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En el mundo mágica las criaturas mágicas son muy comunes, y muchas de ellas pueden tener trascendencia en la historia. Estos son los personajes que no son humanos, ordenados alfabéticamente. Abraxan Clasificación del MM: XXXXX Es un tipo de caballo volador; es un palomino inmensamente poderoso. Los caballos que llevaban el carro de Beauxbatons eran Abraxans, y sólo beben whisky de malta puro (AF, CF15, OF20). ABRAXAN Clasificación del MM: XXXXX Es un tipo de caballo volador; es un palomino inmensamente poderoso. Los caballos que llevaban el carro de Beauxbatons eran Abraxans, y sólo beben whisky de malta puro (AF, CF15, OF20). La suposición de Dennis estaba más cerca de la realidad. Cuando la gigantesca forma negra pasó por encima de las copas de los árboles del bosque prohibido casi rozándolas, y la luz que provenía del castillo la iluminó, vieron que se trataba de un carruaje colosal, de color azul pálido y del tamaño de una casa grande, que volaba hacia ellos tirado por una docena de caballos alados de color tostado pero con la crin y la cola blancas, cada uno del tamaño de un elefante.” (CF, 218) — ¿Ha llegado ya «Kagkagov»? —preguntó Madame Maxime. —Se presentará de un momento a otro —aseguró Dumbledore—. ¿Prefieren esperar aquí para saludarlo o pasar a calentarse un poco? —Lo segundo, me «paguece» —respondió Madame Maxime—. «Pego» los caballos...

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En el mundo mágica las criaturas mágicas son muy comunes, y muchas de ellas pueden tener trascendencia en la historia. Estos son los personajes que no son humanos, ordenados alfabéticamente.

Abraxan Clasificación del MM: XXXXXEs un tipo de caballo volador; es un palomino inmensamente poderoso. Los caballos que llevaban el carro de Beauxbatons eran Abraxans, y sólo beben whisky de malta puro (AF, CF15, OF20).

ABRAXAN

Clasificación del MM: XXXXXEs un tipo de caballo volador; es un palomino inmensamente poderoso. Los caballos que llevaban el carro de Beauxbatons eran Abraxans, y sólo beben whisky de malta puro (AF, CF15, OF20).

La suposición de Dennis estaba más cerca de la realidad. Cuando la gigantesca forma negra pasó por encima de las copas de los árboles del bosque prohibido casi rozándolas, y la luz que provenía del castillo la iluminó, vieron que se trataba de un carruaje colosal, de color azul pálido y del tamaño de una casa grande, que volaba hacia ellos tirado por una docena de caballos alados de color tostado pero con la crin y la cola blancas, cada uno del tamaño de un elefante.” (CF, 218)— ¿Ha llegado ya «Kagkagov»? —preguntó Madame Maxime.—Se presentará de un momento a otro —aseguró Dumbledore—. ¿Prefieren esperar aquí para saludarlo o pasar a calentarse un poco?—Lo segundo, me «paguece» —respondió Madame Maxime—. «Pego» los caballos...—Nuestro profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas se encargará de ellos encantado —declaró Dumbledore—, en cuanto vuelva de solucionar una pequeña dificultad que le ha surgido con alguna de sus otras... obligaciones.—Con los escregutos —le susurró Ron a Harry.—Mis «cogceles guequieguen»... eh... una mano «podegosa» —dijo Madame Maxime, como si dudara que un simple profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas fuera capaz de hacer el trabajo—. Son muy «fuegtes»...—Le aseguro que Hagrid podrá hacerlo —dijo Dumbledore, sonriendo.—Muy bien —asintió Madame Maxime, haciendo

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una leve inclinación—. Y, «pog favog», dígale a ese «pgofesog Haggid» que estos caballos solamente beben whisky de malta «pugo».—Descuide —dijo Dumbledore, inclinándose a su vez.—Allons-y! —les dijo imperiosamente Madame Maxime a sus estudiantes, y los alumnos de Hogwarts se apartaron para dejarlos pasar y subir la escalinata de piedra.” (CF, 221)-¿Qué le ocurrió? ¿Cómo se hizo esas heridas?Hagrid se apresuró a quitarse la carne de dragón de la cara, lo cual, en opinión de Harry, fue un error, porque dejó al descubierto el tremendo moretón que tenía alrededor el ojo, por no mencionar la gran cantidad de sangre fresca y coagulada que le cubría la cara. -Es que...he sufrido un pequeño accidente- contestó sin convicción.-¿Qué tipo de accidente?-Pues... tropecé.- Tropezó- repitió la profesora Umbridge con frialdad.-Sí, eso es. Con... con la escoba de un amigo mío. Yo no vuelo. Comprenderá que con mi estatura…No creo que haya escobas adecuadas para mí. Tengo un amigo que se dedica ala cría de caballos abraxan, no sé si los habrá visto alguna vez, son unas bestias enormes, con alas, ¿sabe? Una vez monté uno y fue (OF, 454)

AcromántulaACROMÁNTULA

Sujetándose en la cara los anteojos rotos, miró en torno. Había salido a un lúgubre callejón que parecía estar lleno de negocios dedicados a las artes tenebrosas. El que acababa de abandonar, Borgin y Burkes, parecía el más grande, pero enfrente había una horrorosa vidriera que mostraba cabezas reducidas y, dos puertas más abajo, había una jaula plagada de arañas negras gigantes. Dos brujos de aspecto miserable lo miraban desde el umbral de una puerta, murmurando algo entre ellos. Harry se apartó asustado, tratando de sujetarse los anteojos y esperando, desesperadamente, poder salir de allí. Un letrero viejo de madera que colgaba en la calle sobre un negocio en que se vendían velas envenenadas, le indicó que estaba en el callejón Knockturn. Eso no le podía servir de ayuda, dado que Harry no había oído nunca el nombre de aquel lugar. Imaginó que no había pronunciado claramente en la chimenea de los Weasley con la boca llena de cenizas. Intentó tranquilizarse y pensar qué debía hacer.— ¿No estarás perdido, querido? —le dijo una voz en su misma oreja, haciéndole dar un salto.Ante él estaba una bruja vieja, sosteniendo una bandeja de algo que se parecía horriblemente a uñas humanas enteras. Lo miraba con una mirada malévola, mostrando sus dientes llenos de sarro. Harry se echó atrás.—Estoy bien, gracias —respondió—. Yo sólo...— ¡HARRY! ¿Qué demonios estás haciendo aquí?El corazón le dio un brinco. Igual que la bruja: a quien muchas de las uñas se le cayeron a los pies, y echo una maldición cuando la mole de Hagrid, el guardián de Hogwarts, se acercó a ellos con paso decidido, con los ojos de un negro azabache destellando sobre la hirsuta barba.— ¡Hagrid!—dijo Harry, con la voz enronquecida de la emoción—. Me perdí..., y los polvos flu...Hagrid aferró a Harry por el pescuezo y lo separó de la bruja, tirándole la bandeja. Sus gritos los siguieron a lo largo del retorcido callejón hasta que llegaron a un lugar iluminado por la luz del sol. . Harry vio en la distancia un edificio que le resultaba conocido, de mármol blanco como la nieve: era el Banco de Gringotts. Hagrid lo había llevado hasta el callejón Diagon.” (CS, 53)De pronto Harry se dio cuenta de que la araña que lo había dejado caer estaba hablando. No era fácil darse cuenta de ello, porque chascaba sus pinzas a cada palabra que decía.— ¡Aragog!—llamaba—, ¡Aragog!

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Y del medio de la gran telaraña salió, muy despacio, una araña del tamaño de un elefante pequeño. El negro de su cuerpo y sus piernas estaba manchado de gris, y cada uno de los ojos de su cabeza horrible llena de pinzas era de un blanco lechoso. Era ciega.— ¿Qué es? —dijo, golpeteando muy rápido sus pinzas.—Hombres —chascó la araña que había llevado a Harry.— ¿Es Hagrid? —dijo Aragog, acercándose, moviendo vagamente sus ocho ojos lechosos.—Desconocidos —chascó la araña que había llevado a Ron.—Mátenlos —chascó Aragog con fastidio—. Estaba durmiendo...—Somos amigos de Hagrid —gritó Harry. Sentía como si el corazón se le hubiera escapado del pecho y estuviera retumbando en su garganta.—Clic, clic, clic —hicieron las pinzas de todas las arañas en la hondonada.Aragog se detuvo.—Nunca antes Hagrid había enviado hombres a nuestra hondonada —dijo despacio.—Hagrid está metido en un grave problema —dijo Harry, respirando muy rápido—. Por eso hemos venido nosotros.— ¿En un grave problema? dijo la araña anciana, con lo que a Harry le pareció un tono de preocupación—. Pero ¿por qué los ha enviado?Harry quiso levantarse, pero decidió no hacerlo; no creyó que las piernas lo pudieran sostener. Así que habló desde el suelo, lo más tranquilamente que pudo.—piensan, en el colegio, que Hagrid se ha metido en... en... algo con los estudiantes. Se lo han llevado a Azkaban.Aragog chascó sus pinzas, enojado, y el resto de las arañas de la hondonada hizo lo mismo: era algo parecido a los aplausos, sólo que los aplausos no solían aterrorizar a Harry.—Pero eso fue hace años —dijo Aragog con fastidio—. Hace años y años. Lo recuerdo bien. Por eso lo echaron del colegio. Creyeron que yo era el monstruo que vivía en lo que ellos llaman la Cámara de los Secretos. Creyeron que Hagrid había abierto la cámara y me había liberado.—Y tú... ¿tú no saliste de la Cámara de los Secretos? —dijo Harry, notando un sudor frío en la frente.— ¡Yo!—dijo Aragog, chascando de enfado—. Yo no nací en el castillo. Vine de una lejana tierra. Un viajero me regaló a Hagrid cuando yo estaba en el huevo. Hagrid sólo era un niño, pero me cuidó, me escondió en un armario del castillo, me alimentó con sobras de la mesa. Hagrid es gran amigo mío, y un gran hombre. Cuando me descubrieron y me culparon por la muerte de una chica, él me protegió. Desde entonces, he vivido siempre en el bosque, donde Hagrid aún viene a verme. Hasta me encontró una esposa, Mosag, y ya veis cómo ha crecido mi familia, gracias a la bondad de Hagrid...Harry reunió el valor que le quedaba.— Así que tú nunca... ¿nunca atacaste a nadie?—Nunca —dijo la vieja araña con voz ronca—. Mi instinto me hubiera empujado a ello, pero, por consideración a Hagrid, nunca le hice daño a un ser humano. El cuerpo de la muchacha asesinada fue descubierto en los aseos. Yo nunca vi nada del castillo salvo el armario en que crecí. A nuestra especie le gusta la oscuridad y el silencio.—Pero entonces... ¿sabes qué es lo que mató a la chica?—preguntó Harry—. Porque, sea lo que fuere, ha vuelto a atacar a la gente...Los chasqueos y el ruido de muchas patas que se movían de enojo ahogaron sus palabras. Al mismo tiempo se desplazaron grandes formas negras.—Lo que habita en el castillo —dijo Aragog— es una antigua criatura a la que las arañas tememos más que a ninguna otra cosa. Recuerdo bien cómo le rogué a Hagrid que me dejara ir, cuando me di cuenta de que la bestia circulaba por el castillo.— ¿Qué es? —dijo Harry de inmediato.Chascaron las pinzas más fuertes. Parecía que las arañas se acercaban.— ¡No hablamos de eso!—dijo con furia Aragog—. ¡No lo nombramos! Ni siquiera a Hagrid le dije

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nunca el nombre de esa horrible criatura, aunque me preguntó varias veces.Harry no quiso insistir, no con las arañas acercándose más cada vez por todos lados. Aragog parecía cansada de hablar. Regresaba despacio a su telaraña, pero las demás arañas seguían acercándose, poco a poco, a Harry y Ron.—En ese caso, ya nos vamos— ¿Irse? —murmuró Aragog —. Me parece que no...—Pero, pero...—Mis hijos e hijas no le hacen daño a Hagrid, ésa es mi orden. Pero no puedo negarles un poco de carne fresca cuando se nos pone delante voluntariamente. Adiós, amigo de Hagrid. (CS, 239-241)Entonces Harry vio algo inmenso que asomaba por encima de un seto que había a su izquierda y que se movía velozmente por un camino que cruzaba el suyo. Iba tan rápido que Cedric estaba a punto de chocar contra aquello, y, con los ojos fijos en la copa, no lo había visto...— ¡Cedric!—gritó Harry—. ¡A tu izquierda!Cedric miró justo a tiempo para esquivar la cosa y evitar chocar con ella, pero, en su apresuramiento, tropezó. La varita se le cayó de la mano, mientras la araña gigante entraba en el camino y se abalanzaba sobre él.— ¡Desmaius! —volvió a gritar Harry.El encantamiento dio de lleno en el gigantesco cuerpo, negro y peludo, pero fue como si le hubiera tirado una piedra: el bicho dio una sacudida, se balanceó un momento y luego corrió hacia Harry, en lugar de hacerlo hacia Cedric.— ¡Desmaius! ¡Impedimenta! ¡Desmaius!Pero no servía de nada: la araña era tan grande, o tan mágica, que los encantamientos no hacían más que provocaría. Antes de que estuviera sobre él, Harry sólo vio la imagen horrible de ocho patas negras brillantes y de pinzas afiladas como cuchillas.Lo levantó en el aire con sus patas delanteras. Forcejeando como loco, Harry intentaba darle patadas: su pierna pegó en las pinzas del animal, y sintió de inmediato un dolor insoportable. Oyó que Cedric también gritaba « ¡Desmaius!», pero sin más éxito que él. Cuando la araña volvió a abrir las pinzas, Harry levantó la varita y gritó:— ¡Expelliarmus!Funcionó: el encantamiento de desarme hizo que el bicho lo soltara, pero eso supuso una caída de casi cuatro metros de altura sobre la pierna herida, que se aplastó bajo su peso. Sin detenerse a pensar, apuntó hacia arriba, a la panza de la araña, tal como había hecho con el escreguto, y gritó « ¡Desmaius!» al mismo tiempo que Cedric.Combinados, los dos encantamientos lograron lo que uno solo no podía: el animal se desplomó de lado, sobre un seto, y quedó obstruyendo el camino con una maraña de patas peludas.—¡Harry! — oyó gritar a Cedric—. ¿Estás bien? ¿Cayó sobre ti?— ¡No! —respondió Harry, jadeando.” (CF, 549, 550)"Bueno, se trata de esa araña gigante, que tiene desde hace años.... Vivía en el bosque prohibido y hasta sabía hablar…-" "Ya había oído rumores de la presencia de acromántulas en el bosque," comentó Slughorn con voz queda, mientras dirigía la mirada hacia la masa de oscuros árboles-. Entonces ¿es verdad que las hay?"Sí"." Pero esta, Aragog la primera que Hagrid tuvo, murió anoche. Él pobre está destrozado. Necesita compañía en el entierro y le prometí que iría." "Conmovedor, conmovedor", observó Slughorn distraídamente, con sus grandes ojos mustios fijos en las lejanas luces de la cabaña de Hagrid. "Pero el veneno de acromántula es valiosísimo... Si la bestia ha muerto hace poco quizás aún se conserve. …Claro que si Hagrid está tan apenado no quisiera herir sus sentimientos, aunque si hubiera alguna forma de obtener un poco…Mira, resulta prácticamente imposible extraerle veneno a una acromántula viva. .. Slughorn parecía hablar sólo para sí- Sin embargo, no recogerlo sería un tremendo desperdicio…Podría obtener cien Galleons por medio litro…Y teniendo en cuenta que mi sueldo no es nada del otro mundo…

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Entonces, Harry comprendió qué había que hacer.- Bueno, no sé…- dijo con un convincente titubeo-. Si quiere venir conmigo, profesor, probablemente Hagrid estaría encantado…de darle a Aragog una despedida más lucida, ya me entiende…"Sí, por supuesto", dijo Slughorn, y sus ojos chispearon de entusiasmo.-. Te diré lo que vamos a hacer, Harry: voy a buscar un par de botellas, me reuniré contigo allí y nos las beberemos a la salud de…Bueno, a su salud no, pero digamos que despediremos a esa pobre bestia como es debido, después de darle sepultura. .Y de paso me cambiaré la corbata porque esta es demasiado llamativa para la ocasión” (PM, 445)

En ese momento Hermione soltó un chillido Harry no tuvo que preguntar por que: una monstruosa araña del tamaño de un auto pequeño intentaba colarse por el enorme boquete de la pared; un descendiente de Aragog se había unido a la lucha.

Ron y Harry lanzaron a la vez sus hechizos, que colisionaron, y el monstruo salió despedido hacia atrás, agitando las patas de forma repugnante antes de perderse en la oscuridad.

-¡Vino con sus amigos!- informó Harry a los demás.

Asomado al boquete que las maldiciones habían abierto en el muro, observaba cómo otras arañas gigantes trepaban por la fachada del edificio, liberadas del bosque prohibido, donde debían de haber penetrado los Mortífagos.

El muchacho les lanzó encantamientos aturdidores y provocó la caída de la que venía adelante encima de las demás, de modo que todas rodaron edificio abajo y se perdieron de vista (RM, 539)

Al mismo tiempo, las macizas puertas de madera se abrieron de golpe y más arañas gigantes irrumpieron por la entrada principal del castillo.

Los gritos de terror desgarraron el aire. Los combatientes, tanto los Mortífagos como los defensores de Hogwarts, se dispersaron y chorros de luz roja y verde volaron hacia los monstruos recién llegados, que se sacudieron y encabritaron, más aterradores que nunca.

-¿Cómo salimos de aquí?- preguntó Ron intentando hacerse oír por encima del alboroto, pero antes de que Harry o Hermione le contestaran fueron derribados de un empujón: , Hagrid había bajado con gran estruendo por la escalinata, enarbolando su paraguas rosa floreado.

- ¡No les hagan daño! ¡No les hagan daño! – gritó.

- ¡Quieto, Hagrid!

Harry olvidó cualquier precaución y salió de debajo de la capa, aunque se agachó para evitar las maldiciones que iluminaban el vestíbulo.

- ¡Vuelve, Hagrid!

Pero todavía le quedaba un buen tramo para alcanzar al guardabosque cuando vio como éste se perdía entre las arañas. Con un aparatoso corretear, pululando de forma repugnante, las bestias se retiraron ante la avalancha de hechizos y Hagrid quedó sepultado entre ellas.

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-¡Hagrid! ¡Hagrid!-

Harry oyó que alguien gritaba su nombre, y no le importó si era amigo o enemigo: bajó precipitadamente los escalones de piedra de la entrada y llegó al oscuro jardín. Las arañas se retiraban con su presa, pero el muchacho no veía al guardabosque por ninguna parte.

-¡Hagrid! ¡Hagrid!-

Le pareció vislumbrar un brazo enorme que se agitaba entre el enjambre de arácnidos, pero cuando se lanzó en su persecución, se lo impidió un pie monumental que salió de la oscuridad e hizo temblar el suelo. Al alzar la vista comprobó ue tenía ante sí a un gigante de seis metros; ni siquiera le veía la cabeza, ya que la luz que salía por la puerta del castillo sólo le iluminaba las peludas pantorrillas, gruesas como troncos. Con un único, brutal y fluido movimiento, el gigante golpeó con un inmenso puño una de las altas ventanas, y a Harry le cayó encima una lluvia de vidrios que lo obligó a retroceder y protegerse bajo el umbral de la puerta.

- ¡Qué horror! – gritó Hermione.

Ron y ella alcanzaron a Harry y miraron hacia arriba; el gigante había introducido un brazo por la ventana e intentaba agarrar a alguien.

-¡No lo hagas!- bramó Ron sujetándole la mano a Hermione que había alzado la varita, - Si lo aturdes destrozará el castillo-“(RM, 546)

Aragog Acromántula Bosque Prohibido Vieja araña gigante, vivía en lo profundo del Bosque. Un tiempo fue la mascota de Hagrid; él la liberó en el bosque en 1942 cuando él fue expulsado injustamente de Hogwarts. Hagrid encontró una compañera para Aragog, otra Acromántula llamada Mosag. Aragog era del porte de un pequeño elefante. Su cuerpo velludo se ha ido poniendo blanco con los años y sus ojos ciegos son de un blanco lechoso (CS15, AF). Muere en abril de 1997. Es enterrado en la plantación de calabazas (PM).

Aragog Acromántula 

Bosque Prohibido Vieja araña gigante, vivía en lo profundo del Bosque. Un tiempo fue la mascota de Hagrid; él la liberó en el bosque en 1942 cuando él fue expulsado injustamente de Hogwarts. Hagrid encontró

una compañera para Aragog, otra Acromántula llamada Mosag. Aragog era del porte de un pequeño elefante. Su cuerpo velludo se ha ido poniendo blanco con los años y sus ojos ciegos son de un

blanco lechoso (CS15, AF).

La araña soltó a Harry, y éste cayó al suelo de cuatro patas. A su lado, con un ruido sordo, cayeron Ron y Fang. El perro ya no aullaba; se quedó encogido y en silencio en el mismo punto en que había caído. Ron parecía encontrarse tan mal como Harry había supuesto. Su boca se había alargado en una especie de grito mudo y los ojos se le salían de las órbitas.

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De pronto Harry se dio cuenta de que la araña que lo había dejado caer estaba hablando. No era fácil darse cuenta de ello, porque chascaba sus pinzas a cada palabra que decía.

— ¡Aragog!—llamaba—, ¡Aragog!

Y del medio de la gran tela de araña salió, muy despacio, una araña del tamaño de un elefante pequeño. El negro de su cuerpo y sus piernas estaba manchado de gris, y los ocho ojos que tenía en su cabeza horrenda y llena de pinzas eran de un blanco lechoso. Era ciega.

— ¿Qué hay? —dijo, chascando muy deprisa sus pinzas.

—Hombres —dijo la araña que había llevado a Harry.

— ¿Es Hagrid? —Aragog se acercó, moviendo vagamente sus múltiples ojos lechosos.

—Desconocidos —respondió la araña que había llevado a Ron.

—Matadlos —ordenó Aragog con fastidio—. Estaba durmiendo...

—Somos amigos de Hagrid —gritó Harry. Sentía como si el corazón se le hubiera escapado del pecho y estuviera retumbando en su garganta.

—Clic, clic, clic —hicieron las pinzas de todas las arañas en la hondonada.

Aragog se detuvo.

—Hagrid nunca ha enviado hombres a nuestra hondonada —dijo despacio.

—Hagrid está metido en un grave problema —dijo Harry, respirando muy deprisa—. Por eso hemos venido nosotros.

— ¿En un grave problema?—dijo la vieja araña, en un tono que a Harry se le antojó de preocupación—. Pero ¿por qué os ha enviado?” (CS, 239)

Harry quiso levantarse, pero decidió no hacerlo; no creía que las piernas lo pudieran sostener. Así que habló desde el suelo, lo más tranquilamente que pudo.

—En el colegio piensan que Hagrid se ha metido en... en... algo con los estudiantes. Se lo han llevado a Azkaban.

Aragog chascó sus pinzas enojado, y el resto de las arañas de la hondonada hizo lo mismo: era como si aplaudiesen, sólo que los aplausos no solían aterrorizar a Harry.

—Pero aquello fue hace años —dijo Aragog con fastidio—. Hace un montón de años. Lo recuerdo bien. Por eso lo echaron del colegio. Creyeron que yo era el monstruo que vivía en lo que ellos llaman la Cámara de los Secretos. Creyeron que Hagrid había abierto la cámara y me había liberado.

—Y tú... ¿tú no saliste de la Cámara de los Secretos? —dijo Harry, notando un sudor frío en la frente.

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— ¡Yo!—dijo Aragog, chascando de enfado—. Yo no nací en el castillo. Vine de una tierra lejana. Un viajero me regaló a Hagrid cuando yo estaba en el huevo. Hagrid sólo era un niño, pero me cuidó, me escondió en un armario del castillo, me alimentó con sobras de la mesa. Hagrid es un gran amigo mío, y un gran hombre. Cuando me descubrieron y me culparon de la muerte de una muchacha, él me protegió. Desde entonces, he vivido siempre en el bosque, donde Hagrid aún viene a verme. Hasta me encontró una esposa, Mosag, y ya veis cómo ha crecido mi familia, gracias a la bondad de Hagrid...

Harry reunió todo el valor que le quedaba.

— ¿Así que tú nunca... nunca atacaste a nadie?

—Nunca —dijo la vieja araña con voz ronca—. Mi instinto me habría empujado a ello, pero, por consideración a Hagrid, nunca hice daño a un ser humano. El cuerpo de la muchacha asesinada fue descubierto en los aseos. Yo nunca vi nada del castillo salvo el armario en que crecí. A nuestra especie le gusta la oscuridad y el silencio.

—Pero entonces... ¿sabes qué es lo que mató a la chica?—preguntó Harry—. Porque, sea lo que sea, ha vuelto a atacar a la gente...

Los chasquidos y el ruido de muchas patas que se movían de enojo ahogaron sus palabras. Al mismo tiempo, grandes figuras negras parecían crecer a su alrededor.” (CS, 240)

—Lo que habita en el castillo —dijo Aragog— es una antigua criatura a la que las arañas tememos más que a ninguna otra cosa. Recuerdo bien que le rogué a Hagrid que me dejara marchar cuando me di cuenta de que la bestia rondaba por el castillo.

— ¿Qué es? —dijo Harry enseguida.

Las pinzas chascaron más fuerte. Parecía que las arañas se acercaban.

— ¡No hablamos de eso! —dijo con furia Aragog—. ¡No lo nombramos! Ni siquiera a Hagrid le dije nunca el nombre de esa horrible criatura, aunque me preguntó varias veces.

Harry no quiso insistir, y menos con las arañas que se acercaban cada vez más por todos lados. Aragog parecía cansada de hablar. Iba retrocediendo despacio hacia su tela, pero las demás arañas seguían acercándose, poco a poco, a Harry y Ron.

—En ese caso, ya nos vamos —dijo Harry desesperadamente a Aragog, al oír los crujidos muy cerca.

— ¿Iros? —dijo Aragog despacio—. Creo que no...

—Pero, pero...

—Mis hijos e hijas no hacen daño a Hagrid, ésa es mi orden. Pero no puedo negarles un poco de carne fresca cuando se nos pone delante voluntariamente. Adiós, amigo de Hagrid.

Harry miró a todos lados. A muy poca distancia, mucho más alto que él, había un frente de arañas,

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como un muro macizo, chascando sus pinzas y con sus múltiples ojos brillando en las horribles cabezas negras.

Al coger su varita, Harry sabía que no le iba a servir, que había demasiadas arañas, pero estaba decidido a hacerles frente, dispuesto a morir luchando. Pero en aquel instante se oyó un ruido fuerte, y un destello de luz iluminó la hondonada.

El coche del padre de Ron rugía bajando la hondonada, con los faros encendidos, tocando la bocina, apartando a las arañas al chocar con ellas. Algunas caían del revés y se quedaban agitando sus largas patas en el aire. El coche se detuvo con un chirrido delante de Harry y Ron, y abrió las puertas.” (CS, 241)

Muere en abril de 1997. Es enterrado en la plantación de calabazas (PM).

-Es… Aragog… creo que se está muriendo… se enfermó durante el verano y no mejora… yo no sé qué haré si él… si él… hemos estado juntos por tanto tiempo…-

Hermione dio golpecitos en los hombros de Hagrid, sin saber qué decir. Harry sabía cómo se sentía ella. Él sabía que Hagrid trataba a un fiero bebé de dragón como un osito de peluche, le había visto cuidando a Escregutos gigantes con ventosas y aguijones, intentado razonar con ese brutal medio-hermano Gigante, pero ésta era quizás el más incomprensible de sus monstruosos gustos: la parlante araña gigante, Aragog, que moraba en lo profundo del Bosque Prohibido y de la que Ron y él habían escapado por poco cuatro años antes.

-¿Hay algo… hay algo que podamos hacer?- preguntó Hermione, ignorando las desesperadas muecas y las sacudidas de la cabeza de Ron.

-No lo creo, Hermione,- se atragantó Hagrid, tratando de contener el flujo de sus lágrimas. -Mira el resto de la colonia… la familia de Aragog… se están comportando de una manera extraña ahora que está enfermo… un poco impacientes…-“(PM, 221)

IQueridos Harry, Ron y Hermione!

Aragog murió anoche. Harry y Ron ustedes lo conocieron y saben lo especial que era. Hermione, yo se que te hubiera gustado. Sería muy importante para mí si ustedes vinieran al entierro esta noche. Estoy planeando hacerlo al anochecer, ese era su momento favorito del día. Yo se que ustedes no pueden estar fuera tan tarde, pero pueden usar la capa.

No lo pediría, pero no puedo afrontarlo solo.

Hagrid.” (PM, 436)

-¿Dónde lo vamos a enterrar?- preguntó. – ¿ El bosque?

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-Créeme, no - dijo Hagrid, limpiándose los ojos en su camisa. Las otras arañas no me dejan acercarme a sus telarañas ahora que Aragog se fue. Resulta que ellos no me comían solo por las órdenes de Aragog! ¿Puedes creerlo Harry?

La respuesta honesta era si, Harry recordó con dolorosa facilidad la escena cuando él y Ron se encontraron cara a cara con las acromántulas. Ellos tenían claro que Aragog era la única cosa que les impedía comerse a Hagrid.” (PM, 446)

Harry pensó en privado que lo que a Aragog le hubiera gustado más sobre Slughorn era la cantidad abundante de carne comestible que proporcionaría, pero solo se movió a la ventana trasera de la cabaña de Hagrid, donde vio la horrible imagen de la enorme araña muerta echada afuera, sus patas enroscadas y enredadas.

-Solo más allá de la parcela de calabaza, creo- dijo Hagrid en una voz atorada. –Ya cavé la…tu sabes… tumba. Solo pensé en decir algunas palabras lindas sobre él… recuerdos felices, tú sabes…

“(PM, 447)

ArnoldPigmi-PuffLa Madriguera Mascota de Ginny. Tiene el aspecto de un pompón morado (PM).

Y de hecho, la salida de la siguiente mañana fue más suave de lo usual. Los carros del Ministerio se deslizaron en frente de la Madriguera, donde ya los esperaban, con los baúles empacados: Crookshanks el gato de Hermione, encerrado seguramente en su canasta de viaje; Hedwig, Pigwidgeon y Arnold, el nuevo Puff Pigmeo morado de Ginny, iban en sus respectivas jaulas. “(PM, 132)

ArpíasCriaturas mágicas de aspecto de mujer, suelen tener más verrugas que las brujas. Son salvajes en apariencia, y es sabido que comen niños (AF, DP, mf, P), a pesar de que en El Caldero Chorreante Harry vio a una comiendo (PA4). Las arpías pueden ser terroríficas, ya que Quirrell las temía.

ARPÍASDesayunaba por las mañanas en el Caldero Chorreante, donde disfrutaba viendo a los demás huéspedes: brujas pequeñas y graciosas que habían llegado del campo para pasar un día de compras; magos de aspecto venerable que discutían sobre el último artículo aparecido en la revista La transformación moderna; brujos de aspecto primitivo; enanitos escandalosos; y, en cierta ocasión, una arpía con un pasamontañas de gruesa lana, que pidió un plato de hígado crudo.” (PA, 45)“El bar Las Tres Escobas estaba abarrotado de gente, en especial de alumnos de Hogwarts que disfrutaban de su tarde libre, pero también de una variedad de magos que difícilmente se veían en otro lugar. Harry suponía que, al ser Hogsmeade el único pueblo exclusivamente de magos de toda Gran Bretaña, debía de haberse convertido en una especie de refugio para criaturas tales como las arpías, que no estaban tan dispuestas como los magos a disfrazarse” (CF, 285)- Todos son alumnos míos y todos, muy reconocidos. Éste es Barnabas Cuffe, director de El

Profeta, a quien siempre le interesa escuchar mi opinión sobre las noticias del día, y éste es Ambrosius Flume, de Honeydukes (todos los años me regala una canasta para mi cumpleaños, ¡sólo porque le presenté a Cicerón Harkiss, que le ofreció su primer empleo!); y en la parte de atrás…verás si estiras un poco el cuello. Ésa es Gwenog Jones, la capitana de las Arpías de

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Holyhead. La gente siempre se sorprende cuando se entera de que tengo tan buena relación con las Arpías, ¡y tengo entradas gratis siempre que quiero!- Esa idea pareció animarlo muchísimo.”(PM, 75)

Era la primera vez que visitaba esa habitación. Era pequeña pero muy luminosa; en una pared había un gran póster del grupo mágico Las Brujas de Macbeth, y en otra, una fotografía de Gwenog Jones, capitana del Holyhead harpies, el equipo femenino de quidditch. “(RM, 105)

Babosa CarnívoraSon una especie de babosas que andan entre las plantas. Se alimentan de animales, por lo tanto no son herbívoras como la mayoría. Pueden ser ahuyentadas con un repelente (CS). A Hagrid le causan problemas con sus berzas, las echan a perder (CS), deben de secretar algún tóxico cuando se desplazan para que suceda esto.También afectan a las mandrágoras (CS/p).

Babosa Carnívora

Son una especie de babosas que andan entre las plantas. Se alimentan de animales, por lo tanto no son herbívoras como la mayoría. Pueden ser ahuyentadas con un repelente (CS). A Hagrid le causan problemas con sus berzas, las echan a perder (CS), deben de secretar algún tóxico cuando se desplazan para que suceda esto.También afectan a las mandrágoras (CS/p).

- — ¡No tienes remedio! —le dijo Hagrid de mala uva, sacudiéndole el hollín con tanto ímpetu que casi lo tira contra un barril de excrementos de dragón que había a la entrada de una farmacia—. Merodeando por el callejón Knockturn... No sé, Harry, es un mal sitio... Será mejor que nadie te vea por allí.

- —Ya me di cuenta —dijo Harry, agachándose cuando Hagrid hizo ademán de volver a sacudirle el hollín—. Ya te he dicho que me había perdido. ¿Y tú, qué hacías?

- —Buscaba un repelente contra las babosas carnívoras —gruñó Hagrid—. Están echando a perder las berzas. ¿Estás solo?

- —He venido con los Weasley, pero nos hemos separado —explicó Harry—. Tengo que buscarlos... Bajaron juntos por la calle.

- — ¿Por qué no has respondido a ninguna de mis cartas? —preguntó a Harry, que se veía obligado a trotar a su lado (tenía que dar tres pasos por cada zancada que Hagrid daba con sus grandes botas). Harry se lo explicó todo sobre Dobby y los Dursley.

- » ¡Condenados muggles!—gruñó Hagrid—. Si hubiera sabido...- — ¡Harry! ¡Harry! ¡Aquí!- Harry vio a Hermione Granger en lo alto de las escaleras de Gringotts. Ella bajó corriendo a su

encuentro, con su espesa cabellera castaña al viento.- — ¿Qué les ha pasado a tus gafas? Hola, Hagrid. ¡Cuánto me alegro de volver a veros! ¿Vienes

a Gringotts, Harry?- —Tan pronto como encuentre a los Weasley —respondió Harry.- —No tendréis que esperar mucho —dijo Hagrid con una sonrisa.- Harry y Hermione miraron alrededor. Corriendo por la abarrotada calle llegaban Ron, Fred,

George, Percy y el señor Weasley.

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- —Harry —dijo el señor Weasley jadeando—. Esperábamos que sólo te hubieras pasado una chimenea. —Se frotó su calva brillante—. Molly está desesperada..., ahora viene.

- — ¿Dónde has salido? —preguntó Ron.- —En el callejón Knockturn —respondió Harry con voz triste.- — ¡Fenomenal! —exclamaron Fred y George a la vez.- —A nosotros nunca nos han dejado entrar —añadió Ron, con envidia.- —Y han hecho bien —gruñó Hagrid.” (CS, 54)- Harry comprendió enseguida que lo que había dicho Malfoy era algo realmente grave, porque

sus palabras provocaron de repente una reacción tumultuosa. Flint tuvo que ponerse rápidamente delante de Malfoy para evitar que Fred y George saltaran sobre él. Alicia gritó « ¡Cómo te atreves!», y Ron se metió la mano en la túnica y, sacando su varita mágica, amenazó « ¡Pagarás por esto, Malfoy!», y sacando la varita por debajo del brazo de Flint, la dirigió al rostro de Malfoy

- Un estruendo resonó en todo el estadio, y del extremo roto de la varita de Ron surgió un rayo de luz verde quedándole en el estómago, lo derribó sobre el césped.

- — ¡Ron! ¡Ron! ¿Estás bien? —chilló Hermione.- Ron abrió la boca para decir algo, pero no salió ninguna palabra. Por el contrario, emitió un

tremendo eructo y le salieron de la boca varias babosas que le cayeron en el regazo.- El equipo de Slytherin se partía de risa. Flint se desternillaba, apoyado en su escoba nueva.

Malfoy, a cuatro patas, golpeaba el suelo con el puño. Los de Gryffindor rodeaban a Ron, que seguía vomitando babosas grandes y brillantes. Nadie se atrevía a tocarlo.

- —Lo mejor es que lo llevemos a la cabaña de Hagrid, que está más cerca —dijo Harry a Hermione, quien asintió valerosamente, y entre los dos cogieron a Ron por los brazos.

- — ¿Qué ha ocurrido, Harry? ¿Qué ha ocurrido? ¿Está enfermo? Pero podrás curarlo, ¿no? —Colin había bajado corriendo de su puesto e iba dando saltos al lado de ellos mientras salían del campo. Ron tuvo una horrible arcada y más babosas le cayeron por el pecho—. ¡Ah! —exclamó Colin, fascinado y levantando la cámara—, ¿puedes sujetarlo un poco para que no se mueva, Harry?

- — ¡Fuera de aquí, Colin! —dijo Harry enfadado. Entre él y Hermione sacaron a Ron del estadio y se dirigieron al bosque a través de la explanada.

- —Ya casi llegamos, Ron —dijo Hermione, cuando vieron a lo lejos la cabaña del guardián—. Dentro de un minuto estarás bien. Ya falta poco.

- Les separaban siete metros de la casa de Hagrid cuando se abrió la puerta. Pero no fue Hagrid el que salió por ella, sino Gilderoy Lockhart, que aquel día llevaba una túnica de color malva muy claro. Se les acercó con paso decidido.” (CS, 102)

- No había asientos; en su lugar; al lado de las ventanas con cortinas, había media docena de camas de hierro. A los lados de cada una había velas encendidas que iluminaban las paredes revestidas de madera.

- Un brujo pequeño con gorro de dormir murmuró en la parte trasera:- —Ahora no, gracias: estoy escabechando babosas. —Y se dio la vuelta, sin dejar de dormir.- —La tuya es ésta —susurró Stan, metiendo el baúl de Harry bajo la cama que había detrás del

conductor; que estaba sentado ante el volante—. Éste es nuestro conductor; Ernie Prang. Éste es Neville Longbottom, Ernie.

- Ernie Prang, un brujo anciano que llevaba unas gafas muy gruesas, le hizo un ademán con la cabeza. Harry volvió a taparse la cicatriz con el flequillo y se sentó en la cama.” (PA, 34)Un pequeñito que no tendría dos años, estaba en cuclillas y muy contento a la puerta de una carpa con forma de pirámide, pegándole con una varita a una babosa, que poco a poco iba adquiriendo el tamaño de una salchicha. Cuando pasaban junto a él, la madre salió de la carpa

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- ¿Cuántas veces te lo tengo que decir, Kevin? No…toques…la varita…de papá…¡Ay!Acababa de pisar la babosa gigan te, que reventó. El aire les llevò la reprimenda de la madre mezclada con los alaridos del niño.

- ¡Mamá, mala! ¡Rompido la babosa! (CF, 78)

Bane CentauroBosque prohibido Bane es un centauro al que que no le gustan ni confía en los humanos. Es uno de los que se lleva a Umbridge cuando ataca a Magorian. Su pelo es negro. (PF15, OP30, OP33). En la Batalla de Hogwarts, Hagrid le recrimina que no participe. Finalmente, los centauros atacan a los mortífagos (RM).

Bane

Centauro

Bosque Prohibido

Bane es un centauro al que no le gustan ni confía en los humanos. Es uno de los que se lleva a Umbridge cuando ataca a Magorian. Su pelo es negro (PF15, OF30, OF33) En la batalla de

Hogwarts, Hagrid le recrimina que no participe. Finalmente, los centauros atacan a los mortífagos.

“Un movimiento en los árboles detrás de Ronan hizo que Hagrid levantara de nuevo su ballesta, pero era sólo un segundo centauro, de cabello y cuerpo negro y con aspecto más salvaje que Ronan.

- Hola, Bane. – saludó Hagrid- ¿Estás bien?

- Buenas noches, Hagrid. Espero que estés bien.

- Bastante bien. Mira, le estaba preguntando a Ronan si habían visto algo extraño últimamente. Hirieron a un unicornio, ¿sabes algo sobre eso?

Bane se acercó a Ronan. Miró hacia el cielo.

- Esta noche Marte brilla mucho – dijo simplemente.

Eso dicen – dijo Hagrid de mal humor- Bueno, si alguno de ustedes ve algo, me avisan, ¿sí? Bueno, nosotros nos vamos” (PF, 211)

- Los centauros no somos sirvientes o juguetes de los humanos – declaró Firenze sin alterarse- . Se produjo una pausa y entonces Parvati volvió a levantar la mano.

- perdone, señor… ¿por qué lo han desterrado los otros centauros?

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- Porque he accedido a trabajar para el profesor Dumbledore – respondió Firenze – ellos lo consideran una traición a nuestra especie.

Entonces Harry recordó cómo, casi cuatro años atrás, el centauro Bane había insultado a Firenze por dejar que Harry montara en él para ponerse a salvo, llamándolo “mula ordinaria”. Harry también se preguntó si habría sido Bane quien había pegado una patada a Firenze en el pecho” (OF, 620)

Harry reconoció la barba y el cuerpo negros de Bane, a quien había visto casi cuatro años atrás, la misma noche que vio por primera vez a Firenze. Sin embargo, Bane no dio muestras de reconocerlo.

- Creo que acordamos lo que haríamos si este humano volvía a entrar en el bosque, ¿verdad? – puntualizó Bane con una desagradable entonación.

- ¿Ahora me llamas “este humano”? –replicó Hagrid, molesto. ¿Sólo porque intenté impedir que cometieran un asesinato?

- No debiste entrometerte, Hagrid, -- replicó Magorian. -- Nuestros métodos no son como los de ustedes, ni tampoco nuestras leyes. Firenze nos ha traicionado y nos ha deshonrado. –

- - No sé por qué dices eso – repuso Hagrid con impaciencia. – No ha hecho más que ayudar a Albus Dumbledore - --

- Firenze se ha convertido en esclavo de los humanos, -- afirmó un centauro gris de rostro severo, surcado de arrugas.

- -- ¡Esclavo! -- exclamó Hagrid mordazmente. --Solo le está haciendo un favor a Dumbledore, nada… --

- Está revelando nuestra sabiduría y nuestros secretos a los humanos, -- concretó Magorian sin alterarse. - Esa ignominia no tiene perdón—

- Si tú lo dices…, -- replicó Hagrid encogiéndose de hombros, -- pero personalmente creo que cometes-- un grave error –

- Igual que tú, humano, -- le espetó Bane, -- por entrar en nuestro Bosque cuando te advertimos que- --

- Escúchame bien – lo interrumpió Hagrid enojado-. Si no te importa preferiría que no lo llamaras “nuestro bosque” Tú no eres nadie para decidir quién puede entrar aquí y quién no.

- Ni tú, Hagrid, -- intervino Magorian, impasible. – Hoy te dejaré pasar porque vas acompañado de tus jóvenes - --

- - ¡No son suyos! – lo corrigió Bane con desprecio. ¡-- ¡Son alumnos, Magorian, del colegio! Seguramente ya se habrán beneficiado de las enseñanzas del traidor Firenze.

- De todos modos -- prosiguió Magorian con calma, - matar potrillos es un crimen terrible, nosotros no haremos daño a inocentes. Hoy puedes pasar, Hagrid. Pero, a partir de ahora, mantente alejado de este lugar. Perdiste la amistad de los centauros cuando ayudaste al traidor Firenze a huir de nosotros.

- ¡No pienso mantenerme alejado del bosque porque lo manden un puñado de mulas viejas como ustedes! – protestó Hagrid, gritando.

- ¡Hagrid! - exclamó Hermione con voz chillona, muerta de miedo, mientras Bane y el centauro gris piafaban- ¡vámonos, por favor!

Hagrid empezó a caminar, pero aún tenía la ballesta cargada y seguía mirando fijamente a Magorian.

- ¡Sabemos que es lo que escondes en el bosque, Hagrid! – le gritó Magorian, mientras los centauros desaparecían de la vista.- ¡Y nuestra tolerancia tiene límites!

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Hagrid, que parecía dispuesto a ir derecho hacia donde estaba Magorian, giró la cabeza

- ¡Lo tolerarán mientras esté aquí porque este bosque es tan suyo como de ustedes! – gritó mientras Harry y Hermione tiraban con todas sus fuerzas de su chaleco de piel de topo en un intento por impedir que siguiera avanzando.

Hagrid miró hacia abajo con el entrecejo fruncido; al ver a los dos tirando de su chaleco puso cara de sorpresa, pues al parecer acababa de notar que iba arrastrándolos

- Tranquilos, chicos - dijo(OF, 719, 720)

Banshee(PA7, CF21, AF).Esta criatura tenebrosa tiene apariencia de mujer con un largo cabello negro y una cara esquelética y verdosa. Su grito es mortal. Seamus Finnigan tiene un particular miedo a las banshees (PA7); una banshee que Lockhart había dicho derrotar había sido en realidad vencida por una bruja (CS16).La cantante Celestina Warbeck cuenta con un coro de banshees (DP).}

Banshee(PA7, CF21, ).Esta criatura tenebrosa tiene apariencia de mujer con un largo cabello negro y una cara esquelética y verdosa. Su

grito es mortal. Seamus Finnigan tiene un particular miedo a las banshees (PA7);¡Crac! Donde había estado la momia se encontraba ahora una mujer de pelo negro tan largo que le

llegaba llenó la sala: un prolongado aullido que le puso a Harry los pelos de punta.— ¡Riddíkulo! —gritó Seamus. al suelo, con un rostro huesudo de color verde: una banshee.

Abrió la boca completamente y un sonido sobrenaturalLa banshee emitió un sonido ronco y se llevó la mano al cuello. Se había quedado afónica. (PA, 115)Estaba hueco y completamente vacío. Pero, en cuanto Harry lo abrió, el más horrible de los

ruidos, una especie de lamento chirriante y estrepitoso, llenó la sala. Lo más parecido a aquello que Harry había oído había sido la orquesta fantasma en la fiesta de cumpleaños de muerte de Nick Casi Decapitado, cuyos componentes tocaban sierras musicales.

— ¡Ciérralo! —gritó Fred, tapándose los oídos con las manos.— ¿Qué era eso?—preguntó Seamus Finnigan, observando el huevo cuando Harry volvió a

cerrarlo—. Sonaba como una banshee. ¡A lo mejor te hacen burlar a una de ellas, Harry! (CF, 324)Una banshee que Lockhart había dicho derrotar había sido en realidad vencida por una bruja

(CS16).

Yo –dijo, señalando la foto y guiñando un ojo a su vez- soy Gilderoy Lockhart, caballero de la Orden de Merlín, tercera clase, miembro honorario de la Liga de Defensa contra las Artes Oscuras, y ganador en cinco ocasiones del Premio a la Sonrisa más Encantadora, otorgado por la revista Corazón de Bruja, pero no quiero hablar de eso. ¡No me libré con mi sonrisa de la banshee de Bandon que presagiaba la muerte!Esperó a que todos se rieran. Hubo alguna sonrisa.Para que sepan las banshees son espíritus femeninos que anuncian la muerte – explicó. (CS, 89)

- —Muchacho —dijo Lockhart, irguiéndose y mirando a Harry con el entrecejo fruncido—, usa el sentido común. No habría vendido mis libros ni la mitad de bien si la gente no se hubiera creído que yo hice todas esas cosas. A nadie le interesa la historia de un mago de Armenia, feo y viejo, aunque librara de los hombres lobo a un pueblo. Habría quedado horrible en la portada.

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No tenía ningún gusto vistiendo. Y la bruja que echó a la banshee que presagiaba la muerte tenía un labio leporino. Quiero decir..., vamos, que...

- — ¿Así que usted se ha estado llevando la gloria de lo que ha hecho otra gente? —dijo Harry, que no daba crédito a lo que oía.”” (CS, 256)

- Se soltó una de las vendas y la momia se enredó en ella, cayó de bruces y la cabeza salió rodando.- — ¡Seamus! —gritó el profesor Lupin.- Seamus pasó junto a Parvati como una flecha.- ¡Crac! Donde había estado la momia se encontraba ahora una mujer de pelo negro tan largo que le llegaba al suelo,

con un rostro huesudo de color verde: una banshee. Abrió la boca completamente y un sonido sobrenatural llenó la sala: un prolongado aullido que le puso a Harry los pelos de punta.

- — ¡Riddíkulo! —gritó Seamus.- La banshee emitió un sonido ronco y se llevó la mano al cuello. Se había quedado afónica.- ¡Crac! La banshee se convirtió en una rata que intentaba morderse la cola, dando vueltas en círculo; a

continuación... ¡crac!, se convirtió en una serpiente de cascabel que se deslizaba retorciéndose, y luego... ¡crac!, en un ojo inyectado en sangre.” (PA, 116)

- — ¡Jo, cómo pesa!—dijo Lee Jordan cogiendo el huevo de oro, que Harry había dejado en una mesa, y sopesándolo en una mano—. ¡Vamos, Harry, ábrelo! ¡A ver lo que hay dentro!

- —Se supone que tiene que resolver la pista por sí mismo —objetó Hermione—. Son las reglas del Torneo...

- —También se suponía que tenía que averiguar por mí mismo cómo burlar al dragón —susurró Harry para que sólo Hermione pudiera oírlo, y ella sonrió sintiéndose un poco culpable.

- — ¡Sí, vamos, Harry, ábrelo! —repitieron varios.- Lee le pasó el huevo a Harry, que hundió las uñas en la ranura y apalancó para abrirlo.- Estaba hueco y completamente vacío. Pero, en cuanto Harry lo abrió, el más horrible de los

ruidos, una especie de lamento chirriante y estrepitoso, llenó la sala. Lo más parecido a aquello que Harry había oído había sido la orquesta fantasma en la fiesta de cumpleaños de muerte de Nick Casi Decapitado, cuyos componentes tocaban sierras musicales.

- — ¡Ciérralo! —gritó Fred, tapándose los oídos con las manos.- — ¿Qué era eso?—preguntó Seamus Finnigan, observando el huevo cuando Harry volvió a

cerrarlo—. Sonaba como una banshee. ¡A lo mejor te hacen burlar a una de ellas, Harry!” (CF, 324)

BasiliscoBasilisco

Clasificación del MM: XXXXXTambién conocido como "rey de las serpientes". El basilisco es una serpiente verde brillante que

puede alcanzar más de quince metros de largo. El macho luce una pluma escarlata sobre la cabeza. Tiene colmillos excepcionalmente venenosos (CS),

Sintió un agudo dolor encima del codo. Un colmillo largo y venenoso se le estaba hundiendo más y más en el brazo, y se partió cuando el monstruo volvió la cabeza a un lado y con un estremecimiento se desplomó en el suelo.

Harry; apoyado en la pared, se dejó resbalar hasta quedar sentado en el suelo. Agarró el colmillo envenenado y se lo arrancó. Pero sabía que ya era demasiado tarde. El veneno había penetrado. La herida le producía un dolor candente que se le extendía lenta pero regularmente por todo el cuerpo. Al extraer el colmillo y ver su propia sangre que le empapaba la túnica, se le nubló la vista. La cámara se disolvió en un remolino de colores apagados. (CS, 274, 275)

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Grandes, curvados y amarillos (RM31). Los ojos de Harry bajaron a los objetos que Ron y Hermione estaban sujetando: colmillos grandes y curvos; arrancados, se daba cuenta ahora, del cráneo de un basilisco muerto. (RM, 525)

Pero su arma más mortífera es la mirada. Cualquier que mire directamente a sus grandes ojos amarillos morirá al instante.

“De las muchas pavorosas bestias y terribles monstruos que vagan por nuestra tierra, no hay ninguno más sorprendente ni más letal que el basilisco, conocido como el rey de las serpientes. Esta

serpiente, que puede alcanzar un gigantesco tamaño y cuya vida dura varios siglos, nace de un huevo de gallina empollado por un sapo. Sus métodos de matar son de lo más extraordinarios, pues

además de sus colmillos mortalmente venenosos, el basilisco mata con la mirada, y todos lo que fijen su vista en el brillo de sus ojos sufrirán instantánea muerte. Las arañas huyen del basilisco, pues es éste su mortal enemigo, y el basilisco huye sólo del canto del gallo, que le es fatal” (CS,

246)El canto del gallo puede ser mortal para el basilisco. Si una persona mira a los ojos del basilisco a través de algo (reflejo de agua, un espejo, un fantasma, una cámara de fotos...) no muere, si no que

queda petrificado.Harry lucha a finales del curso 1992-93 contra un basilisco, y lo mata clavándole la espada de

Godric por la boca. Fawkes ciega antes al basilisco, y luego cura con sus lágrimas el veneno que ha penetrado en Harry (CS).

De las muchas bestias pavorosas y monstruos terribles que vagan por nuestra tierra, no hay ninguna más sorprendente ni más letal que el basilisco, conocido como el rey de las serpientes. Esta serpiente, que puede alcanzar un tamaño gigantesco y cuya vida dura varios siglos, nace de un huevo de gallina empollado por un sapo. Sus métodos de matar son de lo más extraordinario, pues además de sus colmillos mortalmente venenosos, el basilisco mata con la mirada, y todos cuantos fijaren su vista en el brillo de sus ojos han de sufrir instantánea muerte. Las arañas huyen del basilisco, pues es éste su mortal enemigo, y el basilisco huye sólo del canto del gallo, que para él es mortal.” (CS, 250)Una gran mole golpeó contra el suelo de piedra de la cámara, y Harry notó que toda la estancia

temblaba. Sabía lo que estaba ocurriendo, podía sentirlo, podía ver sin abrir los ojos la gran serpiente desenroscándose de la boca de Slytherin. Entonces oyó una voz silbante.

—Mátalo.El basilisco se movía hacia Harry, éste podía oír su pesado cuerpo deslizándose lentamente por

el polvoriento suelo. Con los ojos cerrados, Harry comenzó a moverse a ciegas hacia un lado, palpando con las manos el camino. Ryddle reía...

Harry tropezó. Cayó contra la piedra y notó el sabor de la sangre. La serpiente se encontraba a un metro escaso de él, y Harry la oía acercarse.

De repente oyó un ruido fuerte, como un estallido, justo encima de él, y algo pesado lo golpeó con tanta fuerza que lo tiró contra el muro. Esperando que la serpiente le hincara los colmillos, oyó más silbidos enloquecidos y algo que azotaba las columnas.

No pudo evitarlo. Abrió los ojos lo suficiente para vislumbrar qué sucedía.La serpiente, de un verde brillante y gruesa como el tronco de un roble, se había alzado en el

aire y su gran cabeza roma zigzagueaba como borracha entre las columnas. Temblando, Harry se preparó a cerrar los ojos en cuanto el monstruo hiciera ademán de volverse, y entonces vio qué era lo que había enloquecido a la serpiente.

Fawkes planeaba alrededor de su cabeza, y el basilisco le lanzaba furiosos mordiscos con sus colmillos largos y afilados como sables.

Entonces Fawkes descendió. Su largo pico de oro se hundió en la carne del monstruo y un chorro de sangre negruzca salpicó el suelo. La cola de la serpiente golpeaba muy cerca de Harry, y antes de que pudiera cerrar los párpados, el basilisco se volvió. Harry miró de frente a su cabeza y

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se dio cuenta de que el fénix lo había picado en los ojos, aquellos grandes y prominentes ojos amarillos. La sangre resbalaba hasta el suelo y la serpiente escupía agonizando.

— ¡No! —oyó Harry gritar a Ryddle—. ¡Deja al pájaro! ¡Deja al pájaro! ¡El chico está detrás de ti! ¡Puedes olerlo! ¡Mátalo!

La serpiente ciega se balanceaba desorientada, herida de muerte. Fawkes describía círculos alrededor de su cabeza, silbando su inquietante canción, picando aquí y allá en el morro lleno de escamas del basilisco, mientras brotaba la sangre de sus ojos heridos.

— ¡Ayuda, ayuda! —pedía Harry enloquecido—. ¡Que alguien me ayude!La cola de la serpiente volvió a golpear contra el suelo. Harry se agachó. Un objeto blando le

golpeó en la cara.El basilisco había lanzado en su furia el Sombrero Seleccionador sobre Harry, y éste lo cogió.

Era cuanto le quedaba, su última oportunidad. Se lo caló en la cabeza y se echó al suelo antes de que la serpiente sacudiera la cola de nuevo.

—Ayúdame..., ayúdame... —pensó Harry, apretando los ojos bajo el sombrero—, ¡ayúdame, por favor!

No hubo una voz que le respondiera. En su lugar, el sombrero encogió, como si una mano invisible lo estrujara.

Algo muy duro y pesado golpeó a Harry en lo alto de la cabeza, dejándolo casi sin sentido. Viendo todavía parpadear estrellas en los ojos, cogió el sombrero para quitárselo y notó que debajo había algo largo y duro.

Se trataba de una espada plateada y brillante, con la empuñadura llena de fulgurantes rubíes del tamaño de huevos.

— ¡Mata al chico! ¡Deja al pájaro! ¡El chico está detrás de ti! Olfatea... ¡Huélelo!Harry empuñó la espada. Estaba dispuesto a defenderse. El basilisco bajó la cabeza, retorció

el cuerpo, golpeando contra las columnas, y se volvió para enfrentarse a Harry. Pudo verle las cuencas de los ojos llenas de sangre, y la boca que se abría. Una boca lo bastante grande para tragarlo entero, bordeada de colmillos tan largos como su espada, delgados, brillantes, venenosos...

La bestia arremetió a ciegas. Harry, al esquivarla, dio contra la pared de la cámara. El monstruo arremetió de nuevo, y su lengua bífida azotó un costado de Harry. Entonces levantó la espada con ambas manos.

El basilisco atacó de nuevo, pero esta vez fue directo a Harry, que hincó la espada con todas sus fuerzas, hundiéndola hasta la empuñadura en el velo del paladar de la serpiente.

Pero mientras la cálida sangre le empapaba los brazos, sintió un agudo dolor encima del codo. Un colmillo largo y venenoso se le estaba hundiendo más y más en el brazo, y se partió cuando el monstruo volvió la cabeza a un lado y con un estremecimiento se desplomó en el suelo.

Harry; apoyado en la pared, se dejó resbalar hasta quedar sentado en el suelo. Agarró el colmillo envenenado y se lo arrancó. Pero sabía que ya era demasiado tarde. El veneno había penetrado. La herida le producía un dolor candente que se le extendía lenta pero regularmente por todo el cuerpo. Al extraer el colmillo y ver su propia sangre que le empapaba la túnica, se le nubló la vista. La cámara se disolvió en un remolino de colores apagados.

Una mancha roja pasó a su lado y Harry oyó un ruido de garras.—Fawkes —dijo con dificultad—. Eres estupendo, Fawkes... —Sintió que el pájaro posaba su

hermosa cabeza en el brazo, donde la serpiente lo había herido.Oyó unos pasos que resonaban en la cámara, y luego vio una negra sombra delante de él.—Estás muerto, Harry Potter —dijo sobre él la voz de Ryddle—. Muerto. Hasta el pájaro de

Dumbledore lo sabe. ¿Ves lo que hace, Potter? Está llorando.Harry parpadeó. Sólo un instante vio con claridad la cabeza de Fawkes. Por las brillantes

plumas le corrían unas lágrimas gruesas como perlas.—Me voy a sentar aquí a esperar que mueras, Harry Potter. Tómate todo el tiempo que

quieras. No tengo prisa.Harry cayó en un profundo sopor. Todo le daba vueltas.

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—Éste es el fin del famoso Harry Potter —dijo la voz distante de Ryddle—. Solo en la Cámara de los Secretos, abandonado por sus amigos, derrotado al fin por el Señor Tenebroso al que él tan imprudentemente se enfrentó. Volverás con tu querida madre sangre sucia, Harry... Ella compró con su vida doce años de tiempo para ti... pero al final te ha vencido lord Voldemort. Sabías que sucedería.

Si aquello era morirse, pensó Harry, no era tan desagradable. Incluso el dolor se iba...Pero ¿de verdad era aquello la muerte? En lugar de oscurecerse, la cámara se volvía más clara.

Harry movió un poco la cabeza, y allí estaba Fawkes, apoyándole todavía la suya en el brazo. Un charquito de lágrimas brillaba en torno a la herida... Sólo que ya no había herida.

—Márchate, pájaro —dijo de pronto la voz de Ryddle—. Sepárate de él. ¡He dicho que te vayas!

Harry levantó la cabeza. Ryddle apuntaba a Fawkes con la varita de Harry Sonó como un disparo y Fawkes emprendió el vuelo en un remolino de rojo y oro.

—Lágrimas de fénix... —dijo Ryddle en voz baja, contemplando el de Harry—. Naturalmente... Poderes curativos..., me había olvidado.... —miró a Harry a la cara—. Pero igual

da. De hecho, lo prefiero así. Solos tú y yo, Harry Potter..., tú y yo...” (CS, 276)Durante la Batalla de Hogwarts, Ron y Hermione entran a la Cámara de los Secretos para conseguir

colmillos de basilisco y destruir los Horcruxes con su veneno (RM31).

- ¿Dónde demonios han estado? – les gritó Harry

- En la Cámara Secreta.- dijo Ron.

- En la Cámara - ¿qué? – deteniéndose inestablemente frente a ellos.

- ¡Fue idea de Ron, todo! – dijo Hermione sin aliento - ¿No fue absolutamente brillante? Ahí estábamos, después de irnos, y yo le dije a Ron, incluso si encontrábamos el otro, ¿cómo nos desharemos de él? ¡Aún no nos habíamos deshecho de la copa! ¡Y entonces él pensó en eso! ¡El basilisco!

- ¿Pero qué-?

- Algo para deshacernos de los Horrocruxes.- dijo Ron simplemente.

Los ojos de Harry bajaron a los objetos que Ron y Hermione estaban sujetando: colmillos grandes y curvos; arrancados, se daba cuenta ahora, del cráneo de un basilisco muerto.

- ¿Pero cómo llegaron allí? – preguntó, cambiando la mirada de los colmillos a Ron. – ¡Necesitas hablar pársel!

- ¡Lo hizo! – susurró Hermione.- ¡Muéstrale, Ron! – Ron hizo un horrible siseo estrangulado.

- Es lo que hiciste cuando abriste el relicario, - le dijo a Harry disculpándose.- Tuve que intentarlo varias veces para que me saliera bien, pero – se encogió de hombros modestamente – al final entramos.

- ¡Estuvo asombroso! – dijo Hermione - ¡Asombroso!” (RM, 525)

— ¿Quiénes son los jueces? —preguntó Harry.

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—Bueno, los directores de los colegios participantes deben de formar parte del tribunal —declaró Hermione, y todos se volvieron hacia ella, bastante sorprendidos—, porque los tres resultaron

heridos durante el torneo de mil setecientos noventa y dos, cuando se soltó un basilisco que tenían que atrapar los campeones (CF, 214)

Bicornio El cuerno de esta criatura es usado como ingrediente para pociones. Su nombre sugiere que tiene dos cuernos. En la mitología, el bicornio es una demoníaca criatura que come carne humana.

BicornioÉsta es la poción más complicada que he visto nunca —dijo Hermione, al mirar la receta—. Crisopos, sanguijuelas, Descurainia sophia y centinodia —murmuró, pasando el dedo por la lista de los ingredientes—. Bueno, no son difíciles de encontrar, están en el armario de los estudiantes, podemos conseguirlos. ¡Vaya, mirad, polvo de cuerno de bicornio! No sé dónde vamos a encontrarlo..., piel en tiras de serpiente arbórea africana..., eso también será peliagudo... y por supuesto, algo de aquel en quien queramos convertirnos. (CS, 147)Por desgracia, la poción estaba a medio acabar. Aún necesitaban el cuerno de bicornio y la piel de serpiente arbórea africana, y el único lugar del que podrían sacarlos era el armario privado de Snape. A Harry le parecía que preferiría enfrentarse al monstruo legendario deSlytherin a tener que soportar las iras de Snape si lo pillaba robándole en el despacho.—Lo que tenemos que hacer —dijo animadamente Hermione, cuando se acercaba la doble clase de Pociones de la tarde del jueves— es distraerle con algo. Entonces uno de nosotros podrá entrar en el despacho de Snape y coger lo que necesitamos. —Harry y Ron la miraron nerviosos—. Creo que es mejor que me encargue yo misma del robo —continuó Hermione, como si tal cosa—. A vosotros dos os expulsarían si os pillaran en otra, mientras que yo tengo el expediente limpio. Así que no tenéis más que originar un tumulto lo suficientemente importante para mantener ocupado a Snape unos cinco minutos.Harry sonrió tímidamente. Provocar un tumulto en la clase de Pociones de Snape era tan arriesgado como pegarle un puñetazo en el ojo a un dragón dormido.Las clases de Pociones se impartían en una de las mazmorras más espaciosas. Aquella tarde de jueves, la clase se desarrollaba como siempre. Veinte calderos humeaban entre los pupitres de madera, en los que descansaban balanzas de latón y jarras con los ingredientes. Snape rondaba por entre los fuegos, haciendo comentarios envenenados sobre el trabajo de los de Gryffindor, mientras los de Slytherin se reían a cada crítica. Draco Malfoy, que era el alumno favorito deSnape, hacía burla con los ojos a Ron y Harry, que sabían que si le contestaban tardarían en ser castigados menos de lo que se tarda en decir «injusto».A Harry la pócima infladora le salía demasiado líquida, pero en aquel momento le preocupaban otras cosas más importantes. Aguardaba una seña de Hermione, y apenas prestó atención cuando Snape se detuvo a mirar con desprecio su poción aguada. Cuando Snape se volvió y se fue a ridiculizar a Neville, Hermione captó la mirada de Harry; y le hizo con la cabeza un gesto afirmativo.Harry se agachó rápidamente y se escondió detrás de su caldero, se sacó de un bolsillo una de las bengalas del doctor Filibuster que tenía Fred, y le dio un golpe con la varita. La bengala se puso a silbar y echar chispas. Sabiendo que sólo contaba con unos segundos, Harry se levantó, apuntó y la lanzó al aire. La bengala aterrizó dentro del caldero de Goyle.La poción de Goyle estalló, rociando a toda la clase. Los alumnos chillaban cuando los alcanzaba la pócima infladora. A Malfoy le salpicó en toda la cara, y la nariz se le empezó a hinchar como un balón; Goyle andaba a ciegas tapándose los ojos con las manos, que se le pusieron del tamaño de platos soperos, mientras Snape trataba de restablecer la calma y de entender qué había sucedido. Harry vio a Hermione aprovechar la confusión para salir discretamente por la puerta.— ¡Silencio! ¡SILENCIO!—gritaba Snape—. Los que hayan sido salpicados por la poción, que vengan aquí para ser curados. Y cuando averigüe quién ha hecho esto...

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Harry intentó contener la risa cuando vio a Malfoy apresurarse hacia la mesa del profesor, con la cabeza caída a causa del peso de la nariz, que había llegado a alcanzar el tamaño de un pequeño melón. Mientras la mitad de la clase se apiñaba en torno a la mesa de Snape, unos quejándose de sus brazos del tamaño de grandes garrotes, y otros sin poder hablar debido a la hinchazón de sus labios, Harry vio que Hermione volvía a entrar en la mazmorra, con un bulto debajo de la túnica.Cuando todo el mundo se hubo tomado un trago de antídoto y las diversas hinchazones remitieron, Snape se fue hasta el caldero de Goyle y extrajo los restos negros y retorcidos de la bengala. Se produjo un silencio repentino.—Si averiguo quién ha arrojado esto —susurró Snape—, me aseguraré de que lo expulsen.Harry puso una cara que esperaba que fuera de perplejidad. Snape lo miraba a él, y la campana que sonó al cabo de diez minutos no pudo ser mejor bienvenida.—Sabe que fui yo —dijo Harry a Ron y Hermione, mientras iban deprisa a los aseos- (CS, 164- 167)

BillywigClasificación del MM: XXXEl billywig es un insecto nativo de Australia. Mide alrededor de un metro y veinticinco centímetros de largo y es de un azul zafiro muy llamativo, aunque, gracias a su velocidad, rara vez es detectado por los muggles o incluso por los magos, hasta que los pican. Al billywig le crecen las alas en la parte superior de la cabeza y éstas dan vueltas de una manera que hace que el insecto gire sobre sí mismo mientras vuela. Del fino tórax sale un aguijón largo y fino. Quienes sufren la picadura de un billywig experimentan mareos seguidos de levitación. Todas las generaciones de jóvenes magos y brujas australianos han tratado de atraparlos y obligarlos a picar para disfrutar de sus efectos, aunque un exceso de picaduras puede provocar que la víctima flote en el aire incontroladamente durante días: si se produce una reacción alérgica grave, puede terminar en un estado de flotación permanente. Los aguijones secos de billywig se utilizan en varias pociones y se cree que son un ingrediente de la popular golosina meigas fritas (AF, P). "En ese caso me los comí la última vez" (anotación de Harry y Ron).Xenophilius Lovegood añade alas de Billywig a la copia de la diadema perdida de Rowena Ravenclaw (RM25).

BILLYWIG

—Ah, habéis visto mi invento preferido —dijo, poniendo la bandeja en brazos de Hermione y

uniéndose a Harry al lado de la estatua—. Basado, de manera bastante adecuada, en la cabeza de la

hermosa Rowena Ravenclaw. ¡«Una inteligencia sin límites es el mayor tesoro de los hombres»!

Indicó varios objetos, como las trompetillas.

—Estos son sifones de torposoplo… para eliminar todas las fuentes de distracción del área

inmediata del pensador. Allí —señaló a las pequeñas alas—, un ala de billywig, para provocar un

sublime estado de ánimo. Finalmente —apuntó al rábano anaranjado—, la ciruela dirigible, para

realzar la habilidad de aceptar lo extraordinario.” (RM, 345)

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Binky Conejo MuertoMascota de Lavender Brown, un joven conejo que fue matado por un zorro a finales de 1993.

Binky

Conejo MuertoMascota de Lavender Brown, un joven conejo que fue matado por un zorro a finales de 1993

. — ¿Qué ocurre, Lavender? —preguntó preocupada Hermione, cuando ella, Harry y Ron se acercaron al grupo.

—Esta mañana ha recibido una carta de casa —susurró Parvati—. Se trata de su conejo Binky. Un zorro lo ha matado.

— ¡Vaya!—dijo Hermione—. Lo siento, Lavender.

— ¡Tendría que habérmelo imaginado! —dijo Lavender en tono trágico—. ¿Sabéis qué día es hoy?

—Eh...

— ¡16 de octubre! ¡«Eso que temes ocurrirá el viernes 16 de octubre»! ¿Os acordáis? ¡Tenía razón!

Toda la clase se acababa de reunir alrededor de Lavender. Seamus cabeceó con pesadumbre. Hermione titubeó. Luego dijo:

—Tú, tú... ¿temías que un zorro matara a Binky?

—Bueno, no necesariamente un zorro —dijo Lavender; alzando la mirada hacia Hermione y con los ojos llenos de lágrimas—. Pero tenía miedo de que muriera.

—Vaya —dijo Hermione. Volvió a guardar silencio. Luego preguntó—: ¿Era viejo?

—No... —dijo Lavender sollozando—. ¡So... sólo era una cría!

Parvati le estrechó los hombros con más fuerza.

—Pero entonces, ¿por qué temías que muriera? —preguntó Hermione. Parvati la fulminó con la mirada—. Bueno, miradlo lógicamente —añadió Hermione hacia el resto del grupo—. Lo que quiero decir es que..., bueno, Binky ni siquiera ha muerto hoy. Hoy es cuando Lavender ha recibido la noticia... —Lavender gimió—. Y no puede haberlo temido, porque la ha pillado completamente por sorpresa.

—No le hagas caso, Lavender —dijo Ron—. Las mascotas de los demás no le importan en absoluto. (PA, 123)

Bodrog DuendeGringotts

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Duende que lleva a Hermione, transformada en Bellatrix, hasta la cámara de los Lestrange. Harry le domina con la maldición Imperius (RM26).

Ver Bogrod

BoggartEste animal prefiere vivir en lugares oscuros y cerrados, y toma la forma de aquello que mas teme la persona con la que se encuentra; nadie sabe en realidad cual es la forma real del boggart). Para vencerlo, hay que obligarlo a tomar la forma de algo que se encuentre cómico, a la vez que se usa el hechizo 'Riddíkulo'.

BOGGART- Remus Lupin , en una clase de Defensa Contra las Artes Oscuras, les enseña a vencer un boggart (PA7);-- Ahora —dijo el profesor Lupin llamando la atención del fondo de la clase, donde no había más que un

viejo armario en el que los profesores guardaban las togas y túnicas de repuesto. Cuando el profesor Lupin se acercó, el armario tembló de repente, golpeando la pared.

- »No hay por qué preocuparse —dijo con tranquilidad el profesor Lupin cuando algunos de los alumnos se echaron hacia atrás, alarmados—. Hay un boggart ahí dentro.

- Casi todos pensaban que un boggart era algo preocupante. Neville dirigió al profesor Lupin una mirada de terror y Seamus Finnigan vio con aprensión moverse el pomo de la puerta.

- —A los boggarts les gustan los lugares oscuros y cerrados —prosiguió el profesor Lupin—: los roperos, los huecos debajo de las camas, el armario de debajo del fregadero... En una ocasión vi a uno que se había metido en un reloj de pared. Se vino aquí ayer por la tarde, y le pregunté al director si se le podía dejar donde estaba, para utilizarlo hoy en una clase de prácticas. La primera pregunta que debemos contestar es: ¿qué es un boggart?

- Hermione levantó la mano.- —Es un ser que cambia de forma —dijo—. Puede tomar la forma de aquello que más miedo nos da.- —Yo no lo podría haber explicado mejor —admitió el profesor Lupin, y Hermione se puso radiante de

felicidad—. El boggart que está ahí dentro, sumido en la oscuridad, aún no ha adoptado una forma. Todavía no sabe qué es lo que más miedo le da a la persona del otro lado. Nadie sabe qué forma tiene un boggart cuando está solo, pero cuando lo dejemos salir; se convertirá de inmediato en lo que más temamos. Esto significa —prosiguió el profesor Lupin, optando por no hacer caso de los balbuceos de terror de Neville— que ya antes de empezar tenemos una enorme ventaja sobre el boggart. ¿Sabes por qué, Harry?

- Era difícil responder a una pregunta con Hermione al lado, que no dejaba de ponerse de puntillas, con la mano levantada. Pero Harry hizo un intento:

- — ¿Porque somos muchos y no sabe por qué forma decidirse?- —Exacto —dijo el profesor Lupin. Y Hermione bajó la mano algo decepcionada—. Siempre es mejor

estar acompañado cuando uno se enfrenta a un boggart, porque se despista. ¿En qué se debería convertir; en un cadáver decapitado o en una babosa carnívora? En cierta ocasión vi que un boggart cometía el error de querer asustar a dos personas a la vez y el muy imbécil se convirtió en media babosa. No daba ni gota de miedo. El hechizo para vencer a un boggart es sencillo, pero requiere fuerza mental. Lo que sirve para vencer a un boggart es la risa. Lo que tenéis que hacer es obligarle a que adopte una forma que vosotros encontréis cómica. Practicaremos el hechizo primero sin la varita. Repetid conmigo: ¡Riddíkulo!

- — ¡Riddíkulo! —dijeron todos a la vez.- —Bien —dijo el profesor Lupin—. Muy bien. Pero me temo que esto es lo más fácil. Como veis, la

palabra sola no basta. Y aquí es donde entras tú, Neville.- El armario volvió a temblar. Aunque no tanto como Neville, que avanzaba como si se dirigiera a la horca.

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- —Bien, Neville —prosiguió el profesor Lupin—. Empecemos por el principio: ¿qué es lo que más te asusta en el mundo? —Neville movió los labios, pero no dijo nada—. Perdona, Neville, pero no he entendido lo que has dicho —dijo el profesor Lupin, sin enfadarse.

- Neville miró a su alrededor; con ojos despavoridos, como implorando ayuda. Luego dijo en un susurro:- —El profesor Snape.- Casi todos se rieron. Incluso Neville se sonrió a modo de disculpa. El profesor Lupin, sin embargo, parecía

pensativo.- —El profesor Snape... mm... Neville, creo que vives con tu abuela, ¿es verdad?- —Sí —respondió Neville, nervioso—. Pero no quisiera tampoco que el boggart se convirtiera en ella.- —No, no. No me has comprendido —dijo el profesor Lupin, sonriendo—. Lo que quiero saber es si

podrías explicarnos cómo va vestida tu abuela normalmente.- Neville estaba asustado, pero dijo:- —Bueno, lleva siempre el mismo sombrero: alto, con un buitre disecado encima; y un vestido largo...

normalmente verde; y a veces, una bufanda de piel de zorro.- — ¿Y bolso? —le ayudó el profesor Lupin.- —Sí, un bolso grande y rojo —confirmó Neville.- —Bueno, entonces —dijo el profesor Lupin—, ¿puedes recordar claramente ese atuendo, Neville? ¿Eres

capaz de verlo mentalmente?- —Sí —dijo Neville, con inseguridad, preguntándose qué pasaría a continuación.- —Cuando el boggart salga de repente de este armario y te vea, Neville, adoptará la forma del profesor

Snape —dijo Lupin—. Entonces alzarás la varita, así, y dirás en voz alta: ¡Riddíkulo!, concentrándote en el atuendo de tu abuela. Si todo va bien, el boggart-profesor Snape tendrá que ponerse el sombrero, el vestido verde y el bolso grande y rojo.

- Hubo una carcajada general. El armario tembló más violentamente.- —Si a Neville le sale bien —añadió el profesor Lupin—, es probable que el boggart vuelva su atención hacia

cada uno de nosotros, por turno. Quiero que ahora todos dediquéis un momento a pensar en lo que más miedo os da y en cómo podríais convertirlo en algo cómico...

- La sala se quedó en silencio. Harry meditó... ¿qué era lo que más le aterrorizaba en el mundo?- Lo primero que le vino a la mente fue lord Voldemort, un Voldemort que hubiera recuperado su antigua

fuerza. Pero antes de haber empezado a planear un posible contraataque contra un boggart-Voldemort, se le apareció una imagen horrible: una mano viscosa, corrompida, que se escondía bajo una capa negra..., una respiración prolongada y ruidosa que salía de una boca oculta... luego un frío tan penetrante que le ahogaba...

- Harry se estremeció. Miró a su alrededor, deseando que nadie lo hubiera notado. La mayoría de sus compañeros tenía los ojos fuertemente cerrados. Ron murmuraba para sí:

- —Arrancarle las patas.- Harry adivinó de qué se trataba. Lo que más miedo le daba a Ron eran las arañas.- — ¿Todos preparados? —preguntó el profesor Lupin.- Harry se horrorizó. Él no estaba preparado. Pero no quiso pedir más tiempo. Todos los demás asentían con

la cabeza y se arremangaban.- —Nos vamos a echar todos hacia atrás, Neville —dijo el profesor Lupin—, para dejarte el campo

despejado. ¿De acuerdo? Después de ti llamaré al siguiente, para que pase hacia delante... Ahora todos hacia atrás, así Neville podrá tener sitio para enfrentarse a él.

- Todos se retiraron, arrimándose a las paredes, y dejaron a Neville solo, frente al armario. Estaba pálido y asustado, pero se había arremangado la túnica y tenía la varita preparada.

- —A la de tres, Neville —dijo el profesor Lupin, que apuntaba con la varita al pomo de la puerta del armario—. A la una... a las dos... a las tres... ¡ya!

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- Un haz de chispas salió de la varita del profesor Lupin y dio en el pomo de la puerta. El armario se abrió de golpe y el profesor Snape salió de él, con su nariz ganchuda y gesto amenazador. Fulminó a Neville con la mirada.

- Neville se echó hacia atrás, con la varita en alto, moviendo la boca sin pronunciar palabra. Snape se le acercaba, ya estaba a punto de cogerlo por la túnica...

- — ¡Ri... Riddíkulo! —dijo Neville.- Se oyó un chasquido como de látigo. Snape tropezó: llevaba un vestido largo ribeteado de encaje y un

sombrero alto rematado por un buitre apolillado. De su mano pendía un enorme bolso rojo.- Hubo una carcajada general. El boggart se detuvo, confuso, y el profesor Lupin gritó:- — ¡Parvati! ¡Adelante!- Parvati avanzó, con el rostro tenso. Snape se volvió hacia ella. Se oyó otro chasquido y en el lugar en que

había estado Snape apareció una momia cubierta de vendas y con manchas de sangre; había vuelto hacia Parvati su rostro sin ojos, y comenzó a caminar hacia ella, muy despacio, arrastrando los pies y alzando sus brazos rígidos...

- — ¡Riddíkulo! —gritó Parvati.- Se soltó una de las vendas y la momia se enredó en ella, cayó de bruces y la cabeza salió rodando.- — ¡Seamus! —gritó el profesor Lupin.- Seamus pasó junto a Parvati como una flecha.- ¡Crac! Donde había estado la momia se encontraba ahora una mujer de pelo negro tan largo que le

llegaba al suelo, con un rostro huesudo de color verde: una banshee. Abrió la boca completamente y un sonido sobrenatural llenó la sala: un prolongado aullido que le puso a Harry los pelos de punta.

- — ¡Riddíkulo! —gritó Seamus.- La banshee emitió un sonido ronco y se llevó la mano al cuello. Se había quedado afónica.- ¡Crac! La banshee se convirtió en una rata que intentaba morderse la cola, dando vueltas en círculo; a

continuación... ¡crac!, se convirtió en una serpiente de cascabel que se deslizaba retorciéndose, y luego... ¡crac!, en un ojo inyectado en sangre.

- — ¡Está despistado! —gritó Lupin—. ¡Lo estamos logrando! ¡Dean!- Dean se adelantó.- ¡Crac! El ojo se convirtió en una mano amputada que se dio la vuelta y comenzó a arrastrarse por el suelo

como un cangrejo.- — ¡Riddíkulo! —gritó Dean.- Se oyó un chasquido y la mano quedó atrapada en una ratonera.- — ¡Excelente! ¡Ron, te toca!- Ron se dirigió hacia delante.- ¡Crac!- Algunos gritaron. Una araña gigante, de dos metros de altura y cubierta de pelo, se dirigía hacia Ron

chascando las pinzas amenazadoramente. Por un momento, Harry pensó que Ron se había quedado petrificado. Pero entonces...

- — ¡Riddíkulo! —gritó Ron.- Las patas de la araña desaparecieron y el cuerpo empezó a rodar. Lavender Brown dio un grito y se

apartó de su camino a toda prisa. El cuerpo de la araña fue a detenerse a los pies de Harry. Alzó la varita, pero...

- — ¡Aquí! —gritó el profesor Lupin de pronto, avanzando rápido hacia la araña.- ¡Crac!- La araña sin patas había desaparecido. Durante un segundo todos miraron a su alrededor con los ojos bien

abiertos, buscándola. Entonces vieron una esfera de un blanco plateado que flotaba en el aire, delante de Lupin, que dijo ¡Riddíkulo! casi con desgana.

- ¡Crac!

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- — ¡Adelante, Neville, y termina con él! —dijo Lupin cuando el boggart cayó al suelo en forma de cucaracha. ¡Crac! Allí estaba de nuevo Snape. Esta vez, Neville avanzó con decisión.

- — ¡Riddíkulo! —gritó, y durante una fracción de segundo vislumbraron a Snape vestido de abuela, antes de que Neville emitiera una sonora carcajada y el boggart estallara en mil volutas de humo y desapareciera.

- — ¡Muy bien! —gritó el profesor Lupin mientras la clase prorrumpía en aplausos—. Muy bien, Neville. Todos lo habéis hecho muy bien. Veamos... cinco puntos para Gryffindor por cada uno de los que se han enfrentado al boggart... Diez por Neville, porque lo hizo dos veces. Y cinco por Hermione y otros cinco por Harry.

- —Pero yo no he intervenido —dijo Harry.- —Tú y Hermione contestasteis correctamente a mis preguntas al comienzo de la clase —dijo Lupin sin

darle importancia—. Muy bien todo el mundo. Ha sido una clase estupenda. Como deberes, vais a tener que leer la lección sobre los boggart y hacerme un resumen. Me lo entregaréis el lunes. Eso es todo.

- Los alumnos abandonaron entusiasmados la sala de profesores. Harry, sin embargo, no estaba contento. El profesor Lupin le había impedido deliberadamente que se enfrentara al boggart. ¿Por qué? ¿Era porque había visto a Harry desmayarse en el tren y pensó que no sería capaz? ¿Había pensado que Harry se volvería a desmayar?” (PA, 117)

En el laberinto de la tercera prueba del Torneo de los Tres Magos, el boggart es uno de los obstáculos (CF31);

- — ¡Expecto patronum!- Un ciervo de plata salió del extremo de su varita y fue galopando hacia el dementor, que cayó

de espaldas, tropezando en el bajo de la túnica... Harry no había visto nunca tropezar a un dementor.

- — ¡Anda!—exclamó, yendo tras el patronus plateado—, ¡tú eres un boggart! ¡Riddíkulo!- Se oyó un golpe, y el mutable ser estalló en una voluta de humo. El ciervo de plata se

desvaneció. A Harry le hubiera gustado que se quedara para acompañarlo... Pero siguió, avanzando todo lo rápida y sigilosamente que podía, aguzando los oídos, con la varita en alto.” (CF, 543)- En el salón de Grimmauld Place, hay un boggart que asusta a Molly Weasley (OF9

- -Oh, Alastor, me alegra que estés aquí- saludó radiante la señora Weasley, mientras Ojo-Loco se sacaba la capa de viaje- Te estábamos esperando hace añales. ¿Puedes echar un vistazo al escritorio del estudio y decirnos qué hay adentro? No queríamos abrirlo en caso de encontrar algo realmente repugnante.

- -No hay problema, Molly ...- El ojo azul-eléctrico de Moody giró hacia arriba y miró fijamente a través del techo de la

cocina.- -Estudio...-gruñó, con la pupila contraída. ¿Está el escritorio en la esquina? Sí, ya lo veo... Sí, es

un boggart... ¿Quieres que vaya y lo eche, Molly?- ” (OF, 179)- Harry subió de puntillas, pasando por las cabezas empotradas de los elfos domésticos, contento

de estar solo de nuevo, pero cuando ya estaba cerca del primer descansillo oyó unos ruidos. Alguien estaba sollozando en el estudio.

- -¿Hola?-dijo Harry.- No hubo respuesta pero los sollozos continuaron. Subió de dos en dos los escalones que le

faltaban, cruzó el descansillo y abrió la puerta del estudio.- Alguien se agachaba contra la pared oscura, la varita en su mano, su cuerpo entero

sacudiéndose por los sollozos. Extendido sobre la vieja y sucia alfombra, en un parche de luz de luna, estaba, claramente muerto, Ron.

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El aire se desvaneció completamente de los pulmones de Harry; sintió como si cayera a través del piso; su cerebro se convirtió en frío hielo- Ron muerto, no, no podía ser, pero un momento, en él de Bill, extendido boca arriba, con los ojos abiertos y vacíos. La señora no podía ser, Ron estaba en el piso de abajo.- -¿Señora Weasley?- musitó Harry con voz ronca.- -R-r-riddikulus! –gimió ella, apuntando su varita temblorosa hacia el cuerpo de Ron.- Crack.- El cuerpo de Ron se convirtió Weasley sollozó más violentamente que antes.- -R-r-riddikulus- gimió de nuevo.- Crack.- El cuerpo de Bill fue remplazado por el del señor Weasley, sus lentes caídos, un hilo de sangre

corriéndole por la cara.- -¡No!- sollozó la señora Weasley –¡No! Riddikulus! Riddikulus! RIDDIKULUS!- Crack.- Los gemelos muertos. Crack. Percy muerto. Crack. Harry muerto.- -¡Señora Weasley, déjelo!- gritó Harry, mirando su propio cadáver en el piso. –Vamos por

alguien más- -¿Qué está pasando?- Lupin acababa de entrar corriendo al cuarto, seguido de cerca por Sirius con Moody taconeando

detrás de ellos. Lupin paseó su mirada de la señora Weasley al Harry muerto en el suelo y pareció entenderlo al instante. Sacando su propia varita, expresó, alto y claro:

- -Riddikulus!- El cadáver de Harry se desvaneció. Una cosa plateada se elevó en el aire sobre la mancha que

había dejado. Lupin sacudió su varita una vez más y la cosa se desvaneció en una ráfaga de humo.

- - Oh-Oh-Oh – tragó saliva la señora Weasley, y rompió en una tormenta de llanto, sus manos en la cara.

- -Molly- habló Lupin con ligereza, caminando hacia ella. –Molly, no...- Un segundo más tarde, ella se estaba desahogando sobre el hombro de Lupin.- -Molly, era sólo un boggart- dijo calmadamente, dándole palmadas en la cabeza –Sólo un

estúpido boggart...- -¡Los veo muertos todo el tiempo! - sollozó la señora Weasley sobre el hombro de Lupin. ¡Todo

el t-t-tiempo! Yo-yo sueño con eso...- Sirius estaba mirando el lugar de la alfombra donde el boggart, pretendiendo ser el cadáver de

Harry, había estado acostado. Moody observaba a Harry, quien evitó su mirada. Tuvo la graciosa sensación de que el ojo mágico de Moody lo había seguido todo el camino desde la cocina.” (OF, 187)

BogrodDuende anciano que lleva a Hermione, transformada en Bellatrix, hasta la cámara de los Lestrange.

Harry le domina con la maldición Imperius (RM26).

El viejo gnomo detrás del mostrador batió palmas y un joven gnomo se acercó.—Necesitare los Clankers, —le dijo al gnomo, que se fue y regreso un momento mas tarde con un bolso de piel que parecía estar lleno de metal entrechocándose, y que entrego a su superior. — ¡Bien, bien! Entonces, si gusta seguirme, Madam Lestrange, —dijo el viejo gnomo, bajándose de su taburete y desapareciendo de la vista—. La llevare a su bóveda.

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Apareció a la vuelta del extremo del mostrador, trotando felizmente hacia ellos, el contenido del bolso de piel aun resonando. Travers estaba ahora parado absolutamente quieto con la boca completamente abierta. Ron estaba llamando la atención hacia este raro fenómeno al quedarse mirando a Travers totalmente confundido.— ¡Espera…Bogrod!Otro gnomo vino dándole la vuelta al mostrador.—Tenemos instrucciones, —dijo con una reverencia hacia Hermione—. Perdóneme, Madam, pero hay instrucciones especiales respecto a la bóveda Lestrange.Le susurro urgentemente al oído de Bogrod, pero el gnomo que estaba bajo la maldición Imperio lo hizo a un lado.—Estoy al tanto de las instrucciones, Madam Lestrange desea visitar su bóveda… Familia muy antigua… viejos clientes… Por aquí, por favor…Y, aun tintineando, se apresuró hacia una de las muchas puertas que conducían fuera del vestíbulo. Harry miro atrás hacia Travers, que estaba aún paralizado en el sitio luciendo anormalmente ausente, y tomo una decisión. Con un golpe de su varita hizo que Travers los acompañara, caminando mansamente en su avanzar mientras alcanzaban la puerta y pasaban al estrecho pasillo de piedra más allá, que estaba débilmente iluminado con antorchas.—Estamos en problemas, ellos sospechan, —dijo Harry mientras la puerta se cerraba de golpe detrás de ellos y se quitaba la capa de invisibilidad. Griphook salto desde sus hombros, ni Travers ni Bogrod mostraron la más mínima sorpresa por la repentina aparición de Harry Potter entre ellos. —Están bajo la maldición Imperio, —agrego, en respuesta a las preguntas confundidas de Hermione y Ron acerca de Travers y Bogrod, que estaban ahora allí parados luciendo perplejos. —No creo haberlo hecho lo suficientemente fuerte, No lo sé…Y otro recuerdo atravesó su memoria, sobre la verdadera Bellatrix Lestrange chillándole cuando por primera vez intento usar una maldición imperdonable. ¡Tienes que sentirlas, Potter!— ¿Qué hacemos—pregunto Ron—. ¿Nos vamos ahora, cuando aún podemos?—Si es que podemos, —dijo Hermione, mirando detrás hacia la puerta del vestíbulo principal, tras la cual quien podía saber lo que estaba ocurriendo.—Hemos llegado hasta aquí, digo que continuemos, —dijo Harry.— ¡Vale!, —dijo Griphook—. Entonces, necesitamos a Bogrod para controlar el carro, yo ya no tengo la autoridad. Pero no habrá lugar para el mago.Harry apunto su varita hacia Travers.— ¡Imperio!El mago se dio la vuelta y camino hacia el oscuro camino con un paso elegante.— ¿Qué estas obligándolo a hacer?—Esconderse, —dijo Harry mientras apuntaba su varita hacia Bogrod, que silbo y un pequeño carro apareció, saliendo de la oscuridad, acercándose por los rieles hacia ellos. Harry estaba seguro que podía escuchar gritos detrás de ellos en el vestíbulo mientras se subían, Bogrod al frente con Griphook, Harry, Ron y Hermione apretados en la parte de atrás.Con un tirón el carro se puso en marcha, ganando velocidad. Pasaron volando por un lado de Travers, que estaba retorciéndose en una grieta en la pared, entonces el carro empezó a girar y dar vueltas por los pasillos como laberintos, yendo hacia abajo todo el tiempo. Harry no podía escuchar nada por sobre el traqueteo del carro sobre las vías. Su cabello volaba detrás de él mientras se desviaban entre estalactitas, volando aún más profundo en la tierra, pero evito echar un vistazo

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hacia atrás. Tal vez estaban dejando enormes huellas detrás de ellos, entre más pensaba en ello, más tonto le parecía haber disfrazado a Hermione como Bellatrix, haber traído con ellos la varita de Bellatrix, cuando los mortifagos sabían quién la había robado…(RM, 449)Bola de Fuego ChinoClasificación del MM: XXXXXTambién llamado "dragón león". El único dragón oriental que existe tiene un aspecto especialmente llamativo. De escamas suaves y escarlatas, tiene una hilera de astas doradas alrededor de la cara, un hocico chato y ojos sumamente protuberantes. El bola de fuego se ganó ese nombre por la llama con forma de hongo que sale de sus narinas cuando está enfadado. Pesa entre dos y cuatro toneladas, y la hembra es más grande que el macho. Los huevos son de un carmesí brillante moteado de amarillo dorado y las cáscaras, muy estimadas en la hechicería china. El bola de fuego es agresivo, pero más tolerante con sus congéneres que la mayoría de los dragones; algunas veces acepta compartir su territorio con otros dos bolas de fuego. Aunque puede comer casi todos los mamíferos que se conocen, prefiere cerdos y seres humanos (AF

— ¿De qué razas son, Charlie? —inquirió Hagrid mirando al dragón más cercano, el negro, con algo parecido a la reverencia.

El animal tenía los ojos entreabiertos, y debajo del arrugado párpado negro se veía una franja de amarillo brillante.

—Éste es un colacuerno húngaro —explicó Charlie—. Por allí hay un galés verde común, que es el más pequeño; un hocicorto sueco, que es el azul plateado, y un bola de fuego chino, el rojo. (CF, 292)

De pie en medio de los pálidos campeones, Bagman se parecía un poco a esas figuras infladas de los dibujos animados. Se había vuelto a poner su antigua túnica de las Avispas de Wimbourne.

—Bueno, ahora ya estamos todos... ¡Es hora de poneros al corriente!—declaró Bagman con alegría—. Cuando hayan llegado los espectadores, os ofreceré esta bolsa a cada uno de vosotros para que saquéis la miniatura de aquello con lo que os va a tocar enfrentaros. —Les enseñó una bolsa roja de seda—. Hay diferentes... variedades, ya lo veréis. Y tengo que deciros algo más... Ah, sí... ¡vuestro objetivo es coger el huevo de oro!

Harry miró a su alrededor. Cedric hizo un gesto de asentimiento para indicar que había comprendido las palabras de Bagman y volvió a pasear por la tienda. Tenía la cara ligeramente verde. Fleur Delacour y Krum no reaccionaron en absoluto. Tal vez pensaban que se pondrían a vomitar si abrían la boca; en todo caso, así se sentía Harry. Aunque ellos, al menos, estaban allí voluntariamente...

Y enseguida se oyeron alrededor de la tienda los pasos de cientos y cientos de personas que hablaban emocionadas, reían, bromeaban... Harry se sintió separado de aquella multitud como si perteneciera a una especie diferente. Y, a continuación (a Harry le pareció que no había pasado más que un segundo), Bagman abrió la bolsa roja de seda.

—Las damas primero —dijo tendiéndosela a Fleur Delacour.Ella metió una mano temblorosa en la bolsa y sacó una miniatura perfecta de un dragón: un

galés verde. Alrededor del cuello tenía el número «dos». Y Harry estuvo seguro, por el hecho de que Fleur Delacour no mostró sorpresa alguna sino completa resignación, de que no se había equivocado: Madame Maxime le había dicho qué le esperaba.

Lo mismo que en el caso de Krum, que sacó el bola de fuego chino. Alrededor del cuello tenía el número «tres». Krum ni siquiera parpadeó; se limitó a mirar al suelo.(CF, 311)

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BOWTRUCKLE

Clasificación del MM: XXEl bowtruckle es un guardián de árboles que se encuentra principalmente en el oeste de Inglaterra,

el sur de Alemania y algunos bosques escandinavos. Es muy difícil divisarlos, ya que son pequeños: su altura máxima es de veinte centímetros; aparentemente están hechos de corteza y ramitas, y

tienen dos pequeños ojos de color castaño.El bowtruckle, que come insectos, es una criatura pacífica y muy reservada, pero, si atacan el árbol donde vive, no es raro que salte sobre el leñador y trabajador forestal que intente dañar su hogar y trate de arrancarle los ojos con sus dedos largos y puntiagudos. El ofrecimiento de unas cochinillas aplacará al bowtruckle lo suficiente para que un mago o una bruja puedan sacar madera de varita de

árbol (AF).En Quinto curso, la profesora Grubbly-Plank les enseña estas criaturas en clase de Cuidado de

Criaturas Mágicas; se alimentan de cochinillas y de huevos de hada, si encuentran (OF13).

“¿Están todos aquí?” vociferó la profesora, una vez que todos los de Slytherin y Gryffindor llegaron. “Empecemos, entonces. ¿Quién puede decirme cómo se llaman estas cosas?

Señalaba una pila de ramitas frente a ella. La mano de Hermione salió disparada hacia el cielo, mientras Malfoy la imitaba grotescamente a sus espaldas, dando saltitos como los de ella en su entusiasmo por contestar la pregunta. La risotada de Pantsy Parkinson se transformó repentinamente en un grito cuando las ramitas se elevaron en el aire, revelándose como pequeños seres parecidos a duendecillos de madera, con brazos y piernas redondeados y protuberantes, dos afilados dedos y una graciosa, plana y rugosa cara, coronada por ojos brillantes semejantes a los de los escarabajos.

“¡Oooh! Exclamaron Parvati y Lavender, irritando cada fibra de Harry. Pudiera pensarse que Hagrid nunca les había mostrado criaturas impresionantes. Sí, los gusarajos quizás habían sido aburridos, pero las salamandras e hipogrifos fueron interesantes, y los escregutos de cola explosiva quizás demasiado.

"¡Hagan el favor de mantener la voz baja, niñas!" exclamó la profesora Grubbly Plank arrojando un puñado de lo que parecía arroz oscuro entre las criaturas-rama, quienes inmediatamente se abalanzaron sobre el alimento. "Así que, ¿alguien conoce el nombre de estas criaturas? ¿Señorita Granger?"

"Bowtruckles", dijo Hermione. Son guardianes de los árboles, usualmente viven en los que se usan para hacer varitas"

"Cinco puntos para Gryffindor", dijo la profesora Grubbly Plank.

"Si, estos son Bowtruckles, y como correctamente señaló la Señorita

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Granger, generalmente viven en árboles cuya madera tiene la calidad" requerida para hacer varitas. ¿Alguien sabe lo que comen?"

Piojos de la madera", se apresuró a responder Hermione, lo que explicaba porqué se movían lo que a Harry le habían parecido granos de arroz. "Pero también huevos de hadas si pueden alcanzarlos".

"Muy bien, tienes cinco puntos más. De esta manera, cuando se necesitan hojas o madera de un árbol en el que vive un Bowtruckle, es recomendable tener piojos de la madera como carnada para aplacarlo o distraerlo. Podrán parecer inofensivos, pero una vez enojados van a intentar arrancar los ojos de una persona con sus garras, las cuales como pueden ver son muy afiladas y no muy recomendables para tener cerca de ellos. Así que si quieren acercarse, tomen un puñado de piojosny un Bowtruckle -tengo suficientes aquí para darles uno por cada grupo de tres de ustedes- y pueden estudiarlos más de cerca. Quiero que cada uno dibuje un diagrama con las partes del cuerpo de un

Bowtruckle identificadas para cuando termine la clase." (OF, 272)

Slughorn bebió otro largo sorbo de vino y paseó la mirada despacio por la cabaña. Harry comprendió que estaba buscando otros tesoros que pudiera convertir en una buena reserva de hidromiel añejado en tonel de roble, ananá confitado . y batas de terciopelo. El profesor volvió a llenar su taza y también la de Hagrid, y lo interrogó acerca de las criaturas que vivían en el bosque prohibido y cómo se arreglaba para cuidar de ellas. Hagrid, que estaba poniéndose muy comunicativo debido a los efectos de la bebida y del halagador interés que mostraba Slughorn, dejó de enjugarse las lágrimas e inició de buen grado una extensa disertación sobre la cría de bowtruckles. (PM, 450)—Bien entonces, —dijo Aberforth cuando hubieron comido su ración y Harry y Ron se sentaron encorvados y somnolientos en sus sillas—. Tenemos que pensar en la mejor forma de sacaros de aquí. No puede ser de noche, ya oísteis lo que pasa si alguien se mueve en el exterior en la oscuridad. El encantamiento aullido se activa, saldrán tras vosotros como bowtruckles sobre huevos de doxy. No considero que vaya a ser capaz de hacer pasar un ciervo por una cabra una segunda vez. Esperad a que amanezca cuando el toque de queda termine, entonces os podréis poner vuestra Capa de Invisibilidad de nuevo y salir a pie. Salid directamente de Hogsmeade, hacia las montañas, y podréis desaparecer allí. Tal vez veáis a Hagrid. Se ha estado escondiendo en una cueva allá arriba con Grawp desde que intentaron arrestarlo.(RM, 473)

Buckbeak

Buckbeak es un hipogrifo gris que estaba en el grupo de criaturas que Hagrid llevó para su primera clase con los estudiantes de tercer año en el otoño de 1993. harry Potter fue el primer estudiante en tratar de ser amigable con un hipogrifo en esa clase, y fue a Buckbeak a quien se acercó. Buckbeak aceptó el acercamiento de Harry y permitió que él lo montara y volar en él por sobre los terrenos.

Sus ojos son anaranjados.

Trotando en dirección a ellos se acercaba una docena de criaturas, las más extrañas que Harry había visto en su vida. Tenían el cuerpo, las patas traseras y la cola de caballo, pero las patas delanteras, las alas y la cabeza de águila gigante. El pico era del color del acero y los ojos de un naranja brillante. Las garras de las patas delanteras eran de quince centímetros cada una y parecían armas mortales. Cada bestia llevaba un

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collar de cuero grueso alrededor del cuello, atado a una larga cadena. Hagrid sostenía en sus grandes manos el extremo de todas las cadenas. Se acercaba corriendo por el prado, detrás de las criaturas.

— ¡Id para allá! —les gritaba, sacudiendo las cadenas y forzando a las bestias a ir hacia la cerca, donde estaban los alumnos. Todos se echaron un poco hacia atrás cuando Hagrid llegó donde estaban ellos y ató los animales a la cerca.

— ¡Hipogrifos! —gritó Hagrid alegremente, haciendo a sus alumnos una señal con la mano—. ¿A que son hermosos?

Harry pudo comprender que Hagrid los llamara hermosos. En cuanto uno se recuperaba del susto que producía ver algo que era mitad pájaro y mitad caballo, podía empezar a apreciar el brillo externo del animal, que cambiaba paulatinamente de la pluma al pelo. Todos tenían colores diferentes: gris fuerte, bronce, ruano rosáceo, castaño brillante y negro tinta.

—Venga —dijo Hagrid frotándose las manos y sonriéndoles—, si queréis acercaros un poco...

Nadie parecía querer acercarse. Harry, Ron y Hermione, sin embargo, se aproximaron con cautela a la cerca.

—Lo primero que tenéis que saber de los hipogrifos es que son orgullosos —dijo Hagrid—. Se molestan con mucha facilidad. Nunca ofendáis a ninguno, porque podría ser lo último que hicierais.

Malfoy, Crabbe y Goyle no escuchaban; hablaban en voz baja y Harry tuvo la desagradable sensación de que estaban tramando la mejor manera de incordiar.

—Tenéis que esperar siempre a que el hipogrifo haga el primer movimiento —continuó Hagrid—. Es educado, ¿os dais cuenta? Vais hacia él, os inclináis y esperáis. Si él responde con una inclinación, querrá decir que os permite tocarlo. Si no hace la inclinación, entonces es mejor que os alejéis de él enseguida, porque puede hacer mucho daño con sus garras. Bien, ¿quién quiere ser el primero?

Como respuesta, la mayoría de la clase se alejó aún más. Incluso Harry, Ron y Hermione recelaban. Los hipogrifos sacudían sus feroces cabezas y desplegaban sus poderosas alas; parecía que no les gustaba estar atados.

— ¿Nadie? —preguntó Hagrid con voz suplicante.

—Yo —se ofreció Harry.

Detrás de él se oyó un jadeo, y Lavender y Parvati susurraron:

— ¡No, Harry, acuérdate de las hojas de té!

Harry no hizo caso y saltó la cerca.

— ¡Buen chico, Harry!—gritó Hagrid—. Veamos cómo te llevas con Buckbeak.

Soltó la cadena, separó al hipogrifo gris de sus compañeros y le desprendió el collar de cuero. Los alumnos, al otro lado de la cerca, contenían la respiración. Malfoy entornaba los ojos con malicia.

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—Tranquilo ahora, Harry —dijo Hagrid en voz baja—. Primero mírale a los ojos. Procura no parpadear. Los hipogrifos no confían en ti si parpadeas demasiado...

A Harry empezaron a irritársele los ojos, pero no los cerró. Buckbeak había vuelto la cabeza grande y afilada, y miraba a Harry fijamente con un ojo terrible de color naranja.

—Eso es —dijo Hagrid—. Eso es, Harry. Ahora inclina la cabeza...

A Harry no le hacía gracia presentarle la nuca a Buckbeak, pero hizo lo que Hagrid le decía. Se inclinó brevemente y levantó la mirada.

El hipogrifo seguía mirándolo fijamente y con altivez. No se movió.

—Ah —dijo Hagrid, preocupado—. Bien, vete hacia atrás, tranquilo, despacio...

Pero entonces, ante la sorpresa de Harry, el hipogrifo dobló las arrugadas rodillas delanteras y se inclinó profundamente.

— ¡Bien hecho, Harry! —dijo Hagrid, eufórico—. ¡Bien, puedes tocarlo! Dale unas palmadas en el pico, vamos.

Pensando que habría preferido como premio poder irse, Harry se acercó al hipogrifo lentamente y alargó el brazo. Le dio unas palmadas en el pico y el hipogrifo cerró los ojos para dar a entender que le gustaba.

La clase rompió en aplausos. Todos excepto Malfoy, Crabbe y Goyle, que parecían muy decepcionados.

—Bien, Harry —dijo Hagrid—. ¡Creo que el hipogrifo dejaría que lo montaras!

Aquello era más de lo que Harry había esperado. Estaba acostumbrado a la escoba; pero no estaba seguro de que un hipogrifo se le pareciera.

—Súbete ahí, detrás del nacimiento del ala —dijo Hagrid—. Y procura no arrancarle ninguna pluma, porque no le gustaría...

Harry puso el pie sobre el ala de Buckbeak y se subió en el lomo. Buckbeak se levantó. Harry no sabía dónde debía agarrarse: delante de él todo estaba cubierto de plumas.

— ¡Vamos! —gritó Hagrid, dándole una palmada al hipogrifo en los cuartos traseros.

A cada lado de Harry, sin previo aviso, se abrieron unas alas de más de tres metros de longitud. Apenas le dio tiempo a agarrarse del cuello del hipogrifo antes de remontar el vuelo. No tenía ningún parecido con una escoba y Harry tuvo muy claro cuál prefería. Muy incómodamente para él, las alas del hipogrifo batían debajo de sus piernas. Sus dedos resbalaban en las brillantes plumas y no se atrevía a asirse con más fuerza. En vez del movimiento suave de su Nimbus 2.000, sentía el zarandeo hacia atrás y hacia delante, porque los cuartos traseros del hipogrifo se movían con las alas.

Buckbeak sobrevoló el prado y descendió. Era lo que Harry había temido. Se echó hacia atrás conforme el hipogrifo se inclinaba hacia abajo. Le dio la impresión de que iba a resbalar por el pico. Luego sintió un

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fuerte golpe al aterrizar el animal con sus cuatro patas revueltas, y se las arregló para sujetarse y volver a incorporarse.

— ¡Muy bien, Harry! —gritó Hagrid, mientras lo vitoreaban todos menos Malfoy, Crabbe y Goyle—. ¡Bueno!, ¿quién más quiere probar? (PA, 98- 100)

Después de que Harry montara a Buckbeak, Draco Malfoy lo intentó. Draco no había estado poniendo atención cuando Hagrid les dijo a los estudiantes que no debían insultar a los hipogrifos, sin embargo,

Draco ofendió a la criatura con uno de sus rústicos comentarios acerca de él. Buckbeak lastimó el brazo de Draco con una de sus garras.

Malfoy, Crabbe y Goyle habían escogido a Buckbeak. Había inclinado la cabeza ante Malfoy, que le daba palmaditas en el pico con expresión desdeñosa.

—Esto es muy fácil —dijo Malfoy, arrastrando las sílabas y con voz lo bastante alta para que Harry lo oyera—. Tenía que ser fácil, si Potter fue capaz... ¿A que no eres peligroso? —le dijo al hipogrifo—. ¿Lo eres, bestia asquerosa?

Sucedió en un destello de garras de acero. Malfoy emitió un grito agudísimo y un instante después Hagrid se esforzaba por volver a ponerle el collar a Buckbeak, que quería alcanzar a un Malfoy que yacía encogido en la hierba y con sangre en la ropa.

— ¡Me muero!—gritó Malfoy, mientras cundía el pánico—. ¡Me muero, mirad! ¡Me ha matado!

—No te estás muriendo —le dijo Hagrid, que se había puesto muy pálido—. Que alguien me ayude, tengo que sacarlo de aquí...

Hermione se apresuró a abrir la puerta de la cerca mientras Hagrid levantaba con facilidad a Malfoy. Mientras desfilaban, Harry vio que en el brazo de Malfoy había una herida larga y profunda; la sangre salpicaba la hierba y Hagrid corría con él por la pendiente, hacia el castillo. (PA, 100)

Draco pretendió estar más herido de lo que realmente estaba y convenció a su padre para que se entrometiera en el asunto.

— ¿Cómo se encuentra Malfoy? —preguntó Ron cuando se sentaron—. No habrá sido nada serio, supongo.

—La señora Pomfrey lo ha curado lo mejor que ha podido —dijo Hagrid con abatimiento—, pero él sigue diciendo que le hace un daño terrible. Está cubierto de vendas... Gime...

—Todo es cuento —dijo Harry—. La señora Pomfrey es capaz de curar cualquier cosa. El año pasado hizo que me volviera a crecer la mitad del esqueleto. Es propio de Malfoy sacar todo el provecho posible. (PA, 102)

Lucius influenció al Comité para la Disposición de Criaturas Peligrosas para ordenar la ejecución de Buckbeak.

Sin embargo, debemos hacer constar nuestra preocupación en lo que concierne al mencionado hipogrifo. Hemos decidido dar curso a la queja oficial presentada por el señor Lucius Malfoy, y este asunto

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será, por lo tanto, llevado ante la Comisión para las Criaturas Peligrosas. La vista tendrá lugar el día 20 de abril. Le rogamos que se presente con el hipogrifo en las oficinas londinenses de la Comisión, en el día indicado (PA, 178)

Las apelaciones en el caso de Buckbeak fueron infructuosas y Hagrid se vio forzado a admitir al Comité, quien eligió al ejecutor Walden Macnair, para que decapitase al hipogrifo.

Cornelius Fudge, sudando bajo su capa de rayas, contemplaba desde arriba los terrenos del colegio. Se sobresaltó al ver a Harry.

— ¡Hola, Harry! —dijo—. ¿Vienes de un examen? ¿Te falta poco para acabar?

—Sí —dijo Harry. Hermione y Ron, como no tenían trato con el ministro de Magia, se quedaron un poco apartados.

—Estupendo día —dijo Fudge, contemplando el lago—. Es una pena..., es una pena... —suspiró ampliamente y miró a Harry—. Me trae un asunto desagradable, Harry, La Comisión para las Criaturas Peligrosas solicitó que un testigo presenciase la ejecución de un hipogrifo furioso. Como tenía que visitar Hogwarts por lo de Black, me pidieron que entrara.

— ¿Significa eso que la revisión del caso ya ha tenido lugar? —interrumpió Ron, dando un paso adelante.

—No, no. Está fijada para la tarde —dijo Fudge, mirando a Ron con curiosidad.

— ¡Entonces quizá no tenga que presenciar ninguna ejecución! —dijo Ron resueltamente—. ¡El hipogrifo podría ser absuelto!

Antes de que Fudge pudiera responder; dos magos entraron por las puertas del castillo que había a su espalda. Uno era tan anciano que parecía descomponerse ante sus ojos; el otro era alto y fornido, y tenía un fino bigote de color negro. Harry entendió que eran representantes de la Comisión para las Criaturas Peligrosas, porque el anciano miró de soslayo hacia la cabaña de Hagrid y dijo con voz débil:

—Santo Dios, me estoy haciendo viejo para esto. A las dos en punto, ¿no, Fudge?

El hombre del bigote negro toqueteaba algo que llevaba al cinto; Harry advirtió que pasaba el ancho pulgar por el filo de un hacha. Ron abrió la boca para decir algo, pero Hermione le dio con el codo en las costillas y señaló el vestíbulo con la cabeza.

— ¿Por qué no me has dejado?—dijo enfadado Ron, entrando en el Gran Comedor para almorzar—. ¿Los has visto? ¡Hasta llevan un hacha! ¡Eso no es justicia!

—Ron, tu padre trabaja en el Ministerio. No puedes ir diciéndole esas cosas a su jefe —respondió Hermione, aunque también ella parecía muy molesta—. Si Hagrid conserva esta vez la cabeza y argumenta adecuadamente su defensa, es posible que no ejecuten a Buckbeak... (PA, 261)

- Buckbeak ha perdido – dijo Ron con voz débil- Hagrid acaba de enviar esto.Apelación perdida. La ejecución será a la puesta del sol. No se puede hacer nada. No vengan. No quiero que lo vean.

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Hagrid (PA, 265)

Antes de que esto sucediera, sin embargo, Harry y Hermione liberaron a Buckbeak que estaba en el campo de calabazas de Hagrid y volaron en él hasta la habitación del castillo donde Sirius Black estaba cautivo. Sirius montó a

Buckbeak, quien lo llevó a un lugar seguro. Los dos se convirtieron en fugitivos.

— ¡Vaya!—dijo Ron—. Pero, según nos has dicho, Hagrid, Buckbeak no es malo. Seguro que lo consideran inocente.

—No conoces a los monstruos que hay en la Comisión para las Criaturas Peligrosas... —dijo Hagrid con voz ahogada, secándose los ojos con la manga—. La han tomado con los animales interesantes.

Un ruido repentino, procedente de un rincón de la cabaña de Hagrid, hizo que Harry, Ron y Hermione se volvieran. Buckbeak, el hipogrifo, estaba acostado en el rincón, masticando algo que llenaba de sangre el suelo.

— ¡No podía dejarlo atado fuera, en la nieve! —dijo con la voz anegada en lágrimas—. ¡Completamente solo! ¡En Navidad!

Harry, Ron y Hermione se miraron. Nunca habían coincidido con Hagrid en lo que él llamaba «animales interesantes» y otras personas llamaban «monstruos terroríficos». Pero Buckbeak no parecía malo en absoluto. De hecho, a juzgar por los habituales parámetros de Hagrid, era una verdadera ricura.(PA, 178)

— ¿Dónde está Buckbeak, Hagrid? —preguntó Ron, vacilante.

—Lo... lo tengo en el exterior —dijo Hagrid, derramando la leche por la mesa al llenar la jarra—. Está atado en el huerto, junto a las calabazas. Pensé que debía ver los árboles y oler el aire fresco antes de...

A Hagrid le temblaba tanto la mano que la jarra se le cayó y se hizo añicos.

—Yo lo haré, Hagrid —dijo Hermione inmediatamente, apresurándose a limpiar el suelo.

—Hay otra en el aparador —dijo Hagrid sentándose y limpiándose la frente con la manga. Harry miró a Ron, que le devolvió una mirada de desesperanza.

— ¿No hay nada que hacer; Hagrid?—preguntó Harry sentándose a su lado—. Dumbledore...

—Lo ha intentado —respondió Hagrid—. No puede hacer nada contra una sentencia de la Comisión. Les ha dicho que Buckbeak es inofensivo, pero tienen miedo. Ya sabéis cómo es Lucius Malfoy... Me imagino que los ha amenazado... Y el verdugo, Macnair, es un viejo amigo suyo. Pero será rápido y limpio, y yo estaré a su lado.

Hagrid tragó saliva. Sus ojos recorrían la cabaña buscando algún retazo de esperanza.

—Dumbledore estará presente. Me ha escrito esta mañana. Dice que quiere estar conmigo. Un gran hombre, Dumbledore... ((PA, 267)

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—Ahora prestadme atención —dijo Dumbledore, hablando muy bajo y muy claro—. Sirius está encerrado en el despacho del profesor Flitwick, en el séptimo piso. Torre oeste, ventana número trece por la derecha. Si todo va bien, esta noche podréis salvar más de una vida inocente. Pero recordadlo los dos: no os pueden ver. Señorita Granger, ya conoces las normas. Sabes lo que está en juego. No deben veros…

- Dumbledore dijo simplemente…que podíamos salvar más de una vida inocente… ¡Hermione vamos a salvar a Buckbeak!

- Pero… ¿en qué ayudará eso a Sirius??- Dumbledore nos dijo dónde está la ventana del despacho de Flitwick, donde tienen encerrado a Sirius

con llave. Tenemos que volar con Buckbeak hasta la ventana y rescatar a Sirius. Sirius puede escapar montado en Buckbeak. ¡Pueden escapar juntos! (PA, 321)Guardándose de parpadear; Harry volvió a mirar fijamente los feroces ojos naranja de Buckbeak e

inclinó la cabeza. Buckbeak dobló las escamosas rodillas y volvió a enderezarse. Harry soltó la cuerda que ataba a Buckbeak a la valla.

—«... sentenciado a muerte por decapitación, que será llevada a cabo por el verdugo nombrado por la Comisión, Walden Macnair...»

—Vamos, Buckbeak —murmuró Harry—, ven, vamos a salvarte. Sin hacer ruido, sin hacer ruido...

—«... por los abajo firmantes.» Firma aquí, Hagrid.

Harry tiró de la cuerda con todas sus fuerzas, pero Buckbeak había clavado en el suelo las patas delanteras.

—Bueno, acabemos ya —dijo la voz atiplada del anciano de la Comisión en el interior de la cabaña de Hagrid—. Hagrid, tal vez fuera mejor que te quedaras aquí dentro.

—No, quiero estar con él... No quiero que esté solo.

Se oyeron pasos dentro de la cabaña.

—Muévete, Buckbeak —susurró Harry

Harry tiró de la cuerda con más fuerza. El hipogrifo echó a andar agitando un poco las alas con talante irritado. Aún se hallaban a tres metros del bosque y se les podía ver perfectamente desde la puerta trasera de la cabaña de Hagrid.

—Un momento, Macnair; por favor —dijo la voz de Dumbledore—. Usted también tiene que firmar. —Los pasos se detuvieron. Buckbeak dio un picotazo al aire y anduvo algo más aprisa.

La cara pálida de Hermione asomaba por detrás de un árbol.

— ¡Harry; date prisa! —dijo.

Harry aún oía la voz de Dumbledore en la cabaña. Dio otro tirón a la cuerda. Buckbeak se puso a trotar a regañadientes. Llegaron a los árboles...

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— ¡Rápido, rápido! —gritó Hermione, saliendo como una flecha de detrás del árbol, asiendo también la cuerda y tirando con Harry para que Buckbeak avanzara más aprisa. Harry miró por encima del hombro. Ya estaban fuera del alcance de las miradas. Desde allí no veían el huerto de Hagrid.

— ¡Para! —le dijo a Hermione—. Podrían oírnos.

La puerta trasera de la cabaña de Hagrid se había abierto de golpe. Harry Hermione y Buckbeak se quedaron inmóviles. Incluso el hipogrifo parecía escuchar con atención.

Silencio. Luego...

— ¿Dónde está?—dijo la voz atiplada del anciano de la comisión—. ¿Dónde está la bestia?

— ¡Estaba atada aquí! —dijo con furia el verdugo—. Yo la vi. ¡Exactamente aquí!

— ¡Qué extraordinario! —dijo Dumbledore. Había en su voz un dejo de desenfado.

— ¡Buckbeak! —exclamó Hagrid con voz ronca.

Se oyó un sonido silbante y a continuación el golpe de un hacha. El verdugo, furioso, la había lanzado contra la valla. Luego se oyó el aullido y en esta ocasión pudieron oír también las palabras de Hagrid entre sollozos:

— ¡Se ha ido!, ¡se ha ido! Alabado sea, ¡ha escapado! Debe de haberse soltado solo. Buckbeak, qué listo eres.

Buckbeak empezó a tirar de la cuerda, deseoso de volver con Hagrid. Harry y Hermione la sujetaron con más fuerza, hundiendo los talones en tierra.

— ¡Lo han soltado!—gruñía el verdugo—. Deberíamos rastrear los terrenos y el bosque.

—Macnair; si alguien ha cogido realmente a Buckbeak, ¿crees que se lo habrá llevado a pie? —le preguntó Dumbledore, que seguía hablando con desenfado—. Rastrea el cielo, si quieres... Hagrid, no me iría mal un té. O una buena copa de brandy.

—Por... por supuesto, profesor —dijo Hagrid, al que la alegría parecía haber dejado flojo—. Entre, entre...

Harry y Hermione escuchaban con atención: oyeron pasos, la leve maldición del verdugo, el golpe de la puerta y de nuevo el silencio. (PA, 324)

Buckbeak emprendió el vuelo hacia el cielo oscuro. Harry le presionó los costados con las rodillas y notó que levantaba las alas. Hermione se sujetaba con fuerza a la cintura de Harry.

Planeaba silenciosamente hacia los pisos más altos del castillo. Harry tiró de la rienda izquierda y Buckbeak viró. Harry trataba de contar las ventanas, que pasaban como relámpagos.

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Buckbeak redujo la velocidad y se detuvieron. Pasando por alto el hecho de que subían y bajaban casi un metro cada vez que Buckbeak batía las alas, podía decirse que estaban inmóviles.

— ¡Ahí está! —dijo Harry, localizando a Sirius mientras ascendían junto a la ventana. Sacó la mano y en el momento en que Buckbeak bajaba las alas, golpeó en el vidrio.

Black levantó la mirada. Harry vio que se quedaba boquiabierto. Saltó de la silla, fue aprisa hacia la ventana y trató de abrirla, pero estaba cerrada con llave.

— ¡Échate hacia atrás! —le gritó Hermione, y sacó su varita, sin dejar de sujetarse con la mano izquierda a la túnica de Harry.

— ¡Alohomora!

La ventana se abrió de golpe.

— ¿Cómo... cómo...? —preguntó Black casi sin voz, mirando al hipogrifo.

—Monta, no hay mucho tiempo —dijo Harry, abrazándose al cuello liso y brillante de Buckbeak, para impedir que se moviera—. Tienes que huir, los dementores están a punto de llegar. Macnair ha ido a buscarlos.

Black se sujetó al marco de la ventana y asomó la cabeza y los hombros. Fue una suerte que estuviera tan delgado. En unos segundos pasó una pierna por el lomo de Buckbeak y montó detrás de Hermione.

- ¡Arriba, Buckbeak! – dijo Harry sacudiendo las riendas- ¡Arriba, a la torre! ¡Vamos!

El hipogrifo abrió las alas y volvió a emprender el vuelo. Navegaron a la altura del techo de la torre oeste. Buckbeak aterrizó tras las almenas con mucho alboroto, y Harry y Hermione se bajaron inmediatamente.

- Será mejor que escapes rápido, Sirius – dijo Harry jadeando.- No tardarán en llegar al despacho de Flitwick. Descubrirán tu huida.

Buckbeak dio una patada en el suelo, sacudiendo la afilada cabeza.

- ¿Qué le ocurrió al otro chico? A Ron – preguntó Sirius

- Se pondrá bien. Está todavía inconsciente, pero madame Pomfrey dice que se currá. ¡Rápido, vete!

Black hizo dar vuelta a Buckbeak, orientándolo hacia el cielo abierto.

- ¡Volveremos a vernos! – dijo Sirius - ¡verdaderamente, Harry, te pareces a tu padre!

Presionó los flancos de Buckbeak con los talones. Harry y Hermione se echaron hacia atrás cuando las enormes alas volvieron a batir. El hipogrifo emprendió el vuelo…animal y jinete empequeñecieron mientras Harry los miraba. Luego, una nube pasó ante la luna…y se perdieron de vista” (PA, 334, 335)

Después de estar un tiempo en el trópico para evitar ser capturados, Sirius y Buckbeak viajaron a Gran Bretaña y se escondieron en una montaña cerca del pueblo de Hogsmeade.

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Durante una hora de gloriosa felicidad, Harry había creído que podría abandonar a los Dursley, porque Sirius le había ofrecido un hogar una vez que su nombre estuviera rehabilitado. Pero aquella oportunidad se había esfumado muy pronto: Colagusano se había escapado antes de que hubieran podido llevarlo al Ministerio de Magia, y Sirius había tenido que huir volando para salvar la vida. Harry lo había ayudado a hacerlo sobre el lomo de un hipogrifo llamado Buckbeak, y desde entonces Sirius permanecía oculto. Harry se había pasado el verano pensando en la casa que habría tenido si Colagusano no se hubiera escapado. Había resultado especialmente duro volver con los Dursley sabiendo que había estado a punto de librarse de ellos para siempre. (CF, 28)

Desde que habían vuelto a Privet Drive, Harry había recibido dos cartas de Sirius. No se las había entregado una lechuza, como era habitual en el correo entre magos, sino unos pájaros tropicales grandes y de brillantes colores. A Hedwig no le habían hecho gracia aquellos llamativos intrusos y se había resistido a dejarlos beber de su bebedero antes de volver a emprender el vuelo. A Harry, en cambio, le habían gustado: le habían hecho imaginarse palmeras y arena blanca, y esperaba que dondequiera que se encontrara Sirius (él nunca decía dónde, por si interceptaban la carta) se lo estuviera pasando bien. Harry dudaba de que los dementores sobrevivieran durante mucho tiempo en un lugar muy soleado. Quizà por eso Sirius había ido hacia el sur. Las cartas de su padrino (ocultas bajo la utilísima tabla suelta que había debajo de la cama de Harry) mostraban un tono alegre, y en ambas le insistía en que lo llamara si lo necesitaba. Pues bien, en aquel momento lo necesitaba.” (CF, 29)

- Le escribí a Sirius contándole lo de mi cicatriz – respondió Harry, encogiéndose de hombros -. Espero su respuesta.

- ¡Bien pensado! – aprobó Ron, y su rostro se alegró un poco-. ¡Seguro que Sirius sabe qué hay que hacer!

- Esperaba que regresara enseguida – dijo Harry.- Pero no sabemos dónde está Sirius…Podría estar en África o ve a saber donde, ¿no? – opinó

sensatamente Hermione-. Hedwig no va a hacer un viaje así en pocos días.- Sí, ya lo sé – admitió Harry, pero sintió un peso en el estómago al mirar por la ventana y no ver

a Hedwig” (CF, 138)La carta era muy corta y parecía escrita con mucha premura. Harry la leýó en voz alta:

Harry:

Salgo ahora mismo hacia el norte. Esta noticia de que tu cicatriz te ha dolido se suma a una serie de extraños rumores que me han llegado hasta aquí. Si vuelve a dolerte, ve directamente a Dumbledore. Me han dicho que ha sacado a Ojoloco de su retiro, lo que significa que al menos él está al tanto de los indicios, aunque sea el único.

Estaremos pronto en contacto. Un fuerte abrazo a Ron y Hermione. Abre los ojos, Harry.

Sirius “(CF, 204)

Harry les leyó a Ron y a Hermione la carta de Sirius en un susurro:

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Esa mentira te honra, Harry.

Ya he vuelto al país y estoy bien escondido. Quiero que me envíes lechuzas contándome cuanto sucede en Hogwarts. No uses a Hedwig. Emplea diferentes lechuzas, y no te preocupes por mí: cuida de ti mismo. No olvides lo que te dije de la cicatriz.

Sirius

— ¿Por qué tienes que usar diferentes lechuzas? —preguntó Ron en voz baja.

—Porque Hedwig atrae demasiado la atención —respondió Hermione de inmediato—. Es muy llamativa. Una lechuza blanca yendo y viniendo a donde quiera que se haya ocultado... Como no es un ave autóctona...

Harry enrolló la carta y se la metió en la túnica, preguntándose si se sentía más o menos preocupado que antes. Consideró que ya era algo que Sirius hubiera conseguido entrar en el país sin que lo atraparan. Tampoco podía negarse que la idea de que Sirius estuviera mucho más cerca era tranquilizadora. Por lo menos, no tendría que esperar la respuesta tanto tiempo cada vez que le escribiera.

—Gracias, Hedwig —dijo acariciándola. Ella ululó medio dormida, metió el pico un instante en la copa de zumo de naranja de Harry, y se fue, evidentemente ansiosa de echar una larga siesta en la lechucería. (CF, 217)

La lechuza parda que Harry había enviado a Sirius con la fecha del permiso para ir a Hogsmeade volvió el viernes por la mañana a la hora del desayuno con la mitad de las plumas revueltas. En cuanto Harry le desprendió la carta de Sirius se escapó, temiendo que la enviaran otra vez.

La carta de Sirius era casi tan corta como la anterior:

Id al paso de la cerca que hay al final de la carretera que sale de Hogsmeade (más allá de Dervish y Banges) el sábado a las dos en punto de la tarde. Llevad toda la comida que podáis.

— ¡No habrá vuelto a Hogsmeade! —exclamó Ron, sorprendido.

—Eso parece —observó Hermione.

—No puedo creerlo —dijo Harry muy preocupado—. Si lo cogen...

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—Hasta ahora no lo han conseguido —le recordó Ron—. Y el lugar ya no está lleno de dementores.

Harry plegó la carta, pensando. La verdad era que quería volver a ver a Sirius. De forma que fue a la última clase de la tarde (doble hora de Pociones) mucho más contento de lo que normalmente se sentía cuando bajaba la escalera que llevaba a las mazmorras. (CF, 448)

Con las patas delanteras apoyadas en la tabla más alta y unos periódicos en la boca, un perro negro, muy grande y lanudo, parecía aguardarlos. Lo reconocieron enseguida

- Hola, Sirius – saludó Harry, cuando llegaron hasta él.El perro olió con avidez la mochila de Harry, meneó la cola, y luego se volvió y comenzó a trotar por el campo cubierto de maleza que subía hacia el rocoso pie de la montaña. Harry, Ron y Hermione traspasaron la cerca y lo siguieron.

Sirius los condujo a la base misma de la montaña, donde el suelo estaba cubierto de rocas y cantos rodados, y empezó a ascender por la ladera: un camino fácil para él, con sus cuatro patas; pero Harry, Ron y Hermione se quedaron pronto sin aliento. Siguieron subiendo tras Sirius durante casi media hora por el mismo camino pedregoso, empinado y serpentenate. El perro movía la cola mientras ellos sudaban bajo el sol. A Hary le dolían los hombros por las correas de la mochila.

Al final Sirius se perdió de vista, y, cuando llegaron al lugar en que había desaparecido, vieron una estrecha abertura en la piedra. Se metieron por ella con dificultad y se encontraron en una cueva fresca y oscura. Al fondo, atado a una roca, se hallaba el hipogrifo Buckbeak. Mitad caballo gris y mitad águila gigante, sus fieros ojos naranja brillaron al verlos. Los tres se inclinaron notoriamente ante él, y, después de observarlos por un momento, Buckbeak dobló sus escamosas rodillas delanteras y permitió que Hermione se acercara y le acariciara el cuello con plumas. Harry, sin embargo, miraba al perro negro, que acababa de convertirse en su padrino.

Sirius llevaba puesta una túnica gris andrajosa, la misma que llevaba al dejar Azkaban, y estaba muy delgado. Tenía el pelo más largo que cuando se había aparecido en la chimenea, y suicio y enmarañado como el curso anterior (CF, 457)

Ellos estuvieron allí la mayoría del tiempo del año escolar de 1994-1995, y después, se trasladaron al Número 12 de Grimmauld Place. Buckbeak se quedó en la habitación del segundo piso que había

pertenecido a la madre de Sirius.

Sin embargo, era un poco irritante que alguien que había estado en la prisión de los magos, Azkaban, escapado, intentado cometer el asesinato por el cuál había sido condenado la primera vez y huido con un hipogrifo robado, le dijera que no hiciera nada irreflexivo.(OF, 17)

“El cuartel general de la Orden del Fénix está ubicado en el número 12 de Grimmauld Place, en Londres” (OF, 67)

- ¿No te lo ha dicho nadie? Esta era la casa de mis padres – respondió Sirius- Pero yo soy el único Black que queda, de modo que ahora es mía. Se la ofrecí a Dumbledore como cuartel general; es lo único medianamente útil que he podido hacer” (OF, 89)

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- te sorprendería ver lo que es capaz Kreacher cuando le interesa, Hermione – afirmó Sirius que acababa de entrar en el salón con una bolsa manchada de sangre llena de algo que parecían ratas muertas – Vengo de dar de comer a Buckbeak – añadió al distinguir la mirada inquisitiva de Harry- lo tengo arriba, en la habitación de mi madre” (OF, 113)

Como parte del plan para engañar a Harry para ir al Ministerio de Magia, Kreacher el Elfo Doméstico hirió a Buckbeak, mientras mantuvo a Sirius ocupado para que Harry pensara que su

padrino no estaba en Grimmauld Place si él se cercioraba. Ahora que Sirius ha muerto, el destino de la casa y el hipogrifo son inciertos.

- Número 12 de Grimmauld Place!La cabeza empezó a girarle como si acabara de bajarse de un juego de un parque de diversiones, aunque las rodillas permanecìan firmemente plantadas en el frío suelo del despacho.

- ¿Sirius?– gritó- ¿Estás ahí, Sirius? – su voz resonó en la cocina, pero nadie le contestó.- ¿Quién hay ahí?- pregunto.

Entonces apareció Kreacher, el elfo doméstico.

- ¿Dónde está Sirius, Kreacher? – inquirió Harry- El amo ha salido, Harry Potter- ¿Adónde ha ido? ¡Adónde ha ido, Kreacher! – el elfo soltó una risotada,- ¡Te lo advierto! –

grito Harry, consciente de que desde su posición no podía castigar a Kreacher-. ¿Dónde está, Lupin? ¿Y Ojoloco? ¿Dónde están todos?

- ¡Kreacher se ha quedado solo en la casa! – informó el elfo con regocijo…¡El amo nunca regresará del Departamento de Misterios! – afirmó alegremente – ¡Kreacher y dueña se han quedado solos otra vez!- exclamó, y siguió caminando y se escabulló por la puerta que conducía al vestíbulo” (OF, 762)

Entonces si decidías revisar si Sirius estaba o no estaba en casa, Kreacher podría ser capaz de hacer como si no estuviera. Ayer, Kreacher lastimó al hipogrifo Buckbeak y, en el momento en el que hiciste tu aparición en el fuego, Sirius estaba arriba tratando de atenderlo. (OF, 856)

El caos reinaba. Los centauros estaban ahuyentando a los mortífagos, todos sentían la estampida de los gigantes, y cada vez más cerca cientos de refuerzos salidos de quien sabe dónde: Harry vio

grandes criaturas aladas, golpeando contra las cabezas de los gigantes de Voldemort: los Thestrals y a Buckbeak el hipogrifo arañando sus ojos, mientras Grawp les pegaba, los magos defensores de Hogwarts y los mortífagos eran empujados hacia dentro del castillo. Harry lanzaba hechizos y

maldiciones a cualquier mortífago que veía, confundiéndolos, pues no sabían ni que ni quien les había pegado, sus cuerpos eran atrapados por la multitud., Aun oculto bajo la capa, Harry fue

empujado hacia la gran estancia. Estaba buscando a Voldemort y lo vio del otro lado del cuarto, lanzando hechizos con su varita mientras era empujado hacia el gran salón, gritando instrucciones a sus seguidores mientras lanzaba maldiciones hacia todas direcciones, Harry convocó mas hechizos

protectores y las casi victimas Seamus Finnigan y Hannah Abbott lograron pasar hacia el Gran Salón, donde se unieron a la gran batalla que tenia lugar dentro.(RM, 617)

Buckbeak come carne; ha comido huesos de pollo (CF), hurones muertos (PA), y ratas muertas (OF)

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Lo primero que vieron al entrar en la cabaña de Hagrid fue a Buckbeak, que estaba estirado sobre el edredón de retales de Hagrid, con las enormes alas plegadas y comiéndose un abundante plato de hurones muertos.” (PA, 224)

Estaba acariciando a Buckbeak, que mascaba los huesos de pollo que Sirius iba dejando-. Apuesto a que se arrepiente de haberlo hecho. Apuesto a que ahora que ella no está para cuidarlo se da cuenta de lo que valía” (CF, 459)

- te sorprendería ver lo que es capaz Kreacher cuando le interesa, Hermione – afirmó Sirius que acababa de entrar en el salón con una bolsa manchada de sangre llena de algo que parecían ratas muertas – Vengo de dar de comer a Buckbeak – añadió al distinguir la mirada inquisitiva de Harry- lo tengo arriba, en la habitación de mi madre” (OF, 113)

Cuando estaba en el bosque él cavó en la tierra para encontrar lombrices (PA)

Se volvió para echar un vistazo a Buckbeak, que metía el pico en la tierra, buscando lombrices.” (PA, 329)

En 1996, Buckbeak vuelve a las manos de Hagrid (tras el fallecimiento de Sirius)). Harry lo hereda, pero prefiere que se lo quede el guardabosque. Para evitar que el Ministerio de Magia de con él (había sido condenado a muerte tres años atrás) le cambian el nombre por Alasmarchitas, y su

pelaje a plateado (PM)

- Bien – dijo Dumbledore - También está el problema del hipogrifo Buckbeak. Hagrid lo ha cuidado desde que Sirius murió, pero Buckbeak es tuyo ahora, por lo que si prefirieras hacer otros cambios-‘

’No,’ dijo Harry al unísono, ‘puede estar con Hagrid. Pienso que Buckbeak lo preferiría.’

’Hagrid estará encantado,’ dijo Dumbledore, sonriendo. ‘Se emocionó al ver a Buckbeak de nuevo. Incidentalmente, hemos decidido, por la seguridad de Buckbeak, de rebautizarlo con el nombre ‘Alas marchitas’ por el momento, ya que dudo que el Ministerio adivinara en que él es el hipogrifo que fue sentenciado esa vez a muerte. (PM, 58)

Buckbeak lucha en la Batalla de Hogwarts atacando a los gigantes (RM)

El caos reinaba. Los centauros estaban ahuyentando a los mortífagos, todos sentían la estampida de los gigantes, y cada vez mas cerca cientos de refuerzos salidos de quien sabe donde: Harry vio grandes criaturas aladas, golpeando contra las cabezas de los gigantes de Voldemort: los Thestrals y a Buckbeak el hipogrifo arañando sus ojos, mientras Grawp les pegaba, los magos defensores de Hogwarts y los mortífagos eran empujados hacia dentro del castillo. Harry lanzaba hechizos y maldiciones a cualquier mortífago que veía, confundiéndolos, pues no sabían ni que ni quien les había pegado, sus cuerpos eran atrapados por la multitud., Aun oculto bajo la capa, Harry fue empujado hacia la gran estancia. Estaba buscando a Voldemort y lo vio del otro lado del cuarto, lanzando hechizos con su varita mientras era empujado hacia el gran salón, gritando instrucciones a sus seguidores mientras lanzaba maldiciones hacia todas direcciones, Harry convocó mas hechizos protectores y las casi victimas Seamus Finnigan y Hannah Abbott lograron pasar hacia el Gran Salón, donde se unieron a la gran batalla que tenia lugar dentro.(RM, 617)

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Calamar GiganteEsta criatura tiene la forma de un calamar común pero es mucho más grande; un calamar gigante

vive en el lago de Hogwarts (PF).

A Hermione siempre le gustaba volver a repetir los exámenes, pero Ron dijo que iba a ponerse malo, así que se fueron hacia el lago y se dejaron caer bajo un árbol. Los gemelos Weasley y Lee Jordan se dedicaban a pinchar los tentáculos de un calamar gigante que tomaba el sol en la orilla.

—Basta de repasos —suspiró aliviado Ron, estirándose en la hierba—. Puedes alegrarte un poco, Harry, aún falta una semana para que sepamos lo mal que nos fue, no hace falta preocuparse ahora. (PF, 219)

La euforia por haber ganado la copa de quidditch le duró a Harry al menos una semana. Incluso el clima pareció celebrarlo. A medida que se aproximaba junio, los días se volvieron menos nublados y más calurosos, y lo que a todo el mundo le apetecía era pasear por los terrenos del colegio y dejarse caer en la hierba, con grandes cantidades de zumo de calabaza bien frío, o tal vez jugando una partida improvisada de gobstones, o viendo los fantásticos movimientos del calamar gigante por la superficie del lago. (PA, 256)

No es peligroso, y en ocasiones ayuda, como cuando salva a Denis Creevey del agua (CF);

— ¡Creevey, Dennis!

El pequeño Dennis Creevey avanzó tambaleándose y se tropezó en el abrigo de piel de topo de Hagrid al mismo tiempo que éste entraba furtivamente en el Gran Comedor a través de una puerta situada detrás de la mesa de los profesores. Unas dos veces más alto que un hombre normal y al menos tres veces más ancho, Hagrid, con su pelo y barba largos, enmarañados y renegridos, daba un poco de miedo. Una impresión falsa, porque Harry, Ron y Hermione sabían que Hagrid tenía un carácter muy bondadoso. Les guiñó un ojo mientras se sentaba a un extremo de la mesa de los profesores, y observó cómo Dennis Creevey se ponía el Sombrero Seleccionador. El desgarrón que tenía el sombrero cerca del ala volvió a abrirse.

— ¡Gryffindor! —gritó el sombrero.

Harry aplaudió con los demás de la mesa de Gryffindor cuando Dennis Creevey, sonriendo de oreja a oreja, se quitó el sombrero, lo volvió a poner en el taburete y se fue a toda prisa junto a su hermano.

— ¡Colin, me caí! —dijo de modo estridente, arrojándose sobre un asiento vacío—. ¡Fue estupendo! ¡Y algo en el agua me agarró y me devolvió a la barca!

— ¡Tranqui! —repuso Colin, igual de emocionado—. ¡Seguramente fue el calamar gigante, Dennis!

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— ¡Vaya! —exclamó Dennis, como si nadie, en sus mejores sueños, pudiera imaginar nada mejor que ser arrojado al agua en un lago de varias brazas de profundidad, por una sacudida en medio de una tormenta, y ser sacado por un monstruo marino gigante.

— ¡Dennis!, ¡Dennis!, ¿has visto a ese chico? ¡El del pelo negro y las gafas!, ¿lo ves? ¿A que no sabes quién es, Dennis? (CF, 164)

Come tostadas (CF)

—Escribir a Sirius. Tienes que contarle lo que ha pasado. Te pidió que lo mantuvieras informado de todo lo que ocurría en Hogwarts. Da la impresión de que esperaba que sucediera algo así. Llevo conmigo una pluma y un pedazo de pergamino...

—Olvídalo —contestó Harry, mirando a su alrededor para asegurarse de que nadie los oía. Pero los terrenos del castillo parecían desiertos—. Le bastó saber que me dolía la cicatriz, para regresar al país. Si le cuento que alguien me ha hecho entrar en el Torneo de los tres magos se presentará en el castillo.

—Él querría que tú se lo dijeras —dijo Hermione con severidad—. Se enterará de todas formas.

— ¿Cómo?

—Harry, esto no va a quedar en secreto. El Torneo es famoso, y tú también lo eres. Me sorprendería mucho que El Profeta no dijera nada de que has sido elegido campeón... Se te menciona en la mitad de los libros sobre Quien-tú-sabes. Y Sirius preferiría que se lo contaras tú.

—Vale, vale, ya le escribo —aceptó Harry, tirando al lago el último pedazo de tostada.

Lo vieron flotar un momento, antes de que saliera del agua un largo tentáculo, lo cogiera y se lo llevara a la profundidad del lago. Entonces volvieron al castillo.” (CF, 260)

E incluso nada con los estudiantes después de exámenes (OF).

Harry recorrió despacio el vacío pasillo echando vistazos por las ventanas por las que pasaba; vio a unos cuantos estudiantes que volaban sobre el estadio de Quidditch y a un par de ellos nadando en el lago, acompañados por el calamar gigante” (OF, 874)

CancerberoEl cancerbero es un perro gigante de tres cabezas, que es muy útil para custodiar tesoros;

Para dormirlo, hay que tocar música (PF).

No estaban en una habitación, como él había pensado. Era un pasillo. El pasillo prohibido del tercer piso. Y ya sabían por qué estaba prohibido.

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Estaban mirando directamente a los ojos de un perro monstruoso, un perro que llenaba todo el espacio entre el suelo y el techo. Tenía tres cabezas, seis ojos enloquecidos, tres narices que olfateaban en dirección a ellos y tres bocas chorreando saliva entre los amarillentos colmillos.

Estaba casi inmóvil, con los seis ojos fijos en ellos, y Harry supo que la única razón por la que no los había matado ya era porque la súbita aparición lo había cogido por sorpresa. Pero se recuperaba rápidamente: sus profundos gruñidos eran inconfundibles.

Harry abrió la puerta. Entre Filch y la muerte, prefería a Filch.(PF, 137)

— ¿Qué pretenden, teniendo una cosa así encerrada en el colegio?—dijo finalmente Ron—. Si algún perro necesita ejercicio, es ése.

Hermione había recuperado el aliento y el mal carácter.

— ¿Es que no tenéis ojos en la cara? —dijo enfadada—. ¿No visteis lo que había debajo de él?

— ¿El suelo?—sugirió Harry—. No miré sus patas, estaba demasiado ocupado observando sus cabezas.

—No, el suelo no. Estaba encima de una trampilla. Es evidente que está vigilando algo.

Se puso de pie, mirándolos indignada.

—Espero que estéis satisfechos. Nos podía haber matado. O peor, expulsado. Ahora, si no os importa, me voy a la cama.

Ron la contempló boquiabierto.

—No, no nos importa —dijo— Nosotros no la hemos arrastrado, ¿no?

Pero Hermione le había dado a Harry algo más para pensar, mientras se metía en la cama. El perro vigilaba algo... ¿Qué había dicho Hagrid? Gringotts era el lugar más seguro del mundo para cualquier cosa que uno quisiera ocultar... excepto tal vez Hogwarts.

Parecía que Harry había descubierto dónde estaba el paquetito arrugado de la cámara setecientos trece. (PF, 137, 138)

Malfoy no podía creer lo que veían sus ojos, cuando vio que Harry y Ron todavía estaban en Hogwarts al día siguiente, con aspecto cansado pero muy alegre. En realidad, por la mañana Harry y Ron pensaron que el encuentro con el perro de tres cabezas había sido una excelente aventura, y ya estaban preparados para tener otra. Mientras tanto, Harry le habló a Ron del paquete que había sido llevado de Gringotts a Hogwarts, y pasaron largo rato preguntándose qué podía ser aquello para necesitar una protección así.

—Es algo muy valioso, o muy peligroso —dijo Ron.

—O las dos cosas —opinó Harry

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Pero como lo único que sabían con seguridad del misterioso objeto era que tenía unos cinco centímetros de largo, no tenían muchas posibilidades de adivinarlo sin otras pistas. (PF, 139)

Entre susurros, Harry les contó lo que había visto.

— ¿Sabéis lo que quiere decir?—terminó sin aliento—. ¡Que trató de pasar por donde estaba el perro de tres cabezas, en Halloween! Allí se dirigía cuando lo vimos... ¡Iba a buscar lo que sea que tengan guardado allí! ¡Y apuesto mi escoba a que fue él quien dejó entrar al monstruo, para distraer la atención!

Hermione tenía los ojos muy abiertos.

—No, no puede ser —dijo—. Sé que no es muy bueno, pero no iba a tratar de robar algo que Dumbledore está custodiando.

—De verdad, Hermione, tú crees que todos los profesores son santos o algo parecido —dijo enfadado Ron—. Yo estoy con Harry. Creo que Snape es capaz de cualquier cosa. Pero ¿qué busca? ¿Qué es lo que guarda el perro? (PF, 155, 156)

—Era Snape —explicaba Ron—. Hermione y yo lo vimos. Estaba maldiciendo tu escoba. Murmuraba y no te quitaba los ojos de encima.

—Tonterías —dijo Hagrid, que no había oído una palabra de lo que había sucedido—. ¿Por qué iba a hacer algo así Snape?

Harry, Ron y Hermione se miraron, preguntándose qué le iban a decir. Harry decidió contarle la verdad.

—Descubrimos algo sobre él —dijo a Hagrid—. Trató de pasar ante ese perro de tres cabezas, en Halloween. Y el perro lo mordió. Nosotros pensamos que trataba de robar lo que ese perro está guardando.

Hagrid dejó caer la tetera.

— ¿Qué sabéis de Fluffy? —dijo.

— ¿Fluffy?

—Ajá... Es mío... Se lo compré a un griego que conocí en el bar el año pasado... y se lo presté a Dumbledore para guardar...

— ¿Sí? —dijo Harry con nerviosismo.

—Bueno, no me preguntéis más —dijo con rudeza Hagrid—. Es un secreto. (PF, 162)

Unos pocos segundos más tarde estaban allí, en el pasillo del tercer piso. La puerta ya estaba entreabierta.

—Bueno, ya lo veis —dijo Harry con calma—. Snape ya ha pasado ante Fluffy.

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Ver la puerta abierta les hizo tomar plena conciencia de aquello a lo que tenían que enfrentarse. Por debajo de la capa, Harry se volvió hacia los otros dos.

—Si queréis regresar, no os lo reprocharé —dijo—. Podéis llevaros la capa, no la voy a necesitar.

—No seas estúpido —dijo Ron.

—Vamos contigo —dijo Hermione.

Harry empujó la puerta.

Cuando la puerta crujió, oyeron unos gruñidos. Los tres hocicos del perro olfateaban en dirección a ellos, aunque no podía verlos.

— ¿Qué tiene en los pies? —susurró Hermione.

—Parece un arpa —dijo Ron—. Snape debe de haberla dejado ahí.

—Debe despertarse en el momento en que se deja de tocar —dijo Harry—. Bueno, empecemos...

Se llevó a los labios la flauta de Hagrid y sopló. No era exactamente una melodía, pero desde la primera nota los ojos de la bestia comenzaron a cerrarse. Harry casi ni respiraba. Poco a poco, los gruñidos se fueron apagando, se balanceó, cayó de rodillas y luego se derrumbó en el suelo, profundamente dormido.

—Sigue tocando —advirtió Ron a Harry, mientras salía de la capa y se arrastraba hasta la trampilla. Podía sentir la respiración caliente y olorosa del perro, mientras se aproximaba a las gigantescas cabezas.

—Creo que podemos abrir la trampilla —dijo Ron, espiando por encima del lomo del perro—. ¿Quieres ir delante, Hermione?

— ¡No, no quiero!

—Muy bien. —Ron apretó los dientes y anduvo con cuidado sobre las patas del perro. Se inclinó y tiró de la argolla de la trampilla, que se levantó y abrió.

— ¿Qué puedes ver? —preguntó Hermione con ansiedad.

—Nada... sólo oscuridad... no hay forma de bajar, hay que dejarse caer.

Harry, que seguía tocando la flauta, hizo un gesto para llamar la atención de Ron y se señaló a sí mismo.

— ¿Quieres ir primero? ¿Estás seguro?—dijo Ron—. No sé cómo es de profundo ese lugar. Dale la flauta a Hermione, para que pueda seguir haciéndolo dormir.

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Harry le entregó la flauta y, en esos segundos de silencio, el perro gruñó y se estiró, pero en cuanto Hermione comenzó a tocar volvió a su sueño profundo.(PF, 228, 229)

CentauroClasificación del MM: XXXX

Los centauros tienen cabeza, torso y brazos humanos unidos a un cuerpo de caballo que puede tener cualquiera de los diversos colores de las razas equinas. Al ser inteligentes y capaces de hablar, no se les puede llamar bestias; pero a petición propia, han sido clasificados de esa forma por el Ministerio

de Magia. No existen centauros hembra (JKR).El centauro es un habitante de los bosques. Se cree que aparecieron en Grecia, aunque ahora hay

comunidades de centauros en muchos países de Europa. Las autoridades mágicas de todos ellos han establecido zonas donde no pueden ser molestados por los muggles. Sin embargo, los centauros se

las apañan muy bien sin la protección de los magos, ya que tienen sus propios medios para ocultarse de los seres humanos.

El mundo de los centauros está envuelto en misterio. En general, desconfían tanto de los magos como de los muggles y, a decir verdad, no les encuentran muy diferentes. Viven en manadas de entre diez y cincuenta miembros. Tienen fama de estar muy versados en materias de curación

mágica, adivinación, arquería y astronomía.En el Bosque Prohibido hay centauros, como Ronan, Bane (PF15), Margorian (OF), y el profesor de

Adivinación en quinto curso, Firenze (PF15, OF).

Y apareció en el claro... ¿era un hombre o un caballo? De la cintura para arriba, un hombre, con pelo y barba rojizos, pero por debajo, el cuerpo de pelaje zaino de un caballo, con una cola larga y rojiza. Harry y Hermione se quedaron boquiabiertos.

—Oh, eres tú, Ronan —dijo aliviado Hagrid—. ¿Cómo estás?

Se acercó y estrechó la mano del centauro.

—Que tengas buenas noches, Hagrid —dijo Ronan. Tenía una voz profunda y acongojada—. ¿Ibas a dispararme?

—Nunca se es demasiado cuidadoso —dijo Hagrid, tocando su ballesta—. Hay alguien muy malvado, perdido en este bosque. Ah, éste es Harry Potter y ella es Hermione Granger. Ambos son alumnos del colegio. Y él es Ronan. Es un centauro.

—Nos hemos dado cuenta —dijo débilmente Hermione.

—Buenas noches —los saludó Ronan—. ¿Estudiantes, no? ¿Y aprendéis mucho en el colegio?

—Eh...

—Un poquito —dijo con timidez Hermione.

—Un poquito. Bueno, eso es algo. —Ronan suspiró. Torció la cabeza y miró hacia el cielo—. Esta noche, Marte está brillante.

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—Ajá —dijo Hagrid, lanzándole una mirada—. Escucha, me alegro de haberte encontrado, Ronan, porque hay un unicornio herido. ¿Has visto algo?

Ronan no respondió de inmediato. Se quedó con la mirada clavada en el cielo, sin pestañear, y suspiró otra vez.

—Siempre los inocentes son las primeras víctimas —dijo—. Ha sido así durante los siglos pasados y lo es ahora.

—Sí —dijo Hagrid—. Pero ¿has visto algo, Ronan? ¿Algo desacostumbrado?

—Marte brilla mucho esta noche —repitió Ronan, mientras Hagrid lo miraba con impaciencia—. Está inusualmente brillante.

—Sí, claro, pero yo me refería a algo inusual que esté un poco más cerca de nosotros —dijo Hagrid—. Entonces ¿no has visto nada extraño?

Otra vez, Ronan se tomó su tiempo para contestar. Hasta que, finalmente, dijo:

—El bosque esconde muchos secretos.

Un movimiento en los árboles detrás de Ronan hizo que Hagrid levantara de nuevo su ballesta, pero era sólo un segundo centauro, de cabello y cuerpo negro y con aspecto más salvaje que Ronan.

—Hola, Bane —saludó Hagrid—. ¿Qué tal?

—Buenas noches, Hagrid, espero que estés bien.

—Sí, gracias. Mira, le estaba preguntando a Ronan si había visto algo extraño últimamente. Han herido a un unicornio. ¿Sabes algo sobre eso?

Bane se acercó a Ronan. Miró hacia el cielo.

—Esta noche Marte brilla mucho —dijo simplemente.

—Eso dicen —dijo Hagrid de malhumor—. Bueno, si alguno ve algo, me avisáis, ¿de acuerdo? Bueno, nosotros nos vamos.

Harry y Hermione lo siguieron, saliendo del claro y mirando por encima del hombro a Ronan y Bane, hasta que los árboles los taparon.

—Nunca —dijo irritado Hagrid— tratéis de obtener una respuesta directa de un centauro. Son unos malditos astrólogos. No se interesan por nada más cercano que la luna.

— ¿Y hay muchos de ellos aquí? —preguntó Hermione.

—Oh, unos pocos más... Se mantienen apartados la mayor parte del tiempo, pero siempre aparecen si quiero hablar con ellos. Los centauros tienen una mente profunda... saben cosas... pero no dicen mucho.(PF, 210- 211)

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Un centauro estaba ante él. No era ni Ronan ni Bane: éste parecía más joven, tenía cabello rubio muy claro, cuerpo pardo y cola blanca.

— ¿Estás bien? —dijo el centauro, ayudándolo a ponerse de pie.

—Sí... gracias... ¿qué ha sido eso?

El centauro no contestó. Tenía ojos asombrosamente azules, como pálidos zafiros. Observó a Harry con cuidado, fijando la mirada en la cicatriz que se veía amoratada en la frente de Harry.

—Tú eres el chico Potter —dijo—. Es mejor que regreses con Hagrid. El bosque no es seguro en esta época en especial para ti. ¿Puedes cabalgar? Así será más rápido... Mi nombre es Firenze —añadió, mientras bajaba sus patas delanteras, para que Harry pudiera montar en su lomo.

Del otro lado del claro llegó un súbito ruido de cascos al galope. Ronan y Bane aparecieron velozmente entre los árboles, resoplando y con los flancos sudados.

— ¡Firenze!—rugió Bane—. ¿Qué estás haciendo? Tienes un humano sobre el lomo! ¿No te da vergüenza? ¿Es que eres una mula ordinaria?

— ¿Te das cuenta de quién es?—dijo Firenze—. Es el chico Potter. Mientras más rápido se vaya del bosque, mejor.

— ¿Qué le has estado diciendo?—gruñó Bane—. Recuerda, Firenze, juramos no oponernos a los cielos. ¿No has leído en el movimiento de los planetas lo que sucederá?

Ronan dio una patada en el suelo con nerviosismo.

—Estoy seguro de que Firenze pensó que estaba obrando lo mejor posible —dijo, con voz sombría.

También Bane dio una patada, enfadado.

— ¡Lo mejor posible! ¿Qué tiene eso que ver con nosotros? ¡Los centauros debemos ocuparnos de lo que está vaticinado! ¡No es asunto nuestro el andar como burros buscando humanos extraviados en nuestro bosque!

De pronto, Firenze levantó las patas con furia y Harry tuvo que aferrarse para no caer.

— ¿No has visto ese unicornio?—preguntó Firenze a Bane—. ¿No comprendes por qué lo mataron? ¿O los planetas no te han dejado saber ese secreto? Yo me lanzaré contra el que está al acecho en este bosque, con humanos sobre mi lomo si tengo que hacerlo.

Y Firenze partió rápidamente, con Harry sujetándose lo mejor que podía, y dejó atrás a Ronan y Bane, que se internaron entre los árboles.

Harry no entendía lo sucedido.

— ¿Por qué Bane está tan enfadado? —preguntó—. Y a propósito, ¿qué era esa cosa de la que me salvaste?

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Firenze redujo el paso y previno a Harry que tuviera la cabeza agachada, a causa de las ramas, pero no contestó. Siguieron andando entre los árboles y en silencio, durante tanto tiempo que Harry creyó que Firenze no volvería a hablarle. Sin embargo, cuando llegaron a un lugar particularmente tupido, Firenze se detuvo.

—Harry Potter, ¿sabes para qué se utiliza la sangre de unicornio?

—No —dijo Harry, asombrado por la extraña pregunta—. En la clase de Pociones solamente utilizamos los cuernos y el pelo de la cola de unicornio.

—Eso es porque matar un unicornio es algo monstruoso —dijo Firenze—. Sólo alguien que no tenga nada que perder y todo para ganar puede cometer semejante crimen. La sangre de unicornio te mantiene con vida, incluso si estás al borde de la muerte, pero a un precio terrible. Si uno mata algo puro e indefenso para salvarse a sí mismo, conseguirá media vida, una vida maldita, desde el momento en que la sangre toque sus labios.

Harry clavó la mirada en la nuca de Firenze, que parecía de plata a la luz de la luna.

—Pero ¿quién estaría tan desesperado?—se preguntó en voz alta—. Si te van a maldecir para siempre, la muerte es mejor, ¿no?

—Es así —dijo Firenze— a menos que lo único que necesites sea mantenerte vivo el tiempo suficiente para beber algo más, algo que te devuelva toda tu fuerza y poder, algo que haga que nunca mueras. ¿Harry Potter, sabes qué está escondido en el colegio en este preciso momento?

— ¡La Piedra Filosofal! ¡Por supuesto... el Elixir de Vida! Pero no entiendo quién...

— ¿No puedes pensar en nadie que haya esperado muchos años para regresar al poder, que esté aferrado a la vida, esperando su oportunidad?

Fue como si un puño de hierro cayera súbitamente sobre la cabeza de Harry. Por encima del ruido del follaje, le pareció oír una vez más lo que Hagrid le había dicho la noche en que se conocieron: «Algunos dicen que murió. En mi opinión, son tonterías. No creo que le quede lo suficiente de humano como para morir».

— ¿Quieres decir —dijo con voz ronca Harry— que era Vol...?

— ¡Harry! Harry, ¿estás bien?

Hermione corría hacia ellos por el sendero, con Hagrid resoplando detrás.

—Estoy bien —dijo Harry, casi sin saber lo que contestaba—. El unicornio está muerto, Hagrid, está en ese claro de atrás.

—Aquí es donde te dejo —murmuró Firenze, mientras Hagrid corría a examinar al unicornio—. Ya estás a salvo.

Harry se deslizó de su lomo.

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—Buena suerte, Harry Potter —dijo Firenze—. Los planetas ya se han leído antes equivocadamente, hasta por centauros. Espero que ésta sea una de esas veces.

Se volvió y se internó en lo más profundo del bosque, dejando a Harry temblando. (PF, 213 – 216)

Una flecha pasó flotando por el aire y aterrizó con un golpe sordo en un árbol, justo detrás de su cabeza. De repente el aire se llenó de sonidos de pezuñas; Harry pudo sentir el suelo del bosque temblando a sus pies; Umbridge soltó un pequeño grito y se colocó detrás de ellos, utilizando a Harry y a Hermione como si fueran escudos-

Harry se deshizo de ella y se giró. Alrededor de cincuenta centauros estaban emergiendo por todos lados, con sus arcos alzados y cargados, apuntando hacia Harry, Hermione y Umbrigde. Retrocedieron lentamente hacia el centro del claro, Umbridge pronunciando pequeños lloriqueos de terror. Harry miró de lado a Hermione, a la cual se le había dibujado una sonrisa triunfante.

“Quiénes sois?” dijo una voz.

Harry miró a la izquierda. Un centauro de pecho acastañado, que Harry reconoció como aquél que llamaban Magorian, estaba caminando hacia ellos, destacándose en el círculo que les habían hecho: su arco, como los de los otros, estaba alzado. Al lado derecho de Harry, Umbridge todavía estaba sollozando, su varita temblando violentamente mientras la apuntaba hacia el centauro que había avanzado.

“Te he preguntado quién eres, humana,” dijo Magorian rudamente.

“Soy Dolores Umbridge!” dijo Umbridge con un tono alto, la voz petrificada. “Subsecretaria Mayor del Ministro de Magia y Directora e Inquisidora Mayor de Hogwarts!”

“¿Eres del Ministerio de Magia?“ dijo Magorian, mientras muchos centauros del círculo de alrededor se revolvían inquietamente.

“Eso he dicho!” dijo Umbridge, con un tono de voz aún más alto, “así que ten mucho cuidado! Con las leyes instauradas por el Departamento de Control de Criaturas Mágicas, cualquier ataque perpetrado por un medio-desarrollado en un humano-“

“¿Cómo nos has llamado?” gritó un centauro negro con un aspecto bastante salvaje, que Harry reconoció como Bane. Los centauros murmuraban bastante enfadados y tensaban las cuerdas de sus arcos alrededor de ellos.

“No les llame así!” dijo Hermione furiosa, pero Umbridge aparentaba no haberle oído. Todavía apuntando su temblorosa varita hacia Mangorian, continuo, “Ley Cincuenta “B” establece claramente que “cualquier ataque hecho por una criatura que parece tener inteligencia casi humana, se considera por ello que es responsable de sus actos-“

“Inteligencia casi humana?” repitió Magorian, mientras Bane y algunos de los otros rugían con furia y pateaban el suelo. “Nosotros consideramos que eso es un gran insulto, humana! Nuestra inteligencia, por suerte, aventaja bastante a la vuestra.”

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“¿Que estáis haciendo en nuestro bosque?” continuó el centauro de cara medio gris, que Harry y Hermione habían visto en su última visita al bosque. “¿Por qué estáis aquí?”

“¿Vuestro bosque?” dijo Umbridge, agitando ahora su varita no sólo con miedo, sino con lo que parecía también indignación. “Tengo que recordaros que vosotros vivís aquí sólo porque el Ministerio de Magia os concede ciertas áreas de tierra-“

Una flecha voló muy cerca de su cabeza, de forma que le cortó su parduzco pelo al pasar rozándole: soltó un ridículo gritito y se llevó las manos a la cabeza, mientras algunos de los centauros rugían con aprobación y otros se reían estridentemente. El sonido de sus salvajes risas relinchantes hacían eco alrededor del oscuro claro del bosque y el sonido de sus pezuñas pateando el suelo era bastante enervante.

“¿De quién es el bosque ahora, humana?” rugió Bane.

“Estúpidos medio-desarrollados!” gritó Umbridge, sus manos todavía envueltas alrededor de su cabeza. “Bestias! Animales salvajes!”

“Cállese!” gritó Hermione, pero era demasiado tarde: Umbridge apuntó con su varita a Magorian y gritó, “Incarcerous!”

Unas cuerdas empezaron a salir de la varita, flotando en el aire como gruesas serpientes, envolviéndose tensamente alrededor del torso del centauro y atrapando sus brazos. El centauro dio un grito de ira y se encabritó sobre sus piernas traseras, intentando liberarse, mientras los otros centauros cargaban sus arcos.

Harry agarró a Hermione y la lanzó al suelo; cara abajo en el suelo del bosque, Harry conoció un momento de terror cuando las pezuñas empezaron a retumbar alrededor de él, pero los centauros se limitaron a rodearlos, bramando y gritando con ira.

“Nooooooo!” oyeron chillar a Umbridge. “Nooooooo.....soy la subsecretaria mayor.... no podéis- Bajadme, animales....noooooo!

Harry vio un flash de luz roja y supo que Umbridge había intentado dejar sin sentido a uno de ellos; entonces empezó a gritar muy alto. Levantando su cabeza unas pulgadas, Harry vio que Bane había asido a Umbridge por detrás y luego la había levantado muy alto, mientras ella se retorcía y chillaba con miedo. Su varita cayó de su mano al suelo y el corazón de Harry dio un brinco. Si sólo pudiera alcanzarla....

Pero, cuando estiró su mano para intentar cogerla, la pezuña de un centauro cayó sobre ella y la rompió limpiamente en dos mitades.

“Ahora!” rugió una voz en la oreja de Harry y un gran brazo peludo descendió por el fino aire y le arrastró hacia la derecha. Hermione también había sido derribada a sus pies. A través de los coloridos pechos y cabezas de los centauros, Harry vio cómo Bane se llevaban a Umbridge hacia los árboles. Aunque no paraba de dar gritos, su voz se oía cada vez más y más lejos, hasta que no pudieron oír más que los pisoteos de pezuñas que les rodeaban.

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“¿Y éstos?” dijo el centauro de pelo gris y de expresión dura, agarrando a Hermione.

“Son jóvenes”, dijo una voz suave y parada que provenía detrás de Harry. “Nosotros no atacamos a los potros”

“Fueron ellos los que la trajeron aquí, Ronan”, dijo el centauro que tenía asido firmemente a Harry. “Y no son tan jóvenes... él es ya casi un hombre. Éste de aquí”.

Meneó a Harry agarrando el cuello de su túnica.

“Por favor,” dijo Hermione sin aliento, “por favor, no nos ataquen. Nosotros no pensamos como ella, no somos empleados del Ministerio de Magia! Sólo vinimos hasta aquí porque esperábamos que la apartaran de nosotros!”

Harry supo a la primera, por el aspecto de la cara del centauro gris que estaba agarrando a Hermione, que ella había cometido un terrible error diciendo esto. El centauro gris echó atrás su cabeza, sus piernas traseras estampando furiosamente el suelo, y gruñó “Lo ves, Ronan? Ellos ya tienen la arrogancia de su clase! Entonces....nosotros tenemos que hacerte el trabajo sucio ¿es así, chica humana? ¿Nosotros tenemos que actuar como si fuéramos vuestros sirvientes, ahuyentando a vuestros enemigos, como si fuéramos perros obedientes?”

“No!” dijo Hermione, soltando un chillido de horror. “¡Por favor... no quise decir eso! ¡Sólo esperaba que fuerais capaces de....ayudarnos...!” Pero parecía que, en lugar de arreglarlo, aquello iba de mal en peor.

“¡Nosotros no ayudamos a los humanos!” gruñó el centauro que agarraba a Harry, apretando su brazo y encabritándose un poco al mismo tiempo, de modo que los pies de Harry tocaron el suelo por un momento. “¡Somos una raza aparte y estamos orgullosos de serlo. No permitiremos que caminéis por aquí, alardeando de que aceptamos vuestras ofertas!”

“¡No vamos a decir nada de eso!” gritó Harry. “Sabemos que hacéis lo que hacéis porque queréis...”

Pero nadie parecía estar escuchándole.

Un centauro acastañado, detrás de la muchedumbre gritó, “¡Vinieron aquí sin que nadie les hubiera invitado, tienen que pagar las consecuencias!”

Un rugido de aprobación se unió a estas palabras y un centauro bicolor gritó, “¡Pueden unirse a la mujer!”

“¡Dijisteis que no hacíais daño a los inocentes!” rogó Hermione, con lágrimas deslizándose por la cara. “¡No hemos hecho nada para heriros! No hemos usado varitas ni trucos, simplemente queremos regresar al colegio ¡Por favor, dejadnos volver..!

“¡No todos somos como el traidor Firenze, chica humana!” gritó el centauro gris, consiguiendo más relinchos y rugidos de aprobación de sus compañeros. “¿A lo mejor pensaste que éramos bonitos caballos parlantes? ¡Nosotros somos gente centenaria que no soportará las invasiones y los insultos de los magos! ¡No reconocemos vuestras normas. No reconocemos vuestra superioridad. Nosotros somos...!

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Pero no fueron capaces de oír que más cosas eran los centauros, porque en aquel momento se oyó un estrépito que provenía de los lados del claro, tan fuerte que Harry, Hermione y los casi 50 centauros que llenaban el claro, miraron a su alrededor. El centauro que agarraba a Harry le dejó caer de nuevo al suelo cuando sus manos volaron hasta su arco y su carcasa de flechas. Hermione también había sido soltada y Harry corrió hasta ella. De pronto oyeron cómo tres grandes troncos de árbol se partían amenazadoramente y la monstruosa forma del gigante Grawp apareció en el claro.

Los centauros que estaban cerca de ellos recularon un poco. El claro era ahora un bosque de arcos y flechas esperando para ser disparadas, todas apuntando hacia la monstruosa cara que ahora estaba aproximándose hacia ellos, justo debajo de un grueso toldo de ramas. La boca torcida de Grawp estaba estúpidamente abierta de par en par, de manera que podían ver aquellos ladrillos amarillos que tenía por dientes brillando en la media luz del claro. Sus torpes ojos color fango se estrechaban mientras bizqueaba mirando a las criaturas que se encontraban a sus pies. Sus ropas sucias y rotas las iba arrastrando por los tobillos.

Abrió la boca aún más.

“Hagger”

Harry no sabía qué era lo que significaba “Hagger” o que lengua era aquélla, pero realmente no le importaba demasiado; estaba mirando los pies de Grawp, los cuales eran por lo menos tan largos como el cuerpo entero de Harry. Hermione agarró su brazo con fuerza. Los centauros permanecían callados, de pie ante el gigante, cuya inmensa y redonda cabeza se movía de un lado a otro, escudriñando entre ellos como si estuviera buscando algo que se le hubiera caído.

“Hagger!” dijo otra vez, más intensamente.

“Vete de aquí, gigante!” le ordenó Magorian. “No eres bien recibido entre nosotros!”

Estas palabras parecieron no hacer ningún tipo de efecto en Grawp. El gigante se quedó quieto un momento (los brazos de los centauros tensados en sus arcos) y entonces gruñó, “HAGGER!”

Unos pocos centauros parecían preocupados ahora. Sin embargo, Hermione parecía sofocada.

“¡Harry!” susurró. “¡Creo que está tratando de decir “Hagrid”!

En ese preciso momento Grawp localizó a Harry y a Hermione, los únicos dos humanos en un océano de centauros. Inclinó su cabeza unos pocos pies más, fijándose atentamente en ellos. Harry pudo sentir a Hermione temblando mientras Grawp de nuevo abría profundamente su boca y decía con voz honda y atronadora, “Hermy”.

“Dios mío”, dijo Hermione, apretando el brazo de Harry tan fuerte que se quedó paralizado de miedo y mirando, mientras Hermione parecía que se iba a marear, “¡él...él se acuerda!”

“¡HERMY!” gruñó de nuevo Grawp. “DÓNDE HAGGER?”

“¡No lo sé!” chilló Hermione, petrificada. “¡Lo siento, Grawp, no lo sé!”

“¡GRAWP QUIERE HAGGER!”

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Una de las inmensas manos del gigante descendió hacia donde estaban ellos. Hermione dejó escapar un grito de terror, corrió unos cuantos pasos hacia atrás y se cayó. Desprovisto de su varita, Harry se preparó para golpear, patear, morder o cualquier cosa que pudiera ayudar, mientras la mano se dirigía hacia él y derribaba a un centauro color blanco.

Era precisamente lo que los centauros habían estado esperando. Los dedos estirados de Grawp estaban a un pie de distancia de Harry cuando cincuenta flechas se dispararon por el aire hacia el gigante, salpicando su enorme cara, provocándole aullidos de dolor e ira. Grawp se irguió, restregándose la cara con sus enormes manos, y comenzó a romper las astas de las flechas, consiguiendo de esta forma que las cabezas de las flechas se hundieran aún más.

Chilló y estampó sus enormes pies en el suelo, por lo que los centauros empezaron a escaparse de su camino; las gotas de sangre de Grawp, del tamaño de guijarros, ducharon a Harry cuando estaba intentando ayudar a Hermione a levantarse y los dos corrieron lo más rápido que pudieron al abrigo de los árboles. Una vez allí miraron atrás; Grawp estaba intentando agarrar a ciegas a los centauros mientras la sangre se deslizaba por su cara; los centauros se estaban retirando en desorden, galopando hacia los árboles, al otro lado del claro. Harry y Hermione vieron a Grawp dando otro alarido de ira para desplomarse poco después, aplastando más árboles con su caída.

“Oh, no”, dijo Hermione, estremeciéndose tanto que sus rodillas daban brincos involuntarios. “Oh, eso ha sido horrible. Y podría haberles matado a todos”.

“A mí me da un poco igual, la verdad” dijo Harry ácidamente.

Los sonidos de los centauros galopando y el patinazo del gigante se fueron haciendo cada vez más débiles. (OF, 775- 781)

Los centauros, a excepción de Firenze, no luchan en la Batalla de Hogwarts, hecho que Hagrid les recrimina. Pero cuando Voldemort presenta el cuerpo de Harry a los supervivientes, los centauros

(Magorian, Ronan y Bane, entre ellos) lanzan flechas a los mortífagos (RM36).

El cielo encantado del Gran Comedor estaba oscuro y salpicado de estrellas, y debajo de él, las cuatro largas mesas de las cuatro casas estaban alineadas, llenas de alumnos desaliñados, algunos con sus capas de viaje, otros en capas de gala. Aquí y allá brillaba el resplandor perlado de las figuras fantasmales que poblaban la escuela. Cada ojo, vivo o muerto, estaba fijo sobre la Profesora McGonagall, quien estaba hablando desde la plataforma superior del Comedor. Detrás de ella permanecían los demás profesores, incluido el centauro Firenze, además de los miembros de la Orden del Fénix que habían venido a luchar. (RM, 513)

El caos reinaba. Los centauros estaban ahuyentando a los mortífagos, todos sentían la estampida de los gigantes, y cada vez más cerca cientos de refuerzos salidos de quien sabe dónde: Harry vio grandes criaturas aladas, golpeando contra las cabezas de los gigantes de Voldemort: los Thestrals y a Buckbeak el hipogrifo arañando sus ojos, mientras Grawp les pegaba, los magos defensores de Hogwarts y los mortífagos eran empujados hacia dentro del castillo. Harry lanzaba hechizos y maldiciones a cualquier mortífago que veía, confundiéndolos, pues no sabían ni que ni quien les había pegado, sus cuerpos eran atrapados por la multitud., Aun oculto bajo la capa, Harry fue empujado hacia la gran estancia. Estaba buscando a Voldemort y lo vio del otro lado del cuarto,

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lanzando hechizos con su varita mientras era empujado hacia el gran salón, gritando instrucciones a sus seguidores mientras lanzaba maldiciones hacia todas direcciones, Harry convocó más hechizos protectores y las casi victimas Seamus Finnigan y Hannah Abbott lograron pasar hacia el Gran Salón, donde se unieron a la gran batalla que tenía lugar dentro.

Y había entrado, Harry vio a Charlie Weasley someter a Horace Slughorn, quien aun utilizaba su pijama esmeralda. Parecía que todo amigo y familiar de los estudiantes de Hogwarts más y más gente que se habían quedado a luchar aparecía, junto con los vendedores y habitantes de Hogsmeade. El centauro Bane, Ronan y Magorian entraron en la gran estancia haciendo sonar sus herraduras, mientras que detrás de Harry la puerta que daba a la cocina estaba llena de sus flechas. (RM, 617)

ChupasangresCuando los gallos de Hagrid están siendo asesinados, él piensa que ha podido ser unos

chupasangres (CS11). En realidad es Ginny, poseída por Tom Sorvolo Ryddle, quien los mata para que no signifiquen un peligro para el basilisco.

¿Y tú, qué haces aquí?

Hagrid levantó el gallo sin vida.

—El segundo que matan este trimestre —explicó—. O son zorros o chupasangres, y necesito el permiso del director para poner un encantamiento alrededor del gallinero (CS, 177)

¿Todavía no lo adivinas, Harry Potter? —dijo sin inmutarse Ryddle—. Ginny Weasley abrió la Cámara de los Secretos. Ella retorció el pescuezo a los gallos del colegio y pintarrajeó pavorosos mensajes en las paredes. Ella echó la serpiente de Slytherin contra los cuatro sangre sucia y el gato del squib.

—No —susurró Harry.

—Sí —dijo Ryddle con calma—. Por supuesto, al principio ella no sabía lo que hacia. Fue muy divertido. Me gustaría que hubieras podido ver las anotaciones que escribía en el diario... Se volvieron mucho más interesantes... Querido Tom —recitó, contemplando la horrorizada cara de Harry—, creo que estoy perdiendo la memoria. He encontrado plumas de gallo en mi túnica y no sé por qué están ahí. Querido Tom, no recuerdo lo que hice la noche de Halloween, pero han atacado a un gato y yo tengo manchas de pintura en la túnica. Querido Tom, Percy me sigue diciendo que estoy pálida y que no parezco yo. Creo que sospecha de mí... Hoy ha habido otro ataque y no sé dónde me encontraba en aquel momento. ¿Qué voy a hacer, Tom? Creo que me estoy volviendo loca. ¡Me parece que soy yo la que ataca a todo el mundo, Tom!

Harry tenía los puños apretados y se clavaba las uñas en las palmas.

—Le llevó mucho tiempo a esa tonta de Ginny dejar de confiar en su diario —explicó Ryddle—. Pero al final sospechó e intentó deshacerse de él. Y entonces apareciste tú, Harry. Tú lo encontraste, y nada podría haberme hecho tan feliz. De todos los que podrían haberlo cogido, fuiste tú, la persona a la que yo tenía más ganas de conocer...

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— ¿Y por qué querías conocerme? —preguntó Harry La ira lo embargaba y tenía que hacer un gran esfuerzo para mantener firme la voz.

—Bueno, verás, Ginny me lo contó todo sobre ti, Harry —dijo Ryddle—. Toda tu fascinante historia. —Sus ojos vagaron por la cicatriz en forma de rayo que Harry tenía en la frente, y su expresión se volvió más ávida—. Quería averiguar más sobre ti, hablar contigo, conocerte si era posible, así que decidí mostrarte mi famosa captura de ese zopenco, Hagrid, para ganarme tu confianza. (CS, 266, 267)

Colacuerno HúngaroClasificación del MM: XXXXX

Considerado el más peligroso de todos los dragones ("No bromeas", anotación de Harry y Ron), el colacuerno húngaro tiene escamas negras, y su cuerpo recuerde el de un lagarto. Tiene ojos amarillos, cuernos broncíneos y pincho de un color similar que surgen de su larga cola. El

colacuerno posee una de las llamas de mayor alcance (más de quince metros). Sus huevos son de color cemento y de una cáscara particularmente dura; las crías se abren camino utilizando sus colas, ya que tienen los pinchos bien desarrollados al nacer. Se alimentan de cabras, ovejas y, siempre que

es posible, de humanos (AF).Harry se enfrenta a un Colacuerno Húngaro hembra en la primera prueba del Torneo de los Tres

Magos (CF).

Al menos treinta magos, siete u ocho para cada dragón, trataban de controlarlos tirando de unas cadenas enganchadas a los fuertes collares de cuero que les rodeaban el cuello y las patas. Fascinado, Harry levantó la vista y vio los ojos del dragón negro, con pupilas verticales como las de los gatos, totalmente desorbitados; si se debía al miedo o a la ira, Harry lo ignoraba. Los bramidos de la bestia eran espeluznantes.

— ¡No te acerques, Hagrid!—advirtió un mago desde la valla, tirando de la cadena—. ¡Pueden lanzar fuego a una distancia de seis metros, ya lo sabes! ¡Y a este colacuerno lo he visto echarlo a doce!

— ¿No es hermoso? —dijo Hagrid con voz embelesada.

— ¡Es peligroso!—gritó otro mago—. ¡Encantamientos aturdidores, cuando cuente tres!

Harry vio que todos los cuidadores de los dragones sacaban la varita.

— ¡Desmaius! —gritaron al unísono.

Los encantamientos aturdidores salieron disparados en la oscuridad como bengalas y se deshicieron en una lluvia de estrellas al chocar contra la escamosa piel de los dragones.

Harry observó que el más próximo se balanceaba peligrosamente sobre sus patas traseras y abría completamente las fauces en un aullido mudo. Las narinas parecían haberse quedado de repente desprovistas de fuego, aunque seguían echando humo. Luego, muy despacio, se desplomó. Varias toneladas de dragón dieron en el suelo con un golpe que pareció hacer temblar los árboles que había tras ellos.

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Los cuidadores de los dragones bajaron las varitas y se acercaron a las derribadas criaturas que estaban a su cargo, cada una de las cuales era del tamaño de un cerro. Se dieron prisa en tensar las cadenas y asegurarlas con estacas de hierro, que clavaron en la tierra utilizando las varitas.

— ¿Quieres echar un vistazo más de cerca? —le preguntó Hagrid a Madame Maxime, embriagado de emoción.

Se acercaron hasta la valla, seguidos por Harry. En aquel momento se volvió el mago que le había aconsejado a Hagrid que no se acercara, y Harry descubrió quién era: Charlie Weasley.

— ¿Va todo bien, Hagrid? —preguntó, jadeante, acercándose para hablar con él—. Ahora no deberían darnos problemas. Les dimos una dosis adormecedora para traerlos, porque pensamos que sería preferible que despertaran en la oscuridad y tranquilidad de la noche, pero ya has visto que no les hizo mucha gracia, ninguna gracia...

— ¿De qué razas son, Charlie? —inquirió Hagrid mirando al dragón más cercano, el negro, con algo parecido a la reverencia.

El animal tenía los ojos entreabiertos, y debajo del arrugado párpado negro se veía una franja de amarillo brillante.

—Éste es un colacuerno húngaro —explicó Charlie—. Por allí hay un galés verde común, que es el más pequeño; un hocicorto sueco, que es el azul plateado, y un bola de fuego chino, el rojo. (CF, 292)

Crookshanks Mitad gato, mitad kneazle  Dormitorio de niñas, torre Gryffindor,  castillo de Hogwarts Mascota de Hermione, la compró en Agosto de 1993 en el callejón Diagon. Crookshanks es notablemente inteligente, capaz de hacer cosas que ningún animal normal puede hacer.

CrookshanksCrookshanks es una criatura fascinante. Es descrito pomo un gran gato de color canela con la cara aplasta y una gran cola. Pertenece a Hermione Granger, quien lo compró en la Tienda de Animales delCallejón Diagon en agosto de

1993, por su decimotercero cumpleaños. Crookshanks ya llevaba mucho tiempo en la tienda y nadie quería

comprarlo (PA4).

Ron dudó. Metió la mano en la túnica. Scabbers salió agitándose como loca. Ron tuvo que agarrarla por la larga cola sin pelo para impedirle escapar. Crookshanks, todavía en las rodillas de Black, se levantó y dio un suave bufido.

Lupin se acercó más a Ron. Contuvo el aliento mientras examinaba detenidamente a Scabbers.

— ¿Qué?—volvió a preguntar Ron, con cara de asustado y manteniendo a Scabbers junto a él—. ¿Qué tiene que ver la rata en todo esto?

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—No es una rata —graznó de repente Sirius Black.

— ¿Qué quiere decir? ¡Claro que es una rata!

—No lo es —dijo Lupin en voz baja—. Es un mago.

—Un animago —aclaró Black— llamado Peter Pettigrew.” (PA, 283)

Crookshanks es parte Kneazle (Nr), lo que le aporta una inusual inteligencia y la habilidad de identificar personas sospechosas, como a Pettigrew cuando estaba convertido en la rata Scabbers (PA). No aprueba, como su ama, las trampas, como cuando molesta a Harry y Ron cuando se inventan las respuestas de los deberes de Adivinación (CF14).

Es traducido en alguna ocasión, por descoordinación de los traductores de Salamandra, como Patizambo (PA).

Comprado en el Callejón Diagon, en la Tienda de Animales (PA4).Caza y come arañas (PA8).Muestra una inteligencia inusual (PA8).Protege a Sirius de la varita de Harry (PA).Caza gnomos en el jardín de los Weasley (CF5).Tiene la misma descripción que un Kneazle (AF).

Como surgió la idea de Crookshankspor J.K. RowlingNo soy excesivamente aficionada a los gatos. Como a Hagrid, me producen alergia, y, desde luego, me  gustan mucho más los perros. Hubo, sin embargo, una excepción. Cuando trabajaba en Londres a finales de los años 80, los días de sol me gustaba almorzar en una plaza cercana, en la que un gran gato con pelo espeso, suave y esponjoso de color canela, con la cara aplastada como si  se hubiera chocado de frente con un tabique, deambulaba entre los oficinistas que tomaban el sol; siempre imaginé que vivía en alguna casa cercana. Nunca me acerqué a él lo suficiente como para sufrir un ataque de asma, pero, desde la distancia, este gato me gustaba, merodeando entre los humanos con gesto de desdén y sin dejarse acariciar. Cuando decidí dar a Hermione un gato extraordinariamente inteligente, le di la apariencia de este altivo animal, con el añadido tal vez innecesario, de unas patas combadas.

Crookshanks, como habrá adivinado el lector de “Animales fantásticos y dónde encontrarlos”, es medio Kneazle. Y si no sabes lo que es un Kneazle, deberías darte prisa por comprar tu ejemplar de “Animales fantásticos y donde encontrarlos” (todos los derechos de autor están destinados a ayudar a algunos de los niños más pobres del mundo) (JKR).

****

J.K. Rowling desmiente en su sitio que Crookshanks sea un animago (JKR).

Crumple-Snockack AstadoCriatura no voladora que supuestamente vive en Suecia (pero no esta probada su

existencia), parece ser muy popular entre los lectores de ‘El Quisquilloso’. Luna y su padre habían planeado un viaje a Suecia durante el verano de 1996 para buscar al Snorkack.

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Según Luna, el Crumple-Snockack Astado tiene unas orejas pequeñas parecidas a la de un hipopótamo, pero moradas y peludas. Para atraerlos hay que tararear algo, preferiblemente

un vals (RM25). Luna nunca encontró ningún ejemplar de Crumple-Snockack Astado y acabó aceptando que su padre podría habérselo inventado (CB).

-No te preocupes por nosotros.- Y cuando ella intentó protestar se fue-Estaremos fuera de tus manos pronto, Ron, Hermione y yo. No necesitaremos estar aquí mucho más.

-Pero, ¿a qué te gefieres?–dijo ella, frunciendo el ceño, su varita apuntando al fondo de la cacerola ahora suspendida en el aire.- Clago que no te debes igte, ¡estás a salvo aquí! -Se pareció más a la Sra. Weasley cuando lo dijo, y agradeció que la puerta trasera se abriese en ese momento. Luna y Dean entraron, con el cabello húmedo por la lluvia de afuera y los brazos llenos de madera que flotaba en el mar.

-... y pequeñas orejas –estaba diciendo Luna-, un poco como los hipos, decía papá, pero morado y peludo. Y si quieres llamarlos, tienes que tararear; prefieren un vals, nada muy rápido... “(RM, 433)

Crup

Clasificación del MM: XXXEl crup surgió en el sudeste de Inglaterra. Se parece mucho a un terrier Jack Russell, salvo por la cola bífida. Parece claro que el crup es un perro creado por un mago, ya que es totalmente leal a los hechiceros, mientras que con los muggles es feroz. Es un gran carroñero, come de

todo: desde gnomos hasta llantas viejas. Las licencias para tener crups pueden obtenerse en el Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas; sólo hay que contestar a un sencillo test para demostrar que el solicitante es capaz de controlar al animal en las zonas

habitadas por muggles. Los dueños del crup están legalmente obligados a cortarles la cola con un encantamiento seccionador indoloro cuando la criatura tiene de seis a ocho semanas: así se

evita que los muggles se fijen en él (AF).

-¿Y cuáles son los temas que ha planificado cubrir en las clases de este año? ¿Asumiendo, desde luego, de que el Profesor Hagrid no regrese?

-Ah, las desarrollaré sobre las criaturas que aparecen con mayor frecuencia en el TIMO-señaló la profesora Grubbly-Plank-.No queda mucho por hacer; ya han estudiado unicornios y Nifflers, pensé que podríamos cubrir Porlocks y Kneazles, y asegurarnos que ellos puedan reconocer Crups y Knarls, ya sabe...

-Bueno, al menos parece que usted sí sabe lo que hace-dijo la Profesora Umbridge, haciendo una marca muy obvia sobre su portapapeles. A Harry no le gustó el énfasis que había puesto en el “usted” (OF, 338)

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DementoresSon seres putrefactos, cubiertos por una capa y de gran estatura.

Su cara está oculta por una capucha, y su mano es gris, viscosa y con pústulas.

Los dementores no tienen alma.Hasta 1998, los dementores son los

carceleros de Azkaban, que absorben la esperanza y los sentimientos positivos. En el pasado, los dementores estaban aliados con los magos tenebrosos. En

teoría, un dementor solo puede desplazarse a otro lugar que no sea la prisión de Azkaban con una orden del

Ministerio de Magia.Los muggles no pueden ver los

dementores, pero si pueden sentirlos. Lo mismo ocurre con los squibs.

En casos extremos, con permiso del Ministerio de Magia, el dementor puede dar el beso de la muerte, que aspira completamente toda el alma de la persona, dejándola como una concha vacía.

Para ahuyentar a un dementor se usa el hechizo Patronus (PA, OF).

Todos se sobresaltaron al oír un chasquido. El profesor Lupin partía en trozos una tableta de chocolate.

—Toma —le dijo a Harry, entregándole un trozo especialmente grande—. Cómetelo. Te ayudará.

Harry cogió el chocolate, pero no se lo comió.

— ¿Qué era ese ser? —le preguntó a Lupin.

—Un dementor —respondió Lupin, repartiendo el chocolate entre los demás—. Era uno de los dementores de Azkaban.

Todos lo miraron. El profesor Lupin arrugó el envoltorio vacío de la tableta de chocolate y se lo guardó en el bolsillo.

—Coméoslo —insistió—. Os vendrá bien. Disculpadme, tengo que hablar con el maquinista... (PA, 74)

—Así pues... —el profesor Lupin sacó su varita mágica e indicó a Harry que hiciera lo mismo—. El hechizo que trataré de enseñarte es magia muy avanzada... Bueno, muy por encima del Nivel Corriente de Embrujo. Se llama «encantamiento patronus».

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— ¿Cómo es? —preguntó Harry, nervioso.

—Bueno, cuando sale bien invoca a un patronus para que se aparezca —explicó Lupin— y que es una especie de antidementor; un guardián que hace de escudo entre el dementor y tú.

Harry se imaginó de pronto agachado tras alguien del tamaño de Hagrid que empuñaba una porra gigantesca. El profesor Lupin continuó:

—El patronus es una especie de fuerza positiva, una proyección de las mismas cosas de las que el dementor se alimenta: esperanza, alegría, deseo de vivir... y no puede sentir desesperación como los seres humanos, de forma que los dementores no lo pueden herir. Pero tengo que advertirte, Harry, de que el hechizo podría resultarte excesivamente avanzado. Muchos magos cualificados tienen dificultades con él.

— ¿Qué aspecto tiene un patronus? —dijo Harry con curiosidad.

—Es según el mago que lo invoca.

— ¿Y cómo se invoca?

—Con un encantamiento que sólo funcionará si te concentras con todas tus fuerzas en un solo recuerdo de mucha alegría. (PA, 194)

El chocolate es el perfecto antídoto para cualquiera que haya sufrido los efectos de los dementores, que extraen la esperanza y la felicidad existentes a su alrededor. Sin embargo el

chocolate es solo un remedio temporal. Si se desea continuar siendo feliz, entonces es esencial encontrar formas de vencer a los dementores - o la depresión. Un consumo excesivo de chocolate

no es beneficioso ni para muggles ni para magos (P).Los dementores pueden volar. Congelan con su presencia allá a donde van (PA/p).

En 1996, los dementores se rebelan contra el Ministerio de Magia, y se dice que se reproducen (PM).

‘tenemos a los Dementores por todos lados, atacando gente, por izquierda, derecha, y centro...’

Había una parte feliz en esta oración que podría haber sido intangible para el Primer Ministro, pero ahora estaba más prudente.

’Pensé que los Dementores eran los guardianes de los prisioneros en Azkaban,’ dijo cautelosamente.

’Eran,’ dijo Fudge desgastadamente. ‘Pero ya no. Han vaciado la prisión y se han unido con El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado. No pretendo que fuese un golpe.’

’Pero,’ dijo el Primer Ministro, con un sensación horrible amanecer, ‘¿no me dijiste que son criaturas que absorben la esperanza y felicidad de las personas?’

’Correcto. Y las absorben. Eso es lo que causa toda esta neblina.’

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El Primer Ministro dio un salto, con sus rodillas débiles, a la silla más cercana. La idea de criaturas invisibles vagando por las ciudades y el país, propagando desesperación y desesperanza en sus votantes, hizo que se sintiera como que se iba a desmayar. (PM, 21)

Los Mortífagos utilizan dementores durante la Batalla de Hogwarts para obligar a Harry a invocar su Patronus y así encontrarle. Sin embargo, los fantasmas de sus padres, Sirius y Remus le ayudan a

evitarlos (RM28).

— ¿Y qué hay de los dementores?—habló otro Mortifago—. ¡Dadles rienda suelta, ellos los encontrarán rápidamente!—El Señor Oscuro no quiere a Potter muerto por ninguna mano que no sea la suya…— ¡… los dementores no le matarán! El Señor Oscuro quiere la vida de Potter, no su alma. ¡Será más fácil de matar si ha sido Besado antes!Se produjeron muestras de conformidad. El pavor inundó a Harry, para repeler a los dementores tendrían que hacer Patronus que les descubrirían inmediatamente. (RM, 21) El equipo salió en tropel, dejando el suelo manchado de barro. La señora Pomfrey cerró la puerta detrás del último, con cara de mal humor. Ron y Hermione se acercaron un poco más a la cama de Harry.

—Dumbledore estaba muy enfadado —dijo Hermione con voz temblorosa—. Nunca lo había visto así. Corrió al campo mientras tú caías, agitó la varita mágica y entonces se redujo la velocidad de tu caída. Luego apuntó a los dementores con la varita y les arrojó algo plateado. Abandonaron inmediatamente el estadio... Le puso furioso que hubieran entrado en el campo... lo oímos...

—Entonces te puso en una camilla por arte de magia —explicó Ron—. Y te llevó al colegio flotando en la camilla. Todos pensaron que estabas...” (PA, 149)

Buckbeak redujo la velocidad y se detuvieron. Pasando por alto el hecho de que subían y bajaban casi un metro cada vez que Buckbeak batía las alas, podía decirse que estaban inmóviles.

— ¡Ahí está! —dijo Harry, localizando a Sirius mientras ascendían junto a la ventana. Sacó la mano y en el momento en que Buckbeak bajaba las alas, golpeó en el cristal.

Black levantó la mirada. Harry vio que se quedaba boquiabierto. Saltó de la silla, fue aprisa hacia la ventana y trató de abrirla, pero estaba cerrada con llave.

— ¡Échate hacia atrás! —le gritó Hermione, y sacó su varita, sin dejar de sujetarse con la mano izquierda a la túnica de Harry.

— ¡Alohomora!

La ventana se abrió de golpe.

— ¿Cómo... cómo...? —preguntó Black casi sin voz, mirando al hipogrifo.

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—Monta, no hay mucho tiempo —dijo Harry, abrazándose al cuello liso y brillante de Buckbeak, para impedir que se moviera—. Tienes que huir, los dementores están a punto de llegar. Macnair ha ido a buscarlos.” (PA, 334)

Harry observó los ojos ensombrecidos de Black, la única parte de su cara demacrada que parecía poseer algo de vida. Harry no había visto nunca a un vampiro, pero había visto fotos en sus clases de Defensa Contra las Artes Oscuras, y Black, con su piel blanca como la cera, parecía uno.

—Da miedo mirarlo, ¿verdad? —dijo Stan, que mientras leía el artículo se había estado fijando en Harry.

— ¿Mató a trece personas —preguntó Harry, devolviéndole a Stan la página con un hechizo?

—Sí —respondió Stan—. Delante de testigos y a plena luz del día. Causó conmoción, ¿no es verdad, Ernie?

—Sí —confirmó Ernie sombríamente.

Para ver mejor a Harry, Stan se volvió en el asiento, con las manos en el respaldo.

—Black era un gran partidario de Quien Tú Sabes —dijo.

— ¿Quién? ¿Voldemort? —dijo Harry sin pensar.

Stan palideció hasta los granos. Ernie dio un giro tan brusco con el volante que tuvo que quitarse del camino una granja entera para esquivar el autobús.

— ¿Te has vuelto loco? —gritó Stan—. ¿Por qué has mencionado su nombre?

—Lo siento —dijo Harry con prontitud—. Lo siento, se... se me olvidó.

— ¡Que se te olvidó! —exclamó Stan con voz exánime—. ¡Caramba, el corazón me late a cien por hora!

—Entonces... entonces, ¿Black era seguidor de Quien Tú Sabes? —soltó Harry como disculpa.

—Sí —confirmó Stan, frotándose todavía el pecho—. Sí, exactamente. Muy próximo a Quien Tú Sabes, según dicen... De cualquier manera, cuando el pequeño Harry Potter acabó con Quien Tú Sabes (Harry volvió a aplastarse el pelo contra la cicatriz), todos los seguidores de Quien Tú Sabes fueron descubiertos, ¿verdad, Ernie? Casi todos sabían que la historia había terminado una vez vencido Quien Tú Sabes, y se volvieron muy prudentes. Pero no Sirius Black. Según he oído, pensaba ser el lugarteniente de Quien Tú Sabes cuando llegara al poder. El caso es que arrinconaron a Black en una calle llena de muggles, Black sacó la varita y de esa manera hizo saltar por los aires la mitad de la calle. Pilló a un mago y a doce muggles que pasaban por allí. Horrible, ¿no? ¿Y sabes lo que hizo Black entonces? —prosiguió Stan con un susurro teatral.

— ¿Qué? —preguntó Harry

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—Reírse —explicó Stan—. Se quedó allí riéndose. Y cuando llegaron los refuerzos del Ministerio de Magia, dejó que se lo llevaran como si tal cosa, sin parar de reír a mandíbula batiente. Porque está loco, ¿verdad, Ernie? ¿Verdad que está loco?

—Si no lo estaba cuando lo llevaron a Azkaban, lo estará ahora —dijo Ernie con voz pausada—. Yo me maldeciría a mí mismo si tuviera que pisar ese lugar, pero después de lo que hizo le estuvo bien empleado.

—Les dio mucho trabajo encubrirlo todo, ¿verdad, Ernie? —dijo Stan—. Toda la calle destruida y todos aquellos muggles muertos. ¿Cuál fue la versión oficial, Ernie?

—Una explosión de gas —gruñó Ernie.

—Y ahora está libre —dijo Stan volviendo a examinar la cara demacrada de Black, en la fotografía del periódico—. Es la primera vez que alguien se fuga de Azkaban, ¿verdad, Ernie? No entiendo cómo lo ha hecho. Da miedo, ¿no? No creo que los guardias de Azkaban se lo pusieran fácil, ¿verdad, Ernie?

Ernie se estremeció de repente.

—Sé buen chico y cambia de conversación. Los guardias de Azkaban me ponen los pelos de punta.

Stan retiró el periódico a regañadientes, y Harry se reclinó contra la ventana del autobús noctámbulo, sintiéndose peor que nunca. No podía dejar de imaginarse lo que Stan contaría a los pasajeros noches más tarde: « ¿Has oído lo de ese Harry Potter? Hinchó a su tía como si fuera un globo. Lo tuvimos aquí, en el autobús noctámbulo, ¿verdad, Ernie? Trataba de huir...» (PA, 37, 38)

—Así pues... —el profesor Lupin sacó su varita mágica e indicó a Harry que hiciera lo mismo—. El hechizo que trataré de enseñarte es magia muy avanzada... Bueno, muy por encima del Nivel Corriente de Embrujo. Se llama «encantamiento patronus».

— ¿Cómo es? —preguntó Harry, nervioso.

—Bueno, cuando sale bien invoca a un patronus para que se aparezca —explicó Lupin— y que es una especie de antidementor; un guardián que hace de escudo entre el dementor y tú.

Harry se imaginó de pronto agachado tras alguien del tamaño de Hagrid que empuñaba una porra gigantesca. El profesor Lupin continuó:

—El patronus es una especie de fuerza positiva, una proyección de las mismas cosas de las que el dementor se alimenta: esperanza, alegría, deseo de vivir... y no puede sentir desesperación como los seres humanos, de forma que los dementores no lo pueden herir. Pero tengo que advertirte, Harry, de que el hechizo podría resultarte excesivamente avanzado. Muchos magos cualificados tienen dificultades con él.

— ¿Qué aspecto tiene un patronus? —dijo Harry con curiosidad.

—Es según el mago que lo invoca.

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— ¿Y cómo se invoca?

—Con un encantamiento que sólo funcionará si te concentras con todas tus fuerzas en un solo recuerdo de mucha alegría.

Harry intentó recordar algo alegre. Desde luego, nada de lo que le había ocurrido en casa de los Dursley le serviría. Al final recordó el instante en que por primera vez montó en una escoba.

—Ya —dijo, intentando recordar lo más exactamente posible la maravillosa sensación de vértigo que había notado en el estómago.

—El encantamiento es así —Lupin se aclaró la garganta—: ¡Expecto patronum!

— ¡Expecto patronum —repitió Harry entre dientes—. ¡Expecto patronum!

— ¿Te estás concentrando con fuerza en el recuerdo feliz?

—Sí... —contestó Harry, obligando a su mente a que retrocediese hasta aquel primer viaje en escoba—. Expecto patrono, no, patronum... perdón... ¡Expecto patronum! ¡Expecto patronum!

De repente, como un chorro, surgió algo del extremo de su varita. Era como un gas plateado.

— ¿Lo ha visto? —preguntó Harry entusiasmado—. ¡Algo ha ocurrido!

—Muy bien —dijo Lupin sonriendo—. Bien, entonces... ¿estás preparado para probarlo en un dementor?

—Sí —dijo Harry, empuñando la varita con fuerza y yendo hasta el centro del aula vacía. Intentó mantener su pensamiento en el vuelo con la escoba, pero en su mente había otra cosa que trataba de introducirse... Tal vez en cualquier instante volviera a oír a su madre... Pero no debía pensar en ello o volvería a oírla realmente, y no quería... ¿o sí quería?

Lupin cogió la tapa de la caja de embalaje y tiró de ella. Un dementor se elevó despacio de la caja, volviendo hacia Harry su rostro encapuchado. Una mano viscosa y llena de pústulas sujetaba la capa.

Las luces que había en el aula parpadearon hasta apagarse. El dementor salió de la caja y se dirigió silenciosamente hacia Harry, exhalando un aliento profundo y vibran te. Una hola de intenso frío se extendió sobre él.

— ¡Expecto patronum —gritó Harry—. ¡Expecto patro num! ¡Expecto. ..!

Pero el aula y el dementor desaparecían. Harry cayó de nuevo a través de una niebla blanca y espesa, y la voz de su madre resonó en su cabeza, más fuerte que nunca...

—¡A Harry no! ¡A Harry no! Por favor... haré cualquier cosa...

—A un lado... hazte a un lado, muchacha...

— ¡Harry!

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Harry volvió de pronto a la realidad. Estaba boca arriba, tendido en el suelo. Las luces del aula habían vuelto a encenderse. No necesitó preguntar qué era lo que había ocurrido.

—Lo siento —musitó, incorporándose y notando un sudor frío que le corría por detrás de las gafas.

— ¿Te encuentras bien? —le preguntó Lupin.

—Sí...

Para levantarse, Harry se apoyó primero en un pupitre y luego en Lupin.

—Toma. —Lupin le ofreció una rana de chocolate—. Cómetela antes de que volvamos a intentarlo. No esperaba que lo consiguieras la primera vez. Me habría impresionado mucho que lo hubieras hecho.

—Cada vez es peor —musitó Harry, mordiendo la cabeza de la rana—. Esta vez la he oído más alto aún. Y a él... a Voldemort...

Lupin estaba más pálido de lo habitual.

—Harry, si no quieres continuar; lo comprenderé perfectamente...

— ¡Sí quiero!—dijo Harry con energía, metiéndose en la boca el resto de la rana—. ¡Tengo que hacerlo! ¿Y si los dementores vuelven a presentarse en el partido contra Ravenclaw? No puedo caer de nuevo. ¡Si perdemos este partido, habremos perdido la copa de quidditch!

—De acuerdo, entonces... —dijo Lupin—. Tal vez quieras seleccionar otro recuerdo feliz. Quiero decir; para concentrarte. Ése no parece haber sido bastante poderoso...

Harry pensó intensamente y recordó que se había sentido muy contento cuando, el año anterior; Gryffindor había ganado la Copa de las Casas. Empuñó otra vez la varita mágica y volvió a su puesto en mitad del aula.

— ¿Preparado? —preguntó Lupin, cogiendo la tapa de la caja.

—Preparado —dijo Harry, haciendo un gran esfuerzo por llenarse la cabeza de pensamientos alegres sobre la victoria de Gryffindor; y no con pensamientos oscuros sobre lo que iba a ocurrir cuando la caja se abriera.

— ¡Ya! —dijo Lupin, levantando la tapa.

El aula volvió a enfriarse y a quedarse a oscuras. El dementor avanzó con su violenta respiración, abriendo una mano putrefacta en dirección a Harry.

— ¡Expecto patronum —gritó Harry—. ¡Expecto patronum! ¡Expecto pat...!

Una niebla blanca le oscureció el sentido. En tomo a él se movieron unas formas grandes y borrosas... Luego oyó una voz nueva, de hombre, que gritaba aterrorizado:

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— ¡Lily, coge a Harry y vete! ¡Es él! ¡Vete! ¡Corre! Yo lo detendré.

El ruido de alguien dentro de una habitación, una puerta que se abría de golpe, una carcajada estridente.

— ¡Harry! Harry, despierta...

Lupin le abofeteaba las mejillas. Esta vez le costó un minuto comprender por qué estaba tendido en el suelo polvoriento del aula.

—He oído a mi padre —balbuceó Harry—. Es la primera vez que lo oigo. Quería enfrentarse a Voldemort para que a mi madre le diera tiempo de escapar.

Harry notó que en su rostro había lágrimas mezcladas con el sudor. Bajó la cabeza todo lo que pudo para limpiarse las lágrimas con la túnica, haciendo como que se ataba el cordón del zapato, para que Lupin no se diera cuenta de que había llorado.

— ¿Has oído a James? —preguntó Lupin con voz extraña.

—Sí... —Con la cara ya seca, volvió a levantar la vista—. ¿Por qué? Usted no conocía a mi padre, ¿o sí?

—Lo... lo conocí, sí —contestó Lupin—. Fuimos amigos en Hogwarts. Escucha, Harry. Tal vez deberíamos dejarlo por hoy Este encantamiento es demasiado avanzado... No debería haberte puesto en este trance...

—No —repuso Harry. Se volvió a levantar—. ¡Lo volveré a intentar! No pienso en cosas bastante alegres, por eso... ¡espere!

Hizo un gran esfuerzo para pensar. Un recuerdo muy feliz..., un recuerdo que pudiera transformarse en un patronus bueno y fuerte...

¡El momento en que se enteró de que era un mago y de que tenía que dejar la casa de los Dursley para ir a Hogwarts! Si eso no era un recuerdo feliz, entonces no sabía qué podía serlo. Concentrado en los sentimientos que lo habían embargado al enterarse de que se iría de Privet Drive, Harry se levantó y se puso de nuevo frente a la caja de embalaje.

— ¿Preparado?—dijo Lupin, como si fuera a obrar en contra de su criterio—. ¿Te estás concentrando bien? De acuerdo. ¡Ya!

Levantó la tapa de la caja por tercera vez y el dementor volvió a salir de ella. El aula volvió a enfriarse y a oscurecerse.

— ¡EXPECTO PATRONUM —gritó Harry—. ¡EXPECTO PATRONUM! ¡EXPECTO PATRONUM!

De nuevo comenzaron los gritos en la mente de Harry, salvo que esta vez sonaban como si procedieran de una radio mal sintonizada. El sonido bajó, subió y volvió a bajar... Todavía seguía viendo al dementor. Se había detenido... Y luego, una enorme sombra plateada salió con fuerza del

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extremo de la varita de Harry y se mantuvo entre él y el dementor; y aunque Harry sentía sus piernas como de mantequilla, seguía de pie, sin saber cuánto tiempo podría aguantar.

— ¡Riddíkulo! —gritó Lupin, saltando hacia delante.

Se oyó un fuerte crujido y el nebuloso patronus se desvaneció junto con el dementor. Harry se derrumbó en una silla, con las piernas temblando, tan cansado como si acabara de correr varios kilómetros. Por el rabillo del ojo vio al profesor Lupin obligando con la varita al boggart a volver a la caja de embalaje. Se había vuelto a convertir en una esfera plateada.

— ¡Estupendo! —dijo Lupin, yendo hacia donde estaba Harry sentado—. ¡Estupendo, Harry! Ha sido un buen principio. · (PA, 198)

Hubo un fuerte crujido, y un intenso olor a bebida mezclado con tabaco añejo llenó el aire cuando un hombre regordete sin afeitar, con un abrigo hecho andrajos se materializó delante de ellos. Tenía piernas cortas, estevado, extraño pelo largo color jengibre y los ojos inyectados en sangre y con unas bolsas que le daban a su mirada un aspecto de triste de sabueso hambriento. Además agarraba un paquete plateado que Harry reconoció inmediatamente como una capa de la invisibilidad.

- ¿Figgy? - dijo mirando fijamente a la señora Figg, Harry y Dudley ¿Qué sucedió? ¿Por qué no permanecen dentro de sus casas?

- ¿Que porque no estamos dentro?- gritó la señora Figg – ¡Dementores, tu, inútil y escurridizo ladrón¡

- ¿Dementores?- repitió Mundungus horrorizado- ¿Dementores aquí?

- Si, aquí, montón de excremento de murciélago, aqui! - chilló la señora Figg - Dementores que atacaron al muchacho en tu guardia.

- Estúpido - dijo el Mundungus débilmente mirando a la señora Figg, luego a Harry, y otra vez a la señora Figg – Estúpido, yo…

- Y usted comprando calderas robadas ¿no le dije que no fuera? ¿No ho hice?

- ‘Yo – bueno, yo’ - Mundungus pareció profundamente incómodo. ¿Era – era una oportunidad de negocio muy buena? (OF, 31)

-Fueron hacía los chicos -dijo la Sra. Figg, su voz era ahora más fuerte y segura, y el rosa había desaparecido de su cara -Uno de ellos se cayó. El otro siguió adelante tratando de repeler al dementor. Ese fue Harry. Intentó hacerlo dos veces, pero solo salía un vapor plateado.

A la tercera vez, el creó un Patronus, que cargó contra el primer Dementor, y luego, con gran valor echó al segundo que estaba con su primo. Eso fue lo que pasó.” (OF, 155)

’Y como si no fuera suficiente,’ dijo Fudge, apenas escuchando al Primer Ministro, ‘tenemos a los Dementores por todos lados, atacando gente, por izquierda, derecha, y centro...’

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Había una parte feliz en esta oración que podría haber sido intangible para el Primer Ministro, pero ahora estaba más prudente.

’Pensé que los Dementores eran los guardianes de los prisioneros en Azkaban,’ dijo cautelosamente.

’Eran,’ dijo Fudge disgustadamente. ‘Pero ya no. Han vaciado la prisión y se han unido con El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado. No pretendo que fuese un golpe.’

’Pero,’ dijo el Primer Ministro, con un sensación horrible amanecer, ‘¿no me dijiste que son criaturas que absorben la esperanza y felicidad de las personas?’

’Correcto. Y las absorben. Eso es lo que causa toda esta neblina.’

El Primer Ministro dio un salto, con sus rodillas débiles, a la silla más cercana. La idea de criaturas invisibles vagando por las ciudades y el país, propagando desesperación y desesperanza en sus votantes, hizo que se sintiera como que se iba a desmayar.

’Veamos ahora, Fudge - ¡tiene que hacer algo! ¡Es su responsabilidad como Ministro de Magia!’

’Mi querido Primer Ministro, no puede pensar honestamente que todavía soy el Ministro de Magia después de todo esto? ¡Me despidieron hace tres días! Toda la Comunidad Mágica ha estado gritando por mi dimisión por las noches. ¡Nunca los he visto tan unidos en todo mi periódo de gobierno!’ dijo Fudge, con una sonrisa brava.” (PM, 22)Cerró los ojos y giró la piedra en su mano tres veces.

Supo que había sucedido porque oyó suaves movimientos a su alrededor, que sugerían la presencia de frágiles cuerpos probando sus pisadas en el campo terroso, lleno de ramas, que marcaba el borde exterior del bosque. Abrió los ojos y miró a su alrededor.

No eran ni fantasmas ni cuerpos vivientes, eso podía verlo. A lo que más se parecían era al Ryddle que había escapado del diario hacía ya tanto tiempo, y había sido una memoria casi sólida. Con menos sustancia que cuerpos vivientes, pero mucho más que simples fantasmas, se movieron hacia él. Y en cada cara, la misma cariñosa sonrisa.

James era exactamente de la misma estatura que Harry. Llevaba la misma ropa que cuando murió, con el pelo despeinado y revuelto, y las gafas un poco ladeadas, como las del señor Weasley.

Sirius parecía alto y guapo, y muchísimo más joven de lo que Harry le habíaa visto en su vida. Caminaba a zancadas con estilo, las manos en los bolsillos y una amplia sonrisa en su cara.

Lupin también tenía un aspecto más joven y mucho menos desharrapado, y su pelo estaba más espeso y oscuro. Parecía feliz de haber regresado a ese lugar tan familiar, escenario de tantos vagabundeos adolescentes.

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La sonrisa de Lily era la más amplia de todas. Se echó atrás la melena mientras se acercaba a él, y sus ojos verdes, tan parecidos a los de él, exploraron su cara con ansia, como si jamás fuera a ser capaz de haberle mirado lo suficiente.

-Has sido tan valiente...

Él no podía hablar. Sus ojos se recrearon en ella, y pensó que le gustaría quedarse allí y mirarla eternamente, y que no querría nada más.

-Ya casi has llegado -dijo James-. Estás muy cerca. Estamos... tan orgullosos de ti.

-¿Duele?

La pregunta infantil había salido de los labios de Harry sin poder evitarlo.

-¿Morir? Nada en absoluto -dijo Sirius-. Es más rápido y más fácil que quedarse dormido.

-Y él querrá que sea rápido. Quiere que esto acabe ya -dijo Lupin.

-No quería que murieras -dijo Harry. Estas palabras le salieron sin querer-. Ni ninguno de vosotros. Lo siento... -se dirigió especialmente a Lupin, suplicándole- ...justo después de nacer tu hijo... Remus, lo siento...

-Yo también lo siento -dijo Lupin-. Siento no poder conocerle... Pero él sabrá por qué morí y espero que lo entenderá. Intentaba que el mundo fuera uno en el que podría vivir una vida mejor.

Una fría brisa que parecía emanar del corazón del bosque llevó el aire hasta la frente de Harry. Supo que no le dirían que continuara, que tendría que ser su decisión.

-¿Os quedaréis conmigo?

-Hasta el final de todo -dijo James.

-¿No podrán veros? -preguntó Harry.

-Somos parte de ti -dijo Sirius-, invisibles a cualquier otro.

Harry miró a su madre.

-Quédate cerca de mí -dijo suavemente.

Y empezó a moverse. El frío de los dementores no le amedrentó; pasó a través de él junto con sus compañeros, que actuaron como Patronus para él, y juntos marcharon a través de los viejos árboles que crecían apretadamente, sus ramas se enredaban, sus raíces se retorcían y enroscaban bajo sus pies. Harry sujetó fuertemente la Capa a su alrededor mientras avanzaban en la oscuridad, viajando

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a lo más profundo del bosque, sin saber en realidad dónde estaba exactamente Voldemort, pero seguro de que le encontraría. A su lado, sin hacer apenas un ruido, caminaban James, Sirius, Lupin y Lily, y su presencia le daba coraje, y era lo que le permitía seguir poniendo un pie enfrente del otro.” (RM, 589)

El equipo salió en tropel, dejando el suelo manchado de barro. La señora Pomfrey cerró la puerta detrás del último, con cara de mal humor. Ron y Hermione se acercaron un poco más a la cama de Harry.

—Dumbledore estaba muy enfadado —dijo Hermione con voz temblorosa—. Nunca lo había visto así. Corrió al campo mientras tú caías, agitó la varita mágica y entonces se redujo la velocidad de tu caída. Luego apuntó a los dementores con la varita y les arrojó algo plateado. Abandonaron inmediatamente el estadio... Le puso furioso que hubieran entrado en el campo... lo oímos...

—Entonces te puso en una camilla por arte de magia —explicó Ron—. Y te llevó al colegio flotando en la camilla. Todos pensaron que estabas...” (PA, 149)

DemiguiseClasificación del MM: XXXX

El demiguise puede encontrarse en Extremo Oriente, aunque no sin cierta dificultad: este animal es capaz de hacerse invisible

cuando se siente amenazado, y solamente algunos magos expertos en su captura pueden distinguirlo.

El demiguise es una bestia herbívora y pacífica. Es como un mono cuyos movimientos poseyeran donaire, con ojos grandes,

negros y tristes, casi siempre ocultos por su pelo. Todo su cuerpo está cubierto por un pelo largo, sedoso y fino de color plateado. las pieles de demiguise son muy preciadas, ya que

con su pelo se pueden tejer capas invisibles (AF).En la simbología rúnica la capacidad para hacerse invisible del Demiguise representa el número

cero (JKR).

-Señor Lovegood -empezó otra vez Hermione-, Sabemos que existen cosas como las Capas de Invisibilidad. Son raras, pero existen. Pero…

-¡Ah, pero la Tercera Reliquia es una verdadera Capa de Invisibilidad, Señorita. Granger! Quiero decir que, no es una capa de viaje imbuida con un Encantamiento de Desilusión, o portadora de un encantamiento deslumbrador, o algún tejido del pelo de Demiguise, el cual le esconde a uno al principio pero se marchita con los años hasta que se vuelve opaco. Estamos hablando de una capa que realmente vuelve al que la lleva completamente invisible, y dura eternamente, proporcionando constante e impenetrable ocultamiento, sin importar que hechizos le lancen. ¿Cuántas capas como esa ha visto, Señorita Granger? (RM, 350)

Dobby 

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Elfo domestico  Mansión Malfoy hasta  junio de 1993; después Hogwarts desde enero de 1995 hasta 1998, cuando fallece.

Dobby (CS, 16)Dobby es un elfo doméstico que servía en la Mansión de los

Malfoy.

Durante el verano de 1992, intenta evitar a toda costa que Harry Potter regrese a Hogwarts, ya que escuchó en la Mansión de los Malfoy que existirían peligros en el próximo curso. Dobby roba

el correo de Harry para que este piense que sus amigos no se acuerdan de él, también tira el pastel de tía Petunia, bloquea la

entrada alAndén 9 ¾  y hechiza la bludger en el partido de quidditch Gryffindor - Slytherin para que persiga únicamente a

Harry.

Más que un intentar salvarle la vida, parece intentar quitársela. Pero todo lo que hace Dobby es con buena intención.

En junio de 1993 Harry se las ingenia para que Lucius Malfoy, el amo de Dobby, le entregue una prenda, liberándolo. Desde ese momento Dobby es libre.

En septiembre de 1994 Dobby consigue un empleo en las cocinas de Hogwarts; Siguiendo la iniciativa de Hermione con su PEDDO, Dobby recibe un pequeño salario y tiene unas cortas

vacaciones, pero lo suficiente para satisfacerle. Por esta razón los otros elfos domésticos no le miran con muy buenos ojos; Dobby llega a Hogwarts con su prima Winky, recién liberada (a su pesar) de

la familia Crouch.

En 1995, Dobby recomienda a Harry la Sala de los Menesteres para las reuniones del Ejercito de Dumbledore.

En 1996, Dobby ayuda a Harry espiando a Draco Malfoy, aunque tiene ciertos conflictos con Kreacher 

Dobby tiene unos grandes ojos verdes del tamaño de pelotas de tenis, y tiene una gran nariz como un lápiz. Es pequeño, como todos los elfos domésticos. A Dobby le encantan los calcetines.

Cuando Harry necesita ayuda, Aberforth Dumbledore le envía a Dobby, el cuál puede aparecerse en el sótano de la Mansión de los Malfoy. Su ayuda es vital para liberar a Dean Thomas, Ollivander,

Luna Lovegood y Griphook. Cuando más tarde desaparece con el trío con Dobby, Bellatrix Lestrange lanza una navaja de plata a tiempo para matar a Dobby. Harry caba su tumba sin ayuda

de magia en el jardín de Bill y Fleur y en su tumba escribe: "Aquí Descansa Dobby, Un Elfo Libre" (RM).

El cumpleaños de Dobby es el 28 de Junio (JKR).

- ¿Quién es usted?

Dobby, señor. Simplemente Dobby. Dobby, el elfo doméstico – contestó la criatura. (CS, 16)

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Harry no gritó, pero estuvo a punto. La pequeña criatura que yacía en la cama tenía unas grandes orejas, parecidas a las de un murciélago, y unos ojos verdes y saltones del tamaño de pelotas de tenis. En aquel mismo instante, Harry tuvo la certeza de que aquella cosa era lo que le había estado vigilando por la mañana desde el seto del jardín.

- La criatura y él se quedaron mirando uno al otro, y Harry oyó la voz de Dudley proveniente del recibidor.

- — ¿Me permiten sus abrigos, señor y señora Mason?

- Aquel pequeño ser se levantó de la cama e hizo una reverencia tan profunda que tocó la alfombra con la punta de su larga y afilada nariz. Harry se dio cuenta de que iba vestido con lo que parecía un almohadón viejo con agujeros para sacar los brazos y las piernas.

- —Esto..., hola —saludó Harry, azorado.

- —Harry Potter —dijo la criatura con una voz tan aguda que Harry estaba seguro de que se había oído en el piso de abaje—, hace mucho tiempo que Dobby quería conocerle, señor... Es un gran honor...

- —Gra-gracias —respondió Harry, que avanzando pegado a la pared alcanzó la silla del escritorio y se sentó. A su lado estaba Hedwig, dormida en su gran jaula. Quiso preguntarle « ¿Qué es usted?», pero pensó que sonaría demasiado grosero, así que dijo:

- — ¿Quién es usted?

- —Dobby, señor. Dobby a secas. Dobby, el elfo doméstico —contestó la criatura.” (CS, 18)

Harry, procurando hacer « ¡chss!» sin dejar de parecer hospitalario, indicó a Dobby un lugar en la cama, y el elfo se sentó hipando. Parecía un muñeco grande y muy feo. Por fin consiguió reprimirse y se quedó con los ojos fijos en Harry, mirándole con devoción.

—Se ve que no ha conocido a muchos magos educados —dijo Harry, intentando animarle.

Dobby negó con la cabeza. A continuación, sin previo aviso, se levantó y se puso a darse golpes con la cabeza contra la ventana, gritando: « ¡Dobby malo! ¡Dobby malo!»

—No..., ¿qué está haciendo? —Harry dio un bufido, se acercó al elfo de un salto y tiró de él hasta devolverlo a la cama. Hedwig se acababa de despertar dando un fortísimo chillido y se puso a batir las alas furiosamente contra las barras de la jaula.

—Dobby tenía que castigarse, señor —explicó el elfo, que se había quedado un poco bizco—. Dobby ha estado a punto de hablar mal de su familia, señor.

— ¿Su familia?

—La familia de magos a la que sirve Dobby, señor. Dobby es un elfo doméstico, destinado a servir en una casa y a una familia para siempre. (CS, 19, 20)

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- —Harry Potter es humilde y modesto —dijo Dobby, respetuoso. Le resplandecían los ojos grandes y redondos—. Harry Potter no habla de su triunfo sobre El-que-no-debe-ser-nombrado.

— ¿Voldemort? —preguntó Harry.

Dobby se tapó los oídos con las manos y gimió:

— ¡Señor, no pronuncie ese nombre! ¡No pronuncie ese nombre!

— ¡Perdón! —se apresuró a decir—. Sé de muchísima gente a la que no le gusta que se diga..., mi amigo Ron...

Se detuvo. También era doloroso pensar en Ron.

Dobby se inclinó hacia Harry, con los ojos tan abiertos como faros.

—Dobby ha oído —dijo con voz quebrada— que Harry Potter tuvo un segundo encuentro con el Señor Tenebroso, hace sólo unas semanas..., y que Harry Potter escapó nuevamente.

Harry asintió con la cabeza, y a Dobby se le llenaron los ojos de lágrimas.

— ¡Ay, señor!—exclamó, frotándose la cara con una punta del sucio almohadón que llevaba puesto—. ¡Harry Potter es valiente y arrojado! ¡Ha afrontado ya muchos peligros! Pero Dobby ha venido a proteger a Harry Potter, a advertirle, aunque más tarde tenga que pillarse las orejas en la puerta del horno, de que Harry Potter no debe regresar a Hogwarts. (CS, 21)

—Hay una conspiración, Harry Potter. Una conspiración para hacer que este año sucedan las cosas más terribles en el Colegio Hogwarts de Magia —susurró Dobby, sintiendo un temblor repentino por todo el cuerpo—. Hace meses que Dobby lo sabe, señor. Harry Potter no debe exponerse al peligro: ¡es demasiado importante, señor!

— ¿Qué cosas terribles? —preguntó inmediatamente Harry—. ¿Quién las está tramando?

Dobby hizo un extraño ruido ahogado y acto seguido se empezó a golpear la cabeza furiosamente contra la pared.

— ¡Está bien! —gritó Harry, sujetando al elfo del brazo para detenerlo—. No puede decirlo, lo comprendo. Pero ¿por qué ha venido usted a avisarme? —Un pensamiento repentino y desagradable lo sacudió—. ¡Un momento! Esto no tiene nada que ver con Vol..., perdón, con Quien-usted-sabe, ¿verdad? Basta con que asiente o niegue con la cabeza —añadió apresuradamente, porque Dobby ya se disponía a golpearse de nuevo contra la pared.

Dobby movió lentamente la cabeza de lado a lado.

—No, no se trata de Aquel-que-no-debe-ser-nombrado, señor.

Pero Dobby tenía los ojos muy abiertos y parecía que trataba de darle una pista. Harry, sin embargo, estaba completamente desorientado.

—Él no tiene hermanos, ¿verdad?

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Dobby negó con la cabeza, con los ojos más abiertos que nunca.

—Bueno, siendo así, no puedo imaginar quién más podría provocar que en Hogwarts sucedieran cosas terribles —dijo Harry—. Quiero decir que, además, allí está Dumbledore. ¿Sabe usted quién es Dumbledore?

Dobby hizo una inclinación con la cabeza.

—Albus Dumbledore es el mejor director que ha tenido Hogwarts. Dobby lo sabe, señor. Dobby ha oído que los poderes de Dumbledore rivalizan con los de Aquel-que-no-debe-ser-nombrado. Pero, señor —la voz de Dobby se transformó en un apresurado susurro—, hay poderes que Dumbledore no..., poderes que ningún mago honesto... (CS, 21, 22)

Harry, temblando, abrió la puerta del armario y dejó salir a Dobby.

— ¿Se da cuenta de lo que es vivir aquí? —le dijo—. ¿Ve por qué debo volver a Hogwarts? Es el único lugar donde tengo..., bueno, donde creo que tengo amigos.

— ¿Amigos que ni siquiera escriben a Harry Potter? —preguntó maliciosamente.

—Supongo que habrán estado... ¡Un momento!—dijo Harry, frunciendo el entrecejo—. ¿Cómo sabe usted que mis amigos no me han escrito?

Dobby cambió los pies de posición.

—Harry Potter no debe enfadarse con Dobby. Dobby pensó que era lo mejor...

— ¿Ha interceptado usted mis cartas?

—Dobby las tiene aquí, señor —dijo el elfo, y escapando ágilmente del alcance de Harry, extrajo un grueso fajo de sobres del almohadón que llevaba puesto. Harry pudo distinguir la esmerada caligrafía de Hermione, los irregulares trazos de Ron, y hasta un garabato que parecía salido de la mano de Hagrid, el guardabosque de Hogwarts.

Dobby, inquieto, miró a Harry y parpadeó.

—Harry Potter no debe enfadarse... Dobby pensaba... que si Harry Potter creía que sus amigos lo habían olvidado... Harry Potter no querría volver al colegio, señor.

Harry no escuchaba. Se abalanzó sobre las cartas, pero Dobby lo esquivó.

—Harry Potter las tendrá, señor, si le da a Dobby su palabra de que no volverá a Hogwarts. ¡Señor, es un riesgo que no debe afrontar! ¡Dígame que no irá, señor!

— ¡Iré! —dijo Harry enojado—. ¡Deme las cartas de mis amigos!

—Entonces, Harry Potter no le deja a Dobby otra opción —dijo apenado el elfo.

Antes de que Harry pudiera hacer algún movimiento, Dobby se había lanzado como una flecha hacia la puerta del dormitorio, la había abierto y había bajado las escaleras corriendo.

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Con la boca seca y el corazón en un puño, Harry salió detrás de él, intentando no hacer ruido. Saltó los últimos seis escalones, cayó como un gato sobre la alfombra del recibidor y buscó a Dobby. Del comedor venía la voz de tío Vernon que decía:

—... señor Mason, cuéntele a Petunia aquella divertida anécdota de los fontaneros americanos, se muere de ganas de oírla...

Harry cruzó el vestíbulo, y al llegar a la cocina, sintió que se le venía el mundo encima.

El pudín magistral de tía Petunia, el montículo de nata y violetas de azúcar, flotaba cerca del techo. Dobby estaba en cuclillas sobre el armario que había en un rincón.

—No —rogó Harry con voz ronca—. Se lo ruego..., me matarán.. .

—Harry Potter debe prometer que no irá al colegio.

—Dobby..., por favor...

—Dígalo, señor...

— ¡No puedo!

—Entonces Dobby tendrá que hacerlo, señor, por el bien de Harry Potter.

El pudín cayó al suelo con un estrépito capaz de provocar un infarto. El plato se hizo añicos y la nata salpicó ventanas y paredes. Dando un chasquido como el de un látigo, Dobby desapareció. (CS, 23, 24)

Habían llevado pasteles, dulces y botellas de zumo de calabaza; se situaron alrededor de la cama de Harry, y ya estaban preparando lo que prometía ser una fiesta estupenda, cuando se acercó la señora Pomfrey gritando:

- — ¡Este chico necesita descansar, tiene que recomponer treinta y tres huesos! ¡Fuera! ¡FUERA!

- Y dejaron solo a Harry, sin nadie que lo distrajera de los horribles dolores de su brazo inerte.

- Horas después, Harry despertó sobresaltado en una total oscuridad, dando un breve grito de dolor: sentía como si tuviera el brazo lleno de grandes astillas. Por un instante pensó que era aquello lo que le había despertado. Pero luego se dio cuenta, con horror, de que alguien, en la oscuridad, le estaba poniendo una esponja en la frente.

- — ¡Fuera!—gritó, y luego, al reconocer al intruso, exclamó—: ¡Dobby!

- Los ojos del tamaño de pelotas de tenis del elfo doméstico miraban desorbitados a Harry a través de la oscuridad. Una sola lágrima le bajaba por la nariz larga y afilada.

- —Harry Potter ha vuelto al colegio —susurró triste—. Dobby avisó y avisó a Harry Potter. ¡Ah, señor!, ¿por qué no hizo caso a Dobby? ¿Por qué no volvió a casa Harry Potter cuando perdió el tren?

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- Harry se incorporó con gran esfuerzo y tiró al suelo la esponja de Dobby.

- — ¿Qué hace aquí? —dijo—. ¿Y cómo sabe que perdí el tren? —A Dobby le tembló un labio, y a Harry lo acometió una repentina sospecha—. ¡Fue usted! —dijo despacio—. ¡Usted impidió que la barrera nos dejara pasar!

- —Sí, señor, claro —dijo Dobby, moviendo vigorosamente la cabeza de arriba abajo y agitando las orejas—. Dobby se ocultó y vigiló a Harry y selló la verja, y Dobby tuvo que quemarse después las manos con la plancha. —Enseñó a Harry diez largos dedos vendados—. Pero a Dobby no le importó, señor, porque pensaba que Harry Potter estaba a salvo, ¡pero no se le ocurrió que Harry Potter pudiera llegar al colegio por otro medio!” (CS, 156)

- Se balanceaba hacia delante y hacia atrás, agitando su fea cabeza.

- — ¡Dobby se llevó semejante disgusto cuando se enteró de que Harry Potter estaba en Hogwarts, que se le quemó la cena de su señor! Dobby nunca había recibido tales azotes, señor...

- Harry se desplomó de nuevo sobre las almohadas.

- —Casi consigue que nos expulsen a Ron y a mí —dijo Harry con dureza—. Lo mejor es que se vaya antes de que mis huesos vuelvan a crecer, Dobby, o podría estrangularle.

- Dobby sonrió levemente.

- —Dobby está acostumbrado a las amenazas, señor. Dobby las recibe en casa cinco veces al día.

- Se sonó la nariz con una esquina del sucio almohadón que llevaba puesto; su aspecto era tan patético que Harry sintió que se le pasaba el enojo, aunque no quería.

- — ¿Por qué lleva puesto eso, Dobby? —le preguntó con curiosidad.

- — ¿Esto, señor?—preguntó Dobby, pellizcándose el almohadón—. Es un símbolo de la esclavitud del elfo doméstico, señor. A Dobby sólo podrán liberarlo sus dueños un día si le dan alguna prenda. La familia tiene mucho cuidado de no pasarle a Dobby ni siquiera un calcetín, porque entonces podría dejar la casa para siempre. —Dobby se secó los ojos saltones y dijo de repente—: ¡Harry Potter debe volver a casa! Dobby creía que su bludger bastaría para hacerle...

- — ¿Su bludger? —dijo Harry, volviendo a enfurecerse—. ¿Qué quiere decir con «su bludger»? ¿Usted es el culpable de que esa bola intentara matarme?

- — ¡No, matarle no, señor, nunca! —dijo Dobby, asustado—. ¡Dobby quiere salvarle la vida a Harry Potter! ¡Mejor ser enviado de vuelta a casa, gravemente herido, que permanecer aquí, señor! ¡Dobby sólo quería ocasionar a Harry Potter el daño suficiente para que lo enviaran a casa!

- —Ah, ¿eso es todo? —dijo Harry irritado—. Me imagino que no querrá decirme por qué quería enviarme de vuelta a casa hecho pedazos.” (CS, 157)

- — ¡Ah, si Harry Potter supiera...!—gimió Dobby, mientras le caían más lágrimas en el viejo almohadón—. ¡Si supiera lo que significa para nosotros, los parias, los esclavizados,

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la escoria del mundo mágico...! Dobby recuerda cómo era todo cuando El-que-no-debe-nombrarse estaba en la cima del poder, señor. ¡A nosotros los elfos domésticos se nos trataba como a alimañas, señor! Desde luego, así es como aún tratan a Dobby, señor —admitió, secándose el rostro en el almohadón—. Pero, señor, en lo principal la vida ha mejorado para los de mi especie desde que usted derrotó al Que-no-debe-ser-nombrado. Harry Potter sobrevivió, y cayó el poder del Señor Tenebroso, surgiendo un nuevo amanecer, señor, y Harry Potter brilló como un faro de esperanza para los que creíamos que nunca terminarían los días oscuros, señor... Y ahora, en Hogwarts, van a ocurrir cosas terribles, tal vez están ocurriendo ya, y Dobby no puede consentir que Harry Potter permanezca aquí ahora que la historia va a repetirse, ahora que la Cámara de los Secretos ha vuelto a abrirse...

- Dobby se quedó inmóvil, aterrorizado, y luego cogió la jarra de agua de la mesilla de Harry y se dio con ella en la cabeza, cayendo al suelo. Un segundo después reapareció trepando por la cama, bizqueando y murmurando:

- —Dobby malo, Dobby muy malo...

- — ¿Así que es cierto que hay una Cámara de los Secretos?—murmuró Harry—. Y... ¿dice que se había abierto en anteriores ocasiones? ¡Hable, Dobby! —Sujetó la huesuda muñeca del elfo a tiempo de impedir que volviera a coger la jarra del agua—. Además, yo no soy de familia muggle. ¿Por qué va a suponer la cámara un peligro para mí?

- —Ah, señor, no me haga más preguntas, no pregunte más al pobre Dobby —tartamudeó el elfo. Los ojos le brillaban en la oscuridad—. Se están planeando acontecimientos terribles en este lugar, pero Harry Potter no debe encontrarse aquí cuando se lleven a cabo. Váyase a casa, Harry Potter. Váyase, porque no debe verse involucrado, es demasiado peligroso...

- — ¿Quién es, Dobby?—le preguntó Harry, manteniéndolo firmemente sujeto por la muñeca para impedirle que volviera a golpearse con la jarra del agua—. ¿Quién la ha abierto? ¿Quién la abrió la última vez?” (CS, 158)

- — ¡Dobby no puede hablar, señor, no puede, Dobby no debe hablar! —chilló el elfo—. ¡Váyase a casa, Harry Potter, váyase a casa!

- — ¡No me voy a ir a ningún lado!—dijo Harry con dureza—. ¡Mi mejor amiga es de familia muggle, y su vida está en peligro si es verdad que la cámara ha sido abierta!

- — ¡Harry Potter arriesga su propia vida por sus amigos!—gimió Dobby, en una especie de éxtasis de tristeza—. ¡Es tan noble, tan valiente...! Pero tiene que salvarse, tiene que hacerlo, Harry Potter no puede...

- Dobby se quedó inmóvil de repente, y temblaron sus orejas de murciélago. Harry también lo oyó: eran pasos que se acercaban por el corredor.

- — ¡Dobby tiene que irse! —musitó el elfo, aterrorizado.

- Se oyó un fuerte ruido, y el puño de Harry se cerró en el aire. Se echó de nuevo en la cama, con los ojos fijos en la puerta de la enfermería, mientras los pasos se acercaban.

- Dumbledore entró en el dormitorio, vestido con un camisón largo de lana y un gorro de dormir. Acarreaba un extremo de lo que parecía una estatua. La profesora McGonagall

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apareció un segundo después, sosteniendo los pies. Entre uno y otra, dejaron la estatua sobre una cama.

- —Traiga a la señora Pomfrey —susurró Dumbledore, y la profesora McGonagall desapareció a toda prisa pasando junto a los pies de la cama de Harry. Harry estaba inmóvil, haciéndose el dormido. Oyó voces apremiantes, y la profesora McGonagall volvió a aparecer, seguida por la señora Pomfrey, que se estaba poniendo un jersey sobre el camisón de dormir. Harry la oyó tomar aire bruscamente.

- — ¿Qué ha ocurrido? —preguntó la señora Pomfrey a Dumbledore en un susurro, inclinándose sobre la estatua.

- —Otra agresión —explicó Dumbledore—. Minerva lo ha encontrado en las escaleras.

- —Tenía a su lado un racimo de uvas —dijo la profesora McGonagall—. Suponemos que intentaba llegar hasta aquí para visitar a Potter.

- A Harry le dio un vuelco el corazón. Lentamente y con cuidado, se alzó unos centímetros para poder ver la estatua que había sobre la cama. Un rayo de luna le caía sobre el rostro.” (CS, 159)

“Ron volvió a accionar el desiluminador y salieron tres esferas de luz que quedaron suspendidos en el aire, revelando a Dobby, el elfo doméstico, que acababa de aparecer en medio de los prisioneros…

- Harry Potter – dijo con un hilo de voz-, Dobby ha venido a rescatarlo.

- Pero, ¿cómo has…?...

- ¿Puedes desaparecer de este sótano, Dobby? ¿Y puedes llevarte seres humanos contigo? Muy bien, entonces quiero que tomes a Luna, Dean y el señor Ollivander y los lleves a…a…

- A la casa de Bill y Fleur – dijo Ron - ¡A El Refugio, en las afueras de Tinworth!

- Y luego quiero que vuelvas aquí – añadió Harry - ¿Podrás hacerlo, Dobby?

- Claro, Harry Potter…

- ¡Vayan! ¡Nos veremos en casa de Bill y Fleur!...

- ¿Qué fue eso? – gritó Lucius Malfoy en el piso de arriba - ¿Lo oyeron? ¡Ese ruido en el sótano!¡Draco, llama a Colagusano!¡Que vaya él a ver qué pasa!

Pelearon en silencio; la varita de Colagusano lanzaba chispas y su mano de plata se cerró alrededor del cuello de Harry.

- ¿Vas a matarme? – dijo Harry - ¡Te salvé la vida! ¡Me debes una, Colagusano!

Los dedos de plata se aflojaron y Harry, que no se lo esperaba, quedó libre, pero, aun presa del asombro, no le quitó la mano de la boca a Colagusano, que, asustado, abrió mucho los ojos

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al parecer tan extrañado como Harry de lo que acababa de hacer su mano, del brevísimo impulso de clemencia que aquel gesto había delatado.

- y esto nos lo quedamos – dijo Ron en voz baja, arrancándole la varita a Colagusano.

Colagusano desvió la vista hacia otro lugar, al mismo tiempo que sus dedos de plata se acercaban inexorablemente a su propio cuello.

- ¡Relashio! – dijo Ron, apuntando a la mano de plata con la varita, pero no consiguió nada.

Colagusano completamente amoratado, puso los ojos en blanco, tuvo un último espasmo y se quedó inmóvil. (RM, 396 – 399)

- Y ahora – añadió Bellatrix – Cissy, creo que deberíamos atar de nuevo a estos pequeños héroes, mientras el hombre lobo se encarga de la señorita Sangre impura. Estoy segura de que al Señor de las Tinieblas no le importará que te quedes con la chica, Greyback, después de lo que has hecho esta noche.

Justo cuando Bellatriz pronunció “noche” se oyó un extraño chirrido proveniente del techo. Todos miraron hacia arriba y vieron temblar la araña de cristal; entonces, con un crujido y un amenazador tintineo, ésta se desprendió del techo. Bellatrix, que se hallaba justo debajo, soltò a Hermione dando un chillido y se lanzò hacia un lado. El artefacto cayó encima de Hermione y el duende con un estallido de cadenas y cristal. Relucientes fragmentos de cristal volaron en todas direcciones y Draco se dobló por la cintura, tapándose la ensangrentada cara con las manos…

- ¡Dobby! – gritó, y hasta Bellatrix se quedó paralizada-. ¡Tú! ¿Fuiste tú el que soltó la araña de…?

El diminuto elfo entró corriendo en la habitación, señalando con un tembloroso dedo a su antigua dueña.

- ¡No le haga daño a Harry Potter! – chilló

- ¡Mátalo, Cissy! – bramó Bellatrix pero la varita de Narcissa también saltó por los aires.

- ¡Maldito payaso! –rugió Bellatrix-. ¿Cómo te atreves a quitarle la varita a una bruja? ¿Cómo te atreves a desafiar a tus amos?

- ¡Dobby no tiene amos! ¡Dobby es un elfo libre, y Dobby ha venido a salvar a Harry Potter y sus amigos!

- ¡Agárrala, Ron y vámonos!

Levantó al duende, que todavía no había soltado la espada, y se lo cargó al hombro, a continuación le dio la mano a Dobby, giró sobre sí mismo y desapareció.

Mientras se sumía en la oscuridad, vio la sala por última vez: las pálidas e inmóviles figuras de Narcissa y Draco, el rastro rojizo del cabello de Ron, la borrosa línea plateada del puñal de Bellatrix, que cruzaba la habitación hacia el lugar donde el muchacho estaba esfumándose.

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- La casa de Bill y Fleur…El Refugio…La casa de Bill y Fleur – se dijo…

De pronto tocaron tierra firme y olieron a aire salado, Harry cayó de rodillas, soltó la mano de Dobby e intentó colocar suavemente a Griphook en el suelo…

- ¿Es El Refugio, Dobby? ¿Hemos venido a donde queríamos, Dobby?

Miró alrededor. El pequeño elfo estaba a sólo un metro de él.

- ¡Dobby!

El elfo se tambaleó un poco: las estrellas se reflejaban en sus enormes y brillantes ojos. Ambos bajaron la mirada hacia la empuñadura del puñal que, clavado en el pecho de Dobby, subía y bajaba al compás de su respiración.

- ¡Dobby! ¡No! ¡Que alguien me ayude!– gritó Harry-. ¡Que alguien me ayude!

- No. Dobby. No te mueras…no te mueras…

Los ojos del elfo lo enfocaron, y los labios le temblaron al articular sus últimas palabras:

- Harry…Potter…

Dobby se estremeció un poco y se quedó inmóvil, y sus ojos se convirtieron en dos enormes y vidriosas esferas salpicadas del resplandor de las estrellas que ya no podía ver.” (RM, 401 – 403)

DoxyClasificación del MM: XXX

También conocida por "hada mordedora"; La doxy es a menudo confundida con un hada, pese a que se trata de dos especies bien distintas. Como el hada posee una diminuta figura humana, si bien la de la doxy está cubierta por un

tupido pelaje negro, y tiene otro par de piernas y brazos. Sus alas son gruesas, convexas y brillantes, muy parecidas a las de un escarabajo. Las doxies se encuentran por todo el norte de Europa y de América, pues muestran predilección por los climas fríos. Cuando llega la época de la puesta, cavan un hoyo y depositan hasta quinientos huevos; luego, los entierran. Los

huevos eclosionan a las dos o tres semanas.Las doxies tienen cuatro filas de dientes afilados y venenosos. En caso de mordedura es necesario

tomar un antídoto (AF).

Bueno, muchachos, deben tener cuidado porque las Doxys muerden y sus dientes son venenosos. Aquí tengo una botella de antídoto, pero preferiría no tener que utilizarlo.” (OF, 114)

- Mamá dice que se levanten, su desayuno está en la cocina y que luego los necesita en la sala de estar. Hay muchos más Doxys de lo que ella creía y además ha encontrado un nido con Puffskeins bajo el sofá.” (OF, 112)

Media hora después, Harry y Ron, que se habían vestido y tomado su desayuno rápidamente, entraron en la sala de estar de la casa. Esta estancia, ubicada en el primer piso, era una larga habitación con un techo muy alto, cuyas paredes color verde oliva estaban cubiertas por sucios

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tapices. La alfombra exhalaba pequeñas nubes de polvo cada vez que alguien la pisaba y las cortinas verde moho zumbaban como si estuvieran llenas de abejas. La señora Weasley, Hermione, Ginny, Fred y George estaban agrupados alrededor de dichas cortinas luciendo una apariencia un tanto peculiar, ya que tenían puesta una mascarilla de tela encima de su boca y nariz. Además, cada uno sujetaba una botella que contenía un líquido negro en su interior.

- -Cubran sus rostros y tomen un spray – ordeno la señora Weasley a Harry y Ron en el momento en que los vio, indicándoles dos botellas con más líquido negro que se encontraban sobre una mesa.- Es un Doxycida. Nunca había visto una plaga tan grande como esta. ¿Qué ha hecho ese elfo domestico los últimos 10 años?

El rostro de Hermione estaba en gran parte cubierto por la mascarilla, pero Harry pudo verla lanzar una mirada de reproche a la señora Weasley.

- - Kreacher es muy viejo y tal vez él no podía manejar…- -Te asombraría ver lo que Kreacher es capaz de manejar cuando se lo propone, Hermione –

dijo Sirius quien acababa de entrar a la habitación cargando una bolsa manchada de sangre, llena de lo que parecían ser ratas muertas- Acabo de alimentar a Buckbeak – agregó en respuesta a la mirada curiosa de Harry - Lo mantengo arriba, en el cuarto de mi madre. Como sea…este escritorio…-

Dejó la bolsa con ratas en uno de los sillones, luego se agacho para examinar un gabinete cerrado que, como Harry acababa de notar, se estaba sacudiendo levemente.

- -Bueno Molly, estoy casi seguro que se trata de un Boggart – comentó Sirius mirando a través de la cerradura- pero tal vez debamos dejar que Ojoloco le de un vistazo antes que lo dejemos salir…conociendo a mi madre, podría ser algo mucho peor.

- -Tienes razón, Sirius – aceptó la señora WeasleyAmbos hablaban usando un suave y cortés tono de voz, lo que le indicó a Harry que ninguno de los dos había olvidado su desacuerdo de la noche anterior.

El fuerte y metálico sonido de una campana se escuchó desde la planta baja, seguido por una cacofonía de gritos y gemidos similar a la producida la noche anterior, cuando Tonks tropezó con el paragüero

- -¿Cuántas veces debo decirles que no toquen el timbre de la puerta? –exclamó Sirius exasperado, saliendo rápidamente del cuarto.

Lo escucharon bajar velozmente por las escaleras mientras que los gritos de la señora Black se escuchaban una vez mas por toda la casa:

- “Marcas de la deshonra, mugrosos sangre sucia, traidores de la sangre, hijos de la inmundicia”.

- -Por favor Harry, cierra la puerta – pidió la señora WeasleyHarry se atrevió a tomar unos segundos más de los necesarios para cerrar la puerta, ya que quería escuchar lo que sucedía abajo.

- Obviamente Sirius había sido capaz de cerrar las cortinas que cubrían el retrato de su madre porque ella había dejado de gritar. Lo escuchó caminar de regreso al pasillo, luego el tintineo de las cadenas de la puerta principal y por último una profunda voz que reconoció como la de Kingsley Shacklebolt diciendo:

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- -Hestia acaba de relevarme, así que ella tiene la capa de Moody ahora, pensé en dejarle un informe a Dumbledore…

Sintiendo los ojos de la señora Weasley en su nuca, Harry cerró la puerta de la sala y se reunió con el resto.

La señora Weasley estaba agachada revisando la página sobre los Doxys que aparecía en la Guía de Gilderoy Lockhart Sobre Plagas del Hogar, que estaba abierta en el sofá.

- -Muy bien todos ustedes, deben tener mucho cuidado, ya que los Doxys muerden y sus dientes son venenosos. Tengo una botella de antídoto aquí, pero espero que nadie lo necesite. - Se irguió, se detuvo frente a las cortinas y les hizo una señal con su dedo para que se acercaran. - Cuando les diga, comiencen a rociar de inmediato. –les ordenó - Ellos volarán hacia nosotros, al menos eso espero, pero dice en los atomizadores que una buena rociada los dejará paralizados. Una vez que estén inmóviles láncenlos a este contenedor.

Ella dio un paso adelante, fuera de la línea de fuego y alzo su propio atomizador.

- -Bien… ¡rocíenlos!Harry sólo había estado rociándolos por unos segundos cuando un Doxy adulto se le acerco desde uno de los dobleces de la cortina. Lucía como un escarabajo brillante, sus alas zumbaban, tenía unos pequeños y afilados dientes que mostraba en forma amenazante, su cuerpo similar al de un hada estaba cubierto de un grueso pelo negro y sus cuatro puños estaban apretados con furia. Harry le dio en plena cara con el Doxycida. El Doxy quedo paralizado en medio del aire y cayo con un fuerte ruido en la sorprendentemente dañada alfombra. Harry lo tomó y lo lanzó al contenedor.

- -Fred ¿Qué haces? - interrogó la señora Weasley, llamándole la atención - ¡Rocíalo de inmediato y tíralo en el contenedor!

Harry miró a su alrededor. Fred estaba sujetando un Doxy que se agitaba entre sus dedos.

- -De acuerdo – contestó Fred, rociando al Doxy rápidamente “(OF, 115)

Los Dragones (PF, 59)Clasificación del Ministerio de Magia: XXXXX

El dragón, probablemente la más famosa de todas las criaturas mágicas, es también de las más difíciles de ocultar. La hembra es generalmente más grande y agresiva que el macho, aunque no hay

que acercarse a ninguno de los dos salvo que uno sea un mago hábil y experimentado. La piel, la sangre, el corazón, el hígado y los cuernos de dragón contienen una tasa elevada de propiedades

mágicas; los huevos están clasificados como Bienes No Comerciables de Clase A.

Existe queso de dragón (JKR), pero no se tiene constancia de que lacten; La sangre del dragón es verde (OF20). El hígado sirve como ingrediente de pociones (P).

Gracias a la ilustración que hizo J.K. Rowling (a la derecha) podemos saber sobre el crecimiento del dragón: "Primero echa chispas, normalmente acompañadas de un espeso humo gris, al rededor del sexto mes. Sin embargo, la habilidad de volar se desarrolla normalmente unos doce meses después,

y tu dragón no será suficientemente maduro a pesar de tener dos años de edad". (JKR) Para incubar un huevo hay que ponerlo en el fuego hasta que se empiece a eclosionar. Después de que

salga del huevo hay que alimentarlo con sangre de pollo mezclada con brandy cada media hora. Se puede determinar la raza de un dragón por su cascarón (PF).

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—Pero ¿qué vas a hacer cuando salga del cascarón? —preguntó Hermione.

—Bueno, estuve leyendo un poco —dijo Hagrid, sacando un gran libro de debajo de su almohada—. Lo conseguí en la biblioteca: Crianza de dragones para placer y provecho. Está un poco anticuado, por supuesto, pero sale todo. Mantener el huevo en el fuego, porque las madres respiran fuego sobre ellos y, cuando salen del cascarón, alimentarlos con brandy mezclado con sangre de pollo, cada media hora. Y mirad, dice cómo reconocer los diferentes huevos. El que tengo es un ridgeback noruego. Y son muy raros. (PF, 195)

Es imposible domesticar un dragón, por más que lo intente Hagrid (RC). Su cría fue prohibida en 1709 durante la convención de los Warlock (PF14).

Hagrid se escabulló.

— ¿Qué escondía detrás de la espalda? —dijo Hermione con aire pensativo.

— ¿Creéis que tiene que ver con la Piedra?

—Voy a ver en qué sección estaba —dijo Ron, cansado de sus trabajos. Regresó un minuto más tarde, con muchos libros en los brazos. Los desparramó sobre la mesa.

— ¡Dragones! —susurró—. ¡Hagrid estaba buscando cosas sobre dragones! Mirad estos dos: Especies de dragones en Gran Bretaña e Irlanda y Del huevo al infierno, guía para guardianes de dragones...

—Hagrid siempre quiso tener un dragón, me lo dijo el día que lo conocí —dijo Harry

—Pero va contra nuestras leyes —dijo Ron—. Criar dragones fue prohibido por la Convención de Magos de 1709, todos lo saben. Era difícil que los muggles no nos detectaran si teníamos dragones en nuestros jardines. De todos modos, no se puede domesticar un dragón, es peligroso. Tendríais que ver las quemaduras que Charlie se hizo con esos dragones salvajes de Rumania.

—Pero no hay dragones salvajes en Inglaterra, ¿verdad? —preguntó Harry

—Por supuesto que hay —respondió Ron—. Verdes en Gales y negros en Escocia. Al ministro de Magia le ha costado trabajo silenciar ese asunto, te lo aseguro. Los nuestros tienen que hacerles encantamientos a los muggles que los han visto para que los olviden.

—Entonces ¿en qué está metido Hagrid? —dijo Hermione.(PF, 193)

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La fiebre del dragón es una enfermedad que afecta a los humanos, cuyos síntomas son: salpullidos de color verde y morado que aparecen entre los dedos de los pies, y chispas que salen de las fosas

nasales cuando uno va a estornudar (DP).

Quienes estudian los dragones son dragonolistas; el mayor santuario del mundo para dragones se encuentra en Rumania, y fue fundado por Harvey Ridgebit (JKR). Se presupone que Charlie

Weasley trabaja aquí.

“Harry se preguntaba qué hacía un mago una vez que terminaba el colegio.

Charlie está en Rumania, estudiando dragones, y Bill está en África, ocupándose de asuntos para Gringotts – explicó Ron -. ¿Te enteraste de lo que pasó en Gringotts? Salió en El Profeta, pero no creo que recibas eso con los muggles; trataron de robar en una bóveda de alta seguridad” (PF, 94)

Los Doce Usos de la Sangre del DragónLa sangre del dragón tiene una tasa elevada de propiedades mágicas, y Albus Dumbledore

descubrió sus doce usos. El mago Igor Dillonsby asegura haber descubierto ocho de ellos, pero no se ha demostrado la veracidad de su historia (RM2)

“Le comento a Skeeter si, a pesar de esos trapos sucios que la familia intentaba ocultar, niega la genialidad que permitió a Dumbledore hacer tantos descubrimientos mágicos.

- Era listo – admite-, aunque ahora muchos ponen en duda si realmente merecía que se le reconociera la autoría de todos sus presuntos logros. Como lo revelo en el capítulo dieciseis, Ivor Dillonsby afirma que él ya había descubierto ocho usos de la sangre de dragón cuando Dumbledore “tomó prestados” sus trabajos” (RM, 31)

. Por el momento conocemos los siguientes usos:

1. Curativo: Hagrid se cura una herida causada por Grawp con sangre de dragón (OF).2. Limpiador de hornos: J.K. Rowling dijo tener buenos motivos para no decir los usos de

esta sangre, pero sí dijo que el duodécimo uso era para la limpieza de hornos (SFC).

3. Quita-manchas: Revelado por el guionista de las películas Steve Kloves, que recibió la información de J.K. Rowling.

La sangre de dragón también es un ingrediente para pociones (P).

Del dragón también se puede emplear la vejiga para el antiguo juego del Stichstock (QT), sus excrementos -posiblemente para la herbología- (CS4),

— ¡No tienes remedio! —le dijo Hagrid de mala uva, sacudiéndole el hollín con tanto ímpetu que casi lo tira contra un barril de excrementos de dragón que había a la entrada de una farmacia—. Merodeando por el callejón Knockturn... No sé, Harry, es un mal sitio... Será mejor que nadie te vea por allí.(CS, 53)

Sus huevos, su corazón y nervios para varitas -como la de Hermione- (CF),

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—Mmm —dijo el señor Ollivander—, ésta es una manufactura Gregorovitch, si no me equivoco. Un excelente fabricante, aunque su estilo no acaba de ser lo que yo... Sin embargo...

Levantó la varita para examinarla minuciosamente, sin parar de darle vueltas ante los ojos.

—Sí... ¿Madera de carpe y fibra sensible de dragón? —le preguntó a Krum, que asintió con la cabeza—. Bastante más gruesa de lo usual... bastante rígida... veintiséis centímetros... ¡Avis!

La varita de carpe produjo un estallido semejante a un disparo, y un montón de pajarillos salieron piando de la punta y se fueron por la ventana abierta hacia la pálida luz del sol.

—Bien —dijo el viejo mago, devolviéndole la varita a Krum—.(CF, 276)

Piel (PF5, CF5, OF38), cuernos (AF) e hígado (PF).

Bill se levantó sonriendo y también le estrechó la mano a Harry, quien se sorprendió. Sabía que Bill trabajaba para Gringotts, el banco del mundo mágico, y que había sido Premio Anual de Hogwarts, y siempre se lo había imaginado como una versión crecida de Percy: quisquilloso en cuanto al incumplimiento de las normas e inclinado a mandar a todo el mundo. Sin embargo, Bill era (no había otra palabra para definirlo) guay: era alto, tenía el pelo largo y recogido en una coleta, llevaba un colmillo de pendiente e iba vestido de manera apropiada para un concierto de rock, salvo por las botas (que, según reconoció Harry, no eran de cuero sino de piel de dragón). (CF, 53)

—. La sangre de dragón es increíblemente útil por sus propiedades mágicas, aunque nadie querría tener un dragón como mascota, ¿no?

Harry y Ron sonrieron mirando a Hagrid, quien también les dirigió disimuladamente una sonrisa tras su poblada barba. Nada le hubiera gustado más a Hagrid que tener como mascota un dragón, como sabían muy bien Harry, Ron y Hermione: cuando ellos estaban en primer curso, Hagrid había poseído durante un breve período un fiero ridgeback noruego al que llamaba Norberto.(CF, 180)

—Claro que sí —corroboró Harry, echando unos cuantos trozos de hígado de dragón en una fuente de metal, y cogiendo el cuchillo para cortar un poco más—. No puede seguir pintándome como un héroe trágico, porque se hartarían.(CF, 345)

Los huevos son muy valiosos en el mercado negro, y está prohibido traficar con ellos. Las cáscaras de los huevos del Bola de Fuego Chino son muy valiosas para pociones (AF). El tamaño medio de

un huevo de dragón es de 45'7 centímetros de largo y 30'5 de ancho (JKR).

Libros sobre dragones:

Cuidado de dragón por placer y provecho (PF14)

Especies de dragón de Gran Bretaña e Irlanda

Del huevo al Infierno, una guía para el cuidador de dragón (PF14)

Hombres que aman demasiado a los dragones (CF20)

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Hagrid se escabulló.

- — ¿Qué escondía detrás de la espalda? —dijo Hermione con aire pensativo.

- — ¿Creéis que tiene que ver con la Piedra?

- —Voy a ver en qué sección estaba —dijo Ron, cansado de sus trabajos. Regresó un minuto más tarde, con muchos libros en los brazos. Los desparramó sobre la mesa.

- — ¡Dragones! —susurró—. ¡Hagrid estaba buscando cosas sobre dragones! Mirad estos dos: Especies de dragones en Gran Bretaña e Irlanda y Del huevo al infierno, guía para guardianes de dragones...

- —Hagrid siempre quiso tener un dragón, me lo dijo el día que lo conocí —dijo Harry

- —Pero va contra nuestras leyes —dijo Ron—. Criar dragones fue prohibido por la Convención de Magos de 1709, todos lo saben. Era difícil que los muggles no nos detectaran si teníamos dragones en nuestros jardines. De todos modos, no se puede domesticar un dragón, es peligroso. Tendríais que ver las quemaduras que Charlie se hizo con esos dragones salvajes de Rumania.

- —Pero no hay dragones salvajes en Inglaterra, ¿verdad? —preguntó Harry

- —Por supuesto que hay —respondió Ron—. Verdes en Gales y negros en Escocia. Al ministro de Magia le ha costado trabajo silenciar ese asunto, te lo aseguro. Los nuestros tienen que hacerles encantamientos a los muggles que los han visto para que los olviden.

- —Entonces ¿en qué está metido Hagrid? —dijo Hermione.” (PF, 193)

Reservas conocidas:

Rumania (fundada por Harvey Ridgebit). Gales.

Suecia.

Islas Hébridas.

Existen diez especies, aunque hay constancia de cruces ocasionales que producen extraños híbridos. El guiverno podría ser una de estas especies. Los dragones de pura raza son los siguientes:

Bola de Fuego ChinoClasificación del MM: XXXXX

También llamado "dragón león". El único dragón oriental que existe tiene un aspecto especialmente llamativo. De escamas suaves y escarlatas, tiene una hilera de astas doradas alrededor de la cara, un hocico chato y ojos sumamente protuberantes. El bola de fuego se ganó ese nombre por la llama con forma de hongo que sale de sus narinas cuando está enfadado. Pesa entre dos y cuatro toneladas, y

la hembra es más grande que el macho. Los huevos son de un carmesí brillante moteado de amarillo dorado y las cáscaras, muy estimadas en la hechicería china. El bola de fuego es agresivo, pero más

tolerante con sus congéneres que la mayoría de los dragones; algunas veces acepta compartir su territorio con otros dos bolas de fuego. Aunque puede comer casi todos los mamíferos que se

conocen, prefiere cerdos y seres humanos (AF).

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Colacuerno HúngaroClasificación del MM: XXXXX

Considerado el más peligroso de todos los dragones, el colacuerno húngaro tiene escamas negras, y su cuerpo recuerde el de un lagarto. Tiene ojos amarillos, cuernos broncíneos y pincho de un color similar que surgen de su larga cola. El colacuerno posee una de las llamas de mayor alcance (más

de quince metros). Sus huevos son de color cemento y de una cáscara particularmente dura; las crías se abren camino utilizando sus colas, ya que tienen los pinchos bien desarrollados al nacer. Se

alimentan de cabras, ovejas y, siempre que es posible, de humanos (AF).Harry se enfrenta a un Colacuerno Húngaro hembra en la primera prueba del Torneo de los Tres

Magos (CF).

Sabiendo lo que le quedaba, Harry metió la mano en la bolsa de seda y extrajo el colacuerno húngaro con el número «cuatro». Cuando Harry lo miró, la miniatura desplegó las alas y enseñó los

minúsculos colmillos.

— ¡Bueno, ahí lo tenéis!—dijo Bagman—. Habéis sacado cada uno el dragón con el que os tocará enfrentaros, y el número es el del orden en que saldréis, ¿comprendéis? Yo tendré que dejaros

dentro de un momento, porque soy el comentador. Diggory, eres el primero. Tendrás que salir al cercado cuando oigas un silbato, ¿de acuerdo? (CF, 311)

Galés Verde ComúnClasificación del MM: XXXXX

Especie de dragón; El galés verde armoniza con la hierba exuberante de su tierra natal, aunque anida en las montañas más altas, donde se han establecido las reservas para su preservación. A pesar del "episodio de Ilfracombe", esta raza está entre las menos problemáticas. Al igual que el opaleye, prefiere cazar ovejas y evita tenazmente a las personas, a menos que éstas le provoquen. El galés

verde tiene un rugido fácilmente reconocible y sorprendentemente melodioso. Lanza fuego en chorros finos, y sus huevos son de un marrón terroso moteados de verde (AF).

Algunos magos creen que el Gran Incendio de 1666 de Londres no fue provocado por una panadería, sino por una cría de dragón verde común que vivía escondida en el sótano de una casa

vecina (JKR).

Hébrido NegroClasificación del MM: XXXXX

Este otro dragón nativo del Reino Unido es más agresivo que su homólogo galés. Cada ejemplar requiere un espacio de más de ciento setenta kilómetros cuadrados para sí solo. De unos nueve

metros de longitud, el hébrido negro tiene escamas rugosas, brillantes ojos púrpura y una cresta baja pero de puntas agudas a lo largo del lomo. La cola acaba en una púa con forma de flecha y tiene alas semejantes a la de los murciélagos. El hébrido negro se alimenta principalmente de ciervos,

aunque se sabe que ha cazado perros grandes e incluso vacas. El clan de magos MacFusty, que ha vivido en las islas Hébridas durante siglos, se ha hecho cargo tradicionalmente del cuidado de los

dragones autóctonos (AF).

Hocicorto SuecoClasificación del MM: XXXXX

El hocicorto sueco es un atractivo dragón azul plateado cuya piel está muy demandada en la manufactura de guantes y escudos protectores. La llama que lanza es azul brillante y puede reducir huesos y madera a cenizas en cuestión de segundos. El hocicorto tiene menos muertes de personas

en su haber que la mayoría de los dragones; aunque, como prefiere vivir en zonas montañosas y deshabitadas, el dato no habla tan a su favor como parece (AF).

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Ironbelly UcranianoClasificación del MM: XXXXX

Son los dragones de mayor tamaño: algunos ironbellys han alcanzado seis toneladas de peso. Gordinflón y más lento en el aire que el vipertooth y el longhorn, el ironbelly es aun así sumamente

peligroso, capaz de destruir las viviendas en las que aterriza. Las escamas son de color gris metálico; los ojos, de un rojo intenso, y las garras, particularmente grandes y sanguinarias. Los

ironbellys han estado sujetos a la vigilancia constante de las autoridades mágicas ucranianas desde que en 1799 uno de ellos se llevara volando un velero (afortunadamente vacío) del Mar Negro (AF).

Longhorn RumanoClasificación del MM: XXXXX

El longhorn tiene escamas de color verde oscuro y largos cuernos dorados y brillantes con los que cornea a la presa antes de asarla. Pulverizados, esos cuernos son muy estimados como ingredientes para pociones. El territorio nativo del longhorn se ha convertido en la actualidad en la reserva de dragones más importante del mundo, donde magos de todas las nacionalidades estudian de cerca una gran variedad de ejemplares. Los longhorns han sido objeto de un programa de reproducción intensiva. En los últimos años su número había decrecido mucho, fundamentalmente a causa del

comercio de sus cuernos, que ahora están clasificados como Material Comerciable de Clase B (AF).

Opaleye de las AntípodasClasificación del MM: XXXXX

Los opaleyes viven en Nueva Zelanda, aunque hay registros que indican que emigraban a Australia cuando escaseaba el terreno en su país natal. Este dragón prefiere habitar valles en detrimento de las

montañas, una característica inusual en la especie. Es de tamaño mediano (entre dos y tres toneladas). Quizá sea el tipo de dragón mas hermoso que existe: tiene escamas iridiscentes y

nacaradas y ojos sin pupila, multicolores y centelleantes; de ahí su nombre. Este dragón produce una llama escarlata muy intensa, pero, comparada con otros, no es especialmente agresivo y rara

vez mata, a menos que tenga hambre. Su alimento favorito es la oveja, aunque a veces caza presas más grandes. A finales de 1970 hubo una serie de matanzas de canguros; el suceso se atribuyó a un opaleye macho que había sido desplazado de su territorio por la hembra dominante. Los huevos de

opaleye son de color gris pálido, y los muggles ingenuos pueden confundirlos con fósiles (AF).

Ridgeback NoruegoClasificación del MM: XXXXX

El ridgeback noruego se parece al colacuerno en casi todo, pero, en lugar de una cola con pinchos, tiene una prominente cresta de color negro azabache a lo largo del lomo. Excepcionalmente

agresivos con los de su propia raza, los ejemplares de esta especie son muy difíciles de encontrar en la actualidad. Se sabe que atacan a la mayoría de grandes mamíferos terrestres y, algo inusual para

un dragón, también se alimentan de criaturas que viven en el agua. Un informe no confirmado sostiene que un ridgeback apresó un ballenato en la costa de Noruega en el año 1802. Los huevos del ridgeback son negros y las crías desarrollan la capacidad de exhalar fuego mucho antes que

otras razas (entre uno y tres meses después de nacer) (AF).En 1991, Hagrid consigue en Cabeza de Puerco un huevo de Ridgeback Noruego; el dragón nace y

le llama Norberto, pero acaba llevándoselo Charlie Weasley a Rumania antes de que creciese demasiado

Vipertooth PeruanoClasificación del MM: XXXXX

Éste es el más pequeño de todos los dragones y el que vuela más rápido. Con una longitud de apenas cuatro metros y medio, el vipertooth peruano tiene escamas suaves de color cobre con

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distintivas crestas negras. Los cuernos son cortos, y los colmillos, especialmente venenosos. Los vipertooth no le hacen ascos a las cabras y vacas, pero tienen tal afición por la carne humana que la Confederación Internacional de Magos se vio obligada a enviar exterminadores a finales del sigo XIX para reducir el número de vipertooths, que había aumentado con alarmante rapidez (AF). El

dragonolista Harvey Ridgebit fue el primero en capturar un ejemplar de este dragón (JKR).

Dragones no mencionados:En el dibujo que Rowling hizo para el primer libro, aparecen dos dragones que no vemos después

en el libro de Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos. Desconocemos si esto es porque Rowling decidió eliminarlos o si por el contrario, se tratan de una de los híbridos entre dragones que

menciona el mismo libro.  Los siguientes no se consideran canon, y apenas se pueden leer unas pocas palabras, pero lo publicamos para vuestro interés:

Bola de Fuego CatalánOriginario de Cataluña, comunidad autónoma española (JKR).

Hocilargo PortuguésTiene escamas de verde brillante, ojos negros y vive en el Norte alrededor de Geres, Portugal

(JKR).

Nótese que el Galés Verde Común sí aparece más tarde, por lo que no lo incluimos en la lista de dragones no mencionados. También hay un tipo de dragón que parece ser rumano, pero es

imposible leer el nombre completo.

Enfermedades de dragones:También en el dibujo que Rowling aparecen mencionadas las siguientes:

Escameo: Síntomas: Las escamas aparecen desafiladas y se desprenden. Se caen en grandes cantidades.

Tratamiento:Aplica a la zona afectada un ungüento de sal de mar, alquitrán y espíritu blanco (disolvente extraído del

petróleo).

Squabbs syn. Síntomas: No exhala fuego, sólo estornuda.

Tratamiento: Mantén el dragón en caliente, dale baños de agua ardiente, de comer chili y pimienta y ron cuatro veces al día.

La viruela de dragón, a pesar del nombre, solo se conoce como enfermedad de magos.

DuendecillosClasificación del MM: XXX  ("Pero XXXXXXX si eres

Lockhart", anotación de Harry y Ron)La mayoría de los duendecillos se concentra en

Cornualles, Inglaterra. De color azul eléctrico, tienen unos veinte centímetros de altura y son muy revoltosos: les encantan los engaños y las bromas pesadas. Aunque

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no tienen alas, puedes volar y a veces atrapan por las orejas a personas desprevenidas y las ponen en las copas de árboles altos o en las azoteas de los edificios. Los duendecillos se comunican entre sí

mediante un agudo parloteo que ninguna otra criatura comprende. Dan a luz jóvenes (AF). Dymphna Furmage fue secuestrada por unos duendecillos en el siglo XVII, y vivió desde entonces teniéndoles un miedo mortal. Falló en su intento de persuadir al Ministerio de Magia para destruir a

estas criaturas (mf47).En el segundo año, Gilderoy Lockhart lleva a clase Duendecillos de Cornualles, y causan gran

tumulto en el aula (CS).En la segunda película, los duendecillos aparecen con alas (CS/p).

- —Ahora, ¡cuidado! Es mi misión dotaros de defensas contra las más horrendas criaturas del mundo mágico. Puede que en esta misma aula os tengáis que encarar a las cosas que más teméis. Pero sabed que no os ocurrirá nada malo mientras yo esté aquí. Todo lo que os pido es que conservéis la calma.

En contra de lo que se había propuesto, Harry asomó la cabeza por detrás del montón de libros para ver mejor la jaula. Lockhart puso una mano sobre la funda. Dean y Seamus habían dejado de reír. Neville se encogía en su asiento de la primera fila.

- —Tengo que pediros que no gritéis —dijo Lockhart en voz baja—. Podrían enfurecerse.Cuando toda la clase estaba con el corazón en un puño, Lockhart levantó la funda.

- —Sí —dijo con entonación teatral—, duendecillos de Cornualles recién cogidos.Seamus Finnigan no pudo controlarse y soltó una carcajada que ni siquiera Lockhart pudo interpretar como un grito de terror.

- — ¿Sí? —Lockhart sonrió a Seamus.- —Bueno, es que no son... muy peligrosos, ¿verdad? —se explicó Seamus con dificultad.- — ¡No estés tan seguro! —dijo Lockhart, apuntando a Seamus con un dedo acusador—.

¡Pueden ser unos seres endemoniadamente engañosos!Los duendecillos eran de color azul eléctrico y medían unos veinte centímetros de altura, con rostros afilados y voces tan agudas y estridentes que era como oír a un montón de periquitos discutiendo. En el instante en que había levantado la funda, se habían puesto a parlotear y a moverse como locos, golpeando los barrotes para meter ruido y haciendo muecas a los que tenían más cerca.

- —Está bien —dijo Lockhart en voz alta—. ¡Veamos qué hacéis con ellos! —Y abrió la jaula.

Se armó un pandemónium. Los duendecillos salieron disparados como cohetes en todas direcciones. Dos cogieron a Neville por las orejas y lo alzaron en el aire. Algunos salieron volando y atravesaron las ventanas, llenando de cristales rotos a los de la fila de atrás. El resto se dedicó a destruir la clase más rápidamente que un rinoceronte en estampida. Cogían los tinteros y rociaban de tinta la clase, hacían trizas los libros y los folios, rasgaban los carteles de las paredes, le daban vuelta a la papelera y cogían bolsas y libros y los arrojaban por las ventanas rotas. Al cabo de unos minutos, la mitad de la clase se había refugiado debajo de los pupitres y Neville se balanceaba colgando de la lámpara del techo.

- —Vamos ya, rodeadlos, rodeadlos, sólo son duendecillos... —gritaba Lockhart.Se remangó, blandió su varita mágica y gritó:

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- — ¡Peskipiski Pestenomi!No sirvió absolutamente de nada; uno de los duendecillos le arrebató la varita y la tiró por la ventana. Lockhart tragó saliva y se escondió debajo de su mesa, a tiempo de evitar ser aplastado por Neville, que cayó al suelo un segundo más tarde, al ceder la lámpara.

Sonó la campana y todos corrieron hacia la salida. En la calma relativa que siguió, Lockhart se irguió, vio a Harry, Ron y Hermione y les dijo:

- —Bueno, vosotros tres meteréis en la jaula los que quedan. —Salió y cerró la puerta.- — ¿Habéis visto? —bramó Ron, cuando uno de los duendecillos que quedaban le mordió

en la oreja haciéndole daño.- —Sólo quiere que adquiramos experiencia práctica —dijo Hermione, inmovilizando a dos

duendecillos a la vez con un útil hechizo congelador y metiéndolos en la jaula.- — ¿Experiencia práctica? —dijo Harry, intentando atrapar a uno que bailaba fuera de su

alcance sacando la lengua—. Hermione, él no tenía ni idea de lo que hacía.- —Mentira —dijo Hermione—. Ya has leído sus libros, fíjate en todas las cosas asombrosas

que ha hecho...- —Que él dice que ha hecho —añadió Ron.” (CS, 94)-

Duendes (PF, 58)“Nunca te metas con los duendes, Harry”

                ~ Rubeus Hagrid

Aspecto y conducta Historia

Revueltas

Duendes conocidos

Sobre la traducción de "duende"

Aspecto y conducta

Los Duendes son bajos y de tez oscura. Tienen largos dedos y pies, y algunos poseen barba

puntiaguda (PF5).

—Sí, eso es un gnomo —dijo Hagrid en voz baja, mientras subían por los escalones de piedra blanca. El gnomo era una cabeza más bajo que Harry. Tenía un rostro moreno e inteligente, una barba puntiaguda y, Harry pudo notarlo, dedos y pies muy largos. Cuando entraron los saludó. (PF, 66)

Griphook, uno de los cientos que trabajan en Gringotts, tiene cabeza pelada, nariz y orejas puntiagudas (HPM). Sus ojos son oscuros y alargados (CF). Algunos duendes utilizan gorros

puntiagudos (OF). Según una teoría defendida por algunos magos, el duende Vargot que falleció en 1762 en el campo de batalla era en realidad un elfo doméstico renegado. Se desconoce la veracidad

de esta teoría, pero sí hace presuponer cierto parecido entre duendes y elfos domésticos (JKR).

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Los duendes hablan una lengua llamada “Duendigonza”, en esta lengua “bladvak” significa piquete (CF).

Sin embargo, Bagman no parecía tener ninguna prisa por hablar. Harry lo vio mirar por el espejo a los duendes, que a su vez los observaban a ellos en silencio con sus ojos oscuros y rasgados.

—Una absoluta pesadilla —dijo Bagman en voz baja al notar que Harry también observaba a los duendes—. Su inglés no es muy bueno... Es como volver a entendérselas con todos los búlgaros en los Mundiales de quidditch... pero al menos aquéllos utilizaban unos signos que cualquier otro ser humano podía entender. Estos parlotean duendigonza... y yo sólo sé una palabra en duendigonza: bladvak, que significa «pico de cavar». Y no quiero utilizarla por miedo a que crean que los estoy amenazando. —Se rió con una risa breve y retumbante.(CF, 392)

Suena ronco y melodioso, con sonidos de garganta (RM).

Los duendes desconfían de los magos. Su concepto de propiedad es muy distinto al de los humanos: consideran que un bien es de quien lo hace. Por eso los objetos hechos por los duendes les

pertenecen únicamente a los duendes. En cuanto a los objetos que son comprados por los humanos, losduendes consideran que esto es solo un alquiler sobre el objeto, pero cuando se muere la persona

que compra, debe regresar a mano de los duendes; el hecho de que los magos lo pasen de generación en generación es considerado más que un robo (RM25).

- Pero esa espada es nuestra …- No, no lo es – lo contradijo el duende.

- Nosotros somos miembros de la casa Gryffindor, y la espada pertenecía a Godric Gryffindor. ..

- Y antes de pertenecer a Gryffindor, ¿de quién era? – replicó el duende al mismo tiempo que se enderezaba.

- De nadie – contestó Ron – La hicieron para él , ¿no?

- ¡No, no es cierto! – gritó el duende, enfurecido, apuntando a Ron con un dedo-. ¡Otra vez la arrogancia de los magos! ¡Esa espada era de Ragnuk I, y Godric Gryffindor se la quitó! ¡Es un tesoro perdido, una obra maestra de la artesanía de los duendes, y nos pertenece!(RM, 428)

Los gustos alimenticios de los duendes son distintos a los de los magos. Griphook come carne cruda, raíces y algunas variedades de setas (RM).

Griphook comía con ellos alrededor de la abarrotada mesa, aunque se negaba a comer lo mismo que los demás y se empeñaba en alimentarse de carne cruda, raíces y algunas setas. (RM, 432)

Historia

Los duendes son una raza de criaturas muy inteligentes que viven junto a los magos. Los duendes son considerados como seres inferiores por la mayoría de los Magos, pero equivocadamente creen que los duendes están conformes con ese acuerdo. En realidad, los duendes son extremadamente

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inteligentes y mas capaces de hacer frente a los magos, a pesar de que no se les ha permitido usar varitas durante siglos. El hecho de que la comunidad mágica los trate pobremente es evidencia de la gran injusticia creada en la cultura mágica. Irónicamente, una fuente en el Atrio del Ministerio de la Magia muestra a un duende, junto con un Elfo Domestico y un centauro que miran con admiración

a una Bruja y un Mago (OF).

En el centro del pasillo había una fuente. Un grupo de estatuas de oro, más grandes que el tamaño natural, colocadas en el centro de un estanque circular. La más alta de ellas representaba un mago de aspecto noble con su varita apuntando al aire. Agrupados alrededor de él había una bruja maravillosa, un centauro, un duende y un elfo domestico. Los últimos tres mirando a la bruja y al mago con adoración. Brillantes chorros de agua volaban de las puntas de sus varitas, de la punta de la flecha del centauro, de la parte superior del sombrero del duende y de cada una de las orejas del elfo doméstico, de modo que el tintineante silbido del agua cayendo se unía a los estallidos y cracks de los que se aparecian y al estruendo de la confusión de pasos de cientos de brujas y de magos, la mayoría de ellos luciendo el malhumorado aspecto del inicio de la mañana, que se dirigían a grandes pasos hacia un sistema de puertas doradas en el extremo lejano del pasillo.

-Por aquí - indicó el Señor Weasley. (OF, 137)

La relación entre magos y duendes ha cambiado con el tiempo. Entre el siglo XV y XVI el mago Yardley Platt se convirtió en un asesino

en serie de duendes. Sin embargo, a finales del siglo XIX y principios del XX habría activistas en favor de sus derechos,

como Oswald Beamish (mf). En la actualidad existen concesiones para los duendes pero todavía no tienen todos los derechos que

reclaman, lo que provoca tensión con los magos.

Al menos hace mil años, los duendes tenían su propio rey: fue Ragnuk I, y acusó a Godric Gryffindor de haberle robado suespada (JKR).

Los duendes son extremadamente inteligentes y durante años han tratado con magos efectivamente. Ellos siguen siendo subordinados en las mentes de la mayoría de los magos, pero se han establecido

como una parte vital en la sociedad mágica. Los Duendes manejan Gringotts, el Banco de los Magos. Fue en 1865 cuando el Ministerio de Magia dio a los duendes total potestad sobre el banco

(JKR). Por eso controlan la economía mágica en gran magnitud. Hay rumores, ciertamente infundados, que Cornelius Fudge está planeando la forma de arrebatarle el control del dinero y de la

economía a los duendes (OF).Cornelius Fudge, el ministro de Magia, negó tener algún plan para adquirir el banco de los magos, Gringotts, cuando fue elegido Ministro hace cinco años. Fudge siempre insistió en que no queria

nada más que ‘una cooperacion pacifica’ con los guardianes de nuestro oro.

PERO ¿ES ESO CIERTO?

Fuentes Cercanas al ministro han revelado que la ambicion m´s querida de Fudge es conseguir el control del suministro de oro de los duendes y que no dudaría en usar la fuerza para conseguirlo.

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‘No es la primera vez’ nos dice en infiltrado del ministerio ‘Cornelius “aplasta-duendes” Fudge, asi es como lo llaman sus amigos. Si lo escuchas cuando cree que está solo, ohh, siempre está hablando sobre lo que hará con los duendes; quiere que se ahoguen, que se tiren por un edificio, que los envenenen, cocinarlos en un pastel…’

Harry no siguió leyendo. Fuge podía ser muchas cosas pero era excesivo pensar que él había pensado cocinar a los duendes en pasteles. Ojeó el resto de la revista. Leyó: una acusacion de que

los Tutshill Tornados estaban ganando la copa de Quidditch por una convinacion de chantajes, escobas ilegales y torturas; una entrevista a un mago que decía haber llegado a la luna en una

Barredora 6 y un articulo sobre runas antiguas que explicaba porque Luna estaba leyendo la revista boca abajo. (OF, 203, 204)

Aparte de su habilidad con el dinero y las finanzas, los duendes también son muy capaces en la metalurgia. Sus trabajos en plata son bien reconocidos y hasta premiados -la adinerada familia de Sirius Black tiene una fina vajilla del siglo XV hecha en plata por duendes que tiene grabada el

escudo de la familia Black (OF)

'Sirius', dijo Mundungus, quien no parecía haber prestado atención a la conversación pues había estado examinando atentamente una copa vacía. ¿Esto es plata sólida, compañero?'

'Sí', dijo Sirius, observándola con disgusto 'La Plata más fina del siglo decimoquinto con el escudo en relieve de la familia Black.'(OF, 93)

. Cuando Hagrid visitó a los gigantes una de los presentes que llevó fue un casco forjado por duendes que fue descrito como indestructible (OF).

-¿Y hablaste con él?

-Oh, si, primero nos presentamos ante él con un hermoso casco de batalla, hecho por duendes e indestructible, y entonces nos sentamos y comenzamos a hablar.

-¿Qué fue lo que dijo?

-No mucho- contestó Hagrid-. Escucharon la mayor parte del tiempo, pero eso era una buena señal. Él había oído de Dumbledore, escuchado que había estado en contra de la matanza de los últimos gigantes en Gran Bretaña. Karkus parecía estar bastante interesado en lo que Dumbledor tenía que decir. Y algunos de los otros, especialmente los que sabían inglés, estaban atentos alrededor. Estábamos esperanzados cuando nos fuimos ese día. Prometiendo regresar la mañana siguiente con otro regalo. (OF, 446)

Actualmente los duendes acuñan los Knuts, Sickles y Galleones usados en el mundo mágico, cada duende estampa su propio número en la moneda que hace (OF).

-¿Ven las numeraciones alrededor del borde de la moneda?- preguntó Hermione sosteniendo una para examinarla al final de su cuarta reunión. Las monedas lucían gruesas y amarillas a la luz de las

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antorchas-. En los galeones verdaderos, es simplemente un número de serie que se refiere al gnomo que fundió la moneda. En estas monedas falsas, en cambio, los números cambiarán para reflejar la fecha y la hora de la próxima reunión. La moneda se pondrá caliente cuando la fecha cambie, así que si la llevan en el bolsillo la podrán sentir. Cada cual va a tomar una, y cuando Harry decida la fecha y la hora de la próxima sesión, modificará los números de su moneda, y como les puse un Encantamiento Imitador, las demás lo harán junto con la suya. (OF, 414)

Bill Weasley le advierte a Harry sobre los tratos con duendes, pues las nociones de propiedad, pago y deuda no son las mismas para duendes que para humanos. Los duendes piensan que no se puede

confiar en los magos en lo que a oro y tesoros se refiere, pues no respetan la propiedad de los duendes. Para los duendes, el verdadero propietario de un objeto es quien lo fabrica, no quien lo

compra. De este modo, cuando el comprador muere, el objeto debería devolverse a los duendes, y no pasar de padres a hijos sin hacer ningún pago (RM25).

- Espera un momento, por favor - le dijo Bill – Entonces, Harry, tengo que decirte una cosa: si has hecho alguna clase de trato con Griphook, y sobre todo si incluye algún objeto de valor, debes tener mucho cuidado. Los conceptos de propiedad, pago y recompensa de los duendes no son los mismos

que los de los seres humanos.” (RM, 437)

Año 1000 d.C. aproximadamenteEl rey Ragnok el Primero acusa al mago Godric Gryffindor de haberle robado su espada (JKR).

1612 d.C.Una revuelta toma una taberna de Hogsmeade como cuartel general (PA).

—Pero Hogsmeade es un lugar muy interesante —presionó Hermione con impaciencia—. En Lugares históricos de la brujería se dice que la taberna fue el centro en que se gestó la revuelta de los duendes de 1612. Y la Casa de los Gritos se considera el edificio más embrujado de Gran Bretaña...(PA, 68)

Año 1631 d.C.La cláusula 3 del Decreto del Uso de la Varita prohíbe el uso de la varita a los duendes. Aquí

comienzan las mayores revueltas de los duendes.

Siglos XVII y XVIIISe dan las revueltas más sangrientas de los duendes.

Año 1865 d.C.El Ministerio de Magia da a los duendes total potestad sobre el Banco Gringotts (JKR). El banco

había sido fundado tiempo antes por un duende.

Años 1970 a 1981Los duendes sufren con el auge de Lord Voldemort. Se recuerda especialmente el asesinato de una

familia de duendes que vivía cerca de Nottingham.

Años 1995 a 1996Los duendes no se sitúan en ninguno de los bandos de la Segunda Guerra. Según Bill Weasley, se

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pondrán de parte de quien les ofrezca lo que ellos desean (las varitas).

Revueltas

A lo largo de la historia del mundo mágico ha habido rebeliones en las que los duendes han peleado contra la discriminación y el prejuicio. Esas rebeliones de Duendes fueron predominantes durante el

siglo XVII y XVIII. En estos días todavía existen grupos de duendes subversivos, que trabajan en secreto contra el ministerio (OF). Una de estas asociaciones es la H.D.D. (Hermandad De

Duendes). Las rebeliones fueron descritas como “sangrientas y viciosas”. Algunos acontecimientos que provocaron revueltas en los siglos XVII y XVIII fueron los siguientes:

La persecución y aprisionamiento de Ug el Informal, que había vendido oro de los leprechauns (JKR).

La muerte accidental de Nagnok a manos de un troll mal entrenado que envió el Ministerio de Magia (JKR).

El encarcelamiento de Hodrod el Mano-Cornuda, quien intentó asesinar a tres magos (JKR).

El baño público en la charca del pueblo de Urg el Marrano por un grupo de jóvenes magos (JKR).

Se conocen las siguientes revueltas:

1612: Una revuelta toma una taberna de Hogsmeade como cuartel general (PA). 1762: Vargot muere en el campo de batalla.

Década de los 1990: Afiliados a la Hermandad De Duendes provocan disturbios es Chipping Clodbury. Los duendes usaron varitas ilegales y pidieron la liberación del

activista Hodrod el Mano-Cornuda. Los duendes transformaron algunos buzones en ñus (DP).

Los duendes no son los únicos que se han tomado la justicia por su parte: algunos magos les han perseguido, como es el caso del asesino en serie de duendes Yardley Platt.

Duendes conocidos

Alguff el Horroroso . Bodrig el Ojo-Jefe .

Bogrod .

Eargit el Feo .

Gringott .

Griphook .

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Hodrod el Mano-Cornuda .

Nagnok .

Ragnok .

Ragnok el Patizambo .

Ragnuk el Primero .

Ug el Informal .

Urg el Marrano .

¿Vargot?

Filius Flitwick tiene un antepasado duende (JKR).

Sobre la traducción de «duende»

En las traducciones de Salamandra, el nombre original de 'goblins' lo traducen en ocasiones como 'goblins' (sin cambiarlo), 'gnomos' o 'duendes'. Nosotros nos quedamos con duendes, y esperamos

que no exista confusión.

Elfos Domésticos

(House-elves)Los elfos domésticos son pequeñas criaturas humanoides, que malviven en grandes casas, propiedad de ricas familias de magos. Según una teoría defendida por algunos magos, el duendeVargot que falleció en 1762 en el campo de batalla era en realidad un elfo doméstico renegado. Se desconoce la veracidad de esta teoría, pero sí hace presuponer cierto parecido entre duendes y elfos domésticos (JKR). Pertenecen a la familia de la casa, lo que significa que deben servirles hasta la muerte. Los elfos domésticos son aparentemente felices por servir a los magos, y es un orgullo para ellos trabajar duramente. No se necesita ninguna licencia para poseerlos. Algunos consideran perjudicial el que se retirase en 1973 la Moción contra la Esclavitud de los Elfos Domésticos (JKR).

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Viven alrededor de 200 años. Su lealtad es más a la casa que a sus propios habitantes. Se les puede ordenar que se suiciden. Son suficientemente poderosos como para evitar encantamientos de magos. Se reproducen con poca frecuencia y siempre con el permiso de su dueño.

Los elfos domésticos son distintos de los magos; tienen su propia magia, y la capacidad de aparecer y desaparecer en el castillo de Hogwarts les es necesaria para realizar su trabajo sin ser vistos, como es tradicional de los elfos domésticos. Por eso, aunque los magos y brujas no puedan aparecer o desaparecer en Hogwarts, los elfos domésticos si pueden (JKR). Un elfo doméstico puede ir a parar a Azkaban, como es el caso de Hokey (PM).

"Entonces Voldemort se marchó a Borgin and Burkes, y todo el personal que lo había admirado dijo que era un desperdicio que un mago brillante y joven como el trabajara en una tienda. Sin embargo, Voldemort no era solo un ayudante. Cortés, hermoso e inteligente, pronto le dieron los empleos particulares del tipo que sólo existen en un lugar como Borgin and Burkes, que se especializa, como tu sabes, Harry, en objetos con propiedades insólitas y poderosas. Voldemort fue enviado, para persuadir a la gente a separarse de sus tesoros para la venta, por sus compañeros, y él era, por todas las cuentas, excepcionalmente dotado en hacer eso”.

"Apuesto a que lo era, " dijo Harry, incapaz de contenerse.

"Bueno, bastante”, dijo Dumbledore, con una risa débil. "Y ahora es hora de tener noticias de Hokey el elfo doméstico, que trabajó para una bruja muy vieja y muy rica llamada Hepzibah Smith”.

Dumbledore dio un toque a la botella con su varita mágica, el corcho voló, y él vertió la arremolinada memoria en el Pensadero, diciendo mientras lo hacía, "Después de ti, Harry."

Harry se puso de pie y se inclino una vez más sobre el contenido de la ondulada superficie plateada del recipiente de piedra hasta que su cara la tocara. Él cayó por la nada oscura y aterrizó en un cuarto sentado delante de una vieja señora enormemente gorda que llevaba una peluca pelirroja y un juego brillante rosado de trajes que fluían alrededor de ella, dándole la mirada de una torta helada que se estaba derritiendo. Ella examinaba un pequeño espejo de joyas mientras se aplicaba rubor en sus mejillas ya escarlatas con una borla grande, mientras el elfo de casa más diminuto y más viejo que Harry alguna vez había visto metía sus pies carnudos en unas zapatillas de satén apretadas.

"¡Apresúrate, Hokey!" dijo Hepzibah imperiosamente. "¡el dijo que vendría a las cuatro, faltan sólo un par de minutos y nunca ha llegado tarde!"

Ella metió su borla mientras el elfo doméstico se enderezaba. La cima de la cabeza del elfo apenas alcanzaba el asiento de la silla de Hepzibah, y su piel parecida al papel colgaba de su marco justo como la hoja crujiente de lino que ella llevaba puesto como una toga.

"¿Cómo me veo? " dijo Hepzibah, girando su cabeza para admirar varios ángulos de su cara en el espejo.

"Encantadora, señora, " chirrió Hokey.

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Harry sólo podría asumir que estaba en el contrato de Hokey mentir por sus dientes cuando le hacían esa pregunta, porque Hepzibah Smith estaba muy lejos de ser encantadora en su opinión.

Un timbre sonó y ambos, tanto la señora como el elfo brincaron.

"¡Rápido, rápido, él está aquí, Hokey!" Hepzibah gritó y el elfo se apresuró a salir de la habitación. Se tropezó con tantos objetos que era difícil de ver como alguien podría atravesar aquel camino sin atropellar al menos una docena de cosas: Había gabinetes llenos de pequeñas cajas laqueadas, fundas llenas de libros de oro en relieve, orbes y globos celestes, y muchas plantas de macetas florecientes en contenedores de cobre.

De hecho, el cuarto se parecía a una mezcla de una tienda de antigüedades mágica y un invernadero.

El elfo doméstico volvió luego de unos minutos, seguido de un alto joven, que Harry no tuvo ninguna dificultad para reconocerlo como Voldemort. Él estaba vestido con un traje negro; su pelo estaba un poco más largo que cuando estaba en la escuela y sus mejillas estaban ahuecadas, pero todo esto lo satisfizo; él estaba más hermoso que nunca. Voldemort cruzó el camino con un aire que mostraba que él había visitado el lugar muchas veces antes y se dobló sobre la pequeña mano gorda de Hepzibah, rozándola con sus labios.

"Le traje flores" dijo él silenciosamente, produciendo un manojo de rosas de ninguna parte.

"¡Usted, muchacho travieso, no debería hacerlo!" chilló la vieja Hepzibah, aunque

Harry notara que ella tenía un florero vacío sobre la pequeña mesa más cercana.

"Realmente estropeas a esta vieja señora, Tom... siéntate, siéntate.... ¿Dónde está

Hokey? Ah..."

El elfo doméstico vino rompiendo cosas a la habitación mientras que llevaba una bandeja con pequeñas tortas, que ella puso en el codo de su dueña.

"Sírvase usted, Tom" dijo Hepzibah "sé cuanto le gustan mis tortas. Ahora, ¿Cómo estás tú? Luces pálido. Ellos abusan de ti en aquella tienda, lo he dicho cientos de veces...”

Voldemort rió mecánicamente y Hepzibah sonrió con afectación ..

"Bien, cuál es tu excusa para visitarme esta vez?" preguntó ella.

"Al Señor Burke le gustaría hacer una mejor oferta por la armadura hecha por el trasgo”, dijo Voldemort. "Quinientos Galeones, él siente que es más que un negocio..."

"Bien, bien. No tan rápido, o comenzaré a pensar que estás aquí sólo por mis baratijas " puso mala cara Hepzibah.

"Ellos me ordenan que esté aquí”, dijo Voldemort silenciosamente. "Soy sólo un pobre ayudante, señora, que debe hacer lo que le dicen. El señor Burke desea que yo le informe... "

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"¡Ah, el Señor Burke! " dijo Hepzibah, agitando una pequeña mano. "¡Tengo algo que mostrarte que nunca le he mostrado al Señor Burke! ¿Puede guardar un secreto, Tom?

¿Prometerá que no dirá nada al Señor Burke de que yo tengo esto? ¡l nunca me dejaría descansar si supiera que yo se lo mostré, y no lo vendo, ni a Burke, ni a nadie.

Pero usted, Tom, usted lo apreciará por su historia, no por cuantos Galeones pueda conseguir por ello."

“Yo me alegraría por ver cualquier cosa que la señorita Hepzibah me muestre " dijo

Voldemort silenciosamente, y Hepzibah dio otra risa tonta de niña.

"Pedí a Hokey que lo trajera hacia aquí... ¿Hokey, dónde estás? Quiero mostrar nuestro tesoro más fino al Señor Riddle.... De hecho, traiga ambos, mientras usted está en ello. ... "

"Aquí, señora, " chirrió el elfo doméstico, y Harry vio dos cajas de cuero, una sobre la cima de la otra, moviéndose a través del cuarto como si volaran por si mismas, aunque él sabia que el elfo diminuto las sostenía sobre su cabeza, mientras se abría camino entre las mesas y escabeles.

"Ahora" dijo Hepzibah felizmente, tomando las cajas del elfo, poniéndolas en su regazo, y disponiendo a abrir la tapa de una, "Pienso que a usted le gustará esto, Tom... Ah, si mi familia supiera que yo le estoy mostrando.... ¡Ellos no pueden esperar para poner sus manos sobre esto! "

Ella abrió la tapa. Harry afiló la vista hacia adelante un poco más para conseguir una mejor vista y pudo ver algo que se parecía a una pequeña taza de oro con dos finas y trabajadas manijas.

"Me pregunto si usted sabe que es esto, Tom. ¡Tómelo, mírelo bien! "susurró Hepzibah y Voldemort estiró una mano alargada y levantó la taza por una de sus manijas. Harry pensó que vio un destello rojo en sus ojos oscuros. Su expresión avara fue curiosamente reflejada sobre el rostro de Hepzibah, pero sus ojos diminutos fueron fijados sobre los hermosos rasgos de Voldemort.

"Un tejón" murmuró Voldemort examinando el grabado sobre la taza. ¿" Entonces esto era de...? "

"¡Helga Hufflepuff, como es que lo sabes, eres un muchacho inteligente!" dijo Hepzibah, apoyándose adelante con un crujir ruidoso de corsés y mientras pellizcaba su mejilla. “No le dije que soy un descendente lejano? Esto ha sido transmitido en mi familia durante años y años. ¿Encantador, verdad? Y todos los tipos de poderes que se supone que posee también, pero yo no los he probado a fondo, solamente lo mantengo agradable y a salvo aquí.... "

Ella desenganchó la taza del largo índice de Voldemort y la depositó con cuidado en su caja, estaba demasiado absorbida en colocarla con cuidado en su posición como para notar la sombra que cruzó la cara de Voldemort cuando la taza fue llevada.

"Entonces" dijo Hepzibah felizmente, "¿Dónde está Hockey? Oh, allí está... llévate esto ahora, Hockey"

El elfo obedientemente tomó la taza embalada, y Hepzibah volvió su atención a la caja en su regazo.

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"Pienso que a usted le gustará esto mucho más, Tom" susurró ella. "Acércate un poco, querido muchacho, entonces podrás ver.... Desde luego, Burke sabe que tengo esto se lo compré a él, y me atrevo a decir que a él gustaría recuperarlo cuando me haya ido...

“Ella deslizó atrás el broche de filigrana fino y tiró abriendo la caja. Allí sobre el terciopelo liso carmesí puso un medallón pesado de oro.

Voldemort extendió su mano, sin invitación esta vez, y lo sostuvo hacia la luz, mirándolo fijamente.

"El símbolo de Slytherin" dijo él silenciosamente, mientras la luz jugaba sobre una S adornada.

"¡Así es!" dijo Hepzibah. Encantada al parecer, al ver a Voldemort que miraba fijamente su medallón. "Tuve que pagar un brazo y una pierna por ello, pero no podía dejarlo pasar, no un verdadero tesoro como este, tenía que conseguirlo para mi colección. Burke lo compró, al parecer, a una andrajosa mujer que parecía haberlo robado, pero que no tenía ni idea de su valor verdadero... "

No había ninguna confusión en ello esta vez: Los ojos de Voldemort destellaron escarlatas en las palabras, y Harry vio sus nudillos blanquear sobre la cadena del medallón.

"Me atrevo a decir que Burke pagó una miseria por el. Tú sabes que allí.... ¿Lindo, verdad? Y otra vez, todas las clases de poderes están atribuidos a ello, aunque yo solamente lo mantenga.... agradable y a salvo"

Ella alzó su mano para tomar el medallón. Durante un momento, Harry pensó que Voldemort no iba a dejar que se lo sacara, pero entonces se deslizó por sus dedos y estaba de vuelta en su aterciopelado y rojo cojín.

“Aquí tiene Tom, querido, espero que lo haya disfrutado”

Ella lo miró de lleno en la cara y por primera vez, Harry vio su risa tonta vacilar.

“Esta usted bien querido?"

"Por supuesto" dijo Voldemort silenciosamente. "Sí, estoy muy bien..."

“Pensé... talvez fue una ilusión" dijo Hepzibah, mirando acobardada, y Harry adivinó que ella también había visto el destello momentáneo rojo en los ojos de Voldemort.

"Aquí Hokey, llévate estos y asegúralos otra vez.... Los hechizos habituales... "

"Tiempo de marcharse Harry " dijo Dumbledore silenciosamente, como el elfo de corbata se fue lejos llevando las cajas, Dumbledore agarró a Harry otra vez por encima del codo y juntos se elevaron encima del olvido y regresaron a la oficina de

Dumbledore.

"Hepzibah Smith murió dos días después de aquella pequeña escena" dijo Dumbledore, reasumiendo su asiento e indicando que Harry debería hacer lo mismo. "Hokey el elfo doméstico fue condenado por el Ministerio de envenenar el cacao de la tarde de su amante por casualidad”.

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"¡No puede ser!" dijo Harry con ira.

"Ya veo que pensamos igual" dijo Dumbledore. "Seguramente, hay muchas semejanzas entre esta muerte y la de los Ryddles. En ambos casos, alguien más tomó la culpa, alguien que tenía una memoria clara de haber causado la muerte..."

“Hokey confesó? "

"Ella se acordaba de haber puesto algo en el cacao de su ama que resultó no ser azúcar, sino un veneno mortal y poco conocido” dijo Dumbledore. "Fue concluido que ella no quiso hacerlo... pero al ser vieja y confusa..."

"¡Voldemort modificó su memoria, justo como él hizo con Morfin!"

"Sí, esa es mi conclusión también" dijo Dumbledore. "Y, tal como con Morfin, el

Ministerio sospecho de Hokey"

"....Porque ella era un elfo doméstico" dijo Harry. Él se sentía raramente con más compasión hacia la sociedad que Hermione llamó, P.E.D.D.O.

"Precisamente", Dumbledore dijo. "Ella era vieja, admitió a haber embrollado la bebida, y nadie en el Ministerio se molestó en investigar más. Como en el caso de Morfin, cuando la remonté y logré extraer esa memoria, su vida estaba casi terminada pero su memoria, desde luego, no prueba nada. Excepto que Voldemort sabía de la existencia de la taza y el medallón.

"Cuando Hokey fue condenado, la familia Hepzibah se dio cuenta de que dos de sus mayores tesoros faltaban. Les tomó un tiempo asegurar esto, ya que ella tenía muchos escondrijos, guardando siempre sus colecciones lo más celosamente posible. Pero antes de que ellos estuviesen seguros, sin ninguna duda, de que la taza y el medallón estaban perdidos, el ayudante que había trabajado en Borgin and Burkes, el joven que había visitado a Hepzibah con regularidad y le había caído a ella tan bien, había renunciado a su puesto y había desaparecido. Sus superiores no tenían ni idea donde había ido; ellos estaban tan sorprendidos como cualquiera con su desaparición. Y eso fue lo último que se vio o se escuchó de Tom Ryddle por mucho tiempo.

"Ahora" dijo Dumbledore. "Si no te importa, Harry, quiero hacer una pausa una vez más para resaltar ciertos puntos de nuestra historia. Voldemort había cometido otro asesinato; era el primero después de haber matado a los Ryddle; no lo sé, pero pienso que lo era. Esta vez, como habrás visto, él mató no por venganza, sino para su beneficio. Él quiso los dos trofeos fabulosos que la pobre anciana le mostró. Tal y como él había una vez robado a otros niños en su orfanato, tal y como él había robado a su Tío Morfin el anillo, entonces él se escapó con la taza de Hepzibah y con el medallón. "

"Pero" dijo Harry frunciendo el ceño. "Parece loco.... Arriesgar todo, tirando su trabajo, solamente para aquel..."

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"Loco para ti, quizás, pero no para Voldemort, " dijo Dumbledore. "Espero que entiendas poco a poco exactamente lo que aquellos objetos significaron para él, Harry, pero debes admitir que no es difícil de imaginarse que él vio el medallón, al menos, como legítimo suyo."

"El medallón tal vez," dijo Harry "¿Pero por qué tomó el tazón también?"

"Había pertenecido a otro de los fundadores de Hogwarts" dijo Dumbledore. "Pienso que él todavía sentía un gran tirón hacia la escuela y que él no podía resistirse a un objeto tan empapado de la historia de Hogwarts. Había otros motivos, yo pienso.... Espero ser capaz de demostrártelos poco a poco. (PM, 401. 408)

Para protegerlos, existe una ley sobre su bienestar aunque hay magos que consideran que debe mejorarse (JKR). Hermione creó el P.E.D.D.O. para defender los derechos obreros de los elfos (CF).

— ¿Qué hay en la caja? —inquirió, señalando hacia ella.

—Es curioso que lo preguntes —dijo Hermione, dirigiéndole a Ron una mirada desagradable. Levantó la tapa y les mostró el contenido.

Dentro había unas cincuenta insignias de diferentes colores, pero todas con las mismas letras: «P.E.D.D.O.»

— ¿«Peddo»? —leyó Harry, cogiendo una insignia y mirándola—. ¿Qué es esto?

—No es «peddo» —repuso Hermione algo molesta—. Es pe, e, de, de, o: «Plataforma Élfica de Defensa de los Derechos Obreros.»

—No había oído hablar de eso en mi vida —se extrañó Ron.

—Por supuesto que no —replicó Hermione con énfasis—. Acabo de fundarla.

— ¿De verdad? —dijo Ron, sorprendido—. ¿Con cuántos miembros cuenta?

—Bueno, si vosotros os afiliáis, con tres —respondió Hermione.

— ¿Y crees que queremos ir por ahí con unas insignias en las que pone «peddo»? —dijo Ron.

—Pe, e, de, de, o —lo corrigió Hermione, enfadada—. Iba a poner «Detengamos el Vergonzante Abuso de Nuestras Compañeras las Criaturas Mágicas y Exijamos el Cambio de su Situación Legal», pero no cabía. Así que ése es el encabezamiento de nuestro manifiesto. —Blandió ante ellos el manojo de pergaminos—. He estado documentándome en la biblioteca. La esclavitud de los elfos se remonta a varios siglos atrás. No comprendo cómo nadie ha hecho nada hasta ahora...

—Hermione, métetelo en la cabeza —la interrumpió Ron—: a... ellos... les... gusta. ¡A ellos les gusta la esclavitud!

—Nuestro objetivo a corto plazo—siguió Hermione, hablando aún más alto que Ron y actuando como si no hubiera oído una palabra— es lograr para los elfos domésticos un salario digno

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y unas condiciones laborales justas. Los objetivos a largo plazo incluyen el cambio de la legislación sobre el uso de la varita mágica y conseguir que haya un representante elfo en el Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas.

— ¿Y cómo lograremos todo eso? —preguntó Harry.

—Comenzaremos buscando afiliados —explicó Hermione muy contenta—. Pienso que puede estar bien pedir como cuota de afiliación dos sickles, que darán derecho a una insignia, y podemos destinar los beneficios a elaborar panfletos para nuestra campaña. Tú serás el tesorero, Ron: tengo arriba una hucha de lata para ti. Y tú, Harry, serás el secretario, así que quizá quieras escribir ahora algo de lo que estoy diciendo, como testimonio de nuestra primera sesión.

Hubo una pausa en la que Hermione les sonrió satisfecha, y Harry permaneció callado, dividido entre la exasperación que le provocaba Hermione y la diversión que le causaba la cara de Ron, el cual parecía hallarse en un estado de aturdimiento.(CF, 202 – 204)

Uno elfo doméstico es una pequeña criatura con grandes orejas como las de un murciélago y enormes ojos. Es difícil apreciar la diferencia entre los elfos domésticos hombres y mujeres, pero la hembra tiene generalmente una voz más alta y aguda (CF8).

Harry apartó los ojos de los anuncios y miró por encima del hombro para ver con quiénes compartían la tribuna. Hasta entonces no había llegado nadie, salvo una criatura diminuta que estaba sentada en la antepenúltima butaca de la fila de atrás. La criatura, cuyas piernas eran tan cortas que apenas sobresalían del asiento, llevaba puesto a modo de toga un paño de cocina y se tapaba la cara con las manos. Aquellas orejas largas como de murciélago le resultaron curiosamente familiares...

—¿Dobby? —preguntó Harry, extrañado.

La diminuta figura levantó la cara y separó los dedos, mostrando unos enormes ojos castaños y una nariz que tenía la misma forma y tamaño que un tomate grande. No era Dobby... pero no cabía duda de que se trataba de un elfo doméstico, como había sido Dobby, el amigo de Harry, hasta que éste lo liberó de sus dueños, la familia Malfoy.

—¿El señor acaba de llamarme Dobby? —chilló el elfo de forma extraña, por el resquicio de los dedos. Tenía una voz aún más aguda que la de Dobby, apenas un chillido flojo y tembloroso que le hizo suponer a Harry (aunque era difícil asegurarlo tratándose de un elfo doméstico) que era hembra. Ron y Hermione se volvieron en sus asientos para mirar. Aunque Harry les había hablado mucho de Dobby, nunca habían llegado a verlo personalmente. Incluso el señor Weasley se mostró interesado.

—Disculpe —le dijo Harry a la elfina—, la he confundido con un conocido.

— ¡Yo también conozco a Dobby, señor! —chilló la elfina. Se tapaba la cara como si la luz la cegara, a pesar de que la tribuna principal no estaba excesivamente iluminada—. Me llamo Winky, señor... y usted, señor... —En ese momento reconoció la cicatriz de Harry, y los ojos se le abrieron hasta adquirir el tamaño de dos platos pequeños—. ¡Usted es, sin duda, Harry Potter!

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—Sí, lo soy —contestó Harry.

— ¡Dobby habla todo el tiempo de usted, señor! —dijo ella, bajando las manos un poco pero conservando su expresión de miedo.

— ¿Cómo se encuentra? —preguntó Harry—. ¿Qué tal le sienta la libertad?

— ¡Ah, señor! —respondió Winky, moviendo la cabeza de un lado a otro—, no quisiera faltarle al respeto, señor, pero no estoy segura de que le hiciera un favor a Dobby al liberarlo, señor.

— ¿Por qué? —se extrañó Harry—. ¿Qué le pasa?

—La libertad se le ha subido a la cabeza, señor —dijo Winky con tristeza—. Tiene raras ideas sobre su condición, señor. No encuentra dónde colocarse, señor.

— ¿Por qué no? —inquirió Harry.

Winky bajó el tono de su voz media octava para susurrar:

—Pretende que le paguen por trabajar, señor.

— ¿Que le paguen? —repitió Harry, sin entender—. Bueno... ¿por qué no tendrían que pagarle?

La idea pareció espeluznar a Winky, que cerró los dedos un poco para volver a ocultar parcialmente el rostro.

— ¡A los elfos domésticos no se nos paga, señor! —explicó en un chillido amortiguado—. No, no, no. Le he dicho a Dobby, se lo he dicho, ve a buscar una buena familia y asiéntate, Dobby. Se está volviendo un juerguista, señor, y eso es muy indecoroso en un elfo doméstico. Si sigues así, Dobby, le digo, lo próximo que oiré de ti es que te han llevado ante el Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas, como a un vulgar duende.

—Bueno, ya era hora de que se divirtiera un poco —opinó Harry.

—La diversión no es para los elfos domésticos, Harry Potter —repuso Winky con firmeza desde detrás de las manos que le ocultaban el rostro—. Los elfos domésticos obedecen. No soporto las alturas, Harry Potter... —Miró hacia el borde de la tribuna y tragó saliva—. Pero mi amo me manda venir a la tribuna principal, y vengo, señor.

— ¿Por qué te manda venir tu amo si sabe que no soportas las alturas? —preguntó Harry, frunciendo el entrecejo.

—Mi amo... mi amo quiere que le guarde una butaca, Harry Potter, porque está muy ocupado —dijo Winky, inclinando la cabeza hacia la butaca vacía que tenía a su lado—. Winky está deseando volver a la tienda de su amo, Harry Potter, pero Winky hace lo que le mandan, porque Winky es una buena elfina doméstica.

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Aterrorizada, echó otro vistazo al borde de la tribuna, y volvió a taparse los ojos completamente. Harry se volvió a los otros.

— ¿Así que eso es un elfo doméstico? —murmuró Ron—. Son extraños, ¿verdad?

—Dobby era aún más extraño —aseguró Harry.(CF, 93 – 94)

Ni los machos ni las hembras visten ropa, pero se cubren con toallas, sacos de té o fundas de almohada. Si su amo les da una prenda de ropa, se rompe la esclavitud y el elfo doméstico es libre. Para la mayoría de los elfos domésticos, la libertad es insultante, y prefieren servir a sus amos para siempre.

Elfos domésticos en Hogwarts

Hay más de cien elfos domésticos en Hogwarts; se encargan de mantener vivo el fuego de la chimenea, hacer la colada, encender las lámparas y otro tipo de tareas. Los elfos domésticos son también los cocineros del castillo y preparan deliciosos manjares en las cocinas (CF).

—Está todo en Historia de Hogwarts. Aunque, desde luego, ese libro no es muy de fiar. Un título más adecuado sería «Historia censurada de Hogwarts», o bien «Historia tendenciosa y selectiva de Hogwarts, que pasa por alto los aspectos menos favorecedores del colegio».

— ¿De qué hablas? —preguntó Ron, aunque Harry creyó saber a qué se refería.

— ¡De los elfos domésticos! —dijo Hermione en voz alta, lo que le confirmó a Harry que no se había equivocado—. ¡Ni una sola vez, en más de mil páginas, hace la Historia de Hogwarts una sola mención a que somos cómplices de la opresión de un centenar de esclavos!

Harry movió la cabeza a un lado y otro con desaprobación y se dedicó a los huevos revueltos que tenía en el plato. Su carencia de entusiasmo y la de Ron no había refrenado lo más mínimo la determinación de Hermione de luchar a favor de los elfos domésticos. Era cierto que tanto uno como otro habían puesto los dos sickles que daban derecho a una insignia de la P.E.D.D.O., pero lo habían hecho tan sólo para no molestarla. Sin embargo, habían malgastado el dinero, ya que si habían logrado algo era que Hermione se volviera más radical. Les había estado dando la lata desde aquel momento, primero para que se pusieran las insignias, luego para que persuadieran a otros de que hicieran lo mismo, y cada noche Hermione paseaba por la sala común de Gryffindor acorralando a la gente y haciendo sonar la hucha ante sus narices.

—¿Sois conscientes de que son criaturas mágicas que no perciben sueldo y trabajan en condiciones de esclavitud las que os cambian las sábanas, os encienden el fuego, os limpian las aulas y os preparan la comida? —les decía furiosa.

Algunos, como Neville, habían pagado sólo para que Hermione dejara de mirarlo con el entrecejo fruncido. Había quien parecía moderadamente interesado en lo que ella decía pero se negaba a asumir un papel más activo en la campaña. A muchos todo aquello les parecía una broma.

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Ron alzó los ojos al techo, donde brillaba la luz de un sol otoñal, y Fred se mostró enormemente interesado en su trozo de tocino (los gemelos se habían negado a adquirir su insignia de la P.E.D.D.O.). George, sin embargo, se aproximó a Hermione un poco.

—Escucha, Hermione, ¿has estado alguna vez en las cocinas?

—No, claro que no —dijo Hermione de manera cortante—. Se supone que los alumnos no...

—Bueno, pues nosotros sí —la interrumpió George, señalando a Fred—, un montón de veces, para mangar comida. Y los conocemos, y sabemos que son felices. Piensan que tienen el mejor trabajo del mundo.

— ¡Eso es porque no están educados! Les han lavado el cerebro y... —comenzó a decir Hermione acaloradamente, pero las siguientes palabras quedaron ahogadas por el ruido de batir de alas encima de sus cabezas que anunciaba la llegada de las lechuzas mensajeras.(CF, 214 – 216)

Fueron introducidos en las cocinas a través de Helga Hufflepuff hace mil años (OBT) y ella les dio buenas condiciones de trabajo (PC). Los elfos domésticos luchan en la Batalla de Hogwarts, liderados por Kreacher (RM31).

Los elfos domésticos de Hogwarts aparecieron en la entrada, gritando y llevando largos cuchillos, a la cabeza de ellos, con el emblema de Regulus Black colgando y balanceándose de su cuello, iba Kreacker, su voz de rana mugidora predominaba sobre todo - ¡Pelea! ¡Pelea! ¡Pelea por mi maestro, defensor de los elfos domésticos! ¡Pelea contra el señor tenebroso, en el nombre del valiente Regulus! ¡Pelea!

Iban golpeando y acuchillando los tobillos de los mortífagos, sus pequeñas caras brillaban con malicia, a todos lados donde mirara Harry los mortífagos iban cayendo en grandes números, derrotados por hechizos, arrancando flechas de sus heridas, apuñalados en las piernas por los elfos, o simplemente tratando de escapar pero siendo tragados de nuevo por la horda que entraba. (RM, 617)

De todos modos, un elfo doméstico llamado Dobby, que servía en la Mansión de los Malfoy, tiene una perspectiva distinta al del resto de elfos domésticos. Quería ser libre desesperadamente hasta que Harry James Potter se la jugó a Lucius Malfoy para que le diese una prenda por error.

Harry no gritó, pero estuvo a punto. La pequeña criatura que yacía en la cama tenía unas grandes orejas, parecidas a las de un murciélago, y unos ojos verdes y saltones del tamaño de pelotas de tenis. En aquel mismo instante, Harry tuvo la certeza de que aquella cosa era lo que le había estado vigilando por la mañana desde el seto del jardín.

La criatura y él se quedaron mirando uno al otro, y Harry oyó la voz de Dudley proveniente del recibidor.

— ¿Me permiten sus abrigos, señor y señora Mason?

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Aquel pequeño ser se levantó de la cama e hizo una reverencia tan profunda que tocó la alfombra con la punta de su larga y afilada nariz. Harry se dio cuenta de que iba vestido con lo que parecía un almohadón viejo con agujeros para sacar los brazos y las piernas.

—Esto..., hola —saludó Harry, azorado.

—Harry Potter —dijo la criatura con una voz tan aguda que Harry estaba seguro de que se había oído en el piso de abaje—, hace mucho tiempo que Dobby quería conocerle, señor... Es un gran honor...

—Gra-gracias —respondió Harry, que avanzando pegado a la pared alcanzó la silla del escritorio y se sentó. A su lado estaba Hedwig, dormida en su gran jaula. Quiso preguntarle «¿Qué es usted?», pero pensó que sonaría demasiado grosero, así que dijo:

— ¿Quién es usted?

—Dobby, señor. Dobby a secas. Dobby, el elfo doméstico —contestó la criatura.(CS, 18)

—Dobby tenía que castigarse, señor —explicó el elfo, que se había quedado un poco bizco—. Dobby ha estado a punto de hablar mal de su familia, señor.

— ¿Su familia?

—La familia de magos a la que sirve Dobby, señor. Dobby es un elfo doméstico, destinado a servir en una casa y a una familia para siempre. (CS, 19, 20)

—Pero ¿por qué no los abandona? ¿Por qué no huye?

—Un elfo doméstico sólo puede ser libertado por su familia, señor. Y la familia nunca pondrá en libertad a Dobby... Dobby servirá a la familia hasta el día que muera, señor.

Harry lo miró fijamente.

—Y yo que me consideraba desgraciado por tener que pasar otras cuatro semanas aquí —dijo—. Lo que me cuenta hace que los Dursley parezcan incluso humanos. ¿Y nadie puede ayudarle? ¿Puedo hacer algo?(CS, 20)

Harry se levantó y se dispuso a salir. Pero apenas tocó el pomo de la puerta, ésta se abrió tan bruscamente que pego contra la pared y rebotó.

Lucius Malfoy estaba allí, con el semblante furioso; y también Dobby, encogido de miedo y cubierto de vendas.

—Buenas noches, Lucius —dijo Dumbledore amablemente.

El señor Malfoy casi derriba a Harry al entrar en el despacho. Dobby lo seguía detrás, pegado a su capa, con una expresión de terror.

— ¡Vaya! —dijo Lucius Malfoy, fijos en Dumbledore sus fríos ojos—. Ha vuelto. El consejo escolar lo ha suspendido de sus funciones, pero aun así, usted ha considerado conveniente volver.

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—Bueno, Lucius, verá —dijo Dumbledore, sonriendo serenamente—, he recibido una petición de los otros once representantes. Aquello parecía un criadero de lechuzas, para serle sincero. Cuando recibieron la noticia de que la hija de Arthur Weasley había sido asesinada, me pidieron que volviera inmediatamente. Pensaron que, a pesar de todo, yo era el hombre más adecuado para el cargo. Además, me contaron cosas muy curiosas. Algunos incluso decían que usted les había amenazado con echar una maldición sobre sus familias si no accedían a destituirme.

El señor Malfoy se puso aún más pálido de lo habitual, pero seguía con los ojos cargados de furia.

— ¿Así que... ha puesto fin a los ataques? —dijo con aire despectivo—. ¿Ha encontrado al culpable?

—Lo hemos encontrado —contestó Dumbledore, con una sonrisa.

— ¿Y bien? —preguntó bruscamente Malfoy—. ¿Quién es?

—El mismo que la última vez, Lucius —dijo Dumbledore—. Pero esta vez lord Voldemort actuaba a través de otra persona, por medio de este diario.

Levantó el cuaderno negro agujereado en el centro, y miró a Malfoy atentamente. Harry, por el contrario, no apartaba los ojos de Dobby.

El elfo hacia cosas muy raras. Miraba fijamente a Harry, señalando el diario, y luego al señor Malfoy. A continuación se daba puñetazos en la cabeza.

—Ya veo... —dijo despacio Malfoy a Dumbledore.

—Un plan inteligente —dijo Dumbledore con voz desapasionada, sin dejar de mirar a Malfoy directamente a los ojos—. Porque si Harry, aquí presente —el señor Malfoy dirigió a Harry una incisiva mirada de soslayo—, y su amigo Ron no hubieran descubierto este cuaderno..., Ginny Weasley habría aparecido como culpable. Nadie habría podido demostrar que ella no había actuado libremente...

El señor Malfoy no dijo nada. Su cara se había vuelto de repente como de piedra.

—E imagine —prosiguió Dumbledore— lo que podría haber ocurrido entonces... Los Weasley son una de las familias de sangre limpia más distinguidas. Imagine el efecto que habría tenido sobre Arthur Weasley y su Ley de defensa de los muggles, si se descubriera que su propia hija había atacado y asesinado a personas de origen muggle. Afortunadamente apareció el diario, con los recuerdos de Ryddle borrados de él. Quién sabe lo que podría haber pasado si no hubiera sido así.

El señor Malfoy hizo un esfuerzo por hablar.

—Ha sido una suerte —dijo fríamente.

Pero Dobby seguía, a su espalda, señalando primero al diario, después a Lucius Malfoy, y luego pegándose en la cabeza.

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Y Harry comprendió de pronto. Hizo un gesto a Dobby con la cabeza, y éste se retiró a un rincón, retorciéndose las orejas para castigarse.

— ¿Sabe cómo llegó ese diario a Ginny, señor Malfoy? —le preguntó Harry.

Lucius Malfoy se volvió hacia él.

— ¿Por qué iba a saber yo de dónde lo cogió esa tonta? —preguntó.

—Porque usted se lo dio —respondió Harry—. En Flourish y Blotts. Usted le cogió su libro de transformación y metió el diario dentro, ¿a que sí?

Vio que el señor Malfoy abría y cerraba las manos.

—Demuéstralo —dijo, furioso.

—Nadie puede demostrarlo —dijo Dumbledore, y sonrió a Harry—, puesto que ha desaparecido del libro todo rastro de Ryddle. Por otro lado, le aconsejo, Lucius, que deje de repartir viejos recuerdos escolares de lord Voldemort. Si algún otro cayera en manos inocentes, Arthur Weasley se asegurará de que le sea devuelto a usted...

Lucius Malfoy se quedó un momento quieto, y Harry vio claramente que su mano derecha se agitaba como si quisiera empuñar la varita. Pero en vez de hacerlo, se volvió a su elfo doméstico.

— ¡Nos vamos, Dobby!

Tiró de la puerta, y cuando el elfo se acercó corriendo, le dio una patada que lo envió fuera. Oyeron a Dobby gritar de dolor por todo el pasillo. Harry reflexionó un momento, y entonces tuvo una idea.

—Profesor Dumbledore —dijo deprisa—, ¿me permite que le devuelva el diario al señor Malfoy?

—Claro, Harry —dijo Dumbledore con calma—. Pero date prisa. Recuerda el banquete.

Harry cogió el diario y salió del despacho corriendo. Aún se oían alejándose los gritos de dolor de Dobby, que ya había doblado la esquina del corredor. Rápidamente, preguntándose si sería posible que su plan tuviera éxito, Harry se quitó un zapato, se sacó el calcetín sucio y embarrado, y metió el diario dentro. Luego se puso a correr por el oscuro corredor.

Los alcanzó al pie de las escaleras.

—Señor Malfoy —dijo jadeando y patinando al detenerse—, tengo algo para usted.

Y le puso a Lucius Malfoy en la mano el calcetín maloliente.

— ¿Qué diablos...?

El señor Malfoy extrajo el diario del calcetín, tiró éste al suelo y luego pasó la vista, furioso, del diario a Harry.

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—Harry Potter, vas a terminar como tus padres uno de estos días —dijo bajando la voz—. También ellos eran unos idiotas entrometidos. —Y se volvió para irse—. Ven, Dobby. ¡He dicho que vengas!

Pero Dobby no se movió. Sostenía el calcetín sucio y embarrado de Harry, contemplándolo como si fuera un tesoro de valor incalculable.

—Mi amo le ha dado a Dobby un calcetín —dijo el elfo asombrado—. Mi amo se lo ha dado a Dobby.

— ¿Qué? —escupió el señor Malfoy—. ¿Qué has dicho?

—Dobby tiene un calcetín —dijo Dobby aún sin poder creérselo—. Mi amo lo tiró, y Dobby lo cogió, y ahora Dobby... Dobby es libre.

Lucius Malfoy se quedó de piedra, mirando al elfo. Luego embistió a Harry.

— ¡Por tu culpa he perdido a mi criado, mocoso!

Pero Dobby gritó:

— ¡Usted no hará daño a Harry Potter!

Se oyó un fuerte golpe, y el señor Malfoy cayó de espaldas. Bajó las escaleras de tres en tres y aterrizó hecho una masa de arrugas. Se levantó, lívido, y sacó la varita, pero Dobby le levantó un dedo amenazador.

—Usted se va a ir ahora —dijo con fiereza, señalando al señor Malfoy—. Usted no tocará a Harry Potter. Váyase ahora mismo.

Lucius Malfoy no tuvo elección. Dirigiéndoles una última mirada de odio, se cubrió por completo con la capa y salió apresuradamente.

— ¡Harry Potter ha liberado a Dobby! —chilló el elfo, mirando a Harry. La luz de la luna se reflejaba, a través de una ventana cercana, en sus ojos esféricos—. ¡Harry Potter ha liberado a Dobby!

—Es lo menos que podía hacer, Dobby —dijo Harry, sonriendo—. Pero prométame que no volverá a intentar salvarme la vida.

Una sonrisa amplia, con todos los dientes a la vista, cruzó la fea cara cetrina del elfo.

—Sólo tengo una pregunta, Dobby —dijo Harry, mientras Dobby se ponía el calcetín de Harry con manos temblorosas—. Usted me dijo que esto no tenía nada que ver con El-que-no-debe-ser-nombrado, ¿recuerda? Bueno...

—Era una pista, señor —dijo Dobby, con los ojos muy abiertos, como si resultara obvio—. Dobby le daba una pista. Antes de que cambiara de nombre, el Señor Tenebroso podía ser nombrado tranquilamente, ¿se da cuenta?

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—Bien —dijo Harry con voz débil—. Será mejor que me vaya. Hay un banquete, y mi amiga Hermione ya estará recobrada...

Dobby le echó los brazos a Harry en la cintura y lo abrazó con fuerza.

— ¡Harry Potter es mucho más grande de lo que Dobby suponía! —sollozó—. ¡Adiós, Harry Potter!

Y dando un sonoro chasquido, Dobby desapareció (CS, 285 – 289)

Desde entonces, Dobby trabaja en Hogwarts, gana dinero por su trabajo y tiene algunas vacaciones.

— ¿Do... Dobby? —dijo, casi ahogado.

— ¡Es Dobby, señor, es Dobby!—chilló una voz desde algún lugar cercano a su ombligo—. ¡Dobby ha esperado y esperado para ver a Harry Potter, señor, hasta que Harry Potter ha venido a verlo, señor!

Dobby lo soltó y retrocedió unos pasos, sonriéndole. Sus enormes ojos verdes, que tenían la forma de pelotas de tenis, rebosaban lágrimas de felicidad. Estaba casi igual a como Harry lo recordaba: la nariz en forma de lápiz, las orejas de murciélago, los dedos y pies largos... Lo único diferente era la ropa.

Cuando Dobby trabajaba para los Malfoy, vestía siempre la misma funda de almohadón vieja y sucia. Pero aquel día llevaba la combinación de prendas de vestir más extraña que Harry hubiera visto nunca. Al elegir él mismo la ropa había hecho un trabajo aún peor que los magos que habían ido a los Mundiales. De sombrero llevaba una cubretetera en la que había puesto un montón de insignias, y, sobre el pecho desnudo, una corbata con dibujos de herraduras; a ello se sumaba lo que parecían ser unos pantalones de fútbol de niño, y unos extraños calcetines. Harry reconoció uno de ellos como el calcetín negro que él mismo se había quitado, engañando al señor Malfoy para que se lo pasara a Dobby, con lo cual le había concedido involuntariamente la libertad. El otro era de rayas de color rosa y naranja.

— ¿Qué haces aquí, Dobby? —dijo Harry sorprendido.

— ¡Dobby ha venido para trabajar en Hogwarts, señor! —chilló Dobby emocionado—. El profesor Dumbledore les ha dado trabajo a Winky y Dobby, señor.

— ¿Winky? —se asombró Harry—. ¿Es que también está aquí?

— ¡Sí, señor, sí! —Dobby agarró a Harry de la mano y tiró de él entre las cuatro largas mesas de madera que había allí. Cada una de las mesas, según notó Harry al pasar por entre ellas, estaba colocada exactamente bajo una de las cuatro que había arriba, en el Gran Comedor. En aquel momento se hallaban vacías porque la cena había acabado, pero se imaginó que una hora antes habrían estado repletas de platos que luego se enviarían a través del techo a sus correspondientes del piso de arriba.

Page 118: rosanapalacin.files.wordpress.com · Web view—En el callejón Knockturn —respondió Harry con voz triste. — ¡Fenomenal! —exclamaron Fred y George a la vez. —A nosotros

En la cocina había al menos cien pequeños elfos, que se inclinaban sonrientes cuando Harry, arrastrado por Dobby, pasaba entre ellos. Todos llevaban el mismo uniforme: un paño de cocina estampado con el blasón de Hogwarts y atado a modo de toga, como había visto que hacía Winky.

Dobby se detuvo ante la chimenea de ladrillo.

— ¡Winky, señor! —anunció.

Winky estaba sentada en un taburete al lado del fuego. A diferencia de Dobby, ella no había andado apropiándose de ropa. Llevaba una faldita elegante y una blusa con un sombrero azul a juego que tenía agujeros para las orejas. Sin embargo, mientras que todas las prendas del extraño atuendo de Dobby se hallaban tan limpias y bien cuidadas que parecían completamente nuevas, Winky no parecía dar ninguna importancia a su ropa: tenía manchas de sopa por toda la pechera de la blusa y una quemadura en la falda.

—Hola, Winky —saludó Harry.

A Winky le tembló el labio. Luego rompió a llorar, y las lágrimas se derramaron desde sus grandes ojos castaños y le cayeron a la blusa, como en los Mundiales de quidditch.

— ¡Ah, por Dios! —dijo Hermione. Ella y Ron habían seguido a Harry y Dobby hasta el otro extremo de la cocina—. Winky, no llores, por favor, no...

Pero Winky lloró aún con más fuerza. Por su parte, Dobby le sonrió a Harry.

— ¿Le apetecería a Harry Potter una taza de té? —chilló bien alto, por encima de los sollozos de Winky.

—Eh... bueno —aceptó Harry.

Al instante, unos seis elfos domésticos llegaron al trote por detrás, llevando una bandeja grande de plata cargada con una tetera, tazas para Harry, Ron y Hermione, una lecherita y un plato lleno de pastas.

— ¡Qué buen servicio! —dijo Ron impresionado.

Hermione lo miró con el entrecejo fruncido, pero los elfos parecían encantados. Hicieron una profunda reverencia y se retiraron.

— ¿Cuánto tiempo llevas aquí, Dobby? —preguntó Harry, mientras Dobby servía el té.

— ¡Sólo una semana, Harry Potter, señor! —contestó Dobby muy contento—. Dobby vino para ver al profesor Dumbledore, señor. ¿Sabe, señor?, a un elfo doméstico que ha sido despedido le resulta muy difícil conseguir un nuevo puesto de trabajo.

Al decir esto, Winky redobló la fuerza de sus sollozos. La nariz, que era parecida a un tomate aplastado, le goteaba sobre la blusa, y ella no hacía nada para impedirlo.

Page 119: rosanapalacin.files.wordpress.com · Web view—En el callejón Knockturn —respondió Harry con voz triste. — ¡Fenomenal! —exclamaron Fred y George a la vez. —A nosotros

— ¡Dobby ha viajado por todo el país durante dos años intentando encontrar trabajo, señor!—chilló Dobby—. ¡Pero Dobby no ha encontrado trabajo, señor, porque Dobby quiere que le paguen!

Los elfos domésticos que había por la cocina, que escuchaban y observaban con interés, apartaron la mirada al oír aquellas palabras, como si Dobby hubiera dicho algo grosero y vergonzoso.

Hermione, por el contrario, le dijo:

— ¡Me parece muy bien, Dobby!

— ¡Gracias, señorita! —respondió Dobby, enseñándole los dientes al sonreír—. Pero la mayor parte de los magos no quieren un elfo doméstico que exige que le paguen, señorita. «¡Pues vaya un elfo doméstico!», dicen, y me dan un portazo. A Dobby le gusta trabajar, pero quiere llevar ropa y quiere que le paguen, Harry Potter... ¡A Dobby le gusta ser libre!

Los elfos domésticos de Hogwarts se alejaban de Dobby poco a poco, como si sufriera una enfermedad contagiosa. Winky se quedó donde estaba, aunque se puso a llorar aún con más fuerza.

— ¡Y después, Harry Potter, Dobby va a ver a Winky y se entera de que Winky también ha sido liberada! —dijo Dobby contento.

Al oír esto, Winky se levantó de golpe del taburete y, echándose boca abajo sobre el suelo de losas de piedra, se puso a golpearlo con sus diminutos puños mientras lloraba con verdadero dolor. Hermione se apresuró a dejarse caer de rodillas a su lado, e intentó consolarla, pero nada de lo que decía tenía ningún efecto.

Dobby prosiguió su historia chillando por encima del llanto de Winky.

— ¡Y entonces se le ocurrió a Dobby, Harry Potter, señor! «¿Por qué Dobby y Winky no buscan trabajo juntos?», dice Dobby. «¿Dónde hay bastante trabajo para dos elfos domésticos?», pregunta Winky. Y Dobby piensa, ¡y cae en la cuenta, señor! ¡Hogwarts! Así que Dobby y Winky vinieron a ver al profesor Dumbledore, señor, ¡y el profesor Dumbledore los contrató!

Dobby sonrió muy contento, y de los ojos volvieron a brotarle lágrimas de felicidad.

— ¡Y el profesor Dumbledore dice que pagará a Dobby, señor, si Dobby quiere que se le pague! ¡Y así Dobby es un elfo libre, señor, y Dobby recibe un galeón a la semana y libra un día al mes!

— ¡Eso no es mucho! —dijo Hermione desde el suelo, por encima de los continuados llantos y puñetazos de Winky.

—El profesor Dumbledore le ofreció a Dobby diez galeones a la semana, y librar los fines de semana —explicó Dobby, estremeciéndose repentinamente, como si la posibilidad de tantas riquezas y tiempo libre lo aterrorizara—, pero Dobby regateó hacia abajo, señorita... A Dobby le gusta la libertad, señorita, pero no quiere demasiada, señorita. Prefiere trabajar. (CF, 332 – 336)

Page 120: rosanapalacin.files.wordpress.com · Web view—En el callejón Knockturn —respondió Harry con voz triste. — ¡Fenomenal! —exclamaron Fred y George a la vez. —A nosotros

Dobby tiene unos grandes ojos verdes del tamaño de pelotas de tenis, y tiene una gran nariz como un lápiz. Es pequeño, como todos los elfos domésticos. A Dobby le encantan los calcetines.

Winky, una elfina doméstica hembra que sirvió a los Crouch hasta su liberación, tiene enormes ojos castaños y una nariz como un tomate. Ella también trabaja en Hogwarts, pero por la depresión de haber sido liberada se pasa el tiempo bebiendo cerveza de mantequilla. Durante años, Winky cuidó de Barty Crouch Junior, que residía en secreto en la casa de sus padres bajo la maldición Imprerius. El Señor Crouch le despidió a ella cuando fue encontrada con la varita de Harry en la Copa Mundial de Quidditch. Tanto la madre como la abuela de Winky trabajaron para la familia Crouch (CF21).

— ¿Qué haces aquí, Dobby? —dijo Harry sorprendido.

— ¡Dobby ha venido para trabajar en Hogwarts, señor! —chilló Dobby emocionado—. El profesor Dumbledore les ha dado trabajo a Winky y Dobby, señor.

— ¿Winky? —se asombró Harry—. ¿Es que también está aquí?

— ¡Sí, señor, sí! —Dobby agarró a Harry de la mano y tiró de él entre las cuatro largas mesas de madera que había allí. Cada una de las mesas, según notó Harry al pasar por entre ellas, estaba colocada exactamente bajo una de las cuatro que había arriba, en el Gran Comedor. En aquel momento se hallaban vacías porque la cena había acabado, pero se imaginó que una hora antes habrían estado repletas de platos que luego se enviarían a través del techo a sus correspondientes del piso de arriba.

En la cocina había al menos cien pequeños elfos, que se inclinaban sonrientes cuando Harry, arrastrado por Dobby, pasaba entre ellos. Todos llevaban el mismo uniforme: un paño de cocina estampado con el blasón de Hogwarts y atado a modo de toga, como había visto que hacía Winky.

Dobby se detuvo ante la chimenea de ladrillo.

— ¡Winky, señor! —anunció.

Winky estaba sentada en un taburete al lado del fuego. A diferencia de Dobby, ella no había andado apropiándose de ropa. Llevaba una faldita elegante y una blusa con un sombrero azul a juego que tenía agujeros para las orejas. Sin embargo, mientras que todas las prendas del extraño atuendo de Dobby se hallaban tan limpias y bien cuidadas que parecían completamente nuevas, Winky no parecía dar ninguna importancia a su ropa: tenía manchas de sopa por toda la pechera de la blusa y una quemadura en la falda.

—Hola, Winky —saludó Harry.

A Winky le tembló el labio. Luego rompió a llorar, y las lágrimas se derramaron desde sus grandes ojos castaños y le cayeron a la blusa, como en los Mundiales de quidditch.

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— ¡Ah, por Dios! —dijo Hermione. Ella y Ron habían seguido a Harry y Dobby hasta el otro extremo de la cocina—. Winky, no llores, por favor, no...

Pero Winky lloró aún con más fuerza. Por su parte, Dobby le sonrió a Harry.

— ¿Le apetecería a Harry Potter una taza de té? —chilló bien alto, por encima de los sollozos de Winky.

—Eh... bueno —aceptó Harry.

Al instante, unos seis elfos domésticos llegaron al trote por detrás, llevando una bandeja grande de plata cargada con una tetera, tazas para Harry, Ron y Hermione, una lecherita y un plato lleno de pastas.

— ¡Qué buen servicio! —dijo Ron impresionado.

Hermione lo miró con el entrecejo fruncido, pero los elfos parecían encantados. Hicieron una profunda reverencia y se retiraron.

— ¿Cuánto tiempo llevas aquí, Dobby? —preguntó Harry, mientras Dobby servía el té.

— ¡Sólo una semana, Harry Potter, señor! —contestó Dobby muy contento—. Dobby vino para ver al profesor Dumbledore, señor. ¿Sabe, señor?, a un elfo doméstico que ha sido despedido le resulta muy difícil conseguir un nuevo puesto de trabajo.

Al decir esto, Winky redobló la fuerza de sus sollozos. La nariz, que era parecida a un tomate aplastado, le goteaba sobre la blusa, y ella no hacía nada para impedirlo.

— ¡Dobby ha viajado por todo el país durante dos años intentando encontrar trabajo, señor!—chilló Dobby—. ¡Pero Dobby no ha encontrado trabajo, señor, porque Dobby quiere que le paguen!

Los elfos domésticos que había por la cocina, que escuchaban y observaban con interés, apartaron la mirada al oír aquellas palabras, como si Dobby hubiera dicho algo grosero y vergonzoso.

Hermione, por el contrario, le dijo:

— ¡Me parece muy bien, Dobby!

— ¡Gracias, señorita! —respondió Dobby, enseñándole los dientes al sonreír—. Pero la mayor parte de los magos no quieren un elfo doméstico que exige que le paguen, señorita. «¡Pues vaya un elfo doméstico!», dicen, y me dan un portazo. A Dobby le gusta trabajar, pero quiere llevar ropa y quiere que le paguen, Harry Potter... ¡A Dobby le gusta ser libre!

Los elfos domésticos de Hogwarts se alejaban de Dobby poco a poco, como si sufriera una enfermedad contagiosa. Winky se quedó donde estaba, aunque se puso a llorar aún con más fuerza.

— ¡Y después, Harry Potter, Dobby va a ver a Winky y se entera de que Winky también ha sido liberada! —dijo Dobby contento.

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Al oír esto, Winky se levantó de golpe del taburete y, echándose boca abajo sobre el suelo de losas de piedra, se puso a golpearlo con sus diminutos puños mientras lloraba con verdadero dolor. Hermione se apresuró a dejarse caer de rodillas a su lado, e intentó consolarla, pero nada de lo que decía tenía ningún efecto.

Dobby prosiguió su historia chillando por encima del llanto de Winky.

— ¡Y entonces se le ocurrió a Dobby, Harry Potter, señor! «¿Por qué Dobby y Winky no buscan trabajo juntos?», dice Dobby. «¿Dónde hay bastante trabajo para dos elfos domésticos?», pregunta Winky. Y Dobby piensa, ¡y cae en la cuenta, señor! ¡Hogwarts! Así que Dobby y Winky vinieron a ver al profesor Dumbledore, señor, ¡y el profesor Dumbledore los contrató!

Dobby sonrió muy contento, y de los ojos volvieron a brotarle lágrimas de felicidad.

— ¡Y el profesor Dumbledore dice que pagará a Dobby, señor, si Dobby quiere que se le pague! ¡Y así Dobby es un elfo libre, señor, y Dobby recibe un galeón a la semana y libra un día al mes!

— ¡Eso no es mucho! —dijo Hermione desde el suelo, por encima de los continuados llantos y puñetazos de Winky.

—El profesor Dumbledore le ofreció a Dobby diez galeones a la semana, y librar los fines de semana —explicó Dobby, estremeciéndose repentinamente, como si la posibilidad de tantas riquezas y tiempo libre lo aterrorizara—, pero Dobby regateó hacia abajo, señorita... A Dobby le gusta la libertad, señorita, pero no quiere demasiada, señorita. Prefiere trabajar. (CF, 332 – 336)

— ¡Eres un mal elfo, Dobby!—gimió Winky, con lágrimas brotándole de los ojos—. ¡Pobre señor Crouch!, ¿cómo se las apañará sin Winky? ¡Me necesita, necesita mis cuidados! He cuidado de los Crouch toda mi vida, y mi madre lo hizo antes que yo, y mi abuela antes que ella... ¿Qué dirían si supieran que me han liberado? ¡Ah, el oprobio, la vergüenza! —Volvió a taparse la cara con la falda y siguió llorando.

—Winky —le dijo Hermione con firmeza—, estoy completamente segura de que el señor Crouch se las apaña bien sin ti. Lo hemos visto, ¿sabes?

— ¿Han visto a mi amo?—exclamó Winky sin aliento, alzando la cara llena de lágrimas y mirándola con ojos como platos—. ¿Lo ha visto usted aquí, en Hogwarts?

—Sí —repuso Hermione—. Él y el señor Bagman son jueces en el Torneo de los tres magos. (CF, 337, 338)

— ¿Dónde está Winky, Dobby? —quiso saber Hermione, que había estado buscándola con la mirada.

—Winky está junto al fuego, señorita —repuso Dobby en voz baja, abatiendo un poco las orejas.

— ¡Dios mío!

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Harry también miró hacia la chimenea. Winky estaba sentada en el mismo taburete que la última vez, pero se hallaba tan sucia que se confundía con los ladrillos ennegrecidos por el humo que tenía detrás. La ropa que llevaba puesta estaba andrajosa y sin lavar. Sostenía en las manos una botella de cerveza de mantequilla y se balanceaba ligeramente sobre el taburete, contemplando el fuego. Mientras la miraban, hipó muy fuerte.

—Winky se toma ahora seis botellas al día —le susurró Dobby a Harry.

—Bueno, no es una bebida muy fuerte —comentó Harry.

Pero Dobby negó con la cabeza.

—Para una elfina doméstica sí que lo es, señor —repuso.

Ella volvió a hipar. Los elfos que les habían llevado los pastelitos le dirigieron miradas reprobatorias mientras volvían al trabajo.

—Winky está triste, Harry Potter —dijo Dobby apenado—. Quiere volver a su casa. Piensa que el señor Crouch sigue siendo su amo, señor, y nada de lo que Dobby le diga conseguirá persuadirla de que ahora su amo es Dumbledore.

Harry tuvo una idea brillante.

—Eh, Winky —la llamó, yendo hacia ella e inclinándose para hablarle—, ¿tienes alguna idea de lo que le pasa al señor Crouch? Porque ha dejado de asistir al Torneo de los tres magos.

Winky parpadeó y clavó en Harry sus enormes ojos. Volvió a balancearse ligeramente y luego dijo:

—¿El... el amo ha... dejado... ¡hip!... de asistir?

—Sí —dijo Harry—, no lo hemos vuelto a ver desde la primera prueba. El Profeta dice que está enfermo.

Winky se volvió a balancear, mirando a Harry con ojos enturbiados por las lágrimas.

—El amo... ¡hip!... ¿enfermo?

Le empezó a temblar el labio inferior.

—Pero no estamos seguros de que sea cierto —se apresuró a añadir Hermione.

— ¡El amo necesita a su... ¡hip!... Winky!—gimoteó la elfina—. El amo no puede ¡hip! apañárselas ¡hip! él solo.

—Hay quien se las arregla para hacer por sí mismo las labores de la casa, ¿sabes, Winky? —le dijo Hermione severamente.

— ¡Winky... ¡hip!... no sólo le hacía... ¡hip!... las cosas de la casa al señor Crouch! chilló Winky indignada, balanceándose más que antes y derramando cerveza de mantequilla por su ya

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muy manchada blusa—. El amo le... ¡hip!... confiaba a Winky todos sus... ¡hip!... secretos más importantes.

— ¿Qué secretos? —preguntó Harry.

Pero Winky negó rotundamente con la cabeza, derramándose encima más cerveza de mantequilla.

—Winky le guarda... ¡hip!... los secretos a su amo —contestó con brusquedad, balanceándose más y poniéndole a Harry cara de pocos amigos—. Harry Potter quiere... ¡hip!... meter las narices.

— ¡Winky no debería hablarle de esa manera a Harry Potter! —la reprendió Dobby enojado—. ¡Harry Potter es noble y valiente, y no quiere meter las narices en ningún lado!

—Quiere meter las narices... ¡hip!... en las cosas privadas y secretas... ¡hip!... de mi amo... ¡hip! Winky es una buena elfina doméstica... ¡hip! Winky guarda sus secretos... ¡hip!... aunque haya quien quiera fisgonear... ¡hip!... y meter las narices. —Winky cerró los párpados y de repente, sin previo aviso, se deslizó del taburete y cayó al suelo delante de la chimenea, donde se puso a roncar muy fuerte. La botella vacía de cerveza de mantequilla rodó por el enlosado.

Media docena de elfos domésticos corrieron hacia ella indignados. Mientras uno cogía la botella, los otros cubrieron a Winky con un mantel grande de cuadros y remetieron las esquinas, ocultándola.

— ¡Lamentamos que hayan tenido que ver esto, señores y señorita! —dijo un elfo que tenían al lado y que parecía muy avergonzado—. Esperamos que no nos juzguen a todos por el comportamiento de Winky, señores y señorita.

— ¡Se siente desgraciada! —replicó Hermione, exasperada—. ¿Por qué no intentáis animarla en vez de taparla de la vista?

—Le rogamos que nos perdone, señorita —dijo el elfo doméstico, repitiendo la pronunciadísima reverencia—, pero los elfos domésticos no tenemos derecho a sentirnos desgraciados cuando hay trabajo que hacer y amos a los que servir.

— ¡Por Dios! —exclamó Hermione enfadada—. ¡Escuchadme todos! ¡Tenéis el mismo derecho que los magos a sentiros desgraciados! ¡Tenéis derecho a cobrar un sueldo y a tener vacaciones y a llevar ropa de verdad! ¡No tenéis por qué obedecer a todo lo que se os manda! ¡Fijaos en Dobby!

—Le ruego a la señorita que deje a Dobby al margen de esto —murmuró Dobby, asustado.

Las alegres sonrisas habían desaparecido de la cara de los elfos. De repente observaban a Hermione como si fuera una peligrosa demente.

— ¡Aquí tienen la comida!—chilló un elfo, y puso en los brazos de Harry un jamón enorme, doce pasteles y algo de fruta—. ¡Adiós!

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Los elfos domésticos se arremolinaron en torno a los tres amigos y los sacaron de las cocinas, dándoles empujones en la espalda, a la altura de la cintura.

— ¡Gracias por los calcetines, Harry Potter! —gritó Dobby con tristeza desde la chimenea, donde se encontraba junto al bulto en que había quedado convertida Winky, arrebujada en el mantel.

— ¿No podías cerrar la boca, Hermione?—dijo Ron enojado, cuando la puerta de las cocinas se cerró tras ellos de un portazo—. ¡Ahora ya no querrán que vengamos a visitarlos! ¡Hemos perdido la oportunidad de sacarle algo a Winky sobre Crouch!

— ¡Ah, como si eso te preocupara!—se burló Hermione—. ¡Lo que a ti te gusta es que te den de comer! (CF, 470 – 472)

Dumbledore se inclinó sobre el cuerpo desmayado de Moody y metió una mano en la túnica. Sacó la petaca y un llavero. Entonces se volvió hacia Snape y la profesora McGonagall.

—Severus, por favor, ve a buscar la poción de la verdad más fuerte que tengas, y luego baja a las cocinas y trae a una elfina doméstica que se llama Winky. (CF, 591)

Se oyeron pasos apresurados en el corredor. Snape volvía llevando a Winky. La profesora McGonagall iba justo detrás.

— ¡Crouch!—exclamó Snape, deteniéndose en seco en el hueco de la puerta—. ¡Barty Crouch!

— ¡Cielo santo! —dijo la profesora McGonagall, parándose y observando al hombre que yacía en el suelo.

A los pies de Snape, sucia, desaliñada, Winky también lo miraba. Abrió completamente la boca para dejar escapar un grito que les horadó los oídos:

—Amo Barty, amo Barty, ¿qué está haciendo aquí?

—Se lanzó al pecho del joven—. ¡Usted lo ha matado! ¡Usted lo ha matado! ¡Ha matado al hijo del amo!

—Sólo está desmayado, Winky —explicó Dumbledore—. Hazte a un lado, por favor. ¿Has traído la poción, Severus?

Snape le entregó a Dumbledore un frasquito de cristal que contenía un líquido totalmente incoloro: el suero de la verdad con el que había amenazado en clase a Harry. Dumbledore se levantó, se inclinó sobre Crouch y lo colocó sentado contra la pared, justo debajo del reflector de enemigos en el que seguían viéndose con claridad las imágenes de Dumbledore, Snape y McGonagall. Winky seguía de rodillas, temblando, con las manos en la cara. Dumbledore le abrió al hombre la boca y echó dentro tres gotas. Luego le apuntó al pecho con la varita y ordenó:

— ¡Enervate!

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El hijo de Crouch abrió los ojos. Tenía la cara laxa y la mirada perdida. Dumbledore se arrodilló ante él, de forma que sus rostros quedaron a la misma altura.

— ¿Me oye? —le preguntó Dumbledore en voz baja.

El hombre parpadeó.

—Sí —respondió.

—Me gustaría que nos explicara —dijo Dumbledore con suavidad— cómo ha llegado usted aquí. ¿Cómo se escapó de Azkaban?

Crouch tomó aliento y comenzó a hablar con una voz apagada y carente de expresión:

—Mi madre me salvó. Sabía que se estaba muriendo, y persuadió a mi padre para que me liberara como último favor hacia ella. Él la quería como nunca me quiso a mí, así que accedió. Fueron a visitarme. Me dieron un bebedizo de poción multijugos que contenía un cabello de mi madre, y ella tomó la misma poción con un cabello mío. Cada uno adquirió la apariencia del otro.

Winky movía hacia los lados la cabeza, temblorosa.

—No diga más, amo Barty, no diga más, ¡o meten a su padre en un lío!

Pero Crouch volvió a tomar aliento y prosiguió en el mismo tono de voz:

—Los dementores son ciegos: sólo percibieron que habían entrado en Azkaban una persona sana y otra moribunda, y luego que una moribunda y otra sana salían. Mi padre me sacó con la apariencia de mi madre por si había prisioneros mirando por las rejas.

»Mi madre murió en Azkaban poco después. Hasta el final tuvo cuidado de seguir bebiendo poción multijugos. Fue enterrada con mi nombre y mi apariencia. Todos creyeron que era yo.

Parpadeó.

— ¿Y qué hizo su padre con usted cuando lo tuvo en casa?

—Representó la muerte de mi madre. Fue un funeral sencillo, privado. La tumba está vacía. Nuestra elfina doméstica me cuidó hasta que sané. Luego mi padre tuvo que ocultarme y controlarme. Usó una buena cantidad de encantamientos para mantenerme sometido. Cuando recobré las fuerzas, sólo pensé en encontrar otra vez a mi señor... y volver a su servicio.

— ¿Qué hizo su padre para someterlo? —quiso saber Dumbledore.

—Utilizó la maldición imperius. Estuve bajo su control. Me obligó a llevar día y noche una capa invisible. Nuestra elfina doméstica siempre estaba conmigo. Era mi guardiana y protectora. Me compadecía. Persuadió a mi padre para que me hiciera de vez en cuando algún regalo: premios por mi buen comportamiento.

—Amo Barty, amo Barty —dijo Winky por entre las manos, sollozando—. No debería decir más, o tendremos problemas...

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— ¿No descubrió nadie que usted seguía vivo?—preguntó Dumbledore—. ¿No lo supo nadie aparte de su padre y la elfina?

—Sí. Una bruja del departamento de mi padre, Bertha Jorkins, llegó a casa con unos papeles para que mi padre los firmara. Mi padre no estaba en aquel momento, así que Winky la hizo pasar y volvió a la cocina, donde me encontraba yo. Pero Bertha Jorkins nos oyó hablar, y escuchó a escondidas. Entendió lo suficiente para comprender quién se escondía bajo la capa invisible. Cuando mi padre volvió a casa, ella se le enfrentó. Para que olvidara lo que había averiguado, le tuvo que echar un encantamiento desmemorizante muy fuerte. Demasiado fuerte: según mi padre, le dañó la memoria para siempre.

— ¿Quién le mandó meter las narices en los asuntos de mi amo?—sollozó Winky—. ¿Por qué no nos dejó en paz?

—Hábleme de los Mundiales de quidditch —pidió Dumbledore.

—Winky convenció a mi padre de que me llevara. Necesitó meses para persuadirlo. Hacía años que yo no salía de casa. Había sido un forofo del quidditch. «Déjelo ir!», le rogaba ella. «Puede ir con su capa invisible. Podrá ver el partido y le dará el aire por una vez.» Le dijo que era lo que hubiera querido mi madre. Le dijo que ella había muerto para darme la libertad, que no me había salvado para darme una vida de preso. Al final accedió.

»Fue cuidadosamente planeado: mi padre nos condujo a Winky y a mí a la tribuna principal bastante temprano. Winky diría que le estaba guardando un asiento a mi padre. Yo me sentaría en él, invisible. Tendríamos que salir cuando todo el mundo hubiera abandonado la tribuna principal. Todo el mundo creería que Winky se encontraba sola.

»Pero Winky no sabía que yo recuperaba fuerzas. Empezaba a luchar contra la maldición imperius de mi padre. Había momentos en que me liberaba de ella casi por completo. Aquél fue uno de esos momentos. Era como si despertara de un profundo sueño. Me encontré rodeado de gente, en medio del partido, y vi delante de mí una varita mágica que sobresalía del bolsillo de un muchacho. No me habían dejado tocar una varita desde antes de Azkaban. La robé. Winky no se enteró: tiene terror a las alturas, y se había tapado la cara.

— ¡Amo Barty, es usted muy malo! —le reprochó Winky. Las lágrimas se le escurrían entre los dedos.

—O sea que usted cogió la varita —dijo Dumbledore—. ¿Qué hizo con ella?

—Volvimos a la tienda. Luego los oímos, oímos a los mortífagos, los que no habían estado nunca en Azkaban, los que nunca habían sufrido por mi señor, los que le dieron la espalda, los que no fueron esclavizados como yo, los que estaban libres para buscarlo pero no lo hacían, los que se conformaban con divertirse a costa de los muggles. Me despertaron sus voces. Hacía años que no tenía la mente tan despejada como en aquel momento, y me sentía furioso. Con la varita en mi poder, quise castigarlos por su deslealtad. Mi padre había salido de la tienda para ir a defender a los muggles, y a Winky le daba miedo verme tan furioso, así que ella usó sus propias dotes mágicas para atarme a ella. Me sacó de la tienda y me llevó al bosque, lejos de los mortífagos. Traté de

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hacerla volver, porque quería regresar al campamento. Quería enseñarles a los mortífagos lo que significaba la lealtad al Señor Tenebroso, y castigarlos por no haberla observado. Con la varita que había robado proyecté en el aire la Marca Tenebrosa.

»Llegaron los magos del Ministerio, lanzando por todas partes sus encantamientos aturdidores. Uno de esos encantamientos se coló por entre los árboles hasta donde nos encontrábamos Winky y yo. Quedamos los dos desmayados y con las ataduras rotas por el rayo del encantamiento.

»Cuando descubrieron a Winky, mi padre comprendió que yo tenía que estar cerca. Me buscó entre los arbustos donde la habían encontrado a ella y me halló echado en el suelo. Esperó a que se fueran los demás funcionarios, me volvió a lanzar la maldición imperius, y me llevó de vuelta a casa. A Winky la despidió porque no había impedido que yo robara la varita y casi me deja también escapar.

Winky exhaló un lamento de desesperación.

—Quedamos solos en la casa mi padre y yo. Y entonces... entonces... —la cabeza de Crouch dio un giro, y una mueca demente apareció en su rostro —mi señor vino a buscarme.

»Llegó a casa una noche, bastante tarde, en brazos de su vasallo Colagusano. Había averiguado que yo seguía vivo. Había apresado en Albania a Bertha Jorkins, la había torturado y le había extraído mucha información: ella le habló del Torneo de los tres magos y de que Moody, el viejo auror, iba a impartir clase en Hogwarts; luego la torturó hasta romper el encantamiento desmemorizante que mi padre le había echado, y ella le contó que yo me había escapado de Azkaban y que mi padre me tenía preso para impedir que fuera a buscar a mi señor. Y de esa forma supo que yo seguía siéndole fiel... quizá más fiel que ningún otro. Mi señor trazó un plan basado en la información que Bertha le había pasado. Me necesitaba. Llegó a casa cerca de medianoche. Mi padre abrió la puerta.

Una sonrisa se extendió por el rostro de Crouch, como si recordara el momento más agradable de su vida. A través de los dedos de Winky podían verse sus ojos desorbitados. Estaba demasiado asustada para hablar.

—Fue muy rápido: mi señor le echó a mi padre la maldición imperius. A partir de ese momento fue mi padre el preso, el controlado. Mi señor lo obligó a ir al trabajo como de costumbre y a seguir actuando como si nada hubiera ocurrido. Y yo quedé liberado. Desperté. Volvía a ser yo mismo, vivo como no lo había estado desde hacía años.

—¿Qué fue lo que lord Voldemort le pidió que hiciera?

—Me preguntó si estaba listo para arriesgarlo todo por él. Lo estaba. Ése era mi sueño, mi suprema ambición: servirle, probarme ante él. Me dijo que necesitaba situar en Hogwarts a un vasallo leal, un vasallo que hiciera pasar a Harry Potter todas las pruebas del Torneo de los tres magos sin que se notara, un vasallo que no lo perdiera de vista, que se asegurara de que conseguía la Copa, que convirtiera aquella copa en un traslador y capaz de llevar ante él a la primera persona que lo tocara. Pero antes...

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—Necesitaba a Alastor Moody —dijo Albus Dumbledore. Le resplandecían los ojos azules, aunque la voz seguía impasible.

—Lo hicimos entre Colagusano y yo. De antemano habíamos preparado la poción multijugos. Fuimos a la casa, Moody se resistió, provocó un verdadero tumulto. Justo a tiempo conseguimos reducirlo, así que lo metimos en un compartimiento de su propio baúl mágico, le arrancamos unos pelos y los echamos a la poción. Al beberla me convertí en su doble, le cogí la pata de palo y el ojo, y ya estaba listo para vérmelas con Arthur Weasley, que llegó para arreglarlo todo con los muggles que habían oído el altercado. Cambié de sitio los contenedores de la basura y le dije a Weasley que había oído intrusos en el patio, andando entre los contenedores. Luego guardé la ropa y los detectores de tenebrismo de Moody, los metí con él en el baúl y me vine a Hogwarts. Lo mantuve vivo y bajo la maldición imperius porque quería poder hacerle preguntas para averiguar cosas de su pasado y aprender sus costumbres, con la intención de engañar incluso a Dumbledore. Además, necesitaba su pelo para la poción multijugos. Los demás ingredientes eran fáciles. La piel de serpiente arbórea africana la robé de las mazmorras. Cuando el profesor de Pociones me encontró en su despacho, dije que tenía órdenes de registrarlo.

— ¿Y qué hizo Colagusano después de que atacaron ustedes a Moody? —preguntó Dumbledore.

—Se volvió para seguir cuidando a mi señor en mi casa y vigilando a mi padre.

—Pero su padre escapó —observó Dumbledore.

—Sí. Después de algún tiempo empezó a resistirse a la maldición imperius tal como había hecho yo. Había momentos en los que se daba cuenta de lo que ocurría. Mi señor pensó que ya no era seguro dejar que mi padre saliera de casa, así que lo obligó a enviar cartas diciendo que estaba enfermo. Sin embargo, Colagusano fue un poco negligente, y no lo vigiló bien. De forma que mi padre pudo escapar. Mi señor adivinó que se dirigiría a Hogwarts. Efectivamente, el propósito de mi padre era contárselo todo a Dumbledore, confesar. Venía dispuesto a admitir que me había sacado de Azkaban.

»Mi señor me envió noticia de la fuga de mi padre. Me dijo que lo detuviera costara lo que costara. Yo esperé, atento: utilicé el mapa que le había pedido a Harry Potter. El mapa que había estado a punto de echarlo todo a perder.

— ¿Mapa?—preguntó rápidamente Dumbledore—, ¿qué mapa es ése?

—El mapa de Hogwarts de Potter. Potter me vio en él, una noche, robando ingredientes para la poción multijugos del despacho de Snape. Como tengo el mismo nombre que mi padre, pensó que se trataba de él. Le dije que mi padre odiaba a los magos tenebrosos, y Potter creyó que iba tras Snape. Esa noche le pedí a Potter su mapa.

»Durante una semana esperé a que mi padre llegara a Hogwarts. Al fin, una noche, el mapa me lo mostró entrando en los terrenos del castillo. Me puse la capa invisible y bajé a su encuentro. Iba por el borde del bosque. Entonces llegaron Potter y Krum. Aguardé. No podía hacerle daño a Potter

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porque mi señor lo necesitaba, pero cuando fue a buscar a Dumbledore aproveché para aturdir a Krum. Y maté a mi padre.

— ¡Nooooo!—gimió Winky—. ¡Amo Barty, amo Barty!, ¿qué está diciendo?

—Usted mató a su padre —dijo Dumbledore, en el mismo tono suave—. ¿Qué hizo con el cuerpo?

—Lo llevé al bosque y lo cubrí con la capa invisible. Llevaba conmigo el mapa: vi en él a Potter entrar corriendo en el castillo y tropezarse con Snape, y luego a Dumbledore con ellos. Entonces Potter sacó del castillo a Dumbledore. Yo volví a salir del bosque, di un rodeo y fui a su encuentro como si llegara del castillo. Le dije a Dumbledore que Snape me había indicado adónde iban.

»Dumbledore me pidió que fuera en busca de mi padre, así que volví junto a su cadáver, miré el mapa y, cuando todo el mundo se hubo ido, lo transformé en un hueso... y lo enterré cubierto con la capa invisible en el trozo de tierra recién cavada delante de la cabaña de Hagrid.

Entonces se hizo un silencio total salvo por los continuados sollozos de Winky.

Luego dijo Dumbledore:

—Y esta noche...

—Me ofrecí a llevar la Copa del torneo al laberinto antes de la cena —musitó Barty Crouch—. La transformé en un traslador. El plan de mi señor ha funcionado: ha recobrado sus antiguos poderes y me cubrirá de más honores de los que pueda soñar un mago.

La sonrisa demente volvió a transformar sus rasgos, y la cabeza cayó inerte sobre un hombro mientras Winky sollozaba y se lamentaba a su lado. (CF, 593 – 600)

—Poppy —le dijo Dumbledore a la señora Pomfrey—, ¿serías tan amable de bajar al despacho del profesor Moody, donde me imagino que encontrarás a una elfina doméstica llamada Winky sumida en la desesperación? Haz lo que puedas por ella, y luego llévala a las cocinas. Creo que Dobby la cuidará.(CF, 617)

Kreacher es un viejo elfo doméstico cuyos antepasados han servido a la familia Black durante siglos. Es maleducado con los actuales residentes de la casa, el número 12 de Grimmauld Place, y no se encarga ya del cuidado. Es devoto a la madre de Sirius Black, que murió en 1985 pero su retrato todavía grita a los miembros de la Orden del Fénix desde el recibidor de la casa. Kreacher intenta evitar que los miembros de la Orden del Fénix tiren objetos de artes oscuras. Accidentalmente, Sirius le dice a Kreacher que se vaya, y él va a la casa de los Malfoy, parientes, contándoles todo acerca de Sirius y la Orden del Fénix (OF)

¿Y quién ha dejado todas esas Bombas de Excrementos a la salida de la puerta de la cocina?”

“Crookshanks,” dijo Ginny con la cara colorada. “Adora jugar con ellas”

“Oh,” dijo la señora Weasley, “Pensé que había sido Kreacher, sigue haciendo cosas tan extrañas

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como esa. Ahora no olvidéis bajar vuestras voces en el hall. Ginny, tus manos están sucias ¿qué has estado haciendo? Vé y lávatelas antes de ir a cenar, por favor.”

Ginny hizo una mueca a los otros y siguió a su madre fuera de la habitación, dejando a Harry solo con Ron y Hermione. Los dos estaban mirándole aprensivamente, como si temieran que empezara a gritar de nuevo ahora que todo el mundo se había ido. La sensación de verles tan nerviosos le hizo sentir bastante fatigado.

“Mira....” musitó, pero Ron meneó su cabeza y Hermione dijo suavemente, “Sabiamos que ibas a estar enfadado, Harry, y realmente no te culpamos, pero tienes que entenderlo. Intentamos persuadir a Dumbledore...”

“Sí, lo sé,” dijo Harry cortamente.

Buscó alrededor un tema que no envolviera a su director, porque cada pensamiento hacia Dumbledore hacia que el interior de Harry quemara de ira otra vez.

“¿Quién es Kreacher?” preguntó.

“El elfo doméstico que vive aquí, “dijo Ron. “Anormal. Nunca conocí a uno como él”.

Hermione frunció el entrecejo a Ron.

“No es anormal, Ron”

“La ambición de su vida es que le corten la cabeza y que la cuelguen en una placa como colgaron la de su madre,” dijo Ron irritado. “¿Es eso normal, Hermione?”

“Bueno....bueno, si él es un poco extraño no es su culpa.”

Ron puso los ojos en blanco a Harry.

“Hermione todavía no ha dejado ese rollo del PEDO”

“¡No es PEDO!” dijo Hermione azorada. “Es el Plan para los Elfos Domesticos Oprimidos. Y no soy la única que lo piensa, Dumbledore también dice que deberíamos ser amables con Kreacher.”

“Sí, sí, si,” dijo Ron. “Vamos, estoy hambriento”.(OF, 84, 85)

. -Te pregunté lo que estabas haciendo – repitió Sirius, fríamente – Cada vez que pretendes estar limpiando, escamoteas algo para tu cuarto, y no podemos permitirlo.

-Kreacher nunca movería nada de su lugar correcto dentro de la casa de su amo – replicó el elfo, luego masculló repentinamente – Mi Señora nunca perdonaría a Kreacher si el tapiz fuera tirado a la basura, después de siete siglos en la familia, Kreacher debe salvarlo; no dejará que el amo, y los traidores de sangre y los mocosos lo destruyan.

-Imaginé que podría ser eso – comentó Sirius, lanzando una desdeñosa mirada a la pared de enfrente – Seguro puso otro Hechizo de Adhesivo Permanente en la parte de atrás, no lo dudaría, pero si puedo deshacerme de eso, ten por seguro que lo haré. ¡Ahora largo, Kreacher!

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Parecía que Kreacher no se iba a atrever a desobedecer una orden directa; sin embargo, la mirada que lanzó a Sirius mientras se arrastraba estaba llena del odio más profundo, y murmuró mientras salía de la habitación:

-Regresa de Azkaban para darle órdenes a Kreacher, oh, mi pobre Señora, qué diría si viera ahora su casa, escoria viviendo en ella, sus tesoros arrojados fuera, ella que juró que ya no tenía un hijo y él regresó, y además dicen que es un asesino.

-¡Sigue murmurando y seré un asesino! - amenazó Sirius irritado cuando él cerró de golpe la puerta en las narices del elfo. Sirius, no está bien de la cabeza - suplicó Hermione - no creo que se de cuenta de que podemos oírle.

Ha estado solo demasiado tiempo replicó Sirius - recibiendo ordenes locas del retrato de mi madre y hablando solo, pero siempre fue un poco sucio.

-Si pudieras simplemente ponerlo en libertad - dijo Hermione esperanzada, quizás....

-No podemos ponerlo en libertad, sabe demasiado sobre la Orden - negó Sirius, lacónicamente. - Y por otra parte, el susto lo mataría. Sugiérele que deje esta casa, verás como se lo toma.(OF, 120, 121)

Harry sintió una poderosa sacudida de su ombligo, el suelo desapareció bajo sus pies, su mano estaba pegada al caldero; chocaba contra los otros mientras todos iban velozmente dentro de un remolino de colores y una corriente de viento, el caldero que tiraba de ellos hacia adelante... hasta que sus pies tocaron el piso tan fuerte que sus rodillas se doblaron, el caldero resonó contra el piso, y en algún lugar cercano una voz dijo:

‘‘De vuelta, los traidores mocosos de sangre. ¿Es verdad que su padre está muriendo?’’

‘‘¡FUERA!’’ bramó una segunda voz.

Harry se puso en pie y miró alrededor; habían llegado a la tenebrosa cocina sótano del número doce de Grimmauld Place. Las únicas fuentes de luz eran el fuego y una vela casi consumida, los cuales iluminaban los restos de una solitaria cena. Kreacher había desaparecido por la puerta al pasillo, mirándolos malévolamente mientras se arremangaba su taparrabo; Sirius fue rápidamente hacia ellos luciendo ansioso. Estaba sin afeitar y todavía con su ropa de diario; Además había un ligero olor a Mundungus a bebida rancia en él.(OF, 491, 492)

‘Sirius’? gritó ‘Sirius, te encuentras ahí?’

Su voz hizo eco por todo el cuarto, pero no hubo respuesta excepto un sonido ligeramente susurrante al lado derecho de la chimenea.

‘Quién está ahí?’ preguntó pensando que sólo era un ratón.

Kreacher el elfo doméstico de la casa apareció en su campo visual. Parecía ligeramente encantado con algo, aunque parecía que recientemente se había lastimado severamente ambas manos, las cuales estaban envueltas en un vendaje muy pesado.

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‘La cabeza del muchacho Potter se encuentra en la chimenea informó a la vacía cocina, lanzando miradas furtivas, extrañamente triunfantes a Harry. ‘Para qué ha venido, se pregunta Kreacher?’

‘Dónde está Sirius, Kreacher?’ preguntó Harry

El elfo doméstico lanzó una risa ahogada y jadeante.

‘El amo ha salido, Harry Potter.’

‘A dónde ha ido? A dónde ha ido, Kreacher?’

Kreacher sólo cacareó

‘Te lo advierto!’ dijo Harry, totalmente consciente de que su campo para inflingirle un castigo a Kreacher era casi inexistente en la situación presente. ‘Qué hay de Lupin? ¿de ojoloco?’ cualquiera de ellos, está ahí cualquiera de ellos?’

‘Aquí no hay nadie mas que Kreacher!’ dijo el elfo jovialmente, y dándole la espalda a Harry comenzó a caminar despacio hacia la puerta que se encontraba al final de la cocina.’ Kreacher piensa que va a tener una pequeña plática con su ama ahora, sí, él no ha tenido la oportunidad en mucho tiempo, el amo de Kreacher lo ha mantenido alejado de ella-‘

‘A dónde se fue Sirius?’ le gritó Harry al elfo ‘Kreacher, ‘se fue al Departamento de Misterios?’

Kreacher detuvo su camino. Harry sólo podía ver delineada su calva cabeza a través de la selva de patas de sillas que tenía ante él.

‘El amo no le dice al pobre de Kreacher a dónde va,’ dijo el elfo en voz baja.

‘Pero tú sabes! Le gritó Harry. ‘No es cierto? Tú sabes dónde está!’

Hubo un momento de silencio, y en seguida el elfo dejó escapar su cacareo más fuerte.

‘El amo no va a volver del Departamento de Misterios!’ dijo alegremente ‘Kreacher y su ama están otra vez solos!’

Y se echó a correr desapareciendo por la puerta del salón.(OF, 761, 762)

Algo estaba haciendo erupción en el interior de su cabeza: la necesidad de justificarse, de explicarse.

-Traté de comprobar si realmente había capturado a Sirius , y fui al despacho de Umbridge, hablé con Kreacher en el fuego, y dijo que Sirius no estaba allí, ¡dijo que se había ido!

-Kreacher mintió-declaró Dumbledore con calma-.Tú no eres su amo, puede mentirte sin necesidad de auto-castigarse. Kreacher intentó hacer que fueras al Ministerio de Magia.

¿Él...él me envió a propósito?

-Oh sí. Me temo que Kreacher ha estado sirviendo a más de un amo durante meses.

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-¿Cómo?-preguntó Harry quedándose en blanco-.Ha estado en Grimmauld durante años

-Kreacher aprovechó su oportunidad un poco antes de Navidad-explicó Dumbledore-.Según parece, cuando Sirius le gritó “que se fuera”. Tomó las palabras de Sirius al pie de la letra e interpretó esto como una orden para dejar la casa. Se fue con el único miembro de la familia Black al que todavía le tenía respeto....la prima de los Black, Narcissa, hermana de Bellatrix y esposa de Lucius Malfoy.

-¿Cómo sabe todo esto?-imterrogó Harry. Su corazón palpitaba muy rápido. Se sentía enfermo. Se acordó de haber estado preocupado por la extraña ausencia de Kreacher durante la Navidad, se acordó de su regreso en el ático...

-Kreacher me lo dijo anoche-aclaró Dumbledore-.Verás, cuando le diste al profesor Snape esa advertencia en clave, se dio cuenta que habías tenido una visión de Sirius atrapado en las entrañas del Departamento de Misterios. Él, como tú, intentó contactar con Sirius inmediatamente. Debí explicarte que los miembros de la Orden del Fénix tienen métodos más seguros de comunicación que la chimenea del despacho de Dolores Umbridge. El profesor Snape descubrió que Sirius estaba vivo y a salvo en Grimmauld Place.

-De todas maneras, cuando no regresaste de tu viaje con Dolores Umbridge al bosque prohibido, el profesor Snape se preocupó aún más de que todavía pudieras pensar que Sirius había sido capturado por Lord Voldemort. E inmediatamente alertó a ciertos miembros de la Orden.

Dumbledore dio un gran suspiro y entonces continuó:

-Alastor Moody, Nymphadora Tonks, Kingsley Shacklebolt, y Remus Lupin estaban en el cuartel general cuando se puso en contacto. En seguida todos estuvieron de acuerdo en ir en tu auxilio. El profesor Snape le pidió a Sirius que se quedara, porque necesitaba que alguien permaneciera en el cuartel general para decirme lo que había pasado, para que yo estuviera allí en el momento debido. Entretanto, el Profesor Snape intentó buscarte en el bosque.

Pero Sirius no quería quedarse atrás cuando los demás habían ido a buscarte. Delegó en Kreacher la tarea de decirme lo que había pasado. Y así fue que, cuando llegué a Grimmauld Place, poco tiempo después de que todos se hubieran marchado al Ministerio, fue el elfo quien me dijo, reventando de risa, a dónde había ido Sirius.

-¿Se estaba riendo?-preguntó Harry con voz cavernosa.

-Oh, sí-contestó Dumbledore-.Verás, Kreacher no fue capaz de traicionarnos totalmente. No es un guardián de secretos para la Orden, no podía decirle a los Malfoys nuestro paradero o contarles alguno de los planes confidenciales de la Orden que le habían prohibido revelar. Estaba limitado por los encantamientos de su especie, lo que quiere decir que no podía desobedecer una orden directa de su amo, Sirius. Pero le dio a Narcissa la clase de información que es muy valiosa para Voldemort, que a Sirius debió parecerle algo insignificante, como para pensar en prohibirle que lo repitiera.

-¿Como que?-preguntó Harry.

“Como el hecho de que la persona que más le importaba a Sirius en todo el mundo eras tú-respondió Dumbledore tranquilamente-. Como el hecho de que considerabas a Sirius una mezcla

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entre padre y hermano. Por supuesto, Voldemort ya sabía que Sirius estaba en la Orden, que tú sabías dónde estaba, pero la información de Kreacher le hizo darse cuenta de que la única persona a la que irías a rescatar a cualquier parte del mundo era Sirius Black.

Los labios de Harry estaban fríos y entumecidos.

Así que ...cuando anoche le pregunté a Kreacher si Sirius estaba allí...

Los Malfoy, sin duda por órdenes de Voldemort, le habían dicho que encontrara la forma de mantener a Sirius alejado una vez que hubieras tenido la visión de Sirius siendo torturado. Entonces si decidías revisar si Sirius estaba o no estaba en casa, Kreacher podría ser capaz de hacer como si no estuviera. Ayer, Kreacher lastimó al hipogrifo Buckbeak y, en el momento en el que hiciste tu aparición en el fuego, Sirius estaba arriba tratando de atenderlo.

En ese instante parecía haber poco aire en los pulmones de Harry, su respiración era rápida y superficial.

-¿Y Kreacher le dijo todo esto...y se rió?- gruñó.

-No quería decírmelo-acotó Dumbledore-,pero soy suficientemente experto en Legilimency para saber cuándo alguien me está mintiendo y “le persuadí” para que me contara toda la historia, antes de salir hacia el Departamento de Misterios.

-Y- susurró Harry en voz baja, sus manos contraídas en fríos puños, sobre sus rodillas-...y Hermione nos seguía diciendo que fuéramos amables con él.

-Ella tenía razón, Harry-comentó Dumbledore-. Le advertí a Sirius, cuando adoptamos el numero doce en Grimmauld Place como nuestro cuartel general, que Kreacher debía ser tratado con respeto y amabilidad. También le dije que Kreacher podía ser un peligro para nosotros. No creo que Sirius me tomara muy en serio, o quizá nunca vio a Kreacher como un ser con sentimientos tan intensos como los de los humanos.

-No le culpe....no...hable... de Sirius como...- Su respiración era entrecortada, no le salían las palabras apropiadas. Pero la ira que había contenido brevemente se había encendido en él nuevamente; no permitiría que Dumbledore criticara a Sirius -. Kreacher es un mentiroso...asqueroso...él merece...

-Kreacher es lo que los magos han hecho de él, Harry-señaló Dumbledore-.Sí, merece que le compadezcan. Su existencia ha sido tan miserable como la de tu amigo Dobby. Tuvo que cumplir a la fuerza el mandato de Sirius, porque Sirius era el último de la familia a la que fue esclavizado, pero no sentía verdadera lealtad por él. Cualesquiera que sean los defectos de Kreacher, debe admitirse que Sirius no hizo nada para que a Kreacher le resultara mucho más fácil.

-¡NO HABLE DE SIRIUS DE ESA MANERA!-gritó Harry. (OF, 854 – 857)

Forma parte de las propiedades de Harry junto con la casa de

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Sirius y el hipogrifo. Harry le pone a trabajar en las cocinas de Hogwarts junto con los otros elfos domésticos (no le libera) (PM).

’Como ves,’ dijo Dumbledore, volviéndose a Harry y hablando nuevamente como si el Tío Vernon no hubiese pronunciado palabra, ‘si has heredado toda la casa, tú también la has heredado-‘

Sacudió su varita por quinta vez. Hubo un fuerte chirrido, y un elfo doméstico apareció, con un hocico en vez de nariz, unas orejas gigantes como de murciélagos, y unos ojos enormes totalmente enrojecidos, agachádo en la alfombra de los Dursley y cubierto de harapos mugrientos. Tía Petunia dejó escapar un alarido; nada como este mugriento había entrado a su casa en la historia. Dudley retiró sus largos y desnudos pies rosados del piso y se sentó con ellos levantando su cabeza lo más que pudo, como si pensase que esta criatura arrancaría sus pantalones de pijama, y Tío Vernon bramó, ‘¿Qué demonios es esto?’

’Kreacher,’ terminó Dumbledore.

’¡Kreacher no lo hará, Kreacher no lo hará, Kreacher no lo hará!’ chilló el elfo doméstico, tan alto que Tío Vernon pegó una patada, anudó sus pies y se tapó sus oídos. ‘K pertenece a la Señorita Bellatrix, oh sí, Kreacher a los Blacks, Kreacher quiere a su nueva ama, Kreacher no irá con el traidor de Potter, Kreacher no lo hará, no lo hará, no lo hará-‘

’Como puedes ver, Harry,’ dijo Dumbledore áltamente, sobre los continuos chillidos de Kreacher de ‘no lo haré, no lo haré, no lo haré’, ‘Kreacher muestra cierta resistencia a que seas el dueño.’

’No me importa,’ dijo Harry una vez más, mostrándose disgustado frente al elfo que pataleaba y se retorcía. ‘No lo quiero.’

’No lo haré, no lo haré, no lo haré-‘

’¿Preferirías que se lo de a Bellatrix Lestrange? ¿Teniendo en cuenta que él ha estado viviendo en los cuarteles de la Orden del Fénix el año pasado?’

’No lo haré, no lo haré, no lo haré-‘

Harry miró fíjamente a Dumbledore. Sabía que Kreacher no podía ir y vivir con Bellatrix Lestrange, pero la idea de tenerlo, de tener la responsabilidad de la criatura que había traicionado a Sirius, era repugnante.

’Dale una orden,’ dijo Dumbledore. ‘Si ahora eres su dueño, tendrá que obedecerte. Sino, pensaremos otras cosas para mantenerlo al lado de su amo.’

’¡No lo haré, no lo haré, NO LO HARÉ!-‘

La vos de Kreacher subió tanto que parecía que gritaba. Harry no sabía qué decir, excepto, ‘¡Kreacher, cállate!’

Miró por un momento como si Kreacher fuera a atragantarse. Tomó su garganta, su boca todavía moviéndose furiosamente, sus ojos saliéndosele de las órbitas. Luego de unos segundos de

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frenéticos salivazos, se puso cara a cara con la alfombra (Tía Petunia gimoteó) y golpeó el piso con sus manos y pies, lastimándose a sí mismo con violencia, pero en total silencio y rabioso.

’Bueno, eso simplifica las cosas,’ dijo Dumbledore alegremente. ‘Se ve que Sirius sabía lo que hacía. Tu eres el dueño correcto del número doce de Grimmauld Place y de Kreacher.’

’¿Debo – debo tenerlo a él conmigo?’ preguntó Harry, horrorizado, mientras Kreacher se golpeaba a sus pies.

’No sino quieres,’ dijo Dumbledore. ‘Como sugerencia, lo podrías enviar a Hogwarts a trabajar en la cocina. De este modo, los otros elfos domésticos podrían echarle un vistazo.’

’Sí,’ dijo Harry con alivio, ‘sí, haré eso. Er – Kreacher – quiero que vayas a Hogwarts y trabajes en las cocinas con los otros elfos domésticos.’

Kreacher, quien yacía de espaldas al puso con sus brazos y piernas en la solla, dio a Harry un movimiento hacia arriba y hacia abajo, con una mirada de profundo aborrecimiento y, con otro fuerte chirrido, desapareció.(PM, 56- 58)

Los elfos domésticos tienen una magia muy poderosa, la cuál no requiere de ningún instrumento (como la varita) para dirigirla. Dobby usa su magia para encantar una bludger, para cerrar el portal mágico que lleva al Andén 9¾, para hacer levitar el pastel de tía Petunia y para lanzar a Lucius Malfoy por los aires. También puede desaparecerse, lo cuál sería una forma del arte de Aparición que conocen los magos: los elfos domésticos pueden aparecer y desaparecer dentro del castillo de Hogwarts, privilegio que según Hermione, los magos no tienen.

En 1994 Hermione idea una campaña para defender los derechos de los elfos, el P.E.D.D.O., con escasos resultados (solo Dobby parece estar contento con la idea). En su programa, Hermione pretende conseguir un salario y vacaciones para los elfos.En 1995, harta de ver como los elfos domésticos trabajan sin cesar, se pone a coser calcetines y sombreros para que los elfos domésticos que limpien la torre de Gryffindor se liberen, pero esto solo les enfurece y provoca que no quieran volver a limpiar en el lugar.

Un elfo doméstico llamado Hooky tiene una estatua en las Mazmorras (PA/j).

— ¿Quién es usted?

—Dobby, señor. Dobby a secas. Dobby, el elfo doméstico —contestó la criatura.

— ¿De verdad? —dijo Harry—. Bueno, no quisiera ser descortés, pero no me conviene precisamente ahora recibir en mi dormitorio a un elfo doméstico.” (CS, 18)

— Harry no gritó, pero estuvo a punto. La pequeña criatura que yacía en la cama tenía unas grandes orejas, parecidas a las de un murciélago, y unos ojos verdes y saltones del tamaño de pelotas de tenis. En aquel mismo instante, Harry tuvo la certeza de que aquella cosa era lo que le había estado vigilando por la mañana desde el seto del jardín.

— La criatura y él se quedaron mirando uno al otro, y Harry oyó la voz de Dudley proveniente del recibidor.

— — ¿Me permiten sus abrigos, señor y señora Mason?

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— Aquel pequeño ser se levantó de la cama e hizo una reverencia tan profunda que tocó la alfombra con la punta de su larga y afilada nariz. Harry se dio cuenta de que iba vestido con lo que parecía un almohadón viejo con agujeros para sacar los brazos y las piernas.

— —Esto..., hola —saludó Harry, azorado.— —Harry Potter —dijo la criatura con una voz tan aguda que Harry estaba seguro de

que se había oído en el piso de abaje—, hace mucho tiempo que Dobby quería conocerle, señor... Es un gran honor...

— —Gra-gracias —respondió Harry, que avanzando pegado a la pared alcanzó la silla del escritorio y se sentó. A su lado estaba Hedwig, dormida en su gran jaula. Quiso preguntarle « ¿Qué es usted?», pero pensó que sonaría demasiado grosero, así que dijo:

— — ¿Quién es usted?— —Dobby, señor. Dobby a secas. Dobby, el elfo doméstico —contestó la criatura.”

(CS, 18) — Se balanceaba hacia delante y hacia atrás, agitando su fea cabeza.— — ¡Dobby se llevó semejante disgusto cuando se enteró de que Harry Potter estaba en

Hogwarts, que se le quemó la cena de su señor! Dobby nunca había recibido tales azotes, señor...

— Harry se desplomó de nuevo sobre las almohadas.— —Casi consigue que nos expulsen a Ron y a mí —dijo Harry con dureza—. Lo mejor

es que se vaya antes de que mis huesos vuelvan a crecer, Dobby, o podría estrangularle.

— Dobby sonrió levemente.— —Dobby está acostumbrado a las amenazas, señor. Dobby las recibe en casa cinco

veces al día.— Se sonó la nariz con una esquina del sucio almohadón que llevaba puesto; su aspecto

era tan patético que Harry sintió que se le pasaba el enojo, aunque no quería.— — ¿Por qué lleva puesto eso, Dobby? —le preguntó con curiosidad.— — ¿Esto, señor?—preguntó Dobby, pellizcándose el almohadón—. Es un símbolo de

la esclavitud del elfo doméstico, señor. A Dobby sólo podrán liberarlo sus dueños un día si le dan alguna prenda. La familia tiene mucho cuidado de no pasarle a Dobby ni siquiera un calcetín, porque entonces podría dejar la casa para siempre. —Dobby se secó los ojos saltones y dijo de repente—: ¡Harry Potter debe volver a casa! Dobby creía que su bludger bastaría para hacerle...

— — ¿Su bludger? —dijo Harry, volviendo a enfurecerse—. ¿Qué quiere decir con «su bludger»? ¿Usted es el culpable de que esa bola intentara matarme?

— — ¡No, matarle no, señor, nunca! —dijo Dobby, asustado—. ¡Dobby quiere salvarle la vida a Harry Potter! ¡Mejor ser enviado de vuelta a casa, gravemente herido, que permanecer aquí, señor! ¡Dobby sólo quería ocasionar a Harry Potter el daño suficiente para que lo enviaran a casa!

— —Ah, ¿eso es todo? —dijo Harry irritado—. Me imagino que no querrá decirme por qué quería enviarme de vuelta a casa hecho pedazos.” (CS, 157)

— — ¡Ah, si Harry Potter supiera...!—gimió Dobby, mientras le caían más lágrimas en el viejo almohadón—. ¡Si supiera lo que significa para nosotros, los parias, los esclavizados, la escoria del mundo mágico...! Dobby recuerda cómo era todo cuando El-que-no-debe-nombrarse estaba en la cima del poder, señor. ¡A nosotros los elfos domésticos se nos trataba como a alimañas, señor! Desde luego, así es como aún tratan a Dobby, señor —admitió, secándose el rostro en el almohadón—. Pero, señor, en lo principal la vida ha mejorado para los de mi especie desde que usted derrotó al Que-no-debe-ser-nombrado. Harry Potter sobrevivió, y cayó el poder del Señor

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Tenebroso, surgiendo un nuevo amanecer, señor, y Harry Potter brilló como un faro de esperanza para los que creíamos que nunca terminarían los días oscuros, señor... Y ahora, en Hogwarts, van a ocurrir cosas terribles, tal vez están ocurriendo ya, y Dobby no puede consentir que Harry Potter permanezca aquí ahora que la historia va a repetirse, ahora que la Cámara de los Secretos ha vuelto a abrirse...

— Dobby se quedó inmóvil, aterrorizado, y luego cogió la jarra de agua de la mesilla de Harry y se dio con ella en la cabeza, cayendo al suelo. Un segundo después reapareció trepando por la cama, bizqueando y murmurando:

— —Dobby malo, Dobby muy malo...— — ¿Así que es cierto que hay una Cámara de los Secretos?—murmuró Harry—. Y...

¿dice que se había abierto en anteriores ocasiones? ¡Hable, Dobby! —Sujetó la huesuda muñeca del elfo a tiempo de impedir que volviera a coger la jarra del agua—. Además, yo no soy de familia muggle. ¿Por qué va a suponer la cámara un peligro para mí?

— —Ah, señor, no me haga más preguntas, no pregunte más al pobre Dobby —tartamudeó el elfo. Los ojos le brillaban en la oscuridad—. Se están planeando acontecimientos terribles en este lugar, pero Harry Potter no debe encontrarse aquí cuando se lleven a cabo. Váyase a casa, Harry Potter. Váyase, porque no debe verse involucrado, es demasiado peligroso...

— — ¿Quién es, Dobby?—le preguntó Harry, manteniéndolo firmemente sujeto por la muñeca para impedirle que volviera a golpearse con la jarra del agua—. ¿Quién la ha abierto? ¿Quién la abrió la última vez?” (CS, 158)

— — ¡Dobby no puede hablar, señor, no puede, Dobby no debe hablar!—chilló el elfo—. ¡Váyase a casa, Harry Potter, váyase a casa!

— — ¡No me voy a ir a ningún lado!—dijo Harry con dureza—. ¡Mi mejor amiga es de familia muggle, y su vida está en peligro si es verdad que la cámara ha sido abierta!

— — ¡Harry Potter arriesga su propia vida por sus amigos!—gimió Dobby, en una especie de éxtasis de tristeza—. ¡Es tan noble, tan valiente...! Pero tiene que salvarse, tiene que hacerlo, Harry Potter no puede...

— Dobby se quedó inmóvil de repente, y temblaron sus orejas de murciélago. Harry también lo oyó: eran pasos que se acercaban por el corredor.

— — ¡Dobby tiene que irse! —musitó el elfo, aterrorizado.— Se oyó un fuerte ruido, y el puño de Harry se cerró en el aire. Se echó de nuevo en la

cama, con los ojos fijos en la puerta de la enfermería, mientras los pasos se acercaban.— Dumbledore entró en el dormitorio, vestido con un camisón largo de lana y un gorro

de dormir. Acarreaba un extremo de lo que parecía una estatua. La profesora McGonagall apareció un segundo después, sosteniendo los pies. Entre uno y otra, dejaron la estatua sobre una cama.

— —Traiga a la señora Pomfrey —susurró Dumbledore, y la profesora McGonagall desapareció a toda prisa pasando junto a los pies de la cama de Harry. Harry estaba inmóvil, haciéndose el dormido. Oyó voces apremiantes, y la profesora McGonagall volvió a aparecer, seguida por la señora Pomfrey, que se estaba poniendo un jersey sobre el camisón de dormir. Harry la oyó tomar aire bruscamente.

— — ¿Qué ha ocurrido? —preguntó la señora Pomfrey a Dumbledore en un susurro, inclinándose sobre la estatua.

— —Otra agresión —explicó Dumbledore—. Minerva lo ha encontrado en las escaleras.— —Tenía a su lado un racimo de uvas —dijo la profesora McGonagall—. Suponemos

que intentaba llegar hasta aquí para visitar a Potter.— A Harry le dio un vuelco el corazón. Lentamente y con cuidado, se alzó unos

centímetros para poder ver la estatua que había sobre la cama. Un rayo de luna le caía sobre el rostro.” (CS, 159)

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ErrollLechuza La madriguera El búho viejo y decrepito de la familia Weasley, apenas puede completar algunas entregas (PA1). Es de la especie Gran Gris (JKR).

Errol

Lechuza

La madriguera

El búho viejo y decrepito de la familia Weasley, apenas puede completar algunas entregas (PA1). Es de la especie Gran Gris (JKR).

Harry estaba callado. A juzgar por el hecho de que Draco Malfoy tenía normalmente lo mejor de lo mejor, su familia debía de estar forrada de oro mágico. Podía imaginárselo dándose aires en una gran mansión. También parecía encajar con el tipo de cosas que Malfoy podría hacer, el enviar a un criado para que impidiera que Harry volviese a Hogwarts. ¿Había sido un estúpido al dar crédito a Dobby?

—De cualquier manera, estoy muy contento de que hayamos podido rescatarte —dijo Ron—. Me estaba preocupando que no respondieras a mis cartas. Al principio le echaba la culpa a Errol...

— ¿Quién es Errol?

—Nuestra lechuza macho. Pero está viejo. No sería la primera vez que le da un colapso al hacer una entrega. Así que intenté pedirle a Percy que me prestara a Hermes...

— ¿Quién?

—La lechuza que nuestros padres compraron a Percy cuando lo nombraron prefecto —dijo Fred desde el asiento delantero.

—Pero Percy no me la quiso dejar —añadió Ron—. Dijo que la necesitaba él.

—Este verano, Percy se está comportando de forma muy rara —dijo George, frunciendo el entrecejo—. Ha estado enviando montones de cartas y pasando muchísimo tiempo encerrado en su habitación... No puede uno estar todo el día sacando brillo a la insignia de prefecto. Te estás desviando hacia el oeste, Fred —añadió, señalando un indicador en el salpicadero. Fred giró el volante.

— ¿Vuestro padre sabe que os habéis llevado el coche? —preguntó Harry, adivinando la respuesta.

—Esto..., no —contestó Ron—, esta noche tenía que trabajar. Espero que podamos dejarlo en el garaje sin que nuestra madre se dé cuenta de que nos lo hemos llevado.

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— ¿Qué hace vuestro padre en el Ministerio de Magia?

—Trabaja en el departamento más aburrido —contestó Ron—: el Departamento Contra el Uso Incorrecto de los Objetos Muggles.

— ¿El qué?” (CS, 33)

— ¡También a ti te han mandado todos los libros de Lockhart! —exclamó—. El nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras debe de ser un fan suyo; apuesto a que es una bruja.

En ese instante, Fred vio que su madre lo miraba severamente, y trató de disimular untándose mermelada en el pan.

—Todos estos libros no resultarán baratos —observó George, mirando de reojo a sus padres—. De hecho, los libros de Lockhart son muy caros...

—Bueno, ya nos apañaremos —repuso la señora Weasley aunque parecía preocupada—. Espero que a Ginny le puedan servir muchas de vuestras cosas.

— ¿Es que ya vas a empezar en Hogwarts este curso? —preguntó Harry a Ginny

Ella asintió con la cabeza, enrojeciendo hasta la raíz del pelo, que era de color rojo encendido, y metió el codo en el plato de la mantequilla. Afortunadamente, el único que se dio cuenta fue Harry, porque Percy el hermano mayor de Ron, entraba en aquel preciso instante. Ya se había vestido y lucía la insignia de prefecto de Hogwarts en el chaleco de punto.

—Buenos días a todos —saludó Percy con voz segura—. Hace un hermoso día.

Se sentó en la única silla que quedaba, pero inmediatamente se levantó dando un brinco, y quitó del asiento un plumero gris medio desplumado. O al menos eso es lo que Harry pensó que era, hasta que vio que respiraba.

— ¡Errol! —exclamó Ron, cogiendo a la maltratada lechuza y sacándole una carta que llevaba debajo del ala—. ¡Por fin! Aquí está la respuesta de Hermione. Le escribí contándole que te íbamos a rescatar de los Dursley

Ron llevó a Errol hasta una percha que había junto a la puerta de atrás e intentó que se sostuviera en ella, pero Errol volvió a caerse, así que Ron lo dejó en el escurridero, exclamando en voz baja « ¡Pobre!». Luego rasgó el sobre y leyó la carta de Hermione en voz alta.” (CS, 45)

— ¡Errol! —dijo Ron, sacando por las patas a la empapada lechuza. Errol se desplomó, sin sentido, sobre la mesa, con las patas hacia arriba y un sobre rojo y mojado en el pico.

»¡No ...! —exclamó Ron.

—No te preocupes, no está muerto —dijo Hermione, tocando a Errol con la punta del dedo.

—No es por eso... sino por esto.

Ron señalaba el sobre rojo. A Harry no le parecía que tuviera nada de particular, pero Ron y

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Neville lo miraban como si pudiera estallar en cualquier momento.

— ¿Qué pasa? —preguntó Harry.

—Me han enviado un howler —dijo Ron con un hilo de voz.

—Será mejor que lo abras, Ron —dijo Neville, en un tímido susurro—. Si no lo hicieras, sería peor. Mi abuela una vez me envió uno, pero no lo abrí y... —tragó saliva— fue horrible.

Harry contempló los rostros aterrorizados y luego el sobre rojo.

— ¿Qué es un howler? —dijo.

Pero Ron fijaba toda su atención en la carta, que había empezado a humear por las esquinas.

—Ábrela —urgió Neville—. Será cuestión de unos minutos.

Ron alargó una mano temblorosa, le quitó a Errol el sobre del pico con mucho cuidado y lo abrió. Neville se tapó los oídos con los dedos. Harry no comprendió por qué lo había hecho hasta una fracción de segundo después. Por un momento, creyó que el sobre había estallado; en el salón se oyó un bramido tan potente que desprendió polvo del techo.

—... ROBAR EL COCHE, NO ME HABRÍA EXTRAÑADO QUE TE EXPULSARAN; ESPERA A QUE TE COJA, SUPONGO QUE NO TE HAS PARADO A PENSAR LO QUE SUFRIMOS TU PADRE Y YO CUANDO VIMOS QUE EL COCHE NO ESTABA...

Los gritos de la señora Weasley, cien veces más fuertes de lo normal, hacían tintinear los platos y las cucharas en la mesa y reverberaban en los muros de piedra de manera ensordecedora. En el salón, la gente se volvía hacia todos los lados para ver quién era el que había recibido el howler, y Ron se encogió tanto en el asiento que sólo se le podía ver la frente colorada.

—... ESTA NOCHE LA CARTA DE DUMBLEDORE, CREÍ QUE TU PADRE SE MORÍA DE LA VERGUENZA, NO TE HEMOS CRIADO PARA QUE TE COMPORTES ASÍ, HARRY Y TÚ PODRÍAIS HABEROS MATADO...” (CS, 81)

Miró el cielo estrellado, por si veía a Hedwig, que quizá regresara con un ratón muerto en el pico, esperando sus elogios. Harry miraba distraído por encima de los tejados y pasaron algunos segundos hasta que comprendió lo que veía.

Perfilada contra la luna dorada y creciendo a cada instante se veía una figura de forma extrañamente irregular que se dirigía hacia Harry batiendo las alas. Se quedó quieto viéndola descender. Durante una fracción de segundo, Harry no supo, con la mano en la falleba, si cerrar la ventana de golpe. Pero entonces la extraña criatura revoloteó sobre una farola de Privet Drive, y Harry, dándose cuenta de lo que era, se hizo a un lado.

Tres lechuzas penetraron por la ventana, dos sosteniendo a otra que parecía inconsciente. Aterrizaron suavemente sobre la cama de Harry, y la lechuza que iba en medio, y que era grande y gris, cayó y quedó allí inmóvil. Llevaba un paquete atado a las patas.

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Harry reconoció enseguida a la lechuza inconsciente. Se llamaba Errol y pertenecía a la familia Weasley Harry se lanzó inmediatamente sobre la cama, desató los cordeles de las patas de Errol, cogió el paquete y depositó a Errol en la jaula de Hedwig. Errol abrió un ojo empañado, ululó débilmente en señal de agradecimiento y comenzó a beber agua a tragos.” (PA, 11, 12)

Harry dejó a un lado el estuche y cogió el último paquete. Reconoció de inmediato los garabatos que había en el papel marrón: aquel paquete lo había enviado Hagrid, el guardabosque de Hogwarts. Desprendió la capa superior de papel y vislumbró una cosa verde y como de piel, pero antes de que pudiera desenvolverlo del todo, el paquete tembló y lo que estaba dentro emitió un ruido fuerte, como de fauces que se cierran.

Harry se estremeció. Sabía que Hagrid no le enviaría nunca nada peligroso a propósito, pero es que las ideas de Hagrid sobre lo que podía resultar peligroso no eran muy normales: Hagrid tenía amistad con arañas gigantes; había comprado en las tabernas feroces perros de tres cabezas; y había escondido en su cabaña huevos de dragón (lo cual estaba prohibido).

Harry tocó el paquete con el dedo, con temor. Volvió a hacer el mismo ruido de cerrar de fauces. Harry cogió la lámpara de la mesita de noche, la sujetó firmemente con una mano y la levantó por encima de su cabeza, preparado para atizar un golpe. Entonces cogió con la otra mano lo que quedaba del envoltorio y tiró de él.

Cayó un libro. Harry sólo tuvo tiempo de ver su elegante cubierta verde, con el título estampado en letras doradas, El monstruoso libro de los monstruos, antes de que el libro se levantara sobre el lomo y escapara por la cama como si fuera un extraño cangrejo.

—Oh... ah —susurró Harry.

Cayó de la cama produciendo un golpe seco y recorrió con rapidez la habitación, arrastrando las hojas. Harry lo persiguió procurando no hacer ruido. Se había escondido en el oscuro espacio que había debajo de su mesa. Rezando para que los Dursley estuvieran aún profundamente dormidos, Harry se puso a cuatro patas y se acercó a él.

— ¡Ay!

El libro se cerró atrapándole la mano y huyó batiendo las hojas, apoyándose aún en las cubiertas. Harry gateó, se echó hacia delante y logró aplastarlo. Tío Vernon emitió un sonoro ronquido en el dormitorio contiguo.

Hedwig y Errol lo observaban con interés mientras Harry sujetaba el libro fuertemente entre sus brazos, se iba a toda prisa hacia los cajones del armario y sacaba un cinturón para atarlo. El libro monstruoso tembló de ira, pero ya no podía abrirse ni cerrarse, así que Harry lo dejó sobre la cama y cogió la carta de Hagrid.

Querido Harry:

¡Feliz cumpleaños!

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He pensado que esto te podría resultar útil para el próximo curso. De momento no te digo nada más. Te lo diré cuando nos veamos.

Espero que los muggles te estén tratando bien.

Con mis mejores deseos,

Hagrid

A Harry le dio mala espina que Hagrid pensara que podía serle útil un libro que mordía, pero dejó la tarjeta de Hagrid junto a las de Ron y Hermione, sonriendo con más ganas que nunca.” (PA, 16, 17)

No tenía ni idea de que Harry no estaba siguiendo el régimen. En cuanto éste se había enterado de que tenía que pasar el verano alimentándose de tiras de zanahoria, había enviado a Hedwig a casa de sus amigos pidiéndoles socorro, y ellos habían cumplido maravillosamente: Hedwig había vuelto de casa de Hermione con una caja grande llena de cosas sin azúcar para picar (los padres de Hermione eran dentistas); Hagrid, el guardabosque de Hogwarts, le había enviado una bolsa llena de bollos de frutos secos hechos por él (Harry ni siquiera los había tocado: ya había experimentado las dotes culinarias de Hagrid); en cuanto a la señora Weasley, le había enviado a la lechuza de la familia, Errol, con un enorme pastel de frutas y pastas variadas. El pobre Errol, que era viejo y débil, tardó cinco días en recuperarse del viaje. Y luego, el día de su cumpleaños (que los Dursley habían pasado olímpicamente por alto), había recibido cuatro tartas estupendas enviadas por Ron, Hermione, Hagrid y Sirius. Todavía le quedaban dos, y por eso, impaciente por tomarse un desayuno de verdad cuando volviera a su habitación, empezó a comerse el pomelo sin una queja. (CF, 32, 33)

ErumpentClasificación del MM: XXXXEl erumpent es una bestia gris, de gran tamaño y poder, natural de África. Pesa más de una tonelada y, de lejos, puede confundirse con un rinoceronte. Tiene una piel gruesa que repele la mayoría de encantamientos y maleficios, un cuerno largo y puntiagudo sobre el hocico y una cola larga que parece una soga. Los erumpents sólo dan a luz una cría por cada parto.Esta bestia no ataca a menos que se le provoque exageradamente, pero, cuando lo hace, los resultados suelen ser catastróficos. El cuerno del erumpent puede atravesar cualquier cosa, desde la piel hasta el metal, y contiene un fluido mortal que provoca el estallido de todo lo que haya sido inyectado con él. Es grande, gris y con forma de espiral (RM20). Los erumpents no son muy numerosos porque, durante la época de apareamiento, los machos se hacen estallar los unos a los otros a menudo. Los magos africanos tratan la especie con mucha prudencia. El cuerno, la cola y el fluido explosivo del erumpent son utilizados en pociones, aunque están clasificados como Materiales Comerciables de Clase B (Peligrosos y Sujetos a Control Estricto) (AF).Xenophilius Lovegood compra un cuerno de erumpent confundiéndolo con uno de Snockack de asta arrugada. El cuerno destruye la casa al explotar (RM20).

—Es el cuerno de un snorkack de cuerno arrugado —dijo Xenophilius.

—¡No, no lo es! —dijo Hermione.

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—Hermione —murmuró Harry, avergonzado—, ahora no es el momento…

—Pero Harry, ¡es un cuerno de erumpent! ¡Es un Material Comerciable de Clase B y es algo

extremadamente peligroso para tener en una casa!

—¿Cómo sabes que es un cuerno de erumpent? —preguntó Ron, alejándose del cuerno lo más

rápido que pudo, teniendo en cuenta el extremo desorden de la habitación.

—¡Hay una descripción en Animales fantásticos y dónde encontrarlos! Señor Lovegood, tiene

que deshacerse de eso en seguida, ¿no sabe que puede explotar ante el menor contacto?

—El snorkack de cuerno arrugado —dijo Xenophilius muy claramente, con expresión testaruda

—, es una criatura asustadiza y muy mágica, y su cuerno…

—Señor Lovegood, reconozco las marcas de ranuras alrededor de la base. Es un cuerno de

erumpent y es increíblemente peligroso… no sé donde lo consiguió…

—Se lo compré —dijo Xenophilius de forma dogmática—, hace dos semanas, a un encantador joven mago que conocía mi interés en el exquisito snorkack.(RM, 342 , 343)

EscarbatosClasificación del MM: XXX

El escarbato es una bestia del Reino Unido que tiene un sedoso pelaje negro y un hocico largo. Esta criatura excavadora se pirra por cualquier cosa brillante. Muchos duendes poseen escarbatos para que caven profundamente en la tierra en busca de tesoros. Aunque el escarbato es amable e incluso afectuoso, puede destruir las pertenencias de la gente y, por tanto, nunca debe estar dentro de una casa. Los escarbatos viven en madrigueras a seis metros bajo tierra y tienen de seis a ocho crías por parto (AF).En clase de Cuidado de Criaturas Mágicas, Hagrid lleva unos escarbatos para que encuentren oro bajo tierra (CF).

Hagrid, que en la clase anterior les había dicho que ya habían acabado con los unicornios, los esperaba fuera de la cabaña con una nueva remesa de cajas. Al verlas, a Harry se le cayó el alma a los pies. ¿Les tocaría cuidar otra camada de escregutos? Pero, cuando llegaron lo bastante cerca para echar un vistazo, vieron un montón de animalitos negros de aspecto esponjoso y largo hocico. Tenían las patas delanteras curiosamente planas, como palas, y miraban a la clase sin dejar de parpadear, algo sorprendidos de la atención que atraían.

—Son escarbatos —explicó Hagrid cuando la clase se congregó en torno a ellos—. Se encuentran sobre todo en las minas. Les gustan las cosas brillantes... Mirad.

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Uno de los escarbatos dio un salto para intentar quitarle de un mordisco el reloj de pulsera a Pansy Parkinson, que gritó y se echó para atrás.

—Resultan muy útiles como detectores de tesoros —dijo Hagrid contento—. Pensé que hoy podríamos divertirnos un poco con ellos. ¿Veis eso? —Señaló el trozo grande de tierra recién cavada en la que Harry lo había visto trabajar desde la ventana de la lechucería—. He enterrado algunas monedas de oro. Tengo preparado un premio para el que coja al escarbato que consiga sacar más. Pero lo primero que tenéis que hacer es quitaros las cosas de valor; luego escoged un escarbato y preparaos para soltarlo.

Harry se quitó el reloj, que sólo llevaba por costumbre, dado que ya no funcionaba, y lo guardó en el bolsillo. Luego cogió un escarbato, que le metió el hocico en la oreja, olfateando. Era bastante cariñoso.

—Esperad —dijo Hagrid mirando dentro de una caja—, aquí queda un escarbato. ¿Quién falta? ¿Dónde está Hermione?

—Ha tenido que ir a la enfermería —explicó Ron.

—Luego te lo explicamos —susurró Harry, viendo que Pansy Parkinson estaba muy atenta.

Era con diferencia lo más divertido que hubieran visto nunca en clase de Cuidado de Criaturas Mágicas. Los escarbatos entraban y salían de la tierra como si ésta fuera agua, y acudían corriendo a su estudiante respectivo para depositar el oro en sus manos. El de Ron parecía especialmente eficiente. No tardó en llenarle el regazo de monedas.

—¿Se pueden comprar y tener de mascotas, Hagrid? —le preguntó emocionado, mientras su escarbato volvía a hundirse en la tierra, salpicándole la túnica.

—A tu madre no le haría gracia, Ron —repuso Hagrid sonriendo—, porque destrozan las casas. Me parece que ya deben de haberlas recuperado todas —añadió paseando por el trozo de tierra excavado, mientras los escarbatos continuaban buscando—. Sólo enterré cien monedas. ¡Ah, ahí está Hermione!

Se acercaba por la explanada. Llevaba las manos llenas de vendajes, y parecía triste. Pansy Parkinson la miró escrutadoramente.

—¡Bueno, comprobemos cómo ha ido la cosa! —dijo Hagrid—. ¡Contad las monedas! Y no merece la pena que intentes robar ninguna, Goyle —agregó, entornando los ojos de color azabache—. Es oro leprechaun: se desvanece al cabo de unas horas.

Goyle se vació los bolsillos, enfurruñado. Resultó que el que más monedas había recuperado era el escarbato de Ron, así que Hagrid le dio como premio una enorme tableta de chocolate de Honeydukes. En esos momentos sonó la campana del colegio anunciando la comida. Todos regresaron al castillo salvo Harry, Ron y Hermione, que se quedaron ayudando a Hagrid a guardar los escarbatos en las cajas.(CF, 475, 476)

Escregutos de cola explosiva

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Son una especie creada por Hagrid (PC). Tienen el aspecto de langostas deformes de unos quince centímetros de largo, sin caparazón, pálidas y de aspecto viscoso, con patas y sin aparente cabeza cuando son recién nacidos. Huelen a pescado podridos y sueltan chispas de vez en cuando por la cola (CF13); Una vez adultos, son como escorpiones, con caparazón, y llegan a medir hasta tres metros (CF34);  Los machos tienen un aguijón y las hembras una barriga con succionadora, supuestamente para chupar la sangre; En cuarto curso, Hagrid les manda cuidar durante unas semanas escregutos de cola explosiva en Cuidado de Criaturas Mágicas (CF).

"Eurgh!"      ~ Lavender Brown, la primera vez que vio un escreguto

El escreguto de cola explosiva es una extraña criatura híbrida criada por Hagrid en Hogwarts en el otoño de 1994 cruzando mantícoras y cangrejos de fuego. Recién nacidos los escregutos son pálidos, fangosos, deformados, como langostas sin cáscara. No tienen cabeza pero tienen muchas patas a los lados en ángulos extraños. Las criaturas mides unas 6 pulgadas y huelen fuerte como  a pescado podrido. Saltan chispas del final de sus colas, que se propulsan unas pocas pulgadas. Algunos escregutos tienen pinchos para picar - Hagrid sospecha que son los machos - y las hembras tienen cosas en sus vientres para aspirar sangre. (CF)

Después de dos meses, los escregutos miden unos tres pies de largo y tienen un mal temperamento. Cuando están juntos, se atacan y matan entre ellos. Desarrollan una gris y brillante armadura que nos hace parecer un cruce entre escorpiones gigantes y cangrejos alargados. Siguen sacando fuego del final de sus colas, aunque como no tienen cabeza, es difícil saber cual es la cola.  Esta llama puede ser lanzada varias yardas de lejos. (CF)

En Diciembre, los escregutos median 6 pies de largo. Tenían pincho para picar arqueados sobre sus espaldas y era extremadamente peligrosos y repulsivos (CF)  

En Junio, median unos 10 pies de largo y se volvieron increíblemente peligrosos y unas temibles criaturas. Parecían escorpiones gigantes con pinchos arqueados sobre sus espaldas. Su armadura reflejaba los hechizos mágicos y se lanzaban sobre sus enemigos con sus colas. Solo hay un sitio que tienen indefenso, sin armadura, en su vientre. Hagrid colocó un escreguto crecido en el laberinto para la tercera prueba del Torneo de los Tres Magos. Harry   se defendió de uno con el hechizo Impedimenta en su vientre. (CF).

Hagrid comenzó en Septiembre con varios cientos de escregutos. Pero en Junio,  ya no había casi ninguno -salvo el que estaba en el laberinto. Esto no es sorprendente ya que no tienen boca y aparentemente no comen, añadido al hecho de que les encanta matarse entre ellos. En general, parecería que el experimento de Hagrid en la cría de criaturas mágicas no era un éxito. Nosotros podríamos adivinar que el final del espécimen, una vez que se repuso de la maldición, fue liberado en el bosque prohibido, donde todas las cosas salvajes son liberadas al final (BP).

Hagrid los estaba esperando de pie, fuera de la cabaña, con una mano puesta en el collar de Fang, su enorme perro jabalinero de color negro. En el suelo, a sus pies, había varias cajas de madera abiertas, y Fang gimoteaba y tiraba del collar, ansioso por investigar el contenido. Al

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acercarse, un traqueteo llegó a sus oídos, acompañado de lo que parecían pequeños estallidos.

—¡Buenas! —saludó Hagrid, sonriendo a Harry, Ron y Hermione—. Será mejor que esperemos a los de Slytherin, que no querrán perderse esto: ¡escregutos de cola explosiva!

—¿Cómo? —preguntó Ron.

Hagrid señaló las cajas.

—¡Ay! —chilló Lavender Brown, dando un salto hacia atrás.

En opinión de Harry, la interjección «ay» daba cabal idea de lo que eran los escregutos de cola explosiva. Parecían langostas deformes de unos quince centímetros de largo, sin caparazón, horriblemente pálidas y de aspecto viscoso, con patitas que les salían de sitios muy raros y sin cabeza visible. En cada caja debía de haber cien, que se movían unos encima de otros y chocaban a ciegas contra las paredes. Despedían un intenso olor a pescado podrido. De vez en cuando saltaban chispas de la cola de un escreguto que, haciendo un suave «¡fut!», salía despedido a un palmo de distancia.

—Recién nacidos —dijo con orgullo Hagrid—, para que podáis criarlos vosotros mismos. ¡He pensado que puede ser un pequeño proyecto!

—¿Y por qué tenemos que criarlos? —preguntó una voz fría.

Acababan de llegar los de Slytherin. El que había hablado era Draco Malfoy. Crabbe y Goyle le reían la gracia.

Hagrid se quedó perplejo ante la pregunta.

—Sí, ¿qué hacen? —insistió Malfoy—. ¿Para qué sirven?

Hagrid abrió la boca, según parecía haciendo un considerable esfuerzo para pensar. Hubo una pausa que duró unos segundos, al cabo de la cual dijo bruscamente:

—Eso lo sabrás en la próxima clase, Malfoy. Hoy sólo tienes que darles de comer. Pero tendréis que probar con diferentes cosas. Nunca he tenido escregutos, y no estoy seguro de qué les gusta. He traído huevos de hormiga, hígado de rana y trozos de culebra. Probad con un poco de cada.

—Primero el pus y ahora esto —murmuró Seamus.

Nada salvo el profundo afecto que le tenían a Hagrid podría haber convencido a Harry, Ron y Hermione de coger puñados de hígado despachurrado de rana y tratar de tentar con él a los escregutos de cola explosiva. A Harry no se le iba de la cabeza la idea de que aquello era completamente absurdo, porque los escregutos ni siquiera parecían tener boca.

—¡Ay! —gritó Dean Thomas, unos diez minutos después—. ¡Me ha hecho daño!

Hagrid, nervioso, corrió hacia él.

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—¡Le ha estallado la cola y me ha quemado! —explicó Dean enfadado, mostrándole a Hagrid la mano enrojecida.

—¡Ah, sí, eso puede pasar cuando explotan! —dijo Hagrid, asintiendo con la cabeza.

—¡Ay! —exclamó de nuevo Lavender Brown—. Hagrid, ¿para qué hacemos esto?

—Bueno, algunos tienen aguijón —repuso con entusiasmo Hagrid (Lavender se apresuró a retirar la mano de la caja). Probablemente son los machos... Las hembras tienen en la barriga una especie de cosa succionadora... creo que es para chupar sangre.

—Ahora ya comprendo por qué estamos intentando criarlos —dijo Malfoy sarcásticamente—. ¿Quién no querría tener una mascota capaz de quemarlo, aguijonearlo y chuparle la sangre al mismo tiempo?

—El que no sean muy agradables no quiere decir que no sean útiles —replicó Hermione con brusquedad—. La sangre de dragón es increíblemente útil por sus propiedades mágicas, aunque nadie querría tener un dragón como mascota, ¿no?

Harry y Ron sonrieron mirando a Hagrid, quien también les dirigió disimuladamente una sonrisa tras su poblada barba. Nada le hubiera gustado más a Hagrid que tener como mascota un dragón, como sabían muy bien Harry, Ron y Hermione: cuando ellos estaban en primer curso, Hagrid había poseído durante un breve período un fiero ridgeback noruego al que llamaba Norberto. Sencillamente, Hagrid tenía debilidad por las criaturas monstruosas: cuanto más peligrosas, mejor. (CF, 178 – 180)

Hagrid salió de la parte de atrás de la cabaña con una torre bamboleante de cajas, cada una de las cuales contenía un escreguto bastante grande. Para espanto de la clase, Hagrid les explicó que la razón de que los escregutos se hubieran estado matando unos a otros era un exceso de energía contenida, y la solución sería que cada alumno le pusiera una correa a un escreguto y lo sacara a dar una vuelta. Lo único bueno de aquello fue que acaparó toda la atención de Malfoy.

—¿Sacarlo a dar una vuelta? —repitió con desagrado, mirando una de las cajas—. ¿Y dónde le vamos a atar la correa? ¿Alrededor del aguijón, de la cola explosiva o del aparato succionador?

—En el medio —dijo Hagrid, mostrándoles cómo—. Eh... tal vez deberíais poneros antes los guantes de piel de dragón, por si acaso. Harry, ven aquí y ayúdame con este grande...

En realidad, la auténtica intención de Hagrid era hablar con Harry lejos del resto de la clase.

Esperó hasta que todo el mundo se hubo alejado con los escregutos, y luego se volvió a Harry y le dijo, muy serio:

—Así que te toca participar, Harry. En el Torneo. Campeón del colegio.

—Uno de los campeones —lo corrigió Harry.

Debajo de las cejas enmarañadas, los ojos de color negro azabache de Hagrid lo observaron con nerviosismo.

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—¿No tienes ni idea de quién pudo hacerlo, Harry?

—Entonces, ¿tú sí me crees cuando digo que yo no fui? —le preguntó Harry, haciendo un esfuerzo para disimular el sentimiento de gratitud que le habían inspirado las palabras de Hagrid.

—Por supuesto —gruñó Hagrid—. Has dicho que no fuiste tú, y yo te creo. Y también te cree Dumbledore.

—Me gustaría saber quién lo hizo —dijo Harry amargamente.(CF, 263, 264)

Notó que Hagrid mantenía los caballos de Madame Maxime bien provistos de su bebida preferida: whisky de malta sin rebajar. Los efluvios que emanaban del bebedero, situado en un rincón del potrero, bastaban para que la clase entera de Cuidado de Criaturas Mágicas se mareara. Esto resultaba inconveniente, dado que seguían cuidando de los horribles escregutos y necesitaban tener la cabeza despejada.

—No estoy seguro de si hibernan o no —dijo Hagrid a sus alumnos, que temblaban de frío, en la siguiente clase, en la huerta de las calabazas—. Lo que vamos a hacer es probar si les apetece echarse un sueñecito... Los pondremos en estas cajas.

Sólo quedaban diez escregutos. Aparentemente, sus deseos de matarse se habían limitado a los de su especie. Para entonces tenían casi dos metros de largo. El grueso caparazón gris, las patas poderosas y rápidas, las colas explosivas, los aguijones y los aparatos succionadores se combinaban para hacer de los escregutos las criaturas más repulsivas que Harry hubiera visto nunca. Desalentada, la clase observó las enormes cajas que Harry acababa de llevarles, todas provistas de almohadas y mantas mullidas.

—Los meteremos dentro —explicó Hagrid—, les pondremos las tapas, y a ver qué sucede.

Pero no tardó en resultar evidente que los escregutos no hibernaban y que no se mostraban agradecidos de que los obligaran a meterse en cajas con almohadas y mantas, y los dejaran allí encerrados. Hagrid enseguida empezó a gritar: «¡No os asustéis, no os asustéis!», mientras los escregutos se desmadraban por el huerto de las calabazas tras dejarlo sembrado de los restos de las cajas, que ardían sin llama. La mayor parte de la clase (con Malfoy, Crabbe y Goyle a la cabeza) se había refugiado en la cabaña de Hagrid y se había atrincherado allí dentro. Harry, Ron y Hermione, sin embargo, estaban entre los que se habían quedado fuera para ayudar a Hagrid. Entre todos consiguieron sujetar y atar a nueve escregutos, aunque a costa de numerosas quemaduras y heridas. Al final no quedaba más que uno.

—¡No lo espantéis! —les gritó Hagrid a Harry y Ron, que le lanzaban chorros de chispas con las varitas. El escreguto avanzaba hacia ellos con aire amenazador, el aguijón levantado y temblando—. ¡Sólo hay que deslizarle una cuerda por el aguijón para que no les haga daño a los otros!

—¡Por nada del mundo querríamos que sufrieran ningún daño! —exclamó Ron con enojo mientras Harry y él retrocedían hacia la cabaña de Hagrid, defendiéndose del escreguto a base de chispas.

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—Bien, bien, bien... esto parece divertido.

Rita Skeeter estaba apoyada en la valía del jardín de Hagrid, contemplando el alboroto. Aquel día llevaba una gruesa capa de color fucsia con cuello de piel púrpura y, colgado del brazo, el bolso de piel de cocodrilo.

Hagrid se lanzó sobre el escreguto que estaba acorralando a Harry y Ron, y lo aplastó contra el suelo. El animal disparó por la cola un chorro de fuego que estropeó las plantas de calabaza cercanas.

—¿Quién es usted? —le preguntó Hagrid a Rita Skeeter, mientras le pasaba al escreguto un lazo por el aguijón y lo apretaba.

—Rita Skeeter, reportera de El Profeta —contestó Rita con una sonrisa. Le brillaron los dientes de oro.

—Creía que Dumbledore le había dicho que ya no se le permitía entrar en Hogwarts —contestó ceñudo Hagrid, que se incorporó y empezó a arrastrar el escreguto hacia sus compañeros.

Rita actuó como si no lo hubiera oído.

—¿Cómo se llaman esas fascinantes criaturas? —preguntó, acentuando aún más su sonrisa.

—Escregutos de cola explosiva —gruñó Hagrid.

—¿De verdad? —dijo Rita, llena de interés—. Nunca había oído hablar de ellos... ¿De dónde vienen?

Harry notó que, por encima de la enmarañada barba negra de Hagrid, la piel adquiría rápidamente un color rojo mate, y se le cayó el alma a los pies. ¿Dónde había conseguido Hagrid los escregutos?

Hermione, que parecía estar pensando lo mismo, se apresuró a intervenir.

—Son muy interesantes, ¿verdad? ¿Verdad, Harry?

—¿Qué? ¡Ah, sí...!, ¡ay!... muy interesantes —dijo Harry al recibir un pisotón.

—¡Ah, pero si estás aquí, Harry! —exclamó Rita Skeeter cuando lo vio—. Así que te gusta el Cuidado de Criaturas Mágicas, ¿eh? ¿Es una de tus asignaturas favoritas?

—Sí —declaró Harry con rotundidad. Hagrid le dirigió una sonrisa.

—Divinamente —dijo Rita—. Divinamente de verdad. ¿Lleva mucho dando clase? —le preguntó a Hagrid.

Harry notó que los ojos de ella pasaban de Dean (que tenía un feo corte en la mejilla) a Lavender (cuya túnica estaba chamuscada), a Seamus (que intentaba curarse varios dedos quemados) y luego a las ventanas de la cabaña, donde la mayor parte de la clase se apiñaba contra el cristal, esperando a que pasara el peligro.

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—Éste es sólo mi segundo curso —contestó Hagrid.

—Divinamente... ¿Estaría usted dispuesto a concederme una entrevista? Podría compartir algo de su experiencia con las criaturas mágicas. El Profeta saca todos los miércoles una columna zoológica, como estoy segura de que sabrá. Podríamos hablar de estos... eh... «escorbutos de cola positiva».

—Escregutos de cola explosiva —la corrigió Hagrid—. Eh... sí, ¿por qué no?

A Harry aquello le dio muy mala espina, pero no había manera de decírselo a Hagrid sin que Rita Skeeter se diera cuenta, así que aguantó en silencio mientras Hagrid y Rita Skeeter acordaban verse en Las Tres Escobas esa misma semana para una larga entrevista. Luego sonó la campana en el castillo, señalando el fin de la clase.(CF, 326 – 329)

Pasaron otros diez minutos sin más encuentro que el de las calles sin salida. Dos veces torció por la misma calle equivocada. Finalmente dio con una ruta distinta, y comenzó a avanzar por ella, ya no tan aprisa. La varita se balanceaba en su mano haciendo oscilar su sombra en los setos. Luego dobló otra esquina, y se encontró ante un escreguto de cola explosiva.

Cedric tenía razón: era enorme. De unos tres metros de largo, era lo más parecido a un escorpión gigante: tenía el aguijón curvado sobre la espalda, y su grueso caparazón brillaba a la luz de la varita de Harry, con la que le apuntaba.

—¡Desmaius!

El encantamiento dio en el caparazón del escreguto y rebotó. Harry se agachó justo a tiempo, pero le llegó olor de pelo quemado: el encantamiento le había chamuscado la parte superior del cabello. El escreguto lanzó una ráfaga de fuego por la cola, y se lanzó raudo hacia él.

—¡Impedimenta! —gritó Harry. El embrujo dio de nuevo en el caparazón del escreguto y rebotó. Harry retrocedió algunos pasos tambaleándose antes de caer—. ¡IMPEDIMENTA!

El escreguto se hallaba a unos centímetros de él en el momento en que quedó paralizado: había conseguido darle en la parte de abajo, que era carnosa y sin caparazón. Jadeando, Harry se apartó de él y corrió, con todas sus fuerzas, en la dirección opuesta: el embrujo obstaculizador no era permanente, y el escreguto recuperaría de un momento a otro la movilidad de las patas.(CF, 545)

Esfinge

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Clasificación del MM: XXXX

La esfinge egipcia tiene cabeza humana en un cuerpo de león. Durante más de mil años ha sido usada por magos y brujas para cuidar valiosos y secretos escondites. Sumamente inteligente, la esfinge se deleita con acertijos y enigmas. Por lo general, sólo es peligrosa cuando lo que custodia es amenazado.

De vez en cuando llegaba a otro callejón sin salida, pero la creciente oscuridad era una señal inequívoca de que se iba acercando al centro del laberinto. Entonces, caminando a zancadas por un camino recto y largo, volvió a percibir que algo se movía, y el haz de luz de la varita iluminó a una criatura extraordinaria, un espécimen al que sólo había visto en una ilustración de El monstruoso libro de los monstruos.

Era una esfinge: tenía el cuerpo de un enorme león, con grandes zarpas y una cola larga, amarillenta, que terminaba en un mechón castaño. La cabeza, sin embargo, era de mujer. Volvió a Harry sus grandes ojos almendrados cuando él se acercó. Harry levantó la varita, dudando. No parecía dispuesta a atacarlo, sino que paseaba de un lado a otro del camino, cerrándole el paso.

Entonces habló con una voz ronca y profunda:

—Estás muy cerca de la meta. El camino más rápido es por aquí.

—Eh... entonces, ¿me dejará pasar, por favor? —le preguntó Harry, suponiendo cuál iba a ser la respuesta.

—No —respondió, continuando su paseo—. No a menos que descifres mi enigma. Si aciertas a la primera, te dejaré pasar. Si te equivocas, te atacaré. Si te quedas callado, te dejaré marchar sin hacerte ningún daño.

Se le hizo un nudo en la garganta. Era a Hermione a quien se le daban bien aquellas cosas, no a él. Sopesó sus probabilidades: si el enigma era demasiado difícil, podía quedarse callado y marcharse incólume para intentar encontrar otra ruta alternativa hacia la copa.

—Vale —dijo—. ¿Puedo oír el enigma?

La esfinge se sentó sobre sus patas traseras, en el centro mismo del camino, y recitó:

Si te lo hiciera, te desgarraría con mis zarpas,

pero eso sólo ocurrirá si no lo captas.

Y no es fácil la respuesta de esta adivinanza,

porque está lejana, en tierras de bonanza,

donde empieza la región de las montañas de arena

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y acaba la de los toros, la sangre, el mar y la verbena.

Y ahora contesta, tú, que has venido a jugar:

¿a qué animal no te gustaría besar?

Harry la miró con la boca abierta.

—¿Podría decírmelo otra vez... mas despacio? —pidió. Ella parpadeó, sonrió y repitió el enigma.

—¿Todas las pistas conducen a un animal que no me gustaría besar? —preguntó Harry.

Ella se limitó a esbozar su misteriosa sonrisa. Harry tomó aquel gesto por un «sí». Empezó a darle vueltas al acertijo en la cabeza. Había muchos animales a los que no le gustaría besar: de inmediato pensó en un escreguto de cola explosiva, pero intuyó que no era aquélla la respuesta. Tendría que intentar descifrar las pistas...

—«Si te lo hiciera, te desgarraría con mis zarpas» —murmuró Harry, mirándola.

«Puede desgarrarme si me come, pero me desgarraría con los colmillos, no con las zarpas —pensó—. Mejor dejo esta parte para luego...»

—¿Podría repetirme lo que sigue, si es tan amable?

Ella repitió los versos siguientes.

«La respuesta está donde empieza la región de las montañas de arena y acaba la de los toros, la sangre, el mar y la verbena.» El país de los toros, la sangre, el mar y la verbena podría ser España, y la región de las montañas de arena podría ser Marruecos, el Magreb, Arabia. Donde acaba España y empieza Marruecos podría ser el estrecho de Gibraltar, pero no puedo ir ahora tan lejos en busca de la respuesta. Claro que Marruecos y Magreb empiezan por «ma», Arabia lo hace por «ara», y España acaba en «ña». Y si me lo hace, si se da maña, no, si me araña... ¿qué animal no me gustaría besar?»

— ¡La araña!

La esfinge pronunció más su sonrisa. Se levantó, extendió sus patas delanteras y se hizo a un lado para dejarlo pasar.

— ¡Gracias! —dijo Harry y, sorprendido de su propia inteligencia, echó a correr. (CF, 547 – 549)

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Fang Gran Danés Choza de Hagrid, Hogwarts. Mascota de hagrid, Fang es grande y gruñe mucho, pero cobarde de corazón. Sin embargo

defiende a Hagrid contra los aurores del Ministerio.

FangFang es la mascota y compañero de Hagrid. El es un enorme sabueso negro (PF, CF13)

Fang, a simple vista parece una aterradora bestia pero, debido a su crianza, es en verdad un cobarde. A él parece gustarle particularmente Ron, inclusive hasta lamió sus orejas la primera vez

que se conocieron (PF)

Cuando Harry llamó a la puerta, oyeron unos frenéticos rasguños y varios ladridos. Luego se oyó la voz de Hagrid, diciendo:

—Atrás, Fang, atrás.

La gran cara peluda de Hagrid apareció al abrirse la puerta.

—Entrad —dijo— Atrás, Fang.

Los dejó entrar, tirando del collar de un imponente perro negro.

Había una sola estancia. Del techo colgaban jamones y faisanes, una cazuela de cobre hervía en el fuego y en un rincón había una cama enorme con una manta hecha de remiendos.

—Estáis en vuestra casa —dijo Hagrid, soltando a Fang, que se lanzó contra Ron y comenzó a lamerle las orejas. Como Hagrid, Fang era evidentemente mucho menos feroz de lo que parecía.

—Éste es Ron —dijo Harry a Hagrid, que estaba volcando el agua hirviendo en una gran tetera y sirviendo pedazos de pastel.

—Otro Weasley, ¿verdad?—dijo Hagrid, mirando de reojo las pecas de Ron—. Me he pasado la mitad de mi vida ahuyentando a tus hermanos gemelos del bosque.

El pastel casi les rompió los dientes, pero Harry y Ron fingieron que les gustaba, mientras le contaban a Hagrid todo lo referente a sus primeras clases. Fang tenía la cabeza apoyada sobre la rodilla de Harry y babeaba sobre su túnica.

Harry y Ron se quedaron fascinados al oír que Hagrid llamaba a Filch «ese viejo bobo».

—Y en lo que se refiere a esa gata, la Señora Norris, me gustaría presentársela un día a Fang. ¿Sabéis que cada vez que voy al colegio me sigue todo el tiempo? No me puedo librar de ella. Filch la envía a hacerlo.(PF, 120, 121)

Hagrid los estaba esperando de pie, fuera de la cabaña, con una mano puesta en el collar de Fang, su enorme perro jabalinero de color negro. En el suelo, a sus pies, había varias cajas de madera abiertas, y Fang gimoteaba y tiraba del collar, ansioso por investigar el contenido. Al

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acercarse, un traqueteo llegó a sus oídos, acompañado de lo que parecían pequeños estallidos .(CF, 178)

Perro jabalinero con un ladrido estruendoso (CS).

Hagrid estaba ocupado preparando un té. Fang, su perro jabalinero, llenaba a Harry de babas.

— ¿Qué quería Lockhart, Hagrid? —preguntó Harry, rascándole las orejas a Fang.

—Enseñarme cómo me puedo librar de los duendes del pozo —gruñó Hagrid, quitando de la mesa limpia un gallo a medio pelar y poniendo en su lugar la tetera—. Como si no lo supiera. Y también hablaba sobre una banshee a la que venció. Si en todo eso hay una palabra de cierto, me como la tetera. (CS, 103)

El perro jabalinero es otro nombre para el Gran Danés. Los perros jabalineros tienen la reputación de ser cuidadosos, inclusive con niños pequeños, cuando incluso eran usados para cazar

fieros animales como jabalíes y ciervos.

. Fang vive en la cabaña de Hagrid con él. La cesta de Fang está en una de las esquinas de la cabaña de un cuarto. Fang demostró ser un poco más valiente solo en una ocasión, cuando Lucius Malfoy

visitó la cabaña de Hagrid. Entonces Fang gruñía amenazadoramente.

El señor Lucius Malfoy entró en la cabaña de Hagrid con paso decidido, envuelto en una capa de viaje negra y con una gélida sonrisa de satisfacción. Fang se puso a aullar.

— ¡Ah, ya está aquí, Fudge! —dijo complacido al entrar—. Bien, bien...

— ¿Qué hace usted aquí? —le dijo Hagrid furioso—. ¡Salga de mi casa!

—Créame, buen hombre, que no me produce ningún placer entrar en esta... ¿la ha llamado casa? —repuso Lucius Malfoy contemplando la cabaña con desprecio—. Simplemente, he ido al colegio y me han dicho que el director estaba aquí.

— ¿Y qué es lo que quiere de mí, exactamente, Lucius? —dijo Dumbledore. Hablaba cortésmente, pero aún tenía los ojos azules llenos de furia.

—Es lamentable, Dumbledore —dijo perezosamente el señor Malfoy, sacando un rollo de pergamino—, pero el consejo escolar ha pensado que es hora de que usted abandone. Aquí traigo una orden de cese, y aquí están las doce firmas. Me temo que este asunto se le ha escapado de las manos. ¿Cuántos ataques ha habido ya? Otros dos esta tarde, ¿no es cierto? A este ritmo, no quedarán en Hogwarts alumnos de familia muggle, y todos sabemos el gran perjuicio que ello supondría para el colegio.

— ¿Qué? ¡Vaya, Lucius! —dijo Fudge, alarmado—, Dumbledore cesado... No, no..., lo último que querría, precisamente ahora...

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—El nombramiento y el cese del director son competencia del consejo escolar, Fudge —dijo con suavidad el señor Malfoy—. Y como Dumbledore no ha logrado detener las agresiones...

—Pero, Lucius, si Dumbledore no ha logrado detenerlas —dijo Fudge, que tenía el labio superior empapado en sudor—, ¿quién va a poder?

—Ya se verá —respondió el señor Malfoy con una desagradable sonrisa—. Pero como los doce hemos votado...

Hagrid se levantó de un salto, y su enredada cabellera negra rozó el techo.

— ¿Y a cuántos ha tenido que amenazar y chantajear para que accedieran, eh, Malfoy? —preguntó.

—Muchacho, muchacho, por Dios, este temperamento suyo le dará un disgusto un día de éstos —dijo Malfoy—. Me permito aconsejarle que no grite de esta manera a los carceleros de Azkaban. No creo que se lo tomen a bien.

— ¡Puede quitar a Dumbledore! —chilló Hagrid, y Fang, el perro jabalinero, se encogió y gimoteó en su cesta—. ¡Lléveselo, y los alumnos de familia muggle no tendrán ni una oportunidad! ¡Y habrá más asesinatos!

—Cálmate, Hagrid —le dijo bruscamente Dumbledore. Luego se dirigió a Lucius Malfoy—. Si el consejo escolar quiere mi renuncia, Lucius, me iré.

—Pero... —tartamudeó Fudge.

— ¡No! —gimió Hagrid. (CS, 227 – 229)

Fang acompaña a Harry, Hermione, y Malfoy al Bosque Prohibido para cumplir con su castigo. Él no es en realidad de mucha ayuda cuando siempre está huyéndole a todo.

Hagrid se acercó hacia ellos, con Fang pegado a los talones. Llevaba una gran ballesta y un carcaj con flechas en la espalda.

—Menos mal —dijo—. Estoy esperando hace media hora. ¿Todo bien, Harry, Hermione?

—Yo no sería tan amistoso con ellos, Hagrid —dijo con frialdad Filch—. Después de todo, están aquí por un castigo.

—Por eso llegáis tarde, ¿no?—dijo Hagrid, mirando con rostro ceñudo a Filch—. ¿Has estado dándoles sermones? Eso no es lo que tienes que hacer. A partir de ahora, me hago cargo yo.

—Volveré al amanecer —dijo Filch— para recoger lo que quede de ellos —añadió con malignidad. Se dio la vuelta y se encaminó hacia el castillo, agitando el farol en la oscuridad.

Entonces Malfoy se volvió hacia Hagrid.

—No iré a ese bosque —dijo, y Harry tuvo el gusto de notar miedo en su voz.

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—Lo harás, si quieres quedarte en Hogwarts —dijo Hagrid con severidad—. Hicisteis algo mal y ahora lo vais a pagar.

—Pero eso es para los empleados, no para los alumnos. Yo pensé que nos harían escribir unas líneas, o algo así. Si mi padre supiera que hago esto, él...

—Te dirá que es así como se hace en Hogwarts —gruñó Hagrid—. ¡Escribir unas líneas! ¿Y a quién le serviría eso? Haréis algo que sea útil, o si no os iréis. Si crees que tu padre prefiere que te expulsen, entonces vuelve al castillo y coge tus cosas. ¡Vete!

Malfoy no se movió. Miró con ira a Hagrid, pero luego bajó la mirada.

—Bien, entonces —dijo Hagrid—. Escuchad con cuidado, porque lo que vamos a hacer esta noche es peligroso y no quiero que ninguno se arriesgue. Seguidme por aquí, un momento.

Los condujo hasta el límite del bosque. Levantando su farol, señaló hacia un estrecho sendero de tierra, que desaparecía entre los espesos árboles negros. Una suave brisa les levantó el cabello, mientras miraban en dirección al bosque.

—Mirad allí —dijo Hagrid—. ¿Veis eso que brilla en la tierra? ¿Eso plateado? Es sangre de unicornio. Hay por aquí un unicornio que ha sido malherido por alguien. Es la segunda vez en una semana. Encontré uno muerto el último miércoles. Vamos a tratar de encontrar a ese pobrecito herido. Tal vez tengamos que evitar que siga sufriendo.

— ¿Y qué sucede si el que hirió al unicornio nos encuentra a nosotros primero? —dijo Malfoy, incapaz de ocultar el miedo de su voz.

—No hay ningún ser en el bosque que os pueda herir si estáis conmigo o con Fang —dijo Hagrid—. Y seguid el sendero. Ahora vamos a dividirnos en dos equipos y seguiremos la huella en distintas direcciones. Hay sangre por todo el lugar, debieron herirlo ayer por la noche, por lo menos.

—Yo quiero ir con Fang —dijo rápidamente Malfoy, mirando los largos colmillos del perro.

—Muy bien, pero te informo de que es un cobarde —dijo Hagrid—. Entonces yo, Harry y Hermione iremos por un lado y Draco, Neville y Fang, por el otro. Si alguno encuentra al unicornio, debe enviar chispas verdes, ¿de acuerdo? Sacad vuestras varitas y practicad ahora... está bien... Y si alguno tiene problemas, las chispas serán rojas y nos reuniremos todos... así que tened cuidado... en marcha.

El bosque estaba oscuro y silencioso. Después de andar un poco, vieron que el sendero se bifurcaba. Harry, Hermione y Hagrid fueron hacia la izquierda y Malfoy, Neville y Fang se dirigieron a la derecha.

Anduvieron en silencio, con la vista clavada en el suelo. De vez en cuando, un rayo de luna a través de las ramas iluminaba una mancha de sangre azul plateada entre las hojas caídas.

Harry vio que Hagrid parecía muy preocupado.

— ¿Podría ser un hombre lobo el que mata los unicornios? —preguntó Harry

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—No son bastante rápidos —dijo Hagrid—. No es tan fácil cazar un unicornio, son criaturas poderosamente mágicas. Nunca había oído que hubieran hecho daño a ninguno.

Pasaron por un tocón con musgo. Harry podía oír el agua que corría: debía de haber un arroyo cerca. Todavía había manchas de sangre de unicornio en el serpenteante sendero.

— ¿Estás bien, Hermione?—susurró Hagrid—. No te preocupes, no puede estar muy lejos si está tan malherido, y entonces podremos... ¡PONEOS DETRÁS DE ESE ÁRBOL!

Hagrid cogió a Harry y Hermione y los arrastró fuera del sendero, detrás de un grueso roble. Sacó una flecha, la puso en su ballesta y la levantó, lista para disparar. Los tres escucharon. Alguien se deslizaba sobre las hojas secas. Parecía como una capa que se arrastrara por el suelo. Hagrid miraba hacia el sendero oscuro pero, después de unos pocos segundos, el sonido se alejó.

—Lo sabía —murmuró—. Aquí hay alguien que no debería estar.

— ¿Un hombre lobo? —sugirió Harry.

—Eso no era un hombre lobo, ni tampoco un unicornio —dijo Hagrid con gesto sombrío—. Bien, seguidme, pero tened cuidado.

Anduvieron más lentamente, atentos a cualquier ruido. De pronto, en un claro un poco más adelante, algo se movió visiblemente.

— ¿Quién está ahí?—gritó Hagrid—. ¡Déjese ver... estoy armado!

Y apareció en el claro... ¿era un hombre o un caballo? De la cintura para arriba, un hombre, con pelo y barba rojizos, pero por debajo, el cuerpo de pelaje zaino de un caballo, con una cola larga y rojiza. Harry y Hermione se quedaron boquiabiertos.

—Oh, eres tú, Ronan —dijo aliviado Hagrid—. ¿Cómo estás?

Se acercó y estrechó la mano del centauro.

—Que tengas buenas noches, Hagrid —dijo Ronan. Tenía una voz profunda y acongojada—. ¿Ibas a dispararme?

—Nunca se es demasiado cuidadoso —dijo Hagrid, tocando su ballesta—. Hay alguien muy malvado, perdido en este bosque. Ah, éste es Harry Potter y ella es Hermione Granger. Ambos son alumnos del colegio. Y él es Ronan. Es un centauro.

—Nos hemos dado cuenta —dijo débilmente Hermione.

—Buenas noches —los saludó Ronan—. ¿Estudiantes, no? ¿Y aprendéis mucho en el colegio?

—Eh...

—Un poquito —dijo con timidez Hermione.

—Un poquito. Bueno, eso es algo. —Ronan suspiró. Torció la cabeza y miró hacia el cielo—.

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Esta noche, Marte está brillante.

—Ajá —dijo Hagrid, lanzándole una mirada—. Escucha, me alegro de haberte encontrado, Ronan, porque hay un unicornio herido. ¿Has visto algo?

Ronan no respondió de inmediato. Se quedó con la mirada clavada en el cielo, sin pestañear, y suspiró otra vez.

—Siempre los inocentes son las primeras víctimas —dijo—. Ha sido así durante los siglos pasados y lo es ahora.

—Sí —dijo Hagrid—. Pero ¿has visto algo, Ronan? ¿Algo desacostumbrado?

—Marte brilla mucho esta noche —repitió Ronan, mientras Hagrid lo miraba con impaciencia—. Está inusualmente brillante.

—Sí, claro, pero yo me refería a algo inusual que esté un poco más cerca de nosotros —dijo Hagrid—. Entonces ¿no has visto nada extraño?

Otra vez, Ronan se tomó su tiempo para contestar. Hasta que, finalmente, dijo:

—El bosque esconde muchos secretos.

Un movimiento en los árboles detrás de Ronan hizo que Hagrid levantara de nuevo su ballesta, pero era sólo un segundo centauro, de cabello y cuerpo negro y con aspecto más salvaje que Ronan.

—Hola, Bane —saludó Hagrid—. ¿Qué tal?

—Buenas noches, Hagrid, espero que estés bien.

—Sí, gracias. Mira, le estaba preguntando a Ronan si había visto algo extraño últimamente. Han herido a un unicornio. ¿Sabes algo sobre eso?

Bane se acercó a Ronan. Miró hacia el cielo.

—Esta noche Marte brilla mucho —dijo simplemente.

—Eso dicen —dijo Hagrid de malhumor—. Bueno, si alguno ve algo, me avisáis, ¿de acuerdo? Bueno, nosotros nos vamos.

Harry y Hermione lo siguieron, saliendo del claro y mirando por encima del hombro a Ronan y Bane, hasta que los árboles los taparon.

—Nunca —dijo irritado Hagrid— tratéis de obtener una respuesta directa de un centauro. Son unos malditos astrólogos. No se interesan por nada más cercano que la luna.

— ¿Y hay muchos de ellos aquí? —preguntó Hermione.

—Oh, unos pocos más... Se mantienen apartados la mayor parte del tiempo, pero siempre aparecen si quiero hablar con ellos. Los centauros tienen una mente profunda... saben cosas... pero

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no dicen mucho.

— ¿Crees que era un centauro el que oímos antes? —dijo Harry.

— ¿Te pareció que era ruido de cascos? No, en mi opinión, eso era lo que está matando a los unicornios... Nunca he oído algo así.

Pasaron a través de los árboles oscuros y tupidos. Harry seguía mirando por encima de su hombro, con nerviosismo. Tenía la desagradable sensación de que los vigilaban. Estaba muy contento de que Hagrid y su ballesta fueran con ellos. Acababan de pasar una curva en el sendero cuando Hermione se aferró al brazo de Hagrid.

— ¡Hagrid! ¡Mira! ¡Chispas rojas, los otros tienen problemas!

— ¡Vosotros esperad aquí!—gritó Hagrid—. ¡Quedaos en el sendero, volveré a buscaros!

Lo oyeron alejarse y se miraron uno al otro, muy asustados, hasta que ya no oyeron más que las hojas que se movían alrededor.

— ¿Crees que les habrá pasado algo? —susurró Hermione.

—No me importará si le ha pasado algo a Malfoy, pero si le sucede algo a Neville... está aquí por nuestra culpa.

Los minutos pasaban lentamente. Les parecía que sus oídos eran más agudos que nunca. Harry detectaba cada ráfaga de viento, cada ramita que se rompía. ¿Qué estaba sucediendo? ¿Dónde estaban los otros?

Por fin, un ruido de pisadas crujientes les anunció el regreso de Hagrid. Malfoy, Neville y Fang estaban con él. Hagrid estaba furioso. Malfoy se había escondido detrás de Neville y, en broma, lo había cogido. Neville se aterró y envió las chispas.

—Vamos a necesitar mucha suerte para encontrar algo, después del alboroto que habéis hecho. Bueno, ahora voy a cambiar los grupos... Neville, tú te quedas conmigo y Hermione. Harry, tú vas con Fang y este idiota. Lo siento —añadió en un susurro dirigiéndose a Harry— pero a él le va a costar mucho asustarte y tenemos que terminar con esto.

Así que Harry se internó en el corazón del bosque, con Malfoy y Fang. Anduvieron cerca de media hora, internándose cada vez más profundamente, hasta que el sendero se volvió casi imposible de seguir, porque los árboles eran muy gruesos. Harry pensó que la sangre también parecía más espesa.

Había manchas en las raíces de los árboles, como si la pobre criatura se hubiera arrastrado en su dolor. Harry pudo ver un claro, más adelante, a través de las enmarañadas ramas de un viejo roble.

—Mira... —murmuró, levantando un brazo para detener a Malfoy

Algo de un blanco brillante relucía en la tierra. Se acercaron más.

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Sí, era el unicornio y estaba muerto. Harry nunca había visto nada tan hermoso y tan triste. Sus largas patas delgadas estaban dobladas en ángulos extraños por su caída y su melena color blanco perla se desparramaba sobre las hojas oscuras.

Harry había dado un paso hacia el unicornio, cuando un sonido de algo que se deslizaba lo hizo congelarse en donde estaba. Un arbusto que estaba en el borde del claro se agitó... Entonces, de entre las sombras, una figura encapuchada se acercó gateando, como una bestia al acecho. Harry, Malfoy y Fang permanecieron paralizados. La figura encapuchada llegó hasta el unicornio, bajó la cabeza sobre la herida del animal y comenzó a beber su sangre.

—¡AAAAAAAAAAAAAH!

Malfoy dejó escapar un terrible grito y huyó... lo mismo que Fang. La figura encapuchada levantó la cabeza y miró directamente a Harry. La sangre del unicornio le chorreaba por el pecho. Se puso de pie y se acercó rápidamente hacia él... Harry estaba paralizado de miedo.

Entonces, un dolor le perforó la cabeza, algo que nunca había sentido, como si la cicatriz estuviera incendiándose. Casi sin poder ver, retrocedió. Oyó cascos galopando a sus espaldas, y algo saltó limpiamente y atacó a la figura.

El dolor de cabeza era tan fuerte que Harry cayó de rodillas. Pasaron unos minutos antes de que se calmara. Cuando levantó la vista, la figura se había ido. Un centauro estaba ante él. No era ni Ronan ni Bane: éste parecía más joven, tenía cabello rubio muy claro, cuerpo pardo y cola blanca.

— ¿Estás bien? —dijo el centauro, ayudándolo a ponerse de pie.

—Sí... gracias... ¿qué ha sido eso?

El centauro no contestó. Tenía ojos asombrosamente azules, como pálidos zafiros. Observó a Harry con cuidado, fijando la mirada en la cicatriz que se veía amoratada en la frente de Harry.

—Tú eres el chico Potter —dijo—. Es mejor que regreses con Hagrid. El bosque no es seguro en esta época en especial para ti. ¿Puedes cabalgar? Así será más rápido... Mi nombre es Firenze —añadió, mientras bajaba sus patas delanteras, para que Harry pudiera montar en su lomo.

Del otro lado del claro llegó un súbito ruido de cascos al galope. Ronan y Bane aparecieron velozmente entre los árboles, resoplando y con los flancos sudados.

— ¡Firenze!—rugió Bane—. ¿Qué estás haciendo? Tienes un humano sobre el lomo! ¿No te da vergüenza? ¿Es que eres una mula ordinaria?

— ¿Te das cuenta de quién es?—dijo Firenze—. Es el chico Potter. Mientras más rápido se vaya del bosque, mejor.

— ¿Qué le has estado diciendo?—gruñó Bane—. Recuerda, Firenze, juramos no oponernos a los cielos. ¿No has leído en el movimiento de los planetas lo que sucederá?

Ronan dio una patada en el suelo con nerviosismo.

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—Estoy seguro de que Firenze pensó que estaba obrando lo mejor posible —dijo, con voz sombría.

También Bane dio una patada, enfadado.

— ¡Lo mejor posible! ¿Qué tiene eso que ver con nosotros? ¡Los centauros debemos ocuparnos de lo que está vaticinado! ¡No es asunto nuestro el andar como burros buscando humanos extraviados en nuestro bosque!

De pronto, Firenze levantó las patas con furia y Harry tuvo que aferrarse para no caer.

— ¿No has visto ese unicornio?—preguntó Firenze a Bane—. ¿No comprendes por qué lo mataron? ¿O los planetas no te han dejado saber ese secreto? Yo me lanzaré contra el que está al acecho en este bosque, con humanos sobre mi lomo si tengo que hacerlo.

Y Firenze partió rápidamente, con Harry sujetándose lo mejor que podía, y dejó atrás a Ronan y Bane, que se internaron entre los árboles.

Harry no entendía lo sucedido.

— ¿Por qué Bane está tan enfadado? —preguntó—. Y a propósito, ¿qué era esa cosa de la que me salvaste?

Firenze redujo el paso y previno a Harry que tuviera la cabeza agachada, a causa de las ramas, pero no contestó. Siguieron andando entre los árboles y en silencio, durante tanto tiempo que Harry creyó que Firenze no volvería a hablarle. Sin embargo, cuando llegaron a un lugar particularmente tupido, Firenze se detuvo.

—Harry Potter, ¿sabes para qué se utiliza la sangre de unicornio?

—No —dijo Harry, asombrado por la extraña pregunta—. En la clase de Pociones solamente utilizamos los cuernos y el pelo de la cola de unicornio.

—Eso es porque matar un unicornio es algo monstruoso —dijo Firenze—. Sólo alguien que no tenga nada que perder y todo para ganar puede cometer semejante crimen. La sangre de unicornio te mantiene con vida, incluso si estás al borde de la muerte, pero a un precio terrible. Si uno mata algo puro e indefenso para salvarse a sí mismo, conseguirá media vida, una vida maldita, desde el momento en que la sangre toque sus labios.

Harry clavó la mirada en la nuca de Firenze, que parecía de plata a la luz de la luna.

—Pero ¿quién estaría tan desesperado?—se preguntó en voz alta—. Si te van a maldecir para siempre, la muerte es mejor, ¿no?

—Es así —dijo Firenze— a menos que lo único que necesites sea mantenerte vivo el tiempo suficiente para beber algo más, algo que te devuelva toda tu fuerza y poder, algo que haga que nunca mueras. ¿Harry Potter, sabes qué está escondido en el colegio en este preciso momento?

— ¡La Piedra Filosofal! ¡Por supuesto... el Elixir de Vida! Pero no entiendo quién...

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— ¿No puedes pensar en nadie que haya esperado muchos años para regresar al poder, que esté aferrado a la vida, esperando su oportunidad?

Fue como si un puño de hierro cayera súbitamente sobre la cabeza de Harry. Por encima del ruido del follaje, le pareció oír una vez más lo que Hagrid le había dicho la noche en que se conocieron: «Algunos dicen que murió. En mi opinión, son tonterías. No creo que le quede lo suficiente de humano como para morir».

— ¿Quieres decir —dijo con voz ronca Harry— que era Vol...?

— ¡Harry! Harry, ¿estás bien?

Hermione corría hacia ellos por el sendero, con Hagrid resoplando detrás.

—Estoy bien —dijo Harry, casi sin saber lo que contestaba—. El unicornio está muerto, Hagrid, está en ese claro de atrás.

—Aquí es donde te dejo —murmuró Firenze, mientras Hagrid corría a examinar al unicornio—. Ya estás a salvo.

Harry se deslizó de su lomo.

—Buena suerte, Harry Potter —dijo Firenze—. Los planetas ya se han leído antes equivocadamente, hasta por centauros. Espero que ésta sea una de esas veces.

Se volvió y se internó en lo más profundo del bosque, dejando a Harry temblando .(PF, 208 – 216)

Fawkes FénixOficina de Dumbledore Fénix mascota de Dumbledore, las plumas de sus colas fueron utilizadas para las varitas de Harry y de Voldemort (GF36). El ayudó a Harry en su pelea en contra del basilisco durante su segundo año en Hogwarts y curó sus heridas con sus lágrimas que tienen propiedades mágicas sanadoras (CS17). El también curó a Harry cuando volvió de su encuentro con Voldemort, en el cementerio (GF36) a veces Dumbledore usa a Fawkes como mensajero o para mandar advertencias (OP22). En la batalla entre Voldemort y Dumbledore en el Departamento de Misterios Fawkes se interpuso a un Avada Kedabra que fue mandado hacia Dumbledore, y murió solo para renacer otra vez (OP32)

FawkesEl fénix es un ave mágica del tamaño de un cisne. Tiene una cola dorada, así como sus garras. Sus ojos son negros. Sus plumas son de color escarlata, y se puede sentir calor cuando se tocan (AF, CS17).

Apareció de repente un pájaro carmesí del tamaño de un cisne, que entonaba hacia el techo abovedado su rara música. Tenía una cola dorada y brillante, tan larga como la de un pavo real, y

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brillantes garras doradas, con las que sujetaba un fardo de harapos.

El pájaro se encaminó derecho a Harry, dejó caer el fardo a sus pies y se le posó en el hombro. Cuando plegó las grandes alas, Harry levantó la mirada y vio que tenía un pico dorado afilado y los ojos redondos y brillantes.

El pájaro dejó de cantar y acercó su cuerpo cálido a la mejilla de Harry, sin dejar de mirar fijamente a Ryddle.

—Es un fénix —dijo Ryddle, devolviéndole una mirada perspicaz.

— ¿Fawkes? —musitó Harry, sintiendo la suave presión de las garras doradas.

—Y eso —dijo Ryddle, mirando el fardo que Fawkes había dejado caer—, eso no es más que el viejo Sombrero Seleccionador del colegio.

Así era. Remendado, deshilachado y sucio, el sombrero yacía inmóvil a los pies de Harry.

Ryddle volvió a reír. Rió tan fuerte que su risa se multiplicó en la oscura cámara, como si estuvieran riendo diez Ryddles al mismo tiempo.

— ¡Eso es lo que Dumbledore envía a su defensor: un pájaro cantor y un sombrero viejo! ¿Te sientes más seguro, Harry Potter? ¿Te sientes a salvo?

Harry no respondió. No veía la utilidad de Fawkes ni del viejo sombrero, pero ya no se sentía solo, y aguardó con creciente valor a que Ryddle dejara de reír.

—A lo que íbamos, Harry —dijo Ryddle, sonriendo todavía con ganas—. En dos ocasiones, en tu pasado, en mi futuro, nos hemos encontrado. Han sido dos ocasiones en que no he logrado matarte. ¿Cómo sobreviviste? Cuéntamelo todo. Cuanto más hables —añadió con voz suave—, más tardarás en morir.

Harry pensó deprisa, sopesando sus posibilidades. Ryddle tenía la varita; él tenía a Fawkes y el Sombrero Seleccionador, que no resultarían de gran utilidad en un duelo. No prometían mucho, la verdad. Pero cuanto más tiempo permaneciera Ryddle allí, menos vida le quedaría a Ginny... Harry percibió algo de pronto: en el tiempo que llevaban en la cámara, los contornos de la imagen de Ryddle se habían vuelto más claros, más corpóreos. Si Ryddle y él tenían que luchar, mejor que fuera pronto.

—Nadie sabe por qué perdiste tus poderes al atacarme —dijo bruscamente Harry—. Yo tampoco. Pero sé por qué no pudiste matarme: porque mi madre murió para salvarme. Mi vulgar madre de origen muggle —añadió, temblando de rabia—; ella evitó que me mataras. Y yo te he visto de verdad, te vi el año pasado. Eres una ruina. Apenas estás vivo. A esto te ha llevado todo tu poder. Te ocultas. ¡Eres horrible, inmundo!

Ryddle tenía el rostro contorsionado. Forzó una horrible sonrisa.

—O sea que tu madre murió para salvarte. Sí, ése es un potente contrahechizo. Tenía curiosidad, ¿sabes? Porque existe una extraña afinidad entre nosotros, Harry Potter. Incluso tú lo

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habrás notado. Los dos somos de sangre mezclada, los dos huérfanos, los dos criados por muggles. Tal vez somos los dos únicos hablantes de pársel que ha habido en Hogwarts después de Slytherin. Incluso nos parecemos físicamente... Pero, después de todo, sólo fue suerte lo que te salvó de mí. Eso es lo que quería saber.

Harry permaneció quieto, tenso, aguardando que Ryddle levantara su varita. Pero Ryddle se limitaba a exagerar más su sonrisa contrahecha.

—Ahora, Harry, voy a darte una pequeña lección. Enfrentemos los poderes de lord Voldemort, heredero de Salazar Slytherin, contra el famoso Harry Potter, que tiene de su parte las mejores armas de Dumbledore.

Ryddle dirigió una mirada socarrona a Fawkes y al Sombrero Seleccionador, y luego anduvo unos pasos en dirección opuesta. Harry, notando que el miedo se le extendía por las entumecidas piernas, vio que Ryddle se detenía entre las altas columnas y dirigía la mirada al rostro de Slytherin, que se elevaba sobre él en la oscuridad. Ryddle abrió la boca y silbó... pero Harry comprendió lo que decía.

—Háblame, Slytherin, el más grande de los Cuatro de Hogwarts.

Harry se volvió hacia la estatua. Fawkes se balanceaba sobre su hombro.

El gigantesco rostro de piedra de la estatua de Slytherin se movió y Harry vio, horrorizado, que abría la boca, más y más, hasta convertirla en un gran agujero.

Algo se movía dentro de la boca de la estatua. Algo que salía de su interior.

Harry retrocedió hasta dar de espaldas contra la pared de la cámara y cerró fuertemente los ojos. Sintió que el ala de Fawkes le rozaba el rostro al emprender el vuelo. Harry quiso gritar: «¡No me dejes!» Pero ¿de qué le podía valer un fénix contra el rey de las serpientes?

Una gran mole golpeó contra el suelo de piedra de la cámara, y Harry notó que toda la estancia temblaba. Sabía lo que estaba ocurriendo, podía sentirlo, podía ver sin abrir los ojos la gran serpiente desenroscándose de la boca de Slytherin. Entonces oyó una voz silbante.

—Mátalo.

El basilisco se movía hacia Harry, éste podía oír su pesado cuerpo deslizándose lentamente por el polvoriento suelo. Con los ojos cerrados, Harry comenzó a moverse a ciegas hacia un lado, palpando con las manos el camino. Ryddle reía...

Harry tropezó. Cayó contra la piedra y notó el sabor de la sangre. La serpiente se encontraba a un metro escaso de él, y Harry la oía acercarse.

De repente oyó un ruido fuerte, como un estallido, justo encima de él, y algo pesado lo golpeó con tanta fuerza que lo tiró contra el muro. Esperando que la serpiente le hincara los colmillos, oyó más silbidos enloquecidos y algo que azotaba las columnas.

No pudo evitarlo. Abrió los ojos lo suficiente para vislumbrar qué sucedía.

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La serpiente, de un verde brillante y gruesa como el tronco de un roble, se había alzado en el aire y su gran cabeza roma zigzagueaba como borracha entre las columnas. Temblando, Harry se preparó a cerrar los ojos en cuanto el monstruo hiciera ademán de volverse, y entonces vio qué era lo que había enloquecido a la serpiente.

Fawkes planeaba alrededor de su cabeza, y el basilisco le lanzaba furiosos mordiscos con sus colmillos largos y afilados como sables.

Entonces Fawkes descendió. Su largo pico de oro se hundió en la carne del monstruo y un chorro de sangre negruzca salpicó el suelo. La cola de la serpiente golpeaba muy cerca de Harry, y antes de que pudiera cerrar los párpados, el basilisco se volvió. Harry miró de frente a su cabeza y se dio cuenta de que el fénix lo había picado en los ojos, aquellos grandes y prominentes ojos amarillos. La sangre resbalaba hasta el suelo y la serpiente escupía agonizando.

— ¡No! —oyó Harry gritar a Ryddle—. ¡Deja al pájaro! ¡Deja al pájaro! ¡El chico está detrás de ti! ¡Puedes olerlo! ¡Mátalo!

La serpiente ciega se balanceaba desorientada, herida de muerte. Fawkes describía círculos alrededor de su cabeza, silbando su inquietante canción, picando aquí y allá en el morro lleno de escamas del basilisco, mientras brotaba la sangre de sus ojos heridos.

— ¡Ayuda, ayuda! —pedía Harry enloquecido—. ¡Que alguien me ayude!

La cola de la serpiente volvió a golpear contra el suelo. Harry se agachó. Un objeto blando le golpeó en la cara.

El basilisco había lanzado en su furia el Sombrero Seleccionador sobre Harry, y éste lo cogió. Era cuanto le quedaba, su última oportunidad. Se lo caló en la cabeza y se echó al suelo antes de que la serpiente sacudiera la cola de nuevo.

—Ayúdame..., ayúdame... —pensó Harry, apretando los ojos bajo el sombrero—, ¡ayúdame, por favor!

No hubo una voz que le respondiera. En su lugar, el sombrero encogió, como si una mano invisible lo estrujara.

Algo muy duro y pesado golpeó a Harry en lo alto de la cabeza, dejándolo casi sin sentido. Viendo todavía parpadear estrellas en los ojos, cogió el sombrero para quitárselo y notó que debajo había algo largo y duro.

Se trataba de una espada plateada y brillante, con la empuñadura llena de fulgurantes rubíes del tamaño de huevos.

— ¡Mata al chico! ¡Deja al pájaro! ¡El chico está detrás de ti! Olfatea... ¡Huélelo!

Harry empuñó la espada. Estaba dispuesto a defenderse. El basilisco bajó la cabeza, retorció el cuerpo, golpeando contra las columnas, y se volvió para enfrentarse a Harry. Pudo verle las cuencas de los ojos llenas de sangre, y la boca que se abría. Una boca lo bastante grande para tragarlo entero, bordeada de colmillos tan largos como su espada, delgados, brillantes, venenosos...

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La bestia arremetió a ciegas. Harry, al esquivarla, dio contra la pared de la cámara. El monstruo arremetió de nuevo, y su lengua bífida azotó un costado de Harry. Entonces levantó la espada con ambas manos.

El basilisco atacó de nuevo, pero esta vez fue directo a Harry, que hincó la espada con todas sus fuerzas, hundiéndola hasta la empuñadura en el velo del paladar de la serpiente.

Pero mientras la cálida sangre le empapaba los brazos, sintió un agudo dolor encima del codo. Un colmillo largo y venenoso se le estaba hundiendo más y más en el brazo, y se partió cuando el monstruo volvió la cabeza a un lado y con un estremecimiento se desplomó en el suelo.

Harry; apoyado en la pared, se dejó resbalar hasta quedar sentado en el suelo. Agarró el colmillo envenenado y se lo arrancó. Pero sabía que ya era demasiado tarde. El veneno había penetrado. La herida le producía un dolor candente que se le extendía lenta pero regularmente por todo el cuerpo. Al extraer el colmillo y ver su propia sangre que le empapaba la túnica, se le nubló la vista. La cámara se disolvió en un remolino de colores apagados.

Una mancha roja pasó a su lado y Harry oyó un ruido de garras.

—Fawkes —dijo con dificultad—. Eres estupendo, Fawkes... —Sintió que el pájaro posaba su hermosa cabeza en el brazo, donde la serpiente lo había herido.

Oyó unos pasos que resonaban en la cámara, y luego vio una negra sombra delante de él.

—Estás muerto, Harry Potter —dijo sobre él la voz de Ryddle—. Muerto. Hasta el pájaro de Dumbledore lo sabe. ¿Ves lo que hace, Potter? Está llorando.

Harry parpadeó. Sólo un instante vio con claridad la cabeza de Fawkes. Por las brillantes plumas le corrían unas lágrimas gruesas como perlas.

—Me voy a sentar aquí a esperar que mueras, Harry Potter. Tómate todo el tiempo que quieras. No tengo prisa.

Harry cayó en un profundo sopor. Todo le daba vueltas.

—Éste es el fin del famoso Harry Potter —dijo la voz distante de Ryddle—. Solo en la Cámara de los Secretos, abandonado por sus amigos, derrotado al fin por el Señor Tenebroso al que él tan imprudentemente se enfrentó. Volverás con tu querida madre sangre sucia, Harry... Ella compró con su vida doce años de tiempo para ti... pero al final te ha vencido lord Voldemort. Sabías que sucedería.

Si aquello era morirse, pensó Harry, no era tan desagradable. Incluso el dolor se iba...

Pero ¿de verdad era aquello la muerte? En lugar de oscurecerse, la cámara se volvía más clara. Harry movió un poco la cabeza, y allí estaba Fawkes, apoyándole todavía la suya en el brazo. Un charquito de lágrimas brillaba en torno a la herida... Sólo que ya no había herida.

—Márchate, pájaro —dijo de pronto la voz de Ryddle—. Sepárate de él. ¡He dicho que te vayas!

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Harry levantó la cabeza. Ryddle apuntaba a Fawkes con la varita de Harry Sonó como un disparo y Fawkes emprendió el vuelo en un remolino de rojo y oro.

—Lágrimas de fénix... —dijo Ryddle en voz baja, contemplando el de Harry—. Naturalmente... Poderes curativos..., me había olvidado.... —miró a Harry a la cara—. Pero igual da. De hecho, lo prefiero así. Solos tú y yo, Harry Potter..., tú y yo...

Levantó la varita.

Entonces, con un batir de alas, Fawkes pasó de nuevo por encima de sus cabezas y dejó caer algo en el regazo de Harry: el diario.

Lo miraron los dos durante una fracción de segundo, Ryddle con la varita levantada. Luego, sin pensar, sin meditar, como si todo aquel tiempo hubiera esperado para hacerlo, Harry cogió el colmillo de basilisco del suelo y lo clavó en el cuaderno.

Se oyó un grito largo, horrible, desgarrado. La tinta salió a chorros del diario, vertiéndose sobre las manos de Harry e inundando el suelo. Ryddle se retorcía, gritando, y entonces...

Desapareció. Se oyó caer al suelo la varita de Harry y luego se hizo el silencio, sólo roto por el goteo de la tinta que aún manaba del diario. El veneno del basilisco había abierto un agujero incandescente en el cuaderno.

Harry se levantó temblando. La cabeza le daba vueltas, como si hubiera recorrido kilómetros con los polvos flu. Recogió la varita y el sombrero y, de un fuerte tirón, extrajo la brillante espada del paladar del basilisco.

Le llegó un débil gemido del fondo de la cámara. Ginny se movía. Mientras Harry corría hacia ella, la muchacha se sentó, y sus ojos desconcertados pasaron del inmenso cuerpo del basilisco a Harry, con la túnica empapada de sangre, y luego al cuaderno que éste llevaba en la mano. Profirió un grito estremecido y se echó a llorar.

—Harry..., ah, Harry, intenté decíroslo en el desayuno, pero delante de Percy no fui capaz. Era yo, Harry, pero te juro que no quería... Ryddle me obligaba a hacerlo, se apoderó de mí y... ¿cómo lo has matado? ¿Dónde está Ryddle? Lo último que recuerdo es que salió del diario.

—Ha terminado todo bien —dijo Harry, cogiendo el diario para enseñarle a Ginny el agujero hecho por el colmillo—. Ryddle ya no existe. ¡Mira! Ni él ni el basilisco. Vamos, Ginny, salgamos...

— ¡Me van a expulsar! —se lamentó Ginny, incorporándose torpemente con la ayuda de Harry—. Siempre quise estudiar en Hogwarts, desde que vino Bill, y ahora tendré que irme y.. ¿qué pensarán mis padres? (CS, 264 – 277)

Fawkes los estaba esperando, revoloteando en la entrada de la cámara. Harry apremió a Ginny. Dejaron atrás el cuerpo retorcido e inanimado del basilisco, y a través de la penumbra resonante regresaron al túnel. Harry oyó cerrarse las puertas tras ellos con un suave silbido.

Tras unos minutos de andar por el oscuro túnel, a los oídos de Harry llegó un distante ruido de piedras.

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— ¡Ron! —gritó Harry, apresurándose—. ¡Ginny está bien! ¡La traigo conmigo!

Oyó que Ron daba un grito ahogado de alegría, y al doblar la última curva vieron su cara angustiada que asomaba por el agujero que había logrado abrir en el montón de piedras.

— ¡Ginny! —Ron sacó un brazo por el agujero para ayudarla a pasar—. ¡Estás viva! ¡No me lo puedo creer! ¿Qué ocurrió?

Intentó abrazarla, pero Ginny se apartó, sollozando.

—Pero estás bien, Ginny —dijo Ron, sonriéndole—. Todo ha pasado. ¿De dónde ha salido ese pájaro?

Fawkes había pasado por el agujero después de Ginny.

—Es de Dumbledore —dijo Harry, encogiéndose para pasar.

— ¿Y cómo has conseguido esa espada? —dijo Ron, mirando con la boca abierta el arma que brillaba en la mano de Harry.

—Te lo explicaré cuando salgamos —dijo Harry, mirando a Ginny de soslayo.

—Pero...

—Más tarde —insistió Harry. No creía que fuera buena idea decirle en aquel momento quién había abierto la cámara, y menos delante de Ginny—. ¿Dónde está Lockhart?

—Volvió atrás —dijo Ron, sonriendo y señalando con la cabeza hacia el principio del túnel—. No está bien. Ya veréis.

Guiados por Fawkes, cuyas alas rojas emitían en la oscuridad reflejos dorados, desanduvieron el camino hasta la tubería. Gilderoy Lockhart estaba allí sentado, tarareando plácidamente.

—Ha perdido la memoria —dijo Ron—. El embrujo desmemorizante le salió por la culata. Le dio a él. No tiene ni idea de quién es, ni de dónde está, ni de quiénes somos. Le dije que se quedara aquí y nos esperara. Es un peligro para sí mismo.

Lockhart los miró a todos afablemente.

—Hola —dijo—. Qué sitio tan curioso, ¿verdad? ¿Vivís aquí?

—No —respondió Ron, mirando a Harry y arqueando las cejas.

Harry se inclinó y miró la larga y oscura tubería.

— ¿Has pensado cómo vamos a subir? —preguntó a Ron.

Ron negó con la cabeza, pero Fawkes ya había pasado delante de Harry y se hallaba revoloteando delante de él. Los ojos redondos del ave brillaban en la oscuridad mientras agitaba sus alas doradas. Harry lo miró, dubitativo.

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—Parece como si quisiera que te cogieras a él... —dijo Ron, perplejo—. Pero pesas demasiado para que un pájaro te suba.

—Fawkes —aclaró Harry— no es un pájaro normal.

—Se volvió inmediatamente a los otros—. Vamos a darnos la mano. Ginny, coge la de Ron. Profesor Lockhart...

—Se refiere a usted —aclaró Ron a Lockhart.

—Coja la otra mano de Ginny.

Harry se metió la espada y el Sombrero Seleccionador en el cinto. Ron se agarró a los bajos de la túnica de Harry, y Harry, a las plumas de la cola de Fawkes, que resultaban curiosamente cálidas al tacto.

Una extraordinaria luminosidad pareció extenderse por todo el cuerpo del ave, y en un segundo se encontraron subiendo por la tubería a toda velocidad. Harry podía oír a Lockhart que decía:

— ¡Asombroso, asombroso! ¡Parece cosa de magia!

El aire helado azotaba el pelo de Harry, y cuando empezaba a disfrutar del paseo, el viaje por la tubería terminó. Los cuatro fueron saltando al suelo mojado junto a Myrtle la Llorona, y mientras Lockhart se arreglaba el sombrero, el lavabo que ocultaba la tubería volvió a su lugar cerrando la abertura.

Myrtle los miraba con ojos desorbitados.

—Estás vivo —dijo a Harry sin comprender.

—Pareces muy decepcionada —respondió serio, limpiándose las motas de sangre y de barro que tenía en las gafas.

—No, es que... había estado pensando. Si hubieras muerto, aquí serías bienvenido. Te dejaría compartir mi retrete —le dijo Myrtle, ruborizándose de color plata.

— ¡Uf! —dijo Ron, cuando salieron de los aseos al corredor oscuro y desierto—. ¡Harry, creo que le gustas a Myrtle! ¡Ginny, tienes una rival!

Pero por el rostro de Ginny seguían resbalando unas lágrimas silenciosas.

— ¿Adónde vamos? —preguntó Ron, mirando a Ginny con impaciencia. Harry señaló hacia delante.

Fawkes iluminaba el camino por el corredor, con su destello de oro. Lo siguieron a grandes zancadas, y en un instante se hallaron ante el despacho de la profesora McGonagall.

Harry llamó y abrió la puerta. (CS, 270 – 279)

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Fawkes es la mascota de Albus Dumbledore, quien aparentemente usa una de las plumas de Fawkes para escribir (OF38).

Hizo una pausa. Harry observó la luz del sol, que se estaba deslizando lentamente a través de la pulida superficie del escritorio de Dumbledore, iluminando una botella plateada de tinta y una bonita pluma escarlata. Harry sabía con certeza que todos los retratos de alrededor estaban despiertos y escuchando atentamente la explicación de Dumbledore. Podía escuchar el murmullo ocasional de las túnicas, el leve sonido de una garganta aclarándose. Phineas Nigellus no había regresado todavía...(OF, 853)

Las varitas de Harry y Voldemort contienen también una pluma cada una de la cola de Fawkes, y son elementos que contienen magia muy poderosa, según el Señor Ollivander. Cuando a Fawkes se le manda vigilar algo o avisar, el lanza una simple pluma dorada de la cola (OF22).

Hubo un centelleo de flamas en la mitad de la oficina, dejando atrás una pluma dorada que flotó suavemente hasta llegar al piso.

‘‘Es el aviso de Fawkes,’’ dijo Dumbledore, tomando la pluma cuando cayó. ‘‘La Profesora Umbridge ya debe saber que no están en sus camas... Minerva, ve y haz que se vaya, invéntale cualquier historia.’’

La Profesora McGonagall se fue en un giro de tartán. (OF, 491)

El fénix puede llevar un gran peso en su cola. Fawkes llega a portar con Gilderoy Lockhart, Ron y Ginny Weasley y Harry Potter al mismo tiempo (CS17).

— ¿Has pensado cómo vamos a subir? —preguntó a Ron.

Ron negó con la cabeza, pero Fawkes ya había pasado delante de Harry y se hallaba revoloteando delante de él. Los ojos redondos del ave brillaban en la oscuridad mientras agitaba sus alas doradas. Harry lo miró, dubitativo.

—Parece como si quisiera que te cogieras a él... —dijo Ron, perplejo—. Pero pesas demasiado para que un pájaro te suba.

—Fawkes —aclaró Harry— no es un pájaro normal.

—Se volvió inmediatamente a los otros—. Vamos a darnos la mano. Ginny, coge la de Ron. Profesor Lockhart...

—Se refiere a usted —aclaró Ron a Lockhart.

—Coja la otra mano de Ginny.

Harry se metió la espada y el Sombrero Seleccionador en el cinto. Ron se agarró a los bajos de

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la túnica de Harry, y Harry, a las plumas de la cola de Fawkes, que resultaban curiosamente cálidas al tacto.

Una extraordinaria luminosidad pareció extenderse por todo el cuerpo del ave, y en un segundo se encontraron subiendo por la tubería a toda velocidad. Harry podía oír a Lockhart que decía:

— ¡Asombroso, asombroso! ¡Parece cosa de magia! (CS, 278)

Como el diricawl, el fénix es herbívoro, y también comparte con el diricawl la habilidad de desaparecer y aparecerse en otro lugar a su antojo (el fénix lo hace con un fogonazo (AF, CS17).

La puerta del despacho se abrió. Entró Dumbledore, con aspecto sombrío.

—Profesor —dijo Harry nervioso—, su pájaro..., no pude hacer nada..., acaba de arder...

Para sorpresa de Harry, Dumbledore sonrió.

—Ya era hora —dijo—. Hace días que tenía un aspecto horroroso. Yo le decía que se diera prisa.

Se rió de la cara atónita que ponía Harry.

—Fawkes es un fénix, Harry. Los fénix se prenden fuego cuando les llega el momento de morir, y luego renacen de sus cenizas. Mira...

Harry dirigió la vista hacia la percha a tiempo de ver un pollito diminuto y arrugado que asomaba la cabeza por entre las cenizas. Era igual de feo que el antiguo.

—Es una pena que lo hayas tenido que ver el día en que ha ardido —dijo Dumbledore, sentándose detrás del escritorio—. La mayor parte del tiempo es realmente precioso, con sus plumas rojas y doradas. Fascinantes criaturas, los fénix. Pueden transportar cargas muy pesadas, sus lágrimas tienen poderes curativos y son mascotas muy fieles.” (CS, 183)

Fawkes puede enviar mensajes tan rápido como se ve una llama en el aire (OF22).

El director acariciaba con un dedo las doradas plumas de la cabeza de Fawkes , y el fénix despertó al momento. Levantó su hermosa cabeza y miró a Dumbledore con sus ojos brillantes y oscuros.

—Necesitaremos que nos avises —le dijo Dumbledore en voz baja al pájaro.

Hubo un fogonazo y el fénix desapareció. (OF, 486, 487)

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Las lágrimas del fénix poseen propiedades curativas. Harry ha experimentado esto en dos ocasiones, cuando ha sufrido heridas de criaturas mágicas. Sólo las lágrimas de Fawkes pudieron salvar a Harry de la muerte cuando le penetró el veneno del basilisco en la Cámara de los Secretos (CS17)

—Fawkes es un fénix, Harry. Los fénix se prenden fuego cuando les llega el momento de morir, y luego renacen de sus cenizas. Mira...

Harry dirigió la vista hacia la percha a tiempo de ver un pollito diminuto y arrugado que asomaba la cabeza por entre las cenizas. Era igual de feo que el antiguo.

—Es una pena que lo hayas tenido que ver el día en que ha ardido —dijo Dumbledore, sentándose detrás del escritorio—. La mayor parte del tiempo es realmente precioso, con sus plumas rojas y doradas. Fascinantes criaturas, los fénix. Pueden transportar cargas muy pesadas, sus lágrimas tienen poderes curativos y son mascotas muy fieles.(CS, 183)

Una mancha roja pasó a su lado y Harry oyó un ruido de garras.

—Fawkes —dijo con dificultad—. Eres estupendo, Fawkes... —Sintió que el pájaro posaba su hermosa cabeza en el brazo, donde la serpiente lo había herido.

Oyó unos pasos que resonaban en la cámara, y luego vio una negra sombra delante de él.

—Estás muerto, Harry Potter —dijo sobre él la voz de Ryddle—. Muerto. Hasta el pájaro de Dumbledore lo sabe. ¿Ves lo que hace, Potter? Está llorando.

Harry parpadeó. Sólo un instante vio con claridad la cabeza de Fawkes. Por las brillantes plumas le corrían unas lágrimas gruesas como perlas.

—Me voy a sentar aquí a esperar que mueras, Harry Potter. Tómate todo el tiempo que quieras. No tengo prisa.

Harry cayó en un profundo sopor. Todo le daba vueltas.

—Éste es el fin del famoso Harry Potter —dijo la voz distante de Ryddle—. Solo en la Cámara de los Secretos, abandonado por sus amigos, derrotado al fin por el Señor Tenebroso al que él tan imprudentemente se enfrentó. Volverás con tu querida madre sangre sucia, Harry... Ella compró con su vida doce años de tiempo para ti... pero al final te ha vencido lord Voldemort. Sabías que sucedería.

Si aquello era morirse, pensó Harry, no era tan desagradable. Incluso el dolor se iba...

Pero ¿de verdad era aquello la muerte? En lugar de oscurecerse, la cámara se volvía más clara. Harry movió un poco la cabeza, y allí estaba Fawkes, apoyándole todavía la suya en el brazo. Un charquito de lágrimas brillaba en torno a la herida... Sólo que ya no había herida.

—Márchate, pájaro —dijo de pronto la voz de Ryddle—. Sepárate de él. ¡He dicho que te vayas!

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Harry levantó la cabeza. Ryddle apuntaba a Fawkes con la varita de Harry Sonó como un disparo y Fawkes emprendió el vuelo en un remolino de rojo y oro.

—Lágrimas de fénix... —dijo Ryddle en voz baja, contemplando el de Harry—. Naturalmente... Poderes curativos..., me había olvidado.... —miró a Harry a la cara—. Pero igual da. De hecho, lo prefiero así. Solos tú y yo, Harry Potter..., tú y yo...(CS, 275)

En la tercera prueba Torneo de los Tres Magos, Harry fue mordido por una acromantula en el centro del laberinto; más tarde fue curado por Fawkes (CF35).

Harry advirtió de pronto que Fawkes había dejado su rodilla y había revoloteado hasta el suelo. Apoyó su hermosa cabeza en la pierna herida de Harry, y derramó sobre la herida que le había hecho la araña unas espesas lágrimas de color perla. El dolor desapareció. La piel recubrió lisamente la herida. Estaba curado. (CF, 606)

El canto del fénix da fuerza y esperanza a aquellos que lo escuchan y son puros de corazon. A los impuros, les impone miedo (AF). Cuando las varitas de Voldemort y Harry se encuentran, en el raro Priori Incantatem, se escucha el canto de un fénix (CF34).

Y entonces (nada podría haber preparado a Harry para aquello) sintió que sus pies se alzaban del suelo. Tanto él como Voldemort estaban elevándose en el aire, y sus varitas seguían conectadas por el hilo de luz dorada. Se alejaron de la lápida del padre de Voldemort, y fueron a aterrizar en un claro de tierra sin tumbas. Los mortífagos gritaban pidiéndole instrucciones a Voldemort mientras, seguidos por la serpiente, volvían a reunirse y a formar el círculo en torno a ellos. Algunos sacaron las varitas.

El rayo dorado que conectaba a Harry y Voldemort se escindió. Aunque las varitas seguían conectadas, mil ramificaciones se desprendieron trazando arcos por encima de ellos, y se entrelazaron a su alrededor hasta dejarlos encerrados en una red dorada en forma de campana, una especie de jaula de luz, fuera de la cual los mortífagos merodeaban como chacales, profiriendo gritos que llegaban adentro amortiguados.

—¡No hagáis nada! —les gritó Voldemort a los mortífagos.

Harry vio que tenía los ojos completamente abiertos de sorpresa ante lo que estaba ocurriendo, y que forcejeaba en un intento de romper el hilo de luz que seguía uniendo las varitas. Harry agarró la suya con más fuerza utilizando ambas manos, y el hilo dorado permaneció intacto.

—¡No hagáis nada a menos que yo os lo mande! —volvió a gritar Voldemort.

Y, entonces, un sonido hermoso y sobrenatural llenó el aire... Procedía de cada uno de los hilos de la red finamente tejida en torno a Harry y Voldemort. Era un sonido que Harry pudo reconocer, aunque antes sólo lo había oído una vez: era el canto del fénix.

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Para Harry era un sonido de esperanza... lo más hermoso y acogedor que había oído en su vida. Sentía como si el canto estuviera dentro de él en vez de rodearlo. Era un sonido que lo conectaba a Dumbledore, como si un amigo le hablara al oído...

No rompas la conexión.

«Lo sé —le dijo Harry a la música—, ya sé que no debo.» Pero, en cuanto lo hubo pensado, se convirtió en algo bastante más difícil de cumplir. Su varita empezó a vibrar más fuerte que antes... y el rayo que lo unía a Voldemort había cambiado también: era como si unos guijarros de luz se deslizaran de un lado a otro del rayo que unía las varitas. Harry notó que su varita se sacudía en el interior de su mano mientras los guijarros comenzaban a deslizarse hacia su lado lenta pero incesantemente. La dirección del movimiento del rayo era de Voldemort hacia él, y notaba que su varita vibraba con enorme fuerza...

Cuando el más próximo de los guijarros de luz se acercó a la varita de Harry, la madera que tenía entre los dedos se puso tan caliente que a Harry le dio miedo que se prendiera. Cuanto más se acercaba el guijarro, con más fuerza vibraba la varita de Harry. Tuvo la certeza de que, en cuanto tocara la varita, ésta se desharía. Parecía a punto de hacerse astillas entre sus dedos...

Concentró cada célula de su cerebro en obligar al guijarro a retroceder hacia Voldemort, con el canto del fénix en los oídos y los ojos furiosos, fijos. Lentamente, muy lentamente, los guijarros se fueron deteniendo, y luego, con la misma lentitud, comenzaron a desplazarse en sentido opuesto... y entonces fue la varita de Voldemort la que empezó a vibrar con terrible fuerza. Voldemort parecía anonadado y casi temeroso.

Uno de los guijarros de luz temblaba a unos centímetros de distancia de la varita de Voldemort. Harry no sabía por qué lo hacía, no sabía qué podría sacar de aquello... pero se concentró como nunca en su vida en obligar a aquel guijarro de luz a ir hacia la varita de Voldemort, y despacio, muy despacio, el guijarro se movió a través del hilo dorado, tembló por un momento, y luego hizo contacto.

De inmediato, la varita de Voldemort prorrumpió en estridentes alaridos de dolor. A continuación (los rojos ojos de Voldemort se abrieron de terror) una mano de humo denso surgió de la punta de la varita y se desvaneció: el espectro de la mano que le había dado a Colagusano. Más gritos de dolor, y luego empezó a brotar de la punta de la varita de Voldemort algo mucho más grande, algo gris que parecía hecho de un humo casi sólido. Formó una cabeza... a la que siguieron el pecho y los brazos: era el torso de Cedric Diggory.

Esto conmocionó a Harry de tal manera, que si en algún momento podría haber soltado la varita habría sido aquél, pero el instinto se lo impidió, de manera que el rayo de luz dorada siguió intacto, aunque el espeso espectro gris de Cedric Diggory (¿era un espectro?, ¡parecía corpóreo!) salió en su totalidad de la punta de la varita de Voldemort como de un túnel muy estrecho. Y aquella sombra de Cedric se puso de pie, miró a ambos lados el rayo de luz dorada, y habló:

—¡Aguanta, Harry! —dijo.

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La voz resonó distante. Harry miró a Voldemort, que contemplaba atónito la escena, con los ojos abiertos como platos. Aquello lo había cogido tan de sorpresa como a Harry. Éste oyó los apagados gritos de terror de los mortífagos, que rondaban fuera de la campana dorada.

Surgieron nuevos gritos de dolor de la varita, y luego algo más brotó de la punta: la densa sombra de una segunda cabeza, rápidamente seguida de los brazos y el torso. Un viejo al que Harry había visto en cierta ocasión en un sueño salía de la punta de la varita exactamente igual que había hecho Cedric... Su espectro, o su sombra, o lo que fuera, cayó junto al de Cedric y, apoyándose sobre su cayado, examinó con alguna sorpresa a Harry, a Voldemort, la red dorada y las varitas conectadas.

—Entonces, ¿era un mago de verdad? —dijo el viejo, fijándose en Voldemort—. Me mató, ése lo hizo... ¡Pelea bien, muchacho!

Pero ya estaba surgiendo una nueva cabeza... y aquélla, gris como una estatua de humo, era la de una mujer. Soportando las sacudidas con ambas manos para no soltar la varita, Harry la vio caer al suelo y levantarse como los otros, observando.

La sombra de Bertha Jorkins contempló con los ojos muy abiertos la batalla que tenía lugar ante ella.

—¡No sueltes! —le gritó, y su voz retumbó al igual que la de Cedric, como si llegara de muy lejos—. ¡No sueltes, Harry, no sueltes!

Ella y los otros dos fantasmas comenzaron a deambular por la parte interior de la campana dorada, mientras los mortífagos hacían algo parecido en la parte de fuera... Las víctimas de Voldemort cuchicheaban rodeando a los duelistas, le susurraban a Harry palabras de ánimo y le decían a Voldemort cosas que Harry no alcanzaba a oír.

Y entonces otra cabeza salió de la punta de la varita de Voldemort... Harry supo quién era en cuanto la vio, lo comprendió como si la hubiera estado esperando desde el momento en que Cedric había surgido de la varita, lo comprendió porque la mujer que salía era la persona en la que más había pensado aquella noche...

La sombra de humo de una mujer joven de pelo largo cayó al suelo tal como había hecho Bertha, se levantó y lo miró... y Harry, con los brazos temblando furiosamente, devolvió la mirada al rostro fantasmal de su madre.

—Tu padre está en camino... —dijo ella en voz baja—. Quiere verte... Todo irá bien... ¡ánimo!...

Y entonces empezó a salir: primero la cabeza, luego el cuerpo, alto y de pelo alborotado como Harry. La forma etérea de James Potter brotó del extremo de la varita de Voldemort, cayó al suelo y se puso de pie como su mujer. Se acercó a Harry, mirándolo, y le habló con la misma voz lejana y resonante que los otros, pero en voz baja, para que Voldemort, cuya cara estaba ahora lívida de terror al verse rodeado por sus víctimas, no pudiera oírlo:

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—Cuando la conexión se rompa, desapareceremos al cabo de unos momentos... pero te daremos tiempo... Tienes que alcanzar el traslador, que te llevará de vuelta a Hogwarts. ¿Has comprendido, Harry?

—Sí —contestó éste jadeando, haciendo un enorme esfuerzo por sostener la varita, que se le resbalaba entre los dedos.

—Harry —le cuchicheó la figura de Cedric—, lleva mi cuerpo, ¿lo harás? Llévales el cuerpo a mis padres...

—Lo haré —contestó Harry con el rostro tenso por el esfuerzo.

—Prepárate —susurró la voz de su padre—. Prepárate para correr... ahora...

—¡YA! —gritó Harry.

No hubiera podido aguantar ni un segundo más. Levantó la varita con todas sus fuerzas, y el rayo dorado se partió. La jaula de luz se desvaneció y se apagó el canto del fénix, pero las víctimas de Voldemort no desaparecieron: lo cercaron para servirle a Harry de escudo.

Y Harry corrió como nunca lo había hecho en su vida, golpeando a dos mortífagos atónitos para abrirse paso. Corrió en zigzag por entre las tumbas, notando tras él las maldiciones que le arrojaban, oyéndolas pegar en las lápidas: fue esquivando tumbas y maldiciones, dirigiéndose como una bala hacia el cuerpo de Cedric, olvidado por completo del dolor de la pierna, concentrado con todas sus fuerzas en lo que tenía que hacer.

—¡Aturdidlo! —oyó gritar a Voldemort.

A tres metros de Cedric, Harry se parapetó tras un ángel de mármol para evitar los chorros de luz roja. La punta de una de las alas del ángel cayó rota al ser alcanzada por las maldiciones. Agarrando más fuerte la varita, salió corriendo.

—¡Impedimenta! —gritó, apuntando con la varita por encima del hombro a los mortífagos que lo perseguían.

Por un grito amortiguado, pensó que había dado al menos a uno de ellos, pero no tenía tiempo de pararse a mirar. Saltó sobre la Copa y se echó al suelo al oír más maldiciones tras él. Nuevos chorros de luz le pasaron por encima de la cabeza mientras, tumbado, alargaba la mano para coger el brazo de Cedric.

—¡Apartaos! ¡Lo mataré! ¡Es mío! —chilló Voldemort.

La mano de Harry había aferrado a Cedric por la muñeca. Entre él y Voldemort se interponía una lápida, pero Cedric pesaba demasiado para arrastrarlo, y la Copa quedaba fuera de su alcance.

Los rojos ojos de Voldemort destellaron en la oscuridad. Harry lo vio curvar la boca en una sonrisa, y levantar la varita.

—¡Accio! —gritó Harry, apuntando a la Copa de los tres magos con la varita.

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La Copa voló por el aire hasta él. Harry la cogió por un asa.

Oyó el grito furioso de Voldemort en el mismo instante en que él sentía la sacudida bajo el ombligo que significaba que el traslador había funcionado: se alejaba de allí a toda velocidad en medio de un torbellino de viento y colores, y Cedric iba a su lado. Regresaban...(CF, 577 – 582)

Como todos los fénix, también se que convierte en cenizas. Se convierte en llamas y al momento desaparece, siendo únicamente cenizas. Luego se puede ver el polluelo de fénix, pequeño y feo.

No estaba solo. Sobre una percha dorada detrás de la puerta, había un pájaro de aspecto decrépito que parecía un pavo medio desplumado. Harry lo miró, y el pájaro le devolvió una mirada torva, emitiendo de nuevo su particular ruido. Parecía muy enfermo. Tenía los ojos apagados y, mientras Harry lo miraba, se le cayeron otras dos plumas de la cola.

Estaba pensando en que lo único que le faltaba es que el pájaro de Dumbledore se muriera mientras estaba con él a solas en el despacho, cuando el pájaro comenzó a arder.

Harry profirió un grito de horror y retrocedió hasta el escritorio. Buscó por si hubiera cerca un vaso con agua, pero no vio ninguno. El pájaro, mientras tanto, se había convertido en una bola de fuego; emitió un fuerte chillido, y un instante después no quedaba de él más que un montoncito humeante de cenizas en el suelo.

La puerta del despacho se abrió. Entró Dumbledore, con aspecto sombrío.

—Profesor —dijo Harry nervioso—, su pájaro..., no pude hacer nada..., acaba de arder...

Para sorpresa de Harry, Dumbledore sonrió.

—Ya era hora —dijo—. Hace días que tenía un aspecto horroroso. Yo le decía que se diera prisa.

Se rió de la cara atónita que ponía Harry.

—Fawkes es un fénix, Harry. Los fénix se prenden fuego cuando les llega el momento de morir, y luego renacen de sus cenizas. Mira...

Harry dirigió la vista hacia la percha a tiempo de ver un pollito diminuto y arrugado que asomaba la cabeza por entre las cenizas. Era igual de feo que el antiguo.

—Es una pena que lo hayas tenido que ver el día en que ha ardido —dijo Dumbledore, sentándose detrás del escritorio—. La mayor parte del tiempo es realmente precioso, con sus plumas rojas y doradas. Fascinantes criaturas, los fénix. Pueden transportar cargas muy pesadas, sus lágrimas tienen poderes curativos y son mascotas muy fieles.(CS, 183)

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Fawkes lucha sin resultar petrificado o muerto contra el basilisco, una extraña virtud que no menciona Scamander en su libro.

Lloró durante horas tras la muerte de Dumbledore, y después desapareció (PM);

Sin embargo, advirtió que los jardines estaban en silencio. Fawkes había dejado de cantar.

Y aunque no fuera capaz de explicar cómo, supo que el fénix se había ido, se había marchado de Hogwarts para siempre, igual que Dumbledore, que se había marchado del colegio, del mundo… y había abandonado a Harry. (PM, 583)

Entonces varias personas chillaron. Unas llamas relucientes y blancas habían prendido alrededor del cadáver de Dumbledore y de la mesa sobre la que reposaba, y se alzaron cada vez más, hasta ocultar por completo el cadáver. Un humo blanco ascendió en espiral y moldeó extrañas formas: en un sobrecogedor instante, a Harry le pareció ver cómo un fénix volaba hacia el cielo, dichoso, pero un segundo más tarde el fuego había desaparecido. En su lugar había un sepulcro de mármol blanco que contenía el cuerpo de Dumbledore y la mesa sobre la que lo habían tendido. (PM, 596)

Fawkes era una posesión de Dumbledore, y no había pertenecido a otra persona (CE).

En un recuerdo de Snape, Fawkes aparece royendo un hueso de jibia (RM33).

Snape arqueó las cejas y preguntó con sarcasmo:

— ¿Pretende dejar que él lo mate?

—Desde luego que no. Tienes que matarme tú.

Se produjo un largo silencio, interrumpido sólo por unos extraños ruiditos secos: Fawkes, el fénix, mordisqueaba un trozo de jibión (RM, 575)

 

Origen del nombre:

Guy Fawkes (York, 13 de abril 1570 - 31 de enero de 1606) fue un conspirador inglés, hijo de un notario de York, que sirvió en el Ejército Español de los Países Bajos.

Al volver a su país formó parte de una conspiración dirigida por Catesby y Percy, con el objetivo de hacer volar el Parlamento mediante explosivos situados en la base del edificio, y que Fawkes debía hacer explotar cuando los parlamentarios estuviesen reunidos.

Arrestado el 5 de noviembre de 1605, declaró que quería volar el Parlamento para acabar con las persecuciones religiosas. Se negó a denunciar a sus cómplices y fue ejecutado.

Desde entonces, el 5 de noviembre, se rememora en Inglaterra la Bonfire Night (La noche de las hogueras) donde se simula que se quema en la hoguera a Guy Fawkes (fuente: Wikipedia).

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FénixClasificación del MM: XXXXEl fénix es un magnífico pájaro rojo, del tamaño de un cisne, con una gran cola dorada, pico y garras del mismo color. Anida en la cima de las montañas y se encuentra en Egipto, la India y China. El fénix puede llegar a vivir muchísimo tiempo, ya que se regenera: estalla en llamas cuando su cuerpo comienza a decaer y resurge de sus cenizas como un polluelo. El fénix es una criatura amable, de la que nunca se ha sabido que matara, y sólo come plantas. Como el diricawl, puede desaparecer y aparecer a voluntad. El canto del fénix es mágico: tiene fama de aumentar el valor de los puros de corazón y de infundir temor en el de los impuros. Sus lágrimas tienen grandes propiedades curativas (AF).Albus Dumbledore tiene un fénix, Fawkes, cuyo canto y lágrimas ayudan a Harry en su batalla contra el basilisco (CS).

No estaba solo. Sobre una percha dorada detrás de la puerta, había un pájaro de aspecto decrépito que parecía un pavo medio desplumado. Harry lo miró, y el pájaro le devolvió una mirada torva, emitiendo de nuevo su particular ruido. Parecía muy enfermo. Tenía los ojos apagados y, mientras Harry lo miraba, se le cayeron otras dos plumas de la cola.

Estaba pensando en que lo único que le faltaba es que el pájaro de Dumbledore se muriera mientras estaba con él a solas en el despacho, cuando el pájaro comenzó a arder.

Harry profirió un grito de horror y retrocedió hasta el escritorio. Buscó por si hubiera cerca un vaso con agua, pero no vio ninguno. El pájaro, mientras tanto, se había convertido en una bola de fuego; emitió un fuerte chillido, y un instante después no quedaba de él más que un montoncito humeante de cenizas en el suelo.

La puerta del despacho se abrió. Entró Dumbledore, con aspecto sombrío.

—Profesor —dijo Harry nervioso—, su pájaro..., no pude hacer nada..., acaba de arder...

Para sorpresa de Harry, Dumbledore sonrió.

—Ya era hora —dijo—. Hace días que tenía un aspecto horroroso. Yo le decía que se diera prisa.

Se rió de la cara atónita que ponía Harry.

—Fawkes es un fénix, Harry. Los fénix se prenden fuego cuando les llega el momento de morir, y luego renacen de sus cenizas. Mira...

Harry dirigió la vista hacia la percha a tiempo de ver un pollito diminuto y arrugado que asomaba la cabeza por entre las cenizas. Era igual de feo que el antiguo.

—Es una pena que lo hayas tenido que ver el día en que ha ardido —dijo Dumbledore, sentándose detrás del escritorio—. La mayor parte del tiempo es realmente precioso, con sus plumas rojas y doradas. Fascinantes criaturas, los fénix. Pueden transportar cargas muy pesadas, sus lágrimas tienen poderes curativos y son mascotas muy fieles. (CS, 182, 183)

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Llegaba música de algún lugar. Ryddle se volvió para comprobar que en la cámara no había nadie más. Pero aquella música sonaba cada vez más y más fuerte. Era inquietante, estremecedora, sobrenatural. A Harry le puso los pelos de punta y le pareció que el corazón iba a salírsele del pecho. Luego, cuando la música alcanzó tal fuerza que Harry la sentía vibrar en su interior, surgieron llamas de la columna más cercana a él.

Apareció de repente un pájaro carmesí del tamaño de un cisne, que entonaba hacia el techo abovedado su rara música. Tenía una cola dorada y brillante, tan larga como la de un pavo real, y brillantes garras doradas, con las que sujetaba un fardo de harapos.

El pájaro se encaminó derecho a Harry, dejó caer el fardo a sus pies y se le posó en el hombro. Cuando plegó las grandes alas, Harry levantó la mirada y vio que tenía un pico dorado afilado y los ojos redondos y brillantes.

El pájaro dejó de cantar y acercó su cuerpo cálido a la mejilla de Harry, sin dejar de mirar fijamente a Ryddle.

—Es un fénix —dijo Ryddle, devolviéndole una mirada perspicaz.

— ¿Fawkes? —musitó Harry, sintiendo la suave presión de las garras doradas.

—Y eso —dijo Ryddle, mirando el fardo que Fawkes había dejado caer—, eso no es más que el viejo Sombrero Seleccionador del colegio. (CS, 270, 271)

Fawkes planeaba alrededor de su cabeza, y el basilisco le lanzaba furiosos mordiscos con sus colmillos largos y afilados como sables.

Entonces Fawkes descendió. Su largo pico de oro se hundió en la carne del monstruo y un chorro de sangre negruzca salpicó el suelo. La cola de la serpiente golpeaba muy cerca de Harry, y antes de que pudiera cerrar los párpados, el basilisco se volvió. Harry miró de frente a su cabeza y se dio cuenta de que el fénix lo había picado en los ojos, aquellos grandes y prominentes ojos amarillos. La sangre resbalaba hasta el suelo y la serpiente escupía agonizando.

— ¡No!—oyó Harry gritar a Ryddle—. ¡Deja al pájaro! ¡Deja al pájaro! ¡El chico está detrás de ti! ¡Puedes olerlo! ¡Mátalo!

La serpiente ciega se balanceaba desorientada, herida de muerte. Fawkes describía círculos alrededor de su cabeza, silbando su inquietante canción, picando aquí y allá en el morro lleno de escamas del basilisco, mientras brotaba la sangre de sus ojos heridos.

— ¡Ayuda, ayuda! —pedía Harry enloquecido—. ¡Que alguien me ayude!

La cola de la serpiente volvió a golpear contra el suelo. Harry se agachó. Un objeto blando le golpeó en la cara.

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El basilisco había lanzado en su furia el Sombrero Seleccionador sobre Harry, y éste lo cogió. Era cuanto le quedaba, su última oportunidad. Se lo caló en la cabeza y se echó al suelo antes de que la serpiente sacudiera la cola de nuevo.

—Ayúdame..., ayúdame... —pensó Harry, apretando los ojos bajo el sombrero—, ¡ayúdame, por favor!

No hubo una voz que le respondiera. En su lugar, el sombrero encogió, como si una mano invisible lo estrujara.

Algo muy duro y pesado golpeó a Harry en lo alto de la cabeza, dejándolo casi sin sentido. Viendo todavía parpadear estrellas en los ojos, cogió el sombrero para quitárselo y notó que debajo había algo largo y duro.

Se trataba de una espada plateada y brillante, con la empuñadura llena de fulgurantes rubíes del tamaño de huevos.

— ¡Mata al chico! ¡Deja al pájaro! ¡El chico está detrás de ti! Olfatea... ¡Huélelo!

Harry empuñó la espada. Estaba dispuesto a defenderse. El basilisco bajó la cabeza, retorció el cuerpo, golpeando contra las columnas, y se volvió para enfrentarse a Harry. Pudo verle las cuencas de los ojos llenas de sangre, y la boca que se abría. Una boca lo bastante grande para tragarlo entero, bordeada de colmillos tan largos como su espada, delgados, brillantes, venenosos...

La bestia arremetió a ciegas. Harry, al esquivarla, dio contra la pared de la cámara. El monstruo arremetió de nuevo, y su lengua bífida azotó un costado de Harry. Entonces levantó la espada con ambas manos.

El basilisco atacó de nuevo, pero esta vez fue directo a Harry, que hincó la espada con todas sus fuerzas, hundiéndola hasta la empuñadura en el velo del paladar de la serpiente.

Pero mientras la cálida sangre le empapaba los brazos, sintió un agudo dolor encima del codo. Un colmillo largo y venenoso se le estaba hundiendo más y más en el brazo, y se partió cuando el monstruo volvió la cabeza a un lado y con un estremecimiento se desplomó en el suelo.

Harry; apoyado en la pared, se dejó resbalar hasta quedar sentado en el suelo. Agarró el colmillo envenenado y se lo arrancó. Pero sabía que ya era demasiado tarde. El veneno había penetrado. La herida le producía un dolor candente que se le extendía lenta pero regularmente por todo el cuerpo. Al extraer el colmillo y ver su propia sangre que le empapaba la túnica, se le nubló la vista. La cámara se disolvió en un remolino de colores apagados.

Una mancha roja pasó a su lado y Harry oyó un ruido de garras.

—Fawkes —dijo con dificultad—. Eres estupendo, Fawkes... —Sintió que el pájaro posaba su hermosa cabeza en el brazo, donde la serpiente lo había herido.

Oyó unos pasos que resonaban en la cámara, y luego vio una negra sombra delante de él.

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—Estás muerto, Harry Potter —dijo sobre él la voz de Ryddle—. Muerto. Hasta el pájaro de Dumbledore lo sabe. ¿Ves lo que hace, Potter? Está llorando.

Harry parpadeó. Sólo un instante vio con claridad la cabeza de Fawkes. Por las brillantes plumas le corrían unas lágrimas gruesas como perlas.

—Me voy a sentar aquí a esperar que mueras, Harry Potter. Tómate todo el tiempo que quieras. No tengo prisa.

Harry cayó en un profundo sopor. Todo le daba vueltas.

—Éste es el fin del famoso Harry Potter —dijo la voz distante de Ryddle—. Solo en la Cámara de los Secretos, abandonado por sus amigos, derrotado al fin por el Señor Tenebroso al que él tan imprudentemente se enfrentó. Volverás con tu querida madre sangre sucia, Harry... Ella compró con su vida doce años de tiempo para ti... pero al final te ha vencido lord Voldemort. Sabías que sucedería.

Si aquello era morirse, pensó Harry, no era tan desagradable. Incluso el dolor se iba...

Pero ¿de verdad era aquello la muerte? En lugar de oscurecerse, la cámara se volvía más clara. Harry movió un poco la cabeza, y allí estaba Fawkes, apoyándole todavía la suya en el brazo. Un charquito de lágrimas brillaba en torno a la herida... Sólo que ya no había herida.

—Márchate, pájaro —dijo de pronto la voz de Ryddle—. Sepárate de él. ¡He dicho que te vayas!

Harry levantó la cabeza. Ryddle apuntaba a Fawkes con la varita de Harry Sonó como un disparo y Fawkes emprendió el vuelo en un remolino de rojo y oro.

—Lágrimas de fénix... —dijo Ryddle en voz baja, contemplando el de Harry—. Naturalmente... Poderes curativos..., me había olvidado.... —miró a Harry a la cara—. Pero igual da. De hecho, lo prefiero así. Solos tú y yo, Harry Potter..., tú y yo...

Levantó la varita.

Entonces, con un batir de alas, Fawkes pasó de nuevo por encima de sus cabezas y dejó caer algo en el regazo de Harry: el diario.

Lo miraron los dos durante una fracción de segundo, Ryddle con la varita levantada. Luego, sin pensar, sin meditar, como si todo aquel tiempo hubiera esperado para hacerlo, Harry cogió el colmillo de basilisco del suelo y lo clavó en el cuaderno.

Se oyó un grito largo, horrible, desgarrado. La tinta salió a chorros del diario, vertiéndose sobre las manos de Harry e inundando el suelo. Ryddle se retorcía, gritando, y entonces...

Desapareció. Se oyó caer al suelo la varita de Harry y luego se hizo el silencio, sólo roto por el goteo de la tinta que aún manaba del diario. El veneno del basilisco había abierto un agujero incandescente en el cuaderno. (CS, 273- 276)

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Cuando la puerta de la sala común de Ravenclaw pregunta qué vino antes, si el fénix o la llama, la respuesta correcta es "el círculo no tiene principio" (RM29).

Ellos escalaron en apretados, mareantes círculos; Harry nunca había estado por

aquí. Al fin llegaron a una puerta. No había cerradura y sin cerradura, nada sino

una simple puerta de madera vieja, y un picaporte de bronce con la forma de un

águila.

Luna extendió una mano pálida, que daba una sensación extraña mientras flotaba

en el aire, sin al parecer estar conectada a algún cuerpo o brazo. De repente el pico

del águila se abrió, pero en vez de que se escuchara el canto de un ave, una

melodiosa y suave voz pregunto, -¿Que es primero, el fénix o la flama?-

-Hmmmm… ¿que piensas que sea Harry?- dijo luna, pensativa.

-¿Que?, ¿Que no hay contraseña?-

-Oh, no, tienes que contestar la pregunta-, dijo Luna

-¿Que pasa si me equivoco?-

-Bueno, pues tendrás que esperar a alguien que sepa la respuesta-, dijo Luna. -en esa forma es

seguro que aprendas-.

-Si…El problema es que, de verdad no podemos esperar a que alguien venga, luna.-

-No, ya ve a que te refieres- dijo luna seriamente. -bueno entonces, creo que la respuesta es que un

círculo no tiene principio.-

-Bien razonado- dijo la voz, y las puerta de abrió. (RM, 494, 495)

Firenze CentauroBosque Prohibido hasta la primavera de 1996, castillo de Hogwarts Firenze es un centauro con el pelo rubio muy claro, y ojos azules (SS15). El confía en los humanos mas que los otros centauros; el le permite a Harry montarlo para llevarlo a un lugar seguro y lo ayudo entender que Voldemort estaba al acecho en el Bosque Prohibido y planeando obtener la Piedra Filosofal (SS15).

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El dolor de cabeza era tan fuerte que Harry cayó de rodillas. Pasaron unos minutos antes de que se calmara. Cuando levantó la vista, la figura se había ido. Un centauro estaba ante él. No era ni Ronan ni Bane: éste parecía más joven, tenía cabello rubio muy claro, cuerpo pardo y cola blanca.

— ¿Estás bien? —dijo el centauro, ayudándolo a ponerse de pie.

—Sí... gracias... ¿qué ha sido eso?

El centauro no contestó. Tenía ojos asombrosamente azules, como pálidos zafiros. Observó a Harry con cuidado, fijando la mirada en la cicatriz que se veía amoratada en la frente de Harry.

—Tú eres el chico Potter —dijo—. Es mejor que regreses con Hagrid. El bosque no es seguro en esta época en especial para ti. ¿Puedes cabalgar? Así será más rápido... Mi nombre es Firenze —añadió, mientras bajaba sus patas delanteras, para que Harry pudiera montar en su lomo.

El dolor de cabeza era tan fuerte que Harry cayó de rodillas. Pasaron unos minutos antes de que se calmara. Cuando levantó la vista, la figura se había ido. Un centauro estaba ante él. No era ni Ronan ni Bane: éste parecía más joven, tenía cabello rubio muy claro, cuerpo pardo y cola blanca.

— ¿Estás bien? —dijo el centauro, ayudándolo a ponerse de pie.

—Sí... gracias... ¿qué ha sido eso?

El centauro no contestó. Tenía ojos asombrosamente azules, como pálidos zafiros. Observó a

Harry con cuidado, fijando la mirada en la cicatriz que se veía amoratada en la frente de Harry.

—Tú eres el chico Potter —dijo—. Es mejor que regreses con Hagrid. El bosque no es seguro

en esta época en especial para ti. ¿Puedes cabalgar? Así será más rápido... Mi nombre es Firenze

—añadió, mientras bajaba sus patas delanteras, para que Harry pudiera montar en su lomo.

Del otro lado del claro llegó un súbito ruido de cascos al galope. Ronan y Bane aparecieron

velozmente entre los árboles, resoplando y con los flancos sudados.

— ¡Firenze!—rugió Bane—. ¿Qué estás haciendo? ¡Tienes un humano sobre el lomo! ¿No te da vergüenza? ¿Es que eres una mula ordinaria?

— ¿Te das cuenta de quién es?—dijo Firenze—. Es el chico Potter. Mientras más rápido se vaya del bosque, mejor.

— ¿Qué le has estado diciendo?—gruñó Bane—. Recuerda, Firenze, juramos no oponernos a los cielos. ¿No has leído en el movimiento de los planetas lo que sucederá?

Ronan dio una patada en el suelo con nerviosismo.

—Estoy seguro de que Firenze pensó que estaba obrando lo mejor posible —dijo, con voz sombría

También Bane dio una patada, enfadado.

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— ¡Lo mejor posible! ¿Qué tiene eso que ver con nosotros? ¡Los centauros debemos ocuparnos

de lo que está vaticinado! ¡No es asunto nuestro el andar como burros buscando humanos extraviados en nuestro bosque!

De pronto, Firenze levantó las patas con furia y Harry tuvo que aferrarse para no caer.

— ¿No has visto ese unicornio?—preguntó Firenze a Bane—. ¿No comprendes por qué lo mataron? ¿O los planetas no te han dejado saber ese secreto? Yo me lanzaré contra el que está al acecho en este bosque, con humanos sobre mi lomo si tengo que hacerlo.

Y Firenze partió rápidamente, con Harry sujetándose lo mejor que podía, y dejó atrás a Ronan

y Bane, que se internaron entre los árboles.

Harry no entendía lo sucedido.

— ¿Por qué Bane está tan enfadado? —preguntó—. Y a propósito, ¿qué era esa cosa de la que me salvaste?

Firenze redujo el paso y previno a Harry que tuviera la cabeza agachada, a causa de las ramas, pero no contestó. Siguieron andando entre los árboles y en silencio, durante tanto tiempo que

Harry creyó que Firenze no volvería a hablarle. Sin embargo, cuando llegaron a un lugar particularmente tupido, Firenze se detuvo.

—Harry Potter, ¿sabes para qué se utiliza la sangre de unicornio?

—No —dijo Harry, asombrado por la extraña pregunta—. En la clase de Pociones solamente utilizamos los cuernos y el pelo de la cola de unicornio.

—Eso es porque matar un unicornio es algo monstruoso —dijo Firenze—. Sólo alguien que no tenga nada que perder y todo para ganar puede cometer semejante crimen. La sangre de unicornio te mantiene con vida, incluso si estás al borde de la muerte, pero a un precio terrible. Si uno mata algo puro e indefenso para salvarse a sí mismo, conseguirá media vida, una vida maldita, desde el momento en que la sangre toque sus labios.

Harry clavó la mirada en la nuca de Firenze, que parecía de plata a la luz de la luna.

—Pero ¿quién estaría tan desesperado? —se preguntó en voz alta—. Si te van a maldecir para siempre, la muerte es mejor, ¿no?

—Es así —dijo Firenze— a menos que lo único que necesites sea mantenerte vivo el tiempo suficiente para beber algo más, algo que te devuelva toda tu fuerza y poder, algo que haga que nunca mueras. ¿Harry Potter, sabes qué está escondido en el colegio en este preciso momento?

— ¡La Piedra Filosofal! ¡Por supuesto... el Elixir de Vida! Pero no entiendo quién...

— ¿No puedes pensar en nadie que haya esperado muchos años para regresar al poder, que esté aferrado a la vida, esperando su oportunidad?

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Fue como si un puño de hierro cayera súbitamente sobre la cabeza de Harry. Por encima del ruido del follaje, le pareció oír una vez más lo que Hagrid le había dicho la noche en que se conocieron: «Algunos dicen que murió. En mi opinión, son tonterías. No creo que le quede lo suficiente de humano como para morir».

— ¿Quieres decir —dijo con voz ronca Harry— que era Vol...?

— ¡Harry! Harry, ¿estás bien?

Hermione corría hacia ellos por el sendero, con Hagrid resoplando detrás.

—Estoy bien —dijo Harry, casi sin saber lo que contestaba—. El unicornio está muerto,

Hagrid, está en ese claro de atrás.

—Aquí es donde te dejo —murmuró Firenze, mientras Hagrid corría a examinar al unicornio

—. Ya estás a salvo.

Harry se deslizó de su lomo.

—Buena suerte, Harry Potter —dijo Firenze—. Los planetas ya se han leído antes equivocadamente, hasta por centauros. Espero que ésta sea una de esas veces.

Se volvió y se internó en lo más profundo del bosque, dejando a Harry temblando. (PF, 213-216)

Por el requerimiento de Dumbledore, el también accede a reemplazar a Sybill Trelawney en las clases de Adivinación, un acto que los otros centauros consideran traición y lo excluyen de su manada. Hagrid detiene a los centauros cuando iban a matar a Firenze, y a cambio este trató de advertir a Hagrid de que sus intento de enseñarle a Grawp no estaban dando resultados (OF, 27, 30).

—Harry Potter —lo saludó el centauro y extendió una mano al verlo entrar.

—Ho-hola —contestó él, y le estrechó la mano al centauro, que lo miró sin parpadear con aquellos asombrosos ojos azules suyos, pero no le sonrió—. Me alegro de verte.

—Y yo a ti —repuso Firenze inclinando su rubia cabeza—. Estaba escrito que volveríamos a encontrarnos.

Harry reparó en que Firenze tenía la sombra de un cardenal con forma de herradura en el pecho. Al volverse para sentarse con el resto de los alumnos en el suelo del aula, vio que todos lo miraban sobrecogidos; al parecer, les había impresionado mucho que tuviera tan buenas relaciones con Firenze, ante quien se sentían profundamente intimidados. (OF, 619)

Harry y Ron se disponían a seguir a sus compañeros cuando Firenze dijo:

—Harry Potter, un momento, por favor.

Harry se dio la vuelta. El centauro avanzó un poco hacia él y Ron vaciló.

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—Puedes quedarte —le dijo Firenze—. Pero cierra la puerta, por favor.

Ron se apresuró a obedecer.

—Harry Potter, eres amigo de Hagrid, ¿verdad? —le preguntó el centauro.

—Sí —afirmó él.

—Entonces dale este aviso de mi parte: sus intentos no están dando resultado. Más le valdría abandonar.

—¿Sus intentos no están dando resultado? —repitió Harry sin comprender.

—Y más le valdría abandonar —puntualizó Firenze asintiendo con la cabeza—. Si pudiera avisaría yo mismo a Hagrid, pero me han desterrado; no sería prudente por mi parte acercarme demasiado al bosque precisamente ahora. Hagrid ya tiene bastantes problemas, y sólo le faltaría una batalla de centauros.

—Pero... ¿qué es lo que intenta hacer Hagrid? —preguntó Harry con inquietud.

Firenze miró a Harry sin inmutarse.

—Últimamente Hagrid me ha prestado gran ayuda —contestó Firenze—, y hace mucho tiempo que se ganó mi respeto por el cuidado que dedica a todas las criaturas vivientes. No voy a revelar su secreto. Pero hay que hacerle entrar en razón. Sus intentos no están dando resultado. Díselo, Harry Potter. Que pases un buen día. (OF, 622, 623)

La profesora Umbridge había seguido asistiendo a todas las clases de Cuidado de Criaturas

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Mágicas, de modo que a Harry le había resultado muy difícil transmitir a Hagrid la advertencia de Firenze. Por fin, un día consiguió hacerlo fingiendo que había perdido su ejemplar de Animales fantásticos y dónde encontrarlos y volvió sobre sus pasos cuando ya había terminado la clase. Al dar el mensaje de Firenze a Hagrid, éste lo miró un momento con los hinchados y amoratados ojos como si se hubiera sorprendido. Pero luego recobró la compostura.

—Firenze es un gran tipo —afirmó con brusquedad—, pero de esto no entiende nada. Mis intentos están dando muy buenos resultados.

— ¿Qué te traes entre manos, Hagrid? —le preguntó Harry poniéndose serio—. Tienes que andarte con cuidado porque la profesora Umbridge ya ha despedido a la profesora Trelawney, y si quieres saber mi opinión, creo que no va a haber quien la pare. Si se entera de que estás haciendo algo que no deberías, te va a...

—Hay cosas más importantes que conservar el empleo —lo interrumpió Hagrid, aunque, cuando lo dijo, le temblaron ligeramente las manos y se le cayó al suelo un cuenco lleno de excrementos de knarl—. No sufras por mí, Harry. Y ahora vete, sé bueno. (OF, 623)

— ¿Por qué vas armado, Hagrid? —le preguntó Harry.

—Sólo es por precaución —respondió, encogiendo sus fornidos hombros.

—El día que nos enseñaste los thestrals no llevabas la ballesta —observó tímidamente Hermione.

—Ya, bueno, porque aquel día no íbamos a adentrarnos tanto —explicó Hagrid—. Además, eso fue antes de que Firenze se marchara del bosque, ¿verdad?

— ¿Qué tiene que ver que Firenze se haya marchado? —preguntó Hermione con curiosidad.

—Que ahora los otros centauros están furiosos conmigo —repuso Hagrid en voz baja, y miró alrededor—. Antes éramos..., bueno, no diré que amigos, pero nos llevábamos bien. Ellos se ocupaban de sus asuntos y yo de los míos, pero siempre venían si yo quería hablar con ellos. Ahora todo ha cambiado. —Y dio un profundo suspiro.

—Firenze dijo que están enfadados porque él aceptó trabajar para Dumbledore —comentó Harry, y tropezó con una raíz que sobresalía del suelo, pues iba distraído observando el perfil de su amigo.

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Sí —asintió Hagrid con pesar—. Bueno, enfadados es poco. Yo diría condenadamente rabiosos. Creo que si no llego a intervenir habrían matado a coces a Firenze.

— ¿Lo atacaron? —se sorprendió Hermione.

—Sí —afirmó Hagrid con brusquedad al mismo tiempo que apartaba unas ramas bajas para abrirse paso—. Se le echó encima la mitad de la manada.

— ¿Y tú los paraste? —quiso saber Harry, asombrado e impresionado—. ¿Tú solo?

—Pues claro, no podía quedarme allí plantado viendo cómo lo mataban, ¿no? Fue una suerte que pasara por allí, la verdad... ¡Y Firenze debería haberlo recordado antes de enviarme estúpidas advertencias! —añadió acalorada e inesperadamente. Harry y Hermione se miraron con cara de susto, pero Hagrid frunció el entrecejo y no dio más explicaciones—. En fin —prosiguió, respirando más ruidosamente de lo habitual—, desde aquel día los otros centauros están furiosos conmigo, y lo malo es que tienen mucha influencia en el bosque. Son las criaturas más astutas que hay por aquí. (OF, 707, 708)

De acuerdo a Ginny, Firenze se quedará como profesor de Adivinación junto a  Trelawney (OF38).

—Hablando de centauros —comentó Hermione cuando se hubo recuperado un poco—, ¿quién será ahora el profesor de Adivinación? ¿Se quedará Firenze?

—No tendrá más remedio que quedarse —respondió Harry—. No creo que los otros centauros lo acepten en la manada.

—Parece que Firenze y la profesora Trelawney van a compartir el puesto —apuntó Ginny.

—Seguro que a Dumbledore le habría encantado librarse para siempre de la profesora Trelawney —terció Ron mientras masticaba la rana número catorce—. Aunque la verdad es que lo que no sirve para nada es la asignatura en sí; las clases con Firenze tampoco son mucho mejores.

—¿Cómo puedes decir eso? —lo regañó Hermione—. ¡Justo cuando acabamos de enterarnos de que existen las profecías de verdad!...(OF, 873)

Harry no tuvo más remedio que dejar a Hagrid recogiendo el estiércol del suelo de su cabaña, pero mientras se dirigía hacia el castillo se sintió muy desanimado. Firenze lucha junto a los profesores en la Batalla de Hogwarts y resulta gravemente herido (RM).

Las mesas de las casas habían desaparecido y la estancia se hallaba abarrotada de gente. Los supervivientes formaban grupos, abrazados unos a otros por los hombros; la señora Pomfrey y algunos ayudantes atendían a los heridos en la tarima. Firenze se contaba entre ellos: tenía temblores y sangraba por la ijada, y como no podía sostenerse en pie, se había visto obligado a tumbarse. (RM, 557, 558)

Con el tiempo, el resto de la manda de centauros reconoció que los planteamientos pro-humanos de Firenze eran respetables y lo aceptaron de nuevo (CB).

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Fluffy Perro de tres cabezas (en la película un rotweiler de tres cabezas) En el tercer piso de Hogwarts por algunos meses en 1991, después, el Bosque ProhibidoMuy peligroso, perro muy grande de tres cabezas, que después de prestárselo a Dumbledore para proteger la Piedra Filosofal lo liberó en el Bosque Prohibido.

Fluffy Perro de tres cabezas (en la película un rotweiler de tres cabezas) En el tercer piso de Hogwarts por algunos meses en 1991, después, el Bosque ProhibidoMuy peligroso, perro muy grande de tres cabezas, que después de prestárselo a Dumbledore para proteger la Piedra Filosofal lo liberó en el Bosque Prohibido.

Harry, Ron y Hermione siempre habían sabido que Hagrid sentía una desgraciada afición por las criaturas grandes y monstruosas. Durante el curso anterior en Hogwarts había intentado criar un dragón en su pequeña cabaña de madera, y pasaría mucho tiempo antes de que pudieran olvidar al perro gigante de tres cabezas al que había puesto por nombre Fluffy. Harry estaba seguro de que si, de niño, Hagrid se enteró de que había un monstruo oculto en algún lugar del castillo, hizo lo imposible por echarle un vistazo. Seguro que le parecía inhumano haber tenido encerrado al monstruo tanto tiempo y debía de pensar que el pobre tenía derecho a estirar un poco sus numerosas piernas. Podía imaginarse perfectamente a Hagrid, con trece años, intentando ponerle un collar y una correa. Pero también estaba seguro de que él nunca había tenido intención de matar a nadie.” (CS, 217)

Fridwulfa GigantaMuerta madre de Hagrid, abandonó a su familia humana en a mediados de 1930, murió años y años después con respecto a lo que dijo Hagrid en Noviembre de 1995. Ella tiene otro hijo, llamado Grawp, lo tuvo con otro gigante.

FridwulfaMadre de Rubeus Hagrid y Grawp, ya difunta. Se enamoró de un humano y tuvieron a Rubeus. Más tarde, ella les abandonó y se fue con los otros gigantes. Tuvo con uno de ellos otro hijo, Grawp (CF, OF).

Por si esto no fuera bastante, El Profeta ha descubierto recientemente que Hagrid no es, como ha pretendido siempre, un mago de sangre limpia. De hecho, ni siquiera es enteramente humano. Su madre, revelamos en exclusiva, no es otra que la giganta Fridwulfa, que en la actualidad se halla en paradero desconocido.

Brutales y sedientos de sangre, los gigantes llegaron a estar en peligro de extinción durante el pasado siglo por culpa de sus luchas fratricidas. Los pocos que sobrevivieron se unieron a las filas de El-que-no-debe-ser-nombrado, y fueron responsables de algunas de las peores matanzas de muggles que tuvieron lugar durante su reinado de terror.

En tanto que muchos de los gigantes que sirvieron a El-que-no-debe-sernombrado cayeron abatidos por aurores que luchaban contra las fuerzas oscuras, Fridwulfa no se hallaba entre ellos. Es posible que se uniera a una de las comunidades de gigantes que perviven en algunas cadenas montañosas

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del extranjero. Pero, a juzgar por las travesuras que comete en las clases de Cuidado de Criaturas Mágicas, el hijo de Fridwulfa parece haber heredado su naturaleza brutal. (CF, 387)

Galés Verde ComúnClasificación del MM: XXXXX

Especie de dragón; El galés verde armoniza con la hierba exuberante de su tierra natal, aunque anida en las montañas más altas, donde se han establecido las reservas para su preservación. A pesar del "episodio de Ilfracombe", esta raza está entre las menos problemáticas. Al igual que el opaleye, prefiere cazar ovejas y evita tenazmente a las personas, a menos que éstas le provoquen. El galés verde tiene un rugido fácilmente reconocible y sorprendentemente melodioso. Lanza fuego en chorros finos, y sus huevos son de un marrón terroso moteados de verde (AF).El incendio de Londres de 1666 fue provocado en realidad por un Galés Verde Común oculto en un sótano (JKR).

—Hagrid siempre quiso tener un dragón, me lo dijo el día que lo conocí —dijo Harry

—Pero va contra nuestras leyes —dijo Ron—. Criar dragones fue prohibido por la Convención de Magos de 1709, todos lo saben. Era difícil que los muggles no nos detectaran si teníamos dragones en nuestros jardines. De todos modos, no se puede domesticar un dragón, es peligroso. Tendríais que ver las quemaduras que Charlie se hizo con esos dragones salvajes de Rumania.

—Pero no hay dragones salvajes en Inglaterra, ¿verdad? —preguntó Harry

—Por supuesto que hay —respondió Ron—. Verdes en Gales y negros en Escocia. Al ministro de Magia le ha costado trabajo silenciar ese asunto, te lo aseguro. Los nuestros tienen que hacerles encantamientos a los muggles que los han visto para que los olviden.

—Entonces ¿en qué está metido Hagrid? —dijo Hermione. (PF, 193)

— ¿De qué razas son, Charlie? —inquirió Hagrid mirando al dragón más cercano, el negro, con algo parecido a la reverencia.

El animal tenía los ojos entreabiertos, y debajo del arrugado párpado negro se veía una franja de amarillo brillante.

—Éste es un colacuerno húngaro —explicó Charlie—. Por allí hay un galés verde común, que es el más pequeño; un hocicorto sueco, que es el azul plateado, y un bola de fuego chino, el rojo. (CF, 292)

—Bueno, ahora ya estamos todos... ¡Es hora de poneros al corriente!—declaró Bagman con alegría—. Cuando hayan llegado los espectadores, os ofreceré esta bolsa a cada uno de vosotros para que saquéis la miniatura de aquello con lo que os va a tocar enfrentaros. —Les enseñó una bolsa roja de seda—. Hay diferentes... variedades, ya lo veréis. Y tengo que deciros algo más...

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Ah, sí... ¡vuestro objetivo es coger el huevo de oro!

Harry miró a su alrededor. Cedric hizo un gesto de asentimiento para indicar que había comprendido las palabras de Bagman y volvió a pasear por la tienda. Tenía la cara ligeramente verde. Fleur Delacour y Krum no reaccionaron en absoluto. Tal vez pensaban que se pondrían a vomitar si abrían la boca; en todo caso, así se sentía Harry. Aunque ellos, al menos, estaban allí voluntariamente...

Y enseguida se oyeron alrededor de la tienda los pasos de cientos y cientos de personas que hablaban emocionadas, reían, bromeaban... Harry se sintió separado de aquella multitud como si perteneciera a una especie diferente. Y, a continuación (a Harry le pareció que no había pasado más que un segundo), Bagman abrió la bolsa roja de seda.

—Las damas primero —dijo tendiéndosela a Fleur Delacour.

Ella metió una mano temblorosa en la bolsa y sacó una miniatura perfecta de un dragón: un galés verde. Alrededor del cuello tenía el número «dos». Y Harry estuvo seguro, por el hecho de que Fleur Delacour no mostró sorpresa alguna sino completa resignación, de que no se había equivocado: Madame Maxime le había dicho qué le esperaba.

Lo mismo que en el caso de Krum, que sacó el bola de fuego chino. Alrededor del cuello tenía el número «tres». Krum ni siquiera parpadeó; se limitó a mirar al suelo.

Cedric metió la mano en la bolsa y sacó el hocicorto sueco de color azul plateado con el número «uno» atado al cuello. Sabiendo lo que le quedaba, Harry metió la mano en la bolsa de seda y extrajo el colacuerno húngaro con el número «cuatro». Cuando Harry lo miró, la miniatura desplegó las alas y enseñó los minúsculos colmillos. (CF, 310, 311)

GatosEstos animales son muy frecuentes en el mundo de los magos, y muchos de ellos tienen gran

inteligencia, como son los gatos de la Señora Figg. Uno de ellos, el Señor Tibbles, puede incluso avisar a su dueña si ocurre algo (OF2); La gata del conserje de Hogwarts, la Señora Norris, también puede vigilar y controlar el castillo, avisando a su amo si alguien infringe las normas; los gatos se pueden cruzar con kneazles, como ocurre con Crookshanks (AF, Nr). Esto hace pensar que no son

gatos como los de los muggles.

¿Qué pasa aquí? ¿Qué pasa?

Atraído sin duda por el grito de Malfoy, Argus Filch se abría paso a empujones. Vio a la Señora Norris y se echó atrás, llevándose horrorizado las manos a la cara.

— ¡Mi gata! ¡Mi gata! ¿Qué le ha pasado a la Señora Norris? —chilló. Con los ojos fuera de las órbitas, se fijó en Harry—. ¡Tú! —chilló—. ¡Tú! ¡Tú has matado a mi gata! ¡Tú la has matado! ¡Y yo te mataré a ti! ¡Te...!

— ¡Argus!

Había llegado Dumbledore, seguido de otros profesores. En unos segundos, pasó por delante de Harry, Ron y Hermione y sacó a la Señora Norris de la argolla.

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—Ven conmigo, Argus —dijo a Filch—. Vosotros también, Potter, Weasley y Granger.

Lockhart se adelantó algo asustado.

—Mi despacho es el más próximo, director, nada más subir las escaleras. Puede disponer de él.

—Gracias, Gilderoy —respondió Dumbledore.

La silenciosa multitud se apartó para dejarles paso. Lockhart, nervioso y dándose importancia, siguió a Dumbledore a paso rápido; lo mismo hicieron la profesora McGonagall y el profesor Snape.

Cuando entraron en el oscuro despacho de Lockhart, hubo gran revuelo en las paredes; Harry se dio cuenta de que algunas de las fotos de Lockhart se escondían de la vista, porque llevaban los rulos puestos. El Lockhart de carne y hueso encendió las velas de su mesa y se apartó. Dumbledore dejó a la Señora Norris sobre la pulida superficie y se puso a examinarla. Harry, Ron y Hermione intercambiaron tensas miradas y, echando una ojeada a los demás, se sentaron fuera de la zona iluminada por las velas.

Dumbledore acercó la punta de su nariz larga y ganchuda a una distancia de apenas dos centímetros de la piel de la Señora Norris. Examinó el cuerpo de cerca con sus lentes de media luna, dándole golpecitos y reconociéndolo con sus largos dedos. La profesora McGonagall estaba casi tan inclinada como él, con los ojos entornados. Snape estaba muy cerca detrás de ellos, con una expresión peculiar, como si estuviera haciendo grandes esfuerzos para no sonreír. Y Lockhart rondaba alrededor del grupo, haciendo sugerencias.

—Puede concluirse que fue un hechizo lo que le produjo la muerte..., quizá la Tortura Metamórfica. He visto muchas veces sus efectos. Es una pena que no me encontrara allí, porque conozco el contrahechizo que la habría salvado.

Los sollozos sin lágrimas, convulsivos, de Filch acompañaban los comentarios de Lockhart. El conserje se desplomó en una silla junto a la mesa, con la cara entre las manos, incapaz de dirigir la vista a la Señora Norris. Pese a lo mucho que detestaba a Filch, Harry no pudo evitar sentir compasión por él, aunque no tanta como la que sentía por sí mismo. Si Dumbledore creía a Filch, lo expulsarían sin ninguna duda.

Dumbledore murmuraba ahora extrañas palabras en voz casi inaudible. Golpeó a la Señora Norris con su varita, pero no sucedió nada; parecía como si acabara de ser disecada.

—... Recuerdo que sucedió algo muy parecido en Uagadugú —dijo Lockhart—, una serie de ataques. La historia completa está en mi autobiografía. Pude proveer al poblado de varios amuletos que acabaron con el peligro inmediatamente.

Todas las fotografías de Lockhart que había en las paredes movieron la cabeza de arriba abajo confirmando lo que éste decía. A una se le había olvidado quitarse la redecilla del pelo.

Finalmente, Dumbledore se incorporó.

—No está muerta, Argus —dijo con cautela.

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Lockhart interrumpió de repente su cálculo del número de asesinatos evitados por su persona.

— ¿Que no está muerta? —preguntó Filch entre sollozos, mirando por entre los dedos a la Señora Norris—. ¿Y por qué está rígida?

—La han petrificado —explicó Dumbledore.

—Ah, ya me parecía a mí... —dijo Lockhart.

—Pero no podría decir como...

— ¡Pregúntele! —chilló Filch, volviendo a Harry su cara con manchas y llena de lágrimas.

—Ningún estudiante de segundo curso podría haber hecho esto —dijo Dumbledore con firmeza—. Es magia negra muy avanzada.

— ¡Lo hizo él! —saltó Filch, y su hinchado rostro enrojeció—. ¡Ya ha visto lo que escribió en el muro! Él encontró... en la conserjería... Sabe que soy, que soy un... —Filch hacía unos gestos horribles—. ¡Sabe que soy un squib! —concluyó.

— ¡No he tocado a la Señora Norris! —Dijo Harry con voz potente, sintiéndose incómodo al notar que todos lo miraban, incluyendo los Lockhart que había en las paredes—. Y ni siquiera sé lo que es un squib.

— ¡Mentira! —Gruñó Filch—. ¡Él vio la carta de Embrujorrápid!

—Si se me permite hablar, señor director —dijo Snape desde la penumbra, y Harry se asustó aún más, porque estaba seguro de que Snape no diría nada que pudiera beneficiarle—, Potter y sus amigos simplemente podrían haberse encontrado en el lugar menos adecuado en el momento menos oportuno —dijo, aunque con una leve expresión de desprecio en los labios, como si lo pusiera en duda—; sin embargo, aquí tenemos una serie de circunstancias sospechosas: ¿por qué se encontraban en el corredor del piso superior? ¿Por qué no estaban en la fiesta de Halloween?

Harry, Ron y Hermione se pusieron a dar a la vez una explicación sobre la fiesta de cumpleaños de muerte.

—... había cientos de fantasmas que podrán testificar que estábamos allí.

—Pero ¿por qué no os unisteis a la fiesta después? —preguntó Snape. Los ojos negros le brillaban a la luz de las velas—. ¿Por qué subisteis al corredor?

Ron y Hermione miraron a Harry.

—Porque..., porque... —dijo Harry, con el corazón latiéndole a toda prisa; algo le decía que parecería muy rebuscado si explicaba que lo había conducido hasta allí una voz que no salía de ningún sitio y que nadie sino él había podido oír—, porque estábamos cansados y queríamos ir a la cama —dijo.

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— ¿Sin cenar? —preguntó Snape. Una sonrisa de triunfo había aparecido en su adusto rostro—. No sabía que los fantasmas dieran en sus fiestas comida buena para los vivos.

—No teníamos hambre —dijo Ron con voz potente, y las tripas le rugieron en aquel preciso instante.

La desagradable sonrisa de Snape se ensanchó más.

—Tengo la impresión, señor director, de que Potter no está siendo completamente sincero —dijo—. Podría ser una buena idea privarle de determinados privilegios hasta que se avenga a contarnos toda la verdad. Personalmente, creo que debería ser apartado del equipo de quidditch de Gryffindor hasta que decida no mentir.

—Francamente, Severus —dijo la profesora McGonagall bruscamente—, no veo razón para que el muchacho deje de jugar al quidditch. Este gato no ha sido golpeado en la cabeza con el palo de una escoba. No tenemos ninguna prueba de que Potter haya hecho algo malo.

Dumbledore miraba a Harry de forma inquisitiva. Ante los vivos ojos azul claro del director, Harry se sentía como si le examinaran por rayos X.

—Es inocente hasta que se demuestre lo contrario, Severus —dijo con firmeza.

Snape parecía furioso. Igual que Filch.

— ¡Han petrificado a mi gata! —gritó. Tenía los ojos desorbitados—. ¡Exijo que se castigue a los culpables!

—Podremos curarla, Argus —dijo Dumbledore armándose de paciencia—. La señora Sprout ha conseguido mandrágoras recientemente. En cuanto hayan crecido, haré una poción con la que revivir a la Señora Norris.

—La haré yo —acometió Lockhart—. Creo que la he preparado unas cien veces, podría hacerla hasta dormido.

—Disculpe —dijo Snape con frialdad—, pero creo que el profesor de Pociones de este colegio soy yo.

Hubo un silencio incómodo.

—Podéis iros —dijo Dumbledore a Harry, Ron y Hermione.” (CS, 126)

Harry eligió un asiento que estaba al final del aula, sintiéndose el centro de atención: el resto de la clase no dejaba de dirigirle miradas furtivas, como si estuviera a punto de caerse muerto. Apenas oía lo que la profesora McGonagall les decía sobre los animagos (brujos que pueden transformarse a voluntad en animales), y no prestó la menor atención cuando ella se transformó ante los ojos de todos en una gata atigrada con marcas de anteojos alrededor de los ojos.

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— ¿Qué les pasa hoy? —preguntó la profesora McGonagall, recuperando la normalidad con un pequeño estallido y mirándolos—. No es que tenga importancia, pero es la primera vez que mi transformación no consigue arrancar un aplauso de la clase.

Todos se volvieron hacia Harry, pero nadie dijo nada. Hermione levantó la mano.

— Por favor; profesora. Acabamos de salir de nuestra primera clase de Adivinación y... hemos estado leyendo las hojas de té y...

— ¡Ah, claro!—exclamó la profesora McGonagall, frunciendo el entrecejo de repente—. No tiene que decir nada más, Hermione. Díganme, ¿quién de ustedes morirá este año?

Todos la miraron fijamente.

— Yo —respondió por fin Harry— Ya veo —dijo la profesora McGonagall, clavando en Harry sus ojos brillantes y redondos

como bolitas de vidrio—. Pues tendrías que saber, Potter, que Sybill Trelawney, desde que llegó a este colegio, predice la muerte de un alumno cada año. Ninguno ha muerto todavía. Ver augurios de muerte es su forma favorita de dar la bienvenida a una nueva promoción de alumnos. Si no fuera porque nunca hablo mal de mis colegas... —La profesora McGonagall se detuvo en mitad de la frase y los alumnos vieron que su nariz se había puesto blanca. Prosiguió con más calma—: La adivinación es una de las ramas más imprecisas de la magia. No les ocultaré que la adivinación me hace perder la paciencia. Los verdaderos videntes son muy escasos, y la profesora Trelawney... —Volvió a detenerse y añadió en tono práctico—: Me parece que tienes una salud estupenda, Potter; así que me disculparás que no te perdone hoy los deberes de mañana. Te aseguro que si te mueres no necesitarás entregarlos.” (PA, 92, 93)

Gente del aguaClasificación del MM: XXXX

Son también conocidos como "sirenas", "selkies" y "merrows"; Hay gente del agua por todo el mundo, pero varían en apariencia casi tanto como los seres humanos. Sus prácticas y costumbre tienen un halo de misterios equiparable al que rodea a los centauros, aunque aquellos magos que han aprendido sirenio hablan de comunidades sumamente organizadas que varían de tamaño según el hábitat  y que, en algunos casos, disponen de viviendas construidas con muchos esmero. Como los centauros, la gente del agua ha rechazado el estatus de "seres" en favor de la clasificación de "criaturas".El pueblo de la gente del agua más antiguo del que hay constancia se sitúa en Grecia. Es en las aguas templadas de ese país donde podemos encontrar a las bellas sirenas que la literatura y pintura muggle han retratado en tantas ocasiones. Los pueblos de Escocia (selkies) y de Irlanda (merrows) son menos agraciados ("feos", anotación de Harry y Ron), pero comparten ese amor por la música que es común a toda la gente del agua (AF).

Son también conocidos como "sirenas", "selkies" y "merrows"; Hay gente del agua por todo el mundo, pero varían en apariencia casi tanto como los seres humanos. Sus prácticas y costumbre tienen un halo de misterios equiparable al que rodea a los centauros, aunque aquellos magos que han aprendido sirenio hablan de comunidades sumamente organizadas que varían de tamaño según el hábitat  y que, en algunos casos, disponen de viviendas construidas con muchos esmero. Como los centauros, la gente del agua ha rechazado el estatus de "seres" en favor de la clasificación de "criaturas".El pueblo de la gente del agua más antiguo del que hay constancia se sitúa en Grecia. Es en las aguas templadas de ese país donde podemos encontrar a las bellas sirenas que la literatura y pintura

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muggle han retratado en tantas ocasiones. Los pueblos de Escocia (selkies) y de Irlanda (merrows) son menos agraciados, pero comparten ese amor por la música que es común a toda la gente del agua (AF).Las sirenas y tripones que Harry ve en el lago en la segunda Prueba del Torneo de los Tres Magos tenían la piel cetrina el pelo verde oscuro. Sus dientes partidos y ojos eran amarillos. Llevan lanzas, y supuestamente son selkies (CF26).

De repente, de la oscuridad que lo envolvía todo surgió un grupo de casas de piedra sin labrar y cubiertas de algas. Harry distinguió rostros en las ventanas, rostros que no guardaban ninguna semejanza con el del cuadro de la sirena que había en el baño de los prefectos...

Las sirenas y los tritones tenían la piel cetrina y el pelo verde oscuro, largo y revuelto. Los ojos eran amarillos, del mismo color que sus dientes partidos, y llevaban alrededor del cuello unas gruesas cuerdas con guijarros ensartados. Le dirigieron a Harry sonrisas malévolas. Dos de aquellas criaturas, que enarbolaban una lanza, salieron de sus moradas para observarlo, mientras batían el agua con sus fuertes colas de pez plateadas.

Harry siguió, mirando a su alrededor, y enseguida las casas se hicieron más numerosas.

Alrededor de algunas de ellas había jardines de algas, y hasta vio un grindylow que parecían tener de mascota, atado a una estaca a la puerta de una de las moradas. Para entonces las sirenas y los tritones salían de todos lados y lo contemplaban con mucha curiosidad; señalaban sus branquias y las membranas de sus extremidades, y se tapaban la boca con las manos para hablar entre ellos.

Harry dobló muy aprisa una esquina, y vio de pronto algo muy raro.

Una multitud de sirenas y tritones flotaba delante de las casas que se alineaban en lo que parecía una versión submarina de la plaza de un pueblo pintoresco. En el medio cantaba un coro de tritones y sirenas para atraer a los campeones, y tras ellos se erguía una tosca estatua que representaba a una sirena gigante tallada en una mole de piedra. Había cuatro personas ligadas con cuerdas a la cola de la sirena. (CF, 436 y 437)

Rita Skeeter entrevistó a Elphias Doge en relación a los derechos de la gente del agua (RM2). ¡El bueno de Dodgy! Recuerdo que hace unos años lo entrevisté acerca de los derechos de la gente del agua. ¡Pobre hombre! Estaba completamente ido; al parecer creía que nos hallábamos sentados en el fondo del lago Windermere, y no paraba de decirme que estuviera atenta por si veía alguna trucha.» (RM, 29 y 30)

Dylan Marwood escribió Gente del Agua: Una Completa Guía de su Lengua y Costumbres (P).

La gente del mar son gente sensible que vive bajo el agua. Pueden respirar aire por cortos periodos de tiempo. Son inteligentes y tienen su propia cultura y estructura social. Se encuentran por todo el mundo. La gente del mar tiene la piel grisácea y el pelo largo, verde, salvaje y oscuro. Sus ojos son amarillos, tienen los dientes rotos, y llevan sogas espesas de guijarros alrededor de sus cuellos. Sus poderosas colas de pez, les permiten nada expertamente, mientras que la parte superior de su cuerpo les da apariencia humana. Son muy altos. Harry encontró uno en el lago cerca de Hogwarts que media 7 pies de alto, con una larga barba y dientes de tiburón, y que llevaba una espina. Las voces

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suenan como chirridos fuera del agua, dentro del agua se entienden y son como cantos. Su lenguaje es el Sirenio. La aldea de la gente del mar en el Lago• Localizada en el centro del lago, a un cuarto de milla del Castillo de Hogwarts (CF26) 

De repente, de la oscuridad que lo envolvía todo surgió un grupo de casas de piedra sin labrar y cubiertas de algas. Harry distinguió rostros en las ventanas, rostros que no guardaban ninguna semejanza con el del cuadro de la sirena que había en el baño de los prefectos...

Las sirenas y los tritones tenían la piel cetrina y el pelo verde oscuro, largo y revuelto. Los ojos eran amarillos, del mismo color que sus dientes partidos, y llevaban alrededor del cuello unas gruesas cuerdas con guijarros ensartados. Le dirigieron a Harry sonrisas malévolas. Dos de aquellas criaturas, que enarbolaban una lanza, salieron de sus moradas para observarlo, mientras batían el agua con sus fuertes colas de pez plateadas.

Harry siguió, mirando a su alrededor, y enseguida las casas se hicieron más numerosas.

Alrededor de algunas de ellas había jardines de algas, y hasta vio un grindylow que parecían tener de mascota, atado a una estaca a la puerta de una de las moradas. Para entonces las sirenas y los tritones salían de todos lados y lo contemplaban con mucha curiosidad; señalaban sus branquias y las membranas de sus extremidades, y se tapaban la boca con las manos para hablar entre ellos.

Harry dobló muy aprisa una esquina, y vio de pronto algo muy raro.

Una multitud de sirenas y tritones flotaba delante de las casas que se alineaban en lo que parecía una versión submarina de la plaza de un pueblo pintoresco. En el medio cantaba un coro de tritones y sirenas para atraer a los campeones, y tras ellos se erguía una tosca estatua que representaba a una sirena gigante tallada en una mole de piedra. Había cuatro personas ligadas con cuerdas a la cola de la sirena. (CF, 436 y 437)

• La líder es Murcus. • El borde de la aldea esta marcado por una gran roca pintada por la gente del mar; ellos llevan espinas y cazan al calamar gigante. • El pueblo consiste en racimos de moradas de piedra manchadas con algas• Algunas casas tienen jardines de cizaña alrededor• Pocos tienen como mascota un grindylow atado fuera de la puerta de su casa. • En el centro del pueblo, las casas forman una plaza que tiene una estatua de una persona del mar gigantesca.

GhoulClasificación del MM: XX

Pese a que tiene un aspecto horrible, el ghoul no es una criatura particularmente peligrosa. Parece un ogro algo baboso, con los dientes torcidos hacia fuera, y generalmente reside en los desvanes o graneros de los magos, donde come arañas y polillas. Gime y en ocasiones arroja objetos, pero suele ser muy tonto; en el peor de los casos, gruñirá de manera alarmante ante cualquiera que tropiece de forma accidental con él. En el Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas

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existe una Fuerza Operativa Antighols que se dedica a erradicarlos de las viviendas que han pasado a manos de muggles, pero en las familias de magos el ghoul se convierte a menudo en tema de conversación o incluso en mascota (AF).En la Madriguera, hay un ghoul en el desván que hace rugir las cañerías (CS).

Harry ya había oído estos rumores sobre la familia de Malfoy, y no le habían sorprendido en absoluto. En comparación con Malfoy, Dudley Dursley era un muchacho bondadoso, amable y sensible.

—No sé si los Malfoy poseerán un elfo —dijo Harry.

—Bueno, sea quien sea, tiene que tratarse de una familia de magos de larga tradición, y tienen que ser ricos —observó Fred.

—Sí, mamá siempre está diciendo que querría tener un elfo doméstico que le planchase la ropa —dijo George—. Pero lo único que tenemos es un espíritu asqueroso y malvado en el ático, y el jardín lleno de gnomos. Los elfos domésticos están en grandes casas solariegas y en castillos y lugares así, y no en casas como la nuestra.” (CS, 32)

En verano de 1997 Ron Weasley lo encanta para que se le parezca y le sirva de tapadera mientras está de viaje (RM6).

Enséñale a Harry lo que has hecho, Ron.

—No… acaba de comer.

— ¡Enséñaselo! ¡Tiene que saberlo!

—Está bien. Ven, Harry.

Ron retiró el brazo de los hombros de Hermione por segunda vez y fue hacia la puerta pisando fuerte.

— ¡Vamos!

— ¿Qué pasa? —preguntó Harry, y siguió a su amigo hasta el diminuto rellano.

— ¡Descendo! —murmuró Ron apuntando al bajo techo con la varita mágica, donde de inmediato se abrió una trampilla por la que se deslizó una pequeña escalera que descendió hasta los pies de los chicos. Por el hueco rectangular de la trampilla salió un tremebundo ruido, entre gemido y sorbetón, junto con un desagradable olor a cloaca.

—Es vuestro ghoul, ¿no? —preguntó Harry, que nunca había visto a la criatura que a veces alteraba el silencio nocturno de La Madriguera.

—Sí, es el ghoul —confirmó Ron, y se dispuso a subir—. Ven y échale un vistazo.

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Harry lo siguió hacia el diminuto altillo. Ya había metido cabeza y hombros por el hueco cuando vio a la criatura acurrucada en la penumbra a escasos palmos de él, profundamente dormida y con su enorme boca abierta.

—Pero si parece… ¿Todos los ghouls llevan pijama?

—No —dijo Ron—. Y tampoco son pelirrojos ni tienen tantas pústulas.

Harry contempló aquella cosa repugnante de forma y tamaño humanos, y cuando la vista se le acostumbró a la oscuridad, comprobó que el pijama era uno viejo de Ron. Hasta ese momento estaba convencido de que normalmente los ghouls eran viscosos y calvos, en lugar de peludos y cubiertos de enormes ampollas moradas.

—Soy yo. ¿No lo entiendes? —comentó Ron.

—No, no lo entiendo.

—Ya te lo explicaré en la habitación. Este olor me da náuseas.

Bajaron por la escalerilla. Ron la recogió y ambos se reunieron con Hermione, que seguía seleccionando libros.

—Cuando nos marchemos, el ghoul bajará a mi dormitorio y vivirá aquí —explicó Ron—. Creo que lo está deseando. Bueno, es difícil saberlo porque lo único que hace es gemir y babear, pero cuando se lo menciono, mueve afirmativamente la cabeza. En fin, el ghoul será yo aquejado de spattergroit. Una idea genial, ¿verdad? —Harry estaba perplejo—. ¡Es una idea genial!— insistió Ron, frustrado porque su amigo no captara lo inteligente que era su plan—. Mira, cuando nosotros tres no aparezcamos en Hogwarts a principio de curso, todo el mundo pensará que Hermione y yo estamos contigo, ¿no? Eso significa que los mortífagos visitarán a nuestras familias en busca de información sobre nuestro paradero.

—Si todo sale bien, parecerá que yo me he ido con mis padres; últimamente muchos hijos de muggles se están planteando esconderse —aportó Hermione. (RM, 91 y 92)

Gigantes

Son seres parecidos a los humanos, pero mucho mas altos y agresivos; Viven en comunidades, liderados por el Gurg, que es el lider de ellos. Actualmente viven en las montañas del este de Francia, escondidos (OF).

- ¿Dónde viven? —preguntó Ron.—En las montañas —respondió Hagrid a regañadientes.

—Entonces, ¿cómo es que los muggles no…?

—Te equivocas —se adelantó Hagrid—. Lo que pasa es que sus muertes siempre se atribuyen a accidentes de alpinismo. (OF, 440)

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Los gigantes pueden tener hijos con los humanos, ya que Hagrid es hijo de ambas especies, y posiblemente lo mismo ocurra con Madame Maxime (CF).

Por si esto no fuera bastante, El Profeta ha descubierto recientemente que Hagrid no es, como ha pretendido siempre, un mago de sangre limpia. De hecho, ni siquiera es enteramente humano. Su madre, revelamos en exclusiva, no es otra que la giganta Fridwulfa, que en la actualidad se halla en paradero desconocido.

Brutales y sedientos de sangre, los gigantes llegaron a estar en peligro de extinción durante el pasado siglo por culpa de sus luchas fratricidas. Los pocos que sobrevivieron se unieron a las filas de El-que-no-debe-ser-nombrado, y fueron responsables de algunas de las peores matanzas de muggles que tuvieron lugar durante su reinado de terror.

En tanto que muchos de los gigantes que sirvieron a El-que-no-debe-sernombrado cayeron abatidos por aurores que luchaban contra las fuerzas oscuras, Fridwulfa no se hallaba entre ellos. Es posible que se uniera a una de las comunidades de gigantes que perviven en algunas cadenas montañosas del extranjero. Pero, a juzgar por las travesuras que comete en las clases de Cuidado de Criaturas Mágicas, el hijo de Fridwulfa parece haber heredado su naturaleza brutal. (CF, 387)

Algunos gigantes luchan a favor de Voldemort en la Batalla de Hogwarts. Miden unos seis metros de altura y usan porras como arma.

Son seres semejantes a los humanos, pero mucho más grandes y agresivos. Miden aproximadamente siete metros, llegando a medir los más altos casi ocho metros. Hoy en día, quedan unos ochenta Gigantes, a pesar de haber existido unas cien tribus alrededor de todo el mundo, pero se han ido extinguiendo con el tiempo. Los magos mataron a unos cuantos, pero básicamente se mataron entre ellos, y ahora desaparecen más rápido que nunca porque se han visto obligado a unirse entre ellos, pero no están acostumbrados a vivir amontonados ni en grupos tan numerosos.

Generalmente viven en las montañas, agrupados en tribus liderizadas por el Gurg, quien es el Jefe. Éste suele tener una esposa que recibe también honores (OF20).

Los encontramos —continuó Hagrid sin andarse con rodeos—. Una noche alcanzamos la cresta de una montaña y allí estaban, diseminados a nuestros pies. Allá abajo ardían pequeñas hogueras y unas sombras inmensas… Era como si viéramos moverse trozos de montaña.

— ¿Son muy grandes? —murmuró Ron.

—Miden unos seis metros —respondió Hagrid con indiferencia—. Los más altos llegan a medir casi ocho metros.

— ¿Y cuántos había? —preguntó Harry.

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— Calculo que setenta u ochenta.

— ¿Sólo? —se extrañó Hermione.

—Sí —confirmó Hagrid con tristeza—. Sólo quedan ochenta, y eso que antes había muchísimos. Debía de haber unas cien tribus diferentes en todo el mundo, pero hace años que se están extinguiendo. Los magos mataron a unos cuantos, desde luego, pero básicamente se mataron entre ellos, y ahora desaparecen más rápido que nunca porque no están hechos para vivir amontonados de esa forma. Dumbledore opina que es culpa nuestra, es decir, que fuimos los magos los que los obligamos a irse a vivir tan lejos de nosotros, y que ellos no tuvieron más remedio que unirse para protegerse.

—Bueno —intervino Harry—, los visteis, y entonces, ¿qué?

—Esperamos a que se hiciera de día; no queríamos aparecer entre ellos a oscuras porque era peligroso —prosiguió Hagrid—. Hacia las tres de la madrugada se quedaron dormidos donde estaban, aunque nosotros no nos atrevimos a dormir. Primero, porque no queríamos que ninguno despertara y nos descubriera, y además, porque los ronquidos eran increíbles. Antes del amanecer provocaron un alud. En fin, cuando se hizo de día, bajamos a verlos.

— ¿Así, sin más? —preguntó Ron, perplejo—. ¿Bajasteis como si tal cosa a un campamento de gigantes?

—Bueno, Dumbledore nos explicó cómo teníamos que hacerlo —puntualizó Hagrid—. Había que llevarle regalos al Gurg y mostrarse respetuoso con él, ya sabéis.

— ¿Llevarle regalos a quién? —preguntó Harry.

— ¡Ah, al Gurg! Significa «jefe».

— ¿Y cómo supisteis cuál de ellos era el Gurg? —inquirió Ron.

Hagrid soltó una risotada.

—No resultó difícil —respondió—. Era el más grande, el más feo y el más vago de todos.

Estaba allí sentado esperando a que los otros le llevaran la comida. Cabras muertas y cosas así. Se llamaba Karkus. Debía de medir unos siete metros y pesar como dos elefantes macho. Y tenía una piel que parecía de rinoceronte.

— ¿Y fuiste tranquilamente a hablar con él? —le preguntó Hermione, impresionada.

—Bueno, más o menos. Los gigantes estaban instalados en una hondonada entre cuatro montañas muy altas, junto a un lago, y Karkus estaba tumbado a orillas del lago y les gritaba a los otros que les llevaran comida a él y a su esposa. Olympe y yo bajamos por la ladera de la montaña…

—Pero ¿no intentaron mataros cuando os vieron? —preguntó Ron, incrédulo.

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—Estoy seguro de que a unos cuantos se les ocurrió esa idea —dijo Hagrid encogiéndose de hombros—, pero nosotros hicimos lo que nos había recomendado Dumbledore: sostener en alto nuestro regalo, mirar siempre al Gurg e ignorar a los demás. Y eso fue lo que hicimos. Los otros gigantes se quedaron callados al vernos pasar, y nosotros llegamos a donde estaba Karkus, lo saludamos con una reverencia y dejamos nuestro regalo en el suelo, a sus pies.

— ¿Qué se le regala a un gigante?—preguntó Ron con impaciencia—. ¿Comida?

—No, ellos ya se las apañan solos para conseguir comida. Le llevamos magia. A los gigantes les encanta la magia, lo que no les gusta es que nosotros la utilicemos contra ellos. El primer día le llevamos una rama de fuego de Gubraith.

— ¡Vaya! —exclamó Hermione con voz queda, pero Harry y Ron miraron a Hagrid sin comprender.

— ¿Una rama de…?

—Fuego eterno —explicó Hermione con irritación—. Ya deberíais saberlo. ¡El profesor Flitwick lo ha mencionado al menos dos veces en las clases!

—Veréis —continuó rápidamente Hagrid, interviniendo antes de que Ron tuviera ocasión de replicar—, Dumbledore hechizó aquella rama para que ardiera eternamente, algo que no todos los magos son capaces de hacer. La dejé sobre la nieve, a los pies de Karkus, y dije: «Un regalo de Albus Dumbledore para el Gurg de los gigantes, con sus cordiales saludos.»

— ¿Y qué dijo Karkus? —preguntó Harry con avidez.

—Nada. No sabía hablar nuestro idioma.

— ¡No me digas!

—Pero no tuvo importancia —comentó Hagrid, imperturbable—. Dumbledore ya nos había advertido sobre esa posibilidad. Karkus entendió lo suficiente para llamar a gritos a un par de gigantes que sí sabían, y ellos hicieron de intérpretes.

— ¿Y le gustó el regalo? —inquirió Ron.

—Ya lo creo, se puso loco de contento cuando comprendió qué era —contestó Hagrid mientras le daba la vuelta al filete de dragón y se ponía la parte que estaba más fresca sobre el ojo hinchado—. Estaba entusiasmado. Y entonces le dije: «Albus Dumbledore ruega al Gurg que hable con su mensajero cuando mañana regrese con otro regalo.»

— ¿Por qué no podías hablar con ellos aquel día? —preguntó Hermione.

—Dumbledore quería tomarse las cosas con calma para que vieran que cumplíamos nuestras promesas. Si les dices «Mañana volveremos con otro regalo», y al día siguiente cumples con lo que has prometido, les causas una buena impresión, ¿entendéis? Además, así tienen tiempo de probar el primer regalo y comprobar que es un buen obsequio, y entonces quieren más. En fin, si los agobias con mucha información, los gigantes como Karkus te matan aunque sólo sea para simplificar las

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cosas. Así que nos marchamos de allí, haciendo reverencias, y buscamos una bonita cueva donde pasar la noche; a la mañana siguiente volvimos al campamento de los gigantes, y esta vez encontramos a Karkus sentado muy tieso, esperándonos impaciente.

— ¿Y hablasteis con él?

—Sí, sí. Primero le entregamos un precioso yelmo fabricado por duendes, indestructible.

Luego nos sentamos a hablar con él.

— ¿Y qué dijo?

—No gran cosa —contestó Hagrid—. En realidad se limitó a escuchar. Pero vimos algunos buenos indicios. Karkus había oído hablar de Dumbledore y sabía que no había estado de acuerdo con el exterminio de los últimos gigantes de Gran Bretaña. Le interesaba mucho enterarse de lo que quería decirle Dumbledore. Algunos gigantes, sobre todo los que entendían algo de nuestro idioma, se acercaron a escuchar. Aquel día nos marchamos muy esperanzados. Prometimos volver

a la mañana siguiente con otro regalo. Pero aquella noche todo salió mal.

— ¿Qué quieres decir? —preguntó rápidamente Ron.

—Ya os he dicho que los gigantes no están hechos para vivir en grupos tan numerosos — respondió Hagrid, apesadumbrado—. No pueden evitarlo, se pelean a cada momento. Los hombres riñen entre sí, y las mujeres, entre ellas; del mismo modo, los que quedan de las antiguas tribus riñen entre ellos, y eso sin que haya discusiones por la comida, ni por las mejores hogueras ni por los mejores enclaves para dormir. Lo lógico sería que vivieran en paz, dado que su raza está a punto de extinguirse, pero… —Hagrid suspiró profundamente—. Aquella noche se armó una pelea —prosiguió—. Nosotros lo vimos todo desde la entrada de nuestra cueva, que estaba orientada hacia el valle. Duró varias horas, y no os imagináis el ruido que hacían. Cuando salió el sol, vimos que la nieve se había teñido de rojo y que su cabeza estaba en el fondo del lago.

— ¿La cabeza de quién? —preguntó Hermione entrecortadamente.

—De Karkus —dijo Hagrid, apenado—. Había un nuevo Gurg, Golgomath—. Suspiró de nuevo—. Nosotros no habíamos contado con tener que tratar con un nuevo Gurg dos días después de haber establecido contacto con el primero, e intuíamos que Golgomath no iba a mostrarse tan dispuesto a escucharnos, pero de todos modos debíamos intentarlo.

— ¿Fuisteis a hablar con él? —inquirió Ron, fascinado—. ¿Después de ver cómo le arrancaba la cabeza a otro gigante?

—Pues claro —contestó Hagrid—. ¡No habíamos ido hasta allí para abandonar al segundo día! Bajamos hasta el campamento con el siguiente regalo que teníamos preparado para Karkus.

Antes de abrir la boca, yo ya sabía que no conseguiríamos nada. Golgomath estaba sentado con el yelmo de Karkus puesto, y nos miraba con una sonrisa irónica en los labios. Era inmenso, uno de los gigantes más grandes del campamento. Tenía el cabello negro, a juego con los dientes, y llevaba un collar hecho de huesos. Algunos parecían humanos. Bueno, a pesar de todo decidí intentarlo:

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saqué un gran rollo de piel de dragón y dije: «Un regalo para el Gurg de los gigantes…» Pero antes de que acabara la frase estaba colgado cabeza abajo, pues dos de sus amigos me habían cogido por los pies.

Hermione se tapó la boca con ambas manos.

— ¿Cómo te libraste de ésa? —preguntó Harry.

—No habría podido si Olympe no hubiera estado allí —respondió Hagrid—. Sacó su varita mágica y los atacó con una rapidez que yo jamás había visto. Estuvo magnífica. A los dos gigantes que me sujetaban les echó una maldición de conjuntivitis, y entonces me soltaron inmediatamente.

Pero estábamos metidos en un buen lío porque habíamos utilizado la magia contra ellos, y eso es lo que los gigantes no soportan de los magos. Tuvimos que poner pies en polvorosa, y sabíamos que ya no íbamos a poder volver al campamento.

—Caramba, Hagrid… —dijo Ron con voz queda.

— ¿Y cómo es que has tardado tanto en volver a casa si sólo estuviste tres días allí? —inquirió

Hermione.

— ¡No nos marchamos al cabo de tres días! —contestó Hagrid, ofendido—. ¡Dumbledore confiaba en nosotros!

—Pero ¡si acabas de decir que ya no podíais volver al campamento!

—No, de día no. Teníamos que replantearnos la estrategia. Pasamos un par de días escondidos

en la cueva observando a los gigantes. Y lo que vimos no nos gustó nada.

— ¿Arrancó más cabezas Golgomath? —preguntó Hermione con aprensión.

—No. ¡Ojalá lo hubiera hecho!

— ¿Qué quieres decir?

—Quiero decir que pronto comprendimos que no le caían mal todos los magos, que sólo éramos nosotros.

— ¿Mortífagos? —insinuó Harry rápidamente.

—Sí —confirmó Hagrid con amargura—. Un par visitaban al Gurg todos los días y le llevaban regalos, y el Gurg no los colgaba por los pies.

— ¿Cómo supisteis que eran mortífagos? —preguntó Ron.

—Porque a uno lo reconocí —gruñó Hagrid—. Macnair, ¿os acordáis de él? El tipo al que enviaron para matar a Buckbeak. Está loco de remate. Disfruta tanto como Golgomath matando; no me extraña que se llevaran tan bien.

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— ¿Y Macnair convenció a los gigantes de que se unieran a Quien-tú-sabes? —inquirió

Hermione, desesperada.

— ¡Un momentito, todavía no he terminado mi historia! —dijo Hagrid, indignado. Teniendo en cuenta que al principio se había resistido a contarles nada, era curioso que ahora disfrutara tanto con su propio relato—. Olympe y yo estuvimos cambiando impresiones y llegamos a la conclusión de que el hecho de que el Gurg prefiriera a Quien-vosotros-sabéis no significaba que los demás también lo prefirieran. Teníamos que intentar convencer a unos cuantos de los otros, es decir, a los que no querían tener a Golgomath como Gurg.

— ¿Y cómo sabíais cuáles eran? —preguntó Ron.

—Pues mira, dedujimos que eran los que habían quedado hechos papilla —respondió Hagrid con paciencia—. Los que tenían un poco de sensatez se mantenían alejados de Golgomath y estaban escondidos en las cuevas que había alrededor del barranco, como nosotros. Así que decidimos ir a fisgonear allí por la noche para intentar convencer a algunos.

— ¿Fuisteis a fisgonear por las cuevas a oscuras en busca de gigantes? —preguntó Ron con una voz que denotaba un profundo respeto.

—Bueno, los gigantes no eran lo que más nos preocupaba —contestó Hagrid—, sino los mortífagos. Antes de que partiéramos, Dumbledore nos había advertido que no nos enfrentáramos a ellos si podíamos evitarlo, y el problema era que los mortífagos sabían que estábamos por allí, porque lo lógico era que Golgomath se lo hubiera contado. Por la noche, cuando los gigantes dormían y nosotros queríamos ir a inspeccionar las cuevas, Macnair y el otro mortífago nos buscaban por las montañas. Me costó trabajo impedir que Olympe se abalanzara sobre ellos — prosiguió Hagrid, y al sonreír se le subió la enmarañada barba—. Estaba ansiosa por atacarlos…

Olympe es increíble cuando se enfada…, se pone furiosa de verdad… Debe de ser la sangre francesa que lleva en las venas…

Hagrid se quedó mirando el fuego con ojos llorosos. Harry le permitió treinta segundos de embelesamiento, pero luego se aclaró ruidosamente la garganta y dijo:

— ¿Y qué pasó? ¿Encontrasteis a alguno de los otros gigantes?

— ¿Qué? ¡Ah, sí! Sí, los encontramos. La tercera noche después de que mataran a Karkus, salimos de la cueva donde estábamos escondidos y bajamos al barranco, con los ojos muy abiertos por si rondaba por allí algún mortífago. Entramos en algunas cuevas, pero sin éxito. Y entonces, creo que fue en la sexta, encontramos a tres gigantes escondidos.

—Debían de estar muy apretujados —observó Ron.

—Era una cueva muy grande; había espacio para columpiar a un kneazle —concretó Hagrid.

— ¿No os atacaron cuando os vieron? —preguntó Hermione.

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—Probablemente lo habrían hecho si se hubieran hallado en mejores condiciones —contestó Hagrid—, pero estaban los tres malheridos porque los secuaces de Golgomath los habían apaleado hasta dejarlos inconscientes. Tras recobrar el conocimiento, se habían refugiado en el primer sitio que habían encontrado. En fin, uno de ellos sabía un poco nuestro idioma e hizo de intérprete para los otros, y lo que les dijimos no les pareció mal. Así que más tarde volvimos a su cueva para visitar a los heridos… Creo que hubo un momento en que tuvimos convencidos a seis o siete.

— ¿Seis o siete?—repitió Ron con entusiasmo—. No está nada mal… ¿Van a venir aquí para pelear a nuestro lado contra Quien-tú-sabes?

Pero Hermione dijo:

— ¿Qué quieres decir con eso de que «hubo un momento», Hagrid?

Éste la miró con tristeza.

—Los secuaces de Golgomath asaltaron las cuevas. Después de eso, los que sobrevivieron no quisieron saber nada más de nosotros.

—Entonces…, entonces ¿no va a venir ningún gigante? —dijo Ron, decepcionado.

—No —contestó Hagrid, y soltó un hondo suspiro. Volvió a dar la vuelta al filete y se colocó de nuevo la parte más fresca sobre la cara—, pero cumplimos con lo que habíamos ido a hacer: les llevamos el mensaje de Dumbledore, y algunos lo oyeron y espero que lo recuerden. A lo mejor los que no quieran quedarse con Golgomath se marchan de las montañas, y quizá recuerden que Dumbledore se mostró amable con ellos… Es posible que aún vengan.. (OF, 443 – 450)

Algunos piensan que fueron los mismos magos y brujas quienes fueron los que los obligaron a irse tan lejos de la comunidad mágica, no teniendo más remedio que reunirse para protegerse.

Mientras que a los magos no le gustan los gigantes, a los gigantes no le gustan los magos tampoco, y menos cuando utilizan la magia contra ellos.

Para que un mago o bruja pueda caminar libremente por una tribu de Gigantes, debe venir con un regalo para el Gurg con él, y mostrarse respetuoso con el mismo. Es fácil reconocer al Gurg, pues generalmente está sentado esperando a que los demás gigantes le lleven la comida y , si tienen, a su esposa. Para evitar que los demás Gigantes se vayan encima del mago a intentar matarlo, éste debe de sostener en alto el Regalo, y mirar fijamente al Gurg sin hacer caso a los demás, los cuales al verlo se quedarán callados y simplemente lo verán pasar. Con una reverencia se saluda al Gurg, y se deja el Regalo en el suelo, a sus pies. Los Regalos consisten en Magia. A los gigantes les encanta la Magia.

Frecuentemente, los Gurgs no conocen el idioma de los magos, situación en la cual utilizan un traductor de la misma tribu.

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Al marcharse, el mago debe hacerlo mostrando respeto haciendo reverencias.

Por otra parte también cabe destacar la agresividad que caracteriza a los Gigantes, por eso a los magos nunca le ha interesado mucho su ubicación con tal de que estén bien lejos. También son la causa de múltiples muertes de muggles que quedan atribuidas a accidentes de alpinismo.

Actualmente viven en las montañas del este de Francia, escondidos. Fueron echados de Gran Bretaña, y desde entonces pocos como Albus Dumbledore les defienden (OF). A principio de la década de los 80 el Ministerio de Magia tomó la decisión de ocultar a los gigantes que habían sobrevivido a la guerra, plan que hoy algunos critican (JKR).

Los gigantes pueden tener hijos con los humanos, ya que Hagrid es hijo de ambas especies, y posiblemente lo mismo ocurra con Madame Maxime (CF).

Los ronquidos de los gigantes puedes provocar un alud (OF).

Algunos gigantes luchan a favor de Voldemort en la Batalla de Hogwarts. Miden unos seis metros de altura y usan porras como arma. Sus espinillas son como troncos, pero peludas (RM).

— ¡Bien hecho!—rugió una figura que corría hacia ellos a través de una nube de polvo, y Harry vio de nuevo a Aberforth, con el canoso cabello alborotado, guiando a un reducido grupo de alumnos—. ¡Parece que están abriendo una brecha en las almenas del ala norte! ¡Se han traído a sus gigantes! (RM, 528)

Estos son los gigantes conocidos:

Bran el Sanguinario - Edad Media, fechas desconocidas.Gigante que vivió en un castillo arriba de un campo de judías. Tenía la afición de comer pan hecho con huesos y mojado con la sangre de un hombre inglés. Fue derrotado por un chico llamado Jack (PA/j).

Cíclope - Antigua Grecia, fechas desconocidas.Gigante de un solo ojo que vivió en una cueva en las faldas de la montaña Etna. Con la ayuda de unas cuentas ovejas, fue derrotado por el héroe griego, Ulises (PA/j).

Fridwulfa - Madre de Hagrid. Los abandonó a él y a su padre y tuvo otro hijo más tarde, Grawp (CF, OF).

Por si esto no fuera bastante, El Profeta ha descubierto recientemente que Hagrid no es, como ha pretendido siempre, un mago de sangre limpia. De hecho, ni siquiera es enteramente humano. Su madre, revelamos en exclusiva, no es otra que la giganta Fridwulfa, que en la actualidad se halla en paradero desconocido.

Brutales y sedientos de sangre, los gigantes llegaron a estar en peligro de extinción durante el pasado siglo por culpa de sus luchas fratricidas. Los pocos que sobrevivieron se unieron a las filas de El-que-no-debe-ser-nombrado, y fueron responsables de algunas de las peores matanzas de muggles que tuvieron lugar durante su reinado de terror.

En tanto que muchos de los gigantes que sirvieron a El-que-no-debe-sernombrado cayeron abatidos por aurores que luchaban contra las fuerzas oscuras, Fridwulfa no se hallaba entre ellos. Es posible que se uniera a una de las comunidades de gigantes que perviven en

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algunas cadenas montañosas del extranjero. Pero, a juzgar por las travesuras que comete en las clases de Cuidado de Criaturas Mágicas, el hijo de Fridwulfa parece haber heredado su naturaleza brutal. (CF, 387)

Goliat - Bíblico, fechas desconocidas.Gigante mercenario usado por los filisteos en su guerra contra los judíos. Fue derrotado por un joven chico con una honda (PA/j).

Golgomath - Inmenso gigante, de cabello negro a juego con sus dientes. Lleva un collar de huesos, algunos que parecen humanos. Gorgomath decapita al anterior Gurg, Karkus. No quiere pactar con Rubeus Hagrid y Olympe Maxime, si no con los mortífagos (OF).

Grawp - Hijo de Fridwulfa y hermanastro de Hagrid. Pese a que es de gran altura, es pequeño al lado de los otros gigantes, por lo que le discriminan. Grawp viaja con Hagrid hasta el Bosque Prohibido, en 1995 (OF).

Hengist de Barnton Alto - Gigante del siglo XV asesinado por el famoso caza-gigantes Gifford Ollerton (PA/j).

Karkus - Uno de los gurg de los gigantes en 1995. Medía unos siete metros y pesaba unas dos toneladas. Su piel era como la de un rinoceronte. Golgomath, otro gigante, le corta la cabeza (OF).

Morholt - Época céltica, fechas desconocidas.Gigantesco hermano del rey de Irlanda. Hirió a Tristán, el héroe celta, con una espada envenenada cuando el otro intentó matarle (PA/j).

Han existido caza-gigantes, como Gifford Ollerton.

Gnomo

Clasificación del MM: XXLos gnomos son una plaga de jardín muy común: se encuentran por todo el norte de Europa y en Norteamérica. Pueden alcanzar treinta centímetros de altura y tienen una cabeza desproporcionalmente grande y pies huesudos y fuertes. Para desgnomizar un jardín hay que agarrar a los gnomos y voltearlos, como si se fuera a echar un lazo, hasta que estén mareados; a continuación hay que lanzarlos por encima de la cerca. Como alternativa, puede usarse un jarvey, aunque en la actualidad la mayoría de los magos considera que este método para mantener a raya los gnomos es demasiado brutal (AF).Los Weasley tienen en el jardín de La Madriguera una plaga de gnomos. En 1992 desgnomizan (CS)

Esto es un gnomo.

— ¡Suéltame! ¡Suéltame! —chillaba el gnomo.

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Desde luego, no se parecía a papá Noel: era pequeño y de piel curtida, con una cabeza grande y huesuda, parecida a una patata. Ron lo sujetó con el brazo estirado, mientras el gnomo le daba patadas con sus fuertes piececitos. Ron lo cogió por los tobillos y lo puso cabeza abajo.

—Esto es lo que tienes que hacer —explicó. Levantó al gnomo en lo alto («¡suéltame!», decía éste) y comenzó a voltearlo como si fuera un lazo. Viendo el espanto en el rostro de Harry, Ron añadió—: No les duele. Pero los tienes que dejar muy mareados para que no puedan volver a encontrar su madriguera.

Entonces soltó al gnomo y éste salió volando por el aire y cayó en el campo que había al otro lado del seto, a unos siete metros, con un ruido sordo.

— ¡De pena!—dijo Fred—. ¿Qué te apuestas a que lanzo el mío más allá de aquel tocón?

Harry aprendió enseguida que no había que sentir compasión por los gnomos y decidió lanzar al otro lado del seto al primer gnomo que capturase, pero éste, percibiendo su indecisión, le hundió sus afiladísimos dientes en un dedo, y le costó mucho trabajo sacudírselo...

—Caramba, Harry..., eso habrán sido casi veinte metros...

Pronto el aire se llenó de gnomos volando.

—Ya ves que no son muy listos —observó George, cogiendo cinco o seis gnomos a la vez—.

En cuanto se enteran de que estamos desgnomizando, salen a curiosear. Ya deberían haber aprendido a quedarse escondidos en su sitio.

Al poco rato vieron que los gnomos que habían aterrizado en el campo, que eran muchos, empezaban a alejarse andando en grupos, con los hombros caídos.

—Volverán —dijo Ron, mientras contemplaban cómo se internaban los gnomos en el seto del otro lado del campo—. Les gusta este sitio... Papá es demasiado blando con ellos, porque piensa que son divertidos... (CS, 39)

Y de nuevo en 1997. Fred y George les enseñan muchas palabrotas (RM).Su nombre científico es Gernumbli Gardensi. Según Xenophilius Lovegood, su saliva provoca efectos secundarios artísticos a quien muerde (RM8).

—Xenophilius Lovegood —se presentó tendiéndole la mano a Harry—; mi hija y yo vivimos al otro lado de esa colina. Los Weasley han sido muy amables invitándonos. Así, ¿dices que conoces a mi hija Luna? —preguntó a Ron.

—En efecto. ¿No ha venido con usted?

—Sí, sí, pero se ha entretenido en ese precioso jardincillo saludando a los gnomos. ¡Qué maravillosa plaga! Muy pocos magos se dan cuenta de lo mucho que podemos aprender de esas sabias criaturas, cuyo nombre correcto, por cierto, es Gernumbli gardensi.

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—Los nuestros saben unas palabrotas excelentes —comentó Ron—, pero creo que se las han enseñado Fred y George. —A continuación acompañó a un grupo de magos a la carpa, y en ese momento llegó Luna. (RM, 125)

Xenophilius, enfrascado en una conversación con un conocido suyo, no oyó el diálogo entre

Luna y Harry; poco después se despidió de su amigo y se volvió hacia su hija, que levantó un dedo y dijo:

— ¡Mira, papá! ¡Uno de esos gnomos me ha mordido y todo!

— ¡Qué maravilla! ¡La saliva de gnomo es sumamente beneficiosa, hija mía! —exclamó el señor Lovegood, cogiendo el dedo que Luna le mostraba, y examinó los pinchazos sangrantes—.

Luna, querida, si hoy sintieras nacer en ti algún talento (quizá un irresistible impulso de cantar ópera o declamar en sirenio), ¡no lo reprimas! ¡Es posible que los Gernumblis te hayan obsequiado con un don! (RM, 126)

Harry ya había oído estos rumores sobre la familia de Malfoy, y no le habían sorprendido en absoluto. En comparación con Malfoy, Dudley Dursley era un muchacho bondadoso, amable y sensible.

—No sé si los Malfoy poseerán un elfo —dijo Harry.

—Bueno, sea quien sea, tiene que tratarse de una familia de magos de larga tradición, y tienen que ser ricos —observó Fred.

—Sí, mamá siempre está diciendo que querría tener un elfo doméstico que le planchase la ropa —dijo George—. Pero lo único que tenemos es un espíritu asqueroso y malvado en el ático, y el jardín lleno de gnomos. Los elfos domésticos están en grandes casas solariegas y en castillos y lugares así, y no en casas como la nuestra.” (CS, 32)

Golgomath Gigante Montañas del norte de Europa se transformo en  Gurg  después de matar a Karkus en el veranos de 1995, un enorme  y violento gigante que prefiere a los mortífagos (OP20)

Golgomath

Gigante

Montañas del norte de Europa

Se transformo en Gurg después de matar a Karkus en el veranos de 1995, un enorme y violento gigante que prefiere a los mortífagos (OP20)

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Inmenso gigante, de cabello negro a juego con sus dientes. Lleva un collar de huesos, algunos que parecen humanos. Gorgomath decapita al anterior Gurg, Karkus. No quiere pactar con Rubeus Hagrid y Olympe Maxime, si no con los mortífagos (OF).

—De Karkus —dijo Hagrid, apenado—. Había un nuevo Gurg, Golgomath—. Suspiró de nuevo—. Nosotros no habíamos contado con tener que tratar con un nuevo Gurg dos días después de haber establecido contacto con el primero, e intuíamos que Golgomath no iba a mostrarse tan dispuesto a escucharnos, pero de todos modos debíamos intentarlo.

— ¿Fuisteis a hablar con él? —inquirió Ron, fascinado ¿Después de ver cómo le arrancaba la cabeza a otro gigante?

—Pues claro —contestó Hagrid—. ¡No habíamos ido hasta allí para abandonar al segundo día! Bajamos hasta el campamento con el siguiente regalo que teníamos preparado para Karkus.

Antes de abrir la boca, yo ya sabía que no conseguiríamos nada. Golgomath estaba sentado con el yelmo de Karkus puesto, y nos miraba con una sonrisa irónica en los labios. Era inmenso, uno de los gigantes más grandes del campamento. Tenía el cabello negro, a juego con los dientes, y llevaba un collar hecho de huesos. Algunos parecían humanos. Bueno, a pesar de todo decidí intentarlo: saqué un gran rollo de piel de dragón y dije: «Un regalo para el Gurg de los gigantes…» Pero antes de que acabara la frase estaba colgado cabeza abajo, pues dos de sus amigos me habían cogido por los pies.

Hermione se tapó la boca con ambas manos.

— ¿Cómo te libraste de ésa? —preguntó Harry.

—No habría podido si Olympe no hubiera estado allí —respondió Hagrid—. Sacó su varita mágica y los atacó con una rapidez que yo jamás había visto. Estuvo magnífica. A los dos gigantes que me sujetaban les echó una maldición de conjuntivitis, y entonces me soltaron inmediatamente.

Pero estábamos metidos en un buen lío porque habíamos utilizado la magia contra ellos, y eso es lo que los gigantes no soportan de los magos. Tuvimos que poner pies en polvorosa, y sabíamos que ya no íbamos a poder volver al campamento.

—Caramba, Hagrid… —dijo Ron con voz queda.

— ¿Y cómo es que has tardado tanto en volver a casa si sólo estuviste tres días allí? —inquirió

Hermione.

— ¡No nos marchamos al cabo de tres días! —contestó Hagrid, ofendido—. ¡Dumbledore confiaba en nosotros!

—Pero ¡si acabas de decir que ya no podíais volver al campamento!

—No, de día no. Teníamos que replantearnos la estrategia. Pasamos un par de días escondidos en la cueva observando a los gigantes. Y lo que vimos no nos gustó nada.

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— ¿Arrancó más cabezas Golgomath? —preguntó Hermione con aprensión.

—No. ¡Ojalá lo hubiera hecho!

— ¿Qué quieres decir?

—Quiero decir que pronto comprendimos que no le caían mal todos los magos, que sólo éramos nosotros.

— ¿Mortífagos? —insinuó Harry rápidamente.

—Sí —confirmó Hagrid con amargura—. Un par visitaban al Gurg todos los días y le llevaban regalos, y el Gurg no los colgaba por los pies.

— ¿Cómo supisteis que eran mortífagos? —preguntó Ron.

—Porque a uno lo reconocí —gruñó Hagrid—. Macnair, ¿os acordáis de él? El tipo al que enviaron para matar a Buckbeak. Está loco de remate. Disfruta tanto como Golgomath matando; no me extraña que se llevaran tan bien.

— ¿Y Macnair convenció a los gigantes de que se unieran a Quien-tú-sabes? —inquirió Hermione, desesperada.

— ¡Un momentito, todavía no he terminado mi historia! —dijo Hagrid, indignado. Teniendo en cuenta que al principio se había resistido a contarles nada, era curioso que ahora disfrutara tanto con su propio relato—. Olympe y yo estuvimos cambiando impresiones y llegamos a la conclusión de que el hecho de que el Gurg prefiriera a Quien-vosotros-sabéis no significaba que los demás también lo prefirieran. Teníamos que intentar convencer a unos cuantos de los otros, es decir, a los que no querían tener a Golgomath como Gurg.

— ¿Y cómo sabíais cuáles eran? —preguntó Ron.

—Pues mira, dedujimos que eran los que habían quedado hechos papilla —respondió Hagrid con paciencia—. Los que tenían un poco de sensatez se mantenían alejados de Golgomath y estaban escondidos en las cuevas que había alrededor del barranco, como nosotros. Así que decidimos ir a fisgonear allí por la noche para intentar convencer a algunos.

— ¿Fuisteis a fisgonear por las cuevas a oscuras en busca de gigantes? —preguntó Ron con una voz que denotaba un profundo respeto.

—Bueno, los gigantes no eran lo que más nos preocupaba —contestó Hagrid—, sino los mortífagos. Antes de que partiéramos, Dumbledore nos había advertido que no nos enfrentáramos a ellos si podíamos evitarlo, y el problema era que los mortífagos sabían que estábamos por allí, porque lo lógico era que Golgomath se lo hubiera contado. Por la noche, cuando los gigantes dormían y nosotros queríamos ir a inspeccionar las cuevas, Macnair y el otro mortífago nos buscaban por las montañas. Me costó trabajo impedir que Olympe se abalanzara sobre ellos — prosiguió Hagrid, y al sonreír se le subió la enmarañada barba—. Estaba ansiosa por atacarlos…

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Olympe es increíble cuando se enfada…, se pone furiosa de verdad… Debe de ser la sangre francesa que lleva en las venas… (OF, 447 – 450)

Gornuk DuendeReino Unido Duende de voz grave asesinado durante la Segunda Guerra, junto a Dirk Cresswell y Ted Tonks, mientras huye por culpa de la represión que sufren duendes y nacidos de muggles (RM22).

Gornuk

Duende

Reino Unido

Duende de voz grave asesinado durante la Segunda Guerra, junto a Dirk Cresswell y Ted Tonks, mientras huye por culpa de la represión que sufren duendes y nacidos de muggles (RM22).

"También murió un duende conocido como Gornuk. Se cree que Dean Thomas, nacido de Muggles, así como un segundo duende, que estarían viajando con Tonks, Cresswell y Gornuk, podrían haber escapado. Si Dean está escuchando, o si alguien tiene cualquier noticia de su paradero, sus padres y hermanas están desesperados por saber algo. “ (RM, 373)

Gorros Rojos

Clasificación del MM: XXXSon criaturas tenebrosas semejantes a los enanos, que viven en los hoyos de antiguos campos de batalla o en cualquier otro lugar donde se haya derramado sangre humana. Es fácil repelerlos con encantamientos y maldiciones, pero son muy peligrosos para muggles solitarios. Si un gorro rojo da con un muggle en una noche oscura, tratará de golpearlo con su maza hasta matarlo. Se concentran principalmente en el norte de Europa (AF, P).En tercer curso, Remus Lupin les da Gorros Rojos, y luego hay un gorro rojo en el circuito del examen final (PA).

El penúltimo examen, la mañana del jueves, fue el de Defensa Contra las Artes Oscuras. El profesor Lupin había preparado el examen más raro que habían tenido hasta la fecha. Una especie de carrera de obstáculos fuera, al sol, en la que tenían que vadear un profundo estanque de juegos que contenía un grindylow; atravesar una serie de agujeros llenos de gorros rojos; chapotear por entre ciénagas sin prestar oídos a las engañosas indicaciones de un hinkypunk; y meterse dentro del tronco de un árbol para enfrentarse con otro boggart.

—Estupendo, Harry —susurró Lupin, cuando el joven bajó sonriente del tronco—. Nota máxima.

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Sonrojado por el éxito, Harry se quedó para ver a Ron y a Hermione. Ron lo hizo muy bien hasta llegar al hinkypunk, que logró confundirlo y que se hundiese en la ciénaga hasta la cintura. Hermione lo hizo perfectamente hasta llegar al árbol del boggart. Después de pasar un minuto dentro del tronco, salió gritando.

— ¡Hermione! —dijo Lupin sobresaltado—. ¿Qué ocurre?

—La pro... profesora McGonagall —dijo Hermione con voz entrecortada, señalando al interior del tronco—. Me... ¡me ha dicho que me han suspendido en todo!

Costó un rato tranquilizar a Hermione. Cuando por fin se recuperó, ella, Harry y Ron volvieron al castillo. Ron seguía riéndose del boggart de Hermione, pero cuando estaban a punto de reñir, vieron algo al final de las escaleras.(PA, 259; 260)

Grawp GiganteBosque Prohibido Es el hermanastro de Hagrid, su madre fue Fridwulfa, su padre se desconoce. Grawp es pequeño para su edad y era abusado por los gigantes en la montaña. Cuando Hagrid lo encuentra, el insiste en llevarlo a vivir al Bosque Prohibido. Al parecer en un comienzo a Grawp no le gusta la idea, pero se acostumbra. Hagrid le dice a Harry que Grawp esta muchísimo mejor, al final del año (Junio) (OF).Grawp lucha en la Batalla de Hogwarts (RM31).En los primeros borradores del quinto libro, Grawp era primo de Hagrid en vez de hermanastro (JKR).

Grawp

Gigante

Bosque Prohibido

Es el hermanastro de Hagrid, su madre fue Fridwulfa, su padre se desconoce. Grawp es pequeño para su edad y era abusado por los gigantes en la montaña. Cuando Hagrid lo encuentra, el insiste en llevarlo a vivir al Bosque Prohibido. Al parecer en un comienzo a Grawp no le gusta la idea, pero se acostumbra. Hagrid le dice a Harry que Grawp está muchísimo mejor, al final del año (Junio) (OF).

Una flecha pasó flotando por el aire y aterrizó con un golpe sordo en un árbol, justo detrás de su cabeza. De repente el aire se llenó de sonidos de pezuñas; Harry pudo sentir el suelo del bosque temblando a sus pies; Umbridge soltó un pequeño grito y se colocó detrás de ellos, utilizando a Harry y a Hermione como si fueran escudos-

Harry se deshizo de ella y se giró. Alrededor de cincuenta centauros estaban emergiendo por todos lados, con sus arcos alzados y cargados, apuntando hacia Harry, Hermione y Umbrigde.

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Retrocedieron lentamente hacia el centro del claro, Umbridge pronunciando pequeños lloriqueos de terror. Harry miró de lado a Hermione, a la cual se le había dibujado una sonrisa triunfante.

“Quiénes sois?” dijo una voz.

Harry miró a la izquierda. Un centauro de pecho acastañado, que Harry reconoció como aquél que llamaban Magorian, estaba caminando hacia ellos, destacándose en el círculo que les habían hecho: su arco, como los de los otros, estaba alzado. Al lado derecho de Harry, Umbridge todavía estaba sollozando, su varita temblando violentamente mientras la apuntaba hacia el centauro que había avanzado.

“Te he preguntado quién eres, humana,” dijo Magorian rudamente.

“Soy Dolores Umbridge!” dijo Umbridge con un tono alto, la voz petrificada. “Subsecretaria Mayor del Ministro de Magia y Directora e Inquisidora Mayor de Hogwarts!”

“¿Eres del Ministerio de Magia?“dijo Magorian, mientras muchos centauros del círculo de alrededor se revolvían inquietamente.

“Eso he dicho!” dijo Umbridge, con un tono de voz aún más alto, “así que ten mucho cuidado! Con las leyes instauradas por el Departamento de Control de Criaturas Mágicas, cualquier ataque perpetrado por un medio-desarrollado en un humano-“

“¿Cómo nos has llamado?” gritó un centauro negro con un aspecto bastante salvaje, que Harry reconoció como Bane. Los centauros murmuraban bastante enfadados y tensaban las cuerdas de sus arcos alrededor de ellos.

“No les llame así!” dijo Hermione furiosa, pero Umbridge aparentaba no haberle oído. Todavía apuntando su temblorosa varita hacia Mangorian, continuo, “Ley Cincuenta “B” establece claramente que “cualquier ataque hecho por una criatura que parece tener inteligencia casi humana, se considera por ello que es responsable de sus actos-“

“Inteligencia casi humana?” repitió Magorian, mientras Bane y algunos de los otros rugían con furia y pateaban el suelo. “Nosotros consideramos que eso es un gran insulto, humana! Nuestra inteligencia, por suerte, aventaja bastante a la vuestra.”

“¿Que estáis haciendo en nuestro bosque?” continuó el centauro de cara medio gris, que Harry y Hermione habían visto en su última visita al bosque. “¿Por qué estáis aquí?”

“¿Vuestro bosque?” dijo Umbridge, agitando ahora su varita no sólo con miedo, sino con lo que parecía también indignación. “Tengo que recordaros que vosotros vivís aquí sólo porque el Ministerio de Magia os concede ciertas áreas de tierra-“

Una flecha voló muy cerca de su cabeza, de forma que le cortó su parduzco pelo al pasar rozándole: soltó un ridículo gritito y se llevó las manos a la cabeza, mientras algunos de los centauros rugían con aprobación y otros se reían estridentemente. El sonido de sus salvajes risas relinchantes hacían eco alrededor del oscuro claro del bosque y el sonido de sus pezuñas pateando el suelo era bastante enervante.

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“¿De quién es el bosque ahora, humana?” rugió Bane.

“Estúpidos medio-desarrollados!” gritó Umbridge, sus manos todavía envueltas alrededor de su cabeza. “Bestias! Animales salvajes!”

“Cállese!” gritó Hermione, pero era demasiado tarde: Umbridge apuntó con su varita a Magorian y gritó, “Incarcerous!”

Unas cuerdas empezaron a salir de la varita, flotando en el aire como gruesas serpientes, envolviéndose tensamente alrededor del torso del centauro y atrapando sus brazos. El centauro dio un grito de ira y se encabritó sobre sus piernas traseras, intentando liberarse, mientras los otros centauros cargaban sus arcos.

Harry agarró a Hermione y la lanzó al suelo; cara abajo en el suelo del bosque, Harry conoció un momento de terror cuando las pezuñas empezaron a retumbar alrededor de él, pero los centauros se limitaron a rodearlos, bramando y gritando con ira.

“Nooooooo!” oyeron chillar a Umbridge. “Nooooooo.....soy la subsecretaria mayor.... no podéis- Bajadme, animales....noooooo!

Harry vio un flash de luz roja y supo que Umbridge había intentado dejar sin sentido a uno de ellos; entonces empezó a gritar muy alto. Levantando su cabeza unas pulgadas, Harry vio que Bane había asido a Umbridge por detrás y luego la había levantado muy alto, mientras ella se retorcía y chillaba con miedo. Su varita cayó de su mano al suelo y el corazón de Harry dio un brinco. Si sólo pudiera alcanzarla....

Pero, cuando estiró su mano para intentar cogerla, la pezuña de un centauro cayó sobre ella y la rompió limpiamente en dos mitades.

“Ahora!” rugió una voz en la oreja de Harry y un gran brazo peludo descendió por el fino aire y le arrastró hacia la derecha. Hermione también había sido derribada a sus pies. A través de los coloridos pechos y cabezas de los centauros, Harry vio cómo Bane se llevaban a Umbridge hacia los árboles. Aunque no paraba de dar gritos, su voz se oía cada vez más y más lejos, hasta que no pudieron oír más que los pisoteos de pezuñas que les rodeaban.

“¿Y éstos?” dijo el centauro de pelo gris y de expresión dura, agarrando a Hermione.

“Son jóvenes”, dijo una voz suave y parada que provenía detrás de Harry. “Nosotros no atacamos a los potros”

“Fueron ellos los que la trajeron aquí, Ronan”, dijo el centauro que tenía asido firmemente a Harry. “Y no son tan jóvenes... él es ya casi un hombre. Éste de aquí”.

Meneó a Harry agarrando el cuello de su túnica.

“Por favor,” dijo Hermione sin aliento, “por favor, no nos ataquen. Nosotros no pensamos como ella, no somos empleados del Ministerio de Magia! Sólo vinimos hasta aquí porque esperábamos que la apartaran de nosotros!”

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Harry supo a la primera, por el aspecto de la cara del centauro gris que estaba agarrando a Hermione, que ella había cometido un terrible error diciendo esto. El centauro gris echó atrás su cabeza, sus piernas traseras estampando furiosamente el suelo, y gruñó “Lo ves, Ronan? Ellos ya tienen la arrogancia de su clase! Entonces....nosotros tenemos que hacerte el trabajo sucio ¿es así, chica humana? ¿Nosotros tenemos que actuar como si fuéramos vuestros sirvientes, ahuyentando a vuestros enemigos, como si fuéramos perros obedientes?”

“No!” dijo Hermione, soltando un chillido de horror. “¡Por favor... no quise decir eso! ¡Sólo esperaba que fuerais capaces de....ayudarnos...!” Pero parecía que, en lugar de arreglarlo, aquello iba de mal en peor.

“¡Nosotros no ayudamos a los humanos!” gruñó el centauro que agarraba a Harry, apretando su brazo y encabritándose un poco al mismo tiempo, de modo que los pies de Harry tocaron el suelo por un momento. “¡Somos una raza aparte y estamos orgullosos de serlo. No permitiremos que caminéis por aquí, alardeando de que aceptamos vuestras ofertas!”

“¡No vamos a decir nada de eso!” gritó Harry. “Sabemos que hacéis lo que hacéis porque queréis...”

Pero nadie parecía estar escuchándole.

Un centauro acastañado, detrás de la muchedumbre gritó, “¡Vinieron aquí sin que nadie les hubiera invitado, tienen que pagar las consecuencias!”

Un rugido de aprobación se unió a estas palabras y un centauro bicolor gritó, “¡Pueden unirse a la mujer!”

“¡Dijisteis que no hacíais daño a los inocentes!” rogó Hermione, con lágrimas deslizándose por la cara. “¡No hemos hecho nada para heriros! No hemos usado varitas ni trucos, simplemente queremos regresar al colegio ¡Por favor, dejadnos volver..!

“¡No todos somos como el traidor Firenze, chica humana!” gritó el centauro gris, consiguiendo más relinchos y rugidos de aprobación de sus compañeros. “¿A lo mejor pensaste que éramos bonitos caballos parlantes? ¡Nosotros somos gente centenaria que no soportará las invasiones y los insultos de los magos! ¡No reconocemos vuestras normas. No reconocemos vuestra superioridad. Nosotros somos...!

Pero no fueron capaces de oír que más cosas eran los centauros, porque en aquel momento se oyó un estrépito que provenía de los lados del claro, tan fuerte que Harry, Hermione y los casi 50 centauros que llenaban el claro, miraron a su alrededor. El centauro que agarraba a Harry le dejó caer de nuevo al suelo cuando sus manos volaron hasta su arco y su carcasa de flechas. Hermione también había sido soltada y Harry corrió hasta ella. De pronto oyeron cómo tres grandes troncos de árbol se partían amenazadoramente y la monstruosa forma del gigante Grawp apareció en el claro.

Los centauros que estaban cerca de ellos recularon un poco. El claro era ahora un bosque de arcos y flechas esperando para ser disparadas, todas apuntando hacia la monstruosa cara que ahora estaba aproximándose hacia ellos, justo debajo de un grueso toldo de ramas. La boca torcida de Grawp estaba estúpidamente abierta de par en par, de manera que podían ver aquellos ladrillos amarillos que tenía por dientes brillando en la media luz del claro. Sus torpes ojos color fango se estrechaban

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mientras bizqueaba mirando a las criaturas que se encontraban a sus pies. Sus ropas sucias y rotas las iba arrastrando por los tobillos.

Abrió la boca aún más.

“Hagger”

Harry no sabía qué era lo que significaba “Hagger” o que lengua era aquélla, pero realmente no le importaba demasiado; estaba mirando los pies de Grawp, los cuales eran por lo menos tan largos como el cuerpo entero de Harry. Hermione agarró su brazo con fuerza. Los centauros permanecían callados, de pie ante el gigante, cuya inmensa y redonda cabeza se movía de un lado a otro, escudriñando entre ellos como si estuviera buscando algo que se le hubiera caído.

“Hagger!” dijo otra vez, más intensamente.

“Vete de aquí, gigante!” le ordenó Magorian. “No eres bien recibido entre nosotros!”

Estas palabras parecieron no hacer ningún tipo de efecto en Grawp. El gigante se quedó quieto un momento (los brazos de los centauros tensados en sus arcos) y entonces gruñó, “HAGGER!”

Unos pocos centauros parecían preocupados ahora. Sin embargo, Hermione parecía sofocada.

“¡Harry!” susurró. “¡Creo que está tratando de decir “Hagrid”!

En ese preciso momento Grawp localizó a Harry y a Hermione, los únicos dos humanos en un océano de centauros. Inclinó su cabeza unos pocos pies más, fijándose atentamente en ellos. Harry pudo sentir a Hermione temblando mientras Grawp de nuevo abría profundamente su boca y decía con voz honda y atronadora, “Hermy”.

“Dios mío”, dijo Hermione, apretando el brazo de Harry tan fuerte que se quedó paralizado de miedo y mirando, mientras Hermione parecía que se iba a marear, “¡él...él se acuerda!”

“¡HERMY!” gruñó de nuevo Grawp. “DÓNDE HAGGER?”

“¡No lo sé!” chilló Hermione, petrificada. “¡Lo siento, Grawp, no lo sé!”

“¡GRAWP QUIERE HAGGER!”

Una de las inmensas manos del gigante descendió hacia donde estaban ellos. Hermione dejó escapar un grito de terror, corrió unos cuantos pasos hacia atrás y se cayó. Desprovisto de su varita, Harry se preparó para golpear, patear, morder o cualquier cosa que pudiera ayudar, mientras la mano se dirigía hacia él y derribaba a un centauro color blanco.

Era precisamente lo que los centauros habían estado esperando. Los dedos estirados de Grawp estaban a un pie de distancia de Harry cuando cincuenta flechas se dispararon por el aire hacia el gigante, salpicando su enorme cara, provocándole aullidos de dolor e ira. Grawp se irguió, restregándose la cara con sus enormes manos, y comenzó a romper las astas de las flechas, consiguiendo de esta forma que las cabezas de las flechas se hundieran aún más.

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Chilló y estampó sus enormes pies en el suelo, por lo que los centauros empezaron a escaparse de su camino; las gotas de sangre de Grawp, del tamaño de guijarros, ducharon a Harry cuando estaba intentando ayudar a Hermione a levantarse y los dos corrieron lo más rápido que pudieron al abrigo de los árboles. Una vez allí miraron atrás; Grawp estaba intentando agarrar a ciegas a los centauros mientras la sangre se deslizaba por su cara; los centauros se estaban retirando en desorden, galopando hacia los árboles, al otro lado del claro. Harry y Hermione vieron a Grawp dando otro alarido de ira para desplomarse poco después, aplastando más árboles con su caída.

“Oh, no”, dijo Hermione, estremeciéndose tanto que sus rodillas daban brincos involuntarios. “Oh, eso ha sido horrible. Y podría haberles matado a todos”.

“A mí me da un poco igual, la verdad” dijo Harry ácidamente.

Los sonidos de los centauros galopando y el patinazo del gigante se fueron haciendo cada vez más débiles. (OF, 775- 781)

Grawp lucha en la Batalla de Hogwarts (RM31).

El caos reinaba. Los centauros estaban ahuyentando a los mortífagos, todos sentían la estampida de los gigantes, y cada vez mas cerca cientos de refuerzos salidos de quien sabe donde: Harry vio grandes criaturas aladas, golpeando contra las cabezas de los gigantes de Voldemort: los Thestrals y a Buckbeak el hipogrifo arañando sus ojos, mientras Grawp les pegaba, los magos defensores de Hogwarts y los mortífagos eran empujados hacia dentro del castillo. Harry lanzaba hechizos y maldiciones a cualquier mortífago que veía, confundiéndolos, pues no sabían ni que ni quien les había pegado, sus cuerpos eran atrapados por la multitud., Aun oculto bajo la capa, Harry fue empujado hacia la gran estancia. Estaba buscando a Voldemort y lo vio del otro lado del cuarto, lanzando hechizos con su varita mientras era empujado hacia el gran salón, gritando instrucciones a sus seguidores mientras lanzaba maldiciones hacia todas direcciones, Harry convocó mas hechizos protectores y las casi victimas Seamus Finnigan y Hanna Abbott lograron pasar hacia el Gran Salón, donde se unieron a la gran batalla que tenia lugar dentro.(RM, 617)

En los primeros borradores del quinto libro, Grawp era primo de Hagrid en vez de hermanastro (JKR).

Gigante menudo, hijo de la giganta Fridwulfa y hermanastro de Rubeus Hagrid. Grawp es llevado desde las montañas de Francia hasta el Bosque Prohibido en 1995 (OF) Participa en la Batalla de Hogwarts (RM).

—Bien entonces, —dijo Aberforth cuando hubieron comido su ración y Harry y Ron se sentaron encorvados y somnolientos en sus sillas—. Tenemos que pensar en la mejor forma de sacaros de aquí. No puede ser de noche, ya oísteis lo que pasa si alguien se mueve en el exterior en la oscuridad. El encantamiento aullido se activa, saldrán tras vosotros como bowtruckles sobre huevos de doxy. No considero que vaya a ser capaz de hacer pasar un ciervo por una cabra una segunda vez. Esperad a que amanezca cuando el toque de queda termine, entonces os podréis poner vuestra Capa de Invisibilidad de nuevo y salir a pie. Salid directamente de Hogsmeade, hacia las montañas,

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y podréis desaparecer allí. Tal vez veais a Hagrid. Se ha estado escondiendo en una cueva allá arriba con Grawp desde que intentaron arrestarlo.(RM, 473)

Grifo

Clasificación del MM: XXXXEl grifo apareció en Grecia. Las patas frontales y la cabeza son de águila gigante; el cuerpo y las patas traseras, de un león. Al igual que las esfinges, con frecuencia los grifos son empleados por los magos para custodias tesoros. Pese a que estas criaturas son feroces, un puñado de magos virtuosos han llegado a trabar amistad con algunos. Los grifos se alimentan de carne cruda (AF).

— ¡Sorbete de limón! —dijo la profesora.

Se trataba, evidentemente, de una contraseña, porque de repente la gárgola revivió y se hizo a un lado, al tiempo que la pared que había detrás se abría en dos. Incluso aterrorizado como estaba por lo que le esperaba, Harry no pudo dejar de sorprenderse. Detrás del muro había una escalera de caracol que subía lentamente hacia arriba, como si fuera mecánica. Al subirse él y la profesora McGonagall, la pared volvió a cerrarse tras ellos con un golpe sordo. Subieron más y más dando vueltas, hasta que al fin, ligeramente mareado, Harry vio ante él una reluciente puerta de roble, con una aldaba de bronce en forma de grifo, el animal mitológico con cuerpo de león y cabeza de águila.

Entonces supo adónde lo llevaba. Aquello debía de ser la vivienda de Dumbledore.” (CS, 180)

Grim

Verlo es un augurio de muerte. Tiene la fantasmal forma de un perro gigante (PA).

Subieron los escalones que quedaban y salieron a un rellano diminuto en el que ya aguardaba la mayoría de la clase. No había ninguna puerta en el rellano; Ron golpeó a Harry con el codo y señaló al techo, donde había una puerta trampa circular con una placa de bronce.

—Sybill Trelawney, profesora de Adivinación —leyó Harry—. ¿Cómo vamos a subir ahí?

Como en respuesta a su pregunta, la trampa se abrió de repente y una escalera plateada descendió hasta los pies de Harry. Todos se quedaron en silencio.

—Tú primero —dijo Ron con una sonrisa, y Harry subió por la escalera delante de los demás.

Fue a dar al aula de aspecto más extraño que había visto en su vida. No se parecía en nada a un aula; era algo a medio camino entre un desván y un viejo salón de té. Al menos veinte mesas circulares pequeñas, se apretujaban dentro del aula, todas rodeadas de sillones tapizados con tela de colores y de almohadones pequeños y redondos. Todo estaba iluminado con una luz tenue y roja. Había cortinas en todas las ventanas y las numerosas lámparas estaban tapadas con chales rojos. Hacía un calor agobiante, y el fuego que ardía en la chimenea, bajo una repisa abarrotada de cosas, calentaba una tetera grande de cobre y emanaba una especie de perfume denso. Las estanterías de

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las paredes circulares estaban llenas de plumas polvorientas, cabos de vela, muchas barajas viejas, infinitas bolas de cristal y una gran cantidad de tazas de té.

Ron se acercó a Harry mientras la clase se iba reuniendo alrededor de ellos; entre murmullos.

— ¿Dónde está la profesora? —preguntó Ron.

De repente salió de las sombras una voz suave:

—Bienvenidos —dijo—. Es un placer verlos por fin en el mundo físico.

La inmediata impresión de Harry fue que se trataba de un insecto grande y brillante. La profesora Trelawney se acercó a la chimenea y vieron que era sumamente delgada. Sus grandes anteojos aumentaban varias veces el tamaño de sus ojos y llevaba puesto un chal de gasa con lentejuelas. De su cuello largo y delgado colgaban innumerables collares de cuentas, y tenía las manos llenas de anillos y los brazos de pulseras.

—Siéntense, niños míos, siéntense —dijo, y todos se encaramaron torpemente a los sillones o se hundieron en los almohadones. Harry, Ron y Hermione se sentaron a la misma mesa redonda—. Bienvenidos a la clase de Adivinación —dijo la profesora Trelawney, que se había sentado en un sillón, delante del fuego—. Soy la profesora Trelawney. Seguramente es la primera vez que me ven. Noto que descender muy a menudo al bullicio del colegio principal nubla mi ojo interior.

Nadie dijo nada ante esa extraordinaria declaración. Con movimientos delicados, la profesora Trelawney arregló el chal y continuó hablando:

Técnicas para leer la fortuna:

Lectura de manos (PA)

Pájaros (PA)

Lectura de los posos de te (PA6)

Cartas (PA)

Bola de cristal (PA)

Fuego (PA)

— Así que han decidido estudiar Adivinación, la más difícil de todas las artes mágicas. Debo advertiles desde el principio que si no poseen la Vista adecuada, no podré enseñarles prácticamente nada. Los libros tampoco les ayudarán mucho en este terreno... —Al oír esas palabras, Harry y Ron miraron con una sonrisa burlona a Hermione, que parecía asustada al oír que los libros no iban a ser de mucha utilidad en aquella materia—. Hay numerosos magos y hechiceras que, aun teniendo una gran habilidad en lo que se refiere a transformaciones, olores y desapariciones súbitas, son incapaces de penetrar en los velados misterios del futuro —continuó la profesora Trelawney, recorriendo las caras nerviosas con sus ojos enormes y brillantes—. Es un don reservado a unos pocos. Dime, muchacho —dijo de repente a Neville, que casi se cayó del almohadón—, ¿se encuentra bien tu abuela?

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— Creo que sí —respondió Neville tembloroso.— Yo en tu lugar no estaría tan seguro, querido —observó la profesora Trelawney. El fuego de

la chimenea se reflejaba en sus largos pendientes de color esmeralda. Neville tragó saliva. La profesora Trelawney prosiguió plácidamente—. Durante este curso estudiaremos los métodos básicos de adivinación. Dedicaremos la primera parte del año escolar a la lectura de las hojas de té. La segunda nos ocuparemos de quiromancia. A propósito, querida mía —le soltó de pronto a Parvati Patil—, ten cuidado con cierto pelirrojo.

Parvati miró con un sobresalto a Ron, que estaba inmediatamente detrás de ella, y alejó de él su sillón.

— Durante la última etapa —continuó la profesora Trelawney—, pasaremos a la bola de cristal si la interpretación de las llamas nos deja tiempo. Por desgracia, un desagradable brote de gripe interrumpirá las clases en febrero. Yo misma perderé la voz. Y para la época de Semana Santa, uno de ustedes nos abandonará para siempre. —Un silencio muy tenso siguió a ese comentario, pero la profesora Trelawney no pareció notarlo—. Querida —añadió dirigiéndose a Lavender Brown, que era quien estaba más cerca de ella y que se hundió contra el respaldo del sillón—, ¿me podrías pasar la tetera grande de plata?

Lavender dio un suspiro de alivio, se levantó, sacó una enorme tetera de la estantería y la puso sobre la mesa, ante la profesora Trelawney.

— Gracias, querida. A propósito, eso que temes sucederá el viernes 16 de octubre. —Lavender tembló—. Ahora quiero que se pongan por parejas.Saquen una taza de la estantería, vengan hacia mí y se la llenaré. Luego siéntense y bebanhasta que sólo queden las hojas. Remuévanlas entonces agitando la taza tres veces con la mano izquierda y pongan luego la taza boca abajo en el plato. Esperen a que haya caído la última gota de té y pasen la taza a su compañero, para que la lea. Interpretarán los dibujos dejados por las hojas utilizando las páginas 5 y 6 de Disipar las nieblas del futuro. Yo pasaré a ayudarlos y a darles instrucciones. ¡Ah, querido... ¡—Asió a Neville por el brazo cuando el muchacho iba a levantarse— cuando rompas la primera taza, ¿serás tan amable de elegir una de las azules? Las de color rosa me gustan mucho.

Como era natural, en cuanto Neville hubo alcanzado el estante de las tazas, se oyó el tintineo de la porcelana rota. La profesora Trelawney se dirigió a él rápidamente con una escoba y una pala; y le dijo:

— Una de las azules, querido, si eres tan amable. Gracias...Cuando Harry y Ron llenaron las tazas de té, volvieron a su mesa y se tomaron rápidamente la ardiente infusión.

Removieron las hojas como les había indicado la profesora Trelawney, y después sacudieron las tazas y las intercambiaron.

— Bien —dijo Ron, después de abrir los libros en las páginas 5 y 6—. ¿Qué ves en la mía?— Una masa marrón y empapada —respondió Harry. El humo fuertemente perfumado de la

habitación lo adormecía y atontaba.— ¡Ensanchen la mente, queridos, y que sus ojos vean más allá de lo terrenal! —exclamó la

profesora Trelawney sumida en la penumbra.Harry intentó concentrarse:

— Bueno, hay una especie de cruz torcida... —dijo consultando Disipar las nieblas del futuro—. Eso significa que te esperan tribulaciones y sufrimientos... Lo siento... Pero hay algo

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que podría ser el sol. Espera, eso significa mucha felicidad... Así que vas a sufrir; pero vas a ser muy feliz...

— Si te interesa mi opinión, tendrían que revisarte el ojo interior —dijo Ron, y tuvieron que contener la risa cuando la profesora Trelawney los miró.

— Ahora me toca a mí... —Ron miró con detenimiento la taza de Harry, arrugando la frente por el esfuerzo. Hay una mancha en forma de sombrero hongo —dijo—. A lo mejor vas a trabajar para el Ministerio de Magia... —Volvió la taza—. Pero por este lado parece más bien como una bellota... ¿Qué es eso? —Cotejó su ejemplar de Disipar las nieblas del futuro—. Oro inesperado, como caído del cielo. Espléndido, me podrás prestar. Y aquí hay algo —volvió a girar la taza— que parece un animal. Sí, si esto es su cabeza... parece un hipo..., no, una oveja...

La profesora Trelawney dio media vuelta al oír la carcajada de Harry.

— Déjame ver eso, querido —le dijo a Ron, en tono recriminatorio, y le quitó la taza de Harry Todos se quedaron en silencio, expectantes.

La profesora Trelawney miraba fijamente la taza de té, girándola en sentido contrario a las agujas del reloj.

— El halcón... querido, tienes un enemigo mortal.— Eso lo sabe todo el mundo —dijo Hermione en un susurro alto. La profesora Trelawney la

miró fijamente—. Todo el mundo sabe lo de Harry y el Innombrable.Harry y Ron la miraron con una mezcla de asombro y admiración. Nunca la habían visto hablar así a un profesor. La profesora Trelawney prefirió no contestar. Volvió a bajar sus grandes ojos hacia la taza de Harry y continuó girándola.

— La cachiporra... un ataque. Vaya, vaya... no es una taza muy alegre...— Creí que era un sombrero hongo —reconoció Ron con vergüenza.— —La calavera... peligro en tu camino...

Toda la clase escuchaba con atención, sin moverse. La profesora Trelawney dio una última vuelta a la taza, se quedó boquiabierta y gritó.

Oyeron romperse otra taza; Neville había vuelto a hacer añicos la suya. La profesora Trelawney se dejó caer en un sillón vacío, con la mano en el corazón y los ojos cerrados.

— Mi querido chico... mi pobre niño... no... Es mejor no decir... no... No me preguntes...— ¿Qué es, profesora? —dijo inmediatamente Dean Thomas. Todos se habían puesto de pie y

rodearon la mesa de Ron, acercándose mucho al sillón de la profesora Trelawney para poder ver la taza de Harry.

— Querido mío —abrió completamente sus grandes ojos—, tienes el Grim.— ¿El qué? —preguntó Harry.

Estaba claro que había otros que tampoco comprendían; Dean Thomas lo miró encogiéndose de hombros, y Lavender Brown estaba anonadada, pero casi todos se llevaron la mano a la boca, horrorizados.

— ¡El Grim, querido, el Grim! —exclamó la profesora Trelawney, que parecía extrañada de que Harry no hubiera comprendido—. ¡El perro gigante y espectral que ronda por los cementerios! Mi querido chico, se trata de un augurio, el peor de los augurios... ¡el augurio de la muerte!.

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El estómago le dio un vuelco a Harry. Aquel perro de la cubierta del libro Augurios de muerte, en Flourish y Blotts, el perro entre las sombras de la calle Magnolia... Ahora también Lavender Brown se llevó las manos a la boca. Todos miraron a Harry; todos excepto Hermione, que se había levantado y se había acercado al respaldo del sillón de la profesora Trelawney.

— No creo que se parezca a un Grim —dijo rotundamente.La profesora Trelawney examinó a Hermione con creciente desagrado.

— Perdona que te lo diga, querida, pero percibo muy poca aura a tu alrededor. Muy poca receptividad a las resonancias del futuro.

Seamus Finnigan movía la cabeza de un lado a otro.

— Parece un Grim si miras así —dijo con los ojos casi cerrados—, pero así parece un burro —añadió inclinándose a la izquierda.

— ¡Cuando terminaràn de decidir si voy a morir o no...! —dijo Harry, sorprendiéndose incluso a sí mismo. Nadie quería mirarlo.

— Creo que hemos concluido por hoy —anunció la profesora Trelawney con su voz más leve—. Sí... por favor; recojan sus cosas” (PA, 88 – 92)

Grindylow

Clasificación del MM: XXEl grindylow es un demonio del agua de color verde pálido que habita en lagos del Reino Unido e Irlanda. Se alimenta de peces pequeños y es hostil con muggles y magos por igual, aunque se sabe de gente del agua que los ha domesticado. El grindylow tiene unos dedos alargados que, aunque pueden hacer presa con una fuerza inusual, se fracturan con facilidad (AF). Tiene cuernos, afilados dientes y se esconde entre las algas. Son vulnerables al hechizo relashio (CF26).Harry se enfrenta a unos grindylows en el lago, en la segunda prueba del Torneo de los Tres Magos (CF27).

El penúltimo examen, la mañana del jueves, fue el de Defensa Contra las Artes Oscuras. El profesor Lupin había preparado el examen más raro que habían tenido hasta la fecha. Una especie de carrera de obstáculos fuera, al sol, en la que tenían que vadear un profundo estanque de juegos que contenía un grindylow; atravesar una serie de agujeros llenos de gorros rojos; chapotear por entre ciénagas sin prestar oídos a las engañosas indicaciones de un hinkypunk; y meterse dentro del tronco de un árbol para enfrentarse con otro boggart.

—Estupendo, Harry —susurró Lupin, cuando el joven bajó sonriente del tronco—. Nota máxima.

Sonrojado por el éxito, Harry se quedó para ver a Ron y a Hermione. Ron lo hizo muy bien hasta llegar al hinkypunk, que logró confundirlo y que se hundiese en la ciénaga hasta la cintura. Hermione lo hizo perfectamente hasta llegar al árbol del boggart. Después de pasar un minuto dentro del tronco, salió gritando.

— ¡Hermione! —dijo Lupin sobresaltado—. ¿Qué ocurre?

—La pro... profesora McGonagall —dijo Hermione con voz entrecortada, señalando al interior

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del tronco—. Me... ¡me ha dicho que me han suspendido en todo!

Costó un rato tranquilizar a Hermione. Cuando por fin se recuperó, ella, Harry y Ron volvieron al castillo. Ron seguía riéndose del boggart de Hermione, pero cuando estaban a punto de reñir, vieron algo al final de las escaleras.(PA, 259; 260)

Griphook DuendeLondres, trabaja en  GringottsDuende que opera el tranvía subterráneo que lleva a los magos a sus bóvedas. 

Griphook

Duende

Londres, trabaja en Gringotts

Duende que opera el tranvía subterráneo que lleva a los magos a sus bóvedas.

Duende de Gringotts. Acompaña a Harry y Hagrid hasta sus respectivas cámaras (PF).

La bóveda setecientos trece no tenía cerradura.

Un paso atrás – dijo Griphook, dándose importancia. Tocó la puerta con uno de sus largos dedos y simplemente desapareció… (PF, 69)

En 1998 es atrapado junto a Ron, Hermione, Harry y Dean por Greyback y compañía, y llevado con el resto a la mansión Malfoy. A petición de Harry, el duende le dice a Bellatrix que la espada que tienen es falsa. Huye de la casa con Dobby, no sin antes caerle un candelabro. Al llegar a Shell Cotagge, Fleur le da Crece-Huesos para sanar sus piernas. Harry le pide ayuda para entrar en Gringotts a la bóveda de los Lestranges. Él acepta a cambio de la espada de Gryffindor, porque dice que fue Godric Gryffindor quien la tomó de Ragnuk el Primero y es propiedad de los duendes. Harry acepta su propuesta. Planean la entrada a Gringotts, en una habitación pequeña que permanecía oscura por petición del duende. Los guía a través del banco Gringotts, hasta la bóveda de los Lestrange, pero cuando llegan los demás duendes aprovecha el momento en que Harry pierde la espada, la toma y huye con la espada (RM26).

El viejo gnomo detrás del mostrador batió palmas y un joven gnomo se acercó.—Necesitare los Clankers, —le dijo al gnomo, que se fue y regreso un momento mas tarde con un bolso de piel que parecía estar lleno de metal entrechocándose, y que entrego a su superior. — ¡Bien, bien! Entonces, si gusta seguirme, Madam Lestrange, —dijo el viejo gnomo, bajándose de su taburete y desapareciendo de la vista—. La llevare a su bóveda.Apareció a la vuelta del extremo del mostrador, trotando felizmente hacia ellos, el contenido del bolso de piel aun resonando. Travers estaba ahora parado absolutamente quieto con la boca completamente abierta. Ron estaba llamando la atención hacia este raro fenómeno al quedarse mirando a Travers totalmente confundido.

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— ¡Espera…Bogrod!Otro gnomo vino dándole la vuelta al mostrador.—Tenemos instrucciones, —dijo con una reverencia hacia Hermione—. Perdóneme, Madam, pero hay instrucciones especiales respecto a la bóveda Lestrange.Le susurro urgentemente al oído de Bogrod, pero el gnomo que estaba bajo la maldición Imperio lo hizo a un lado.—Estoy al tanto de las instrucciones, Madam Lestrange desea visitar su bóveda… Familia muy antigua… viejos clientes… Por aquí, por favor…Y, aun tintineando, se apresuró hacia una de las muchas puertas que conducían fuera del vestíbulo. Harry miro atrás hacia Travers, que estaba aún paralizado en el sitio luciendo anormalmente ausente, y tomo una decisión. Con un golpe de su varita hizo que Travers los acompañara, caminando mansamente en su avanzar mientras alcanzaban la puerta y pasaban al estrecho pasillo de piedra más allá, que estaba débilmente iluminado con antorchas.—Estamos en problemas, ellos sospechan, —dijo Harry mientras la puerta se cerraba de golpe detrás de ellos y se quitaba la capa de invisibilidad. Griphook salto desde sus hombros, ni Travers ni Bogrod mostraron la más mínima sorpresa por la repentina aparición de Harry Potter entre ellos. —Están bajo la maldición Imperio, —agrego, en respuesta a las preguntas confundidas de Hermione y Ron acerca de Travers y Bogrod, que estaban ahora allí parados luciendo perplejos. —No creo haberlo hecho lo suficientemente fuerte, No lo sé…Y otro recuerdo atravesó su memoria, sobre la verdadera Bellatrix Lestrange chillándole cuando por primera vez intento usar una maldición imperdonable. ¡Tienes que sentirlas, Potter!— ¿Qué hacemos—pregunto Ron—. ¿Nos vamos ahora, cuando aún podemos?—Si es que podemos, —dijo Hermione, mirando detrás hacia la puerta del vestíbulo principal, tras la cual quien podía saber lo que estaba ocurriendo.—Hemos llegado hasta aquí, digo que continuemos, —dijo Harry.— ¡Vale!, —dijo Griphook—. Entonces, necesitamos a Bogrod para controlar el carro, yo ya no tengo la autoridad. Pero no habrá lugar para el mago.Harry apunto su varita hacia Travers.— ¡Imperio!El mago se dio la vuelta y camino hacia el oscuro camino con un paso elegante.— ¿Qué estas obligándolo a hacer?—Esconderse, —dijo Harry mientras apuntaba su varita hacia Bogrod, que silbo y un pequeño carro apareció, saliendo de la oscuridad, acercándose por los rieles hacia ellos. Harry estaba seguro que podía escuchar gritos detrás de ellos en el vestíbulo mientras se subían, Bogrod al frente con Griphook, Harry, Ron y Hermione apretados en la parte de atrás.Con un tirón el carro se puso en marcha, ganando velocidad. Pasaron volando por un lado de Travers, que estaba retorciéndose en una grieta en la pared, entonces el carro empezó a girar y dar vueltas por los pasillos como laberintos, yendo hacia abajo todo el tiempo. Harry no podía escuchar nada por sobre el traqueteo del carro sobre las vías. Su cabello volaba detrás de él mientras se desviaban entre estalactitas, volando aun mas profundo en la tierra, pero evito echar un vistazo hacia atrás. Tal vez estaban dejando enormes huellas detrás de ellos, entre más pensaba en ello, más tonto le parecía haber disfrazado a Hermione como Bellatrix, haber traído con ellos la varita de Bellatrix, cuando los mortifagos sabían quien la había robado…(RM, 449)“Harry nunca había llegado a unos niveles tan profundos de Gringotts; tanto era así que, al tomar

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abruptamente una curva muy cerrada, vio ante ellos una cascada que caía sobre las vías, imposible de esquivar. Oyó como Griphook gritaba, pero no había forma de frenar y la atravesaron a una velocidad vertiginosa. A Harry le entró agua en los ojos y la boca; no veía nada ni podía respirar. Acto seguido, el carro dio un violento sacudón, volcó y todos salieron despedidos. El muchacho oyó como el vehículo se hacía añicos contra la pared y el chillido de Hermione, mientras él planeaba como si fuera ingrávido hasta posarse suavemente en el suelo rocoso del pasillo.

- Encantamiento amortiguador – farfulló Hermione mientras Ron la ayudaba a levantarse” (RM, 451)

-

Hedwig LechuzaLa Lechucería, castillo de  Hogwarts y número 4 de Privet Drive La lechuza blanca de Harry, se la compró Hagrid en el Emporio de las lechuzas en el

callejón Diagon (SS5).

Hedwig"Tiene usted una lechuza muy inteligente..." -- Tom, el tabernero de El Caldero Chorreante 

Hedwig es una gran, lechuza hembra blanca, que fue comprada para Harry por Hagrid como un regalo de cumpleaños el 31 de Julio de 1991. Hagrid la compró en el callejón Diagon, en el Emporio de las Lechuzas (PF5);

—Sólo falta la varita... Ah, sí, y todavía no te he buscado un regalo de cumpleaños.

Harry sintió que se ruborizaba.

—No tienes que...

—Sé que no tengo que hacerlo. Te diré qué será, te compraré un animal. No un sapo, los sapos pasaron de moda hace años, se burlarán... y no me gustan los gatos, me hacen estornudar. Te voy a regalar una lechuza. Todos los chicos quieren tener una lechuza. Son muy útiles, llevan tu correspondencia y todo lo demás.

Veinte minutos más tarde, salieron del Emporio de la Lechuza, que era oscuro y lleno de ojos brillantes, susurros y aleteos. Harry llevaba una gran jaula con una hermosa lechuza blanca, medio dormida, con la cabeza debajo de un ala.

Y no dejó de agradecer el regalo, tartamudeando como el profesor Quirrell.

—Ni lo menciones —dijo Hagrid con aspereza—. No creo que los Dursley te hagan muchos regalos. Ahora nos queda solamente Ollivander, el único lugar donde venden varitas, y tendrás la

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mejor.(PF, 73)

Harry encontró ese nombre en su libro Historia de la Magia (PF6).

Harry se quedaba en su habitación, con su nueva lechuza por compañía. Decidió llamarlaHedwig, un nombre que encontró en Una historia de la magia. Los libros del colegio eran muy interesantes. Por la noche leía en la cama hasta tarde, mientras Hedwig entraba y salía a su antojo por la ventana abierta. Era una suerte que tía Petunia ya no entrara en la habitación, porque Hedwig llevaba ratones muertos. Cada noche, antes de dormir, Harry marcaba otro día en la hoja de papel que tenía en la pared, hasta el uno de septiembre (PF, 79)

Tiene ojos color ámbar (PM).

—Hedwig —dijo un poco triste—, tendrás que desaparecer una semana. Vete con Errol. Ron cuidará de ti. Voy a escribirle una nota para darle una explicación. Y no me mires así.Hedwig lo miraba con sus grandes ojos ambarinos, con reproche.—No es culpa mía. No hay otra manera de que me permitan visitar Hogsmeade con Ron y Hermione. (PA, 23)

La lechuza blanca, o también conocida como lechuza fantasma, no es nativa de Gran Bretaña. Esta raza de lechuzas son muy silenciosas y diurnas, por lo que los paseos nocturnos de Hedwig y sus frecuentes chillidos se tratan de su gran capacidad mágica. La de Harry es la única lechuza blanca en Hogwarts, lo que da a Harry cierto prestigio (JKR).

Hedwig lleva mensajes para Harry: a Hagrid (PF8),

Hedwig no le había llevado nada hasta aquel día. Algunas veces volaba para mordisquearle una oreja y conseguir una tostada, antes de volver a dormir en la lechucería, con las otras lechuzas del colegio. Sin embargo, aquella mañana pasó volando entre la mermelada y la azucarera y dejó caer un sobre en el plato de Harry Este lo abrió de inmediato.Querido Harry (decía con letra desigual), sé que tienes las tardes del viernes libres, así que ¿te gustaría venir a tomar una taza de té conmigo, a eso de las tres? Quiero que me cuentes todo lo de tu primera semana.Envíame la respuesta con Hedwig.HagridHarry cogió prestada la pluma de Ron y contestó: «Sí, gracias, nos veremos más tarde», en la parte de atrás de la nota, y la envió con Hedwig. (PF, 114, 115)Entonces, durante un desayuno, Hedwig entregó a Harry otra nota de Hagrid. Sólo decía: «Está a punto de salir». (PF, 195)Se oyó un golpe en la ventana oscura.— ¡Es Hedwig! —dijo Harry, corriendo para dejarla entrar—. ¡Debe de traer la respuesta de Charlie!Los tres juntaron las cabezas para leer la carta.Querido Ron:¿Cómo estás? Gracias por tu carta. Estaré encantado de quedarme con el ridgeback noruego, pero no será fácil traerlo aquí. Creo que lo mejor será hacerlo con unos amigos que vienen a visitarme la semana que viene. El problema es que no deben verlos llevando un dragón ilegal. ¿Podríais

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llevar al ridgeback noruego a la torre más alta, la medianoche del sábado? Ellos se encontrarán contigo allí y se lo llevarán mientras dure la oscuridad.Envíame la respuesta lo antes posible.Besos,Charlie (PF, 198)De los Dursley (CS12),En aquel momento, Hedwig aterrizó en el dormitorio, llevando en el pico un paquete muy pequeño.—Hola —dijo contento Harry, cuando la lechuza se posó en su cama—, ¿me hablas de nuevo?La lechuza le picó en la oreja de manera afectuosa, gesto que resultó ser mucho mejor regalo que el que le llevaba, que era de los Dursley. Éstos le enviaban un mondadientes y una nota en la que le pedían que averiguara si podría quedarse en Hogwarts también durante las vacaciones de verano. (CS, 186)

Y de Hermione, incluso cuando ella estaba de vacaciones en Francia (PA1).

Harry volvió al lugar en que descansaban las otras lechuzas. Una de ellas (una hembra grande y blanca como la nieve) era su propia Hedwig. También llevaba un paquete y parecía muy satisfecha de sí misma. Dio a Harry un picotazo cariñoso cuando le quitó la carga, y luego atravesó la habitación volando para reunirse con Errol. (PA, 12)Cogió el paquete que había llevado Hedwig.También contenía un regalo envuelto en papel, una tarjeta y una carta, esta vez de Hermione:Querido Harry:Ron me escribió y me contó lo de su conversación telefónica con tu tío Vernon.Espero que estés bien.En estos momentos estoy en Francia de vacaciones y no sabía cómo enviarte esto (¿y si lo abrían en la aduana?), ¡pero entonces apareció Hedwig! Creo que quería asegurarse de que, para variar, recibías un regalo de cumpleaños. El regalo te lo he comprado por catálogo vía lechuza. Había un anuncio en El Profeta (me he suscrito, hay que estar al tanto de lo que ocurre en el mundo mágico). ¿Has visto la foto que salió de Ron y su familia hace una semana? Apuesto a que está aprendiendo montones de cosas, me muero de envidia... los brujos del antiguo Egipto eran fascinantes.Aquí también tienen un interesante pasado en cuestión de brujería. He tenido que reescribir completa la redacción sobre Historia de la Magia para poder incluir algunas cosas que he averiguado. Espero que no resulte excesivamente larga: comprende dos pergaminos más de los que había pedido el profesor Binns.Ron dice que irá a Londres la última semana de vacaciones. ¿Podrías ir tú también?¿Te dejarán tus tíos? Espero que sí. Si no, nos veremos en el expreso de Hogwarts el 1 de septiembre.Besos de HermionePosdata: Ron me ha dicho que Percy ha recibido el Premio Anual. Me imagino que Percy estará en una nube. A Ron no parece que le haga mucha gracia.Harry volvió a sonreír mientras dejaba a un lado la carta de Hermione y cogía el regalo.Pesaba mucho. Conociendo a Hermione, estaba convencido de que sería un gran libro lleno de difíciles embrujos, pero no. El corazón le dio un vuelco cuando quitó el papel y vio un estuche de cuero negro con unas palabras estampadas en plata: EQUIPO DE MANTENIMIENTO DE ESCOBAS VOLADORAS.— ¡Ostras, Hermione! —murmuró Harry, abriendo el estuche para echar un vistazo.Contenía un tarro grande de abrillantador de palo de escoba marca Fleetwood, unas tijeras especiales de plata para recortar las ramitas, una pequeña brújula de latón para los viajes largos en escoba y un Manual de mantenimiento de la escoba voladora. (PA, 14-16)

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Ella es una extremadamente competente lechuza mensajera.

Donde quiera que Dumbledore estaba, Harry estaba seguro que Hedwig sería capaz de encontrarlo; la lechuza de Harry nunca ha fallado en llevar una carta a alguien, incluso sin tener una dirección (CF1)En cuanto a lo de informar al director, Harry no tenía la más remota idea de adónde iba Dumbledore en sus vacaciones de verano. Por un instante le divirtió imaginárselo, con su larga barba plateada, túnica talar de mago y sombrero puntiagudo, tumbándose al sol en una playa en algún lugar del mundo y dándose loción protectora en su curvada nariz. Pero, dondequiera que estuviera Dumbledore, Harry estaba seguro de que Hedwig lo encontraría: la lechuza de Harry nunca había dejado de entregar una carta a su destinatario, aunque careciera de dirección. Pero ¿qué pondría en ella?Querido profesor Dumbledore: Siento molestarlo, pero la cicatriz me ha dolido esta mañana. Atentamente, Harry Potter. (CF, 26)

Hedwig no es una lechuza normal. Ella es extremadamente inteligente y comunica sus sentimientos hacia Harry con picotazos cariñosos o miradas de reproche. Ella puede entender lo que dicen los humanos:—"Hedwig" —dijo un poco triste—, "tendrás que desaparecer una semana. Vete con Errol. Ron cuidará de ti. Voy a escribirle una nota para darle una explicación. Y no me mires así. -- Hedwig lo miraba con sus grandes ojos ambarinos, con reproche. -- "No es culpa mía. No hay otra manera de que me per¬mitan visitar Hogsmeade con Ron y Hermione." (PA, 23)

Ella anticipa las necesidades de Harry también. Ella quería asegurarse de que Harry recibiera algunos regalos de cumpleaños, entonces ella viajo a Francia para contactar a Hermione (PA1) y apareció en el Caldero Chorreante solo unos minutos después de que Harry llegara allá en el Autobús Noctámbulo, incluso cuando él la había mandado por una semana para que se quedara con Ron (PA)Dentro había una cama de aspecto muy cómodo, algunos muebles de roble con mucho barniz, un fuego que crepitaba alegremente y, encaramada sobre el armario...— ¡Hedwig! —exclamó Harry.La blanca lechuza dio un picotazo al aire y se fue volando hasta el brazo de Harry.—Tiene una lechuza muy lista —dijo Tom con una risita—. Ha llegado unos cinco minutos después de usted. Si necesita algo, señor Potter, no dude en pedirlo.(PA, 43)

En Hogwarts, Hedwig vive en la Lechucería. Incluso cuando ella no tiene un mensaje para Harry, ella va con el resto de las lechuzas al gran comedor para picotear su oreja y obtener un poco de tostada, antes de ir a dormir por el resto del día (PF8).Hedwig no le había llevado nada hasta aquel día. Algunas veces volaba para mordisquearle una oreja y conseguir una tostada, antes de volver a dormir en la lechucería, con las otras lechuzas del colegio. (PF, 116)

A finales de Julio de 1997, durante la huída de Privet Drive, una maldición proveniente de uno de los Mortífagos cae sobre Hedwig, matándola (RM4).

—Espera un momento —terció Hagrid mirando alrededor—. ¿Dónde está Hedwig?—Le… le dieron. —El recuerdo de lo ocurrido lo golpeó fuerte; Harry se avergonzó de sí mismo y sus ojos se anegaron en lágrimas. La lechuza había sido su compañera, su único vínculo con el mundo mágico cada vez que se veía obligado a volver a casa de los Dursley.

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Hagrid le dio unas palmadas de ánimo en el hombro.

—No importa, no importa —dijo con brusquedad—. Tuvo una buena vida… (RM, 66)

Nota:Según la revista National Geographic España (diciembre 2002), Hedwig es un ejemplar de búho nival:"J.K. Rowling, autora de Harry Potter, eligió un búho nival como mascota del héroe huérfano. Rápidos, fuertes, bellos e incansables defensores de sus pequeños, estos símbolos alados del Ártico resultan fascinantes tanto para los aprendices de mago como para los científicos."

Sin duda, el ejemplar usado en las películas es un búho nival.

Hermes LechuzaLa madriguera lechuza que pertenece a Percy Weasley. Es usado para llevar mensajes a Penélope y durante la pela con su familia para mandarle mensajes a Ron, felicitándolo por su prefectura e instándolo en alejarse de Harry.

—De cualquier manera, estoy muy contento de que hayamos podido rescatarte —dijo Ron—. Me estaba preocupando que no respondieras a mis cartas. Al principio le echaba la culpa a Errol...

— ¿Quién es Errol?

—Nuestra lechuza macho. Pero está viejo. No sería la primera vez que le da un colapso al hacer una entrega. Así que intenté pedirle a Percy que me prestara a Hermes...

— ¿Quién?

—La lechuza que nuestros padres compraron a Percy cuando lo nombraron prefecto —dijo Fred desde el asiento delantero.

—Pero Percy no me la quiso dejar —añadió Ron—. Dijo que la necesitaba él.

—Este verano, Percy se está comportando de forma muy rara —dijo George, frunciendo el entrecejo—. Ha estado enviando montones de cartas y pasando muchísimo tiempo encerrado en su habitación... No puede uno estar todo el día sacando brillo a la insignia de prefecto. Te estás desviando hacia el oeste, Fred —añadió, señalando un indicador en el salpicadero. Fred giró el volante.” (CS, 33)

Hokey Elfina doméstica Vieja elfina a las ordenes de Epzibah Smith. Voldemort asesinó a su dueña, y Hokey fue acusada del crimen, por lo que pasó el resto de sus días en Azkaban (PM).

Y ahora ha llegado el momento de oír a Hokey, la elfina doméstica que trabajaba para una bruja muy anciana y muy rica llamada Hepzibah Smith.

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Dumbledore golpeó la botella con su varita, el corcho salió disparado y el director vertió el recuerdo en el pensadero.—Tú primero, Harry.Harry se levantó y se inclinó una vez más sobre aquella ondulada y plateada superficie líquida hasta que su cara la tocó. Se precipitó por un oscuro vacío y aterrizó en un salón frente a una anciana gordísima. Ésta llevaba una elaborada peluca pelirroja y una túnica rosa brillante, cuyos pliegues se desparramaban a su alrededor de tal forma que la mujer parecía un pastel de helado derretido. Se estaba mirando en un espejito con joyas incrustadas y se aplicaba colorete en las mejillas, que ya tenía muy rojas, con una gran borla, mientras la elfina doméstica más vieja y diminuta que Harry había visto jamás le calzaba en los regordetes pies unas ceñidas zapatillas de raso. — ¡Date prisa, Hokey!—la apremió Hepzibah—. ¡Dijo que vendría a las cuatro! ¡Sólo faltandos minutos y nunca ha llegado tarde!La anciana guardó la borla de colorete y la elfina doméstica se enderezó. La cabeza de la sirvienta apenas llegaba a la altura del taburete de Hepzibah y la apergaminada piel le colgaba igual que la áspera sábana de lino que llevaba puesta como si fuera una toga.— ¿Cómo estoy? —preguntó Hepzibah, y movió la cabeza para admirar su cara en el espejo desde diversos ángulos.—Preciosa, señora —dijo Hokey con voz chillona.Seguramente el contrato de Hokey especificaba que debía mentir con descaro cada vez que le hicieran esa pregunta, porque Hepzibah Smith, en opinión de Harry, no tenía nada de preciosa.Se oyó el tintineo de una campanilla y tanto el ama como la elfina dieron un respingo.— ¡Rápido, rápido! ¡Ya está aquí, Hokey! —exclamó Hepzibah, y la elfina se escabulló de la habitación, que estaba tan abarrotada de objetos que costaba creer que alguien pudiese andar por allí sin derribar al menos una docena de cosas: había armarios repletos de cajitas lacadas, estanterías llenas de libros repujados en oro, estantes con esferas y globos celestes y exuberantes plantas en recipientes de bronce. De hecho, la habitación parecía una mezcla de tienda de antigüedades y jardín de invierno.La elfina regresó pasados unos momentos, seguida de un joven alto al que Harry reconoció sin dificultad: era Voldemort. Vestido con un sencillo traje negro, llevaba el pelo un poco más largo que cuando estudiaba en el colegio y tenía las mejillas hundidas, pero todo eso le sentaba bien; estaba más atractivo que nunca. Sorteó los diversos objetos diseminados por la habitación con una soltura que indicaba que conocía el lugar y se inclinó sobre la regordeta mano de Hepzibah para rozarla con los labios.—Le he traído flores —dijo con voz queda, y creó un ramo de rosas de la nada.— ¡Qué pillín! ¡No hacía ninguna falta! —repuso la anciana Hepzibah con voz chillona, pero Harry se fijó en que había un jarrón vacío dispuesto en la mesita más cercana—. Me mimas demasiado, Tom. Pero siéntate, siéntate. ¿Dónde está Hokey? Ah, aquí…La elfina apareció presurosa con una bandeja de pastelitos que dejó al alcance de su ama.—Sírvete tú mismo, Tom —ofreció Hepzibah—, sé que te encantan mis pasteles. Cuéntame, ¿cómo estás? Te veo pálido. En esa tienda te hacen trabajar demasiado, te lo he dicho cien veces… —Voldemort sonrió como un autómata y Hepzibah compuso una sonrisa tonta—. Y bien, ¿a qué se debe tu visita esta vez? —preguntó pestañeando con coquetería.—El señor Burke quiere mejorar su oferta por esa armadura fabricada por duendes —contestó Voldemort—. Le ofrece quinientos galeones. Dice que es una suma más que razonable…— ¡Espera, espera! No tan deprisa, o pensaré que sólo vienes a verme por mis alhajas — repuso Hepzibah haciendo pucheros.—Me envían aquí por ellas —repuso Voldemort con calma—. Señora, yo sólo soy un pobre dependiente que hace lo que le mandan. El señor Burke quiere que le pregunte…— ¡Uy, el señor Burke! ¡Tonterías!—lo cortó Hepzibah con un floreo de la mano—. ¡Voy a enseñarte una cosa que nunca le he mostrado al señor Burke! ¿Sabes guardar un secreto, Tom?

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¿Me prometes que no le dirás que lo tengo? ¡Él no me dejaría en paz si supiera que te lo he enseñado, pero no pienso vendérselo a Burke ni a nadie! Pero tú, Tom, seguro que lo valorarás por su historia y no por los galeones que podrías conseguir con él…—Será un placer ver cualquier cosa que la señora Hepzibah tenga a bien enseñarme —replicó el joven sin alterar el tono, y Hepzibah soltó otra risita ingenua.—Le pedí a Hokey que lo trajera… ¿Dónde estás, Hokey? Quiero enseñarle al señor Ryddle nuestro tesoro más valioso. Mira, ya que estamos en ello, trae los dos…—Aquí tiene, señora —dijo la estridente voz de la elfina, y Harry vio dos cajas de piel, una encima de otra, que cruzaban la habitación como por voluntad propia, aunque sabía que la diminuta elfina las sostenía encima de la cabeza mientras se abría paso entre mesas, pufs y taburetes.—Eso es —dijo Hepzibah con jovialidad, y cogió las cajas, se las puso sobre el regazo y se dispuso abrir la primera—. Me parece que esto te va a gustar, Tom… ¡Si mi familia supiera que te la he enseñado…! Están deseando apropiársela.La mujer abrió la tapa. Harry se acercó un poco y distinguió lo que parecía una pequeña copa de oro con dos asas finamente cinceladas.—A ver si sabes qué es, Tom. Cógela y examínala —susurró Hepzibah.Voldemort tendió su mano de largos dedos e, introduciendo el índice por un asa, levantó la copa con cuidado de su mullido envoltorio de seda. A Harry le pareció percibir un destello rojo en los oscuros ojos de Voldemort. Curiosamente, su expresión de codicia se reflejaba en el rostro de Hepzibah, cuyos diminutos ojos estaban clavados en las hermosas facciones del joven.—Un tejón —murmuró Voldemort al examinar el grabado de la copa—. Eso significa que pertenecía a…— ¡Helga Hufflepuff, como tú bien sabes porque eres un chico muy inteligente! —exclamó Hepzibah. Se inclinó hacia delante con un crujido de corsés y le pellizcó la hundida mejilla—.¿Nunca te he dicho que soy descendiente suya? Esta copa lleva años pasando de padres a hijos. ¿Verdad que es preciosa? Además, dicen que posee poderes asombrosos, pero eso nunca lo he comprobado porque siempre la he tenido guardada aquí, a salvo…Recuperó la copa, sostenida por el largo dedo índice de Voldemort, y la devolvió con cuidado a su caja, esforzándose en colocarla en su posición original, de modo que no reparó en la sombra que cruzó el semblante del joven al quedarse sin la copa.—A ver —prosiguió Hepzibah con alegría—, ¿dónde está Hokey? ¡Ah, sí, aquí estás! Esta ya puedes llevártela…La elfina, obediente, la cogió y Hepzibah dirigió su atención a la otra caja, bastante más plana.—Me parece que esto te va a gustar aún más, Tom —susurró—. Acércate un poco, querido, para que puedas ver… Burke sabe que lo tengo, desde luego. Se lo compré a él y creo que no me equivoco si digo que le encantaría recuperarlo el día que yo me vaya…Deslizó el delgado y afiligranado cierre y abrió la caja. Sobre el liso terciopelo encarnado había un voluminoso guardapelo de oro.Esta vez Voldemort tendió la mano antes de que lo invitaran a hacerlo, cogió el guardapelo, lo acercó a la luz y lo examinó con gran atención.—La marca de Slytherin —murmuró con embeleso mientras la luz arrancaba destellos a una ornamentada «S».— ¡Exacto!—confirmó Hepzibah, complacida por el interés del joven—. Me costó una fortuna, pero no podía dejar escapar semejante tesoro; tenía que conseguirlo para mi colección. Al parecer, Burke se lo compró a una andrajosa que seguramente lo había robado, aunque no tenía ni idea de su verdadero valor…Esta vez no hubo ninguna duda: los ojos de Voldemort lanzaron un destello rojo al escuchar aquellas palabras, y Harry vio cómo apretaba con fuerza el puño con que asía la cadena del guardapelo.—Supongo que Burke le pagó una miseria, pero ya lo ves… ¿Verdad que es precioso? Y también se le atribuyen todo tipo de poderes, aunque yo me limito a tenerlo bien guardadito aquí…

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Estiró el brazo para recuperar el guardapelo. Por un instante Harry pensó que Voldemort no lo soltaría, pero la cadena se le deslizó entre los dedos y finalmente la joya volvió a reposar en el terciopelo rojo.— ¡Ya lo has visto, querido Tom, y espero que te haya gustado! —Hepzibah lo miró a los ojos, radiante, pero de pronto su sonrisa flaqueó—. ¿Te encuentras bien, querido?—Sí, sí —dijo Voldemort con un hilo de voz—. Sí, estoy perfectamente…—Pero me ha parecido… —replicó la mujer con un fugaz matiz de inquietud—. Bueno, habrá sido un efecto óptico. —Harry dedujo que ella también había vislumbrado aquel destello rojo en los ojos de Voldemort—. Toma, Hokey, llévate estas cajas y guárdalas bajo llave… y haz los sortilegios de siempre.—Tenemos que irnos, Harry —anunció Dumbledore con voz queda, y en tanto la pequeña elfina se alejaba con las cajas, el anciano profesor volvió a agarrar a Harry por el brazo y juntos se elevaron, se sumieron en aquella misteriosa negrura y regresaron al despacho del director.—Hepzibah Smith murió dos días después de esa breve escena —explicó Dumbledore mientras volvía a su asiento e indicaba a Harry que se sentara también—. El ministerio condenó aHokey por el envenenamiento accidental del chocolate de su ama.— ¡No puedo creerlo! —exclamó Harry, indignado.—Veo que somos de la misma opinión. Ciertamente, hay varias coincidencias entre esa muerte y la de los Ryddle. En ambos casos culparon a otra persona, a alguien que recordaba con claridad haber causado la muerte…— ¿Hokey confesó?—Recordaba haber puesto algo en el chocolate de su ama que resultó no ser azúcar, sino un veneno mortal poco conocido. Y llegaron a la conclusión de que la elfina no lo había puesto a propósito, sino que como era muy anciana y muy despistada…— ¡Voldemort modificó su memoria, igual que hizo con Morfin!—Sí, ésa es la conclusión a la que llegué yo también. Pero, como en el caso de Morfin, el ministerio estaba predispuesto a sospechar de Hokey…—… porque era una elfina doméstica —terminó Harry. Pocas veces había estado más de acuerdo con la sociedad que había creado Hermione, la PEDDO.—Exacto —confirmó Dumbledore—. Era muy mayor y como admitió haber puesto algo en la bebida, nadie del ministerio se molestó en seguir investigando. Igual que en el caso de Morfin, cuando di con ella y conseguí extraerle ese recuerdo, la elfina estaba a punto de morir; pero, como comprenderás, lo único que demuestra su recuerdo es que Voldemort conocía la existencia de la copa y el guardapelo.«Cuando condenaron a Hokey, la familia de Hepzibah ya sabía que faltaban dos de los más preciados tesoros de la anciana bruja. Tardaron un tiempo en averiguarlo porque la mujer tenía muchos escondites; siempre había guardado celosamente su colección. Pero, antes de que los parientes comprobaran que la copa y el guardapelo habían desaparecido, el dependiente que trabajaba en Borgin y Burkes, aquel joven que había visitado a menudo a Hepzibah y la había conquistado con sus encantos, dejó su empleo y se marchó. Los dueños de la tienda ignoraban adónde había ido y estaban tan asombrados como todo el mundo de su marcha. Y durante mucho tiempo nadie volvió a ver ni oír hablar de Tom Ryddle__(PM, 401- 407)

Hombres lobo

Clasificación del Ministerio de Magia: XXXXX

Los hombres lobo existen en el mundo entero y tradicionalmente han sido parias en las comunidades mágicas de las que a menudo provienen. Los magos y brujas que se dedican con frecuencia a cazar o estudiar a estas criaturas corren mayor riesgo de ser atacados que el muggle de a pie. A finales del siglo XIX la gran autoridad en hombres lobo, el profesor Marlowe Forfang,

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emprendió el primer estudio en profundidad de sus hábitos. Se dio cuenta de que casi todos los que consiguió estudiar e interrogar habían sido magos antes de ser mordidos. También se enteró a través de los hombres lobo que el "sabor" de los muggles es diferente al de los magos, y que tienen tendencia a morir de sus heridas con más facilidad, mientras que las brujas y los magos sobreviven y se convierten en hombres lobo.

Las políticas del Ministerio de Magia en relación a los hombres lobo siempre han sido confusas e ineficientes. El Código de Conducta de los Hombres Lobo fue creado en 1637 y todos los hombres lobo debían firmarlo prometiendo no atacar a nadie, encerrándose de forma segura todos los meses. No es sorprendente que nadie firmara este código, ya que nadie estaba dispuesto a entrar en el ministerio y admitir que era un hombre lobo. Este era un problema que también afectó más tarde al Registro de los Hombres Lobo. Durante años, este Registro de Hombres Lobo, en el que todos los hombres lobo debían introducir su nombre y datos personales, ha seguido siendo incompleto y poco fiable, porque muchos de los que habían sido mordidos recientemente intentaban esconder su situación y así escapar de la inevitable vergüenza y exilio. Durante años a los hombres lobo se les ha clasificado entre las divisiones de bestias y de seres del departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas, porque nadie parecía poder decidir si un hombre lobo debía ser clasificado como humano o como bestia. Incluso en algún momento, el Registro de Hombres Lobo y la Unidad de Captura de Hombres Lobo estaban dentro de la división de bestias, mientras que a la vez los Servicios de Apoyo a los Hombres Lobo estaban establecidos en la división de seres. Nunca se presentó nadie para pedir servicios de ayuda, de igual manera que nadie firmó el registro, y al final fue cerrado.</p><p>Para convertirse en hombre lobo, a uno le tiene que morder un hombre lobo convertido en lobo durante la luna llena. Cuando la saliva del hombre lobo se mezcla con la sangre de la víctima es cuando llega la infección.

Los numerosos mitos y leyendas en relación con los hombres lobo son en su mayor parte falsos, aunque algunos contienen un ápice de verdad. Las balas de plata no matan a los hombres lobo, pero un emplasto de polvo de plata y de díctamo aplicado a una mordedura reciente "sellará" la herida y le impedirá a la víctima morirse desangrada (aunque se oyen historias trágicas de víctimas que ruegan que las dejen morir antes de vivir como hombres lobo).

En la segunda mitad del siglo XX, inventaron varias pociones para paliar los efectos de la licantropía. La más conocida fue la poción de acónito

La transformación mensual de un hombre lobo es extremadamente dolorosa si se deja sin tratar, y normalmente es precedida y seguida por unos días de palidez y de mala salud. Cuando se está transformado en lobo, el licántropo pierde totalmente su sentido humano del bien y el mal. Sin embargo, es incorrecto afirmar que (como muchas autoridades en la materia han hecho, especialmente el profesor Emerett Picardy en su libro "Anarquía lupina: por qué los licántropos no se merecen Vivir) que sufren una pérdida permanente de la moralidad. Cuando son humanos, los licántropos, pueden ser tan buenos o amables como cualquiera. También pueden ser peligrosos incluso cuando son humanos, como es el caso de Fenrir Greyback, que intenta morder y mutilar incluso cuando es humano y se afila las uñas dándoles forma de garra para hacerlo.

Si es atacada por un hombre lobo que todavía tiene forma humana, la víctima podría desarrollar una serie de leves características lobunas como un cierto gusto por la carne poco hecha, pero aparte de esto no debería haber problemas o efectos perniciosos a largo plazo. Sin embargo, cualquier mordedura o arañazo de un hombre lobo dejará cicatrices permanentes, independientemente de si él o ella tenía forma de lobo o no durante el ataque.

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Cuando está transformado, la apariencia del hombre lobo es casi indistinguible del verdadero lobo, aunque el morro puede ser un poco más corto y las pupilas más pequeñas (en los dos casos “más humanos”) y la cola más corta en vez de grande y de pelo largo. La verdadera diferencia es el comportamiento. Los verdaderos lobos no son muy agresivos, y las autoridades mágicas ahora creen que la mayoría de los cuentos clásicos que los representan como depredadores estúpidos hablan en realidad de hombres lobos, no de lobos de verdad. Un lobo no atacaría a un humano excepto en circunstancias excepcionales. El hombre lobo, sin embargo, ataca a los humanos casi exclusivamente y no representa casi ningún peligro para otras criaturas.

Los hombres lobo generalmente se reproducen atacando a otros humanos. El estigma de los hombres lobo ha sido tan fuerte durante los siglos que muy pocos se han casado y han tenido hijos. Sin embargo, no se ha visto ningún signo de que la licantropía haya pasado a los hijos de los que se han casado con humanos.

Una curiosidad de la licantropía es que si dos hombres lobos se encuentran y se aparean durante la luna llena (algo que es muy difícil que pase y de hecho se sabe que solo ha ocurrido dos veces) el resultado de este apareamiento son cachorros de lobo que tienen un aspecto total de lobos de verdad excepto su gran inteligencia. No son más agresivos que los lobos normales y no atacan exclusivamente a humanos. Una de estas camadas fue liberada, bajo condiciones de extremo secreto, en el Bosque Prohibido de Hogwarts, con el permiso de Albus Dumbledore. Los cachorros se convirtieron en bellos lobos con una inteligencia inusual y algunos de ellos aún viven allí, lo que ha dado lugar a historias sobre “hombres lobo” en el bosque que ninguno de los profesores o de los guardabosques ha tenido interés en desmentir puesto que ayudan a mantener a los estudiantes alejados del bosque, una consecuencia muy deseable para ellos.

 

Los hombres lobo viven por todo el mundo, aunque se cree que surgieron en el norte de Europa. Las personas se transforman en hombres lobo sólo cuando les muerde uno de ellos. No se conoce ninguna cura, aunque algunos desarrollos recientes en la preparación de pociones han conseguido aliviar los peores síntomas. Una vez al mes, cuando hay luna llena, el mago o muggle afectado se transforma en una bestia asesina, no importa lo normal y cuerdo que sea en otras circunstancias. Es prácticamente la única criatura fantástica que se dedica de manera activa a cazar a seres humanos, pues los prefiere a cualquier otra presa (AF). Las mordeduras de hombre lobo deberían ser limpiadas bien y de forma mágica, ya que los colmillos de los hombres lobo son venenosos. Sin embargo, no existe cura una vez que te has convertido en hombre lobo, así que intenta evitar que te muerdan cueste lo que cueste (P).Existe un Registro de Hombres Lobo desde 1947 (AF), aunque en los años sesenta todavía no era muy efectivo (P). También son conocidos como licántropos; Remus Lupin es un hombre lobo (PA);

— ¡NO!—gritó Hermione—. Harry, no te fíes de él. Ha ayudado a Black a entrar en el castillo. También él quiere matarte. ¡Es un hombre lobo!Se hizo un vibrante silencio. Todos miraban a Lupin, que parecía tranquilo, aunque estaba muy pálido.—Estás acertando mucho menos que de costumbre, Hermione —dijo—. Me temo que sólo una de tres. No es verdad que haya ayudado a Sirius a entrar en el castillo, y te aseguro que no quiero matar a Harry... —Se estremeció visiblemente—. Pero no negaré que soy un hombre lobo.Ron hizo un esfuerzo por volver a levantarse, pero se cayó con un gemido de dolor. Lupin se le acercó preocupado, pero Ron exclamó:

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— ¡Aléjate de mí, licántropo!Lupin se paró en seco. Y entonces, con un esfuerzo evidente, se volvió a Hermione y le dijo:— ¿Cuánto hace que lo sabes?—Siglos —contestó Hermione—. Desde que hice el trabajo para el profesor Snape.—Estará encantado —dijo Lupin con poco entusiasmo—. Os puso ese trabajo para que alguno de vosotros se percatara de mis síntomas. ¿Comprobaste el mapa lunar y te diste cuenta de que yo siempre estaba enfermo en luna llena? ¿Te diste cuenta de que el boggart se transformaba en luna al verme?—Las dos cosas —respondió Hermione en voz baja.Lupin lanzó una risa forzada.

—Nunca he conocido una bruja de tu edad tan inteligente, Hermione. (PA, 280)

El otro paciente que está en la habitación de Arthur Weasley en el hospital San Mungo había sido mordido recientemente por un hombre lobo (OF);

Pero a ese tipo de ahí —añadió bajando la voz y señalando con la cabeza la cama de enfrente, donde un individuo con un horrible color enfermizo contemplaba el techo— lo mordió un hombre lobo, pobrecillo.Eso no tiene remedio.— ¿Un hombre lobo?—repitió la señora Weasley en un susurro, alarmada—. ¿Y no es peligroso que esté en una sala compartida? ¿No debería estar en una habitación privada?—Todavía faltan dos semanas para que haya luna llena —le recordó el señor Weasley en voz baja—. Esta mañana los sanadores han estado hablando con él y han intentado convencerlo de que podrá llevar una vida casi normal. Yo le he dicho, sin mencionar nombres, por supuesto, que conozco personalmente a un hombre lobo, un tipo muy agradable que se las apaña muy bien.— ¿Y qué ha contestado él? —le preguntó George.

—Me ha respondido que si no me callaba me mordería —repuso el señor Weasley con pesar (OF, 505, 506)

Dolores Umbridge reforzó una ley contra los hombres lobo (OF).Los licántropos estaban unidos en un peligroso grupo que lidera Fenrir Greyback (PM).

— ¿Por qué apoyan a Voldemort?—Creen que vivirán mejor bajo su gobierno. Y no es fácil discutir con Greyback sobre estos temas…— ¿Quién es Greyback?— ¿No has oído hablar de él? —Lupin cerró sus temblorosas manos sobre el regazo—. Creo que no me equivoco si afirmo que Fenrir Greyback es el hombre lobo más salvaje que existe actualmente. Considera que su misión en esta vida es morder y contaminar a tanta gente como sea posible; quiere crear suficientes hombres lobo para derrotar a los magos. Voldemort le ha prometido presas a cambio de sus servicios. Greyback es especialista en niños… Dice que hay que morderlos cuando son pequeños y criarlos lejos de sus padres para enseñarles a odiar a los magos normales. Voldemort ha amenazado con darle carta blanca para que desate su violencia sobre los niños; es una amenaza que suele dar buen resultado. —Hizo una pausa, y agregó—: A mí me mordió el propio Greyback.—Pero… —se sorprendió Harry—. ¿Cuándo? ¿Cuando usted era pequeño?—Sí. Mi padre lo había ofendido. Durante mucho tiempo yo no supe quién era el hombre lobo que me había atacado; incluso sentía lástima por él porque creía que no había podido contenerse, pues

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entonces ya sabía en qué consistía su transformación. Pero Greyback no es así. Cuando hay luna llena, ronda cerca de sus víctimas para asegurarse de que no se le escape la presa elegida. Lo planea todo con detalle. Y ése es el hombre a quien Voldemort está utilizando para reclutar a los hombres lobo. Greyback insiste en que los hombres lobo tenemos derecho a proveernos de la sangre que necesitamos para vivir y en que debemos vengarnos de nuestra condición en la gente normal; he de admitir que, hasta ahora, mis razonamientos no han logrado convencerlo de lo contrario. (PM, 313, 314) Según JKR, "El descubrimiento de que era un hombre lobo hizo un daño irreparable al futuro de Lupin como profesor, y con elementos como Fenrir Greyback sueltos, no es fácil que los hombres lobos vuelvan a gozar de buena prensa en un futuro más o menos cercano" (JKR).El hombre lobo solo responde a la llamada de los de su especie (PA/p). Es un compuesto del vocablo griego 'Lycos' ( λγκσξ) que significa Lobo, y 'atropos' (άηθορως), que significa Hombre (PA/p). Presupone o bien tener el don de la polimorfia o cambio de forma o bien haber sido mordido por un hombre lobo (PA/p).

—Son las hermanas Montgomery, y claro que no están contentas. ¿No te has enterado de lo que le pasó a su hermano pequeño? —dijo Hermione.—Ya no llevo la cuenta de lo que les pasa a los familiares de la gente —repuso él.—A su hermano lo atacó un hombre lobo. Dicen que su madre se negó a ayudar a los mortífagos. El niño sólo tenía cinco años y murió en San Mungo. No pudieron hacer nada para salvarlo.— ¿Murió?—repitió Harry con asombro—. Pero si los hombres lobo no matan, sólo te convierten en uno de ellos.—A veces sí matan —dijo Ron con repentina seriedad—. Me han dicho que en alguna ocasión se les va la mano.— ¿Cómo se llama el hombre lobo que lo atacó? —preguntó Harry.—Dicen que fue ese Fenrir Greyback —contestó Hermione.—Lo sabía. Es ese maníaco que ataca a los niños. Lupin me habló de él —dijo Harry con rabia. (PM, 438)

KarkusGiganteMontañas al norte de Europa, asesinado en verano de 1995El Gurg de los gigantes primero encontrado por Hagrid y Maxime en verano de 1995.

Golgomag lo mata dos días después, corta su cabeza y la tira en el fondo del lago. (OF20)

— ¿Así, sin más? —preguntó Ron, perplejo—. ¿Bajasteis como si tal cosa a un campamento de gigantes?—Bueno, Dumbledore nos explicó cómo teníamos que hacerlo —puntualizó Hagrid—. Había que llevarle regalos al Gurg y mostrarse respetuoso con él, ya sabéis.— ¿Llevarle regalos a quién? —preguntó Harry.— ¡Ah, al Gurg! Significa «jefe».— ¿Y cómo supisteis cuál de ellos era el Gurg? —inquirió Ron.Hagrid soltó una risotada.—No resultó difícil —respondió—. Era el más grande, el más feo y el más vago de todos. Estaba allí sentado esperando a que los otros le llevaran la comida. Cabras muertas y cosas así.Se llamaba Karkus. Debía de medir unos siete metros y pesar como dos elefantes macho. Y tenía una piel que parecía de rinoceronte.— ¿Y fuiste tranquilamente a hablar con él? —le preguntó Hermione, impresionada.

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—Bueno, más o menos. Los gigantes estaban instalados en una hondonada entre cuatro montañas muy altas, junto a un lago, y Karkus estaba tumbado a orillas del lago y les gritaba a los otros que les llevaran comida a él y a su esposa. Olympe y yo bajamos por la ladera de la montaña…—Pero ¿no intentaron mataros cuando os vieron? —preguntó Ron, incrédulo.—Estoy seguro de que a unos cuantos se les ocurrió esa idea —dijo Hagrid encogiéndose de hombros—, pero nosotros hicimos lo que nos había recomendado Dumbledore: sostener en alto nuestro regalo, mirar siempre al Gurg e ignorar a los demás. Y eso fue lo que hicimos. Los otros gigantes se quedaron callados al vernos pasar, y nosotros llegamos a donde estaba Karkus, lo saludamos con una reverencia y dejamos nuestro regalo en el suelo, a sus pies.— ¿Qué se le regala a un gigante?—preguntó Ron con impaciencia—. ¿Comida?—No, ellos ya se las apañan solos para conseguir comida. Le llevamos magia. A los gigantes les encanta la magia, lo que no les gusta es que nosotros la utilicemos contra ellos. El primer día le llevamos una rama de fuego de Gubraith.— ¡Vaya! —exclamó Hermione con voz queda, pero Harry y Ron miraron a Hagrid sin comprender.— ¿Una rama de…?—Fuego eterno —explicó Hermione con irritación—. Ya deberíais saberlo. ¡El profesor Flitwick lo ha mencionado al menos dos veces en las clases!—Veréis —continuó rápidamente Hagrid, interviniendo antes de que Ron tuviera ocasión de replicar—, Dumbledore hechizó aquella rama para que ardiera eternamente, algo que no todos los magos son capaces de hacer. La dejé sobre la nieve, a los pies de Karkus, y dije: «Un regalo de Albus Dumbledore para el Gurg de los gigantes, con sus cordiales saludos.»— ¿Y qué dijo Karkus? —preguntó Harry con avidez.—Nada. No sabía hablar nuestro idioma.— ¡No me digas!—Pero no tuvo importancia —comentó Hagrid, imperturbable—. Dumbledore ya nos había advertido sobre esa posibilidad. Karkus entendió lo suficiente para llamar a gritos a un par de gigantes que sí sabían, y ellos hicieron de intérpretes.— ¿Y le gustó el regalo? —inquirió Ron.—Ya lo creo, se puso loco de contento cuando comprendió qué era —contestó Hagrid mientras le daba la vuelta al filete de dragón y se ponía la parte que estaba más fresca sobre el ojo hinchado—. Estaba entusiasmado. Y entonces le dije: «Albus Dumbledore ruega al Gurg que hable con su mensajero cuando mañana regrese con otro regalo.»— ¿Por qué no podías hablar con ellos aquel día? —preguntó Hermione.—Dumbledore quería tomarse las cosas con calma para que vieran que cumplíamos nuestras promesas. Si les dices «Mañana volveremos con otro regalo», y al día siguiente cumples con lo que has prometido, les causas una buena impresión, ¿entendéis? Además, así tienen tiempo de probar el primer regalo y comprobar que es un buen obsequio, y entonces quieren más. En fin, si los agobias con mucha información, los gigantes como Karkus te matan aunque sólo sea para simplificar las cosas. Así que nos marchamos de allí, haciendo reverencias, y buscamos una bonita cueva donde pasar la noche; a la mañana siguiente volvimos al campamento de los gigantes, y esta vez encontramos a Karkus sentado muy tieso, esperándonos impaciente.— ¿Y hablasteis con él?—Sí, sí. Primero le entregamos un precioso yelmo fabricado por duendes, indestructible.Luego nos sentamos a hablar con él.— ¿Y qué dijo?—No gran cosa —contestó Hagrid—. En realidad se limitó a escuchar. Pero vimos algunos buenos indicios. Karkus había oído hablar de Dumbledore y sabía que no había estado de acuerdo con el exterminio de los últimos gigantes de Gran Bretaña. Le interesaba mucho enterarse de lo que quería decirle Dumbledore. Algunos gigantes, sobre todo los que entendían algo de nuestro idioma, se

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acercaron a escuchar. Aquel día nos marchamos muy esperanzados. Prometimos volver a la mañana siguiente con otro regalo. Pero aquella noche todo salió mal.— ¿Qué quieres decir? —preguntó rápidamente Ron.—Ya os he dicho que los gigantes no están hechos para vivir en grupos tan numerosos — respondió Hagrid, apesadumbrado—. No pueden evitarlo, se pelean a cada momento. Los hombres riñen entre sí, y las mujeres, entre ellas; del mismo modo, los que quedan de las antiguas tribus riñen entre ellos, y eso sin que haya discusiones por la comida, ni por las mejores hogueras ni por los mejores enclaves para dormir. Lo lógico sería que vivieran en paz, dado que su raza está a punto de extinguirse, pero… —Hagrid suspiró profundamente—. Aquella noche se armó una pelea —prosiguió—. Nosotros lo vimos todo desde la entrada de nuestra cueva, que estaba orientada hacia el valle. Duró varias horas, y no os imagináis el ruido que hacían. Cuando salió el sol, vimos que la nieve se había teñido de rojo y que su cabeza estaba en el fondo del lago.— ¿La cabeza de quién? —preguntó Hermione entrecortadamente.—De Karkus —dijo Hagrid, apenado—. Había un nuevo Gurg, Golgomath—. Suspiró de nuevo—. Nosotros no habíamos contado con tener que tratar con un nuevo Gurg dos días después de haber establecido contacto con el primero, e intuíamos que Golgomath no iba a mostrarse tandispuesto a escucharnos, pero de todos modos debíamos intentarlo. (OF, 444- 447)

KreacherElfo domésticoNumero 12 de Grimmauld Place "Kreacher" es una palabra alternativa para criatura. La palabra sugiere tanto la naturaleza animal del elfo como su edad, (en su similitud con la palabra chirriante)

KreacherElfo domésticoCocinas de Hogwarts y Grimmauld Place, 12

"Kreacher" es una palabra alternativa para criatura. La palabra sugiere tanto la naturaleza animal del elfo como su edad (en su similitud con la palabra chirriante).

Va desnudo, a excepción de un trapo mugriento atado, como taparrabos, alrededor de la cintura. Le sobra piel por todas partes y aunque es calvo como todos los elfos domésticos, le salen pelos blancos por sus enormes orejas de murciélago. Tiene los ojos de color verde claro inyectados en sangre (OF),

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—Todavía no hemos terminado —murmuró Harry, y llamó—: ¡Kreacher!Se oyó un fuerte «¡crac!» y el elfo doméstico que Harry se había mostrado tan reacio a heredar de Sirius apareció de la nada ante la fría y vacía chimenea. Era muy pequeño —les llegaba por la cintura—, le colgaban pliegues de piel blancuzca por todas partes, y unos mechones de pelo blanco le salían por las orejas de murciélago. Todavía llevaba puesto el trapo mugriento con que lo habían conocido. La mirada de desdén que le dirigió a Harry demostró que su actitud, pese a haber cambiado de amo, no había variado más que su atuendo. (RM, 167, 168)

grandes y pálidos (RM). Kreacher es pequeño, de la mitad de estatura de un hombre. Sus brazos son delgados. Tiene voz de sapo, con nariz parecida a un hocico y ojos enrojecidos. Su boca está llena de dientes grises (RM).

Kreacher, de nariz con forma de morro de cerdo y ojos inyectados en sangre, no le habría inspirado la menor simpatía aunque no hubiera traicionado a Sirius entregándolo a Voldemort. (RM, 168)

Kreacher es el elfo domestico de los Black. Él adoraba a su ama la Sra. Black. A su muerte él se volvió loco por la soledad y por los absurdos mandatos del cuadro de su ama. Cuando Sirius volvió después de escaparse de Azkaban, Kreacher lo odiaba pero tenía que obedecerlo porque era su amo. La primera noche que pasa Ron en Grimmauld Place (en el verano de 1995), Kreacher le despertó a las tres de la mañana y desde entonces él cierra el cerrojo de la puerta. Cuando Sirius, algunos Weasley, Harry y Hermione limpian la casa el intenta que no tiren nada que la Sra. Black apreciara (que es casi cualquier cosa). No tuvo mucho éxito. Lo poco que rescato lo llevo a su guarida que está debajo de la caldera de la cocina. Allí duerme y come. Él no obedece a Tonks porque no está en el tapiz de la familia e insulta a casi todos los habitantes de la casa por los prejuicios que tenía su ama con la sangre. En Navidad de 1995 se va a casa de los Malfoy y les cuenta cosas de Sirius y Harry (todo aquello que no le habían ordenado no revelar). Estos le dicen que vuelva a con Sirius y que siga espiándole a él y a Harry. Para explicar su ausencia finge que ha estado en el desván del 12 de Grimmauld Place. En junio de 1996 hiere a Buckbeak para que si Harry intenta corroborar el sueño que ha tenido (que Sirius está siendo torturado por Voldemort) no descubra el engaño. Cuando Harry utiliza polvos flú para corroborarlo él le dice que Sirius no volverá. Poco después cuando Dumbledore le pide explicaciones él se ríe mientras le cuenta lo que ha hecho.

A la muerte de Sirius, Harry se convierte en su nuevo amo y le ordena que se vaya a las cocinas de Hogwarts. En marzo de 1997 Harry ordena a Kreacher que siga a Malfoy junto con Dobby, con el que Kreacher se lleva bastante mal. Cuando presenta su primer informe Harry le hace callar porque no hace más que contarle cosas sin importancia. Kreacher preferiría tener de amo a Draco Malfoy que a Harry.

Sin embargo, cuando Kreacher se sincera y cuenta la historia de su anterior amo Regulus, la relación cambia. Relata cómo Regulus ofreció a Kreacher cuando Voldemort pidió a sus Mortífagos un elfo doméstico, y cómo acompañó al Señor Tenebroso hasta la cueva, siendo obligado a beber la poción. Pero lo que Voldemort no esperaba es que los poderes de los elfos domésticos le permitiesen salir de la cueva, para reencontrarse con Regulus. Le contó todo a su amo y le llevó de vuelta a la cueva. Kreacher huyó con el medallón horcrux, y nunca reveló nada a su ama. Intentó destruir el horcrux tal y como Regulus le había pedido, pero fue en balde. Más tarde Mundungus lo robó, pero Kreacher lo trajo de vuelta a Grimmauld Place para que contase su historia.

La conducta con Harry cambia radicalmente desde entonces, siendo un elfo doméstico atento y generoso. Kreacher participa en la Batalla de Hogwarts (RM).

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Los elfos domésticos de Hogwarts entraron atropelladamente en el vestíbulo gritando y blandiendo cuchillos de trinchar y cuchillas de carnicero. Kreacher iba a la cabeza, con el guardapelo de Regulus Black colgado del cuello y rebotándole sobre el pecho, y su croar se distinguía a pesar del intenso vocerío: «¡Luchad! ¡Luchad! ¡Luchad por mi amo, el defensor de los elfos domésticos! ¡Derrotad al Señor Tenebroso en nombre del valiente Regulus! ¡Luchad!»

Los elfos arremetían sin piedad contra las pantorrillas y los tobillos de los mortífagos, que caían como moscas, superados en número y abrumados por las maldiciones, al tiempo que se arrancaban flechas de las heridas, recibían cuchilladas en las piernas, o simplemente trataban de escapar, aunque eran engullidos por aquella horda imparable. (RM, 617)

Lechuzas"Todos los niños quieren lechuzas, son muy útiles, llevan el correo y todo lo demás."  ~ Rubeus Hagrid (PF)

Ver correo por lechuza.

Las lechuzas son el primer medio de comunicación personal en el mundo mágico. Los mensajes son atados a la pata de la lechuza o lleva el artículo en sus fuerte pico. Las lechuzas también llevan cargas mas grande, a veces varias lechuzas juntas si el paquete es grande (PF, PA).

Mientras las lechuzas volaban por el Gran Comedor, como de costumbre, la atención de todos se fijó de inmediato en un paquete largo y delgado, que llevaban seis lechuzas blancas. Harryestaba tan interesado como los demás en ver qué contenía, y se sorprendió mucho cuando las lechuzas bajaron y dejaron el paquete frente a él, tirando al suelo su tocino. Se estaban alejando, cuando otra lechuza dejó caer una carta sobre el paquete.Harry abrió el sobre para leer primero la carta y fue una suerte, porque decía:NO ABRAS EL PAQUETE EN LA MESA. Contiene tu nueva Nimbus 2.000, pero no quiero que todos sepan que te han comprado una escoba, porque también querrán una. Oliver Wood te esperará esta noche en el campo de quidditch a las siete, para tu primera sesión de entrenamiento.Profesora McGonagallHarry tuvo dificultades para ocultar su alegría, mientras le alcanzaba la nota a Ron.— ¡Una Nimbus 2.000!—gimió Ron con envidia—. Yo nunca he tocado ninguna. (PF, 140)Tres lechuzas penetraron por la ventana, dos sosteniendo a otra que parecía inconsciente.Aterrizaron suavemente sobre la cama de Harry, y la lechuza que iba en medio, y que era grande y gris, cayó y quedó allí inmóvil. Llevaba un paquete atado a las patas.Harry reconoció enseguida a la lechuza inconsciente. Se llamaba Errol y pertenecía a la familia Weasley. Harry se lanzó inmediatamente sobre la cama, desató los cordeles de las patas de Errol, cogió el paquete y depositó a Errol en la jaula de Hedwig. Errol abrió un ojo empañado, ululó débilmente en señal de agradecimiento y comenzó a beber agua a tragos.Harry volvió al lugar en que descansaban las otras lechuzas. Una de ellas (una hembra grande y blanca como la nieve) era su propia Hedwig. También llevaba un paquete y parecía muy satisfecha de sí misma. Dio a Harry un picotazo cariñoso cuando le quitó la carga, y luego atravesó la habitación volando para reunirse con Errol. Harry no reconoció a la tercera lechuza, que era muy bonita y de color pardo rojizo, pero supo enseguida de dónde venía, porque además del correspondiente paquete portaba un mensaje con el emblema de Hogwarts. Cuando Harry le cogió la carta a esta lechuza, ella erizó las plumas orgullosamente, estiró las alas y emprendió el vuelo atravesando la ventana e internándose en la noche. (PA, 11, 12)

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Por la magia, las lechuzas siempre pueden encontrar al destinatario, aunque el viaje no siempre sea fácil. Las lechuzas de correos se toman muy en serio su trabajo, y se niegan a dar las cartas a cualquiera que no sea el destinatario (LH). Es improbable que una lechuza sea interceptada, pero no es imposible. Cuando Umbridge trataba de interferir el correo, ella logró coger a Hedwig que llevaba un mensaje para Harry. Hedwig escapó, pero resulto herida, y terminó por necesidad buscando a Harry en clase de Historia de la Magia (OF).

La persona idónea para curar a Hedwig habría sido Hagrid, por descontado, pero como no sabía dónde se hallaba su amigo, la única opción que tenía era encontrar a la profesora Grubbly-Plank y confiar en que lo ayudara.Miró por la ventana hacia los jardines: el cielo estaba nublado y borrascoso. No había ni rastro de la profesora Grubbly-Plank cerca de la cabaña de Hagrid; si no estaba dando clase, seguramente estaría en la sala de profesores. Entonces Harry bajó por la escalera mientras Hedwig oscilaba sobre su hombro y ululaba débilmente.Dos gárgolas de piedra flanqueaban la puerta de la sala de profesores. Cuando Harry se acercó, una de ellas dijo con voz ronca:—Deberías estar en clase, hijito.—Esto es urgente —contestó Harry con tono cortante.— ¡Oh! ¡Es urgente! ¿En serio? —repuso la otra gárgola con voz chillona—. ¡No me digas!Harry llamó a la puerta. Oyó pasos, y entonces la puerta se abrió. Harry se encontró cara a cara con la profesora McGonagall.— ¡No habrán vuelto a castigarte! —exclamó ella inmediatamente, alarmada, mirándolo a través de sus gafas de montura cuadrada.—No, profesora —contestó Harry.—Entonces, ¿por qué no estás en clase?—Por lo visto es urgente —afirmó la segunda gárgola con malicia.—Busco a la profesora Grubbly-Plank —explicó Harry—. Es mi lechuza. Está herida.— ¿Una lechuza herida? —La profesora Grubbly-Plank apareció detrás de la profesora McGonagall, fumando una pipa y con un ejemplar de El Profeta en las manos.—Sí —dijo Harry levantando con cuidado a Hedwig de su hombro—. Ha llegado más tarde que el resto de las lechuzas y no sé qué le pasa en el ala, mire…La profesora Grubbly-Plank sujetó firmemente la pipa entre los dientes y cogió a Hedwig mientras la profesora McGonagall los miraba.—Humm —dijo la profesora Grubbly-Plank. La pipa se le movía un poco cuando hablaba—.

Parece que la han atacado. (OF, 372)

La aritmántica Bridget Wenlock también lo intentó, pero no consiguió quitarle la carta a la lechuza (LH).

De vez en cuando otros pájaros han sido usados llevar cartas (CF).

Desde que había vuelto a Privet Drive, Harry había recibido dos cartas de Sirius. No se las había entregado una lechuza, como era habitual en el correo entre magos, sino unos pájaros tropicales grandes y de brillantes colores. A Hedwig no le habían hecho gracia aquellos llamativos intrusos y se había resistido a dejarlos beber de su bebedero antes de volver a emprender el vuelo. A Harry, en cambio, le habían gustado: le habían hecho imaginarse palmeras y arena blanca, y esperaba que dondequiera que se encontrara Sirius (él nunca decía dónde, por si interceptaban la carta) se lo estuviera pasando bien. Harry dudaba que los dementores sobrevivieran durante mucho tiempo en un lugar muy soleado. Quizá por eso Sirius había ido hacia el sur. Las cartas de su padrino (ocultas

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bajo la utilísima tabla suelta que había debajo de la cama de Harry) mostraban un tono alegre, y en ambas le insistía en que lo llamara si lo necesitaba.

Pues bien, en aquel momento lo necesitaba...(CF, 28)

No se necesita autorización para enviar lechuzas internacionales (JKR). Antiguamente se usaban lechuzas para comunicar unos departamentos con otros del Ministerio de Magia, pero actualmente se utilizan los memorándums (OF).

J.K. Rowling habla de las lechuzas: "Las lechuzas están presentes en numerosas supersticiones de todo el mundo. Para los griegos, el búho era el emblema de Atenea, diosa de la sabiduría y de la guerra, y avistar un búho o una lechuza volando sobre el ejército griego se consideraba augurio de victoria. Sin embargo, para los romanos era portador de mala fortuna y sólo predecía muertes y desastres. En Gran Bretaña muchos creen que trae mala suerte ver una lechuza a la luz del día, superstición de la que me burlé en el primer capítulo de ‘La piedra filosofal’ en el cual, el repentino estallido de lechuzas volando a plena luz del día era señal de muy buena suerte, aunque los muggles no lo supieran.

Las lechuzas de mis brujos reflejan, hasta cierto punto, su personalidad. El pobre Ron tiene a Pigwidgeon, que es una scops (un tipo de lechuza de pequeño tamaño y con orejas; son graciosas pero decididamente poco vistosas). El pobre Errol, siempre agotado, pertenece a la raza Great Gray, que me parecen las lechuzas de aspecto más cómico del mundo (buscad Great Gray en Google y veréis a qué me refiero). Por supuesto, la lechuza de mi héroe es la más hermosa de todas, una lechuza blanca, también conocida como lechuza fantasma. No son nativas de Gran Bretaña, por lo que pensé que daría mucho prestigio a Harry en Hogwarts (es la única lechuza blanca del colegio, como supongo que habéis advertido). Sin embargo, cualquier experto sabrá deciros que Hedwig es extrañamente atípica de su raza. Hasta después de la publicación de La piedra filosofal no me di cuenta de que las lechuzas blancas son diurnas. Creo que fue mientras escribía ‘La cámara secreta’ cuando descubrí que las lechuzas blancas también son extremadamente silenciosas, en especial las hembras. Por tanto, podemos considerar los paseos nocturnos y los frecuentes chillidos de Hedwig como signos de su gran capacidad mágica o bien de mi lamentable falta de trabajo de investigación: lo dejo a vuestra elección.

(Por cierto, últimamente se han publicado numerosos artículos sobre la moda de tener lechuzas como mascotas, al parecer debido a la popularidad de los libros de Harry Potter. Si es cierto que alguna persona se ha visto influida por mis libros hasta el punto de pensar que una lechuza puede ser feliz enjaulada y metida en una casa, me gustaría aprovechar esta oportunidad para decir de la forma más persuasiva que me sea posible: por favor, no lo hagáis)". 

Lechuzas:

Hedwig  – La lechuza nevada de Harry, ojos ámbar, excepcionalmente inteligente

Errol – Lechuza de la familia Weasley, vieja y decrépita. Es una Gran Gris (JKR).

Hermes – Lechuza de Percy

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Pigwidgeon – Lechuza de Ron (CF) pequeña, nerviosa. Es una scops (JKR):

Lechuzas del colegio - varias lechuzas que pueden ser usadas por los estudiantes para enviar correo

Lechuza-Águila de Malfoy

Los tipos de búhos mencionados en los libros:

Búho nival, como Hedwig. Es blanca y atípica. Lechuza común, muy repetida en los libros.

Autillo occidental, como Hermes. No existe esta especie, y en Reino Unido se considera sinónimo de lechuza común.

Autillo común, pequeña y de color grisácea. Es el caso de Pigwidgeon.

Cárabo lapón: es de tamaño mediano, con cabeza redondeada y discos de plumas muy grandes. Errol es de esta especie.

Búho real, una especie de gran tamaño. Voldemort y los Malfoy tienen uno.

Cárabo común: grande, con los ojos negros.

Las tiendas que venden búhos:

El Emporio de las Lechuzas  (Callejón Diagon) Aquí es donde Rubeus Hagrid compra a Hedwig. 

Tienda de Animales Mágicos  (Callejón Diagon) Hermione fue a comprar una pero acabó comprando a Crookshanks (PA). 

Correo de Lechuzas: cientos de lechuzas entregan el correo cada mañana durante el desayuno en Hogwarts Oficina de Correos - Hogsmeade filas y filas de los búhos de todos los tamaños, con color cifrado - para escoger como de rápido quiere que su mensaje sea entregado Correo de Lechuzas Orden de las Lechuzas entrega de periódico la lechuza tiene una pequeña bolsa sobre su pierna para monedas (PF) Hermione recibe el Diario El Profeta de esta manera (CF)No se necesita autorización para enviar lechuzas internacionales (JKR). 

Otros: Chucherias lechuciles - Ron se las da a Pigwidgeon (CF, OF) Pigwidgeon comenzó a gorjear y zumbar por la jaula cuando ellos entraron. La vista de los baúles a medio hacer parecía haberlo excitado.

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—Échale unas chucherías lechuciles —dijo Ron, tirándole un paquete a Harry—. Puede que eso lo mantenga callado.

Harry metió las chucherías por entre las barras de la jaula de Pigwidgeon y volvió a su baúl.(CF, 142)

MagorianCentauroEl Bosque ProhibidoMagorian es el jefe de la tribu de centauros del Bosque Prohibido, aunque no es tan desconfiado como Bane, él tampoco confía en los humanos (PF). Participa en la Batalla de Hogwarts (RM). Su pelaje es marrón y tiene largo cabello oscuro. Sus pómulos están muy marcados (CF30).El nombre Magorian es un seudónimo griego, lo cual cuadra con el nombre porque los centauros provienen de la mitología griega.

Por un instante, el torso desnudo de un hombre pareció que flotaba hacia ellos a través de la verdosa y veteada penumbra; pero entonces vieron que su cintura se fundía con el cuerpo de un caballo, cuyo pelaje era marrón. El centauro tenía un rostro imponente de pómulos muy marcados y largo cabello negro. Iba armado, igual que Hagrid: llevaba colgados del hombro un arco y un carcaj lleno de flechas.— ¿Cómo estás, Magorian? —lo saludó Hagrid con cautela.Se oyeron susurros entre los árboles que había detrás del centauro, y entonces aparecieron otros cuatro o cinco congéneres. Harry reconoció la barba y el cuerpo negros de Bane, a quien había visto casi cuatro años atrás, la misma noche que vio por primera vez a Firenze. Sin embargo, Bane no dio muestras de reconocerlo.—Creo que acordamos lo que haríamos si este humano volvía a entrar en el bosque, ¿verdad? —puntualizó Bane con una desagradable entonación.— ¿Ahora me llamas «este humano»? —replicó Hagrid, molesto—. ¿Sólo porque intenté impedir que cometierais un asesinato?—No debiste entrometerte, Hagrid —replicó Magorian—. Nuestros métodos no son como los vuestros, ni tampoco nuestras leyes. Firenze nos ha traicionado y nos ha deshonrado.—No sé por qué dices eso —repuso Hagrid con impaciencia—. No ha hecho más que ayudar a Albus Dumbledore…—Firenze se ha convertido en esclavo de los humanos —afirmó un centauro gris de rostro severo surcado de arrugas.— ¡Esclavo! —exclamó Hagrid en tono mordaz—. Sólo le está haciendo un favor a Dumbledore, nada…—Está revelando nuestra sabiduría y nuestros secretos a los humanos —concretó Magorian sin alterarse—. Esa ignominia no tiene perdón.—Si tú lo dices… —replicó Hagrid encogiéndose de hombros—, pero creo que cometes un grave error.—Igual que tú, humano —le espetó Bane—, por entrar en nuestro bosque cuando te advertimos que…—Escúchame bien —lo interrumpió Hagrid, enojado—: si no te importa, preferiría que no lo llamaras «nuestro bosque». Tú no eres nadie para decidir quién puede entrar aquí y quién no.—Ni tú, Hagrid —intervino Magorian, impasible—. Hoy te dejaré pasar porque vas acompañado de tus jóvenes…

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— ¡No son suyos! —lo corrigió Bane con desprecio—. ¡Son alumnos, Magorian, del colegio! Seguramente ya se habrán beneficiado de las enseñanzas del traidor Firenze.—De todos modos —prosiguió Magorian con calma—, matar potros es un crimen terrible; nosotros no hacemos daño a inocentes. Hoy puedes pasar, Hagrid. Pero, a partir de ahora, mantente alejado de este lugar. Perdiste la amistad de los centauros cuando ayudaste al traidorFirenze a huir de nosotros.— ¡No pienso mantenerme alejado del bosque porque me lo manden un puñado de mulas viejas como vosotros! —protestó Hagrid a voz en grito.— ¡Hagrid —exclamó Hermione con voz chillona, muerta de miedo, mientras Bane y el centauro gris piafaban—, vámonos, por favor!Hagrid echó a andar, pero aún tenía la ballesta cargada y seguía mirando fijamente aMagorian.— ¡Sabemos qué es lo que guardas en el bosque, Hagrid!—le gritó Magorian mientras los centauros desaparecían de la vista—. ¡Y nuestra tolerancia tiene límites!Hagrid, que parecía dispuesto a ir derecho hacia donde estaba Magorian, giró la cabeza.— ¡Lo toleraréis mientras esté aquí porque este bosque es tan suyo como vuestro! —gritó mientras Harry y Hermione tiraban con todas sus fuerzas de su chaleco de piel de topo en un intento de impedir que siguiera avanzando.Hagrid miró hacia abajo con el entrecejo fruncido; al ver a los dos tirando de su chaleco puso cara de sorpresa, pues al parecer acababa de notar que iba arrastrándolos.—Tranquilos, chicos —dijo; se dio la vuelta y reemprendió el camino, y Harry y Hermione lo siguieron jadeando—. ¡Malditas mulas! (OF, 718- 720)

MokeClasificación del MM: XXXEl moke es un lagarto verde plateado que alcanza veinticinco centímetros de largo y se encuentra por todo el Reino Unido e Irlanda. Tiene la habilidad de encogerse a voluntad y, en consecuencia, nunca ha sido detectado por los muggles.Su pies es muy apreciada en la comunidad mágica para la fabricación de carteras y monederos, porque el material escamoso se contrae cuando se acerca un desconocido, justo como hacían los verdaderos dueños de la piel con su cuerpo. Los monederos de piel de moke son, por lo tanto, muy difíciles de localizar para los ladrones.

—Diecisiete, ¿eh? —dijo Hagrid mientras cogía la copa de vino, del tamaño de un balde, que le ofrecía Fred—. Ya han pasado seis años desde el día que nos conocimos, ¿te acuerdas, Harry?—Vagamente —sonrió—. ¿Verdad que echaste la puerta abajo, provocaste que a Dudley le saliera una cola de cerdo y me dijiste que yo era mago?—No tengo buena memoria para los detalles —repuso Hagrid riendo—. Ron, Hermione, ¿va todo bien?—Muy bien, Hagrid —respondió la chica—. Y tú, ¿cómo estás?—No puedo quejarme. Un poco atareado, porque tengo unos unicornios recién nacidos; ya os los enseñaré cuando volváis. —Harry evitó la mirada de sus dos amigos mientras Hagrid rebuscaba en un bolsillo—. Toma, Harry. No sabía qué regalarte, pero entonces me acordé de esto. —Sacó un monedero ligeramente peludo que se cerraba tirando de un largo cordón que también servía para colgárselo del cuello—. Es de piel de moke. Esconde lo que quieras dentro, porque sólo puede sacarlo su propietario. No se ven muchos, la verdad.— ¡Gracias, Hagrid!—De nada, de nada —replicó el hombretón haciendo un ademán con una mano tan grande como la tapa de un cubo de basura—. (RM, 109)

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MosagAcromantulaBosque ProhibidoAraña hembra, pareja de Aragog (CS). "Mosag" es una palabra gaélica que significa "hembra sucia o mugrienta" (60M).

— ¡Yo!—dijo Aragog, chascando de enfado—. Yo no nací en el castillo. Vine de una tierra lejana. Un viajero me regaló a Hagrid cuando yo estaba en el huevo. Hagrid sólo era un niño, pero me cuidó, me escondió en un armario del castillo, me alimentó con sobras de la mesa. Hagrid es un gran amigo mío, y un gran hombre. Cuando me descubrieron y me culparon de la muerte de una muchacha, él me protegió. Desde entonces, he vivido siempre en el bosque, donde Hagrid aún viene a verme. Hasta me encontró una esposa, Mosag, y ya veis cómo ha crecido mi familia, gracias a la bondad de Hagrid... (CS, 240)

MurcusSirenaVilla Merfolk, fondo del lago de HogwartsJefa sirena de la Villa Merfolk de Hogwarts. Ella esta descrita como "particularmente salvaje y fiera mujer" (CF26).

Damas y caballeros, hemos tomado una decisión. Murcus, la jefa sirena, nos ha explicado qué ha ocurrido exactamente en el fondo del lago, y hemos puntuado en consecuencia. (CF, 444)

MurtlapClasificación del MM: XXXEl murtlap es una criatura con apariencia de rata que se encuentra en zonas costeras del Reino Unido. Tiene una excrecencia sobre el lomo que se asemeja a una anémona del mar. Esas protuberancias son encurtidas para su consumo, pues confieren resistencia ante las maldiciones y el mal de ojo, aunque el consumo excesivo provoca la aparición de un vello púrpura en las orejas bastante antiestético. Los murtlaps comen crustáceos; también le hinchan el diente a los pies de cualquiera lo bastante tonto para pisarlos (AF).La Esencia de Murtlap fue recomendada por Hermione a Harry para curar la herida de su mano tras el castigo con Umbridge (OF15). Más tarde Harry se lo recomendó a Lee Jordan en su propio castigo (OF25), y Lee a los gemelos Weasley para la creación de uno de los productos de Sortilegios Weasley.

Era casi medianoche cuando Harry salió del despacho de la profesora Umbridge. La mano le sangraba tanto que se le había manchado el pañuelo con que se la había envuelto. Se había imaginado que al regresar encontraría la sala común vacía, pero Ron y Hermione estaban esperándolo. Se alegró de verlos, sobre todo porque Hermione no se mostró crítica con él, sino comprensiva.—Toma —dijo con inquietud mientras le acercaba un pequeño cuenco lleno de un líquido amarillo—, pon la mano en remojo, es una solución de tentáculos de murtlap pasteurizados y escabechados. Te irá bien.Harry metió la mano, dolorida y sangrante, en el cuenco y experimentó una agradable sensación de alivio. Crookshanks se enroscó alrededor de sus piernas maullando fuerte; luego saltó a su regazo y se quedó acurrucado.—Gracias —dijo Harry reconfortado, acariciando a Crookshanks detrás de las orejas con la mano izquierda. (OF, 339)

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NaginiSerpienteEsta con Voldemort, su locación es desconocida

NaginiEsta gigantesca serpiente mide al menos cuatro metros de longitud. Su cabeza es triangular y su cola tiene rombos estampados (CF1).

Y entonces Frank oyó que algo se movía detrás de él, en el oscuro corredor. Se volvió a mirar, y el terror lo paralizó.Algo se arrastraba hacia él por el suelo y, cuando se acercó a la línea de luz, vio, estremecido de pavor, que se trataba de una serpiente gigante de al menos cuatro metros de longitud.Horrorizado, Frank observó cómo su cuerpo sinuoso trazaba un sendero a través de la espesa capa de polvo del suelo, aproximándose cada vez más. ¿Qué podía hacer? El único lugar al que podía escapar era la habitación en la que dos hombres tramaban un asesinato, y, si se quedaba dónde estaba, sin duda la serpiente lo mataría. (CF, 19)

Nagini produce un silbido, mediante el cual se comunica con lord Voldemort, su amo, que habla pársel.

El veneno de reptil que Nagini proporciona es usado en junio de 1995 para la poción de Voldemort, que consigue recuperar su viejo cuerpo.

Colagusano ordeña a Nagini para alimentar a Voldemort cuando está en el estado anterior a su nuevo cuerpo, en el verano de 1994.

Nagini avisa a lord Voldemort que el muggle Frank Bryce le está escuchando al otro lado de la puerta en la mansión de los Ryddle, y también está presente en el regreso de Voldemort en 1995, en el cementerio de Little Hangleton. Podría ser también la serpiente que lucha a favor de Voldemort en el Atrio del Ministerio de Magia.

Voldemort sonrió con su horrenda sonrisa. Sus rojos ojos tenían una mirada cruel y extraviada.—El cuerpo de Colagusano, por supuesto, era poco adecuado para mi encarnación, puesto que todos lo creían muerto y, de ser visto, atraería demasiado la atención. Sin embargo, él fue el vasallo que yo necesitaba, dotado de un cuerpo que puso a mi servicio. Y, aunque no es un gran mago, pudo seguir las instrucciones que le daba y que me fueron devolviendo a un cuerpo, al mío propio, aunque débil y rudimentario; un cuerpo que podía habitar mientras aguardaba los ingredientes esenciales para el verdadero renacimiento... Uno o dos encantamientos de miinvención, un poco de ayuda de mi querida Nagini... —los ojos de Voldemort se dirigieron a la serpiente, que no dejaba de dar vueltas—, una poción elaborada con sangre de unicornio, y el veneno de reptil que Nagini nos proporcionó... y retomé enseguida una forma casi humana, y me encontré lo bastante fuerte para viajar. (CF, 571)

Nagini ataca a Arthur Weasley en Diciembre de 1995, estando a punto de provocarle la muerte. Su veneno mantenía las heridas abiertas, por lo que la recuperación fue todavía más lenta de lo normal (OF).

Nagini es un horcrux de Voldemort (PM).

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—Pero, aunque hubiera logrado hacerse con algo de Ravenclaw o de Gryffindor, aún quedaría un sexto Horrocrux —dijo Harry contando con los dedos—. A menos que consiguiera ambos, ¿no?—No lo creo. Me parece saber qué es el sexto Horrocrux. ¿Qué dirías si te confieso que he sentido cierta curiosidad por el comportamiento de la serpiente Nagini?— ¿La serpiente?—repitió Harry con asombro—. ¿Se pueden hacer Horrocruxes con animales?—Bueno, no es aconsejable. Confiarle una parte de tu alma a algo capaz de pensar y moverse por sí mismo es un asunto muy arriesgado. Con todo, suponiendo que mis cálculos sean correctos, a Voldemort todavía le faltaba un Horrocrux, si quería reunir seis, cuando entró en la casa de tus padres con la intención de matarte.«Parece que reservaba el proceso de crear Horrocruxes para las muertes más importantes. La tuya, desde luego, lo habría sido mucho. Voldemort creía que matándote destruiría el peligro anunciado por la profecía y que de ese modo él se haría invencible. Estoy convencido de que pretendía crear su último Horrocrux utilizando tu muerte.»Como es obvio, no lo logró. Sin embargo, tras un intervalo de varios años utilizó a Nagini para matar a un anciano muggle y quizá entonces se le ocurriera convertir a la serpiente en su último Horrocrux. Nagini subraya su relación con Slytherin, y eso realza el halo de misterio de lord Voldemort. Me inclino a pensar que siente más cariño por ella que por cualquier otro ser; le gusta tenerla cerca y da la impresión de que la domina asombrosamente, incluso tratándose de un hablante de pársel. (PM, 467)

Cuando el Señor Tenebroso descubre que Harry pretende destruirlo, encierra a Nagini en una esfera de cristal protegida de cualquier ataque. Sin embargo, Neville Longbottomconsigue matarla usando la espada de Godric que sale del Sombrero Seleccionador (RM).

Voldemort siguió allí de pie, haciendo girar de nuevo la varita entre los dedos y sin dejar de observarla.—Es la única forma, Nagini —susurró. Miró la larga y gruesa serpiente, suspendida en el aire, retorciéndose con gracilidad dentro del espacio encantado y protegido que él le había preparado: una esfera transparente y estrellada, a medio camino entre una jaula y un terrario.Harry sofocó una exclamación, se echó hacia atrás y abrió los ojos; al mismo tiempo, los alaridos y gritos, los golpes y estallidos de la batalla le asaltaron los oídos.—Está en la Casa de los Gritos en compañía de la serpiente; la ha rodeado de algún tipo de protección mágica. (RM, 541, 542)

La famosa frase de Dumbledore de "en esencia dividido" se refería a Nagini y sus dos almas. Eso también explica porqué Harry podía ver a través de los ojos de la serpiente en algunas ocasiones (CB).

—Has tenido suerte, Colagusano —dijo una voz fría y aguda desde el interior de la butaca en que se había posado el búho—. Realmente has tenido mucha suerte. Tu error no lo ha echado todo a perder: está muerto.—Mi señor —balbuceó el hombre que estaba en el suelo—. Mi señor, estoy... estoy tan agradecido... y lamento hasta tal punto...—Nagini —dijo la voz fría—, lo siento por ti. No vas a poder comerte a Colagusano, pero no importa: todavía te queda Harry Potter...La serpiente emitió un silbido. Harry vio cómo movía su amenazadora lengua.—Y ahora, Colagusano —añadió la voz fría—, un pequeño recordatorio de que no toleraré un nuevo error por tu parte.—Mi señor, no, os lo ruego...La punta de una varita surgió del sillón, apuntando a Colagusano.

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— ¡Crucio! —exclamó la voz fría. (CF, 503, 504)

NorbertaDragón Ridgeback noruegoReserva de Dragones de RumaniaCuando era un huevo Quirrell se lo dio a Hagrid que pensaba que lo había ganado en una partida de cartas cuando en realidad Quirrell solo quería saber como pasar ante Fluffy. Hagrid siempre había deseado tener un dragón, aunque está prohibido, con lo que se preparó buscando información en la biblioteca del colegio para hacer que el dragón naciese. Cuando Harry, Ron y Hermione se enteraron se preocuparon mucho ya que por tener el dragón podían echar a Hagrid de Hogwarts. Por eso ellos estuvieron presentes cuando nació Norberto junto a Hagrid. Nada más salir del huevo, Norberto tenia las alas enanas y puntiagudas, el hocico largo con anchas fosas nasales, los cuernos ya le salían y tenía los ojos anaranjados y saltones. Cuando estornudaba echaba chispas. Draco Malfoy también vio nacer a Norberto. Esto y que después de una semana hubiese triplicado su tamaño hizo palpable la necesidad de sacar al dragón del colegio. A Harry se le ocurrió mandar una carta a Charlie para ver si lo quería. Mientras esperaban a que respondiera los amigos pasaban sus ratos libres en la cabaña que estaba llena de botellas de Brandy y plumas de gallina a causa de la comida del dragón. El día que recibieron la respuesta afirmativa de Charlie, Norberto mordió a Ron. Este tuvo que ir a la enfermería a la tarde siguiente porque la mordedura se había puesto verde. Ron cree que Norberto tiene veneno en los colmillos. Draco por casualidad se enteró de la hora y lugar donde se iba a dar a Norberto a unos amigos de Charlie que lo llevarían a Rumania e intento que pillaran a Harry con Norberto. Actualmente Norberto se encuentra en Rumania (PF).

Miraron el dragón. Había triplicado su tamaño en sólo una semana. Ya le salía humo de las narices. Hagrid no cumplía con sus deberes de guardabosques porque el dragón ocupaba todo su tiempo. Había botellas vacías de brandy y plumas de pollo por todo el suelo.—He decidido llamarlo Norberto —dijo Hagrid, mirando al dragón con ojos húmedos—. Ya me reconoce, mirad. ¡Norberto! ¡Norberto! ¿Dónde está mamá?—Ha perdido el juicio —murmuró Ron a Harry.—Hagrid —dijo Harry en voz muy alta—, espera dos semanas y Norberto será tan grande como tu casa. Malfoy se lo contará a Dumbledore en cualquier momento.Hagrid se mordió el labio.—Yo... yo sé que no puedo quedarme con él para siempre, pero no puedo echarlo, no puedo.Harry se volvió hacia Ron súbitamente.—Charlie —dijo.—Tú también estás mal de la cabeza —dijo Ron—. Yo soy Ron, ¿recuerdas?—No... Charlie, tu hermano. En Rumania. Estudiando dragones. Podemos enviarle a Norberto. ¡Charlie lo cuidará y luego lo dejará vivir en libertad!

— ¡Genial! (PF, 197)

En 1997, el trío descubre que Norberto es en realidad hembra y ha sido rebautizado como Norberta. Es muy feroz (RM7).

—. ¡Mira, ahí está Charlie! Siempre me cayó bien ese chico.¡Eh, Charlie!El aludido se acercó, pasándose, compungido, una mano por la recién rapada cabeza. Era más bajo que Ron, más fornido, y tenía los musculosos brazos cubiertos de arañazos y quemaduras.—Hola, Hagrid. ¿Qué tal?—Hace mucho tiempo que quiero escribirte. ¿Cómo anda Norberto?

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— ¿Norberto, dices?—repitió Charlie, muerto de risa—. ¿Te refieres al ridgeback noruego? ¡Pues querrás decir Norberta!— ¿Cómooo? ¿Que Norberto es una hembra?—Ni más ni menos —confirmó Charlie.— ¿Cómo lo sabes? —preguntó Hermione.

—Las hembras son mucho más feroces —explicó Charlie. (RM, 109, 110)

OgroA Ron y Hermione les parece ver a un ogro en una visita a Hogsmeade (PA).

PigwidgeonLechuzaLa lechucería en Howarts y en La MadrigueraLa lechuza de Ron, es muy pequeña y es probablemente una lechuza pequeña. Pig, como le

llaman es muy emocionado. Molesta a Ron y también irrita a Hedwing quien piensa que no tiene los modales y el comportamiento adecuado para ser una lechuza mensajera. Pigwidgeon fue dada a Ron por Sirius Black quien la uso como mensajera luego de q Sirius y Buckbeak escaparan de Howarts. Sirius le dijo a ron que Pig era un intercambio por la rata que acababa de perder. Ginny nombro a Pig y aunque ron quiso cambiarle el nombre no pudo (CF).

— ¿Por qué llamas Pig a la lechuza? —le preguntó —Harry a Ron.—Porque es tonto —dijo Ginny—. Su verdadero nombre es Pigwidgeon.—Sí, y ése no es un nombre tonto —contestó sarcásticamente Ron—. Ginny lo bautizó. Le parece un nombre adorable. Yo intenté cambiarlo, pero era demasiado tarde: ya no responde a ningún otro. Así que ahora se ha quedado con Pig. (CF, 57)Pig es de la especie scops: un tipo de lechuza de pequeño tamaño y con orejas; son pequeñas y poco vistosas (JKR).

PoltergeistUn poltergeist es un espíritu burlón, que hace tratadas y gamberradas para estorbar a las personas. No es un fantasma, ya que nunca fue una persona viva. La palabra “poltergeist” es de origen alemán, y significa algo así como “fantasma ruidoso”, aunque realmente no es un fantasma en absoluto. El poltergeist es una entidad invisible que mueve objetos, cierra puertas de golpe y crea otros alborotos sonoros y cinéticos. Se ha hablado de él en muchas culturas y existe una fuerte asociación con los lugares donde viven jóvenes, especialmente adolescentes. Las explicaciones del fenómeno van de lo sobrenatural a lo científico.Peeves es el poltergeist de Hogwarts, el más travieso de la historia de Gran Bretaña (P).

Cuando la Brigada Inquisitorial empezó a cercarlos, Fred y George dieron un pisotón en el suelo y se elevaron a más de cuatro metros, mientras la barra de hierro oscilaba peligrosamente un poco

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más abajo. Fred miró hacia el otro extremo del vestíbulo, donde estaba suspendido el poltergeist, que cabeceaba a la misma altura que ellos, por encima de la multitud.—Hazle la vida imposible por nosotros, Peeves.Y Peeves, a quien Harry jamás había visto aceptar una orden de un alumno, se quitó el sombrero con cascabeles de la cabeza e hizo una ostentosa reverencia al mismo tiempo que los gemelos daban una vuelta al vestíbulo en medio de un aplauso apoteósico de los estudiantes y salían volando por las puertas abiertas hacia una espléndida puesta de sol. (OF, 695)

QuimeraClasificación del MM: XXXXXLa quimera es un extraño monstruo griego con cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de dragón. Malvada y sedienta de sangre, es

terriblemente peligrosa. Hay un solo caso conocido de alguien que pudiera matar a una quimera, y el desafortunado mago que lo logró cayó de su caballo alado poco después, agotado por el esfuerzo, y murió. Los huevos de quimera están clasificados como Bienes No Comerciables de Clase A (AF). "En ese caso Hagrid los tendrá cualquier día" (anotación de Harry y Ron).Elphias Doge vio quimeras en su viaje a Grecia y escapó de ellas por los pelos (RM2).

Ése fue el periodo de nuestras vidas en que tuvimos menos contacto. A pesar de todo, me carteaba con él y le describía, quizá con escaso tacto, las maravillas de mi viaje, desde cómo me salvé por muy poco de las quimeras en Grecia hasta los experimentos de los alquimistas egipcios. En sus cartas, él apenas me hablaba de su vida cotidiana, que a mí se me antojaba frustrante y aburrida para un mago tan brillante. Inmerso en mis propias experiencias, cuando mi año sabático tocaba ya a su fin, me enteré horrorizado de que otra tragedia había golpeado a los Dumbledore: la muerte de su hermana Ariana. (RM, 25)

RagnokDuendeUn duende con mucha influencia aparentemente, ya que Bill quien trabaja en Gringots y por lo tanto tiene algunas influencias intento convencerlo de que se uniera a Dumbledore,

pero no estaba teniendo mucho éxito. (OF).

El señor Weasley, Bill y Lupin discutían acaloradamente sobre duendes.—Todavía no han dicho nada —apuntó Bill—. Aún no sé si creen o no que ha regresado. Es posible que prefieran no tomar partido y que quieran mantenerse al margen.—Estoy seguro de que nunca se pasarían al bando de Quien-tú-sabes —afirmó el señor Weasley haciendo un gesto negativo con la cabeza—. Ellos también han sufrido pérdidas; ¿te acuerdas de lo de aquella familia de duendes a la que mató la última vez, cerca de Nottingham?—Creo que depende de lo que les ofrezcan —opinó Lupin—. Y no me refiero al dinero. Si les ofrecen las libertades que les hemos negado durante siglos, seguro que se lo pensarán. ¿Todavía no has tenido suerte con Ragnok, Bill?—De momento sigue en contra de los magos —respondió Bill—, y no para de protestar por lo del asunto Bagman; dice que el Ministerio hizo una maniobra de encubrimiento. Mira, esos duendes no le robaron el oro… (OF, 95, 96)

Ridgeback NoruegoClasificación del MM: XXXXXEl ridgeback noruego se parece al colacuerno en casi todo, pero, en lugar de una cola con pinchos,

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tiene una prominente cresta de color negro azabache a lo largo del lomo. Excepcionalmente agresivos con los de su propia raza, los ejemplares de esta especie son muy difíciles de encontrar en la actualidad. Se sabe que atacan a la mayoría de grandes mamíferos terrestres y, algo inusual para un dragón, también se alimentan de criaturas que viven en el agua. Un informe no confirmado sostiene que un ridgeback apresó un ballenato en la costa de Noruega en el año 1802. Los huevos del ridgeback son negros y las crías desarrollan la capacidad de exhalar fuego mucho antes que otras razas (entre uno y tres meses después de nacer) (AF).En 1991, Hagrid consigue en Cabeza de Puerco un huevo de Ridgeback Noruego; el dragón nace y le llama Norberto, pero acaba llevándoselo Charlie Weasley a Rumania antes de que creciese demasiado (PF).

—. ¡Mira, ahí está Charlie! Siempre me cayó bien ese chico.¡Eh, Charlie!El aludido se acercó, pasándose, compungido, una mano por la recién rapada cabeza. Era más bajo que Ron, más fornido, y tenía los musculosos brazos cubiertos de arañazos y quemaduras.—Hola, Hagrid. ¿Qué tal?—Hace mucho tiempo que quiero escribirte. ¿Cómo anda Norberto?— ¿Norberto, dices?—repitió Charlie, muerto de risa—. ¿Te refieres al ridgeback noruego? ¡Pues querrás decir Norberta!— ¿Cómooo? ¿Que Norberto es una hembra?—Ni más ni menos —confirmó Charlie.— ¿Cómo lo sabes? —preguntó Hermione.

—Las hembras son mucho más feroces —explicó Charlie. (RM, 109, 110)

RonanCentauroBosque ProhibidoCentauro con el pelo rojo que habla con Hagrid la noche que buscaba al unicornio herido (Mayo 1992)

—Tú eres el chico Potter —dijo—. Es mejor que regreses con Hagrid. El bosque no es seguro en esta época en especial para ti. ¿Puedes cabalgar? Así será más rápido... Mi nombre es Firenze—añadió, mientras bajaba sus patas delanteras, para que Harry pudiera montar en su lomo.Del otro lado del claro llegó un súbito ruido de cascos al galope. Ronan y Bane aparecieron velozmente entre los árboles, resoplando y con los flancos sudados.— ¡Firenze!—rugió Bane—. ¿Qué estás haciendo? Tienes un humano sobre el lomo! ¿No te da vergüenza? ¿Es que eres una mula ordinaria?— ¿Te das cuenta de quién es?—dijo Firenze—. Es el chico Potter. Mientras más rápido se vaya del bosque, mejor.— ¿Qué le has estado diciendo?—gruñó Bane—. Recuerda, Firenze, juramos no oponernos a los cielos. ¿No has leído en el movimiento de los planetas lo que sucederá?Ronan dio una patada en el suelo con nerviosismo.—Estoy seguro de que Firenze pensó que estaba obrando lo mejor posible —dijo, con voz sombría.También Bane dio una patada, enfadado.— ¡Lo mejor posible! ¿Qué tiene eso que ver con nosotros? ¡Los centauros debemos ocuparnos de lo que está vaticinado! ¡No es asunto nuestro el andar como burros buscando humanos extraviados en nuestro bosque!De pronto, Firenze levantó las patas con furia y Harry tuvo que aferrarse para no caer.

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— ¿No has visto ese unicornio?—preguntó Firenze a Bane—. ¿No comprendes por qué lo mataron? ¿O los planetas no te han dejado saber ese secreto? Yo me lanzaré contra el que está al acecho en este bosque, con humanos sobre mi lomo si tengo que hacerlo.Y Firenze partió rápidamente, con Harry sujetándose lo mejor que podía, y dejó atrás a Ronan y Bane, que se internaron entre los árboles.

Harry no entendía lo sucedido.(PF, 214)

Ronan también estaba presente cuando Hagrid, Harry y Hermione entraron al bosque para ver a Grap (OF).

Entonces una flecha surcó el aire y se clavó en el tronco de un árbol, produciendo un ruido sordo, justo por encima de la cabeza de Hermione. De pronto oyeron ruido de cascos; Harry notó que el suelo del bosque temblaba y la profesora Umbridge soltó un grito y se abrazó a Harry para que le sirviera de escudo.El, sin embargo, se soltó y se dio la vuelta. Entonces vio cerca de cincuenta centauros que salían de todos los rincones, con los arcos cargados y levantados, apuntándolos a los tres. Harry,Hermione y la profesora Umbridge retrocedieron hacia el centro del claro; la profesora emitía leves gemidos de terror. Harry miró de reojo a Hermione, que exhibía una sonrisa triunfante.— ¿Quién eres? —preguntó una voz.Harry miró hacia la izquierda. El centauro de pelaje marrón, Magorian, se había separado del círculo que los demás formaban alrededor de los intrusos y caminaba hacia ellos con el arco levantado. A la derecha de Harry, la profesora Umbridge seguía gimoteando y apuntaba al centauro que se le estaba acercando con la varita, que le temblaba violentamente en la mano.—Te he preguntado quién eres, humana —repitió Magorian con brusquedad.— ¡Soy Dolores Umbridge! —contestó la profesora con una voz chillona que delataba su miedo—. ¡Subsecretaría del ministro de Magia y directora y Suma Inquisidora de Hogwarts!— ¿Eres del Ministerio de Magia? —inquirió Magorian mientras los centauros que los rodeaban se movían inquietos.— ¡Exacto —exclamó la profesora Umbridge con voz aún más chillona—, así que mucho cuidado! Según las leyes aprobadas por el Departamento de Regulación y Control de las CriaturasMágicas, cualquier ataque de híbridos como vosotros contra seres humanos…— ¿Cómo nos has llamado? —gritó un centauro negro de aspecto feroz a quien Harry reconoció como Bane. A su alrededor, los demás murmuraban furiosos y tensaban las cuerdas de sus arcos.— ¡No los llame así! —chilló Hermione, indignada, pero la profesora Umbridge hizo como si no la hubiera oído. Sin dejar de apuntar con su temblorosa varita a Magorian, continuó:—La ley Quince B establece claramente que: «Cualquier ataque de una criatura mágica dotada de inteligencia cuasihumana, y por lo tanto considerada responsable de sus actos…»— ¿«Inteligencia cuasihumana»? —repitió Magorian mientras Bane y otros centauros rugían de rabia y piafaban—. ¡Lo que acabas de decir es un grave insulto para nosotros, humana!Afortunadamente, nuestra inteligencia sobrepasa con creces la vuestra.— ¿Qué hacéis en nuestro bosque? —bramó el centauro gris de rostro severo al que Harry y Hermione habían visto en su última incursión en el bosque—. ¿A qué habéis venido?— ¿Vuestro bosque, dices? —replicó la profesora Umbridge, que ahora temblaba no sólo de miedo, sino también de indignación—. Permíteme recordarte que si vivís aquí es únicamente porque el Ministerio de Magia os ha cedido ciertas tierras…Inmediatamente, una flecha pasó volando tan cerca de la cabeza de Dolores Umbridge que le arrancó unos cuantos pelos; la profesora soltó un grito desgarrador y se llevó las manos a la cabeza mientras varios centauros proferían gritos de aprobación y otros reían escandalosamente.El sonido de sus fuertes relinchos, que resonaba en el claro apenas iluminado, y la imagen de sus cascos piafando resultaban muy inquietantes.

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— ¿De quién dices que es este bosque, humana? —rugió Bañe.— ¡Repugnantes híbridos!—gritó ella sin quitarse las manos de la cabeza—. ¡Bestias! ¡Animales incontrolados!— ¡Cállese! —le gritó Hermione, pero era demasiado tarde: la profesora Umbridge apuntó con su varita a Magorian y gritó:— ¡Incarcerous!Unas cuerdas que parecían gruesas serpientes saltaron por los aires y se enroscaron con fuerza alrededor del torso del centauro, sujetándole los brazos: éste soltó un grito de cólera y se encabritó, intentando liberarse, mientras los otros centauros cargaban contra la profesora Umbridge.Harry agarró a Hermione y la tiró al suelo; él se tumbó también boca abajo y sintió un momento de pánico al oír los cascos de los centauros que tronaban a su alrededor, pero éstos saltaban por encima de ellos, gritando y aullando de rabia.— ¡Noooo!—oyeron chillar a la profesora Umbridge—. ¡Noooo! ¡Soy la subsecretaría…, no podéis…, soltadme, bestias inmundas…, noooo!Harry vio un destello de luz roja y comprendió que la profesora Umbridge había intentado aturdir a uno de los centauros; entonces la bruja gritó con todas sus fuerzas. Harry alzó un poco la cabeza y vio que Bane había levantado del suelo a la profesora cogiéndola por la parte de atrás de la túnica. La mujer se agitaba y vociferaba, muerta de miedo, y se le cayó la varita de la mano; entonces a Harry le dio un vuelco el corazón. Si pudiera alcanzarla…Harry estiró un brazo, pero justo en ese momento el casco de un centauro descendió sobre la varita, que se partió limpiamente por la mitad.— ¡Ahora! —rugió una voz junto a la oreja del chico, y un fuerte y peludo brazo apareció de la nada y lo levantó del suelo. A Hermione también la habían levantado.Por encima de los lomos y de las cabezas de los corcoveantes centauros de diversas tonalidades, Harry vio cómo Bane se llevaba a la profesora Umbridge y desaparecía con ella entre los árboles. La profesora no paraba de chillar, pero su voz se fue haciendo cada vez más débil hasta que el estruendo de cascos que los rodeaba ahogó sus gritos y dejaron de oírla.— ¿Qué hacemos con éstos? —preguntó el centauro gris de rostro severo que sujetaba a Hermione.—Son jóvenes —respondió una voz lenta y lúgubre detrás de Harry—. Nosotros no atacamos a los potros.—Pero ellos son los que la han traído hasta aquí, Ronan —replicó el centauro que sujetaba con firmeza a Harry—. Y no son tan jóvenes… Éste casi ha alcanzado la edad adulta. —Zarandeóa Harry, a quien tenía cogido por el cuello de la túnica.— ¡Por favor —suplicó Hermione—, no nos hagan daño, por favor, nosotros no pensamos como ella, no somos empleados del Ministerio de Magia! Sólo hemos venido aquí porque confiábamos en que ustedes nos librarían de esa mujer.Harry, al ver la expresión del centauro gris que sujetaba a Hermione, se dio cuenta de inmediato de que su amiga había cometido un grave error al decir aquello. El centauro echó la cabeza hacia atrás, piafando con furia, y bramó:— ¿Lo ves, Roñan? ¡Ya tienen la arrogancia de los de su raza! Pretendíais que os hiciéramos el trabajo sucio, ¿no es así, niña humana? ¡Pretendíais utilizarnos como esclavos para que alejáramos a vuestros enemigos, como unos obedientes perros de caza!— ¡No! —chilló Hermione, horrorizada—. ¡Por favor, no he querido decir eso! Sólo confiábamos en que pudieran…, pudieran…, ayudarnos…Pero en lugar de arreglar la situación estaba estropeándola aún más.— ¡Nosotros no ayudamos a los humanos! —gruñó el centauro que sujetaba a Harry; luego retrocedió un poco y los pies de Harry se separaron un momento del suelo—. Nosotros somos otra raza y estamos orgullosos de ello. ¡No vamos a permitir que salgáis de aquí y alardeéis de habernos utilizado como criados!— ¡Nosotros nunca haríamos eso!—gritó Harry—. Ya sabemos que no han hecho lo que han hecho porque nosotros queríamos que…

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Pero nadie lo escuchaba.Un centauro con barba que estaba detrás de los demás gritó:— ¡Han venido aquí sin que nadie se lo pidiera, deben pagar las consecuencias!Aquellas palabras fueron recibidas con un rugido de aprobación, y un centauro de pelaje pardo gritó:— ¡Llevémoslos con la mujer!— ¡Han dicho que no hacen daño a inocentes! —replicó Hermione, por cuyas mejillas resbalaban ahora lágrimas auténticas—. Nosotros no hemos hecho nada malo, no hemos utilizado amenazas ni varitas, lo único que queremos es volver al colegio, por favor, déjennos marchar…— ¡No todos somos como el traidor Firenze, niña humana! —gritó el centauro gris, y sus compañeros volvieron a soltar relinchos de aprobación—. ¿Acaso creías que no éramos más que unos bonitos caballos parlantes? ¡Somos un pueblo antiquísimo que no permitirá invasiones de magos ni insultos! Nosotros no reconocemos vuestras leyes, no reconocemos vuestra presunta superioridad, somos…Pero Harry y Hermione no oyeron qué más eran los centauros, porque en aquel instante se oyó un crujido tan fuerte en el borde del claro que todos, los chicos y los cincuenta centauros que allí se encontraban, se dieron la vuelta. El centauro que sujetaba a Harry lo dejó caer al suelo y cogió su arco y su carcaj. A Hermione también la habían soltado, y Harry corrió hacia ella en el momento en que dos gruesos troncos de árbol se separaban y la monstruosa figura de Grawp, el gigante, aparecía entre ellos.Los centauros que estaban más cerca de Grawp retrocedieron; el claro se había convertido en un bosque de arcos listos para disparar: todas las flechas apuntaban hacia arriba, hacia la enorme y grisácea cara que los contemplaba desde debajo del espeso dosel de ramas. Grawp tenía la torcida boca entreabierta formando una mueca estúpida; los amarillentos dientes, del tamaño de ladrillos, destacaban en la penumbra, y los ojos sin brillo y del color del lodo del gigante se entrecerraron cuando miró a las criaturas que tenía a sus pies. De los tobillos le colgaban unas cuerdas rotas.Grawp abrió un poco más la boca y dijo:—Jagi.Harry no sabía ni qué significaba «jagi» ni en qué lengua había hablado el gigante, pero no le importaba; simplemente contemplaba los pies de Grawp, que eran casi tan largos como el cuerpo entero de Harry. Hermione agarró a su amigo por un brazo; los centauros, por su parte, se habían quedado callados y observaban al gigante, que movía de un lado a otro la inmensa y redonda cabeza mientras seguía mirando entre ellos como si buscara algo que se le hubiera caído.— ¡Jagi! —dijo otra vez con insistencia.— ¡Vete de aquí, gigante!—gritó Magorian—. ¡No eres bien recibido entre nosotros!Aquellas palabras no impresionaron ni lo más mínimo a Grawp. Se enderezó un poco (los centauros tensaron aún más los arcos) y gritó:— ¡JAGI!Unos cuantos centauros parecían preocupados. Hermione, en cambio, soltó un grito ahogado.— ¡Harry! —susurró—. ¡Creo que intenta decir «Hagrid»!Entonces Grawp se fijó en los dos únicos humanos que había en medio de aquel mar de centauros. Agachó un poco más la cabeza y los miró fijamente. Harry notó que Hermione temblaba cuando el gigante abrió una vez más la boca y pronunció con una voz grave y atronadora:—Hermy.— ¡Ay, madre! —exclamó Hermione, que parecía a punto de desmayarse, y apretó tanto el brazo de Harry que empezó a dormírsele—. ¡Se… se acuerda de mí!— ¡HERMY!—rugió Grawp—. ¿DÓNDE JAGI?— ¡No lo sé!—gimoteó Hermione, aterrada—. ¡Lo siento, Grawp, no lo sé!— ¡GRAWP QUIERE JAGI!El gigante bajó una de las inmensas manos. Hermione gritó con todas sus fuerzas, dio unos cuantos pasos hacia atrás y se cayó. Harry, que no llevaba consigo su varita, se preparó para dar puñetazos,

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patadas, mordiscos o lo que hiciera falta, pero la mano pasó rozándolo y derribó a un centauro blanco como la nieve.Eso era precisamente lo que los centauros estaban esperando. Los dedos extendidos de Grawp se encontraban a un palmo de Harry cuando cincuenta flechas salieron volando hacia el cuerpo del gigante y le acribillaron la enorme cara, le hicieron gritar de ira y de dolor y consiguieron que se enderezara mientras se frotaba la cara con las manazas rompiendo las astas de las flechas, aunque así se le clavaban aún más las puntas.Grawp se puso a vociferar y a golpear el suelo con sus inmensos pies, y los centauros se dispersaron; unos goterones de sangre, del tamaño de pedruscos, cayeron sobre Harry mientras éste ayudaba a levantarse a Hermione; luego ambos echaron a correr tan deprisa como pudieron para refugiarse bajo los árboles. Una vez allí se volvieron para mirar; Grawp trataba de agarrar a los centauros a ciegas mientras la sangre resbalaba por su cara; los centauros salieron en estampida hacia los árboles del otro lado del claro. Harry y Hermione vieron cómo Grawp soltaba otro rugido de ira y los perseguía, derribando más árboles a su paso.— ¡Oh, no! —dijo Hermione con un hilo de voz; temblaba tanto que se le doblaban las rodillas—. Eso ha sido horrible. Y Grawp podría matarlos a todos.—Pues a mí me da igual, la verdad —confesó Harry con amargura.El ruido de los centauros alejándose al galope y el del gigante, que los perseguía dando tumbos, fue haciéndose cada vez más débil. Mientras lo escuchaba, Harry sintió otra fuerte punzada en la cicatriz y lo invadió una oleada de terror__(OF, 775 – 779)

Participa en la Batalla de Hogwarts (RM).

Más y más gente subía en tropel los escalones de piedra. Harry vio a Charlie Weasley adelantando a Horace Slughorn, que todavía llevaba su pijama verde esmeralda. Por lo visto habían regresado al castillo a la cabeza de los familiares y amigos de los alumnos de Hogwarts que se habían quedado para luchar, junto con los comerciantes y vecinos de Hogsmeade. Los centauros Bane, Ronan y Magorian irrumpieron en el comedor con gran estrépito de cascos, y la puerta que conducía a las cocinas se salió de los goznes. (RM, 617)

Sanguini

VampiroUno de los invitados a la fiesta del Club Slug (PM).

Slughorn llevaba un sombrero de terciopelo adornado con borlas haciendo juego con su batín.Agarró con fuerza a Harry por el brazo, como si quisiera desaparecerse con él, y lo guió resueltamente hacia el centro de la fiesta; Harry tiró de la mano de Luna.—Te presento a Eldred Worple, un antiguo alumno mío, autor de Hermanos de sangre: mi vida entre los vampiros. Y a su amigo Sanguini, por supuesto.Worple, un individuo menudo y con gafas, le estrechó la mano con entusiasmo. El vampiroSanguini, alto, demacrado y con marcadas ojeras, se limitó a hacer un movimiento con la cabeza; parecía aburrido. Cerca de él había un grupo de chicas que lo miraban con curiosidad y emoción.— ¡Harry Potter! ¡Encantado de conocerte! —exclamó Worple mirándolo con ojos de miope—. Precisamente, hace poco le preguntaba al profesor Slughorn cuándo saldría la biografía de Harry Potter que todos estamos esperando.— ¿Ah… sí? —dijo Harry.

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— ¡Ya veo que Horace no exageraba cuando elogiaba tu modestia!—se admiró Worple—. Pero de verdad —prosiguió, ahora con tono más serio—, me encantaría escribirla yo mismo. La gente está deseando saber más cosas de ti, querido amigo, ¡se mueren de curiosidad! Si me concedieras unas entrevistas, en sesiones de cuatro o cinco horas, por decir algo, podríamos terminar el libro en unos meses. Y requeriría muy poco esfuerzo por tu parte, te lo aseguro. Ya verás, pregúntale a Sanguini si no es… ¡Sanguini, quédate aquí!—ordenó endureciendo el semblante, pues poco a poco el vampiro se había ido acercando con cara de avidez al grupito de niñas—. Toma, cómete un pastelito —añadió, cogiéndolo de la bandeja de un elfo que pasaba por allí, y se lo puso en la mano antes de volver a dirigirse a Harry—. Amigo mío, no te imaginas la cantidad de oro que podrías llegar a ganar…—No me interesa, de verdad —respondió el muchacho—. Y perdone, pero acabo de ver a una amiga.

Tiró del brazo de Luna y se metió entre el gentío (PM, 296, 297)

ScabbersRata (supuestamente)Hogwarts y la Madriguera cuando era una rata. Ahora desconocidaLa forma animaga de Peter Pettigrew  quien permaneció como la mascota de ron para esconderse de los Mortifagos que querían vengarse. Scabbers tiene la apariencia de una rata gris que, por desgracia, vivió muchos más años de lo que una rata normal debería. Le faltaba un dedo que correspondía con el dedo de Pettigrew. Era originalmente de Percy pero cuando a este le dieron a Hermes cuando se hizo prefecto (verano 1991) se convirtió en la rata de Ron.

Observó la fotografía en movimiento, y una sonrisa se le dibujó en la cara al ver a los nueve Weasley ante una enorme pirámide, saludándolo con la mano. La pequeña y rechoncha señoraWeasley, el alto y calvo señor Weasley, los seis hijos y la hija tenían (aunque la fotografía en blanco y negro no lo mostrara) el pelo de un rojo intenso. Justo en el centro de la foto aparecíaRon, alto y larguirucho, con su rata Scabbers sobre el hombro y con el brazo alrededor de Ginny, su hermana pequeña. (PA, 13)Ron sacó a Scabbers y la puso junto a la jaula de las ratas, que dejaron sus juegos y corrieron a la tela metálica para ver mejor. Como casi todo lo que Ron tenía, Scabbers era de segunda mano(Antes había pertenecido a su hermano Percy) y estaba un poco estropeada. Comparada con las flamantes ratas de la jaula, tenía un aspecto muy desmejorado. (PA, 53)— ¿Me dejas echarle un vistazo a la rata? —dijo con amabilidad.— ¿Qué?—preguntó Ron—. ¿Qué tiene que ver Scabbers en todo esto?—Todo —respondió Lupin—. ¿Podría echarle un vistazo, por favor?Ron dudó. Metió la mano en la túnica. Scabbers salió agitándose como loca. Ron tuvo que agarrarla por la larga cola sin pelo para impedirle escapar. Crookshanks, todavía en las rodillas de Black, se levantó y dio un suave bufido.Lupin se acercó más a Ron. Contuvo el aliento mientras examinaba detenidamente a Scabbers.— ¿Qué? —volvió a preguntar Ron, con cara de asustado y manteniendo a Scabbers junto a él—. ¿Qué tiene que ver la rata en todo esto?—No es una rata —graznó de repente Sirius Black.— ¿Qué quiere decir? ¡Claro que es una rata!—No lo es —dijo Lupin en voz baja—. Es un mago.—Un animago —aclaró Black— llamado Peter Pettigrew. (PA, 282, 283)

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Soplido Pigmeo (Plimpy Puff)El soplido enano tiene el aspecto de una pequeña bola de pelusa. Puede ser o rosa o morada. Ginny tiene uno llamado Arnold (PM).

Y de hecho, la salida de la siguiente mañana fue más suave de lo usual. Los carros del Ministerio se deslizaron en frente de la Madriguera, donde ya los esperaban, con los baúles empacados: Crookshanks el gato de Hermione, encerrado seguramente en su canasta de viaje; Hedwig, Pigwidgeon y Arnold, el nuevo Puff Pigmeo morado de Ginny, iban en sus respectivas jaulas. “(PM, 132)

Sr. PawsGatoCasa de Arabella Figg., Wisteria Walk, Little Whinging, Surrey—Malas noticias, Vernon —dijo—. La señora Figg se ha fracturado una pierna. No puede cuidarlo. —Volvió la cabeza en dirección a Harry.La boca de Dudley se abrió con horror, pero el corazón de Harry dio un salto. Cada año, el día del cumpleaños de Dudley, sus padres lo llevaban con un amigo a pasar el día a un parque de atracciones, a comer hamburguesas o al cine. Cada año, Harry se quedaba con la señora Figg, una anciana loca que vivía a dos manzanas. Harry no podía soportar ir allí. Toda la casa olía a repollo y la señora Figg le hacía mirar las fotos de todos los gatos que había tenido.— ¿Y ahora qué hacemos? —preguntó tía Petunia, mirando con ira a Harry como si él lo hubiera planeado todo. Harry sabía que debería sentir pena por la pierna de la señora Figg, pero no era fácil cuando recordaba que pasaría un año antes de tener que ver otra vez a Tibbles, Snowy, el Señor Paws o Tufty. (PF, 26)

Sr. TibblesGatoCasa de Arabella Fig., Wisteria Walk, Little Whinging, SurreyUno de los gatos de la señora Figg (PF2),

—Malas noticias, Vernon —dijo—. La señora Figg se ha fracturado una pierna. No puede cuidarlo. —Volvió la cabeza en dirección a Harry.La boca de Dudley se abrió con horror, pero el corazón de Harry dio un salto. Cada año, el día del cumpleaños de Dudley, sus padres lo llevaban con un amigo a pasar el día a un parque de atracciones, a comer hamburguesas o al cine. Cada año, Harry se quedaba con la señora Figg, una anciana loca que vivía a dos manzanas. Harry no podía soportar ir allí. Toda la casa olía a repollo y la señora Figg le hacía mirar las fotos de todos los gatos que había tenido.— ¿Y ahora qué hacemos? —preguntó tía Petunia, mirando con ira a Harry como si él lo hubiera planeado todo. Harry sabía que debería sentir pena por la pierna de la señora Figg, pero no era fácil cuando recordaba que pasaría un año antes de tener que ver otra vez a Tibbles, Snowy, el Señor Paws o Tufty. (PF, 26)

Estaba espiando bajo un auto cuando Mundungus Fletcher abandono su puesto mientras vigilaba a Harry y este fue atacado por dos dementores en un callejón cerca de su casa (OF1, 2)

— ¿Qué? —preguntó Harry sin comprender.

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— ¡Se ha marchado!—dijo la señora Figg, retorciéndose las manos—. ¡Ha ido a ver a no sé quién por un asunto de un lote de calderos robados! ¡Ya le dije que iba a desollarlo vivo si se marchaba, y mira! ¡Dementores! ¡Suerte que informé del caso al señor Tibbles! Pero ¡no hay tiempo que perder! ¡Corre, tienes que volver a tu casa! ¡Oh, los problemas que va a causar esto! ¡Voy a matarlo! (OF, 29)

Señora NorrisGataDespacho de Filch, Castillo de Hogwartsgato con ojos amarillos como lámparasSra. Norris se pasea por los corredores de Hogwarts. Siempre está en el puesto de vigilante para atrapar a los buscadores de problemas. Sra Norris fue temporalmente petrificada en el año escolar 1992-1993 cuando el basilisco la ataco. Es el profundo deseo de muchos estudiantes darle una patada a la Sra.. Norris pero hasta ahora ninguno lo ha hecho por el miedo que le tiene a Filch.En palabras de JK Rowling, la Señora Norris no es más que una gata inteligente y desagradable, pero no se trata de un animago no registrado.El nombre de la Sra. Norris viene de uno de los libros de Jane Austen favoritos de JK Rowling Mansfield Park. En ese libro la Sra. Norris es la tía mandona del personaje principal que siempre interfiere en sus asuntos y se mete en los asuntos de los demás

Fue como si alguien hubiera encendido la luz de repente en su cerebro.Filch tenía una gata llamada Señora Norris, una criatura flacucha y de color polvoriento, con ojos saltones como linternas, iguales a los de Filch. Patrullaba sola por los pasillos. Si uno infringía una regla delante de ella, o ponía un pie fuera de la línea permitida, se escabullía para buscar a Filch, el cual aparecía dos segundos más tarde. Filch conocía todos los pasadizos secretos del colegio mejor que nadie (excepto tal vez los gemelos Weasley), y podía aparecer tan súbitamente como cualquiera de los fantasmas. Todos los estudiantes lo detestaban, y la más soñada ambición de muchos era darle una buena patada a la Señora Norris. (PF, 114)Harry y Ron se quedaron fascinados al oír que Hagrid llamaba a Filch «ese viejo bobo».—Y en lo que se refiere a esa gata, la Señora Norris, me gustaría presentársela un día a Fang. ¿Sabéis que cada vez que voy al colegio me sigue todo el tiempo? No me puedo librar de ella. Filch la envía a hacerlo. (PF, 121)Al pie de la primera escalera, divisaron a la Señora Norris.—Oh, vamos a darle una patada, sólo una vez —murmuró Ron en el oído de Harry, que negó con la cabeza. Mientras pasaban con cuidado al lado de la gata, ésta volvió la cabeza con sus ojos como linternas, pero no los vio. (PF, 227)—Ron —musitó—. ¡Esto es! Aquí está la respuesta. El monstruo de la cámara es un basilisco, ¡una serpiente gigante! Por eso he oído a veces esa voz por todo el colegio, y nadie más la ha oído: porque yo comprendo la lengua pársel...Harry miró las camas que había a su alrededor.—El basilisco mata a la gente con la mirada. Pero no ha muerto nadie. Porque ninguno de ellos lo miró directo a los ojos. Colin lo vio a través de su cámara de fotos. El basilisco quemó toda la película que había dentro, pero a Colin sólo lo petrificó. Justin... ¡Justin debe de haber visto al basilisco a través de Nick Casi Decapitado! Nick lo vería perfectamente, pero no podía morir otra vez... Y a Hermione y la prefecta de Ravenclaw las hallaron con aquel espejo al lado.Hermione acababa de enterarse de que el monstruo era un basilisco. ¡Me apostaría algo a que ella le advirtió a la primera persona a la que encontró que mirara por un espejo antes de doblar las esquinas! Y entonces sacó el espejo y...Ron se había quedado con la boca abierta.— ¿Y la Señora Norris? —susurró con interés.Harry hizo un gran esfuerzo para concentrarse, recordando la imagen de la noche de Halloween.

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—El agua..., la inundación que venía de los aseos de Myrtle la Llorona. Seguro que la Señora Norris sólo vio el reflejo... (CS, 251)

Filch empezó a subir por la escalera, acompañado por su escuálida gata de color apagado. Los ojos como faros de la Señora Norris, tan parecidos a los de su amo, estaban fijos en Harry. No era la primera vez que éste se preguntaba si la capa invisible surtía efecto con los gatos. Muerto de miedo, vio a Filch acercarse poco a poco en su vieja bata de franela. (CF, 412)

SnowyGatoCasa de Arabela Figg., Histeria Walk, Little Whinging, Surrey 

—Malas noticias, Vernon —dijo—. La señora Figg se ha fracturado una pierna. No puede cuidarlo. —Volvió la cabeza en dirección a Harry.La boca de Dudley se abrió con horror, pero el corazón de Harry dio un salto. Cada año, el día del cumpleaños de Dudley, sus padres lo llevaban con un amigo a pasar el día a un parque de atracciones, a comer hamburguesas o al cine. Cada año, Harry se quedaba con la señora Figg, una anciana loca que vivía a dos manzanas. Harry no podía soportar ir allí. Toda la casa olía a repollo y la señora Figg le hacía mirar las fotos de todos los gatos que había tenido.— ¿Y ahora qué hacemos? —preguntó tía Petunia, mirando con ira a Harry como si él lo hubiera planeado todo. Harry sabía que debería sentir pena por la pierna de la señora Figg, pero no era fácil cuando recordaba que pasaría un año antes de tener que ver otra vez a Tibbles, Snowy, el Señor Paws o Tufty. (PF, 26)

TenebrusThestralBosque ProhibidoUno de los Thestrals que vive en el bosque prohibido, el primero en nacer ahí (y el favorito

de Hagrid) (OF21)

— ¡Ah, sí! —exclamó Hagrid, y echó una ojeada a las notas de la profesora Umbridge, inquieto. Pero siguió adelante con valor—. Sí, os iba a contar por qué tenemos una manada. Pues veréis, empezamos con un macho y cinco hembras. Éste —le dio unas palmadas al caballo que había aparecido en primer lugar— se llama Tenebrus y es mi favorito. Fue el primero que nació aquí, en el bosque… (OF, 465)Viene de Tenebrous - ingles para oscuro

ThestralClasificación del MM: XX-XXXXTipo de caballo volador; es escaso, negro, con capacidad para hacerse invisible; muchos consideran que da mala suerte (AF).Sólo pueden ver thestral aquellos que han visto la muerte (OF), y tienen conciencia de ella (RAH). En quinto curso, Hagrid les enseña los thestral en clase de Cuidado de Criaturas Mágicas, y sólo los pueden ver Harry, Neville y un alumno de Slytherin; Luna Lovegood también puede verlos.Unos thestrals les llevan hasta el Departamento de Misterios. Para ello te tienes que subir a él y decir a donde quieres ir; Dumbledore a veces los usa como medio de transporte; Los thestral arrastran los carros de Hogwarts (OF).

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Thestral"No dan mala suerte, utilizan inteligentemente la muerte. ¡Los Thestrals no son peligrosos! De acuerdo, podrían morderte si realmente les molestas..."  ~ Rubeus Hagrid Los Thestrals son una enormes caballos alados con blancos ojos brillantes, cara y cuello de dragón y cuerpo de esqueleto negro (OF), con una larga cola negra (RM4). Les atrae el olor de la sangre. Thestrals son invisibles para cualquiera que no haya visto la muerte, lo que significa que la mayoría de los estudiantes de la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas de Hagrid no puede verlos. Están clasificados como animales mágicos, sin embargo. La gente suele creer que son un mal presagio, que traen mala suerte, pero eso solo es una superstición. (OF21, 34, AF). Thestrals tienen sentido de la orientación y se mueven mágicamente volando a través del aire. Dumbledore suele viajar en ellos cuando no quiere Aparecerse (lo que probablemente explica como llegó al ministerio (PF) y probablemente como Hagrid volvió de la Roca en el Mar (PF).La manada de Hogwarts consiste en un macho y cinco hembras. El macho se llama Tenebrus, que es el favorito de Hagrid (OF21). Suelen llevar los carruajes de la escuela desde la estación de tren hasta el castillo (OF10). Harry y un grupo de estudiantes volaron en Thestrals desde Hogwarts hasta el Ministerio de magia para rescatar a Sirius. Sólo tenían que decir a donde querían ir y los Thestrals les llevaban volando (OF34).

No basta ver morir a una persona para ver a un thestral: hay que tener conciencia de ella (RAH). Por esa razón, Harry no veía a los Thestrals a pesar de haber visto a su madre morir. Si que los vio después de ver la muerte de Cedric Diggory (OF).

Luna Lovegood (vio a su madre morir cuando tenía nueve años) también los ve, al igual que Neville Longbottom y  Theodore Nott.

Los thestrals luchan en la Batalla de Hogwarts, atacando a los gigantes fieles a Lord Voldemort (RM).

Un pelo de cola de thestral es el núcleo de la Varita de Saúco (JKR).

*   *   *

Pregunta: ¿Por qué pudo ver Harry los Threstals en ‘La Orden del Fénix’?¿No debería haber podido verlos mucho antes, al haber visto morir a sus padres/Quirrell/Cedric?

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J.K. Rowling: Me han hecho esta pregunta muchas veces. Harry no vio morir a sus padres. Estaba en su cuna en ese momento (tenía poco más de un año) y, como digo en “La Piedra filosofal”, tan sólo vio un rayo de luz verde. Tampoco vio la muerte de Quirrell. Harry se había desmayado antes de morir Quirrell y solo lo supo cuando Dumbledore se los dijo, en el último capítulo.Sí presenció, sin embargo, el asesinato de Cedric, y es esto lo que por fín le hace capaz de ver los Threstals. ¿por qué no vio los threstals al volver a la estación? No quise dar pie a un nuevo misterio que tardaría mucho en resolverse, al final del cuarto libro. Por ello decidí que hasta que Harry no superase el primer impacto y sintiera realmente el significado de la muerte (es decir, cuando comprenda por completo que Cedric se ha ido para siempre y no puede regresar, lo que lleva un tiempo, a cualquier edad) no sería capaz de ver los Threstals. Tras dos meses lejos de la escuela durante los cuales ha meditado incesantemente sobre sus recuerdos del asesinato y ha tenido pesadillas, los Threstals han tomado forma y los puede ver con mucha claridad.

Tibbles, Sr.GatoCasa de Arabella Fig., Histeria Walk, Little Whinging, SurreyUno de los gatos de la señora Figg (PF2), estaba espiando bajo un auto cuando Mundungus Fletcher abandono su puesto mientras vigilaba a Harry y este fue atacado por dos dementotes en un callejón cerca de su casa (OF1,2)

—Malas noticias, Vernon —dijo—. La señora Figg se ha fracturado una pierna. No puede cuidarlo. —Volvió la cabeza en dirección a Harry.La boca de Dudley se abrió con horror, pero el corazón de Harry dio un salto. Cada año, el día del cumpleaños de Dudley, sus padres lo llevaban con un amigo a pasar el día a un parque de atracciones, a comer hamburguesas o al cine. Cada año, Harry se quedaba con la señora Figg, una anciana loca que vivía a dos manzanas. Harry no podía soportar ir allí. Toda la casa olía a repollo y la señora Figg le hacía mirar las fotos de todos los gatos que había tenido.— ¿Y ahora qué hacemos? —preguntó tía Petunia, mirando con ira a Harry como si él lo hubiera planeado todo. Harry sabía que debería sentir pena por la pierna de la señora Figg, pero no era fácil cuando recordaba que pasaría un año antes de tener que ver otra vez a Tibbles, Snowy, el Señor Paws o Tufty. (PF, 26)

Estaba espiando bajo un auto cuando Mundungus Fletcher abandono su puesto mientras vigilaba a Harry y este fue atacado por dos dementores en un callejón cerca de su casa (OF1, 2)

— ¿Qué? —preguntó Harry sin comprender.— ¡Se ha marchado!—dijo la señora Figg, retorciéndose las manos—. ¡Ha ido a ver a no sé quién por un asunto de un lote de calderos robados! ¡Ya le dije que iba a desollarlo vivo si se marchaba, y mira! ¡Dementores! ¡Suerte que informé del caso al señor Tibbles! Pero ¡no hay tiempo que perder! ¡Corre, tienes que volver a tu casa! ¡Oh, los problemas que va a causar esto! ¡Voy a matarlo! (OF, 29)

TrevorSapoDormitorios de los chicos, Torre de Gryffindor, castillo de Hogwarts y casa de los Longbotton.Trevor, el sapo de Neville, no tenía nada especial excepto su tendencia a perderse, y cuando finalmente se escapó para unirse a sus hermanos en el lago de Hogwarts, tanto el dueño como la mascota sintieron cierto alivio (P).

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— ¡Eh, tú, el de allí! ¿Es éste tu sapo? —dijo Hagrid, mientras vigilaba los botes y la gente que bajaba de ellos.— ¡Trevor! —gritó Neville, muy contento, extendiendo las manos. Luego subieron por un pasadizo en la roca, detrás de la lámpara de Hagrid, saliendo finalmente a un césped suave y húmedo, a la sombra del castillo. (PF, 98)

Cuando faltaba poco para que terminara la clase, Snape se dirigió con paso firme a Neville, que se encogió de miedo al lado de su caldero.—Venid todos y poneos en corro —dijo Snape. Los ojos negros le brillaban—. Y ved lo que le sucede al sapo de Longbottom. Si ha conseguido fabricar una solución para encoger, el sapo se quedará como un renacuajo. Si lo ha hecho mal (de lo que no tengo ninguna duda), el sapo probablemente morirá envenenado.Los de Gryffindor observaban con aprensión y los de Slytherin con entusiasmo. Snape se puso el sapo Trevor en la palma de la mano izquierda e introdujo una cucharilla en la poción deNeville, que había recuperado el color verde. Echó unas gotas en la garganta de Trevor.Se hizo un silencio total, mientras Trevor tragaba. Luego se oyó un ligero «¡plop!» y el renacuajo Trevor serpenteó en la palma de la mano de Snape. Los de Gryffindor prorrumpieron en aplausos. Snape, irritado, sacó una pequeña botella del bolsillo de su toga, echó unas gotas sobre Trevor y éste recobró su tamaño normal.—Cinco puntos menos para Gryffindor —dijo Snape, borrando la sonrisa de todas las caras

—. Le dije que no lo ayudara, señorita Granger. Podéis retiraos.” (PA, 108)

TrolClasificación del MM: XXXXEl trol es una criatura temible que mide alrededor de tres metros y medio y pesa más de una tonelada. De él destacan tanto su fuerza como su estupidez: ambas son prodigiosas; a menudo, es violento e impredecible. Su piel repele los hechizos más poderosos (P). Los trols surgieron en Escandinavia, pero en la actualidad los podemos encontrar en el Reino Unido, Irlanda y otras zonas del norte de Europa.Por lo común, los trols conversan mediante unos gruñidos que parecen constituir un lenguaje primitivo, aunque algunos entienden e incluso hablan unas pocas y simples palabras de lenguas humanas. Los más inteligentes fueron entrenados como guardianes.Hay tres clases de trols: de montaña, de bosque y de río. El trol de montaña es el más grande y maligno. No tiene pelo y su pelo es de un gris pálido. El trol de bosque tiene la piel de un verde pálido y algunos tienen pelo, que es verde o castaño, fino y desgreñado. El trol de río tiene cuernos cortos y puede ser peludo. Tiene una piel purpúrea y suele acechar debajo de los puentes. Los trols comen carne cruda y prácticamente les da igual de dónde salgan; no le hacen ascos a nada, cazan desde animales salvajes hasta personas (AF).("Mi nombre es Gregory Goyle y apesto", anotación de Harry y Ron)

Cuando Harry cerró la puerta tras ellos, las anticuadas lámparas de gas se iluminaron, arrojando una luz parpadeante en todo el largo vestíbulo. La casa continuaba tan tétrica comoHarry la recordaba; había telarañas por todas partes y las cabezas de los elfos domésticos, colgadas en la pared, proyectaban extrañas sombras en la escalera. Unas largas y oscuras cortinas tapaban el retrato de la madre de Sirius, y lo único que no se mantenía en su sitio era el paragüero, con forma de pierna de trol, que estaba tumbado como si Tonks acabara de derribarlo otra vez.—Creo que alguien ha estado aquí —susurró Hermione señalando el paragüero.

—Quizá se quedó así cuando la Orden se marchó —contestó Ron. (RM, 151)

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TuftyGatoCasa de Arabella Fig., Histeria Walk, Little Whinging, SurreyPosiblemente llamado Sr. Tufty si seguimos el patrón de los gatos de los squibs.

—Malas noticias, Vernon —dijo—. La señora Figg se ha fracturado una pierna. No puede cuidarlo. —Volvió la cabeza en dirección a Harry.La boca de Dudley se abrió con horror, pero el corazón de Harry dio un salto. Cada año, el día del cumpleaños de Dudley, sus padres lo llevaban con un amigo a pasar el día a un parque de atracciones, a comer hamburguesas o al cine. Cada año, Harry se quedaba con la señora Figg, una anciana loca que vivía a dos manzanas. Harry no podía soportar ir allí. Toda la casa olía a repollo y la señora Figg le hacía mirar las fotos de todos los gatos que había tenido.— ¿Y ahora qué hacemos? —preguntó tía Petunia, mirando con ira a Harry como si él lo hubiera planeado todo. Harry sabía que debería sentir pena por la pierna de la señora Figg, pero no era fácil cuando recordaba que pasaría un año antes de tener que ver otra vez a Tibbles, Snowy, el Señor Paws o Tufty. (PF, 26)

UnicornioClasificación del MM: XXXXEl unicornio es un hermoso animal que habita en bosques del norte de Europa. Este caballo luce un cuerno y, cuando es adulto, su pies el de un blanco purísimo, aunque al principio

los potrillos son dorados y se vuelven plateados antes de alcanzar la madurez. El cuerno, la sangre y el pelo de unicornio tienen cualidades mágicas muy poderosas. En general, evitan el contacto con seres humanos, se muestran más dispuestos a dejar que se les acerque una bruja que un mago, y tienen un galope tan veloz que son muy difíciles de capturar (AF).Voldemort bebe sangre de unicornio para poder sobrevivir en 1991 (PF). Un pelo de unicornio puede llegar a valer diez galeones en el mercado, según Slughorn (PM). Es muy útil para la elaboración de pociones (P). En la simbología rúnica el unicornio simboliza el número uno (JKR).

Unicornio"Chicos atrás! Prefieren el toque femenino, unicornios. Chicas adelante, y acercaros con cuidado, vamos, es fácil. ..."  ~ Profesora Grubbly-Plank

"Es una cosa monstruosa, matar un unicornio. Solo alguien que no tiene nada que perder y todo por ganar, puede cometer semejante crimen. La sangre de unicornio te mantiene vivo, aunque este muy cerca de la muerte, pero a un terrible precio. Al haber matado a algo tan puro e indefenso, tendrá una media-vida, una vida maldita, desde el momento en que la sangre toque sus labios."  ~ Firenze el Centauro

Clasificación del MM: XXXXEl unicornio es un hermoso animal que habita en bosques del norte de Europa. Este caballo luce un cuerno y, cuando es adulto, su pies el de un blanco purísimo, aunque al principio los potrillos son dorados y se vuelven plateados antes de alcanzar la madurez. El cuerno, la sangre y el pelo de unicornio tienen cualidades mágicas muy poderosas. En general, evitan el contacto con seres

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humanos, se muestran más dispuestos a dejar que se les acerque una bruja que un mago, y tienen un galope tan vez que son muy difíciles de capturar (AF).

Referencias: • Cuernos de unicornio plateado cuestan 21 Galeones cada uno en la Botica en el Callejón Diagon (PF5) 

. Luego visitaron la droguería, tan fascinante como para hacer olvidar el horrible hedor, una mezcla de huevos pasados y repollo podrido. En el suelo había barriles llenos de una sustancia viscosa y botes con hierbas. Raíces secas y polvos brillantes llenaban las paredes, y manojos de plumas e hileras de colmillos y garras colgaban del techo. Mientras Hagrid preguntaba al hombre que estaba detrás del mostrador por un surtido de ingredientes básicos para pociones, Harry examinaba cuernos de unicornio plateados, a veintiún galeones cada uno, y minúsculos ojos negros y brillantes de escarabajos (cinco knuts la cucharada).(PF, 73)

• El señor Ollivander usa pelo de cola de unicornio en algunas de sus varitas (incluidas las de Cedric Diggory y Ron Weasley) (PF5). 

Ahora nos queda solamente Ollivander, el único lugar donde venden varitas, y tendrás la mejor.

Una varita mágica... Eso era lo que Harry realmente había estado esperando.La última tienda era estrecha y de mal aspecto. Sobre la puerta, en letras doradas, se leía:

«Ollivander: fabricantes de excelentes varitas desde el 382 a.C.». En el polvoriento escaparate, sobre un cojín de desteñido color púrpura, se veía una única varita.

Cuando entraron, una campanilla resonó en el fondo de la tienda. Era un lugar pequeño y vacío, salvo por una silla larguirucha donde Hagrid se sentó a esperar. Harry se sentía algo extraño, como si hubieran entrado en una biblioteca muy estricta. Se tragó una cantidad de preguntas que se le acababan de ocurrir, y en lugar de eso, miró las miles de estrechas cajas, amontonadas cuidadosamente hasta el techo. Por alguna razón, sintió una comezón en la nuca. El polvo y el silencio parecían hacer que le picara por alguna magia secreta.

—Buenas tardes —dijo una voz amable.Harry dio un salto. Hagrid también debió de sobresaltarse porque se oyó un crujido y se

levantó rápidamente de la silla.Un anciano estaba ante ellos; sus ojos, grandes y pálidos, brillaban como lunas en la penumbra

del local.—Hola —dijo Harry con torpeza.—Ah, sí —dijo el hombre—. Sí, sí, pensaba que iba a verte pronto. Harry Potter. —No era una

pregunta—. Tienes los ojos de tu madre. Parece que fue ayer el día en que ella vino aquí, a comprar su primera varita. Veintiséis centímetros de largo, elástica, de sauce. Una preciosa varita para encantamientos.

El señor Ollivander se acercó a Harry. El muchacho deseó que el hombre parpadeara. Aquellos ojos plateados eran un poco lúgubres.

—Tu padre, por otra parte, prefirió una varita de caoba. Veintiocho centímetros y medio. Flexible. Un poquito más poderosa y excelente para transformaciones. Bueno, he dicho que tu padre la prefirió, pero en realidad es la varita la que elige al mago.

El señor Ollivander estaba tan cerca que él y Harry casi estaban nariz contra nariz. Harry podía ver su reflejo en aquellos ojos velados.

—Y aquí es donde...El señor Ollivander tocó la luminosa cicatriz de la frente de Harry, con un largo dedo blanco.—Lamento decir que yo vendí la varita que hizo eso —dijo amablemente—. Treinta y cuatro

centímetros y cuarto. Una varita poderosa, muy poderosa, y en las manos equivocadas... Bueno, si

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hubiera sabido lo que esa varita iba a hacer en el mundo...Negó con la cabeza y entonces, para alivio de Harry, fijó su atención en Hagrid.— ¡Rubeus! ¡Rubeus Hagrid! Me alegro de verlo otra vez... Roble, cuarenta centímetros y

medio, flexible... ¿Era así?—Así era, sí, señor —dijo Hagrid.—Buena varita. Pero supongo que la partieron en dos cuando lo expulsaron —dijo el señor

Ollivander, súbitamente severo.—Eh..., sí, eso hicieron, sí —respondió Hagrid, arrastrando los pies—. Sin embargo, todavía

tengo los pedazos —añadió con vivacidad.—Pero no los utiliza, ¿verdad? —preguntó en tono severo.—Oh, no, señor —dijo Hagrid rápidamente. Harry se dio cuenta de que sujetaba con fuerza su

paraguas rosado.—Mmm —dijo el señor Ollivander, lanzando una mirada inquisidora a Hagrid—. Bueno,

ahora, Harry.. Déjame ver. —Sacó de su bolsillo una cinta métrica, con marcas plateadas—. ¿Con qué brazo coges la varita?

—Eh... bien, soy diestro —respondió Harry.—Extiende tu brazo. Eso es. —Midió a Harry del hombro al dedo, luego de la muñeca al codo,

del hombro al suelo, de la rodilla a la axila y alrededor de su cabeza. Mientras medía, dijo—: Cada varita Ollivander tiene un núcleo central de una poderosa sustancia mágica, Harry. Utilizamos pelos de unicornio, plumas de cola de fénix y nervios de corazón de dragón. No hay dos varitas Ollivander iguales, como no hay dos unicornios, dragones o aves fénix iguales. Y, por supuesto, nunca obtendrás tan buenos resultados con la varita de otro mago.

De pronto, Harry se dio cuenta de que la cinta métrica, que en aquel momento le medía entre las fosas nasales, lo hacía sola. El señor Ollivander estaba revoloteando entre los estantes, sacando cajas.

—Esto ya está —dijo, y la cinta métrica se enrolló en el suelo—. Bien, Harry Prueba ésta. Madera de haya y nervios de corazón de dragón. Veintitrés centímetros. Bonita y flexible. Cógela y agítala.

Harry cogió la varita y (sintiéndose tonto) la agitó a su alrededor, pero el señor Ollivander se la quitó casi de inmediato.

—Arce y pluma de fénix. Diecisiete centímetros y cuarto. Muy elástica. Prueba...Harry probó, pero tan pronto como levantó el brazo el señor Ollivander se la quitó.—No, no... Ésta. Ébano y pelo de unicornio, veintiún centímetros y medio. Elástica. Vamos,

vamos, inténtalo.Harry lo intentó. No tenía ni idea de lo que estaba buscando el señor Ollivander. Las varitas ya

probadas, que estaban sobre la silla, aumentaban por momentos, pero cuantas más varitas sacaba el señor Ollivander, más contento parecía estar.

—Qué cliente tan difícil, ¿no? No te preocupes, encontraremos a tu pareja perfecta por aquí, en algún lado. Me pregunto... sí, por qué no, una combinación poco usual, acebo y pluma de fénix, veintiocho centímetros, bonita y flexible.

Harry tocó la varita. Sintió un súbito calor en los dedos. Levantó la varita sobre su cabeza, la hizo bajar por el aire polvoriento, y una corriente de chispas rojas y doradas estalló en la punta como fuegos artificiales, arrojando manchas de luz que bailaban en las paredes. Hagrid lo vitoreó y aplaudió y el señor Ollivander dijo:

— ¡Oh, bravo! Oh, sí, oh, muy bien. Bien, bien, bien... Qué curioso... Realmente qué curioso...Puso la varita de Harry en su caja y la envolvió en papel de embalar, todavía murmurando:

«Curioso... muy curioso».—Perdón —dijo Harry—. Pero ¿qué es tan curioso?El señor Ollivander fijó en Harry su mirada pálida.—Recuerdo cada varita que he vendido, Harry Potter. Cada una de las varitas. Y resulta que la

cola de fénix de donde salió la pluma que está en tu varita dio otra pluma, sólo una más. Y

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realmente es muy curioso que estuvieras destinado a esa varita, cuando fue su hermana la que te hizo esa cicatriz.

Harry tragó, sin poder hablar.—Sí, veintiocho centímetros. Ajá. Realmente curioso cómo suceden estas cosas. La varita

escoge al mago, recuérdalo... Creo que debemos esperar grandes cosas de ti, Harry Potter... Después de todo, El-que-no-debe-ser-nombrado hizo grandes cosas... Terribles, sí, pero grandiosas.

Harry se estremeció. No estaba seguro de que el señor Ollivander le gustara mucho. Pagó siete galeones de oro por su varita y el señor Ollivander los acompañó hasta la puerta de su tienda. (PF, 73 – 77)

• La sangre de unicornio es plateada y brilla bajo la luz de la luna (PF) 

—Mirad allí —dijo Hagrid—. ¿Veis eso que brilla en la tierra? ¿Eso plateado? Es sangre de unicornio. Hay por aquí un unicornio que ha sido malherido por alguien. Es la segunda vez en una semana. Encontré uno muerto el último miércoles. Vamos a tratar de encontrar a ese pobrecito herido. Tal vez tengamos que evitar que siga sufriendo.— ¿Y qué sucede si el que hirió al unicornio nos encuentra a nosotros primero? —dijo Malfoy, incapaz de ocultar el miedo de su voz.—No hay ningún ser en el bosque que os pueda herir si estáis conmigo o con Fang —dijo Hagrid—. Y seguid el sendero. Ahora vamos a dividirnos en dos equipos y seguiremos la huella en distintas direcciones. Hay sangre por todo el lugar, debieron herirlo ayer por la noche, por lo menos. (PF, 208, 209)• Los unicornios son unas criaturas mágicas poderosas. No es fácil cogerlos (PF, PA) — ¿Podría ser un hombre lobo el que mata los unicornios? —preguntó Harry—No son bastante rápidos —dijo Hagrid—. No es tan fácil cazar un unicornio, son criaturas poderosamente mágicas. Nunca había oído que hubieran hecho daño a ninguno. (PF, 209)• Tienen largas patas y crin perlada. Sí, era el unicornio y estaba muerto. Harry nunca había visto nada tan hermoso y tan triste. Sus largas patas delgadas estaban dobladas en ángulos extraños por su caída y su melena color blanco perla se desparramaba sobre las hojas oscuras. (PF, 213)• El cuerno y el pelo se usan en Pociones. Un cabello puede costar 10 galeones (PM). • "Es una cosa monstruosa, matar un unicornio. Solo alguien que no tiene nada que perder y todo por ganar, puede cometer semejante crimen. La sangre de unicornio te mantiene vivo, aunque este muy cerca de la muerte, pero a un terrible precio. Al haber matado a algo tan puro e indefenso, tendrá una media-vida, una vida maldita, desde el momento en que la sangre toque sus labios." Firenze, el Centauro (PF, 215)• Ese brillo blanco hace que parezcan nieve. • Las pezuñas son doradas. • Prefieren el toque femenino. • Las crías son oro puro. Se vuelven plateados cuando tienen 2 años. Les crece el cuerno sobre los cuatro años. Sobre los siete años, están totalmente crecidos y son blanco puro. • "Es mas fácil cuando son pequeños... no os preocupéis los chicos...." Hagrid • Poción de Voldemort: sangre de unicornio y veneno de serpiente • Ronan dice, cuando un unicornio es asesinado, que siempre son los inocentes los primeros que mueren. Interesante, las dos personas que sabemos que tienen pelo de unicornio en sus varitas son Cedric Diggory y Ron Weasley. Cedric Diggory fue asesinado, como un inocente que se cruzó en el camino de Voldemort. ¿Esta Ron destinado a morir?

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VampiroLos vampiros han sido estudiados con Remus Lupin en clase de Defensa contra las Artes Oscuras; no se les considera magos, y tienen la tez pálida (PA); Hay productos para ellos en Honeydukes; Los centauros se oponen a los vampiros (AF).

La mordedura de vampiro todavía no tiene cura (JKR).

Harry observó los ojos ensombrecidos de Black, la única parte de su cara demacrada que parecía poseer algo de vida. Harry no había visto nunca a un vampiro, pero había visto fotos en sus clases de Defensa Contra las Artes Oscuras, y Black, con su piel blanca como la cera, parecía uno. (PA, 36)

VeelaTienen el aspecto de mujeres extraordinariamente bellas, con una piel de resplandor plateado y cabello que siempre parece moverse con el viento. Si se enfurecen cambian de aspecto a una horrenda figura parecida a un pájaro, con pico y alas incluidos, que puede exhalar fuego. Con sus danzas atraen a los hombres pero las mujeres no caen a su encanto (CF8); Los hombres y las veelas pueden tener hijos (CF), aunque no existen veelas machos (JKR).Son la mascota de Bulgaria en la final del mundial de Quidditch de 1994 (CF).

—Y ahora, sin más dilación, permítanme que les presente a... ¡las mascotas del equipo de Bulgaria!Las tribunas del lado derecho, que eran un sólido bloque de color escarlata, bramaron su aprobación.—Me pregunto qué habrán traído —dijo el señor Weasley, inclinándose en el asiento hacia delante—. ¡Aaah! —De pronto se quitó las gafas y se las limpió a toda prisa en la tela de la túnica—. ¡Son veelas!— ¿Qué son vee...?Pero un centenar de veelas acababan de salir al campo de juego, y la pregunta de Harry quedó respondida. Las veelas eran mujeres, las mujeres más hermosas que Harry hubiera visto nunca... pero no eran (no podían ser) humanas. Esto lo desconcertó por un momento, mientras trataba de averiguar qué eran realmente: qué podía hacer brillar su piel de aquel modo, con un resplandor plateado; o qué era lo que hacía que, sin que hubiera viento, el pelo dorado se les abriera en abanico detrás de la cabeza. Pero en aquel momento comenzó la música, y Harry dejó de preguntarse sobre su carácter humano. De hecho, no se hizo ninguna pregunta en absoluto.Las veelas se pusieron a bailar, y la mente de Harry se quedó totalmente en blanco, sólo ocupada por una suerte de dicha. En ese momento, lo único que en el mundo merecía la pena era seguir viendo a las veelas; porque, si ellas dejaban de bailar, ocurrirían cosas terribles...A medida que las veelas aumentaban la velocidad de su danza, unos pensamientos desenfrenados, aún indefinidos, se iban apoderando de la aturdida mente de Harry. Quería hacer algo muy impresionante, y tenía que ser en aquel mismo instante. Saltar desde la tribuna al estadio parecía una buena idea... pero ¿sería suficiente?—Harry, ¿qué haces? —le llegó la voz de Hermione desde muy lejos.Cesó la música. Harry cerró los ojos y volvió a abrirlos. Se había levantado del asiento, y tenía un pie sobre la pared de la tribuna principal. A su lado, Ron permanecía inmóvil, en la postura que habría adoptado si hubiera pretendido saltar desde un trampolín.El estadio se sumió en gritos de protesta. La multitud no quería que las veelas se fueran, y lo mismo le pasaba a Harry. Por supuesto, apoyaría a Bulgaria, y apenas acertaba a comprender qué hacía en su pecho aquel trébol grande y verde. Ron, mientras tanto, hacía trizas, sin darse cuenta, los tréboles de su sombrero. El señor Weasley, sonriendo, se inclinó hacia él para quitárselo de las manos. (CF, 98)

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WinkyElfo domesticoCastillo de Hogwarts (diciembre de 1994), después de venir de la casa de la familia Crouch

Elfina doméstica de los Crouch, hasta que el incidente de la final del Mundial de Quidditch provoca su despido. Winky conocía bien la historia de Barty Crouch Jr.; Prima de Dobby, consiguió un empleo en las cocinas de Hogwarts aunque ha tenido problemas con la cerveza de mantequilla (OF). Actualmente bebe menos (CB).

— ¿Dobby? —preguntó Harry, extrañado.La diminuta figura levantó la cara y separó los dedos, mostrando unos enormes ojos castaños y una nariz que tenía la misma forma y tamaño que un tomate grande. No era Dobby... pero no cabía duda de que se trataba de un elfo doméstico, como había sido Dobby, el amigo de Harry, hasta que éste lo liberó de sus dueños, la familia Malfoy.— ¿El señor acaba de llamarme Dobby? —chilló el elfo de forma extraña, por el resquicio de los dedos. Tenía una voz aún más aguda que la de Dobby, apenas un chillido flojo y tembloroso que le hizo suponer a Harry (aunque era difícil asegurarlo tratándose de un elfo doméstico) que era hembra. Ron y Hermione se volvieron en sus asientos para mirar. Aunque Harry les había hablado mucho de Dobby, nunca habían llegado a verlo personalmente. Incluso el señor Weasley se mostró interesado.—Disculpe —le dijo Harry a la elfina—, la he confundido con un conocido.— ¡Yo también conozco a Dobby, señor! —chilló la elfina. Se tapaba la cara como si la luz la cegara, a pesar de que la tribuna principal no estaba excesivamente iluminada—. Me llamo Winky, señor... y usted, señor... —En ese momento reconoció la cicatriz de Harry, y los ojos se le abrieron hasta adquirir el tamaño de dos platos pequeños—. ¡Usted es, sin duda, Harry Potter!—Sí, lo soy —contestó Harry.— ¡Dobby habla todo el tiempo de usted, señor! —dijo ella, bajando las manos un poco pero conservando su expresión de miedo.— ¿Cómo se encuentra?—preguntó Harry—. ¿Qué tal le sienta la libertad?— ¡Ah, señor!—respondió Winky, moviendo la cabeza de un lado a otro—, no quisiera faltarle al respeto, señor, pero no estoy segura de que le hiciera un favor a Dobby al liberarlo, señor. —¿Por qué?—se extrañó Harry—. ¿Qué le pasa?—La libertad se le ha subido a la cabeza, señor —dijo Winky con tristeza—. Tiene raras ideas sobre su condición, señor. No encuentra dónde colocarse, señor.— ¿Por qué no? —inquirió Harry.Winky bajó el tono de su voz media octava para susurrar:—Pretende que le paguen por trabajar, señor.— ¿Que le paguen? —repitió Harry, sin entender—. Bueno... ¿por qué no tendrían que pagarle?La idea pareció espeluznar a Winky, que cerró los dedos un poco para volver a ocultar parcialmente el rostro.— ¡A los elfos domésticos no se nos paga, señor! —explicó en un chillido amortiguado—. No, no, no. Le he dicho a Dobby, se lo he dicho, ve a buscar una buena familia y asiéntate, Dobby. Se está volviendo un juerguista, señor, y eso es muy indecoroso en un elfo doméstico. Si sigues así, Dobby, le digo, lo próximo que oiré de ti es que te han llevado ante el Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas, como a un vulgar duende.—Bueno, ya era hora de que se divirtiera un poco —opinó Harry.—La diversión no es para los elfos domésticos, Harry Potter —repuso Winky con firmeza desde detrás de las manos que le ocultaban el rostro—. Los elfos domésticos obedecen. No soporto las alturas, Harry Potter... —Miró hacia el borde de la tribuna y tragó saliva—. Pero mi amo me manda venir a la tribuna principal, y vengo, señor.

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— ¿Por qué te manda venir tu amo si sabe que no soportas las alturas? —preguntó Harry, frunciendo el entrecejo.—Mi amo... mi amo quiere que le guarde una butaca, Harry Potter, porque está muy ocupado —dijo Winky, inclinando la cabeza hacia la butaca vacía que tenía a su lado—. Winky está deseando volver a la tienda de su amo, Harry Potter, pero Winky hace lo que le mandan, porque Winky es una buena elfina doméstica.Aterrorizada, echó otro vistazo al borde de la tribuna, y volvió a taparse los ojos completamente. Harry se volvió a los otros.— ¿Así que eso es un elfo doméstico?—murmuró Ron—. Son extraños, ¿verdad?—Dobby era aún más extraño —aseguró Harry. (CF, 93, 94)Un crujido los asustó a los tres. Winky, la elfina doméstica, intentaba abrirse paso entre unos matorrales. Se movía de manera muy rara, con mucha dificultad, como si una mano invisible la sujetara por la espalda.— ¡Hay magos malos por ahí! —chilló como loca, mientras se inclinaba hacia delante y trataba de seguir corriendo—. ¡Gente en lo alto! ¡En lo alto del aire! ¡Winky prefiere desaparecer de la vista!Y se metió entre los árboles del otro lado del camino, jadeando y chillando como si tratara de vencer la fuerza que la empujaba hacia atrás.—Pero ¿qué le pasa? —preguntó Ron, mirando con curiosidad a Winky mientras ella escapaba—. ¿Por qué no puede correr con normalidad?—Me imagino que no le dieron permiso para esconderse —explicó Harry. Se acordó de Dobby: cada vez que intentaba hacer algo que a los Malfoy no les hubiera gustado, se veía obligado a golpearse.— ¿Sabéis? ¡Los elfos domésticos llevan una vida muy dura! dijo, indignada, Hermione—. ¡Es esclavitud, eso es lo que es! Ese señor Crouch la hizo subir a lo alto del estadio, aunque a ella la aterrorizara, ¡y la ha embrujado para que ni siquiera pueda correr cuando aquéllos están arrasando las tiendas de campaña! ¿Por qué nadie hace nada al respecto? (CF, 116)Era el señor Crouch. Él y los otros magos del Ministerio estaban acercándose. Harry se puso en pie de cara a ellos. Crouch tenía el rostro crispado de rabia.— ¿Quién de vosotros lo ha hecho?—dijo bruscamente, fulminándolos con la mirada—. ¿Quién de vosotros ha invocado la Marca Tenebrosa?— ¡Nosotros no hemos invocado eso! —exclamó Harry, señalando la calavera.— ¡No hemos hecho nada! —añadió Ron, frotándose el codo y mirando a su padre con expresión indignada—. ¿Por qué nos atacáis?— ¡No mienta, señor Potter! —gritó el señor Crouch. Seguía apuntando a Ron con la varita, y los ojos casi se le salían de las órbitas: parecía enloquecido—. ¡Lo hemos descubierto en el lugar del crimen!—Barty... —susurró una bruja vestida con una bata larga de lana—. Son niños, Barty. Nunca podrían haberlo hecho...—Decidme, ¿de dónde ha salido la Marca Tenebrosa? —preguntó apresuradamente el señor Weasley.—De allí —respondió Hermione temblorosa, señalando el lugar del que había partido la voz —. Estaban detrás de los árboles. Gritaron unas palabras... un conjuro.— ¿Conque estaban allí? —dijo el señor Crouch, volviendo sus desorbitados ojos hacia Hermione, con la desconfianza impresa en cada rasgó del rostro—. ¿Conque pronunciaron un conjuro? Usted parece muy bien informada de la manera en que se invoca la Marca Tenebrosa, señorita.Pero, aparte del señor Crouch, ningún otro mago del Ministerio parecía creer ni remotamente que Harry, Ron y Hermione pudieran haber invocado la calavera. Por el contrario, después de oír a Hermione habían vuelto a alzar las varitas y apuntaban a la dirección a la que ella había señalado, tratando de ver algo entre los árboles.—Demasiado tarde —dijo sacudiendo la cabeza la bruja vestida con la bata larga de lana—. Se han desaparecido.

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—No lo creo —declaró un mago de barba escasa de color castaño. Era Amos Diggory, el padre de Cedric—. Nuestros rayos aturdidores penetraron en aquella dirección, así que hay muchas posibilidades de que los hayamos atrapado...— ¡Ten cuidado, Amos! —le advirtieron algunos de los magos cuando el señor Diggory alzó la varita, fue hacia el borde del claro y desapareció en la oscuridad.Hermione se llevó las manos a la boca cuando lo vio desaparecer.Al cabo de unos segundos lo oyeron gritar:— ¡Sí! ¡Los hemos capturado! ¡Aquí hay alguien! ¡Está inconsciente! Es... Pero... ¡caray!— ¿Has atrapado a alguien?—le gritó el señor Crouch, con tono de incredulidad—. ¿A quién? ¿Quién es?Oyeron chasquear ramas, crujir hojas y luego unos pasos sonoros hasta que el señor Diggory salió de entre los árboles. Llevaba en los brazos a un ser pequeño, desmayado. Harry reconoció enseguida el paño de cocina. Era Winky.El señor Crouch no se movió ni dijo nada mientras el señor Diggory depositaba a la elfina en el suelo, a sus pies. Los otros magos del Ministerio miraban al señor Crouch, que se quedó paralizado durante unos segundos, muy pálido, con los ojos fijos en Winky. Luego pareció despertar.—Esto... es... imposible —balbuceó—. No...Rodeó al señor Diggory y se dirigió a zancadas al lugar en que éste había encontrado a Winky.— ¡Es inútil, señor Crouch!—dijo el señor Diggory—. No hay nadie más.Pero el señor Crouch no parecía dispuesto a creerle. Lo oyeron moverse por allí, rebuscando entre los arbustos.—Es un poco embarazoso —declaró con gravedad el señor Diggory, bajando la vista hacia la inconsciente Winky—. La elfina doméstica de Barty Crouch... Lo que quiero decir...—Déjalo, Amos —le dijo el señor Weasley en voz baja—. ¡No creerás de verdad que fue la elfina! La Marca Tenebrosa es una señal de mago. Se necesita una varita.—Sí —admitió el señor Diggory—. Y ella tenía una varita.— ¿Qué? —exclamó el señor Weasley.—Aquí, mira. —El señor Diggory cogió una varita y se la mostró—. La tenía en la mano. De forma que, para empezar, se ha quebrantado la cláusula tercera del Código de Usó de la VaritaMágica: «El uso de la varita mágica no está permitido a ninguna criatura no humana.»Entonces oyeron otro «¡plin!», y Ludo Bagman se apareció justo al lado del padre de Ron.Parecía despistado y sin aliento. Giró sobre sí mismo, observando con los ojos desorbitados la calavera verde.— ¡La Marca Tenebrosa! —dijo, jadeando, y casi pisa a Winky al volverse hacia sus colegas con expresión interrogante—. ¿Quién ha sido? ¿Los habéis atrapado? ¡Barty! ¿Qué sucede?El señor Crouch había vuelto con las manos vacías. Su cara seguía estando espectralmente pálida, y se le había erizado el bigote de cepillo.— ¿Dónde has estado, Barty? —le preguntó Bagman—. ¿Por qué no estuviste en el partido? Tu elfina te estaba guardando una butaca... ¡Gárgolas tragonas! —Bagman acababa de ver a Winky, tendida a sus pies—. ¿Qué le ha pasado?—He estado ocupado, Ludo —respondió el señor Crouch, hablando aún como a trompicones y sin apenas mover los labios—. Hemos dejado sin sentido a mi elfina.— ¿Sin sentido? ¿Vosotros? ¿Qué quieres decir? Pero ¿por qué...?De repente, Bagman comprendió lo que sucedía. Levantó la vista hacia la calavera, luego la bajó hacia Winky y terminó dirigiéndola al señor Crouch.— ¡No! —dijo—. ¿Winky? ¿Winky invocando la Marca Tenebrosa? ¡Ni siquiera sabría cómo hacerlo! ¡Para empezar, necesitaría una varita mágica!—Y tenía una —explicó el señor Diggory—. La encontré con una varita en la mano, Ludo. Si le parece bien, señor Crouch, creó que deberíamos oír lo que ella tenga que decir.Crouch no dio muestra de haber oído al señor Diggory, pero éste interpretó su silencio como conformidad. Levantó la varita, apuntó a Winky con ella y dijo:

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— ¡Enervate!Winky se movió lánguidamente. Abrió sus grandes ojos de color castaño y parpadeó varias veces, como aturdida. Ante la mirada de los magos, que guardaban silencio, se incorporó con movimientos vacilantes y se quedó sentada en el suelo.Vio los pies de Diggory y poco a poco, temblando, fue levantando los ojos hasta llegar a su cara, y luego, más despacio todavía, siguió elevándolos hasta el cielo. Harry vio la calavera reflejada dos veces en sus enormes ojos vidriosos. Winky ahogó un grito, miró asustada a la multitud de gente que la rodeaba y estalló en sollozos de terror.— ¡Elfina!—dijo severamente el señor Diggory—. ¿Sabes quién soy? ¡Soy miembro del Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas!Winky se balanceó de atrás adelante sobre la hierba, respirando entrecortadamente. Harry no pudo menos que acordarse de Dobby en sus momentos de aterrorizada desobediencia.—Como ves, elfina, la Marca Tenebrosa ha sido conjurada en este lugar hace tan sólo un instante —explicó el señor Diggory—. ¡Y a ti te hemos descubierto un poco después, justo debajo!¡Si eres tan amable de darnos una explicación...!— ¡Yo... yo... yo no lo he hecho, señor! —repuso Winky jadeando—. ¡Ni siquiera hubiera sabido cómo hacerlo, señor!— ¡Te hemos encontrado con una varita en la mano! —gritó el señor Diggory, blandiéndola ante ella.Cuando la luz verde que iluminaba el claro del bosque procedente de la calavera dio de lleno en la varita, Harry la reconoció.— ¡Eh... es la mía! —exclamo.Todo el mundo lo miró.— ¿Cómo has dicho? —preguntó el señor Diggory, sin dar crédito a sus oídos.— ¡Que es mi varita!—dijo Harry—. ¡Se me cayó!— ¿Que se te cayó?—repitió el señor Diggory, extrañado—. ¿Es eso una confesión? ¿La tiraste después de haber invocado la Marca?— ¡Amos, recuerda con quién hablas!—intervino el señor Weasley, muy enojado—. ¿Te parece posible que Harry Potter invocara la Marca Tenebrosa?—Eh... no, por supuesto —farfulló el señor Diggory—. Lo siento... Me he dejado llevar.—De todas formas, no fue ahí donde se me cayó —añadió Harry, señalando con el pulgar hacia los árboles que había justo debajo de la calavera—. La eché en falta nada más internarnos en el bosque.—Así que —dijo el señor Diggory, mirando con severidad a Winky, que se había encogido de miedo— la encontraste tú, ¿eh, elfina? Y la cogiste y quisiste divertirte un rato con ella, ¿eh?— ¡Yo no he hecho magia con ella, señor! —chilló Winky, mientras las lágrimas le resbalaban por ambos lados de su nariz, aplastada y bulbosa—.¡Yo... yo... yo sólo la cogí, señor! ¡Yo no he conjurado la Marca Tenebrosa, señor, ni siquiera sabría cómo hacerlo!— ¡No fue ella! —intervino Hermione. Estaba muy nerviosa por tener que hablar delante de todos aquellos magos del Ministerio, pero lo hacía con determinación—. ¡Winky tiene una vocecita chillona, y la voz que oímos pronunciar el conjuro era mucho más grave! —Miró a Ron y Harry, en busca de apoyo—. No se parecía en nada a la de Winky, ¿a que no?—No —confirmó Harry, negando con la cabeza—. Sin lugar a dudas, no era la de un elfo.—No, era una voz humana —dijo Ron.—Bueno, pronto lo veremos —gruñó el señor Diggory, sin darles mucho crédito—. Hay una manera muy sencilla de averiguar cuál ha sido el último conjuro efectuado con una varita mágica.¿Sabías eso, elfina?Winky temblaba y negaba frenéticamente con la cabeza, batiendo las orejas, mientras el señor Diggory volvía a levantar su varita y juntaba la punta con el extremo de la varita de Harry.— ¡Prior Incantato! —dijo con voz potente el señor Diggory.Harry oyó que Hermione ahogaba un grito, horrorizada, cuando una calavera con lengua en forma de serpiente surgió del punto en que las dos varitas hacían contacto. Era, sin embargo, un simple

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reflejo de la calavera verde que se alzaba sobre ellos, y parecía hecha de un humo gris espeso: el fantasma de un conjuro.— ¡Deletrius!—gritó el señor Diggory, y la calavera se desvaneció en una voluta de humo—. ¡Bien! —exclamó con una expresión incontenible de triunfo, bajando la vista hacia Winky, que seguía agitándose convulsivamente.— ¡Yo no lo he hecho! —chilló la elfina, moviendo los ojos aterrorizada—. ¡No he sido, no he sido, yo ni siquiera sabría cómo hacerlo! ¡Soy una elfina buena, no uso varita, no sé cómo se hace!— ¡Te hemos atrapado con las manos en la masa, elfina!—gritó el señor Diggory—. ¡Te hemos cogido con la varita que ha obrado el conjuro!—Amos —dijo en voz alta el señor Weasley—, piensa en lo que dices. Son poquísimos los magos que saben llevar a cabo ese conjuro... ¿Quién se lo podría haber enseñado?—Quizá Amos quiere sugerir que yo tengo por costumbre enseñar a mis sirvientes a invocar la Marca Tenebrosa. —El señor Crouch había hablado impregnando cada sílaba de una cólera fría.Se hizo un silencio muy tenso. Amos Diggory se asustó.—No... no... señor Crouch, en absoluto...—Te ha faltado muy poco para acusar a las dos personas de entre los presentes que son menos sospechosas de invocar la Marca Tenebrosa: a Harry Potter... ¡y a mí mismo! Supongo que conoces la historia del niño, Amos.—Por supuesto... Todo el mundo la conoce... —musitó el señor Diggory, desconcertado.— ¡Y yo espero que recuerdes las muchas pruebas que he dado, a lo largo de mi prolongada trayectoria profesional, de que desprecio y detesto las Artes Oscuras y a cuantos las practican! — gritó el señor Crouch, con los ojos de nuevo desorbitados.—Señor Crouch, yo... ¡yo nunca sugeriría que usted tuviera la más remota relación con este incidente! —farfulló Amos Diggory. Su rala barba de color castaño conseguía en parte disimular su sonrojo.— ¡Si acusas a mi elfina me acusas a mí, Diggory!—vociferó el señor Crouch—. ¿Dónde podría haber aprendido la invocación?—Po... podría haberla aprendido... en cualquier sitio...—Eso es, Amos... —repuso el señor Weasley—. En cualquier sitio. Winky — añadió en tono amable, dirigiéndose a la elfina, pero ella se estremeció como si él también le estuviera gritando—, ¿dónde exactamente encontraste la varita mágica?Winky retorcía el dobladillo del paño de cocina tan violentamente que se le deshilachaba entre los dedos.—Yo... yo la he encontrado... la he encontrado ahí, señor... —susurró— Ahí... entre los árboles, señor.— ¿Te das cuenta, Amos?—dijo el señor Weasley. Quienesquiera que invocaran la Marca podrían haberse desaparecido justo después de haberlo hecho, dejando tras ellos la varita deHarry. Una buena idea, no usar su propia varita, que luego podría delatarlos. Y Winky tuvo la desgracia de encontrársela un poco después y de haberla cogido.— ¡Pero entonces ella tuvo que estar muy cerca del verdadero culpable!—exclamó el señor Diggory, impaciente—. ¿Viste a alguien, elfina?Winky comenzó a temblar más que antes. Sus enormes ojos pasaron vacilantes del señor Diggory a Ludo Bagman, y luego al señor Crouch. Tragó saliva y dijo:—No he visto a nadie, señor... A nadie.—Amos —dijo secamente el señor Crouch—, soy plenamente consciente de que lo normal, en este caso, sería que te llevaras a Winky a tu departamento para interrogarla. Sin embargo, te ruego que dejes que sea yo quien trate con ella.El señor Diggory no pareció tomar en consideración aquella sugerencia, pero para Harry era evidente que el señor Crouch era un miembro del Ministerio demasiado importante para decirle que no.—Puedes estar seguro de que será castigada —agregó el señor Crouch fríamente.

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—A... a... amo... —tartamudeó Winky, mirando al señor Crouch con los ojos bañados en lágrimas—. A... a... amo, se lo ruego...El señor Crouch bajó la mirada, con el rostro tan tenso que todas sus arrugas se le marcaban profundamente. No había ni un asomo de piedad en su mirada.—Winky se ha portado esta noche de una manera que yo nunca hubiera creído posible —dijo despacio—. Le mandé que permaneciera en la tienda. Le mandé permanecer allí mientras yo solucionaba el problema. Y me ha desobedecido. Esto merece la prenda.— ¡No!—gritó Winky, postrándose a los pies del señor Crouch—. ¡No, amo! ¡La prenda no, la prenda no!Harry sabía que la única manera de liberar a un elfo doméstico era que su amo le regalara una prenda de su propiedad. Daba pena ver la manera en que Winky se aferraba a su paño de cocina sollozando a los pies de su amo.— ¡Pero estaba aterrorizada!—saltó Hermione indignada, mirando al señor Crouch—. ¡Su elfina siente terror a las alturas, y los magos enmascarados estaban haciendo levitar a la gente!¡Usted no le puede reprochar que huyera!El señor Crouch dio un paso atrás para librarse del contacto de su elfina, a la que miraba como si fuera algo sucio y podrido que le podía echar a perder los lustrosos zapatos.—Una elfina que me desobedece no me sirve para nada —declaró con frialdad, mirando a Hermione—. No me sirve para nada un sirviente que olvida lo que le debe a su amo y a la reputación de su amo.Winky lloraba con tanta energía que sus sollozos resonaban en el claro del bosque. (CF, 121 – 128)— ¿Qué haces aquí, Dobby? —dijo Harry sorprendido.— ¡Dobby ha venido para trabajar en Hogwarts, señor! —chilló Dobby emocionado—. El profesor Dumbledore les ha dado trabajo a Winky y Dobby, señor.— ¿Winky?—se asombró Harry—. ¿Es que también está aquí?— ¡Sí, señor, sí! —Dobby agarró a Harry de la mano y tiró de él entre las cuatro largas mesas de madera que había allí. Cada una de las mesas, según notó Harry al pasar por entre ellas, estaba colocada exactamente bajo una de las cuatro que había arriba, en el Gran Comedor. En aquel momento se hallaban vacías porque la cena había acabado, pero se imaginó que una hora antes habrían estado repletas de platos que luego se enviarían a través del techo a sus correspondientes del piso de arriba.En la cocina había al menos cien pequeños elfos, que se inclinaban sonrientes cuando Harry, arrastrado por Dobby, pasaba entre ellos. Todos llevaban el mismo uniforme: un paño de cocina estampado con el blasón de Hogwarts y atado a modo de toga, como había visto que hacía Winky.Dobby se detuvo ante la chimenea de ladrillo.— ¡Winky, señor! —anunció.Winky estaba sentada en un taburete al lado del fuego. A diferencia de Dobby, ella no había andado apropiándose de ropa. Llevaba una faldita elegante y una blusa con un sombrero azul a juego que tenía agujeros para las orejas. Sin embargo, mientras que todas las prendas del extraño atuendo de Dobby se hallaban tan limpias y bien cuidadas que parecían completamente nuevas,Winky no parecía dar ninguna importancia a su ropa: tenía manchas de sopa por toda la pechera de la blusa y una quemadura en la falda.—Hola, Winky —saludó Harry.A Winky le tembló el labio. Luego rompió a llorar, y las lágrimas se derramaron desde sus grandes ojos castaños y le cayeron a la blusa, como en los Mundiales de Quidditch.— ¡Ah, por Dios! —dijo Hermione. Ella y Ron habían seguido a Harry y Dobby hasta el otro extremo de la cocina—. Winky, no llores, por favor, no...Pero Winky lloró aún con más fuerza. Por su parte, Dobby le sonrió a Harry.— ¿Le apetecería a Harry Potter una taza de té? —chilló bien alto, por encima de los sollozos de Winky.—Eh... bueno —aceptó Harry.

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Al instante, unos seis elfos domésticos llegaron al trote por detrás, llevando una bandeja grande de plata cargada con una tetera, tazas para Harry, Ron y Hermione, una lecherita y un plato lleno de pastas.— ¡Qué buen servicio! —dijo Ron impresionado.Hermione lo miró con el entrecejo fruncido, pero los elfos parecían encantados. Hicieron una profunda reverencia y se retiraron.— ¿Cuánto tiempo llevas aquí, Dobby? —preguntó Harry, mientras Dobby servía el té.— ¡Sólo una semana, Harry Potter, señor! —contestó Dobby muy contento—. Dobby vino para ver al profesor Dumbledore, señor. ¿Sabe, señor?, a un elfo doméstico que ha sido despedido le resulta muy difícil conseguir un nuevo puesto de trabajo.Al decir esto, Winky redobló la fuerza de sus sollozos. La nariz, que era parecida a un tomate aplastado, le goteaba sobre la blusa, y ella no hacía nada para impedirlo.— ¡Dobby ha viajado por todo el país durante dos años intentando encontrar trabajo, señor! — chilló Dobby—. ¡Pero Dobby no ha encontrado trabajo, señor, porque Dobby quiere que le paguen!Los elfos domésticos que había por la cocina, que escuchaban y observaban con interés, apartaron la mirada al oír aquellas palabras, como si Dobby hubiera dicho algo grosero y vergonzoso.Hermione, por el contrario, le dijo:— ¡Me parece muy bien, Dobby!— ¡Gracias, señorita! —respondió Dobby, enseñándole los dientes al sonreír—. Pero la mayor parte de los magos no quieren un elfo doméstico que exige que le paguen, señorita. «¡Pues vaya un elfo doméstico!», dicen, y me dan un portazo. A Dobby le gusta trabajar, pero quiere llevar ropa y quiere que le paguen, Harry Potter... ¡A Dobby le gusta ser libre!Los elfos domésticos de Hogwarts se alejaban de Dobby poco a poco, como si sufriera una enfermedad contagiosa. Winky se quedó dónde estaba, aunque se puso a llorar aún con más fuerza.— ¡Y después, Harry Potter, Dobby va a ver a Winky y se entera de que Winky también ha sido liberada! —dijo Dobby contento.Al oír esto, Winky se levantó de golpe del taburete y, echándose boca abajo sobre el suelo de losas de piedra, se puso a golpearlo con sus diminutos puños mientras lloraba con verdadero dolor. Hermione se apresuró a dejarse caer de rodillas a su lado, e intentó consolarla, pero nada de lo que decía tenía ningún efecto.Dobby prosiguió su historia chillando por encima del llanto de Winky.— ¡Y entonces se le ocurrió a Dobby, Harry Potter, señor! « ¿Por qué Dobby y Winky no buscan trabajo juntos?», dice Dobby. « ¿Dónde hay bastante trabajo para dos elfos domésticos?», pregunta Winky. Y Dobby piensa, ¡y cae en la cuenta, señor! ¡Hogwarts! Así que Dobby y Winky vinieron a ver al profesor Dumbledore, señor, ¡y el profesor Dumbledore los contrató!Dobby sonrió muy contento, y de los ojos volvieron a brotarle lágrimas de felicidad.— ¡Y el profesor Dumbledore dice que pagará a Dobby, señor, si Dobby quiere que se le pague! ¡Y así Dobby es un elfo libre, señor, y Dobby recibe un galeón a la semana y libra un día al mes!—¡Eso no es mucho! —dijo Hermione desde el suelo, por encima de los continuados llantos y puñetazos de Winky.—El profesor Dumbledore le ofreció a Dobby diez galeones a la semana, y librar los fines de semana —explicó Dobby, estremeciéndose repentinamente, como si la posibilidad de tantas riquezas y tiempo libre lo aterrorizara—, pero Dobby regateó hacia abajo, señorita... A Dobby le gusta la libertad, señorita, pero no quiere demasiada, señorita. Prefiere trabajar.— ¿Y cuánto te paga a ti el profesor Dumbledore, Winky? —le preguntó Hermione con suavidad.Si pensaba que aquella pregunta la alegraría, estaba completamente equivocada. Winky dejó de llorar, pero cuando se sentó miró a Hermione con sus enormes ojos castaños, con la cara empapada y una expresión de furia.— ¡Winky puede ser una elfina desgraciada, pero todavía no recibe paga! —chilló—. ¡Winky no ha caído tan bajo! ¡Winky se siente avergonzada de ser libre! ¡Como debe ser!

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— ¿Avergonzada? —repitió Hermione sin comprender—. ¡Pero, vamos, Winky! ¡Es el señor Crouch el que debería avergonzarse, no tú! Tú no hiciste nada incorrecto. ¡Es él el que se portó contigo horriblemente!Pero, al oír aquellas palabras, Winky se llevó las manos a los agujeros del sombrero y se aplastó las orejas para no oír nada, a la vez que chillaba:— ¡Usted no puede insultar a mi amo, señorita! ¡Usted no puede insultar al señor Crouch! ¡El señor Crouch es un buen mago, señorita! ¡El señor Crouch hizo bien en despedir a Winky, que es mala!—A Winky le está costando adaptarse, Harry Potter —chilló Dobby en tono confidencial—. Winky se olvida de que ya no está ligada al señor Crouch. Ahora podría decir lo que piensa, pero no lo hará.—Entonces, ¿los elfos domésticos no pueden decir lo que piensan sobre sus amos? —preguntó Harry.— ¡Oh, no, señor, no! —contestó Dobby, repentinamente serio—. Es parte de la esclavitud del elfo doméstico, señor. Guardamos sus secretos con nuestro silencio, señor. Nosotros sostenemos el honor familiar y nunca hablamos mal de ellos. Aunque el profesor Dumbledore le dijo a Dobby que él no le daba importancia a eso. El profesor Dumbledore dijo que somos libres para... para...Dobby se puso nervioso de pronto, y le hizo a Harry una seña para que se acercara más. Harry se inclinó hacia él. Entonces Dobby le susurró:—Dijo que somos libres para llamarlo... para llamarlo... vejete chiflado, si queremos, señor.Dobby se rió con una risa nerviosa. Estaba asustado.—Pero Dobby no quiere llamarlo así, Harry Potter —dijo, retomando el tono normal y sacudiendo la cabeza para hacer que sus orejas palmearan la una con la otra—. Dobby aprecia muchísimo al profesor Dumbledore, y estará orgulloso de guardarle sus secretos.—Pero ¿ahora puedes decir lo que quieras sobre los Malfoy? —le preguntó Harry, sonriendo.En los inmensos ojos de Dobby había una mirada de temor.—Dobby... Dobby podría —dijo dudando. Encogió sus pequeños hombros—. Dobby podría decirle a Harry Potter que sus antiguos amos eran... eran... ¡magos tenebrosos!Dobby se quedó quieto un momento, temblando, horrorizado de su propio atrevimiento. Luego corrió hasta la mesa más cercana y empezó a darse cabezazos contra ella, muy fuerte.— ¡Dobby es malo! ¡Dobby es malo! —chilló.Harry agarró a Dobby por la parte de atrás de la corbata y tiró de él para separarlo de la mesa. —Gracias, Harry Potter, gracias —dijo Dobby sin aliento, frotándose la cabeza.—Sólo te hace falta un poco de práctica —repuso Harry.— ¡Práctica! —chilló Winky furiosa—. ¡Deberías avergonzarte de ti mismo, Dobby, decir eso de tus amos!— ¡Ellos ya no son mis amos, Winky! —replicó Dobby desafiante—. ¡A Dobby ya no le preocupa lo que piensen!— ¡Eres un mal elfo, Dobby!—gimió Winky, con lágrimas brotándole de los ojos—. ¡Pobre señor Crouch!, ¿cómo se las apañará sin Winky? ¡Me necesita, necesita mis cuidados! He cuidado de los Crouch toda mi vida, y mi madre lo hizo antes que yo, y mi abuela antes que ella... ¿Qué dirían si supieran que me han liberado? ¡Ah, el oprobio, la vergüenza! —Volvió a taparse la cara con la falda y siguió llorando.—Winky —le dijo Hermione con firmeza—, estoy completamente segura de que el señor Crouch se las apaña bien sin ti. Lo hemos visto, ¿sabes?— ¿Han visto a mi amo? —exclamó Winky sin aliento, alzando la cara llena de lágrimas y mirándola con ojos como platos—. ¿Lo ha visto usted aquí, en Hogwarts?—Sí —repuso Hermione—. Él y el señor Bagman son jueces en el Torneo de los tres magos.— ¿También viene el señor Bagman? —chilló Winky.Para sorpresa de Harry (y también de Ron y Hermione, por la expresión de sus caras), Winky volvió a indignarse.— ¡El señor Bagman es un mago malo!, ¡un mago muy malo! ¡A mi amo no le gusta, no, nada en absoluto!

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— ¿Bagman malo? —se extrañó Harry.— ¡Ay, sí!—dijo Winky, afirmando enérgicamente con la cabeza—. ¡Mi amo le contó a Winky algunas cosas! Pero Winky no lo dice... Winky guarda los secretos de su amo... —Volvió a deshacerse en lágrimas, y la oyeron murmurar entre sollozos, con la cabeza otra vez escondida en la falda—: ¡Pobre amo, pobre amo!, ¡ya no tiene a Winky para que lo ayude!Como fue imposible sacarle a Winky otra palabra sensata, la dejaron llorar y se acabaron el té mientras Dobby les hablaba alegremente sobre su vida como elfo libre y los planes que tenía para su dinero.— ¡Dobby va a comprarse un jersey, Harry Potter! —explicó muy contento, señalándose el pecho desnudo.— ¿Sabes una cosa, Dobby?—le dijo Ron, que parecía haberle tomado aprecio—. Te daré el que me haga mi madre esta Navidad; siempre me regala uno. No te disgusta el color rojo, ¿verdad? —Dobby se emocionó—. Tendremos que encogerlo un poco para que te venga bien, pero combinará perfectamente con la cubretetera.Cuando se disponían a irse, muchos de los elfos que había por allí se les acercaron a fin de ofrecerles cosas de picar para que las tomaran mientras subían la escalera. Hermione declinó, entristecida por la manera en que los elfos hacían reverencias, pero Harry y Ron se llenaron los bolsillos con empanadillas y pasteles.— ¡Muchísimas gracias! —les dijo Harry a los elfos, que se habían arracimado junto a la puerta para darles las buenas noches—. ¡Hasta luego, Dobby!—Harry Potter... ¿puede Dobby ir a verlo alguna vez, señor? —preguntó el elfo con timidez.—Por supuesto que sí —respondió Harry, y Dobby sonrió. (CF, 332 – 339)—Winky está junto al fuego, señorita —repuso Dobby en voz baja, abatiendo un poco las orejas.— ¡Dios mío!Harry también miró hacia la chimenea. Winky estaba sentada en el mismo taburete que la última vez, pero se hallaba tan sucia que se confundía con los ladrillos ennegrecidos por el humo que tenía detrás. La ropa que llevaba puesta estaba andrajosa y sin lavar. Sostenía en las manos una botella de cerveza de mantequilla y se balanceaba ligeramente sobre el taburete, contemplando el fuego. Mientras la miraban, hipó muy fuerte.—Winky se toma ahora seis botellas al día —le susurró Dobby a Harry.—Bueno, no es una bebida muy fuerte —comentó Harry.Pero Dobby negó con la cabeza.—Para una elfina doméstica sí que lo es, señor —repuso.Ella volvió a hipar. Los elfos que les habían llevado los pastelitos le dirigieron miradas reprobatorias mientras volvían al trabajo.—Winky está triste, Harry Potter —dijo Dobby apenado—. Quiere volver a su casa. Piensa que el señor Crouch sigue siendo su amo, señor, y nada de lo que Dobby le diga conseguirá persuadirla de que ahora su amo es Dumbledore.Harry tuvo una idea brillante.—Eh, Winky —la llamó, yendo hacia ella e inclinándose para hablarle—, ¿tienes alguna idea de lo que le pasa al señor Crouch? Porque ha dejado de asistir al Torneo de los tres magos.Winky parpadeó y clavó en Harry sus enormes ojos. Volvió a balancearse ligeramente y luego dijo: —¿El... el amo ha... dejado... ¡hip!... de asistir?—Sí —dijo Harry—, no lo hemos vuelto a ver desde la primera prueba. El Profeta dice que está enfermo.Winky se volvió a balancear, mirando a Harry con ojos enturbiados por las lágrimas.—El amo... ¡hip!... ¿enfermo?Le empezó a temblar el labio inferior.—Pero no estamos seguros de que sea cierto —se apresuró a añadir Hermione.— ¡El amo necesita a su... ¡hip!... Winky!—gimoteó la elfina—. El amo no puede ¡hip! apañárselas ¡hip! él solo.

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—Hay quien se las arregla para hacer por sí mismo las labores de la casa, ¿sabes, Winky? — le dijo Hermione severamente.— ¡Winky... ¡hip!... no sólo le hacía... ¡hip!... las cosas de la casa al señor Crouch! —chilló Winky indignada, balanceándose más que antes y derramando cerveza de mantequilla por su ya muy manchada blusa—. El amo le... ¡hip!... confiaba a Winky todos sus... ¡hip!... secretos más importantes.— ¿Qué secretos? —preguntó Harry.Pero Winky negó rotundamente con la cabeza, derramándose encima más cerveza de mantequilla.—Winky le guarda... ¡hip!... los secretos a su amo —contestó con brusquedad, balanceándose más y poniéndole a Harry cara de pocos amigos—. Harry Potter quiere... ¡hip!... meter las narices.— ¡Winky no debería hablarle de esa manera a Harry Potter! —la reprendió Dobby enojado—. ¡Harry Potter es noble y valiente, y no quiere meter las narices en ningún lado!—Quiere meter las narices... ¡hip!... en las cosas privadas y secretas... ¡hip!... de mi amo... ¡hip! Winky es una buena elfina doméstica... ¡hip! Winky guarda sus secretos... ¡hip!... aunque haya quien quiera fisgonear... ¡hip!... y meter las narices. —Winky cerró los párpados y de repente, sin previo aviso, se deslizó del taburete y cayó al suelo delante de la chimenea, donde se puso a roncar muy fuerte. La botella vacía de cerveza de mantequilla rodó por el enlosado.Media docena de elfos domésticos corrieron hacia ella indignados. Mientras uno cogía la botella, los otros cubrieron a Winky con un mantel grande de cuadros y remetieron las esquinas, ocultándola.— ¡Lamentamos que hayan tenido que ver esto, señores y señorita! —dijo un elfo que tenían al lado y que parecía muy avergonzado—. Esperamos que no nos juzguen a todos por el comportamiento de Winky, señores y señorita.— ¡Se siente desgraciada! —replicó Hermione, exasperada—. ¿Por qué no intentáis animarla en vez de taparla de la vista?—Le rogamos que nos perdone, señorita —dijo el elfo doméstico, repitiendo la pronunciadísima reverencia—, pero los elfos domésticos no tenemos derecho a sentirnos desgraciados cuando hay trabajo que hacer y amos a los que servir.— ¡Por Dios! —exclamó Hermione enfadada—. ¡Escuchadme todos! ¡Tenéis el mismo derecho que los magos a sentiros desgraciados! ¡Tenéis derecho a cobrar un sueldo y a tener vacaciones y a llevar ropa de verdad! ¡No tenéis por qué obedecer a todo lo que se os manda! ¡Fijaos en Dobby!—Le ruego a la señorita que deje a Dobby al margen de esto —murmuró Dobby, asustado.Las alegres sonrisas habían desaparecido de la cara de los elfos. De repente observaban a Hermione como si fuera una peligrosa demente.— ¡Aquí tienen la comida! —chilló un elfo, y puso en los brazos de Harry un jamón enorme, doce pasteles y algo de fruta—. ¡Adiós!Los elfos domésticos se arremolinaron en torno a los tres amigos y los sacaron de las cocinas, dándoles empujones en la espalda, a la altura de la cintura.— ¡Gracias por los calcetines, Harry Potter! —gritó Dobby con tristeza desde la chimenea, donde se encontraba junto al bulto en que había quedado convertida Winky, arrebujada en el mantel. (CF, 469 – 472)Se oyeron pasos apresurados en el corredor. Snape volvía llevando a Winky. La profesoraMcGonagall iba justo detrás.

— ¡Crouch! —exclamó Snape, deteniéndose en seco en el hueco de la puerta—. ¡Barty Crouch!

— ¡Cielo santo! —dijo la profesora McGonagall, parándose y observando al hombre que yacía en el suelo.

A los pies de Snape, sucia, desaliñada, Winky también lo miraba. Abrió completamente laboca para dejar escapar un grito que les horadó los oídos:

— Amo Barty, amo Barty, ¿qué está haciendo aquí?

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— Se lanzó al pecho del joven—. ¡Usted lo ha matado! ¡Usted lo ha matado! ¡Ha matado al

hijo del amo!— Sólo está desmayado, Winky —explicó Dumbledore—. Hazte a un lado, por favor.

¿Has traído la poción, Severus?Snape le entregó a Dumbledore un frasquito de cristal que contenía un líquido totalmente incoloro: el suero de la verdad con el que había amenazado en clase a Harry. Dumbledore sel evantó, se inclinó sobre Crouch y lo colocó sentado contra la pared, justo debajo del reflector de enemigos en el que seguían viéndose con claridad las imágenes de Dumbledore, Snape yMcGonagall. Winky seguía de rodillas, temblando, con las manos en la cara. Dumbledore le abrió al hombre la boca y echó dentro tres gotas. Luego le apuntó al pecho con la varita y ordenó:

— ¡Enervate!El hijo de Crouch abrió los ojos. Tenía la cara laxa y la mirada perdida. Dumbledore se arrodilló ante él, de forma que sus rostros quedaron a la misma altura.

— ¿Me oye? —le preguntó Dumbledore en voz baja.El hombre parpadeó.

— Sí —respondió.— Me gustaría que nos explicara —dijo Dumbledore con suavidad— cómo ha llegado

usted aquí. ¿Cómo se escapó de Azkaban?Crouch tomó aliento y comenzó a hablar con una voz apagada y carente de expresión:

— Mi madre me salvó. Sabía que se estaba muriendo, y persuadió a mi padre para que me liberara como último favor hacia ella. Él la quería como nunca me quiso a mí, así que accedió.

Fueron a visitarme. Me dieron un bebedizo de poción multijugos que contenía un cabello de mi madre, y ella tomó la misma poción con un cabello mío. Cada uno adquirió la apariencia del otro.Winky movía hacia los lados la cabeza, temblorosa.—No diga más, amo Barty, no diga más, ¡o meten a su padre en un lío!Pero Crouch volvió a tomar aliento y prosiguió en el mismo tono de voz:—Los dementores son ciegos: sólo percibieron que habían entrado en Azkaban una persona sana y otra moribunda, y luego que una moribunda y otra sana salían. Mi padre me sacó con la apariencia de mi madre por si había prisioneros mirando por las rejas.»Mi madre murió en Azkaban poco después. Hasta el final tuvo cuidado de seguir bebiendo poción multijugos. Fue enterrada con mi nombre y mi apariencia. Todos creyeron que era yo.Parpadeó.

— ¿Y qué hizo su padre con usted cuando lo tuvo en casa?— Representó la muerte de mi madre. Fue un funeral sencillo, privado. La tumba está

vacía.Nuestra elfina doméstica me cuidó hasta que sané. Luego mi padre tuvo que ocultarme y controlarme. Usó una buena cantidad de encantamientos para mantenerme sometido. Cuando recobré las fuerzas, sólo pensé en encontrar otra vez a mi señor... y volver a su servicio.

— ¿Qué hizo su padre para someterlo? —quiso saber Dumbledore.— Utilizó la maldición imperius. Estuve bajo su control. Me obligó a llevar día y

noche una capa invisible. Nuestra elfina doméstica siempre estaba conmigo. Era mi guardiana y protectora.

Me compadecía. Persuadió a mi padre para que me hiciera de vez en cuando algún regalo: premios por mi buen comportamiento.—Amo Barty, amo Barty —dijo Winky por entre las manos, sollozando—. No debería decir más, o tendremos problemas...

— ¿No descubrió nadie que usted seguía vivo? —preguntó Dumbledore—. ¿No lo supo nadie

aparte de su padre y la elfina?

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— Sí. Una bruja del departamento de mi padre, Bertha Jorkins, llegó a casa con unos papeles para que mi padre los firmara. Mi padre no estaba en aquel momento, así que Winky la hizo pasar y volvió a la cocina, donde me encontraba yo. Pero Bertha Jorkins nos oyó hablar, y escuchó a escondidas. Entendió lo suficiente para comprender quién se escondía bajo la capa invisible.

Cuando mi padre volvió a casa, ella se le enfrentó. Para que olvidara lo que había averiguado, le tuvo que echar un encantamiento desmemorizante muy fuerte. Demasiado fuerte: según mi padre, le dañó la memoria para siempre.

— ¿Quién le mandó meter las narices en los asuntos de mi amo? —sollozó Winky—. ¿Por qué no nos dejó en paz?

— Hábleme de los Mundiales de Quidditch —pidió Dumbledore.— Winky convenció a mi padre de que me llevara. Necesitó meses para persuadirlo.

Hacía años que yo no salía de casa. Había sido un forofo del quidditch. «Déjelo ir!», le rogaba ella.

«Puede ir con su capa invisible. Podrá ver el partido y le dará el aire por una vez.» Le dijo que era lo que hubiera querido mi madre. Le dijo que ella había muerto para darme la libertad, que no me había salvado para darme una vida de preso. Al final accedió.»Fue cuidadosamente planeado: mi padre nos condujo a Winky y a mí a la tribuna principal bastante temprano. Winky diría que le estaba guardando un asiento a mi padre. Yo me sentaría en él, invisible. Tendríamos que salir cuando todo el mundo hubiera abandonado la tribuna principal.Todo el mundo creería que Winky se encontraba sola.»Pero Winky no sabía que yo recuperaba fuerzas. Empezaba a luchar contra la maldición imperius de mi padre. Había momentos en que me liberaba de ella casi por completo. Aquél fue uno de esos momentos. Era como si despertara de un profundo sueño. Me encontré rodeado de gente, en medio del partido, y vi delante de mí una varita mágica que sobresalía del bolsillo de un muchacho. No me habían dejado tocar una varita desde antes de Azkaban. La robé. Winky no se enteró: tiene terror a las alturas, y se había tapado la cara.

— ¡Amo Barty, es usted muy malo! —le reprochó Winky. Las lágrimas se le escurrían entre los dedos.

— O sea que usted cogió la varita —dijo Dumbledore—. ¿Qué hizo con ella?— Volvimos a la tienda. Luego los oímos, oímos a los mortífagos, los que no habían

estado nunca en Azkaban, los que nunca habían sufrido por mi señor, los que le dieron la espalda, los que no fueron esclavizados como yo, los que estaban libres para buscarlo pero no lo hacían, los que se conformaban con divertirse a costa de los muggles. Me despertaron sus voces. Hacía años que no tenía la mente tan despejada como en aquel momento, y me sentía furioso. Con la varita en mi poder, quise castigarlos por su deslealtad. Mi padre había salido de la tienda para ir a defender a los muggles, y a Winky le daba miedo verme tan furioso, así que ella usó sus propias dotes mágicas para atarme a ella. Me sacó de la tienda y me llevó al bosque, lejos de los mortífagos.

Traté de hacerla volver, porque quería regresar al campamento. Quería enseñarles a los mortífagos lo que significaba la lealtad al Señor Tenebroso, y castigarlos por no haberla observado. Con la varita que había robado proyecté en el aire la Marca Tenebrosa.»Llegaron los magos del Ministerio, lanzando por todas partes sus encantamientos aturdidores.Uno de esos encantamientos se coló por entre los árboles hasta donde nos encontrábamos Winky y yo. Quedamos los dos desmayados y con las ataduras rotas por el rayo del encantamiento.»Cuando descubrieron a Winky, mi padre comprendió que yo tenía que estar cerca. Me buscó entre los arbustos donde la habían encontrado a ella y me halló echado en el suelo. Esperó a que se fueran los demás funcionarios, me volvió a lanzar la maldición imperius, y me llevó de vuelta a casa. A Winky la despidió porque no había impedido que yo robara la varita y casi me deja también escapar.

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Winky exhaló un lamento de desesperación.— Quedamos solos en la casa mi padre y yo. Y entonces... entonces... —la cabeza de

Crouch dio un giro, y una mueca demente apareció en su rostro —mi señor vino a buscarme.

»Llegó a casa una noche, bastante tarde, en brazos de su vasallo Colagusano. Había averiguado que yo seguía vivo. Había apresado en Albania a Bertha Jorkins, la había torturado y le había extraído mucha información: ella le habló del Torneo de los tres magos y de que Moody, el viejo auror, iba a impartir clase en Hogwarts; luego la torturó hasta romper el encantamientodesmemorizante que mi padre le había echado, y ella le contó que yo me había escapado deAzkaban y que mi padre me tenía preso para impedir que fuera a buscar a mi señor. Y de esa forma supo que yo seguía siéndole fiel... quizá más fiel que ningún otro. Mi señor trazó un plan basado en la información que Bertha le había pasado. Me necesitaba. Llegó a casa cerca de medianoche. Mi padre abrió la puerta.Una sonrisa se extendió por el rostro de Crouch, como si recordara el momento más agradable de su vida. A través de los dedos de Winky podían verse sus ojos desorbitados. Estaba demasiado asustada para hablar.—Fue muy rápido: mi señor le echó a mi padre la maldición imperius. A partir de ese momento fue mi padre el preso, el controlado. Mi señor lo obligó a ir al trabajo como de costumbre y a seguir actuando como si nada hubiera ocurrido. Y yo quedé liberado. Desperté.Volvía a ser yo mismo, vivo como no lo había estado desde hacía años.

— ¿Qué fue lo que lord Voldemort le pidió que hiciera?— Me preguntó si estaba listo para arriesgarlo todo por él. Lo estaba. Ése era mi

sueño, mi suprema ambición: servirle, probarme ante él. Me dijo que necesitaba situar en Hogwarts a un vasallo leal, un vasallo que hiciera pasar a Harry Potter todas las pruebas del Torneo de los tres magos sin que se notara, un vasallo que no lo perdiera de vista, que se asegurara de que conseguía la Copa, que convirtiera aquella copa en un traslador y capaz de llevar ante él a la primera persona que lo tocara. Pero antes...

— Necesitaba a Alastor Moody —dijo Albus Dumbledore. Le resplandecían los ojos azules, aunque la voz seguía impasible.

— Lo hicimos entre Colagusano y yo. De antemano habíamos preparado la poción multijugos.

Fuimos a la casa, Moody se resistió, provocó un verdadero tumulto. Justo a tiempo conseguimos reducirlo, así que lo metimos en un compartimiento de su propio baúl mágico, le arrancamos unos pelos y los echamos a la poción. Al beberla me convertí en su doble, le cogí la pata de palo y el ojo, y ya estaba listo para vérmelas con Arthur Weasley, que llegó para arreglarlo todo con los muggles que habían oído el altercado. Cambié de sitio los contenedores de la basura y le dije aWeasley que había oído intrusos en el patio, andando entre los contenedores. Luego guardé la ropa y los detectores de tenebrismo de Moody, los metí con él en el baúl y me vine a Hogwarts. Lo mantuve vivo y bajo la maldición imperius porque quería poder hacerle preguntas para averiguar cosas de su pasado y aprender sus costumbres, con la intención de engañar incluso a Dumbledore.Además, necesitaba su pelo para la poción multijugos. Los demás ingredientes eran fáciles. La piel de serpiente arbórea africana la robé de las mazmorras. Cuando el profesor de Pociones me encontró en su despacho, dije que tenía órdenes de registrarlo.

— ¿Y qué hizo Colagusano después de que atacaron ustedes a Moody? —preguntó Dumbledore.

— Se volvió para seguir cuidando a mi señor en mi casa y vigilando a mi padre.— Pero su padre escapó —observó Dumbledore.— Sí. Después de algún tiempo empezó a resistirse a la maldición imperius tal como

había hecho yo. Había momentos en los que se daba cuenta de lo que ocurría. Mi señor pensó que ya no era seguro dejar que mi padre saliera de casa, así que lo

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obligó a enviar cartas diciendo que estaba enfermo. Sin embargo, Colagusano fue un poco negligente, y no lo vigiló bien. De forma que mi padre pudo escapar. Mi señor adivinó que se dirigiría a Hogwarts. Efectivamente, el propósito de mi padre era contárselo todo a Dumbledore, confesar. Venía dispuesto a admitir que me había sacado de Azkaban.

»Mi señor me envió noticia de la fuga de mi padre. Me dijo que lo detuviera costara lo que costara. Yo esperé, atento: utilicé el mapa que le había pedido a Harry Potter. El mapa que había estado a punto de echarlo todo a perder.

— ¿Mapa? —preguntó rápidamente Dumbledore—, ¿qué mapa es ése?— El mapa de Hogwarts de Potter. Potter me vio en él, una noche, robando

ingredientes para la poción multijugos del despacho de Snape. Como tengo el mismo nombre que mi padre, pensó que se trataba de él. Le dije que mi padre odiaba a los magos tenebrosos, y Potter creyó que iba tras

Snape. Esa noche le pedí a Potter su mapa.»Durante una semana esperé a que mi padre llegara a Hogwarts. Al fin, una noche, el mapa me lo mostró entrando en los terrenos del castillo. Me puse la capa invisible y bajé a su encuentro.Iba por el borde del bosque. Entonces llegaron Potter y Krum. Aguardé. No podía hacerle daño aPotter porque mi señor lo necesitaba, pero cuando fue a buscar a Dumbledore aproveché para aturdir a Krum. Y maté a mi padre.

— ¡Nooooo! —gimió Winky—. ¡Amo Barty, amo Barty!, ¿qué está diciendo?— Usted mató a su padre —dijo Dumbledore, en el mismo tono suave—. ¿Qué hizo

con el cuerpo?— Lo llevé al bosque y lo cubrí con la capa invisible. Llevaba conmigo el mapa: vi en

él a Potter entrar corriendo en el castillo y tropezarse con Snape, y luego a Dumbledore con ellos. Entonces Potter sacó del castillo a Dumbledore. Yo volví a salir del bosque, di un rodeo y fui a su encuentro como si llegara del castillo. Le dije a Dumbledore que Snape me había indicado adónde iban. »Dumbledore me pidió que fuera en busca de mi padre, así que volví junto a su cadáver, miré el mapa y, cuando todo el mundo se hubo ido, lo transformé en un hueso... y lo enterré cubierto con la capa invisible en el trozo de tierra recién cavada delante de la cabaña de Hagrid.

Entonces se hizo un silencio total salvo por los continuados sollozos de Winky.Luego dijo Dumbledore:—Y esta noche...—Me ofrecí a llevar la Copa del torneo al laberinto antes de la cena —musitó Barty Crouch—. La transformé en un traslador. El plan de mi señor ha funcionado: ha recobrado sus antiguos poderes y me cubrirá de más honores de los que pueda soñar un mago.La sonrisa demente volvió a transformar sus rasgos, y la cabeza cayó inerte sobre un hombro mientras Winky sollozaba y se lamentaba a su lado. (CF, 593 – 600)

Criaturas Míticas"No existen"        ~  Hermione Granger

Luna Lovegood es una joven inusual en muchos aspectos. Uno de ellos es que cree en una variedad de criaturas de las cuales no existe evidencia alguna, y parecen ser más productos de fábula que de la realidad mágica.

Aquavirius Maggots Luna identifico las gotas del tanque del departamento de misterios como Aquavirius Maggots. En realidad eran cerebros (OF34).

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 ‘¿Qué son esas cosas?’ susurró Ron.

‘No lo sé,’ dijo Harry.

‘¿Son peces?’ murmuró Ginny.

‘Gusanos Aquavirius!’ dijo Luna agitadamente. ‘Papá dijo que el Ministerio los estaba criando –‘

‘No,’ dijo Hermione, con un tono de curiosidad. Se acercó hacia delante para ver a través del costado del tanque. ‘Son cerebros.’

‘¿Cerebros?’

‘Si… me pregunto... ¿que estarán haciendo con ellos?’” (OF, 795)

Blibbering Humdinger Criatura desconocida que mucha gente cree que no existe. También conocido como Blibbler maravilloso (OF13).

Luna respiró hondo y, sin saludarlo siquiera con un «Hola», dijo:—Yo sí creo que El-que-no-debe-ser-nombrado ha regresado y que tú peleaste con él y lograste escapar.—Va-vale —balbuceó Harry. Luna llevaba unos pendientes que parecían rábanos de color naranja, un detalle en el que también se habían fijado Parvati y Lavender, pues ambas se reían por lo bajo y le señalaban las orejas.—Podéis reíros —prosiguió Luna elevando la voz; al parecer, pensaba que Parvati y Lavender se reían de lo que acababa de decir y no de los pendientes que llevaba—, pero antes la gente tampoco creía que existieran ni los blibbers maravillosos ni los snorkacks de cuernos arrugados.—Ya, y tenían razón, ¿no? —dijo Hermione, impaciente—. Los blibbers maravillosos y los snorkacks de cuernos arrugados no existen.Luna le lanzó una mirada fulminante y se alejó indignada, mientras los rabanitos oscilaban con energía en sus orejas. Parvati y Lavender ya no eran las únicas que se desternillaban de risa. (OF, 275)

Heliopath Espíritus del fuego; enormes y flameantes criaturas  que galopan por la tierra y queman todo en su trayectoria. Luna cree que Cornelius Fudge tiene un ejército de Heliopaths bajo su mando (OF17).

—Creemos que la razón por la que Umbridge no quiere entrenarnos en Defensa Contra las Artes Oscuras —explicó Hermione— es que se le ha metido en la cabeza la idea de queDumbledore podría utilizar a los estudiantes del colegio como una especie de ejército privado.Cree que podría movilizarlos para enfrentarse al Ministerio.Aquella noticia sorprendió a casi todos; a casi todos excepto a Luna Lovegood, que soltó:—Bueno, es lógico. Al fin y al cabo, Cornelius Fudge tiene su propio ejército privado.— ¿Qué? —saltó Harry, absolutamente desconcertado por aquella inesperada información.—Sí, tiene un ejército de heliópatas —afirmó Luna con solemnidad.—Eso no es cierto —le espetó Hermione.—Claro que sí —la contradijo Luna.— ¿Qué son heliópatas? —preguntó Neville, perplejo.

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—Son espíritus de fuego —contestó Luna, y sus saltones ojos se abrieron aún más, haciéndola parecer más chiflada que nunca—, unas enormes criaturas llameantes que galopan por la tierra quemando cuanto encuentran a su paso…—No existen, Neville —aseguró Hermione de manera cortante.— ¡Claro que existen! —insistió Luna, furiosa.—Lo siento, pero ¿qué pruebas hay de que existan? —le preguntó Hermione.—Hay muchísimos testimonios oculares. Que tú tengas una mentalidad tan cerrada que necesites que te lo pongan todo delante de las narices para que… (OF, 359)

Nargles Se dice que infesta el muérdago (OF21).

Cuando Harry descolgó el último adorno, la puerta se abrió con un chirrido y entró LunaLovegood con su aire soñador de siempre.— ¡Hola!—dijo distraídamente, y echó una ojeada a lo que quedaba de la decoración—. Qué adornos tan bonitos. ¿Los has puesto tú?—No —contestó Harry—, ha sido Dobby, el elfo doméstico.—Muérdago —comentó Luna en el mismo tono soñador, señalando un ramito lleno de bayas blancas que Harry tenía casi encima de la cabeza. Él se apartó enseguida—. Bien hecho — comentó Luna muy seria—. Suele estar infestado de nargles.

Harry se libró de tener que preguntar a Luna qué eran los nargles porque en ese momento llegaron Angelina, Katie y Alicia. (OF, 470, 471)

Ranas LunaresAlguien aseguraba en una entrevista a El Quisquilloso que había viajado hasta la Luna con su escoba Barredora 6, y traía un saco con ranas lunares para demostrarlo (OF10).

Harry no siguió leyendo. Fudge podía tener muchos defectos, pero le resultaba extremadamente difícil imaginárselo ordenando que hicieran pasteles con duendes. Hojeó el resto de la revista y, deteniéndose de vez en cuando, leyó otros artículos, como: la afirmación de que los Tutshill Tornados estaban ganando la liga de quidditch mediante una combinación de chantaje, tortura y manipulación ilegal de escobas; una entrevista con un brujo que aseguraba haber volado hasta la luna en una Barredora 6 y había traído una bolsa llena de ranas lunares para demostrarlo, y un artículo sobre las runas antiguas que al menos explicaba por qué Luna había estado leyendo El Quisquilloso del revés. Según la revista, si ponías las runas cabeza abajo, éstas revelaban un hechizo para hacer que las orejas de tu enemigo se convirtieran en naranjitas chinas. De hecho, comparada con el resto de los artículos de El Quisquilloso, la insinuación de que Sirius podía ser en realidad el cantante de Los Trasgos parecía bastante sensata.— ¿Hay algo que valga la pena? —preguntó Ron cuando Harry cerró la revista.—Pues claro que no —se adelantó Hermione en tono mordaz—. El Quisquilloso es pura basura, lo sabe todo el mundo. (OF, 204)

Snorkack de Asta ArrugadaCriatura no voladora que vive en Suecia, parece ser muy popular entre los lectores de El Quisquilloso. Luna y su padre habían planeado un viaje a Suecia durante el verano de 1996 para buscar al Snorkack (OF13, 38).

Luna respiró hondo y, sin saludarlo siquiera con un «Hola», dijo:

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—Yo sí creo que El-que-no-debe-ser-nombrado ha regresado y que tú peleaste con él y lograste escapar.—Va-vale —balbuceó Harry. Luna llevaba unos pendientes que parecían rábanos de color naranja, un detalle en el que también se habían fijado Parvati y Lavender, pues ambas se reían por lo bajo y le señalaban las orejas.—Podéis reíros —prosiguió Luna elevando la voz; al parecer, pensaba que Parvati y Lavender se reían de lo que acababa de decir y no de los pendientes que llevaba—, pero antes la gente tampoco creía que existieran ni los blibbers maravillosos ni los snorkacks de cuernos arrugados.—Ya, y tenían razón, ¿no? —dijo Hermione, impaciente—. Los blibbers maravillosos y los snorkacks de cuernos arrugados no existen.Luna le lanzó una mirada fulminante y se alejó indignada, mientras los rabanitos oscilaban con energía en sus orejas. Parvati y Lavender ya no eran las únicas que se desternillaban de risa. (OF, 275)Luna dijo que no sabía cuándo aparecería la entrevista de Rita con Harry en El Quisquilloso, pues su padre estaba esperando un largo e interesantísimo artículo basado en el testimonio de personas que recientemente habían visto snorkacks de cuernos arrugados.—Como os podéis imaginar —explicó—, esa historia es muy importante, así que la de Harry quizá tenga que esperar al siguiente número. (OF, 589)Por si fuera poco, a la hora de cenar, Luna le informó de que ningún otro número de El Quisquilloso se había agotado tan deprisa.

— ¡Mi padre está haciendo una reimpresión! —le explicó a Harry con los ojos fuera de las órbitas—. ¡No puede creerlo; dice que a la gente le interesa más esta historia que la de los snorkacks de cuernos arrugados! (OF, 602)

Pero esa entrevista con Harry no es una exclusiva, es la que salió en El Quisquilloso hace meses…—Mi padre se la vendió —dijo Luna con vaguedad mientras pasaba una página de El Quisquilloso—. Y le pagaron muy bien, así que este verano organizaremos una expedición a Suecia para ver si podemos cazar un snorkack de cuernos arrugados. (OF, 871)Luna nunca encontró ningún ejemplar de Crumple-Snockack Astado y acabó aceptando que su padre podría habérselo inventado (CB).

Torposoplo

Criatura invisible que flota en los oídos de sus víctimas y que hace que su mente se vuelva borrosa (PM7).

— ¿Te encuentras bien, Harry? Estás un poco raro —dijo Neville.—Lo siento… —contestó con un respingo.— ¿Se te ha metido un torposoplo? —preguntó Luna, y escrutó el rostro de Harry con sus enormes gafas de colores.— ¿Un qué?—Un torposoplo. Son invisibles. Van flotando por ahí, se te meten en los oídos y te embotan el cerebro —explicó Luna—. Me ha parecido oír zumbar a uno de ellos por aquí. —Agitó las manos como si ahuyentara grandes e invisibles palomillas.

Harry y Neville se miraron y se pusieron a hablar de quidditch. (PM, 138)Según Luna Lovegood, la diadema de Rowena Ravenclaw tiene sifones de Wrackspurt para aumentar la sabiduría de quien la lleva puesta (RM29).

—Es una especie de corona —contestó Terry Boot—. Dicen que la de Ravenclaw tenía poderes mágicos, como el de aumentar la sabiduría de quien la llevara puesta.

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—Sí, los sifones de torposoplo de mi padre…Pero Harry interrumpió a Luna:

— ¿Y nadie ha visto nunca nada parecido? ((RM, 493)

Mascotas de MugglesNo todas las criaturas que aparecen en los libros pertenecen a magos y brujas. Muchas se utilizan para encantamientos y cualquier actividad que haría un muggle, como cocina o compañía.

El cerdo es considerado como un animal particularmente no-mágico y especialmente difícil de encantar (P). Algunos animales sirven para pociones, como el murciélago (P).

El Principio de Artificianimación Cuasi-Dominante: sirve para comprender algunas de las complicaciones cuando se intenta invocar animales de la nada (cabezas partidas, tocones inidentificables, mutaciones rana-conejos...). Sin embargo, por alguna razón que todavía no se conoce (aunque la investigación continúa en el Departamento de Misterios), existen dos criaturas que son mucho más fáciles de invocar de la nada: los pájaros y las serpientes (LH).

Esta es la lista de esos animales que pertenecen a muggles:

Bungy - Periquito del mundo muggle que ha aprendido a hacer esquí acuático (OF1).

Harry cerró los ojos al intenso y resplandeciente azul del anochecer y oyó que el locutor decía: — Y por último, el periquito Bungy ha descubierto una novedosa manera de refrescarse este verano. Bungy, que vive en el Cinco Plumas de Barnsley, ha aprendido a hacer esquí acuático!Mary Dorkins se ha desplazado hasta allí para darnos más detalles…Harry abrió los ojos. Si habían llegado a la noticia de los periquitos que practicaban esquí acuático, no podía haber nada más que valiera la pena escuchar.(OF, 12)

Ripper - Perro bulldog de tía Marge (PA1).

Entró tío Vernon sonriendo jovialmente mientras cerraba la puerta.— ¿Un té, Marge? —preguntó—. ¿Y qué tomará Ripper?—Ripper sorberá el té que se me derrame en el plato —dijo tía Marge mientras entraban todos en tropel en la cocina, dejando a Harry solo en el vestíbulo con la maleta. Pero Harry no lo lamentó; cualquier cosa era mejor que estar con tía Marge. Subió la maleta por las escaleras hasta la habitación de invitados lo más despacio que pudo.Cuando regresó a la cocina, a tía Marge le habían servido té y pastel de frutas, y Ripper lamía té en un rincón, haciendo mucho ruido. Harry notó que tía Petunia se estremecía al ver a Ripper manchando el suelo de té y babas. Tía Petunia odiaba a los animales.— ¿Has dejado a alguien al cuidado de los otros perros, Marge? —inquirió tío Vernon.—El coronel Fubster los cuida —dijo tía Marge con voz de trueno—. Está jubilado. Le viene bien tener algo que hacer. Pero no podría dejar al viejo y pobre Ripper. ¡Sufre tanto si no está conmigo...!Ripper volvió a gruñir cuando se sentó Harry (PA, 25)

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Plantas MágicasEl mundo mágico no solo está repleto de criaturas mágicas: también existen muchas plantas con propiedades mágicas, estudiadas en la asignatura de Herbología. Tilden Toots es un experto herborista, teniendo un programa de radio dedicado a las plantas mágicas (JKR). Para los magos amantes de la jardinería existe una Competición Anual de Jardinería Mágica Internacional, confundiendo las participaciones de algunos concursantes con círculos de maíz atribuidos a extraterrestres (DP).

Algunas plantas no mágicas sirven para pociones, como la amapola, la rosa ola ricina (P).

Estas son algunas de ellas:

AcónitoPlanta usada en la elaboración de pociones (PF). Tiene propiedades extremadamente poderosas (P). También se le conoce como aconitum.

Acónito¿Cuál es la diferencia, Potter, entre acónito y luparia?Ante eso, Hermione se puso de pie, con el brazo extendido hacia el techo de la mazmorra.- No lo sé – dijo Harry con calma-. Pero creo que Hermione lo sabe. ¿Por qué no se lo pregunta a

ella?Unos pocos rieron, Harry captó la mirada de Seamus, quien le guiñó un ojo. Snape, sin embargo, no estaba complacido.Siéntese– gritó a Hermione-. Para su información, Potter, asfódelo y ajenjo producen una poción para dormir tan poderosa que es conocida como Filtro de Muertos en Vida. Un bezoar es una piedra sacada del estómago de una cabra y sirve para salvarse de la mayoría de los venenos. En cuanto a acónito y luparia, es la misma planta. ¿Por qué no están anotando todo?” (PF, 118)

Arbusto AutofertilizanteArbutos que, aparentemente, se fertiliza a sí mismo. En quinto curso, la profesora Sprout manda de deberes una redacción sobre esta especie (OF16).

Bueno, creo que para empezar deberíamos ponernos a escribir esa redacción para Sprout sobre arbustos autofertilizantes, y si tenemos suerte, podremos empezar la del hechizo Inanimatus Conjurus para la profesora McGonagall antes de la hora de comer… (OF, 302)

AsfódeloPlanta cuyas raíces son empleadas para la elaboración de algunas pociones (PF7).

Asfódelo- — ¡Potter!—dijo de pronto Snape—. ¿Qué obtendré si añado polvo de raíces de asfódelo a una

infusión de ajenjo?- ¿Raíz en polvo de qué a una infusión de qué? Harry miró de reojo a Ron, que parecía tan

desconcertado como él. La mano de Hermione se agitaba en el aire.

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- —No lo sé, señor —contestó Harry.- Los labios de Snape se curvaron en un gesto burlón.- —Bah, bah... es evidente que la fama no lo es todo.- No hizo caso de la mano de Hermione.- —Vamos a intentarlo de nuevo, Potter. ¿Dónde buscarías si te digo que me encuentres un

bezoar?- Hermione agitaba la mano tan alta en el aire que no necesitaba levantarse del asiento para que la

vieran, pero Harry no tenía la menor idea de lo que era un bezoar. Trató de no mirar a Malfoy y a sus amigos, que se desternillaban de risa.

- —No lo sé, señor.- —Parece que no has abierto ni un libro antes de venir. ¿No es así, Potter?- Harry se obligó a seguir mirando directamente aquellos ojos fríos. Sí había mirado sus libros en

casa de los Dursley, pero ¿cómo esperaba Snape que se acordara de todo lo que había en Mil hierbas mágicas y hongos?

- Snape seguía haciendo caso omiso de la mano temblorosa de Hermione.- — ¿Cuál es la diferencia, Potter; entre acónito y luparia? - Ante eso, Hermione se puso de pie, con el brazo extendido hacia el techo de la mazmorra.- —No lo sé —dijo Harry con calma—. Pero creo que Hermione lo sabe. ¿Por qué no se lo

pregunta a ella?- Unos pocos rieron. Harry captó la mirada de Seamus, que le guiñó un ojo. Snape, sin embargo,

no estaba complacido.- —Siéntate —gritó a Hermione—. Para tu información, Potter; asfódelo y ajenjo producen una

poción para dormir tan poderosa que es conocida como Filtro de Muertos en Vida. Un bezoar es una piedra sacada del estómago de una cabra y sirve para salvarte de la mayor parte de los venenos. En lo que se refiere a acónito y luparia, es la misma planta. Bueno, ¿por qué no lo estáis apuntando todo? (PF, 118, 119)

BelladonaPlanta venenosa empleada en la elaboración de algunas pociones (CF10).

Con cierto esfuerzo puso una pila de paquetes sobre la cama plegable de Harry, y dejó caer al lado la bolsa de dinero y el montón de calcetines. Harry empezó a desenvolver las compras.Además del Libro reglamentario de hechizos, curso 4º, de Miranda Goshawk, tenía un puñado de plumas nuevas, una docena de rollos de pergamino y recambios para su equipo de preparar pociones: ya casi no le quedaba espina de pez-león ni esencia de belladona. (CF, 143)

BranquialgasAlgas que hacen crecer temporalmente branquias, manos y pies palmeados a quien las come,

permitiéndole nadar velozmente y respirar bajo el agua. Provienen del Mediterráneo.

— ¡Tiene que comerse esto, señor!—dijo el elfo, y, metiéndose la mano en el bolsillo de los pantalones, sacó una bola de algo que parecían viscosas colas de rata de color gris verdoso—. Justo antes de entrar en el lago, señor: ¡branquialgas!

— ¿Para qué? —preguntó Harry, mirando las branquialgas.— ¡Gracias a ellas, Harry Potter podrá respirar bajo el agua, señor!—Dobby —le dijo Harry frenético—, escucha... ¿estás seguro de eso?No era fácil olvidar que la última vez que Dobby había intentado ayudarlo había acabado sin

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huesos en el brazo derecho.— ¡Dobby está completamente seguro, señor! —contestó el elfo muy serio—. Dobby oye

cosas, señor. Es un elfo doméstico, y recorre el castillo encendiendo chimeneas y fregando suelos. Dobby oyó a la profesora McGonagall y al profesor Moody en la sala de profesores, hablando sobre la próxima prueba... ¡Dobby no puede permitir que Harry Potter pierda su prenda!

Las dudas de Harry quedaron despejadas. Poniéndose en pie de un salto, se quitó la capa invisible, la guardó en la mochila, cogió las branquialgas y se las metió en el bolsillo, y luego salió a toda velocidad de la biblioteca, con Dobby pisándole los talones.

— ¡Dobby tiene que volver a las cocinas, señor!—chilló Dobby al entrar en el corredor—. Si no, se darán cuenta de que no está. ¡Buena suerte, Harry Potter, señor, buena suerte!

— ¡Hasta luego, Dobby! —gritó Harry, que echó a correr lo más aprisa que podía por el corredor, y luego bajó los peldaños de la escalera de tres en tres.

En el vestíbulo se encontró con algunos rezagados que dejaban el Gran Comedor después de desayunar y, traspasando las puertas de roble, se dirigían al lago para contemplar la segunda prueba. Se quedaron mirando a Harry, que pasó a su lado como una flecha, arrollando a Colin y Dennis Creevey al sortear de un salto la breve escalinata de piedra, para luego salir al frío y claro exterior.

Al bajar a la carrera por la explanada, vio que las mismas tribunas que habían rodeado en noviembre el cercado de los dragones estaban ahora dispuestas a lo largo de una de las orillas del lago. Las gradas, llenas a rebosar, se reflejaban en el agua. El eco de la algarabía de la emocionada multitud se propagaba de forma extraña por la superficie del agua y llegaba hasta la orilla por la que Harry corría a toda velocidad hacia el tribunal, que estaba sentado en el borde del lago a una mesa cubierta con tela dorada. Cedric, Fleur y Krum se hallaban junto a la mesa, y lo observaban acercarse.

—Estoy... aquí... —dijo sin aliento Harry, que patinó en el barro al tratar de detenerse en seco y salpicó sin querer la túnica de Fleur.

— ¿Dónde estabas? —inquirió una voz severa y autoritaria—. ¡La prueba está a punto de dar comienzo!

Miró hacia el lugar del que provenía la voz. Era Percy Weasley, sentado a la mesa del tribunal. Nuevamente faltaba el señor Crouch.

— ¡Bueno, bueno, Percy!—dijo Ludo Bagman, que parecía muy contento de ver a Harry—. ¡Dejémoslo que recupere el aliento!

Dumbledore le sonrió, pero Karkarov y Madame Maxime no parecían nada contentos de verlo... Por las caras, resultaba obvio que habían pensado que no aparecería.

Se inclinó hacia delante poniendo las manos en las rodillas, y respiró hondo. Tenía flato en el costado, que le dolía como un cuchillo clavado entre las costillas, pero no había tiempo para esperar a que se le pasara. Ludo Bagman iba en aquel momento entre los campeones, espaciándolos por la orilla del lago a una distancia de tres metros. Harry quedó en un extremo, al lado de Krum, que se había puesto el bañador y sostenía en la mano la varita.

— ¿Todo bien, Harry? —susurró Bagman, distanciándolo un poco más de Krum—. ¿Tienes algún plan?

—Sí —musitó Harry, frotándose las costillas.Bagman le dio un apretón en el hombro y volvió a la mesa del tribunal. Apuntó a la garganta

con la varita como había hecho en los Mundiales, dijo «¡Sonorus!», y su voz retumbó por las oscuras aguas hasta las tribunas.

—Bien, todos los campeones están listos para la segunda prueba, que comenzará cuando suene el silbato. Disponen exactamente de una hora para recuperar lo que se les ha quitado. Así que, cuando cuente tres: uno... dos... ¡tres!

El silbato sonó en el aire frío y calmado. Las tribunas se convirtieron en un hervidero de gritos y aplausos. Sin pararse a mirar lo que hacían los otros campeones, Harry se quitó zapatos y calcetines, sacó del bolsillo el puñado de branquialgas, se lo metió en la boca y entró en el lago.

El agua estaba tan fría que sintió que la piel de las piernas le quemaba como si hubiera entrado

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en fuego. A medida que se adentraba, la túnica empapada le pesaba cada vez más. El agua ya le llegaba a las rodillas, y los entumecidos pies se deslizaban por encima de sedimentos y piedras planas y viscosas. Masticaba las branquialgas con toda la prisa y fuerza de que era capaz. Eran desagradablemente gomosas, como tentáculos de pulpo. Cuando el agua helada le llegaba a la cintura, se detuvo, tragó las branquialgas y esperó a que sucediera algo.

Se dio cuenta de que había risas entre la multitud, y sabía que debía de parecer tonto, entrando en el agua sin mostrar ningún signo de poder mágico. En la parte del cuerpo que aún no se le había mojado tenía carne de gallina. Medio sumergido en el agua helada y con la brisa levantándole el pelo, empezó a tiritar. Evitó mirar hacia las tribunas. La risa se hacía más fuerte, y los de Slytherin lo silbaban y abucheaban...

Entonces, de repente, sintió como si le hubieran tapado la boca y la nariz con una almohada invisible. Intentó respirar, pero eso hizo que la cabeza le diera vueltas. Tenía los pulmones vacíos, y notaba un dolor agudo a ambos lados del cuello.

Se llevó las manos a la garganta, y notó dos grandes rajas justo debajo de las orejas, agitándose en el aire frío: ¡eran agallas! Sin pararse a pensarlo, hizo lo único que tenía sentido en aquel momento: se echó al agua.

El primer trago de agua helada fue como respirar vida. La cabeza dejó de darle vueltas. Tomó otro trago de agua, y notó cómo pasaba suavemente por entre las branquias y le enviaba oxígeno al cerebro. Extendió las manos y se las miró: parecían verdes y fantasmales bajo el agua, y le habían nacido membranas entre los dedos. Se retorció para verse los pies desnudos: se habían alargado y también les habían salido membranas: era como si tuviera aletas.(CF, 431)

BubotubérculosPlantas productoras de un repugnante pus con olor a petróleo y color amarillo verdoso; concentrado provoca feas verrugas y pústulas, pero cura el acné cuando está diluido (CF13).

Bubotubérculos—Son bubotubérculos —les dijo con énfasis la profesora Sprout—. Hay que exprimirlas, para

recoger el pus...— ¿El qué? —preguntó Seamus Finnigan, con asco.—El pus, Finnigan, el pus —dijo la profesora Sprout—. Es extremadamente útil, así que

espero que no se pierda nada. Como decía, recogeréis el pus en estas botellas. Tenéis que poneros los guantes de piel de dragón, porque el pus de un bubotubérculo puede tener efectos bastante molestos en la piel cuando no está diluido.

Exprimir los bubotubérculos resultaba desagradable, pero curiosamente satisfactorio. Cada vez que se reventaba uno de los bultos, salía de golpe un líquido espeso de color amarillo verdoso que olía intensamente a petróleo. Lo fueron introduciendo en las botellas, tal como les había indicado la profesora Sprout, y al final de la clase habían recogido varios litros.

—La señora Pomfrey se pondrá muy contenta —comentó la profesora Sprout, tapando con un corcho la última botella—. El pus de bubotubérculo es un remedio excelente para las formas más persistentes de acné. Les evitaría a los estudiantes tener que recurrir a ciertas medidas desesperadas para librarse de los granos.

—Como la pobre Eloise Migden —dijo Hannah Abbott, alumna de Hufflepuff, en voz muy baja—. Intentó quitárselos mediante una maldición.

—Una chica bastante tonta —afirmó la profesora Sprout, moviendo la cabeza—. Pero al final la señora Pomfrey consiguió ponerle la nariz donde la tenía. (CF, 177))

CerezoSu madera sirve para confeccionar varitas, como la que estrena Neville (PM7).

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‘Te están mirando porque estuviste en el Ministerio también,’ dijo Harry, mientras levantaba su baúl y lo colocaba dentro del maletero. ‘Nuestra pequeña aventura salió en el diario ‘el Profeta’, ¡Deben haberlo visto!’‘¡Sí!, pensé que mi abuela se molestaría con toda la publicidad,’ dijo Neville, ‘pero ella estaba realmente complacida. Dice que empiezo a parecerme a mi padre al fin, me compró una nueva varita, ¡mira!’.La sacó y se la mostró a Harry.‘Cerezo y pelo de Unicornio,’ dijo orgullosamente. ‘Pensamos que fue una de las últimas vendidas por Ollivander, desapareció al siguiente día, - ¡Oye! ¡Regresa, Trevor!’ (PM, 136)

CocleariaEsta planta resulta muy eficaz para la inflamación del cerebro, y de ahí que se emplee

corrientemente en la fabricación de filtros para confundir y ofuscar, o allí donde el mago pretenda producir exaltación o imprudencia (OF18). La tármica y el ligústico producen los mismos efectos.

La medianoche llegó y se fue mientras Harry leía y releía un pasaje sobre los usos de las hierbas de coclearia, ligústico y la tármica sin entender una palabra. “Estas plantas son muy eficaces en la inflamación del cerebro, y son por consiguiente muy usadas en la fabricación de pócimas para confundir y aturdir dónde el mago esté deseoso de producir graves pérdidas de conciencia y atolondramiento...” -… Hermione mencionó que Sirius estaba poniéndose imprudente encerrado en Grimmauld Place… (OF, 398)

Col Masticadora ChinaSe usa como ingrediente de poción. Hermione vio un diagrama de este vegetal cuando buscaban ingredientes para pociones en quinto curso (OF16).

—Sí, pero dudo que haya alguien, aparte de vosotros dos, que esté interesado en que le dé clase. Recuerda que soy un chiflado.—Creo que te sorprenderías de la cantidad de gente a la que le apetecería escuchar lo que tú tengas que decir —afirmó Hermione muy seria—. Mira —se inclinó hacia Harry; Ron, que todavía la miraba ceñudo, se inclinó también para enterarse—, ¿recuerdas que el primer fin de semana de octubre tenemos la excursión a Hogsmeade? ¿Qué te parecería si le dijéramos a los que estén interesados que se reúnan con nosotros en el pueblo para que podamos discutirlo?— ¿Por qué tenemos que hacerlo fuera del colegio? —preguntó Ron.—Porque no creo que Umbridge se pusiera muy contenta si descubriera lo que estamos tramando —contestó Hermione, y volvió al diagrama de la col masticadora china que estaba copiando. (OF, 347)

DíctamoEl díctamo es una hierba curativa muy potente y con poderes restaurativos que puede comerse cruda para curar heridas poco profundas (P). Planta con puntas espinosas que hace estornudar a los dragones.

- Harry, que estaba buscando «díctamo» en Mil hierbas mágicas y hongos no levantó la cabeza hasta que oyó que Ron decía:

- — ¡Hagrid! ¿Qué estás haciendo en la biblioteca?- Hagrid apareció con aire desmañado, escondiendo algo detrás de la espalda. Parecía muy fuera

de lugar; con su abrigo de piel de topo.” (PF, 191)

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Flor VoladoraEsta planta se puede confundir con el Lazo del Diablo, con la diferencia de que no es violenta. Miriam Strout, sanadora del Hospital San Mungo, dejó al enfermo Bode con un ejemplar del Lazo del Diablo, creyendo que era una Flor Voladora (OF25); Georgina Smythe llamó al programa de herbología Toots, Brotes y Raíces preguntando como curar una Flor Voladora (JKR).

Existen estrictas directrices sobre los objetos decorativos permitidos en nuestras salas, pero al parecer la sanadora Strout, ocupada con las celebraciones navideñas, no reparó en el peligro que suponía la planta de la mesilla de noche del señor Bode. A medida que el paciente recuperaba el habla y la movilidad, la sanadora Strout lo animó a cuidar él mismo de la planta, sin saber que no era una inocente flor voladora, sino un esqueje de lazo del diablo que estranguló al señor Bode en cuanto éste, convaleciente, se acercó y lo tocó. (OF, 566)

GurdirraízTiene el aspecto de una cebolla verde. Según Luna, sirve para protegerse de los plimpys tragones (PM20). Se menciona en el programa de radio Toots, Brotes y Raíces (JKR).

Luna esbozó una vaga sonrisa.—Te burlas de mí, ¿verdad? Todos dicen que lo hice muy mal.— ¡No, lo digo en serio! ¡No recuerdo haberlo pasado tan bien con ningún otro comentarista! ¿Qué es eso, por cierto? —añadió, cogiendo aquella especie de cebolla. Se la acercó a los ojos.—Es un gurdirraíz —contestó Luna, y se guardó la arena higiénica y el sapo en la mochila—. Quédatelo si quieres, tengo algunos más. Son excelentes para protegerse contra los plimpys tragones.Y se marchó. Ron sonrió de oreja a oreja con el gurdirraíz en la mano.— ¿Sabéis qué os digo? Que Luna empieza a gustarme —dijo mientras los tres echaban a andar hacia el Gran Comedor—. Ya sé que está loca, pero la suya es una locura… — (PM, 394, 395)

Higos secos abisinosDan higos secos. Sus tallos y ramas cortados sirven para producir abono (CS).Los alumnos de segundo curso las ven y les toca hacer abono con las ramas y tallos de esta planta (CS).

—Me sorprende que los sangre sucia no hayan hecho ya todos el equipaje —prosiguió Malfoy—. Les apuesto cinco galeones a que el próximo muere. Qué pena que no sea Granger...La campana sonó en ese momento, lo cual fue una suerte, porque al escuchar las últimas palabras, Ron había saltado de su asiento, pero en medio del barullo de recoger libros y bolsas, sus intentos de abalanzarse sobre Malfoy pasaron inadvertidos. —Déjenme —gruñía Ron cuando lo sujetaron entre Harry y Dean—. No me preocupa, no necesito mi varita mágica, lo voy a matar con las manos...—Dense prisa, tengo que llevarlos a Botánica —les gritó Snape, y salieron en doble fila, con Harry, Ron y Dean en la cola, el segundo intentando todavía desprenderse. Sólo pudieron soltarlo cuando Snape se quedó en la puerta del castillo y ellos continuaron por la huerta hacia los invernaderos.La clase de Botánica resultó triste: había dos personas menos, Justin y Hermione.- La profesora Sprout los puso a todos a podar las higueras pasas de Abisinia,. Harry fue a tirar

una brazada de tallos secos al montón del abono y se encontró de frente con Ernie Mcmillan. Ernie respiró hondo y dijo, muy formalmente:

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- —Sólo quiero que sepas, Harry, que lamento haber sospechado de ti. Sé que nunca atacarías a Hermione Granger y te quiero pedir disculpas por todo lo que dije. Ahora estamos en el mismo barco y..., bueno...

- Levantó una mano regordeta y Harry la estrechó.Ernie y su amiga Hannah se pusieron a trabajar en la misma higuera pasa que Ron y Harry.”—Ese tal Draco Malfoy —dijo Ernie, mientras cortaba tallos secos— parece que todo esto lo ha puesto muy contento, ¿verdad? ¿Saben?, creo que él podría ser el heredero de Slytherin.—Eso es muy inteligente de tu parte —dijo Ron, que no parecía haber perdonado a Ernie tan fácilmente como Harry.— ¿Crees que es Malfoy, Harry? —preguntó Ernie.—No —respondió Harry con tal firmeza que Ernie y Hannah se quedaron mirando.” (CS, 232)

Hongos SaltarinesSon pequeños (caben en un cubo) y venenosos; Ernie McMillan le pide a Harry que le pase un cubo de estos en clase de Herbología, en segundo curso (CS).

Al final, decidieron no decir nada a Hagrid si no había otro ataque, y como los días se sucedieron sin siquiera un susurro de la voz que no salía de ningún sitio, albergaban la esperanza de no tener que hablar con él sobre el motivo de su expulsión. Ya habían pasado casi cuatro meses desde que petrificaron a Justin y a Nick Casi Decapitado, y parecía que todo el mundo creía que el agresor, quienquiera que fuese, se había retirado, afortunadamente. Peeves se había cansado por fin de su canción ¡Oh, Potter, eres un zote!; Ernie Macmillan, un día, en la clase de Herbología, le pidió cortésmente a Harry que le pasara un cubo de hongos saltarines, y en marzo algunas mandrágoras montaron una escandalosa fiesta en el Invernadero 3. Esto puso muy contenta a la profesora Sprout.—En cuanto empiecen a querer cambiarse unas a las macetas de otras, sabremos que han alcanzado la madurez —dijo a Harry—. Entonces podremos revivir a esos pobrecillos de la enfermería. (CS, 218)

Lazo del DiabloPlanta que atrapa a quien está cerca de ella. Le gusta la oscuridad y la humedad. Se puede confundir con una flor voladora (OF).

Existen estrictas directrices sobre los objetos decorativos permitidos en nuestras salas, pero al parecer la sanadora Strout, ocupada con las celebraciones navideñas, no reparó en el peligro que suponía la planta de la mesilla de noche del señor Bode. A medida que el paciente recuperaba el habla y la movilidad, la sanadora Strout lo animó a cuidar él mismo de la planta, sin saber que no era una inocente flor voladora, sino un esqueje de lazo del diablo que estranguló al señor Bode en cuanto éste, convaleciente, se acercó y lo tocó. (OF, 566)— ¿Qué es esta cosa? —fueron sus primeras palabras.—No sé, alguna clase de planta. Supongo que está aquí para detener la caída. ¡Vamos, Hermione!La música lejana se detuvo. Se oyó un fuerte ladrido, pero Hermione ya había saltado. Cayó al otro lado de Harry.—Debemos de estar a kilómetros debajo del colegio —dijo la niña.—Me alegro de que esta planta esté aquí —dijo Ron.— ¿Te alegras?—gritó Hermione—. ¡Miraos!Hermione saltó y chocó contra una pared húmeda. Tuvo que luchar porque, en el momento en que cayó, la planta comenzó a extenderse como una serpiente para sujetarle los tobillos. Harry yRon, mientras tanto, ya tenían las piernas totalmente cubiertas, sin que se hubieran dado cuenta.

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Hermione pudo liberarse antes de que la planta la atrapara. En aquel momento miraba horrorizada, mientras los chicos luchaban para quitarse la planta de encima, pero mientras más luchaban, la planta los envolvía con más rapidez.— ¡Dejad de moveros! —ordenó Hermione—. Sé lo que es esto. ¡Es Lazo del Diablo!—Oh, me alegro mucho de saber cómo se llama, es de gran ayuda —gruñó Ron, tratando de evitar que la planta trepara por su cuello.— ¡Calla, estoy tratando de recordar cómo matarla! —dijo Hermione.— ¡Bueno, date prisa, no puedo respirar! —jadeó Harry, mientras la planta le oprimía el pecho.—Lazo del Diablo, Lazo del Diablo... ¿Qué dijo la profesora Sprout?... Le gusta la oscuridad y la humedad...— ¡Entonces enciende un fuego! —dijo Harry.—Sí... por supuesto... ¡pero no tengo madera! —gimió Hermione, retorciéndose las manos.— ¿TE HAS VUELTO LOCA?—preguntó Ron—. ¿ERES UNA BRUJA O NO?— ¡Oh, de acuerdo! —dijo Hermione. Agitó su varita, murmuró algo y envió a la planta unas llamas azules como las que había utilizado con Snape. En segundos, los dos muchachos sintieron que se aflojaban las ligaduras, mientras la planta se retiraba a causa de la luz y el calor.Retorciéndose y alejándose, se desprendió de sus cuerpos y pudieron moverse.—Me alegro de que hayas aprendido bien Herbología, Hermione —dijo Harry, mientras se acercaba a la pared, secándose el sudor de la cara.—Sí —dijo Ron—, y yo me alegro de que Harry no pierda la cabeza en las crisis. Porque eso de «no tengo madera»... francamente... (PF, 229, 230)

LigústicoEsta planta resulta muy eficaz para la inflamación del cerebro, y de ahí que se emplee corrientemente en la fabricación de filtros para confundir y ofuscar, o allí donde el mago pretenda producir exaltación o imprudencia (OF18). La coclearia y la tármica producen los mismos efectos.

Pasó la medianoche, y Harry continuaba leyendo y releyendo un párrafo sobre los usos de la coclearia, el ligústico y la tármica sin entender ni una sola palabra.«Estas plantas resultan muy eficaces para la inflamación del cerebro, y de ahí que se empleen corrientemente en la fabricación de filtros para confundir y ofuscar, o allí donde el mago pretendaproducir exaltación e imprudencia…» (OF, 398)

LupariaPlanta usada en la elaboración de pociones (PF).

¿Cuál es la diferencia, Potter, entre acónito y luparia?Ante eso, Hermione se puso de pie, con el brazo extendido hacia el techo de la mazmorra.- No lo sé – dijo Harry con calma-. Pero creo que Hermione lo sabe. ¿Por qué no se lo pregunta a

ella?Unos pocos rieron, Harry captó la mirada de Seamus, quien le guiñó un ojo. Snape, sin embargo, no estaba complacido.Siéntese– gritó a Hermione-. Para su información, Potter, asfódelo y ajenjo producen una poción para dormir tan poderosa que es conocida como Filtro de Muertos en Vida. Un bezoar es una piedra sacada del estómago de una cabra y sirve para salvarse de la mayoría de los venenos. En cuanto a acónito y luparia, es la misma planta. ¿Por qué no están anotando todo?” (PF, 118)

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MandrágorasHomínidos vegetales. Las mandrágoras son ingrediente esencial de muchos antídotos, ya que combaten los efectos de encantamientos y transformaciones. El llanto de las mandrágoras jóvenes al sacarlas de tierra es mortal para quien lo oye, lo que obliga a llevar orejeras para cambiarlas de maceta.

La profesora Sprout estaba en el centro del invernadero, detrás de una mesa montada sobre caballetes. Sobre la mesa había unas veinte orejeras. Cuando Harry ocupó su sitio entre Ron yHermione, la profesora dijo:—Hoy nos vamos a dedicar a replantar mandrágoras. Veamos, ¿quién me puede decir qué propiedades tiene la mandrágora?Sin que nadie se sorprendiera, Hermione fue la primera en alzar la mano.—La mandrágora, o mandrágula, es un reconstituyente muy eficaz —dijo Hermione en un tono que daba la impresión, como de costumbre, de que se había tragado el libro de texto—. Se utiliza para volver a su estado original a la gente que ha sido transformada o encantada.—Excelente, diez puntos para Gryffindor —dijo la profesora Sprout—. La mandrágora es un ingrediente esencial en muchos antídotos. Pero, sin embargo, también es peligrosa. ¿Quién me puede decir por qué?Al levantar de nuevo velozmente la mano, Hermione casi se lleva por delante las gafas de Harry.—El llanto de la mandrágora es fatal para quien lo oye —dijo Hermione instantáneamente.—Exacto. Otros diez puntos —dijo la profesora Sprout—. Bueno, las mandrágoras que tenemos aquí son todavía muy jóvenes.Mientras hablaba, señalaba una fila de bandejas hondas, y todos se echaron hacia delante para ver mejor. Un centenar de pequeñas plantas con sus hojas de color verde violáceo crecían en fila.A Harry, que no tenía ni idea de lo que Hermione había querido decir con lo de «el llanto de la mandrágora», le parecían completamente vulgares.—Poneos unas orejeras cada uno —dijo la profesora Sprout.Hubo un forcejeo porque todos querían coger las únicas que no eran ni de peluche ni de color rosa.—Cuando os diga que os las pongáis, aseguraos de que vuestros oídos quedan completamente tapados —dijo la profesora Sprout—. Cuando os las podáis quitar, levantaré el pulgar. De acuerdo, poneos las orejeras.Harry se las puso rápidamente. Insonorizaban completamente los oídos. La profesora Sprout se puso unas de color rosa, se remangó, cogió firmemente una de las plantas y tiró de ella con fuerza. Harry dejó escapar un grito de sorpresa que nadie pudo oír.En lugar de raíces, surgió de la tierra un niño recién nacido, pequeño, lleno de barro y extremadamente feo. Las hojas le salían directamente de la cabeza. Tenía la piel de un color verde claro con manchas, y se veía que estaba llorando con toda la fuerza de sus pulmones.La profesora Sprout cogió una maceta grande de debajo de la mesa, metió dentro la mandrágora y la cubrió con una tierra abonada, negra y húmeda, hasta que sólo quedaron visibles las hojas. La profesora Sprout se sacudió las manos, levantó el pulgar y se quitó ella también las orejeras.—Como nuestras mandrágoras son sólo plantones pequeños, sus llantos todavía no son mortales —dijo ella con toda tranquilidad, como si lo que acababa de hacer no fuera más impresionante que regar una begonia—. Sin embargo, os dejarían inconscientes durante varias horas, y como estoy segura de que ninguno de vosotros quiere perderse su primer día de clase, aseguraos de que os ponéis bien las orejeras para hacer el trabajo. Ya os avisaré cuando sea hora de recoger.»Cuatro por bandeja. Hay suficientes macetas aquí. La tierra abonada está en aquellos sacos.Y tened mucho cuidado con las Tentacula Venenosa, porque les están saliendo los dientes.Mientras hablaba, dio un fuerte manotazo a una planta roja con espinas, haciéndole que retirara los largos tentáculos que se habían acercado a su hombro muy disimulada y lentamente. (CS, 85, 86)

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La profesora Sprout lo devolvió a la realidad al pasar a toda velocidad a su lado, seguida de Neville y media docena de alumnos más, todos provistos de orejeras y transportando enormes plantas en macetas.— ¡Son mandrágoras! —le gritó Neville a Harry por encima del hombro, sin detenerse—. ¡Vamos a lanzarlas al otro lado de los muros! ¡No les gustará nada! (RM, 523)

Mimbulus MimbletoniaLa Mimbulus Mimbletonia una planta que vibra, y que tiene aspecto de órgano interno enfermo. Tiene un maravilloso sistema de defensa. Tiene furúnculos, por los cuales puede salir un líquido verde oscuro, el cual sale a chorro. El líquido que expulsa tiene un olor a estiércol podrido. El líquido que expulsa la mimbulus no es venenoso, así que solo sirve para alejar a enemigos o si se siente amenazada (OF).

Metió la mano con la que no sujetaba con firmeza a Trevor en su mochila y, tras hurgar un rato, sacó una cosa que parecía un pequeño cactus gris en un tiesto, aunque estaba cubierto de forúnculos en lugar de espinas.—Una Mimbulus mimbletonia —dijo con orgullo, y Harry se quedó mirando aquella cosa que latía débilmente y tenía el siniestro aspecto de un órgano enfermo—. Es muy, muy rara —afirmóNeville, radiante—. No sé si hay alguna en el invernadero de Hogwarts. Me muero de ganas de enseñársela a la profesora Sprout. Mi tío abuelo Algie me la trajo de Asiria. Voy a ver si puedo conseguir más ejemplares a partir de éste.Harry ya sabía que la asignatura favorita de Neville era la Herbología, pero por nada del mundo podía entender que le interesara tanto aquella raquítica plantita.— ¿Hace… algo? —preguntó.— ¡Ya lo creo! ¡Un montón de cosas!—exclamó Neville con orgullo—. Tiene un mecanismo de defensa asombroso. Mira, sujétame a Trevor…Entonces puso el sapo en el regazo de Harry y sacó una pluma de su mochila. Los saltones ojos de Luna Lovegood volvieron a asomar por el borde de su revista para ver qué hacía Neville.Éste, con la lengua entre los dientes, colocó la Mimbulus mimbletonia a la altura de sus ojos, eligió un punto y le dio un pinchazo con la punta de su pluma.Inmediatamente empezó a salir líquido por todos los forúnculos de la planta, unos chorros densos y pegajosos de color verde oscuro. El líquido salpicó el techo y las ventanas y manchó la revista de Luna Lovegood; Ginny, que se había tapado la cara con los brazos justo a tiempo, quedó como si llevara un viscoso sombrero verde, y Harry, que tenía las manos ocupadas impidiendo que Trevor escapara, recibió un chorro en toda la cara. El líquido olía a estiércol seco.Neville, que también se había manchado la cara y el pecho, sacudió la cabeza para quitarse el líquido de los ojos.—Lo…, lo siento —dijo entrecortadamente—. Todavía no lo había probado… No me imaginaba que pudiera ser tan… Pero no os preocupéis, su jugo fétido no es venenoso —añadió, nervioso, al ver que Harry escupía un trago en el suelo. (OF, 198, 199)

Narcisos PitantesEspecie de narciso con la capacidad de producir pitidos. La profesora Sprout tiene algunos ejemplares (OF27).

Pasó la página del periódico y echó un vistazo a las columnas.— ¡No es un caballo, es un centauro! —exclamó Lavender, indignada.—Un centauro precioso, por cierto —añadió Parvati.—Ya, pero sigue teniendo cuatro patas —comentó Hermione fríamente—. Además, ¿vosotras dos no estabais tan disgustadas porque habían despedido a la profesora Trelawney?

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— ¡Y lo estamos! —le aseguró Lavender—. Fuimos a verla a su despacho y le llevamos un ramo de narcisos, y no eran de esos que graznan de la profesora Sprout, sino unos muy bonitos.— ¿Cómo está? —preguntó Harry.—No muy bien, pobrecilla —respondió Lavender con compasión—. Se puso a llorar y dijo que prefería marcharse para siempre del castillo a permanecer bajo el mismo techo que Dolores Umbridge, y no me extraña, porque la profesora Umbridge ha sido muy cruel con ella, ¿no os parece? (OF, 617)

PlangentinaLa plangentina se recolectan en las noches de luna llena durante Invierno. Bathilda Bagshot recolectaba plangentinas en el Valle de Godric cuando vio a Ariana Dumbledore por primera vez (RM11).

«Me cerró la puerta en las narices cuando fui a darle la bienvenida llevándole una hornada de pasteles, con forma de caldero, hechos por mí —recuerda Bathilda Bagshot—.El primer año que vivieron ahí sólo vi a los dos chicos, y no habría sabido que también existía una niña si, en una ocasión (el invierno después de su llegada), no hubiera estado yo recogiendo plangentinas a la luz de la luna y la hubiera visto salir con Ariana al jardín trasero. Kendra le hizo dar a la niña una vuelta al jardín, sujetándola con fuerza por el brazo, y luego se la llevó dentro. No supe qué pensar.» (RM, 189, 190)

SnargaluffPlanta carnívora objeto de estudio de Sexto Curso en Hogwarts. Se necesita protección para las manos, dientes y ojos para tratarla. Se extraen vainas del snargaluff, que tienen el tamaño de un pomelo, son verdes y laten de forma "repugnante". Tienen más valor al estar frescas, aunque conseguirlas es una tarea complicada y peligrosa (PM14).

— ¡Uf, qué miedo debía de dar el joven Quien-tú-sabes!—dijo Ron en voz baja mientras se sentaban alrededor de una de las retorcidas cepas de snargaluff, el objeto de estudio de ese trimestre, y se enfundaban los guantes protectores—. Pero lo que sigo sin entender es por quéDumbledore te enseña todo eso. Ya sé que es muy interesante y demás, pero ¿para qué sirve?—No lo sé —admitió Harry—. Pero, según él, es muy importante y me ayudará a sobrevivir. (PM, 263)Todos respiraron hondo y se abalanzaron sobre la retorcida cepa con que les había tocado lidiar.La cepa cobró vida al instante y de su parte superior brotaron unos tallos largos y espinosos como de zarza. Uno de ellos se enredó en el cabello de Hermione, pero Ron lo rechazó con unas tijeras de podar. Harry consiguió atrapar un par y les hizo un nudo. Entonces se abrió un agujero en medio de las ramas con aspecto de tentáculos. Demostrando gran valor, Hermione metió un brazo en el agujero, que se cerró como una trampa y se lo aprisionó hasta el codo. Harry y Ron tiraron de los tallos y los retorcieron, obligando al agujero a abrirse otra vez, de modo queHermione logró sacar una vaina igual que la de Neville. De inmediato los espinosos tallos volvieron a replegarse y la nudosa cepa se quedó quieta como si fuera un inocente trozo de madera muerta.— ¿Sabéis qué os digo? Que cuando tenga mi propia casa no creo que plante ningún bicho de éstos en el jardín —dijo Ron al tiempo que se subía las gafas y se secaba el sudor de la cara.—Pásame un cuenco —pidió Hermione, sujetando la palpitante vaina con el brazo bien estirado para alejarla del cuerpo.Harry le pasó un recipiente y ella, con cara de asco, dejó caer la vaina dentro.— ¡No seas tan delicada y estrújala! ¡Son mejores cuando están frescas! —exclamó la profesora Sprout. (PM, 264, 265)En ese momento Harry apuntó mal y golpeó el cuenco, que se hizo añicos.

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— ¡Reparo! —dijo tocando los trozos con la punta de su varita, y el cuenco se recompuso.Sin embargo, el ruido hizo que sus amigos volvieran a fijarse en él. Hermione, nerviosa, se puso a buscar en su Arboles carnívoros del mundo la manera correcta de exprimir las vainas de snargaluff; por su parte, Ron, aunque con cara de avergonzado, también parecía muy contento.—Pásamela, Harry —pidió Hermione—. Aquí dice que hay que pincharlas con algo punzante…Tras entregarle el cuenco con la vaina, ambos chicos volvieron a ponerse las gafas protectoras y se abalanzaron una vez más sobre la cepa. (PM, 266), La verja chirrió cuando la abrieron. En el zigzagueante sendero que conducía hasta la puerta principal había una gran variedad de plantas extrañas, entre ellas un arbusto cargado de esos frutos de color naranja, con forma de rábano, que a veces Luna usaba como pendientes. Harry creyó reconocer un snargaluff y se apartó cuanto pudo de la marchita cepa. Retorcidos a causa del viento, dos viejos manzanos silvestres, desprovistos de hojas pero cargados de frutos rojos del tamaño de bayas y de espesas coronas de muérdago salpicadas de bolitas blancas, montaban guardia a ambos lados de la puerta ( RM, 340)

Sauce boxeador

TármicaEsta planta resulta muy eficaz para la inflamación del cerebro, y de ahí que se emplee corrientemente en la fabricación de filtros para confundir y ofuscar, o allí donde el mago pretenda producir exaltación o imprudencia (OF18). La coclearia y el ligústico producen los mismos efectos.

Pasó la medianoche, y Harry continuaba leyendo y releyendo un párrafo sobre los usos de la coclearia, el ligústico y la tármica sin entender ni una sola palabra.«Estas plantas resultan muy eficaces para la inflamación del cerebro, y de ahí que se empleen corrientemente en la fabricación de filtros para confundir y ofuscar, o allí donde el mago pretendaproducir exaltación e imprudencia…» (OF, 398)

Tentacula venenosaPeligrosa planta con tentáculos y dientes (JKR).

Y tened mucho cuidado con las Tentacula Venenosa, porque les están saliendo los dientes.Mientras hablaba, dio un fuerte manotazo a una planta roja con espinas, haciéndole que retirara los largos tentáculos que se habían acercado a su hombro muy disimulada y lentamente. (CS, 86)—Pero podemos retrasarlo —observó la profesora Sprout.—Gracias, Pomona —dijo McGonagall, y las dos brujas se lanzaron una mirada de complicidad—. Propongo que establezcamos una protección básica alrededor del castillo, y luego reunamos a nuestros alumnos y nos encontremos todos en el Gran Comedor. Habrá que evacuar a la mayoría, aunque si alguno de los que son mayores de edad quiere quedarse y luchar a nuestro lado, creo que deberíamos permitírselo.—Estoy de acuerdo —dijo Sprout, que ya se dirigía hacia la puerta—. Me reuniré con vosotros en el Gran Comedor dentro de veinte minutos, con los alumnos de mi casa.Echó a correr y se perdió de vista, pero los demás alcanzaron a oírla murmurar:—Tentácula, lazo del diablo y vainas de snargaluff… Sí, ya me gustará ver cómo combaten eso los mortífagos… (RM, 506)

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