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EL ARTE EN LA EPOCA REPUBLICANA La declaración de la Independencia en 1821 y la victoria de los ejércitos libertadores en Junín y Ayacucho, sellaron el fin de un régimen político de más de tres siglos. Pero el sistema colonial, que había definido las formas culturales de toda una sociedad, de sus costumbres y de sus instituciones, no se deshizo abruptamente con la Independencia. Los cambios tampoco se dieron por igual en todos los campos, ni se efectuaron al mismo ritmo. La inestabilidad institucional del temprano Estado republicano impidió que se iniciaran proyectos de largo aliento. Las grandes comisiones cesaron abruptamente. Así, los géneros que dependían del poder político y eclesiástico, como la arquitectura, la escultura monumental y la pintura, prácticamente no se renuevan hasta mediados de siglo. Es tan solo en la segunda mitad del siglo XIX que, con los recursos generados por el guano, se emprenden nuevos proyectos. Además, la pintura en los centros, y particularmente en Lima, se renueva bajo la influencia del arte contemporáneo de Francia y de Italia, en busca de una modernidad que pudiera señalar su independencia cultural frente al reciente pasado español. En cambio la pintura creada en la periferia, así como aquella producida para el consumo popular, mantiene elementos de continuidad con sus precedentes coloniales. Así, en los campos donde el Estado y la Iglesia no tenían una participación directa, las formas coloniales se prolongaron por largo tiempo. La secularización fue una de las consecuencias más evidentes de la ruptura colonial. Pero existe también un abrupto cambio de giro en la geografía del país. La preeminencia de Lima marca, a partir de la Independencia, el sino un centralismo que llega a producir una diferencia notable de desarrollo económico y cultural con respecto al resto del territorio peruano. Una gran parte de este comercio florece con la apertura de los puertos, que fortalece a ciudades como Arequipa, Lima y Tacna. En este proceso, antiguos centros del sur andino como Cuzco y Huamanga pierden su lugar de predominio regional, al quedar marginados de las antiguas rutas comerciales con las regiones mineras del Alto Perú. La penetración de la región amazónica, iniciadas con el periodo anterior desde las ciudades andinas, sufre entonces también un repliegue significativo. Por ello, la rápida transformación de los gustos artísticos que trajo consigo la apertura y la importancia masiva

Arte prehispanico

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EL ARTE EN LA EPOCA REPUBLICANA

La declaración de la Independencia en 1821 y la victoria de los ejércitos libertadores en Junín y Ayacucho, sellaron el fin de un régimen político de más de tres siglos. Pero el sistema colonial, que había definido las formas culturales de toda una sociedad, de sus costumbres y de sus instituciones, no se deshizo abruptamente con la Independencia. Los cambios tampoco se dieron por igual en todos los campos, ni se efectuaron al mismo ritmo.

La inestabilidad institucional del temprano Estado republicano impidió que se iniciaran proyectos de largo aliento. Las grandes comisiones cesaron abruptamente. Así, los géneros que dependían del poder político y eclesiástico, como la arquitectura, la escultura monumental y la pintura, prácticamente no se renuevan hasta mediados de siglo. Es tan solo en la segunda mitad del siglo XIX que, con los recursos generados por el guano, se emprenden nuevos proyectos. Además, la pintura en los centros, y particularmente en Lima, se renueva bajo la influencia del arte contemporáneo de Francia y de Italia, en busca de una modernidad que pudiera señalar su independencia cultural frente al reciente pasado español. En cambio la pintura creada en la periferia, así como aquella producida para el consumo popular, mantiene elementos de continuidad con sus precedentes coloniales. Así, en los campos donde el Estado y la Iglesia no tenían una participación directa, las formas coloniales se prolongaron por largo tiempo.

La secularización fue una de las consecuencias más evidentes de la ruptura colonial. Pero existe también un abrupto cambio de giro en la geografía del país. La preeminencia de Lima marca, a partir de la Independencia, el sino un centralismo que llega a producir una diferencia notable de desarrollo económico y cultural con respecto al resto del territorio peruano. Una gran parte de este comercio florece con la apertura de los puertos, que fortalece a ciudades como Arequipa, Lima y Tacna. En este proceso, antiguos centros del sur andino como Cuzco y Huamanga pierden su lugar de predominio regional, al quedar marginados de las antiguas rutas comerciales con las regiones mineras del Alto Perú. La penetración de la región amazónica, iniciadas con el periodo anterior desde las ciudades andinas, sufre entonces también un repliegue significativo. Por ello, la rápida transformación de los gustos artísticos que trajo consigo la apertura y la importancia masiva de productos europeos, afecto principalmente a las ciudades costeras.

Esta escisión republicana conduce a desarrollos desiguales, que aseguran las subsistencia e incluso la profundización de grandes diferencias culturales. Se agranda así el abismo entre las artes “cultas”, ligadas a los escenarios internacionales, y las artes “populares”, asociadas a las tradiciones locales de origen colonial. Incluso se puede afirmar que la noción misma del “arte popular” se crea como concepto diferenciado precisamente en este periodo.

Fuera de la capital, el florecimiento de las artes decorativas a lo largo del siglo XIX señala el paso de una producción dirigida por las autoridades. Los historiadores han identificado incluso un proceso de “indianización” republicana, guiado por la recuperación demográfica de las comunidades indígenas, que adquieren mayor autonomía y estabilidad en este periodo. Las tradiciones derivadas de la época colonial, como la pintura devocional, la talle de piedra de Huamanga los mates burilados, la platería, tejidos, queros y otros objetos de uso cotidiano, van construyendo un estilo diferenciado, caracterizado por una vitalidad expresiva. A diferencia de otros géneros, aquí no se dan grandes saltos y

ruptura, sino que los nuevos estilos se introducen de manera progresiva, a un ritmo propio, transformándose sutil y gradualmente. Así por ejemplo, elementos neoclásicos se incorporan a la pintura mural, y a las artes decorativas sin trastocar la coherencia de las formas tradicionales.

Los procesos sociales y económicos que se iniciaron con la emancipación política de España contribuyen, sin embargo, a consolidar nuevos ordenamientos sociales, que transforman gradualmente las formas de creación artística. Sobre todo se impone un nuevo mapa cultural, que fortalece la diversidad y establece las grandes diferencias regionales que aún hoy define el panorama del arte en el Perú

LA PINTURA

ESTILOS DE LA PINTURA REPUBLICANA

1. Costumbrismo

Se difunde desde los primeros años del siglo XIX. Pancho Fierro (1807-1879), acuarelista, es el más genuino representante de la pintura costumbrista peruana de entonces, artista singular pues su arte registra y mantiene las tradiciones populares de las postrimerías del virreinato. Su obra tiene dos etapas principales: una referida a personalidades, autoridades y políticos como sería el caso de El fraile de la buena muerte, El médico, La tapada y el escribano, El notario, El hacendado y La hermana de la caridad, Militar de perfil, Militar de espaldas y, otra en la que el genio del acuarelista se aboca a temas netamente populares, como se puede apreciar en: El farolero, La vendedora de pescado en burro, La lechera, El montonero y El soldado y la rabona entre otras.

2. Neoacademismo

Surge en Europa como una nueva propuesta plástica que, bajo la influencia del impresionismo parisino, plantea una temática más libre, un mejor tratamiento de la luz, dejando de lado la búsqueda de la perfección en beneficio de la creatividad del artista. En nuestro medio, fueron muchos los pintores que optaron por esta nueva tendencia; entre ellos destacan: Daniel Hernández (Huancavelica 1856 - Lima 1932) ha sido considerado como el gran maestro de la pintura nacional. A él debemos el inicio de la formación de los artistas ya que fue invitado a formar la Escuela de Bellas Artes como centro de estudios y formación. Su trabajo se distingue por el equilibrio permanente entre el dibujo y el colorido y por la excelencia de su diseño hasta en los mínimos detalles. Con una cierta preferencia por los temas históricos, destacan La muerte de Sócrates, Capitulación de Ayacucho, Apoteosis de Ayacucho, Saludo al presidente Leguía, Retrato de dama, Dama en el Campo, Retrato de un Inca, Mujer cargando un ganso y Mujer cargando leña. Teófilo Castillo (Carhuaz 1857-1922), fue el primer crítico de arte en nuestro medio; sus comentarios acertados y a veces ácidos, le granjearon admiradores y no pocos detractores. Como artista, gran parte de su obra está vinculada a la reminiscencia de la Lima virreinal, destacando su preferencia por las tonalidades graves, al manejo casi lírico del color, como se aprecia en Interior de iglesia, La Procesión del Corpus Christi, El asesinato del marqués de Aguas Claras, conocido también como La muerte del conde de Nieva y Autorretrato. Enmarcó en sus obras los paisajes naturales del interior del país, en los que imprime un exuberante colorido y la fuerza de su paleta que le permite captar con extraordinaria luminosidad algunos detalles del ambiente andino, como se ve en Paisaje del Huascarán, Paisaje nevado y Paisaje de la Laguna de Llanganuco.Carlos Baca Flor (Arequipa 1867-1941) sobresalió por el buen manejo de la técnica del retrato, llegando a obtener reconocimiento internacional en este campo, prueba de su habilidad son La vocación natural, Anciano sentado en un sillón, El notario en la venta de títulos, Dios mío qué solos se quedan los muertos, Cabeza de anciano, Perfil de niño, Paisaje de río con botes, Autorretrato y Regina Virginum, este último trabajado sobre pergamino y dotado de un marco de madera íntegramente policromado.A partir de la relación que tuvo con artistas de la nueva generación en París logró desarrollar una extraordinaria soltura y calidad plástica, expresada con visible libertad en los múltiples bocetos y dibujos que realizó y que nos hablan de un profundo conocimiento de la anatomía y de la esencia del género humano.

3. Indigenismo

Expresiones como lo nacional, lo prehispánico, lo indígena adquirió un significado especial, cuando el redescubrimiento y revaloración de lo propio, se asumió como la impostergable necesidad de reconocernos en lo propio y en lo común, aceptándonos como parte de un todo, rico en su variedad, en lo cultural y lingüístico. Desde ese punto de vista, el Indigenismo fue el movimiento artístico que buscó destacar y valorar los elementos estéticos propios del ser nacional, de nuestro paisaje y nuestra gente a fin de integrarlos como motivos plenos en el desarrollo de la plástica nacional. José Sabogal (Cajabamba 1888 - Lima 1957), fundador del movimiento indigenistas, contribuyó grandemente a la evolución plástica nacional. Viajó a Europa, donde afianzo su vocación y definió su estilo, y luego pasó una larga temporada en Argentina, estando en contacto con el arte vernacular. Ya en Cusco, definió su preferencia por el hombre andino y su entorno. Su decidida tendencia hacia temas nacionales, se afianzó más aún, luego de su viaje a México, en donde descubrió el singular poder del mural, reafirmando su preferencia por lo relacionado a lo nacional, vernacular y a lo propio. El impacto de la propuesta sabogalina marcó una honda impronta en la generación de artistas de su tiempo, no hubo artista que pudiera abstraerse a la fuerza de la corriente innovadora la misma que, por su misma energía y novedad, motivó la adherencia o el rechazo de los contemporáneos. Si bien la obra de Sabogal es prolífica y variada, vale la pena destacar algunos óleos como Las llamas, Hilandera, Ingreso al convento de Ocopa, Anita y Plaza de Huancavelica; acuarelas como Amancaes y grabados sobre madera en los que plasmó costumbres, detalles arquitectónicos y tipos humanos como Cholita, Indiecita, El alcalde de Chinchero, El arriero, El escribano, Taitacha temblores, etc.Julia Codesido (1892-1979)

vinculada al indigenismo, sin apartarse de la temática vernacular sus creaciones van evolucionando: del indigenismo puro, hasta la abstracción; entre sus obras tenemos Mujer, Picos nevados, Morena limeña y Tapadas limeñas.José Alfonso Sánchez Urteaga conocido como Camilo Blas (Cajamarca 1903-1986) viaja a Europa y recibió premios en la ciudad de Sevilla y París, su obra era más bien nacionalista y peruanista. Entre sus obras tenemos Cuesta de Pumacurco, Casona trujillana, Fiesta serrana, Paisaje andino y mención especial merece Paisaje.Teresa Carvallo (Lima 1895-1989) seguidora de la escuela indigenista de Sabogal, su obra La naranjera, hace gala de su maestría compositiva, al haber logrado perfecto equilibrio en los tres planos en los que sitúa el personaje.

ESCULTURA REPUBLICANA

La escultura en el Perú republicano ha tenido sus principales exponentes durante el siglo XX. Durante las décadas decimonónicas, la ausencia de una academia pidió el surgimiento de escultores. Así, las obras plásticas que engalanaban recintos públicos y privados en el Perú a lo largo del siglo XIX eran en su gran mayoría producidas en talleres de Europa o por artistas del Viejo Mundo. Así, son de mencionar el monumento ecuestre a Simón Bolívar, obra del escultor italiano Adamo Tadolini (1788-1868); y el monumento a Cristóbal Colón, elaborado en Roma durante el gobierno de Ramón Castilla (1851). Con la celebración del Centenario de la Independencia (1821) surge la primera generación nacional. Muchos de ellos giraron en torno a la Escuela Nacional de Bellas Artes de Lima, fundada el 28 de septiembre de 1918; inaugurada oficialmente el 15 de abril de 1919, cuyo primer director fue el pintor Daniel Hernández.

David Lozano Lobatón (1865-1936) Chalaco. Autor de obras entre las que destacan el monumento ecuestre a Antonio José de Sucre y la estatua de Leoncio Prado. Su obra cumbre es el monumento a Ramón Castilla, ubicado en la plazuela de La Merced, en el Centro Histórico de Lima.

Artemio Ocaña Bejarano (1893-1980) Ancashino. Su obra más conocida es el monumento a Francisco Bolognesi que reemplazó al realizado por Agustín Querol

durante el gobierno de Manuel Odría. Sin embargo, su obra cumbre fue el grupo escultórico La Patria, calificado por la Academia Internazionale di Pontzen di Lettere, Sciense ed Arti de Nápoles como el monumento más bello de la humanidad.

Miguel Baca Rossi (1917- ) Lambayecano. (Véase artículo sobre Miguel Baca Rossi)

Joaquín Roca Rey (1923- ) Limeño, fue Premio Nacional de Escultura en 1951. Entre sus muestras se cuentan 38 personales y 150 colectivas en numerosos países.

Raúl Franco Ochoa (1955- ) limeño. Estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes, de la que después fue docente. Entre sus obras destacan el Monumento a los Héroes del Cenepa y al campeón olímpico Edwin Vásquez Cam, ubicados en Lima. Autor de bustos en los cuales denota apreciable habilidad para el retrato artístico, son de mencionar los realizados en torno a las figuras de Fernando Belaúnde (2003), Horacio Zeballos (2001), Juan Landázuri (1997), Alejandro Graña (1996) y Raúl Acha Rovira (1995), entre otros. Un hito destacable en su trayectoria artística ha sido la figura del historiador Jorge Basadre, al cual ha encarnado en distintas ocasiones. En 1995 lo plasmó en un busto ubicado en la Biblioteca Nacional de Lima, cuya réplica da desde el 2003 nombre al Hall Basadre del Palacio de Gobierno del Perú. En el 2004, realizó una versión sedente del personaje el cual se halla en la Casa Basadre de Tacna. Finalmente, el 2005 lo esculpió en mármol para el mausoleo familiar del personaje.

Luis Peña y Peña (Guadalupe) Ica Perú. Fue alumno de Artemio Ocaña Escultura Ecuestre Ramón Castilla, la "Bruja de cachiche", relieve "La leyenda de Huacachina", San Martín en Pisco, Luis Jerónimo de Cabrera (Fundador de la ciudad de Ica), escultura al aviador Renán Elías Olivera (Óvalo del estadio José Picasso Peratta) ciudad de Ica.

La inauguración, en 1859, de la escultura de Simón Bolívar en la Plaza de La Inquisición, obra de Taodini, satisfizo la aspiración de tener una estatua del Libertador de América que sirviera para inaugurar una simbología propia.

La prosperidad del guano hizo posible la siguiente gran obra en la capital, la revalorización de la Alameda de Los Descalzos, la cual databa de principios de S XVII y se hallaba muy deteriorada. Con tal motivo en 1852, se encargaron en Italia las estatuas

de los doce signos del zodiaco, las cuales pudieron ser inauguradas solo en 1858.La expectativa del público limeño se mantendría viva con la llegada de Italia del monumento a Colón (Salvatore Rivelli), inaugurado en 1860 en la Alameda de Acho, donde permaneció hasta principios del SXIX, cuando fue trasladado al paseo que lleva el nombre del navegante y “descubridor”.

En 1865, se colocó, junto a la antigua pileta de la Plaza de Armas de Lima, el grupo de esculturas genovesas de las Cuatro Estaciones. Dos años mas tarde, la develación de la escultura de José Olaya, realizada por el peruano Salvador Gómez Carrillo de Albornoz, sirvió como parte de los planes de renovación urbana en el malecón de Chorrillos.

La inauguración de la magnífica columna rostral conmemorativa del Combate Naval de 2 de Mayo, en 1866, cierra simbólicamente el proceso de europeización de la ciudad de Lima en el S XIX. El gobierno peruano llamó a un concurso universal celebrado en París, en 1868, del que resultaron ganadores el arquitecto Guillaume y el escultor Cougnot. La construcción duró cuatro años y, en 1872, la escultura fue armada y expuesta en los Campos Elíseos. El monumento se inauguró en Lima en 1874.

El gusto por los nuevos monumentos se extendió en provincias, apareciendo esculturas y

pilas de agua que emularon la fisonomía capitalina. Así en 1852 el escultor peruano Juan Suárez realizó realizó un monumento de la libertad para la pileta de Ayacucho. En 1867 F. Pietrosanti recibió el encargo para realizar una pileta para la ciudad de Trujillo, mientras que U. Tenderi tuvo a su cargo la de Huaraz y, al año siguiente los tacneños encargaron en Bélgica la suya. El mismo Tenderi en 1866 hizo un monumento a José Gálvez para el club El Porvenir de Piura.

Actividad no menos importante fue la construcción y decoración de mausoleos de los que han quedado ejemplos de primera magnitud en el Presbítero Maestro.

Hubo en el Perú la necesidad de formar técnicos y artistas que conocieran los conocimientos de la fundición, el trabajo en mármol y otras piedras, así como técnicas escenográficas y arquitectónicas, por lo que se creó la Escuela de Artes y Oficios, organizada por Julio Jarrier, la cual ya 1864 contaba con personal y equipos, funcionó en el Colegio Real de San Felipe hasta su paralización durante la Guerra con Chile. Por esta época el escultor ayacuchano Ricardo Suárez fue becado, primero a Roma y luego a París, para perfeccionarse en el estudio de la escultura. En esta ultima ciudad presentó el boceto del relieve La Defensa de la Patria (1871), el cual se quizo llevar al bronce. Mas tarde tuvo su taller en el local de la Biblioteca Nacional y realizó una cabeza en bronce de su maestro Ignacio Merino. Lamentablemente, la guerra con Chile frustró este periodo de notable interés por la escultura, paralizándolo hasta el nuevo siglo.

MUSICA Y DANZA

A partir de la época republicana se incrementaron las creaciones de índole más profana, sobre todo las relacionadas al galanteo, a las nuevas costumbres o a la celebración popular de acontecimientos políticos y militares, enriqueciéndose de este modo lo que hoy  se conoce como folclore. La diversidad de las actuales expresiones musicales y dancísticas surge de recreaciones de géneros indígenas prehispánicos, de géneros regionales inspirados en modelos europeos coloniales y republicanos, o creaciones más o menos recientes producto de la creciente presencia de los medios modernos de comunicación. Las canciones y las danzas describen nostalgias o anhelos, los sonidos musicales muestran alegría, euforia, solemnidad o tristeza; y las danzas igualmente se adaptan a todas las situaciones sociales: las hay para animar las fiestas patronales o religiosas, las faenas de trabajo, los rituales de guerra y las diversas fiestas familiares.

A inicios de la República (1821-1840), el territorio peruano se encontraba sin unidad cultural ni racial, dentro de un territorio aun impreciso y con una economía inestable provocada por los asedios externos y las luchas al interior del país entre los caudillos. Por esta razón, es que la efervescencia patriótica impulsó a los músicos y poetas a componer canciones sobre textos referidos a la libertad.Entre las actividades musicales que se originaron en estos años en la republica son: la música eclesiástica o religiosa, la música de carácter patriótico, la música romántica europea.En la música de carácter patriótico, destaca José Bernardo Alzedo (1788-1878)

representa al compositor peruano del siglo XIX. Además fue maestro de capilla de la catedral de Santiago de Chile y director de la Academia de Música de Lima. La música de carácter patriótico es muy importante en las producciones de Alzedo, ya que se generó una constante exaltación de los valores nacionales puestos en vigencia por la independencia –libertad, justicia,…-se manifiesta en sus himnos, loas, marchas y aun en la música puramente instrumental como la obertura “La Araucana”. Además, Alzedo crea obras de otro tipo de género que se pueden considerar popular, por ejemplo, la chicha y la cora entre otras canciones .En la música eclesiástica, destaca Bonifacio Llaque, autor de música religiosa y Maestro de Capilla de la catedral de Lima fue obligado, junto con otros músicos, a encargarse de la tarea bajo pena de ser privado del sueldo. Este personaje compone dentro de géneros y formas de la tradición barroca inmediata. Además su “Cantada a la virgen” tiene un tejido musical simple, las voces internas del coro no tienen mayor movilidad, desempeñándose como relleno armónico . A parte de él, también destaca Pedro Tirado, Abril Tirado o Pedro Jiménez de Abril Tirado y considerado por Bernardo Alcedo, su contemporáneo, como “el mejor talento músico del Perú”. Entre sus obras utiliza un género musical mestizo llamado yaraví, otro género musical llamado cuarteto y una antigua danza tradicional de la música barroca llamada minué . Además, sus obras comprenden tanto misas, sinfonías y conciertos para violín como piezas para voz y piano, violonchelo, guitarra, entre otros. En los primeros años de la década de 1830, trabajó como compositor en la catedral de Lima. Por otro lado, también destacó José Bernardo Alzedo, ya que su música religiosa está constituida por misas, motetes y otras formas de origen litúrgico, así como, por ejemplo, los villancicos.Desde 1829 llega un gran número de compañías de ópera italiana que recorrían grandes rutas desde Milán a Génova donde se embarcaban camino a Sudamérica, actuando luego en Lima. Varios de estos músicos italianos se establecieron en Lima y desde allí dirigían sus actividades a otras capitales Sudamericanos. Además, algunos músicos se quedaron en el país originando una nueva actividad musical orientada a la música romántica europea, creando diversas sociedades Filarmónicas. Entre estos músicos el más importante fue el violinista, director de orquesta y compositor Claudio Rebagliati quien llegó a Lima en 1863 restaurando el Himno Nacional de Alzedo en 1869.Después en el año 1840, se realiza la búsqueda de una nacionalidad donde había una similitud entre la aristocracia peruana y la música. La aristocracia siempre tuvo una visión hacia Europa, es decir de ahí se obtuvo su cultura, sus gustos y su moda. Mostraban sus riquezas. La música siempre estuvo de la mano con ello, ya que en esa época les parecía mejor la importación de compositores e intérpretes porque eso les daba más prestigio. Además, aumentó la llegada de compañías de óperas, construcción de nuevos teatros, llegada de infinidad de artistas de todos los países, se crean sociedades filarmónicas y se funda la casa Ricardo de Lima que era una casa editora de música.El Romanticismo peruano en aquel tiempo tuvo características propias, ya que marcaron dos corrientes nacionalistas como la independencia que muestra valores como la libertad. A si, creando marchas, himnos, canciones patrióticas, etc. Con esto se consigue la satisfacción de la Aristocracia. La segunda corriente, es la toma de temas peruanos por los extranjeros, ya que para ellos es algo novedoso y distinto pero para nosotros es

cotidiano y común. La ópera se escuchaba en conciertos, uno de los autores más escuchados en aquella época era Donizetti para luego ser reemplazado por Verdi. También se conoce que había programas de piezas de salón y obras con carácter instrumental.Isodoro Campos compone el himno patriótico peruano, Dos de mayo y Claudio Rebagliati, Melopea, este último autor era violinista, llegó a Lima en 1863 para criticar los comentarios de la época. Tuvo una importante vinculación al Himno nacional, el atribuyo a las melodías y ritmos populares, ya que las utilizó para componer sinfónica y piezas para piano. Hubo también varios músicos peruanos muy importantes como Mariano Bolognesi, Pedro Ramírez y José Ignacio Cadenas, cuyas obras son desconocidas.Después del desastre de la guerra con Chile se propuso componer nuevas melodías y ritmos andinos y mestizos con nuevos contenidos. Se bautizó al baile nacional como marinera, conocido en esos años como chilena. Durante la guerra se inicio la creación de Ollantay, una de las óperas de José María Valle Riestra. Este fue uno de los primeros compositores peruanos que logró una buena preparación artística.En 1880 luego de las rentas generadas por las explotaciones del guano vienen los músicos de provincias que piden que amen a su país (Perú), estos repertorios no son homogéneos. Había todo tipo de compositores unos que escribían obras populares y otros de salón. Esta última fueron olvidadas y quedaron recuerdos de familia. En cambio, la primera continuará hasta las primeras décadas del siglo XX.En conclusión la música tuvo un gran aporte en la aristocracia ya que esto les daba más clase, impuso nuevas canciones, grandes cambios en la música, creando nuevos himnos nacionales por diferentes autores peruanos como también extranjeros

ARQUITECTURA REPUBLICANA

Esta etapa representada por el oncenio de Leguía, donde la economía se basada en el feudalismo y la agroexportación da inicio a verdadera transformación de la capital y la sociedad peruana.

“Es posible advertir en este periodo que, más allá de las diferencias entre la Lima de José Balta, los planes de Nicolás de Piérola y el urbanismo de Leguía, hay una sola idea de la ciudad compartida, una único ideal de ciudad en términos urbanísticos, que en cada caso funciona como hilo conductor entre las distintas fase.(Ludeña: 1997: 128)”

La arquitectura republicana se caracterizó por que en ella se podía expresar la cultura y la creatividad de los pioneros de la arquitectura, empezando desde la costa, principalmente en Lima, creando una especie de centralismo y el declive de varias ciudades pujantes en la serranía peruana como era antes en las épocas anteriores. “La pérdida de vitalidad de muchas de las ciudades del interior del país, la decadencia de los obrajes y de la minería, y la acentuación del centralismos de Lima caracterizaron a los inicios de la República. (Curátola 1994: 371)”. En 1870, se terminó de destruir las murallas que fueron construidas

durante la época colonial para proteger la cuidad de Lima de la expansión de los ingleses en el territorio.”(…) El afianzamiento de la República y la riqueza del guano y del salitre produjeron un nuevo auge, cuya expresión natural sería los proyectos de expansión urbana y la destrucción de las murallas. (García 1980:137)”. Durante la época del guano, la clase aristocrática se enriqueció dando paso a las grandes transformaciones de Lima como la demolición de la muralla y el ascenso de la aristocracia al poder1. “La modernización se manifestó, por ejemplo, en la introducción del ferrocarril (1851). En el campo de la construcción y la arquitectura, la transformación estuvo relacionada a la aparición en el Perú de los ingenieros y del nuevo tipo de arquitecto del siglo XIX, (…) (Curátola 1994: 371)”.

Además, en la época de la llamada República Aristocrática (1895-1919), la arquitectura, surgió un nuevo estilo en el que los pabellones de exhibición al estilo europeo, en Lima era representado por el Palacio de la Exposición, que fue el principal centro de expresión cultural, símbolo de la época de los empréstitos que se dieron durante el gobierno de Balta.”La estructura modular del Palacio, formada por esbeltas columnas de fierro fundido, era un rasgo moderno que combinaba con elementos tradicionales, como son el patio y las fachadas del estilo renacentista. (Curátola 1994: 372)”

Asimismo, la arquitectura republicana deja de lado el estilo neoclásico de la colonia y se basa en un estilo netamente Académico o Clásico “seguidor de los cánones de composición y ornamentación de la academias de arquitectura europeas particularmente de la Escuela de Bellas Artes del París (Rodríguez 1983:24)”, pues es allí donde surge el deseo se expresar una arquitectura nacional y propia llamada “arquitectura peruana”

“El carácter “peruano” lo dio primordialmente el ropaje decorativo y el uso de determinados elementos que evocaban los modos de la arquitectura del pasado peruano, tales como los balcones de celosías, los vanos trapezoidales, los contrafuertes o las portadas. (Curátola 1994: 374)”

Por ello, nace la necesidad de crear un nuevo estilo de arquitectura en el cual se plasmara los ideales de “Libertad, Igualdad y Fraternidad”, ya que la nueva República renacía con la idea de ser independientes y no se podía ser ajeno a las bases de la civilización vista en épocas anteriores y decidieron retomar un estilo que combinara la decoración exterior e interior resaltando la cultura preincaica e incaica, manteniendo los planos estructurales de las casas antiguas [1].