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MICHEL ANTOCHIW 63 III. De Veracruz a California

03. VIAJES a América

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Michel Antochiw 63 64 ViAjes A AMéricA de nicolás cArdonA 65 AGI. Filipinas 494. Citado por Calderón Quijano. 104 Desde este punto, el itinerario indicado en el Códice parece conducir a lo largo de la costa hasta Culiacán o mejor dicho hasta Sinaloa; sin embargo, los puntos descritos corresponden a veces al viaje de ida y otras veces al de regreso. Alessio Robles, Vito. Acapulco en la historia y en la leyenda. México. 1932. 105 106

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III. De Veracruz a California

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De Acapulco a Culiacán

Tras breve estancia en Veracruz, Cardona y su gente, car-gando equipajes e instrumentos, emprenden la larga marcha hasta la ciudad de México donde son informados del fallecimien-to de Francisco Basilio. En su lugar…

“quedó el dicho Nicolás de Cardona y con poderes de los asentistas,…a su cargo el dicho descubrimiento juntamente con el capitán Juan de Iturbe y el sar-gento Pedro Álvarez de Rosales…” (M)El hecho de que “con poderes de los asentistas” sus nuevos

socios serían Juan de Iturbe y Pedro Álvarez de Rosales, indica que en un convenio firmado en España entre los socios antes del inicio del viaje -convenio que desconocemos- estaban previstas estas situaciones y los nuevos socios formaban sin duda, parte de la expedición. Resueltos los problemas creados por esta nue-va situación, la caravana emprendió entonces su marcha hasta Acapulco.

Una vez instalados en el puerto (plano 30), Cardona y sus socios se dedicaron apresuradamente a “fabricar tres navíos” (M). A principios del año 1615, estaban listos para embarcar rumbo a la California cuando llegó la noticia de que cinco navíos holandeses, desde Chile, remontaban las costas americanas del Pacífico. Sonó la alarma y el Marqués de Guadalcazar, virrey de la Nueva España, ordenó al Sargento Mayor de Acapulco, Juan de Villena, tomar todas las providencias necesarias para defen-der el puerto contra la posible amenaza enemiga. Acapulco era todavía un lugar muy poco poblado. Se ignoran los orígenes de su poblamiento, aunque sabemos que de su puerto zarparon en 1532, la flota de Hurtado de Mendoza que se dirigía a California y en 1535, la que Cortés, con bastimentos, mandó a Pizarro, ocu-pado en la conquista del Perú.

Fue Andrés de Urdaneta quien escogió Acapulco como puerto de salida y llegada del Galeón de Manila y estableció así la primera ruta comercial entre Asia y América que dio origen

a la feria más popular e importante de la América colonial. En Acapulco se encontraban los productos traídos de todo el Extre-mo Oriente, los metales preciosos de América del Sur, productos de Europa y las muy diversas mercancías de la Nueva España. La importancia de la feria le mereció a Acapulco el título de Ciudad que le otorgó Felipe II. Sin embargo, los principios de libertad de comercio otorgados a América en 1778 y las disposiciones de José Basco y Vargas, gobernador de Filipinas, quien en 1779 dic-tó las nuevas medidas económicas,104 sellaron la suerte de Aca-pulco. Carlos III había tomado la decisión de liberar a Filipinas

104 AGI. Filipinas 494. Citado por Calderón Quijano.

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de su dependencia de la Nueva España, permitiendo una comu-nicación directa entre Manila y Cádiz. De este último puerto se autorizó la salida cada año de una fragata de guerra con produc-tos europeos para Asia, mientras que el comercio filipino podía hacer lo mismo con productos locales, de China y del Japón. La fragata Buen Consejo inauguró el primer contacto directo entre ambos puertos y la Asunción fue la última nave de la Armada, en 1783, en hacer el viaje. Con el patrocinio del rey, se crea por cédula de 10 de marzo de 1785, la Real Compañía de Filipinas a la que se concede el monopolio del comercio entre España y su colonia, con exclusión del tráfico directo con Acapulco. La última corrida de Manila al puerto mexicano ocurrió en 1811 y regresó de Acapulco en 1815. La decadencia del puerto fue rá-pida a pesar de que en 1799 Carlos IV, para apoyar y estimular al antiguo y veterano puerto que tantos servicios había prestado, le reconfirmó su título de Ciudad y otorgó a sus habitantes la can-celación del pago de la contribución de la media annata.

Las primeras medidas de defensa del puerto de Acapul-co parece haberlas tomado el virrey Marqués de Villamanrique cuando en 1587, ordenó a Diego de Velasco dirigirse al puerto con algunos soldados, en previsión de un ataque de Francis Drake. Ya en 1582, el virrey Conde de la Coruña había enviado a Felipe II una propuesta de fortificación del puerto que fue renovada por el virrey Luis de Velasco en 1593 y por el Conde de Monterrey en 1600.105 Nada sin embargo, se había hecho.

Cuando Cardona estaba por iniciar su viaje a California, el Sargento Mayor Juan de Villena le pidió encargarse de preparar las defensas debido a los escasos recursos humanos disponibles en el puerto. Con su gente, Cardona se dedicó a cavar trincheras y a levantar cercas mientras que treinta arcabuceros, pagados por él, se preparaban para repeler cualquier ataque. Durante dos meses y medio, la pequeña tropa estuvo esperando sin que las velas de las naves enemigas hicieran su aparición en el ho-rizonte. Finalmente, una tropa encabezada por el general Mel-chor Fernández de Córdoba, llegó para encargarse de la defensa y se dio a Cardona licencia para emprender el tan deseado viaje a la California.106

105 Alessio Robles, Vito. Acapulco en la historia y en la leyenda. México. 1932.106 Desde este punto, el itinerario indicado en el Códice parece conducir a lo

largo de la costa hasta Culiacán o mejor dicho hasta Sinaloa; sin embargo, los puntos descritos corresponden a veces al viaje de ida y otras veces al de regreso.

Remontando apresuradamente la costa de la Nueva Es-paña hacía el norte, la expedición pasó por Zihuatanejo (plano 31), lugar aparentemente despoblado pero con elementos para un buen puerto de abrigo.

La primera escala después de Zihuatanejo parece haber sido el Puerto de Navidad (plano 36), descubierto en 1535 por Juan Fernández de Hijar. Fue uno de los puertos más importan-tes en el Pacífico de la Nueva España antes del surgimiento de Acapulco. Debe su nombre a que, el 25 de diciembre de 1540, en él desembarcó el virrey Don Antonio de Mendoza con su arma-da. El 1º de noviembre de 1542, zarpó del puerto de Navidad la expedición al mando de Ruy López de Villalobos que bautizó con el nombre del monarca español las islas conocidas ahora como las Filipinas. También ordenada por el virrey Mendoza, la flota de otros dos navíos que habían pertenecido a Pedro de Alvarado, había zarpado, al mando de Juan Rodríguez Cabrillo, del puerto de Navidad, el 27 de junio de 1543, con rumbo a la California.

Para incorporar las Filipinas al imperio español, el virrey D. Luis de Velasco organizó otra expedición que puso al mando de Miguel López de Legazpi quien zarpó del puerto de Navidad en noviembre de 1564. Después de cumplir su propósito, éste mandó a Andrés de Urdaneta para que, buscando las corrientes favorables, encontrara la ruta de regreso a la Nueva España, co-nocida como el tornaviaje. A su regreso, Urdaneta tocó el puerto de Navidad en la nave San Pedro, el 1º de octubre de 1565. El puerto de Navidad fue así testigo de varios hechos notables de la historia de la navegación y de la geografía universal.

Siguiendo su derrotero, Cardona llegó a la Bahía de Ban-deras donde en marzo de 1527, el capitán español Francisco Cor-tés y su tropa se encontraron con las huestes indígenas armadas para la batalla y con numerosas banderas hechas de plumas de diversos colores. El combate no duró mucho y los españoles en-traron al pueblo de Tintoque que llamaron San Lázaro, dominan-do el valle de Banderas. No por eso los indígenas aceptaron la derrota ya que en 1532, el navío almiranta de la flota encomen-dada por Hernán Cortés a Diego Hurtado de Mendoza, al mando de Juan de Mazuela, al regresar amotinado a la Nueva España, se detuvo en la Bahía de Banderas donde, con excepción de dos, todos los tripulantes perecieron a manos de los indígenas.

Cardona precisa que el lugar ya no pertenece a la Nue-va España, o sea a los territorios de la jurisdicción de Hernán

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Cortés, sino a la Audiencia de Guadalajara, fundada por su ene-migo Nuño Beltrán de Guzmán. En este sitio abundan los recur-sos tales como “maderas para fabricar navíos y hacer brea, hay carpinteros, herreros”. Enumera también los pueblos y ciudades vecinas, tales como Compostela, Jalisco y Tepic, ubicados todos en el actual estado de Nayarit.107 Desde Bahía o Valle de Bande-ras (plano 37), la flotilla navega hasta las islas Marías...

“abundantes de magueyes para hacer jarcias [lechu-guilla]. Hay muchas quebradas en ellas en que se hallan granos de oro. Son despobladas de muy lindo temple.” (C)

Sin embargo, ante la imposibilidad de encontrar ostiales, las naves se dirigen a las costas de Sinaloa “a las islas de Mazatlán que son desviadas de la tierra firme un cuarto de legua.” (C)

El plano que muestra el recorrido está muy esquemati-zado: desde el río Chacala, límite entre los estados de Colima y Jalisco, se llega hasta una punta que corresponde al Cabo de Corrientes y, al otro extremo de la Bahía de Banderas, a la actual Punta de Mita. Entre ambas puntas, desemboca el río Ameca, límite entre Jalisco y Nayarit. Entre las Islas Marías y la costa, aparece una isla de San Andrés, que podría ser la de María Isabe-lita. Finalmente se muestra la bahía de Mazatlán en la que des-emboca el río Presidio. En la ribera derecha del río se encuentra el pueblo de los mulatos y en la otra ribera, la villa de San Sebas-tián. Frente a la bahía y de manera simplificada, se encuentran las islas “en la mayor de ellas hay una fuente de agua dulce y en todas, muchos venados y buen surgidero”. (C)

107 En la Crónica Miscelánea, Fray Antonio Tello relata un hecho curioso de la historia de la evangelización de los indígenas de Nayarit. Fray Miguel de Uranzú había fundado en el valle de Huajimic una misión donde “había en-señado… a los muchachos y muchachas de la doctrina, algunos cantares en vascuense…” Ver pág. 773 de la Crónica.

Bahía de Acapulco. Grabado de Carl Nebel.

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Mapa de la costa occidental de laNueva España. 1591. AGI. MP. México 518.

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Mapa de la Costa Occidental de la Nueva España.

De 1591 es este mapa que aquí se publica por primera vez y que representa la costa occidental de la Nueva España, desde Guatemala hasta la punta de la California. Esta costa forma un medio círculo al interior del cual están representadas las provincias mexicanas.

Los puntos cardinales están indicados con sus respectivos nombres y cerca del “Oriente” está el símbolo del sol. Las ciudades y los pueblos están indicados con dibujos de iglesias. Distribuidas en todo el mapa está una gran variedad de plantas y de animales, así como algunas escenas de cacería, indios armados caminando, un español a caballo, etc.

En la orilla del semicírculo, los puertos tienen la forma de enclaves al interior de los cuales aparecen las siguientes anotaciones:

- Guatimala. - Chacala. Aquí prendieron a… y a un portugués.- Çonçonate. Guatimala. - Matanchél. Sobre este… entraron y no surgieron.- Teuantepec. - Maçatlan. Chiametla.

- Guatulco. Aquí quemó el inglés el cacao. - Elota. Culiacán. No pueden surgir en estos- Acapulco.- Santiago. Aquí estuvo dos días la lancha - Naybito. Culiacán. tres puertos, navíos que reparándola.- Çalagua. - Dato. Culiacán. pidan las brazas que el inglés trae.- Puerto de la Navidad. Aquí surgió. México. - Río de Çinaloa. Vizcaya.- Ba. y. a. Chiamela. Galicia. - Ba.y.a de Çinaloa.- Cabo de Corrientes bajo. . (Un estrecho que separa Sinaloa de California.)- Playa de Banderas. - Punta de la California. Aquí se entiende que dará carena.

Aunque no existe referencia alguna a fecha, autor o evento que se quiere consignar, creemos que este mapa se refiere al paso del pirata inglés Thomas Cavendish quien, en 1587, después de asolar las costas de América del Sur, tomó y quemó Huatulco, en Oaxaca, y después de recorrer las costas de la Nueva España, llegó al Cabo San Lucas donde, el 17 de noviembre, capturó el galeón Santa Ana que llegaba de Manila y que traía a bordo a dos jóvenes japoneses. Este mapa habría sido dibujado antes de que se supie-ra la toma del galeón.

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Archivo General de Indias. MP.México. 518.

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Cardona agrega que en estas islas se escondió “Thomás Daquín, inglés, para dar carena a sus naos y tomar la nao San-ta Ana que venía de Filipinas, tan rica y poderosa”. Cardona se refiere al corsario Thomás Cavendish quien, poco después de la circunvalación del globo por Francis Drake entre 1577 y 1580, repitió la hazaña en 1586-1588 y capturó la nao Santa Ana al su-reste del Cabo San Lucas, cerca de las costas de California. Los tripulantes fueron desembarcados en el Cabo San Lucas y con los restos del galeón que los ingleses habían destruido, lograron fabricar una embarcación que los trajo a la Nueva España.

Prosiguiendo su viaje a lo largo de las costas del actual estado de Sinaloa, Cardona se dirige hacia Culiacán donde, se-gún la descripción existente en el Códice, encuentra tres barras (plano 38) que…

“distan la una de la otra ocho leguas; llámanse Gua-yabal, Dato y Nabito…entre la de Dato y Nabito, está una isla o banco de arena que tendrá una legua, bate la mar y levanta tan grandes tumbos campanados que de solo verlo da gran temor. Puédese pasar por entre él y la tierra firme con barcos pequeños, pero con más seguridad por de fuera.” (C)Aunque en el plano no representa población alguna, pre-

cisa en el Códice que Culiacán, -entiéndase Sinaloa- “es jurisdic-ción de la Nueva Vizcaya, poblada de españoles cuyos pueblos están tierra adentro a una y a dos leguas.” En las costas solo existían pequeños abrigos para las lanchas dedicadas “a las pes-querías de peje camarón y ostión que se lleva a México y otras partes.”(C)

Culiacán, como Veracruz, fue también una ciudad pere-grina. Fue fundada por Nuño de Guzmán en 1531. Fray Antonio Tello dice que Nuño de Guzmán…

“viendo la tierra de Culiacán tan poblada de gente, labró una fortaleza en el pueblo de Navito y fundó la villa de San Miguel.” 108

Prosiguiendo su conquista a lo largo de la costa…“los pueblos se le dieron de paz y con todo, se ejecuta-ron en ellos grandes crueldades, haciéndolos esclavos y quemándoles sus caseríos.”

108 Tello, Fray Antonio. Libro segundo de la Crónica Miscelánea..de la Santa Pro-vincia de Xalisco…Guadalajara. 1891. Reedición Editorial Porrúa. México. 1997: 135.

Nuño de Guzmán llegó al pueblo de Dato y al Ostial y subió río arriba hasta el pueblo de Culiacán, que se encomendó a si mismo, “el cual era de más de cinco mil vecinos y el mejor de estas provincias.” 109

En este punto, el mapa de Cardona no coincide con la descripción de Tello. El pueblo de Navito se encontraba en la desembocadura del actual río San Lorenzo o de los Remedios, indicado en el mapa de Cardona con la letra “D”. Cardona sitúa Dato al sureste de Navito mientras que Tello dice que Nuño de Guzmán, desde este punto, siguió la costa hacia el norte para llegar al poblado de Dato desde donde, remontando el río, llegó a Culiacán. Dato estaría en la ensenada del Pabellón, en el lugar o cerca del actual poblado de El Castillo, en la desembocadura del río de Culiacán. El mismo Nuño de Guzmán regresó en 1533 a San Miguel de Navito, donde sólo permanecían “menos de cin-cuenta vecinos” que los demás se habían ido “y pasó la villa de San Miguel a donde ahora está y se dice la villa de Culiacán, re-cogiendo los pocos vecinos que habían quedado en Navito.” 110

Desde Culiacán, “puédese atravesar desde este paraje a la California a cualquier tiempo del año.” (C)

En el Memorial sin embargo, resume todo este viaje di-ciendo que:

“con tres navíos y una lancha en que llevaba la gente de mar y guerra y muchos negros buzos, con que fue costeando la costa que hay desde Acapulco, que está en diez y siete grados, hasta llegar a las islas de Ma-zatlán, que están en veinte y tres grados y un tercio y de allí atravesó a tomar la tierra de la California en que tardó veinte y cuatro horas, hasta dar fondo en ella…” (M).Así, la vuelta que dio, según el Códice, hasta Culiacán, no

fue más que para buscar algún ostial y, sin resultados positivos, desde Mazatlán emprendió la travesía y desembarcó en el puerto de La Paz (plano 39), posiblemente en el mismo lugar donde Cortés, en 1535, le había dado el nombre de Tierra de Santa Cruz y…

“con dos padres de la orden de San Francisco que llevaba, y con sus soldados, y en nombre de Dios

109 Idem. Pág. 145. 110 Idem, Pág. 146-147.

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Nuestro Señor y de V.M., plantó la cruz santísima de nuestra redención y tomó posesión de la tierra por fe de escribano, en la forma que se acostumbra en tales descubrimientos… “(M)Su recorrido por el golfo de California está ampliamente

descrito en el Códice, en un documentos anexo que Cardona lla-mó Relación, cuya transcripción completa ofrecemos adelante.

California: del mito a la realidad

Aunque Fernando de Magallanes había logrado alcanzar el Pacífico y dar la vuelta al mundo,111 el estrecho por él descubierto en 1520, no cubría las expectativas de un viaje rápido y cómodo a las Indias orientales desde Europa como lo había pensado Colón. La búsqueda de un paso o estrecho que comunicara el Atlántico con el Pacífico continuaría todavía por mucho tiempo y el mito del estrecho de Anián, introducido posiblemente por Marco Polo, seguiría obsesionando a muchos navegantes y cartógrafos.

Terminada la conquista de México, Cortés quiso saber dónde quedaba “la mar del Sur” descubierta por Vasco Núñez de Balboa en 1513, cuando cruzó Panamá. Para ello, Cortés des-pachó a principios de 1522, a dos españoles rumbo a Zacatula y a otros dos a Tehuantepec.112 Con la información obtenida, mandó para más seguridad a uno de sus hombres de confianza, Gonzalo de Sandoval, quien le relató, como lo transcribe el propio Cortés en su Cuarta Carta de Relación de 15 de octubre de 1524, que:

“…se trajo relación de los señores de la provincia de Cihuatán, que se afirman mucho haber una isla po-blada de mujeres, sin varón alguno, y que en ciertos tiempos van de la tierra firme hombres, con los cua-les han acceso, y las que quedan preñadas, si paren mujeres, las guardan, y si hombres, les echan de su

111 Magallanes murió en las Filipinas y Elcano tomo el mando de la única nave que concluyó el periplo en 1522.

112 En la Tercera Carta de Relación, Cortés informa al emperador de este hecho. Véase también Cervantes de Salazar, Francisco. Crónica de la Nueva Espa-ña. Edit. Porrúa. 1985: 813. Para la historia de los viajes a California, véase el excelente trabajo de Miguel León-Portilla, Cartografía y Crónicas de la Antigua California. UNAM. México.2001.

Portada de la edición de Zaragoza, 1687, delas Sergas de Esplandián de Garci Ordóñezde Montalvo. Tomado de M. León-Portilla. 2001.

compañía; y que esta isla está diez jornadas de esta provincia, y que muchos de ellos han ido allá y la han visto. Dícenme asimismo que es muy rica de per-las y oro…” 113

Sin perder tiempo, Cortés mandó fabricar en Zacatula, dos navíos para buscar el paso entre los océanos a la vez que la mítica Cihuatán-California.

Los libros de Caballerías fueron para los lectores de su época, en particular para los hombres de armas que durante tanto tiempo protagonizaron las luchas en la península ibérica, no solo el único pasatiempo literario, sino también la expresión mítica de la grandeza de su vocación y el símbolo romántico que

113 Cortés. H. idem. Pág. 213. También en Miguel León-Portilla. Op. Cit. Pág. 37. Este último agrega que Cihuatán significa en nahuatl Lugar de Mujeres.

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Mapa de Sebastián Münster, 1540, en el que todavía no aparece la California. Un estrecho comunica por el norte a ambos océanos. Zipango o Japón se encuentra cerca de las costas americanas.

114 El origen de los libros de Amadis de Gaula se remonta al siglo XIV, sin em-bargo Garci Ordóñez de Montalvo le agregó el Quinto libro que relata la historia de Esplandián, hijo de Amadis. Poco después, un escritor andaluz agregó un Sexto libro, con la historia de Florisando, hijo de Florestán de Cerdeña y sobrino de Amadis. Todavía en 1526 en Sevilla, salió un Séptimo, en realidad continuación del Quinto, que trata de la historia de Lisuarte de Grecia, hijo de Esplandián y de Perión de Gaula, hijo de Amadis. Las aportaciones siguieron hasta el libro XII y tuvieron continuadores en Italia y Portugal, formando los libros XIII y XIV. Ver el Discurso preliminar de Pascual de Gayangos al Libro de Caballerías, de la Biblioteca de Autores Españoles, Madrid. 1857.

115 Para un completo panorama de los viajes a California, consultar la ya men-cionada obra del doctor Miguel León-Portilla.

disfrazaba la brutalidad de sus quehaceres. La figura heroica del caballero con sus reglas y su conducta, alcanzaba su mayor grandeza en el mito y el sueño.

Como toda literatura, los libros de Caballerías reflejaban los hechos y modas de sus épocas y los libros de viajes no queda-ban al margen. Los viajes de Marco Polo y otros viajeros no deja-ron de influir en las Sergas de Esplandián que García Ordóñez de Montalvo incorporó como quinto libro de las Crónicas de Amadis de Gaula. Así, en el Capítulo CLVII declara que:

“Sabed que a la diestra mano de las Indias hubo una isla, llamada California…”La “diestra mano de las Indias” era el oriente de éstas, o

sea al poniente de América. Prosiguiendo el relato dice:“…la cual [isla de California] fue poblada de muje-res negras, sin que algún varón entre ellas hubiese, que casi como las amazonas era su estilo de vivir…la ínsula en sí la más fuerte de riscos y bravas peñas

que en el mundo se hallaba, las sus armas eran todas de oro, y también las guarniciones de las bestias fie-ras…, que en toda la isla no había otro metal algu-no… y algunas veces que tenían paces con sus con-trarios…había ayuntamientos carnales, de donde se seguía quedar muchas dellas preñadas, y si parían hembra, guardábanla, y si parían varón, luego era muerto…Reinaba en aquella isla California una rei-na muy grande de cuerpo, muy hermosa para entre ellos…llamada Calafia…” 114

Así, en la mente de los caballeros de la conquista, la rea-lidad y la leyenda se traslapaban y el mito de Esplandián tomó cuerpo en América.

Cortés, después de ocuparse de otros asuntos, volvió a sus preocupaciones originales y mandó construir otros barcos para sustituir a los que se habían quemado en Zacatula. Sin embar-go, por circunstancias ajenas a su voluntad, tuvo que mandar en 1527, sus tres naves a las Molucas, al mando de Álvaro de Saavedra Cerón.

Después de su regreso de España, donde recibió el título de Marqués del Valle de Oaxaca, se dedicó de lleno a sus empre-sas en la Mar del Sur, preparando posiblemente otra conquista. Cuatro fueron las expediciones que mandó a Cihuatán-Califor-nia. 115

La primera, al mando de Diego Hurtado de Mendoza, zar-pó del puerto de Acapulco en 1532. Se componía de dos naves, la San Marcos y la San Miguel. La nave en la que iba Hurtado de Mendoza se perdió en el mar y la otra, sublevada, llegó de regre-so a Bahía de Banderas donde sus tripulantes fueron masacrados como se dijo antes. Esta expedición descubrió las Islas Marías.

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La segunda expedición al mando de Diego Becerra y de Hernando de Grijalva, zarpó del puerto de Santiago, hoy Manza-nillo, el 30 de octubre de 1533. Cortés, desde noviembre de 1532, había supervisado personalmente la fabricación de las dos naves, la Concepción, al mando de Becerra y la San Lázaro. Las naves se separaron desde que zarparon y el piloto de la Concepción, llamado Fortún Jiménez, asesinó a Becerra pero murió poco des-pués a manos de los indígenas de California. En el otro barco, Hernando de Grijalva, navegando al poniente, descubrió la isla Socorro, en las Revillagigedo, a la que llamó Santo Tomás, y re-gresó a Acapulco.

Cansado de tantos fracasos, el mismo Cortés participó en la tercera expedición. Zarpó del puerto de Chametla en el actual estado de Sinaloa, en abril de 1535 y tomó posesión de la Tierra de Santa Cruz, en la Bahía de la Paz, el 3 de mayo. Cortés dibujó o mandó dibujar el primer mapa en el que se indica esta Tierra de Santa Cruz, la Isla de Santiago, hoy Cerralvo, y Perlas, hoy Espíritu Santo, así como la sierra de San Felipe.

El 14 de noviembre de ese mismo año de 1535, llegaba a Veracruz el primer virrey de la Nueva España, D. Antonio de Mendoza, que por su interés personal en la California, resultaría ser un poderoso competidor de Cortés a quien, de cierto modo, obligó a organizar apresuradamente un último viaje a la penín-sula.

Este cuarto y último viaje ordenado por Cortés, fue encar-gado en 1539 a Francisco de Ulloa. Las naves Santa Águeda, la Trinidad y la Santo Tomás zarparon de Acapulco y navegando a los largo de las costas de Sinaloa y Sonora, recorrieron todo el mar de Cortés o Bermejo hasta la desembocadura del Colora-do, llamando Ancón de San Andrés al extremo septentrional del golfo. Navegando de regreso a lo largo de las costas de la Cali-fornia, contornaron el cabo de San Lucas y virando al norte por la costa del Pacífico, alcanzaron la isla de Cedros en los 28º de latitud antes de regresar a la Nueva España, demostrando así la peninsularidad de la Tierra de Santa Cruz, sin llamarla todavía California.116

116 El primer mapa impreso que lleva la palabra California es el Americae sive quartae Orbis Partis Nova et Exactísima Descriptio, dibujado por Diego Gutiérrez, grabado por Hieronymus Cock, e impreso en 1562.

Multitud de personajes protagonizaron hechos curiosos durante la exploración y conquista del Nuevo Mundo. Cuando participaba en la sangrienta conquista de Cuba al lado de Diego Velásquez, Pánfilo de Narváez fue enviado por éste en persecu-ción de Hernán Cortés quien lo venció e hizo prisionero en Zem-poala. Puesto en libertad, fue a España donde obtuvo el nom-bramiento de adelantado de la Florida. Naufragó cerca de las costas de esta península y desapareció en el mar tratando de lle-gar a México en 1528. De la expedición de Narváez a la Florida, solo cuatro hombres lograron sobrevivir y ocho años después, en 1536, habiendo cruzado todo el continente de oriente a poniente, llegaron a la villa de San Miguel de Culiacán donde fueron soco-rridos por los españoles. El virrey Mendoza, deseando reforzar la presencia española en el norte de la Nueva España, utilizó los servicios de los antiguos colaboradores de Nuño de Guzmán, como Cristóbal de Oñate, padre del futuro conquistador de Nuevo México, y de Francisco Vázquez de Coronado, quien se encargó de aplastar una sublevación indígena en Sinaloa y mandar, por instrucción del virrey, una partida de exploración en las vastas extensiones del norte en la que participó el negro Estebanico, uno de los cuatro sobrevivientes de la expedición de Narváez. Otro de los participantes fue el franciscano Fray Marcos de Niza. Estebanico fue muerto por los indígenas pero Fray Marcos de Niza, a su regreso en septiembre de 1539, relató al virrey haber visto las siete Ciudades de Oro.117

Vázquez de Coronado fue encargado por el virrey de or-ganizar una partida para visitar las Ciudades de Oro, cruzar el río visto por Ulloa, o sea el Colorado, y reconocer la tierra tan rica en perlas y oro que visitó Cortés. Coronado emprendió su marcha en marzo de 1540 y poco después, de Acapulco zarparon las naves a cargo de Hernando de Alarcón, con instrucción de costear para prestar, en caso de necesidad, auxilio a Coronado. Éste llegó hasta las aldeas de los indios pueblo, en Nuevo México y, como comenta el cronista Pedro Castañeda de Nájera…

“…como vieron el primer pueblo que fue Cíbola, fue-ron tantas las maldiciones que algunos echaron a Fray Marcos cuales Dios no permita le comprendan.

117 En su enumeración, el fantasioso fraile nombró las ciudades cuyos nombres se conservaron en la cartografía: Cíbola, Quivira, Totonteac, Tiguex y Tu-sayán.

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El [Cíbola] es un pueblo pequeño, arisco, y apretu-jado que de lejos, hay estancias en la Nueva España, que tienen mejor apariencia.” 118

Melchor Díaz, quien fuera alcalde de la villa de San Mi-guel de Culiacán, fue encargado por Coronado de reconocer el río que el año anterior había descubierto Francisco de Ulloa, mientras Coronado seguiría su recorrido hasta Quivira, en lo que actualmente es Kansas.

Alarcón por su parte, llegó hasta la desembocadura del Colorado que remontó en canoa en dos ocasiones, hasta su con-fluencia con el Gila. Sin noticias de Coronado, regresó a la Nue-va España. Melchor Díaz, desde Cíbola, llegó, después de cruzar unos seiscientos kilómetros de sierras y de desiertos, a las ribe-ras del Colorado donde encontró un mensaje de Alarcón. Cruzó el caudaloso río y caminó hasta el valle de Mexicali. Melchor Díaz falleció en enero de 1541, cerca de Sonoíta, en Sonora. Pro-tagonizó el primer paso por tierra a la California, anticipándose así por muchos años, al padre Eusebio Francisco Kino, y confir-mando una vez más que la California era península.

En Guatemala, Pedro de Alvarado, provisto de capitu-laciones que le permitían descubrir en la Mar del Sur, fabricó doce navíos y zarpó en junio de 1540, rumbo a Manzanillo, con la intención de entrevistarse con el virrey Mendoza. Puestos de acuerdo para repartirse las ganancias, Alvarado estaba listo para iniciar su empresa cuando estalló una violenta sublevación indígena en Nueva Galicia. Alvarado y sus hombres acudieron para sofocarla, pero tuvieron que retirarse precipitadamente y durante la marcha, Alvarado sufrió un accidente que le costó la vida. Para sustituirlo, Mendoza nombró a Juan Rodríguez Cabri-llo quien, con dos navíos, el San Salvador y la Victoria, zarpó en junio de 1542 del puerto de Navidad, tocó la California y remontó el litoral del Pacífico hasta cerca de los 42º de latitud, regresando el 14 de abril de 1543.

Nada importante ocurrió durante algunos años hasta que Andrés de Urdaneta lograra en 1565, encontrar el camino de re-greso o tornaviaje desde Manila hasta la Nueva España, cayendo un poco en el olvido la búsqueda del paso entre los dos océanos.

118 Citado por Miguel León-Portilla. Op. Cit. Pág. 63.

Fray Andrés de Urdaneta encontró las corrientes marinas que permitieron la navegación de Filipinas a México. Museo del Escorial.

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El interés por descubrir el mítico estrecho de Anián rena-ció cuando se supo que Francis Drake, que acababa de saquear el puerto de Guatulco en Oaxaca en 1579 y había tomado posesión a nombre de Inglaterra de la alta California llamándola Nueva Albión, pensaba regresar a Europa navegando por el estrecho de Anián. Dos capitanes fueron encargados, navegando desde Fili-pinas, de buscar tan al norte como les fuera posible, el supuesto estrecho. El primero fue Francisco Gali, que salió de Acapulco en marzo de 1585 y cuyo viaje concluyó Pedro de Unamuno. El otro fue Sebastián Rodríguez Cermeño, quien salió de Manila a mediados de 1596. Ambos fracasaron, obviamente.

El oro y la plata fueron los metales que todos los conquis-tadores buscaban y por los que muchos sacrificaron tanto a sus prójimos como a sí mismos. Sin embargo, hubo productos más valiosos todavía, más valiosos que las piedras preciosas como la esmeralda por ejemplo, que se extraía con abundancia en Co-lombia y que era utilizada para adornar algunas joyas y objetos religiosos generalmente bajo forma de cabuchones. Este pro-ducto tan escaso y tan buscado, que motivó el viaje a América de Cardona, era la perla que, en la Recopilación de las Indias de Antonio de León Pinelo, mereció el Título décimo octavo, con cincuenta y dos cédulas anteriores a mediados del siglo XVII.

En 1613, Tomás Cardona firmó con el rey la capitulación que le permitía establecer pesquerías de ostras. Sin embargo, no se dieron condiciones favorables en el Caribe ni en el Golfo de México, por lo que Nicolás Cardona tuvo que buscar a lo largo de la costa del Pacífico.

California, cuyas riquezas no habían sido reconocidas to-davía, había sido ya visitada por pescadores y otros pequeños na-vegantes que, además de metales preciosos difíciles de extraer, habían obtenido mediante contactos con los nativos, algunas perlas.119 La noticia llegó pronto a las autoridades que tomaron medidas para impedir la extracción furtiva de las mismas y no fue sino hasta 1585, cuando se otorgó la primera licencia para su explotación a un tal Hernando de Santotis y asociados. Otro in-

Retrato de Antonio de Mendoza, primer virreyde la Nueva España. Anónimo. Museo Nacionalde Historia. México.

dividuo, Sebastián Vizcaíno, formó una sociedad y logró en 1594, firmar un convenio con el virrey Luis de Velasco, que lo autori-zaba a establecer sus pesquerías. Un año después, Vizcaíno con-venció al virrey de fundar un establecimiento permanente en el sur de la California que facilitaría la exploración de las costas de la península, prestaría auxilios a los galeones que desde Manila llegaban penosamente a las costas americanas y permitiría la evangelización de los nativos así como la creación de pesquerías de perlas, aunque no obligatoriamente en este orden. El virrey apoyó el proyecto y hasta otorgó alguna ayuda económica.

La primera expedición de Vizcaíno, realizada en 1596, no pudo ir más allá de un simple recorrido por el golfo de Cortés, demostrando que cualquier proyecto en esta región, tendría que

119 Comenta el padre Miguel Venegas que varios vecinos de Culiacán y Chiame-tla acudían en pequeñas embarcaciones a la costa de California en busca de perlas… Que algunos de esos exploradores se hicieron ricos y “entre ellos hay singular memoria de un Antonio del Castillo, vecino de Chiame-tla…” Venegas, Miguel. S.J. Noticias de la California… México. Tomo I. 1953: 151.

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vencer grandes obstáculos que las condiciones existentes en-tonces no podían superar. Como otros viajeros lo habían hecho antes, Vizcaíno, al desembarcar, tomó posesión de la California a nombre de España como si fuera la primera vez.

La alerta constante debida a la presencia de corsarios enemigos en las costas del Pacífico, motivó en 1598 una improvi-sada salida de Vizcaíno hasta cabo San Lucas. Dos años después llegó a Acapulco Juan de Velasco, sobrino del virrey del Perú, en persecución del holandés Olivier van Noort quien, discretamen-te desde las costas de Nicoya, había tomado el rumbo de las Mo-lucas. Velasco navegó inútilmente hasta California y de regreso su nave se perdió en el mar. Van Noort fue el primer holandés en dar la vuelta al mundo entre 1598 y 1601.

Por fin, en mayo de 1602, Vizcaíno se lanzó en su tercera expedición a California con orden del virrey de hacer levanta-mientos de todos los puertos existentes desde el cabo San Lucas hasta el cabo Mendocino. Formando parte de la expedición, ha-bía cuatro frailes, uno de los cuales, Fray Antonio de la Ascensión, desempeñaría un extraño papel como se verá más adelante.

Vizcaíno llegó hasta el cabo Mendocino y prosiguió hasta el cabo Blanco, en los 43º, antes de emprender su regreso, para presentar personalmente su informe al virrey el 18 de marzo de 1603. Con los levantamientos hechos por Jerónimo Martín Pala-cios, el renombrado Enrico Martínez dibujó treinta y seis planos de puertos desde el de la Navidad hasta el cabo Mendocino.

Al nuevo virrey, Marqués de Montesclaros, no debió agra-darle la presencia de quien fuera uno de los favoritos y socio de sus antecesores D. Luis de Velasco y del Conde de Monterrey, por lo que le canceló a Vizcaíno su título de General de las flotas de Filipinas. En compensación se le concedió el título de Alcalde mayor de Tehuantepec. Vizcaíno fue a España y obtuvo del rey el encargo de ir al Japón con el título de embajador. Inició su viaje en 1611 y regresó a la Nueva España en 1614, en un barco japo-nés cuya misión puede considerarse como la primera embajada nipona en México y en España. Vizcaíno estableció entonces su residencia en Sayula, en el actual estado de Jalisco.

En 1609, Rodrigo de Vivero y Velasco, gobernador de Fi-lipinas, naufragó en las costas del Japón. Los 370 náufragos fueron auxiliados por los japoneses y Vivero se entrevistó con el Shogún Tokugawa Ieyasu con quien acordó fomentar intercam-bios comerciales y técnicos entre ambos países. El propio Ieyasu

solicitó además, el envío de mineros especializados en la extrac-ción de la plata y pilotos para modernizar su navegación.

Vivero, con algunos japoneses, zarpó del puerto de Uraga hacia Acapulco en el San Buenaventura, construido en Japón con la asesoría del inglés William Adams. El virrey de la Nueva España, Luis de Velasco, Marqués de Salinas, recibió a Rodrigo de Vivero y a los japoneses y acordó mandar al Japón una misión de agradecimiento por la hospitalidad brindada a Vivero y pagar las deudas que éste había adquirido, así como el costo del San Buenaventura.

Encabezando esta misión, Vizcaíno salió de Acapulco el 22 de marzo de 1611 y llegó a Uraga el 10 de junio. Llevaba varios regalos a Ieyasu, entre otros un reloj hecho en Madrid en 1581, el primero que llegó al Japón y que se encuentra todavía como parte del tesoro del templo Toshogu, del monte Kuno.

La primera misión diplomática japonesa a Europa fue organizada por tres daimyos, o señores feudales de la isla de Kyushu, dirigida a Portugal y Roma. Un franciscano, Fray Luis Sotelo, aconsejó al daimyo Masumune Date, Rey de Voxú en el norte del Japón, mandar una embajada a la Nueva España, a Ma-drid y a Roma. Tres franciscanos y 180 japoneses, encabezados por Rokuyemon Tsunenaga Hasekura, zarparon con Vizcaíno el 28 de octubre de 1613 del puerto de Tsukino-Ura en el Mutsu-maru, bautizado San Juan Bautista, y llegaron a Acapulco el 25 de enero de 1614. En la ciudad de México fueron recibidos por el virrey Diego Fernández de Córdoba, ante quien el embajador rei-teró las demandas hechas antes. 78 japoneses fueron bautizados entonces, en la iglesia de San Francisco de México.

Hasekura y treinta de sus acompañantes zarparon de Ve-racruz el 10 de junio de 1614 y después de breve escala en la Habana, llegaron a Sanlúcar de Barameda el 5 de octubre. El embajador acompañado del padre Sotelo y de la comitiva, pro-siguieron su marcha por Coria y Sevilla a donde llegaron el 23 de octubre. Siguieron a Córdoba y Toledo hasta llegar a Madrid el 20 de diciembre donde Hasekura fue bautizado el 17 de fe-brero de 1615 con el nombre de Felipe Francisco. Después de larga estancia en la corte de Madrid, el embajador se dirigió a Roma, donde el 3 de noviembre fue recibido por el Papa Paulo V y, embarcándose en Génova, regresó a Sevilla. La salida se de-moró por varias razones hasta el 4 de julio de 1617, con un total de 19 acompañantes. Los demás se quedaron en Coria, donde

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fundaron la primera colonia nipona en España. Regresaron a la Nueva España y en Acapulco fueron recibidos por sus conciuda-danos, algunos de los cuales se habían casado y formaban fami-lias mexicanas. Sotelo y Hasekura zarparon de Acapulco en abril de 1618 con destino a Manila, pero la política japonesa hacia los extranjeros había cambiado y se iniciaba un largo periodo de ais-

lamiento.120 Sotelo volvió disfrazado al Japón en 1622, donde fue apresado y quemado vivo en Amura, en 1624. Fue beatificado en 1867 por el Papa Pío IX. Recordando esta embajada, existe en la ciudad de Coria una estatua que representa a Hasekura, vestido a la usanza de su país, con su tradicional catana en la cintura.

El Victoria, barco de Magallanes. Arriba: retratos de Magallanes y de Elcano. Abajo: retratos de Francis Drake y de Olivier van Noort, el primer inglés y el primer holandés que dieron la vuelta al mundo. De Celsius: Kurtze Warhofflige. Nuremberg. 1603.

120 Para más información, consultar la página web de la Embajada del Japón en México. http://www.mx.emb-japan.go.jp/sp/mexico-japon.htm y htta://www.coriadelrio.es/apelljap.htm.

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Itinerario de Francis Drakea la Californiaque llamó Nueva Albión. Mapa de JodocusHondius. Londres. 1589.

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El largo regreso a Acapulco

Después de recorrer ambas costas del Golfo de California, Cardona se detuvo en la desembocadura del río Mayo donde su socio, el capitán Juan de Iturbe, se quedó con la almiranta y otra nave para pasar el invierno y reabastecerse antes de regresar al mar de Cortés, mientras que él, con la nave capitana, se dirigió rumbo al sur, con la intención de llegar a Acapulco.

Iturbe hizo lo convenido y el capitán Juan Matheo Mange nos dice que:

“entró a la California, en el viaje le salieron los corsa-rios ingleses de la Ciudad de Picil, con quien peleó y por ser de más poder, gentío, armas y vasos, le gana-ron un navío y con el otro reconoció el brazo de mar hasta 30 grados en que buceó muchas perlas…” 121

El padre Venegas agrega que Iturbe llegó hasta el extremo del mar Bermejo…

“donde observó que se iban estrechando y uniendo las dos costas de Sinaloa y California…”pero por falta de provisiones, tuvo que navegar hacia el

sur y hubieran perecido todos…“si no hubiera tenido la fortuna de encontrar, casi de milagro, socorro en el pueblo de Ahome.” 122

Algo más relata otro jesuita, el padre Andrés Pérez de Ri-bas, quien entonces estaba a cargo de la misión de Ahome:

“corrió por este tiempo voz entre los indios, diciendo veían por la mar y a mucha distancia de tierra, una casa o teopa (nombre que dan a sus jacales)…Estan-do yo en la casa del pueblo de Ahome, descuidado, se entraron por ella dos españoles… llegaron tales que les faltaba poco para desfallecer de hambre.” 123

El padre Pérez de Ribas alimentó a Iturbe y sus hombres y organizó con los indígenas el aprovisionamiento del navío que

121 Juan Matheo Mange. Luz de tierra incógnita en la América Septentrional y Diario de las exploraciones en Sonora. AGN. México. 1926: 135. Mange acompañó al padre Kino en dos de sus entradas al Colorado.

122 Miguel Venegas. S:J: Noticia de la California…México. 1953. Tomo I: 150.123 Andrés Pérez de Ribas. S.J. Triunfo de nuestra Santa Fe entre gentes las más

bárbaras y fieras del Nuevo Orbe. México. 1944 Tomo I: 298.

estaba anclado a cierta distancia de la costa. Desde el pueblo, caminaron hasta el mar y en canoas llegaron al barco…

“y entrando en él los indios, quedaban pasmados de ver cosa tan nueva, nunca vista ni pensada por ellos… Dos o tres días se detuvo el navío en aquel puerto y en ellos no cesaban tropas de indios de ir y venir a verlo, llevando bastimento de las semillas que tenían y rescatando con ellas alguna ropa de los españoles. Pasados estos días, partió con su navío el capitán Iturbi [sic] la vuelta del río de la villa [de San Miguel de Culiacán) donde dio fondo y avisó de su llegada al capitán Diego Martínez de Hurdai-de…” 124

El capitán Bartolomé Juárez de Villalba le embargó la fragata almiranta y con soldados a bordo, se dirigieron a Cali-fornia.125

Mange prosigue diciendo que desde Sinaloa Iturbe se diri-gió a la costa pacífica de California…

“hasta la altura de 32 grados, donde se encontró con la nao de China que así por la orden que tenía como porque no peligrase, la convoyó hasta el puerto de Acapulco donde entró a salvo y desembarcó, cuya orden le dio el señor virrey Marqués de Guadalcázar [Diego Fernández de Córdoba] con que se frustró el resto del descubrimiento.” 126

Sin embargo, en el Memorial se agrega que:“… la dicha fragata almiranta, a causa de lo mucho que resistió de temporales, llegó destrozada y abierta al dicho puerto de Acapulco.”Después de desembarcar en Acapulco, cuenta Venegas

que Iturbe…“desde este puerto pasó a México, llenando aquella ciudad de fama de las perlas que traía. Eran éstas en gran número, aunque tostadas las más porque los indios echaban al fuego las conchas,… para asar y comer la carne de los ostiones. Otras trajo grandes sin daño, que logró en el buceo, y una de tan finos

124 Andrés Pérez de Ribas. Op. Cit. pág. 300.125 Información contenida en el Memorial.126 Juan Matheo Mange. Op. Cit. Pág.135.

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quilates que por solo ella pagó de quinto novecientos pesos al Rey.” 127

Si pagó de quinto novecientos pesos, la perla habría sido tasada en 4.500 pesos. Iturbe no se quedó mucho tiempo en la ciudad de México, regresó a Acapulco y…

“… habiendo hecho otro barcón grande y matalotaje, con él y su navío volvió a correr el brazo de Califor-nia y hacer nuevas pesquerías de perlas.” 128

Cardona por su parte, salió de la desembocadura del río Mayo y navegó a lo largo de la costa, rumbo a Acapulco, para in-formar de sus descubrimientos al virrey. Después de contornar el cabo de Corrientes y el puerto de Manzanillo, pasó frente a los cerros de los Motines (plano 32) así nombrados por las su-blevaciones indígenas que ocurrieron en esta región en 1526-1528 y en1530-1532, debidas a los abusos cometidos por Nuño de Guzmán y por los dueños de las minas donde los indígenas eran obligados a trabajar.

La navegación era tranquila y el clima agradable, aunque por falta de vientos el avance era muy lento. Esta costa es roco-sa y el mar, frecuentemente picado, dificulta los desembarques. Las corrientes y los vientos que a veces soplan en ráfagas, hacen peligrar la navegación costera como había ocurrido poco antes cuando una nave que venía del Perú se perdió, aunque parte de la plata que traía a bordo pudo recuperarse.

La fragata se acercaba despacio a la desembocadura del río de Zacatula (plano 34) también llamado río Balsas, cuando, al contornar un promontorio, se encontró frente a cinco galeones holandeses del general Joris van Spilbergen. Cardona relata:

“Reconocí que era la armada que se había dicho, en-tró por el estrecho de Magallanes y por no haber vien-to para mudar derrota, quise varar el navío en tierra y no pude porque el enemigo echó cinco lanchas con veinte mosqueteros cada una, que a fuerza de remos y balazos, vencieron mis diligencias.”La sorpresa fue total para tripulantes y pasajeros despre-

venidos y Cardona comenta:“… fueme fuerza salir en la chalupa con algunas personas y otras que se echaron a nado y encima de

127 Miguel Venegas. Op. Cit. I: 150.128 Andrés Pérez de Ribas. Op. Cit. I : 300.

una balsa… Con la gente que [se] salvó y salió a tie-rra con harto trabajo y maltratados de los golpes de la mar…”Todo se había perdido, las perlas obtenidas con tantos es-

fuerzos, las muestras de minerales, los aparatos de buceo, las herramientas y los repuestos, así como los costosos aparatos de navegación y el navío San Francisco en el que habían perma-necido “algunos negros y marineros”. Pero lo más importante, que tendría efectos insospechables, eran los papeles, bitácoras y mapas de navegación.

En la versión de Spilbergen,129 el viaje desde Acapulco hasta la desembocadura del río Balsas, tardó del 18 al 25 de oc-tubre debido a una prolongada calma, confirmando lo dicho por Cardona. En la tarde del 25, vieron el barco español inmovilizado por la falta de viento. Al día siguiente, Spilbergen mandó cuatro botes con hombres armados para apresarlo. Cuando vieron acer-carse a los atacantes, algunos de los tripulantes cortaron palos y maderas para huir en la balsa improvisada. Cardona dice que se salvó en la chalupa que Spilbergen no vio, a sea que al acercarse el enemigo huyó, abandonando su nave y a sus tripulantes. En la balsa escaparon doce, pero once más que quedaron a bordo, después de realizar algunos disparos de mosquete, fueron captu-rados. Entre ellos estaban los dos frailes franciscanos y el piloto. Pocas noticias hemos podido conseguir sobre estos prisioneros. En Manila, los holandeses ofrecen cambiar prisioneros españo-les, chinos, japoneses y un indígena americano por prisioneros holandeses, sin embargo el cambio no se efectuó. El piloto espa-ñol, que conocía las islas Filipinas, dirigió el barco de Spilbergen entre Manila y Mindanao. Finalmente, en Malasia el 18 de mayo de 1616, fueron cambiados siete holandeses por uno de los mon-jes, el piloto y 2 españoles del barco de Cardona, y un español capturado en Manila. De los negros no se pudo averiguar nada aunque su suerte no deja dudas. También en Malasia se unió a la flota un holandés casado con una española.

Pocas cosas encontraron los holandeses a bordo del San Francisco. Las provisiones fueron repartidas entre todos. Según

129 The East and West Indian Mirror. Being an account of Joris van Speilbergen´s voyage round the world. (1614-1617). London. Printed for the Hakluyt So-ciety. 1906. La ortografía del nombre del autor, según su firma tal como aparece en la edición de 1619 de su Diario, debe ser “Speilbergen”.

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el holandés, Cardona no había encontrado las perlas que había ido a buscar. El barco estaba armado con cuatro cañones de bronce y dos pequeños morteros, garfios y varias otras armas y municiones por lo que “parecía haber sido equipado más para la guerra que para la pesca.” El día siguiente, el contramaestre del barco Maen y 22 hombres, entre marinos y soldados, subieron a bordo y el San Francisco se unió a la flota holandesa.

Apenas en tierra, los sobrevivientes del San Francisco buscaron acercarse a los españoles que se encontraban enton-ces en Salagua, en la bahía de Manzanillo, donde Sebastián Viz-caíno había establecido su residencia. Ya juntos, prepararon la defensa ante la inminente llegada de los holandeses. Doce días después del encuentro en Zacatula, las naves enemigas llegaron a la vista de Salagua: la fragata de Cardona, armada y equipada, formaba parte ahora, de la flota enemiga (plano 33).

Mientras las lanchas se acercaban a la playa con la inten-ción de sorprender y asaltar el poblado y robar las provisiones que necesitaban para la larga travesía, la tropa española se em-boscó a cierta distancia, esperando a los invasores (plano 35).

“Visto por el enemigo el silencio que había en tierra, creyendo no tener impedimento, desembarcó dos-cientos mosqueteros y habiendo tomado un callejón de monte para salir al río y frutales, los españoles embistieron con él valerosamente, matándole a la primera rociada alguna gente, con lo cual se volvió a retirar a la playa, debajo del abrigo de su artille-ría, que si esto no fuera, la caballería pudiera haber aprovechado por la retaguardia. Húbose de embar-car y salir de ahí sin haber tomado agua ni otra cosa ninguna. Cogimos en esta ocasión algunos holande-ses que se habían quedado escondidos en el monte, a título de decir que eran cristianos y que los llevaban forzados.”Spilbergen cuenta los hechos del modo siguiente. Los

prisioneros hechos en el barco de Cardona, le informaron que en Salagua había un río con peces y alrededor limones y otras frutas y en el vecindario, algo de ganado. En Salagua, años atrás, el inglés Thomas Cavendish se había detenido para carenar

Bahía de Acapulco y fuerte de San Diego. A. García Cubas. Atlas Pintoresco

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sus barcos y cargar agua. El holandés navegó hasta la bahía y prudentemente despachó un bote con hombres armados que, al observar en la playa muchas huellas de pisadas, volvieron para informar. Regresaron poco después con bandera blanca y una carta diciendo que solo querían agua y provisiones, como lo ha-bían hecho en Acapulco donde, a cambio, liberaron a los prisio-neros que traían. No encontrando a nadie, dejaron la carta en un árbol y se fueron.

El día siguiente, 11 de noviembre, se acercaron doscien-tos soldados con banderas blancas en los botes pero salieron en la playa españoles con banderas azules de guerra. Al desembar-car, fueron atacados violentamente por los españoles escondidos en los bosques. Los holandeses estuvieron a punto de huir pero repuestos de la sorpresa, contraatacaron. Aunque los españoles se retiraron, no los persiguieron por miedo de caer en otra em-boscada. Según el diario del holandés, murió un capitán español así como algunos soldados y los atacantes sufrieron la pérdida de dos soldados y tuvieron seis o siete heridos.

Spilbergen zarpó el 15 de noviembre y el 16 entró en el puerto de Navidad. El 17 desembarcó con algunos soldados y viendo que no había nadie, mandó buscar recipientes para car-gar agua. El más joven de los dos monjes capturados en el barco de Cardona, fue enviado a una cercana ranchería indígena para comprar provisiones. Regresó el día siguiente en compañía de dos indígenas que cargaban en sus canastas aves de corral y fru-tas prometiendo, como lo hicieron, regresar con más provisiones. Éstos le comentaron que no había españoles en las cercanías, pero que habían pasado preguntando por ellos. Abastecidos, zar-paron el día 20 y el 24 alcanzaron el cabo de Corrientes.

Continuando su navegación con la intención de asaltar la nao de China, suponemos que encontraron los dos barcos de Iturbe y le arrebataron uno antes de dirigirse al Pacífico. Pasa-ron por las islas de San Benedicto y Socorro y poco después, el 4 de diciembre, por Roca Partida, dirigiéndose a la isla de los Ladrones, llamadas ahora las Marianas.

El puerto de Santiago de la Buena Esperanza, hoy Manzanillo. A. García Cubas.

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En el reparto del mundo dado al amparo de las Bulas Ale-jandrinas, Portugal había creado en las Indias Orientales varias y ricas colonias para el importantísimo comercio de las especias, y controlaba con su armada y sus puestos fortificados las rutas de navegación alrededor del cabo de Buena Esperanza, que per-mitían el acceso al océano Índico. Del mismo modo que france-ses e ingleses luchaban por romper la exclusividad española en América, los holandeses, que habían sido expulsados de Lisboa en 1580, cuando las coronas de España y Portugal se unificaron, empezaron a hacerlo en las Indias Orientales. Jan Huygen Van Linschoten logró colocarse como secretario del arzobispo de Goa en la India y obtuvo información precisa y secreta para escribir unas descripciones de las posesiones lusitanas así como instruc-ciones náuticas para la navegación. En 1595, Linschoten y otro espía llamado Cornelis van Houtman, financiados por los comer-ciantes de Ámsterdam, organizaron una flota que llegó hasta Java. Varias compañías se crearon entonces en los Países Bajos con el objeto de navegar hasta la India e Indonesia para traer los valiosos productos del Oriente. En 1602, estas compañías se fusionaron para crear la Vereenigde Oostindische Compagnie: la V.O.C., que pronto llegó a poseer más de 200 navíos y más de diez mil agentes. Entre 1602 y 1781, la V.O.C. organizó más de cuatro mil viajes al Oriente, con beneficios considerables. Antes de la última década del siglo XVII, Portugal había sido prácticamente expulsado de Asia por los holandeses.

Magallanes, Drake y Cavendish habían logrado contornar el extremo sur de América, cruzar el Pacífico, llegar a las Mo-lucas y otros lugares de Asia y regresar a Europa rodeando el continente africano. Los holandeses no podían quedar a la zaga y en 1599, Olivier van Noort dio también la vuelta al mundo: el camino Atlántico estaba abierto. En 1615, un rico comerciante de Ámsterdam, Isaac Le Maire, armó dos navíos que puso al man-do del capitán Willem Cornelis Schouten y desafiando las dispo-siciones de la V.O.C., que obligaban a tomar la ruta alrededor de África, le ordenó a su hijo Jacob Le Maire dirigirse al Oriente contornando América.

Los navíos llegaron hasta las costas de Argentina donde uno se perdió mientras el otro prosiguió su navegación, y bus-cando evitar el estrecho de Magallanes, siguió más al sur donde, entre la Tierra de Fuego y una isla que bautizaron Isla de Staten o de los Estados Generales en homenaje a la asamblea que regía

los destinos de las Provincias Unidas, encontró un paso que has-ta ahora lleva el nombre de Le Maire. Con múltiples dificultades, entre islas y corrientes contrarias, franquearon un cabo que lle-va hasta el presente el nombre de Cabo de Hornos o de Horn, en recuerdo del puerto de donde zarpó el barco holandés, y penetró en el océano Pacífico, navegando hasta la Nueva Guinea y Java.

Joris Van Spilbergen, (1557-1621) era piloto y capitán re-nombrado de la flota holandesa y había explorado en 1601, las costas de África y de la India. En 1614, la V.O.C. le encargó una flota de siete navíos con el objeto de llegar a las Indias por el Atlántico. En América, hizo cuanto daño pudo en las costas de la colonia portuguesa del Brasil y sacado en marzo por las co-rrientes hasta el cabo de las Vírgenes, volvió al estrecho de Ma-gallanes en abril y logró en mayo de 1615, penetrar en el Pacífico después de sufrir la pérdida de un navío. Llegó a Chiloe y a la isla de Santa María donde destruyó los asentamientos españoles y atacó Valparaíso. Cerca del Callao, desbarató el 17 de julio, la flota española del Perú y se refugió en la isla de San Lorenzo para reparar sus barcos dañados y carenarlos. Prosiguió luego hasta el puerto de Paita que trató de incendiar y siguió hasta América Central para llegar a Acapulco.

En el puerto de Acapulco, el 12 de octubre de 1615, Spil-bergen inició negociaciones para intercambiar algunos prisione-ros españoles que traía, por provisiones. Un grabado, hecho por Jan Jansson, representa la estancia del holandés en el puerto. El marco de la escena es la bahía con un fuerte (F) disparando su artillería, el pueblo de Acapulco (H) y su iglesia (G). En la bahía, las cinco naves holandesas están ancladas (A). Los parlamentarios de ambos bandos, con sus banderas blancas en la mano se saludan (B) y discuten los términos del rescate. En un bote llegan los prisioneros (C) que serán liberados mientras en otro, suben los borregos, reses y otros animales para ser em-barcados (E). Varios burros, cargados con semillas y frutas, se acercan a las lanchas (D) y más lejos, unos jinetes traen más provisiones (K). En primer plano, está un pez-espada que los holandeses lograron capturar.

Según esta escena, el encuentro fue pacífico debido posi-blemente a que ningún español quiso enfrentar al poderoso ene-migo. Después del encuentro, cada quien siguió su camino; los españoles mandaron avisos a todos los puertos de la presencia del enemigo. Poco después de zarpar, Spilbergen capturó el bar-

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co de Cardona, pero fue expulsado del puerto de Salagua donde le esperaba Vizcaíno. Navegó todavía hacia el norte antes de po-ner proa al mar para dirigirse a la isla de los Ladrones, ahora las Marianas. Cerca de las Filipinas tuvo un desastroso encuentro con la flota española del almirante Ronquillo de quien logró esca-par para llegar a Batavia, hoy Yakarta, capital de Indonesia, en la isla de Java, donde tomó el barco de Le Maire y de Schouten. El joven Jacobo Le Maire falleció a bordo antes de llegar a Europa. Spilbergen llegó en agosto de 1618. El itinerario de Spilbergen fue publicado en 1619 en Leyden por Nicolaes Van Geelkercken, junto con el relato de su viaje alrededor del mundo.

Una vez en Acapulco, Cardona recuperó la tartana que ha-bía perdido durante el viaje.130 A pesar de su mal estado, fue con ella a Puerto Marqués…

“es de muy buen abrigo, tiene agua y algunas estan-cias de ganado y poblaciones la tierra adentro. Solía antiguamente haber pesquerías de perlas y yo hallé algunas ostras con granillos de perlas pero no cosa de consideración, ni se puede formar ranchería res-pecto del gasto que vendría a ser mayor que el prove-cho. Hay muchos mosquitos que hacen inhabitable el puerto.” (C) En Puerto Marqués se quedaron los restos de la tartana.Ignoramos qué fortificación existía en Acapulco cuando

llegó Spilbergen. En el grabado a que nos referimos, aparece una fortificación con ángulos rectos de tipo medieval que no parece ser el castillo que a final de ese año de 1615, empezó a construir el ingeniero holandés Adrián Boot y que se terminó el 15 de abril de 1617. Éste se componía de cinco caballeros o baluartes, los del Rey, del Príncipe y del Duque dirigidos hacia la tierra y hacia el mar el de Guadalcázar (el virrey entonces) y el del Marqués. Este castillo fue destruido por un terremoto en abril de 1776. ¿Se trataría entonces de las fortificaciones que Cardona ayudó a construir antes de su viaje a California?

De nuevo, Cardona estuvo empleado en la construcción del nuevo castillo de San Diego así como en la fundición de dos culebrinas.131 Fue entonces cuando supo que su almiranta, a car-

130 Ver más adelante la Relación del viaje a la California.131 La culebrina era una pieza de artillería de calibre mediano pero con una

longitud, medida en número de calibres, mayor que la de un cañón. Era de bronce y tenía mayor precisión y alcance que éste. La fundición de piezas de artillería en México fue escasa, casi excepcional.

go de Iturbe, había sido embargada para buscar la nao de China que supuestamente Spilbergen trataba de tomar. Cuando Iturbe llegó a Acapulco, la fragata estaba en tan mal estado, que Cardo-na no se atrevió de inmediato a repararla.

La sociedad existente entre Cardona e Iturbe parece ha-berse disuelto entonces. Mientras Iturbe navegaba de regreso a California, Cardona en Acapulco buscaba la manera de conseguir algunos recursos para proseguir por su cuenta con la empresa. Concibió entonces el proyecto de llevar al Callao, en el Perú, a unos comerciantes desesperados de encontrar algún medio para regresar a su tierra. Solicitó el permiso correspondiente al vi-rrey…

“con lo cual la aderezó [la fragata] y fletó en más de catorce mil ducados y habiendo gastado en levantar de obra la dicha fragata más de seis mil pesos…”Pero las circunstancias seguían adversas para Cardona.

Era necesario avisar Manila de la presencia de los holandeses y una vez más, el único navío disponible, el de Cardona, fue embar-gado por el virrey y enviado de aviso a Filipinas. Solo, arruinado, sin naves y disuelta la sociedad, no tuvo más remedio que aban-donar la empresa y buscar la manera de regresar a España…

“como lo hizo y asentando plaza en la capitana del Marqués de Bedmar, en la compañía del capitán Pedro de Solís…” 132

132 Pedro de Solís era capitán y cabo de las naos que habían ido ese año a Hon-duras y regresaron a España a cargo de Diego Garcés, el año de 1619.

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Acapulco

A. Cinco barcos de la flota holandesa y una barca española.B. Encuentro de los emisarios con sus banderas blancas.C. Una barca con los prisioneros españoles que serán canjeados.D. Burros cargados de provisiones para los holandeses.E. Borregos, vacas y otros animales que serán embarcados.F. Castillo ocupado por los españoles, bien provisto de artillería.G. Iglesia.H. El poblado de Acapulco.I. Un pez desconocido para los holandeses, capturado en el mar.K. Hombres a caballo trayendo provisiones para los holandeses.

Joris van Spilbergen en Acapulco. Diario de Spilbergen. Leyden. 1619. Edición inglesa de 1906.

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Salagua, el puerto de Santiago o Manzanillo y el puerto de Navidad. Diario de Spilbergen. Leyden. 1609.

Santiago (Manzanillo), Salagua y Navidad.

A. La Bahía de Manzanillo y la flota holandesa.B. Una pequeña nave española que vigila.C. La bahía de Salagua, las barcas y el ataque español.D. Los españoles atacan saliendo del bosque.E. La respuesta.F. Algunos muertos abandonados en el campo.G. Marinos holandeses guardando las barcas.H. Bahía un poco apartada, llamada Navidad.I. Lindo río con agua fresca. K. Otra variedad de pez muy común en este país.

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Informe de Cardona de su viaje a la California

RELACIÓN

La California es un reino extendido y largo, que no se le conoce fin si no es por conjeturas geográficas y noticias demos-trativas que lo señalan isla echada de noroeste-sureste, que hace un mar mediterráneo conjunto a la tierra de Nueva España, Ga-licia, Nueva Vizcaya y la incógnita contracosta de la Florida.133

Divídela un brazo de mar, que en distancia de cincuenta leguas es bermejo. Principia en altura de veinte y tres grados y un ter-cio, que es el Cabo de San Lucas y por él pasa el trópico de Can-cro.134 Está por la parte de afuera y desde éste al cabo Bermejo, que está por la parte de adentro, hay veinte leguas de rumbo de noreste hasta altura de cuarenta y cuatro grados, que es la parte que hasta hoy se sabe estar descubierta. Es la costa brava pero tiene muy buenos puertos, ríos, serranías nevadas, volcanes, mu-chos sitios llanos para sementeras, grandes y frondosas arbole-das, innumerables aves de volatería y diversas frutas. El temple es sanísimo y el puerto que llaman de Monterrey, el mejor de aquella costa; y está en altura de treinta y ocho grados,135 y otros muchos, como por su planta se demuestra.

Desde la altura de cuarenta y cuatro grados, según las relaciones del general Sebastián Vizcaíno y del padre Fray Anto-nio de la Ascensión, carmelita descalzo, que por orden del santo Conde de Monterrey, virrey entonces en la Nueva España, salie-ron del puerto de Acapulco para hacer el descubrimiento de la California, pareció correr aquella tierra al noreste, cuarta del este, siendo la costa desde el cabo de San Lucas hasta el cabo Blanco o Mendocino136 de noroeste-sureste, de manera que vie-ne a declinar la tierra a la vuelta del este, y hasta hoy no se sabe a donde va a parar.

133 Por contracosta de la Florida se entiende la costa del poniente, en este caso, la de la California.

134 El trópico de Cáncer está en 23º 27´, o sea que pasa por el sur de la California. El cabo de San Lucas está en 22º 52´.

135 El puerto de Monterrey está aproximadamente en 36º 35´.136 El cabo Blanco está casi en los 42º y es distinto del Mendocino que se en-

cuentra en los 40º 30´. Cardona hace referencia aquí al viaje de Vizcaíno a raíz del cual fray Antonio de la Ascensión hizo creer que habían llegado cerca del famoso estrecho de Anián.

Desde el otro cabo Bermejo, que es principio de la parte de adentro de la California, por el seno de arriba corre de noroes-te-sureste y casi de norte-sur hasta treinta y cuatro grados de altura,137 paraje a donde llegué y descubrí por ambas costas así la de la California como la incógnita de la Florida, como por la plan-ta (plano 42) y demarcación del descubrimiento se puede ver.

Los antiguos y modernos que han escrito de este seno de la California, lo han considerado cerrado en altura de veinte y ocho grados,138 según parece por los mapas generales y cartas de marear de la costa del mar del Sur, y parece error, porque aquel seno o brazo de mar, va pasando continuadamente hacia la vuelta del norte, y desde los treinta y cuatro grados queda más mar por correr y tierra por andar, y es tan fondable aquel seno, que no le alcanza sonda, de suerte que, habiendo yo pasado de veinte y ocho grados adelante y llegado a los treinta y cuatro, no hallando fondo y descubriendo a lo largo mar, bien probada queda mi opinión.

Coadyuvan a ella algunas relaciones que me dieron los ca-pitanes Jerónimo Márquez, Francisco Vaca y otros, que han ba-jado desde el Nuevo México a la mar del Sur,139 en que dicen que salieron veinte y cuatro españoles debajo del gobierno de don Juan de Oñate, y fueron caminando casi doscientas leguas hacia el poniente y pasando los pueblos de Moqui, que están ochenta leguas del Real de donde habían salido, en altura de treita y siete

137 Es evidente que por el mar de Cortés no pudo haber navegado hasta los 34º ya que según nuestras medidas éste solo alcanza los 31º 45´, sin embargo, en la cartografía de esta época en que la California es representada como isla, se indica el extremo norte del golfo de Cortés aproximadamente en los 34º. Esto quiere decir que Cardona pudo haber llegado hasta la desem-bocadura del Colorado.

138 Esta afirmación no parece corresponder a la realidad, ya que desde los más antiguos mapas en que está representado el golfo de Cortés, éste alcanza los 34º. Véase por ejemplo el de Alonso de Santa Cruz, de 1542, que utilizó los datos de la expedición de Francisco de Ulloa, el primero en alcanzar la desembocadura del Colorado en 1539, lugar que llamó Ancón de San Andrés. Se puede ver también el mapa de Joan Martínez, elaborado en 1578, en el que, además de las Siete Ciudades, está en el margen derecho, una escala en grados, indicando la posición del extremo norte del Mar Ver-miglio, en 34º. Ambos mapas pueden ser vistos en el libro citado de Miguel León-Portilla.

139 Estos capitanes no pudieron haber hecho el mencionado recorrido que co-rresponde a la expedición de Vázquez de Coronado y al recorrido de Mel-chor Díaz en 1541. El comentario de Cardona muestra la fuerza de la tradi-ción oral de los habitantes de la región.

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grados, llegaron al río Tizón [Gila] y en aquel paraje tomaron el sol y se hallaron en treinta y seis grados y medio, y que fueron tras la corriente del río que iba hacia el sur, y llegaron hasta la mar; y en la parte que este río del Tizón sale, hace un famoso puerto; está en altura de treinta y cinco grados. Y a la parte del sur está otro río que llaman del Coral, que su corriente viene de la parte del norte.140 Que en esta costa hallaron montones de conchas grandes de ostiones de perlas. Que por medio de los intérpretes que llevaban, tuvieron noticia de los naturales y mo-radores de la costa, que las perlas que dentro de estas conchas se criaban, eran grandes, señalando ser como buenas avellanas. Que les dijeron también, que en una isla que está en medio de aquella mar, hay una población famosa; y que es reina y goberna-dora della, una muy alta mujer, que según señalaron, su altura es como de un gigante; y que ésta trae colgadas de la garganta y que le cubren los pechos, muchas sartas trabadas unas con otras, a modo de gargantillas, de estas perlas gordas. Y que la reina suele hacer polvos dellas y mezclar en las bebidas. Dijéronles también estos indios, que esta Reina o giganta tiene mucha plata; y que se la traen sus vasallos de la tierra de la California, que la sacan de unas sierras altas, que trepando por peñas, las sacan y cortan a pedazos, y se la llevan.141 Dicen más, que por lo que han visto de mar y tierra en este paraje, han colegido ser este brazo de la Ca-lifornia, porque hasta allí llega la costa por el rumbo de noroeste-sureste, y que todos los que fueron a esta entrada son de parecer que la mar del río del Tizón y la de la California es toda una.

Según esta relación y lo que yo anduve y vi hasta los trein-ta y cuatro grados, que no cerraba esta tierra, luego la California es isla muy grande, y que este seno o brazo de mar es el estrecho que llaman de Anián, tan deseado de ver y descubrir por su mu-cha importancia.

140 El río del Tizón, llamado así en 1541 por Melchor Díaz, es el Gila, también llamado Río Grande. Se junta con el Colorado o río de Coral, aproximada-mente en 32º 40´.El Gila corre del oriente mientras que el Colorado lo hace desde el norte. En muchos mapas la desembocadura de estos ríos se repre-senta separadamente. Cardona, siguiendo a Fray Antonio de la Ascensión, hace desembocar el río del Tizón en el Pacífico, ya que considera que la California es una isla. El viaje a que Cardona hace referencia es el de Juan de Oñate, 1604-1605 según el informe de Fray Jerónimo Zárate Salmerón. El famoso puerto en el extremo norte del golfo de California es el que Ulloa llamó Ancón de San Andrés.

La dicha tierra de la California, por la banda de adentro, es toda ella de grandes serranías dobladas y peladas, sin arbole-da, al parecer quemadas, porque son todas de metales de plata y los que se han llevado a México y a otras partes a ensayar, han correspondido a quince o veinte onzas por quintal.

La costa de la mar, por la parte de adentro, en distancia de cien leguas, no se ve otra cosa que montes de ostras de per-las.142

Una de las causas principales porque no se han sacado cantidad dellas, es porque los indios tienen librado su sustento en consumir estas ostras, sacarlas de la mar, sacarlas [sic] y en-trarlas la tierra adentro por sustento y mercancía, y no las dejan criar y es necesario quitarles el consumo dellas, por enseñarles a sembrar y criar ganado.

Los ostiales no son formados como lo fueron los de la isla

Margarita y río de el Hacha sino que en aquellos placeres se ha-

llan las ostras a manchas, de veinte en veinte, más o menos. La

causa es la que está dicha, si bien los granos de perlas que los

indios comunican, son muy grandes, aunque quemados y rayados

por medio, porque carecen de pulicía [pulimento] y no los saben

sacar si no es con fuego. Y en las hogueras donde ellos echan

las ostras a asar, se han hallado muchos granos quemados de

diferentes tamaños. Hállanse en toda esta costa y sus islas tan

grandes rimeros de estas conchas de nácar vacías, que se pudie-

ran cargar muchos navíos. Son del tamaño de un plato pequeño,

llenas y enteras, pesarán a una y a dos libras.

Hay en la tierra de la California dos lagunas de sal natu-

rales, que Dios proveyó allí para beneficio de las minas de plata y

si se trajinare a los reinos de la Nueva Vizcaya, [Nueva] Galicia

y Nueva España, será de muy grande consideración para el au-

141 Para Cardona, existe una confusión entre la isla de esta Reina y la California. Cuando dice que la plata se corta a pedazos, se refiere a las gigantescas pepitas de plata maciza, de cientos o miles de kilos, que se encontraron en Sonora y que tuvieron que cortarse a pedazos para poder ser transpor-tadas.

142 Los amontonamiento de conchas o conchales a los largo de la costa, mues-tran la importancia de la recolección de mariscos para la alimentación de los indígenas semi nómadas pápagos tohono-ootam de Sonora y constitu-yen una fuente importante de información para los arqueólogos.

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mento de la Real Hacienda, porque vale a cinco y a seis pesos el

hanega,143 más y menos, conforme la distancia se llevare.144

Toda la tierra cría unos árboles pequeños, que llaman

mezquite, que echan una goma olorosa como incienso. Hay pi-

tahayas, ciruelas, palmas y otras frutas, mucho carrizo y man-

glares.El puerto de La Paz,145 que es el mejor de California, está

en altura de veinte y cinco grados.146 Allí se hizo alto por algunos días para inquirir y saber la calidad de la tierra y el de los natu-rales. Tiene muchas llanadas para sementeras, muy linda agua y un estero que entra la tierra dentro seis leguas, para abrigo de las fragatas y barcos, mucho pescado y marisco.

En este puerto de La Paz se plantó la cruz santísima de nuestro redentor. La gente es apacible, fácil de reducir al Santo Evangelio. No se les ha conocido idolatría ni otro género, antes acudía gran suma de este gentío a oír misa y se estaban con devo-ción, arrebatando de las manos de los soldados los rosarios y con ellos se ponían de rodillas y hacían como que rezaban, queriendo imitar las acciones de nosotros.

La noticia que han dado estos indios de la tierra y su po-blación, es que se gobiernan por rey y caciques y que asisten la tierra adentro, lejos de este puerto, señalando hacia la parte del norte. Andan todos desnudos; las mujeres traen ceñidos de la cintura abajo unos ramales torcidos de algodón y plumas de pá-jaros. Sus armas son arcos y flechas y estólicas147 tostadas. Sus embarcaciones de tres haces de cañas delgadas, dos a los lados y uno en medio, muy bien atadas, de suerte que en cada una de estas van dos personas. También tienen otro género de embar-caciones, que son tres palos clavados de lo mismo. En cada una sale un indio a pescar. Bogan a dos manos, con remo de dos palas. Tienen arpones de palo, anzuelos de conchas de carey tostado y cordeles de pita. Son grandes nadadores y buzos. El cabello traen largo y cogido, las orejas horadadas, embarnizados de negro y rojo, y se componen con muchas plumas de diferentes

143 La fanega fue una medida de áridos equivalente a 55 litros y medio.144 Los principales yacimientos de sal, explotados actualmente, se encuentran

en Guerrero Negro y en la isla del Carmen.145 Que así le puso Vizcaíno al que Cortés llamó de Santa Cruz.146 La Paz está en 23º 10´.147 Dardos que se arrojaban con un atlatl o propulsor.

colores y conchas de ostras labradas. Son amigos de correr y luchar, son corpulentos, fuertes, membrudos y sanos. No tienen mantenimiento de consideración, policía ni sementeras, porque es gente pescadora y holgazana, que se mudan de un sitio a otro conforme anda el cardumen del peje y cría de ostiones. Hay mu-chos neblíes,148 aves de volatería de todo género y de cantos muy sonoros, liebres, conejos y animales de cuatro pies como son ca-bras montesas, leones, tigres, venados y algunas vacas cíbolas. [bisontes]

148 Neblí, ave de rapiña nativa, del género falco peregrinus.

Mapa del itinerario americano de Spilbergen. Diario de Spilbergen. Leyden. 1609.

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Portada de la primera edición del Diario de Spilbergen. Leyden. 1609.

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Retrato de Spilbergen grabado en el Diario del viaje alrededor del mundo de W.C. Schouten y Jacobo Le Maire. 1615-1617. Amsterdam. 1618.

Prosiguiendo la costa arriba, se descubrieron más indios domésticos de la misma calidad que los del puerto de La Paz,149

que bajaban de unas sierras altas a la voz de los regalos que se les daban y ellos recibían de buena gana. En este paraje, entré la tierra adentro dos leguas con cinco compañeros, con ánimo de descubrir algún lugar o rancherías, no di con ninguno. Los indios se retiraban y algunos vinieron de paz.

Salí de este paraje y llegué a altura de veinte y siete gra-dos a una playa amena, por la necesidad que llevaba de agua. Desembarqué con treinta arcabuceros y dos perros alanos. Im-

provisadamente nos salieron más de seis cientos indios con sus arcos y flechas que habían comenzado a disparar la primera rociada. Salí herido y les eché los dos perros y como cosa que nunca habían visto, nos volvieron las espaldas con lo cual los tra-jimos de paz y otro día vinieron a oír misa con muchos de ellos, a correr y luchar que en esto y en pescar se ejercitan (plano 40). A este paraje llegó el general Sebastián Vizcaíno a hacer agua. Por no haberse llevado bien con los indios, o por algún desmán que tuvieron sus soldados con ellos, al tiempo de embarcar le mataron treinta hombres y se quedaron con la barca que yo he visto algunos pedazos de ella en la playa y tuve en mi mano cinco cabezas cristianas que los indios tenían guardadas como memo-ria de su victoria.150

Pasé adelante a treinta grados y desde allí vimos tierra a la otra banda que es la contracosta de la Florida, en distancia de ocho o diez leguas a la vuelta del este. Atravesé para reconocerla, llegué a dar fondo en ella, hallé que era una isla grande, poblada de indios pescadores, desnudos, y las mujeres traían delanteras de gamuzas, de venado y cuentas de vidrio en las gargantas y ore-jas. Deseosos de saber por dónde podrían tener comunicación, si con cristianos o con enemigos, les hicimos preguntas, más no pudimos alcanzar a saber cosa de fundamento, si bien conjetu-ramos que pasarían desde el Nuevo México. Esta tierra estaba distante de la tierra firme una legua y se comunicaban con los indios della porque al cabo de tres días que me detuve en hacer agua y leña, habían acudido muchísima gente.151

Tres días estuve en la isla y sobre tarde, me hice a la vela y habiendo navegado cuatro leguas, por ser de noche y paraje desconocido, se dio fondo. En toda ella se oyeron unos aulli-dos, de tierra, que parecían de perros que guardaban ganado. Al amanecer, vimos una isla pequeña, blanca,142 tomé la barca con algunas personas y fui a ella. Hallamos gran cantidad de lobos marinos y tantos que casi no podíamos llagar a tierra sin pasar por encima de ellos. Matamos muchos para sacar aceite para el embreado de las naos, que es maravilloso y para alumbrar

149 Los grupos humanos que habitaban la California, eran: en el extremo sur y en las islas Cerralvo hasta San José, los Pericúes. En el centro de la península, los Guaycuras. Desde Loreto hacia el norte, los Cochimíes y a la altura del Colorado, los Yumanos, uno de los cuales eran los Cucapás.

150 El incidente ocurrió durante la primera expedición de Vizcaíno en 1596, cuando según éste se ahogaron 16 hombres al voltearse la lancha en que escapaban de los indios.

151 Había llegado a la isla Tiburón, ocupada por los Seris.152 Posiblemente la isla de San Esteban.

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las lantías.153 Su Majestad podría ahorrar muchos ducados en las carenas que se dan a las naves de Filipinas en el puerto de Aca-pulco y navegando a Lima para las armadas y a otras partes que con mucha facilidad se puede hacer, como siendo necesario se dirá más en forma.

Este día, como a las dos de la tarde, vimos muchas huma-redas en una playa de la Tierra Firme. Hacíanlas tan espesas y a prisa, que me obligaron a ir a ver lo que podía ser. Embarqueme en la chalupa con seis soldados, porque el barco grande o tartana que llevaba se había desaparecido la noche antes y a cabo de dos meses apareció en Sinaloa. Habría cuatro leguas largas desde las naos a los humos. Habiendo llegado y desembarcado, hallé dos chicas [sic] hechas de cañas, el suelo estaba barrido y rega-do y colgadas muchas plumas de pájaros de varios colores. No había otra cosa. Pareciome que serían ranchos de pescadores. Un indio estaba allí, desnudo, si bien traía zapatos, a modo de abarcas de piel de venado doblado y no cesaba de bailar, desvia-do un trecho de nosotros. Hacía gran sol y procuré con regalos traer al indio de paz. Hizolo así y preguntándole donde estaban los compañeros, dio a entender que por la mañana vendrían, es-tando el sol sobre los montes, porque ellos no tienen otro reloj, ni más cuenta que conforme sube y baja. Considerose que aque-llas humaredas que vimos, fueron muchas y que un indio solo no las pudo haber hecho, mayormente sacando la lumbre con tanto trabajo, que es fregar un palo con otro. Por excusar inconvenien-tes, nos volvimos a embarcar a hora de las avemarías. Cogionos en la travesía gran tempestad de escurama, viento, truenos y aguaceros, que fueron los primeros que tuvimos al cabo de siete meses de navegación. Estuvimos a pique de ahogarnos por ha-bernos anegado la mar el barco, que fue necesario a toda prisa, achicar el agua con los sombreros y con dos botijas quebradas. Arribamos a la isla grande que se ha dicho por no poder montar. Reparamos la noche con harto silencio y trabajo y al amanecer entramos la tierra adentro y vimos muchos venados, palomas, liebres, perdices tórtolas y mucha diversidad de aves, con lo cual nos embarcamos para los navíos.

153 Especie de velón con cuatro mecheros que se coloca dentro de la bitácora para ver de noche el rumbo que señala la aguja o a que se dirige la nave. Diccionario Marítimo Español, de Timoteo O´scanlan.

Portada de la edición latina de las Décadas de Herrera, con un mapa de California en forma de isla.Francfort. 1624.

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Hicimos a la vela y desde esta costa de Tierra Firme, se iba pareciendo toda la tierra de la California en distancia de ocho leguas, con unas serranías muy altas. Llegamos hasta treinta y cuatro grados a un puerto, que lo llamamos Santa Clara,154 y ha-biendo dado fondo en cuatro brazas, nos hallamos en seco, tales son las crecientes y menguantes de aquel paraje.155 No hallamos agua aunque se hicieron infinitas diligencias y pozos. Vimos mu-chos pájaros flamencos y médanos de arena, señal que vientan

154 Podría tratarse de la que llamaban Ancón de San Andrés. Curiosamente, dominando el golfo y la desembocadura del Colorado, está el volcán del Pinacate, también llamado de Santa Clara.

155 “…habiendo dado fondo en cuatro brazas, nos hallamos en seco…”, una ob-servación similar hizo, entre otros, Francisco de Ulloa quien escribe: “dos mareas en veinte y cuatro horas por su orden…de creciente y menguan-te que era cosa maravillosa, dejaba en seco cuando menguaba y henchía cuando crecía.” Citado por M. León-Portilla. Op.cit.: 52) Este hecho nos hace pensar que Cardona efectivamente, llegó hasta cerca de la desembo-cadura del Colorado en los 34º que entonces se indicaban en los mapas.

Mapa de Henry Briggs, publicado en Londres en 1625, que representa la “isla de California”.

los nortes con rigor. Reconocimos infinidad de cerros de metal de plata. Desde este puerto parecía que la Tierra Firme se junta-ba con la de la California, pero después de dado velas al viento y atravesado a la otra banda, se vio que la mar dividía las tierras,156 como adelante se verá en su pintura (plano 42), por lo cual ima-gino que éste sea el estrecho de Anián o por lo menos queda averiguado que la California es isla muy grande y no tierra firme. Cogíamos el invierno en esta altura. Los vientos y las tormentas eran muchas, la falta de bastimentos y agua, mayor, y forzados de tantos enemigos, hubimos de dar la vuelta costeando la tierra de la Florida. Llegamos a veinte y ocho grados, en río que llaman de Mayo, doctrina de la Compañía de Jesús. La postrera tierra de paz que hay por aquella costa. A dos leguas la tierra adentro, está un pueblo grande y congregados en él, más de cuatro mil indios que los administraba el padre Pedro Méndez,157 habiendo comido seis meses antes a su compañero y a dos soldados que llevaba de guardia.158

Conocidamente estos padres de la Compañía de Jesús y de la seráfica Orden de San Francisco, a costa de sus vidas, han dila-tado en aquellas tierras la doctrina del Santo Evangelio, pasando ochenta leguas más allá de Sinaloa y granjeando mucha tierra y vasallos para aumento de esta monarquía.

Al pueblo dicho de Mayo, fui por haberme llamado el di-cho padre Pedro Méndez por un papel que encarecidamente me

156 La desembocadura del Colorado puede alcanzar una anchura muy grande, dando la impresión de continuar el mar hacia el norte. Hernando de Alar-cón parece haber sido el único que, llegando por el mar en 1540, alcanzara la desembocadura del Colorado que remontó hasta su confluencia con el Gila. En la desembocadura del Colorado se encuentran tres islas; Pelícano, Gore y Montague, que Cardona no menciona, por lo que no vio el Colorado aunque, con las ideas preconcebidas que traía, se convenció de que el es-pacio que quedaba era un paso marítimo y que por lo tanto California era una isla.

157 Pedro Méndez. 1556-1643. Jesuita. Llegó a México en 1588. Después de una estancia en Sinaloa y en la Profesa de la ciudad de México, entró al río Mayo en 1614 donde concentró a los indígenas Cahita y fundó nueve pue-blos. Volvió a México en 1618 y regresó a Sonora, administrando las misio-nes de Rahun y Potam, en el valle del Yaqui, antes de dirigirse a Sahuaripa en 1627 donde permaneció hasta 1636. Enfermo, regresó a Sinaloa y luego a México donde falleció. Ver: Andrés Pérez de Rivas, Triunfos de nuestra Santa fe entre los pueblos más bárbaros del orbe…México. 1944.

158 Esta afirmación es totalmente falsa y pudo haber creado un mito similar al que existió en el Caribe.

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pedía, poniéndome por delante el servicio de Dios y el del Rey, nuestro señor, que llevase seis soldados con sus armas. Hícelo así; los indios como vieron soldados y que estaban en la costa navíos, preguntaron al padre Méndez que a qué venía aquella gente. Respondioles que el rey nuestro señor, les enviaba para castigarles el exceso de haber muerto a su compañero y soldados y comídolos, pero si le daban palabra de enmendarse y no hacer-le mal, que los haría volver y los disculparía con Su Majestad; con lo cual me volvía a embarcar, quedando esa tierra sujeta y de me-jor condición. Navegué toda aquella costa hasta llegar a la isla de Mazatlán, dejando en Sinaloa la fragata almiranta y la tartana para aderezar e invernar y yo, con la capitana iba al puerto de Acapulco y en el paraje de Zacatula me cogió el holandés, como ya queda dicho en su lugar.159

Muchas noticias me dieron los indios de la California y los de la tierra firme de la Florida, que hay una laguna muy grande con muchos pueblos alrededor, que tienen rey que usa corona y que de esta laguna sacan mucha cantidad de oro. Formaban con arena unos hornillos para darnos a entender cómo lo refinaban. Enseñeles un candelero de azófar y lo llegaron a la boca y se rie-ron de ello, y que hay gente barbada vestida, que tiene caballos y arcabuces, que hay muchas ciudades torreadas y una que llaman Quivira, que tiene rey, que es muy grande y populosa.

Verdaderamente excelentísimo señor, que si estas noti-cias que me han dado son verdaderas, como yo creo lo son, llega a ser esto una de las cosas mayores del mundo y por ninguna parte se podía llegar a reconocer y sujetarlas que por la California y descubrir la navegación que hay para España, que será viaje muy breve. Lo que yo he visto de ella y considerado, hallo que por si es una de las tierras más ricas del mundo, porque en ella hay plata, oro, perlas, incienso, salinas, vasallos domésticos que solo falta hacer estimación de este reino y poblar alguna parte de él, la que más conveniente fuere para el servicio de Su Majestad y aumentar sus rentas reales pués, lo más está hecho que es estar descubierto y reconocido. Que además de lo mucho que promete la tierra, colléganse160 otras muchas correspondencias de reinos

159 Esta Relación, en los hechos, relata eventos que ocurrieron posteriormente a la visita a California que sin embargo, están descritos antes y que veremos en seguida.

160 Que están contiguas, juntas.

y aumentos para la monarquía de Su Majestad, que el tiempo lo irá sazonando y disponiendo todo a mayor facilidad.

Suplico humildemente a Vuestra Excelencia favorezca esta causa tan del servicio de Dios y de Su Majestad, mandando remitir su ejecución a donde con brevedad llegue a tener efecto, porque se puedan experimentar sus muchas riquezas y se vea así mismo, los medios tan suaves que doy, para que sin ninguna costa de Su Majestad, se pueble el reino de la California, que con el amparo de Vuestra Excelencia, Dios Nuestro Señor lo encami-nará como convenga a su santo servicio, etc.

Nicolás Cardona.

California: Isla o Península

El informe escrito por Fray Antonio de la Ascensión sobre su viaje a la California en la expedición de Sebastián Vizcaíno dice:

“Está este cabo que llaman Mendocino, en altura de casi 42 grados y aun pasamos más adelante, hasta altura de 43 grados a donde parece toma principio la entrada para el estrecho de Anián.” 161

Con estas palabras, el fraile afirma que California “con-cluye” en el norte, a la altura de 43 grados “a donde parece toma principio la entrada para el estrecho de Anián”, que corre hacia el oriente hasta el Atlántico. La California por lo tanto tiene:

“… desde el meridiano del cabo de San Lucas que es, en la que llaman punta de California, hasta el meridiano del cabo Mendocino, 60 grados de longi-tud que, dándole a cada grado de los de oriente a po-niente 16 leguas y media, viene a ser casi mil leguas de longitud y de latitud.”“… cércale la mar por todas partes alrededor y de ninguna manera su tierra se continúa con la del Nuevo México, porque el mar mediterráneo de la California que los antiguos llamaron el mar Bermejo o ensenada de las Ballenas, tiene su asiento y paso

161 Reproducido por Mange. Op. Cit. Pág. 146-158, quien afirma que el informe “es como sigue a la letra.”

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entre estos dos reinos… y para demostrarlo por pintura, hice una carta de marear con demarcación de la tierra y su pintura, para que mejor se entendiese.”Mange agrega:“Hasta aquí la relación comprobatoria que trae el autor del memorial [Fray Antonio de la Ascensión] presentado al señor Virrey en contraposición de lo informado a S.M. por el general Don Pedro Porter Cassanate…”En efecto, Pedro Porter Cassanate, que había sido gober-

nador de Sinaloa, exploró parte del golfo de California en dos ocasiones, en 1648 y en 1650. En su informe al virrey, pone en duda la veracidad de las afirmaciones de los que le precedieron en la exploración del golfo y afirma que…”con evidencia se prue-ba no hay luz alguna de lo que resta de descubrir del golfo” más allá de los 28 grados.162

Toda esta discusión no tendría importancia si no fuera porque en 1625, fue publicado en Londres por Samuel Purchas, en una renombrada colección de viajes llamada Hakluytus Pos-thumus or Purchas His Pilgrims, un mapa de Samuel Briggs, profesor de astronomía en Oxford, en que representa la “isla de California”. Este mapa viene a confirmar el que un año antes, se había publicado en la edición latina de las Décadas de Antonio de Herrera, en Frankfurt. Desde entonces, casi toda la cartogra-fía europea representó la California como una isla.

Cuando Cardona en 1632 escribió sus Descripciones, ya era del dominio público que California era isla y habiendo en su viaje seguramente consultado y tenido copia del plano o carta de marear con “demarcación de la tierra”, elaborado por Fray Antonio de la Ascensión, escribe en su obra:

“Para verificar en forma cómo el reino de la California es isla separada de la tierra de la Florida, me ha parecido poner aquí este dibujo (plano 41) que demuestra todas las Indias desde el estrecho que

162 Pedro Porter y Cassanate. “Relación para su Majestad de lo sucedido en el descubrimiento del golfo de California, 13 de abril de 1649. En Californiana II. Editados por Michael Mathes. 2 vols. Madrid. 1979. Tomo II: 856. Citado por Miguel León-Portilla.

llaman de Anián hasta el de Maire163 o San Vicente. Y porque los cosmógrafos antiguos no tenían más luz ni claridad que considerar la California por mayor, tierra conjunta a la Nueva Galicia, [Nueva] Vizcaya y contracosta de la Florida, se ve claramente que cierra su brazo de mar o estero en veinte y siete grados y habiendo yo pasado a los treinta y cuatro grados,… luego síguese que esta opinión es probable

La “isla de California”. Detalle del mapa de Henry Briggs.

163 El estrecho fue descubierto en 1599 por el holandés Jacobo Le Maire quien, para evitar el estrecho de Magallanes, navegó más al sur y descubrió el paso que lleva su nombre entre la Tierra de Fuego y la isla de los Estados.

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de que la California es reino separado y distinto de la tierra firme como en su demarcación se ve. ( plano 42).”Ignoramos si Cardona llegó a conocer el mapa de Briggs

–cosa poco probable- pero en éste, al lado de la isla de California está una nota que dice:

“California, que se supuso algunas veces era parte del continente occidental, pero desde entonces, en un mapa español del que se apoderaron los holandeses, se halla que es una provechosa isla…” 164

Esta afirmación de Briggs resulta muy atractiva para supo-ner, como lo hace el mismo León-Portilla, que el “mapa español del que se apoderaron los holandeses” bien podría ser una copia del de Fray Antonio de la Ascensión que, con mucha probabili-

164 Traducción de Miguel León Portilla.

dad tenía Cardona en la fragata que Joris van Spilbergen capturó en Zacatula. Otra posibilidad existe también, de que en la fra-gata que posiblemente el mismo holandés le arrebató a Iturbe, hubiera otra copia del mismo mapa. Nunca se sabrá si Cardona, involuntariamente, fue el causante de esta confusión que no será rectificada sino hasta 1701, cuando el jesuita Eusebio Francis-co Kino, en compañía del capitán Juan Matheo Mange, desde el volcán Pinacate o Santa Clara, observó la desembocadura del río Colorado en el golfo de California y dibujó el mapa que no se publicaría antes de 1704. La producción de mapas con la “isla de California”, prosiguió sin embargo hasta por lo menos 1770, a pesar de que en España, Fernando VI en 1747, hubiera prohibido esta representación.