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Rama Judicial Radicación: 41001-31-03- 005-2007-00214-01 Consejo Superior de la Judicatura RESPONSABILIDAD CIVIL EXTRACONTRACTUAL POR ACTIVIDADES PELIGROSAS / Carga de la prueba / Culpa: Presunción – Concurrencia. En materia de carga de la prueba, la regla general, se encuentra estatuida en el artículo 177 del Código de Procedimiento Civil, según la cual, le incumbe a las partes probar el supuesto de hecho de las normas que consagran el efecto jurídico que ellas persiguen, en otras palabras, quien demanda debe probar los hechos en que funda su pedimento. Sin embargo, este principio se invierte cuando quien produce el daño lo hace en ejercicio de una actividad peligrosa, pues en este evento la culpa se presume y, en consecuencia, el actor se releva de la obligación de demostrarla, correspondiéndole simplemente acreditar el hecho u omisión, el daño y la relación de causalidad entre estos dos elementos, del tal manera que le corresponde al demandado, con el fin de exonerarse de responsabilidad, demostrar que el daño se produjo por fuerza mayor, caso fortuito, culpa exclusiva de un tercero o de la víctima, pues en estos eventos, sobre sus cabezas gravita una presunción de responsabilidad. Es el régimen de la responsabilidad presunta derivada del ejercicio de actividades peligrosas, conforme a las previsiones del artículo 2356 del Código Civil, que le impone al demandante la carga de probar tan solo el daño sufrido y el nexo de causalidad. (…) si esta última culpa resulta ser la que produjo el daño en forma exclusiva, la exoneración será total, si por el contrario, es concurrente, será parcialmente proporcionada al influjo que esa culpa extraña tuvo en la producción del perjuicio. Sin embargo, en el evento en que los sujetos que participan del suceso, simultáneamente despliegan un actividad que supone riesgo, la presunción de culpa, en principio desaparece, como ocurre en este caso, dado que los demandados respondían por la actividad peligrosa de conducción y explotación del vehículo de transporte público de pasajeros (…). (…) Al respecto, la jurisprudencia nacional ha sostenido que bajo ciertos supuestos se neutralizan en estos casos las respectivas presunciones en contra de quienes ejercen actividades peligrosas y el asunto queda comprendido dentro del régimen de la culpa probada, propio del artículo 2341 del Código Civil, que exige al perjudicado demostrar todos los elementos de la responsabilidad civil extracontractual, a saber: el daño, la culpa del agente y el nexo de causalidad. (…) Empero, suele ocurrir que ambas partes concurran al hecho dañoso desplegando sendas actividades peligrosas, evento en el cual las presunciones de culpa que operan en contra de cada una de ellas pueden aniquilarse mutuamente, forzando al actor a demostrar la culpa del accionado; sin embargo, para que así acontezca, es decir, para que tal anulación pueda desgajarse, es menester que medie una concienzuda labor de ponderación del juzgador, según lo clarificó esta Corporación en la sentencia que profirió el 5 de mayo de 1999, pues “la aniquilación de la presunción de culpas por concurrencia de actividades peligrosas en la generación de un daño, presupone que el juez advierta, previamente, que en las específicas circunstancias en las que se produjo el accidente, existía cierta equivalencia en la potencialidad dañina de ambas, pues de no darse esa correspondencia, gravitará siempre a favor de la víctima la presunción de que el demandado fue el responsable del perjuicio cuya reparación demanda”. Esto es, que incumbe al juez, en lugar de desgajar ciega y maquinalmente la aniquilación 1

 · Web viewPrecisó que el hecho dañoso causante de la muerte de Yisela García Medina, estaba absolutamente acreditado, pues las pruebas documentales aportadas establecieron que

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Consejo Superior de la Judicatura

RESPONSABILIDAD CIVIL EXTRACONTRACTUAL POR ACTIVIDADES PELIGROSAS / Carga de la prueba / Culpa: Presunción – Concurrencia.En materia de carga de la prueba, la regla general, se encuentra estatuida en el artículo 177 del Código de Procedimiento Civil, según la cual, le incumbe a las partes probar el supuesto de hecho de las normas que consagran el efecto jurídico que ellas persiguen, en otras palabras, quien demanda debe probar los hechos en que funda su pedimento. Sin embargo, este principio se invierte cuando quien produce el daño lo hace en ejercicio de una actividad peligrosa, pues en este evento la culpa se presume y, en consecuencia, el actor se releva de la obligación de demostrarla, correspondiéndole simplemente acreditar el hecho u omisión, el daño y la relación de causalidad entre estos dos elementos, del tal manera que le corresponde al demandado, con el fin de exonerarse de responsabilidad, demostrar que el daño se produjo por fuerza mayor, caso fortuito, culpa exclusiva de un tercero o de la víctima, pues en estos eventos, sobre sus cabezas gravita una presunción de responsabilidad. Es el régimen de la responsabilidad presunta derivada del ejercicio de actividades peligrosas, conforme a las previsiones del artículo 2356 del Código Civil, que le impone al demandante la carga de probar tan solo el daño sufrido y el nexo de causalidad.

(…) si esta última culpa resulta ser la que produjo el daño en forma exclusiva, la exoneración será total, si por el contrario, es concurrente, será parcialmente proporcionada al influjo que esa culpa extraña tuvo en la producción del perjuicio.

Sin embargo, en el evento en que los sujetos que participan del suceso, simultáneamente despliegan un actividad que supone riesgo, la presunción de culpa, en principio desaparece, como ocurre en este caso, dado que los demandados respondían por la actividad peligrosa de conducción y explotación del vehículo de transporte público de pasajeros (…).(…)Al respecto, la jurisprudencia nacional ha sostenido que bajo ciertos supuestos se neutralizan en estos casos las respectivas presunciones en contra de quienes ejercen actividades peligrosas y el asunto queda comprendido dentro del régimen de la culpa probada, propio del artículo 2341 del Código Civil, que exige al perjudicado demostrar todos los elementos de la responsabilidad civil extracontractual, a saber: el daño, la culpa del agente y el nexo de causalidad.(…)Empero, suele ocurrir que ambas partes concurran al hecho dañoso desplegando sendas actividades peligrosas, evento en el cual las presunciones de culpa que operan en contra de cada una de ellas pueden aniquilarse mutuamente, forzando al actor a demostrar la culpa del accionado; sin embargo, para que así acontezca, es decir, para que tal anulación pueda desgajarse, es menester que medie una concienzuda labor de ponderación del juzgador, según lo clarificó esta Corporación en la sentencia que profirió el 5 de mayo de 1999, pues “la aniquilación de la presunción de culpas por concurrencia de actividades peligrosas en la generación de un daño, presupone que el juez advierta, previamente, que en las específicas circunstancias en las que se produjo el accidente, existía cierta equivalencia en la potencialidad dañina de ambas, pues de no darse esa correspondencia, gravitará siempre a favor de la víctima la presunción de que el demandado fue el responsable del perjuicio cuya reparación demanda”. Esto es, que incumbe al juez, en lugar de desgajar ciega y maquinalmente la aniquilación de la presunción de culpa que favorece a la víctima de una actividad peligrosa por el hecho de ejercitar, a su vez, otra de la misma especie, examinar en cada caso concreto la naturaleza de ambas, los medios utilizados por los implicados, la peligrosidad que cada actividad entraña frente a los demás, y solamente cuando advierta que existe cierta equivalencia, podrá anular la aludida presunción.”

RESPONSABILIDAD CIVIL EXTRACONTRACTUAL POR ACTIVIDADES PELIGROSAS / Culpa exclusiva de la víctima: Noción - Análisis probatorio. La culpa exclusiva de la víctima, en nuestro ordenamiento jurídico, es considerada como un eximente de responsabilidad, que opera dentro del ejercicio de actividades peligrosas, y corresponde a un conjunto híbrido de supuestos de hecho, en los que se incluyen no sólo comportamientos culposos en sentido estricto, sino también actuaciones irregulares del perjudicado –víctima- que interfieren causalmente en la producción del daño.

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DISTRITO JUDICIAL DE NEIVATRIBUNAL SUPERIOR

SALA SEGUNDA DE DECISIÓNCIVIL FAMILIA

Magistrado Ponente: ALBERTO MEDINA TOVAR

Neiva, treinta (30) de noviembre de dos mil once (2011)

Radicación: 41001-31-03-005-2007-00214-01

Proceso: Ordinario de Responsabilidad Civil

Extracontractual

Demandante: Aurora Medina de García y Otros

Demandado: Cooperativa de Motoristas del Huila y Caquetá

Ltda. y Otros

ASUNTO

Conoce esta Corporación del recurso de apelación

interpuesto por el apoderado judicial de la parte actora frente a la

sentencia proferida por el Juez Quinto Civil del Circuito de Neiva

el día 28 de marzo de 2011, mediante la cual se declaró probada

la excepción de culpa exclusiva de la víctima invocada por

Seguros La Equidad, dentro del proceso de la referencia.

ANTECEDENTES

Los señores Aurora Medina de García, Carlos Julio Medina García, Anarcila García Medina, María del Carmen García Medina, Amanda García Medina, Cecilia García Medina, Luz García Medina, Lida García Medina, Flor Alba

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García Medina, Mariela García Medina, José Adin García Medina y Luis Ney García Medina, por conducto de apoderado

judicial, presentaron demanda ordinaria de responsabilidad civil

extracontractual, pretendiendo que se declare a la señora

Amanda Buitrago Durán, a Coomotor Ltda. y a Seguros la Equidad, civilmente responsables de todos los daños y perjuicios

causados a consecuencia del accidente de tránsito ocurrido el día

siete (07) de junio de 2005, sobre la Avenida Circunvalar entre

calles 11 y 10 de esta ciudad, en el que perdió la vida la señora

Yisela García Medina, como resultado de las heridas producidas

con el vehículo tipo bus, marca Chevrolet, placas SRA357, de

propiedad de la señora Amanda Buitrago Durán, y afiliado a

Coomotor Ltda.; en consecuencia de ello, que se condene al pago

de los daños o perjuicios morales al máximo establecido por la

jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia, y las costas

procesales.

Como fundamento de sus pretensiones, narró la situación

fáctica que se expone a continuación:

Que el día 7 de junio de 2005, siendo aproximadamente las

10:16 de la mañana, cuando la señora Yisela García Medina, se

movilizaba por su derecha, en una motocicleta, marca Yamaha de

placas MJB-24 por la Avenida Circunvalar de esta ciudad,

concretamente, entre las calles 10 y 11, fue arrollada por el

vehículo tipo bus, marca Chevrolet, modelo 1983, de placas SRA-

357, conducido por el señor Luis Ney Vargas Guzmán, quien

marchaba en exceso de velocidad, y de forma imprudente

estando muy cerca a la orilla de la vía, invadió el espacio que le

correspondía a la moto y a causa del violento impacto, la señora

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García Medina, sufrió graves lesiones, que le produjeron la

muerte al poco tiempo.

Expresó que a raíz de tan fatídico acontecimiento, su madre

Aurora Medina de García y sus hermanos ya mencionados han

sufrido graves perjuicios morales, pues los unían especiales lasos

de afecto y de cariño. Que tales perjuicios fueron ocasionados en

ejercicio de una actividad peligrosa.

Informó que el vehículo tipo bus ya descrito, con el que se

causaron los daños, es de propiedad de la señora Amanda Buitrago Durán, y está afiliado a la Cooperativa de Motorista del Huila y Caquetá Ltda. – Coomotor Ltda., y que esta última

suscribió una Póliza de Responsabilidad Civil Extracontractual con

la compañía de seguros La Equidad.

CONTESTACIÓN DE LA DEMANDA

Seguros la Equidad. (Folios 74 a 78). En su escrito de

contestación se pronunció sobre cada hecho, manifestado

esencialmente que debían ser probados y que esa compañía, se

sometía a lo que resultara demostrado en el transcurso del

proceso. Frente a las pretensiones de los demandantes consideró

que no podían concederse por ser infundadas e inexigibles

legalmente. También argumentó que los riesgos objeto de amparo

por la Póliza no tienen un carácter absoluto, sino que están

limitados por las condiciones contractuales. Enfatizó que en caso

de emitirse sentencia con responsabilidad, La Equidad sólo

respondería patrimonialmente hasta el monto total de las sumas

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fijadas en el contrato de seguro y teniendo en cuenta las sumas

deducibles.

Por ello propuso excepciones de fondo que tituló “Falta de

cumplimiento de exigencias contractuales para hacer exigible la

póliza”; “Carga de la Prueba”, “Límite contractual de amparos

coberturas”, “Límite de indemnización: inexistencia de amparo

para lucro cesante, los daños morales y el perjuicio fisiológico”,

“Inexistencia y/o falta de prueba de los perjuicios reclamados por

los accionantes” y “Culpa exclusiva de la víctima”.

Coomotor Ltda. –Folios 91 a 103, c-1-. Contestó en forma

extemporánea de acuerdo a la constancia secretarial del 9 de

marzo de 2009 (folio 104), respondiendo a cada uno de los

hechos y oponiéndose a las pretensiones de la parte demandante,

pues manifestó que no existió responsabilidad por parte de esa

Cooperativa, ni en la causa ni en el accidente. Propuso la

excepción de fondo que denominó “Culpa exclusiva de la víctima”,

y peticionó especialmente prejudicialidad para que se decretara la

suspensión del proceso, hasta tanto se resolviera el juicio penal

en contra del conductor del bus por los mismos hechos.

Curador Ad-litem de la señora Amanda Buitrago Durán. –

Folios. 117,118-. El Juzgado por auto de fecha 26 de mayo de

2009, cumplidos los requerimientos exigidos por el Código de

Procedimiento Civil, designó Curador Ad-litem para representar en

el presente trámite a la citada señora –Folio 113-; quien a través

de memorial del 12 de junio de 2009 contestó la demanda, sin

oponerse a las pretensiones por no haber obtenido información

distinta a la que reposa en el proceso, sin embargo, no aceptó lo

peticionado por los actores.

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PRUEBAS

Constituyen pruebas aportadas al proceso las siguientes:

- Documentos allegados con la demanda –folio 29 y ss.

testimonio rendido por el señor Luis Ney Vargas Guzmán.

(Folio 1 a 4, c-2).

- Interrogatorio de parte a Lida García Medina. (Folio 5 a 3, c-

2).

- Interrogatorio de parte a Mariela García Medina. (Folio 8 a

10, c-2).

- Dictamen pericial sobre el lugar del accidente de tránsito,

para esclarecer las circunstancias de tiempo, modo y lugar

en que ocurrieron los hechos, rendido por el perito Hennio

Jael Roa Trujillo (folio 8 y ss., c-3).

- Póliza de Seguros No AA0000231 certificado No. AA006598

de Automóviles S. Público de Responsabilidad Civil

Extracontractual, con vigencia 05 de mayo d 2005 a 22 de

julio de 2005 (folio 168).

SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El señor Juez Quinto Civil del Circuito de Neiva, mediante

sentencia de fecha 28 de marzo de 2010 consideró que el vínculo

que liga a la empresa Coomotor Ltda. y al conductor del vehículo

tipo bus, marca Chevrolet, modelo 1983 colectivo de placas SRA-

357, señor Luis Ney Vargas Guzmán, se encuentra acreditado

con el croquis levantado en el sitio del accidente (folio 5,6, c-1), el

que fue adjuntado con el libelo de inicio; en cuanto a la

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demandada Amanda Buitrago Durán, expuso que no se

demostró su titularidad o dominio sobre el vehículo descrito, que

por el contrario, en el mismo croquis reseñado aparece como

propietaria del vehículo una persona jurídica distinta a la señora

Buitrago Durán, concretamente la empresa “Tecnología y

desarrollo todo leasing”, situación que a su modo ver, no fue

desvirtuada por la parte demandante y que incluso, la Póliza No

AA000231 que aseguró el vehículo de servicio público, alejó más

el supuesto vínculo de la Amanda Buitrago Durán, pues quien

aparece como beneficiario y asegurado es el señor Alberto García Herrera y como tomador la empresa Coomotor Ltda., por

tal motivo, ordenó la desvinculación la citada señora.

Precisó que el hecho dañoso causante de la muerte de

Yisela García Medina, estaba absolutamente acreditado, pues

las pruebas documentales aportadas establecieron que el fatal

accidente ocurrió en horas de la mañana del día 7 de junio de

2005, sobre la Avenida Circunvalar a la altura de las calles 10 y

11, cuando la fallecida conducía una motocicleta marca Yamaha,

placas MJB-24, luego de que colisionara con el separador de la

avenida, fue atropellada por el vehículo de transporte público

maniobrado por Luis Ney Vargas Guzmán, impacto que le causó

la muerte momentos después.

Aseguró que la relación de causalidad o nexo causal estaba

también probada, porque no había duda de que con el vehículo de

transporte público ya descrito, se ocasionó el accidente en el que

perdió la vida la señora García Medina.

No obstante lo anterior, el juez de conocimiento aseveró que

no se pudo establecer la responsabilidad del conductor del

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vehículo, pues al analizar en conjunto los testimonios rendidos por

William Saavedra y Carlos Julio Sterling Sandoval, con los que

se pretendía demostrar la imprudencia y exceso de velocidad del

conductor del bus, advirtió que a pesar de ser testigos

presenciales, sus declaraciones no fueron coherentes ni

consistentes, además de ser discordantes con el resultado de la

inspección judicial en el sitio, y con los mismos hechos narrados

en la demanda.

Así, el señor Juez concluyó que “la causa del accidente no

se originó en al indilgada imprudencia del conductor del bus, sino

en la maniobra que pretendió hacer la víctima del accidente, al

pretender adelantar el bus en una vía que por las reparaciones

que en ese momento se venían adelantando, no tenía el ancho

suficiente, para poder maniobrar y salir avante el fallido intento de

la víctima, por adelantar el bus.” De este modo, declaró probada

la exceptiva de “culpa exclusiva de la víctima” desestimando las

pretensiones de los demandantes, e imponiéndoles costas

procesales a favor de la parte demandada.

EL RECURSO

El recurrente para sustentar la apelación hace referencia al

artículo 1494 del Código Civil, que establece como fuente de las

obligaciones, entre otras, las consecuencias de un hecho que ha

inferido daño a otra persona, señalando que en el presente evento

se encuentra acreditado que “Yisela García Medina manejaba su

motocicleta por la Avenida Circunvalar entre calles 10 y 11 de

Neiva y el bus manejado por Luis Ney Vargas Guzmán, la

adelantó, dejándole sin espacio para maniobrar, pitó encima de

esta y la cerró, causando el accidente” (Sic). Del mismo modo dijo

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que con el registro de defunción se demostró que la víctima

falleció a consecuencia de los golpes recibidos en el accidente de

tránsito referido en el acápite de los hechos.

Afirmó que el a quo apreció en forma errónea y parcializada

lo atestiguado por William Saavedra Flórez y Carlos Julio Sterling Sandoval, pues no les dio la credibilidad que merecían

y por el contrario, otorgó mayor relevancia al testimonio del

conductor del bus Luis Ney Vargas Guzmán. Sobre los dos

primeros testigos referidos manifestó que, pese a las supuestas

contradicciones mencionadas por el Juez, estos coincidieron en

afirmar que la motociclista fue adelantada imprudentemente por el

conductor del bus, en un lugar muy estrecho que imposibilitaba la

maniobrabilidad, y que precisamente fue la causa del accidente.

Manifestó que debía tenerse en cuenta la presunción de

responsabilidad derivada del ejercicio de actividades peligrosas,

para el caso especial de la conducción de vehículos; y también

dijo que no se analizó el dictamen pericial. Para apoyar su

postura, citó jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia,

referida a la responsabilidad objetiva en el ejercicio de actividades

peligrosas.

Por lo anterior, pidió que se revoque el fallo objeto de

reproche, y en su lugar, que se declare civilmente responsables a

los convocados de todos los daños y perjuicios causados a los

actores como consecuencia del accidente de tránsito acaecido el

día siete (07) de junio de 2005, sobre la Avenida Circunvalar entre

calles 11 y 10 de esta ciudad, en el que perdió la vida la señora

Yisela García Medina.

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CONSIDERACIONES DEL TRIBUNAL

De conformidad al artículo 2341 del C.C., la responsabilidad

civil supone una relación entre dos personas, de las cuales una ha

causado un daño y la otra lo ha sufrido; en consecuencia, el autor

del daño deberá pagar el perjuicio generado, desde que sea

declarado responsable.

La responsabilidad civil ha sido descrita según la doctrina

así:

“En general, la responsabilidad civil, engloba todos estos comportamientos ilícitos que por generar daño a terceros hacen surgir en cabeza de quien lo causó la obligación de indemnizar. Podemos decir entonces que la responsabilidad civil es la consecuencia jurídica en virtud de la cual, quien se ha comportado de forma ilícita debe indemnizar los daños, que con esa conducta ilícita, ha producido errores a terceros Como se ha dicho, ese comportamiento ilícito consiste en el incumplimiento de las obligaciones derivadas de un contrato, el incumplimiento de las obligaciones legales o cuasicontractuales, el delito, el cuasidelito, o la violación del deber general de prudencia.”1

Ahora bien, la jurisprudencia y la doctrina han aceptado que,

para que la responsabilidad civil pueda estructurarse, se requiere

la confluencia de tres presupuestos, a saber:

a. Que el demandante haya sufrido un daño o perjuicio.

b. Un comportamiento activo u omisivo del demandado.

c. Una relación de causalidad entre las dos anteriores.

Las normas que regulan la materia en nuestro ordenamiento

jurídico, son las contenidas en los artículos 2341 a 2359 del

Código Civil. Conforme a esta normativa, es posible dividir dicha

responsabilidad en tres tipos, estos son: a) Responsabilidad por el

1 TAMAYO JARAMILLO, Javier. De la Responsabilidad Civil. Tomo I, pág. 12.

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hecho propio; b) por el hecho ajeno, la cual se deriva de los daños

causados por las personas que están bajo nuestra vigilancia; y c)

por el hecho de las cosas y por el ejercicio de actividades

peligrosas.2

Esta última especie de responsabilidad ha sido inicialmente

desarrollada por la Honorable Corte Suprema de Justicia, en fallos

como el de 14 de marzo, 18 y 31 de mayo de 1938.

“A través de dichas providencias puntualizó que la carga de la prueba en asuntos de esta naturaleza, no es del damnificado sino del que causó el perjuicio, pues “…quien ejercita actividades de ese género es el responsable del daño que por obra de ellas se cause y por lo mismo le incumbe para exonerarse de esa responsabilidad, demostrar la fuerza mayor, el caso fortuito o la intervención de un elemento extraño que no le sea imputable,…” (G.J. Tomo XLVI, págs. 216, 516 y 561).

“Aunque el Código Civil Colombiano, no define la “actividad peligrosa”, ni fija pautas para su regulación, la Corte ha tenido oportunidad de precisar que, por tal, debe entenderse aquélla que “…aunque lícita, es de las que implican riesgos de tal naturaleza que hacen inminente la ocurrencia de daños,…” (G.J. CXLII, pág. 173, reiterada en la CCXVI, pág. 504)

En materia de carga de la prueba, la regla general, se

encuentra estatuida en el artículo 177 del Código de

Procedimiento Civil, según la cual, le incumbe a las partes probar

el supuesto de hecho de las normas que consagran el efecto

jurídico que ellas persiguen, en otras palabras, quien demanda

debe probar los hechos en que funda su pedimento. Sin embargo,

este principio se invierte cuando quien produce el daño lo hace en

ejercicio de una actividad peligrosa, pues en este evento la culpa

se presume y, en consecuencia, el actor se releva de la obligación

de demostrarla, correspondiéndole simplemente acreditar el

hecho u omisión, el daño y la relación de causalidad entre estos

dos elementos, del tal manera que le corresponde al demandado,

2 Sobre esta clasificación puede consultarse la Sentencia del 21 de mayo de 1983 de la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil.

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con el fin de exonerarse de responsabilidad, demostrar que el

daño se produjo por fuerza mayor, caso fortuito, culpa exclusiva

de un tercero o de la víctima, pues en estos eventos, sobre sus

cabezas gravita una presunción de responsabilidad. Es el régimen

de la responsabilidad presunta derivada del ejercicio de

actividades peligrosas, conforme a las previsiones del artículo

2356 del Código Civil, que le impone al demandante la carga de

probar tan solo el daño sufrido y el nexo de causalidad.

En torno a este tema, la Corte Suprema de Justicia en fallo

reciente se pronunció en los siguientes términos:

“La corporación de modo reiterado tiene adoptado como criterio hermenéutico el de encuadrar el ejercicio de las actividades peligrosas bajo el alero de la llamada presunción de culpabilidad en cabeza de su ejecutor o del que legalmente es su titular, en condición de guardián jurídico de la cosa, escenario en el que se protege a la víctima relevándola de demostrar quién tuvo la responsabilidad en el hecho causante del daño padecido cuyo resarcimiento reclama por la vía judicial, circunstancia que se explica de la situación que se desprende de la carga que la sociedad le impone a la persona que se beneficia o se lucra de ella y no por el riesgo que se crea con su empleo. El ofendido únicamente tiene el deber de acreditar la configuración o existencia del daño y la relación de causalidad entre este y la conducta del autor, pudiéndose exonerar solamente con la demostración de la ocurrencia de caso fortuito o fuerza mayor, culpa exclusiva de la víctima o la intervención de un tercero”.3

En otras palabras, esa presunción releva al afectado de su

carga de probar la culpa, pues le corresponde demostrar el hecho

u omisión, el daño sufrido y la relación de causalidad entre uno y

otro. En este caso, el responsable sólo puede exonerarse de la

responsabilidad consiguiente, afirmando y demostrando que el

daño ocurrió sin culpa alguna, esto es, que se presentó caso

fortuito, fuerza mayor o culpa exclusiva de un tercero o de la

misma víctima; si esta última culpa resulta ser la que produjo el 3 Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, Sentencia de agosto 26 de 2010 M.P. Dra. Ruth Marina Díaz Rueda.

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daño en forma exclusiva, la exoneración será total, si por el

contrario, es concurrente, será parcialmente proporcionada al

influjo que esa culpa extraña tuvo en la producción del perjuicio.

Sin embargo, en el evento en que los sujetos que participan

del suceso, simultáneamente despliegan un actividad que supone

riesgo, la presunción de culpa, en principio desaparece, como

ocurre en este caso, dado que los demandados respondían por la

actividad peligrosa de conducción y explotación del vehículo de

transporte público de pasajeros de placas SRA-357, afiliado a

COOMOTOR, y conducido por el señor Luz Ney Vargas Guzmán;

y la occisa, estaba ejerciendo la actividad de conducción de la

motocicleta de placas MJB-24, en la que se movilizaba dentro del

casco urbano de esta Ciudad, concretamente sobre la Avenida

Circunvalar a la altura de las calles 10 y 11, que también es

reputada una actividad peligrosa.

Al respecto, la jurisprudencia nacional ha sostenido que bajo

ciertos supuestos se neutralizan en estos casos las respectivas

presunciones en contra de quienes ejercen actividades peligrosas

y el asunto queda comprendido dentro del régimen de la culpa

probada, propio del artículo 2341 del Código Civil, que exige al

perjudicado demostrar todos los elementos de la responsabilidad

civil extracontractual, a saber: el daño, la culpa del agente y el

nexo de causalidad.

Es así como la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de

Justicia, en sentencia emitida el 2 de mayo de 2007 dentro del

radicado No. 1997-03001-01. M.P. Dr. Pedro Octavio Munar

Cadena) se pronunció en los siguientes términos:

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“1º Sabido es que el artículo 2356 del Código Civil consagra una presunción de culpa que opera en favor de la víctima de un daño causado en ejercicio de una actividad peligrosa, circunstancia que la releva de la prueba de la existencia de la culpa en el acaecimiento del accidente y, por tanto, sólo le basta probar el daño y la relación de causalidad entre éste y el perjuicio para que el autor del mismo sea declarado responsable de su producción. En tales condiciones, la defensa del autor del daño que pretenda exculparse, para que resulte exitosa, debe plantearse en el terreno de la causalidad, es decir que, le corresponde destruir el aludido nexo causal demostrando que en la producción del suceso medió una causa extraña, vale decir, un caso fortuito o fuerza mayor, el hecho exclusivo de la víctima o el de un tercero.

Empero, suele ocurrir que ambas partes concurran al hecho dañoso desplegando sendas actividades peligrosas, evento en el cual las presunciones de culpa que operan en contra de cada una de ellas pueden aniquilarse mutuamente, forzando al actor a demostrar la culpa del accionado; sin embargo, para que así acontezca, es decir, para que tal anulación pueda desgajarse, es menester que medie una concienzuda labor de ponderación del juzgador, según lo clarificó esta Corporación en la sentencia que profirió el 5 de mayo de 1999, pues “la aniquilación de la presunción de culpas por concurrencia de actividades peligrosas en la generación de un daño, presupone que el juez advierta, previamente, que en las específicas circunstancias en las que se produjo el accidente, existía cierta equivalencia en la potencialidad dañina de ambas, pues de no darse esa correspondencia, gravitará siempre a favor de la víctima la presunción de que el demandado fue el responsable del perjuicio cuya reparación demanda”. Esto es, que incumbe al juez, en lugar de desgajar ciega y maquinalmente la aniquilación de la presunción de culpa que favorece a la víctima de una actividad peligrosa por el hecho de ejercitar, a su vez, otra de la misma especie, examinar en cada caso concreto la naturaleza de ambas, los medios utilizados por los implicados, la peligrosidad que cada actividad entraña frente a los demás, y solamente cuando advierta que existe cierta equivalencia, podrá anular la aludida presunción.”

En el sub lite, como quiera que tanto la conducción del bus

como la motocicleta, comportan una evidente potencialidad de

daño para quienes la ejecutan y para las personas del entorno,

esta Sala debe realizar un análisis ponderativo de la

proporcionalidad del riesgo generado entre ambas actividades

desplegadas, para clarificar si en las circunstancias en que se

generó el siniestro, existió equivalencia entre la peligrosidad

generada por las actividades.

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En el dictamen pericial reposan las especificaciones del

ancho de los vehículos en mención, descritos de la siguiente

forma:

“-ANCHO DEL VEHÍCULO FLOTA: Se tomó de un vehículo de

similares características, el vehículo flota marca CHEVROLET, línea

B-600, modelo 1.983, afiliado a COOMOTOR tiene un ancho en la

parte delantera de: dos (2) metros con cuarenta (40) centímetro

(02Mtrs. 40ctrs); en la parte trasera tiene un ancho de: dos metros con

treinta centímetros (02Mtrs. 30ctrs).

-ANCHO DEL VEHÍCULO MOTOCICLETA: Se tomó de un

vehículo de similares características, tipo motocicleta. Marca

YAMAHA, línea V-80, modelo 1.999, tiene un ancho en la parte

delantera de la cabrilla de: sesenta y cinco centímetros (65ctrs)

aproximadamente; en la parte del sillín tiene un ancho de veinte

centímetros aproximadamente (27ctrs).”

A simple vista se aprecia la abultada desproporcionalidad en

el tamaño de ambos automotores, por ende su volumen, peso y

fuerza mecánica resultan abiertamente distantes, al punto que el

bus no sufrió ninguna avería luego del accidente; debiendo

entenderse que no existe equivalencia entre el riesgo generado

por cada vehículo, pues conforme a los elementos del entorno

donde se generó el accidente -ello es, una vía útil de seis (6)

metros con veinte (20) centímetros (06Mtrs. 20ctrs), descontando

la malla o protector de seguridad que invadía la calzada cuya

medida era aproximadamente 1.00 metro- se concluye que el

riesgo potencial del bus es mayor comparado al riesgo que pudo

generar la motocicleta.

En este orden de ideas, es del caso puntualizar que al

vislumbrar una notoria desigualdad en la potencialidad de riesgo

generado por los dos vehículos, surge como inexorable

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consideración enmarcar el análisis del sub-examine bajo la culpa

presunta, pese a que ambas partes ejercían actividades

peligrosas, puesto que refulge de manera incontestable, que para

el caso, no opera la neutralización de la presunción de culpas, por

cuanto no se suplen los parámetros estructurados por la

jurisprudencia transcrita.

En consecuencia, es ineludible manifestar que los supuestos

fácticos de este asunto se deben analizar en el terreno de la

responsabilidad civil extracontractual por el ejercicio de

actividades peligrosas, esto es, bajo la culpa presunta, en donde

el afectado le corresponde acreditar la configuración del daño y la

relación de causalidad de éste con la conducta del autor; a su vez

el presunto responsable sólo podrá exonerarse de la

responsabilidad con la demostración de caso fortuito o fuerza

mayor, culpa exclusiva de la víctima o la intervención de un

tercero.4

Esta postura jurídica implica que, el presunto culpable tiene

la carga probatoria de acreditar que se configuró una causa extraña si pretende desligarse del deber a indemnizar los

perjuicios que alega la parte demandante, pues en su contra

gravita la presunción rotunda de ser el responsable por los daños

causados.

En este orden de ideas, entrará la Sala a determinar si las

pretensiones de la parte demandante están llamadas a prosperar,

por haber demostrado cabalmente los presupuestos ya

enunciados, de los que cuales se deriva la responsabilidad civil

extracontractual, o si por el contrario, los convocados se

4 Ver Sentencia radicado 2005-00611-01, Honorable Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, M.P Dra. Ruth Marina Díaz Rueda. Pág 14-15.

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encontraba amparados en la causal de exclusión de

responsabilidad, denominada culpa exclusiva de la víctima.

Al respecto, el a quo consideró que aunque se encontraba

acreditada la existencia del hecho dañoso, y del nexo causal entre

este y la conducta del señor Luis Ney Vargas Guzmán quien

maniobraba el bus, no podía predicarse lo mismo respecto de su

responsabilidad, pues luego de analizar el acervo probatorio,

concluyó que hubo culpa exclusiva de la víctima. Es así como al

finalizar su acápite considerativo, expuso que la culpa exclusiva

de la señora Yisela García Medina al pretender adelantar de

manera imprudente el vehículo ya descrito sobre una vía que se

encontraba solo habilitada en un trayecto ocasionó el fatal suceso,

rompiéndose así la relación de causalidad entre el hecho

acontecido y el daño; última afirmación con la que enmendó su

falla argumentativa inicial, cuando expresó que el nexo causal

estaba probado.

En orden de prioridades deberá la Sala examinar si para el

caso, se presentó el rompimiento del nexo causal entre la culpa y

el daño tal como lo concluyó el a quo, es decir, si se enfrenta la

causal de exoneración de responsabilidad denominada culpa

exclusiva de la víctima, o si por el contrario, se estructuraron los

elementos esenciales de la responsabilidad civil extracontractual.

Antes de abordar el estudio de lo planteado, resulta

oportuno advertir que, la Sala no hace ningún reproche en torno a

la desvinculación de la demandada Amanda Buitrago, pues no

se acreditó su dominio y propiedad sobre vehículo involucrado en

el accidente, por ende, mal podría tenerse como vinculada a un

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proceso donde se pretende condenarla por ser la propietaria del

bus aquí implicado.

Ahora bien, en lo que concierne a la ocurrencia del hecho

dañoso, no existe discrepancia alguna, entre lo alegado por los

demandantes y las consideraciones del Juez, surgiendo como

verdad única que el siniestro ocurrió aproximadamente a las 10:16

am del siete (07) de junio de 2.005, sobre la avenida circunvalar

entre las calles 10 y 11, cuando la señora Yisela García Medina conducía la motocicleta marca Yamaha de placas MJB-24, sufrió

el accidente con el vehículo tipo bus, marca Chevrolet modelo

1993, placas SRA-357, que era conducido por Luis Ney Vargas Guzmán en el mismo carril; y que el impacto le ocasionó la

muerte a la motociclista momentos después.

Donde sí existe absoluta distanciación de criterios, es en el

estudio del nexo causal, pues para el a-quo la conducta de la

víctima fue determinante en la ocurrencia del lamentable suceso,

al tanto que para el recurrente, se encuentran acreditados los

presupuestos esenciales que estructuran la responsabilidad civil,

que ya fueron descritos, pues a su juicio, el juez arribó a esa

conclusión por una apreciación parcializada y subjetiva de las

pruebas.

La culpa exclusiva de la víctima, en nuestro ordenamiento

jurídico, es considerada como un eximente de responsabilidad,

que opera dentro del ejercicio de actividades peligrosas, y

corresponde a un conjunto híbrido de supuestos de hecho, en los

que se incluyen no sólo comportamientos culposos en sentido

estricto, sino también actuaciones irregulares del perjudicado –

víctima- que interfieren causalmente en la producción del daño.

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Devienen en el desarrollo del proceso, los testimonios de los

señores William Saavedra Flórez y Carlos Julio Sterling Sandoval, quienes pese a no coincidir en algunos aspectos en su

relato, para juicio de esta Sala, sus dichos ofrecen claridad y

permiten reconstruir las circunstancias en que ocurrieron los

hechos.

Aunque la parte actora afirmó que el conductor del bus

marchaba a exceso de velocidad e imprudentemente, cerca a la

orilla de la vía, invadiendo el espacio que le correspondía a la

motocicleta; los testigos citados aseveraron que ninguno de los

vehículos marchaba con exceso de velocidad.

Es así como el testigo Saavedra Flórez expuso que

presenció el accidente porque también transitaba sobre la avenida

circunvalar en motocicleta a una escaza velocidad de 10

kilómetros por hora aproximadamente, observando cuando el bus

adelantó a la fallecida, quien al percatarse de la presencia del

automotor se asustó y cayó debajo de este, siendo arrollada por

las llantas traseras; además aseguró que el conductor no realizó

ninguna maniobra para evitar el siniestro, y que tampoco escuchó

que este tocara la corneta. Por su parte, el testigo Sterling Sandoval aseguró haber escuchado que alguien pitaba,

atrayendo su atención inmediatamente, observando así al

vehículo tipo bus que describió por sus colores y a la motocicleta,

que dijo iba delante; adujo que el bus pitó nuevamente y luego

tocó a la motociclista con la parte delantera del vehículo,

haciéndola caer debajo del bus y arroyándola con la llanta trasera

izquierda.

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El juez de primera instancia concluyó que los testimonios

eran inconsistentes porque de un lado el señor Saavedra Flórez expresó que el bus no pitó, al tanto que el señor Sterling Sandoval dijo que el vehículo tipo bus lo hizo en dos ocasiones;

sin embargo, esta Colegiatura no encuentra imprecisión en los

relatos, pues nótese que el dicho del señor Saavedra Flórez luego de ser interrogado por el Juzgado fue: “PREGUNTADO:

escuchó usted si el conductor del bus hubiese en algún momento pitado

CONTESTO “no yo no me di cuenta de eso”(…)” (Subrayado nuestro).

De suerte que, el testigo nunca juró que el bus no había pitado,

pues no se percató que ello ocurriera, revelando que desde su

percepción no se escucharon los pitidos del vehículo tipo bus.

En ese orden, la Sala advierte que, aunque la anterior

relación probatoria no permite concluir la configuración de la

interferencia causal de la víctima en el infortunio siniestro, o

llámese culpa exclusiva de la víctima, debe recordarse que en

virtud de la presunción de culpa en contra del demandado y a

favor del demandante, correspondía al primero soportar

probatoriamente la configuración de la causal eximente de

responsabilidad, pues a los perjudicados les basta con acreditar la

ocurrencia del daño y su relación de causalidad con la actividad

del autor. En tanto que, la parte demandada no aportó ningún

elemento probatorio al líbelo, es decir, no suplió la carga

probatoria que en su posición de demandado obligaba los

lineamientos de la culpa presunta; para el caso bajo estudio,

limitarse a afirmar la ocurrencia del hecho extraño o la culpa

exclusiva de la víctima, sin prueba en su respaldo, resulta

insuficiente para desligarse de la presunción de responsabilidad.

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Inclusive, el dictamen pericial solicitado por los

demandantes y por el convocado Coomotor Ltda. (folios 8 a 33,

cuaderno No 3) concluyó entre otras, las siguientes posibles

causas del accidente:

“A) La primera causa del accidente pudo ser por el uso de la

corneta por parte del señor conductor del bus de placas SRA

357, que la utilizó en repetidas oportunidades hizo que la señora

que conducía la motocicleta de placas MJB-24 perdiera el

equilibrio por que (sic) se asustó y terminó rozando el separador

perdiera el equilibrio, no pudo maniobrar y por esto se originó el

accidente.

B) Pudo ser porque el vehículo No. 1 de placas SRA 357 que

transitaba por la avenida circunvalar entre calles 11 y 10,

conducía distraído, no observó la malla que reducía el ancho del

carril y debía reducir la marcha y como no se le estaba dando

aplicación al artículo 101, habla que cuando se efectúen trabajos

que alteren la circulación de las vías públicas, el interesado en

tal labor obtendrá en forma previa la autorización

correspondiente de la autoridad competente y señalizará el sitio

de la albor mediante la colocación de señales preventivas,

reglamentarias e informativas que han de iluminarse en horas

nocturnas, como no existían no se redujo la velocidad (no se

podía conducir a alta velocidad) y pudo haber ocasionado el

accidente.”5

Estas conclusiones refuerzan ampliamente la presunción de

responsabilidad en cabeza de los convocados, pues se itera, no

existen elementos de convicción que logren desvirtuar la

presunción rotunda de haber obrado, en el ejercicio de una

5 Ver folio 12, cuaderno número 3, PRUEBAS DEMANDANTE.

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actividad peligrosa con negligencia, desatención incuria, esto es,

con la imprevisión que comporta de sí la culpa6.

Se escuchó también en desarrollo del proceso, el testimonio

rendido por el conductor del vehículo automotor, tipo bus, quien

señaló “...yo venía despacio porque estaba en construcción el parque el

malecón, y estaba un poco angosta la vía y había unos vehículos cuadrados

al lado del parque sobre el lado derecho, y venía a una velocidad que no se

podía andar por ahí de unos veinte treinta, cuando yo sentí algo que sonó en

la parte trasera, la moto colisionó con el separador, la moto quedó ahí, y la

señora me cayó en la llanta trasera, yo sentí cuando subió y yo paré de

una…”; cuando se le cuestionó en qué momento se percató de la

señora Yisela García Medina, contestó: “nunca la vi, ni antes ni

después”.

Aquella versión rendida, aunque concisa para el juez de

primera instancia, a nuestro juicio, no permite colegir la culpa

exclusiva de la señora Yisela García Medina en la producción del

daño, y que por tanto, la demandada no logró liberarse de la

presunción de culpa que opera en su contra.

Llegados a este punto, la Sala determinará los perjuicios

que debe pagar Coomotor Ltda. o La Equidad a favor de los

demandados, y la cuantía de los mismos. Para ello, sirva reseñar

que los perjuicios actualmente, se dividen Doctrinaria y

Jurisprudencialmente en materiales e inmateriales.

Los primeros se subdividen en daño emergente, es decir, las

erogaciones que se ven obligadas a asumir las víctimas como

consecuencia del daño, y lucro cesante, que se refiere a aquello

dejado de percibir por motivo del hecho dañoso. Los dos pueden 6 Ver Sentencia radicado 2005-00611-01, Honorable Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, M.P Dra. Ruth Marina Díaz Rueda.

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dividirse en consolidado, si se ha causado con anterioridad al

reconocimiento, y futuro, si aún no se ha causado hasta ese

momento.

Los inmateriales se subdividen en daño moral, que incide

sobre la esfera interna de la persona al generar sentimientos de

tristeza, dolor, congoja etc., y daño a la vida de relación, que se

refleja en la parte externa de la persona, en sus relaciones

familiares y sociales, y que puede ser consecuencia de “ lesiones de

tipo físico, corporal o psíquico, como [de] la afectación de otros bienes

intangibles de la personalidad o derechos fundamentales”.7 Para

establecer la cuantía de los mismos, la Jurisprudencia ha

aceptado que se acuda al arbitrium judicis, pues por su naturaleza

no son cuantificables.

Como en el presente proceso no se está exigiendo el pago

de perjuicios materiales, aunado a que no hay prueba que

demuestre que se causaron, no se proferirá condena por este

concepto, en cuanto a los perjuicios morales, se condenará a la

demandada Coomotor Ltda., a pagar la suma de $10.000.000

para cada uno de los demandantes, a excepción de la señora

Aurora Medina De García, madre de la señora Yisela García Medina (q.e.p.d.), a quien deberá pagarle la suma de

$15.000.000.

En lo que respecta a las excepciones propuestas por La Equidad, que denominó Falta de Cumplimiento de exigencias

contractuales para hacer exigible la póliza; Límite de

Indemnización: Inexistencia de amparo para el lucro cesante, los 7 Corte Suprema de Justicia; Sentencia del 13 de mayo de 2008; Exp. 11001-3103-006-1997-09327-01; Magistrado Ponente Dr. Cesar Julio Valencia Copete. En esta providencia, la Corte reconoce el daño a la vida de relación, como autónomo del daño moral y establece cuales son los elementos que lo estructuran.

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daños morales y perjuicio fisiológico, se declararán no probadas y

se declarará probada la de Limite Contractual de Amparos y

Coberturas, pues como se observa a folio 169 del Cuaderno

principal, el valor asegurado por la póliza constituida ante La Equidad tiene un límite de $25.000.000, sin que haya prueba

dentro del proceso que demuestre que la mencionada póliza no

cubre el pago de perjuicios morales, como tampoco que exista

deducible alguno cuando se trata de lesiones o muerte de una

persona, así las cosas, se condenará a esta sociedad a

reembolsar a Coomotor Ltda., la suma de $25.000.000, por las

condenas impuestas en la presente sentencia.

COSTAS PROCESALES

Se condenará en costas de primera y segunda instancia a

Coomotor Ltda. y a La Equidad, de conformidad con el numeral

1° del artículo 392 del Código de Procedimiento Civil, por haber

resultado vencidos en el presente proceso, de igual manera,

conforme el numeral 7º de la norma citada, la condena en costas

se impondrá en un 70% en contra de Coomotor Ltda. y en un

30% en contra de La Equidad.

DECISIÓN

De acuerdo a lo expuesto, el Tribunal Superior de Neiva, Sala

Segunda de Decisión, Civil Familia, administrando justicia en

nombre de la República y por autoridad de la ley,

RESUELVE

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PRIMERO.- CONFIRMAR el numeral Tercero de la parte

resolutiva de la sentencia proferida por el Juzgado Quinto Civil

del Circuito de Neiva el día 28 de marzo de 2011, dentro del

proceso Ordinario de Responsabilidad Civil Extracontractual de la

referencia, y REVOCAR en todo lo demás dicha decisión.

SEGUNDO.- En consecuencia, DECLARAR a la

Cooperativa de Motoristas del Huila y Caquetá Limitada Coomotor Ltda., civil y extracontractualmente responsable de los

perjuicios morales causados a los demandantes, como

consecuencia del accidente ocurrido el 7 de junio de 2005 en el

que murió la señora Yisela García Medina.

TERCERO.- CONDENAR a la Cooperativa de Motoristas del Huila y Caquetá Limitada Coomotor Ltda., y una vez en firme la

presente providencia, a pagar a la señora Aurora Medina de García la suma de $15.000.000 por concepto de daño moral y a

cada uno de los demás demandantes la suma de $10.000.000,

por el mismo concepto.

CUARTO.- CONDENAR a La Equidad Seguros Generales, a

reembolsar a Coomotor Ltda., la suma de $25.000.000,

correspondientes al valor asegurado en la póliza No. AA000231.

QUINTO.- CONDENAR a las demandadas a pagar a favor de los

demandantes las costas de primera instancia, de la siguiente

manera: a Coomotor Ltda., en un 70% y a La Equidad Seguros Generales en un 30%. Tásense en el Juzgado de origen.

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SEXTO.- INCLÚYASE dentro de la liquidación de costas de

primera instancia, por concepto de agencias en derecho, la suma

de $13.000.000.00.

SÉPTIMO.- CONDENAR a las demandadas a pagar a favor de

los demandantes las costas de segunda instancia, de la siguiente

manera: a Coomotor Ltda., en un 70% y a La Equidad Seguros Generales en un 30%. Tásense por Secretaría.

OCTAVO.- INCLÚYASE dentro de la liquidación de costas de

segunda instancia, por concepto de agencias en derecho, la suma

de $6.500.000.00.

NOTIFÍQUESE

ALBERTO MEDINA TOVAR

ENASHEILLA POLANÍA GÓMEZ

EDGAR ROBLES RAMÍREZ

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APROBADO MEDIANTE ACTA N°_______ DE ESTA

FECHA_______________COP. FOLIO_____________TOMO______ APELACIÓN

SENTENCIA.

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