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  SAGA HERMANA LUZ, HERMANA SOMBRA Volumen 1 HERMANA LUZ, HERMANA SOMBRA YANE YOLEN

01 -(Saga Hermana Luz, Hermana Sombra de Jane Yolen) Hermana Luz, Hermana Sombra - Cherilyn y Adoniram

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Saga Hermana Luz, Hermana Sombra

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  • SAGA HERMANA LUZ, HERMANA SOMBRA Volumen 1

    HERMANA LUZ, HERMANA SOMBRA

    YANE YOLEN

  • Ttulo original: Sister Light, Sister Dark

    Traduccin: Paola Tizano

    1. edicin: octubre, 1990

    La presente edicin es propiedad de Ediciones B, S.A.

    Calle Rocafort, 104 - 08015 Barcelona (Espaa)

    1988 by Jane Yolen

    Printed in Spain

    ISBN: 84-406-1642-2

    Depsito legal: B. 31.729-1990

    Imprime NOVOPRINT, S. A.

    Sant Andreu de la Barca

    Diseo cubierta: Aurora ros

    Ilustracin: Juan Jimnez

    Scan/Revisin Elfowar/Melusina ULD, Julio 2003

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  • PRESENTACIN

    Yolen ha realizado un maravilloso trabajo de equilibrio en esta obra: luz y sombra, historia y folclore, ironas sobre el mundo acadmico y brillante narracin, todo ello entretejido para configurar un relato tan complejo y bello como la trenza ms elaborada. El relato se lee muy bien a muchos niveles: como una absorbente aventura de mujeres enrgicas que cambian su propio mundo, como una condena de los acadmicos que no pueden ver ms all de su propia nariz, como una leccin objetiva de cmo cambian los hechos cuando son narrados de nuevo, y como una alegora sobre las mujeres que han de esconder parte de s mismas para estar en el mundo de hoy y deben asumir esa misma parte para poder convertirse en seres completos.

    stas son algunas de las muchas alabanzas expresadas por Tom Whitmore, del famoso fanzine Locus, en su crtica/comentario a la obra que hoy presentamos. Se escribieron cuando apareci LA BLANCA JENNA, la novela que finaliza el relato iniciado en HERMANA LUZ, HERMANA SOMBRA. Y es fcil estar de acuerdo con l, ya que sin duda estamos ante una de las obras ms destacadas de la narrativa fantstica de los ltimos aos. El mismo Whitmore reconoce que se trata de uno de sus libros favoritos de la dcada y tambin esta apreciacin ser compartida por muchos de los lectores. Cuando menos, yo la comparto plenamente.

    Esta obra de Jane Yolen es un libro claramente excepcional, con muchas lecturas posibles, y todas ellas francamente gratificantes. Una obra que rezuma inteligencia y sensibilidad en cada pgina, y en la que la leyenda, el mito, la historia, las canciones y baladas se dan cita en una emotiva narracin sobre una entraable cultura de mujeres.

    HERMANA LUZ, HERMANA SOMBRA no debera ser una sorpresa. Aunque escasamente conocida en Espaa, Jane Yolen es una autora muy querida y apreciada por los lectores norteamericanos aficionados a la literatura fantstica. Con ms de un centenar de libros en su haber, ha escrito relatos y novelas para nios y adolescentes, poesa, ensayos y tambin, ms recientemente, ciencia ficcin y novelas de fantasa para adultos.

    Su obra ha obtenido gran cantidad de premios, entre ellos el Premio Mundial de Fantasa de 1987 por su trabajo como editora de colecciones especializadas en narraciones y canciones de la cultura popular. Tambin ha acaparado la prctica totalidad de los premios especializados en la literatura infantil y juvenil (lo que los anglosajones llaman literatura para young adult, es decir, jvenes adultos). Por

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  • mencionar unos cuantos (no todos), citar los premios Kerlan, Daedalus, Golden Kite, la medalla Christopher y el premio Asan de la Mythopoetic Society. Uno de los ms recientes es la medalla Caldecott por su libro para nios owl moon (ilustrado por John Schienhorn), que ha sido un gran xito de ventas en la literatura para nios de 1988.

    En el terreno acadmico, ha sido tambin profesora de literatura para nios en el Smith College y da muchas conferencias en escuelas y bibliotecas norteamericanas. Tiene gran fama como narradora de cuentos y es una reconocida especialista en relatos y msica del folclore popular. Su ltimo empeo editorial es la direccin de una coleccin de libros para nios y adolescentes en la editorial Harcourt Brace Jovanovich. La serie se titula A Jane Yolen Book/HBJ, en claro reconocimiento a la fama alcanzada por esta autora.

    Tambin ha sido presidenta de la SFWA (Science Fiction Writers of America-Sociedad Norteamericana de Escritores de Ciencia Ficcin) desde 1986 hasta 1988, y tal vez ello haya llevado a que, finalmente, Yolen decidiera escribir libros orientados tambin a un pblico lector adulto.

    Posiblemente la ms destacada de tales obras es la que se inicia con HERMANA LUZ, HERMANA SOMBRA (1988) y finaliza en LA BLANCA JENNA (1989, de prxima publicacin en nuestra coleccin). Cuando escribo esto (abril de 1990), la primera de las dos novelas es ya finalista muy cualificada para el premio Nbula de 1989. Con ello los miembros de la SFWA no hacen ms que respaldar una opinin claramente explicitada por el xito de ventas de esos libros en Estados Unidos.

    La obra nos habla de una curiosa cultura de mujeres que se nos muestra a travs de varias interpretaciones posibles: los mitos religiosos, la leyenda creada por el paso de los aos, las canciones que la cultura popular ha construido sobre dichos mitos y leyendas, el relato de los hechos que realmente acontecieron en el mundo imaginado por la obra y, tambin en un curioso contrapunto, la visin histrica de los eruditos que parece menospreciar la nica interpretacin que realmente se corresponde con los hechos que se nos narran.

    Esa mltiple lectura (dominada obviamente por el relato de los hechos) resulta completa hasta un extremo difcil de encontrar en otras narraciones fantsticas. Los diversos puntos de vista colaboran activamente en configurar para el lector la imagen de una cultura que es a la vez extica y coherente: la de las Congregaciones en las que viven las adoradoras de la Gran Diosa Alta. Al llegar a la adolescencia, las Altitas aprenden a convocar a sus hermanas sombra desde las profundidades del espejo a la tierra de la luz y de las sombras. Las hermanas luz disponen as de unas compaeras ntimas capaces de existir tan slo en la sombra del claro de luna o gracias a la temblorosa luz de una candela, pero que

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  • se evaporan como el roco con la clara luz del da. Supongo que no es demasiado arriesgado querer ver en ello, tal como hace Whitmore, una alegora de cmo las mujeres han de esconder parte de s mismas para estar en el mundo de hoy y deben asumir esa misma parte para poder convertirse en seres completos. Y que eso ltimo ocurre, generalmente, en la intimidad que ofrece la noche y la oscuridad.

    La narracin se centra en la joven Jenna hija de tres madres, como exiga la antigua profeca que anuncia la llegada de una mtica Criatura Blanca, destinada a ser la Salvadora en medio de los horrores, la guerra y la esperanza del cambio profetizado. Se trata de la Anna, la elegida de la Gran Diosa Alta para guiar a las mujeres de las Congregaciones de las montaas y superar la terrible prueba de la Guerra de los Gneros.

    Leyenda, mito, parbola, historia, cancin y narracin, HERMANA LUZ, HERMANA SOMBRA despliega con gran habilidad una primera entrega de las maravillas de un mundo entraable y una cultura sorprendente. En esta primera mitad de la obra se nos narra el nacimiento de Jenna, las circunstancias que en l concurren y su posible relacin con la profeca. Poco a poco la vemos crecer hasta llegar a la adolescencia y convocar a su hermana sombra, y as podemos comprobar, de forma sesgada y un tanto oblicua, como siempre ocurre, que la profeca se va abriendo camino en la realidad, pese al contrapunto de la incomprensin de los estudiosos y eruditos del futuro.

    Tal vez no sea ocioso recordar aqu la especializaran de Yolen en la msica popular. Ella y Joyce Rankin han hecho tambin un buen trabajo en la media docena larga de partituras que se incluyen al final del libro. Recomiendo al lector que intente escucharlas. Incluso con la pobreza de recursos del editor musical de mi ordenador, resultan ser muy agradables. (Como parece adecuado, ofrecemos junto a la letra original en ingls una traduccin un tanto libre para la comprensin de las letras que, adems, ya estaban incluidas en el texto de HERMANA LUZ, HERMANA SOMBRA, bajo el apartado de Las canciones.)

    No me resisto a incluir a continuacin algunos de los muchos comentarios destacados en la edicin norteamericana de HERMANA LUZ, HERMANA SOMBRA y en su continuacin, LA BLANCA JENNA:

    Debemos alegrarnos de que Yolen se haya decidido a entrar en el campo de los libros para adultos; y an ms, que no haya abandonado esa sensibilidad casi infantil que es su mayor virtud.

    Washington Post Book World

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  • En un mundo mejor, escucharamos los relatos de Jane Yolen con los de Oscar Wilde, Hans Christian Andersen y Charles Perrault durante un anochecer de invierno de diez mil aos.

    Gene Wolfe

    La evocativa prosa y la poesa de Yolen se basan tanto en la erudicin

    como en su intuitivo sentido de la exactitud psicolgica... lo cotidiano y lo mstico se entrelazan particularmente bien.

    The Christian Science Monitor

    Yolen utiliza las virtudes ya familiares en sus trabajos anteriores: una destacada sensibilidad por el folclore y una habilidad manifiesta para individualizar la tradicional historia de un nio que se hace adulto. hermana luz, hermana sombra es una magnfica novela.

    Publishers Weekly

    En definitiva, HERMANA LUZ, HERMANA SOMBRA es, como dice Whitmore, uno de los mejores ttulos de fantasa de la dcada. Aunque pueda parecer un tpico, debo reconocer que me siento verdaderamente satisfecho y orgulloso de poder presentar a esta autora y esta obra en nuestra coleccin.

    Miquel Barcel

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  • A Jessica, que hizo de madre del libro,

    y a Patty, Ann, Shulamith, Zane y Kara,

    que lo cuidaron a lo largo del camino.

    Agradecimiento especial para Joyce Rankin, quien me ayud a escribir la msica de Dales.

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  • PROFECA Y EXGESIS

    Y el profeta dice que una criatura blanca con ojos negros nacer de una virgen en el invierno del ao. El buey en el campo, el sabueso ante el hogar, el oso en la cueva, el puma en el rbol, todos, todos se inclinarn frente a ella cantando: bendita, bendita, la ms bendita de las hermanas, quien es a la vez blanca y negra, sombra y luz, tu venida es el comienzo y es el final. Tres veces morir su madre y tres veces quedar hurfana y ser apartada para que todos la reconozcan.

    As comienza la profeca garuniana respecto al mgico nacimiento de la Criatura Blanca, extendindose en toda clase de absurdos folclricos y revelaciones nmicas para explicar el origen de una reina guerrera. Estas fbulas sobre el nacimiento de un hroe emergen mucho despus del hecho, y no se debe a ninguna coincidencia el que una historia se parezca a la otra. (Vase el nacimiento de Anna de Alta, o la blanca, tema 275f en ndice de temas folclricos de los Valles, de Hyatt.) ste seala el nacimiento de la Blanca Jenna, la reina amaznica de las Jinetes de Sombra, una figura de gran importancia en las secuencias mticas de los comienzos del perodo garuniano, durante y despus de las infames Guerras del Gnero.

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  • LIBRO PRIMERO

    LA NIA BLANCA

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  • EL MITO:

    Entonces Gran Alta trenz la parte izquierda de su cabello, el lado dorado, y lo dej caer por el sumidero de la noche. Y de all extrajo a la reina de las sombras y la deposit sobre la tierra. A continuacin trenz la parte derecha de su cabello, el lado oscuro, y con l atrap a la reina de la luz. Y la deposit junto a la reina negra.

    Y vosotras dos seris hermanas dijo Gran Alta. Seris como la imagen de un espejo, una reflejando a la otra. Tal como os he confinado en mi cabello, as seris.

    Entonces uni sus trenzas vivientes enroscndolas entre s, y ambas fueron como una.

    LA LEYENDA:

    Ocurri en el pueblo de Slipskin, en un da de pleno invierno, que naci una criatura extraa y maravillosa. Mientras su madre, quien tampoco era ms que una nia, se hallaba arrodillada sobre las pieles que cubran el pequeo hueco cavado en la tierra, el cordn umbilical descendi entre sus piernas como un cordel. La nia emergi, los pies primero, bajando por el cordn. Cuando sus pequeos pies tocaron el suelo, se inclin para cortar el cordn con los dientes, salud a la atnita comadrona y se march por la puerta.

    La comadrona se desplom inconsciente, pero cuando recuper el sentido y descubri que la nia no estaba y que la madre haba muerto desangrada, le cont a su hija mayor lo que haba ocurrido. Al principio pensaron conservarlo en secreto, pero, de alguna manera, los milagros siempre se anuncian a s mismos. La hija se lo cont a una hermana, quien se lo cont a una amiga, y de ese modo, la historia se supo.

    En Slipskin... ahora llamado Nuevo Moulting... an hoy se cuenta la historia de ese raro nacimiento. Dicen que la nia era la Criatura Blanca, Jenna, Hermana Luz de la Jinete de Sombra, la Anna.

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  • EL RELATO:

    Fue un nacimiento corriente hasta el final, y entonces la criatura se precipit fuera del tero gritando, con el cordn envuelto alrededor de sus manitas. La comadrona del pueblo tambin grit. A pesar de que haba atendido muchos nacimientos, y algunos casi milagrosos, con bebs cubiertos de amnios o gemelos unidos por un mantelete de piel, nunca haba odo nada como esto. Rpidamente hizo la seal de la Diosa con la mano derecha, uniendo el pulgar con el ndice, y exclam:

    Gran Alta, slvanos. Ante el nombre, la criatura guard silencio. La comadrona suspir y recogi a la nia de las pieles que cubran el

    hueco cavado en la tierra. Es una nia dijo, de la Diosa misma. Bendita sea. Se volvi hacia

    la madre y slo entonces comprendi que hablaba con un cadver. Bueno, qu otra cosa poda hacer entonces la comadrona, si no cortar el

    cordn y atender primero a quien viva. Con la paciencia de la eternidad, la madre muerta aguardara a su hombre para que la lavase y llevase luto por ella. Pero para que su fantasma no la persiguiese por el resto de sus das, la comadrona pronunci una rpida oracin mientras brindaba los primeros cuidados a la recin nacida:

    En el nombre de la cueva,

    El oscuro sepulcro, Y de todas quienes penden entre medio

    Luminosas y ligeras, Gran Alta,

    Toma a esta mujer Bajo tu mirada.

    Envulvela en tus cabellos Y, all cobijada,

    Permite que vuelva a ser una criatura, Para siempre.

    Y con eso debera quedar satisfecha murmur la comadrona, sabiendo que volver a ser una criatura, estar cobijada contra el pecho de la eterna Alta, era el propsito de toda la vida. Confiaba en que aquella rpida oracin absolvera a la pobre mujer muerta, al menos hasta que pudiesen encenderse las velas, una por cada ao de su vida y una ms para la sombra de su alma, al pie de la cama. Mientras tanto estaba la criatura, afortunadamente una nia y afortunadamente con vida. En aquellos aos tan difciles no siempre era as. Pero el hombre tena suerte. Slo tendra que llorar por una.

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  • Cuando hubo lavado la sangre del alumbramiento, la comadrona vio que la nia tena la piel clara y que tanto sus brazos como su cabeza estaban cubiertos por un vello fino y blanco. Su cuerpo era inmaculado y sus ojos oscuros ya parecan capaces de ver, siguiendo el dedo de la comadrona de izquierda a derecha, de arriba abajo. Y como si eso no fuera milagro suficiente, la diminuta mano de la nia se aferr al dedo de la comadrona con tanta fuerza que sta no pudo soltarse, ni siquiera cuando le prepar un bibern utilizando un lienzo retorcido y sumergido en leche de cabra. Incluso entonces permaneci aferrada, aunque chup de la teta sustitua con suspiros largos y rtmicos.

    Cuando el padre de la nia regres de los campos y pudo ser apartado de su esposa muerta el tiempo suficiente como para tocar a la nia, sta an apretaba el dedo de la comadrona.

    Es una luchadora dijo la mujer ofrecindole a la nia. l no la cogi. La criatura blanca era un canje muy pobre por su robusta

    esposa de cabellos rojos. Toc la cabeza de la nia con suavidad, donde poda percibirse el pulso bajo la delicada capa de piel, y dijo:

    Si la considera una luchadora, entrguela a las mujeres guerreras de las montaas para que se ocupen de su crianza. Yo no puedo tenerla conmigo mientras sufro por su madre. Ella es la nica causa de mi dolor. No puedo amar cuando en m hay tanto dolor.

    Lo dijo con suavidad y sin ira aparente, ya que l era un hombre siempre manso y tranquilo, pero la comadrona pudo escuchar la dura roca detrs de su voz. Era la clase de roca contra la cual una nia se golpeara en vano una y otra vez. Entonces dijo lo que consider correcto.

    Las tribus de las montaas la acogern y la amarn como usted no puede hacerlo. Son conocidas por su carcter maternal. Y le juro que la conducirn a un destino ms extraordinario que lo que ya ha vaticinado la fuerza de su pequea mano y su prematura visin.

    Si repar en sus palabras, el hombre no respondi. Sus hombros ya cargaban con la pena que lo llevara a su propia tumba y, aunque l no lo saba, ello ocurrira bastante pronto ya que, como sola decirse en Slipskin, el corazn no es una rodilla que pueda ser doblada.

    Por lo tanto la comadrona tom a la nia y parti. Slo se detuvo el tiempo suficiente para llamar a los enterradores del pueblo y a dos mujeres que lavaran y amortajaran el cadver antes de que comenzase a sufrir el rigor de la muerte. Les habl del milagroso nacimiento de la nia con el asombro todava dibujado en el rostro.

    Como todos saban que era una mujer obstinada y que su mente estaba dirigida en una sola direccin... como una aguja en el agua sealando el norte... ninguno de ellos contradijo su partida hacia los clanes de las montaas. No saban que estaba ms asustada de lo que ella misma reconoca, asustada tanto de la nia como del viaje. Una parte de ella

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  • esperaba que los aldeanos la detuvieran, pero la otra, la parte obstinada, hubiese ido de todos modos. Tal vez ellos lo adivinaron y decidieron ahorrar saliva para contar su historia despus. Porque tal como se deca en Slipskin, contar una historia es mejor que vivirla.

    Y as fue como la comadrona se volvi hacia las montaas donde nunca antes haba estado, confiando en que las guardianas de Gran Alta la guiaran antes de que se hubiese alejado demasiado y apretando a la nia contra su pecho como un amuleto.

    Afortunadamente, casi todos los caminos que conducan al pie de la montaa se hallaban despejados, ya que de otro modo la comadrona ni siquiera hubiese llegado hasta all. Era una mujer de pueblo, y sus deberes la llevaban de casa en casa como a un barrendero. No saba nada de los peligros del bosque ni de los grandes pumas color canela que vagaban por las laderas rocosas. Con la criatura fajada contra su pecho, haba partido valientemente logrando llegar al pie de la montaa sin un araazo ni un resbaln. A muchos fornidos cazadores no les haba ido tan bien ese ao. Y tal vez era cierto, como decan los aldeanos, que los peces no son la mejor autoridad en el agua.

    En la primera noche, la partera se refugi entre las races retorcidas de un rbol marchito y aliment a la nia con un lienzo sumergido en un tiesto de leche. Ella comi queso con pan negro y se mantuvo caliente con medio odre de vino dulce que haba llevado consigo. Comi profusamente, ya que pensaba que slo tendra que pasar una noche ms a la intemperie antes de llegar al territorio de las tribus. Y estaba segura de que las mujeres de las montaas, a quienes haca mucho tiempo deseaba visitar con una mezcla de envidia y miedo, le entregaran suficiente comida, bebida y oro cuando viesen lo que les llevaba. Era una mujer de pueblo en su forma de pensar... siempre una cosa a cambio de otra. No comprenda a las montaas ni a la gente que viva all; no saba que le brindaran alimento independientemente de cualquier otra cosa que no fuese su necesidad, ni que tenan tan poca ocasin de emplear el oro que ni siquiera lo posean.

    El segundo da amaneci brillante y perlado. Las nubes slo se alineaban en el horizonte. La comadrona decidi caminar junto a un arroyo de corriente rpida porque le pareci ms sencillo que abrir un nuevo sendero. De haber notado las seales y haber sido capaz de leerlas, hubiese sabido que ste era el trayecto predilecto de los pumas, ya que las truchas abundaban en el arroyo y, especialmente por las tardes, emergan en busca de insectos. Pero ella era una mujer de pueblo con baja instruccin, por lo que slo poda leer la letra impresa y nunca oy al puma que la segua ni not sus punzantes advertencias sobre los rboles.

    Durante esa segunda noche ocult a la criatura en la horcadura alta de un rbol. Considerando que all se encontrara segura, se alej para

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  • baarse en el arroyo. Como mujer de pueblo y comadrona, valoraba la limpieza por encima de todas las cosas.

    Fue mientras se hallaba con la cabeza inclinada en el agua fra, murmurando en voz alta respecto a lo mucho que le demoraba el viaje, cuando el puma atac. En forma rpida, silenciosa y certera. Ella jams sinti otra cosa ms que un momento de dolor. Pero ante su muerte, la nia emiti un gemido dbil y agudo. Alarmado, el puma dej caer su presa y mir a su alrededor con inquietud.

    Una flecha le dio en un ojo, provocndole una muerte ms dolorosa que la de la comadrona. El animal aull y tembl durante varios minutos antes de que una de las cazadoras, compadecida, le cortara la garganta.

    En el rbol la criatura volvi a gemir, y todo el bosque pareci paralizarse ante el sonido.

    Qu ha sido eso? pregunt la ms robusta de las dos cazadoras, la que haba cortado la garganta del puma.

    Ambas se hallaban arrodilladas junto a la mujer muerta, buscndole en vano el pulso.

    Tal vez el puma tena cachorros y estn hambrientos? No seas tonta, Marjo; a esta altura de la primavera? La cazadora ms delgada se encogi de hombros. La nia, incmoda en su cuna improvisada, volvi a llorar. Las cazadoras se pusieron de pie. Eso no es ningn cachorro de puma dijo Marjo. Pero s se trata de un cachorro dijo su compaera. Fueron hasta el rbol con el sentido de orientacin que les brindaba su

    experiencia en los bosques, y all encontraron a la nia. Por los Cabellos de Alta! dijo la primera cazadora. Baj a la nia de la rama, la descubri y observ su cuerpo suave y de

    piel blanca. Marjo asinti con la cabeza. Una nia, Selna. Bendita seas susurr Selna, pero no qued claro si le hablaba a

    Marjo, a la comadrona muerta o a los odos altos y distantes de Alta. Enterraron a la mujer, y fue una tarea tan larga como ardua, ya que el

    suelo an se hallaba parcialmente congelado. Entonces despellejaron al puma y envolvieron a la nia en su piel suave. sta se acomod en su nueva envoltura y se durmi de inmediato.

    Estaba destinada a nosotras dijo Selna. Ni siquiera arruga la nariz con el olor del puma.

    Es demasiado pequea para arrugar la nariz. Selna ignor la observacin y observ a la nia. Entonces es cierto lo que dicen los aldeanos: Cuando cae un rbol

    seco, permite que nazca uno nuevo.

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  • Hablas con demasiada frecuencia por boca de otro dijo Marjo. Y por boca de aldeano, para colmo.

    Y t hablas por la ma. Despus de eso guardaron silencio. Ninguna de las dos dijo una palabra

    mientras recorran los senderos familiares hacia las montaas y hacia el hogar.

    No esperaban ninguna gran recepcin por su regreso y no obtuvieron ninguna, aunque su llegada haba sido advertida por muchas observadoras ocultas. Mediante seales con las manos, indicaron sus nombres secretos en cada sitio designado, y las guardianas de cada uno de esos recodos volvieron a desaparecer sin un sonido, en el bosque o entre las rocas aparentemente impenetrables.

    Los mensajes o las noticias que les llegaban mientras viajaban a travs de la noche eran recibidos bajo la forma de gorjeos o aullidos de lobo, a pesar de que no haba ni pjaros ni lobos. stos les indicaban que eran bien venidas y reconocidas, y un sonido en particular les orden que llevasen su envoltorio al Gran Vestbulo de inmediato. Ellas comprendieron a pesar de que no fueron emitidas palabras, al menos no palabras humanas.

    Pero antes de que llegaran al vestbulo, la luna se ocult tras las montaas occidentales y, despus de despedirse de su. compaera, Marjo desapareci.

    Acomodando a la nia en su abrigo de puma, Selna susurr: Hasta la noche. Pero lo dijo con tanta suavidad que la nia en sus brazos ni siquiera se movi.

    LA CANCIN:

    Cancin de cuna para el beb del puma

    Calla pequeo puma, Duerme en tu cubil,

    Yo cantar sobre tu madre Que acun a la Hermosa Jen.

    Yo cantar sobre tu madre Que cubri la piel de Jen.

    Carne de tu carne, Para que duerma la dulce Jen.

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  • Duerme, pequeo gatito, Acaso vayas a soar

    Con conejos y faisanes Y truchas en el arroyo.

    Pero Jenna soar Con las sombras y la luz.

    Tu madre la proteger De la noche fra.

    EL RELATO:

    Haba cunas dispuestas alrededor del Gran Vestbulo, algunas de roble con sus vetas rojas que corran como ros hacia el mar y otras de pino blanco, tan suave que las marcas de las uas de un beb podan verse, como runas, sobre las cabeceras. Pero, por alguna razn, Selna no coloc a la nia en ninguna de ellas. La mantuvo contra su pecho mientras la mostraba en el Gran Vestbulo y durante todo el resto del da, esperando que los latidos regulares de su corazn la confortasen.

    No era extrao que una criatura recin adoptada permaneciese todo el da en brazos de una u otra. Las mujeres de la congregacin de Alta compartan su cuidado, aunque Selna nunca antes haba mostrado ningn inters en ello. Siempre se haba sentido irritada por el olor de los bebs y su llanto agudo, caprichoso. Pero sta era diferente. No ola a leche agria y a baba sino a puma, a luz de luna y a endrino, siendo ste el rbol donde haba estado oculta cuando el felino atacara a su madre. Slo haba llorado en dos ocasiones, cada vez ante una muerte, y eso Selna lo consideraba un presagio. Seguramente la nia deba de tener hambre, miedo o fro. Selna estaba dispuesta a dejarla ante la primera seal de inquietud. Pero la nia slo la miraba con sus ojos del color de una noche primaveral, como si pudiese leer en su misma alma. Por lo tanto, Selna la haba mantenido corazn contra corazn hasta bien entrada la maana. Para entonces todas lo haban notado y comentado, de tal modo que ya no poda dejar ir a la nia sin correr el riesgo de que se burlasen de ella. A Selna nunca le haba preocupado el maltrato fsico. En realidad estaba orgullosa de su capacidad para soportar los peores castigos. Siempre estaba en la vanguardia de cualquier frente de batalla, era la ltima en irse de un incendio y la primera en entrar en un ro helado. Pero jams haba podido soportar las burlas de las mujeres de su Congregacin.

    Sin embargo, hacia media maana la nia sinti hambre y se lo hizo

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  • saber con pequeos sonidos agudos, como los de un pollito en el gallinero. Ella la aliment lo mejor que pudo con una de las botellas orientales tan

    estimadas por las cocineras. Tanto ella como la nia quedaron completamente salpicadas en el proceso, y por lo tanto Selna baj con ella hasta los baos, donde calent el agua por debajo de su temperatura usual y, sosteniendo a la criatura contra su propio hombro desnudo, se sumergi.

    Al contacto con el agua, la nia emiti un arrullo de satisfaccin y se durmi. Selna se sent en el tercer escaln, de tal modo que slo sus cabezas asomaban por encima del agua. Permaneci all hasta que sta comenz a enfriarse, sus dedos se arrugaron y la mano con que sostena a la nia se acalambr. Entonces sali con renuencia, sec a la nia dormida y se envolvi en una toalla para la larga caminata de regreso a su habitacin. Esta vez no hubo comentarios, a pesar de que en el camino se encontr con varias de sus compaeras. Lo quisiera o no, la nia era suya.

    LA HISTORIA:

    Las mujeres de los clanes guerreros de las montaas no tomaban a la ligera la adopcin. Cuando una nia era escogida por su madre adoptiva, sta quedaba completamente a cargo de su cuidado. La hija de una cocinera creca entre las marmitas; daba sus primeros pasos sobre las baldosas de la cocina; coma, dorma y pasaba sus enfermedades infantiles en un rincn que haba en la cocina especial para los nios.

    Del mismo modo, una nia escogida por una de las guerreras/cazadoras iba a todas partes con su madre en un morral especial. Lowentrout encuentra evidencia de esto en los famosos Tapices Baryard (su ensayo Nios-morral de los territorios occidentales, Naturaleza e Historia, vol. 39, es especialmente interesante). Existe un morral de cuero desenterrado del famoso sepulcro de Arrundale, y un examen preliminar conduce a especular con la posibilidad de que sea uno de los portadores de nios amaznicos. (Para ms detalles sobre esta excavacin, vase el vdeo de Sigel y Salmn Saqueo de sepulcros en los Valles.) Segn Lowentrout, estos morrales no entorpecan a las mujeres guerreras ni en las batallas ni durante las caceras, y existen evidencias que apoyan su afirmacin. Los tres pergaminos atribuidos al Gran Archivo de las Guerreras Garunianas describen varias batallas donde tomaron parte los clanes de las montaas. Existe uno en particular que habla de las dobles cabezas de las amazonas y, en otra parte, la preciosa carga que portaban consigo. Y an ms sorprendente: Ella

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  • luch, en todo momento presentando el pecho a su enemigo para no exponer a la que se hallaba a su espalda. Vargo asegura que esto simplemente se refiere a otra guerrera, ya que la lucha espalda contra espalda era un estilo habitual en las batallas con espada. Tambin afirma que si se hubiese tratado de una nia en un morral, se habra utilizado la palabra sobre en lugar de a. Sin embargo, Doyle, cuyo excelente trabajo sobre la lingstica Alta acaba de ser publicado, seala que en la antigua lengua las palabras en/a/sobre y contra se utilizaban en forma intercambiable.

    EL RELATO:

    Tendrs que darle un nombre, sabes dijo Marjo esa noche, tendida en el otro extremo de la cama.

    El farol que penda sobre ellas produca sombras sobre las paredes y el suelo.

    Selna observ a la nia que dorma entre ellas y toc su mejilla suave con un dedo vacilante.

    Si le doy un nombre, realmente ser ma para siempre. Siempre es ms de lo que ninguna de nosotras vivir dijo Marjo

    acariciando la otra mejilla de la nia. Una criatura es una clase de inmortalidad murmur Selna. Un

    eslabn forjado. Un lazo. Aunque no sea de mi sangre. Lo ser respondi Marjo. Si la reclamas. Cmo podra no hacerlo... ahora? Selna se sent y Marjo la imit de

    inmediato. Sea quien fuere que la sostenga, me mira a m primero. Confa en m. Cuando la llev a la cocina

    durante la cena y todos quisieron tocarla, su pequea cabeza no dejaba de girar para mirarme.

    Te ests volviendo sentimental ri Marjo. Los recin nacidos no pueden girar la cabeza. Ni siquiera pueden ver.

    Ella puede. Jenna puede. As... as que ya le has dado nombre dijo Marjo. Y sin aguardar mi

    aprobacin. T eres mi hermana, no mi guardiana respondi Selna con

    irritacin. Ante la dureza de su voz, la nia se movi entre ellas. Selna esboz una sonrisa de disculpa. Adems dijo, Jenna es slo su nombre de beb. Quiero que su nombre completo sea Jo-an-enna.

    Jo por amada, an por blanca y enna por rbol. Eso tiene sentido ya que fue encontrada en un rbol y su cabello... el poco que tiene... es blanco.

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  • Supongo que }o es porque la amas, aunque me resulta curioso lo pronto que esto ha ocurrido. Por lo general t no amas en tan poco tiempo. Suele ser tu odio el que se despierta ms rpido.

    No seas idiota. Jo es por ti, Marjo dijo Selna. Y t lo sabes bien. Extendi la mano por encima de la nia para tocar a su compaera. La mano de Marjo fue a su encuentro y ambas sonrieron. La criatura, entre ambas, emiti un sonido entre sueos. Por la maana, Selna llev a Jenna con la enfermera, Kadreen, quien

    revis a la nia de la cabeza a los pies. Es fuerte dijo Kadreen. No sonri, pero en realidad raras veces lo

    haca. Se deca que haba cosido demasiadas heridas y acomodado demasiados huesos para que la vida le diese suficientes motivos para sonrer. Pero Selna saba que incluso de joven, cuando an no haba pasado demasiado tiempo en su profesin, Kadreen ri era muy aficionada a sonrer. Tal vez, pensaba Selna, haba escogido aquella profesin a causa de ello.

    Sus dedos se aferrn sorprendentemente bien para una recin nacida. Y puede seguir el movimiento de mi mano. Eso es raro. Golpe las

    manos para probar sus odos y se sobresalt de inmediato. Ser una buena compaa para ti en los bosques.

    Selna asinti con la cabeza. Asegrate de alimentarla siempre en los mismos horarios y dormir

    toda la noche en el prximo cambio de luna. Ya lo hizo anoche dijo Selna. No volver a hacerlo. Pero a pesar de la advertencia de la enfermera, Jenna durmi

    profundamente durante toda esa noche y la siguiente. Aunque Selna trat de alimentarla segn los horarios dictados por la larga experiencia de Kadreen con los infantes, siempre estaba demasiado ocupada para cumplirlos. De todos modos, la nia pareca conforme con las comidas irregulares y en los bosques, fajada al pecho o a la espalda de Selna, permaneca silenciosa como cualquier cazadora experta.

    Selna se jactaba de su hija adoptiva en cada ocasin, hasta que todas menos Marjo llegaron a cansarse de ello.

    Corres el riesgo de convertirte en una pesada le dijo Donya, la cocinera en jefe, cuando Selna pas a dejarle un corzo y siete conejos despus de dos das de cacera. Es una hermosa criatura, sin duda. Fuerte y de aspecto bastante agradable. Pero no es Gran Alta. No camina sobre el Lago de los Suspiros, ni cabalga el arco iris del verano, ni salta entre las gotas de lluvia.

    No dije que fuera la Diosa mascull Selna. La nia, en sus brazos, ri encantada mientras ella le haca cosquillas con una pata de conejo en la barbilla. Entonces se volvi hacia la cocinera y rugi: Y no soy una

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  • pesada. No dije que lo fueras. Dije que corras el riesgo de convertirte en una

    pesada dijo Donya con calma. Pregntale a cualquiera. Selna mir a su alrededor, pero todas las muchachas de la cocina

    bajaron la vista y de pronto la habitacin qued en silencio. Slo se oa el sonido de los cuchillos de la cocina trabajando. Las jvenes de Donya no eran tan tontas como para desafiar a una de las guerreras. Especialmente a Selna, que era conocida por su mal carcter, aunque, a diferencia de algunas otras, raras veces se mostraba rencorosa por mucho tiempo. Sin embargo, ninguna de ellas envidiaba a su hija adoptiva, pensando en el momento en que ese mal carcter se pusiese de manifiesto.

    Selna sacudi la cabeza, todava enfadada, y se volvi nuevamente hacia Donya.

    Quiero la piel de los conejos le dijo. Sern un forro muy suave para el morral. Jenna tiene la piel muy delicada.

    Jenna tiene la piel de un beb respondi Donya con calma, ignorando el ceo fruncido de Selna. Y por supuesto que tendrs las pieles. Tambin te guardar el cuero del venado. Podrs hacer un buen par de polainas y unos cuantos mocasines.

    De pronto Selna sonri. Necesitar muchos mocasines. Pero no por ahora dijo Donya riendo. En la cocina, se oyeron varias risitas de sus propias hijas adoptivas. A qu te refieres? La ira haba regresado a la voz de Selna. Donya dej la pesada vasija de barro y la cuchara de madera, se sec las

    manos en el delantal y extendi los brazos. De mala gana, Selna reconoci la seal y, desatando a la nia, se la entreg.

    Donya sonri y meci a la nia en sus brazos. sta es una criatura, Selna. Un beb. Mira a mis propias doncellas.

    Son siete. Y alguna vez todas tuvieron este tamao. Caminaron al cumplir un ao; slo una lo hizo antes. No esperes demasiado de tu nia y crecer con tu amor. Cuando llegue su momento lunar, no se apartar de ti. Cuando lea el Libro de Luz y convoque a su propia hermana a este mundo, no te abandonar. Una criatura no es tuya para que la poseas sino para que la eduques. Puede que no sea lo que t quieres que sea, pero ser lo que tiene que ser. Recuerda lo que se dice, que la madera puede permanecer veinte aos en el agua, pero jams se convertir en pez.

    Y ahora quin se est convirtiendo en una pesada? pregunt Selna con tono aburrido.

    Entonces tom a Jenna, quien an sonrea, de los brazos de la cocinera y sali de la habitacin.

    Esa noche hubo luna llena y todas las hermanas sombra fueron convocadas. En el gran anfiteatro abierto, el crculo de mujeres y sus

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  • nias estaba completo. Selna se detuvo en el centro del crculo bajo el altar, el cual estaba

    flanqueado por tres rboles de serbal. Marjo se hallaba a su lado. Por primera vez en casi un ao haba una nueva adopcin que celebrar, aunque dos jardineras y una guerrera haban dado a luz cada una a una criatura. Pero esas nias ya estaban consagradas a la Diosa. Ahora era el turno de Jenna.

    La sacerdotisa se hallaba sentada en silencio en el trono sobre el altar de roca, y su propia hermana sombra se hallaba junto a ella. Con el cabello negro trenzado con pequeas flores blancas y los labios teidos de rojo mediante el jugo de las bayas, ambas esperaron hasta que las devotas guardaron silencio. Entonces se inclinaron hacia delante, con las manos sobre las rodillas, y observaron a Selna y a Marjo. Pero fue slo la sacerdotisa quien habl.

    Quin cuida de la nia? Yo, madre dijo Selna alzando a Jenna. Para ella la palabra madre tena un doble significado, ya que la

    sacerdotisa haba sido su propia madre adoptiva y se haba lamentado amargamente cuando Selna haba escogido seguir la senda de las guerreras.

    Y yo dijo Marjo. Ambas subieron el primer escaln del altar. Y quin dio a luz a la nia? pregunt la sacerdotisa. Una mujer del pueblo, madre dijo Selna. Muri en los bosques agreg Marjo. Subieron el segundo escaln. Y ahora quin sangra por la nia? pregunt la sacerdotisa. Tendr mi sangre dijo Selna. Y la ma. La voz de Marjo era un eco suave. Alcanzaron el tercer escaln y la sacerdotisa se levant junto a su

    hermana sombra. La sacerdotisa tom a la nia de las manos de Selna y la coloc sobre el trono. Marjo y Selna estuvieron a su lado con un rpido movimiento.

    Entonces la sacerdotisa se arrodill frente a la nia. Tom su larga trenza negra y con ella envolvi la cintura de la pequea.

    Al otro lado del trono, su hermana hizo lo mismo. En cuanto hubieron terminado, Selna y Marjo se arrodillaron y ofrecieron sus manos con las muecas hacia arriba.

    Tomando una aguja de plata de un cofre montado sobre el brazo del trono, la sacerdotisa pinch la mueca de Selna donde se bifurcaba la vena azul. A la vez, su hermana hizo lo mismo por Marjo con una aguja idntica.

    Luego unieron las muecas de las guerreras para que la sangre de una

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  • fluyera hacia la otra. Entonces la sacerdotisa se volvi y pinch suavemente a Jenna sobre el

    ombligo, llamando a Selna y a Marjo con su mano libre para que se acercasen. Ellas se inclinaron y colocaron las muecas sobre el vientre de la nia para que se mezclara la sangre de todas ellas.

    Sangre con sangre recit la sacerdotisa. Vida con vida. Toda la Congregacin de Alta repiti las palabras, y el eco reson por el

    claro. Cul es el nombre de la nia? Selna no pudo contener una sonrisa. Jo-an-enna respondi. La sacerdotisa pronunci el nombre, y entonces, en la antigua lengua,

    dio a la nia el nombre secreto que slo ellas cuatro... y Jenna a su tiempo... conoceran.

    Annuanna dijo. El abedul blanco, la diosa rbol, el rbol de la luz eterna.

    Annuanna susurraron entre ellas y a la nia. Entonces la sacerdotisa y su hermana desenvolvieron sus cabellos y se

    pusieron de pie. Posando las manos sobre las dos jvenes arrodilladas y la nia, ambas pronunciaron la oracin final.

    Ella que nos sostiene en su mano,

    Ella que nos forma en estas tierras, Ella que aleja

    a la noche, Ella que escribi

    el Libro de Luz, En su nombre,

    Bendita sea. Las mujeres congregadas entraron perfectamente con las respuestas. Cuando hubieron terminado. Selna y Marjo se levantaron juntas y Selna

    alz a la nia para que todas pudiesen verla. Con los aplausos y vtores que se alzaron debajo de ellas, Jenna despert alarmada y comenz a llorar.

    Selna no la consol, aunque la sacerdotisa la mir con dureza. Desde temprano, una guerrera deba aprender que el llanto no traa ningn consuelo.

    De regreso en el interior, despus del magnfico banquete que sigui, la nia fue pasando de brazos en brazos alrededor de la mesa para que todas la viesen. Comenz en brazos de la sacerdotisa y de all pas a los brazos regordetes de Donya, quien la meci en forma experta pero tan rutinariamente como si fuese un carnero recin salido del asador, le

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  • coment Selna a Marjo con irritacin. Donya entreg la nia a los brazos ms delgados de las guerreras. Ellas rieron y le hicieron cosquillas en el mentn, y una hermana sombra la arroj por el aire. Jenna grit encantada, pero Selna hizo a sus compaeras a un lado, furiosa, para atraparla en su cada.

    Qu clase de bastarda mal nacida eres t? exclam. Y si la luz se hubiese apagado? Qu brazos la hubiesen atrapado entonces?

    La hermana sombra Sammor se encogi de hombros y ri. Esta maternidad tarda te ha desintegrado el cerebro, Selna. Estamos

    adentro. Aqu no hay nubes que oculten la luna. Las luces de la Congregacin de Alta nunca fallan.

    Selna se coloc a Jenna bajo un brazo y alz el otro para golpear a Sammor, pero alguien atrap su mano por detrs.

    Selna, ella tiene razn y t te equivocas en esto. La nia est a salvo dijo Marjo. Ven. Brinda con todas nosotras para olvidar y perdonar, y luego jugaremos a las varillas.

    Juntas, bajaron sus brazos. Pero la ira de Selna no se mitig, lo cual era inusitado, y se sent fuera

    del crculo de hermanas cuando stas comenzaron a arrojar las varillas en los complicados ejercicios que las entrenaban para el manejo de la espada.

    Con Selna afuera, Marjo tampoco poda jugar, y se sent frente a su hermana con gesto de mal humor mientras el juego prosegua. ste se volvi ms y ms complejo cuando una segunda, luego una tercera y finalmente una cuarta serie de varillas fueron introducidas en el crculo.

    Las flexibles ramas de sauce giraban por el aire pasando de mujer a mujer, de mano a mano, y muy pronto el nico sonido que se oy en el saln fue el slip-slap que producan las varillas al entrar en contacto con las palmas de las manos.

    Las luces! grit alguien, y las observadoras alrededor del crculo estallaron en aplausos y vtores.

    Amalda, la hermana de Sammor, asinti con la cabeza y dos de las cocineras, lo suficientemente nuevas en la hermandad para andar juntas como sombras, se levantaron para situarse junto a las antorchas que iluminaban el crculo.

    El juego sigui adelante sin detenerse y las varillas se deslizaron an ms rpido por el aire. Desde que haban comenzado los lanzamientos, ni una mano haba fallado. El silbido de las varillas que pasaban de una a otra era acentuado por el batir de las palmas.

    Entonces, sin advertencia previa, ambas antorchas fueron extinguidas en cubos de agua y las hermanas sombra del crculo desaparecieron. La ronda se redujo a la mitad y hubo un repiqueteo de varillas que golpeaban contra el suelo. Slo Marjo, que estaba sentada ms all de las antorchas, y las hermanas sombra, que estaban alejadas del juego, permanecieron all,

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  • iluminadas por la luz de la cocina. La voz de Amalda seal a aquellas que haban perdido sus varillas. Domina, Catrona, Marna. Entonces se volvi e hizo una sea para

    que trajesen nuevas antorchas. Las hermanas sombra aparecieron nuevamente y el crculo volvi a

    completarse. Las perdedoras, Domina, Catrona, Marna y sus respectivas hermanas sombra, fueron a la cocina en busca de algo que beber. El de las varillas era un juego que produca mucha sed. Pero Selna se levant con la nia en brazos y habl en voz tan alta que nadie dej de escucharla:

    Ha sido un da agotador, dulce Jenna, y es hora de que ambas vayamos a la cama. Esta noche apagar la luz.

    Hubo una exclamacin desde el crculo. Apagar la luz significaba enviar a su hermana de vuelta a la oscuridad. Anunciarlo de esa manera era una afrenta.

    La boca de Marjo se puso tensa, pero la joven no dijo nada mientras se levantaba con Selna y la segua fuera del saln. Sin embargo, Sammor se volvi hacia ellas.

    Recuerda lo que se dice, Selna. Si tu boca se transforma en un cuchillo, cortar tus propios labios. No esperaba una respuesta y, por cierto, no obtuvo ninguna.

    Me has avergonzado dijo Marjo con suavidad cuando llegaron a su habitacin. Nunca antes habas hecho algo as, Selna. Qu ocurre?

    No ocurre nada respondi Selna mientras acomodaba a la nia en su cuna, le alisaba la manta y le acariciaba el cabello con un dedo. Entonces comenz a canturrear suavemente una antigua cancin de cuna. Mira! Ya est dormida.

    Me refiero a lo que ocurre entre nosotras. Marjo se inclin sobre la cuna y observ a la nia dormida. Es una dulzura.

    Lo ves? No ocurre nada entre nosotras. Ambas la amamos. Cmo puedes amarla tanto en tan corto tiempo? No es ms que un

    trocito de carne. Ms adelante se convertir en alguien a quien amar... fuerte o dbil, de ojos brillantes o tristes, diestra con sus manos o con su boca. Pero por ahora slo es...

    La voz de Marjo se interrumpi abruptamente en mitad de la oracin ya que Selna haba soplado la gran candela que haba sobre la cama.

    Ahora no ocurre nada entre nosotras, hermana susurr Selna en la habitacin oscura.

    Entonces se tendi en la cama, consciente del lugar vaco de Marjo, ya que siempre haba podido contar con su hermana para hablar, rer y recibir una respuesta ingeniosa antes de dormirse. Luego se volvi y, conteniendo el aliento, escuch la respiracin de la nia durante unos momentos. Cuando estuvo segura de que se encontraba bien, exhal el aire con un sonoro suspiro y se durmi.

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  • LA HISTORIA:

    El juego de las varillas ha llegado a nosotros en una forma altamente sospechosa. Hoy en da slo es jugado por las nias de los Valles Superiores, donde el estribillo, cantado por los espectadores (generalmente varones) que se hallan fuera del crculo, dice:

    Vueltas y vueltas en torno a la ronda. La espada de sauce pasa de una a otra.

    Los crculos concntricos de jugadoras se sientan en el suelo frente a frente con las varillas en la mano. stas estaban hechas de sauce, el cual ya no crece en los Valles Superiores aunque existen evidencias indicando que abundaba hace mil aos. Hoy en da las varillas se fabrican de un plstico que es a la vez flexible y fuerte. A la seal de un tambor las varillas pasan de mano en mano en el sentido de las agujas del reloj durante siete golpes, y luego regresan otros siete golpes. Luego las varillas se arrojan entre los crculos en parejas prefijadas, durante siete golpes ms. Finalmente, con el acompaamiento oral de los espectadores y un ritmo cada vez ms rpido del tambor, se arrojan las varillas a travs del crculo, primero a la pareja y vuelta, luego a la persona que se encuentra sentada a la derecha de la pareja. Las varillas deben ser atrapadas con la mano en la que se empua la espada, lo cual deja en decidida desventaja a las jugadoras zurdas. En cuanto alguna de las participantes deja caer una varilla, queda fuera.

    Lowentrout seala el famoso fragmento intercalado de los Tapices Baryard, el cual fue encontrado hace treinta aos en la tumba del monarca oriental Achmed Mubarek, como prueba positiva de que el juego de las varillas jugado por las guerreras de las montaas es el mismo que el que practican las nias de hoy. A pesar de que es cierto que el fragmento intercalado (el cual ha sido restaurado torpemente por muchas manos orientales, se dice que tanto como treinta veces, segn muestran los distintos colores de hilo) presenta crculos concntricos de guerreras, stas sostienen espadas y no varillas. Una de las as llamadas jugadoras est tendida de espaldas, con la espada clavada en el pecho, evidentemente

    muerta. Es ignorada por las dems jugadoras. Cowan asegura que el fragmento intercalado ha sido demasiado deformado a travs de los aos para poder establecer una relacin clara, pero que ms probablemente representa una forma especfica de ejecucin, ya que se encuentra en el sector del tapiz dedicado a los traidores y espas. Tal vez jams se conozca el verdadero significado del fragmento intercalado, pero basndose en los Luxophistas que en el siglo pasado trataron de

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  • revivir las prcticas del Libro de Luz, Magon afirma que el crculo interior estaba compuesto por las hermanas oscuras o hermanas sombra, las cuales podan ser vistas a la luz de la luna o de las velas de sebo espeso (todava populares en los Valles Superiores e Inferiores), y que el crculo externo era el de las hermanas luminosas o hermanas luz. Estas prcticas han sido prohibidas durante al menos siete generaciones, y el Libro de Luz ha sido tan completamente desautorizado por el brillante Das Volk Lichtet nicht de Duane, que no necesito reiterar sus argumentos.

    Todava existe cierta confusin sobre los anillos de plata con intrincados grabados hallados en los sepulcros de Arrundale. Sigel y Salmn los denominan soportes de varillas, dando crdito a la endeble tesis de Magon, pero existen ms evidencias para creer que aquellos artefactos eran aros para servilletas, y esto est explicado convincentemente en Los anillos de los clanes de Cowan, Naturaleza e Historia, vol. 51.

    EL RELATO:

    El vergonzoso comportamiento de Selna se convirti en el tema de toda la Congregacin. Aunque ya antes algunas hermanas haban discutido, pequeas rias que producan un momento de clera y luego desaparecan sin siquiera dejar las cenizas del recuerdo, lo que haba hecho Selna no tena ningn precedente. Ni siquiera los registros de la sacerdotisa mencionaban nada semejante, y la Congregacin tena informacin de diecisiete generaciones, adems de ocho grandes tapices.

    Durante el da Selna permaneca bajo la brillante luz del sol y por las noches, con la nia atada al pecho o a la espalda, evitaba las habitaciones bien iluminadas de la Congregacin. Una o dos veces, cuando fue absolutamente inevitable y tuvo que entrar en uno de los salones iluminados por antorchas, Marjo se desliz tras ella como una figura delgada y debilitada. Haba desaparecido la risa vigorosa de la hermana sombra, as como su voz sincera y melodiosa.

    Selna gema a la espalda de su hermana con la voz de un tenue suspiro, qu ocurre entre nosotras? Era la voz de un fantasma, hueca y agonizante. Selna...

    Una vez, mientras se hallaba en la cocina suplicando un poco de leche para el beb, Selna se volvi por un momento a la llamada de Marjo.

    Coloc las manos sobre los odos de la nia como para impedir que oyese la voz de su hermana, aunque entonces sta era ya tan dbil que

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  • apenas si se oa. Detrs de ella, Donya, su propia hermana Doey y dos de las muchachas mayores observaron la escena horrorizadas. En la figura consumida de Marjo vean su propia muerte lenta.

    Los ojos color morado de Marjo lloraban lgrimas negras. Hermana, por qu haces esto? Yo compartira a la nia contigo. No

    deseo interponerme entre vosotras. Pero Selna se volvi lenta y deliberadamente de la figura suplicante, de

    regreso a la luz de la cocina. Cuando advirti la presencia de Donya, Doey y las otras dos jvenes que la observaban con congoja, inclin la cabeza y encogi los hombros como aguardando un golpe. Luego se volvi y regres a la parte ms oscura del vestbulo sin la leche.

    En el decimotercer da de su deshonra, la sacerdotisa la desterr de la Congregacin.

    Hija ma dijo la sacerdotisa con voz agobiada, t misma has provocado esta situacin. No podemos impedir lo que le ests haciendo a tu propia hermana sombra. Una vez que has aceptado las enseanzas del Libro de Luz, ya no nos corresponde darte ms rdenes. Lo que ocurra entre las dos es asunto vuestro. Pero la Congregacin est destrozada. No podemos continuar observando lo que haces. Por lo tanto debes dejarnos y terminar sola con lo que has iniciado en forma tan aciaga.

    Sola? pregunt Selna. Por primera vez hubo un temblor en su voz. Desde que tena memoria

    jams haba estado sola. Selna apret a la pequea Jenna contra s. Has apartado de tu lado a tu propia hermana sombra dijo la

    sacerdotisa. Nos has avergonzado a todas. La nia se queda aqu. No! grit Selna volvindose. A su lado, la sombra gris que era Marjo tambin se volvi. Pero se

    toparon con seis robustas guerreras que las encerraron contra la pared y cogieron a la nia a pesar de los gritos y splicas de Selna.

    Luego llevaron a Selna a plena luz del da, lo cual significaba que estara completamente sola al comienzo de su travesa, sin nada ms que las ropas que llevaba puestas. A sus pies arrojaron el arco, la espada y el cuchillo, en una pesada bolsa cuyo nudo le llev casi una hora desatar. No le dijeron nada, ni siquiera una palabra de despedida, ya que la sacerdotisa les haba ordenado que no lo hicieran.

    Selna abandon la Congregacin de da, pero esa noche regres como una sombra entre las sombras y se llev a la nia.

    No haba guardianas junto a la cuna de Jenna. Selna saba que no las habra. Las mujeres de la Congregacin estaran seguras de que ella jams regresara despus de la humillacin que le haban infligido. Confiaran en las guardianas de los portones exteriores. Pero ella era una guerrera, la mejor de todas, y frecuentemente haba jugado con Marjo en los pasadizos secretos. Por lo tanto, Selna volvi a entrar en forma ms silenciosa an

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  • que una sombra, y apag tres luces a lo largo de los pasillos antes de que la dbil voz de Marjo pudiera despertar a alguien.

    Jenna despert y reconoci el olor de su madre adoptiva. Con un sonido de satisfaccin, volvi a quedarse dormida. Y fue ese pequeo sonido el que confirm la determinacin de Selna. Regres corriendo por los pasadizos secretos y volvi a estar en la linde del bosque antes del amanecer.

    Mientras recorra los antiguos senderos donde las rocas se hallaban alisadas por el paso de tantos pies, los pjaros anunciaron su llegada. Selna encontr a un costado del camino la gran piedra junto a la cual haba dejado sus armas. Por muy deshonrada que estuviera, jams hubiese alzado su espada o su arco contra las mujeres de la Congregacin. Apoyndose contra la roca en un nicho que pareca haber sido hecho para su cuerpo, se baj la tnica hasta la cintura. Ahora que verdaderamente era la madre de la nia, tambin poda amamantarla, y ofreci su seno a la criatura. Por unos momentos, Jenna chup con ansiedad, pero al ver que no sala la leche gir la cabeza y comenz a llorar.

    Shhh! dijo Selna tomando el rostro de la nia entre sus dedos. Una guerrera debe ser silenciosa. Pero hambrienta y asustada, la nia llor todava ms. Selna la sacudi con violencia, inconsciente de las lgrimas que corran

    por sus propias mejillas. Alarmada, la criatura dej de llorar. Entonces Selna se levant y mir a su alrededor para asegurarse de que nadie haba odo los gritos. Luego volvi a sentarse, se apoy en la roca y se durmi con la nia en brazos.

    Pero Jenna no durmi. Inquieta y hambrienta, trat de atrapar las motas de polvo suspendidas en los rayos de sol que se filtraban a travs de la bveda de lamos y abedules. Finalmente, se llev su pequea mano a la boca y chup con avidez.

    Pasaron varias horas antes de que Selna despertara. Cuando lo hizo, el sol se hallaba bien alto y un zorro investigaba la orilla del claro con su pequeo hocico afilado metido entre la maleza. Ante el despertar de Selna, alz la vista con las orejas erguidas y se volvi abruptamente desapareciendo entre las sombras.

    Selna se estir y observ a la nia dormida sobre su regazo. Con una sonrisa, toc el cabello blanco de Jenna. Bajo la luz del sol poda ver su cuero cabelludo sonrosado y el latido del pulso bajo la capa de piel.

    Eres ma susurr ferozmente. Yo cuidar de ti. Yo te proteger. Yo te alimentar. Yo... y ninguna otra.

    Ante el sonido de su voz, Jenna despert emitiendo un llanto dbil e irritado.

    Tienes hambre. Yo tambin dijo Selna con suavidad. Encontrar algo para que comamos las dos.

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  • Selna se levant la tnica y at a la nia a su espalda, lo suficientemente fuerte para que estuviera segura y lo bastante suelta para que ambas pudieran moverse. Sosteniendo el arco y la espada con la mano derecha, coloc el cuchillo en la vaina sobre su hombro derecho, donde poda alcanzarlo para un lanzamiento rpido. Entonces comenz a trotar por los senderos del bosque.

    Fue afortunada. Encontr las huellas de un conejo pequeo, se le acerc con sigilo y lo caz con una flecha al primer intento. A pesar de que an se hallaba demasiado cerca de la Congregacin para encender un fuego grande, no tena intenciones de comerse un conejo crudo. Por lo tanto cav un hoyo profundo y all encendi un fuego pequeo, suficiente al menos para tostar la carne. Despus de masticar un trozo, escupi el jugo en la boca de Jenna. Despus del segundo intento, la nia no rechaz la oferta y chup con ansiedad boca a boca.

    En cuanto pueda te conseguir leche le prometi Selna mientras le limpiaba los labios y le haca cosquillas en el mentn. Obtendr empleo como guardia en uno de los pequeos pueblos de frontera. O me unir al ejrcito del rey. Les gustan las guerreras de Alta. Ellos no me rechazarn.

    Como respuesta, Jenna esboz una sonrisa y agit sus mane-citas en el aire. Selna la bes en la frente sintiendo el roce de sus cabellos blancos bajo la nariz, suaves como el ala de una mariposa. Entonces volvi a colocarse la nia a la espalda.

    Esta noche debemos recorrer muchos kilmetros antes de que me sienta segura dijo Selna.

    No agreg que deseaba permanecer en el bosque porque habra luna llena y no soportaba la idea de hablar con su plida sombra y explicarle todo lo que haba hecho.

    LA LEYENDA:

    En el bosque sombro cercano a Altashame existe un claro. Bajo un grupo de abedules blancos crece un iris de bordes rojos. La gente que vive en Selkirk, en la parte occidental del bosque, dice que en la segunda luna de cada ao pueden verse tres fantasmas. Uno es una guerrera que lleva un collar negro en la garganta. El segundo es su doble hecho sombra. Y el tercero es un pjaro blanco como la nieve que vuela sobre ellas llorando con la voz de un beb. Al amanecer, las dos mujeres se atacan mutuamente con sus espadas. Donde cae su sangre crece el iris, blanco como el pjaro y rojo como la sangre. Iris de nieve es como la tradicin del este llama a la flor. Corazn fro, dice el folclore del oeste. Pero Selkirk la ha bautizado Sangre de la hermana, y la gente de ese pueblo

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  • no se acerca a las flores. Aunque el zumo del iris ayuda a aliviar a la mujer en sus momentos difciles, los habitantes de Selkirk no tocan ni uno de sus ptalos, como tampoco entran en el claro despus del atardecer.

    EL RELATO:

    Al borde de un pequeo claro, muy cerca del pequeo pueblo de Seldenkirk, Selna se detuvo a descansar. Apoyada contra un pequeo roble que la protega del brillo de la luna llena, contuvo el aliento y dej caer tanto el arco como la espada. Al principio su respiracin era tan agitada que no le permiti or el sonido. Entonces, cuando lo oy, ya era demasiado tarde. Unas manos fuertes y callosas la cogieron por detrs y clavaron un cuchillo en el hueco bajo su mentn.

    Selna se contuvo para no gritar de dolor, y entonces el cuchillo se desliz hacia abajo dibujando un crculo de sangre como un collar sobre su garganta.

    stas son las nicas joyas que debera poseer una prostituta de Alta dijo la voz ronca a sus espaldas. Te encuentras muy lejos de las tuyas, mi nia.

    Selna cay de rodillas tratando de girar para proteger a la criatura que llevaba a la espalda, y el movimiento asust al hombre, quien clav el cuchillo profundamente en su garganta. Ella trat de gritar, pero no pudo emitir ningn sonido.

    El hombre emiti una risa spera y le arranc el frente de la tnica exponiendo sus senos y su vientre.

    Pareces un muchacho dijo con disgusto. Las de tu clase slo son buenas moribundas o muertas.

    La tom por una pierna y la arrastr fuera del bosque hasta el csped suave del claro iluminado por la luna. All trat de tenderla de espaldas.

    Selna no poda gritar, pero todava era capaz de resistirse a l. Sin embargo otra mujer grit detrs de ellos, un extrao sonido ahogado.

    Sobresaltado, el hombre se volvi y vio a una doble de la primera mujer, su propia garganta rodeada por una lnea de sangre negra. Al volverse otra vez, el hombre comprendi su error, ya que Selna haba logrado cogerle el cuchillo y con las ltimas fuerzas que le quedaban se lo clav entre los ojos. Sin embargo, Selna no alcanz a ver el resultado de su ataque, ya que al mismo tiempo gir boca abajo y muri rozando la mano de Marjo.

    El hombre trat de levantarse, slo logr ponerse de rodillas y entonces cay muerto encima de Selna. El mango del cuchillo clavado entre sus ojos fue a posarse sobre la mano de Jenna. La nia se aferr a l y llor.

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  • Fueron encontrados la maana siguiente por un pastor que siempre llevaba a su rebao hasta ese claro, donde el pasto era ms dulce. Lleg justo antes del amanecer y le pareci ver a tres personas muertas en la linde del bosque. Cuando lleg hasta ellos abrindose paso entre las ovejas, vio que slo eran dos: una mujer con el cuello cortado y un hombre con un cuchillo clavado entre los ojos. Una criatura silenciosa se aferraba a la empuadura sangrienta del cuchillo como si ella misma hubiese cometido el asesinato.

    El pastor corri de regreso hasta Seldenkirk, olvidando a sus ovejas, las cuales permanecieron balando alrededor de los despojos mortales.

    Cuando regres con seis robustos campesinos y el corpulento alguacil, slo el hombre se encontraba all, tendido de espaldas en medio de las ovejas. La mujer muerta, el beb, el cuchillo y una de las ovejas del pastor haban desaparecido.

    LA BALADA:

    La balada del beb de Selden

    No vayis al claro, jvenes doncellas de vestidos dorados. No vayis al claro

    de Seldentown. Pues malvados son los hombres que os aguardan

    para derribaros sin piedad.

    Una doncella fue a Seldentown y dej de ser doncella.

    El cabello suelto alrededor del cuello, el vestido en las rodillas.

    Un beb penda de su espalda, un hermoso beb.

    Fue sola hasta el claro, se alej demasiado del pueblo.

    Un hombre se le acerc por detrs y de un tajo cort su cuello.

    Un hombre se le acerc por detrs y derrib a la hermosa doncella.

    Y t hars lo que quieras conmigo? O me matars de un tajo?

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  • O lo que esperas es quitarme mi virginidad hace tanto perdida?

    Por qu me has trado tan lejos del pueblo hasta este lecho de hierbas verdes?

    l no pronunci una palabra, jams dijo su nombre,

    tampoco habl de su origen, ni del pueblo del que haba venido.

    Slo pensaba en derribarla y arrastrarla en su vergenza.

    Ya presto a cumplir su plan,

    y cuando comenzaba a hacerlo, El beb a espaldas de la doncella

    alcanz la daga oculta Y la cogi de la vaina

    en la oscuridad del claro.

    Y una y dos, las pequeas manos derribaron al hombre malvado

    Que ya en el vientre de su madre haba concebido su perfidia.

    Dios nos conceda a todas bebs tan hermosos, y que nuestra vida sea tan larga como dichosa.

    EL RELATO:

    La sacerdotisa dio por anulado el destierro, ya que cuatro cazadoras haban hallado el cuerpo de Selna cogido de la mano de Marjo. Al aparecer el pastor, las mujeres se ocultaron rpidamente en el bosque y aguardaron su partida para llevarse a Selna, el beb y la oveja de vuelta a la Congregacin.

    Nuestras hermanas se encuentran nuevamente con nosotras dijo la sacerdotisa recibiendo a las cazadoras con su triste carga frente al gran portn. Entonces hizo la seal de Alta (el crculo y la cruz) sobre la frente de Selna. Traedla adentro. A la nia tambin. Ahora nos pertenece a todas. Ninguna de nosotras la cuidar en forma exclusiva.

    La profeca, madre exclam Amalda, y muchas la imitaron. Es la nia de la que se habla?

    La sacerdotisa sacudi la cabeza. El Libro habla de una criatura que qued hurfana tres veces, y esta

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  • dulzura ha perdido slo dos, la legtima y Selna. Pero madre continu Amalda, Marjo no era tambin su madre? La boca de la sacerdotisa se volvi tensa. No debemos ayudar a que se cumpla una profeca, hermana. Recuerda

    lo que est escrito: Los milagros son para los ingenuos. Ya me he pronunciado. De aqu en adelante, la nia no tendr una sola madre en la Congregacin de Alta, sino una multitud. Se retorci su larga trenza entre los dedos.

    Las mujeres murmuraron entre s, pero finalmente decidieron que tena razn. Entonces colocaron el cuerpo de Selna en la cesta sepulcral y lo llevaron a la habitacin de la enfermera. All lo lavaron y vistieron, cepillaron su cabello hasta hacerlo brillar y cerraron la cesta. Se necesitaron seis de ellas, dos en cada extremo de la cesta y una a cada lado, para subir el cuerpo por la Colina Sagrada hasta la vasta e intrincada caverna, el Pen de Alta, donde yacan generaciones de hermanas cubiertas y preservadas bajo antorchas encendidas.

    Aunque subieron al Pen de Alta al medioda, aguardaron hasta la noche para realizar la ceremonia, comiendo las frutas que haban llevado consigo. En voz baja hablaron sobre la vida de Selna, su destreza como cazadora y su intrepidez, su carcter difcil y su sonrisa pronta. Tambin hablaron de Marjo, no de la plida sombra, sino de la compaera enrgica y risuea.

    Kadreen observ que haba sido la ventura de Alta quien las haba guiado a hallar el cuerpo de Selna.

    No, hermana, fue nuestra destreza dijo Amalda. Seguimos su rastro durante varias noches. Y si no hubiese estado tan fuera de s, jams la habramos encontrado, ya que ella era la mejor de todas.

    Kadreen sacudi la cabeza y coloc la mano sobre el hombro de Amalda. Lo que quiero decir, hermana, es que ha sido un gracioso obsequio de

    Alta el que podamos tener su cuerpo con nosotras en la Colina Sagrada. Cuntas de las nuestras yacen lejos de aqu, en sepulcros sin ninguna

    marca? Al alzarse la luna, el grupo de la Colina prcticamente se duplic. Slo

    las nias permanecieron sin hermanas sombra. El cuerpo de Marjo apareci en su propia cesta junto al de Selna, con el

    mimbre trabajado en forma tan delicada como el de su hermana. Entonces la sacerdotisa comenz, con la voz desgarrada de pena: Por nuestras hermanas que se encuentran unidas incluso en la muerte

    dijo. Entonces, interrumpiendo el ritual por un momento, susurr a los dos cadveres: ahora todo est bien entre vosotras.

    Donya emiti un profundo gemido y dos de las doncellas de la cocina rompieron a llorar.

    La sacerdotisa cant la primera de las siete alabanzas, y las otras se le

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  • unieron rpidamente cantando las estrofas que conocan desde su niez.

    En nombre de la caverna de Alta El sombro y solitario sepulcro...

    Cuando terminaron con la sptima y slo restaba el ltimo eco amoroso

    en el aire, recogieron las cestas para llevar a Selna y a Marjo hasta la caverna.

    Donya y su hermana sombra eran las ltimas. Donya llevaba a la nia de cabellos blancos, quien haba bebido tanta leche de oveja que dorma pacficamente sobre el amplio pecho de la cocinera.

    EL MITO:

    Entonces Gran Alta dijo: Habr una de vosotras, mi nica hija, que nacer tres veces y tres

    veces quedar hurfana. Yacer junto a una madre muerta tres veces y sin embargo sobrevivir. Ser una reina por encima de todas las cosas y a la vez reina no ser. Tendr una hija para cada madre mas su madre no ser. Las tres sern como una y comenzarn el mundo otra vez. As lo digo y as ser.

    Entonces Gran Alta extrajo de la luz a una criatura que lloraba, blanca como la nieve, roja como la sangre, negra como la noche, y la amamant hasta que la nia se calm.

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  • LIBRO SEGUNDO

    EL LIBRO DE LUZ

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  • EL MITO:

    Y cuando Gran Alta habl, sus palabras fueron trocitos de cristal. Donde las iluminaba el sol, eran rayos de la ms pura luz. Donde caan las lgrimas de sus hijas, eran el arco iris. Pero cada vez que se pronunciaban las palabras de Gran Alta, reflejaban la mente de quien las escuchaba forma por forma, sombra por sombra, luz por luz.

    LA LEYENDA:

    Una vez hubo en los Valles una gran maestra que lleg desde el este con el sol naciente. Sus palabras eran tan exquisitas que aquellos que las escuchaban decan que eran como el cristal ms puro, que produca un sonido dulce y agudo al ser tocado.

    La maestra vivi entre la gente de los Valles durante un ao y un da, y entonces desapareci por el oeste con el sol poniente. Despus de ello nadie pudo decir con certeza si se haba tratado de un hombre o de una mujer, si su estatura era alta o baja, su piel clara u oscura. Pero todas las palabras que haba pronunciado a la luz de la luna (ya que la maestra era muda con excepcin de las noches de luna llena) fueron recogidas por las discpulas de los Valles y anotadas en un libro. Cuando estuvo terminado, ste result ser muy pequeo y fue bautizado Libro de Luz.

    EL RELATO:

    Jenna tena siete aos cuando toc por primera vez el Libro de Luz. Permaneci all con las otras tres nias de su edad en una lnea recta, o al menos tan recta como Marna, la maestra, y Zo, su hermana oscura, podan lograr que formaran. Selinda siempre estaba inquieta. Y Alna, quien tena problemas para respirar en la primavera, resoll con dificultad durante toda la ceremonia. Slo Marga (llamada Pynt despus de la primera infancia) y Jenna permanecieron quietas.

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  • La sacerdotisa dirigi una sonrisa a la fila de nias, pero no hubo ninguna calidez en esa sonrisa, slo una formal curvatura de labios. A Jenna le haca recordar los lobos del bosque cercano a Seldenkirk. En cierta ocasin haba visto una manada. La hermana de la sacerdotisa esboz la misma sonrisa, aunque sta pareci infinitamente ms agradable.

    Jenna gir un poco para mirar de frente a esa segunda sonrisa, pero observ a la sacerdotisa por el rabillo del ojo, del modo en que observaba las cosas en los bosques. Alta saba que haba tratado de complacer a la Madre. Pero no pareca haber ninguna forma de complacerla.

    Sobre sus cabezas, la luna llena primaveral iluminaba el altar de piedra. De los serbales llegaba el susurro de las hojas nuevas movidas por la brisa. Durante un instante, una nube cubri la luna y la hermana sombra de la sacerdotisa desapareci de su trono sobre el altar. Nadie se movi hasta que la nube hubo pasado y la luna volvi a convocar a las hermanas sombra. Entonces hubo un suspiro suave y satisfecho de las ochenta bocas en el anfiteatro.

    La sacerdotisa alz un poco la cabeza para observar el cielo. No haba ms nubes a la vista, y por lo tanto comenz. Abriendo el gran libro con cubiertas de piel que tena sobre la falda, sealando con su afilada ua cada slaba de la pgina, ley en voz alta.

    Jenna no poda apartar los ojos de esa ua. A nadie ms se le permita tener una mano semejante, ni tampoco nadie la quera. Unas uas como las de la sacerdotisa se quebraran en la cocina o en la fragua, entorpeceran el manejo de un arco o de un cuchillo. De forma furtiva, Jenna flexion la mano preguntndose qu se sentira teniendo uas como sas. Decidi que no le gustara.

    Clara y grave, la voz de la sacerdotisa llenaba el espacio entre las nias. Y la nia de siete veranos, la nia de siete otoos, la nia de siete

    inviernos y la nia de siete primaveras vendr hasta el altar para escoger su propio camino. Y cuando haya escogido, seguir esa senda durante siete aos ms sin vacilar jams en su mente ni en su corazn. Y de ese modo el Camino Escogido se convertir en el Camino Legtimo.

    La sacerdotisa alz la vista del libro donde las letras parecan atrapar a la luna y reflejarla sobre ella produciendo pequeos destellos que bailaban sobre la parte delantera de su tnica.

    Y vosotras, mis nias, ya habis escogido vuestro camino? pregunt. Su hermana sombra alz la vista al mismo tiempo, aguardando las

    respuestas. S dijeron las cuatro nias tal como haban practicado. Slo Selinda lleg tarde porque, como de costumbre, estaba soando

    con otra cosa y tuvo que recibir un pequeo empujn de Marna y de Zo.

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  • Entonces, una por una, las nias subieron los peldaos para tocar el libro que estaba sobre la falda de la sacerdotisa. Selinda lo hizo primero, ya que era la mayor por nueve meses, y Jenna fue la ltima. Tocar el libro, hacer el voto, nombrar la eleccin. Todo era tan simple y tan complejo a la vez. Jenna se estremeci.

    Saba que Selinda ira con su propia madre y trabajara en los jardines. All podra permanecer mirando el espacio, sumindose en lo que

    Marna y Zo llamaban sus sueos verdes. Alna, quien tambin haba nacido de una jardinera, elegira la cocina,

    donde resollaba menos y donde, segn se crea, lograra ganar un poco de peso. Jenna saba que Alna no se senta feliz con su eleccin, ya que en realidad deseaba permanecer con su madre y la hermana sombra de sta, quienes la mimaban y la malcriaban abrazndola durante las noches en las que ms le costaba respirar. Pero todas las hermanas estaban de acuerdo en que Alna necesitaba permanecer lo ms lejos posible de las semillas que se abran y de las malezas del otoo. Una y otra vez, la enfermera Kadreen les haba advertido que su salud ira empeorando y que Alna poda morir en los jardines. Y haba sido esa advertencia la que, finalmente, las decidiera a todas. A todas excepto a Alna, quien haba llorado todas las noches del ltimo mes pensando en su inminente exilio, segn le haba dicho a Jenna. Pero siendo una nia obediente, dira lo que deba ser dicho en la Eleccin.

    La morena Pynt, nacida de las entraas de una guerrera, elegira el camino de las cazadoras/guerreras a pesar de ser tan pequea y delicada, el legado de su padre. Jenna saba que si trataban de torcer la decisin de Pynt, ella se resistira con todas sus fuerzas. Pynt jams vacilara, ni por un momento. La lealtad corra como sangre por sus venas.

    Y qu haba de ella misma? Cuidada por todas sin ser adoptada por nadie, Jenna ya haba intentado diversos caminos. Los jardines la irritaban con sus hileras tan uniformes. La cocina era an peor... cada cosa en su lugar. Incluso haba pasado algunos meses junto a la sacerdotisa para terminar mordindose las uas con la certeza de que sera el camino equivocado. En realidad era ms feliz en el bosque o cuando practicaba los juegos de las guerreras tales como el de las varillas, aunque raras veces las mujeres permitan que una nia entrase en el crculo. Adems, ella y Pynt haban estado tan unidas como si fuesen hermana luz y sombra. Era como si Jenna pudiese ver mejor en los bosques que en los oscuros confines de la Congregacin. Y al ao siguiente, despus de que hubiese escogido, le ensearan a manejar el arco y el cuchillo.

    Jenna observ cmo, primero la tmida Selinda, luego la agitada Alna y finalmente la resuelta Pynt, suban los tres peldaos hasta el altar donde la sacerdotisa y su gemela sombra se hallaban sentadas en sus tronos sin

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  • respaldo. Una por una, las nias colocaron la mano derecha sobre el Libro, mientras con la izquierda tocaban los cuatro sitios que pertenecan a la misma Alta: cabeza, seno izquierdo, ombligo, ingle. Entonces recitaron las palabras del voto ante la sacerdotisa, hablndole de sus elecciones. Las palabras parecan ejercer un poder casi tangible: Selinda al jardn, Alna a la cocina, Pynt a los bosques.

    Cuando Pynt baj los peldaos con una gran sonrisa en el rostro, palme la mano de Jenna.

    Su aliento es cido susurr. Despus de eso a Jenna le result difcil subir el primer peldao con el

    rostro serio. Su boca no quera permanecer en la lnea firme que tanto haba practicado. Pero en cuanto puso el pie sobre el segundo peldao, todo fue diferente. Esto la acercaba a su eleccin. Para cuando lleg al tercer peldao, descubri que estaba temblando. No por miedo a la sacerdotisa o por respeto hacia el Libro, sino con una especie de ansiedad, como cuando la pequea zorra que Amalda haba encontrado y entrenado se hallaba en presencia de las gallinas. Incluso cuando no tena hambre, temblaba de anticipacin. As era como se senta Jenna.

    Colocando la mano sobre el Libro de Luz, se sorprendi al descubrir lo fro que era. Las letras estaban en relieve y poda sentirlas impresas sobre su palma. Se toc la frente con la mano izquierda y la sinti fresca y seca. Entonces se llev la mano al corazn, confortada al sentir que lata con firmeza bajo sus dedos. Rpidamente complet el resto del ritual.

    La sacerdotisa habl y su aliento no era tan cido como extrao. Ola a siglos, a dignidad y a los atavos de la majestad.

    Debes repetir mis palabras, Jo-an-enna, hija de todas. Lo har, Madre Alta susurr Jenna con un repentino temblor en la

    voz. Soy una nia de siete primaveras... comenz la sacerdotisa. Soy una nia de siete primaveras repiti Jenna. Escojo y soy escogida... Jenna inspir profundamente. Escojo y soy escogida. La sacerdotisa sonri. Jenna not que, despus de todo, no era una

    sonrisa distante sino un gesto triste y poco practicado. El camino que escojo es... El camino que escojo es... dijo Jenna. La sacerdotisa asinti con la cabeza y su rostro mostr una extraa

    expresin expectante. Jenna volvi a inspirar, ms profundamente que antes. Se abran tantas

    posibilidades frente a ella en ese momento. Cerr los ojos para saborearlo, y al abrirlos qued sorprendida por la mirada rapaz en el rostro de la sacerdotisa. Jenna se volvi un poco y habl a la hermana sombra, en un

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  • tono ms fuerte del que se haba propuesto. Una guerrera. Una cazadora. Una guardiana de los bosques. Finalmente suspir, feliz de haber terminado con ello. Por un momento la sacerdotisa no habl. Pareca casi enfadada. Entonces ella y su hermana sombra se inclinaron para abrazarla y

    susurraron en su odo: Bien elegido, guerrera. No hubo ninguna calidez en sus palabras. Al bajar los peldaos, Jenna volvi a or el eco de lo segundo que la

    sacerdotisa sola haba susurrado en su odo. Se pregunt si le habra dicho lo mismo a las dems. En realidad lo dudaba, ya que con voz que temblaba en forma extraa haba agregado: Hija elegida de la propia Alta.

    Las lecciones comenzaron de lleno a la maana siguiente. No se trataba de que los das pasados en los bosques hubiesen sido momentos de juego, pero la enseanza formal: preguntas y respuestas, pruebas de memoria y el Juego, slo podan comenzar despus de la Eleccin.

    sta es la flor del dedal dijo Amalda, la madre de Pynt, arrodillada junto a una insulsa planta verde. Pronto tendr flores que se vern como pequeas campanas moradas.

    Por qu no se llama flor campana? murmur Jenna, pero Amalda slo sonri.

    Bonita! dijo Pynt extendiendo la mano para tocar una hoja. Amalda se la apart con una palmada, y al ver que la nia se mostraba

    ofendida dijo: Recurdalo, nia, Agua derramada es mejor que una vasija rota. No

    toques nada a menos que sepas lo que puede hacerte. Hay cardos y pas que pinchan, ortigas que irritan al menor contacto. Y tambin hay plantas ms sutiles cuyos venenos slo se revelan despus de un buen rato.

    Pynt se llev a la boca su mano dolorida. Ante una seal de Amalda, ambas nias se arrodillaron a su lado, Jenna

    muy cerca y Pynt, todava ofendida, un poco ms lejos. Entonces su propia naturaleza alegre super el resentimiento y la nia se coloc junto a Jenna.

    Oled stas primero dijo Amalda sealando la hoja de la planta. Ellas se inclinaron y obedecieron. El olor era ligero y penetrante. Si os permitiera probar las hojas dijo la madre de Pynt, las

    escupirais de inmediato. Se estremeci deliberadamente y las nias la imitaron. Pynt tena una amplia sonrisa en el rostro. Pero si os hinchis de lquidos que no podis eliminar, o si vuestros corazones laten con tanta fuerza que Kadreen teme por ellos, os preparar un t con las hojas y muy pronto os sentiris aliviadas. Slo... Amalda alz una mano como advertencia. Las nias conocan bien esa seal. Significaba que deban guardar silencio y escuchar. Slo sed precavidas con esta planta tan bonita. En pequeas dosis ayuda a quien se encuentra en peligro, pero un

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  • preparado demasiado fuerte, hecho con intencin malvada, y el que lo beba morir.

    Jenna se estremeci y Pynt asinti con la cabeza. Marcad bien este lugar dijo Amalda, porque no cosechamos las

    hojas hasta que la planta ha florecido. Pero Kadreen estar complacida al saber que hemos encontrado una caada nena con flores de dedal.

    Las nias miraron a su alrededor. Jenna, cmo lo has marcado? Jenna pens un momento. Por el gran rbol blanco con las dos bifurcaciones en el tronco. Bien. Pynt? Fue en el tercer recodo, A-ma. Y a la derecha. En su excitacin, Pynt

    haba llamado a su madre por el nombre que le daba de pequea. Amalda sonri. Bien! Ambas tenis buenos ojos. Pero eso no es todo lo que se necesita

    en los bosques. Venid. Se puso de pie y comenz a recorrer el sendero. Las nias la siguieron, brincando cogidas de la mano. La segunda leccin tuvo lugar muy pronto, ya que apenas doblaron el

    siguiente recodo cuando Amalda alz la mano. De inmediato las nias se detuvieron y guardaron silencio. Amalda alz el mentn y ambas la imitaron. Se toc la oreja derecha y ellas escucharon atentamente. Al principio no oyeron nada, con excepcin del viento entre los rboles.

    Entonces lleg hasta ellas un crujido fuerte y extrao seguido por un chasquido agudo.

    Amalda seal un rbol cado. Fueron hasta l en silencio y lo observaron.

    Qu animal es? pregunt Amalda finalmente. Pynt se alz de hombros. Una liebre? intent Jenna. Mirad, nias. Escuchad. Vuestros odos son tan importantes como

    vuestros ojos. Habis odo ese alboroto chilln? Sonaba como esto. Alzando la cabeza, emiti un sonido agudo con la lengua contra el

    paladar. Las nias rieron con admiracin y entonces Amalda les ense a

    producir el sonido. Ambas lo intentaron y Pynt lo logr primero. se es el sonido que emite una ardilla dijo Amalda. Yo ya lo saba! dijo Jenna sorprendida; ahora que oa el nombre,

    descubri que en realidad ya lo haba sabido. Yo tambin! exclam Pynt. Entonces ahora sabemos que la ardilla nos observa y nos regaa por

    entrar en sus dominios. Amalda asinti con la cabeza y mir a su alrededor.

    Las nias hicieron lo mismo.

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  • En consecuencia, buscamos seales que nos indiquen los lugares favoritos de la ardilla. Volvi a sealar el rbol cado. Los tocones suelen gustarle especialmente.

    Observaron el tocn con sumo cuidado. Alrededor de la base haba una pila de pequeas pias y cscaras de nuez.

    La ardilla come aqu dijo Amalda. Ha dejado estas seales para nosotras, pero ella no lo sabe. Ahora ved si podis hallar sus pequeos escondites, ya que le encanta enterrar cosas.

    Las nias comenzaron a cavar en forma tan silenciosa como les permitan sus escasos siete aos de edad, y muy pronto ambas hallaron los pequeos tneles subterrneos. En el de Jenna haba una bellota oculta, pero el de Pynt slo tena las cortezas de las bellotas. Amalda las felicit por sus descubrimientos. Despus de ello les ense los rasguos ligeros en los rboles. Por all las ardillas suban y bajaban dejando unos pequeos montoncitos de pelo atrapados en el tronco. Con mano experta, Amalda extrajo los pelos y los coloc en su morral de cuero.

    Sada y Lina les encontrarn alguna utilidad con sus tejedoras les dijo.

    Las nias treparon a varios rboles ms y obtuvieron ms puados de pelo. Jenna hall un rbol marcado con rasguos ms grandes.

    Una ardilla? pregunt. Amalda le acarici la cabeza. Tienes buenos ojos le respondi, pero eso no es ninguna ardilla. Pynt sacudi la cabeza meciendo sus rizos oscuros. Demasiado grandes dijo con sagacidad. Demasiado profundos. Ambas nias susurraron juntas. Un zorro? Un mapache? agreg Jenna. Amalda sonri. Un puma les dijo. Con eso la leccin se dio por terminada, ya que todas conocan el peligro

    y, aunque Amalda no haba visto ninguna huella reciente y dudaba de que el puma anduviese por la zona, le pareci que la cautela era una buena virtud que ensear a las nias y las condujo de regreso a casa.

    En la mesa del almuerzo, cubierta con hogazas de pan fresco y cuencos de humeante guisado de ardilla, Amalda no pudo evitar alardear con las nias.

    Contadle a las hermanas lo que habis aprendido hoy les dijo. Que las flores de dedal pueden ser buenas dijo Pynt. O malas agreg Jenna. Para tu corazn o... Pynt se detuvo ya que no recordaba ms. O para tus lquidos continu Jenna y se sorprendi ante las risitas

    que circularon por la mesa.

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  • Y las ardillas suenan as. Pynt reprodujo el sonido y fue recompensada con un aplauso. Entonces sonri encantada, ya que tanto ella como Jenna haban practicado el sonido durante todo el camino de regreso.

    Jenna tambin aplaudi y luego sigui hablando ansiosa por ganarse su cuota de elogios.

    Encontramos la marca de un puma. Al ver que no haba aplausos, agreg: Fue un puma quien mat a mi primera madre.

    Hubo un repentino silencio en la mesa. La sacerdotisa se volvi hacia Amalda desde su lugar en la cabecera.

    Quin le ha contado a la nia esta... esta historia? Yo, no, madre dijo Amalda rpidamente. Ni yo. Ni yo. Alrededor de la mesa todas negaron haber sido las responsables. La sacerdotisa se puso de pie, con la voz grave de ira y autoridad. Esta nia nos pertenece a todas. No existe ninguna primera madre. Tampoco una segunda. Me habis comprendido? Aguard el ms

    completo silencio de las hermanas, lo tom por una aprobacin, gir sobre sus talones y se march.

    Despus de eso nadie habl durante varios minutos, aunque las nias continuaron comiendo ruidosamente, golpeando las cucharas contra los cuencos.

    Qu significa todo esto? pregunt Donya, asomndose por la puerta de la cocina.

    Significa que con la edad ha comenzado a perder la cordura murmur Catrona mientras se secaba el vino de la boca con el reverso

    de la mano. Siente calor aun en los das ms fros. Se mira en los espejos y ve el rostro de su madre.

    No puede lograr que una nia escoja el camino de ella agreg Domina, despus de intentarlo durante tantas primaveras. Tendremos que enviarla a otra Congregacin cuando muera.

    Jenna era la nica nia que no coma. Primero sinti calor en las mejillas y luego fro. Haba querido ganarse la atencin de las dems al decir lo que haba dicho, pero no de esta forma. Frot su sandalia contra la pata de la silla. El sonido suave, que slo ella alcanz a or, la confort.

    Shhh!dijo Amalda colocando una mano sobre el brazo de D