Upload
teresa-kiss
View
36
Download
0
Embed Size (px)
DESCRIPTION
Gelman La lucha por el poder del estado
Citation preview
HISTORIA GENERAL DE AMERICA LATINA, VOL. IV
CAPITULO 10: LA LUCHA POR EL CONTROL DEL ESTADO: ADMINISTRACION
Y ELITES COLONIALES EN HISPANOAMERICA
JORGE GELMAN
Desde mediados del siglo XVIII, y sobre todo durante el
reinado de Carlos III (1759-1788) y la presencia en el Consejo
de Indias de José de Galvez (1776-1787), la Corona española
lleva adelante grandes reformas político-administrativas en sus
colonias americanas, con un impulso, masividad y coherencia,
como no se habían conocido desde la época de las reformas
toledanas a fines del siglo XVI.
Estas reformas, que ya habían comenzado dentro de la propia
península ibérica con la llegada de los Borbones al trono de
España a inicios del siglo, sólo se van a empezar a aplicar
timidamente en América durante el reinado de Fernando VI (1746-
59), una vez que el fin del asiento inglés de esclavos en 1748 y
el tratado de límites con Portugal en 1750, despejan el
horizonte de conflictos europeos inmediatos.
Pero sólo a la muerte de este último monarca y con la
ascensión al trono de Carlos III, las reformas adquieren un
ritmo y coherencia, que permiten hablar de un verdadero plan de
conjunto para transformar las estructuras de poder imperantes en
América durante casi dos siglos.
Este intento de transformación política, era en realidad
1/31
parte y condición previa de unas reformas más amplias, que
buscaban consolidar los límites y la seguridad del Imperio,
promover el crecimiento económico español y asegurar un flujo
creciente de ingresos fiscales a la Corona, para permitirle
recuperar su lugar en el mundo.
No nos ocuparemos aquí de estas reformas económicas,
militares, religiosas, fiscales, pero resultaba claro para la
Corona y para todos los impulsores intelectuales de aquéllas,
que para poder reorganizar la economía, cobrar mejor y más
impuestos, defender el territorio, terminar con el contrabando y
disciplinar a la población de las colonias, era menester primero
realizar una profunda reforma político-administrativa en
América, fortalecer el aparato estatal, instalar en el mismo a
funcionarios honestos y fieles, terminar con la corrupción
generalizada y con la influencia de las elites locales en la
administración.
Nuestro objetivo será entonces analizar las
transformaciones en las estructuras del poder en Hispanoamérica
a lo largo del siglo XVIII, y en particular la incidencia de las
reformas políticas practicadas por los Borbones en la segunda
mitad del siglo. Nos centraremos para ello en el ámbito de la
administración del Estado, en la constitución de las elites
americanas y en su relación cambiante con las estructuras del
poder a lo largo de este siglo. Esta doble aproximación al
problema, Estado-elites locales, parte de la concepción de que
la estructura del poder y las definiciones políticas en América,
no eran sólo el resultado de la voluntad de la Corona y sus
ministros metropolitanos, sino de la combinación de la misma,
2/31
con los factores de poder en las colonias, los propios
funcionarios y sobre todo las poderosas elites locales.
Las estructuras del poder antes de la ofensiva borbónica
Conocemos hoy bastante bien como funcionaban las
estructuras del poder en América, antes de las Reformas
Borbónicas. Si bien la mayoría de los estudios que se han hecho
sobre este tema versan sobre el siglo XVII, para dar luego un
salto a la segunda mitad del XVIII, los pocos trabajos que han
incluído a la primer mitad de este último siglo, nos lo muestran
como un período donde se mantienen y aún incrementan ciertos
rasgos del anterior1.
El historiador británico D. Brading, resume lo que sabemos
sobre el poder antes de las reformas con una frase contundente:
"...en cada provincia del Imperio, la administración había
llegado a estar en manos de un pequeño aparato de poder
colonial, compuesto por la elite criolla -letrados, grandes
propietarios y eclesiásticos- unos pocos funcionarios de la
península con muchos años de servicio y los grandes mercaderes
dedicados a la importación. Prevalecía la venta de cargos en
1En este sentido el trabajo más sistemático es el de los historiadores norteamericanos M. Burkholder y D. Chandler, sobre la composición de las Audiencias americanas entre 1687 y 1808, donde los autores no dudan en incluir a la primer mitad del XVIII en lo que llaman la "Edad de la Impotencia" (de la Corona frente a sus colonias), siendo la segunda mitad del siglo la época de la restauración de la "Autoridad". M. Burkholder y D. Chandler, 1977, From Impotence to Authority. The Spanish Crown and the American Audiencias, 1687-1808, University of Missouri Press, Columbia.
3/31
todos los niveles de la administración"2.
Los estudios sobre distintas áreas de la administración le
dan plenamente la razón. Si tomamos el caso de las Audiencias,
la mayor instancia judicial en América, sabemos que entre 1687,
en que se empiezan a vender sus cargos, y 1750, se nombran 138
criollos y 157 peninsulares. La mayoría de los primeros había
comprado su cargo y se destacaban los miembros de la elite
limeña que habían instalado oidores no sólo en la Audiencia de
Lima, sino en muchas otras. A su vez una gran parte de los
peninsulares que figuraban en esta institución, estaba
fuertemente ligada a las elites locales (por matrimonio,
compadrazgo, transacciones económicas, etc), con lo cual la
influencia de estos sectores era ampliamente mayoritaria3.
Algo parecido sucede en el resto del aparato estatal.
Dejando de lado a los Cabildos, la instancia más baja del poder
en las ciudades, que de partida -y así fueron pensados- eran una
virtual representación de las elites urbanas, encontramos una
situación similar en el caso de los Corregidores de indios o
Alcaldes mayores. Estos funcionarios que habían sido impuestos
por la Corona a fines del siglo XVI, para limitar el poder de
los encomenderos, organizar la explotación de la población
2D. Brading, 1990, "La España de los Borbones y su Imperio Americano", en L. Bethell (ed), Historia de América Latina,Crítica, Barcelona, Tomo 2, capítulo 3, página 92 (primer edición en inglés, 1984, Cambridge History of Latin America).
3Burkholder y Chandler, From Impotence..., cit. Ver también algunos ejemplos en John Leddy Phelan, 1972, "El auge y caída de los criollos en la Audiencia de Nueva Granada, 1700-1781", Boletín de Historia y Antigüedades, 59, Bogotá o León Campbell, 1972, "A colonial establishment: Creole domination of the Audiencia of Lima during the late eighteenth century", Hispanic American Historical Review, 52:1.
4/31
indígena en beneficio del conjunto de los colonos españoles y de
la Corona, aunque también se suponía que defenderlos frente a
las excesivas pretenciones de los primeros, se convierten por su
papel de bisagra en una pieza clave del sistema colonial. Muy
pronto las elites van a buscar incidir sobre estos funcionarios,
para poder acceder más facilmente a la mano de obra indígena y
sobre todo desde la segunda mitad del XVII, para convertir a esa
población en un mercado cautivo, donde colocar mercancías, en
cantidades y condiciones que el Corregidor podía imponer por su
posición de fuerza allí. Esta aspiración de las elites se va a
ver favorecida porque desde 1678 se empiezan a vender
oficialmente estos cargos, con lo cual los sectores más
adinerados de las colonias van a poder adquirirlos
directamente4.
También conocemos bastante bien el caso de los oficiales de
real hacienda, en el período preborbónico y así podríamos seguir
enumerando5.
Esta amplia influencia directa e indirecta de las elites en
4son numerosos los trabajos que se han escrito sobre estos funcionarios. Algunos de los que mejor trazan la influencia de las elites sobre ellos y sus actividades ilícitas son: Javier Tord, 1974, "El corregidor de indios en el Perú: comercio y tributos", Historia y Cultura, 8, Lima; A. Moreno Cebrián, 1977, El corregidor de indios y la economía peruana en el siglo XVIII,CSIC, Madrid; B. Larson y R. Wasserstrom, 1982, "Consumo forzoso en Cochabamba y Chiapa durante la época colonial", Historia Mexicana, XXXI, 3, México; B. Hamnett, 1977, Politics and Trade in Sothern Mexico, 1750-1821, Cambridge y H. Pietschmann, 1977, "El comercio de repartimientos de los Alcaldes Mayores y Corregidores en la región de Puebla-Tlaxcala en el siglo XVIII", Estudios sobre la política indigenista española en América,Universidad de Valladolid.
5K. Andrien, 1985, Crisis and decline. The Viceroyalty of Peru in the seventeenth century, University of New Mexico Press, Albuquerque.
5/31
el poder, se va a manifestar de manera evidente en el desarrollo
a gran escala de actividades, no siempre legales, amparadas por
el estado y que favorecían a estos sectores.
Ya hemos mencionado el caso de los "repartos de mercancías"
que imponían los Corregidores a los indígenas, que adquieren tal
magnitud en la primer mitad del siglo XVIII, que la Corona se va
a ver forzada a legalizar en 1754, para tratar de limitar y a la
vez obtener algún provecho del mismo.
Otro fenómeno que se desarrolla en gran escala es el
contrabando, que parece ser de lejos la principal forma de
comercio exterior americano en el siglo XVII y primer mitad del
siguiente6.
De estas y otras razones se derivaba que la Corona perdiera
progresivamente el control directo de la situación colonial y
que se redujera también la recaudación fiscal, recaudación que
por otra parte se delegaba cada vez más en particulares, a
quienes se arrendaba el derecho a percibir los impuestos a
cambio del pago de sumas fijas.
Toda esta situación ha llevado a algunos autores a plantear
que el grado de control de las elites locales sobre el aparato
del estado, la generalización de la corrupción y el no respeto a
la legislación real, permiten hablar de la existencia en los
hechos de una primer independencia americana en el XVII y primer
6un estudio que resume y afina todo lo que sabemos sobre el comercio atlántico americano en esta época es M. Morineau, 1985, Incroyables gazettes et fabuleux metaux. Les retours des trésors américains d'après les gazettes hollandaises (XVIe-XVIIIe siècles), Cambridge University Press/ Maison des Sciences de l'Homme, Cambridge.
6/31
mitad del XVIII7.
Esta idea parte de una vieja concepción de la
historiografía americanista que consideraba al estado implantado
por la Corona en América como uno fuertemente centralizado y que
excluía la participación de los factores de poder local8. De
esta manera la presencia de estos últimos y el desarrollo de la
corrupción serían una aberración del sistema, cuya magnitud en
este período lo pondrían francamente en crisis.
Sin embargo es posible considerar la evolución en las
estructuras del poder en América de otra manera.
Una serie de trabajos plantearon ya hace más de dos
décadas, una interpretación diferente a la tradicional, sobre el
sistema de gobierno en Hispanoamérica y el fenómeno de la
corrupción, aunque luego los trabajos de investigación empírica
hicieran poco caso de estos planteamientos9.
7quién desarrolló inteligentemente esta idea de la primer emancipación fue John Lynch, 1964-69, Spain under the Hapsburgs,Oxford, 2 vol. Otro autor habla de "emancipación informal" de América, previo a las reformas; ver Fernando Muro Romero, 1987, "Administración y Sociedad en la América española hasta 1750", en Antonio Annino et alli (ed), America Latina: Dallo Stato Coloniale allo Stato Nazione, Franco Angeli Libri, Milano, volúmen II, página 448. Lynch ha modificado posteriormente su percepción de este período, hablando de la existencia de un gobierno de "consenso", que no cuestionaba el vínculo colonial. Ver John Lynch, 1991, Historia de España, Tomo XII "El siglo XVIII", Ed. Crítica, Barcelona.
8un ejemplo de esto es la influyente obra de Clarence Haring, 1949, The Spanish Empire in America, New York.
9los trabajos más importantes en este sentido fueron: S.N.Eisenstadt, 1963, The Political System of Empires, New York-London; Magalí Sarfatti, 1966, Spanish Bureaucratic Patrimonialism in America, Berkeley; y John Leddy Phelan, 1967, The Kingdom of Quito in the seventeenth century: Bureaucratic politics in the Spanish empire, University of Winsconsin Press, Madison, donde no sólo se avanza en una nueva concepción teórica del estado colonial, sino que se lo aplica al estudio de un caso concreto. Sólo muy recientemente se han dado algunos pasos
7/31
En estos estudios se concibe al estado colonial, por lo
menos durante el largo reinado de los austrias y en el primer
período borbónico, no como uno fuertemente centralizado y
excluyente de los factores de poder local, sino por el
contrario, como un sistema de una gran flexibilidad, que buscaba
constantemente un delicado punto de equilibrio entre los
intereses -a veces confluyentes, a veces contradictorios- entre
las autoridades metropolitanas y los factores de poder local,
sobre todo las elites, pero también los otros sectores,
incluyendo en ello a los burócratas coloniales, con sus propios
intereses. Esto último era algo reconocido de partida y no
contradictorio con la lealtad al Rey, dada la característica
patrimonial del estado, que se hacía extensiva a los propios
funcionarios.
Estos burócratas a su vez, no integraban una estructura
vertical de poder, en la que cada miembro era parte de un
engranaje con peldaños sucesivos, sino que aparecían todos
vinculados directamente al monarca (quién en última instancia
era el responsable de los nombramientos y a quién todo
funcionario podía recurrir en caso de conflicto con otros
funcionarios) y con poderes imprecisos, que permitían una gran
flexibilidad, la ambivalencia, la negociación a todos los
niveles.
significativos en esta nueva interpretación del estado colonial, ver por ejemplo H. Pietschmann, 1982, "Burocracia y corrupción en Hispanoamérica colonial. Una aproximación tentativa", Nova Americana, volúmen 5, Torino y "Estado colonial y mentalidad social: el ejercicio del poder frente a distintos sistemas de valores. Siglo XVIII", en A. Annino et alli (ed), America Latina..., cit, vol II; y Colin MacLachlan, 1988, Spain's Empire in the New World. The Role of Ideas in Institutional and Social Change, University of California Press, California.
8/31
Este sistema de gobierno, se apoyaba, según lo define un
estudio reciente, en una "matriz filosófica" que lo
justificaba10. El orígen del poder del monarca era divino, pero
por ello mismo tenía límites, ya que debía gobernar con amor y
protección hacia sus súbditos, debía conseguir un cierto
consenso, lo cual admitía la negociación con los subordinados.
El énfasis en la relación monarca-súbditos estaba puesto más en
la lealtad que en el cumplimiento estricto de las órdenes
reales. En este sentido, la famosa fórmula "obedezco pero no
cumplo", empleada una y mil veces por los funcionarios para
salvar la lealtad al Rey y no aplicar una real orden, era algo
consagrado por las ideas imperantes y aún por la misma
legislación de Indias.
Siguiendo la misma línea de interpretación, la corrupción
se puede entender, no como una aberración del sistema, como un
conjunto de excesos, sino como uno de los medios privilegiados
del sistema para permitir esta búsqueda de equilibrio entre
intereses a veces contradictorios, y salvando a su vez la
autoridad del monarca. La corrupción era una verdadera válvula
de escape a las contradicciones del sistema, e incluso algunos
autores consideran que éste sólo funcionaba gracias a ella11.
De la misma manera, aparece como algo natural la
participación de las elites locales en las estructuras del poder
colonial. Aunque esto también tiene que ver con las
10MacLachlan, 1988, Spain's Empire... cit.
11ver por ejemplo el interesante estudio de Z. Moutoukias, 1988, Contrabando y control colonial en el siglo XVII. Buenos Aires, el Atlántico y el espacio peruano, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires.
9/31
características de estas elites.
No es nuestro porpósito, ni sería posible en estas páginas,
resumir y discutir todas las investigaciones que se han hecho
ultimamente sobre las elites coloniales americanas. Sólo
queremos retener algunos elementos generales que tienen que ver
con el tema de las estructuras del poder y su evolución en el
siglo XVIII12.
Estas elites, definidas como los sectores que concentran en
un grado más alto el poder, la riqueza y los honores en las
ciudades hispanoamericanas, no tienen por ello mismo un sólo
rasgo que las caracterice, sino que reúnen un vasto conglomerado
de actividades y atributos. La riqueza (y por ello el comercio,
una de las pocas actividades que daba acceso a la misma en la
colonia) era una condición sine qua non, para acceder a la
elite, pero ésta se consolidaba con el poder y el honor y a su
vez con una diversificación económica, que permitía conservar,
algo más tranquilamente, la riqueza obtenida generalmente a
través de la riesgosa actividad comercial.
La estrecha relación entre las elites y el aparato del
estado colonial, parece haber sido desde muy temprano una regla
en la realidad americana. Algunos autores nos señalan incluso la
dificultad de separar estado y elites, cuando investigamos algún
caso en particular.
Las maneras de acceder a la administración y al poder de
12una excelente y muy completa evaluación de los trabajos sobre las ciudades y las elites americanas en Fred Bronner, 1986, "Urban Society in Colonial Spanish America: Research Trends", Latin American Research Review, volúmen XXI, 1. Ver también Magnus Mörner, 1983, "Economic Factors and Stratification in Colonial Spanish America with Special Regard to Elites", Hispanic American Historical Review, 63:2.
10/31
parte de estas elites eran múltiples y si bien la venta de los
cargos favoreció enormemente este proceso, sería un error
considerarla como su causa y la modalidad excluyente. De hecho,
además de ocupar directamente cargos en la administración, por
compra o por designación, estas elites accedían al poder, quizás
sobre todo cooptando a los funcionarios. Casando a sus hijas con
los burócratas más altos o ubicados en lugares estratégicos para
sus negocios, estableciendo relaciones de compradazgo, lazos
económicos diversos, promoviendo la corrupción a todos los
niveles, las elites conseguían en general integrar a los
funcionarios en su mundo.
¿Significaba esto la creación de un aparato de poder
autónomo de la metrópoli?
La respuesta a esta pregunta resulta dificil, pero una
serie de estudios tienden a mostrarnos, cómo, esta integración
elites-estado no cuestionaba la dominación colonial, en tanto
que los intereses de la metrópoli eran en buena medida
coincidentes con los de estas elites y sobre todo que se
necesitaban mutuamente. La Corona carecía de un aparato de facto
capaz de mantener la disciplina de las colonias en contra de su
voluntad y las elites necesitaban la legitimidad que les
brindaba el poder real y todo su aparato filosófico-religioso.
Por otra parte, los intereses divergentes de los sectores
americanos, aún dentro de las mismas elites, facilitaban la
labor de la Corona como mediador indispensable, una de cuyas
armas más eficaces fue el uso de la justicia13.
13uno de los trabajos que más inteligentemente ha aplicado estas ideas sobre el caracter del estado y la justicia colonial es William Taylor, 1987, Embriaguez, homicidio y rebelión en las
11/31
En este sentido la idea de una primer independencia
americana durante el siglo XVII y parte del XVIII aparece
cuestionada, así como también la idea de las reformas borbónicas
como una reconquista. Mas bien, lo que las reformas van a
intentar es un cambio -es verdad que radical- en el sistema de
dominación colonial y en la participación que en él van a dejar
para las elites locales y los burócratas.
Diagnóstico y cura
Los diagnósticos que se hacían en España sobre lo que
sucedía en América desde hacía largas decadas, eran casi todos
coincidentes hacia mediados del siglo XVIII: imperaban allí la
corrupción generalizada y el control de las elites locales sobre
el aparato administrativo. En esta situación estaban implicados
desde los funcionarios más bajos y locales, hasta las instancias
más altas y generales del poder. Las elites constituían
facciones que estaban constantemente disputándose el control del
estado, para obtener provecho propio, desconociendo las normas
emanadas por la Corona, desarrollando el contrabando, evadiendo
impuestos, etc. Se señalaba también que en la raiz de estos
problemas había sido muy importante la práctica de la venta de
los cargos de la administración, que habiéndose inciado a fines
del XVI para los cargos más bajos, se había extendido
poblaciones coloniales americanas, Fondo de Cultura Económica, México (primer edición inglesa 1979). Un conjunto de ensayos donde se analiza la confluencia de intereses elites-estado colonial para diversas regiones americanas en Karen Spalding, 1982, Essays in the Political, Economic and Social History of Colonial latin America, University of Delaware, Newark.
12/31
progresivamente hasta incluir a los más altos, y que había
permitido, que los sectores más poderosos de América se
instalaran a lo largo y ancho de toda la estructura del poder,
más allá de cualquier consideración de capacidad para la función
y/o lealtad hacia la Corona. De la misma manera se habían
inutilizado los mecanismos de control de la burocracia, ya que
hasta los juicios de residencia que debían realizarse al final
de su mandato a cada funcionario, se vendían y compraban con
asiduidad.
Uno de los relatos más gráficos y completos al respecto,
son las llamadas "Noticias Secretas de América", escrita por los
marinos españoles Jorge Juan y Antonio de Ulloa en 1747, que si
bien fue publicado por primera vez en Londres en 1826, circuló
intensamente en los medios ministeriales españoles en la época
en que fue escrito como informe para la Corona, luego del viaje
que realizaran aquéllos al Perú14. En este largo "discurso y
reflexiones", los autores describen con lujo de detalles todos
los abusos que realizan los funcionarios, la corrupción también
del clero, el contrabando, etc. Y en esto incluyen a los
virreyes, que no pueden resistir el insistente cortejo que les
realizan los poderosos locales. Hasta los más honestos terminan
sucumbiendo, y que lo único que los diferencia es "...que su
entereza a no admitir obsequios de valor ha durado más tiempo en
unos que en otros, pero al fin se han dejado llevar todos de la
tenaz porfía de estos tan poderosos ruegos..." (página 374).
14Jorge Juan y Antonio de Ulloa, 1826, Noticias Secretas de América, D. Barry (ed), Londres. Citamos aquí la edición corregida de L. J. Ramos Gómez, 1985, Las "Noticias Secretas de América" de Jorge Juan y Antonio de Ulloa (1735-1745), T. II, CSIC, Madrid
13/31
Partiendo de este diagnóstico, las soluciones que van a
proponer, tanto estos marinos, como muchos otros personajes
influyentes en la Corte, son también coincidentes. Era necesario
terminar con este estado de cosas, suprimir la venta de los
cargos que era "el orígen de todos los excesos", crear un
aparato estatal fuerte, con funcionarios que tuvieran salarios
adecuados para impedir su participación en actividades ilegales,
que fueran honestos, de carrera y con un sistema de ascensos por
buen desempeño. Había que alejar a las elites locales de la
administración y aislar de la influencia de los mismos a los
funcionarios. Sólo de esta manera se podrían implementar las
medidas ordenadas para incrementar la recaudación fiscal, para
promover el crecimiento económico y garantizar la defensa del
Imperio. Era necesario disponer de un verdadero estado
burocrático, con funcionarios fieles que cumplieran sin titubeos
las medidas ordenadas.
Los nombres de José del Campillo y Cossío, Pedro Rodríguez
de Campomanes o Baltasar M. G. María de Jovellanos, són sólo
algunos de aquellos altos funcionarios metropolitanos, que van a
defender estas ideas. El primero, en su "Nuevo sistema de
gobierno económico para la América", escrito en 1743, va a
proponer que se realicen "visitas generales" a toda América, que
se eliminen el poder de las elites locales y la riqueza de la
Iglesia, que se implanten las Intendencias y se construya un
aparato administrativo fiel y eficaz15.
En realidad muchas de estas propuestas no eran nuevas, pero
15José del Campillo y Cossío, 1762, Nuevo sistema de gobierno económico para la América, Madrid.
14/31
sólo hacia mediados del siglo XVIII, existe un consenso
generalizado en los ámbitos de poder metropolitanos sobre la
necesidad y oportunidad de llevarlas a cabo16.
Había por supuesto algunas voces disonantes, sobre todo del
otro lado del Atlántico, que vale la pena mencionar, porque
tienen que ver con la resistencia que las reformas van a
encontrar en distintos lados de América. Las elites locales,
criollos o no, se creían en derecho de ocupar cargos en la
administración de sus lugares de residencia. Es interesante
citar las palabras del fiscal de Cartagena de Indias (en la
actual Colombia), don Pedro de Bolívar y de la Redonda, quién en
1667 defendía la presencia de los criollos en el Estado,
alegando que la corrupción se podía combatir mejor colocando en
los cargos a criollos ricos (y por lo tanto -decía él-
desinteresados en usufructuar de los mismos en provecho
personal), que a peninsulares pobres (suceptibles de todo tipo
de tentaciones)17.
Pero más allá de este tipo de consideraciones, la Corona
española, y sobre todo Carlos III y sus ministros, van a decidir
emprender unas reformas políticas de amplio alcance, que van a
marcar toda la última etapa de dominación española en América.
16por ejemplo se puede citar en la temprana década de 1620, las ideas del Conde-Duque de Olivares, que parecen preanunciar con 150 años de anticipación las medidas que se tomarían sobre todo bajo Carlos III. Claro que la situación en los ambitos de poder español era muy diferente, y el Consejo de Indias desoyó las propuestas de Olivares. Ver toda esta discusión en John Leddy Phelan, 1967, The Kingdom of Quito..., cit, pp 157-159, 221 y siguientes.
17citado en M. Burkholder y D. Chandler, 1977, From Impotence..., cit, página 6.
15/31
Las Reformas Borbónicas: ofensiva, resistencias y resultados
contradictorios
Tomando como problemas principales la debilidad y
descontrol del aparato estatal, la presencia de las elites y la
corrupción, las reformas borbónicas van a atacar de conjunto a
estos fenómenos con un impulso inicial de gran magnitud.
El globo de ensayo de las reformas fue la isla de Cuba,
considerada una pieza clave en el sistema defensivo del Imperio,
donde se organiza una fuerte guarnición militar regular y se
instala en 1763 el primer Intendente de América. Pero el gran
impulso reformador, se da con el envío de visitadores generales
a América, el primero de los cuales, José de Galvez, enviado al
virreinato de Nueva España entre 1765 y 1771, es considerado
unanimemente la pieza clave de la ofensiva borbónica en América.
Galvez comienza personalmente a tomar medidas reformistas en el
virreinato norteño y entre 1776 y su muerte en 1787 es nombrado
al Consejo de Indias, desde donde organiza el envío de las
visitas generales al virreinato del Peru (el visitador José
Antonio de Areche es enviado en 1776) y al virreinato de Nueva
Granada (1778, visitador Juan Francisco Gutierrez).
Aparte de medidas trascendentes como la organización de una
fuerza militar en las colonias o la expulsión de los jesuítas en
1767, que son tratadas en otros capítulos de esta obra, las
medidas más importantes de estas reformas administrativas, son
la creación de nuevos virreinatos (en 1739 ya se había creado el
de Nueva Granada que abarcaba la región norte del antiguo
virreinato del Perú y en 1776 se desgaja también de este último,
16/31
el virreinato del Rio de la Plata, que incluía todo el
territorio desde la actual Bolivia hacia el sur, con capital en
Buenos Aires); se crean también nuevas capitanías generales
(Chile y Venezuela), nuevas Audiencias (Buenos Aires, Cuzco y
Caracas) y al fin se instalan las Intendencias en casi todo el
territorio, suprimiendo los corregidores y Alcaldes mayores, que
habían sido señalados reiteradamente como uno de los sectores
más corruptos del sistema. Estos intendentes tendrían poderes
muy amplios en sus territorios, serían funcionarios peninsulares
muy bien seleccionados, y gozarían de salarios elevados, para
evitar su posible corrupción. Se establece un servicio regular
de correo (1764) que permita una fluida comunicación entre las
diversas instancias del poder y con la metrópoli, se crean las
superintendencias de real hacienda, para desplazar a los
virreyes del control financiero de las colonias, se incrementa
notablemente la burocracia fiscal asalariada, que retoma además
en sus manos el cobro de impuestos que antes se arrendaban a
particulares, se establecen nuevos monopolios reales, etc.
El resultado a primera vista de las reformas es
impresionante.
Con todo, vale la pena señalar que estas reformas no se
realizan todas simultaneamente, ni con la misma intensidad, como
es el caso de las Intendencias, que se instalan primero
masivamente en el Rio de la Plata (1782), dos años más tarde en
el Perú y otros dos después en Nueva España y que dejará de lado
a Nueva Granada y Quito. Esto, como veremos luego, tiene que ver
con las resistencias potenciales o reales a las reformas en
América, que desde temprano empezarán a minar el ímpetu
17/31
reformador metropolitano. Algo similar, aunque no es nuestro
tema, se puede señalar con la implementación del llamado
"comercio libre", que habiendo sido decretado en 1778, recién se
aplicará varios años más tarde en el virreinato de Nueva España,
sede de la más poderosa clique comercial del Imperio.
Pero lo que las reformas administrativas buscan y a primera
vista parecen conseguir, es crear una aparato estatal más fuerte
y sobre todo en manos de burócratas peninsulares, de carrera,
alejando a las elites locales del poder y combatiendo la
corrupción. Allí donde el aparato estatal previo a las reformas
era casi inexistente y en las nuevas instituciones, fue posible
de un plumazo instalar toda una cohorte de "hombres nuevos",
acordes al ideal reformador, y allí donde había ya fuertes
aparatos administrativos previos se trató más o menos
rapidamente de ir reemplazando los viejos funcionarios por otros
nuevos, suprimiendo la venta de los cargos, nombrando burócratas
peninsulares de confianza de la Corona, quitándole atribuciones
a los cargos que eran más dificiles de controlar, como los
virreyes (a través de los superintendentes por ejemplo).
Los estudios recientes sobre la composición del aparato
estatal en este período son coincidentes en señalar un hecho
irrefutable: si antes de las reformas todas las instancias de la
administración estaban controladas por funcionarios criollos,
miembros de las elites locales o por funcionarios peninsulares
con muy estrechos vínculos con aquéllos, en la segunda mitad del
XVIII, empiezan a predominar claramente los "hombres nuevos",
peninsulares, funcionarios asalariados y de carrera.
Esto sucede tanto en las Audiencias como en las
18/31
Intendencias que reemplazan a los Corregidores y Alcaldes
Mayores,así como en las nuevas instituciones fiscales y
monopolios del estado18.
Si bien, no todos los autores coinciden en la
interpretación de lo que significa la instalación de estos
nuevos funcionarios peninsulares, todos nos muestran esta
transformación radical en quiénes serán los nuevos encargados de
llevar las riendas del estado.
Esta vasta ofensiva, que algunos autores no dudaron en
calificar de "reconquista" española de América, hoy puede sin
embargo ser interpretada de otra manera y aún la extensión de
sus resultados matizada fuertemente19.
Si el diagnóstico que hacían los reformistas metropolitanos
de lo que sucedía en América hasta mediados del siglo XVIII,
parece correcto (corrupción generalizada, excesivo poder de las
elites, etc), el análisis de sus causas era limitado y por lo
18sobre las Audiencias ver los trabajos citados en nota 3. Sobre las Intendencias los estudios clásicos de John Lynch, 1969, Spanish Colonial Administration 1782-1810: The Intendant System in the Viceroyalty of the Rio de la Plata, New York, y John Fisher, 1970, Government and Society in Colonial Perú: the Intendant System, 1784-1814, London. Luego podemos citar una serie de trabajos que estudian el conjunto de burócratas de algunas regiones, como por ejemplo Jacques Barbier, 1980, Reform and Politics in Bourbon Chile, 1755-1796, University of Ottawa Press, Ottawa; Linda Arnolds, 1988, Bureaucracy and Bureaucrats in Mexico City, 1742-1835, University of Arizona Press, Tucson; David Brading, 1973, "Government and Elite in Late Colonial México", Hispanic American Historical Review, 53:3; Miles Wortman, 1982, Government and Society in Central America, 1680-1840, Columbia University Press, New York y Susan Socolow, 1987, The Bureaucrats of Buenos Aires, 1769-1810: Amor al Real Servicio, Duke University Press, Durham and London.
19. Uno de los más decididos defensores de la idea de la reconquista española en el período borbonico es David Brading, quién concibe las reformas como una verdadera "revolución en el gobierno". Ver Brading, 1971, Miners and Merchants in Bourbon México, 1763-1810, Cambridge University Press, Cambridge.
19/31
tanto las soluciones propuestas buscarán atacar los problemas
aparentes, sin tener en cuenta fenómenos estructurales de la
sociedad colonial, ni las resistencias que generarían los
intentos reformadores.
Las reformas borbónicas, por un lado, significan cambios
importantes en la concepción de la monarquía y el estado en
España y América. El poder real, deja de aparecer como
esencialmente de origen divino y paternalista, para asociarse
más directamente a los resultados materiales, económicos que
consiguiera para sus reinos. Desde este punto de vista, la
Corona se hacía más terrenal y suceptible de ser juzgada por los
resultados obtenidos20. Para conseguir los objetivos materiales
que se proponía, era necesario transformar la estructura del
estado, convirtiéndolo en uno fuertemente centralizado, con una
estructura jerárquica, cuyos funcionarios, ateniéndose a normas
estrictas, implementaran las medidas ordenadas para promover el
crecimiento económico, recaudar más impuestos, etc.
Este nuevo sistema desconocía la necesidad de lograr un
consenso político con los súbditos, y destruía la flexibilidad
del sistema anterior, que se había mostrado capaz durante dos
siglos de absorber tensiones y resolver conflictos.
Como señala un autor, las reformas borbónicas desconocían
de esta manera la "constitución no escrita", que había regido
por mucho tiempo la vida en las colonias, y por lo tanto no
preveía las resistencias que generarían21. Estas resistencias
20en estas líneas seguimos las observaciones de MacLachlan, Spain's Empire..., cit.
21John Leddy Phelan, 1978, The People and the King. The Comunero Revolution in Colombia, 1781, Madison. Este autor
20/31
tenían que ver por un lado con la larga tradición de negociación
y participación de las elites locales en el poder, así como con
elementos estructurales de la economía y sociedad coloniales,
que la legislación dificilmente podía cambiar. Un ejemplo
evidente de esto último, es el problema de los corregidores y
los "repartos de mercancías", que las reformas pretendieron
suprimir. La Corona anula el cargo de corregidor, prohibe los
repartos, nombra a los Intendentes, y sin embargo los repartos
van a continuar, con mayor o menor intensidad según los casos22.
Al mismo tiempo, como decíamos, las soluciones propuestas
para ciertos problemas, van a atacar sólo las causas aparentes,
dejando intactos problemas de fondo y a veces sin proveer los
medios necesarios para aquellas soluciones limitadas.
Así por ejemplo van a suprimir la venta de los cargos y van
a nombrar funcionarios peninsulares en todas las instancias
posibles de la administración, y sin embargo no van a lograr
erradicar totalmente la corrupción, ni la influencia de las
elites.
Esto por un lado, porque no proveyeron los medios para
analiza la rebelión comunera de Nueva Granada, como esencialmente conservadora, que pretendía defender esa "constitución no escrita", frente al nuevo sistema borbónico.
22ver al respecto la polémica entre S. Stein por un lado y J. Barbier y M. Burkholder por el otro, en donde el primero sostiene que el fracaso en suprimir los repartos se debió a la resistencia de los funcionarios y comerciantes ligados al lucrativo comercio forzoso, mientras los segundos defienden la tesis de que los repartos se mantuvieron sobretodo por ser una actividad irreemplazable, dada la estructura de la economía colonial. S. Stein, 1981, "Bureaucracy and Business in the Spanish Empire, 1759-1804: Failure of a Bourbon Reform in México and perú", Hispanic American Historical Review, 61:1 y el comentario de Barbier y Burkholder en Hispanic American Historical Review, 62:3, 1982.
21/31
promover la fidelidad y honestidad de los nuevos funcionarios,
garantizándoles medios de vida adecuados a su status y función.
Los salarios que cobraban, distaban en general de satisfacer sus
necesidades, debían seguir pagando altas fianzas para poder
ejercer el cargo, etc. Incluso algunos funcionarios importantes,
como es el caso de los subdelegados, que bajo la supervisión de
los Intendentes, debían reemplazar de hecho a los corregidores y
alcaldes mayores, no cobraban salario directo, sino un
porcentaje de lo recaudado entre la población indígena, con lo
cual se mantuvieron propensos a continuar las prácticas de los
funcionarios que venían a reemplazar23.
Por otro lado la ecuación criollos=corrupción/
peninsulares=honestidad, se iba a demostrar equivocada, y los
medios de las elites para influenciar el aparato del estado no
pasaban unicamente por colocar a sus miembros directamente en
él. De hecho el medio más importante parece haber sido (y se
refuerza luego que las reformas dificultan el acceso directo a
la administración) la cooptación de los funcionarios dentro de
la elite. A través de formas que ya mencionamos, como el
matrimonio, los lazos económicos, etc, las elites van a
conseguir en muchos casos mantener una fuerte influencia en el
estado y en algunos casos aún superior al período pre-
borbónico24.
23esta razones sostiene L. Salvucci, para explicar la continuidad en la corrupción de los burócratas fiscales en la Nueva España Borbónica, quienes a pesar de ser "hombres nuevos", adoptaron "costumbres viejas". L. Salvucci, 1983, "Costumbres viejas, 'hombres nuevos': José de Galvez y la burocracia fiscal novohispana (1754-1800)", Historia Mexicana, XXXIII, 2. Sobre el problema de los subdelegados, ver Fisher, Government..., cit.
24los autores que señalan esto son muchos, por ejemplo John
22/31
De hecho, los problemas estructurales que estamos
mencionando, y la fuerte resistencia que en algunos casos se
produjo, van a provocar que en algunas décadas, el impulso de
las reformas vaya decayendo y que se cometan una serie de
incoherencias, que a su vez van a ir minando los logros inciales
de las reformas25.
Ya mencionamos la tardanza en aplicar ciertas reformas en
lugares claves como Nueva España; en Nueva Granada nunca se van
a llegar a instalar las Intendencias; los superintendentes de
real hacienda, que debían limitar las atribuciones fiscales de
los virreyes, finalmente van a ser suprimidos; incluso poco a
poco los criollos van a volver a reaparecer en los nombramientos
al estado26. Algunos virreyes que iniciaron su mandato siendo
férreos defensores del ideal reformista, terminaron quejándose
de la rigidez impuesta por las reformas y adaptándose muy bien a
la realidad colonial27.
Por lo demás, los resultados de las reformas y las
resistencias que generaron, fueron muy dispares en distintos
Kicza,1986, Empresarios coloniales. Familias y negocios en la ciudad de México durante los Borbones, Fondo de Cultura Económica, México; Linda Arnold, 1988, Bureaucracy and Bureaucrats..., cit; S. Socolow, The Bureaucrats..., cit, etc. J. Barbier, Reform and Politics..., cit, es quién sostiene, analizando el caso de Chile, que con las reformas, se va a dar allí un mayor grado de integración elites-estado.
25en esto contribuye también la muerte, en 1787, del influyente y militante secretario de Indias, José de Gálvez.
26esta evolución en los nombramientos se puede ver en las Audiencias, donde los criollos recuperan un nivel del 30% entre 1778 y 1808. ver Burkholder y Chandler, From Impotence..., cit.
27ver algunos casos citados por MacLachlan, Spain's Empire..., cit, páginas 106-117.
23/31
lugares de América28.
Si recorremos muy rapidamente la geografía
Hispanoaméricana, de norte a sur, encontraríamos grosso modo los
siguientes resultados:
En México las reformas parecen provocar una "revolución en
el gobierno", desplazando a las elites locales del poder (aunque
algunos autores discrepan sobre los alcances de esta
revolución). Estas generan resistencias violentas inicialmente,
como sucede con los levantamientos provocados por la expulsión
de los jesuítas, y más sutiles luego, como las presiones del
Consulado de México para retrasar y limitar la aplicación del
"comercio libre"29, que van a ir minando poco a poco el impulso
de las reformas, hasta provocar su final fracaso. Una de las
medidas emblemáticas de las reformas, la supresión de los
repartos de mercancías, llegó incluso a ser revocada por el
virrey Branciforte (1794-98).
De América Central carecemos de estudios detallados sobre
el tema, pero si nos referimos a la ciudad de Guatemala, el
centro comercial por excelencia del espacio, las reformas no
parecen haber producido grandes cambios en las estructuras del
poder, ni haber encontrado muchas resistencias.
En Cuba, las reformas iniciales parecen haber tenido exito
desde el punto de vista metropolitano, y al mismo tiempo haber
28en este apartado no citaremos la bibliografía para cada caso, ya que, salvo algunas excepciones que referiremos, es la citada anteriormente.
29Pedro Perez Herrero, 1988, Plata y Libranzas: la articulación comercial del México borbónico, El Colegio de México, México.
24/31
sido recibidas con cierto beneplácito por las elites locales30.
En Caracas, sucede algo similar a Cuba, mientras que en
Nueva Granada y Quito las reformas provocan inicialmente cambios
importantes y encuentran fuertes resistencias que, por lo menos
en el caso neogranadino, van a lograr frenar los impulsos
reformadores31.
En Perú la situación es más compleja, las elites se
resisten, pero parecen tener una actitud más ambigüa que sus
pares mexicanos y finalmente logran ir debilitando los aspectos
más irritativos de las reformas. Inicialmente el visitador
Areche es recibido con cierta complacencia, aunque luego se
organiza una fuerte oposición al mismo, alrededor del virrey
Manuel de Guirior, aliado a la aristocracia local. Aunque
Guirior es reemplazado como virrey en 1780, por sus supuestas
simpatías con los opositores, también el visitador es desplazado
al año siguiente, a favor de un más hábil negociador, Jorge de
Escobedo. Este último, si bien aplica el corpus principal de las
reformas (creación de las Intendencias en 1784 y de la
superintendencia que él mismo encabeza, supresión de los
repartos, etc), irá buscando formas de entente con las elites
locales. En los hechos las elites van a conseguir influenciar
30ver por ejemplo A. Kuethe, 1981, "The Development of the Cuban Military as a Socio-political Elite, 1763-83", Hispanic American Historical Review, 61:4.
31Ya nos referimos al levantamiento neogranadino de 1781, que va a culminar con importantes concesiones de la Corona, como bajas de impuestos, no implantación de las Intendencias, etc. Sobre el caso de Quito ver A. McFarlane, 1989, "The Rebellion of the Barrios: Urban Insurrection in Bourbon Quito", Hispanic American Historical Review, 69:2, donde se analiza una importante rebelión de 1765, "policlasista", pero en la cual parece jugar un rol importante la resistencia del "patriciado local" a las reformas.
25/31
directa o indirectamente las Intendencias y sobre todo sus
cargos subalternos (los subdelegados), y a través de ellos
continuar los repartos de mercancías, el cargo de
superintendente se va a suprimir a la muerte de Galvez, etc.
En Chile, si bien formalmente se constituye un estado
burocrático con funcionarios peninsulares, el éxito político de
las reformas parece haber sido nulo, habiendo logrado la elite
cooptar a los mismos. No existe aquí resistencia aparente.
Por fin, en Buenos Aires, las reformas tienen exito
inicial, se crea un aparato estatal fuerte y en mano de "hombres
nuevos", si bien las "costumbres viejas" tienden a imponerse a
la larga y las elites parecen acoger con beneplácito los
cambios.
Por supuesto, además de estas diferencias entre los grandes
espacios coloniales, existieron variaciones en el interior de
los mismos, como se puede observar en el caso del Perú, con una
mayor resistencia a las reformas en algunas provincias que en
Lima32.
Todas estas múltiples situaciones que presentamos, tienen
que ver en parte, con la diferente aproximación metodológica de
los autores que estudiaron los diversos casos. Sin embargo
creemos que también tienen que ver con diferencias reales en
cada una de las regiones, y que es posible deducir ciertos
modelos sobre las razones del mayor o menor éxito y resistencia
32Algunos de los estudios regionales que muestran esto son: Kendall Brown, 1986, Bourbons and Brandy: Imperial Reform in Eighteenth Century Arequipa, University of New Mexico Press, Albuquerque y Susan Ramirez, 1986, Provincial Patriarchs: Land Tenure and the Economics of Power in Colonial Perú, University of New Mexico Press, Albuquerque.
26/31
generados por las reformas, comparando las regiones en cuestión.
En primer lugar algo que distingue claramente las regiones
americanas en cuanto a los resultados de las reformas, es su
caracter central o no, en el esquema de poder previo a las
mismas. Así, México y Lima, las dos grandes capitales de los
únicos virreinatos pre-borbónicos, con elites muy poderosas y
acostumbradas a gobernar amplios espacios, verán las reformas
como una amenaza potencial y real. Sus juridicciones políticas
son cercenadas, sus monopolios cuestionados, etc. Por el
contrario, las regiones antes marginales, y ahora realzadas en
la nueva división político-económica (Caracas, Buenos Aires,
Chile, etc), tenían poco que perder y mucho para ganar con la
creación de nuevos cargos administrativos, oportunidades
económicas vinculadas al desarrollo del aparato estatal-militar,
etc.
Un segundo factor que se puede identificar en varios casos,
como influyendo el impacto de las reformas, es la coyuntura
económica de cada región y cómo afectan las reformas económicas
a sus elites. En esto parece haber una clara diferencia entre
las dos grandes capitales, Lima y México, ya que el espacio
controlado por la primera venía arrastrando una larga crisis y
con las reformas parece recuperarse, mientras que el espacio
controlado por la segunda, conoció una fuerte expansión bastante
antes de las reformas y éstas parecen ayudar a iniciar un ciclo
de signo inverso33. Por el otro lado regiones como Cuba, Caracas
33sobre la situación de Lima ver M. Haitin, 1983, Late Colonial Lima. Economy and Society in an Era of Reform and Revolution, PhD. Diss., University of California, Berkeley, quien no está de acuerdo con A. Flores Galindo, 1984, Aristocracia y Plebe. Lima 1760-1810, Lima, en su imágen
27/31
o Buenos Aires, con economías de exportación en crecimiento,
acogen bien las nuevas posibilidades comerciales.
Un tercer elemento importante, y vinculado a los
anteriores, es el caracter de las elites y de las sociedades en
que se asientan. Por un lado tendríamos a las elites de las
grandes capitales y centros comerciales, dedicadas muy
fuertemente al comercio, pero a su vez con intereses
diversificados, con una fuerte integración entre criollos y
peninsulares, con una movilidad social importante y donde mas
tarde o más temprano las elites parecen haber ido cooptando a
los nuevos funcionarios. En ciudades como México, Lima o Buenos
Aires, resulta casi irrelevante medir el mayor o menor acceso de
las elites al estado, por la mayor o menor presencia de criollos
o peninsulares, ya que aquí existían desde hace tiempo
mecanismos que permitían una aceitada integración de los
comerciantes y burócratas peninsulares en las filas de las
elites criollas34. Sin embargo, no todas las elites eran iguales
pesimista de la situación del comercio y las elites limeñas a fines del período colonial. En esto Haitin coincide mas bien con Fisher, quién había mostrado que este sector se beneficia del boom minero tardío y logra también continuar con los repartos de mercancías.
34D.Brading, Miners and merchants..., cit. Algo muy parecido encontró Susan Socolow para Buenos Aires, 1978, The merchants of Buenos Aires, 1778-1810, Cambridge University Press, Cambidge y para Lima A. Flores Galindo, Aristocracia y Plebe..., cit. Otros casos no referidos a capitales virreinales, aunque sí a centros comerciales y/o mineros, en donde se detectaron los mismos comportamientos y se puso en cuestión la validez de la dicotomía criollos-peninsulares, por ejemplo: Germán Colmenares, 1983, Sociedad y economía en el valle de Cauca, Tomo I, Banco Popular, Bogotá; Richard Lindley, 1983, Haciendas and economic development. Guadalajara, México at Independence, University of Texas Press, Austin; Stephen Webre (ed), 1989, La Sociedad colonial en Guatemala: estudios regionales y locales,CIRMA/Plumsock Mesoamerican Studies, Woodstock; P. Michael McKinley, 1985, Pre-revolutionary Caracas: Politics, Economy and
28/31
a las de ciudad de México o de Lima. En muchos lugares de
provincia, en pequeños pueblos, éstas tendían a ser grupos más
cerrados, mucho más fuertemente apegados a la tierra y la
explotación directa de mano de obra. Estas elites provinciales,
eran menos permeables al acceso de forasteros, y a su vez mucho
más duraderas en el tiempo. Aquí sí es más posible que la
liberalización del sistema comercial en el período borbónico y
la llegada de innumerables pequeños y medianos comerciantes -y
también funcionarios- peninsulares en la segunda mitad del siglo
XVIII, haya generado una serie de conflictos, que se hayan
expresado de manera evidente como enfrentamientos criollos-
peninsulares. De hecho muchos de los autores que insisten en la
existencia de estos conflictos en el período colonial tardío,
parten de estudios de regiones secundarias, de provincias.
Aquí sí probablemente tenga algún sentido el cambio de
criollos a peninsulares, en el estado y a otros niveles, a lo
largo del siglo XVIII, y quizás sea sólo aquí donde hablar de la
formación de una incipiente "conciencia criolla", adquiera
alguna relevancia35.
Por supuesto habría que agregar muchos elementos más a esta
primer aproximación, entre las cuales no es la menor la actitud
de los primeros reformadores que a veces sabían granjearse la
enemistad inmediata de los factores de poder local, pero creemos
que los arriba señalados pueden dar cuenta de algunas de las
coincidencias y diferencias producidas en las distintas regiones
Society, 1777-1811, Cambridge University Press, Cambridge; etc.
35ver por ejemplo B. Lavallé, 1987, Le Marquis et le Marchand: les luttes de pouvoir au Cuzco (1700-1730), Ed. CNRS, Paris.
29/31
americanas, frente a las reformas borbónicas.
Algunas conclusiones
A lo largo de este trabajo hemos visto como las reformas
borbónicas intentan algunos cambios importantes en las
estructuras de poder en América. Sin embargo, atacando algunas
causas aparentes de la corrupción y el poder de las elites
locales, no llegan a cuestionar razones más de fondo que las
explicaban. Unas y otras generan resistencias, a veces
violentas, a veces -quizás más exitosas- de fondo, que a la
larga hacen naufragar muchos éxitos iniciales de los
reformadores. En muchos sitios las reformas generan una
frustación -algunos autores hablan de una alienación- de las
elites, cuyo precio tendrán que pagar unas décadas más tarde.
Con todo es llamativo que justamente en los lugares donde
menos resistencia aparente hubo contra las reformas, allí donde
más provecho sacaron las elites de los cambios, fue justamente
donde éstas encabezaron más decididamente el movimiento
revolucionario, ante la caída del poder real en la metrópoli.
Probablemente esto se explique porque en estos lugares, las
reformas generaron poder y expectativas para las elites, que
luego no se vieron colmadas.
Al mismo tiempo la realidad parece haber confirmado la
tesis de que sólo la flexibilidad y no la autoridad podía salvar
al Imperio. Una prueba de ello puede ser que los altos
funcionarios borbónicos que mejor se adaptaron a la situación
30/31
colonial, que se aliaron a las elites locales, defendieron la
continuidad del sistema ante la crisis metropolitana, mientras
que los funcionarios bajos, honestos, fieles al ideal borbónico,
pero frustrados por los bajos sueldos, la falta de perspectivas
de promoción y las propias incongruencias de la Corona, parecen
haber apoyado más decididamente el cambio36.
Los Borbones no supieron ver que si el Imperio había
sobrevivido tanto tiempo, había sido gracias a ese viejo sistema
de gobierno donde todo se podía negociar, donde la corrupción
era un arma para garantizar el equilibrio de intereses y el
apoyo de las elites. Claro que los Borbones se preguntarían de
que les servía la longevidad de un Imperio, si de él apenas
podían sacar un mísero provecho material. Y sin lugar a dudas
éstos lograron incrementar sustancialmente los beneficios
materiales que obtenían de sus colonias. Pero también es cierto
que con esta nueva política, contribuyeron a que esos beneficios
perduraran sólo por un corto tiempo.
FIN
36ver Socolow, The Bureaucrats..., cit.
31/31