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Todas las cartas de amor son ridículas.Fernando Pessoa

Todas las cartas de amor sonridículas.

No serían cartas de amor si no fuesen

ridículas.También escribí en mi tiempo cartas

de amor,como las demás,

ridículas.Las cartas de amor, si hay amor,

tienen que serridículas.

Pero, al fin y al cabo,sólo las criaturas que nunca

escribieron cartas de amor

sí que sonridículas.

Quién me diera en el tiempo en que escribía

sin darme cuentacartas de amor

ridículas.

La verdad es que hoy mis recuerdosde esas cartas de amor

sí que sonridículos.

(Todas las palabras esdrújulas,como los sentimientos esdrújulos,

son naturalmenteridículas).   

El enamorado y la muerteRomance anónimo

Un sueño soñaba anoche   soñito del alma mía, soñaba con mis amores,   que en mis brazos los tenía. Vi entrar señora tan blanca,   muy más que la nieve fría. —¿Por dónde has entrado, amor?   ¿Cómo has entrado, mi vida? Las puertas están cerradas,   ventanas y celosías. —No soy el amor, amante:   la Muerte que Dios te envía. —¡Ay, Muerte tan rigurosa,   déjame vivir un día! —Un día no puede ser,   una hora tienes de vida.

Muy deprisa se calzaba,   más deprisa se vestía; ya se va para la calle,   en donde su amor vivía.

—¡Ábreme la puerta, blanca,   ábreme la puerta, niña! —¿Cómo te podré yo abrir   si la ocasión no es venida? Mi padre no fue al palacio,   mi madre no está dormida. —Si no me abres esta noche,   ya no me abrirás, querida; la Muerte me está buscando,   junto a ti vida sería.

—Vete bajo la ventana   donde labraba y cosía, te echaré cordón de seda   para que subas arriba, y si el cordón no alcanzare,   mis trenzas añadiría.

La fina seda se rompe;   la muerte que allí venía: —Vamos, el enamorado,   que la hora ya está cumplida.

La misa de amor

Romance anónimo

Mañanita de San Juan,mañanita de primor,

cuando damas y galanesvan a oír misa mayor.Allá va la mi señora,entre todas la mejor;viste saya sobre sayamantellín de tornasol,

camisa con oro y perlasbordada en el cabezón.

En la su boca muy lindalleva un poco de dulzor;en la su cara tan blanca,un poquito de arrebol,

y en los sus ojuelos garzoslleva un poco de alcohol (cosmético);

así entraba por la iglesiarelumbrando como el sol.

Las damas mueren de envidiay los galanes de amor.

El que cantaba en el coro,en el credo se perdió;el abad que dice misa,ha trocado la lección;

monacillos que le ayudan,no aciertan responder, no,por decir “amén”, “amén”,

decían “amor”, “amor”.

Amor constante más allá de la muerte

Cerrar podrá mis ojos la postreraSombra que me llevare el

blanco día,Y podrá desatar esta alma mía

H ora a su afán ansioso lisonjera;  

Mas no, de esotra parte, en la ribera, Dejará la memoria, en donde ardía:Nadar sabe mi llama el agua fría, Y perder el respeto a ley severa.

Alma a quien todo un dios prisión ha sido,

Venas que humor a tanto fuego han dado,

Medulas que han gloriosamente ardido:

Su cuerpo dejará no su cuidado;

Serán ceniza, mas tendrá sentido;

Polvo serán, mas polvo enamorado.

G. A. Bécquer. Rima LXXVII

Podrá nublarse el sol eternamente;

podrá secarse en un instante el mar;

podrá romperse el eje de la tierra

          como un débil cristal.

¡Todo sucederá! Podrá la muerte

cubrirme con su fúnebre crespón,

pero jamás en mí podrá apagarse

          la llama de tu amor.

Rubén Darío

DIVAGACIÓN

¿Vienes? Me llega aquí, pues que suspiras,

un soplo de las mágicas fragancias que hicieron los delirios de las liras

en las Grecias, las Romas y las Francias.

¡Suspira así! Revuelen las abejas, al olor de la olímpica ambrosía,

en los perfumes que en el aire dejas; y el dios de piedra se despierta y ría.

(…)

Sones de bandolín. El rojo vino

conduce un paje rojo. ¿Amas los sones

del bandolín, y un amor florentino?

Serás la reina en los decamerones,

O amor lleno de sol, amor de España, amor lleno de púrpuras y oros;

amor que da el clavel, la flor extraña regada con la sangre de los toros;

flor de gitanas, flor que amor recela, amor de sangre y luz, pasiones locas; flor que trasciende a clavo y a canela,

¿Los amores exóticos acaso...? Como rosa de Oriente me fascinas: me deleitan la seda, el oro, el raso.

Torres de kaolín, pies imposibles.Ámame japonesa, japonesa

antigua, que no sepa de naciones occidentales; tal una princesa

con las pupilas llenas de visiones,

Amor, en fin, que todo diga y cante,

Ámame así, fatal cosmopolita, universal, inmensa, única, sola y todas; misteriosa y erudita: ámame mar y nube, espuma y

ola.

Sé mi reina de Saba, mi tesoro; descansa en mis palacios solitarios.

Duerme. Yo encenderé los incensarios.

Y junto a mi unicornio cuerno de oro, tendrán rosas y miel tus dromedarios

Si el hombre pudiera decir

Cernuda

Si el hombre pudiera decir lo que ama, si el hombre pudiera levantar su amor por

el cielo como una nube en la luz;

si como muros que se derrumban, para saludar la verdad erguida en medio,

pudiera derrumbar su cuerpo, dejando sólo la verdad de su amor,

la verdad de sí mismo, que no se llama gloria, fortuna o

ambición, sino amor o deseo,

yo sería aquel que imaginaba;

aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos

proclama ante los hombres la verdad ignorada,

la verdad de su amor verdadero.

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien

cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;

alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina

por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,

y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu

como leños perdidos que el mar anega o levanta

libremente, con la libertad del amor,

la única libertad que me exalta,

la única libertad por que muero.

Tú justificas mi existencia:

si no te conozco, no he vivido;

si muero sin conocerte, no muero,

porque no he vivido.

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