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La nueva matriz de
la delincuencia en Córdoba
Córdoba como muestra de lo que está ocurriendo
en los centros urbanos de Argentina
(con epicentro en el GBA).
Por Sebastián García Díaz
Ex Secretario de Prevención de la Drogadicción
y Lucha contra el Narcotráfico de la Provincia de Córdoba
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Presentación.
Estimados amigos, El 28 de Febrero del 2010 renuncié al cargo de Secretario de Prevención de la Drogadicción y Lucha contra el Narcotráfico de Córdoba, luego de un año cumpliendo la función de crear ese organismo. Mi salida se dio en el marco de un Informe que presentara al entonces gobernador Schiaretti resumiendo la compleja situación del narcotráfico en la Provincia y en Argentina. Toda la experiencia y la información recogida durante ese lapso fueron consignadas en el libro publicado “Favelización de Córdoba. Droga, poder y burocracia” (Ediciones El Emporio).
En estos tres años he profundizado aún más en la problemática, teniendo un panorama más exhaustivo de cómo está incidiendo el narcotráfico en la configuración de una nueva matriz de funcionamiento de la delincuencia. La nueva matriz es ya evidente si uno atiende a la realidad de los barrios del Gran Córdoba y de otros centros urbanos de la provincia y a la información que aportan estudiosos del tema, dirigentes comunitarios, funcionarios judiciales, policías, fuerzas de seguridad e incluso dirigentes políticos.
Pero lamentablemente todavía no ha sido puesta a consideración de la opinión pública de manera contundente, de modo tal de poder influir en las decisiones que los gobernantes están tomando sobre las políticas públicas más eficaces para enfrentar este flagelo.
Seguimos combatiendo la inseguridad en Córdoba -y en Argentina- con fórmulas viejas y paradigmas que hoy no van a dar respuesta efectiva, pues no se condicen con las necesidades actuales de prevención del delito, investigación y persecución de lo que hoy ya constituyen verdaderas redes de crimen organizado, con base en el negocio del narcotráfico. La nueva situación exige cambiar el paradigma.
En Córdoba, no sólo no se está produciendo dicho cambio, sino que además las iniciativas recientemente lanzadas por el gobernador De la Sota van en el sentido contrario, profundizando la precariedad con la que estamos enfrentando estos delitos de gran complejidad.
Sirva la reflexión -que no es una investigación científica pero sí un resumen objetivo de la experiencia recabada - para que se instale el debate sobre lo que estamos haciendo bien y lo que debemos corregir a fin de garantizar la seguridad de nuestras familias y de la comunidad. Lo hagamos antes de que sea demasiado tarde.
Sebastián García Díaz
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a. Los ciudadanos de Córdoba
frente al fenómeno de la inseguridad
Los cordobeses venimos sufriendo la inseguridad desde hace rato. Y por ello nuestros reclamos
ciudadanos tienen el sabor amargo y ya rutinario de las demandas nunca satisfechas. ¿Qué hay de
nuevo entonces?
Este trabajo habla sobre una “nueva” matriz de la
delincuencia. Pero cualquier vecino podría decir: “Nos siguen
asaltando, desvalijan nuestras casas; roban las carteras a las
mujeres o las zapatillas a nuestros hijos; se roban los autos,
las motos o hasta una planta o el canastito para la basura…
¿Qué hay de nuevo entonces?”
Lo nuevo no es sólo que la delincuencia está aumentando, así
como la sensación de inseguridad (más del 30 % de los
cordobeses dice haber sufrido algún delito en los últimos 12
meses). Lo más grave es que por debajo de la superficie del
fenómeno de la inseguridad, se viene produciendo en los
últimos 10 años una transformación muy profunda y
preocupante de consecuencias graves.
El factor que lo ha desencadenado es la irrupción y el dominio
de las redes de narcotráfico, que operan en nuestra provincia (y en todo el territorio nacional) con una
impunidad notable.
Hemos comenzado a sufrir delitos con mayor violencia, de delincuentes cada vez más jóvenes y en muchos
casos con síntomas de consumo de estupefacientes o síndromes de ansiedad por no poder adquirirlos.
Últimamente recibimos además noticias de asesinatos cada vez más frecuentes y aumentos de delitos de
mayor complejidad. Pero nadie nos dice que, en realidad, esoss son los primeros síntomas del cambio
producido en las bases del fenómeno de la delincuencia.
Aunque la gente intuye que algo grave se está gestando, no tiene información suficiente como para obtener
una radiografía del fenómeno. Lamento sospechar que la renuencia a hacer más eficiente la tarea de brindar
datos estadísticos, transparentar procesos y recursos y convocar a las instituciones académicas, políticas y
sociales a debatirlo, está producido por el interés de seguir “contentando” a la población con anuncios y
noticias de impacto mediático, que atenúen la sensación de inseguridad, aunque a todas luces los expertos
adviertan su inutilidad para revertir la tendencia.
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b. La irrupción del narcotráfico
El accionar del narcotráfico en nuestra provincia lo ha cambiado todo. Con su caja económica
-dinero en efectivo- y un producto que permite ganar plata fácil sin mayor esfuerzo (y sin mayor
riesgo dado el escaso resultado de la persecución penal) ha ido “disciplinando” a los delincuentes,
haciéndolos parte de una estructura de mayor escala, recursos y más fácil conversión a dinero del
fruto de los delitos.
Antes nos enfrentábamos a ladrones individuales, lanzados a la acción por necesidad o por viveza criolla, solos
o en muy pequeñas bandas. Rateros, Estafadores, cafishos y toda suerte de malvivientes que operaban sin
coordinación, en un caos delictual, sin reconocerse unos autoridad sobre otros (sólo respeto), y operando
algunos “con códigos” y otros -los menos- sin ellos. Los jóvenes y los adolescentes hacían sus incursiones
circunstanciales, pero eran la excepción.
Varios de estos delincuentes se aseguraban el amparo de ciertos policías, o incluso de ciertas personas
influyentes, pero no había -bajo ningún aspecto- una cobertura estructural del poder ni una organización que
por detrás los estuviera guiando. Cada provincia además era una realidad aislada de las otras, salvo por alguna
circulación del material robado
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La complejidad de los delitos que sufríamos no superaba el robo a mano armada. Y sobre esa base se intentó
organizar una policía y una justicia que tuviera una respuesta cuantitativa (más agentes en la calle y más
funcionarios judiciales) aunque los recursos tecnológicos fueran escasos y la capacidad de investigación casi
nula. Los delitos hasta ese momento -razonaban los gobernantes- no ameritaban mayores sofisticaciones. Lo
más aconsejable era fortalecer las acciones de prevención del delito en la vía pública. Hasta el día de hoy se
sigue planificando con estos criterios cuantitativos el crecimiento de las fuerzas de seguridad y de la Justicia.
Pero el narcotráfico lo ha cambiado todo. Con su caja económica -dinero en efectivo- y un producto que
permite ganar plata fácil sin mayor esfuerzo ha ido “disciplinando” a los delincuentes, haciéndolos parte de una
estructura de mayor escala, recursos y más fácil conversión a dinero del fruto de los delitos.
Hoy ya no sólo operan con drogas, sino con trata de personas, tráfico de armas para el delito, robos de
camiones, desarmaderos, tráfico de mercadería ilegal, secuestros. Aunque muchos delincuentes no son
conscientes de que operan para estas redes (porque sólo responden al cabecilla que les facilita el arma y la
reducción de lo robado) son una pieza más en el rompecabezas que se va organizando.
Los que lideran, operan a nivel nacional, con contactos internacionales. Su capacidad financiera es muy
importante. Tengamos en cuenta que traer 1.000 kilos de cocaína desde el extranjero, corromper todas las
instancias de control, movilizarlo, fragmentarlo, cocinarlo, esconderlo, separar una parte para enviar a Europa
y distribuir la otra para los miles de “dealers” supone una operación de no menos de 20 millones de dólares en
cada caso y con varios meses de trajín, por lo que se requiere una “espalda financiera” fuerte. Debemos saber
que sólo para el consumo interno de la Provincia de Córdoba se necesitan por lo menos 50.000 kilos de cocaína
al año y aproximadamente 80.000 kilos de marihuana.
En Córdoba por tanto el mapa del delito ahora no hay que confeccionarlo de abajo hacia arriba como era antes
hasta hace una década, sino al revés: desde las cabezas que poseen el financiamiento para sostener y someter
toda la estructura hacia abajo, hasta el último “perejil” que es usado como mano de obra barata.
En toda la cadena de mando de la red, por ahora se produce un quiebre en un punto. Hacia arriba están los
verdaderos jefes, cuyo perfil dista mucho de ser el de los cabecillas de los mandos medios, algunos de los
cuales son circunstancialmente juzgados y apresados
(como el “chancho sosa”, por ejemplo).
Estos últimos son como “maestros mayor de obra” o
“jefes de cuadrilla” (para utilizar un paralelismo con el
rubro de la construcción) quienes a su vez lideran
delincuentes rasos y se encargan de realizar el trabajo en
la base. De este tipo de bandas con base territorial hay
decenas en el territorio provincial de distinto tipo que
incluso compiten por el dominio de la zona. En la oferta se incluyen también barras bravas, punteros políticos,
dirigentes comunitarios que han distorsionado su accionar e incluso bolicheros y productores de bailes de
cuarteto. Pero en los niveles superiores la competencia es muy reducida incluso a nivel nacional.
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c. Cómo
operan
estas redes
Si tenemos en cuenta que el eje de
estas organizaciones ha pasado a ser
el tráfico internacional de drogas y
que a nivel mundial los “jugadores”
son mafias como los carteles
colombianos y mexicanos, la guerrilla
colombiana y peruana, la mafia rusa,
la mafia calabresa 'Ndrangheta que
introduce la droga a Europa y otros,
incluso con la protección de ciertos
Estados en el mundo, podemos
advertir la importancia y el poder que
pueden tener los operadores que
representan a esas organizaciones en
nuestro país.
Estas redes utilizan tecnología y una
metodología eficiente para todas sus
operaciones delictuales. Con la misma
dinámica con la que logran ingresar al país un cargamento con 1.000 kilos de cocaína desde Colombia y
entregarla procesada y camuflada para ser enviada a Europa en el puerto de Buenos Aires, traen mujeres
esclavizadas de República Dominicana para que terminen obligadas a dar servicios en un Burdel de Morteros
(por dar sólo un ejemplo de su flexibilidad). Se despliegan sobre el territorio con una red de distribución y
acción que sería la envidia de cualquier empresa comercial.
No podemos tener una mirada superficial del fenómeno y contentarnos con noticas de capturas de
delincuentes con poca cantidad de estupefacientes. Si atraparon a uno con 10 kilos de cocaína en un barrio
marginal, tenemos que estar seguros que hay un proveedor que días antes ha distribuido por lo menos 100
kilos en toda la zona y que a su vez responde a una red que ha operado una mercadería de por lo menos 1.000
kilos en esa ciudad o región.
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Recordemos además que todavía hoy el 70% de las drogas que llegan a Córdoba son procesadas para la
exportación vía el puerto y el aeropuerto de Capital Federal, con destino a Europa. Lo que queda aquí se utiliza
para financiar la operación y satisfacer el consumo interno.
Pero -insisto- en esa misma logística, entregan armas para que los delincuentes operen, reducen lo robado y lo
transportan, traen mujeres para la prostitución, entregan mercadería ilegal, etc. El hecho que un vendedor
senegalés en la peatonal de Córdoba, pueda ofrecer a un transeúnte desde un “DVD trucho” hasta una bolsita
con cocaína no debe extrañarnos en este marco.
Hablamos de delincuentes sin escrúpulos, asesorados por los
mejores profesionales (abogados, contadores, informáticos,
expertos en logística, relacionistas que conocen los pasillos
del poder) y que lavan el dinero en operaciones bancarias e
inmobiliarias, en el juego, en el fútbol, y en otras
transacciones que le permitan blanquearlo.
Con ese poder, corrompen al más alto nivel para asegurarse
la impunidad. Un cálculo aproximado de cuánto dinero
moviliza el narcotráfico en Córdoba nos arroja un monto
superior a los 500 millones de dólares al año lo que nos
permite tener una dimensión de su “capacidad de influencia”. No prever que estas redes están vinculadas en el
financiamiento de la política (y actuar en consecuencia) es de una ingenuidad rayana con la negligencia.
En este marco, el vendedor al menudeo que está en la esquina y que tanto nos molesta es en verdad una
anécdota, dramática y necesaria pero anécdota al fin, así como el patrullero que está dándole cobertura. No lo
haría -tengámoslo por seguro- si más arriba, no hubiera un funcionario de alta jerarquía que ha acordado con
estos “jefes” un esquema de protección a la estructura entera.
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d. El dominio de los barrios carenciados
Los narcotraficantes no se han contentado con este dominio sobre el mapa de la delincuencia. Han
ido tomando los barrios marginales, donde antes teníamos delincuentes sólo en forma excepcional
y actuando a su suerte. Hoy coexisten algunas zonas del Gran Córdoba con un porcentaje
extraordinario de familias enteras comprometidas con estas redes de una u otra manera.
Los hijos de los vendedores de droga
(que súbitamente aparecen con un
auto de lujo, un reloj de oro o cosas
que nada tienen que ver con su
entorno), conviven con otros niños
humildes que aspiran a seguir su
suerte. Todos saben quién vende,
quién cocina, quien es el jefe y cuándo
viene el auto del jefe que está todavía
más arriba. Nadie está dispuesto a
denunciar, porque en general han
comprobado con sus propios ojos,
ciertos vínculos entre los policías de la
zona y estos vendedores de drogas.
Los narcos por un lado actúan como
benefactores entregando dinero a
modo de beneficencia o ante dificultades de los miembros de esas familias. Pero, por el otro, ingresan a los
mismos “vendedores al menudeo” -en general jóvenes- al consumo y la adicción, para que tengan necesidad de
delinquir y no piensen ni por un minuto en salirse de la organización.
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Sobre este tema he profundizado en el libro “Favelización de Córdoba. Droga, poder y burocracia”. Pero estamos en condiciones de sostener que por lo menos hay 50 barrios en Córdoba muy comprometidos con esta situación de señorío de los narcotraficantes.
En términos de la ciudadanía y de sus urgencias por no seguir siendo asaltada en forma cada vez más violenta, este capítulo de la nueva matriz que estamos describiendo exige un foco particular y una prioridad en las acciones a considerar.
Pero si nos quedamos allí, no habremos impactado sobre las causas que está produciendo esta nueva matriz y que es, sin duda, la impunidad con la que se están desplegando las organizaciones de narcotráfico sobre toda la provincia.
Diversas acciones realizadas durante estos 3 años para poner la cuestión en el centro del debate político
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e. Necesitamos una nueva estrategia
¿Qué debemos hacer entonces? Mi sugerencia es cambiar completamente la estrategia.
Antes que nada sepamos que esta matriz sólo se puede combatir de manera eficaz desde el nivel nacional.
Todos defendemos el federalismo, pero justo en este caso se requiere operar en todo el territorio del país, sus
fronteras, su sistema financiero, sus rutas, sus trenes y aviones, su sistema de telefonía, de internet,
centralizando la información que producen las fuerzas de seguridad, de las policías provinciales y hasta de los
inspectores municipales. Mientras no tengamos una legislación adecuada, una fuerza nacional especializada en
combatir estas redes y un fuero judicial también especializado en juzgarlos, no lograremos resultados
contundentes.
Argentina en este sentido no sólo es mencionada en todos los organismos especializados como uno de los
nuevos países cruzados en forma estructural por el fenómeno del narcotráfico internacional, sino que también
lidera -tristemente- los rankings de las condiciones que lo permiten, como un sistema precario para controlar el
lavado de dinero, altos índices de corrupción que nos ubican entre los 30 países más corruptos del mundo,
mecanismos sólo formales para el control de aportes del narcotráfico a campañas políticas, fronteras no
controladas de manera adecuada, caos en las estructuras de cooperación entre las fuerzas y las instituciones
provinciales dedicadas a combatir el delito, etc.
Si estas condiciones no van a ser abordadas en el corto plazo, porque tenemos un Gobierno Nacional y una
Ministra de Seguridad que justamente está dando las señales contrarias a lo aquí señalado ¿Qué podemos
hacer desde Córdoba? El cambio debe comenzar desde el principio. Las hipótesis de trabajo tanto en la faceta
de prevención del delito como en la persecutoria deben tener como premisa que ningún delito en Córdoba
está exento de vinculación con estas estructuras de crimen organizado y así debe ser abordado. Las
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excepciones que se vayan comprobando probablemente confirmarán la regla. Algunas iniciativas, a modo de
ejemplo:
a. “Vamos por los jefes máximos de las redes” Necesitamos reformular las prioridades en las líneas de investigación y concentrarnos en apresar a los cabecillas. Eso requiere tecnología, capacitación de jueces y policías, presupuesto, voluntad política y fuerzas especializadas con capacidad de investigación sofisticada. Un cuerpo de jueces que investigue el vínculo entre poder político y narcotráfico y sus ramificaciones en la policía y también en la propia Justicia.
b. Mayores controles En paralelo necesitamos obstaculizar el modo en que fluye el delito por todo el territorio provincial. Una cuestión tan simple como sofisticar los controles ruteros para que no sólo pongan multas por llevar las luces apagadas, sería un golpe de muerte a la logística de estas organizaciones. Aunque la introducción de la Droga a Córdoba se da por múltiples vías (avionetas ilegales, camiones, ómnibus, correo, viajeros con equipajes, etc) la droga en algún momento se traslada por carreteras.
c. Eficiencia en la recepción de denuncias. El incentivo para que todo el que tenga algún dato lo denuncie y la sistematización eficiente de esa información también multiplicaría por mil nuestra vigilancia sobre las diferentes aristas de la realidad del delito en Córdoba.
d. Fuerzas y Equipos de saturación de zonas. También se requieren ciertas acciones extraordinarias para romper esa matriz que se está consolidando a nivel territorial. Debemos generar una fuerza de elite preparada para hacer operativos de saturación de zonas urbanas tomadas por el narcotráfico. Esas fuerzas deben incluir no sólo policías, investigadores, fiscales y funcionarios (para que todas las decisiones se puedan tomar en tiempo real sobre el terreno) sino además trabajadores sociales, educadores, agentes religiosos, promotores comunitarios, etc. Hablamos de intervenciones que, tras el objetivo de reinstalar la “normalidad”, integrar nuevamente la comunidad al resto de la ciudad, recuperar la confianza y los lazos comunitarios, durarán varios meses.
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Si no hacemos este tipo de intervenciones, en muy poco tiempo veremos empeorar la situación social en esos
barrios, se consolidará el dominio de estas redes y organizaciones, las fuerzas y el Estado cada vez tendrán más
difícil el acceso para realizar su tarea y no me extraña que se multipliquen las bandas de jóvenes delincuentes
con sus propios códigos dispuestos a matar, como ha sucedido en tantos otros países de Latinoamérica.
Tengamos en cuenta que el dominio de estas bandas sobre los diversos negocios ilegales y sobres los distintos
territorios no es lineal ni pacífico, sino completamente dinámico. Hay otros que aspiran a ocupar esa posición y
la tendencia es que la violencia no sólo con respecto a la ciudadanía sino también entre ellos crezca en forma
exponencial.
f. Qué rol debe cumplir la Policía
de Córdoba y la Justicia Provincial
Los proyectos recientemente presentados desde el Gobierno Provincial no van a la raíz del
problema aquí reseñado ni mucho menos. Son más bien “parches con buen marketing”, para
perseguir algún que otro vendedor al menudeo y cerrar algunos prostíbulos. Pero la matriz del
crimen organizado que opera en paralelo la mayoría de los delitos que hoy nos alarman, utilizando
todo el territorio provincial (y nacional) como escenario, seguirán actuando como si nada.
Cuando el Gobernador De la Sota comenta que tiene información sobre las operaciones del sangriento cartel
de Sinaloa en nuestra provincia, se abre una luz de esperanza de que en el fondo es consciente de la magnitud
del problema y está a punto de reaccionar y tomar decisiones con la escala y la profundidad que corresponden.
Pero luego advierto que no hay ninguna medida en consecuencia y que probablemente la estrategia sea, como
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en otros temas, esperar hasta que el tema explote, con la esperanza de que esto ocurra en el siguiente
gobierno.
Se puede debatir si es correcto o no, incorporar a la Justicia Provincial en la lucha contra los vendedores al
menudeo de la droga. Pero el debate será abstracto si no se hace en el contexto que le estoy reseñando en
esta carta.
En nuestro criterio, la intervención de la Justicia Provincial lo único que hará será entorpecer las
investigaciones de las redes y sus cabecillas, investigación que se nutre de las capturas de los pequeños
vendedores al menudeo. Como los fiscales ni los jueces tendrán capacidad ni recursos para escalar hacia arriba
en la organización criminal, archivarán la causa con el vendedor al menudeo libre, procesado o sentenciado
pero sin haber ido a la búsqueda de los líderes.
En la misma línea, seguir sumando centenas de policías jóvenes, sin experiencia, para que se aposten en las
esquinas, siempre ayudará por lo menos en la tarea básica, así como las compras de más camionetas y más
chalecos antibalas. Pero ha llegado la hora de redefinir el perfil de policía que necesitamos para enfrentar este
crimen organizado y sus diferentes facetas. Cómo lo investigará en todas sus ramificaciones (financieras,
acciones en otras provincias, explotación de varias líneas de delitos al mismo tiempo, etc) y cómo hará para
apresarlos.
No es un dato menor que haya pocos policías heridos o muertos en los últimos años en la fuerza policial de la
Provincia de Córdoba. Lo que indica, lamentablemente, no es un nivel de eficiencia superior sino por el
contrario que nuestras patrullas están llegando tarde a los hechos, se enfrenta y apresan sólo a personas que
no dan batalla pero no se están atacando a organizaciones que seguramente ofrecerían resistencia.
La relativa calma que ofrece el panorama del narcotráfico en Argentina y en Córdoba en contraste con las
noticias que llegan de México u otros países no debe llevarnos a la equivocación de subestimar la magnitud del
fenómeno. Simplemente no se producen matanzas, ni venganzas, ni secuestros o amenazas a funcionarios
porque las redes de narcotráfico aquí no sienten ninguna necesidad ni apremio por defenderse. Se están
moviendo a sus anchas.
Cuando uno constata -como fue mi caso como Secretario- los escasos recursos humanos y tecnológicos con
que cuentan la Policía de Córdoba para hacer “inteligencia” en la Lucha contra el Narcotráfico, los móviles que
utiliza, la burocracia de sus procedimientos y la capacitación deficiente de los efectivos que están al frente de
la investigación dentro de la policía, o el carácter básico de las investigaciones que realizan los fiscales
federales de Córdoba, advierte que en ningún caso cumplen con los requerimientos para enfrentar la
operatoria de las redes de narcotráfico como corresponde.
Las policías y fuerzas de seguridad del mundo llegan a apresar un promedio del 10% de la mercadería ilegal que
se introduce en su territorio. Sí nuestra Policía asumiera ese desafío debería impactarnos con noticias de
intervenciones que superen los 5.000 kilos de cocaína al año (por dar sólo una referencia)
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Estoy convencido que tanto la Justicia Provincial como la Policía deben cumplir un rol activo frente a esta nueva
matriz de la delincuencia denunciada. Pero no es creando tres fiscalías y tres juzgados para perseguir
vendedores al menudeo y una oficina de “Trata de personas” la manera de enfrentar el desafío.
En la configuración de una nueva estrategia en la lucha contra las organizaciones criminales es tan importante
saber cuál es el destino de la Justicia Federal en las provincias y específicamente en Córdoba, pues es este
fuero el que tiene la competencia para abordar estas redes que sería conveniente que el Gobernador De la
Sota y la Legislatura de Córdoba exigieran al Estado Nacional definiciones concretas.
g. Crecimiento de las cocinas
y la comercialización de drogas
sintéticas en Córdoba
El consumo de pastillas y drogas de diseño se ha multiplicado exponencialmente entre los
adolescentes y jóvenes de Córdoba y que ya no son productos importados, sino que se están
fabricando en pequeños laboratorios clandestinos en el Gran Córdoba. Este es una de las facetas
“novedosas” en el menú de delitos que explotan estas redes.
Hago referencia a las sustancias de tipo
anfetamínico que se están produciendo
clandestinamente a partir de precursores
químicos, es decir que no utilizan productos de
origen natural como la coca o el latex de la
amapola.
Para fabricar drogas sintéticas o de diseño se
puede partir de muchas sustancias diferentes,
inclusive si no se cuenta con los precursores, estos
pueden ser a su vez fabricados clandestinamente a
partir de sustancias no controladas.
Si bien, muchos de los precursores más comunes
utilizados en la fabricación clandestina de las drogas de síntesis se encuentran controlados, otra gran cantidad
de sustancias químicas que pueden servir para este fin no se encuentran en las listas de control y son utilizadas
no sólo en la producción de sustancias farmacéuticas sino también en la de productos industriales.
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Esta modalidad de fabricación de drogas representa un verdadero desafío ya que no hablamos sólo de
laboratorios especializados que se deciden por este negocio ilícito, sino de la posibilidad de que se monte una
pequeña cocina en cualquier garaje, con los riesgos que esto implica por los precursores químicos que se
utilizan.
La cocina y comercialización de estas pastillas no siguen la tendencia norte (Bolivia, Paraguay, Perú) - Sur
(traslado, cocina y fragmentación mediante diversas vías hacia Buenos Aires) sino que su desarrollo es
irregular, y con una tendencia a crecer en sentido contrario desde Buenos Aires y Santa Fé hacia nuestra
provincia y el interior. Esto se debe a que los precursores son más accesibles en el Gran Buenos Aires.
El mayor peligro de las drogas de diseño, es para nuestra juventud y lo representa el tráfico de sustancias
altamente adulteradas. Es un alto riesgo para el consumidor de intoxicación o daño severo al Sistema Nervioso
Central, el cual es aún mayor cuando se han “cortado” con diferentes tipos de estimulantes u otros productos,
farmacéuticos o no, que tienen como objetivo aumentar las ganancias económicas de los traficantes.
Sin embargo como las drogas de síntesis son tan llamativas, tan variadas y llena de colores y formas hace que la
juventud, que es el principal grupo afectado por ellas, no las vea como drogas peligrosas que pueden llegar a
causar la muerte, sino por el contrario que los jóvenes las consideren como sustancias inofensivas que se usan
en el contexto de la diversión nocturna. Las pastillas son cada vez más un símbolo de status entre los jóvenes.
Lamentablemente para montar un laboratorio de este tipo de
sustancias no se requiere mucho: no es necesaria la
implementación de grandes estructuras ni el diseño de
aparatos especializados para reciclar (destilar y redestilar)
solventes. En líneas generales estos laboratorios clandestinos
de síntesis se caracterizan por pequeños espacios
(generalmente una cocina o un baño), con poca cantidad de
insumos, microondas, alguna maquina tableteadora en el
mejor de los casos, cuños para estamparle al producto un
logo.
Aunque en todos los casos tiene personas poderosas que los financian y los apañan –en el marco de estas
organizaciones que hemos reseñado- en el caso puntual de la producción de pastillas podríamos estar ante
mafias nacionales que se quedan con este negocio.
Pido a la Justicia y la Policía que transparenten esta situación nueva que los excede en forma cabal para que
toda la sociedad se anoticie del crecimiento de este flagelo de las drogas sintéticas y presione a los
gobernantes para que aporten recursos y capacitación internacional.
Propongo abrir una línea especial para que la gente pueda denunciar tranquila la sospecha de cocinas de este
tipo. Incluso yo mismo me ofrezco si la gente tiene miedo a recolectar esas denuncias y llevarlas a la Justicia. Si
los fabricantes, sean laboratorios profesionales dedicados a la actividad clandestina o simples garajes,
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advierten que el tema se ha posicionado en la opinión pública, tendrán por lo menos más cuidado para
moverse y comercializarlo.
Comencemos por investigar los baños y barras de los boliches que son los lugares de mayor venta de drogas de
este tipo en Córdoba. Me extraña mucho que un bolichero declare no saber que se está vendiendo este tipo
de drogas en el establecimiento que él está explotando.
h. Las exigencias de la ciudadanía
Por último, y porque está vinculado en forma directa con la lucha contra el narcotráfico, es
necesario pedir encarecidamente que de una buena vez se ordene la realización de campañas
intensas de prevención tanto a nivel masivo como en espacios específicos como son las escuelas, los
boliches y bailes así como los ámbitos de concurrencia masiva y espacios públicos donde se
congrega la juventud.
Los ciudadanos en general no conocen cabalmente toda esta realidad reseñada. Y como todavía la información
no fluye y no se posicionan más instituciones y especialistas que en forma didáctica expliquen los detalles del
fenómeno y las alternativas de solución se produce una gran confusión a la hora de exigir al poder político las
políticas adecuadas.
En primer lugar se tiende a confundir el rol que los ciudadanos podemos cumplir en la lucha contra el
narcotráfico de todo lo que podemos hacer a nivel de prevención y -en forma más restringida- a nivel de
asistencia.
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En la lucha contra el narcotráfico así como en el combate de estas organizaciones criminales, es un absurdo
convocar a la ciudadanía a una acción activa que vaya más allá de la denuncia en tiempo y forma. Claramente
se trata de una competencia sólo reservada para los organismos establecidos (Justicia y fuerzas de seguridad).
Sí podemos participar ejerciendo presión para que estos organismos actúen y se movilicen, pero no montarnos
sobre actitudes supuestamente “heroicas” que nos exceden completamente y que podrían producir graves
consecuencias para nosotros y para nuestros seres queridos.
En la prevención sí podemos estar todos involucrados, aunque la acción de la comunidad requiere un apoyo
contundente de recursos por parte del Estado para llevar adelante las campañas masivas de prevención.
Debo confesar que cuando veo el gasto que se ha realizado en publicidad y contratación de medios para
promocionar las primeras acciones de los primeros 180 días del nuevo gobierno provincial no puedo dejar de
indignarme por no haber aprovechado aunque sea una parte de esos recursos para saldar esta deuda
pendiente que es convocar a la ciudanía de Córdoba y en particular a los jóvenes a hacer frente al consumo de
drogas y alcohol con un mensaje de esperanza.
Otro tanto con la tarea de asistencia a adictos, sobre todo a aquellos que no tienen recursos ni obra social y
que se ven obligados a atenderse en organismos precarios como el IPAD o la Casa del Joven. También en este
respecto ha llegado la hora de invertir recursos para disponer de centros de atención de diversa complejidad a
lo largo y a lo ancho de la Provincia.
Conozco los esfuerzos que en su momento hizo el ministro Gonzalez para que todo el sistema público de salud
diera respuestas e incluso convocar a los recursos municipales de todos los municipios y comunas para que
hicieran lo propio desde el nivel primario.
Pero la verdad es que eso todavía no ha sucedido y hoy los padres sin recursos no saben a dónde enviar a sus
hijos con problemas de consumo y adicción. No sigamos gastando dinero en cosas superfluas como eventos
masivos y otros y de una buena vez encaremos esta cuestión asistencial en forma contundente.
Las leyes que está promoviendo sancionar el gobernador De la Sota son reacciones superficiales al fenómeno
descrito. Lamentablemente mucha gente se ha entusiasmado por desconocer los detalles técnicos y por el sólo
hecho de ver que el gobierno se preocupa por dos problemas tan graves como son la venta de droga y la trata
de personas. Pero en Córdoba ya hemos sancionado muchas leyes y sin embargo, luego no hemos hecho nada
de lo que se debería (eso ocurrió lamentablemente con la Secretaría que me fue encomendada crear).
Es por ello que convoco a los ciudadanos de Córdoba a hacer que la temática de la inseguridad, la nueva matriz
que la potencia y todos los temas coadyuvantes se establezca definitivamente entre las prioridades de los
gobiernos y que las soluciones que se propongan sean verdaderamente eficaces y no meros “cambios para que
nada cambie”.
Córdoba, 25 de Junio de 2012.-
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Agradecimiento
Quiero agradecer a todos los especialistas, instituciones, personas comprometidas y ciudadanos que me han acercado
información, me han invitado a los diversos barrios y ciudades a comprobar las consecuencias de este fenómeno y que
desde su posición trabajan activamente para que se encare una solución adecuada. No los nombro para protegerlos de
posibles represalias por parte de los directivos de las instituciones en las que se desempeñan y de las redes de
narcotráfico. Podría decir sin temor a equivocarme que mi tarea es la de ser un simple divulgador de lo que ellos no puede
decir con su propia voz.
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