22
El anuncio del Evangelio a todos los hombres y a la totalidad de lo humano en la diócesis de Quilmes. Presupuestos para un proyecto pastoral en el trienio 2015-2017 El tiempo que venimos transitando está enmarcado por tres aniversarios significativos: El centenario de la muerte de Brochero (26 de enero de 1914); los 50 años de la promulgación de Gaudium et Spes (7 de diciembre de 1965); los 40 años de la Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi (8 de diciembre de 1975); y, últimamente, por la exhortación del papa Francisco y su invitación a renovar el impulso misionero de la Iglesia. La intensión de esta exposición es recoger los elementos – a mi criterio – más significativos de estos eventos para fundamentar desde allí una propuesta de proyecto pastoral para nuestra diócesis para el próximo trienio. Jesucristo, enviado del Padre, Buena Noticia para los hombres según Gaudium et Spes La salvación que Dios nos ofrece por medio Jesucristo es, fundamentalmente, liberación de las potestades de este mundo para re-establecernos bajo la soberanía de Dios. Jesús es aquel con capacidad para derrotar a las estructuras de pecado que esclavizan a la humanidad; para «entrar en la casa de un hombre fuerte – el padre de la mentira – y saquear sus bienes» después de «atarlo» como nos dice Marcos (3, 27). El Reino que el Profeta de Galilea anuncia «tiende a transformar las relaciones humanas y se realiza progresivamente, a medida que los hombres aprenden a amarse, a perdonarse y a servirse mutuamente» (Juan Pablo II, Redentoris missio, 15). Por tanto, el contenido y el método de la misión cristiana sólo pueden aclararse en relación a la vida, actitudes y actividad de Jesús, el hombre nuevo, puesto que – como enseña Gaudium et Spes «el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado». En Jesús, por tanto, se transparenta el rostro de Dios, y se manifiesta el rostro auténtico del hombre; así de humano – según una feliz expresión de Leonardo Boff - sólo podía serlo el mismo Dios. Gaudium et Spes, además, afirma la verdadera y completa humanidad de la Palabra encarnada con 1

Web viewEl anuncio del Evangelio a todos los hombres y a la totalidad de lo humano en la diócesis de Quilmes. Presupuestos para un proyecto pastoral en el trienio 2015-2017

  • Upload
    vohuong

  • View
    215

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Web viewEl anuncio del Evangelio a todos los hombres y a la totalidad de lo humano en la diócesis de Quilmes. Presupuestos para un proyecto pastoral en el trienio 2015-2017

El anuncio del Evangelio a todos los hombres y a la totalidad de lo humano en la diócesis de Quilmes. Presupuestos para un proyecto pastoral en el trienio 2015-2017

El tiempo que venimos transitando está enmarcado por tres aniversarios significativos: El centenario de la muerte de Brochero (26 de enero de 1914); los 50 años de la promulgación de Gaudium et Spes (7 de diciembre de 1965); los 40 años de la Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi (8 de diciembre de 1975); y, últimamente, por la exhortación del papa Francisco y su invitación a renovar el impulso misionero de la Iglesia. La intensión de esta exposición es recoger los elementos – a mi criterio – más significativos de estos eventos para fundamentar desde allí una propuesta de proyecto pastoral para nuestra diócesis para el próximo trienio.

Jesucristo, enviado del Padre, Buena Noticia para los hombres según Gaudium et Spes

La salvación que Dios nos ofrece por medio Jesucristo es, fundamentalmente, liberación de las potestades de este mundo para re-establecernos bajo la soberanía de Dios. Jesús es aquel con capacidad para derrotar a las estructuras de pecado que esclavizan a la humanidad; para «entrar en la casa de un hombre fuerte – el padre de la mentira – y saquear sus bienes» después de «atarlo» como nos dice Marcos (3, 27). El Reino que el Profeta de Galilea anuncia «tiende a transformar las relaciones humanas y se realiza progresivamente, a medida que los hombres aprenden a amarse, a perdonarse y a servirse mutuamente» (Juan Pablo II, Redentoris missio, 15).

Por tanto, el contenido y el método de la misión cristiana sólo pueden aclararse en relación a la vida, actitudes y actividad de Jesús, el hombre nuevo, puesto que – como enseña Gaudium et Spes «el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado». En Jesús, por tanto, se transparenta el rostro de Dios, y se manifiesta el rostro auténtico del hombre; así de humano – según una feliz expresión de Leonardo Boff - sólo podía serlo el mismo Dios. Gaudium et Spes, además, afirma la verdadera y completa humanidad de la Palabra encarnada con una expresión muy significativa: «El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejante en todo a nosotros, excepto en el pecado» (n° 22). Y, además, nos enseña que no se trata de una humanidad aislada sino convocada para la vida social, porque «el propio Verbo encarnado quiso participar de la vida social humana. Asistió a las bodas de Caná, bajó a la casa de Zaqueo, comió con publicanos y pecadores. Reveló el amor del Padre y la excelsa vocación del hombre evocando las relaciones más comunes de la vida social y sirviéndose del lenguaje y de las imágenes de la vida diaria corriente. Sometiéndose voluntariamente a las leyes de su patria, santificó los vínculos humanos, sobre todo los de la familia, fuente de la vida social. Eligió la vida propia de un trabajador de su tiempo y de su tierra» (n° 32).

En las estructuras del mundo con los criterios del Evangelio

Es desde esta perspectiva cristológica como la Constitución pastoral entiende la misión, no sólo como el anuncio explícito del Evangelio – cuya centralidad no deja de destacar – sino también, y consecuentemente, como el compromiso de los cristianos con la renovación de las estructuras sociales, políticas, económicas y culturales, siempre en la dirección desde una menor hacia una mayor humanización de la realidad. Así advierte

1

Page 2: Web viewEl anuncio del Evangelio a todos los hombres y a la totalidad de lo humano en la diócesis de Quilmes. Presupuestos para un proyecto pastoral en el trienio 2015-2017

que «se equivocan los cristianos que, pretextando que no tenemos aquí ciudad permanente, pues buscamos la futura, consideran que pueden descuidar las tareas temporales, sin darse cuenta que la propia fe es un motivo que les obliga al más perfecto cumplimiento de todas ellas según la vocación personal de cada uno»; enseña que es un grave error pensar que la fe cristiana «se reduce meramente a ciertos actos de culto y al cumplimiento de determinadas obligaciones morales», denuncia que «el divorcio entre la fe y la vida diaria de muchos debe ser considerado como uno de los más graves errores de nuestra época» y, además, exhorta a los cristianos a que «siguiendo el ejemplo de Cristo, quien ejercitó un trabajo manual, (se alegren) de poder ejercer todas sus actividades temporales haciendo una síntesis vital del esfuerzo humano, familiar, profesional, científico o técnico, con los valores religiosos, bajo cuya altísima ordenación, todo coopera a la gloria de Dios» (Gaudium et Spes, 43).

Además, un aspecto irrenunciable de la misión cristiana es el trabajo por la paz; una paz que no es simplemente ausencia de conflictos o equilibrio de fuerzas sino «el fruto del orden plantado en la sociedad humana por su divino Fundador, y que los hombres, sedientos siempre de una más perfecta justicia, han de llevar a cabo… (sabiendo que) la paz jamás es una cosa del todo hecha, sino un perpetuo quehacer» (Gaudium et Spes, 78).

El encuentro místico con el Resucitado, fuente de la fecundidad de la misión cristiana en Evangelli Nuntiandi

Para llevar adelante una misión de estas característica el cristiano debe procurar «la unión vital con Cristo, pues, según dice el Señor, el que permanece en mí y yo en él, ese da mucho fruto, porque sin mí nada pueden hacer (Jn 15, 15)». Esta unión con Cristo, este seguimiento de Jesús pobre, es lo que permite a los cristianos renunciar a las maldad y al engaño, procurando el bien de todos, y especialmente de los hermanos en la fe; es lo que fortalece a todos y cada uno para cultivar virtudes sociales «como son la honradez, el espíritu de justicia, la sinceridad, la bondad, la fortaleza de ánimo, sin las cuales no puede darse una vida auténticamente cristiana» (Apostolicam actuositatem, 4).

La exhortación apostólica Evangelii nuntiandi (1965) recuerda esta centralidad de la dimensión mística de la fe cristiana, imprescindible para la fecundidad de cualquier tarea apostólica. Allí se dice que «será sobre todo mediante su conducta, mediante su vida, como la Iglesia evangelizará al mundo, es decir, mediante un testimonio vivido de fidelidad a Jesucristo, de pobreza y desapego de los medios materiales, de libertad frente a los poderes de este mundo, en una palabra: de santidad»; y esto, fundamentalmente, porque «el hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan… o si escuchan a los que enseñan es porque dan testimonio» (Evangelii nuntiandi, 41).

Sin el testimonio de los cristianos no hay posibilidad de una evangelización auténtica que transforme desde adentro las estructuras que atenazan a la humanidad y la ponen en contra de sí misma. Para llevar adelante el proyecto evangélico de renovar a la humanidad, es decir, devolverle la identidad que su creador le dio al inicio de los tiempos, es necesaria la conversión permanente de los mismos evangelizadores porque «la verdad es que no hay humanidad nueva si no hay en primer lugar hombres nuevos con la novedad del bautismo y de la vida según el Evangelio… la Iglesia evangeliza cuando por la sola fuerza divina del Mensaje que proclama, trata de convertir al mismo tiempo la conciencia personal y colectiva de los hombres, la actividad en la que ellos

2

Page 3: Web viewEl anuncio del Evangelio a todos los hombres y a la totalidad de lo humano en la diócesis de Quilmes. Presupuestos para un proyecto pastoral en el trienio 2015-2017

están comprendidos, su vida y ambiente concretos» (Evangelii nuntiandi, 18), de modo que los criterios de juicio, los valores sociales, los modelos de vida, las fuerzas inspiradoras de la acción humana sean contrastados y transformados con la potencia del Resucitado «que hace nuevas todas las cosas» (cf. Ap 21, 5).

El contenido de la Evangelización

Evangelizar es anunciar a Jesucristo… Nos recuerda Evangelii nuntuandi que el centro de la evangelización debe ser «una clara proclamación de que en Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado, se ofrece la salvación a todos los hombres, como don de la gracia y de la misericordia de Dios» (n° 27); y que este anuncio llegará al corazón de los fieles con tal que la predicación «sea sencilla, clara, directa, acomodada, profundamente enraizada por un ardor apostólico equilibrado que le viene de su carácter propio, llena de esperanza, fortificadora de la fe y fuente de paz y de unidad» (n° 43). La centralidad de Cristo debe acentuarse sobre todo en la tarea de la catequesis que debe desarrollarse «tratando de fijar siempre en la memoria, la inteligencia y el corazón las verdades esenciales que deberán impregnar la vida entera» (n° 44)

… y trabajar desde la fe por la promoción humana. En continuidad con Gaudium et Spes, la exhortación de Pablo VI nos recuerda que «entre evangelización y promoción humana (desarrollo, liberación) existen efectivamente lazos muy fuertes. Se trata de vínculos de orden teológico y antropológico «porque el hombre que hay que evangelizar no es un ser abstracto, sino un ser sujeto a los problemas sociales y económicos… ¿cómo proclamar el mandamiento nuevo sin promover, mediante la justicia y la paz, el verdadero, el auténtico crecimiento del hombre?» (Evangelii nuntiandi, 31). Esta liberación, que la evangelización busca realizar sin reduccionismos, «debe abarcar al hombre entero en todas sus dimensiones, incluida su apertura al Absoluto, que es Dios» (Evangelii nuntiandi, 33); y, por tanto, implica una concepción del hombre que no puede dejarse de lado con el pretexto de un éxito a corto plazo; porque «aun las mejores estructuras… se convierten en inhumanas si las inclinaciones inhumanas del hombre no son saneadas, si no hay conversión de corazón y de mente por quienes viven en esas estructuras o las rigen» (Evangelii nuntiandi, 36).

Brochero, discípulo y misionero

La raíz de su misión. La sorprendente encarnación en la vida y misión del «cura gaucho» de estos principios que se enuncian a los 50 y 60 años de su muerte, y que no eran comunes entre sus contemporáneos, radica en su paciente, constante y profunda meditación del Evangelio y de la lectura comprensiva que hace de la liberación que trae la obra redentora de Cristo dentro de su realidad vital. Su misión brota de su discipulado y su discipulado se profundiza con su misión. Esta identificación de su vida con la vida totalmente entregada de Cristo tiene su raíz en el encuentro con las opciones, los criterios, los modos de relación y, finalmente, la pasión y la Resurrección de Jesús tal como aparecen en las Escrituras. Al final de sus días, leproso y casi ciego, abandonado por muchos amigos a causa de su enfermedad, se hace leer todas las mañanas un trozo del Evangelio y cuando ya ha escuchado lo suficiente dice: «Ahora tengo para rumiar todo el día»; poco antes de morir, escribe a un viejo condiscípulo para despedirse; deja en su última carta un testimonio de su misión hasta el fin; ya no puede andarse por las sendas de su amada parroquia pero reza por todos los hombres de todos los tiempos y celebra la misa de la Virgen cuyo Evangelio sabe de memoria.

3

Page 4: Web viewEl anuncio del Evangelio a todos los hombres y a la totalidad de lo humano en la diócesis de Quilmes. Presupuestos para un proyecto pastoral en el trienio 2015-2017

Por los últimos a todos. Lo que a Brochero le importa es la totalidad de los hombres confiados a su pastoreo y la totalidad de cada hombre, empezando por los «últimos», por no decir por «los más bravos». Así lo cuenta él mismo a un cura de paso por su curato: «Preguntaba yo cuál era el hombre más condenau, más borracho y ladrón de la comarca. Enseguida le escribía una cartita diciéndole que pensaba pasar dos días en su casa, decir Misa, predicar y confesar y que por tanto avisase a sus amigos. ¡Qué pucha!, yo sabía que de esa manera esa gente me iba a escuchar porque si iba a una casa buena esos pícaros no se iban a acercar» (en Yo soy Yo, Patria grande, 28).

Desde el corazón humano. Brochero sabe que no hay transformación social sin conversión de los corazones. Luminosamente percibe que la evangelización comienza cuando cada cual reconoce sus pecados frente a la gracia amorosa de Dios derramada en la pasión de Cristo. La experiencia espiritual que vive en los ejercicios ignacianos, y que marcan profunda y definitivamente su vida cristiana, no la guarda para sí; busca transmitirla a todos, acercar a sus paisanos a una experiencia profunda del amor de Dios que se traduzca en solidaridad, preocupación por el bien común, búsqueda conjunta de mejorar entre todos las condiciones de vida. Los caminos que construye en las sierras cordobesas comienzan por los caminos de conversión que busca instaurar en el corazón de sus paisanos. Y lo hace con sencillez y honestidad, adaptando su predicación a la rudeza de su gente. Así interrumpe a un predicador algo puntilloso que no llegaba bien a los ejercitantes y retoma la predicación diciendo, mientras señala la imagen del crucificado: «Mira hijo lo jodido que está Jesucristo, saltados los dientes y chorreando sangre. Mira la cabeza rajada y con llagas y espinos. Por ti que sacas la oveja del vecino. Por ti tiene jodidos y rotos los labios, tú que maldices cuando te chupas. Por ti que atropellas la mujer del amigo. Que jodido lo has dejado en los pies abiertos con clavos, tú que perjurar y odias… » (Yo soy yo, 57). Un ejemplo de predicación sencilla, profunda y acomodada como pide Evangelii nuntiandi.

Con todas las capacidades al servicio de los pobres. Brochero es un hombre culto, universitario, con una formación equivalente a los protagonistas de la escena nacional como el presidente Juarez Celman, su condiscípulo, y otras personalidades de su época. Pero no se desclasa; pone sus conocimientos, sus relaciones, todas sus capacidades al servicio de sus paisanos; sigue siendo uno de ellos, habla su lenguaje, está siempre de su parte. En su acción evangelizadora «realiza su tarea para que todo lo bueno que hay sembrado en el corazón y en la inteligencia de los hombres… no sólo no se pierda, sino que mejore, se desarrolle y llegue a su perfección para Gloria de Dios… y felicidad del hombre» (Lumen Gentium, 17). Pero no es un hombre “apocado” frente a los grandes de su tiempo; se dirige a ellos con decisión, participa activamente de la vida pública y política de su época; busca apoyos en los gobiernos provincial y nacional para mejorar las condiciones de vida de su lugar y de su sociedad. Con valentía y picardía criolla trata de integrar a su acción evangelizadora a aquellos que, sin compartir la fe cristiana, o en franca oposición a ella (son los constructores del Estado laico y anticlerical, que comienza a priorizar el liberalismo individualista por sobre la solidaridad social en aras del progreso), pueden contribuir al crecimiento cultural de su extensa parroquia con educación, telégrafo, caminos… «Porque desde que pensé en ordenarme, ya me formé par mí el siguiente axioma (él será un error) de no echar agua bendita, ni mostrar la cruz al diablo, siempre que él… me ayudase a mis empresas que siempre me han parecido benéficas a mi Curato (y aún a otros)» (Yo soy yo, 65). Al doctor Lainez, fundador de escuelas laicas donde no se enseña religión, conocido por su anticlericalismo, que se negaba a recibirlo en su despacho, le dice Brochero: « ¿Usted es Lainez, el come-curas?, y agrega enseguida, ¿Pero como me va a comer a mí que soy tan fiero?» (Yo soy

4

Page 5: Web viewEl anuncio del Evangelio a todos los hombres y a la totalidad de lo humano en la diócesis de Quilmes. Presupuestos para un proyecto pastoral en el trienio 2015-2017

yo, 25). Hasta de su proverbial fealdad se sirvió con simpatía y humildad para ganarse un colaborador.

Al servicio de la reconciliación y la paz. Brochero entiende también su misión como hombre pacífico que busca la paz desde la justicia. Busca la reconciliación nacional integrando a los desplazados de la vida social por la guerra del Paraguay y el liberalismo centralista que va sumiendo al interior del país en la pobreza que luego se hará endémica por generaciones. Frente a las opciones políticas de los gobiernos de Mitre y Sarmiento para los que se resisten a esta forma de integración a la organización nacional como el asesinato de Vicente Peñaloza en la Rioja o la persecución y exilio del catamarqueño Felipe Varela, Brochero hará denodados esfuerzos por conseguir la integración del caudillo Santos Guayama. Lo invita a realizar los ejercicios espirituales con sus 300 compañeros. Procura conocerlo para tener una entrevista con él; le envía su retrato y algunos objetos religiosos como signo de amistad y confianza; traicionado Guayama, realiza gestiones para salvar su vida; fusilado en la cárcel sin juicio justo, se queja con tristeza por el desenlace de quien era para él «un manso cordero y muy buen amigo» (Yo soy yo, 42). Llamado por su obispo a ocupar una silla de canónigo en la catedral, sufre por la lejanía con su parroquia, pero, fiel a su estilo de buscar a los últimos, les predica ejercicios a los presos de la Penitenciaría e intercede por ellos ante el gobernador de Córdoba, para que, con motivo del año santo, les reduzcan las penas. Ante el revuelo social que causa su petición los consuela con palabras llenas de afecto: «A mis queridos hijos espirituales, los presos de la Penitenciaría. Mis queridos: deseo que ésta los encuentre con salud, con paciencia y con esperanza…» (Yo soy yo, 102).

En el mundo, para el mundo, al servicio del Reino. Esta sentencia, que se refiere, en principio a la Iglesia, se puede decir igualmente de Brochero. Su ministerio es profundamente eclesial; integrado a sus obispos y compañeros presbíteros, sin celos, ni individualismos. A sus obispos se refiere por carta, con sencillez y amistad. Su obediencia es aquella «que lleva a la libertad cada vez más madura de los hijos de Dios… humilde, responsable, voluntaria». Una obediencia que invita a la búsqueda prudente de caminos nuevos para el ministerio en comunión con el obispo y los compañeros de presbiterio porque «se deja guiar por Aquel que quiere que todos los hombres se salven» (Presbiterorum ordinis, 15) y que tiene su fundamento en el amor. A un cura que le niega el permiso para asistir a un matrimonio lo trata de «amigo mío»; y al avisarle, por carta, que acatará inmediatamente la disposición, le ratifica su confianza: «amigo, yo le confirmo hoy nuevamente la facultad de ejercer en mi curato todo acto en cual no se requiera la jurisdicción para lo válido, y pienso no retirársela mientras sea Cura de San Alberto» (Yo soy yo, 201). A un cura joven que empieza su ministerio le aconseja con cariño: «che gringuito… oí el consejo de un viejo que te quiere. A esa gente (se refiere a los liberales de Villa María) cuando te acosen no les des patadas… Cuando te armen bochinches vos seguí adelante abriéndote camino con el anca… como hacen las mulas serranas» (Yo soy yo, 107).

Una feliz confirmación

La Exhortación apostólica Evangelii Gaudium del papa Francisco, como antes el documento final de la V Asamblea de la CELAM en Aparecida, vienen a confirmar la experiencia de discípulo misionero de Brochero y, de tantos que siguen sus pasos en América Latina y, particularmente en Argentina. No es de extrañar: el papa Francisco recoge, sin duda, en su propia experiencia y reflexión, la recepción, que la Iglesia en América Latina viene haciendo desde hace décadas, de la explicitación del Kerigma

5

Page 6: Web viewEl anuncio del Evangelio a todos los hombres y a la totalidad de lo humano en la diócesis de Quilmes. Presupuestos para un proyecto pastoral en el trienio 2015-2017

apostólico que hizo el Concilio Vaticano II (el gran catecismo de nuestra época en palabras de Pablo VI); recepción que arranca en Medellín y llega hasta Aparecida. Una de las intuiciones más profundas, a mi juicio, del Concilio es la recuperación de la dimensión histórica de la salvación. Esto quiere decir pasar de una “escatología realizada” a una “escatología en proceso”; porque la Iglesia «ya en la tierra se caracteriza por una verdadera santidad, aunque todavía imperfecta. Mientras no haya nuevo cielos y nueva tierra en los que habite la justicia, la iglesia peregrina lleva en sus sacramentos e instituciones, que pertenecen a este tiempo, la imagen de este mundo que pasa» (Lumen Gentium 48). Esta imagen de una iglesia en proceso va unida a la recuperación de la cristología del Jesús histórico como camino hacia el Cristo de la Fe: una cristología “ascendente”, de la cruz, que quiere complementar la cristología “descendente”, del Cristo glorioso. La iglesia del Concilio se quiere tomar en serio la parábola del trigo y la cizaña que deben crecer juntos hasta el momento de la cosecha al final de los tiempos. Un pequeño ejemplo que nos permita ver la diferencia de perspectivas y acentos. El papa Pío XI escribió en 1935 meditando sobre el celibato sacerdotal, lo que sigue: «Quien desempeña un ministerio en cierto modo superior al de aquellos espíritus purísimos que asisten al Señor, ¿no ha de estar con mucha razón obligado a vivir, cuanto es posible, como un puro espíritu? Quien debe emplearse todo en las cosas tocantes a Dios, ¿no es justo que esté totalmente desasido de las cosas terrestres y tenga toda su conversación en los cielos?» (Ad catholici sacerdotii, 36). Con tal imagen sacerdotal es lógico que Brochero sea resistido como modelo de ministerio. En cambio si asumimos la mirada del Concilio sobre la realidad del presbítero en el mundo actual encontramos que: «Los presbíteros… no podrían ser ministros de Cristo si sólo fueran testigos y administradores de la vida de esta tierra, (hasta ahí asume lo de Pío XI), pero tampoco podrían servir a los hombres si estuvieran ajenos a la vida y condiciones de los mismos. Su ministerio… requiere que vivan en este mundo entre los hombres y, como buenos pastores conozcan a sus ovejas» (Presbyterorum ordinis, 3). Si para sus contemporáneos Brochero es un “cura raro”, tal vez hasta pintoresco, para nosotros, iluminados por el Concilio, que recupera la integridad de la predicación apostólica, se trata de un hombre que da la medida del Evangelio. De todos modos, para el pueblo sencillo, para el núcleo del Pueblo de Dios que constituyen los pobres, para aquellos que miran las cosas de Dios desde la “intuición y con-naturalidad de la fe”, desde el “sensus fidei”, Brochero es desde siempre un santo.

Desde la perspectiva enunciada: la cristología de Gaudiun et Spes, la misión que apunta a la integridad de lo humano de Evangelii nuntiandi y la plasmación histórica de estos principios en el Cura Brochero, voy a intentar resaltar tres confirmaciones que me parece hace la Evangelii Gaudium, y que nos pueden ayudar a pensar un proyecto pastoral para los próximos (¿tres?) años.

La confirmación del principio y fundamento de la misión

Comunión y participación. La novedad que aporta el papa Francisco, a mi criterio, no está tanto en el contenido doctrinal de la Exhortación – de hecho retoma los momentos de reflexión más luminosos del post-concilio sobre la misión de la Iglesia – sino en aquello que, según el juicio de los especialistas, es lo que más ha frenado la aplicación concreta en la vida de la Iglesia del mensaje conciliar: “el estilo eclesial”. El papa por tanto, asume la tarea de exhortar a los cristianos a renovar la acción misionera de la Iglesia procurando un cambio fundamental en lo que él denomina “estilo evangelizador en cualquier actividad que se realice”. Se trata de asumir un estilo, es decir, una mística eclesial renovada desde una comprensión más originaria del Evangelio. ¿Y esto por

6

Page 7: Web viewEl anuncio del Evangelio a todos los hombres y a la totalidad de lo humano en la diócesis de Quilmes. Presupuestos para un proyecto pastoral en el trienio 2015-2017

qué? Porque la Iglesia nunca arranca de cero; la misma Iglesia apostólica confrontó con la interpretación de los fariseos que era la más presente en el judaísmo durante el último tercio del siglo I. Pablo era fariseo, lo mismo que los del grupo de Santiago. Del mismo modo, la propuesta de una Iglesia de comunión y participación que hace el Concilio Vaticano II (y que recoge Puebla) es recibida por la Iglesia desde el estilo eclesial dominante en los años 70 del siglo pasado que es un estilo jerarquizado, institucionalizado, donde la Iglesia se vive como una “sociedad perfecta” y donde la virtud principal del cristiano es la obediencia a la autoridad. Los textos del Concilio son leídos e interpretados, por la mayoría, desde este estilo dominante. Pasar al estilo de comunión y participación es muy costoso y difícil para la gran mayoría de los agentes calificados de la Iglesia: obispos, presbíteros, vida religiosa, laicos comprometidos, etc. Un pequeño ejemplo para mostrar que esta confrontación de estilos tiene vigencia aun hoy. Desde el estilo jerarquizado un presbítero puede leer que la determinación del CIC de que la instancia de discernimiento del Consejo Parroquial Pastoral sea consultiva es un resorte que le permite mantener “a raya” a los laicos; pero desde un estilo de comunión y participación lo consultivo se lee ahora como una mayor obligación del presbítero de ponerse a la escucha de los laicos, de contar con las instancias de discernimiento decanales y diocesanas, en definitiva de integrar varias voces a su proceso de discernimiento personal; voces que además lo obligan en conciencia por que – en palabras de Juan Pablo II «debe hacer suya la antigua sabiduría, la cual, sin perjuicio alguno del papel jerárquico de los pastores, sabía animarlos a escuchar atentamente a todo el Pueblo de Dios» (Tertio Millenio Inneunte, 45). Se trata sin duda de un estilo, más complicado, más trabajoso, que a veces puede parecer ineficiente, lento, desgastante, pero que sin dudas es mucho más eficaz desde el Evangelio que busca manifestar la presencia de la soberanía de Dios en la historia. A este cambio de estilo, de mística, en todas las actividades de la Iglesia me parece que nos exhorta Francisco.

Recuperar la alegría de ser cristianos para comunicársela a todos. Para Francisco, la tristeza individualista, avara, del corazón de quien vive una vida cómoda y superficial sólo puede superarse renovando el «encuentro personal con Jesucristo» (EG 3); o mejor, dejándose encontrar por Él. Este encuentro con Jesús es la fuente de la verdadera alegría, preanunciada por los profetas y que se manifiesta desde la anunciación: «Alégrate» es el saludo del ángel a María (Lc 1, 28), hasta la manifestación del Cristo glorioso: «los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor» (Jn 20, 20).

Es este encuentro – nos dice el papa – que nos rescata «de nuestra conciencia aislada y de la auto-referencialidad»–, lo que constituye «el manantial de la acción evangelizadora. Porque, si alguien ha acogido ese amor que le devuelve el sentido de la vida, ¿cómo puede contener el deseo de comunicarlo a otros?» (EG 8). Solo aquellos que viven una profunda experiencia de liberación pueden sensibilizarse ante las necesidades de los demás; quien quiera recuperar su dignidad y plenitud no tiene otro camino que buscar el bien del otro. Por eso nos recuerda Francisco que la tarea evangelizadora es el «verdadero dinamismo de la realización personal»; «que la vida se alcanza y madura a medida que se la entrega para dar vida a los otros» (EG 10), y que en esto consiste la misión. Tomarnos en serio la alegría de ser cristianos, que surge del encuentro con el Resucitado es simplemente reconocer «que la salida misionera es el paradigma de toda obra de la Iglesia» (EG 15).

La confirmación de la centralidad del Kerigma

7

Page 8: Web viewEl anuncio del Evangelio a todos los hombres y a la totalidad de lo humano en la diócesis de Quilmes. Presupuestos para un proyecto pastoral en el trienio 2015-2017

Apuntar a lo esencial. El Evangelio debe ser anunciado en un mundo donde las comunicaciones se han vuelto veloces y, además, los contenidos se seleccionan con intereses muy concretos. El Evangelio es muchas veces mutilado y reducido a sus aspectos secundarios, que son también, muchas veces, ridiculizados. Por eso – dice Francisco – «una pastoral en clave misionera no se obsesiona por la transmisión desarticulada de una multitud de doctrinas que se intenta imponer a fuerza de insistencia. Cuando se asume un objetivo pastoral y un estilo misionero, que realmente llegue a todos sin excepciones ni exclusiones, el anuncio se concentra en lo esencial, que es lo más bello, lo más grande, lo más atractivo y al mismo tiempo lo más necesario» (EG 35).

¿Cuál es ese contenido esencial? En un mundo donde la actividad económica se centra en una economía de la exclusión y la iniquidad, una economía que mata (cfr. EG 53); donde «todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte donde el poderoso se come al más débil»; donde las teorías del “derrame” – apoyadas en una «confianza burda e ingenua en la bondad de los que detentan el poder económico y en los mecanismos sacralizados del sistema económico imperante» – lo único que han conseguido es una «globalización de la indiferencia» (EG 54); donde las ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera, niegan el derecho de control de los Estados, encargados de velar por el bien común (cfr. EG 56); donde el dinero se ha transformado en el nuevo y falso dios; donde se reclama seguridad sin advertir que «hasta que no se reviertan la exclusión y la iniquidad dentro de una sociedad y entre los distintos pueblos será imposible erradicar la violencia… porque el sistema social y económico es injusto en su raíz» (EG 59), en este mundo – reitero – el papa Francisco nos recuerda que «el Evangelio nos invita siempre a correr el riesgo del encuentro con el rostro del otro, con su presencia física que interpela, con su dolor y sus reclamos»; y nos advierte que «la verdadera fe en el Hijo de Dios hecho carne es inseparable del don de sí, de la pertenencia a la comunidad, del servicio, de la reconciliación con la carne de los otros» (EG 88).

Por tanto, «todos (los) cristianos somos llamados a ofrecer a los demás el testimonio explícito del amor salvífico del Señor, que más allá de nuestras imperfecciones nos ofrece su cercanía, su Palabra, su fuerza y le da un sentido a nuestra vida» (EG 121). Es un anuncio primero, no en sentido solamente cronológico, sino porque es el anuncio fundamental: el que siempre hay que volver a escuchar y el que debemos tener siempre presente en cualquier proceso de profundización y maduración de la fe. Se trata simplemente de decirle a todos y a cada uno que «Jesucristo te ama, dio su vida para salvarte, y ahora está vivo a tu lado cada día, para fortalecerte, para liberarte» (EG 164). Es un anuncio que por su centralidad debe ser tal que «exprese el amor salvífico de Dios previo a la obligación moral y religiosa, que no imponga la verdad sino que apele a la libertad, que posea una notas de alegría, estímulo, vitalidad y una integridad armoniosa que no reduzca la predicación a unas pocos doctrinas a veces más filosóficas que evangélicas » (EG 165). El anuncio debe caracterizarse, por tanto, por la cercanía, la apertura, el diálogo, la paciencia, la acogida cordial que no condena.

La gradualidad para el encuentro con el misterio. Teniendo en cuenta esta centralidad del Kerigma, toda formación cristiana debe consistir en su profundización de modo que vaya haciéndose carne en la vida del cristiano. Todo proceso evangelizador debe buscar y ayudar al crecimiento en la fe; lo que implica para los evangelizadores tomarse muy en serio a cada persona y el proyecto que Dios tiene sobre ella. Se trata de tener en cuenta sobre todo la experiencia simbólica de la fe; de reconocer que el pueblo al que

8

Page 9: Web viewEl anuncio del Evangelio a todos los hombres y a la totalidad de lo humano en la diócesis de Quilmes. Presupuestos para un proyecto pastoral en el trienio 2015-2017

pertenecemos posee ya una auténtica experiencia de Dios en la piedad popular, en la cual – afirma el papa - «por ser fruto del Evangelio in-culturado, subyace una fuerza activamente evangelizadora que no podemos menospreciar: sería desconocer la obra del Espíritu Santo» (EG 126). Nos invita, por tanto, a acercarnos a esta realidad con la mirada del Buen Pastor que no juzga sino que ama; o mejor que si juzga la piedad popular lo hace desde la con-naturalidad del amor con la mirada puesta en fortalecerla para, de este modo, profundizar en el proceso, siempre, inacabado de inculturación de la fe.

Simultáneamente, para crecer en el camino de la fe, es necesario volver a practicar el «arte del acompañamiento» (EG 169). Se trata de un acompañamiento que debe llevar más y más a Dios, en quien podemos alcanzar la verdadera libertad. Para ello hay que crecer en el arte de escuchar, de comunicarnos de corazón a corazón puesto que «sólo a partir de esta escucha respetuosa y compasiva se pueden encontrar los caminos de un genuino crecimiento, despertar el deseo del ideal cristiano, las ansias de responder plenamente al amor de Dios y el anhelo de desarrollar lo mejor que Dios ha sembrado en la propia vida» (EG 171). Por eso «tampoco las puertas de los sacramentos deberían cerrarse por una razón cualquiera. Esto vale sobre todo para el Bautismo. La Eucaristía, si bien constituye la plenitud de la vida sacramental, no es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un alimento para los débiles» (EG 47). Además, sin una autentica, profunda y cordial familiaridad con la Palabra de Dios no es posible ningún crecimiento auténtico en el discipulado y en la misión. Para Francisco, el crecimiento en el discipulado conlleva intrínsecamente un crecimiento en la misión; este es el criterio que nos permite distinguir un verdadero acompañamiento «de todo tipo de acompañamiento intimista, de autorrealización aislada» (EG 173).

La confirmación de las repercusiones sociales del Kerigma

Francisco reafirma la enseñanza de Gaudium et Spes y de Evangelii nuntiandi, y que tan claramente se historizó en la vida y misión de Brochero. Esta enseñanza dice que «el Kerygma tiene un contenido ineludiblemente social: en el corazón mismo del Evangelio está la vida comunitaria y el compromiso con los otros» (EG 177). Esta relación propia e inseparable entre la salvación y el compromiso con los otros está tan presente en la Escritura que es realmente ineludible. «La Palabra de Dios enseña que en el hermano está la permanente prolongación de la Encarnación para cada uno de nosotros: Lo que hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, lo hicisteis a mí (Mt 25,40)». Por tanto – enseña el papa – «en la medida en que (Dios) logre reinar entre nosotros, la vida social será ámbito de fraternidad, de justicia, de paz, de dignidad para todos» (EG 180). La verdadera esperanza cristina en el Reino escatológico debería ir gestando una historia nueva donde reine la justicia. “El Reino pasa por las relaciones” nos decía Orlando Yorio. La gestación de relaciones de justicia en todos los ámbitos de lo humano es el signo histórico de la presencia del Reino que anuncia Jesucristo.

Esto quiere decir en último término que: «una auténtica fe —que nunca es cómoda e individualista— siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro paso por la tierra… Todos los cristianos, también los Pastores, están llamados a preocuparse por la construcción de un mundo mejor» (EG 183). Desde Jesucristo tenemos la convicción de que “otro mundo mejor es posible”.

9

Page 10: Web viewEl anuncio del Evangelio a todos los hombres y a la totalidad de lo humano en la diócesis de Quilmes. Presupuestos para un proyecto pastoral en el trienio 2015-2017

La inclusión social de los pobres. La integración entre fe y vida, o su carencia, se verifica sobre todo en la inclusión de los pobres. La capacidad de ponernos a la escucha del clamor por la dignidad, la justicia, la libertad que brota del corazón angustiado de los pobres es fruto de la gracia que obra en nosotros. Responder al clamor de los pobres «implica tanto la cooperación para resolver las causas estructurales de la pobreza y para promover el desarrollo integral de los pobres, como los gestos más simples y cotidianos de solidaridad ante las miserias muy concretas que encontramos» (EG 188). Francisco apela al sentido más profundo de la palabra solidaridad. No se trata de tener gestos esporádicos de generosidad sino de la acción que surge de «quien reconoce la función social de la propiedad y el destino universal de los bienes como realidades anteriores a la propiedad privada» (EG 189) y toma la decisión de «devolverle al pobre lo que le corresponde». Sin esta convicción ningún cambio estructural se manifestará duradero. Por tanto, aun cuando «la belleza misma del Evangelio no siempre puede ser adecuadamente manifestada por nosotros, hay un signo que no debe faltar jamás: la opción por los últimos, por aquellos que la sociedad descarta y desecha» (EG 195).

La inclusión eclesial de los pobres. El lugar preferencial de los pobres en la Iglesia tiene su raíz en la encarnación del Verbo que se hizo hombre y hombre pobre. Por eso para la Iglesia «la opción por los pobres es una categoría teológica antes que cultural, sociológica, política o filosófica» (EG 198). Esto implica que «la nueva evangelización es una invitación a reconocer la fuerza salvífica de (las) vidas (de los pobres) y a ponerlos en el centro del camino de la Iglesia. Estamos llamados a descubrir a Cristo en ellos, a prestarles nuestra voz en sus causas, pero también a ser sus amigos, a escucharlos, a interpretarlos y a recoger la misteriosa sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de ellos» (EG 198). Sólo desde esta cercanía real y cordial podemos acompañarlos adecuadamente en su camino de liberación» (EG 199). Por eso el esfuerzo evangelizador de la Iglesia debe llegar a los más pobres. Ellos «necesitan a Dios y no podemos dejar de ofrecerles su amistad, su bendición, su Palabra, la celebración de los Sacramentos y la propuesta de un camino de crecimiento y de maduración en la fe. La opción preferencial por los pobres debe traducirse principalmente en una atención religiosa privilegiada y prioritaria» (EG 200).

A modo de síntesis: fundamentos teológicos para una propuesta pastoral

Con todo lo dicho recupero los siguientes elementos de la propuesta de Francisco:

Contemplar a Jesús. Una sana espiritualidad debería llevarnos a recobrar un espíritu contemplativo que profundice en «toda la vida de Jesús, su forma de tratar a los pobres, sus gestos, su coherencia, su generosidad cotidiana y sencilla y, finalmente, su entrega total» (EG 265). «Unidos a Jesús, buscamos lo que Él busca, amamos lo que Él ama… Si queremos entregarnos a fondo y con constancia, tenemos que ir más allá de cualquier otra motivación. Éste es el móvil definitivo, el más grande, la razón y el sentido final de todo lo demás. Se trata de la gloria del Padre que Jesús buscó durante toda su existencia» (EG 267).

Animarnos a ser pueblo. No se puede evangelizar sin desarrollar «el gusto espiritual de estar cerca de la vida de la gente, hasta el punto de descubrir que eso es fuente de un gozo superior. La misión es una pasión por Jesús pero, al mismo tiempo, una pasión por su pueblo». Jesús ama entrañablemente a su pueblo. Se hace cercano, mira a sus interlocutores con amor, siempre está disponible… «La entrega de Jesús en la cruz no es más que la culminación de ese estilo que marcó toda su existencia». Impulsados por este

10

Page 11: Web viewEl anuncio del Evangelio a todos los hombres y a la totalidad de lo humano en la diócesis de Quilmes. Presupuestos para un proyecto pastoral en el trienio 2015-2017

testimonio de Jesús deberíamos compartir a fondo la vida con todos y comprometernos a la construcción de un mundo nuevo «codo a codo con los demás» (EG 268). Desde aquí se entiende que la misión sea parte esencial de la vida de todo cristiano. Nos dice el papa que cada uno de nosotros está invitado a decirse a sí mismo: «yo soy una misión en esta tierra, y para eso estoy en este mundo. Hay que reconocerse a sí mismo como marcado a fuego por esa misión de iluminar, bendecir, vivificar, sanar, liberar» (EG 273).

Renovar la fe en la fuerza transformadora del Resucitado y de su Espíritu. Las quejas, los desalientos, el pesimismo, el fatalismo de pensar que nada puede cambiar, frustran toda posibilidad de misión; nos derrotan antes de comenzar. Francisco nos exhorta a tener presente que «Jesucristo ha triunfado sobre el pecado y sobre la muerte y está lleno de poder, Jesucristo verdaderamente vive». Si así no fuera seríamos lo más tontos de los hombres. La invitación es a redescubrir que Cristo glorioso es la fuente de nuestra esperanza; que con su resurrección una fuerza de vida ha penetrado todas las estructuras del mundo y que es capaz de renovarlas. El papa nos invita a recuperar el sentido del misterio, es decir, a confiar en que ninguna entrega será infecunda, aun cuando tal fecundidad no siempre es visible; a recordar que «el Espíritu Santo obra como quiere, cuando quiere y donde quiere (; y que) nosotros nos entregamos sin pretender ver resultados llamativos. Solo sabemos que nuestra entrega es necesaria» (EG 279).

Elementos claves del proyecto pastoral

Por tanto, un proyecto pastoral que quiera ser fiel a los elementos que hemos presentado tendría que:

Priorizar el encuentro personal y comunitario con Jesucristo Desarrollar un “estilo eclesial” misionero sostenido por una auténtica

espiritualidad que surja de la contemplación del Verbo hecho hombre y hombre pobre

Integrar adecuadamente en la espiritualidad de los discípulos misioneros el encuentro entre la Palabra presente en la Escritura y la Palabra presente en los Sacramentos

Tratar de llegar a todos comenzando por los últimos Gestando estructuras nuevas a partir de hombres (varones y mujeres) nuevos Poniendo todas nuestras capacidades al servicio de los pobres Poner a nuestra diócesis y a todas sus comunidades al servicio de la

reconciliación y la paz Animar a cada comunidad cristiana de Quilmes, Berazategui y F. Varela a estar

en el mundo, para el mundo, al servicio del Reino desde un “estilo” eclesial signado por la comunión y la participación cordial

Con esto propongo algunos lineamientos para un trienio pastoral. El esquema tendría tres etapas: una primera etapa que ponga a la diócesis en estado de conversión pastoral; una segunda etapa que ponga a la diócesis en estado de misión; una última etapa que ponga a la diócesis en estado de servicio a la sociedad plural. Además, incluiría una pre-etapa de preparación.

1) La diócesis en estado de conversión pastoral.

11

Page 12: Web viewEl anuncio del Evangelio a todos los hombres y a la totalidad de lo humano en la diócesis de Quilmes. Presupuestos para un proyecto pastoral en el trienio 2015-2017

El núcleo de la etapa debería pasar por favorecer el encuentro personal con Jesús; el anuncio del Kerigma evangélico y sus implicancias sociales. La implicación intrínseca e indisoluble entre discipulado y misión.

Pienso por ejemplo en una semana de encuentros de dos o tres horas (en horario vespertino) que incluyan la contemplación de las actitudes y opciones de Jesús. Donde las temáticas de cada día vayan en esta línea: Jesús y los pobres; Jesús y las mujeres; Jesús y los enfermos; Jesús y los ricos de su tiempo; Jesús y los extranjeros; Jesús y los pecadores; etc.

Cada encuentro debería centrarse en la lectura orante de la Palabra de Dios y, además, incluir el compromiso del cristiano con la realidad social según las enseñanzas de Gaudium et Spes, de Evangelii nuntiandi y de Evangelii Gaudim; teniendo presente el testimonio de Brochero.

El contenido debería ser lo suficientemente sencillo (sin renunciar a la profundidad) para que pueda ser replicado, en cada comunidad, con los distintos grupos, con los jóvenes (y por los jóvenes). Debería en lo posible concluirse la semana de “encuentro con Jesús” con una convivencia más larga el sábado a la tarde que incluya una renovación del Bautismo y Confirmación; y una peregrinación a Luján el domingo.

Debería ser un espacio dedicado principalmente a los agentes pastorales; también a los que asisten a la misa del domingo; los papás de los niños y jóvenes de las catequesis; los docentes y padres de los colegios; etc. La idea sería replicarlo varias veces en el año, para que todos tengan la oportunidad de participar.

La etapa arrancaría con el adviento y se desarrollaría durante todo el año litúrgico hasta la fiesta de Cristo Rey. Concluiría con una gran celebración diocesana que resalte el encuentro personal y comunitario con el Resucitado como fuente de la alegría misionera.

2) La diócesis en estado de misión (una vez más)

Recuperaríamos la experiencia de la misión por el año de la Fe. La centralidad de la etapa estaría en el desarrollo de una catequesis mistagógica con los adultos. Para ello extenderíamos, para profundizar, los “encuentros con Jesús”. Por ejemplo, a un encuentro semanal, que acompañe el desarrollo del año litúrgico (unos 30 encuentros). El objetivo de máxima de esta etapa sería constituir en cada comunidad o capilla de las parroquias de la diócesis pequeñas comunidades reunidas en torno a la Palabra, que prioricen los vínculos y el cuidado mutuo, la preocupación por trabajar por mejora el hábitat, por genera inclusión y reconocimiento de los derechos de todos. La idea es aplicar lo de Francisco de cambiar el estilo eclesial desde una Iglesia hacia adentro, por una Iglesia “en salida” que busque acercarse a los más pobres y desatendidos eclesialmente. El cierre de la etapa podría estar en la línea del cierre del año de la Fe (Con una celebración masiva; o con varias por decanato). La idea es visibilizar y experimentar la alegría de ser Pueblo de Dios.

3) La diócesis en estado de servicio a la sociedad plural.

El núcleo de esta etapa consistiría en que cada parroquia o colegio desarrolle un proyecto de intervención solidaria en la vida social de los barrios donde sirve la

12

Page 13: Web viewEl anuncio del Evangelio a todos los hombres y a la totalidad de lo humano en la diócesis de Quilmes. Presupuestos para un proyecto pastoral en el trienio 2015-2017

parroquia (o colegio) contando con la colaboración de todos los que (si Dios quiere) participaron de las primeras etapas.

Se trataría de invitar a todos los vecinos o participantes de la institución escolar a comprometerse para llevar adelante una obra de tipo social que beneficie al barrio. Una obra que tenga que ver con la promoción humana más que con la evangelización explícita y que sea fruto de esa evangelización. Por ejemplo: Pintar entre todos una escuela; conseguir los fondos para un ecógrafo para la salita; arbolar una plaza, etc.

En la misma dirección intentaríamos la organización de una gran colecta diocesana para contribuir como diócesis a un proyecto social de mayor magnitud que visibilice la misión de la Iglesia al servicio de la sociedad civil: Comprar un equipo de diagnóstico que necesite alguno de los hospitales públicos de los tres distritos; Construir una sala de salud en algún espacio especialmente necesitado. Habría que decidir que hacer, si es factible, cuales son los costos, y motivar a todos para alcanzar el objetico; no sea que nos pase como a aquel del evangelio que se puso a construir sin calcular y no pudo terminar.

Se podría concluir la etapa con una entrega simbólica de lo aportado por la diócesis, a las autoridades pertinentes, en la Misa de la esperanza.

0) La pre-etapa

Va en el último lugar porque ahora podemos comprender mejor su finalidad. Nos ocuparía todo este año hasta el adviento con el que comienza el año litúrgico 2014-2015. El objetivo sería: constituir una comisión diocesana que elabore los materiales, subsidios, etc., que se necesiten para cada etapa y que vaya monitoreando el desarrollo del plan pastoral.

Que además se ocupe de la difusión del plan pastoral, de cada una de sus etapas, que motive a las parroquias, y a todos los agentes pastorales a poner manos a la obra. Se me ocurre que podría servir organizar un encuentro diocesano para la recepción de la Evangelii Gaudium.

Y, además, me parece importante, el desarrollo de un cancionero diocesano que incluya las oraciones fundamentales y las del ordinario de la misa. El cancionero es un elemento esencial para cambiar el estilo eclesial. Tiene que ver con el camino de la “belleza litúrgica” que propone el papa Francisco. Las canciones tienen contenidos teológicos que van configurando la espiritualidad del Pueblo de Dios; y, según Francisco debemos evitar toda espiritualidad que sea individualista y ajena a la realidad de la Encarnación del Verbo. Tener en cuenta, además, que somos un pueblo musical, cantor y festivo.

13