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La Montaña, 27 de junio de 2015. “La Sal de la Vida” Mis queridas semillas, En un centro donde había toda clase de Maestros y asistían todos los alumnos de todos los países, el Jardinero estaba regando sus plantas y escuchaba atento. Una vez vio que el Maestro de Filosofía sonreía y al mismo tiempo levantaba la voz y decía así a su alumno: “Cada día vienes quejándote, cada día dices que no estás contento y cada día encuentras algo y no eres feliz, siempre quejas, siempre quejas, siempre quejas, la humanidad está sieeempre quejándose, la humanidad siempre está en quejas ¿Para qué hemos venido? para encontrar siempre soluciones a esas quejas, pero ¿Por qué nos gusta tanto quejarnos?”; justamente ese alumno le dijo: “Profesor, me he levantado una vez más con angustia, me he levantado con ansiedad, no soy feliz, tengo algo y estoy rabioso contra mis amigos”, “¿Qué te han hecho?”, “Hoy ha sido por una pequeña tontería, le he invitado a un refresco y han dicho que no tenían sed”. El Maestro cansado ya de tanto oír la humanidad que no está contenta, que no sabe ya que querer de tantas cosas que tiene, tanta comodidad y tanto confort, se dirigió al alumno pidiendo que trajera un puñado de sal “Aquí está Maestro”, “Échala en el vaso”, el alumno -lo vamos a llamar Tomás, cogió el puñado de sal y la echó en el vaso, “¡Muévela!”, la movió “Y ahora bébetela”, “¿Yooo?”, “Síii, bébetela”, Tomás cogió su vaso y empezó a bebe;, a medida que bebía ponía la cara “mmm, unas figuras feas, unas muecas, cada una más fea que la otra”, “Termínatela”. Y cuando se

La Sal de la vida

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La Montaña, 27 de junio de 2015.

“La Sal de la Vida”

Mis queridas semillas,

En un centro donde había toda clase de Maestros y asistían todos los alumnos de todos los países, el Jardinero estaba regando sus plantas y escuchaba atento. Una vez vio que el Maestro de Filosofía sonreía y al mismo tiempo levantaba la voz y decía así a su alumno: “Cada día vienes quejándote, cada día dices que no estás contento y cada día encuentras algo y no eres feliz, siempre quejas, siempre quejas, siempre quejas, la humanidad está sieeempre quejándose, la humanidad siempre está en quejas ¿Para qué hemos venido? para encontrar siempre soluciones a esas quejas, pero ¿Por qué nos gusta tanto quejarnos?”; justamente ese alumno le dijo: “Profesor, me he levantado una vez más con angustia, me he levantado con ansiedad, no soy feliz, tengo algo y estoy rabioso contra mis amigos”, “¿Qué te han hecho?”, “Hoy ha sido por una pequeña tontería, le he invitado a un refresco y han dicho que no tenían sed”.

El Maestro cansado ya de tanto oír la humanidad que no está contenta, que no sabe ya que querer de tantas cosas que tiene, tanta comodidad y tanto confort, se dirigió al alumno pidiendo que trajera un puñado de sal “Aquí está Maestro”, “Échala en el vaso”, el alumno -lo vamos a llamar Tomás, cogió el puñado de sal y la echó en el vaso, “¡Muévela!”, la movió “Y ahora bébetela”, “¿Yooo?”, “Síii, bébetela”, Tomás cogió su vaso y empezó a bebe;, a medida que bebía ponía la cara

“mmm, unas figuras feas, unas muecas, cada una más fea que la otra”, “Termínatela”. Y cuando se terminó de beber el agua, dice: “¿Cómo te ha sabido el agua Tomás?”, “Ay que amarga, ay que fea, tenía un asco, no podía más ¿Por qué Maestro he tenido que tomármela?”, “Bueno, coge otro puñado de sal”, “¿Para qué Maestro?”, “Coge el puñado de sal

Tomás”, Tomas cogió el puñado y dice, ahora ven vamos al río, ese que baja justo al lado del valle.

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Cogieron y fueron andando, era precioso el camino, todo verde, grandes árboles, vaquitas en el prado y al llegar al río un manantial que su agua cristalina borbotaba de tan fresquita que era. Dice “Ahora ese puñado de sal échalo al río” y lo echó, “Muévelo”, lo movió, “Ahora coge y bebe”, Tomás cogió y bebió, bebió, bebió, “¿Cómo te sabe el agua Tomas?” “Ay que fresca es tan buena, es riquísima, es agua tan pura que sale del manantial, me bebería toda , toda, toda, toda, me bebería toda de tan buena, fresca y suave”; “Tomás, es la misma agua en la que has echado la sal”, “Maestro esta es diferente” “Tomáaaaas, siéntate, en el cuerpo humano el dolor es amargo y cuando lloras es sal, siempre hay la misma cantidad, por mucho que

sufras, por mucho que te duela, tienes siempre las mismas lágrimas, no llenarás un vaso, evidentemente son amargas, pero si piensas que ese dolor igual que el puñado de sal lo puedes poner en un recipiente más grande, en un lugar mucho más grande, verás que la sal, ni la notarás.

Así tienes que hacer cuando tengas problemas, así tienes que hacer cuando no sepas qué solución encontrar, así tienes que hacer cuando estés harto dela vida, no llores sobre ti mismo, no prepares el billete para irte y ¿Dónde te quieres ir con un billete? Allá donde vayas llorarás lo mismo, tendrás el mismo sacrificio, el mismo dolor, la misma pena, bebió, bebió, trágate tus lágrimas y verás que son saladas como el vaso, pero si te pones a pensar y ves que esas penas pueden estar tan grandes como el mar, tan largas como un río, recuérdate el Nilo es el río más grande de nuestro planeta, dicen que nace desde el lago Vitoria, en África, fíjate, cuando llega al final ni recuerdo de la sal tiene.

Así sois mis semillas, mis estrellas, ¿Por qué vais a preocuparos de vuestra salud? Si tenéis un cáncer, si tenéis una enfermedad incurable ¿Para qué os vais a morir o a matar antes? Si hay Esperanza, siempre hay solución; y si acordáis de echar la sal en un gran río, veréis que al final se irá. Retener bien que solamente cerráis el círculo de vuestra existencia,

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cerráis el circulo de vuestra persona, y vuestra persona puede medir 1.80, 2 metros, 1.50, 1.48 y no podéis tener más de dos metros de anchura así que es tan pequeño vuestro mundo, por eso están tan saladas y tan salda esa agua con sal, pensar qué sería si tuvierais el Nilo para beber o si tuvierais esos ríos tan maravillosos, tan cristalinos de las montañas o esos lagos de volcanes, antiguos volcanes, que su agua es tan cristalina que parece un cristal de oro.

Mis semillas, seáis grandes como el Universo, brillantes como el Sol y poderosas como ese Átomo Divino lleváis dentro y que cada día os lo tengo que recordar, para que toméis fuerza y reforcéis esa Fe, que tenéis tendencia a dejarla de lado y que sin ella no podéis vivir.

Os quiero y os amo, máaas que todo en el mundo ¡Ánimo! Y la sal la dejáis en las buenas salsas, para ponerle un poquito de sal a la vida y reíros. Cada día es un amanecer, me acuerdo de ti amanecer y cada día es una sonrisa y vale la pena.

¡Adelante estrellas! ¡Comeros el mundo y disfrutarlo! Que las alegrías pesen más que vuestros pesares y vuestras preocupaciones.

Con todo mi amor, vuestra humilde Servidora, que os besará los pies hasta el final de su vida.

La Jardinera