dijo:

Muy buenas tardes, hermosa

Ratita, nunca me había fijado

en lo bonita que eres,

¿quieres casarte conmigo?

La ratita presumida estaba más contenta que

nunca, ya que tenía muchos pretendientes

para casarse con ella.

Pero la ratita le volvió a decir que no.

Pero un día cuando

se despertó y fue a

ponerse su lacito, la

ratita vio que había

desaparecido,

entonces la ratita se

puso muy triste.

Desde que no tenía su lacito, todos sus pretendientes habían dejado de

ir a verla, lo que hizo que la ratita se pusiera más triste.

Frente a la casa de la ratita presumida vivía Ratoncito, que llevaba

mucho tiempo enamorado de ella en silencio. Se dedicaba a admirarla

desde su ventana pero no se atrevía a confesarle su amor.

Ratoncito al ver a la ratita tan triste decidió regalarle un lacito nuevo.

Con su lacito nuevo todos los admiradores de la

ratita volvieron pero ella ya no estaba

interesada en ellos, porque se había dado

cuenta de que sólo se habían fijado en ella por

su lacito.

En cambio Ratoncito siempre

había querido a la ratita

presumida, sin importar lo que

tuviera. Se acabaron casando y

viviendo felices en su casita.

Colorín colorado este cuento se ha acabado.

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