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Unir, por antonomasia, ha sido siempre la adición de dos elementos, símiles o no, para un trabajo posterior cuyo desempeño se ve mejorado justamente en dicha adición; una vara y una roca se unen y crean una lanza, o simplemente dos estacas apoyadas entre sí devienen en soporte; lo crucial del proceso de unión, de Común - Unión, yace en la intención de que las bondades de dos elementos, aislados y verosímiles en sí mismos, se conviertan en un esquema que admita complejidades mayores, instrumentalizándose para que dicha complejidad sea resuelta con mayor prestancia ...
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La cuestión de los encuentros. Las común uniones de la materia y lo habitable.
Francisco Fernández. ([email protected])
www.mdanavarra.com Blog del Master en Diseño Arquitectónico de la Universidad de Navarra
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La cuestión de los encuentros.
Las Común-‐Uniones de la materia y lo habitable. Francisco Fernández.
Promoción MDA 2010-2011
A A.I.A. , por recordarme lo crucial de las uniones, de las común -‐ uniones. Unir, por antonomasia, ha sido siempre la adición de dos elementos, símiles o no,
para un trabajo posterior cuyo desempeño se ve mejorado justamente en dicha
adición; una vara y una roca se unen y crean una lanza, o simplemente dos estacas
apoyadas entre sí devienen en soporte; lo crucial del proceso de unión, de Común -‐
Unión, yace en la intención de que las bondades de dos elementos, aislados y
verosímiles en sí mismos, se conviertan en un esquema que admita complejidades
mayores, instrumentalizándose para que dicha complejidad sea resuelta con
mayor prestancia. Por ende la Común -‐ Unión parte del paradigma de que son al
menos dos los que se adhieren, con ciertas características ulteriores inherentes a
su Naturaleza, que devienen en una totalmente nueva, puesto que son un Uno
completamente nuevo. Dos que se suman para ser Uno, un Uno trascendental en la
ejecución de un proceso sólo plausible a través de los entes, antes aislados y ahora
colaborantes.
En la arquitectura la Común-‐Unión ha sido clave en la medida en que es base
esencial de su origen. Incluso en el mas germinal de los procesos generatrices,
como bien lo elucubrase Rykwert* al hablarnos de la casa primigenia, la
aseveración más próxima a hacerse a propósito de esa "primera vivienda", yacía en
el hecho de que ella era en sí misma la adición de varios elementos, por muy
básicos que los mismos fuesen. Una común unión ramificada, que implicaba
vínculos multitudinarios entre elementos que eran a su vez productos de la común
unión de otros muy varios, y cuya composición incluso podía estar elaborada a
través de adiciones de adiciones; una "matryoshka" infinita, con contenidos
La cuestión de los encuentros. Las común uniones de la materia y lo habitable.
Francisco Fernández. ([email protected])
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idénticos o varios, graficados en la infinitud de los esquemas contenidos en ellos
mismos o en aquellos que los contenían . Por tanto el proceso de concepción de la
arquitectura, como el de muchos otros ámbitos, yace principalmente en la voluntad
de dos o más, tras cuyo sistema de colaboración se pretende acceder a un bien
ulterior, inaccesible en la capacidad inherente a la Naturaleza de cada elemento de
los componentes del sistema.
Dentro del proceso de Común -‐ Unión puede hablarse de un ente Compositor
capaz de prever en la adición, una nueva "voluntad hacia" una acción mayor, y de
los Componentes, los cuales pueden ser elementales o complejos, en la medida en
que se conciben bien como entes puros, o bien conformados por otros
Componentes; la suma de los anteriores derivan en una Composición, que es una
más allá de las facultades aisladas de los Componentes, y que surge siempre con un
objeto, puesto que la unión no Sería si la misma no ocurre hacia un proceso
trascendente más allá de su creación. Por tanto toda Composición, consecuencia de
la Común -‐ Unión de Componentes, debe derivar siempre en un algo posterior,
acción, objeto u otra Composición. Compositor y Componentes son a su vez entes
colaborantes, y por tanto Componentes a su vez, de la voluntad hacia la
trascendencia de la acción aditiva, es decir, de la Composición.
El complejo tramado de sistemas que es en sí misma la arquitectura, encuentra su
trascendencia en el ciclo de Composición subyacente en la Tectónica**, según la
define Frampton en su libro sobre los estudios de la misma. Una Composición
como la Tectónica, ocurre únicamente cuando cíclicamente 3 ámbitos
Componentes: Espacio, Estructura y Materia; se funden armónicamente,
afectándose a sí mismos en el proceso compositivo y deviniendo en una
arquitectura que es lógica en la medida en que es producto de una ocurrencia
concatenada, pero a su vez afectada por el proceso mismo. Una común -‐ unión
"agenciada"*** que está normada por leyes que dejan de lado una linealidad
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sistemática en pro de una ocurrencia plenamente líquida e informe, aunque
igualmente finita; puesto que la Composición Tectónica debe finalmente
"cristalizar"**** en la obra construida, fin último y único de la arquitectura.
La arquitectura Es en la Común -‐ Unión de la Materia, el Espacio y la Estructura
que la componen. Su elaboración ideal sólo puede Ser en ellos; y es posible crear
idealizaciones, aunque los ejemplos sean claramente contados. Pero la común -‐
unión, como bien se mencionaba antes, no es un ámbito que competa con
exclusividad a la arquitectura, muy por el contrario es primordio de casi cualquier
acción de las criaturas conscientes que somos, y valor intrínseco de dicha cualidad.
Aquello que nos conmueve en la arquitectura, la capacidad de Ser en la Tectónica;
subyace referida bajo los mismos principios que nos hacen seres conscientes y
trascendentes, y por ende, humanos.
*Rykwert, Joseph. On Adam's House in Paradise. The Idea of the primitive hut in architectural history. Versión Castellana de Beramendi, Justo G. Editorial Gustavo Gili. 1974. De la serie "Reprints". 2da Edición, 2da tirada. 2005. ISBN 9788425217975. **Kenneth, Frampton. Estudios Sobre cultura Tectónica. Poéticas de la construcción en la arquitectura de los siglos XIX y XX. Versión Castellana de Bozal, Amanda. Editorial Akal. 1999. 1ra Edición. 1999. ISBN 9788446011873. *** Deleuze, Gilles. Guattari, Felix. Capitalismo y Esquizofrenia. Vol. 2. Mil Mesetas. 1980. Edición Castellana Editorial Pre-‐textos. Valencia. 2000. ISBN 9788485081950.
****Quetglas, Josep. El horror cristalizado: imágenes del Pabellón de Alemania de Mies van der Rohe. Editorial Actar. 1ra edición. 2001. ISBN 9788495273529.
