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MARX CON Y CONTRA HEGEL Como afirma el filósofo y ensayista Francisco Fernández Buey, Hegel es para Marx “un dios con el que siempre está arreglando cuentas”. Como un buen alumno –pero díscolo y crítico– Marx empieza por conocer muy bien a Hegel para luego volverlo del revés. Algo, por otro lado, a lo que la ambigüedad del pensamiento hegeliano se presta solícita. Afirmaciones como “Todo lo que es racional es real y todo lo que es real es racional”, han dado lugar a interpretaciones no solo distintas sino contrarias. Así fue desde casi desde el principio, cuando los seguidores de Hegel se escindieron entre los del ala derecha e izquierda. Los primeros se apoyan en la parte de la afirmación que considera racional –esto es, cargado de razón– el orden existente y defienden, por tanto, una concepción inmovilista y acabada de la realidad y por ello de la sociedad. Frente a ellos se sitúan quienes creen que lo racional es lo real o, al menos, lo que debe materializarse en la realidad. Esta interpretación promotora del cambio y de la transformación fue la elegida por Marx. Posteriormente, fue creciendo la intolerancia de Marx a la concepción dicotómica, en cualquier caso, defendida por unos y otros hegelianos. Para Marx enseguida dejaría de existir un plano material y otro espiritual de la realidad: él apostaría por unas ideas, una conciencia o plano espiritual inseparable de la práctica y la experiencia. Como afirma Pedro Ribas, profesor de Pensamiento Filosófico en la Universidad Autónoma de Madrid: “Resumiendo brevemente la posición de Marx, podríamos decir que las contradicciones, los problemas, no se resuelven de verdad si solo se resuelven en el pensamiento”. MARX CON Y CONTRA FEUERBACH Tanto Marx como Feuerbach (1804– 1872) formaban parte de los jóvenes hegelianos o hegelianos de izquierda. También ambos eran materialistas, pero de una forma tan distinta que el propio concepto llegaría a separar sus caminos. El materialismo de Feuerbach, en la crítica de Marx es mecanicista: la naturaleza se explica mediante causas mecánicas que tienen a repetirse con iguales resultados. Para Marx se trata de un materialismo pasivo, contemplativo, muy distante de su materialismo activo y profundamente regenerador. Otro punto de distanciamiento es la concepción religiosa. Feuerbach ofrece un punto de vista antropológico de la religión, la humaniza tan radicalmente que convierte a Dios en una mera creación del hombre. Pero sigue reconociendo intacto el sentimiento religioso y el desdoblamiento que éste provoca en el ser humano. Marx refuta este hecho. Como él mismo explica: “El hecho de que el fundamento terrenal se separe de sí mismo, para plasmarse como un reino independiente que flota en las nubes, es algo que solo puede explicarse por el propio desgarramiento y la contradicción de este fundamento terranal consigo mismo”. Finalmente, la razón última de cualquier planteamiento de Marx es la llamada a la revolución, la urgencia de trasladar el plano teorico a la práctica, de modo que si a Feuerbach le era suficiente la superación de la religión mediante el desarrollo intelectual, a él no. Marx defendería siempre que la superación en el mundo del pensamiento no es suficiente: es preciso cambiar la realidad.

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MARX CON Y CONTRA HEGELComo afirma el filósofo y ensayista Francisco Fernández Buey, Hegel es para Marx  “un dios con el que siempre está arreglando cuentas”. Como un buen alumno –pero díscolo y crítico– Marx empieza por conocer muy bien a Hegel para luego volverlo del revés. Algo, por otro lado, a lo que la ambigüedad del pensamiento hegeliano se presta solícita. Afirmaciones como “Todo lo que es racional es real y todo lo que es real es racional”, han dado lugar a interpretaciones no solo distintas sino contrarias. 

Así fue desde casi desde el principio, cuando los seguidores de Hegel se escindieron entre los del ala derecha e izquierda. Los primeros se apoyan en la parte de la afirmación que considera racional –esto es, cargado de razón– el orden existente y defienden, por tanto, una concepción inmovilista y acabada de la realidad y por ello de la sociedad. Frente a ellos se sitúan quienes creen que lo racional es lo real o, al menos, lo que debe materializarse en la realidad. Esta interpretación promotora del cambio y de la transformación fue la elegida por Marx. Posteriormente, fue creciendo la intolerancia de Marx a la concepción dicotómica, en cualquier caso, defendida por unos y otros hegelianos. Para Marx enseguida dejaría de existir un plano material y otro espiritual de la realidad: él apostaría por unas ideas, una conciencia o plano espiritual inseparable de la práctica y la experiencia. 

Como afirma Pedro Ribas, profesor de Pensamiento Filosófico en la Universidad Autónoma de Madrid: “Resumiendo brevemente la posición de Marx, podríamos decir que las contradicciones, los problemas, no se resuelven de verdad si solo se resuelven en el pensamiento”.MARX CON Y CONTRA FEUERBACHTanto Marx como Feuerbach (1804– 1872) formaban parte de los jóvenes hegelianos o hegelianos de izquierda. También ambos eran materialistas, pero de una forma tan distinta que el propio concepto llegaría a separar sus caminos. 

El materialismo de Feuerbach, en la crítica de Marx es mecanicista: la naturaleza se explica mediante causas mecánicas que tienen a repetirse con iguales resultados. Para Marx se trata de un materialismo pasivo, contemplativo, muy distante de su materialismo activo y profundamente regenerador. 

Otro punto de distanciamiento es la concepción religiosa. Feuerbach ofrece un punto de vista antropológico de la religión, la humaniza tan radicalmente que convierte a Dios en una mera creación del hombre. Pero sigue reconociendo intacto el sentimiento religioso y el desdoblamiento que éste provoca en el ser humano. Marx refuta este hecho. Como él mismo explica: “El hecho de que el fundamento terrenal se separe de sí mismo, para plasmarse como un reino independiente que flota en las nubes, es algo que solo puede explicarse por el propio desgarramiento y la contradicción de este fundamento terranal consigo mismo”. 

Finalmente, la razón última de cualquier planteamiento de Marx es la llamada a la revolución, la urgencia de trasladar el plano teorico a la práctica, de modo que si a Feuerbach le era suficiente la superación de la religión mediante el desarrollo intelectual, a él no. Marx defendería siempre que la superación en el mundo del pensamiento no es suficiente: es preciso cambiar la realidad.