04 Cabrera Munoz

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  • APROXIMACIN A LA IMAGEN DE LA CRDOBA ISLMICA

    EMILIO CABRERAUniversidad de Crdoba

    El historiador que ha de enfrentarse con el estudio de la ciudad de Crdobaen los siglos de la Alta Edad Media tiene el raro privilegio de contar con unainformacin que es objetivamente superior y ms completa que la de otras ciudadeseuropeas del momento sumidas en la penumbra a causa de la parquedad de testimonioshistricos que caracteriza a los Siglos Oscuros. Una historiografa rabe explcitay detallista nos informa no slo sobre los acontecimientos polticos y militares quesiempre estn presentes en toda obra cronstica sino tambin sobre numerososaspectos referentes a la capital del califato, cuya imagen puede reconstruirse concierta facilidad. Y todo ello ordenado de acuerdo con una precisin cronolgica enla que la mencin no slo del ario sino del da de la semana est presente muchasveces casi a cada pgina.

    Sin embargo, la calidad de las fuentes rabes presenta siempre un lado dbil:la ausencia de documentacin archivstica, que nos impide adentramos en el estudiode determinados temas de historia social o econmica a travs, sobre todo, de ladocumentacin notarial. Hay que lamentar tambin en muchas ocasiones la prdidade algunas obras de excepcional calidad que slo han llegado a nosotros fragmentaria-mente. As sucede, por ejemplo, con las de Ahmad ibn Razi, el gran historiadorcordobs del siglo X, conocido habitualmente como Rasis, cuyos escritos, al igualque los de su hijo, Isa ibn Ahmad, han pervivido tan slo en parte a travs de lascitas de otros autores ms tardos o bien en traducciones parciales realizadas muchossiglos despus de aquel en que fueron redactados.

    Aun as, sobre Crdoba hay mejores fuentes que en relacin con otras ciudadescontemporneas. Ibn Hawqal es, al parecer, el primero en describir la ciudad 1 . Unasegunda descripcin, seguramente mucho ms detallada, fue la de Rasis. Al menosas nos lo dice Ibn Hazm 2 . Pero de Rasis slo ha llegado hasta nosotros una brevedescripcin ya aludida, que se ha conservado en una traduccin castellana hechaen el siglo XIV de otra portuguesa coetnea Estn tambin los textos de Ibn al-Farad, Ibn Bashkuwal, al-Dabb e Ibn al-Abbar, as como algunas crnicas annimas,sin olvidar a al Maqqar, que recoge, en el XVII, numerosos testimonios anteriores.Es verdad que muchas veces la informacin que aportan esas obras es repetitivay en otras abundan los datos abultados que inducen al lector a albergar serias dudassobre la veracidad de las cifras, tanto las referentes a la poblacin o a las dimensionesde una ciudad, como al nmero de componentes de un ejrcito.

    1. LVI-PROVENAL, E. Espaa musulmana, en Historia de Espaa dirigida por don Ramn MenndezPidal, V, p. 230.

    2. Ibdem.3. Crnica del moro Rasis, Madrid, Ed. Gredos, 1975, p. 20.

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    De todas formas, en un intento de aproximacin a la trama urbanstica deCrdoba en la poca de dominio islmico, el recurso de las fuentes escritas no esnunca suficiente. Es preciso contar con el concurso de la Arqueologa, que ha hechoimportantes logros a lo largo del siglo pasado y, sobre todo, en el que ahora termina4.Resultara imposible referirse de manera pormenorizada a un tema como se enrelacin con las excavaciones hechas sobre todo a lo largo de este siglo. Baste decirque, salvo raras excepciones, no ha habido planes sistemticos de excavacin sobrela ciudad s los ha habido, en cambio, sobre Medina Azahara, de manera que losrecintos excavados lo han sido casi siempre a travs de operaciones de urgencia quehan presentado tremendos retos a los arquelogos y que, sin duda, han contribuidomucho a nuestro conocimiento sobre el tema aunque todava estamos lejos de teneruna imagen suficientemente clara sobre aspectos fundamentales referidos al planode la ciudad, al recinto amurallado, a la ubicacin exacta de la lnea de muralla(singularmente en la Ajarqua) y, sobre todo, al callejero y ala situacin y extensinde los barrios perifricos. Y no digamos ya la dificultad que entraa reconstruiralgunos pormenores del plano de la Crdoba califal, a pesar de lo mucho que, enprincipio, nos informan sobre ello las fuentes escritas, tal vez, como ya he apuntado,las ms explcitas que existen para una capital europea, con la excepcin de Romao Constantinopla.

    En los ltimos tiempos, algunos de esos hallazgos arqueolgicos en concreto,el de Cercadilla han corroborado de forma rotunda y espectacular lo que ya sabamosdesde siempre: que la grandeza de la ciudad califal no hace sino continuar unaesplendorosa tradicin establecida en poca romana y visigoda, pero ms importantean de lo que en un principio podamos suponer. Tanto si se confirma como si nola titularidad del palacio tardorromano all aparecido, es evidente que las caractersticasy las dimensiones de ese palacio as como su importancia en relacin con otras obrassemejantes refuerzan el peso de la ciudad en la poca bajoimperial, el cual queda,por lo dems, atestiguado por otros muchos indicios. La Crdoba islmica nace,pues, sobre un recinto urbano de gran tradicin y prestigio, un prestigio acrecentadoen los ltimos tiempos de dominacin visigoda por haber sido Crdoba el lugar deresidencia del ltimo duque o gobernador de la Btica, que fue tambin el ltimode los reyes visigodos.

    Sin embargo, el punto de partida es modesto, si lo comparamos con otrasciudades del Imperio romano. Crdoba tuvo, en un principio, unas 50 hectreas, luegoampliadas a unas 60 o 70. Era en poca tardorromana la ciudad ms extensa de laBtica 5, aunque su superficie no alcanzaba las cifras de otras ciudades importantes

    4. Un detallado estudio sobre actuaciones arqueolgicas en Crdoba durante el siglo pasado en NIETOCUMPLIDO, M., "La arqueologa cordobesa en el siglo XIX". Boletn de la Real Academia de Crdoba,n. 106, 1984.

    5. Carmona tena 47 hectreas, ms o menos lo mismo que Zaragoza. LACARRA, J.M., "Panoramade la historia urbana en la Pennsula Ibrica desde el siglo Val X". La citt nell'alto medioevo, en Settimanede Spoleto, VI, pp. 319-358. Seguimos, no obstante, la reimpresin de ese trabajo en Estudios de AltaEdad Media Espaola, Valencia, Anubar, 1971, p. 29.

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    del Imperio. Por ejemplo, Colonia tena 97 hectreas; Lugdunum (Lyon), 140;Nimes, 220. En la Pennsula, Mrida era una de las ms extensas, con una superficieque ha sido calculada entre 80 y 90, solo superada, en la Pennsula, segn parece,por Cartago Nova

    Sobre ese fundamento tardorromano y visigodo se produjo luego la gran evo-lucin de la ciudad bajo el dominio islmico. Por lo dems, creo que no es necesarioinsistir en la trascendencia que tiene la impronta musulmana en aquellas ciudadesen las que impuso su sello. Chueca Goitia, en un trabajo ya clsico, llam la atencinsobre la uniformidad que suelen presentar entre s las ciudades islmicas, lo mismolas que estn a orillas del Atlntico que las que se encuentran en el Golfo Prsico.Y ese hecho es tanto ms llamativo cuanto que muchas de las ciudades islamizadasa partir del siglo VII eran ya ciudades con tradicin, con personalidad propia y conuna larga y fecunda historia urbana cuando los musulmanes las conquistaron y lasimplicaron en la civilizacin islmica 7.

    Como ciudad eminentemente funcional que es, la ciudad islmica obedece aun esquema mucho ms simple y tosco que la ciudad antigua. Aqu el espacio pblicotiene una significacin distinta por completo: no hay propiamente ni gora, ni unmbito propio de las asambleas ciudadanas, ni lugares donde se desarrolle ciertotipo de espectculos circo, teatro, anfiteatro, etc. a los que tan aficionados eranlos hombres de la Antigedad clsica. Algunos elementos s se conservan, no obstante,y entre ellos el bario pblico, aunque tal vez no desempea tanto como en lacivilizacin clsica un lugar de relacin social. A su vez hay todo un conjunto derealidades propias de la civilizacin islmica que se hacen sentir inmediatamente tantoa travs de la vista como del odo. Las torres de las mezquitas y la voz del almudanoque llama a la oracin desde ellas son un rasgo diferenciador que se percibe en seguida,lo mismo que otros elementos que penetran a travs del olfato y que derivan tantode la tradicin culinaria musulmana muy distinta de la cristiana como de suextraordinario inters por los perfumes y por cierto tipo de perfumes, en concreto,que son muy caractersticos del gusto oriental dominado por los musulmanes.

    Desde un punto de vista urbanstico, lo que ms caracteriza a una ciudad islmicaes, en principio, el trazado caprichoso y anrquico de sus calles, que forman una reden cuyo diseo no parece intervenir la voluntad de seguir un plan preconcebidoy racional. Antes al contrario, el plano de una ciudad islmica es como ha afirmadoChueca, con una comparacin muy grfica "un organismo puramente natural ybiolgico" que a lo que ms "se asemeja es al diagrama de un cuerpo vivo, a la imagendel sistema nervioso o a un corte de la masa enceflica" 8 . En realidad, sa es laimagen que todava revela el plano de Crdoba de Karvinski de 1811. Luegoveremos que eso no siempre es as. De todas formas, resulta evidente que la improntaislmica se mantuvo en las ciudades de la Espaa meridional durante toda la EdadMedia y slo a partir del siglo XVI sufrieron alguna modificacin aunque a menudo

    6. Ibdem.7. CHUECA GOMA, F., Breve Historia del urbanismo, Madrid, 1977, pp. 66-67.8. Ibdem, pp. 72-73.

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    insignificante 9 hasta el punto de que muchos de esos rasgos son todava visiblesen la actualidad. Uno de ellos todava presentes en Crdoba es el de la calle sin salidabarrera es como se le llama en la Baja Edad Media o calle privada, que sloconduce a la entrada de una casa, la cual es uno de los rasgos ms caractersticosde las ciudades islmicas y, en concreto, de Crdoba 1.

    Pero esas caractersticas, que no siempre afectaron a todo el conjunto de laaglomeracin cordobesa, sino principalmente al sector de la Medina, es decir, elencerrado entre los muros de la ciudad, se fueron imponiendo poco apoco, a lo largode los siglos de dominacin islmica quinientos veinticinco aos en total sin que,desgraciadamente, est en nuestra mano conocer ese proceso, que exigira undesproporcionado esfuerzo de carcter arqueolgico totalmente desasistido, en estecaso, por los datos de las fuentes narrativas, las cuales cubren muy mal los primerossiglos de dominacin islmica.

    Un problema de partida es el de determinar el espacio ocupado por las edifi-caciones de la ciudad dentro y fuera del recinto amurallado y su evolucin a lo largode le poca estudiada. Pero ese problema es muy difcil de resolver. En ciertos casospodemos deducir que algunos de los arrabales de la Crdoba omeya existan ya conanterioridad a la llegada de los musulmanes. As sucede en el caso de Secunda, alsur del puente, lo cual no slo queda atestiguado por su nombre romano sino tambinpor otras evidencias, tanto textuales como arqueolgicas, que lo prueban. Lo mismosucede en relacin con algunos elementos del espacio pblico situado fuera del recintoamurallado, con testimonios bien claros en el caso del formidable complejo aparecidoen Cercadilla, y el circo, que se suele situar en el entorno de la Veterinaria, mientrasque otros elementos de ese espacio pblico, como el teatro y el anfiteatro, estabansituados, al parecer, en el interior de la ciudad amurallada 11 . Parte de esos espaciossern asumidos por la ciudad islmica, que les asign otros cometidos diferentesde los que en un principio tuvieron.

    El texto de Ibn Hawkal, que data del siglo X y, por tanto, es de los ms antiguosconservados, parece transmitir la idea de que el arrabal de Rusafa fuera una especie dencleo originario de los que luego se extendieron al este y al oeste de la Medina / 2.Pero para tener una idea ms cabal sobre la configuracin espacial de la ciudad tene-mos que remitirnos casi siempre a la informacin tarda que nos proporcionanlos historiadores musulmanes de los siglos XI y XII, los cuales transmiten unaimagen de la realidad urbana cordobesa no slo muy modificada, en relacin conlos primeros tiempos de dominacin islmica en la cual Crdoba era todava una

    9. TORRES BALBS, L., Ciudades hispano-musulmanas, vol. I, p. 14.10. Sobre el tema, ver CHUECA F., ob. cit., pp. 75-76.11. Es el caso de las ruinas del teatro romano, edificado, al parecer, entre el solar de Santa Victoria

    y el del Museo Arqueolgico, o el anfiteatro, que, segn las hiptesis que se contemplan, estara situadoms al este, relativamente cercano ya al muro oriental de la ciudad. Crdoba en tiempos de Sneca. Crdoba,1996, pp. 82-90.

    12. "Rusafa se compone de alojamientos que forman la zona alta de la ciudad, y cuyas construccionesalcanzan el barrio bajo. Es una aglomeracin que rodea la ciudad por los lados Este, Norte y Oeste".IBNHAWKAL, Configuracin del mundo, Valencia, 1971, pp. 63 y ss.

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    ciudad relativamente modesta sino tambin respecto de la del siglo X, cuando laciudad haba alcanzado el mayor desarrollo urbano de su historia, si damos crdito, almenos, a los testimonios que proclaman su inevitable decadencia a partir del segundodecenio del siglo XI, con motivo de lafitna, que dio al traste con la institucin califal.

    Hasta la poca de dominacin almorvide Crdoba slo tuvo amurallada unaparte relativamente exigua de su casco urbano a la cual se la conoce con el nombrede Medina, aunque a veces aparece tambin denominada alcazaba. Ya se ha sealadocul era su extensin, que no vari sustancialmente desde la poca tardorromanahasta las grandes modificaciones realizadas por los cristianos en el sector SO. deella a finales del siglo XIV.

    Fuera de ese recinto amurallado estn los distintos arrabales de la ciudad loscuales conocemos esencialmente a travs de los datos que sobre ellos nos ha propor-cionado Ibn Bashkwal, un historiador de origen mulad que vivi en el siglo XII,el cual cita 20, adems de la Medina, en una relacin que parece bastante fiable yque otros autores posteriores han repetido hasta la saciedad 13 . Todos esos arrabalesbordearan el recinto amurallado de Crdoba por sus cuatro costados. Formabanparte del sector occidental (al-chi haal- garbiyya) de la ciudad nueve arrabales: LosPergamineros o como defenda Castejn de los Pasteleros (ar-Raqqaqin) I4 , Hawanitar-Rihan, Palacio de Mugit (Balat Mugit), Mezquita de Shifa (Maschid as-Shifa),Mezquita de Masrur (Maschid Masrur), Mezquita al Kahf (Maschid al-Kah.f),Mezquita ar-Rawda (Maschid ar-Rawda), Hammam al-Ilbir, y as-Sichn al-Qadim.Por su parte, el sector oriental (al-chi haas-Sharqiyya) contaba con siete: La Medina(Madina al-Atiqa) Furn Burril, Shabular, La Torre (al-Burch), Munyat Abd Allah,Munyat al-Mu gira y, finalmente, az-Zhira. Es curioso que la Medina aparezca dentrodel sector oriental de la ciudad, criterio que comparte, con Ibn Bashkwal, la descrip-cin que hace el historiador granadino del siglo XIV Ibn al-Jatib. En el sector nortede la ciudad (al-chi haal-chawfiyya) haba tres barrios. El ms septentrional era elde ar-Rusafa; al este se encontraba el llamado Mezquita de Umm Salma (MaschidUmm Salma). Finalmente, al sur de la medina, se encontraban los arrabales deShaqunda y Munyat Achab.

    No siempre es posible situar esos barrios en un mapa con la precisin deseable.Pero quiz merezca la pena que nos refiramos a ciertos casos concretos. Algunosson fciles de localizar, como sucede con Rusafa, situada al norte de la ciudad, dela que Ibn Hawkal proporciona una descripcin lo bastante completa como paraahorrarnos su comentario is . Un poco ms al sur est el de Umm Salma y el de QutaRasho, situados al norte de la Bab al-Yahud o Puerta Osario cristiana.

    En el sector oriental (al-chi haas-Sharqiyya) haba seis arrabales aparte de lapropia Medina. Entre ellos estaba, por ejemplo, el de Shabular. Ibn al Qtiyya nos

    13. As lo hace, por ejemplo, la Descripcin annima de al-Andalus.14. CA5TER5N Y MARTNEZ DE ARIZALA, R., "Notas de topografa califa]. Racquim y el arrabal de

    los pergamineros", Boletn de la Real Academia de Crdoba, 70, 1954, pp. 168-174.15. IBN HAWKAL, Configuracin del mundo, p. 65.

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    dice que se hallaba al pie de una colina 16 . Ello conduce a una localizacin en tornoal convento de San Francisco, junto al sector S.E. de la muralla y fuera de ella. IbnIdhari puntualiza que estaba antes de la Ramla, es decir, "El Arenal". El propio nombredel barrio coincide con esa apreciacin: shabular o shablar es un nombre de origenlatino, derivado de sabulum (= arena) 17 . Significa lugar donde abunda la arena.Tambin en el sector oriental extramuros y ms lejos del ro se hallaba Furn Burril.Se observar que, as mismo, ese arrabal presenta un nombre cristiano: "el Hornode Borrell" o "El horno de Burriel". Los Anales palatinos de al-Hkam II nos cuentancmo en el ao 972 el califa atraves, a caballo, el citado arrabal. Y refiere que habauna calzada muy estrecha, junto a un foso, la cual, al llenarse de gente que acudiall para ver al soberano, dio lugar a una situacin de peligro para quienes vitoreabanal califa. A fin de evitar que alguien, en semejantes ocasiones, pudiera caer al fosocontiguo, al-Hkam mand comprar las tiendas situadas junto a esa calzada con elfin de arrasarlas y proceder a su ensanche 18 . Pero no sabemos a qu foso se refiereese relato. Y como en esa parte de Crdoba no hay, en realidad, grandes desniveles,podra pensarse que el foso no es otra cosa que el excavado por el ro. Pero elloequivaldra a asignar a ese arrabal una ubicacin cercana al Guadalquivir cuando, enrealidad, se suele creer que estaba situado ms al norte y alejado de su curso 19. EmilioGarca Gmez se preguntaba si ese foso no sera aquel que, con carcter defensivo,rodeaba el conjunto de la aglomeracin cordobesa, es decir, el conjunto de losarrabales que la componan. Tradicionalmente se ha pensado, siguiendo la informacinde Ibn Bashkwal y, luego, la ms tarda de Ibn al-Jatib, que ese foso se excav, comomedio defensivo, durante lafitna; pero pudo haber estado presente ya desde la pocade al-Hkam H como un medio para defender los arrabales de la ciudad en una pocaen que la mayora de ellos no tenan otra proteccin que sa 29.

    Algunas fuentes cristianas nos proporcionan noticias sobre otros barrios. Porejemplo, el Calendario de Crdoba habla del Vicus Tiraceorum. De la informacinque proporciona se deduce que estaba al este o al noreste de la Medina. All se encon-traba la iglesia de San Zoilo, que se ha querido identificar con la de San Andrs 21.Castejn coloca tambin en el sector oriental el barrio de al-Burch. De nuevo estamosante un topnimo latino derivado, a su vez, de una voz germnica que se utilizaprofusamente en la Alta Edad Media para referirse a un ncleo de poblacin pequeodependiente de otro. Con frecuencia se usa tambin esa voz para aludir a una torre

    16. Tarij iftitah al-Andalus, p. 29.17. GARCA GmEz, E., "Notas sobre topografa cordobesa en los 'Anales de al-HalcamIT por Isa Razi",

    Al-Andalus, XXX, 1965, p. 352.18. Anales palatinos, p. 90.19. En otra ocasin Ibn Hayyn se refiere al "barranco" al mencionar a los leones que mand traer

    Abd ar-Rahmn III e instal junto a su palacio y cerca del puente aludiendo aqu inequvocamente a lacrcava o terrapln excavada por el ro. Muqtabis, V, p. 42.

    20. "Los arrabales no tenan muro dice Ibn Bashkwal: slo en los das de la guerra civil se les hizoun foso (jandaq) que los rodeaba a todos, y una muralla defensiva". GARCA GMEZ, E., "Notas sobretopografa cordobesa en los 'Anales de al-Hakam II' por Isa Razi", Al-Andalus, XXX, 1965, pp. 355-356.

    21. CASTEJN, R., "Crdoba califal", p. 293.

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    o a una casa fuerte. Una mencin del calendario de Recemundo donde se cita esebarrio con el nombre de Vico turris, barrio en el que se encontraba el sepulcro de losTres santos, le permite al ilustre catedrtico y acadmico identificarlo con el de laactual parroquia de San Pedro, en la cual se suele situar generalmente la antiguaBasilica Sanctorum Trium, que era, segn todos los indicios, la iglesia donde tenasu sede el obispo mozrabe de Crdoba 22.

    El chanib occidental de la ciudad (al-chiha al-garbiyya) era bastante mscomplejo. Tena nueve arrabales. De la informacin que poseemos se deduce fcil-mente que, fuera de la Medina, era la parte ms extensa y habitada de la ciudad.Tena una extensin enorme y las catas arqueolgicas que se han hecho en ese sector,a las que se har referencia ms adelante, han encontrado restos de calles y viviendasen lugares muy alejados del muro occidental de la Medina, justificando as la imagende una ciudad esparcida por una superficie muy extensa que ha contribuido a dispararlos clculos sobre su cifra de poblacin. All estaban, entre otros, los arrabales deMaschid al-Shif (= Mezquita de al-Shif), llamado as por la mezquita que funden ese lugar una concubina de Abd ar-Rahmn II de ese nombre. Otro arrabal cercanoera el llamado del Hammam o bario de al-Ilbir. Un pasaje de los Anales palatinosde al-Hkam II nos permite intuir que los dos arrabales anteriores eran colindantesy que estaban situados en la parte occidental de Crdoba y no muy alejados de laMedina. El texto se refiere a una comitiva que sali del alczar por la puerta as-Sudday lleg luego a la Musara. "De all dicen los Anales palatinos se les hizo torcer porla cuesta en cuyo alto est la mezquita del hchib Isa ibn Ahmad ibn Ab Abda, yluego por el arrabal de la mezquita de al-Shif y por el arrabal del Hammam de al-Ilbirr 23 . La mencin de la Musara y de la cuesta nos permite intuir que esos dosarrabales no deban de estar demasiado lejos del sector que hoy ocupan el HospitalGeneral, el Hospital Reina Sofa y todo el complejo de edificios universitarios queall existen. Tal vez la mezquita del Fontanar, excavada recientemente, sea algunade las dos citadas.

    Pero es muy difcil dilucidar el lugar exacto en que se encontraban los arrabalesall existentes. Incluso las teoras mejor fundadas chocan con tremendos problemasde interpretacin. Con frecuencia es necesario volver a reconsiderar la versin quesobre algunos de estos temas diera R. Castejn en su famoso estudio "Crdoba califal"donde muchas intuiciones verdaderamente geniales cobran de nuevo vigor despusde haber sido descartadas, en parte, por investigaciones posteriores que se creanmejor fundamentadas 24. Pero, en realidad, puede decirse que casi cualquier intentoen tal sentido es un puro ejercicio de imaginacin.

    Prescindiendo de intentar localizar los barrios cuyos nombres conocemos atravs de la lista que nos proporciona Ibn Bashkwal, creo que es preferible teneruna imagen de esa parte de la ciudad a travs de lo que han exhumado las excavaciones

    22. CASTE-15N, R., "Crdoba califal", p. 292.23. Anales palatinos, p. 66.24. "Crdoba califal", p. 287 y SS.

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    arqueolgicas ms recientes en el sector de Poniente. El chanib occidental se desarrollmucho en la poca califal. Seguramente sucedi as porque sa era el rea deexpansin ms natural y porque tal vez estuvo ya parcialmente desarrollada desdela poca romana y visigoda. En realidad, es en la parte occidental donde estaba todoel complejo palaciego que ha aparecido en Cercadilla. Pero tambin, probablemente,se pobl con ms intensidad en el siglo X por el efecto de ventosa que efectu, desdeel segundo tercio del siglo, la construccin de Medina Azahara. El chanib oriental,en cambio, estuvo, al parecer, menos desarrollado. Pero en la poca postcalifal sucedelo contrario, es decir que se arruina el occidental, que fue saqueado y destruido enla fitna quiz porque era el ms rico y el que ms fcilmente poda atraer ladepredacin y se conserva, en cambio, el oriental, que es el que luego ser amuralladoen el siglo XII.

    Algunos de esos barrios extramuros nos han mostrado sus restos a travs delas excavaciones subsiguientes a determinadas obras realizadas hace poco tiempo:por ejemplo, en el sector occidental de ella, en las cercanas de la nueva estacindel ferrocarril. Tambin en el Polgono de Poniente. Lo mismo puede decirse msal norte, en El Brillante. En muchos de esos casos han aparecido restos de viviendasy alineaciones de casas formando calles de una anchura tal, que desmienten la imagentpica de calles estrechas y tortuosas que suele atribuirse a las ciudades islmicas,la cual slo cabra asociar, tal vez, a las de la Medina. Las catas arqueolgicas reali-zadas en ese sector (y en las cuales Eduardo Ruiz ha realizado una labor extraordinaria)revelan una estructura y forma de las calles diferente de la que es posible encontraren la Medina, con una anchura superior. Est claro, por otra parte, que esa disposicinde las calles obedece aun plan premeditado, diseado de acuerdo con unas directricesms o menos claras en funcin de las necesidades de habitacin humana que se hanpresentado en un momento concreto en Crdoba, a causa del auge de su poblacin.Se puede observar, por ejemplo, una jerarquizacin de las calles de acuerdo consu anchura y todo conduce a pensar que ese trazado obedece con claridad a un planpremeditado de tipo urbanstico. Se supone que ese auge de poblacin en el chaniboccidental es del siglo X y que el nivel de ocupacin de la poca emiral ha sido menor.Pero, en realidad, creo que esa conclusin est por demostrar. El mtodo de excavarque se utiliza habitualmente en esas intervenciones de urgencia hace un uso excesivode las mquinas y no es posible el estudio estratigrfico detenido, ni tampoco unexamen reflexivo y despacioso que permita establecer con precisin la cronologade los hallazgos. Es una servidumbre que tienen siempre las excavaciones de urgencia..Pero de ninguna manera se puede asumir que todos esos restos sean califales o predo-minantemente califales. Tal deduccin parte sin duda de la idea una idea apriorstica,aunque apoyada en algunos textos rabes de que en la poca califal fue cuandose produjo el mayor crecimiento de la ciudad y porque, por la misma razn as lodicen las fuentes escritas, hay que reconocerlo se piensa que a partir de la fitnase produjo la despoblacin de la Crdoba. Pero all donde la excavacin se ha hechocon menos apresuramiento se pone de manifiesto muchas veces que no pocos deesas edificaciones son del siglo XII. Por lo dems, los restos encontrados revelan

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    una infraestructura muy evolucionada, con atarjeas de mampostera que conducenlas aguas y con otras canalizaciones secundarias construidas de cermica.

    Por otra parte, apenas conocemos datos sobre las calles de Crdoba. Los hallaz-gos arqueolgicos en el sector de Poniente han puesto de manifiesto que muchas deellas estaban pavimentadas. Pero sobre ese tema es escasa la informacin en los textos.Una excepcin es la noticia que nos transmite Ibn Hayyn sobre el empedrado quese realiz, en 938, de la carrera del ro, desde el alczar hasta la almunia al-Ramla26.

    Por su parte, el estudio de las casas revela una superficie y estructura internade las viviendas ms o menos idntica a la que encontramos en otros lugares de al-Andalus, tanto en la poca de dominio omeya como en la nazar. Las casas estudiadassuelen tener entre 50 y 250 m2. Dotadas a menudo de un patio alrededor del cualestn las restantes dependencias, se accede a l a travs de un zagun. En el patiosuele haber una alberca. Las habitaciones son a veces de dimensiones considerables.Las cocinas suelen tener suelo terrizo. Hay letrinas, siempre pequeas, provistasde una atarjea que desagua en un pozo negro 27 .

    En definitiva, con los arrabales perifricos la extensin de Crdoba habra sidomuy grande. Pero no sabremos nunca cul era exactamente esa extensin porqueno contamos con testimonios suficientemente fiables. Lvi-Provengal estima en 5.000hectreas el rea supuestamente urbanizada de lo que podramos llamar la "granCrdoba". Pero, de hecho, si hacemos una medicin cuidadosa utilizando el mapa quel publica en su Historia de la Espaa musulmana donde aparece el recinto deli-mitado por el foso que menciona Ibn Bashkwal y al que luego se refiere el historiadorms tardo Ibn al-Jatib observamos que tal recinto tena una superficie de pocoms de 3.500 hectreas y, an as, los datos que a l se refieren no parecen demasiadoclaros. Reduciendo o convirtiendo arbitrariamente el mbito delimitado por el fosoa un rectngulo regular, con el fin de forjarnos una idea ms clara, los lados de steseran, aproximadamente, de 7,4 kilmetros, en sentido este-oeste, por 4,8 kilmetros,en direccin norte-sur. Pero es dudoso que un espacio semejante estuviera unifor-memente habitado y cabe pensar, ms bien, que existiran dentro de l distintos ncleosseparados. La mayora de los textos que aluden a esos arrabales dan la sensacinde que estn distanciados entre s y que tambin lo estn de la Medina.

    El problema aqu es excesivo crdito que suele drsele a las cifras que propor-cionan los cronistas rabes. No tiene fin el nmero de hiprboles que nos transmitencada vez que citan una cifra, sobre todo en relacin con la extensin de las ciudades,

    25. Algunas indicaciones sobre ellas en TORRES BALBS, L., Ciudades hispanomusulmanas, I,p. 285 y 329.

    26. Muqtabis, V, p. 317.27. CASTILLO GALDEANO, F. Y MARTNEZ MADRID, R., "La vivienda hispanomusulmana en Bacchana-

    Pechina (Almera)", en La casa hispano-musulmana. Aportaciones de la Arqueologa. Granada, 1990.Todas las casas excavadas en Pechina, a pesar de que estn construidas en materiales pobres, conservanrestos de decoracin geomtrica de almagra (xido rojo de hierro), lo cual evidencia un cierto gusto porlo esttico. "En la casa se come y se bebe con los amigos: no existen restaurantes pblicos, que tardarnmucho en aparecer en los pases islmicos". Ver TORRES BALBS, L., Ciudades hispanomusulmanas, I,p. 97 y MARN, M., Individuo y sociedad en al-Andalus, p. 193.

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    el nmero de casas, componentes de un ejrcito y todo aquello que pueda ser objetode propaganda. La lnea continua de casas desde Crdoba a Medina Azahara, citadapor varios autores rabes que se copian unos a otros, es un argumento que suele darsepara establecer las dimensiones y, por tanto, la poblacin de la ciudad califal. Lacita por primera vez, que sepamos, Ibn Hawkal 28 . Recoge esa informacin al-Shaqund, pero extendiendo ahora la superficie de tal modo que ya no slo es continuala lnea de casas entre Medina Azahara y Crdoba sino que tambin lo es desdeCrdoba a Medina Zahira (el palacio de Almanzor) y lo es durante 10 millas, sininterrupcin: "Se dice escribe al-Shaqund que estaban 29 tan pobladas las construc-ciones de Crdoba, al -Zahra y al-Zahira, que se poda caminar por ellas a la luz delmparas por espacio de diez millas sin interrupcin alguna"". Es cierto que, aunqueexagerada, no lo es en demasa la distancia de 10 millas (= 18,575 km.) entre MedinaAzahara y Medina Zahira, si esta ltima est donde creemos que est, al este deCrdoba 31 . Dejemos tambin a un lado ahora lo de recorrer ese espacio a la luz delmparas y no a la luz del da. La exageracin est en la lnea continua de casas,no en la distancia, que es moderadamente incorrecta para lo que suele ser habitualen estos casos. En realidad, no se equivoca al-Shaqundi ms que en unos cuatro ocinco kilmetros (!) 32.

    28. "El seor de esta capital, Abd al-Rahmn ibn Muharnmad, fund al oeste de Crdoba una ciudadque llam Zahra, sobre el flanco de una montaa rocosa de superficie lisa, llamada Yabal Bailas. El trazall mercados, hizo construir barios, caravasares, palacios, parques; invit al pueblo a vivir all y ordenpromulgar por Espaa la proclamacin siguiente: 'Quien quiera construir una casa o elegir un local dehabitacin prximo al soberano recibir una prima de 400 drhemes'. Un ro de gente se apresur a edificar;los edificios se hicieron densos y la popularidad de esta ciudad adquiri proporciones, hasta el puntode que las casas formaban una lnea continua entre Crdoba y Zahra".IBN HAWKAL, Configuracin delmundo, p. 64.

    29. Resulta evidente que la utilizacin de ese tiempo de verbo, "estaban", significa que ya no era asen la poca en que escribe este autor, que vive en el siglo XIII y muri pocos arios antes de la conquistade Crdoba por Fernando III.

    30. GARCA GMEZ, E., Al Shaqundl Elogio del Islam espaol, Madrid-Granada, 1934, p. 105.31. Sobre las dimensiones de la milla, ver VALLV, "El codo", 346-347.32. Al-Shaqund cultiva la exageracin de forma sistemtica. En el prrafo inmediatamente anterior

    al que se ha citado ms arriba nos informa que en el ejrcito de Almanzor haba ms de 200.000 jinetesy ms de 600.000 infantes. En el inmediatamente posterior se refiere a la "multitud de aceas de su ro[Guadalquivir], pues se dice que pasan de cinco mil muelas" (GARCA GMEZ, E., Al-Shaqundi...,pp. 105-106). Parece innecesario refutar las cifras de los contingentes militares. Y difcilmente puedeuno comulgar con tantas ruedas de molino. En verdad, quienes creen (con razn o sin ella) que buenaparte del carcter andaluz es una herencia islmica tienen, en casos semejantes a ste, los mejoresantecedentes de la tradicional exageracin que se le atribuye. El colmo, en un tema como ste, nos loofrece el relato de la Descripcin annima de al-Andalus: "En tiempos de los omeyas dice el desconocidoautor de la obra las edificaciones de la ciudad se extendan por una superficie de ocho parasangas delargo por dos de ancho", cantidades que se corresponden con veinticuatro y seis millas, respectivamente.Si la longitud de la milla es, segn calcula Vallv, 1,8575 kilmetros, la extensin de Crdoba habrasido de 45 km. de largo y 10 de ancho, bastante ms que la de Los Angeles, que pasa por ser una de lasciudades ms dilatadas del Planeta en pleno siglo XX. Y lo peor es que el texto insiste en que todo eseespacio estaba poblado por casas, alczares, huertos, mezquitas, alcaiceras, albergues, zocos y baosque se alzaban a lo largo de la orilla del Guadalquivir (Una descripcin annima de al-Andalus, p. 38).

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  • Aproximacin a la imagen de la Crdoba Islmica

    No es conveniente detenerse ahora a examinar algunos elementos importantesde la infraestructura de la ciudad que presentan una cierta complejidad tcnica yque han sido muy bien estudiados desde hace tiempo. Entre ellos el del abastecimientode agua y el alcantarillado. Azorn abord sumariamente este tema en un estudiohecho hace ya tiempo 33 . Han supuesto una renovacin de nuestros conocimientoslos trabajos ms recientes de Basilio Pavn 34 y, aunque estn esencialmente referidosa la Crdoba romana, los de ngel Ventura 35.

    En otra direccin completamente diferente, hay un problema muy importante,pero difcil de dilucidar y es el de saber quin puebla el recinto amurallado de Crdobay quin habita el sector extramuros. Ibn Hawkal al hablar de la aglomeracin querodea la ciudad por los lados norte, este, oeste y sur insiste en que es all pero en eltexto no queda claro si exactamente en el sur o en la periferia de la Medina dondese encuentran los mercados, tabernas, caravasares, barios y moradas de lo que l llama"las clases inferiores de la poblacin" 36 Sabemos, por ejemplo, que a partir de unafecha determinada de la segunda mitad del siglo VIII se prohibieron las iglesiascristianas en el recinto de la Medina. Fue en los arios ochenta de ese siglo cuando losmusulmanes accedieron por completo al recinto que hoy ocupa la mezquita en unmomento en que, al parecer, ya no haba otras iglesias cristianas en esa parte de laciudad. Significa eso que no se autoriz la residencia de los cristianos en el interiordel recinto amurallado? Es posible, pero no probable, sobre todo si la prohibicin laentendemos de manera absolutamente drstica. Pero seguramente el grueso de lapoblacin cristiana viva fuera de la Medina, aunque no sepamos exactamente dnde lohaca. Conocemos con precisin el nombre de una buena parte de las iglesias moz-rabes de la ciudad. De muchas de ellas podemos sospechar su ubicacin exacta y aquse ha comentado ya en algn caso concreto. Pero de la mayora no tenemos infor-macin precisa. Las haba tanto en los arrabales orientales como en los occidentales.Estemos o no convencidos de que el pequeo edificio encontrado en el extremo nortedel criptoprtico de Cercadilla sea San Acisclo y hay buenas razones para pensar quepudiera serlo los restos humanos enterrados en el exterior de ella son inequvoca-mente cristianos. Por lo dems, parece poder deducirse que, fuera o no de la Medina,los cristianos habitaban en los mismos barrios donde lo hacan los musulmanes.Probablemente la Medina era el lugar de residencia de los musulmanes ms distin-guidos mientras que el grupo de los mulades y de los cristianos habitara extramuros.Pero ello no es ms que una mera hiptesis, razonable pero difcil de demostrar.

    Asunto aparte es el de los judos. Un texto de mediados del siglo X en el queel obispo de Crdoba cambia impresiones con los enviados del rey de Gerrnaniarecogidas en la Vita Joannis abbatis Gorziensis pone de manifiesto con toda claridad

    33. AZORN, F., "Las termas de la Crdoba califal", Boletn de la Real Academia de Crdoba, 4, 1923y "El alcantarillado rabe de Crdoba", Al-Mulk, 2, 1961-62, 192-194.

    34. PAVN MALDONADO, B., Tratado de arquitectura hispanomusulmana: el agua. Madrid, 1990.35. VENTURA VILLANUEVA, A., El abastecimiento de agua a la Corduba romana 2. Acueductos, ciclo

    de distribucin y urbanismo. Crdoba, 1996.36. IBN HAWKAL, ob. y p. cit.

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    un trato ms condescendiente de los musulmanes hacia los cristianos que hacia losjudos' ''. La evidente pretericin de estos ltimos no slo se manifestaba por el hechode estar obligados a llevar un distintivo que los identificase sino tambin porqueacostumbraban a vivir en un barrio aparte, separados del resto de la poblacin. Estacostumbre responde tambin, en parte hay que reconocerlo a un deseo de los hebreosde preservar su identidad cultural y religiosa. Ello nos lleva a abordar un problemadiscutido que es el de la ubicacin de la judera. El Ajbar Machma nos dice que,en el ario 711, cuando Mugit acab con la resistencia cristiana en Crdoba y sometidefinitivamente la ciudad "reuni en Crdoba a los judos a quienes encomendla guarda de la ciudad" 38 Resulta evidente, pues, la presencia de un contingente impor-tante de judos en Crdoba durante la poca visigoda como para recibir un encargosemejante. Pero no sabemos dnde estuvo la judera en poca de dominio islmico.Podemos establecer dos teoras en relacin con ese problema. Segn la primera deellas, la judera estuvo situada en el mismo sitio donde luego lo estara en pocade dominio cristiano, es decir, en el actual barrio de ese nombre. Una segunda teoraubica la judera de la poca islmica al norte de la Medina basndose en la mencin,en algunos textos, de la Bab al-Yahud o Puerta del Judo, que es la Puerta Osariocristiana. Pero, al parecer, no hay en ninguno de ellos alusin a la existencia allde una judera, sino pura deduccin basndose en el nombre de esa puerta y tambinen la proximidad de un cementerio judo encontrado extramuros y en su proximidad,hecho este ltimo muy significativo 39.

    La primera teora parece, no obstante, la ms lgica aunque dista mucho deestar probada. Baer dice que en poca cristiana la judera de Crdoba permanecisituada donde haba estado en poca islmica, es decir, cerca de la mezquita 40 . Perono parece haber fundamento documental alguno de que as fuera'''. En 1241, es decir,cinco arios despus de la conquista cristiana de la ciudad, se detecta ya la presenciade la judera en su emplazamiento actual, junto a la catedral, en un documento deesa fecha que cita la calle que desciende de Malburguete contra vicum judeorum,una expresin esta ltima que pone de manifiesto con claridad una cierta tradicinen el nombre con el que se conocen en esa poca las calles donde residen los judos42.

    37. METZ, J. DE, De vita Joannis abbatis Gorziensis, n. 124. MIGNE, A., Patrologia latina, CLXXIII,c. 302. Simonet traduce entero ese pasaje. Ver SIMONET, F. J., Historia de los mozrabes de Espaa,ed. Turner, vol. III, p. 608.

    38. Ajbar Machma, p. 27.39. La hiptesis la recoge TORRES BALB S, L., Ciudades Hispanomusulmanas, I, p. 211.40. BAER, Y., Historia de los judos en la Espaa cristiana. Madrid, Altalena, 1981, p. 90.41. Lo mismo sucede en el caso de Zaragoza, donde se suele afirmar lo mismo, pero sin argumentos

    a favor. En Tudela, en cambio, parece deducirse que la judera de poca islmica y la de poca cristianatenan el mismo asentamiento. Y se tiende a creer que suceda lo mismo en el caso de Toledo, es decir,que la judera no vari de emplazamiento al pasar la ciudad a manos cristianas. TORRES BALBS, L.,Ciudades hispanomusulmanas, I, p. 211.

    42. Se alude a ella en una donacin hecha por Fernando III en la cual se cita una plaza al lado de lapuerta de Santa Mara, donde vendan el pescado, hasta la calle que bajaba de Malburguet, frente porfrente de la judera. Ver NIETO CUMPLIDO, M., Corpus Mediaevale Cordubense, I, n241. Hasta la calle

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  • Aproximacin a la imagen de la Crdoba Islmica

    En efecto, es muy significativo que ya exista ese nombre para referirse al barrio judo(vicus judaeorum) en una poca tan temprana. Debe tenerse en cuenta que hastael ao citado el mismo en que, por fin, le fue concedido fuero a la ciudad Crdobano haba sido otra cosa que una plaza militar rodeada, desde su conquista, por tierrasque dominaban los musulmanes; y que la guarnicin militar instalada en ella tuvo queser avituallada a travs del recurso de la recua, es decir, de verdaderas caravanas deacmilas, que, con proteccin armada, llevaban a la ciudad lo ms preciso para susubsistencia 43 . Esas circunstancias no parecen las ms propicias para asentar alluna comunidad juda que no existiera ya con anterioridad a la entrada de los cristianosy tampoco es razonable pensar que hubiera dado tiempo para constituir, a partir dela conquista cristiana, un barrio concebido expresamente para albergar en l unacolonia juda.

    Toda esa informacin podra sugerir la idea de que la judera cordobesa nocambi de emplazamiento a lo largo de su historia. Ha sido frecuente, en otros muchoslugares, la permanencia del barrio judo en el mismo lugar a lo largo de los siglos,tanto en poca de dominacin musulmana como luego a la llegada de los cristianos.En pura lgica, no tiene ningn fundamento hacer cambiar de residencia a la aljamajudaica, simplemente porque los dominadores cristianos hayan sustituido a losmusulmanes a partir del siglo XIII. Un traslado de ese tipo es siempre una fuentede problemas para los judos, por supuesto, pero tambin para todos los habitantesde la ciudad y slo puede justificarse en el caso de que existieran razones muypoderosas para hacerlo 44 . Se ha observado, por otra parte, la tendencia que existeen todas partes a que el barrio judo se site en las cercanas del poder, lo cual es unargumento ms en favor de su ubicacin en el barrio actual de la judera. All estuvoel palacio de los omeyas y all, en las cercanas de la catedral y, en general, en elsector de "la Villa" residieron no slo el obispo sino tambin los ms poderososmiembros de la oligarqua urbana de la ciudad.

    De todas formas, parece muy difcil, por el momento, llegar a una conclusinplenamente vlida y convincente sobre este problema.

    Una cuestin de importancia es la referida a las murallas y a las puertas de laciudad. Sobre ambas cuestiones tenemos una informacin muy concreta aunque,en general, bastante repetitiva. Y aunque hay algunas dudas sobre la lnea que seguala muralla, la ubicacin exacta de las puertas de la Medina parece que es un asunto

    que desciende de Malburguet "contra vicum judaeorum", dice ese documento del Archivo de la Catedral(ACC, caj. V, n96, 1241.07.12. Burgos).

    43. Sobre este tema, ver mis trabajos: "Notas sobre la conquista y la organizacin territorial de Crdoba enel siglo XIII". Medievo Hispano. Estudios in memoriam del Prof Derek Lomax. Madrid, 1995, especial-mente p. 90, y "Reconquista, organizacin territorial y restauracin eclesistica en el reino de Crdoba".IV Jornadas Nacionales de Historia Militar, Sevilla, 1995, pp. 313-333. El tema del avituallamientode Crdoba est muy bien tratado en la Primera crnica general, Madrid, Gredos, 1977, pp. 737-739.

    44. Por otra parte, resulta un poco absurdo conjugar la idea del cambio de emplazamiento con la llegadade los cristianos si ese nuevo emplazamiento fue el que fue. No tiene sentido que los cristianos saquen a losjudos de su hipottico lugar de residencia anterior, en el sector norte de la ciudad, para confinarlos juntoa la catedral, que es donde estuvo la judera, si podan haberlos enviado a otro sitio ms alejado de aqulla.

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    ms que resuelto. Lo mismo o casi lo mismo puede decirse en relacin con las murallasde la Ajarqua. Es importante, sin embargo, deshacer un error muy extendido enrelacin con estas ltimas. En concreto, el lienzo que se conserva de ellas en el sectororiental de la ciudad, en el barrio del Marrubial, no es en absoluto la murallaalmorvide sino la construida por los cristianos en el siglo XIV, segn se ha puestode manifiesto a travs de estudios muy recientes que han descartado la primera deesas posibilidades por el estudio comparativo con otras lneas de muralla bien docu-mentadas y tambin por haber encontrado, durante la excavacin, los restos de lamuralla almorvide con una alineacin ligeramente diferente 45.

    En los ltimos arios se ha discutido la fecha en la cual se construy la murallade la Ajarqua. La mencin de una de las puertas de ese muro a finales del siglo XIha dado pie a la creencia de que haba sido construido en los ltimos aos de esacenturia. Pero tal cita no parece del todo concluyente y la tesis tradicional que colocasu construccin en el siglo XII y, por tanto, en los ltimos tiempos de la dominacinalmorvide cobra vigor de nuevo. De todas formas, desde la segunda mitad del siglo XIy, en concreto, desde la anexin de Toledo, en 1085, es claro que Crdoba empiezaa estar amenazada. No es necesario interpretar esa amenaza como la existencia deun riesgo grande de que cayera en manos de los cristianos, posibilidad que no sepuede descartar aunque fuera harto improbable en aquel momento. Sin embargo,olvidamos a menudo que las famosas aceifas musulmanas del siglo X tuvieron sucontrapartida en las cabalgadas cristianas ya desde ese mismo siglo y, sobre todo,en los dos inmediatamente posteriores. Tales cabalgadas se realizaban adentrndosemuy profundamente en territorio enemigo, con la misin simplemente de saquearloy de volver al lugar de origen con un gran botn en bienes muebles de diverso tipoy tambin en ganado y en cautivos. La construccin de una muralla no slo es laconsecuencia de evitar una hipottica conquista cristiana sino tambin, simplemente,la de impedir el saqueo de la ciudad en una de esas cabalgadas" En 1083 Alfonso VIhizo una espectacular operacin de esas caractersticas que le llev ante las puertasde Sevilla y, luego, hasta Tarifa'''. En 1140 est detectada otra de esas expedicionescristianas en las que los participantes montaron sus tiendas en la Campia de Crdobay sometieron a saqueo el territorio". Yen 1150, ya construida, sin duda, la muralla

    45. CRDOBA DE LA LLAVE, R. y MARFIL Ruiz, P., "Aportaciones al estudio de las murallas medievalesde Crdoba. Estructura y tcnicas de construccin en el sector Ronda del Marrubial". Meridies, 2, 1995,pp. 145-177.

    46. Ordoo II lo haba hecho en Evora a comienzos del siglo X (agosto de 913) y ello fue lo que anim aAbdallah b. Muhrnmad, b. Abdarrahmn b. Marwn b. Yunus el Chilliq a construir las murallas deBadajoz, ya en ese siglo. IBN HAYYN, Muqtabis, vol. V, traduccin de M. J. Viguera y F. Corriente, p. 84.

    47. REILLY, B.F., Cristianos y musulmanes, 1031-1157, Barcelona, 1192, p. 9848. "Et in subsequenti anno uir bellicosissimus predictus Munio Adefonsi, quem Toletanum alcaydem

    supra diximus, elegit sibi nongentos milites ex fortissimis Toleti et aliarum ciuitatum Toletanorum etAuile et Secobie el mille pedites electos el, sicut eral assuetus, ascendit cum eis in mediam campaniamCordube et fixere ibi sua tentoria accepitque aurum et argentum el opes magnas fecit que magnamcaptiuitatem et fecit magnas cedes per totam campaniam Cordube" (Chronica Hispana saeculi XII - ChronicaAdefonsi imperatoris, lib. 2, cap. 67, lnea 6).

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  • Aproximacin a la imagen de la Crdoba Islmica

    de la Ajarqua, est documentada la presencia en la ciudad de Alfonso VII el Empe-rador, "in barrio de Cubas, guando imperator tenebat eam circumdatam" 49.

    Ayudados por las descripciones que han llegado hasta nosotros podemos intentarestablecer una imagen de la ciudad en la poca de mayor esplendor poltico de suhistoria. Cualquier persona que pudiera examinarla en el siglo X, tal como lo hacemoshoy da desde los distintos miradores de la sierra, observara, en primer lugar, unasentamiento urbano extenso pero formado por varias unidades dispersas en tornoal ro Guadalquivir masivamente asentadas en su orilla derecha. Aproximadamenteen el centro de l, un ncleo amurallado, destacando sobre el conjunto, ocuparaalrededor de una quinta parte del rea urbana, de la cual sera, no obstante, la msdensamente poblada. Dentro de ese sector amurallado sobresaldran los edificiosms notables de todo el conjunto: el palacio califal, la mezquita aljama, las restantesmezquitas, cuyos alminares se confundiran desde la lejana, en algn caso, con laspropias torres de la muralla. Destacando en la parte sur de la ciudad, el ro y el puente.Este ltimo introduca de forma directa al viajero que llegaba a Crdoba desde elsur en la parte ms dinmica de la ciudad donde se hallaban la mezquita, el palaciocalifal y la alcaicera. Al oeste de la Medina, una gran explanada, la musara y elgran zoco. Un cinturn verde formado por numerosas huertas, sobre todo en la parteoccidental, rodeaba el muro de la medina.

    Ese cinturn verde ha sido siempre muy caracterstico de Crdoba durante todala Edad Media. El historiador Ahmad ar-Razi hace referencia a l ya en el siglo X".Tres siglos ms tarde, a la llegada de los cristianos, la imagen persiste y se mantieneas todava a finales del siglo XV. En concreto, el sector situado al oeste de la muralla,desde la actual puerta de Almodvar, ha sido siempre una de las zonas ms verdesde la ciudad lo que justifica el nombre que reciba al menos desde el siglo XIII y quesiguieron utilizando los cristianos: La Alhadra, que quiere decir, justamente "la verde".Era, con toda probabilidad, all o en sus cercanas y no en torno a Casillas, comose cree donde estaba situada la almunia an-Naura, la predilecta de Abd ar-Rahmn

    Un elemento bsico de la infraestructura urbana de Crdoba fue el puente. En ltiene su fundamento, en gran parte, el auge que adquiri Crdoba a partir de la pocaromana y durante la Edad Media. Sobre la importancia enorme del puente en la historiamedieval de la ciudad tenemos muchos testimonios. Ibn Hayyn dir, copiando a IsaIbn Ahmad, que el puente de Crdoba "es el collar que adorna su garganta y la gloriade sus monumentos insuperables" 51 . Resulta difcil exagerar la importancia que tuvopara Crdoba esta obra de ingeniera. Sevilla slo lleg a contar con un puente flotante,

    49. Liber priv. eccl. Toletane, fol. 62v, citado por Fita, F., La cantiga LXIX del rey don Alfonso elSabio, pp. 188-189. El cerco de Crdoba est documentado tambin en Anales toledanos, I, en EspaaSagrada, XXIII, p. 390.

    50. "Crdoua es Qercada de muy fermosas huertas, e los rboles dan fermoso fruto e de comer, e sonrboles muy altos; e son rboles de munchas naturas". Crnica del moro Rasis, ed. Diego Cataln y M'Soledad de Andrs, p. 20.

    51. Anales palatinos del Califa de Crdoba al-Hkam JI, ed. E. Garca Gmez. Madrid, 1967, p. 78.

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    de barcas. Por otra parte, referirse al de Crdoba llamndolo "puente romano" puederesultar irnico. La realidad es que ese puente venerable fue reconstruido numerosasveces a lo largo de los siglos, cada vez que las muchas avenidas del Guadalquivir,junto con otras contingencias histricas, lo hicieron necesario. No estaba en condi-ciones de uso el puente en Crdoba, segn el Ajbar Machma, en el momento dela ocupacin de la ciudad por los musulmanes, cuando tuvo lugar la invasin delario 711. Y, en efecto, fue el wal al-S ahm ben Malik al-Jawlan quien lo reconstruyentre 719 y 720 52 . En el ario 161H (777-778), reinando Abd ar-Rahmn I, una granavenida del ro cubri los arcos del puente y destruy una parte de l, que queden ese estado ". El puente fue reparado de nuevo en varias ocasiones. Entre ellas,durante el reinado de Hisham I, segn nos cuenta Ibn Idhari 54 . Ibn Hayyan, en suMuqtabis, se refiere a las inundaciones que tuvieron lugar, respectivamente, en 901y en 908-909 (296 de la Hgira). La primera se sald con la rotura de uno de losarcos del puente y la segunda fue, en opinin de ese historiador cordobs, "la mayorde las conocidas hasta entonces". Una nueva riada, en 942, dej el puente muydaado". En la inundacin siguiente, que tuvo lugar en 944-945, nos dice Ibn Idharique "el agua subi a la torre conocida con el nombre de Torre del Len, lo quequedaba del puente fue destruido e hizo una brecha en el muelle y tambin en otraspartes" 56, Recurdese que en 942 la riada afect al puente, segn hemos visto msarriba..Y esa cita de Ibn Idhari pone de manifiesto que an no se haban reparadolos destrozos de la riada del ario 942 cuando sobrevino otra dos o tres arios ms tarde.Cabe preguntarse si tal vez qued sin reparar el puente con una obra slida, demampostera, se entiende desde 944-945 hasta el mes de agosto de 971 en que nosconsta que fue mandado reconstruir a fondo por al-Hkam II". Es posible que asfuera porque de momento no hay noticia de que Abd ar-Rahmn III lo reparararehacindolo de nuevo en piedra. Tal vez hicieron uno de barcas, como siempre hahabido en Sevilla, o lo reconstruyeron con madera, tal como consta que se haca

    52. Al Maqqar nos indica el estado ruinoso del puente al llegar los invasores islamitas a comienzosdel siglo VIII: "Dijo Ibn Hayyn: se dice que haba en este lugar un puente construido por los cristianosantes de la entrada de los rabes, hace unos doscientos aos, pero habindose cado sus arcos y derribadosu parte superior por obra del tiempo y quedando solamente los pilares y los cimientos, los reconstruyal-Sahrn en el ao 101 [719-720] de la Hgira" (AL-MAQQARI, Analectes, I, pp. 313-314). El AjbarMachma cuenta que siendo wal de al-Andalus al-Sahm describi al califa Umar el estado ruinoso delas murallas y del puente y le pidi su opinin sobre si deba dar prioridad a una o a otra obra. Umarle orden que utilizara la piedra de la muralla para la reconstruccin del puente y que reparara los huecosde la primera con ladrillo (Ajbar Machmua, ed. Lafuente, Madrid, 1867, p. 35).

    53. IBN IDHARI, Bayan, I, p. 88.54. "Hizo reedificar el puente de Crdoba, para la restauracin del cual gast sumas considerables;

    se ocup de ello personalmente y el salario le era pagado a los obreros estando l presente" (DIN IDHAFU,Bayan, II, p. 105).

    55. Ibn Idhari, Bayan, II, p. 349.56. Ibn Idhari, Bayan, II, p. 354.57. Anales palatinos, pp. 77-78.

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    en muchos lugares y tambin en Crdoba en otras pocas". Quiz las obras de cons-truccin de Medina Azahara no permitieron el doble dispendio de edificare! palacio yreconstruir el puente. Y, posteriormente, las de la mezquita realizadas por al-Hlcam IIal comienzo de su reinado retrasaron, sin duda, la reparacin del puente, que, porcierto, hicieron ms necesaria los nuevos embates del ro en 962-963.

    El sector del Guadalquivir cercano al puente era, sin duda, el eje de Crdobaporque en sus proximidades estaban situados algunos de los elementos bsicos dela ciudad: la mezquita aljama, el alczar califal, el zoco, la alcaicera y numerososotros elementos bsicos del espacio pblico cordobs.

    No se har aqu ninguna referencia a la mezquita por ser un asunto demasiadoconocido. Era, tan slo, como se sabe, la ms importante de cuantas haba en la ciudad.Los autores rabes citan un elevadsimo nmero de ellas que no podemos admitiry que van desde las 1.600 a las 13.850. Son unas cifras absurdas, al menos si conside-ramos como mezquitas los lugares de oracin que admitieran un nmero mnimode creyentes". Jess Zann, estudiando cuidadosamente las menciones de las fuentes,ha podido contabilizar 93. Pero slo se han podido ubicar 54 ene! mbito urbano deCrdoba, casi siempre sin poder atribuirles una localizacin precisa, aunque sabemosel sector de la ciudad en la que se encontraban: 18 en la Medina 60, 17 ene! chaniboccidental'', 12 ene! oriental'', cinco en el sector norte y dos ene! sur. Si esas cifrasson representativas de todo el conjunto de mezquitas podramos deducir de ellasla poblacin musulmana relativa de esos cinco sectores bsicos de la aglomeracin

    58. Durante el cerco de Crdoba por Pedro I durante la guerra civil con Enrique de Trastmara losdefensores de la ciudad rompieron dos arcos del puente para impedir el acceso a la ciudad por parte delRey Cruel y de sus aliados granadinos. No es de creer que el puente se mantuviera en esa situacin durantecasi un siglo. Lo cierto es que tal vez respondiendo a un nuevo derrumbamiento hubo obras en el puentede Crdoba en 1460. Sabemos que se haban cado dos arcos contiguos a la Calahorra y el primer estriboamenazaba tambin con derrumbarse. Para poder seguir utilizndolo, a pesar de los destrozos anteriores,se haba entablado el espacio vaco dejado por los arcos hundidos. Se presupuest la obra en 700.000mrs. y se orden su construccin el 20 de diciembre del citado ao. RAMREZ DE ARELLANO, R., Historiade Crdoba, vol. IV, p. 217.

    59. Entre los hebreos se maneja el concepto de sinagoga minyanim, para referirse a aquellas que estnpreparadas para el culto. Esta palabra deriva de minyn, que quiere decir "nmero", y se refiere al nmerode diez que, aludiendo a los varones adultos, es el mnimo requerido para el culto pblico. No es consideradacomo tal la sinagoga que no sea capaz de albergar a ese nmero de creyentes (BAER Y., Los judos enla Espaa cristiana, Madrid, 1981, p. 243).

    60. En el interior de la Medina estaban, adems de la aljama, la mezquita de Badr, la de al-Attarn,la de al-Zafir, la de Sad al-Jayr y la de al-Mushafi'. La mezquita al-Safar se hallaba en las cercanasde la puerta del Nogal (actual puerta de Almodvar). Ibn Hayyn cita tambin la mezquita de Ab Harn,situada junto al zoco, que fue destruida como consecuencia del terrible incendio de ste ltimo el 12de julio de 936 (IBN HAYYN, Muqtabis, V, p. 286).

    61. Entre ellas cita una Ibn Hayyn, que estaba ya arruinada en su tiempo, y que fue construida porMarchn, favorita de Abd ar-Rahmn III y madre de al-Hkam II (Muqtabis, V, p. 19).

    62. En ese sector realiz obras en una mezquita cuyo solar se corresponde con el de la iglesia de SanLorenzo, Mustaq, concubina del primer califa y madre de su hijo menor, al-Mugira. As lo prueba unalpida conmemorativa conservada en el Museo Arqueolgico de Crdoba (n inv. 504). He publicadoesa lpida en CABRERA, E. (Ed.), Abdarrahmn Ill y su poca, Crdoba, 1991, p. 71.

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    cordobesa. Sin poder identificarlas por sus nombres rabes ms que en algunos casos,casi podemos asegurar que hubo una mezquita prcticamente en casi todos los lugaresdonde los cristianos edificaron luego una iglesia yen muchos casos quedan evidenciasclaras de haber sido as '3.

    Las mismas dificultades de localizacin tenemos en relacin con las iglesiasmozrabes, de las cuales han quedado numerosos datos desperdigados por las fuentes.El Calendario mozrabe de Recemundo, as como el Memoriale Sanctorum, de SanEulogio, proporcionan mucha informacin sobre el tema 64.

    Es tambin en el entorno del puente y del ro donde estaba el alczar califal.Son numerosos los detalles que nos proporcionan las fuentes sobre ese palacio aunquehay otros muchos que ignoramos e ignoraremos para siempre. Resulta imposiblereconocer la identidad o la relacin que guardan entre s las dependencias de esepalacio citadas por los textos. La Descripcin annima de al-Andalus dice que tena430 estancias 65 . Sin duda es muy exagerada esa cifra aunque no hay por qu dudarque seran muy numerosas 66 . Conocemos el nombre de muchas de ellas. Ibn Bashkwal,se ha referido, entre otras, a algunos de los pabellones del palacio, que suelen tenernombres muy curiosos, como al-Bad (= el Peregrino) 67 , al-Kmil (= el Perfecto) 68,Al-Mashuq (= el Amado), al-Mubrak (= el Bendito), al-Muchaddad(= el Renovado),al-Mukarram (= el Honrado), al-Rashq (= el Elegante), al-Rawda (= el Jardn),al-Zahir (= el Brillante), Qasr al-Surur (= el Alczar de la Alegra).

    Una de esas estancias es la Dar al-Rawda o "casa del jardn". Ibn Jaldn noscuenta que fue construida por maestros venidos de Bagdad y de Constantinopla en elreinado de Abd ar-Rahmn 111 69. Se citan tambin la "Habitacin del Visirato" (Baytal-Wizara), la "Nave del Viento" (Balat ar-Rih) y la "Casa de los Infantes" o Daral-awld. En esta ltima sola recibir lecciones de un alfaqu el futuro Hisham Ir.

    Otra estancia esencial del entorno del alczar califal era la Dar al-Mulk. Untexto de Ibn Hayyn parece dar a entender que estaba prximo al alczar pero no

    63. Ese! caso de San Juan, cuyo alminar an se conserva, lo mismo que en el convento de Santa Clara;tambin en la parroquia de San Lorenzo, en cuyas cercanas se ha encontrado una lpida conmemorativade las obras que all mand hacer una de las concubinas de Abd ar-Rahmn III; o en San Miguel, dondean quedan vestigios claros de esa edificacin musulmana.

    64. Le Calendrier de Cordoue. Trad. de C. Pellat. Leyden, 1961. Una edicin y traduccin espaolade la obra de Eulogio en Obras completas de San Eulogio, ed. y trad. de A. S. Ruiz, 0.B., Crdoba, 1959.

    65. Descripcin annima de al-Andalus, p. 40.66. Como elemento de comparacin, el palacio de Schnbrunn, en Viena, tiene solamente (!) 144

    habitaciones.67. Ver GARCA GMEZ, E., "Notas sobre topografa cordobesa en los 'Anales de al-Halcam II' por

    Isa Razi", Al-Andalus, XXX, 1965, pp. 322-334, esencialmente, p. 323 donde sigue a Ibn Bashkwal atravs de al-Maqqar, I, 302-303.

    68. Tal vez, "el cuarto del Perfecto", Dar al-Kmil, como aparece ms tarde, en GARCA GMEZ, E.,op. cit. p. 332.

    69. GARCA GMEZ, E., op. cit. p. 324.70. Lo mismo que en Medina Azahara, haba tambin en el alczar, una crcel SUBTERRNEA. GARCA

    GMEZ, E., "Notas sobre topografa cordobesa en los 'Anales de al-Hakam II' por Isa Razi", Al-Andalus,XXX, 1965, p. 333.

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    formaba propiamente parte de l 71 . El mismo autor nos dice, en ese pasaje, que daba ala parte del ro llamada "la Orilla" y que fue un palacio que habitaron los emires deal-Andalus hasta al-Mndhir, de cuyos herederos pas por venta a Abd ar-Rahmn IQ,el cual lo regal a su primognito al-Hkam, quien lo destin a sus efectos particulares,"como almacn de sus cosas, depsito de sus cuadernos, oficina de su amanuenses einterventores de servicios, colocando all a sus servidores de confianza y escribanosms antiguos..." Es, probablemente, la dependencia donde el segundo califa tuvo sufamosa biblioteca. Es bien conocido su inters por la cultura. De l dice el poetaIbn Hazm que "fue, entre todos, el que ms ardientemente ha amado la ciencia. Eratal su entusiasmo, que jams el estudio de la historia y los tratados llegaron a fatigarsu aficin"72.

    Las fuentes rabes citan otras dependencias del alczar omeya de Crdoba.En los Anales palatinos se menciona, por ejemplo, la cmara o saln occidental(machlis garb) de la Dar ar-Rawda o casa de los Jardines, donde al-Hkam II diouna recepcin el 14 de junio de 975, estando ya enfermo, con motivo de la fiestade la Ruptura del Ayuno73.

    Los trabajos arqueolgicos realizados en su entorno han podido acercarnos algoms al conocimiento del alczar, del cual son visibles todava algunos restos en elpalacio episcopal y sus alrededores. Pero ignoramos muchas cosas esenciales sobre l.Ibn Idhari nos dice que Almanzor fortific el alczar construyendo el muro que lorodea, as como el foso (jandaq) que lo defenda por dos de sus lados. Ibn B ashkw al,por su parte, se refiere a las condiciones militares del propio edificio al aludir a las"alcazabas altas e inexpugnables", lo cual no impeda la existencia all de depen-dencias probablemente de una gran belleza, como es fcil imaginar que sucedieraen la "Alcazaba de la Casa de Mrmol" (Qasabat Dar al-Rujam), a la que aludeIbn Hayyn 74.

    Muchos autores rabes citan con frecuencia las puertas del alczar, seis en total 75 .De ellas, la ms famosa es la puerta as-Sudda, que era el smbolo del poder califal.Tena que estar muy cerca del puente. "Cuando [el califa] no bajaba al sitio de lasobras [del puente] dicen los Anales palatinos de al-Hkam II suba a la azoteaque hay encima de la puerta de la Azuda del Alczar de Crdoba, y que domina dicho

    71. IBN HAYYAN, Muqtabis, V, pp. 22-23.72. IBN HAZM, Naqt al-Ars, p. 101.73. La descripcin de esa misma fiesta nos permite saber que su hijo, el prncipe heredero, recibi

    a quienes practicaron en esa ocasin el besamanos en la "cmara o sala de az-Zahra" (machlis az-Zahra)situada, segn se nos dice, en el parque (al-Hair). GARCA GMEZ, E., "Notas sobre topografa cordobesaen los 'Anales de al-Hakam II' por Isa Razi", Al-Andalus, XXX, 1965, p. 332.

    74. GARCA GMEZ, E., "Notas sobre topografa cordobesa en los 'Anales de al-Hakam II' por Isa Razi",Al-Andalus, XXX, 1965, p. 334.

    75. En primer lugar, la Puerta de la Azuda (Bab as-Sudda), la ms grande de todas las de Palacio;Puerta de los Jardines (Bab al-Yinan); Puerta de la Justicia (Bab al-Ad1); Puerta de la Fbrica (Bah al-Sinaa);Puerta Real (Bah al-Mulk) y, finalmente, Puerta del Sabat (Bah al-Sabat), que permita el acceso directodel imn a la mezquita a travs de un pasadizo o puentecillo.

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    lugar desde tan cerca, que era igual que si estuviera all" 76 . Las dems puertas resultadifcil situarlas con precisin, incluso en los casos aparentemente ms favorables.Por ejemplo, sucede as con la puerta del Sabbat, que estableca la comunicacindirecta entre el alczar califal y la maqsura de la mezquita a travs de un puentecillocubierto. Esa puerta plantea algunos problemas. En realidad hubo a lo largo del tiempodos puertas del Sabbat. La primera la hizo construir el emir Abdallah el cual solasentarse sigilosamente en ese pasadizo que deba de ser un pasadizo techado paraescuchar las conversaciones de los transentes y tener as una informacin directade lo que pensaba el pueblo 77 . Probablemente no queda el menor rastro del lugardesde donde arrancaba esa puerta despus de las grandes reformas hechas comoconsecuencia de la ampliacin de al-Hkam II. La segunda puerta del sabbat, quemand construir este ltimo, ofrece dudas de otro tipo. Sabemos dnde estuvo eincluso todava quedan vestigios del lugar donde se implantaba, en la fachada occi-dental de la mezquita, ese pasadizo, que fue descrito minuciosamente por Ambrosiode Morales; el cual se extraaba grandemente de su diseo, que "ms parece dicefortaleza y crcel que no trnsito, segn es fuerte todo el edificio y extraa la manerade cerrarlo" 78.

    Uno de los escenarios ms difciles de reconstruir mentalmente en ese sectorde la ciudad es el situado entre el edificio del alczar y el propio ro. Los textos serefieren al arrecife, que fue construido por Abd ar-Rahmn II para reforzar el caucedel Guadalquivir; pero tambin mencionan una calzada y, as mismo, una pradera.Todos ellos han sido testigos de los grandes fastos de la Crdoba califal. Era, portanto, el escenario habitual de los desfiles y de los torneos, que el califa presenciabasolemnemente desde la azotea situada encima de la puerta as-Sudda; pero muchasveces lo era tambin de acontecimientos dramticos y a menudo muy desagradables,al ser el lugar elegido para ajusticiar a los reos. Desde los mrtires cordobeses delsiglo IX hasta los generales culpables de la desbandada y posterior derrota deSimancas, pasando por los rebeldes mulades, han sufrido all la pena capital paraescarmiento pblico.

    Esa parte de la ciudad ha sido mal reconstruida mentalmente por algunos investi-gadores insignes que se han referido al tema'''. Castejn, con el buen criterio y el granconocimiento que tena de estas cuestiones dio la explicacin ms convincente sobreel lugar aproximado que ocupaba la lnea de muralla meridional y sus apreciaciones

    76. Anales palatinos de al-Hkam II, p. 78.77. IBN IDHARI, Bayan, II, p. 253-254.78. GARCA GMEZ, E., "Notas sobre topografa cordobesa en los 'Anales de al-Hakam II' por Isa Razi",

    Al-Andalus, XXX, 1965, p. 331.79. Creo que la explicacin que da Garca Gmez sobre el entorno del alczar y el ro no resulta

    convincente. En su descargo hay que decir que reconstruye el problema sin poder consultar, en el momentode hacerlo, segn confiesa, la obra bsica el Bayan, de Ibn Idhari que le habra permitido resolver susdudas. Pero la solucin que da a estas ltimas identificando la pradera donde se producan las ejecucionesy torneos con la Musara no parece correcta. GARCA GMEZ, E., "Notas sobre topografa cordobesa enlos 'Anales de al-Hakam II' por Isa Razi", Al-Andalus, XXX, 1965, p. 373.

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    nos permiten reconstruir mentalmente el espacio existente entre el borde del arrecifey la muralla, que era ms ancho de lo que hoy es la Ribera 8.

    Es, en efecto, un tremendo problema el de situar en su contexto espacial correctoel ngulo S.O. del antiguo alczar. Y lo mismo sucede con la musara o gran explanadaabierta en la parte occidental del alczar, ya extramuros, dentro de la cual estuvosituada una de las dos musallas u oratorios pblicos de la ciudad. Se deduce quela musara debi de ser un espacio de grandes dimensiones, pero no conocemos exacta-mente sus lmites. Podra corresponder con el sector de Vallellano o, incluso, algo msall, entre Vallellano y la Avenida de Medina Azahara. Y como se dedicaba, entreotras cosas, a los ejercicios ecuestres'', es legtimo preguntarse hasta qu punto com-parti el espacio ocupado por la actual Facultad de Veterinaria, en cuyo mbito estuvosituado, segn se cree, el antiguo estadio romano82.

    Finalmente, no se ha aludido para nada a un elemento clave de toda ciudadcomo son las necrpolis. Aqu nuestra informacin suele ser adecuada pues conocemosel nombre y el emplazamiento de una buena parte de los cementerios de la Crdobacalifal e incluso se han exhumado numerosos restos humanos.

    En primer lugar est la necrpolis califal de la Rawda del alczar. Al parecerslo se enterraban all los monarcas de la dinasta omeya, mientras que los restantesmiembros de la familia lo eran en la del Arrabal". Esta ltima, la del Arrabal, es bien

    80. "El muro meridional dice, principal fachada del Alczar, desapareci del todo en las obras delobispo Mardones, el ao 1622, que tom parte de la explanada delantera al alczar, en la que ya estabaconstruido el Seminario de San Pelagio, para hacer el gran patio y cruja meridional que hoy ofrece elpalacio obispal. En excavaciones hechas por la sociedad cordobesa de Arqueologa el ario 1922 en dichopatio, se apreci un fuerte muro de construccin califal, con la misma lnea que la fachada posterior dela mezquita, lo que nos hace suponer que es el muro meridional del Alczar. En cuanto al muro de poniente,acaso estuviera slo separado de la muralla general de la Almedina por una calle a manera de adarve, dela cual se ha visto el empedrado en algunas excavaciones". Ver CASTEIN, R., "Crdoba califal", p. 279.Luego, en la p. 281, aclara que el Seminario de San Pelagio se edific en esa explanada en el ao 1583y ha tenido numerosas ampliaciones desde entonces. Creo que no es aceptable la distancia de 30 codosexistente entre la muralla de Crdoba y el ro que cita el Ajbar Machma, p. 24 y que recoge y glosaE. Garca Gmez ("Notas sobre la topografa.. .,p. 373). Al margen del arrecife, algunos textos citan unapradera frente al alczar. El problema principal es que esa avenida del ro y la pradera tendran que estarjuntos y adyacentes, entre el alczar y el ro, para que se entienda bien la posibilidad de que hubiera allparadas militares y torneos. As, pues, la cifra que, respecto de su anchura, proporciona el Ajbar Machmao no es correcta o, si lo es, se refiere a un sitio concreto donde esa distancia era ms corta por estrechamientodel espacio que en el lado de la pradera era ms ancho. Garca Gmez admite como una posibilidad,entre varias, la de entender que la explanada es la musara. Pero cmo se puede presidir los desfiles ylos torneos en esa explanada desde la azotea de la puerta as-S udda si la puerta as-Sudda est tan cercanaal puente hasta el punto de poder seguirse las obras del mismo como si se estuviera junto a l, segnlo que se afirma en la p. 78 de los Anales palatinos?

    81. TORRES BALBS, A., Ciudades hispanomusulmanas, I, p. 229 y 231.82. All, a la Musara, fue trasladada, en 971, la Casa de Correos desde su primitivo emplazamiento

    entre el alczar califal y el zoco mayor. En este ltimo emplazamiento haba estado desde que la mandaraconstruir Abd ar-Rahmn I en el siglo VIII. Ver Anales palatinos, p. 87.

    83. Es bien conocida la ancdota, que cuenta al-Maqqar, de la breve oracin que hizo junto a la tumbade Abd ar-Rahmn III el destronado monarca leons Ordoo IV, con motivo de su estancia en Crdoba

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    conocida a travs de las fuentes. Hay muchos datos sobre cordobeses ilustres cuyosrestos se depositaron all". Entre ellos figura el gran historiador Ibn Hayyn, enterradoen 1070. De ese cementerio proceden, por otra parte, la mayora de las lpidas moz-rabes custodiadas en el Museo Arqueolgico de Crdoba. Las que han conservadola fecha nos permiten saber que datan de finales del siglo X 86 Esa circunstancianos autoriza a preguntarnos hasta qu punto compartan un mismo cementeriomusulmanes y cristianos. En realidad, parece claro que los grandes cementerios deCrdoba estaban divididos en varias secciones distintas de acuerdo con la religinde las personas enterradas en ellos. As suceda tambin en el situado al norte dela ciudad, frente a la Bab al-Yahud, en el sector de Umm Salma y Quta Rasho, dondehaba un cementerio islmico (el de Halal) y uno judo separados por un callejn 9.

    Algunos de esos cementerios y otros no mencionados en las fuentes escritashan sido excavados recientemente. As sucede con el que ha aparecido al sur de laRuzafa. Es bien conocida tambin la necrpolis de Amir al Quraish, continuamentealudida por los textos y situada frente a la antigua puerta del mismo nombre, quese corresponde segn todos los indicios con la Puerta de los Gallegos. De ella hansido exhumados hace pocos aos restos humanos cuya disposicin revelaba de formainequvoca la religin musulmana de los all enterrados. Lo mismo ha podido compro-barse en las excavaciones realizadas con motivo de las obras de un aparcamientosubterrneo en la Avenida del Aeropuerto, que ha proporcionado una informacinmuy valiosa estudiada recientemente por Laura Aparicio.

    Creo que el tratamiento sistemtico de esos restos humanos es la gran asignaturapendiente que tiene la investigacin sobre la Crdoba califal. Porque son los restoshumanos los nicos que nos permitirn conocer algunos rasgos todava ignoradosde aquella compleja sociedad que, pese a sus diferencias religiosas, culturales ylingsticas, fue capaz de ponerse de acuerdo para hacer de Crdoba la ms prestigiosaciudad del occidente de Europa.

    poco tiempo despus de la muerte del primer califa. Ver AL-MAQQARI,Nafhal-tib, trad. de Dozy, Histoiredes musulmans d'Espagne, II, p. 177.

    84. CABUJN, R., "Crdoba califal", p. 304 y SS.85. Ibdem, p. 305.86. He publicado fotografas de dos de ellas, ambas del ao 999. La primera dice, literalmente: "In

    hoc loco quiescit corpus famula (sic) Dei Iuste que obiit in Era I xxxvi?, iiii nonarum septembris". VerCABRERA, E. (Edit.), Abdarrahmn III y su poca, Crdoba, 1991, p. 81. Constituye tambin la portadadel nm. 2 de la revista Meridies. La segunda, de texto ms largo, fue publicada en Crdoba capital.Historia, Crdoba, 1994, p. 82.

    87. "Entre el cementerio de Halal y el cementerio de los judos (maqburat al-Yahud) iba el camno quepasa por el norte de Crdoba (al-tariq al-slik bi-chawfi' Qurtuba)", dice Ibn Bashlcuwal, Sila, p. 300.

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