01-Crisis en la capacitación judicial

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EDITORIAL

niciar la publicacin de una revista tiene mucho de aventura. No se trata de un proyecto cualquiera. Por lo general, la historia de las publicaciones peridicas especializadas en nuestra regin es corta y tortuosa. Son pocas las que logran consolidarse y resultan, en definitiva, exitosas. Pese a ello, y sin desconocer algn grado de inquietud que igualmente sentimos, pensamos que hay buenas razones para apostar y embarcarnos en este proyecto. Creemos que una revisin -aunque sea somerade las condiciones que deben concurrir para que una iniciativa de esta especie prospere, puede servir para explicar nuestro optimismo. Para que una revista logre consolidar un espacio propio, debe haberse constituido previamente una comunidad ms o menos extensa pero perfectamente identificable que sirva como su pblico objetivo, demandante de la misma. En el caso de las reformas judiciales en la regin, creemos que poco a poco se han ido conformando grupos a nivel nacional y con crecientes vnculos internacionales entre ellos- que ya sea de la mano de las instituciones pblicas del sector o cobijados en organizaciones de la sociedad civil o del mundo acadmico, han definido al tema judicial como el objeto preferente y permanente de su preocupacin. Poderes judiciales o ministerios pblicos ms poderosos y estables, ONGs vinculadas al tema de justicia y centros universitarios preocupados por este sector, son un fenmeno relativamente reciente en las Amricas, que han ido formando una suerte de masa crtica cada vez ms vida de informacin y de vehculos de contacto con sus pares de la regin.

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Lo segundo que se requiere, es contar con una aproximacin al tema que sea til y original, que satisfaga una necesidad no cubierta por otros medios. Es as como hemos orientado esta revista al anlisis del fenmeno judicial en su integralidad, sumando y combinando las visiones parciales que han sido las tradicionales sobre el sector desde la mirada meramente jurdica -que ha sido casi la dominante por siglos-, hasta otras tan diversas como lo son la mirada sociolgica o administrativa, esta ltima tan de moda en los aos recientes. El que hayamos denominado a la revista Sistemas Judiciales da cuenta, precisamente, de esta perspectiva amplia con que queremos abordar los mltiples desafos y temas que este sector plantea. Nada de eso existe en estos momentos en nuestro mbito geogrfico. Lo tercero, es contar con un apoyo institucional lo suficientemente slido, serio y extenso como para asegurar que, por una parte, la revista convoque y llegue a todos aquellos a los que est destinada y que, por la otra, pueda mantenerse en el tiempo. La presencia en esta iniciativa del Centro de Estudios de Justicia de las Amricas (CEJA), institucin que se han dado los pases de la regin precisamente para promover los procesos de reforma a sus sistemas judiciales, creemos que garantiza tanto una cobertura amplia como su estabilidad y permanencia. Por otra parte, la intervencin del Instituto de Estadios Comparados en Ciencias Sociales y Penales (INECIP), con la experiencia acopiada por su participacin en procesos de reforma judicial en un elevado nmero de pases de la regin, asegura conocimiento del medio y soporte tcnico.

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Ante la vastedad de los temas que surgen a propsito de los sistemas judiciales, nos ha parecido ms productivo centrar los sucesivos nmeros de la revista en aspectos especficos de especial inters para el sector, dedicndole a ellos la parte ms analtica de la revista, sin perjuicio que contenga, adems, informacin de carcter general. As, este primer nmero que presentamos tiene por tema central el de la capacitacin judicial. Su eleccin no fue al azar. Si buscramos un comn denominador entre todos los procesos de reforma judicial en el continente, este sera sin duda el de la capacitacin judicial. Hay dos motivaciones para ello. Por una parte, la creencia que los defectos del sector se deben principalmente a las deficiencias en la formacin de los funcionarios que lo integran -el enfoque se ha centrado preferentemente en los jueces. La segunda, el considerar que la capacitacin constituye una reforma ms neutra o pacfica que otras, que permite avanzar sin despertar tanta resistencia y tejiendo, a la par, alianzas que pueden ser tiles en el futuro. Pese a la importancia que tiene el tema capacitacin dentro de los sistemas judiciales, hoy en da ha cundido cierta sensacin de frustracin con los resultados obtenidos, fruto de las acciones emprendidas en este mbito. Creemos que ello se debe a un error de expectativas. En un primer momento se pens que la creacin de escuelas judiciales era por si sola un vehculo idneo para transformar los sistemas judiciales. Se crey que los problemas del sistema se podan superar simplemente preparando mejor a los operadores del sector, supliendo as las mltiples deficiencias que la formacin legal presenta en la actualidad en las escuelas de derecho.

Sin embargo, a poco andar nos hemos dado cuenta de algo bastante evidente. Los problemas de nuestros sistemas judiciales no se deben a una supuesta ignorancia por parte de quienes deben hacerlos funcionar, sino a races mucho ms profundas, a veces afincadas en las definiciones de los roles ms bsicos en su interior. La capacitacin no puede, de suyo, cambiar esas definiciones. Es ms, capacitar a los actores para funcionar con lgicas y criterios que chocan con los que cotidianamente deben aplicar en los tribunales, slo puede crear una suerte de esquizofrenia. No se le puede pedir a la capacitacin que por s misma altere la estructura y funcionamiento del sistema. S se le puede pedir, aquello que la hace indispensable: que acompae los procesos de reforma que se emprendan en las reas sustantivas o administrativas, preparando a los diversos funcionarios para trabajar con las nuevas instituciones, procedimientos o sistemas. Si bien es cierto que la capacitacin no puede reformar al sistema judicial, no es menos cierto que no hay reforma judicial posible sin capacitacin. Los artculos que hoy les entregamos giran en torno a esta nueva perspectiva respecto a lo que la capacitacin puede y debe hacer. Dejan de lado las aproximaciones ms gruesas a que estbamos acostumbrados en este tema, para entrar en el anlisis pormenorizado de los problemas y desafos que implica la capacitacin de adultos que son profesionales y que ocupan posiciones de poder. Esperamos que se entusiasmen con esta publicacin tanto como lo estamos nosotros y que participen en el futuro activamente en ella., envindonos artculos e informacin. Si logramos eso, sin duda podremos despedirnos de los ltimos temores que esta empresa nos genera.

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Juan Enrique Vargas Director Ejecutivo CEJA

Alberto Binder Director Ejecutivo INECIP

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CAPACITACIN JUDICIALIns Marensi

Un nuevo enfoque pedaggico para la Capacitacin Judicial en Amrica LatinaIntroduccin La capacitacin judicial... a) ...desde el punto de vista de la concepcin sobre la educacin 1. 2. 3. 4. El optimismo pedaggico La pretendida neutralidad del acto educativo Escasa o nula preocupacin por los procesos inforEl concepto de participacin asociado ms a un c) ...desde el punto de vista del diseo y la gestin 1. 2. das 3. 4. Escaso impacto de los resultados de la capacitaTendencia a mormatizar, formalizar estructuras y cin en el contexto laboral procedimientos para el rea. Escasa capacidad para dar respuesta frente a los procesos de cambio d) ... y los otros mbitos de formacin y capacitacin 1. b) ...desde el punto de vista poltico institucional 1. El aislamiento de la capacitacin respecto de los espacios de poder dentro de la institucin. Baja incidencia como espacio promotor de cambios 2. 3. 4. 5. Poca claridad respecto a la articulacin entre la caA modo de cierre y apertura Bibliografa Las imgenes intra-institucionales acerca de la caTendencia endogmica como modalidad de resLa dependencia y conformacin del mbito de capacitacin, la poltica de personal y la carrera judicial pacitacin: beneficio al personal; recreacin; castigo puesta defensiva hacia el afuera pacitacin: un progresivo fenmeno de atomizacin 2. Las falencias de la formacin universitaria de graLa expansin de la oferta de capacitacin por fuedo respecto al quehacer judicial ra del Poder Judicial: posgrados, maestras, cursos de especializacin Se detectan necesidades o se relevan demandas? Algunos comportamientos recurrentes: el

cortoplacismo; la improvisacin; la tentacin a las mo-

males de capacitacin activismo metodolgico que a un real compromiso con la transformacin 5. 6. Profundo divorcio entre capacitacin y la activiEl curso presencial como oferta preponderante dad de investigacin

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IntroduccinEl campo de la capacitacin judicial en la regin presenta en la ltima dcada una notoria expansin. La creacin (o recreacin) de escuelas judiciales, el alcance del componente capacitacin previsto en los proyectos de financiamiento y cooperacin internacional para las reformas en justicia, el creciente inters de grandes consultoras sobre el tema, la realizacin de congresos y otras actividades nacionales e internacionales referidos exclusivamente a esta materia, la aparicin de una nutrida oferta de posgrados y maestras desde mbitos universitarios, son indicadores claros de esta tendencia. Es necesario casi urgente- enriquecer y profundizar la reflexin acerca de la capacitacin judicial para orientar y dar sentido a esta expansin. Por otro lado, el escenario de transicin por el que atraviesa la mayora de los sistemas judiciales de Amrica Latina demanda un nuevo rol para la capacitacin: convertirse en una real y potente herramienta de gestin institucional, abandonando as el papel decorativo que en muchos casos parece caracterizarla. En contextos turbulentos, de fuertes cambios, en definitiva, de crisis, la capacitacin adems de funcionar como uno de los instrumento para el logro de los objetivos institucionales, debe convertirse en una estrategia que coadyuve a la definicin de esos objetivos. Y aqu radica su nuevo protagonismo. Lo dicho implica abandonar una concepcin ingenua respecto de la capacitacin judicial -concepcin generalmente disfrazada con el ropaje tcnico-didctico-, para asumir su funcin poltica. El empeo actual no debera pasar slo ni siquiera principalmente- por mejorar la calidad intra-curso. Reducir el anlisis de la capacitacin al acontecimiento y resultados de los cursos es reforzar el costado reproductor de la educacin, debido a que esta intervencin tiene lugar en un marco institucional con tradiciones, con pautas de accin y de interaccin fuertemente consolidadas. Es decir con una cultura organizacional determinada y determinante. Intentar desocultar y revalorizar la funcin poltica y estratgica de la capacitacin judicial, en este contexto de cambio y de diversificacin de ofertas, es el objetivo principal de estas pginas. En sntesis, en esto consiste el

nuevo enfoque pedaggico aludido en el ttulo. Para ello, y a modo de esquema organizador del trabajo, hemos analizado aunque obviamente no en forma exhaustiva- la variada y compleja gama de problemas que presenta hoy el panorama de la capacitacin judicial en Amrica Latina. Las nuevas teoras acerca del fenmeno educativo, en particular las que refieren a la capacitacin en las organizaciones, ms nuestra experiencia en este campo y por supuesto tambin nuestros propios errores- han abonado este anlisis. Esperamos que resulte un aporte para renovar la reflexin y la prctica en materia de capacitacin judicial.

La capacitacin judicial...

a) ...desde el punto de vista de la concepcin sobre la educacin1. El optimismo pedaggico: El concepto de optimismo pedaggico sintetiza la visin de la educacin como palanca y motor de cambio, tanto social como individual. Si bien desde hace algunas dcadas gran parte de la literatura pedaggica ha insistido en desmontar esta relacin causal tan directa y unidimensional (poniendo en evidencia, por ejemplo, el fracaso de la educacin formal como instancia decisiva en el acceso a la cultura de las capas sociales menos favorecidas), lo cierto es que esta concepcin de la educacin sigue operando como presupuesto fuertemente consolidado tanto en el discurso (imaginario) popular, como en gran parte de quienes toman decisiones en mbitos educativos. Lo anterior no implica negar el peso que tiene la variable educacin en los procesos de cambio (cualquiera sea la dimensin que ste adquiera y el contexto desde el cual se lo propone), significa justamente asumirla como variable y desde all conjugarla necesariamente con otro conjunto de factores a fin de promover y facilitar el cambio.

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El error de ponderar desmesuradamente los efectos de la accin educativa para el logro de cambios trae aparejado otro problema: la simplificacin del anlisis respecto de la situacin a cambiar. En otras palabras, se aplica la misma lgica pero en sentido inverso: si la solucin de los problemas viene por el camino de la educacin, entonces los problemas se originan por su carencia. Forzando ms este razonamiento (si se quiere, para cerrar el crculo vicioso) podramos agregar otra consecuencia: la ausencia de los resultados esperados no puede menos que ser analizada desde el mismo mirador, es decir: fall la accin educativa implementada. Con lo cual se retroalimenta el circuito. Queda claro, entonces, cmo opera este preconcepto acerca de la educacin como instrumento privilegiado para el cambio: anticipa y reduce las estrategias del cambio; limita el anlisis del problema y en tanto forma parte del sistema de creencias del cual se parte- inevitablemente se convierte en criterio para interpretar la experiencia (los resultados). Es decir, los fracasos, antes que debilitar las convicciones, las refuerzan: se necesitan ms y mejores acciones educativas. Concretamente para el campo de la capacitacin judicial, el optimismo pedaggico, nos sirve como analizador desde el cual revisar la forma en que la accin educativa se asume en dicho mbito. Cules seran en el mbito judicial los indicadores de esta concepcin optimista? La lectura, ya sea directa o entre lneas, de los discursos fundantes de los centros, escuelas o mbitos similares de formacin judicial, o simplemente las palabras de apertura de las actividades de capacitacin, ponen en evidencia la fuerte conviccin acerca de la accin educativa como generadora de cambios en la justicia. Tambin lo es la insistencia en depositar en la inadecuada formacin universitaria gran parte de la culpa respecto al desempeo de los operadores del sistema. Asimismo, los programas de capacitacin vinculados a los procesos de reforma por los que atraviesa el sector, brindan variados ejemplos al respecto. Gran parte de estas reformas incluyen como estrategia para la preparacin del cambio programas de capacitacin con mayor o menor grado de

sistematizacin, inversin y profundidad-. La implementacin de estos procesos de transformacin deposita en la capacitacin muchas de las expectativas de xito. Haciendo un paralelismo podramos decir que, as como estn los que creen que el cambio est dado por la aprobacin de la ley (optimismo legal), desde la perspectiva del optimismo pedaggico, existira la conviccin de que el pasaje de los operadores por el programa de capacitacin es garante del cambio. En sntesis, a travs del optimismo pedaggico se pone en evidencia una tendencia reduccionista para analizar e intervenir en la realidad.

2. La pretendida neutralidad del acto educativo En el mbito de la capacitacin judicial, la educacin se concibe por lo menos desde el discurso formal- como un espacio ajeno a los intereses personales, incontaminado, carente de conflictos de poder, es decir, a-poltico. Al desvincularlo de su carcter ideolgic o, el proceso de enseanza ap rendizaje se concibe como una actividad tcnica, objetiva, destinada a transmitir verdades. El positivismo como doctrina general y la psicologa conductista con sus prescripciones respecto al aprendizaje han sido en gran parte responsables de esta tradicin educativa. Esta perspectiva obstruye y limita el anlisis de la educacin ya que saca de contexto al proceso educativo, acentuando el carcter reproductor de la educacin. Reconoce slo el plano de lo explcito, impidiendo el anlisis acerca del contenido implcito del proceso de enseanza aprendizaje, es decir, todo lo que se ensea y se aprende por fuera del currculo oficial. En el campo de la didctica, las investigaciones y teorizacin acerca del Currculum lo han abierto como un rea de la actividad docente que supera en mucho al concepto de programa o contenidos . En el acto pedaggico, adems de los contenidos y con mucha ms fuerza que stos, se aprenden modelos y pautas de interaccin, se27

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transmiten valores, certezas y temores, lo que est bien y lo que est mal, lo que es importante y lo que no. Se aprende una determinada manera de posicionarse frente al conocimiento, se aprende una deter minada manera de aprender. El currculum formal se complementa entonces con el curriculum nulo: aquellos contenidos (en sentido amplio) sobre los que decididamente no se ensea; el oculto: todo aquello que se ensea y no responde a lo formalmente acordado. La sumatoria de todo configura finalmente el currculum real.

De esto resulta entonces que el mbito de formacin profesional por excelencia lo brinda la misma institucin (mbito laboral), en cuanto ambiente de modelacin de prcticas y del pensamiento, de instrumentacin de estrategias de accin tcnico-profesionales y de desar rollo de for mas de interaccin socio-profesionales. Ampliando aquella visin restringida, identificamos dos fases y mbitos principales de formacin de los operadores judiciales: la preparacin inicial o de grado y con distinto grado de sistematizacin- la oferta de capacitacin ofrecida por los centros o escuelas del poder judicial y la socializacin profesional, que se desarrolla en el espacio institucional, es decir en los puestos de trabajo en los que finalmente los operadores aprenden las reglas del oficio. Podramos complejizar an ms este panorama, incluyendo una fase previa a las anteriores, mucho menos explicita que stas, pero que para las profesiones llamadas clsicas no deja de tener incidencia en la configuracin del modelo profesional: los estudiantes se acercan a la carrera con un fondo de saber (C. Davini, 1995) acerca del rol, internalizado en gran medida a travs de la influencia del ambiente, en particular de modelos familiares o cercanos que funcionan como referentes, que disparan una proyeccin del ideal profesional. Este modelo irracional se va deconstruyendo y construyendo progresivamente a lo largo del pasaje del estudiante por la carrera. Sin embargo, las investigaciones de corte clnico sobre la prctica profesional han puesto en evidencia el carcter recurrente de este fondo de saber como gua para la accin de los egresados al momento de enfrentar los primeros problemas del trabajo. Analizando los efectos formativos de la prctica laboral, puede afirmarse que la educacin profesional formal es una empresa de bajo impacto (E. Terhart, 1987), de resultados generalmente dbiles en particular como promotor de cambio en las instituciones laborales. El contacto progresivo con la prctica laboral lleva a los noveles profesionales a una adaptacin a sus estructuras (shock de la prctica).

3. Escasa o nula preocupacin por los procesos informales de capacitacin Siguiendo la lnea de lo expuesto en el punto anterior, pero situndonos ahora por fuera de los espacios de aprendizaje intencionalmente definidos (cursos, seminarios, etc), una visin restringida de la educacin profesional nos remitira a la siguiente clasificacin: la universidad primero y el mbito institucionalizado de capacitacin judicial despus, son los espacios destinados a la formacin de los operadores judiciales, mientras que la institucin laboral (juzgados, tribunales, fiscalas, defensoras, etc.) se convierte en el campo de aplicacin de los conocimientos aprendidos. Nadie duda que esta divisin es abstracta y falaz. Lo llamativo es entonces que la capacitacin judicial no incluya como objeto de estudio y campo de accin el proceso de formacin que los operadores reciben en el mbito institucional en el que se desempean. La idea que la universidad no forma a los abogados para el trabajo judicial se ha sostenido tanto que parece ser a esta altura una verdad de hecho. (Sin animarnos a rebatir por completo esta premisa, en otro punto intentaremos cuestionarla cambiando completamente la lnea argumental de este supuesto.) Por otro lado, desde los mbitos de capacitacin propios del Poder Judicial tampoco existe una oferta sistemtica destinada a la formacin de los operadores de manera que stos se inserten en el campo laboral con las competencias bsicas necesarias para el desempeo profesional especfico.Sistemas Judiciales

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Adems, a travs de la socializacin profesional, las personas incorporan: estrategias para construir su propia carrera, para pensar sobre sus condiciones de trabajo y mejorar su imagen (respecto de s mismos y hacia los dems); una forma particular de vincularse con la autoridad; rutinas y rituales como unidades repetitivas de accin y matrices de significados que regulan la distribucin del espacio y del tiempo, y determinan qu es prioritario y qu es legtimo. Generalmente, el ingresante (al Poder Judicial) est ms que dispuesto a tirar por la borda todo lo que pudo haber aprendido mal o bien- dentro de las escuelas de Derecho para absorber lo ms pronto posible las rutina, los trmites y los secretos de la organizacin a la que ingres. El intuye no sin razn- que su estabilidad laboral y su xito dependern mucho ms de ese conocimiento y de su capacidad de adaptarse a l y admitirlo como la cultura oficial. (A. Binder, 1999) No considerar las particularidades que presenta la institucin laboral como mbito de formacin profesional, tiene para el caso de la capacitacin judicial otra connotacin que merece ser planteada: los centros o escuelas judiciales por lo general estn insertos en la institucin laboral (Poder Judicial). Esto implica, en la conceptualizacin de Bourdieu, una forma de generar el habitus profesional, garantizando la regularidad de las prcticas y su continuidad en el tiempo.

a p re n d i z a j e y c u y a e f i c a c i a , p o r s e r m ag i s t ro c n t r i c a , d e s c a n s a e n el poder de r equerimiento del oficiante ( J . P a l a c i o s , 1 9 9 5 ) , asentada en una estructura piramidal, fundamentada en el for malismo, la memorizacin y la disciplina. Si bien esta corriente se origina como una crtica a la educacin del nio, pronto y justificadamente sus aportes impactan en los diferentes niveles de la enseanza. La nueva pedagoga propone una profunda modificacin de la relacin docente alumno: el papel del pedagogo no tiene razn de ser si no es un facilitador del libre desarrollo de sus alumnos. El autogobierno es una prctica corriente en la Escuela Nueva pues su capacidad teraputica es muy valorada, en efecto, libera tensiones a travs de la discusin honesta, ocasiona menos resentimientos que la imposicin autoritaria, ensea la democracia y la solidaridad. En este marco, los mtodos necesariamente cambian: la exposicin se descarta, el alumno deja de considerarse un sujeto pasivo para ser un sujeto activo, la participacin y la accin se convierten en vas exclusivas para el aprendizaje. Esta breve resea de caractersticas de la Escuela Nueva que por supuesto no agota su programa de renovacin- sirve para mostrar cmo los preceptos de esta corriente pedaggica estn presentes hoy en las propuestas de capacitacin judicial. Pero lo interesante de la corriente que venimos describiendo es que estuvo vinculada a un proyecto de cambio que superaba los lmites de la relacin y del contexto educativo. Su propsito fue mayor: preparar ciudadanos libres, comprometidos, responsables, para asumir y sostener un proyecto de vida pacfico, democrtico. No es relevante aqu discutir en qu medida lo logr.

4. El concepto de a un activismo real compromiso

participacin asociado ms metodolgico que a un con la transformacin

El discurso pedaggico en capacitacin judicial est fuertemente influenciado por el concepto de participacin en el sentido de una propuesta metodolgica que promueva el aprender haciendo. Abandonando as el estilo tradicional, academicista de enseanza asociado al mbito universitario. Estas propuestas innovadoras forman parte de la corriente pedaggica denominada Escuela Nueva. Surge a principios del siglo XX, aunque adquiere mayor relevancia lueg o de la Segunda Guerra Mundial, como reaccin a la enseanza tradicional, caracterizada por el autoritarismo, por desconocer los nexos entre motivacin y

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Lamentablemente, muchos de los preceptos de la nueva pedagoga se han convertido en frases hechas, lugares comunes en el discurso educativo. Con suerte alcanzan a instalarse como recurso didctico vigente en los cursos, pero no logran trascender los lmites del aula. As, las propuestas participativas suelen caer fcilmente en un activismo metodolgico intracurso, cercenando el alcance del concepto participacin. En los cursos y otras actividades de capacitacin judicial se intenta superar formas de trabajo y de vinculacin entre los operadores, proponiendo actividades novedosas, motivantes, divertidas, abriendo canales de comunicacin entre los operadores, generando vnculos afectivos. Sin embargo, se trata de logros que la mayora de las veces quedan en el haber de la escuela de capacitacin y no logran trasladarse al mbito del trabajo. Es decir, no impactan en el contexto laboral, tema del que nos ocuparemos particularmente en otro punto.Un nuevo enfoque pedaggico para la Capacitacin Judicial en Amrica Latina - Ins Marensi

La divisin de roles y mbitos mencionada opera, en el fondo, como un obstculo para convertir el espacio de trabajo en un mbito de investigacin y en consecuencia de capacitacin. Se deduce de esto una determinada manera de concebir la relacin teora prctica. Por ejemplo: fcilmente resulta ver que hay juzgados que tienen un mejor rendimiento que otros, que no tienen problemas de relacin interpersonal, etc., o simplemente respecto a casos judiciales similares, hay diferencias (no digamos de criterio, ms bien de resolucin operativa, administrativa) que ponen en evidencia la necesidad de revisar, reflexionar sobre la prctica y sus resultados concretos. Sin pensar en costosos cursos, no sera factible traducir esas prcticas en conocimiento comunicable, revisable, generando as proyectos de investigacin llevados a cabo por los propios operadores? No sera sta una forma pertinente de generar evidencia emprica acerca del trabajo judicial que le permita a la capacitacin superar esta funcin ambivalente en la que generalmente est instalada: o bien reproduce acrticamente rutinas o se instala en el plano del deber ser alejada completamente de la complejidad que presenta la realidad laboral judicial en nuestros das?

5. Profundo divorcio entre capacitacin y la actividad de investigacin La concepcin de la educacin como una actividad neutra, objetiva, destinada a transmitir verdades, esta unida a una determinada manera de produccin del conocimiento. Es decir, esta concepcin sustenta una divisin de roles y mbitos: el de la produccin de los conocimientos (mbito cientfico), el de su transmisin / enseanza (mbito educativo) y el de aplicacin (la realidad). Desde este esquema, quienes trabajan con problemas prcticos no son investigadores respecto de su propia prctica, sino aplicadores de los preceptos tericos y tcnicos cientficamente elaborados. Siguiendo a D. Schn, desde la perspectiva de la racionalidad tcnica, un profesional prctico competente se preocupa siempre por los problemas instrumentales. Su competencia profesional consiste en la aplicacin de teoras y tcnicas derivadas de la investigacin sistemtica, preferentemente cientfica, a la solucin de los problemas instrumentales de la prctica.

6. El curso como oferta preponderante El curso tiene un valor innegable como modalidad educativa. Sin embargo, teniendo en cuenta lo que hemos venido planteando en los puntos anteriores, no resulta casual que hasta el momento, sea la va casi exclusiva a travs de la cual se ofrece capacitacin al personal judicial. El curso en aula es un mbito pasible de ser controlado, refuerza la idea que para aprender es necesario ir a otro lugar diferente y en lo posible distante del trabajo. Brinda tranquilidad en tanto que -con alguna diferencia en el nivel de incertidumbre segn el caso- todos saben lo que en ese mbito ocurrir y existe sobrada experiencia en los participantes acerca de la expectativa de su rol: se reactualiza el contrato didctico que en forma implcita opera en los mbitos educativos formales,

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regulando la conducta de los actores involucrados en el proceso de enseanza - aprendizaje. Complementando este anlisis, podemos encontrar otras causas que explicaran este fenmeno: como difcilmente los cursos se insertan en una poltica de ascensos, de carrera, no plantean instancias de evaluacin que pongan en riesgo la posicin de los participantes. Frente al planteo del curso presencial como oferta preponderante, aparece rpidamente la alter nativa de la educacin a distancia. Desde lueg o que esto es una alternativa que presenta un gran potencial pero de lo que estamos hablando no es que la actividad se realice presencialmente o a distancia, sino que la oferta de capacitacin propong a alternativas al modelo tradicional de transmisin de conocimientos. Se trata de revalorizar aquellas actividades que, aunque no responden a las caractersticas clsicas de un curso, poseen un gran potencial educativo al proponer una for ma diferente de apropiacin de los conocimientos. Por ejemplo, la produccin y circulacin de trabajos, la sistematizacin de actividades de investigacin referidas a la propia prctica, la org anizacin de ateneos destinados al anlisis y discusin de casos. Propuestas que, en definitiva, intentan romper desde adentro con una cultura del aislamiento y del secreto. La cuestin no pasa solamente por innovar tecnolgicamente (considerando este trmino en un sentido restringido, hard), sino por definir una poltica para la actividad de capacitacin dentro de la organizacin y luego ver cules vas resultan pertinentes. La capacitacin a distancia puede resultar, pensada desde una postura equivocada, un instrumento an mucho ms reproductor que el clsico curso.

b) ...desde el punto de vista poltico -institucional1. El aislamiento de la capacitacin respecto de los espacios de poder dentro de la institucin. Baja incidencia como espacio promotor de cambios En el ambiente empresarial, se encuentra generalizado el concepto de la capacitacin como herramienta de gestin del negocio. Incluso ya es comn el uso de este concepto en otros mbitos organizacionales, tal el caso del Poder Judicial. Este concepto implica que dentro de las organizaciones la capacitacin no es un fin es s mismo sino un medio para. En otras palabras, es un rea de servicios o rea staff. La interp retacin ms cor riente de este concepto posiciona a la capacitacin como uno de los recursos de la organizacin para el logro de sus objetivos. Los mbitos de direccin y conduccin definen qu se quiere lograr, la capacitacin es receptora de esa demanda y opera en consecuencia. Si bien esto es muy cierto y vlido (sobre todo cuando la organizacin tiene en claro sus objetivos, sus polticas, es decir, sabe adnde quiere ir cosa que no resulta tan frecuente-), lo cierto es que se tra ta de una perspectiva r eacti va de la capacitacin. Una interpretacin mucho menos frecuente de este mismo concepto la capacitacin como herramienta de gestin- es aquella que destaca su funcin pro-activa dentro de las organizaciones. Esto implica asumir a la capacitacin no slo como espacio para transmitir contenidos, sino tambin para detectar problemas presentes pero ocultos y futuros- y colaborar con propuestas de solucin. Lo cual no es otra cosa que generar insumos para la definicin de polticas. Desde la primera perspectiva el centro de capacitacin se incrusta en la organizacin; la segunda versin requiere una integracin de la capacitacin en la dinmica de las decisiones polticas.31

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La definicin del rol que asume la capacitacin como espacio institucional est muy relacionada no slo con el tipo de organizacin de la cual se trate y con la misin a cumplir, sino tambin y fundamentalmente, con el contexto en el cual dicha organizacin est inserta (en trminos empresariales hablaramos de las condiciones del mercado). Es muy probable que si se trata de un contexto relativamente estable, la organizacin tienda a hacer ms de lo mismo, en todo caso apuntar a superar estndares respecto de lo que viene haciendo. La capacitacin ayudar para el logro de ese cometido. Su funcin es meramente tcnica. Por el contrario, si tanto la misin (en nuestro caso, administrar justicia), la materia prima (conflictos) y los procesos de produccin (modos de resolucin) son esencialmente mutables, sumado a -o como consecuencia de- contextos turbulentos, entonces la organizacin deber asumir el cambio como situacin estable y su estructura y su modo de funcionamiento deber adaptarse a esta situacin, no digamos ya para liderar el mercado, tan slo para sobrevivir. No se trata que en este ltimo contexto la capacitacin abandone su funcin clsica de brindar al personal las competencias para el trabajo, sino de ampliarlas, asumiendo explcitamente la dosis de mediacin institucional que hay contenida en toda actividad de capacitacin (E. Gore, 1996). En contextos de cambio, si desde la capacitacin no se trabaja polticamente, difcilmente se logre que los aprendizajes se trasladen al trabajo. Trabajar polticamente en capacitacin implica reconocer que antes de ir sobre la solucin del problema, la capacitacin tiene la tarea previa de lograr que el ncleo de gente que va a estar involucrado en el proceso tenga una visin compartida del problema y acepte, an mnimamente, ciertas estrategias de resolucin que implican cambios en el trabajo, exige una perce pcin compartida de los r equerimientos que sur gen del nuevo contexto y cierto consenso r especto a las formas de encararlo... (E. Gore, 1996). Desde esta perspectiva la capacitacin es un espacio institucional que, adems de favorecer el aprendizaje como fenmeno individual, lo convierte en organizacional.Sistemas Judiciales

2. Poca claridad respecto a la articulacin entre capacitacin, carrera judicial y poltica de personal La seleccin, ascensos, remuneraciones, escalafn, la movilidad horizontal, la evaluacin del personal, la definicin de roles y funciones, la capacitacin, son diferentes aspectos de la carrera judicial. En otras palabras, conforman la poltica de recursos humanos de la institucin y, por lo tanto, deben resultar acordes y funcionales a la misin de dicha institucin. Lo que acabamos de decir que no es otra cosa que un principio bsico para las ciencias de la administracin- resulta casi una obviedad. Pues bien, la pregunta es entonces por qu la institucin judicial est tan distante respecto de su aplicacin? No es nuestra intencin abordar el campo de anlisis que se abre al plantear este interrogante. Slo nos interesa en la medida que nos permite reforzar la perspectiva poltica-institucional de la capacitacin. Entre otras cosas, los resultados de la capacitacin se ven favorecidos u obstaculizados por un conjunto de condiciones institucionales. Toda institucin, ms all del discurso oficial, da seales concretas sobre la importancia de la capacitacin como instrumento de cambio, desarrollo y progreso a travs de esas condiciones. Pensemos , por ejemplo, todo lo que nos dice acerca de la capacitacin del personal, la poltica de la dedocracia para los nombramientos, o la antigedad como variable clave para los ascensos. O pensemos todo lo que sugiere la realizacin de cursos en los cuales la evaluacin slo se preocupa por recolectar la opinin de los participantes respecto de la actividad ofrecida, sin que su resultado tenga prcticamente ningn otro impacto. En fin, los ejemplos que ponen de manifiesto la falta de coherencia y de articulacin abundan.

Un nuevo enfoque pedaggico para la Capacitacin Judicial en Amrica Latina - Ins Marensi

3. Las imgenes intra-institucionales acerca de la capacitacin: beneficio al personal; recreacin; castigo. Una de las consecuencias de los problemas que venimos mencionando es la generacin de imgenes que implcitamente- permiten decodificar la

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funcin de la capacitacin en la organizacin. Estas imgenes dan cuenta, en realidad, de una determinada cultura respecto a la capacitacin. Es muy frecuente que cuando en la institucin no existe una poltica de capacitacin, sta termina usndose como reconocimiento al mrito, ya que usualmente las actividades de capacitacin vienen asociadas a viajes, contactos personales con otros referentes institucionales o extra-institucionales, etc. En fin, se la concibe como premio. La contracara de esa imagen asocia a la capacitacin con el castigo, en tanto la cultura imperante muestre que los que reciben capacitacin son los que no sirven, los que no saben, los que se equivocan. En esta lnea, es muy frecuente que una actividad de capacitacin sea el recurso al cual se echa mano tambin cuando no se sabe cmo resolver los problemas (y peor an, cuando tampoco se sabe cul es el problema!). Lo cierto es que la capacitacin queda asociada al desprestigio y al conflicto. Una variante interesante es la capacitacin porque s. Es el caso de una poltica que, disfrazada de progresista y muchas veces imbuida de las mejores intenciones-, define como mandato que hay que hacer capacitacin. Se llega incluso a estimar y normatizar la tasa anual de horas/ hombre de capacitacin que la organizacin debe cumplir. Lo peor es que se cumple y se exhibe con orgullo dicho logro como indicador de organizacin moderna. Los resultados de ello suelen ser, por ejemplo, la capacitacin a piacere , en donde a discrecin se elige de una extensa lista de cursos y donde la distribucin para la asistencia se hace en funcin de la estadstica. Otro ejemplo diferente al anterior (aunque perfectamente complementario ya que muchas de estas imgenes pueden coexistir en una misma institucin) es el caso a m me mandaron.... Con esta frase se quiere poner en evidencia una respuesta muy comn cuando la capacitacin es impuesta y no sentida como necesidad: generalmente concurre aquel cuya ausencia en el lugar de trabajo pasa ms desapercibida (difcilmente se trate del destinatario clave).

La capacitacin asociada al poder es otra versin que vale destacar y que puede analizarse desde dos ngulos: uno, supone una cuota de poder por parte de quin reparte o decide quin se capacita. Esto se asocia a la imagen de premio, que describamos ms arriba. Si bien ser merecedor del premio tiene su valor, nada despreciable es el valor que tiene poder repartirlo. El otro ngulo de esta ltima versin est dado por el poder que presupone ser poseedor de los conocimientos, sobre todo en contextos institucionales en los cuales prevalece la incomunicacin, la compartamentalizacin y el secreto.

4. Tendencia endogmica como modalidad de respuesta defensiva hacia el afuera Lo que hemos venido exponiendo habla claramente de la ausencia de una poltica institucional racional respecto a capacitacin. Sin embargo, al focalizar nuestra atencin en el funcionamiento de los centros o escuelas judiciales, detectamos la tendencia a determinados comportamientos que bien podran configurar polticas puntuales en la materia. Al amparo de la filosofa nadie mejor que un juez para capacitar a otro juez, se ha instalado sobre todo en los espacios de capacitacin con mayor desarrollo organizacional- un comportamiento endogmico que regula, en gran medida, la dinmica de las escuelas judiciales. La nocin de endogamia, pretende describir un proceso de autosatisfaccin de necesidades y de autorregulacin institucional, produciendo un mecanismo de relacin circular e interna entre los miembros de la institucin y dificultando la circulacin entre sta y el contexto, con el consecuente aislamiento y empobrecimiento de la produccin. Construidas a travs del fortalecimiento de los lazos primarios entre sus miembros y alimentadas por la imagen de una gran familia, las relaciones endogmicas se constituyen en progresivo sistema defensivo frente a la desconfianza hacia otras instituciones particulares y/o el contexto en general. La endogamia funciona como capa protectora generando puntos enquistados de difcil remocin... (C. Davini, 1995)33

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Como se mencion ms arriba, la justificada pretensin de las escuelas judiciales de diferenciarse de las universidades respecto de su funcin acadmica y su metodologa de enseanza tradicional, es uno de los argumentos que explican (en el nivel de lo explcito) el arraigo de esta poltica. Lo es tambin el hecho que las prcticas propias del quehacer judicial no son materia de estudio en la universidad y as (es decir, con esta poltica) se pretende revalorizar un conjunto de saberes prcticos del cual son portadores los operadores judiciales. Estamos de acuerdo. Sin embargo, estos planteos no justifican la tendencia endogmica, puesto que ella conlleva un riesgo (en el cual es muy fcil caer) y es el de devenir en comportamiento corporativo. Frecuentemente, al pensar este tema rpidamente se polariza la cuestin. Algo as como: quin est ms habilitado para capacitar a los operadores judiciales, el Poder Judicial o la Universidad? Sucede que esta disyuntiva est anclada en un concepto restringido de la capacitacin (tal como lo hemos venido sosteniendo en algunos puntos de arriba). Es decir, no se trata de tener que elegir entre cursos en los cuales o bien se transmiten pautas prcticas o bien se transmite pura teora. Ni siquiera se trata de que la nica va sean los cursos. Entonces, cuando se enriquecen las posibilidades y las modalidades de la capacitacin, resulta ms fcil percibir lo inadecuado de la disyuntiva. Son aportes complementarios y no excluyentes, sin que esta complementariedad signifique exigir o pretender que cada mbito pierda su especificidad. A esta altura parece inevitable plantear un tema que no siempre se tiene en cuenta cuando se discute el punto que nos ocupa: no es una realidad generalizada en nuestra regin que muchos jueces y funcionarios judiciales son tambin profesores universitarios? Podemos invertir la pregunta, por las dudas el orden de los factores ocasioneSistemas Judiciales

algn resquemor, no es una realidad generalizada en nuestra regin que muchos profesores universitarios son tambin jueces y funcionarios judiciales? Cmo haramos entonces para escindir estos mbitos, si no es asumiendo que estas personas sufren un problema de doble personalidad? No estamos asumiendo y reforzando con esta disyuntiva una espuria divisin entre teora y prctica? Para no irnos de tema (puesto que estbamos analizando esta cuestin como poltica institucional), estos planteos se abordarn con ms detalle al hablar de la formacin universitaria.

5. La dependencia orgnico-funcional y la conformacin del mbito de capacitacin: un progresivo fenmeno de atomizacin Ms all del grado de desarrollo institucional de este mbito (Escuela, Centro, rea), lo que generalmente se observa es su dependencia de la Corte. En cuanto a su conformacin, encontramos que estn en un alto porcentaje integrados por personal del Poder Judicial, preferentemente jueces para los cargos claves, sin incluir otras profesiones que no sea la abogaca. Es obvio que con esto se pone ms de manifiesto (o bien sera otro ngulo desde el cual analizar) el comportamiento endogmico. No pretendemos discutir aqu las ventajas o desventajas de esta tendencia ni ahondar en las razones que la explicaran. Nos interesa hacer foco en un proceso que comienza a observarse al interior de la institucin: la atomizacin del espacio de capacitacin. El surgimiento de centros, unidades, incluso escuelas que se crean y dependen de los diferentes rganos del Poder Judicial (la escuela de la Defensa Pblica, del Ministerio Pblico) est muy vinculado a la cuestin de la poltica institucional (o su ausencia) respecto a la capacitacin judicial. Requiere, por lo tanto, que nos detengamos en su anlisis.

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La atomizacin puede ser la resultante de una poltica, es decir una decisin conciente y racional, destinada a la descentralizacin, a la profesionalizacin; que propone una estrategia para distribuir y administrar mejor el presupuesto asignado al rea; que implica la intencin de dar mayor protagonismo a los diferentes actores respecto a sus necesidades de capacitacin, etc.. En este caso, el rea de capacitacin se configura dentro de la institucin a modo de red. Requerir algn mecanismo de articulacin y cooperacin que optimice su funcionamiento y resultados. Otro es el caso cuando estos espacios surgen como respuesta al vaco de propuestas o a la inoperancia de los centros de capacitacin ya creados. Esta mecnica suele estar acompaada por la existencia de otro tipo de conflicto institucional, por ejemplo, disputas en torno a espacios de poder. Entonces, no es que la escuela de capacitacin que depende de la Corte deje formalmente de considerar a defensores y fiscales (y a lo empleados de estos rganos, incluidos) como destinatarios de su actividad, ocurre que por iniciativa propia estos rganos institucionales por lo general el decisor de turno- generan espacios alternativos. Una variante en relacin a esta ltima modalidad de atomizacin se observa cuando estos espacios surgen por presin de las bases: los fiscales, defensores, jueces, (o bien un departamento judicial) definen una estrategia -con mayor o menor grado de sistematizacin- para organizar actividades de capacitacin. De alguna manera, esto puede asociarse a procesos de autogestin de la capacitacin. Como es obvio, este surgimiento espontneo en cualquiera de sus dos versiones- puede traer aparejado los clsicos problemas de falta de coordinacin, duplicacin de la inversin, aumento de la estructura y del staff.

Es interesante remarcar otro aspecto que presenta este fenmeno. An surgiendo en forma ms o menos improvisada, el resultado demostrado y la capacidad de sustentabilidad de estos espacios normalmente fuerzan la instalacin o, de acuerdo con el caso, la renovacin, de la poltica para el rea de capacitacin en la institucin.

c) ...desde el punto de vista del diseo y la gestin1. Se detectan necesidades o se relevan demandas? La deteccin de necesidades es la fase previa al diseo. Resulta as una tarea clave para orientar la elaboracin de la propuesta de capacitacin. Con esto no hemos dicho nada nuevo. Ahora: detectar necesidades no es relevar las demandas de capacitacin. Aqu tal vez convenga detenernos un poco ya que es una equivocacin que usualmente se comete. En primer lugar porque una demanda de capacitacin debe ser analizada para descubrir si detrs de ella no se esconde en realidad otro tipo de carencia que no se vincula a la falta de competencias del personal para el trabajo. Tal como dijimos ms arriba, sobrados son los ejemplos que muestran cmo se pretende solucionar a travs de una capacitacin problemas que nada tienen que ver con la falta de preparacin de las personas. An encontrndonos frente a una necesidad de capacitacin, es importante tener en cuenta que casi siempre sta viene asociada a otras demandas, tales como necesidades de informacin, de reestructuracin, de equipo, de espacio, etc.. Analizar todo este conjunto de necesidades evita caer en el error de capacitar a la gente para algo que no se podr llevar a cabo por no haberse resuelto las otras necesidades que la acompaan. (O. Blake). La funcin de la capacitacin no es que el trabajo se haga, es poner a las personas en condiciones de hacerlo.

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Incluso, este trabajo de anlisis que permite identificar si la demanda expresa realmente una necesidad de capacitacin y luego cules otras necesidades vienen asociadas a sta, tambin permite realizar una evaluacin en trminos de costobeneficio. El trabajo en esta primera fase no termina aqu. Tcnicamente hablando, podemos identificar distintos tipos de necesidades: Por Discrepancia, cuando el desempeo / rendimiento esperado no coincide con el obtenido. Por Cambio, aquellas que surgen cuando se modifica -en todo o en parte- la forma en que tradicionalmente se realiza el trabajo. Por Incorporacin, alude a las necesidades de capacitacin que se generan al incluir nuevas tareas a las que se vienen realizando. Cada categora implica un abordaje diferente a la hora de disear la estrategia de capacitacin. Sin entrar en mayores detalles y con el slo fin de ilustrar lo que acabamos de afirmar, pensemos por ejemplo que si el problema es una discrepancia, el primer empeo de quienes diseen la capacitacin ser determinar si la discrepancia es percibida por el discrepante, ya que resulta muy difcil ensear algo a alguien que no cree necesitar ninguna capacitacin. O ms prioritario an, ser necesario saber si el estndar esperado -contra el cual se detecta la discrepancia- es un dato/valor conocido por todos, consensuado, impuesto e incluso adecuado. En el mbito judicial esto ltimo resulta clave ya que, como dijimos, no existen estudios particulares y evidencia emprica que orienten en este sentido. Por otro lado, la estrategia a plantear ser distinta si se trata de una necesidad por cambio, ya que en primer lugar requiere un desaprendizaje y normalmente esto trae aparejado los conocidos efectos de resistencia, boicot, incertidumbre, temor. A esta altura vale hacer una aclaracin: ms all de la perspectiva tcnica desde la cual se debe trabajar esta etapa de deteccin de necesidades, la misma debe estar enmarcada en y estrechamente vinculada a polticas generales de la institucin. La ausencia de este marco, sumado al escaso oSistemas Judiciales

inexistente desarrollo tecnolgico aplicado a la tarea de deteccin de necesidades, es una de las razones de peso para entender la falta de norte que muestra muchas veces la oferta de capacitacin en las organizaciones y por lo tanto- su bajo impacto.

2. Algunos comportamientos recurrentes: el cortoplacismo, la improvisacin, la tentacin a las modas El ttulo de este punto nos remite directamente al tema de la planificacin...o ms precisamente a su ausencia. Ahora bien, plantear el problema de la ausencia o escaso desarrollo de la planificacin en materia de capacitacin judicial resulta casi una obviedad y hasta pierde relevancia- si consideramos que lo que realmente est ausente es una planificacin o visin general de la institucin en materia de RR HH. Como venimos sosteniendo, esta es la poltica que da marco y orienta el trabajo en capacitacin. Al hablar de planificacin educativa es necesario distinguir las distintas instancias o niveles: el nivel institucional o macro-planificacin; el nivel de rea o programa y el nivel de cursos o actividades puntuales. Ms all de las particularidades que definen a cada nivel, su diferenciacin nos sirve para ser ms puntuales en la descripcin del panorama de la planificacin en el mbito de la capacitacin judicial. Es necesario destacar que -aunque no en forma homognea- desde hace al menos una dcada, la planificacin a nivel de cursos ha tenido bastante desarrollo, fundamentalmente desde la perspectiva tcnica. El diseo de las actividades, la capacitacin de capacitadores, la elaboracin de manuales, son indicadores de la intencin de superar el modo artesanal, intuitivo de trabajar en el rea.

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Sin embargo esto no es suficiente. Una correcta planificacin de los cursos en trminos de la definicin de objetivos, seleccin de contenidos y mtodos didcticos, etc.- habla en todo caso de la coherencia inter na del diseo. Pero la ausencia de una adecuada articulacin entre los distintos niveles de planificacin seguramente mostrar la escasa o nula coherencia exter na de las actividades propuestas. Concretamente: un curso de Administracin de Tribunales, o Conciliacin como resolucin alternativa de conflictos, y ni hablar de aquellos que apuntan al Desarrollo personal, Manejo del Stress, surgen dentro de la oferta de capacitacin como apoyo de un proyecto o poltica judicial/ institucional? O simplemente dan respuesta a un relevamiento de la demanda o a las preferencias del decisor de turno? Leyendo el listado de cursos ofrecidos por los Centros o Escuelas de Capacitacin Judicial podemos inferir la poltica judicial de la institucin? Las respuestas a estas preguntas son las que indican el grado de coherencia externa al que nos referamos ms arriba. Y esto es independiente del cuidado puesto al disear el curso (micro-diseo) y la calidad del mismo.

operados en el contexto laboral podrn ser adjudicados solamente a la intervencin educativa. Y a la inversa, es altamente improbable que la no obtencin de cambios se deba exclusivamente a errores de la capacitacin. Teniendo en cuenta lo que hemos venido sosteniendo acerca del panorama general que enmarca a la capacitacin judicial, podemos afirmar que la evaluacin de impacto es un proceso prcticamente inexistente. El diseo pedaggico no contempla una estrategia que facilite la transferencia de lo aprendido al mbito del trabajo y mucho menos para que estos cambios se sostengan en el tiempo y contrarresten los efectos de la fuerza inercial de la costumbre. Incluir la cuestin del impacto organizacional de la accin de capacitacin desde el momento del diseo ayuda a configurar escenarios deseados, vincula estrechamente la capacitacin desde el inicio del diseo de la propuesta- con el mbito institucional. Queda claro entonces que nuestro enfoque acerca de la medicin de impacto va ms all de la cuestin del retorno econmico enfoque con el que usualmente se asocia este tema en contextos empresariales-. Se trata, una vez ms, de remarcar con esto la perspectiva poltica que implica el trabajo en capacitacin. En otros trminos, si la actividad de capacitacin no forma parte de un proyecto institucional, si no se tienen en cuenta las necesidades asociadas a las necesidades de capacitacin, si no se establecen acuerdos previos entre quienes estn involucrados en la superacin del problema; en sntesis: si no se visualizan (y luego se promueven) las condiciones para que las personas que se capacitan puedan aplicar lo aprendido, entonces el resultado de la capacitacin a lo sumo queda como un logro individual, difcilmente se superarn los problemas detectados, se alimenta el descrdito hacia la capacitacin como herramienta eficaz para el cambio, se favorecen las imgenes negativas comentadas ms arriba, mantenemos el statu quo y desaprovechamos una oportunidad de aprendizaje organizacional.

3. Escaso impacto de los resultados de la capacitacin en el contexto laboral Uno de los mayores desafos que presenta la capacitacin es la medicin del impacto de sus resultados en el contexto institucional. Dado que las necesidades de capacitacin surgen de demandas organizacionales, la medicin del impacto permite dar cuenta de cmo la capacitacin ha influido/colaborado en la resolucin de las necesidades institucionales que le dieron origen. La cuestin del impacto pone de relieve una vez ms- la necesidad de concebir la capacitacin como una variable integrada a otros cursos de accin, ya que difcilmente los cambios

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4. Tendencia a normatizar, formalizar estructuras y procedimientos para el rea. Escasa capacidad para dar respuesta frente a los procesos de cambio A la hora de pensar las Escuelas Judiciales o Centros de Capacitacin, se pone en evidencia una rpida preocupacin por la creacin de estructuras y la regulacin detallada de su funcionamiento. La definicin de cargos, jerarquas, funciones, comisiones, procedimientos, recursos queda cuidadosamente plasmada en estatutos y reglamentos que rigen el rea. Es ms, en muchos casos, los desacuerdos en este nivel de decisin demora enormemente e, inclusive, puede hacer fracasar la puesta en marcha de la iniciativa. Asociada a sta, aparece tambin tempranamente la preocupacin por el edificio, el espacio fsico, la territorialidad. Exagerando un poco, podramos decir que la concrecin de la capacitacin judicial se mide fuertemente a travs de la creacin del Establecimiento y la aprobacin del Reglamento. Si bien estas preocupaciones son en parte vlidas y necesarias, la prioridad que se les asigna habla de un modelo de gestin rgido, con marcada tendencia a la burocratizacin, que pone el acento en -y finalmente queda destinado a- administrar estructuras y controlar procedimientos en lugar de gerenciar estratgicamente el saber. Las nuevas teoras sobr e or ganizacin ponen el acento ms en los pr ocesos y pr ogramas que en las estructuras y jerarquas, ... (lo cual implica)... abandonar las concepciones burocrticas, cor porativistas para dar paso a la r ealizacin de pr ogramas con r esultados pr evisibles en tr mino de estrategias institucionales (Prez Lindo, 1998) Si bien nuestro objeto de tratamiento es el espacio de capacitacin judicial, no podemos dejar de reconocer que muchas de las cuestiones aqu planteadas reflejan tambin la modalidad de gestin que caracteriza a la institucin macro Poder Judicial- en la cual generalmente este espacio est inserto. En otra escala, las reas staff o de servicioSistemas Judiciales

se configuran con el mismo esquema o modelo de gestin que rige para las reas operativas o reas nodales para el trabajo judicial. Por ejemplo, si bien la inamovilidad del cargo est ntimamente asociada a la funcin del juez , no parece que el mismo tratamiento merezca el nombramiento del personal de estas reas. Esto muestra un proceso isomrfico de crecimiento estructural al interior de la institucin que termina generando una organizacin paquidr mica , con fuerte tendencia a las buropatas (Zaffaroni, 1994). Concretamente, una consecuencia de esta visin organizacional para la gestin de capacitacin judicial es la creacin de comisiones -o estructuras similares-, caracterizadas por la compartamentalizacin y la especificidad de las funciones y tareas (deteccin de necesidades, planificacin, asuntos acadmicos, etc). Este modelo de organizacin del trabajo para el rea que ha sido y est siendo replicado en toda la regin- es funcional a una determinada concepcin del diseo educativo: ste se construye a partir de una secuencia de pasos que, con criterio sumativo, dan como resultado un curso. Primero, una comisin detecta necesidades (o como sostenamos antes, se relevan demandas). La mayora de las veces, el resultado es un listado de temas que conforman la oferta anual de capacitacin. Luego, otra comisin, procede a la planificacin de las actividades seleccionadas, un gran paso que incluye: definir el objetivo del curso, seleccin de contenidos, etc. ...Un enfoque casi taylorista para producir capacitacin. No resulta casual, entonces, que hablemos en el ttulo de este punto de la escasa capacidad del mbito de capacitacin en definitiva de la institucin en su conjunto- para anticiparse y responder a los cambios. Frente a contextos turbulentos, contextos en los cuales el cambio parece ser la nica variable estable, la opcin superadora no pasar por corregir y perfeccionar el modelo organizacional actual. Esto, en definitiva, no sera otra cosa que crear ms estructuras, construir ms edificios, nombrar ms personal. Se trata ms bien de cambiar el modelo,

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pensar una organizacin flexible, verstil, con estructuras que se establecen y desmontan en funcin de estrategias variables. El funcionamiento de las estructuras y el modelo de gestin tienen que ser congruentes con los fines que nos proponemos y no al revs.

d) ... y los otros mbitos de formacin y capacitacin1. Las falencias de la formacin universitaria de grado respecto al quehacer judicial Que las escuelas de leyes o facultades de derecho no forman al egresado para desempearse como juez, fiscal, etc, no es ms que un ngulo particular de una demanda mucho ms general: la formacin de profesionales reflexivos que puedan dar respuestas eficaces y pertinentes a los problemas de la sociedad. La crisis de confianza actual respecto al conocimiento profesional se corresponde con una crisis similar en la preparacin de los profesionales. Si al mundo profesional se le acusa de ineficacia, a los centros de formacin de profesionales se les acusa de no saber ensear las nociones elementales de una prctica eficaz y tica (D. Schon, 1992) El planteo referido en el ttulo de este punto, a primera vista genera un amplio consenso. De hecho, es uno de los argumentos ms potentes al que se recurre para justificar la creacin de los mbitos de capacitacin o escuelas judiciales, en particular aquellas que muestran un mecanismo endogmico de funcionamiento. Es tambin uno de los motivos por los cuales por lo menos desde el discurso- la capacitacin judicial intenta diferenciar su oferta de la tradicional formacin acadmica. La interpretacin ms comn (o por lo menos la ms escuchada) del problema de la formacin universitaria se expresa en los siguientes trminos: en la facultad se aprende pura teora cuya aplicacin es prcticamente nula y escasamente til en el campo laboral.

A nuestro criterio, esta interpretacin no slo es errnea, sino tambin nociva, ya que impide una adecuada solucin al problema que nos ocupa. En primer lugar porque, en muchos casos, al intentar hacer ms prctica y til la enseanza de la materia, el riesgo que se corre es comenzar tempranamente el proceso de adaptacin del estudiante a la estructura (y cultura) imperante en el mbito laboral. En otras palabras: las recetas comienzan a socializarse desde antes de comenzar a trabajar. Slo para ilustrar esto ltimo, incluimos a continuacin la siguiente ancdota: una fiscal, con larga trayectoria como docente universitaria, coment que para ayudar a sus alumnos ella les aclaraba: bueno, esto es lo que dice la teora per o, en r ealidad, en la prctica se hace as...). Por otro lado, memorizar teora no es aprender teora y mucho menos implica aprender a teorizar. Trabajar con teoras requiere procesos cognitivos mucho ms complejos que la simple memoria. Adems, aprender teora ya sea jurdica o de cualquier otro campo social, implica necesariamente hacer referencia a la realidad concreta, social e histricamente configurada. De tal modo que tampoco estamos de acuerdo con esta interpretacin del problema porque encierra una divisin entre teora y prctica que no compartimos.

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Parece as que, si la solucin que se propone para responder al problema de la enseanza puramente terica de la universidad es crear un espacio de enseanza puramente prctica capacitacin judicial, no hacemos otra cosa que acentuar los trminos del problema.

2. La expansin de la oferta de capacitacin por fuera del Poder Judicial: posgrados, maestras, cursos de especializacin Con este ttulo, ms que describir un problema, pretendemos plantear una situacin que tal vez por ser relativamente reciente no ha tenido hasta el momento el anlisis correspondiente. Posiblemente la situacin que atraviesa el Poder Judicial nos permite inferir las razones que hacen que la institucin o mejor dicho sus miembros- aparezcan como potenciales clientes para este nuevo mercado en crecimiento. Por un lado, y en trminos generales, la situacin muy especial respecto a la cotizacin social de la judicatura...en 1997, nueve de cada diez argentinos no confa en el Poder Judicial. (N. Gags, 1997) Por otro, y posiblemente como consecuencia del dato anterior, la progresiva tendencia a introducir instancias de evaluacin ms formales en muchos casos instrumentadas a travs de exmenes- como mecanismo para la seleccin del personal, en particular de funcionarios y magistrados. La creacin de Consejos de la Magistratura viene asociada a esta tendencia. Adems, las reformas en Justicia, que por su profundidad y trascendencia no slo generan necesidad de capacitacin sino tambin la necesidad de redimensionar la estructura judicial y ,por ende, promueven la creacin de cargos y una gran movilidad interna. Indudablemente, otro factor es el vaco que dejan las reas de capacitacin o escuelas del propio Poder Judicial.

Sin pretender juzgar aqu la calidad, pertinencia y resultados de estas ofertas, la diversificacin de los mbitos desde los cuales se ofrece capacitacin judicial Colegio de Abogados, Asociacin de empleados, ONGs, Consultoras, Universidades (pblicas y privadas)- plantea, en principio, un escenario promisorio, en tanto posibilidades de eleccin y ms actores preocupados por esta temtica. Si se quiere, tambin resulta promisorio, en tanto puede ser visto como un llamado de atencin para la institucin judicial -en particular para el rea de capacitacin- respecto a la necesidad de definir una poltica en esta materia, de manera que toda esta expansin no quede librada slo a las decisiones del marketing o a las presiones externas del mercado educativo.

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A modo de cierre y aperturaComo lo dijimos, slo hemos pretendido aportar a la discusin. Por lo tanto, ms que un cierre, esperamos que estas ideas resulten una apertura. Es indudable que en esta ltima dcada se ha avanzado mucho respecto a Capacitacin Judicial. Sera injusto no reconocer el esfuerzo realizado para log rar profesionalizar el trabajo en este campo. Pero tambin sabemos que an resta mucho por hacer. La crisis por la que atraviesa el sector Justicia, ms que como un obstculo, debe ser concebida como una oportunidad para intervenciones eficientes, innovadoras y sobre todo pertinentes. No se trata de insistir con modificaciones cosmticas a modelos probados ni de caer en la tentacin de adquirir pasivamente modelos importados. Mucho menos creer que las nuevas tecnologas solucionarn por s solas el problema. Creemos que la situacin es ms compleja.

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Tanto desde la concepcin de educacin, desde el diseo y la gestin, as como desde el rol en la dinmica institucional, la capacitacin judicial debe ser resignificada. Por ello hemos intentado ubicarla en un nuevo escenario que revalorice su funcin poltica y que permita una lectura crtica de sus procesos y resultados. Sabemos que es necesario contar con mayor informacin emprica acerca de cules son y cmo operan realmente los mecanismos de capacitacin en la institucin judicial. Y creemos que la lnea conceptual esbozada en estas pginas puede convertirse en un encuadre adecuado para orientar futuras investigaciones sobre la materia. A menos que sigamos creyendo que cuando hablamos de capacitacin judicial nos estamos refiriendo simplemente a cursos...

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CAPACITACIN JUDICIALAndrs Baytelman A.[ Profesor de la Facultad de Derecho de laUniversidad Diego Portales (Santiago, Chile).]

Capacitacin como ftboll igual que el resto de Amrica Latina, Chile est inmerso en la reforma de su sistema de justicia criminal. Dicha reforma tiene componentes muy similares a los que configuran el cambio en el resto de la regin: la sustitucin del sistema inquisitivo por uno de raigambre acusatoria, la separacin de funciones entre la investigacin y el juzgamiento, la radicacin de la investigacin en un Ministerio Pblico, la creacin de tribunales de control de la investigacin como cosa distinta de los tribunales de juzgamiento y la instauracin de juicios orales. Tras varios aos de discusin parlamentaria, el Ministerio Pblico chileno fue creado en el ao 1999. En diciembre del ao 2000, la reforma entr en vigencia en la primera zona de implementacin, compuesta por dos de las trece regiones de Chile. El resto del pas ir implementando la reforma de acuerdo con un plan gradual que operar en fases anuales, por los prximos tres aos. La reforma procesal penal en Chile ha tenido un efecto secundario imprevisto en sus orgenes, que comienza sin embargo a presentarse como una importante transformacin adicional de nuestra cultura jurdica: las

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exigencias de la reforma en materia de capacitacin estn desarrollando un nuevo paradigma de enseanza legal, que amenaza lentamente con empezar a desplazar al tradicional sistema de enseanza del derecho en nuestro pas, al menos en el rea procesal-penal1. Este texto trata sobre este resultado colateral, en la conviccin de que la cultura jurdica2 chilena y el sistema de enseanza legal que la origina comparte ampliamente caractersticas con el resto de Amrica Latina.

Capacitacin e incentivosTradicionalmente, la preparacin de nuestros operadores de justicia criminal tras la enseanza de pregrado ha estado entregada a un sistema ms o menos artesanal, que, puesto en relacin con las evidentes y superabundantes necesidades de capacitacin de la justicia criminal en nuestra regin, equivale bastante a afirmar que nuestra cultura jurdica no se ha tomado realmente en serio la capacitacin de los operadores de dicho sistema. En el caso de los jueces, la capacitacin sistemtica o ha empezado slo recientemente con la creacin de Academias Judiciales en ciertos pases3, o no existe del

1 Hay diferencias de las que hacerse cargo entre la enseanza del derecho de pre-grado y la capacitacin de operadores del sistema, pero me parece que las ideas que voy a exponer a continuacin son igualmente aplicables en ambos casos y, considerando que nuestra cultura jurdica no se ha hecho cargo de esa distincin - en otras palabras, considerando que en Amrica Latina no ha habido tradicionalmente algo as como capacitacin sistemtica de los operadores jurdicos sino desde muy recientemente - voy a referirme, en general, al modo en que transmitimos nuestros conocimientos jurdicos, indistintamente del nivel en que ello ocurre. 2 En las siguientes pginas voy a utilizar repetidamente la expresin cultura jurdica, queriendo aludir con ella al conjunto compuesto por las normas positivas, la actividad interpretativa en torno a stas, el modo en que ellas se aplican en la prctica, la percepcin de roles que cada actor de la vida jurdica tiene sobre s mismo y sobre los dems al interior del sistema, los valores polticos -explcitos e implcitos- que subyacen a l, la forma de comprender y asumir la enseanza del derecho y, en fin, la visin global del sistema de justicia criminal en su conjunto como algo ms que la mera sumatoria de las normas que lo integran. 3 En Chile la capacitacin sistemtica de la judicatura se remonta slo a la creacin de la Academia Judicial en el ao 1996.

todo. La defensa penal pblica y el Ministerio Pblico, a su turno, integran con frecuencia el Poder Judicial y comparten por lo mismo las caractersticas de su capacitacin, o bien tienen una existencia que no permite ningn esfuerzo de capacitacin adicional (por ejemplo en Chile, hasta ahora, la Defensa Penal Pblica est mayoritariamente a cargo de estudiantes de derecho recin egresados, que transitan en prctica por seis meses y luego abandonan la institucin) o, por ltimo, no existen del todo (como el caso del Ministerio Pblico chileno, que desapareci del juicio penal hace ya dcadas). Los abogados penalistas, a su turno, no han contado ms que con un muy precario, desarticulado y reciente mercado de capacitacin de post-grado en el rea, en los pases que de hecho cuentan con alguno. A mi juicio, tal vez el elemento que ms contribuya a entender este estado de las cosas, sea la idea de que en un sistema de justicia criminal de corte inquisitivo hay pocas razones -si es que hay alguna- para tomarse en serio la preparacin tanto de jueces como de abogados, al menos en el sentido ms consistente, con la imagen que tenemos de la profesin jurdica4. Los incentivos simplemente no apuntan en esa direccin y todo ms bien parece invitar

a que el sistema se comporte exactamente del modo en que nuestra regin tradicionalmente lo ha hecho respecto de este tema. Permtanme sugerir que hay tres buenas razones por las cuales un profesional -digamos un juez o un abogado- quiere, en lugar de volver temprano a su casa y disfrutar de su familia o gozar de una buena obra de teatro, invertir en cambio esfuerzo, tiempo y energa y a veces dinero- para adquirir nuevos conocimientos, nuevas destrezas y, en general, para estar en la punta de su disciplina. Esas tres buenas razones son: ingresos, ascenso y prestigio. La gente se perfecciona porque cree que de este modo va a poder aumentar sus ingresos, avanzar en su carrera obteniendo ascensos o promociones, o bien porque su prestigio se vera en jaque si no lo hace, all donde su prestigio es tambin una herramienta de trabajo y, por ende, incide en su carrera y en sus ingresos5. Por ende, si dicha relacin no existe es decir, si mi perfeccionamiento profesional no tiene mayor relevancia respecto de mi carrera, mis ingresos o mi prestigio- es perfectamente natural que prefiera conformarme con los conocimientos que actualmente domino, volver a mi casa tan temprano como pueda, disfrutar de mi familia y gozar del teatro.

4 Digamos, la de profesionales en quienes las personas confan sus ms preciados bienes y derechos, que actan bajo pautas ms o menos rigurosas de desempeo profesional, capaces de responder a controles ms o menos estrictos respecto de la dedicacin que le confieren a los casos de los que se hacen cargo, del tiempo que le destinan a prepararlos, y del grado de improvisacin con que actan en ellos; profesionales responsables ante el cliente y la sociedad por sus fracasos y errores; profesionales razonablemente al da en su dominio de la ley penal y de su procedimiento, entrenados en un conjunto de destrezas analticas y argumentativas para presentar su caso con efectividad en los tribunales o resolverlos, segn se trate de abogados o jueces. 5 Espero no ser considerado egosta o cnico por enunciar slo razones egostas. No se trata de que no haya razones ms nobles que stas para querer perfeccionarse. Pero, desde el punto de vista del sistema en su conjunto y del modo en que se modela la conducta de la generalidad de las personas al interior de l -lo cual equivale a decir el modo en que se disean polticas pblicas- stas son, creo, las razones que configuran la estructura de incentivos dentro del mundo profesional para capacitarse.

C APACITACIN J UDICIAL

Capacitacin como ftbol - Andrs Baytelman

El sistema inquisitivo, me parece a m, provee un buen ejemplo de un entorno profesional en donde una mayor perfeccin profesional no es realmente rentable, o lo es muy marginalmente. Nuestro actual sistema procesal penal no premia una mayor preparacin de los operadores -jueces y abogados-, ni castiga su ausencia. Lo que un abogado necesita para ganar un caso y lo que un juez necesita para resolverlo, corren por cuerdas muy separadas de lo que uno pudiera suponer es la mayor preparacin profesional que ambos oficios suponen. La mayor perfeccin profesional en ambos casos probablemente agregue de manera tan marginal al xito o competitividad de cada cual, que sea del todo razonable que ni uno ni otro derrochen recursos, tiempo y energa en perfeccionarse. Al contrario, el sistema inquisitivo es sobrecogedoramente indulgente con la ineptitud, la ignorancia y la falta de destreza de abogados y jueces. Principalmente favorecido esto por la escrituracin y el secreto, un abogado puede perfectamente encontrarse en el tribunal con resoluciones que no entiende pero que puede responder en la calma de su oficina tras consultar un manual o conferenciar con un colega (ni hablar de la racionalidad de la conclusin de que probablemente la destreza que ms competitividad le otorgue sea desarrollar su habilidad para establecer buenas redes de funcionarios en los tribunales -y de policas fuera de ellos-, antes que privilegiar su capacidad de anlisis jurdico o su conocimiento de la ley). Los jueces, por su parte, gozan del refugio de su despacho y escasamente deben rendir cuenta por sus decisiones; as, pueden con total impunidad

rechazar el ms perfecto argumento jurdico sin haber jams llegado a entenderlo, simplemente poniendo no ha lugar al final de la pgina o -como ocurre en prcticamente todas las resoluciones de sometimiento a proceso y de acusacin- ofreciendo fundamentaciones puramente formales que no se hacen cargo realmente de los argumentos presentados6. Por supuesto que -no se ofendan mis colegas- no estoy diciendo que los abogados y los jueces sean ineptos, poco profesionales o ignorantes, sino solo que, en el entorno de incentivos construido por el sistema inquisitivo, un abogado o un juez puede ser inepto, poco profesional o ignorante, y an as ser perfectamente exitoso y competitivo. A su turno, un abogado o un juez inteligente, instruido o hbil -amn de honesto- no tiene para nada asegurada una mayor competitividad o xito dentro del sistema. Al contrario, muchas veces, una o algunas de estas cualidades puede perfectamente aunque, por supuesto, no necesariamente- jug ar en contra del xito profesional de jueces y abogados: jueces con mayor conocimiento del derecho que los ministros de su respectiva Corte de Apelaciones, que ven sus decisiones frecuentemente revocadas; abogados que confan ingenuamente en sus conocimientos jurdicos litigando contra los actuarios del tribunal sobornados por la contraparte. El punto es: en el entorno de incentivos del sistema inquisitivo, la mayor pre paracin pro fesional no parece hacer g ran diferencia. No parece ser lo suficientemente rentable como para que valga la pena, desde el punto de vista de los actores, invertir en ella, en desmedro de, ms bien, ocupar tiempo, energa y recursos en las otras

destrezas que el sistema s parece recompensar (pero que no necesariamente pertenecen a nuestro imaginario colectivo acerca de en qu consiste la profesin jurdica). El sistema acusatorio que contempla la reforma procesal penal en Chile -al igual que en el resto de los pases latinoamericanos que estn llevando adelante similares reformas- puede cambiar este entorno de incentivos radicalmente. Yo dira que hay tres elementos adosados al sistema acusatorio que tienen el poder de producir este cambio: en primer lugar, la publicidad de los procedimientos, especialmente del juicio oral. La apertura de los tribunales a la ciudadana (y a la prensa), suele producir un fenmeno que supera la mera publicidad: los procesos judiciales -especialmente los juicios penales- capturan la atencin de la comunidad, catalizan la discusin social, moral y poltica, se convierten en una va de comunicacin entre el Estado y los ciudadanos a travs del cual se afirman valores, se instalan simbologas y se envan y reciben mensajes entre la comunidad y el Estado. En una frase: la publicidad de los procedimientos judiciales instala la vida de los tribunales dentro de la convivencia social. Una vez all, los abogados y jueces se encuentran con que su trabajo pasa a estar bajo el escrutinio pblico, en todos los niveles; las discusiones tienen lugar en salas repletas de abogados y fiscales esperando su propio turno, ante miembros de la comunidad que estn esperando la audiencia de algn familiar detenido el da anterior (por ejemplo en una sala de prisin preventiva), en ocasiones con prensa presente si algn caso importante est en la agenda; los abogados tendrn que argumentar -y los jueces tendrn que tomar decisiones y justificarlas- instantneamente y en pblico, en un contexto en que toda la comunidad estar al tanto de -y dispuesta a- discutir los pormenores de un caso que convoque su atencin. Este contexto, como salta a la vista, ofrece bastante menos misericordia para con la falta de preparacin de jueces y abogados: todo ocurre vertiginosamente y no hay demasiado espacio para abogados y jueces que no sepan exactamente qu hacer y cmo hacerlo con efectividad.

El segundo elemento a travs del cual el sistema acusatorio puede alterar importantemente la estructura de incentivos de los operadores jurdicos respecto de la capacitacin, es la lgica competitiva. El sistema acusatorio -particularmente en la versin chilena- est diseado sobre la base de una importante confianza en la competencia adversarial, esto es, en la idea de que el proceso -y especialmente el juicio- promueve el enfrentamiento intenso entre las partes y apuesta a que dicho enfrentamiento arrojar la mayor cantidad de informacin sobre el caso, a la vez que depurar la calidad de dicha informacin. Este modelo -en el que entraremos ms adelante con mayor profundidad- ha desarrollado toda una nueva metodologa de enseanza y es probable que exija a los estudios jurdicos alterar sustancialmente la organizacin de su trabajo penal. Lo que interesa aqu, sin embargo, es que la situacin pblica en la que se encontrarn abogados y jueces ser una que incentivar la confrontacin: el sistema incentiva que, en un entorno de juego justo, los abogados exploren todas las armas legales disponibles, investiguen todos los hechos, desconfen de toda la informacin (y por lo tanto la verifiquen), detecten todas y cada una de las debilidades en el caso de la contraparte (argumentacin y prueba), construyan su propio caso sobre la base de que la contraparte har lo mismo, y que, en consecuencia, cada defecto del caso propio implicar un mayor riesgo de perder. Esto es lo que abogados y jueces harn en pblico. Por cierto, esto no quiere decir que necesariamente todos los casos sean trabajados por todos los operadores con todo este rigor, pero sta es la manera de trabajar un caso penal en un sistema acusatorio, y esto es lo que el sistema necesita y exigir de los abogados, no como actos de buena voluntad profesional o de filantropa gremial, sino en el ms crudo sentido de mercado: litigar juicios orales -y dirigirlos- es un arte complejo y exigente, y no hay demasiado espacio -por no decir ninguno- para la improvisacin o el chamullo7. Si los abogados no estn preparados, los casos se pierden y se pierden ante los ojos de todo el mundo; si los jueces no estn preparados, las injusticias que ello genera se cometen ante los ojos de todo el mundo.

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Capacitacin como ftbol - Andrs Baytelman

El tercer elemento que jugar, me parece, en favor de la transformacin de la cultura de capacitacin de los operadores jurdicos del sistema penal, es menos tangible y acaso menos tcnico pero, creo, poderoso a su turno: el sistema de juicios orales hace el ejercicio de la profesin de abogado y de juez algo extraordinariamente atractivo, profesionalmente ms digno y ms estimulante, all donde el sistema inquisitivo, me parece, ha hecho de la profesin algo ms tedioso e indigno. Digamos, el sistema inquisitivo ha convertido en una medida importante, el ejercicio de la profesin en un trabajo de papelera y en el abandono de mayores pretensiones de excelencia jurdica en la litigacin penal, ante el hecho, por una parte, de que los escritos que se apartan de las formas estandarizadas e intentan profundizar en la argumentacin, el anlisis o el conocimiento, tienen altas posibilidades de no ser siquiera ledos por los tribunales, mucho menos asumidos por ste en la argumentacin judicial y, por la otra, ante el hecho de que mucho ms valioso que la excelencia profesional parece ser la capacidad para desarrollar redes y contactos -muchas veces a travs de la pleitesa y el soborno- con actuarios de baja formacin que detentan, sin embargo, un poder de facto sobre los abogados y los casos. Si a esto le sumamos la rigidez y la formulacin ritual del sistema, el resultado es un entorno profesional poco atractivo, tedioso, poco estimulante y de bastante menos dignidad que el que seguramente form alguna vez la fantasa vocacional del abogado penalista. A los jueces no les va mejor, tambin su trabajo los aparta de las personas que conforman las causas que estn llamados a juzgar; sus casos son resueltos sin que ellos hayan visto realmente toda la prueba, muchas veces sin siquiera conocer al imputado o a la vctima; dependen de un sistema de actuarios que ha demostrado tener cuotas importantes de corrupcin, muchas veces a espaldas del juez con abuso de cuyo nombre estn corrompiendo la administracin de justicia; el trabajo de juez consiste en buena medida en leer lo que estos actuarios han escrito y sancionar ese trabajo con pocas posibilidades de control; los jueces -llamados a investigar y resolver- casi nunca investigan realmente y casi siempre resuelven en condiciones precarias respecto de la informacin que necesitaran para tomar el tipo de decisiones que les hemos confiado. Si a todo esto le agregamos un entorno laboral

altamente jerarquizado, al interior del cual el juez de rango inferior debe pleitesa a sus superiores y puede en cualquier momento ser perjudicado por cualquiera de stos a voluntad, contando de esta manera con tanta independencia (y futuro) como sus superiores quieran graciosamente concederle, la situacin de los jueces esta todava ms cerca de la indignidad que la de los abogados. En este escenario -digamos, un escenario que apuesta a que los elementos recin descritos, especialmente la introduccin de una lgica competitiva, tiene poder para cambiar las cosas-, siempre estuvo claro que la capacitacin jugara un rol clave en la implementacin y en el xito de la reforma. El modelo competitivo descrito ms arriba requiere que los operadores sean capaces de competir. Operadores mal preparados inevitablemente vician el modelo, no slo en el sentido ms obvio (en cualquier trabajo se requiere que los trabajadores sepan cmo trabajar) sino de un modo ms estructural y que apunta al modelo mismo: el sistema apuesta por la competencia en un entorno de juego justo y por la estricta distribucin de roles; la justicia del sistema est confiada en que cada cual cumpla su rol dentro de este procedimiento de competencia. Si uno de los actores no est en condiciones de cumplir su rol dentro del juego, los equilibrios se rompen y la justicia del modelo cae. Por lo general, la deficiencia de alguno de los actores tiende a querer ser corregida por alguno de los otros, lo cual desvirta el sistema al diluir la estricta distribucin de roles y la lgica competitiva sobre la que el modelo descansa. Ejemplo clsico de esto, observado frecuentemente en Amrica Latina, lo proveen sistemas en que los jueces comienzan a intervenir activamente en la produccin de la prueba durante el juicio para suplir los defectos de los abogados defensores o de los fiscales. La implementacin de la reforma requiere, en consecuencia, una atencin seria sobre el sistema de capacitacin de los operadores y esto estuvo claro bastante tempranamente en el diseo del proceso de implementacin de la reforma en Chile (lo cual, por supuesto, no equivale necesariamente a decir que en Chile de hecho se haya capacitado seriamente a todos los actores de la reforma).

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